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ALFREDO VIOLA (+)

  PARAGUAY - PERIODO INDEPENDIENTE, 1811-1864 - Por ALFREDO VIOLA - FASCÍCULO Nº 13 - Año 2012


PARAGUAY - PERIODO INDEPENDIENTE, 1811-1864 - Por ALFREDO VIOLA - FASCÍCULO Nº 13 - Año 2012

PERIODO INDEPENDIENTE, 1811-1864

 

Por ALFREDO VIOLA

 

LA HISTORIA DEL PARAGUAY - ABC COLOR

FASCÍCULO Nº 13 - CAPÍTULO 10

Asunción – Paraguay

2012


 

            Consolidada la independencia nacional, se preparaba la convocatoria del Primer Congreso Nacional. Ya habían transcurrido algunos días desde el apresamiento del ex gobernador Velazco, debido a que una carta enviada por el español Carlos Genovés e interceptada por los patriotas. En ella se le pedía al ex gobernador que continuase en comunicación con los portugueses.

 

 

 

 

            EL PRIMER CONGRESO NACIONAL

 

            Para la reunión de este Primer Congreso Nacional, que debía inaugurar sus sesiones el 17 de junio de 1811, los vecinos de villas y ciudades del interior fueron convocados por medio de esquelas, una vez que fueran electos.

            Motivó este congreso la necesidad de "... el establecimiento del gobierno y la fijación de las relaciones de esta provincia con la de Buenos Aires y demás del continente".

            El discurso inaugural estuvo a cargo del Dr. Francia, quien -con influencia de las lecturas hechas de los textos de Juan Jacobo Rousseau- historió los males pasados por los habitantes de la provincia e indicó que la situación había cambiado "... y una brillante aurora -decía- comienza a descubrirse sobre nuestro horizonte. La naturaleza no ha criado a los hombres esencialmente sujetos al yugo perpetuo de ninguna autoridad civil; antes bien, hizo a todos iguales y libres en pleno derecho. Sí cedieron su natural independencia, creando sus jefes y magistrados, sometiéndose a ellos por los fines de su propia felicidad. Esta autoridad debe considerarse devuelta o más bien permanentemente en el pueblo, siempre que esos mismos fines lo exijan".

 

            PELIGROS PARA LA REVOLUCIÓN

 

            No escapaban a la inteligencia del Dr. Francia los peligros que acechaban a la revolución, aunque en el Congreso todavía se había jurado Fidelidad al monarca Fernando VII, tal vez con intenciones de ganar tiempo o engañar a los españoles "peninsulares" del Paraguay. El 18 de junio de 1811 Mariano Antonio Molas mocionó la suspensión del ex gobernador debido a que los patriotas habían interceptado una carta enviada al mismo, por el español Carlos Genovés. Además, Molas mocionaba la creación de una junta Superior Gubernativa, la que una vez creada, tuvo como presidente a Fulgencio Yegros y como miembros al mismo Rodríguez de Francia, Pedro Juan Caballero, Francisco Javier Bogarín y Fernando de la Mora. Los demás puntos de la moción de Molas se referían a los siguientes: cesaban los miembros del Cabildo de Asunción por haber mantenido comunicación con españoles de otras provincias; y todos los empleos y oficios políticos, civiles, militares o administrativos debían ser ocupados por los nacidos en el Paraguay, quedaban así los españoles "peninsulares" excluidos de estos privilegios.

            El pleno del Congreso resolvió además que se mantuviera la paz y la armonía con Buenos Aires y demás ciudades confederadas "... que también se una con ellas para el efecto de fundar una sociedad con principios de equidad y de igualdad". Y que una vez reiniciado el comercio con Buenos Aires y las otras provincias del Río de la Plata, allí se dejase de cobrar los impuestos de sisa y arbitrio que -en ese entonces- sumaban la cantidad de un peso por cada tercio de yerba.

            Para terminar con el pesado servicio militar obligatorio y sin sueldo, mocionó un impuesto a la yerba mate para el establecimiento de varias compañías de soldados profesionales. Propuso además la extinción del estanco del tabaco y que las petacas del estanco que se encontraban en los depósitos reales, pasasen al Estado.

            Así mismo, se nombró al Dr. Francia diputado de la Provincia ante el Congreso General que debía realizarse en Buenos Aires para tratar la forma de gobierno de la confederación.

            La extensa moción de Mariano Antonio Molas fue aprobada con muy pocas modificaciones.

 

 

 

            LA JUNTA SUPERIOR GUBERNATIVA

 

            La labor de la Junta Superior Gubernativa, cuya constitución fue resuelta en el Congreso, fue fructífera. En lo político resaltan la nota del 20 de julio de 1811 y el tratado del 12 de octubre de ese mismo año.

 

            LA NOTA DEL 20 DE JULIO DE 1811

 

            No fue más que la reiteración de los bandos difundidos los 17 y 30 de mayo anterior, y de lo expresado en la inauguración del Primer Congreso Nacional. Especialmente en lo relativo a la idea de establecer una confederación con Buenos Aires y las otras provincias del Río de la Plata.

            Debía entenderse que este documento trascendental, buscaba una confederación y la no dependencia de Buenos Aires, pues no se había salido del dominio español para someterse a otro Estado, porque expresaba: "... se engañaría cualquiera que llegase a imaginar que su intención había sido entregarse al arbitrio ajeno y hacer dependiente su suerte de otra voluntad. En tal caso, nada más había adelantado ni reportado otro fruto de sus sacrificios que el cambiar algunas cadenas por otras y mudar de amos".

 

 

            EL TRATADO DEL 12 DE OCTUBRE

 

            Ante la noticia de la llegada a Corrientes con destino al Paraguay de los diplomáticos porteños Vicente Anastacio Echevarría y Manuel Belgrano, solicitando desde allí pasaporte para ingresar a nuestro país, la Junta Superior Gubernativa, integrada entonces por Fulgencio Yegros, Pedro Juan Caballero y Fernando de la Mora, condicionó dicho arribo al previo reconocimiento de la independencia del Paraguay. Finalmente, y como la situación política de Buenos Aires en su lucha con los españoles se había agravado por una derrota en el Alto Perú y como los portugueses ya ayudaban a los españoles en Montevideo, a las autoridades de Buenos Aires no les quedó otro camino que reconocer la Independencia del Paraguay, hecho que se materializó en una nota fechada en Buenos Aires, el 28 de agosto de 1811.

            Esta comunicación llenó de alegría al Gobierno y a todo el pueblo, y fue anunciada al resto del país por medio de un bando: "Conciudadanos del Paraguay, sois libres, y la junta, participando al pueblo esta lisonjera noticia, os congratula por este suceso, a que era acreedor vuestro esfuerzo y vuestro valor".

            Arribados a Asunción, los diplomáticos argentinos mantuvieron conversaciones con los vecinos prominentes y en particular con el Dr. Francia, quien se había reincorporado al Gobierno. Las conversaciones oficiales entre los miembros de la Junta Superior Gubernativa con Belgrano y Echevarría, se limitaron a la ratificación de lo aprobado en el Congreso inaugurado el 17 de junio pasado y cuyos resultados fueran comunicados a Buenos Aires por la nota del 20 de julio siguiente. Al final de las conversaciones se firmó un tratado, rubricado el 12 de octubre de 1811. Este tratado contó con las siguientes cláusulas:

            - Que en vista de la necesidad que tenía el Paraguay de contar con ciertos bienes para crear ciertas compañías militares para su defensa, se establecía que la existencia de tabaco en los depósitos de la Hacienda Oficial –ex estanco del tabaco- se vendiese a cuenta del Estado.

            - Así mismo, que el impuesto de un peso, que se pagaba en Buenos Aires por cada tercio de tabaco, se cobraría en Asunción.

            - El impuesto a la venta llamado alcabala debía cobrarse en el lugar donde se introducía la mercadería. En cuanto a los límites, estos no se modificarían hasta que un congreso general resolviese sobre ellos. El artículo 5°, y último, fue el reconocimiento explícito de los representantes del Gobierno de Buenos Aires a la independencia del Paraguay: "... la Provincia del Paraguay quedaba libre de la de Buenos Aires de acuerdo a lo expresado por su Gobierno a la del Paraguay por la nota del 28 de agosto último", y que el Gobierno de Buenos Aires "... no pondrá reparo en el cumplimiento y ejecución de las demás deliberaciones tomadas por esta del Paraguay en junta general".

            Este tratado expresaba además que ambas partes contratantes estrechaban los vínculos que unían y debían unir más a ambas provincias en una confederación y alianza indisolubles, obligándose ambas partes a auxiliarse en defensa de la causa común.

            En relación al tratado del 12 de octubre de 1811, Bartolomé Mitre, en una biografía de Manuel de Belgrano, aseguraba: "En esta negociación toda la perseverancia, la habilidad y las ventajas estuvieron de parte del astuto diplomático paraguayo (Dr. Francia). El papel de los representantes del Gobierno de Buenos Aires fue meramente pasivo, quienes sin alcanzar las consecuencias sancionaron, en cierto modo, la segregación del Paraguay y la disolución política del antiguo virreinato".

 

 

Casa de los Gobernadores del Paraguay y

residencia del Doctor Francia durante todo su gobierno.

En esta casa, demolida alrededor de 1913, murió el Dictador.

 

 

            CONSPIRACIÓN DE LOS ESPAÑOLES

 

            En el Congreso del 17 de junio participaron solamente cuatro españoles "peninsulares", con poca o ninguna trascendencia, al igual que Velazco y Zeballos en el gobierno que surgiera inmediatamente después del 14 y 15 de mayo. Entonces existían en el Paraguay tres tendencias: los nacionalistas, los porteñistas y los españolistas.

            Los "peninsulares", de vergonzosa actuación en la batalla de Paraguarí además de la intención de huir del país llevándose más de quinientos mil pesos en varias embarcaciones, permanecían en silencio, pero no habían abandonado la intención de recuperar el poder.

            Y como siempre ocurre al establecerse un gobierno revolucionario, el comandante del cuartel, Pedro Juan Caballero, impuso a los comerciantes "pudientes" y no americanos, una contribución de 60.000 pesos, que apuntaba directamente hacia aquellos. Debido a que entonces, prácticamente eran inexistentes en Paraguay los europeos no españoles. Esta disposición fue comunicada al diputado de comercio Francisco de Haedo y este respondió que "...únicamente podía, convocar a una junta si el Real Consulado de Buenos Aires así lo ordenaba y solamente con la anuencia del Consulado se podía tratar este punto".

            Durante el gobierno de la Junta Superior Gubernativa se había descubierto también una conspiración de los españoles para reincorporar a Bernardo de Velazco como gobernador de la provincia. Detenidos los presuntos conspiradores, los responsables de interrogarlos fueron el Dr. Francia y Pedro Juan Caballero. Durante el procedimiento, varias personas y algunos oficiales declararon que recibieron más de 5.000 pesos para sobornar a la tropa a fin de derribar al gobierno de la Junta Superior Gubernativa. Asimismo, testimoniaron que en caso de triunfo, los jefes compatriotas debían ser ejecutados o enviados a España o Montevideo. En esta última ciudad se habían nucleado los españoles con intenciones de reconstruir el Virreinato del Río de la Plata.

            Los principales "peninsulares" comprometidos en el frustrado complot fueron: José Teodoro Fernández, Juan José Machaín, exjefe de los miñones (guardias del gobernador); el ex capitán general del puerto Cayetano Iturburu, Juan Bautista Achard, Luis Saá, Pedro Vicente Capdevilla y Juan de Dios Acosta. Los bienes de estos fueron embargados.

            Mientras tanto, en el interior del país, los "peninsulares" no se quedaban atrás en cuanto a intenciones de recuperar el poder. En Ibytimí, un comunicado dado por el teniente de milicias de esa población, un ciudadano comprometido con la reacción españolista, Sebastián Taboada, difundió la noticia de que la junta de Buenos Aires había pedido el envío de 10.000 hombres y que la Junta Superior Gubernativa de Asunción estaba por enviarlo, y que él -Taboada- iba a dirigirse a Montevideo "... para venir con un ejército de portugueses". La interesada noticia de Taboada buscaba crear un estado de zozobra en el país y desprestigiar a la Junta, pues hacía muy poco tiempo que milicianos paraguayos habían combatido contra los ingleses en el Río de la Plata y contra la tropa de Belgrano en Cerro Mba'e y Tacuari.

            Por entonces también aparecía el coronel José Antonio Zabala como un comprometido más en acciones que llevaban el mismo propósito.

            A la mencionada siguieron otras conspiraciones. Una de ellas, reproducida en el "Diario de los sucesos memorables de Asunción desde el 14 de mayo de 1812, fue llevada a cabo por algunos porteñistas, entre quienes se encontraban el cura vicario de la Ciudad Real de Concepción y su teniente cura, Ybarbaz. Ambos fueron conminados a abandonar el país "... en tres días".

            Finalmente, los reos anteriormente sindicados fueron multados con la suma de 60.000 pesos "... por haber entre ellos más de veinte patricios y muchos europeos pobres".

 

            REALIZACIONES DE LA JUNTA SUPERIOR GUBERNATIVA EN FAVOR DE LA CULTURA

 

            La Junta Superior Gubernativa hizo mucho en favor de la cultura, no obstante la difícil situación política y económica del país. Pues se hallaba interferida la navegación del río Paraná -medio e inferior- por la flotilla de guerra española cuya base se encontraba en Montevideo, disminuyeron el comercio internacional y, por consiguiente, las recaudaciones aduaneras.

            A estas dificultades se sumaron los miles de brazos sustraídos al trabajo por la incorporación de hombres a las milicias conformadas para defender a la provincia de la invasión porteña. Y tampoco faltaron las conspiraciones de los "españolistas" y "porteñistas", lo que resultaba de poca tranquilidad para los habitantes de todo el territorio nacional.

 

 

Asunción en 1860.

 

 

            CREACIÓN DE LA SOCIEDAD PATRIÓTICA LITERARIA

 

            La Junta Superior Gubernativa, integrada entonces por Fulgencio Yegros, Pedro Juan Caballero y Fernando de la Mora, reabrió el Colegio Seminario de San Carlos, cuyo local se había convertido en cuartel. Creó además la "Sociedad Patriótica Literaria", que debía cumplir las funciones de un ateneo donde se dictarían conferencias y se reunirían las personas de cierto nivel cultural. En el plano militar fue establecido un manual de instrucción o reglamento, que disponía dejar a cargo de los oficiales la instrucción de los soldados. Fue gestionada en Buenos Aires la compra de dos partidas de libros escritos por Montaigne, Rousseau y otros autores, pedagogos y moralistas destacados en el campo educacional. Principalmente, Lorenzo de Hervas y Panduro, este último autor de "La vida del hombre", cuyo extracto sirviera para la redacción de la "Instrucción para el maestro de primeras letras" encomendada por la Junta de acuerdo al Bando conocido el 6 de enero de 1812. Para ese fin, Vicente Anastacio Echevarría recibió de la junta la suma de 400 pesos y el encargo de seleccionar en Buenos Aires la compra de los mencionados libros. De acuerdo al mismo Bando, se decretaba también la enseñanza obligatoria.

