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JOSÉ GABRIEL ARCE FARINA

  CIRIACO DUARTE - Por JOSÉ ARCE - Año 2013


CIRIACO DUARTE - Por JOSÉ ARCE - Año 2013

CIRIACO DUARTE

Por JOSÉ ARCE

Colección GENTE QUE HIZO HISTORIA N° 8

© El Lector (de esta edición)

Director Editorial: Pablo León Burián

Coordinador Editorial: Bernardo Neri Farina

Director de la Colección: Herib Caballero Campos

Diseño de Tapa y Diagramación: Jorge Miranda Estigarribia

Corrección: Rodolfo Insaurralde

Asunción – Paraguay

Esta edición consta de 15 mil ejemplares junio, 2013



INDICE

Contenido

Prólogo

Introducción

CAPÍTULO I

Movimiento obrero en el Río de la Plata y en Paraguay.

Rafael Barret y su aporte intelectual.

Las etapas del desarrollo gremial en Paraguay

CAPÍTULO II

Composición de las primeras asociaciones de trabajadores luego de culminada la Guerra Grande (1865-1870)

CAPÍTULO III

Biografía de Ciriaco Duarte

CAPÍTULO IV

El Nuevo Ideario Nacional - Aportes de Ciriaco Duarte

El aporte literario y periodístico de Ciriaco Duarte    

La Conferencia Antiguerrera de Montevideo, Uruguay (febrero de 1929)

El asalto a la ciudad de Encamación (1931)      

La cárcel pública y el confinamiento a Isla Margarita

Los sucesos del 23 de octubre de 1931 y la persecución desatada contra Ciriaco Duarte

Los anarquistas y la Guerra del Chaco (1932-1935)   

CAPÍTULO V

La polémica desatada entre anarquistas y comunistas paraguayos

La actuación de Ciriaco Duarte durante el gobierno del general Alfredo Stroessner y en la transición

CAPÍTULO VI

El sindicalismo libre en el Paraguay

Conclusión

Cronología

Bibliografía

Diarios y Periódicos

El autor



PRÓLOGO

La biografía de CIRÍACO DUARTE enriquece la Colección GENTE QUE HIZO HISTORIA, pues a través de la misma el lector podrá observar el desarrollo del sindicalismo paraguayo en el siglo XX.

José Arce un joven pero a la vez avezado historiador ha logrado en esta obra explicar de manera clara quién fue Ciriaco Duarte, su formación así como su ingreso a las filas del anarco sindicalismo, que era la ideología en boga entre los sectores obreros no sólo en el Paraguay sino en la mayor parte de los países hispanoamericanos.

El anarco sindicalismo se difundió a fines del siglo XIX mediante los inmigrantes españoles e italianos que se asentaron en América buscando mejores condiciones de vida, para ellos y sus familias. Debemos recordar que las condiciones laborales a fines del siglo XIX y comienzos del XX eran lamentables, que los obreros tuvieron que luchar por lograr que se respete el descanso dominical y que la principal lucha fue por la limitación de la jornada laboral a tan sólo 8 horas, pues había establecimientos que ligaban a sus obreros a trabajar hasta 16 horas diariamente.

Siendo muy joven Ciriaco Duarte se incorporó a las filas del gremialismo en su natal Encarnación, al poco tiempo ya conoció el destierro por sus críticas al gobierno de José P. Guggiari, y luego se formó en el anarcosindicalismo. Participó en la manifestación del 23 de octubre de 1931 recibiendo una herida de bala, luego de escapar del hospital fue capturado y confinado a la Isla Margarita al norte del país, para luego ser movilizado al Chaco.

Tras la finalización de la Guerra del Chaco, continuó su tarea sindical, que no sólo se limitaba a participar de reuniones, organizar a los obreros, sino que editó revistas, folletos y panfletos con el fin de instruir a los integrantes de los sindicatos y quienes se encontraban en una situación precaria laboralmente hablando, es por eso que con justicia el autor de la obra se refiere a Ciriaco como el obrero literato.

La biografía de Ciriaco Duarte muestra la vida de un hombre de condición humilde, que demostró un alto convencimiento de sus ideales. Un hombre que buscó por todos los medios a su alcance divulgar entre los obreros las ventajas del sindicalismo libre, para de esa forma lograr mejores condiciones de vida.

