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ALFREDO M. SEIFERHELD R. (+)

  LA PENETRACIÓN NAZI SE CONSOLIDA EN EL PARAGUAY - Por ALFREDO M. SEIFERHELD


LA PENETRACIÓN NAZI SE CONSOLIDA EN EL PARAGUAY - Por ALFREDO M. SEIFERHELD
LA PENETRACIÓN NAZI SE CONSOLIDA EN EL PARAGUAY


 

Para 1939 existía en Sudamérica una incipiente red de espionaje nazi, que tenía en el Brasil su centro de operaciones. Dependiente directamente del "ABWEHR" en Hamburgo a cargo del almirante WILHELM CANARIS, los espías al servicio de Alemania reportaban informaciones militares, económicas y políticas que eran del interés del Reich. Los "VERBINDUNGSMAENNER" u hombres de enlace de la organización también trabajaban en el Paraguay, dependientes de las redes brasileñas.
 
Como el país no tenía una posición económica importante ni una posición geográfica estratégica, la labor se limitaba a la propaganda y a la concientización.
 
Uno de los medios de propagación ideológica era el "DEUTSCHE ZEITUNG FUER PARAGUAY" (Diario Alemán para el Paraguay), que comenzó a aparecer en forma intermitente a finales de los años diez, obviamente con otro carácter. Mucho después pasó a formar parte de los instrumentos de divulgación del nazismo. Dirigido por el agente ADOLF BORSTENDORFER, su edición del 1° de noviembre de 1938 saludaba por ejemplo la ocupación nazi de los Sudetes en estos términos: "Europa se halla aún en formación. Aquellos dos grandes arquitectos, Mussolini e Hitler, se esfuerzan desde que llegaron al poder en dar a ese continente una nueva y sana estructura. Pero todavía no han llegado al fin de su programa; todavía queda mucho que debe ser limpiado. Los Balcanes tienen que desaparecer. El camino del Danubio y el Mar Negro muestra aquel 'DRANG NACH OSTEN' (impulso hacia el Este) que siempre ha sido el propósito y la misión de ambos pueblos". (21)
 
El mismo número se esforzaba por demostrar la participación decisiva que los alemanes habrían tenido en la historia de Sudamérica, como el mejor punto de apoyo para su actividad. El diario "CRÍTICA" de Buenos Aires, que comentaba diversas entregas del D. Z. P. de Borstendorfer, afirmaría en junio de 1939 que sus argumentos se exponían para "desarrollar en el espíritu de los alemanes residentes en el Paraguay la idea de que son 'una minoría injustamente oprimida', de que necesitan 'espacio vital', de que América es 'tierra de nadie' y de que la Gran Alemania, llamada a regir los destinos del mundo, está por supuesto señalada para regir los destinos de América" (22)
 
El diario bonaerense llamaba igualmente la atención sobre las actividades nazis en la zona fronteriza entre el Paraguay, la Argentina y el Brasil. "Puede decirse -sostenía 'Crítica'- que las colonias ale manas de Río Grande del Sur y Santa Catalina, en el Brasil; las del Paraguay y las de Misiones, constituyen una gran colonia nazi sudamericana. (La IX República de los Estados Unidos del Brasil, surgida violentamente en 1930 con Getulio Vargas, era hacía tiempo sospechosa, a los ojos de los Estados Unidos de América, de inclinación fascista. La Constitución de 1934 contenta elementos del corporativismo italiano y ese año una Asamblea Constituyente permitió a Vargas continuar en el cargo. En 1937 éste propugnó una nueva Carta política, centralizando aún más los poderes del Ejecutivo y posibilitando el dictado de decretos-leyes y la disolución parlamentaria. El "Estado Novo" estaba en marcha. La prensa norteamericana se alarmó, exageradamente, ante el inesperado viraje. "El eje nazi-fascista se extendió a las Américas" decía un diario en St. Louis. Para el New York Times, el Brasil aparecía como planteando "el problema de un gobierno fascista en este hemisferio". la revista Newsweek denunció que "Getulio Vargas convierte al Brasil en el primer Estado fancista".(24). La prensa alemana coincidió por vez primera con la americana en una parecida calificación al gobierno brasileño, aunque por razones diferentes. El propio Vargas se encargó, sin embargo, de desmentir las sospechas, argumentando que era "risible" que el gobierno del Brasil tuviera conexión con Roma, Berlín o Tokio. (25). E1 Brasil no era en esencia, ni nazista ni fascista, pero tampoco era democrático.)
 