            El sueldo del maestro de escuelas públicas de primeras letras era elevado y en esa época el regente de las mismas era el ciudadano José Gabriel Téllez.

 

            EL SISTEMA LANCASTERIANO DE ENSEÑANZA

 

            Durante el gobierno de la junta se estableció en Asunción el sistema pedagógico llamado lancasteriano, por medio del cual los alumnos de mayor conocimiento enseñaban a los que recién ingresaban. Cuando entonces, la clasificación de los alumnos no era por grados. Se dividían, como en la época colonial y como sucediera incluso hasta finales de la Guerra contra la Triple Alianza, según las actividades que ejercieran los alumnos: peloteros, libreros, escribientes de reglas falsas, escribientes de una regla, ratoneros, cartilleros, entre otros.

            Se manifestó igualmente el interés de adquirir en Buenos Aires una imprenta, encargo que se encomendó al mismo Echevarría, quien envió la cotización de 1.800 pesos para el citado instrumento. Aunque esta cotización fuera aceptada por las autoridades del Paraguay, se informaba al oferente que por el momento, el comprador (la Junta Superior) no necesitaba de dicha imprenta.

 

            RELACIONES ENTRE LA JUNTA SUPERIOR GUBERNATIVA Y LA IGLESIA

 

            Con el movimiento del 14 y 15 de mayo de 1811 se iniciaba igualmente una nueva relación entre el Gobierno y la Iglesia. El Real Patronato vigente durante toda la época colonial daba lugar al Patronato Patrio, por medio del cual las autoridades políticas se constituían en cabeza de la iglesia.

 

            LA ORGANIZACIÓN DE LA DEFENSA NACIONAL

 

            Larga y costosa fue la organización de un ejército que pudiera defender la independencia del Paraguay. Pues hacia finales de la época colonial, la provincia contaba con muy pocas armas de fuego. Las que pertenecían al Estado apenas alcanzaban al número de quinientas, y no todas en buen estado. Las que se encontraban en manos de particulares ni llegarían -tal vez- a esa cifra. Durante el Gobierno Consular, primero, y en el de la Dictadura Temporal, después, tuvo que recurrirse al uso de la fuerza para que las personas que tuvieran armas que habían pertenecido a la Corona, las entregaran al Estado paraguayo. Aunque la obligación incluía el pago previo a sus precarios poseedores. Un vecino de Villa Rica firmaba un recibo que retrataba la situación: "... por siete pesos fuertes por pagamento de un fusil reyuno que me quitó".

            Dando cumplimiento a una disposición del Congreso del 17 de junio de 1811, la Junta Superior Gubernativa iniciaba la formación del Ejército creando un batallón de infantería con cuatro compañías de fusileros, una de granaderos y dos de "artilleros españoles". Mandaba instalar, además, una fábrica de balas en Capiatá, disponiendo el pago para varias personas que proveían de estaño a la mencionada fábrica.

            Por entonces, el Ejército daba ocupación a muchas personas: carpinteros, talabarteros, zapateros, tejedoras de lienzo, fabricantes de cables de güembé para las embarcaciones; todos con una ocupación en la paulatina consolidación del servicio militar profesional, establecido a instancias de Molas durante el Primer Congreso Nacional.

 

            CONSTRUCCIÓN DE "CAÑONEROS"

 

            Al nacer el Paraguay a la vida independiente se encontró ante una situación difícil. En los primeros tiempos, la Junta Superior Gubernativa no contaba con ningún buque de guerra que pudiera hacer frente a la escuadrilla naval española que navegaba el río Paraná asaltando las embarcaciones argentinas y paraguayas. Había necesidad de contar con una flotilla de guerra que pudiera abrir el bloqueo. Como las arcas estatales estaban casi vacías por los muchos gastos derivados de la invasión porteña de principios de año, apenas pudo adquirirse en condominio una goleta. Uno de los dueños vendió su parte de "El Carmen" -que así se llamaba la embarcación-, la que fue armada con cañones.

            De esta manera ocurrió el curioso caso de que el primer buque de guerra de nuestra Armada pertenecía -en un 50%- a una persona particular que había vendido parte de sus derechos sobre la nave.

            Otras embarcaciones fueron igualmente inspeccionadas por peritos del Gobierno en busca de encontrar las más capaces de soportar los cañones y pudieran ser adquiridas por el Estado.

            Después que los peritos dieran su dictamen, la junta decidió comprar una lancha denominada "Trinidad". Siguiendo con su determinación de aumentar la cantidad de cañoneros, el Gobierno ordenó el corte de madera, ordenándose al ministro de Hacienda el pago de diversas sumas de dinero por dicho trabajo.

 

Dr. Juan Vicente Estigarribia, médico de cabecera del Dr. Francia

 

 

            SEGUNDO CONGRESO NACIONAL

            ESTABLECIMIENTO DE LA REPÚBLICA

 

            EL CONSULADO

 

            El 30 de setiembre de 1813 se instaló un Congreso General con la asistencia de más de mil diputados en el templo de La Merced. En la ocasión fue resuelta la creación del Consulado, se nombró para tales cargos a Fulgencio Yegros y José Gaspar Rodríguez de Francia, quienes debían gobernar la nueva República con la misma autoridad y jurisdicción. Este proyecto de "Reglamento de Gobierno" había sido presentado al Congreso conjuntamente por el mismo Francia y Pedro Juan Caballero. En materia judicial, la presidencia del Tribunal de Apelación debía ser ejercida por ambos cónsules, en turnos de cuatro meses cada uno. Como distintivo debían usar "... un sombrero orlado con una franja azul con la escarapela tricolor de la República". Debían ejercer la Comandancia General de las Armas, de manera conjunta, pero las tropas, armas y pólvora debían ser distribuidas por mitades, las que quedarían al mando y cargo de cada cónsul. En varias frases del nuevo "Reglamento" todavía se usaba la expresión "provincia", aunque se mencionaba también -en varias partes- la palabra "República" pero en este Congreso ya nadie juró fidelidad a Fernando VII.

 

            SE LEVANTA LA PENA DE DESTIERRO DE VARIOS ESPAÑOLES

 

            El nuevo emisario del Gobierno de Buenos Aires, Nicolás de Herrera, se presentó en el congreso inaugurado el 30 de setiembre, pero los convencionales nada quisieron saber de las pretensiones del nuevo enviado del Gobierno porteño. Establecido el Consulado, Herrera conversó con los nuevos gobernantes y buscó con ellos -vanamente- la alianza paraguaya o al menos, su neutralidad.

            Como nada consiguiera, el emisario porteño no dejaba de descargarse contra el Dr. Francia, ya que consideraba a este como el mentor principal del fracaso de su misión.

 

            PRINCIPALES DISPOSICIONES DEL CONSULADO

 

            Como durante el gobierno de la Junta Superior Gubernativa había sido descubierta una conspiración españolista, los comprometidos fueron capturados, multados y confinados a sus respectivas estancias. Con el advenimiento del gobierno consular, aquellos pidieron se les levantase esta última pena. Francia y Yegros aceptaron la solicitud a condición de que una vez llegados a Asunción debían "... jurar y reconocer al presente Gobierno y su reglamento aprobado en el Congreso Supremo de la República".

            Para defender la frontera norte de la Región Oriental de los ataques de los indígenas mbaja, la junta exigía que los extranjeros que no participaran personalmente en la defensa contribuyeran económicamente para ella, o pusieran personeros dotados de caballos y avío.

            Debido a que no se sentían vencidos y que constituían una amenaza potencial para el Gobierno, se dispuso también un censo de españoles y, para el efecto, los cónsules organizaron una concentración de ciudadanos de dicho origen en la plaza pública. La convocatoria se proyectó tanto para los que moraban en Asunción como para los que permanecían en sus arrabales.

            Los cónsules también comenzaron a dar cumplimiento a la "moción Molas" aprobada en el Congreso de junio de 1811, para que los cargos públicos quedasen reservados a los ciudadanos paraguayos o americanos. Como consecuencia de esto, fue cesado don Bernardo Jovellanos, administrador general de Correos, Postas y Estafetas. En su reemplazo fue nombrado el ciudadano Ramón Azuaga. Otra medida tomada contra los españoles fue la prohibición de casarse con mujeres blancas, aunque sí podían unirse a mulatas, negras o indígenas. Con este decreto, fechado el 1 de marzo de 1814, se buscaba terminar -paulatinamente- con la preponderancia de los españoles, debido a que por entonces los muy acentuados prejuicios sociales hacían presumir que los "peninsulares" no se casarían con mujeres que no fueran europeas.

            Este decreto escondía además una motivación económica, pues buscaba un beneficio adicional para el Estado. Al no tener estos españoles "herederos forzosos", se suponía que sus bienes pasarían a la caja del Ministerio de Hacienda.

 

 

PERÍODO INDEPENDIENTE: 1811-1864

(continuación)

ALREDO VIOLA

LA HISTORIA DEL PARAGUAY - ABC COLOR

FASCÍCULO Nº 15 - CAPÍTULO 10

Asunción – Paraguay

2012

 

 

            LOS ESTUDIOS SUPERIORES

 

            Si bien es cierto que la educación de la niñez no sufrió disminución alguna durante la dictadura del Dr. Francia, no puede afirmarse lo mismo en cuanto a la educación superior.

            En 1823 fue clausurado el Colegio Seminario de San Carlos por "... falta de alumnos colegiales"; es decir, estudiantes de teología. En cambio, asistían trece alumnos "manteístas" o externos. La falta de "colegiales" se originaba en la imposibilidad de ser consagrados sacerdotes debido a que el obispo García Panés había sido subrogado. De cualquier modo, no se justificaba tal clausura, pues a los 13 alumnos externos podían haberse sumado más jóvenes. Otra solución pudo haber sido disponer de los bienes del Seminario Conciliar de San Carlos y destinarlos a la creación y funcionamiento de un colegio nacional.

            Con la extinción de las comunidades religiosas -franciscanos, mercedarios y dominicanos- fueron cerradas, a su vez, las escuelas en cuyos recintos conventuales funcionaban y a un nivel más elevado: los estudios superiores de teología.

 

            MUERTE DEL DICTADOR

 

            Durante las cabalgatas que realizaba el Dr. Francia por la ciudad, recorría e inspeccionaba el desarrollo de las obras públicas: la construcción de cuarteles, de embarcaciones, el trazado de las calles y otras realizaciones.

            En una de estas cabalgatas del mes de julio de 1840 "... le sorprendió un fuerte aguacero, cayó enfermo y fue atendido por Estigarribia; mejoró a los pocos días y, sin escuchar los consejos de su médico, que le prescribía la cama y reposo absoluto, siguió atendiendo sus funciones". Al poco tiempo era visible el deterioro de su salud. El 19 de setiembre, el Supremo hizo llamar al subteniente Ojeda, "... quien se presentó en el acto, pero ya no pudo hablarle. (...) A la una y media de la tarde (del día siguiente, domingo 20 de setiembre de 1840) el Supremo cruzó la gran frontera".

 

            DIVERSOS Y CORTOS GOBIERNOS A LA MUERTE DEL DICTADOR

 

            Como el Dr. Francia no había designado sucesor, Policarpo Patiño, su fiel de fechos", se creyó con derecho a ocupar su lugar, pero los comandantes de los cuarteles lo rechazaron y el mismo día del fallecimiento del Supremo se estableció un Gobierno Provisorio integrado por el alcalde primer juez ordinario Manuel Antonio Ortiz y los comandantes Agustín Cañete, Pablo Pereira, Miguel Maldonado y Gabino Arroyo. Como secretario quedó Policarpo Patiño.

            En una reunión celebrada el 24 de setiembre "... se dejaba para otra oportunidad el resolver sobre la conveniencia o inconveniencia de celebrar un Congreso General". La Junta Municipal aprobó todos los actos del Gobierno Provisorio y dispuso "... que quedara constituido con carácter definitivo por los mismos que lo componían provisoriamente".

            Finalmente, Policarpo Patiño fue detenido y alojado en el cuartel del colegio, donde se suicidó algunos días después. Como el Gobierno no llamaba a Congreso General, fue derrocado. El 22 de enero de 1841, el sargento Romualdo Duré, con setenta y cinco hombres, apresó a todos sus miembros.

 

Fuerte de Borbón, expedición de 1840

 

            INTEGRACIÓN DE UNA NUEVA JUNTA

 

            Una nueva Junta Provisoria fue constituida con el alcalde de primer juez ordinario Juan José Medina y los señores José Gabriel Benítez y José Domingo Campos. Su principal obligación era la de convocar a un Congreso General. Como tampoco cumpliera este mandato, fue derrocada también esta junta, el 9 de febrero de 1841, veinte días después de haber asumido. El golpe fue liderado esta vez por el comandante del cuartel de San Francisco, Mariano Roque Alonso, quien tomó el Gobierno con el título de Comandante General de Armas y con "...la obligación precisa de inaugurar el Congreso el 12 de marzo de 1841".

 

            ES RESTABLECIDO EL CONSULADO

 

            Entre las disposiciones tomadas por los militares y civiles que depusieron a la Junta compuesta por Medina, Benítez y Campos, además del nombramiento de Mariano Roque Alonso, estaba también el de Carlos Antonio López, como secretario. Previo juramento, estos debían convocar al "...Congreso General para el día doce de marzo próximo (de 1841)". Reunido el Congreso en la fecha mencionada, cerró sus deliberaciones un día después, contándose entre sus resoluciones más importantes el restablecimiento del Consulado. Debía durar tres años en sus funciones y sus miembros debían recibir el tratamiento de Excelencia, ejerciendo "... unidamente la jurisdicción de Gobierno en la Comandancia General de Armas de la República, y en todos los ramos del despacho general del Gobierno". Asimismo, el Congreso General fijó el sueldo del cónsul ciudadano Carlos Antonio López en "tres mil pesos fuertes" y el del cónsul Mariano Roque Alonso en "dos mil pesos fuertes" por año.

            De los sueldos correspondientes al Dictador, en cantidad de treinta y seis mil quinientos sesenta pesos y dos reales, doce mil debían ser destinados a los fondos del Colegio Seminario, al igual que las alhajas y plata que habían pertenecido al Dictador. También se tomaron algunas disposiciones con respecto al sueldo que había dejado el Dr. Francia, así como el tratamiento de otros puntos de interés, entre otras treinta y tres resoluciones tomadas por aquel Congreso General.