Herib Caballero Campos

Junio de 2013



INTRODUCCIÓN

El novecentismo paraguayo fue un periodo prolífico para las letras nacionales y la difusión del pensamiento moderno. Las grandes líneas ideológicas atracaban en los puertos y eran desperdigadas en suelo fértil, directamente desde las alforjas de inmigrantes europeos, que se llegaban a estas latitudes en busca de aventuras y mejores condiciones de vida.

Rafael Barret, un joven peninsular de gran cultura, fue uno de ellos. Al servicio de un medio periodístico argentino, cruzó el rio con el propósito de cubrir los episodios de la revolución liberal en 1904. En suelo paraguayo fue testigo de la atroz situación social y económica que padecían los trabajadores. Estos se encontraban en un total desamparo, sujetos activos de una explotación sistemática, y carentes de los más elementales derechos. Gran parte de su acometedora prosa fue plasmada en el país y junto a un puñado de luchadores anarquistas abrió la brecha por donde se zambulleron para desafiar a un sistema displicente y servil a los intereses de la oligarquía criolla.

Con el correr de los años, tras la desaparición física de Barret, otros tomaron su bandera. El sindicalismo fue asumiendo una fisonomía propia, de carácter libertario, que hizo posible la obtención gradual de importantes conquistas para la clase obrera. Esos intérpretes fueron, entre otros, Ignacio Núñez Soler, Obdulio Barthe, Cantalicio Aracuyú y Ciriaco Duarte. Duarte fue bautizado por Núñez Soler como el "obrero literato", por dedicarse al oficio de tipógrafo y al arte de plasmar en el papel la realidad de su pueblo.

Ciriaco, desde muy joven, se interesó por la educación sindical prestando una valiosa ayuda a los jóvenes obreros, asociados al Centro Obrero Regional de Encarnación, corporación en la que inició su militancia orgánica. Incursionó en el teatro popular y colaboró en un sinnúmero de medios escritos como tipógrafo y en ciertas ocasiones como redactor.

De la mano de Cantalicio Aracuyú, líder del Centro Obrero Regional del Paraguay, se adentró en el estudio de la literatura anarquista, pasión que lo llevó a prisión, al confinamiento y al exilio, sin lograr que estos apremios hagan mella en su espíritu libertario.

En una ocasión fue enviado deportado a Isla Margarita, en la frontera con el Brasil, y con todas las limitaciones del medio convenció a sus compañeros de prisión para fundar una pequeña escuela, la primera de la zona, para que agricultores y mujeres trabajadoras aprendan a leer y escribir.

El obrero literato fue un actor clave en las duras polémicas mantenidas entre anarquistas y comunistas durante la década de 1940. Sus escritos siempre apuntaron a sentar postura sobre la necesidad de despolitizar el gremialismo y evitar que cúpulas partidarias desvirtúen la verdadera esencia de la lucha sindical. Un gran aporte a la historiografía paraguaya constituye el libro El Sindicalismo Libre en Paraguay, que contiene aspectos históricos, filosóficos y anecdóticos sobre el gremialismo en nuestro país.

Deseamos compartir con el lector el testimonio de vida de un exponente del anarquismo paraguayo, el mismo que, desde sus luces y sus sombras, pretendió para los trabajadores la conquista de la democracia plena y la justicia social.

JOSÉ GABRIEL ARCE FARIÑA



CAPÍTULO I

Movimiento obrero en el Río de la Plata y en Paraguay.

Rafael Barret y su aporte intelectual. Las etapas del desarrollo gremial en Paraguay.


La historia del movimiento obrero en el Río de la Plata -de sus asociaciones y centrales sindicales- está estrechamente ligada al transcurso de las oleadas migratorias de trabajadores procedentes de Europa Occidental, como consecuencia del proceso de industrialización surgido en la Argentina desde la segunda mitad del siglo XIX. El país vecino era considerado como el granero del mundo, por las grandes cuotas de exportación de carne y frutos de la tierra al viejo continente.

El Paraguay, cuya economía dependía en gran medida de la Argentina -esto desde los tiempos coloniales-, no estuvo ajeno a la llegada de colonos europeos, quienes traían en sus alforjas, a su vez, cierta literatura combativa que pregonaba la lucha por las conquistas laborales, inspiradas por grandes teóricos europeos que acuñaron términos tan exóticos como: anarquismo, socialismo científico, materialismo histórico, y tantas otras categorías político-filosóficas. Estos conceptos eran difíciles de digerir por los obreros paraguayos tan acostumbrados a sistemas autoritarios y al duro trabajo de los obrajes y de las plantaciones, en condiciones de semiesclavitud, desde la instauración del liberalismo económico, a sangre y fuego, luego de la culminación de la Guerra Grande (1865-1870).

