EL CORONEL ARTURO BRAY Y UNAS LÍNEAS

Por DELFINA ACOSTA

Hay un mundo más alto, más amplio.   

A ese mundo no podemos acceder todavía los paraguayos, por falta de educación.   

Estaba yo leyendo en los últimos días las memorias del coronel Arturo Bray, un hombre de extremada cultura e inteligencia tendiente a la perfección. Fue a Europa para estudiar la carrera de medicina y terminó sirviendo a su país, Inglaterra, en la Primera Guerra Mundial.   

Se abrió a la educación y pudo ver, tempranamente ya, el servicio desprovisto de disciplina y formación logística de la milicia paraguaya. En la carrera de las armas es donde el soldado paraguayo muestra su lado más flaco, más desprovisto de órdenes, pues los desórdenes están a la orden del día en este país.   

Decía Arturo Bray en sus memorias que no había lo que se dice un cuerpo de ejército en las altas esferas gubernamentales, allá por 1900 y tantos. Yo hubiera dicho, de haber ejercido la milicia, y ser su contemporánea, que no existían cabeza, tronco ni extremidades, cortando así la tela en un santiamén.   

Cuando la disciplina y el rigor son las vías por las que hay que regirse para dar a la patria un respaldo militar, cómo hacer uso de la disciplina y del rigor en su ausencia, o no existiendo ellos. ¡Ja!   

Solamente en el pensamiento altruista del coronel Bray pudo gestarse la idea de pergeñar una milicia instruida y lista para cualquier contingencia o tarea de su uso.   

Por estos tiempos ocurre algo igual. Igual estamos de desparejos, en todos los órdenes, las instituciones a través de las cuales debemos prestar un servicio eficiente al país.   

No hay una sola institución erigida sobre una base sólida. Tómese, por ejemplo, el Ministerio de Educación y Cultura. Debería estar conformado por hombres y mujeres, o sea, educadores de amplio conocimiento, cultura y educación, que transmitan a los educandos una visión completa sobre las artes, las matemáticas, las ciencias, y todo cuanto hace que la instrucción dignifique y estimule al ser humano.   

La vías prácticas para acceder al progreso no existen.   

Los funcionarios copan las instituciones públicas haciendo un uso descarado, a veces, de su tiempo libre.   

La corrupción sube de nivel a grandes escalas.   

Y luego oímos por allí, a algunos que otros personajes, en la televisión, hablando todavía de partidismo. El Paraguay ya no necesita de partidos políticos sino de personas que tengan la heroica predisposición de levantar las instituciones públicas.   

Los jóvenes no leen. Estoy convencida de que no les importa el editorial de los periódicos, que es el fundamento de la idea pública puesta al servicio de los ideales a los cuales nos aferramos todavía algunos servidores de las letras y de la comunicación.   

Me gustaría que en los colegios se implemente la lectura de los editoriales.   

Es una buena idea. Ningún editorial puede ser tan malo que no merezca ser leído.   

Me gustaría, cómo no, que los tiempos venideros sean mejores.   

Me resisto a dejar de soñar.   

Hay un tiempo de desquite.   

Que esta sea la hora (si nos decidimos) en que empecemos a despertar como nación dentro de América.

Fuente:  www.abc.com.py

Miércoles, 10 de Marzo de 2010

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