PortalGuarani.com
Inicio El Portal El Paraguay Contáctos Seguinos: Facebook - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani
a a

  LA GUERRA DE LOS GUARANÍES (VI) - ¿Por qué confías en tus cañones? - Por JESÚS RUIZ NESTOSA - Domingo, 14 de Mayo de 2017


LA GUERRA DE LOS GUARANÍES (VI) - ¿Por qué confías en tus cañones? - Por JESÚS RUIZ NESTOSA - Domingo, 14 de Mayo de 2017

LA GUERRA DE LOS GUARANÍES (VI)

¿Por qué confías en tus cañones?

 

 

Por JESÚS RUIZ NESTOSA

 

 

jesus.ruiznestosa@gmail.com


Cuando en 1750 se firmó en Madrid un tratado entre la Corte española y la portuguesa por el cual España cedía un vasto territorio en el que se encontraban siete reducciones jesuíticas, cuyos habitantes tendrían que abandonarlas, el clima de tensión en los pueblos misioneros fue creciendo.

 

Iglesia de la Candelaria (del plano del pueblo de la Candelaria, capital de las reducciones jesuíticas guaraníes del Virreinato

del Río de la Plata, siglo XVII).

 

En la correspondencia del momento se presagiaba ya el desenlace trágico.

En el artículo anterior hice referencia a una carta que enviaron los indígenas al gobernador de Buenos Aires, don José Andonaeguy, fechada en el pueblo de Santo Ángel el 20 de julio de 1753. En ella, los indígenas exponían la situación en que se encontraban, a merced del ejército portugués y con la única posibilidad de escapar al destino cierto de convertirse en esclavos abandonando la tierra que habían ocupado por espacio de casi un siglo y medio. En dicha carta hay una observación que podría haber pasado desapercibida entonces pero que anunciaba ya el desenlace trágico que tendría el conflicto: la guerra entre los ejércitos portugueses y españoles, por un lado, y, por el otro, el ejército de indígenas guaraníes.

El párrafo se inicia haciendo referencia a la llegada del gobernador Miguel Salcedo el año de 1736: «¿Sabes tú por ventura (...) que nos trajo y dio a nosotros una buena nueva diciéndonos entonces lo que el santo Rey le había mandado y que había venido por amor de Dios, por amor de los Santos Padres y por amor de nosotros que éramos unos desvalidos indios? Díjonos también entonces haciéndonos saber la buena nueva: Cuidad de la tierra donde vivís, esa tierra a vosotros sólo la dio Dios. Luego que sintieseis algún daño, avisadme luego» (1).

Estaba justificado, entonces, que al sentirse víctimas de «algún daño» recurrieran al rey a través de su representante el gobernador al que le dicen: «Después don Miguel como hemos dicho nos hizo saber tan buena nueva, tú aunque eres su sucesor gobernador en vano ahora nos envías tu nueva tan mala y difícil, ¿porque confías en tu cañones y artillería? En buena hora tráela siendo en la que tú grandemente confías lo dices muy bien en vano a nosotros. Por que pierdas siete hermosos pueblos en paga de la Colonia que es uno y pobre pueblo? Su falor no es suficiente paga, ni de un solo pueblo nuestro. Por tanto no temeremos de el mal que nos quisieres hacer aunque traigas tus cañones no tememos. Dios nuestro Señor solamente siendo nosotros unos pobres indios nos ayudará mucho y el Santo Ángel también sería nuestro ayudador y protector» (2).

Aunque por momentos la redacción se vuelve un tanto complicada, es fácil de deducir lo que están diciendo. Además, el tono conciliador y quejumbroso con que comienza la carta se va transformando en sus últimos párrafos en amenazante. Ya no queda duda de cuál será el próximo paso: «Quizá Dios Nuestro Señor se pondría en nuestras manos. Nosotros no tenemos ayudado por los españoles. No hemos errado ni hecho mal a los de Montevideo, ni a los de Buenos Aires, ni de Santa Fe ni a los de las Corrientes, ni Paraguay, cuando más ni a los portugueses no hemos errado cosa alguna ni deseamos, ni cuidamos de español alguno» (3).