El Prof. Francisco Gaona, estudioso de la historia gremial y social del Paraguay, sentenció que: "Nuestro país, que marchaba a mediados del siglo XIX como un brioso corcel hacia delante (durante el gobierno constitucional de Carlos Antonio López, 1844-1862) fue convertido por la acción de la magia del capital extranjero de presa que había venido a 'liberarnos', en un insignificante cangrejo que se mueve, día y noche, hacia atrás".

El desmantelamiento del proceso autonomista paraguayo iniciado con el doctor José Gaspar Rodríguez de Francia y exterminado por las fuerzas militares aliadas en Cerro Cora (1870), significó la superación de un modelo económico y social independiente, en el corazón del Río de la Plata, de modo que el capital británico y sus deseos expansionistas se vieron libres y con acceso irrestricto en la región para cumplir con su agenda imperialista. Hasta ese entonces el pequeño Paraguay, constituyó el único país en no aceptar los empréstitos ingleses y la penetración, sin cortapisas, de su mercado con los productos manufacturados en Londres y Manchester.

Hasta 1865 nuestro país había logrado exitosamente sentar las bases de un industrialismo pujante, en cuanto al agro, con el manejo estatal de grandes extensiones de tierra y la entrega de parcelas a campesinos productores, a la par de elementos de labranza y semillas, se consiguió el reordenamiento del sistema agrario. Luego del conflicto contra la Triple Alianza, se dio lugar, nuevamente, al modelo colonial de tipo semifeudal, origen de los grandes latifundios, de la exclusión y empobrecimiento del sector campesino que, no encontrando respuestas a sus necesidades, se vio obligado a migrar a la ciudad, profundizando aún más su acentuada orfandad.

El estado de cosas fue motivo para que escritores llegados desde otras latitudes se sensibilicen y dejen constancia de tremenda situación. Las revoluciones y contrarrevoluciones fueron la constante en esta etapa de inestabilidad política. El anarquista español Rafael Barret, llegado al país en el periodo conocido como el "novecentismo paraguayo", dejó constancia escrita de su preocupación:

"El Paraguay sigue el camino de las peores repúblicas sudamericanas. Se hace política a tiros."

Ante la mala política imperante, orquestada por los mandatos de turno que se disputaban la tierra, los recursos y el poder, como leones, Barret arengó a los universitarios con la siguiente consigna:

"Universitarios que proyectáis regeneraciones, retóricos del sacrificio, abandonad esa colmena central y dispersaos por los modestos rincones de vuestro país, no para chupar sus jugos a los cálices sino para distribuir la miel de vuestra fraternidad. Talentos generosos, prosperad todavía; haceos maestritos de escuela, curitas de aldea; acudid a la simple faena cotidiana, y en las tardes transparentes, a la vuelta del surco, hablad al oído a vuestros hermanos que sufren, ¡que sufren tanto que no saben que sufren! Pero si no hay amor en vosotros quedaos en la colmena y dedicaos a la política. Vuestra solicitud sería la postrera y la peor de las plagas."

Rafael Barret (1876-1910) de origen español, ensayista, periodista y militante anarquista, nacido en España, había llegado a la Argentina en 1903. Un año después embarcó hacia Paraguay como periodista de un medio argentino para cubrir la revolución liberal de 1904. Se instaló definitivamente en el país e inició una profusa carrera literaria, dando lugar a la publicación, entre otras, del periódico Germinal, de línea anarquista, hecho que le llevo a enfrentarse con el Gobierno. Fue apresado, exiliado temporalmente y retornó al país en momentos de tregua política, esto, antes de su fallecimiento por un cuadro de tuberculosis que padecía. Influyó notablemente en el pensamiento de aquella generación combativa del 904, entre ellos, en el líder sindical Rufino Recalde Milesi, en los militantes políticos contrarios al liberalismo como Ricardito Brugada, Cayetano Raimundi e Ignacio A. Pane, más tarde, en los líderes anarcosindicalistas como Ignacio Núñez Soler, Cantalicio Aracuyu y Ciriaco Duarte.