El tráfico y tránsito entre ellas es continuo, lo que se ve favorecido por la falta de vigilancia de las fronteras respectivas. Cargamentos de armas, en camiones, pasaron el año pasado de Brasil a Misiones y de allí al Paraguay". (23)
 
Los Estados de Paraná, Río Grande do Sul y Santa Catarina tenían una importante población alemana -unos 100.000 habitantes- sin olvidar a los brasileño-alemanes (teuto-brasileiros) diseminados en el área en una proporción mucho mayor. Sus estrechas vinculaciones con el Paraguay y la Argentina los hacían además sospechosos, sobre todo ante los ojos del Ejército brasilero, de actividades antinacionales. Esta presunción militar creció aún más cuando en Europa se produjo la anexión de Austria y la absorción de Checoeslovaquia, sucesos en los cuales las minorías alemanas tuvieron decisiva participación.
 
La persistente propaganda nazi logró, por otra parte, que la política del gobierno paraguayo respecto del problema planteado por los judíos que buscaban refugio se mantuviese invariable. No obstante las diferencias entre Paiva y su antecesor, la actual administración hizo imprimir en noviembre de 1938 millares de copias del decreto-ley del 29 de marzo de 1937, promulgado bajo el gobierno de Franco, que contenía las primeras restricciones legales a esa inmigración. El documento, editado como "Cartilla de Propaganda N° 1" a través del Ministerio de Economía, fue profusamente distribuido para desalentar la llegada de nuevos contingentes.
 
El antisemitismo de los tardíos años treinta alcanzó también al Ejército, aunque mimetizado en un afán de exclusión de lo foráneo, para aparentemente privilegiar lo nacional. En una conferencia pronunciada por el coronel Higinio Morínigo el 24 de noviembre de 1938 en el Círculo Militar y Naval, el entonces Jefe del Estado Mayor General del Paraguay se refirió a la organización de las Fuerzas Armadas en tiempos de paz. Morínigo puntualizó en la ocasión que el Paraguay era para los paraguayos, alertando sobre la influencia negativa de la "masa judía". (En enero de 1939 Morínigo sería designado ministro del Interior, y el 17 de mayo de 1940 ministro de Guerra y Marina, ya en el gobierno de Estigarribia, a quien sucedería el 7 de septiembre del mismo año. Su discurso de noviembre de 1938 fue elogiosamente recibido en el Ejército, cuya filosofía era la del Jefe del Estado Mayor. Pero diez años después, y tras ocho de presidencia, Morínigo no había sido fiel a su palabra. "Cuando a su vez fije destituido -recuerda el capitán Federico C. Figueredo- más que en ninguna otra ocasión, más paraguayos eran extranjeros no solamente en su propia tierra sino fundamentalmente en el extranjero, a donde habían huido en busca de refugio". (28) Por otra parte, numerosos eran los inmigrantes polacos que tras llegar al Paraguay volvieron a salir rumbo a la Argentina y el Brasil, al carecer de posibilidades de trabajo. Alguno que otro comentario de entonces aludía a su falta de adaptación al país, sugiriendo la incorporación de vascos españoles huidos de la guerra civil, de aparente mayor capacidad de trabajo y mejores condiciones naturales que los europeos del Norte y Este.)
 
En forma generalizada, el futuro presidente de la República recomendó: "Cerremos nuestra frontera a los árabes, polacos, etc., y a cuantas inmigraciones indeseables aparezcan. No queremos esa raza heterogénea: judía, gitana, etc., sin patria y sin arraigo en ninguna parte, que cada día va en aumento en nuestro país. Está pues en peligro nuestra raza con sus virtudes tan preciadas” (26)
 
Las palabras de Morínigo eran reflejo de una mentalidad que iba cobrando vigor en importantes sectores de las Fuerzas Armadas, contagiadas con la disciplina alemana que exaltaba al nacionalismo como motor impulsor de los pueblos. En aquel ambiente preexistía una suerte de logia militar denominada "Frente de Guerra", la que, según Arturo Bray, nació durante el conflicto con Bolivia y, para otros, a mediados de 1938. De objetivos "totalitarios y reaccionarios", formaban parte de él, afirma Bray, entre otros, Heriberto Florentín, Luis Santiviago, Mutshuito Villasboa y Pablo Stagni, figuras que habrían de ser preponderantes durante el gobierno de Higinio Morínigo. (27)
 