 

Fuerte Olimpo. Grabado de Castelnau

 

 

            GOBIERNO DE CARLOS ANTONIO LÓPEZ Y MARIANO ROQUE ALONSO

 

            A los cónsules esperaba una ardua tarea. Los muchos años de bloqueo habían causado inmensos daños al país, en todos los órdenes. Era necesario abrir el río Paraná para que el Paraguay pudiera entrar en comunicación con las naciones de América y de Europa.

            De la misma manera, llegaban -desde todas partes- ofertas de amistad y comercio a las nuevas autoridades. El gobernador de Corrientes enviaba a los asesores Gregorio Valdés y Juan Mateo Arriolas con una propuesta de alianza, la que fue rechazada por los flamantes cónsules, aunque se firmaron dos tratados: uno, de amistad, comercio y navegación; y otro, provisional, de límites.

            Con relación al comercio con los brasileños por la vía de Itapúa, el Cónsul López daba instrucciones para la realización de un intercambio de productos del país con el comerciante brasilero José Joaquín de Silva.

 

            LOS SOLDADOS DE LA FRONTERA RECIBEN UN SOBRESUELDO

 

            Los cónsules remitieron al delegado de Itapúa la revista de la tropa destacada allí y en el campamento de San José, con una libranza de 2.870 pesos plata para pagar a los soldados en cumplimiento del decreto que establecía que se haga a la tropa de los cuarteles, fuertes, fronteras y guardias del Chaco el obsequio del haber de un mes tramados de los sueldos quedados en la Tesorería por muerte del Dictador".

           

            CREACIÓN DE LA ACADEMIA LITERARIA

 

            "En consideración a la escasez del clero nacional, que exige la enseñanza y la educación de los que quieran dedicarse a tan delicada como necesaria profesión", los cónsules López y Alonso declararon establecida una Academia Literaria para los alumnos "externos". La Academia Literaria debía contar con un director interino y debían desarrollarse en ellas las cátedras de latinidad, idioma castellano y bellas letras, filosofía racional, teología dogmática, historia sagrada y cronología. Otras cátedras habilitadas fueron las de teología moral, historia eclesiástica y oratoria sagrada. Fue nombrado director interino de la Academia el sacerdote Marco Antonio Maíz. El presbítero José Joaquín Palacios debía ocupar la cátedra de idioma castellano y bellas letras. La Academia Literaria comenzó a dar sus frutos en el año 1849, cuando el obispo diocesano Basilio López consagraba a nueve nuevos sacerdotes.

 

            DECRETOS CONSULARES

 

            Los cónsules dictaron una serie de decretos a aprobarse en el Congreso General Extraordinario convocado para el 25 de noviembre de 1842. El llamado para los 400 diputados de toda la República, fue realizado el 21 de octubre de aquel año. En este Congreso fueron aprobados los colores de la bandera nacional y el diseño de los escudos, hasta hoy vigentes.

 

            DECLARACIÓN DE LA INDEPENDENCIA NACIONAL

 

            Si bien el Paraguay -de hecho- era libre e independiente, era necesario que en un acto solemne como un Congreso General, con la asistencia de diputados venidos de todo el país, se proclamara su independencia. Se consideraba "...que nuestra independencia es un hecho solemne e incontestable en el espacio de más de treinta años queriendo desde entonces con voto uniforme pertenecer a sí misma, y para formar como ha formado una nación libre e independiente". A estas consideraciones se agregaron otras más para llegar a la resolución que en parte expresaba: "La República del Paraguay en el del Plata es para siempre un hecho y de derecho una nación libre e independiente de todo poder extraño". Ante la negativa del Gobierno de Buenos Aires, que afirmaba que el Paraguay era una provincia de la Confederación Argentina, la declaración era también necesaria para solicitar a los otros países el reconocimiento de la independencia del Paraguay.

            Debe mencionarse que en este Congreso se aprobaron también los decretos para la habilitación de un nuevo cementerio, la instalación del estado provisorio de la administración de justicia, la sanción de la ley del diezmo, de la acuñación de moneda, de la libertad de vientres, del reglamento de la aduana, entre otras medidas.

            Consideraban los cónsules que una vez proclamada la independencia, esta sería reconocida por varios países. Concretar el deseo, sin embargo, llevaría su tiempo. Inicialmente la reconocieron los países que, por su propio interés, no podían ver con buenos ojos la anexión del Paraguay a la Argentina. Así fue como Bolivia, Chile y el Imperio del Brasil fueron las primeras.

            Con el mismo propósito, los cónsules habían enviado al Sr. Andrés Gill comisionado ante el gobernador de Buenos Aires y encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina, Juan Manuel Ortiz de Rosas. La contestación del mismo fue negativa. Recién después de la caída de Rosas. Concretamente el 17 de julio de 1852, las nuevas autoridades argentinas reconocieron la independencia del Paraguay y, seguidamente, Francia e Inglaterra. Estados Unidos de Norte América y Cerdeña lo concretaron al año siguiente. Este reconocimiento también significaba la libre navegación de embarcaciones paraguayas por el río Paraná.

 

            CONSTRUCCIÓN DE LA NUEVA CATEDRAL

 

            Al ocupar el consulado con Mariano Roque Alonso, Carlos Antonio López trató de levantar a la Iglesia, en decadencia desde la enfermedad del obispo García Panés. Los cónsules nombraron dos obispos, Basilio López como obispo diocesano y Marco Antonio Maíz como obispo auxiliar, ambos consagrados en Cuyabá.

            Ordenaron la demolición de la arruinada Iglesia Catedral y dispusieron que todos los bienes de la misma se llevasen a la iglesia que fuera de la extinguida orden de los franciscanos.

 

            MENSAJE DE CARLOS ANTONIO LÓPEZ

 

            A los trescientos diputados del Congreso Nacional, López dio a conocer las principales realizaciones del Consulado. Recordó que en el Congreso General Extraordinario realizado en el mes de noviembre de 1842 se había declarado la independencia nacional y se habían sancionado los colores del pabellón y el sello nacionales, y que estas resoluciones fueron comunicadas oficialmente a las repúblicas amigas. Memoró el inicio de las relaciones con la Santa Sede y señaló que la paz reinaba en la República; los sacerdotes cumplían con sus deberes, se construían varias iglesias y las obras públicas alcanzaban un gran desarrollo. El informe mencionaba también que el aspecto de la edificación en Asunción había mejorado. Estaban activas las fábricas de pólvora y de tercerola.

 

 

 

            LÓPEZ PRESIDENTE LA CONSTITUCIÓN DE 1844

 

            La ley que establecía la administración política de la nación, conocida como "Constitución del año 1844", contaba con 10 títulos. El documento promovía la sustitución del gobierno consular por el sistema presidencial y otorgaba al Presidente de la República atribuciones -en realidad- excesivas; especialmente en los casos de invasión, de conmoción interior y las que fuesen precisas "... para conservar el orden y la tranquilidad pública de la República".

            El Consejo de Estado fue una de las figuras institucionales creadas mediante esta Carta Magna. Lo conformaban el obispo diocesano, dos jueces de la magistratura y tres ciudadanos nombrados por el Gobierno de la República. El documento facilitaba el gobierno del Presidente en casos generales como de conflicto internacional, prácticamente sin oposición. Carlos Antonio López fue electo por un período de diez años. Un hecho auspicioso para su gobierno fue el reconocimiento de la independencia por parte del Brasil. Para el efecto, el Gobierno imperial envió a José Antonio Pimenta Bueno, el 14 de setiembre de 1844. Unas semanas después se firmó el tratado de alianza defensiva entre el Paraguay y aquel Imperio.

 

            REPRESALIAS DEL PARAGUAY ANTE EL GOBIERNO DE CORRIENTES

 

            La Provincia de Corrientes, en guerra con Buenos Aires, había tomado ciertas medidas para entorpecer la navegación de las embarcaciones de sus enemigos, y en ocasiones también causaban daños a los buques del Paraguay. Por aquellos motivos, el Gobierno paraguayo cerró los puertos a los barcos correntinos, hasta nueva resolución. Unos meses después, el 2 de diciembre de 1845, fue celebrada una Convención para paliar la situación que creaban las "visitas" impuestas a los barcos del Paraguay y la clausura de los puertos paraguayos a los buques de Corrientes.

 

            ¡VIVA LA REPÚBLICA DEL PARAGUAY!

            ¡INDEPENDENCIA O MUERTE!

 

            Para insuflar ánimos a sus ciudadanos, en medio de las dificultades impuestas por Corrientes a la navegación de las naves paraguayas y el empecinamiento de Rosas en no reconocer la independencia, con la prohibición adicional de todo comercio con el Paraguay, el 28 de julio de 1845, el presidente Carlos A. López decretó que en todos los actos oficiales se usara la salutación patriótica: ¡Viva la República del Paraguay! ¡Independencia o Muerte!

            Esta salutación también fue inscripta en todos los documentos oficiales de la República.

 

            INICIACIÓN DEL PERIODISMO PARAGUAYO

 

            A la muerte del Dr. Francia, una situación de desconcierto e inestabilidad instaló tres juntas de gobierno hasta el advenimiento del Segundo Consulado, el de Mariano Roque Alonso y Carlos Antonio López.

            Entre las múltiples obras de Carlos Antonio López puede contarse la creación del primer periódico del Paraguay. El mismo llevaba el desafiante título de "El Paraguayo Independiente" y el primer número data del 26 de abril de 1845. Antes de contar con una prensa escrita, el Gobierno mandaba realizar sus impresos, principalmente "El Repertorio Nacional", en la vecina Corrientes. Este boletín cumplía las funciones de un registro oficial y permitía la publicación de diversos decretos y disposiciones del Gobierno. Ante la tenaz resistencia del Gobierno de Buenos Aires en reconocer la independencia, López decidió publicar un periódico cuya finalidad fuera permitir a paraguayos y extranjeros vinculados al país reconocer los derechos que tenía el Paraguay a su independencia.

            Su primer director fue el propio Presidente de la República y se editaron 118 números, aunque no en forma regular y continuada. El último número apareció el 18 de setiembre de 1852 después de haber cumplido su objetivo, pues dos meses antes de cerrar su última edición, el Gobierno de la Confederación Argentina había reconocido finalmente la independencia del Paraguay.

 

            "EL SEMANARIO"

 

            En el año 1853 apareció "El Semanario de Avisos y Conocimientos útiles", mejor conocido como "El Semanario", que también fue un periódico oficial. En las sucesivas "épocas" que marcaron su existencia, sus directores fueron Juan Andrés Gelly, el español Ildefonso A. Bermejo y Natalicio Talavera, entre otros. Otros periódicos publicados durante el gobierno de Carlos Antonio López fueron "El Eco del Paraguay" y la revista "La Aurora", que apareció en el año 1860 y contó con la colaboración de los alumnos del aula de filosofía del profesor Bermejo, y bajo la dirección de este.

 

            VÍSPERAS DE LA GUERRA CON BUENOS AIRES

 

            Para defender la independencia y la soberanía del Paraguay, el presidente López tomó medidas para organizar la defensa nacional. Oficiales brasileros se encargaron de fortificar los pasos estratégicos del río Paraguay. "Se estableció el servicio militar obligatorio y se crearon las guardias nacionales, cuerpos auxiliares del ejército permanente de línea".

 

            ALIANZA CON CORRIENTES Y POSTERIOR DECLARACIÓN DE GUERRA A BUENOS AIRES

 

            Ante la reiterada negativa de Juan Manuel Rosas a reconocer la independencia paraguaya y permitir la libre navegación del río Paraná, hechos sumados a la prohibición de introducir mercaderías llevadas de Itapúa por comerciantes brasileros, el Gobierno del Paraguay firmó un tratado de alianza con el Gobierno de Corrientes, por el que ambos signatarios se obligaban a enviar tropas para hacer frente al enemigo común. A propósito de este acuerdo, el Gobierno paraguayo tenía la presunción de que, venciendo las milicias "rosistas" a las tropas correntinas en la guerra de invasión a esa ciudad, pasarían después a atacar al Paraguay.

            En un manifiesto publicado en "El Paraguayo Independiente" y después de un recuento de las diversas notas y disposiciones del gobernador Rosas en contra de los intereses nacionales paraguayos, "... el Presidente de la República del Paraguay, invocando a la Providencia y al Mundo entero por testigos de su razón y de su justicia, forzado a olvidarse de los sacrificios y calamidades de la guerra, rompiendo su preciosa paz, cultivada desde tantos años, declara la guerra al Dictador de Buenos Aires...". El documento se firmó en Asunción el 4 de diciembre de 1845.

            En la misma edición mencionada se publicaba otra proclama del Presidente. La misma expresaba que ante la amenaza de una invasión de las milicias de Buenos Aires, "... conviene no esperarlo; conviene ir a su encuentro y obligarlo a retroceder sobre sus criminosos pasos".

 

            UNA GUERRA NO DESEADA

 

            La guerra no era deseada. El Paraguay necesitaba de libertad, pero fundamentalmente de paz, "...pero el Dictador de Buenos Aires, ambicioso y pérfido, nos obliga a la guerra", según mencionaba un documento oficial de 1845. Ya en los procesos bélicos, y en dos oportunidades, el general Francisco Solano López arengaba en la Villa del Pilar a la tropa que estaba a su mando. En la primera, el 19 de diciembre de 1845, expresaba: "Sabéis que para ser soldado de la independencia es preciso defenderla y sustentarla: defendámosla pues, derramando hasta la última gota de sangre que circula en nuestras venas, antes que ver a nuestra Patria humillada a extranjero poder".

            Pasados unos días y ya las tropas listas para dirigirse a Corrientes, prestaron juramento a la bandera. Allí el general López se dirigió por segunda vez a la tropa, manifestando: "Soldados, esos pabellones con que acabáis de ser honrados son un testimonio con que el Supremo Gobierno os ha querido mostrar la confianza que tiene en vosotros al encargaros la defensa de nuestra patria y sus más caros derechos".

 

            LA YERBA Y MADERAS DE CONSTRUCCIÓN NAVAL SON DECLARADAS PROPIEDADES DEL ESTADO

 

            Mediante un decreto fechado el 2 de enero de 1846, el Estado establecía el monopolio de la yerba y las maderas a fin de obtener recursos y hacer frente a los gastos públicos, principalmente motivados por la guerra contra Rosas. Mediante esta medida se prohibía que los particulares se beneficiasen con la yerba expresando "...que los yerbales son producciones naturales y no frutos de la industria o del trabajo".

 

            BENDICIÓN DEL PABELLÓN NACIONAL A CARGO DEL OBISPO AUXILIAR MARCO ANTONIO MAÍZ

 

            "El Paraguayo Independiente" informaba que el obispo Maíz se había ofrecido para bendecir "... los estandartes de la República y entregarlos al valor de los bravos soldados paraguayos".

 

            QUEDA EXTINGUIDA LA ALIANZA CON CORRIENTES

 

            Tras haberse alejado el general Paz de la dirección de la guerra, en un todo de acuerdo con el representante de Corrientes, el gobierno de Carlos Antonio López declaró terminada la alianza establecida en noviembre de 1845. Con su salida, presuponía el Gobierno Nacional que la política de Corrientes había cambiado.