En el folleto intitulado Mi anarquismo, Barret trasunta su matriz ideológica anarquista bajo estas palabras:

"Me basta el sentido etimológico: 'ausencia de gobierno'. Hay que destruir el espíritu de autoridad y el prestigio de las leyes. Eso es todo. Será la obra del libre examen. Los ignorantes se figuran que anarquía es desorden y que sin gobierno la sociedad se convertirá siempre en el caos. No conciben otro orden que el orden exteriormente impuesto por el terror de las armas. El anarquismo, tal como lo entiendo, se reduce al libre examen político [...] ¿Qué hacer? Educarnos y educar. Todo se resume en el libre examen. ¡Que nuestros niños examinen la ley y la desprecien!.''

El movimiento obrero paraguayo dio sus primeros pasos, cuanto a organización sindical, con las llamadas asociaciones mutualistas o de socorros, integradas por inmigrantes y trabajadores nativos, durante la década de 1880. La Federación Obrera Regional del Paraguay (FORP), surge en el año 1906, bajo inspiración de la federación argentina. Con una fuerte influencia del anarcosindicalismo, esto es, la línea política que defiende la sindicalización de los trabajadores sin la influencia directa de los partidos políticos. Propugnan la conquista del poder por métodos revolucionarios, o de acción directa, la recuperación de los medios de producción en favor de la clase obrera, la destrucción del Estado burgués y la formación de comunas libres de trabajadores bajo los principios del mutualismo y de la democracia directa o participativa. Del libro Historia Gremial y Social del Paraguay, de F. Gaona, extractamos lo siguiente, al respecto de este tema:

“Sus aristas sobresalientes fueron: porfiada defensa del salario, como consecuencia de la progresiva desvalorización del numerario; constante preocupación por la instrucción primaria, dado que el país, después de la guerra, quedó despoblado y sin escuelas. Los sindicatos obreros, al constituirse, e daban como uno de los propósitos arbitrar los medios para la creación de cursos nocturnos para enseñar a leer y escribir a los obreros y a sus hijos. Otras de las preocupaciones de estas primeras organizaciones sindicales, fue la búsqueda de la vinculación con el exterior. Tales nobilísimos propósitos, sin embargo, no pudieron concretarse en más de una ocasión, más allá de su simple enunciación, dado el carácter inestable de estas organizaciones primarias de los trabajadores, cuyas estructuras básicas las constituía el sindicato de oficio con vertical sentido corporativista."

Desde el año 1908, dada la influencia del sedicioso coronel Albino Jara que se extenderá hasta 1912 y con ella la inestabilidad política hasta el inicio de las hostilidades con Bolivia en 1932, se produce el fenómeno del choque ideológico en el seno de la clase obrera. Los militantes anarquistas debieron enfrentarse al ascenso de los socialistas, quienes plantearon una vía política diferente por la conquista de las reivindicaciones populares, incorporando la lucha por la tierra de los campesinos, por primera vez formulando una alianza entre ambos sectores.

El paro sectorial de los trabajadores, por oficios definidos, experimenta un cambio sustancial en cuanto a su concepción y proyección, en consecuencia, surge la huelga de los trabajadores, más pluralista, con la incorporación masiva de obreros, cuyo propósito es atacar la dinámica productiva como factor de presión contra las clases poseedoras. Al decir de la intelectual marxista alemana Rosa Luxemburgo, la huelga: "es el método de movimiento de la masa proletaria, la forma fenoménica de la lucha proletaria en la revolución".

Federico Engels, compañero de Karl Marx, sentenció, en una crítica al anarquista Mijaíl Bakunin, hacia 1873 que:

"En el programa bakuninísta, la huelga general es la palanca de la que hay que valerse para desencadenar la revolución social. Una buena mañana, los obreros de todos los gremios de un país y hasta del mundo entero dejan el trabajo y, en cuatro semanas a lo sumo, obligan a las clases poseedoras a darse por vencidas o a lanzarse contra los obreros, con lo cual dan a éstos el derecho a defenderse y a derribar, aprovechando la ocasión, toda la vieja organización social."

La década de 1920 es fructífera en cuanto al surgimiento de las primeras nucleaciones políticas netamente de obreros, es decir de concepciones eminentemente clasistas. Una de ellas el Partido Obrero, devenido más tarde en el Partido Socialista Revolucionario, que se presentará en los comicios para la elección de diputados de 1923, resultando electo su Secretario General, el obrero tipógrafo Rufino Recalde Milesi. Ante la reacción del gobierno liberal de Eligió Ayala, Milesi no pudo asumir su mandato, producto de una falaz maniobra política. Sin embargo, el frente común para el logro de las reivindicaciones laborales se verá obstaculizado, por la excesiva lucha sectaria al interior de los sindicatos.

