Portal Guaraní - ENRIQUE COLLAR, 2005 - Comentarios de VICKY TORRES

Hay en la obra de todo artista retazos de autobiografía; sombras del pasado, sensaciones que se eternizan en el lienzo, gestos trazados en el aire que se repiten una y otra vez en cada trazo, en cada pincelada. No importa la forma que adquieran los recuerdos. Están ahí y son visibles, claros, abiertos a la lectura. El artista se desgarra y va dejándonos en su obra partes de su alma: sus señas de identidad.

En la obra de Enrique Collar las señalas de identidad son evidentes, y en ellas se funden y confunden, probablemente, los relatos escuchados en su infancia, los mitos y leyendas populares y las atmósferas creadas en y por sus ensoñaciones al recrear estos relatos en su fantasía de artista. Enrique Collar ha convertido todo ello, tanto como o más que en un tema recurrente y en un estilo propio e intransferible, en una visión del mundo (su mundo) que quiere entregarnos y en una verdadera declaración de principios. Toda su obra es, al tiempo, una autobiografía y una apasionada declaración personal.

Los sueños y las atmósferas de Collar -sus temas, en fin- son siempre los mismos y son siempre diferentes. La magia del relato maravilloso, recogido del inagotable acervo popular, crea atmósferas cargadas de ensueño y tiñe los espacios del cuadro de colores vivos y sorprendentes. Y en estas atmósferas se mueven extraños personajes que, sin embargo, reconocemos, porque también nosotros los hemos soñado (o conocido) en más de una ocasión, pero que terminan escapándose en fuga apresurada hacia lo ignoto, hacia el espacio del cuadro, como si penetraran en él y en él quedaran al fin detenidos, congelados en un instante fugaz que el artista eterniza con acierto. Onirismo y magia, mito y ensoñación se dan la mano en una obra rigurosa, calculada al milímetro, casi geométrica en sus propuestas más arriesgadas, y, sin embargo, estructurada como si de un cuento maravilloso se tratara, como si se tratara de un viejo relato que Collar trabaja con la materia de la que están hechos los mitos. Lo que realmente trabaja Enrique Collar no es el mitoen sí, que es lo que nos presenta como evidencia y leitmotiv, sino el tiempo del mito, el eterno presente en el que los mitos cobran (o recobran) su verdadero sentido y en el que habitan nuestros sueños. De ahí que la acción que nos presenta en sus cuadros (y que sus cuadros representan) sea una no-acción, un gesto, un trazo mágico en el aire. De ahí también, esos personajes hieráticos y flotantes, de gesto lejano y misterioso, personajes enmarcados en paisajes meta-físicos y acentuados por unos colores que van del blanco luminoso y vital a los morados sutilmente sugeridos y a los verdes que el artista tiende como puentes entre la ensoñación y la muerte.

¿Dónde termina una (la ensoñación) y comienza la otra (la muerte)? ¿Cuál es la frontera que las separa? ¿Cuál, en fin, el espacio de la vida? ¿Dónde estamos nosotros? ¿Dentro o fuera? Lo que la pintura de Enrique Collar pone en cuestión no es la verdad del mito, sino la verdad de lo que hemos dado en llamar realidad, pues el mito permanece en sus cuadros, acechándonos, y la realidad se esfuma en la atmósfera que el sueño crea. Nada más inquietante. Nada más perturbador. Tal vez la realidad no sea sino el sueño que nos ayuda a vivir en un mundo de mitos y de terrores.

En esta ocasión, Enrique Collar nos presenta sus últimas producciones. Conocíamos ya una de las obras que ahora presenta, El poseído, y nos sorprende el uso, cada vez más frecuente en sus obras, del espacio como espacio escenográfico, como lugar en el que tiene lugar una representación, una mise en scéne llena de magia y de misterio.

El uso de elementos arquitectónicos simples, en ocasiones apenas sugeridos, con los que divide los espacios de la representación, le permite al pintor ir cargando de sentido sus cuadros, añadiendo significados a sus propuestas. Esto es notorio en las obras que ahora nos presenta. Es como un paso más en un proceso de complejización de obras de este singular artista que recorre los caminos del mito con la seguridad de quien se mueve en un espacio que ha conocido desde siempre.

VICTORIA TORRES J’ROSPIGLIOSI -VICKY TORRES-, limeña, vive en Paraguay desde 1991. Desde entonces se ha destacado entre nosotros por haber ejercido de manera constante y profesional la crítica de arte en diversos medios de prensa asuncenos y por haberse convertido en una de nuestras principales animadoras culturales. Presidente de la ONG ORBIS TERTIUS, bajo su dirección se han multiplicado en los últimos años actividades hoy tan conocidas como los cafés filosóficos y las charlas de café, los recitales poéticos popularizados bajo el nombre de “Vino, chipa y poesía”, los debates sobre los temas culturales más importantes o actuales o la presentación de nuevos valores en el espacio de las artes plásticas. Como crítica de arte se inició en Lima en 1975, ejercicio que no ha abandonado desde entonces.

ARS LONGA no reúne todos los escritos de Vicky Torres sobre arte publicados en nuestro medio, pero sí una gran parte -y, tal vez, la más significativa- de los mismos. Se trata, básicamente, de artículos, muchos de ellos publicados en ABC Color, y de textos especialmente preparados para catálogos. Comprende, no obstante, miradas que van más allá del arte paraguayo y que se internan en el que se ha hecho y se hace en otras partes del continente- y del mundo o se aventuran en reflexiones acerca del misterio siempre fascinante de la creación artística.

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