            En contrapartida, todo entendimiento entre Corrientes y Rosas significaría, agregaba "El Paraguayo Independiente", "... el reingreso de Corrientes a la comunidad argentina". Desde ese momento quedaría "... ella privada legítimamente de contratar con potencias extranjeras".

            Para dejar al gobierno de aquella ciudad en libertad de acción, el gobierno de López rescindió la Convención firmada en diciembre de 1844. En caso de que el gobierno de Corrientes se incorporase a la esfera del de Buenos Aires, se volvería más difícil -en cierta manera- la situación del Paraguay, pues por aquella ciudad se facilitaría la invasión a este país.

 

            EL HIMNO NACIONAL

 

            Entre las diversas determinaciones adoptadas en el Congreso General Extraordinario del ‘42 con relación a los símbolos nacionales, no se había acordado ni tratado la adopción de un Himno Nacional, que ya entonces se cantaba y cuya letra fuera publicada en el N° 2 de "El Paraguayo Independiente" de fecha 1 de mayo de 1845.

            Cuando los señores González y Jovellanos volvieron de la comisión oficial que los había llevado a Montevideo, trajeron la letra del Himno Nacional, encargada al poeta uruguayo Francisco Acuña de Figueroa.

 

El vapor "fulton" que condujo al comisionado Bowlin a Asunción.

 

 

            CONGRESO NACIONAL DE 1849

 

            El presidente Carlos Antonio López informaba a los diputados reunidos en este Congreso las realizaciones de su gobierno, tras sus cinco años como presidente de la República. En el plano internacional citaba a los países que habían reconocido la independencia y anunciaba que "... solo el gobernador de la Provincia de Buenos Aires aún abriga el insensato designio de revocar el reconocimiento solemne de la independencia paraguaya que el gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata admitiera por notas oficiales de 28 de agosto y 10 de octubre de 1811, y ha ratificado por el tratado de 12 del propio octubre". También ponía a conocimiento de los diputados las gestiones de algunos diplomáticos extranjeros en la búsqueda de lograr la paz entre el Paraguay y las provincias argentinas gobernadas por Rosas.

            El presidente López preguntaba al Congreso si dejarían que el enemigo aprovechara los yerbales ubicados en la margen izquierda del río Paraná. En la ocasión también recordó otras realizaciones de su gobierno, en particular las que se referían a las obras públicas.

 

            OCUPACIÓN DE LA MARGEN IZQUIERDA DEL RÍO PARANÁ HASTA EL RÍO URUGUAY

 

            Esta expedición, organizada en junio de 1849, fue encabezada inicialmente por el coronel Francisco Wisner de Morgenstern, que debía cruzar el río Paraná por Candelaria y de allí bifurcar su fuerza entre la Tranquera de Loreto y Santo Tomé. Morgenstern debía enviar "...un oficial de capacidad y caballería y de infantes a caballo" para ocupar Hormiguero. Según las órdenes, la población correntina debía ser bien tratada. Asimismo, una vez ocupada aquella localidad, los súbditos del Imperio del Brasil podrían venir a comerciar en Itapúa.

            Con este movimiento de tropa, realizado en defensa de la integridad territorial, de la independencia y el comercio con traficantes brasileros, el Gobierno nacional retornaba la iniciativa contra Rosas.

            Como el coronel Morgenstern no comunicaba al general Francisco Solano López acerca de la situación de su ejército, este le envió comisionado al capitán Francisco Isidoro Resquín, a quien el mencionado coronel "... le podía ocupar en una corrida, y que le dejaría Ud. la libertad de escribirme con la frecuencia que demanden los sucesos". Molesto Morgenstern por la comisión de Resquín, presentó renuncia. Si bien es cierto que le fuera aceptada la renuncia como jefe del ejército, continuó a su servicio en calidad de ingeniero.

            Otra falta grave de este jefe fue que "... se propasó en sus funciones mezclándose en el nombramiento del correntino Gregorio Valdez como gobernador provisorio de la Provincia de Corrientes".

            El presidente López no aceptó ese procedimiento por las graves consecuencias que podría acarrear al país. Como iban enfriándose las relaciones entre el imperio del Brasil y el Paraguay, López se dirigía a Rosas, el 16 de octubre de 1849, invitándole a abrir negociaciones "... sobre bases enteramente diferentes de las que hasta ahora se ha sostenido por una y otra parte". Con este gesto, el presidente López no era -tal vez- totalmente sincero. Pero posiblemente buscaba un acercamiento del Brasil, que no había aceptado el proyecto de límites presentado por Juan Andrés Gelly al Gobierno imperial.

            Por entonces el presidente de la provincia de Mato Grosso había ocupado la isla de Pan de Azúcar, hecho que motivara la reacción paraguaya y el desalojo inmediato de los intrusos.

            Ante la amenaza de una invasión al Paraguay por tropas de la Confederación Argentina, el 25 de diciembre de 1850, sin embargo, el Imperio del Brasil y el Paraguay firmaron un tratado de alianza defensiva. Pedro Alcántara Bellegarde y Benito Varela firmaron este documento, representando al Brasil y al Paraguay, respectivamente. En relación con este tratado, y de acuerdo con lo afirmado por algunos historiadores, el gabinete de López que habría querido contemporizar con Rosas fue sustituido por otro que sostenía otra política y que consideraba que en el interés del Imperio debía defenderse la independencia del Paraguay.

 

            PARAGUAYOS RESIDENTES EN BUENOS AIRES SOLICITABAN LA REINCORPORACIÓN DE LA "PROVINCIA DEL PARAGUAY"

 

            Emigrados paraguayos residentes en Buenos Aires solicitaban al dictador Rosas la reincorporación de la "Provincia del Paraguay" a la Confederación Argentina. Cuando entonces, parecía inminente la invasión de dicha Confederación al Paraguay y proponían aquellos "compatriotas" una expedición de dos mil hombres, ofreciéndose integrar la misma en compañía de otros paisanos. El 18 de setiembre de 1851 firmaron el pedido, entre otros, Carlos Loizaga y Fernando Iturburu. A los muchos problemas internacionales se sumaba esta oposición que iniciaban los emigrados paraguayos desde Buenos Aires.

            Por otro lado, comenzaba a gestarse una alianza entre Urquiza -gobernador de Entre Ríos- y Virasoro -gobernador de Corrientes- para combatir a Rosas. El Paraguay fue invitado a participar en esa empresa, pero el presidente López, que contaba con la alianza defensiva con el Brasil, se mostró prudente y finalmente declinó la oferta.

            Luego de otras tratativas y a pedido de José Berges "...fue suscrito un protocolo, por el cual los gobiernos de Entre Ríos y Corrientes se comprometían a emplear toda su influencia cerca del gobierno que se organizara para que se reconociera la independencia paraguaya, y en todo caso defender al Paraguay ante cualquier agresión.

            El Brasil no estaba ajeno a esas tratativas. En respuesta a la invitación de los firmantes del tratado, el ministro paraguayo Benito Varela expresaba "... la negativa paraguaya, a aceptar la alianza propuesta".

 

Dr. JUAN ANDRÉS GELLY

 

            LAS NUEVAS AUTORIDADES ARGENTINAS RECONOCEN LA INDEPENDENCIA DEL PARAGUAY

 

            A consecuencias de su victoria en Caseros, el caudillo entrerriano Urquiza quedó al frente de la Confederación Argentina y unos meses después reconoció la independencia paraguaya, previo tratado de límites y navegación. Para el efecto llegó Santiago Derqui a Asunción. Derqui era quien había firmado dichos tratados con Benito Varela el 15 y el 17 de julio de 1852.

            El reconocimiento de la independencia del Paraguay llenó de alegría a la población.

            En su mensaje dirigido a los honorables representantes reunidos en el Congreso Nacional del año 1854, con inmenso júbilo, el presidente Carlos Antonio López recordaba tan halagüeño acontecimiento al expresar: "Siento la más viva complacencia viendo reunida en su período constitucional a la Honorable Representación Nacional, y esta reunión me presenta la oportunidad de felicitar a la República toda en sus Honorables Representaciones, porque su reunión actual se efectúa bajo auspicios y circunstancias mucho más felices que los que dominaban la situación de la República al tiempo de su pasada sesión en 1849".

            En una gacetilla, "El Paraguayo Independiente" anunciaba, a su vez, la satisfacción de poner a conocimiento de los ciudadanos que el Dr. Santiago Derqui había sido nombrado encargado de negocios ante el Gobierno paraguayo.

            Unos días después, este mismo periódico publicaba una copia del reconocimiento de la Confederación Argentina de la independencia del Paraguay, así como el tratado de navegación y las credenciales que le acreditaban a Derqui como "...encargado de negocios de la Confederación Argentina en misión especial cerca del Gobierno de esta República".

            El reconocimiento de la independencia paraguaya por la Confederación Argentina tuvo una transcendencia extraordinaria para nuestro país. Significaba que, al poco tiempo, los países más importantes de Europa occidental y los Estados Unidos de América reconocerían la independencia del Paraguay, ya que mientras Argentina no lo hiciera, de nada le serviría a aquellos, pues no podrían comerciar con el Paraguay.

            Explícitamente reconocía el presidente Carlos Antonio López que "... el Gobierno de la República ha cedido al de la Confederación Argentina el territorio que desde tiempo inmemorial tenía sobre la margen izquierda del Paraná". Consideraba de mayor importancia el Presidente que los países tuvieran límites naturales e invariables. Poco tiempo después, sin ratificarse aún el tratado, el director provisorio de la Confederación Argentina, general don justo José de Urquiza, pedía al Gobierno paraguayo la entrega de las Misiones, territorio ubicado al sur del río Paraná. A este pedido contestó López que estaba dispuesto a satisfacer el pedido después de que los congresos de Paraguay y Argentina aprobasen el tratado del 15 de julio de 1852.

 

Facsímil

 

            "EL PARAGUAYO INDEPENDIENTE" SE DESPIDE DE SUS LECTORES

 

            Con el título de "Conclusión", expresaba el primer periódico del Paraguay: "Nuestro papel concluye en este número y al cerrarlo tenemos la íntima complacencia de felicitar a nuestros compatriotas por la consecución de los tres grandes objetos de nuestra tarea: el reconocimiento de la independencia de la República; el acuerdo definitivo de sus límites con la Confederación Argentina, y la libre navegación de nuestro Pabellón por el río Paraná y sus afluentes".

            Desgraciadamente, la segunda de estas afirmaciones fue una de las causas enarboladas para el inicio de la Guerra contra la Triple Alianza.

 

            BOLIVIA SE SINTIÓ CON DERECHO A RECLAMAR SOBRE EL CHACO

 

            El Gobierno boliviano planteaba supuestos derechos sobre el Chaco Boreal. El encargado de negocios de Bolivia en Paraná, José de la Cruz Benavente, protestó ante el Gobierno argentino los pretendidos derechos de su país a una parte del territorio ribereño, al oeste del río Paraguay. No lo hizo directamente al de Paraguay.

            Ya antes de esta reclamación, y ya previendo razones económicas, políticas y sociales, López había comenzado a instalar poblaciones en ciertas regiones del Chaco. En la de la antigua Amancio Cue, o Melodía, se establecieron estancias estatales y otras poblaciones, además de la colonia Nueva Burdeos, poblada por franceses, cuya instalación fracasara y generara algunos conflictos entre el Gobierno paraguayo y el de Francia.

            ¿Qué buscaba el presidente López al poblar el Chaco? Indudablemente, demostrar que nuestro país tenía el más pleno dominio sobre ese territorio.

 

El vapor norteamericano "Walter Witch", comandado por el Cap. Thomas Page,

cañoneaba desde el Fuerte de Itapirú, en febrero de 1855.

Reproducido del libro "La expedición norteamericana contra el Paraguay, 1858/1859",

de Pablo Max Insfrán.

 

 

            JOSÉ FELIPE PEREIRA LEAL Y LA ESCUADRA DE PEDRO FERREIRA DE OLIVEIRA

 

            El encargado de negocios del Imperio del Brasil, Felipe José Pereira Leal, presentó al Gobierno paraguayo un proyecto de tratado de navegación y límites, el que fuera rechazado con la devolución del pasaporte del diplomático del Imperio. "Aparte de esta pretensión exorbitante, Pereira Leal obstaculizó con intrigas la labor de sir Charles Hothant que estaba negociando un tratado de comercio anglo-paraguayo".

            En 1855, y para lavar tamaña afrenta, el Brasil envió una escuadra compuesta de veinte naves de guerra al mando de Pedro Ferreira de Oliveira. El Paraguay se preparó para la defensa y, ante la presencia de la flota brasileña en Corrientes, permitió que una sola nave llegara a Asunción. Así se obró y Ferreira de Oliveira fue recibido por López. Presentó un proyecto de tratado de límites que fuera discutido, pero no aprobado.

            Habiendo quedado la cuestión pendiente, se llegó a un acuerdo sobre la navegación y el comercio, en abril de 1855. Se concedería la navegación del río Paraguay a los brasileros desde el momento en que se aprobara y ratificara un tratado de límites. Este tratado no fue aceptado por el Imperio del Brasil por la cláusula que establecía una simultaneidad de la ratificación del tratado de límites con el de la navegación y comercio.

 

 

            MISIÓN DE FRANCISCO SOLANO LÓPEZ A EUROPA

 

            Para firmar tratados de comercio y vincular más estrechamente nuestro país con los del Viejo Mundo, partió a Europa una misión diplomática encabezada por el general Francisco Solano López.

            "El Semanario" informaba entonces que "... la legación marchará mañana (12 de junio de 1853) en la sumaca de guerra "Independencia del Paraguay". En cumplimiento de sus gestiones, el general López llegó a Londres el 19 de setiembre de 1853. La reina

Victoria se encontraba en Escocia y el ministro plenipotenciario paraguayo fue informado que allí no acostumbraba recibir a ministros extranjeros.

            El lord Conde de Clarendón, ministro de Negocios Extranjeros, dijo al general López que "... nuestro tratado del 4 de marzo de 1853 estaba ratificado por la Reina, y que solo faltaba el recibimiento de S.E. para tener lugar el canje". Entretanto, el ministro paraguayo se ocupaba de los objetos importantes que le había confiado el Gobierno. La legación había deseado visitar algunas ciudades manufactureras del reino de Inglaterra como "... Liverpool, Manchester, Glasgow, pero no quería buscar el cólera (la peste) que andaba por esos pueblos".

            El periódico "El Nacional" de Buenos Aires, en su número 446, consignaba la noticia que daba el cónsul del Paraguay en Londres, don Carlos Calvo, quien expresaba "...que se encontraba en esa ciudad el general López, ministro plenipotenciario del Paraguay, que estaba próximo a pasar a París".