Durante la revolución de febrero de 1936, el gobierno de Rafael Franco, creó un clima auspicioso para avanzar en las conquistas de los trabajadores. El movimiento obrero tomó formas propias, extiende su ámbito de acción, asume una participación activa en el debate de los grandes temas nacionales. Sus características son más integradoras, es decir, su campo se traduce en discutir los diferentes ámbitos de la problemática social, no ya, solamente, aspectos sectoriales. La militancia orgánica de los obreros trasciende a los partidos tradicionales, el sindicalismo evoluciona hacia la creación de la primera central obrera unitaria. Esta primera experiencia nos hará abandonar el puesto de furgón de cola, en Latinoamérica, en términos de lucha obrera. Desde dicha Central se propagó el ideal de emancipación nacional, del engrandecimiento y posicionamiento del Paraguay en concierto de las naciones.

Durante las dictaduras militares de Higinio Morínigo (1940-1948) y de Alfredo Stroessner (1954-1989), un sector del sindicalismo paraguayo fue víctima de la infiltración progresiva de los elementos de la dictadura que desvirtuaron la lucha sindical, sirviéndoles de sustento para la desconvocatoria obrera y para la difusión de sus programas antipopulares. Otro sector asumió formas más políticas, sufriendo persecuciones, desapariciones físicas y exilio de sus cuadros combativos. Finalmente, durante los últimos años del régimen stronista, el sindicalismo fue un importante aglutinador de las fuerzas antidictatoriales, responsable de las grandes manifestaciones sociales, de las huelgas y del fomento de las expresiones artísticas que mantuvieron en vilo al régimen stronista. Sin embargo estas experiencias no pudieron asumir formas políticas y la transición fue dirigida por los mismos personeros que apoyaron 35 años de dictadura militar.

Actualmente, el sindicalismo paraguayo se encuentra en una dura puja por superar sus contradicciones internas, el sectarismo y la dispersión de fuerzas, sumado al desprestigio de sus cuadros dirigentes, situación que no le permite ostentar una ascendencia protagónica sobre la clase trabajadora en nuestro país.



 

CAPÍTULO VI

EL SINDICALISMO LIBRE EN EL PARAGUAY

Uno de los aportes más importantes a la historiografía gremial y social de nuestro país constituye la obra de Ciriaco Duarte El sindicalismo libre en el Paraguay, editada en la ciudad de Asunción en el año 1987.

Se refiere a la obra Alfredo Seiferheld, aludiendo:

"...las luchas gremiales en el Paraguay fueron a menudo una demostración de falta de persistencia en la defensa de los ideales de la clase trabajadora. Con frecuencia, lastimosamente, muchos dirigentes obreros abandonaron las banderas de reivindicación, cediendo a temporales tentaciones políticas o a efímeros beneficios económicos, cuando no postulando directamente ideas contrarias a las que les dictaban su causa y su conciencia."

Esta obra muestra el derrotero del movimiento obrero y sindical, desde sus primeros actos de resistencia hasta la irrupción del totalitarismo en el Paraguay, y con él, la persecución de la dirigencia combativa y la instalación de líderes gremiales alineados al régimen de gobierno. El material nos ubica conceptualmente en ciertas categorías conceptuales y filosóficas, consideras claves, para entender el dinamismo de las luchas ideológicas originadas en el seno del movimiento sindical. En último lugar nos acerca el perfil de los precursores y sindicalistas que lideraron las luchas gremiales en un país tan marcado por la pobreza y la exclusión social.

Actualmente siguen en vigencia la lucha por las reivindicaciones laborales que incorporen conquistas como ser: el salario mínimo, el derecho a la sindicalización y las ocho horas de trabajos. Si en la actualidad estas demandas no son satisfechas íntegramente, durante la primera mitad del siglo XX, dichas pretensiones eran un poco menos que utopías. Ciriaco Duarte sostiene al respecto:

"Los problemas político-sociales del mundo obrero, derivan su condición de clase explotada, arrastrada de siglos atrás, sobreviviendo en base a paliativos y mejoras circunstanciales arrancadas con el esfuerzo heroico en su lucha cotidiana, ora pacífica, violentada por la resistencia capitalista y estatal a ceder ante justas reclamaciones. Y las leyes sociales de las que se benefician los trabajadores en la actualidad, si se las cumplen, sólo representan tardías legalizaciones de las conquistas obreras en el terreno de lucha directa contra el capitalismo y el Estado."

