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  MELIÀ: EL JESUITA, LA PALABRA Y EL TERRITORIO (3) - Por ALFREDO BOCCIA PAZ - Sábado, 24 de Julio de 2021


MELIÀ: EL JESUITA, LA PALABRA Y EL TERRITORIO (3) - Por ALFREDO BOCCIA PAZ - Sábado, 24 de Julio de 2021

MELIÀ: EL JESUITA, LA PALABRA Y EL TERRITORIO (3)

 

 

  Por ALFREDO BOCCIA PAZ

Escritor e investigador

Publicamos la tercera parte del discurso de Alfredo Boccia Paz al ser admitido como miembro de la Academia Paraguaya de la Lengua Española, sobre la vida y la obra del gran antropólogo Bartomeu Melià. La próxima semana entregaremos la cuarta y última parte.

A la par de sus actividades de campo, Melià lograba mantener una impresionante actividad académica en Asunción. Tenía cátedras universitarias, cargos institucionales y dirigía prestigiosas publicaciones. Sus escritos aparecían en la revista Acción, de la cual fue director entre 1969 y 1975, en los diarios ABC Color y La Tribuna, en la revista de la Universidad Católica Estudios Paraguayos, de la cual fue fundador, y en el Suplemento Antropológico, que también dirigió desde 1970 al 76. Tuvo tiempo igualmente de ser presidente del Centro de Estudios Antropológicos de la Universidad Católica.

Mientras, la élite dominante –apoyo de la dictadura de Stroessner– reforzaba su presión sobre las tierras rurales. La gradual expansión de la agricultura mecanizada y la ganadería arremangaba a la estructura campesina minifundista, deforestaba y destruía el hábitat de los pueblos originarios. La discriminación contra las comunidades indígenas adquiría niveles de cacería. En la Región Oriental los aché eran sacados a la fuerza del monte y forzados a la “civilización” mediante la evangelización y la dependencia laboral explotadora.

En el prólogo de un libro del antropólogo Miguel Chase-Sardi, Melià escribía con franqueza: “Nuestras sociedades que tanto han exaltado los valores del heroísmo patrio, no han sabido nunca tomar conciencia del valor tenaz con que hombres y tribus han intentado defender su territorio y su identidad cultural, hasta derramar la última gota de su ser. No hay prácticamente en el Paraguay una sola tribu que no haya tenido que sufrir su guerra de la Triple Alianza, en la que fue atacada y diezmada por las tres potencias de la invasión territorial, la destrucción biológica y la desintegración cultural. ¡Morimos con nuestra tierra! van gritando en su agonía”.

LA AGONÍA DE LOS ACHÉ GUAYAKÍ

Melià ya era una voz potente en los círculos académicos internacionales. Su convicción ética lo conducía a denunciar esta barbarie. En coautoría con otros investigadores, su nombre apareció en las obras Ratones y Jaguares. Reconstrucción de un genocidio a la manera de los Axé Guayakí y La agonía de los Aché Guayakí: historia y cantos, en 1973. Afirmaba entonces que “entre 1968 a 1971, alrededor de 37 indígenas fueron asesinados, al menos 23 niños indígenas fueron secuestrados y 20 otros asesinados o secuestrados. Claramente, estas 80 víctimas representan la punta del iceberg, dado que estos crímenes no fueron documentados.” Hoy sabemos que aquellas denuncias, lenta y difícilmente vehiculizadas en los medios de comunicación de entonces, se quedaban cortas ante lo que realmente estaba ocurriendo. “La muerte lleva tiempo rondando como tigre rugiente buscando a quien devorar. Los Axé lo saben”, denunciaba el jesuita.

Millones de hectáreas estaban pasando a manos de terratenientes, militares y empresarios vinculados al régimen. El pueblo aché, habitante originario de las propiedades deforestadas, no era considerado humano. Militares y estancieros pagaban por cabeza de indígena muerto. Esas culturas condenadas, al decir de Melià, “agonizan cantando su muerte y esos cantos son la poesía de la lucidez y de la clarividencia, densa y brillante como un diamante”.

Los datos sobre la masacre tuvieron repercusión internacional y provocaron una reacción del gobierno norteamericano de Jimmy Carter quien exhortó al gobierno paraguayo a esclarecer las circunstancias del genocidio. Aquí, se respondió que lo del genocidio era un invento y que los denunciantes cumplían órdenes de Moscú.

