BARRETT, O LA PASIÓN POR EL DUELO

Ensayo de EMI KASAMATSU

La vida es un continuo desafío para los seres con agudeza del sentido, por la justicia y sobre todo porque los avatares de la vida prueban que en situaciones extremas, se las puede afrontar en defensa de su honor y dignidad.

Mantener en alto el HONOR, es una postura propia de los seres humanos. En otros tiempos, el honor mancillado se lavaba batiéndose a duelo, con la intención de limpiar un insulto, una injuria al honor y lograr satisfacerlo, no necesariamente era matando al otro, sino poniendo en juego la vida para defender la dignidad como persona humana.

Batirse en duelo, se podría interpretar que se trata de una manera simbólica de luchar por un ideal y tratar de obtener una victoria sobre esa base con acciones lícitas para resguardar el honor de los ciudadanos. Que la lucha no sea necesariamente por medio de espadas y pistolas sino a través de plumas y acciones que sirvan para sensibilizar y concienciar en el resguardo de la dignidad humana. Un duelo en este caso, es un verdadero reto a la vida.

A este respecto, ¿qué tiene que ver la vida de Rafael Barrett con el duelo? Barrett, era un joven romántico e impulsivo, según la mirada de Viríato Díaz Pérez.

Estas características lo llevaron a involucrarse en varias situaciones de desafío a duelo, motivadas de acuerdo a sus apreciaciones, a la constante de las injusticias sociales provocadas por los miembros de la alta sociedad, y el abuso de poder de los gobiernos autoritarios y empresarios fuertes que desembocaban en maltratos y degradaciones de la clase obrera. Este intelectual, no tenía reparos en expresar y escribir con palabras, lo que a su juicio estaba convencido que era correcto y justo. Él desafiaba con actos para justificar su honor y provocaba el duelo.

Su pasión por el duelo, lo siguió a lo largo de su vida, no ya con armas sino a través de las “afiladas plumas”, como mencionan sus biógrafos. Su primer desafío a duelo fue a causa de ciertas calumnias que motivaron que lo rechazarán en la alta sociedad madrileña. La actitud de aquella le pareció tremendamente injusta y ese impulso lo demostró en una acometida contra uno de los más encumbrados hombres de la misma. A quién desafió a un duelo, del que fue descalificado por no ser un caballero. Barrett, se sintió disminuido y despreciado, y con su prestigio personal en merma ante esa sociedad, en donde la alcurnia, el poder y el dinero iban de la mano.

Con la idea de reorganizar su vida, se alejó de la injusticia social enquistada de alguna manera en la cerrada sociedad aristocrática de España, e hizo que Barrett, se embarcará en el mes de octubre de 1903, hacia la Argentina.

En el año 1904, viene al Paraguay, con el fin de buscar información para el diario “El Tiempo” de Buenos Aires. Traía la tarea de recoger datos sobre la revolución liberal que se estaba desatando, en el país. Arriba a la ciudad portuaria de Villeta. Su vida transcurrió en un ambiente de “Vía crucis grotesco”, vivió como pudo en una casa de huéspedes. Se mantuvo como observador crítico del panorama social y cultural, dentro de sus precariedades personales y del entorno.

Asentado ya en la capital paraguaya, desempeñó el cargo de Secretario General del Ferrocarril, cargo en el que fue reconocido por su talento y vasto conocimiento en el tema. Ofreció conferencias en medio de sus actividades periodísticas. Además, fue secretario del Club Español, donde conoció a su esposa, Francisca López Maíz, con quien luego se casó y tuvo un hijo de nombre Alex.

Tenía un porte distinguido y era depositario de una educación refinada desde su cuna, lo que resaltaba su formación intelectual, en lo académico y literario. Él perteneció a la “Generación del 98” en Madrid. De ahí, que le fue fácil trabar relaciones con la intelectualidad paraguaya de entonces, integrada por Manuel Gondra, Herib Campos Cervera, Modesto Guggiari y otros. Participó de la creación del grupo intelectual llamado “La Colmena”, el 19 de octubre de 1907. En una ocasión Barret, comentó que “La reina de La Colmena era indiscutiblemente la señorita Serafina Dávalos” por su capacidad intelectual y hábil planteamiento de propuestas, además de haber sido la primera mujer abogada del país.