            Agregaba el diplomático que López era un "observador reservado y estudioso, se ve en sus acciones la preocupación del hombre seriamente contraído a llenar la aplicación de lo bueno y de lo útil que la Europa le presenta en beneficio de su patria".

            Francisco Solano López comunicó al ministro de Relaciones Exteriores del Paraguay que el 18 de marzo de 1854 se efectuó el canje de las ratificaciones con el rey de Cerdeña, Víctor Manuel II, del tratado firmado en Asunción el 4 de marzo de 1853. En aquel acto el Rey otorgó la condecoración del Gran Cordón de la Sagrada y Militar Orden de los Santos Mauricio y Lázaro al presidente Carlos Antonio López, mientras otra condecoración similar imponía a Francisco Solano López.

            En París recibió la condecoración de Comendador de la Legión de Honor, que le fuera otorgada por Napoleón III. El Dr. Efraím Cardozo agrega que Francisco Solano López fue recibido en las cortes europeas, particularmente por el ya mencionado emperador Napoleón III.

            En Roma fue recibido por el secretario de Estado del Papa, el 12 de abril de 1854, quien le manifestó que el Pontífice celebraba su llegada, "... pero que siendo la semana tan ocupada, sentía no poder recibirlo, sino después de Pascua".

            En Europa, López acordó la venida al Paraguay de técnicos, profesores y artistas, así como también concretó la adquisición de máquinas varias. Contrató igualmente la venida de colonos franceses y en Londres adquirió un barco de guerra, el "Tacuarí", que sería la nave insignia de la Armada paraguaya durante la Guerra contra la Triple Alianza. En España intentó la firma de un tratado de paz y amistad, que no pudo concretarse.

 

 

 

            EDUARDO AUGUSTO HOPKINS, CÓNSUL E INDUSTRIAL

 

            La vinculación de este ciudadano norteamericano con el Paraguay comienza cuando ofrecía al presidente López su mediación en la guerra que el Paraguay sostenía con Buenos Aires. Posteriormente Hopkins fue encomendado por el gobernante paraguayo para gestionar el reconocimiento de la independencia del Paraguay en Washington.

            En los Estados Unidos de América organizó una empresa con el interés de radicarla en el Paraguay, y en dos ocasiones sufrió el naufragio de sus embarcaciones con máquinas destinadas a este país. Finalmente estableció una fábrica en San Antonio, cerca de Asunción, y recibió un crédito del Gobierno.

            A raíz de algunos incidentes, las relaciones del señor Hopkins con el Gobierno paraguayo se enfriaron y se remitieron a un punto de crisis entre el Paraguay y los Estados Unidos de América. Hopkins es autor de una "Memoria sobre Geografía, Historia, Producciones y Comercio del Paraguay", publicada en "El Semanario". En este mismo periódico se informaba del "caso Hopkins" desde el número 56 al 59, en agosto de 1854, además de la pretensión del citado, Page y otros extranjeros, para que el Gobierno paraguayo levantara el monopolio de la yerba.

            A estas situaciones difíciles se sumaría el incidente con el buque norteamericano "Water Witch", cañoneado por las fuerzas paraguayas en Itapiru y cuyo comandante era -precisamente- el capitán Thomas Page.

            El presidente Carlos Antonio López canceló el exequátur de Eduardo A. Hopkins, otorgado el 29 de octubre de 1853, "... por los desafueros y los bruscos ataques que ha perpetrado, y sigue cometiendo contra las autoridades nacionales el indiscreto Mr. Eduardo A. Hopkins, cónsul de Norteamérica, con la República", según el decreto pertinente del Gobierno.

 

 

            TRATADO BERGES - PARANHOS

 

            El Gobierno brasilero no había aceptado el Tratado López-Ferreira de Oliveira. Con intenciones de buscar una solución a las cuestiones de límites entre ambos países, el Gobierno paraguayo envió a José Berges como ministro plenipotenciario para discutir con Paranhos sobre las desavenencias que planteaba el tratado. En esta ocasión y mientras transcurría el año 1854, tampoco se pusieron de acuerdo sobre la demarcación de las fronteras. Debido a este inconveniente, la cuestión de los límites entre el Paraguay y el Imperio del Brasil quedaría aplazada por seis años más.

            Dos años después, en Asunción, Francisco Solano López y Paranhos firmaban una Convención fluvial ampliatoria, y por medio de un protocolo quedaba reconocido que "... el límite entre ambos países era la Bahía Negra".

 

            TRATADO CON ARGENTINA

 

            El tratado de límites firmado con la Argentina en 1852 encontró desde un primer momento mucha oposición, hasta que en el Congreso celebrado en Paraná, en 1855, fue rechazado el Tratado Varela-Derqui. Ante esta situación, el Gobierno argentino buscó iniciar nuevas negociaciones con el Paraguay y para el efecto envió al general Tomás Guido.

            Reunido con el presidente López, ya no hubo ningún acuerdo ante las excesivas pretensiones planteadas por la Argentina. Este país pretendía las misiones orientales y todo el Chaco. Ante la situación también se resolvió prorrogar el estudio de los límites con la Argentina por otros seis años.

 

            CONGRESO NACIONAL EXTRAORDINARIO

 

            Este Congreso Nacional General Extraordinario fue convocado para reformar la ley del 13 de marzo de 1844. Para integrarlo, los cien diputados electos debían ser "...ciudadanos, propietarios, de probidad, buena fama y goce de todos los derechos civiles". Los ciudadanos "de todo fuero" podían ser candidatos a la Presidencia de la República desde la edad de treinta años.

            La expresión "de todo fuero" infería que no se requería ser exclusivamente civil. El candidato podía ser militar y hasta sacerdote. Mediante un pliego reservado depositado en una oficina pública, el Poder Ejecutivo podía designar a la persona para la Vicepresidencia de la República "...en los casos prevenidos en el artículo 5° del título 4°" de la mencionada ley. Este artículo establecía: "En caso de enfermedad, ausencia del Presidente o mientras se proceda a nueva elección por su muerte, renuncia o por otra causa, el Juez Superior entrará a ocupar el mando con calidad de Presidente la República".

            La finalidad de esta modificación estaba clarísima: el Presidente de la República se sentía enfermo y, al establecer la enmienda de los artículos señalados, se abría la oportunidad para que el general Francisco Solano López -que era militar y estaba por cumplir treinta años -ocupara la Presidencia de la República.

 

            PRUDENTE ABSOLUTISMO PARA ALCANZAR LA LIBERTAD PAULATINAMENTE

 

            Cuando las conversaciones mantenidas con los emisarios del Gobierno de Buenos Aires Manuel Belgrano y Anastacio de Echevarría, unas décadas atrás, el Dr. Francia se había mostrado abiertamente republicano, pero señalaba lo mal preparados que estaban los pueblos sudamericanos para disfrutar de la libertad. Decía el dictador que era "... inaplicable para América española el régimen de la libertad en toda su extensión".

            El Supremo del Paraguay reafirmaba esto al regalar a los diplomáticos argentinos citados una historia manuscrita del Paraguay y un retrato grabado de Franklin.

            "En este momento -les dijo en relación al prócer norteamericano- este es el primer demócrata del mundo a quien debemos imitar (...). Dentro de cuarenta años puede ser que estos países tengan hombres que se le parezcan, y solo entonces podremos gozar de la libertad, para la cual no estamos preparados hoy".

            Las ideas franciscas relativas a la concesión paulatina de la libertad se proyectaron a don Carlos Antonio López cuando, en el Congreso Nacional realizado en el año 1854, expresaba: "Qué grande y difícil, pero gloriosa, es la empresa y tarea que el Gobierno os propone. Para emprender y obtener la regeneración de la República no basta el valor de emprenderla; se necesitan paciencia, perseverancia, un patriotismo generoso y una confianza nacional".

            Pero a la falta de libertad política se sumaba día a día una mayor participación estatal en el comercio y en la industria. El Estado adquiría y vendía casas y campos, monopolizaba y se declaraba propietario de todos los bosques de madera útiles para la construcción naval, de los yerbales, así como también de los minerales que podía contener el subsuelo, por más que tales yacimientos estuviesen en una propiedad privada. No obstante, se señalaba en páginas anteriores que tales disposiciones habían surgido para financiar -aunque sea en parte- el costo de la guerra llevada a Rosas, a principios de 1846. Pero tal medida, con una vigencia prevista mientras durara la guerra, ya no fue derogada durante el gobierno de los López.

            El Estado tenía entonces el monopolio de la explotación y exportación de la yerba mate y de la madera, así como vendía ganado vacuno y equino de las Estancias de la Patria. Más tarde estableció el servicio de transporte ferroviario, creó la flota Mercante del Estado, explotaba minas, fundiciones de hierro, arsenales y ejecutaba otras actividades más, dejando escaso margen a la actividad privada.

 

            ACCIONES DEL ESTADO EN EL COMERCIO LOCAL

 

            Benito Varela, colector general, comunicaba al comandante de Curuguaty que todas las personas que tuvieran contrato para beneficiar yerbales del Estado debían vender la yerba obtenida únicamente a este. Es decir: al Estado. Así mismo, informaba que los «ranchos» reservados por el Gobierno para el beneficio de la yerba mate serían controlados directamente por las autoridades correspondientes. El Estado también adquiría cueros.

            La tesorería del Ministerio de Hacienda pagaba la suma de 57 pesos, 5 reales plata, 54 pesos billetes a 27 carniceros que le vendieron 280 cueros frescos de macho y 222 de hembras, "para la curtiduría de la Recoleta".

 

            EL 50% DE LA PRODUCCIÓN DE YERBA

 

            El italiano Miguel Ángel Queirolo solicitó beneficios en la yerba en los minerales de Caaguazú, en el lugar conocido como Ñuay, y vender por su cuenta para consumo dentro del país. Este trabajo debía realizarlo con un capataz y dieciséis peones vecinos y tres peones armados para protegerlos. El presidente López le otorgó la concesión con la condición de vender al Estado la mitad del producto del beneficio. De este trato debía tomar razón el colector general y presentarse en la Comandancia de Villa Rica para el trámite de rigor.

            La relación de estos procedimientos no es sino una muestra del fuerte estatismo que entonces imperaba, a lo que se sumaban medidas políticas contra los adversarios del Gobierno. Para los que no se avinieran a las indicaciones del sistema se imponía el decomiso o las confiscaciones de mercaderías. Como ejemplo de cuanto se afirma puede citarse el caso de Ildefonso Machaín y su pariente Isidoro Recalde, quienes sufrieron la pérdida de 600 arrobas de tabaco ya cargados en un buque para ser exportados, "... no pudiendo tolerarse que esos traidores y sus parientes reporten ningún lucro en este país, mientras se ocupan de ajar, ultrajar y calumniar a la República y a su Gobierno con pasquines y remitidos cargados de improperios y atroces calumnias que hacen circular en el exterior y en esta ciudad llevando su traición al extremo de pifiar la independencia nacional y de llamar a las naciones extranjeras para que vengan con sus cañones a destrozar a la República y destruir su Gobierno".

            Los acusados habrían solicitado -o sugerido- que el ejército "rosista" invadiera el Paraguay. El 18 de setiembre de 1851, a pocas semanas del auto de confiscación mencionado, los señores Carlos Loizaga y Fernando Iturburu pidieron a Juan Manuel de Rosas la reincorporación de la "Provincia del Paraguay" a la Confederación Argentina, y proponían "... una expedición de dos mil hombres que marchase silenciosa y rápidamente por el Chaco hasta Asunción", y se ofrecían los firmantes para integrarse entre los invasores. Ya entonces se acentuaba una oposición que en el interior del país se expresaba con panfletos y comentarios adversos, sobre todo en los círculos familiares, y que se podía tener la seguridad de no ser denunciados. Como los emigrados paraguayos en Buenos Aires descendían de familias dedicadas al comercio, en la mayoría de los casos, se sentían perjudicados con el sistema de comercio que había establecido el Dr. Francia y era continuado por Carlos Antonio López. Hasta la sal vendía el Estado. El ministro de Hacienda Mariano González enviaba al comandante de Concepción una partida de "... cien arrobas cuatro libras de sal" para que -según expresaba el documento- "...venda usted al vecindario de esa Villa a un real menos del precio corriente a que se vende este artículo". No sabemos si el Gobierno quería beneficiar a los vecinos de Concepción o buscaba realizar negocios, ofreciendo la sal a un precio menor.

            Y mientras el presidente López trataba de destruir al resto de la oligarquía mercantil, se identificaba con la masa campesina. Con motivo de haberse realizado el cambio del juez comisionado de Laureles se había realizado un inventario que daba cuenta -entre otros bienes estatales de lo que allí existía: "Dieciséis bueyes del Estado, resto de veintiséis tamberos destinados por el Sr. comandante de la Villa de Pilar al servicio de los pobres labradores, y para los servicios públicos que se ofrecieran en el partido, dándose razón de los diez que faltan, de que dos existen en el ejército y ocho muertos de las pestes introducidas al ganado".

 

 

            MONEDA Y CRÉDITO

 

            La primera moneda nacional fue acuñada en el año 1845, de acuerdo a lo dispuesto en el Congreso Nacional Extraordinario reunido el 25 de noviembre de 1842. Hasta entonces solo circulaban monedas españolas y bolivianas hasta que el empleo de estas últimas fue finalmente vedado.

            Las primeras monedas acuñadas alcanzaron 2.880.000 unidades, eran de cobre y de un valor de 1/12 (un doceavo) de real. El papel moneda se emitió en el año 1847, e inicialmente encontró bastante resistencia de parte del público, que no lo quería aceptar. El Gobierno empezó entonces a cobrar los impuestos en un 50% en moneda metálica y el otro 50% en papel moneda. De la misma forma pagó los sueldos y las adquisiciones del Estado a fin de popularizar el uso del papel moneda.

            El mismo Gobierno concedía préstamos a las personas que los solicitaban, a falta de entidades bancarias o de créditos. La Colecturía General otorgaba estos préstamos, bajo buena fianza, a las personas que deseaban dedicarse al comercio o a la industria. Los mismos se concedían con un interés del 8% anual, tanto a paraguayos como a extranjeros.

 

            EL VALOR DE LA ONZA DE ORO

 

            Como resultado del reconocimiento de la independencia por el Gobierno de la Confederación Argentina y de la libre navegación del río Paraná, y en vista "... de la crecida introducción en la República de onzas de oro", y por la dificultad de transacciones menores por falta de monedas menudas, como así también debido a la fluctuación del valor de la onza de oro en los países vecinos, fijó el Gobierno su valor en 16 pesos fuertes.