El "FRENTE DE GUERRA" contaba con un periódico del mismo nombre, elaborado en una casa de las calles Teniente Fariña y Perú. Bray afirma que la actividad del mismo no fue más allá de la impresión de panfletos sobre la unidad nacional, con el empleo de argumentos del fascismo, cuya importancia se diluyó con el tiempo. Otros sostienen, en cambio, que el Frente fue una organización gravitante dentro del Ejército paraguayo, y que contó también con la influencia de varios elementos civiles. (El capitán Figueredo señala que Florentín y Stagni, así como los tenientes coroneles Bernardo Aranda y Victoriano Benítez Vera, también de decisiva actuación cuando la presidencia de Morínigo, profesaban el nazifascismo y adherían a las potencias del Eje. (29). Según Guillermo Enciso Velloso, "bajo el auspicio de los militares y jóvenes liberales influidos por las tendencias nazi-fascistas, se organizó en esta etapa (hacia 1939) el 'Frente de Guerra', núcleo netamente fascista". (30). Eugenio Jiménez y Núñez coincide con Enciso en que "en el partido gobernante (Partido Liberal) se conformó un sector autodenominado 'Frente de Guerra', nombre con el que se pretendía reivindicar un sentimiento nacionalista, aunque respondía a intereses meramente políticos" (34). Por su parte, el capitán Juan Speratti afirma: "Los deslumbrantes éxitos políticos y triunfos militares de la Alemania nazi y la Italia fascista influyeron en el ánimo de ciertos militares y civiles, determinándolos a declararse adeptos de tales regímenes. Esta posición adquirió la significación de una actitud política concertada con la formación del 'Frente de Guerra'... El 'Frente de Guerra' adquirió gran preponderancia política durante el gobierno del general HIGINIO MORÍNIGO, al asumir sus integrantes el mando de las unidades de Campo Grande: la Caballería y la Aviación, y la jefatura del Estado Mayor, los tenientes coroneles Victoriano Benítez Vera y Pablo Stagni y el coronel Bernardo Aranda, respectivamente" (35) Escritores liberales como Efraím Cardozo y Carlos Pastore rechazan, por su parte, cualquier vinculación del Partido Liberal con el "Frente".)
 
El día en que Morínigo pronunciaba su conferencia en Asunción, "EL PUEBLO" de la ciudad de Villarrica, nominado "El primer diario del interior de la República", se ocupaba una vez más de la afluencia de extranjeros en la capital del Guairá. "Vemos las calles de nuestra ciudad animadas por numerosos transeúntes extranjeros que dicen ser de nacionalidad judía", observaba aquél en ratificación de que la inmigración hebrea continuaba a pesar de las medidas legales. Y agregaba el diario: "Quisiéramos que esta gente de tendencia generalmente especulativa empiece por dar otra orientación a sus medios de vida, así como emplear sus actividades en el fomento agrícola, ganaderil, etc., industrias convenientes y adecuadas a nuestro país". (31). A comienzos de diciembre "El Pueblo" anunciaba, ocupándose del mismo tema, que la Dirección de Inmigración presentaría a consideración del gobierno un proyecto de creación de una gran colonia para la inmigración semita. La misma debía comprender una importante extensión de tierra, sobre la que estaría asentada una cooperativa dirigida por tres personas: un representante del gobierno, otro de los colonos y un último de la sociedad judía. (32)
 
El tema, debatido en Asunción, llegó también por aquellos días al parlamento. El diario "El País" se refería extensamente a él el 2 de diciembre de 1938, recordando la necesidad de brazos agrícolas -y no de otra índole- para el Paraguay. Según su criterio, el problema no era racial, sino de selección, conforme a los requerimientos del país. Había que poner coto a la llegada de obreros agrícolas que no eran tales, así como al tráfico o contrabando de inmigrantes que utilizaban el Paraguay para dar un rodeo e ingresar a la Argentina, su destino final. Para "El País", solamente un 4% de los judíos establecidos en el Paraguay se dedicaban, a finales de 1938, a la agricultura, lo que demostraba que no eran aptos para dichos menesteres. "No se trata pues de poner una barrera racial a la inmigración israelita, fundamentaba el diario, sino de adaptar ésta a las necesidades de nuestro país". (33)
 