Barrett era un “conversador chispeante” de las situaciones políticas. Estudioso y escudriñador se enteró de las miserias y la injusticia en la vida pública, con las que se manejaban en el Paraguay, lo que le produjo una honda conmoción y disgusto. A poco más de un año de su llegada a Asunción, Barrett presenció un duelo injusto entre dos jóvenes liberales, en el que fallece un joven que padecía de miopía y Barrett responsabiliza inmediatamente a sus padrinos: Miguel Guanes y Albino Jara por permitir que aquel se batiera duelo con un discapacitado. A raíz de esta denuncia, se desató un ensañamiento con Guanes, a quién reto a un duelo pero este no aceptó, ni tampoco Jara, quien se convirtió en el hombre fuerte del gobierno.

En 1905, publica su primer artículo en Paraguay “La Verdadera Política” sobre la política y la función de los partidos políticos, de manera general y en forma particular abordaba la situación política paraguaya que se estaba desarrollando en esos momentos.

También, trabajaba como agrimensor y eso le acercó a la vida de los campesinos. Conoció la conflictiva vida de marginación y las condiciones extremas de abuso en las plantaciones y en el proceso de industrialización de la yerba mate. En el año 1907, se unió a la Unión Obrera y participó de los mítines de los obreros. Asimismo, dictó conferencias sobre temas sociales, creó el medio de prensa GERMINAL que se convirtió en el órgano de difusión en defensa de los pobres y de la clase obrera. Alentó por este medio a la lucha por la justicia, y sufrió persecución, encierro en las cárceles y el destierro.

Por esta determinación suya de aliarse en favor de la clase obrera y atacar de frente a los grandes industriales y al mismo aparato de gobierno, se le dio el mote de “extranjero deshonroso”. Esto motiva el rechazo de la élite paraguaya hacia el intelectual. A nadie le gusta que un extranjero critique y destape la otra cara de la realidad social y política subyacente de un país. Aun así, Barrett empieza desde el mes de julio de 1908, la publicación en el Diario de la serie “Lo que son los yerbales”, en donde analiza y descubre la esclavitud sometida, el tormento y el asesinato. Fue el primero en denunciar el drama de los yerbales hasta entonces prohibido y acallado. Con esta publicación, Barrett es considerado como el iniciador de la literatura social paraguaya.

Barrett, denuncia, sin temor, la responsabilidad del presidente Juan B. Gaona como accionista de la Industrial Paraguaya, la más grande compañía yerbatera del país. Las autoridades, los jueces y los jefes estaban emparentados con la compañía, y que comían, según él, del mismo plato. Lo persiguieron. Un golpe de estado derroca a Gaona y sube Albino Jara, en medio de la lucha Barrett arriesga su vida para asistir a los heridos. De esta manera, nace el luchador social en favor de los más necesitados, cuya iniciativa duraría hasta el fin de sus días. Por medio de los ataques frontales de su pluma, fruto de su constante duelo interno que afloraba en certeras palabras, con un humanismo de “tinte cristiano” en favor de los marginales.

Fue deportado a Montevideo, en donde la solidaridad y el apoyo de sus amigos intelectuales uruguayos era otro aliciente eficaz para seguir adelante con su pluma.

José Enrique Rodó, que lo conoció, manifiesta de esta manera:

Su crítica es implacable y certera; su escepticismo es eficaz y llega a lo hondo; y sin embargo, la lectura de esas páginas de negación y de ironía hace bien, conforta, ennoblece. Y es que hay en el espíritu de su ironía un fondo afirmativo, una lontananza, de idealidad nostálgica, un anhelante sueño de amor de justicia y de piedad.

