LA VOLUNTAD POPULAR
Desde El Ybytyruzú
Por CAIO SCAVONE
caio.scavone@abc.com.py
Cuando dejamos que las leyes paraguayas vayan por el rumbo que no corresponde, cuando dejamos que transite a la deriva, cuando permitimos que se diga cualquier cosa, cuando se argumenten disparates, cuando se hace lo que gusta, lo que nos conviene o, en términos más sencillos, cuando hacemos y decimos lo que se nos cante, todos recurren a la concurrida frase: es la “voluntad popular”. Con esto sacamos la evidencia y la patente que la mayoría no se equivoca y que los disparateros mayoritarios tienen la razón aunque mancillen las leyes y pisoteen la Constitución Nacional (CN).
Recurrí nuevamente a mi pequeño Larousse que me cuenta que “voluntad” significa gana, constancia, pasión, mandato, anhelo, orden, encargo, entre otras asignaciones y “popular” equivale a público, famoso, difundido, vulgar, querido, entre otras consignaciones que recibe. En resumen, la voluntad popular da señales que significa lo que el pueblo difunde sin darle chance a la razón, al juicio, a la cordura, a la rectitud, a la demostración y a la inteligencia.
Corruptos, sinvergüenzas, ladrones, depravados, perversos y maliciosos violadores de la CN son los que le tienen a “la voluntad popular” a flor de labios, pero como una espina con la que nos inca apenas se les pregunta sobre el incumplimiento y el acérrimo pisoteo que le hacen a las leyes que deben conducir a este Paraguay.
En nombre de esta voluntad son los impopulares los que se sirven de los bienes estatales, de las condiciones, de los cargos públicos, de la injusticia, de la impunidad y de todo lo que el permisivo Paraguay les otorga. Creen que tienen la habilitación para seguir embromando y jodiendo a este sumiso, dócil y resignado pueblo. Con vociferar que viven tapizados con la voluntad popular nos quieren hacer creer que eso vale y que ya están inmunizados de la gonorrea pública con las que siempre nos infectan estos carruajes de la política partidaria paraguaya.
Hace poco tiempo, unos 2.000 años atrás, la voluntad popular decidió dejar libre a alguien y crucificar a otro en un acto que no se ajustaba a las leyes aunque las órdenes superiores vinieran del más allá para que se cumplieran las divinas predicciones y escrituras. Los que manejan algunas evidencias religiosas y cristianas argumentan que esa voluntad popular salvó a la humanidad y muy diferente a lo que les pasa a los humanos del Paraguay, ya que la buena voluntad de algunos gobernantes nunca llegó a ser popular en este país. Sobre todo de los que buscan ser senadores truchos del Paraguay.
Aunque vaya en contra de mis intereses, la democracia es respetar lo que decide la mayoría, dentro de las leyes de convivencia, ya que de lo contrario cada uno gozaríamos nuestra propia Constitución o tendremos que regirnos de lo que diga la mayoría. Con esta teoría, los pobres, los que tengan razón y no cuenten con poder, tendrán que abstenerse de vivir en sociedad. Se supone que una Constitución se hace con representantes selectos de una mayoría que, aunque no sea absoluta, al ser aceptada es lo que debe regir para la convivencia pacífica y armónica de los paraguayos y si es la mayoría minoritaria la que resuelve solo resta hacer un arreglo de la CN con la enmienda o una nueva convención.
Las apetencias personales, respaldadas por adhesiones incondicionales$ solo traen y aglutinan caos que al final deberán ser dirimidas y satisfechas con sucios acuerdos políticos como: “Te doyna esto, andate allá, aprovechá chamigo y dejate de romper...”.
Con todas estas teorías estoy pensando seriamente juntar a la popular hinchada de mi querido Kelito y a la voluntad de Guaireña, declararlos campeón y vice de la Intermedia para que suban a la Primera por voluntad popular.
Fuente: ABC Color - Edición Impresa