Este criterio, sustentado con bastante altura, era comprensible siempre que no existieran prejuicios raciales, como acontecía con numerosas manifestaciones de orden moral o religioso. El caso de algunos espíritus emprendedores, como los Friedmann en Villarrica, era suficiente prueba de que también existía correspondencia entre el judío y la tierra. En Alemania muchos de ellos se dedicaban a la industria vinícola, o la compra-venta de ganado, a las pequeñas industrias, etc., sector migratorio que hubiera sido aconsejable para el Paraguay. Por lo demás, desde hacía varios años prosperaban en Palestina colonias agrícolas a cargo de inmigrantes europeos de origen hebreo. El fenómeno, que con el tiempo se haría mucho más tangible en un territorio árido como aquél, indicaba que el laboreo de la tierra también podía ser su oficio.
 
La problemática de la "inmigración indeseable" se trató nuevamente a comienzos de diciembre de 1938 a nivel gubernamental. ("La Tribuna" de Asunción escribía por entonces: "Con fecha reciente, el titular del Ministerio de Economía dirigió a su colega de Relaciones Exteriores una nota, en la que solicita que por conducto de dicho departamento de Estado se tomen las medidas necesarias para evitar la entrada al país de elementos que por sus condiciones puedan poner en peligro la nacionalidad. El coronel Elías Ayala, correspondiendo a dicho pedido, difundió entre los representantes consulares que el país tiene acreditado en Europa, instrucciones precisas en el sentido de no autorizar la visación de pasaportes de aquellas personas que sin acreditar en forma incontrovertible su calidad de agricultores, deseen venir al Paraguay". (37))
 
La política consistía ahora en tomar las previsiones en origen, para impedir el visado de los pasaportes de quienes querían trasladarse al Paraguay. Esto daría lugar, con el correr de los meses, a un inicuo comercio de visación ilegal en consulados paraguayos de Europa.
 
A pesar de la crítica situación política en el viejo mundo, las cifras de inmigrantes para el Paraguay seguían siendo reducidas. Ellas habían crecido en los últimos años, pero la afluencia no era proporcional a la que arribaba a otros países. Según estadísticas oficiales, en 1936 llegaron al Paraguay 2.484 inmigrantes; al año siguiente 4.775 y en 1938 eran 4.541. Para una población de 954.848 habitantes a finales de 1938, estos 11.800 inmigrantes representaban apenas algo más del uno por ciento. Durante 1938 llegaron 451 alemanes, casi todos judíos, pero el grueso estuvo conformado por polacos, que en número de 3.604 ingresaron en su casi totalidad al departamento de Itapúa. (36)
 
En diciembre de 1938 se celebró en Lima la VIII Conferencia Panamericana, durante la cual los Estados Unidos propusieron la firma de un pacto colectivo contra la agresión exterior, insinuando que ella sólo podía provenir de los totalitarismos europeos. La Argentina, el Paraguay y el Uruguay rechazaron adherirse a una manifestación indirectamente hostil hacia Alemania y sugirieron al proponente ampliar  la referencia hacia una potencia continental o extracontinental. Para éstos y otros países latinoamericanos, la dominación anglo-americana sería tan peligrosa como la dominación nazi. (39)
 
Según Michael Grow, la Legación de los Estados Unidos en Asunción reportó que la interrogante básica de los dirigentes políticos paraguayos se limitaba a saber si se podía obtener, para sus naciones, una mayor prosperidad en un mundo bajo control alemán o bajo control anglo-franco-americano. "En sus puntos de vista, informaba el embajador norteamericano Findley Howard, es común que busquen conciliar a ambos poderes que jugarán un papel predominante en el futuro". (39)
 
Para Alemania, en cambio, la actitud norteamericana en Lima se explicaba por el carácter impulsivo de Roosevelt y por la influencia judía y masónica en la vida pública y económica de los Estados Unidos. El general Wilhelm Faupel, director del Instituto Ibero-Americano de Berlín, declaraba poco después que "la propaganda norteamericana ha inventado el peligro de un supuesto ataque alemán a Iberoamérica y su penetración ideológica por el fascismo y el nacional-socialismo", rechazando estas insinuaciones. Más adelante, Faupel se haría eco de recientes alusiones del presidente argentino Roberto Ortiz, "quien niega el peligro de una invasión alemana, militar o ideológica". (40)
 
La Conferencia de Lima no fue un completo fracaso para los Estados Unidos. Una de sus resoluciones rezaba que "cualquier persecución a causa de motivos raciales o religiosos que impida que un grupo de seres humanos viva decorosamente es contraria al sistema político y jurídico de América". Esta declaración ratificaba una vieja tradición americana de hospitalidad y tolerancia, pero no envolvía el compromiso de franquear el paso a los perseguidos.
 