 

 

 

PERÍODO INDEPENDIENTE: 1811-1864

(continuación)

ALREDO VIOLA

LA HISTORIA DEL PARAGUAY - ABC COLOR

FASCÍCULO Nº 16 - CAPÍTULO 10

Asunción – Paraguay

2012

 

 

 

             AUMENTO DEL PRECIO DEL CUERO 

 

            En vista del aumento que había alcanzado el precio del cuero vacuno, por lo que muchos campesinos sacrificaban sus lecheras y bueyes con grandes perjuicios para su sostenimiento y el de sus familiares, el Gobierno decretaba que los jefes de urbanos y los jueces de paz de la campaña "... estén a la mira de que los labradores no vendan bueyes ni lecheras que les hagan falta para los fines indicados". Esta determinación se habría originado por el aumento de la producción de yerba que necesitaba de cueros vacunos para sus envases en tercios. El auge de la demanda y la producción consecuente de yerba para la exportación también fueron motivados por el reconocimiento de la independencia del Paraguay por parte de la Confederación Argentina.

 

 

            PROHIBIDA LA VENTA DE TIERRA A LOS EXTRANJEROS

 

            Ante el descubrimiento de algunos casos de contrabando en las costas "de abajo" (sur del país) y de algunos asomos contra el orden público, Carlos Antonio López dictó un Decreto del que se transcriben los siguientes artículos:

            "9°. Queda privada la venta de tierras a extranjeros hasta otra disposición".

            "10° Es preferido el derecho del Estado a la compra de tierras ribereñas en los casos de intentarse la enajenación".

            Y en el artículo 12° se establecía que "... todo extranjero que tenga tierra legítimamente adquirida, pero sin posesión judicial bajo deslinde, mensura y amojonamiento, solicitará en el Gobierno estas diligencias, acompañando sus instrumentas, dentro de seis días...". Otro artículo establecía que "... cualquier compañía, sea industrial o comercial, será aceptada en la República, presentándose en el Gobierno el interesado en la firma de estilo y hallará la protección que convenga". No solo se expandían la ganadería, la agricultura y el comercio. También se deseaba el asentamiento de industrias en el país. Cada día crecía más la intervención del Estado en la producción, en el arriendo de las tierras públicas y en la compra o venta de las mismas. Aumentaría mucho más en los próximos años con la construcción del sistema ferroviario, la flota mercante y otras empresas estatales.

            Y en la medida en que crecía dicha intervención, aumentaban las críticas de los liberales paraguayos emigrados, principalmente radicados en Buenos Aires. Por medio de un decreto, el presidente López prohibía que los arrendatarios de tierras públicas extrajeran madera de construcción naval o civil. Que podían usar las maderas de inferior calidad para el consumo familiar, como leña.

            Este decreto se dictaba con la intención de cumplir las disposiciones de otro, firmado el 2 de enero de 1846, por el que se reservaban como de propiedad estatal todos los lotes de madera de construcción naval y yerbales naturales existentes en tierras no pertenecientes al Estado.

            En ocasiones, como en el caso de la venida de Pedro Ferreira de Oliveira y ante la inminencia de una guerra con Brasil, muchas personas fueron movilizadas, y entre ellas los arrendatarios de tierras públicas, quienes, en estos casos, eran exonerados del pago de sus obligaciones.

 

 

 

            OTROS NEGOCIOS DEL ESTADO

 

            Juan Antonio González, vecino de Carayaó, solicitaba comprar del Estado una partida de "... doscientas cincuenta yeguas por punta y dos caballos". López remitió el pedido al colector general, quien vendió los animales solicitados de la estancia estatal de Gazory "... en 332 pesos, 4 reales". Por el alquiler de los terrenos de Tabapy (hoy Roque González de Santa Cruz), secularizados de la orden dominica mediante un decreto del Dr. Francia, percibió el Estado la suma de 872 pesos, 1 real, "ya descontada la comisión del recaudador". Vigas y yerba se entregaban al Estado, en reiteradas partidas, por parte de los beneficiadores habilitados.

            Como oposición al estatismo del Gobierno paraguayo, los connacionales emigrados fundaron el 2 de agosto de 1858 la "Sociedad Libertadora de la República del Paraguay, entidad de carácter político revolucionario", según lo publicaba "El Grito Paraguayo", redactado por el escritor chileno Francisco Bilbao. En otros diversos periódicos editados en Buenos Aires se atacaba al sistema político-económico vigente en el Paraguay.

            Sin embargo, el presidente López tenía algunos periódicos a su servicio, y en Buenos Aires, Paraná y en Europa, a algunas prominentes personas que defendían los intereses del Paraguay. En la ciudad de Paraná, el "Nacional Argentino" reproducía de los artículos de "El Semanario" algunas publicaciones relativas a las cuestiones del Paraguay con los Estados Unidos. Para el pago de esas publicaciones el presidente López enviaba letras de cambio al cónsul del Paraguay en Paraná, "...para que cobre su valor y vaya abonando al editor del Nacional Argentino".

 

Teniente Andrés Herreros, trágicamente fallecido

- con otros 23 marineros - durante la campaña de Mato Grosso,

al inicio de la Guerra.

El hecho acaeció en Dourados, al explosionar un polvorín.

 

 

            LA PRENSA LIBERAL DE BUENOS AIRES ATACABA AL SISTEMA POLÍTICO Y ECONÓMICO DEL PRESIDENTE LÓPEZ

 

            "El Orden" de Buenos Aires expresaba que el Paraguay "...continuaba regido por una dictadura suspicaz y aletargada por el monopolio oficial", y que, de acuerdo al diario oficial de Asunción, el Gobierno había exportado 7.022 arrobas de yerba. Esta cantidad era la mitad de todo lo negociado en el mes de abril. "La tercera parte del tabaco y la mitad de la madera exportada han sido también por cuenta del monopolio oficial... ", se leía en el mencionado diario, que añadía que el presidente López tuvo entredichos con el cónsul francés por los conflictos derivados de la instalación de la colonia Nueva Burdeos. De la misma manera, según "El Orden", había problemas con el cónsul norteamericano, con el comandante del "Water Witch" y con el encargado de negocios del Brasil.

            Dos días después, el mismo diario bonaerense expresaba que "La Tribuna", diario liberal de la misma ciudad, levanta su voz "... para defender a la República del Paraguay de los ataques injustos y exagerados que le hacemos por falta de conocimiento en la apreciación de los hechos". En respuesta a esto, aclaraba "El Orden" que no se atacaba al Paraguay, pues "...nosotros hemos lanzado la primera piedra contra la dictadura que la oprime y el monopolio que la empobrece". También "La Prensa" de Buenos Aires calificaba de "eudal" al gobierno de Carlos Antonio López, por "...monopolizar su comercio hasta el grado de poner precio a los artículos".

            Agregaba además que el tirano del Paraguay, indolente hasta la exageración, vio "durante más de 40 años las desgracias de sus hermanos sin conmoverse". Se refería a las guerras civiles del Plata.

            Los periodistas de "La Prensa", liberales como sus mentores, no veían el crimen económico que se había cometido contra el Paraguay con los asaltos, robos, impuestos e iniquidades de todo tipo a lo largo de la Colonia y del período independiente, y especialmente las dificultades impuestas al tránsito fluvial en toda la extensión del río Paraná. Antes que un autoaislamiento, el Paraguay sufrió un verdadero bloqueo que le causó un inmenso daño no solo económico, sino también social y cultural.

            "La Prensa", por ejemplo, se manifestaba "dolida porque el primer barco que tuvo el dictador López le puso de nombre Tacuarí". Recórrase la historia -decían- y "...se persuadirá que hasta en eso muestra (López) el odio a Buenos Aires".

 

            OTRA VEZ INSISTE ACERCA DEL MONOPOLIO DE LA YERBA EN EL PARAGUAY

           

            "El Nacional" transcribía un artículo del periódico inglés "Morning Post" del 7 de setiembre de 1857 en el cual se consignaba la noticia del arribo a Londres del vapor paraguayo "Río Blanco", y que el Paraguay estaba "...política y socialmente aislado del resto del mundo por la política antiliberal de Francia" y que "... estaba reservado al ilustrado gobierno del presidente López (...) poner al país en comunicación directa con la Europa".

            "La Tribuna" -por su parte-, con el título de "Ejecuciones en el Paraguay", informaba que habían sido fusilados Gregorio y Teodoro Decoud, acusados de haber intentado realizar un motín para asesinar al presidente López. Este periódico citaba una larga lista de supuestos cómplices.

            Luego de la muerte de don Carlos Antonio López, la campaña periodística contra el Paraguay siguió durante el gobierno de Francisco Solano López.

           

            EL PRESIDENTE NORTEAMERICANO BUCHANAN ES AUTORIZADO POR EL CONGRESO NORTEAMERICANO A ENVIAR UNA ESCUADRA AL PARAGUAY

 

            Debido a los incidentes con el cónsul Hopkins y el cañoneo al "Water Witch" el presidente norteamericano James Buchanan fue autorizado por el Congreso de su país para iniciar una demanda al Gobierno paraguayo, "...con espíritu firme, pero conciliador". Si fuera preciso, debía reforzarse la reclamación con la fuerza.

            Fue comisionado para el efecto el Sr. James B. Bowlin, quien debía reclamar una indemnización por los daños sufridos por la compañía de Hopkins, obtener las excusas del Gobierno paraguayo por el ataque al "Water Witch" e indemnizar a los parientes de un tripulante de esta nave, muerto por el cañoneo de las fuerzas paraguayas.

            Una poderosa armada compuesta de diecinueve embarcaciones de guerra debía reforzar las pretensiones de los Estados Unidos de América. Ya surta la flota en aguas del río Paraná, en la capital de la Confederación Argentina se llevó a cabo una conferencia entre al presidente Urquiza, el canciller Tomás Guido y el comisionado Bowlin. Este no aceptó la mediación que le había ofrecido Urquiza, pero estaba dispuesto a aceptar los buenos oficios del presidente de la Confederación Argentina.

            La escuadra norteamericana avanzó hasta detenerse en la confluencia de los ríos Paraná y Paraguay, pero solamente una embarcación entró en aguas paraguayas para conducir hasta Asunción al comisionado Bowlin y al comodoro Shubrick. Las negociaciones del primero con el Presidente del Paraguay permitieron llegar a un acuerdo.

            El canciller Vázquez y Bowlin firmaron un tratado de amistad, comercio y navegación por el cual se permitía "...la navegación del río Paraguay hasta los dominios del Imperio del Brasil". Los signatarios de este tratado también acordaron una convención que guardaba relación con la reclamación de la United States and Paraguay Navigation Company, la empresa de Mr. Hopkins. Para el efecto debía reunirse en Washington una comisión de árbitros. A su vez, el Paraguay debía entregar "... una carta, explicaciones y excusas por la cuestión del Water Witch".

            Para indemnizar a los parientes del marinero muerto en el "Water Witch" el Paraguay entregó 10.000 dólares. Para este efecto, acudió José Berges a Washington como comisario para tratar los asuntos de la mencionada convención. En representación de las Estados Unidos de América lo hizo Cave Johnson, quien finalmente no concedió ningún derecho a la United States and Navigation.

 

            EL PACTO DE SAN JOSÉ DE FLORES

 

            El canciller de la Confederación Argentina Tomás Guido, que había acompañado al presidente Urquiza durante la misión de buenos oficios en busca de la solución de los problemas entre el Paraguay y los Estados Unidos de América, permaneció unos días más en Asunción y buscó la alianza del Paraguay con la Confederación Argentina ante "... la inminente lucha con Buenos Aires". El Presidente paraguayo no aceptó este pedido, aunque el mismo fue reiterado por el ministro de Relaciones Exteriores de la Confederación, enviado por Urquiza.

            Sin embargo, el Gobierno paraguayo ofreció poner a disposición de la Confederación "...cuatro vapores para el pasaje y transporte de tropa". Finalmente, Carlos Antonio López ofreció la mediación paraguaya, que fue aceptada. Para cumplir tan honrosa función fue nombrado Francisco Solano López, quien fue aceptado tanto por la Confederación como por Buenos Aires.

            Las bases presentadas por el mediador paraguayo guardaban relación con la integridad nacional argentina, la convocatoria de un congreso y otros puntos más. El pacto entre ambas fuerzas, luego de que los soldados de la Confederación vencieran en Cepeda, fue firmado en San José de Flores.

            Se destacó el aporte del mediador paraguayo, cuyo triunfo fue detener la guerra civil argentina. "Para el Paraguay -afirmó el Dr. Julio Cesar Chaves- fue fatal que la unidad argentina se consolidase tomando como base el centralismo porteño, y no la corriente del litoral a la cual estaban ligados nuestra suerte y nuestro destino".

            El representante del Gobierno paraguayo, no obstante, recibió el reconocimiento y la admiración de los dirigentes políticos argentinos, ya que con su feliz actuación se dio término, aunque sea temporalmente, al enfrentamiento entre la Confederación y el Gobierno de Buenos Aires. "La Tribuna" de Buenos Aires, que respondía a la causa paraguaya, comentaba que desde el instante en que se iniciaron las negociaciones, el general López se desempeñó activamente y que se manejó "...con una independencia de carácter y lealtad de proceder que le honra muchísimo (...) y el pueblo (de Buenos Aires) agradece de corazón sus generosos esfuerzos en obsequio de la quietud y reposo de la República Argentina".

           

            LAS RELACIONES PARAGUAYO-BRITÁNICAS

 

            En febrero de 1859, la Policía paraguaya descubrió una conspiración contra la vida del Presidente. Participaba también del grupo conspirador, aparte de los fusilados hermanos Gregorio y Teodoro Decoud, el Sr. Santiago Canstat. Durante aquellos tiempos este ciudadano realizó varios viajes al Paraguay con pasaporte uruguayo.

            El cónsul de Gran Bretaña Charles A. Henderson, ante el pedido de garantías de Canstat, reclamó al Gobierno, y este le contestó que informaría directamente al gobierno británico. Henderson también se comunicó con su gobierno "...refiriendo las cosas a su manera". El gobierno paraguayo entregó su pasaporte al Sr. Henderson -hecho que significaba, lisa y llanamente, una expulsión- y a este incidente se sumó el hostigamiento al buque "Tacuarí" que traía de Buenos Aires al general López, concluida su gestión como mediador con la firma del Pacto de San José de Flores. Ante esta agresión, tuvo que regresar López a Buenos Aires, ciudad en la cual presentó un reclamo. Luego continuó su viaje por tierra, hasta la ciudad de Paraná, y de allí -ya en barco- pudo finalmente arribar a Asunción.

            Para buscar una solución a esa enojosa cuestión, el Gobierno del Paraguay designó a Carlos Calvo encargado de negocios ante los gobiernos británico y francés, quien suficientemente asesorado presentó su alegato al canciller británico lord Rusell. Este se mantuvo inicialmente inflexible, aunque después desaparecieron las diferencias y las relaciones fueron restablecidas.