En mayo de 1976 la Policía invadió su casa y, a punta de pistola, lo llevó preso para obligarlo a salir del país poco después. Curiosamente, pocos meses antes Melià había publicado en Acción un artículo titulado Las siete expulsiones, en el que relataba las veces que los jesuitas habían tenido que abandonar el Paraguay. La séptima expulsión, afirmaba, había sido la de 1969, la que alargaba hasta 1976, años en los que el gobierno de Stroessner había desterrado a varios sacerdotes individualmente o en grupos. El texto terminaba así: “La Compañía de Jesús no ha sido expulsada del Paraguay, pero ya puede decirse que lleva seis largos años en estado de expulsión, esperando sin demasiada sorpresa cuál será el próximo de sus miembros que tenga que salir a través del río”. Y ese sería justamente él.

Parodiando al padre Sebastián de San Martín, quien en 1752 había apelado a la misma metáfora, diría Melià: “Nos quieren lo mismo que a un dolor de tripa. Partí río abajo. Llegamos hasta Corrientes, en Argentina, allí nadie nos estaba esperando. Igual, en Paraguay, nadie nos despidió”.

ADIÓS AL PARAGUAY

Dejó el Paraguay y un poema sentido al que tituló El polvo atesorado:

“No sacudí el polvo de los pies,

no sacudiré ni un solo átomo de ese polvo,

cuando salga de esa ciudad, de ese mi pueblo.

Sacudir de mi entraña no podría, aunque quisiera,

tanto camino andado, tanto suelo consagrado por la danza, y el canto.

De la tierra, expulsado, perdí la tierra de mis pies

pero me llevo ese poco de polvo atesorado”.

Su breve estadía en Roma fue utilizada en investigar la historia paraguaya en el Archivo Secreto Vaticano. Es que se sentía del todo parte de esta tierra. En 1977, inició una experiencia de una década conviviendo con el pueblo enawenê-nawê, en lo más profundo de las selvas del Mato Grosso do Sur, entre los ríos Juruena y Camararé. Se trataba de indígenas que solo había sido contactados unos años atrás, mantenían sus formas de vida originales, vivían desnudos, y subsistían pescando y recolectando miel y frutas.

Volvió a someterse a una voluntaria inculturación total, siendo uno más de ellos. “Intenté seguir la vida de ellos en todo lo posible: Comida, largos rituales durante uno y dos meses, por más de diez horas por día, pintura corporal, aprendizaje de la lengua, pesca y cultivos de mandioca brava y maíz, recolección de miel en la selva”.

Los enawenê-nawê no eran guaraní, sino de lengua arawak. Pero, en cuanto pudo, Melià mantuvo contactos con otras etnias. Así, reencontró presencia guaraní en múltiples e insólitos lugares de la geografía brasileña: Lo habían echado del Paraguay, pero no del tekoha guaraní. Ese era un territorio mucho más amplio que se extendía a través de la selva amazónica hasta la frontera norte de Sudamérica. Por eso, aun fuera del país, no llegó a sentirse del todo un exiliado. Estaba en su tekoha, en el territorio del ser, la palabra. Comprenderla, lo aseguraba, es incorporar una de las palabras-alma, cantadas y rezadas en los rituales guaraníes.

El territorio no se refiere a una parte de una nación o de un estado, con sus arbitrarias fronteras, sino a espacios de relación humana. No son tierras que se pueden comprar o vender; obedecen a una economía distinta a la del mercado; es la economía del don y de la reciprocidad fuera del cual hay venganza y el precio de la venganza es la sangre.

La raíz de la palabra tekoha es teko. Tekoha es el instrumento y el espacio del modo de ser, el aire, el río y el movimiento de la aldea, el caminar por la selva, las danzas y las asambleas comunitarias. La palabra teko entre los guaraníes es polisémica: Ser, estado de vida, condición, estar, costumbre, ley. Lo claro es que sin tekoha no hay teko.

Bartomeu Melià tuvo su mítica fascinación por los guaraní, que “sabiamente analfabetos, dejaron marcada su presencia en los libros de las bibliotecas, en los manuscritos de los archivos, en los estudios de antropología, en las discusiones de un proyecto indigenista, en las reflexiones de la misión e incluso en las creaciones literarias”.

 

 

Fuente: ULTIMA HORA (ONLINE)

www.ultimahora.com

Sección CORREO SEMANAL

Sábado, 24 de Julio de 2021

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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