Las discusiones en el seno de la Conferencia del Perú también tuvieron eco en Asunción, donde integrantes del Legislativo consideraron la cuestión de la afluencia judía. Pero casi todos desconocían la magnitud del problema y las dificultades con que tropezaban los inmigrantes para llegar hasta el Paraguay. Creyendo que se trataba de centenares de miles, se pusieron en guardia ante un peligro potencial para la nacionalidad, el que en realidad no existía. ("El Pueblo" de Villarrica, siempre bien informado en estos menesteres, escribía el 18 de diciembre de 1938 respecto de las repercusiones de la Conferencia: "Tendientes a solucionar el peligro de estas corrientes de inmigraciones que se dirigen a nuestro país, el Primer Magistrado de la Nación, Dr. Félix Paiva, recibió en audiencia a los Integrantes de las comisiones de Hacienda y de Asuntos Agrarios de las dos Cámaras Legislativas, donde fue tratado debidamente el problema inmigratorio y con especialidad el de la afluencia de gente de raza judía. Esta entrevista, aun cuando no se conocen detalladamente sus resultados, fue tendiente a tomar medidas urgentes con el objeto de restringir esta clase de inmigración, a menos que se trate de agricultores. Consideramos que sería una justa disposición gubernamental la que se tomará en este sentido de la selección de estas inmigraciones, pues ya estamos viendo en todo el país, así como en nuestra propia ciudad, que tenemos un avance de estos ciudadanos que, durante el tiempo de estada, se pasan sin procura de una ocupación y enteramente aislados del resto de la población". (42)
 
 

CITAS
 
CAPITULO VI
 
21) "El Pueblo", Año 2, N° 299, 9 de junio de 1939, p. 1. Reprod. de "Crítica" de Buenos Aires.
 
22) Idem, ídem.
 
23) Idem, ídem.
 
24) Hilton, Stanley E., opus cit., pp. 171/72.
 
25) Idem, p. 172.
 
26) Bellani Nazeri, Rodolfo, "Morínigo, un hombre de América", Editorial "Revista de las Américas", Santiago de Chile, 1946, p. 87.
 
27) Bray, Arturo, opus cit., vol. III, p. 56.
 
28) Seiferheld, Alfredo M., "Conversaciones político-militares", vol. II, Editorial El Lector, Asunción, 1984, pp. 227/28.
 
29) Idem, p. 229.
 
30) Speratti, Juan, opus cit., p. 301.
 
31) "El Pueblo", Año I, N° 141, 23 de noviembre de 1938, p. 1.
 
32) Idem, N° 149, 3 de diciembre de 1938, p. 1.
 
33) "El País", Año III, N" 446, 2 de diciembre de 1938, pp. 2/3.
 
34) Jiménez y Núñez, Eugenio, en "Cómo viven hoy", cit., 7 de junio de 1981,_  PP.14/16. 35) Speratti, Juan, opus cit., pp. 300/01.
 
36) "Anuario del Ministerio de Economía", 1938-1939, Imprenta Nacional, Asunción, 1939, pp. 20/23.
 
37) "El Pueblo", Año I, N" 150. 4 de diciembre de 1938. p. 1. Reprod. de "La Tribuna”, Asunción.
 
38) Grow, Michael, opus cit., p. 38.
 
39) Idem, pp. 38/39.
 
40) Labougle, Eduardo, opus cit., p. 118.
 
41) "Notas", Año 2, N° 50, 2 de julio de 1937, pp. 8/9.
 
42) "El Pueblo" Año I, N° 161, 18 de diciembre de 1938, p. 1.
 
 
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Fuente:


VÍSPERAS DE LA II GUERRA MUNDIAL

GOBIERNOS DE RAFAEL FRANCO Y FÉLIX PAIVA (1936/1939)


Revisión técnica: Alfredo Seiferheld

Tapa: Jorge González Saborino

Editorial Histórica.

Asunción-Paraguay 1985
 

 
 
 

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