 

 

            LA FUNDICIÓN DE HIERRO DE YBYCUÍ

 

            Ya desde el año 1850 se venía trabajando activamente en la instalación de la fundición de hierro en Ybycuí. El comandante Prudencio Silvero comunicaba al presidente López que no había novedad con la tropa de la guarnición del establecimiento.

            El primer director fue el ingeniero Guillermo Godwin, cargo que en 1851 ocupara el Sr. Augusto Liliedat. Este informaba al presidente López sobre los trabajos realizados desde el 20 de julio al 1° de setiembre de 1853, período en que se había arreglado el muro de la represa del arroyo, se habían levantado tres casas y se fabricaron máquinas para producir adobes. "En plena actividad se trabaja en la construcción de la fábrica, y la gente sigue muy bien y con toda puntualidad en su trabajo", concluía dicho informe. El personal de la fundición lo componían empleados y presos comunes. Estos prestaban servicios durante su condena, pero al concluirla podían continuar trabajando en el lugar con una paga mensual. En el año 1854 se contabilizaban noventa y dos presos-obreros "... que hacen los trabajos en este establecimiento, se conducen con puntualidad, excepto once de ellos indispuestos que se hallan en cura".

            En diversas comunicaciones iban señalándose otras realizaciones. Por ejemplo, se informaba que estaban por concluirse la rueda de agua, varias bocinas para los hornos y las máquinas para la fundición, así como también se consignaban las dificultades para la navegación que presentaban ciertos arroyos de la cercanía. La guarnición apostada en la fundición se encontraba al mando de un subteniente, Prudencio Silvero, con una tropa compuesta de un pífano, siete sargentos y 30 soldados.

            El presidente López expresaba -refiriéndose a esa fábrica- que la falta de operarios inteligentes había paralizado los trabajos que allí se realizaban. También, de acuerdo con lo expresado en un mensaje de 1851, se practicarían estudios geológicos -hecho que se concretó algunos años después- en los que se describían las posibilidades de explotación de minas de hierro, plata, zinc, azufre, azogue, plomo y oro, así como las respectivas ubicaciones de tales yacimientos en el territorio de la República.

            En una comunicación dirigida al oficial del ramo de guerra, López pedía una partida de ganado "...para el consumo de ciento setenta y tres personas ocupadas en los trabajos de este establecimiento", refiriéndose a la fundición. Esta cantidad de personas demuestra que entonces se trabajaba allí intensamente.

            Luego del retiro de Augusto Liliedat como director de la fundición, quedó encargado de la misma el teniente Elizardo Aquino, a solicitud del mismo director saliente.

 

 

            EL FERROCARRIL

 

            Mediante una intensa labor de investigación en el Archivo Nacional de Asunción, Juan Francisco Pérez Acosta aportó valiosos datos sobre el constructivo gobierno del presidente Carlos Antonio López. Expresaba este autor que el primer envío de fondos destinados a la compra de rieles para las vías del ferrocarril se realizó en marzo de 1856. Es posible que el primer pago haya sido entregado a los agentes de compra y proveedores de máquinas por el mismo general Francisco Solano López durante su estadía en Inglaterra, en 1854. El mismo se habría encargado también de contratar a los ingenieros Juan y Alfredo Blyth, a quienes se les otorgó cierta suma de dinero para la adquisición de los materiales necesarios con el propósito de iniciar la construcción del tendido de las vías. Otras remesas de dinero relacionadas con esa misma finalidad se repetirían a lo largo de los siguientes años.

            En el año 1856, en Asunción ya funcionaba el ferrocarril en un corto tramo, desde el puerto hasta la estación de "San Roque". Al respecto, el presidente López expresaba en un mensaje del año 1857: "Queda concluido y en uso corriente un camino de fierro de quinientas varas desde el Arsenal hasta la gran muralla de la ribera con el fin de facilitar los transportes del muelle y los terraplenes de los muros".

            Con motivo del viaje inaugural de tren, que llegó a Trinidad el 21 de setiembre de 1861, "El Semanario" comentaba: "Hay ciertos acontecimientos en la vida de estos mismos pueblos, ante los cuales no existen almas apáticas o indiferentes. Hay hechos en la vida de estos mismos pueblos que compendian enérgicamente la prolongada y minuciosa historia de sucesos diferentes, pero enlazados para el logro eficaz de un brillante resultado...".

            Luego de la ceremonia de la bendición del tren, el artefacto se puso en movimiento para llegar a Trinidad, lugar en el que fue recibido por una gran cantidad de personas. Las autoridades y la gran concurrencia presentes en el acto se dirigieron luego a la iglesia, en donde fue oficiado un tedeum.

            El servicio regular del ferrocarril se inauguró al día siguiente.

 

            LA FLOTA MERCANTE DEL ESTADO

 

            La determinación del presidente López de crear una flota fluvial y marítima que pudiera comunicar el Paraguay con los otros países obtuvo pleno éxito. La contratación de técnicos extranjeros, a la vez de construir embarcaciones para usos diversos, permitió la enseñanza de la profesión a muchos jóvenes paraguayos, de acuerdo a las obligaciones establecidas con los profesionales contratados en sus respectivos acuerdos con el Gobierno. Así mismo, si las necesidades lo requerían, se adquirían vapores ofertados al Gobierno.

            Un gran estímulo a la navegación significó la libre navegación del río Paraná. A partir de entonces, los puertos ubicados a lo largo del río Paraguay alcanzaron una gran actividad.

            Embarcaciones nacionales, privadas y estatales, a las que se sumaban las de los pabellones extranjeros, daban animación y colorido a los movimientos portuarios, en los que no solo se hablaba en castellano y guaraní, sino en varios otros idiomas, predominando entre ellos el italiano y el dialecto genovés.

            Distintas adquisiciones y encargos para la construcción de embarcaciones realizó el Estado paraguayo. Francisco Solano López mandó construir en Europa, "... un buque a vapor de 428 toneladas que estaba armado con dos cañones". En 1855 se compró en Buenos Aires el vapor llamado "Unión" que, una vez reparado, se denominó "Río Negro" y sirvió como correo. Fue adquirido también el "Aquitaine", el que, con el nombre de "Río Blanco", hizo flamear -en 1857- la bandera paraguaya en aguas europeas y a bordo del cual llegaron los colonos franceses destinados a poblar Nueva Burdeos.

            El primer buque construido en el Paraguay con chapas de acero, bajo la dirección de los técnicos británicos, se denominó "Yporá" y fue botado el 2 de julio de 1855.

            Con semejante respaldo profesional, las embarcaciones paraguayas que servían en el transporte de pasajeros y carga hacia los puertos del Río de la Plata comenzaron a llamar la atención por la regularidad de sus servicios y la disciplina y marcialidad de su tripulación.

 

Dres. GEORGE P. BARTON, FREDERICK SKINER, JUAN FOX,

GUILLERMO STEWART y GEORGE MASTERMANN

 

 

            LA ESCUELA NORMAL Y EL AULA DE FILOSOFÍA

 

            Con la libre navegación del río Paraná se originó en nuestro país un gran desarrollo. Al aumentar las riquezas del Estado, el Paraguay contó con medios suficientes para fomentar la educación y las artes, contratar profesores, profesionales, artistas y otras personas cuyos conocimientos pudieran ser de utilidad a los proyectos del Gobierno.

            Una de las contrataciones hechas por el general Francisco Solano López en Europa fue la del español Ildefonso Bermejo, quien cumpliera en aquel tiempo una importante labor intelectual. Educador, periodista, autor teatral y creador de la Escuela Normal -de corta vida-, Bermejo creó también el Aula de Filosofía, donde se impartían enseñanzas de gramática castellana, particular y general; lógica, historia sagrada y profana en toda su extensión, cosmografía, geometría, literatura, moral y teodicea, catecismo político, derecho civil, francés y composiciones literarias.

            El Aula de Filosofía formó a muchos jóvenes que posteriormente fueran becados por el Gobierno y a otros que formaron parte de la burocracia estatal o escribían en los periódicos de la época. Asimismo, el Seminario Conciliar de San Carlos abrió sus puertas en 1859, y cuyo primer rector fuera el padre Fidel Maíz.

            Carlos Antonio López creó un total de 435 escuelas y estableció, en algunas de ellas, la enseñanza de oficios. En esa época la educación de niñas huérfanas e hijos de padres muy pobres era costeada totalmente por el Estado.

            Muchos otros maestros enseñaban igualmente en escuelas particulares de distintos pueblos del país. Los técnicos, artesanos, artistas e ingenieros contratados estaban obligados a incluir también como aprendices a varios jóvenes, a fin de que ellos aprendieran la ciencia o el arte de sus maestros.

 

 

            CREACIÓN DEL COLEGIO SEMINARIO CONCILIAR DE SAN CARLOS

 

            En el año 1859 Carlos Antonio López decretaba: Instituimos, fundamos y erigimos (...) un Seminario Conciliar Clerical, en donde, conforme a lo mandado por el Sagrado Concilio de Trento, se eduquen e instruyan jóvenes internos y externos, de idoneidad y conducta, con la dirección del Rector, bajo las instrucciones del Reverendo Obispo Auxiliar".

            Por el mismo decreto fechado el 14 de marzo de 1859 fue nombrado rector de la flamante casa de estudios el presbítero Fidel Maíz. El año lectivo debía iniciarse el 1° de abril de 1859. La organización y funcionamiento del Seminario correrían a cargo del obispo Gregorio Urbieta, quien debía proponer además al Presidente de la República, personas de idoneidad y buena conducta para las distintas cátedras, las que debían ser obtenidas por oposición. El ya anciano obispo Urbieta desempeñó otras múltiples actividades como las que cumpliera ya en vísperas de la Guerra contra la Triple Alianza, cuando envió varias circulares a los sacerdotes de las distintas localidades del país, recomendándoles que inculcaran a la población el amor a la patria por los "... momentos difíciles que estaba viviendo el país", antes de fallecer, "... lleno de amargura", el 17 de enero de 1865.

           

            ACTIVIDADES DE OBISPOS Y SACERDOTES

 

            En su mensaje del 6 de noviembre de 1847 al Soberano Congreso Nacional, Carlos Antonio López informaba que el obispo diocesano había consagrado a "...muchos sacerdotes educados en la Academia Literaria".

            Estos religiosos fueron cubriendo las vacancias existentes por la clausura del Colegio Conciliar de San Carlos en el año 1823. Añadía el Presidente que, a pedido del Gobierno, el Papado de Roma había reducido el número de fiestas religiosas. No obstante el celo demostrado en fomentar la religión, el Gobierno prohibía, sin embargo, el uso de "... aparatos que no corresponden y ha privado a los Reverendos Obispos del dosel y la capa magna", así como de "...los repiques con que eran recibidos y despedidos" del templo. Se imponía con toda su fuerza -una vez más- el Patronato Patrio.

            El Presidente de la República en su mensaje de 1849 manifestaba a los representantes de la nación que con regularidad y esplendor se mantenía el culto público y que, tanto el obispo diocesano -designación recaída en Basilio López- como el auxiliar, una vez recibida la Bula del papa Gregorio XVI y con el exequátur otorgado por el Gobierno nacional, se dirigieron a la ciudad de Cuyabá para la consagración.

 

            EL OBISPO DIOCESANO BASILIO LÓPEZ

 

            Ya consagrados, reconocidos y en posesión del cargo, los mencionados realizaron una extensa gira pastoral, siendo visitadas por el obispo diocesano las poblaciones ubicadas al norte del país, mientras que el obispo auxiliar Marco Antonio Maíz visitaba las situadas al sur de Asunción. La gira pastoral que realizó Basilio López en el año 1857 tal vez haya sido la última. Juan Francisco Pérez Acosta menciona que en los últimos años de su vida este prelado sufrió una notable depresión física y mental por su absoluta negativa a tomar remedios y alimentos. Fue finalmente afectado por trastornos mentales hasta que falleció el 16 de enero de 1859.

            La Iglesia paraguaya perdió, con la muerte del obispo Basilio López, a un destacado orador sagrado y valioso servidor de la grey católica. Inicialmente franciscano, luego cura de Pirayú después de la secularización de las comunidades religiosas, vivió avasallado por el Patronato Patrio con escaso margen para desarrollar su labor religiosa. De la misma manera, desconfiado y absorbente, Carlos Antonio López había establecido que las disposiciones papales dirigidas a nuestro país debían contar con el pase oficial para su cumplimiento.

 

            FALLECIMIENTO DEL OBISPO AUXILIAR MARCO ANTONIO MAÍZ

 

            El 15 de mayo de 1848, en Villa Oliva y en plena gira pastoral, fallecía Marco Antonio Maíz, "... a los tres días después de haber llegado allí, ya muy enfermo", de acuerdo con lo informado a Carlos Antonio López por el vicepresidente de la República, en ejercicio entonces de la presidencia, don Juan José Alvarenga. Agregaba este en su informe que había ordenado "... que el cadáver fuera trasladado en carretilla de caballos a Asunción" y que el encargado del ramo de guerra ordene la construcción de un mausoleo en el cementerio de la Recoleta.

            En su mensaje dirigido a los honorables congresistas reunidos en 1849, Carlos Antonio López mencionaba al fallecido obispo auxiliar Marco Antonio Maíz, y recordaba que tanto este como el obispo diocesano habían visitado incansablemente casi todas las iglesias del país, y que el obispo Maíz "... ha dejado honrosos recuerdos de su celo pastoral y su carácter bondadoso".

            Durante el gobierno del Dr. Francia, el obispo Maíz pasó varios años en la cárcel.

 

            MUERTE DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA CARLOS ANTONIO LÓPEZ

 

            Después de una vida fecunda al servicio de la patria, falleció Carlos Antonio López. Con energía y laboriosidad había transformado el país.

            Sorteó múltiples dificultades y en un período de poco más de veinte años organizó un ejército que salió de las fronteras nacionales en busca de obtener el reconocimiento de quienes sistemáticamente se negaban a aceptar la independencia del Paraguay.

            Fomentó la educación en todos los niveles. Estableció los cimientos de la industria metalúrgica en el Paraguay, con la fundición en Ybycuí y el Arsenal en Asunción; construyó el ferrocarril, creó el servicio de navegación fluvial y marítimo, construyó caminos y grandes edificios de utilidad pública en Asunción así como creó nuevas poblaciones y colonias. Promovió el arte y contrató artistas de diversas áreas que al mismo tiempo enseñaban a jóvenes paraguayos en las escuelas artísticas abiertas durante su gobierno.

            El fallecimiento de don Carlos se produjo el 10 de setiembre de 1862. El padre Fidel Maíz, quien lo había acompañado en su agonía, expresó: "La historia, sin duda, comprobará, por último, que don Carlos Antonio López, cual otro Solón a los atenienses, había dado a su país, no las mejores leyes, pero sí las que más le convenían".

 

 

            EL GENERAL FRANCISCO SOLANO LÓPEZ OCUPA LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA.