De regreso al Paraguay, de manera clandestina prepara su libro Moralidades Actuales que fuera editado con gran satisfacción en Montevideo. En el mes de febrero de 1910, en el periódico “El Nacional”, un artículo suyo despertó a la ciudadanía paraguaya curiosidad, rabia y conjeturas. Era como “tirar el guante” en el tema: “Lo que he visto”. En el mismo periódico varios intelectuales y políticos intentaron desmentir su publicación, entre ellos Manuel Domínguez quién con el seudónimo de “Juvenal” contestó escribiendo un artículo sobre: “Lo que Barrett no ha visto, sino que él veía con los ojos de un enfermo.”

La pasión por las cuestiones sociales y las críticas por la injusticia en el trato de los marginados, le hacían revivir aún más su espíritu combativo y le permitía la recuperación de sus fuerzas espirituales ante la avanzada enfermedad de tuberculosis que padecía. Vivía como en un duelo por su propia vida. La consigna era: Vencer o sucumbir ante la enfermedad. Barrett, continuó escribiendo su obra El dolor paraguayo, en donde reafirma y reforzó en sus ensayos sus juicios sobre la realidad paraguaya como si fuera su último intento de vida, un verdadero duelo para dejar un legado para la posteridad

Su lucha por la redención social, era como una obsesión y opción elegida por él. Su vida era un duelo constante y necesario para acallar y sublimar el espíritu combativo que subyacía desde el intus más profundo de su ser, era el anhelado duelo en defensa del honor, primero el suyo y luego ofrendar su vida por los derechos de los ciudadanos, y lanzar sus palabras como el filo de la espada de una manera consciente y responsable.

En la actualidad, a más de 100 años de su muerte, aun cuando existen varias obras y análisis escritos acerca de este intelectual, y mucho destaque periodístico sobre su vida y sus obras, sería recomendable revisar y analizar con más profundidad sus pensamientos en el tiempo presente: de qué manera ha de repercutir en la evolución situacional de la sociedad y en la política paraguaya, y cómo superar esa catalogación en que estamos insertos, lastimosamente dentro del contexto mundial.

No son las revoluciones ni golpes de estado lo que han de salvarnos, sino una evolución lenta, a cuya obra no han de bastar toda nuestra paciencia, todo nuestro valor, y toda nuestra ternura.

Termino con esta frase de Barrett que sintetiza su amor al Paraguay y la culminación de un duelo interno, en su paso al camino de la inmortalidad:

Convenceos que la paz es más heroica que la guerra. Vivamos en paz, hermanos nuestros, el Paraguay necesita convalecer, dejadle respirar su aire, mirar su cielo, descansar bajo sus naranjos, tened fe en las fuerzas latentes de la vida, las energías volverán.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

1. La Nación. Figuras de la Cultura y la sociedad, Grandes biografías de la Historia Paraguaya. Rafael Barret, fascículo 10, Edit. y grafica Intersudamericana S.A.

2. Benitez, Luis Breve historia de los grandes Hombres, Rafael Barret pág. 287.

3. Barrett, Rafael; Germinal Edit. Selección bibliográfica de notas de Miguel Ángel Fernández

4. Méndez Faith, Teresa. Breve antología de la literatura paraguaya. El lector. Asunción 1996. pág. 27.

5. Barrett, Rafael. Obras completas. Biblioteca de Cultura Social, sección VIII. Ensayos e interpretaciones. Tomo I: Noticias y juicios -Moralidades Actuales -Lo que son los yerbales- El terror Argentino -El Dolor Paraguayo. Edit. América lee, Buenos Aires 1954.

6. MUÑOS, Vladimiro Barret. Ediciones Germinal Asunción-Montevideo 1994.

7. Internet.

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REVISTA DEL PEN CLUB DEL PARAGUAY

IV ÉPOCA – N° 25 JUNIO 2013

Editorial SERVILIBRO

Dirección Editorial: VIDALIA SÁNCHEZ

Diseño de tapa: CAROLINA FALCONE ROA

Asunción – Paraguay

Noviembre 2013 (165 páginas)

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