Finalmente, la advertencia está dada y manifiestan los firmantes de la carta que resistirán en esos pueblos que se niegan a abandonar: «Estamos solos en nuestro pueblo donde estamos bvien. Por eso si vinieres tendremos guerra. Esto queremos nosotros si tu vinieres y nosotros solo nos animaremos y nos mandáramos contra ti hasta vencerte. Esto sólo puedes saber. Sabemos ya señor que has de venir. No se falta alguno que te haya de temer. En llegando tu Dios ayudará de nosotros pobres indios. Dios solo es siempre en quien confiamos grandemente. A Dios que tememos más que a ti. Siendo él el dueño de nuestras vidas. Lo que tu harás no es cosa. Te decimos señor gobernador que Dios te guarde y dé salud» (4).

Este sentimiento de enojo, de frustración, este espíritu de resistir defendiendo un territorio que sienten como propio también se evidencia en la carta que el cacique Nicolás Ñe’engyrú, del pueblo de Concepción, le envió al propio gobernador de Buenos Aires el 20 de julio de 1753: «Esta tierra –dice en una parte– dicen nuestros hijos, Dios solamente nos la dio, en esta tierra nuestro santo maestro padre Roque González y muchos padres murieron entre nosotros, nos criaron, sólo para nosotros se cansaron: ¿por qué pues, los portugueses tienen tanta ansia por ella? No es cosa suya, con nuestras manos sólo hemos trabajado y compuesto esta tierra: los portugueses, ni aun español alguno, nos han dado cosa alguna: la iglesia magnífica, el buen pueblo, estancia para nuestros animales, el hierbal, el algodonal, chácara y lo que para ella es menester, es todo trabajo grande solamente nuestro: cómo, pues quieren malamente tomarnos los bienes que son propios nuestros? Quieren malamente burlarse de nosotros. No será así; Dios nuestro señor no quiere esto, lo sabe abonarlo, no es voluntad de nuestro santo Rey. No hemos errado, en cosa alguna, no hemos cogido cosa alguna de los portugueses; nunca lo que para nosotros hemos trabajado nos lo pagarán» (5).

En estos textos, como en otros similares, es claro ver que los indígenas, además del enojo por verse amenazados por la violencia de dos ejércitos muy poderosos, se sienten burlados por España, que, en un momento dado, cuando no había problemas, les había prometido todo tipo de protección y cuidados, pero ante el menor contratiempo las promesas cambiaron: «El Rey dio su palabra de tratarnos bien a nuestros abuelos, y también siempre a nosotros nos ha repetido esa misma palabra. Pues, ¿cómo sólo ahora de repente quiere mudar su palabra?» (6).

Notas

1. Leg. 120/ 35 b. Archivo Histórico Nacional de España.

2. Ibdm.

3. Ibdm.

4. Ibdm.

5. Leg. 120/ 40 g. Archivo Histórico Nacional de España.

6. Ibdm.

 

 

 

Fuente: Suplemento Cultural de ABC Color - Página 1

Domingo, 14 de Mayo de 2017

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ENLACE INTERNO A ESPACIO DE VISITA RECOMENDADA

EL IDIOMA GUARANÍ, BIBLIOTECA VIRTUAL en PORTALGUARANI.COM

(Hacer click sobre la imagen)

 

 

 

ENLACE INTERNO A ESPACIO DE VISITA RECOMENDADA

(Hacer click sobre la imagen)

 

 

 

 

ENLACE INTERNO A ESPACIO DE VISITA RECOMENDADA

(Hacer click sobre la imagen)





Bibliotecas Virtuales donde se incluyó el Documento:
MISIONES
MISIONES JESUÍTICAS EN PARAGUAY
HISTORIA
HISTORIA DEL PARAGUAY (LIBROS, COMPILACIONES,






Buscador PortalGuarani.com de Artistas y Autores Paraguayos

 

 

Portal Guarani © 2024
Todos los derechos reservados, Asunción - Paraguay
CEO Eduardo Pratt, Desarollador Ing. Gustavo Lezcano, Contenidos Lic.Rosanna López Vera

Logros y Reconocimientos del Portal
- Declarado de Interés Cultural Nacional
- Declarado de Interés Cultural Municipal
- Doble Ganador del WSA