 

            Las modificaciones introducidas en la "Constitución" del año 1844 se realizaron con el propósito de que el general Francisco Solano López pudiera ocupar la Presidencia de la República. En el Congreso General Extraordinario convocado para la modificación de algunos artículos de la citada carta magna se presentó un proyecto de reforma que establecía que los candidatos para ocupar la presidencia de la República podían ser "... desde la edad de treinta años, los ciudadanos de todos fueros capaces de prestar ese importante servicio a la República".

            Por medio de otro artículo se atribuía al Poder Ejecutivo la designación de la persona que haya de ejercer la vicepresidencia de la República a través de un pliego reservado y guardado en una oficina pública, ante cualquier imposibilidad del Presidente de la República para continuar en el cargo.

            De acuerdo con los cambios introducidos, al fallecer el Presidente de la República, su hijo Francisco Solano ocupó la vicepresidencia de la República. Convocó luego a un Congreso Nacional que, reunido el 16 de octubre de 1862, lo eligió presidente de la República. La decisión mayoritaria encontró cierta oposición del diputado José María Varela, quien cuestionó que la elección de Francisco Solano López iba en contra de la Constitución de 1844, que precisamente establecía que "... el Gobierno de la República no será patrimonio de una familia".

            Hecha la aclaración con respecto a este punto, Francisco Solano López fue electo presidente de la República, por unanimidad. A la noche del mismo día en que el general López asumió el cargo, "...fue aumentado el número de patrullas de caballería e infantería que recorrían la ciudad, las cuales perturbaban el sueño de la población con el ruido de las armas, arreando a planazos a la policía y a cuantos inocentes encontraban por las calles", según un testigo de aquellos sucesos, el Cnel. Juan Crisóstomo Centurión. Una vez terminado el Congreso, el Sr. Varela, quien inicialmente había objetado la candidatura del general López, así como otras personas que sustentaban las mismas ideas, fueron apresadas.

            Francisco venía a ser así el reemplazante obligado de su padre en la Presidencia de la República. Desde muy joven había estado al frente del Ejército. Participó en la campaña de Corrientes, conjuntamente con el general Paz. Organizó varios campamentos y actuó como diplomático en el Paraguay y en Europa. Fue ministro de Guerra y Marina y era hombre de mucha popularidad.

            Aunque las fiestas y serenatas estaban a la orden del día festejando la asunción del nuevo Presidente, se sentía en cambio una sorda resistencia de parte de sectores altos de la sociedad, integrados por personas de ciertos recursos económicos y de ideas liberales.

 

            REALIZACIONES DE FRANCISCO SOLANO LÓPEZ

 

            El gobierno del presidente Francisco Solano López continuó con las realizaciones de su antecesor. Extendió las vías del ferrocarril, estableció el Campamento de Cerro León, inició la construcción de cuarteles y se estableció la primera línea telegráfica del Paraguay, cuya comunicación inaugural se efectuó desde Villeta a Asunción el 16 de octubre de 1864. Igualmente, continuaban las actividades en la fundición de Ybycuí y el Arsenal, establecimiento este donde también se fundían metales, se construían y reparaban embarcaciones. Más de dos centenares de técnicos, profesores y artistas extranjeros estaban transformando el país. Edificios públicos y privados se iban levantando, destacándose en el conjunto de las casas de Asunción.

            Aumentó el número de escuelas y de cátedras libres y se realizaban, frecuentemente, funciones teatrales con la participación de artistas aficionados del país o compañías extranjeras que realizaban sus giras artísticas a lo largo de las ciudades ubicadas a orillas del río Paraná y que, finalmente, llegaban hasta Asunción.

            Se establecieron premios a los campesinos que obtenían mayores rendimientos en la producción de algodón y se iniciaron gestiones en Gran Bretaña para la compra de máquinas desfibradoras de algodón. Se importaron gusanos de seda, iniciándose así experimentalmente su cría así como la de pejerreyes, que fueron sembrados para su multiplicación en el lago Ypacaraí. En este floreciente estado de progreso se encontraba el Paraguay cuando estalló la Guerra contra la Triple Alianza.

 

            FRANCISCO S. LÓPEZ PRESENTABA A SU SANTIDAD EL NOMBRE DE MANUEL ANTONIO PALACIOS PARA OBISPO DEL PARAGUAY.

 

            En una comunicación dirigida por el presidente Francisco Solano López a Su Santidad, aquel le informaba que el finado presidente don Carlos Antonio López había acordado elegir y presentar al ciudadano Manuel Antonio Palacios para obispo coadjutor, con derecho a suceder al obispo diocesano, ciudadano Juan Gregorio Urbieta, y "...que al presente, siendo presidente de la República (...) se complace muy sinceramente a presentar a Vuestra Santidad al mencionado presbítero ciudadano Manuel Antonio Palacios". La comunicación expresaba igualmente que el citado sacerdote había sido deán de la Santa Iglesia Catedral, "...nacido en la República, de buenos padres y de legítimo matrimonio benemérito por la notoria conducta moral, sana doctrina, timorato de Dios, observador (mutilado el documento original), Santa Ley y obediente súbdito de Vuestra Santidad".

            Continuaba la nota rogando a Su Santidad, en vista del "... estado valetudinario del obispo Urbieta, y ante la gran extensión del Obispado, quiera mirar con ojos benignos esta importante grey del Señor y confirmar la elección del recomendable presbítero Palacios, que tiene la honra de presentar a Vuestra Santidad para obispo coadjutor de este Obispado, con derecho de suceder al diocesano, dignándose subsanar lo que subsanar hubiere en el proceso informativo a fin de que la Iglesia de la República del Paraguay no tenga que deplorar una nueva viudedad".

 

            CONSAGRACIÓN DEL OBISPO MANUEL ANTONIO PALACIOS

 

            De acuerdo con el acta labrada el 23 de agosto de 1863, día de Santa Rosa de Lima, "... en la dominicadécima cuarta después de Pentecostés", habiéndose reunidos en la Iglesia Catedral los miembros del Senado Eclesiástico, los curas de la capital y de la campaña, y diversas personas de la burocracia y pueblo en general, se leyó el exequátur del Presidente de la República a las Letras Apostólicas expedidas en Roma, Apud Sanectum Petrum, el 16 de marzo de 1863, en las que el santísimo padre el papa Pío IX "... instituye al Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Ciudadano Manuel Antonio Palacios, Proto Notario Apostólico Honorario y Deán del Senado de la Santa Iglesia Catedral, Obispo de Mallos, in partibus infidelium, y Coadjutor nuestro en el Obispado de la Santísima Asunción de la República del Paraguay".

            El obispo Manuel Antonio Palacios debía ocupar el cargo de obispo diocesano cuando quedara libre ese puesto. Tras el juramento del flamante obispo y en presencia de miembros del Senado Eclesiástico y de otros distinguidos miembros de la Iglesia, el obispo diocesano Juan Gregorio Urbieta lo promovió a la Suprema Orden del Episcopado, "... y le conferimos el Don de la Consagración ungiéndole la cabeza y las manos con el Sagrado óleo del crisma, le entregamos el báculo pastoral...".

            Continuó con otras ceremonias establecidas en el protocolo canónigo para este tipo de actos. Luego se labró el acta de esta consagración episcopal. La firmaron el obispo Juan Gregorio Urbieta, los miembros del Senado Eclesiástico y otros distinguidos sacerdotes.

            El Gobierno le fijó al obispo Palacios un sueldo anual de mil seiscientos pesos, que englobaba sus cargos de auxiliar y deán del Senado Eclesiástico.

 

 

            LA SITUACIÓN INTERNACIONAL

 

            Al asumir Solano López la presidencia, se encontró con que la República del Paraguay mantenía graves problemas con sus vecinos más poderosos, el imperio del Brasil y la República Argentina, tales como los de límites y los de carácter ideológico, porque, mientras en estos dos países se vivía bajo un sistema liberal, en el Paraguay estaba vigente un estricto control político y económico. Tal vez estas diferencias hayan sido las principales causas de la Guerra contra la Triple Alianza.

            Mientras tanto, el Partido Colorado del Uruguay, comandado por al caudillo Venancio Flores, iniciaba la guerra civil en su país con el apoyo del presidente argentino Bartolomé Mitre, quien un tiempo atrás, cuando la guerra civil se desarrollaba en la Argentina, había recibido, a su vez, el apoyo militar de Flores. Ante la situación, el Partido Blanco que gobernaba el Uruguay envió a Octavio Lapido al Paraguay para buscar una alianza con su Gobierno. El diplomático uruguayo debía convencer a Francisco Solano López de que Argentina trataba de reconstruir el Virreinato del Río de la Plata. Luego de presentados los planteos de Lapido, sus argumentos no fueron aceptados por López. Reiterados los mismos, el canciller José Berges se dirigió al Gobierno argentino solicitándole explicaciones. Gracias a las hasta entonces normales relaciones entre el Paraguay y Argentina, sus gobernantes se intercambiaban comunicaciones. La serie de rumores, sin embargo, fueron ahondando la desconfianza entre las autoridades y pueblos de los países vecinos al Paraguay. Se hablaba ya de una alianza brasilero-argentina.

            El Imperio del Brasil comenzaba entonces a presionar al Gobierno uruguayo por supuestos agravios sufridos por unos súbditos riograndenses con estancias en el Uruguay.

            Por dicho motivo, el consejero del Imperio Juan Antonio Saraiva llegó a Montevideo el 18 de mayo de 1864 y "... presentaba al presidente Aguirre una serie de reclamaciones sobre daños y perjuicios sufridos por los súbditos brasileños residentes de parte de los uruguayos".

            El Gobierno uruguayo contestó la nota historiando, a su vez, los daños sufridos por los uruguayos que vivían en el Brasil. "Saraiva siguió después a Buenos Aires, donde conferenció con Mitre". Entonces, ya seguro del apoyo argentino para las operaciones que proyectaba el Brasil en el Uruguay, regresó a Montevideo y presentó su famoso ultimátum, con el que amenazaba con represalias por agua y por tierra al país oriental si "... en seis días no se atendía su reclamación". El presidente Aguirre rechazó el ultimátum. Las tropas brasileras invadieron el Uruguay y a ellas se unieron las fuerzas de Venancio Flores.

            El 1° de mayo de 1864, el nuevo ministro uruguayo acreditado ante el Gobierno paraguayo recibía instrucciones del canciller Herrera para señalar al Gobierno paraguayo que la independencia del Uruguay estaba amenazada, no solamente por Argentina, sino también por el Brasil, y que solicitara al presidente López una gestión diplomática ante el Brasil. El Presidente paraguayo estaba molesto por la demora que había sufrido el buque "Paraguarí" en el puerto de Montevideo, por lo que el ministro uruguayo tuvo que dar explicaciones sin atreverse a exponer las pretensiones de su Gobierno, "En cambio se entregó, con verdadera fruición, a la tarea de sembrar en el espíritu de López amargas desconfianzas".

            Unos días después solicitaba la mediación del Paraguay entre el Imperio del Brasil y el Uruguay. Aceptó López la solicitud y envió un representante a Río de Janeiro para comunicar al Gobierno del Brasil que había aceptado mediar en el conflicto, pero el Imperio no aceptó esta mediación. Pocas semanas después vino al Paraguay el agente confidencial del Uruguay ante el presidente Francisco Solano López, Antonio de las Carreras, quien presentó al ministro de Relaciones Exteriores José Berges "... un extenso documento en el que denunciaba el concierto de la Argentina y del Brasil para atentar contra la independencia del Uruguay y del Paraguay".

            Pocos días después de conocerse en el Paraguay el ultimátum brasilero al Gobierno uruguayo, José Berges envió una nota al ministro del Brasil, en la que expresaba que el Paraguay no iba a consentir "... que las fuerzas brasileñas, ya sean navales o terrestres, ocupen parte del territorio de la República Oriental del Uruguay, ni temporaria, ni permanentemente (...), y que el Gobierno de la República considera cualquier ocupación del territorio Oriental por fuerzas imperiales por los motivos consignados en el ultimátum del 4 de este mes (...) como atentatorio contra el equilibrio de los Estados del Plata, que interesa a la República del Paraguay como garantía de su seguridad, paz y prosperidad, y que protesta de la manera más solemne contra tal, descargándose desde luego de toda responsabilidad de las ulterioridades de la presente declaración". A propósito de esta comunicación, Efraím Cardozo escribía los siguientes cuestionamientos: "¿Se justificaba la reacción del Gobierno paraguayo ante la amenaza del Imperio del Brasil de invadir el Uruguay? ¿Qué pasaría si el Brasil concretaba la amenazada invasión? ¿Cómo quedaría internacionalmente el Paraguay si ante la advertencia de la nota del 30 de agosto de 1864 no reaccionaba? ¿Midió el Mariscal Francisco Solano López la diferencia existente entre el Imperio y el Paraguay, tanto en cuanto a la capacidad de sus fuerzas armadas, potencial económico y su ubicación geográfica? " .

            Invadido el Uruguay, hubo un acuerdo entre Venancio Flores y Tamandaré, por el que el primero "... se comprometió a cooperar con las fuerzas brasileñas y a satisfacer una vez en el Gobierno, odas las reclamaciones del Imperio".

 

            LA CAPTURA DEL "MARQUÉS DE OLINDA"

 

            "El primer acto de hostilización contra el Brasil (...) fue la captura del paquete Marqués de Olinda, perteneciente a una empresa brasilera de vapores", escribió, con respecto a este grave incidente, Juan Crisóstomo Centurión. Y agregaba: "La orden de captura la dio el Mariscal López que estaba en Pirayú, operación realizada el 13 de noviembre de 1864. La embarcación, que iba con destino a Mato Grosso, fue traída de vuelta a Asunción donde fue retenida. El ministro residente del Imperio, César Sauvan Viana de Lima, pidió explicaciones sobre la detención de la embarcación. El ministro de Relaciones Exteriores José Berges le contestó excusando toda explicación sobre la materia, desde que ella debe hallarse en la nota que había dirigido a aquella legación con fecha 12 de noviembre de 1864, declarando rotas las relaciones entre los dos países". Posteriormente Viana de Lima abandonó el Paraguay mediante las gestiones realizadas por el ministro norteamericano Washburn. Antes del fin de aquel año, 1864, el Ejército paraguayo ya ocupaba algunos fuertes y poblaciones ubicadas en el Alto Paraguay.

            La "Guerra del Paraguay", la "Guerra contra la Triple Alianza", la "Guerra Grande", como fue conocida según quien la viviera o estudiara, se iniciaba. Era el fin de las interminables idas y venidas de una diplomacia hipócrita que, desde siempre, buscó la destrucción del Paraguay.

            Ahora comenzaba la tragedia.

 

 

Mapa elaborado por Félix de Azara, a pedido del Cabildo de Asunción.

Publicado en 1809

 

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Fuente digital: www.abc.com.py

Registro: Setiembre del 2012






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