Otra preocupación discurría sobre la verdadera esencia del sindicalismo, el cual debería estar despojado de influencia político-partidarias, ya que correspondería a esta institución defender a la clase obrera, denunciar el sistema vigente de explotación, mas no, servir de plataforma a ambiciones caudillistas o de cúpula.

Para Ciriaco, el sindicato aglutina a los obreros, los mismos ocupan un estado social, una clase determinada y su situación está determinada por los gobiernos, sean estos de izquierda o de derecha:

"El sindicato como agrupación de los trabajadores se diferencia de los partidos políticos en esto: en el sindicato hay una sola condición social de hombres, los explotados; con una sola finalidad, la emancipación de esa esclavitud. Es decir, hay solo símbolo y concepto de unidad solidaria: la clase, y una sola solución: la revolución social, por medio de la lucha de conquistas reivindicativas, de la cultura y la solidaridad. Por estas razones, los trabajadores no deben ser, ni tener compromisos a un mismo tiempo, con el partido político y el sindicato. Es un dualismo fatal; el partido absorbe finalmente al sindicato, como el tiburón al pez menor."

El norte de su discurso apuntó al apoliticismo sindical, esto es, ningún tipo de influencia ideológica, partidaria o religiosa, que obstaculice o inhiba a los trabajadores agremiados en el logro de sus propósitos.

Este sindicalismo incorporó el concepto de libre, es decir, los sindicalistas no deben incorporar indicaciones políticas ni sugestiones al seno del sindicato, por el contrario, los partidos políticos deben inspirarse en las luchas sindicales y hacerlas realidad en función de gobierno o en la llanura tomarlas como compromiso. El fin último de esta vertiente sindical es la emancipación de la esclavitud, de la explotación del hombre por el hombre, del secuestro de la libre conciencia del trabajador.

Sin embargo, la orientación apolítica del sindicalismo libre no trasunta neutralidad política, desentendimiento de los fenómenos políticos, Ciriaco dice al respecto:

"El apoliticismo sindical no significa neutralismo político, sino que, la organización sindical no tiene carácter político; porque el papel del sindicato obrero es exclusivamente de carácter económico-social (de la clase trabajadora). Trasciende su actuación en lo político cuando apela a su arma defensiva, la huelga u otros medios de lucha en defensa de sus derechos, lo que generalmente conmociona la sociedad capitalista, circunstancia en que aparece el Gobierno al servicio de la seguridad de aquella, ejerciendo su potestad de interventor oficioso y autoritario. Y el Gobierno es la suprema aspiración política de los partidos, sin distinción alguna. Por eso el sindicalismo, como doctrina de organización socio-económica moderna, con su fuerza política revolucionaria propia -que son los sindicatos obreros por oficio- y su táctica de lucha de resistencia activa, históricamente, por la fuerza de los hechos, fue y debe continuar siendo, un movimiento obrero de clase, apolítico."

Otro atributo del sindicalismo libre es la autonomía en cuanto a las decisiones asumidas por el pleno en el conflicto obrero-patronal. Lejos de los arreglos de cúpula, de la burocracia interna, del degradante sistema de representación, asume la defensa de los trabajadores y proporciona soluciones amplias desde una profunda acción democrática. Estas soluciones, en forma de cooperación, de proyectos de leyes, de amplia solidaridad, están abiertas de ser compartidas con los partidos políticos para la mayor interpretación de la problemática popular.

 

 

El método de lucha es la resistencia, ésta entendida como la praxis combativa, el dinamismo permanente, la acción y el enfrentamiento pacífico contra el sistema de explotación capitalista y la paulatina derogación estatal de las libertades individuales. La resistencia es defensiva cuando el proletariado realiza la defensa de los derechos adquiridos a lo largo de la historia, de modo que no se caiga en retrocesos y olvidos. No obstante, es ofensiva, cuando se pretende conquistar nuevos derechos para el trabajador. El trato directo debe ser entre patrones, operarios y funcionarios de gobierno y los trabajadores organizados, sin mediación de partidos políticos o cúpulas directivas.

Para el sindicalismo libre la lucha debe darse en cualquier régimen político-social, sea esta una democracia burguesa o una dictadura proletaria. El escritor sintetiza la idea en el siguiente párrafo:

"En el régimen de la democracia burguesa, capitalismo y Estado son una misma expresión de intereses económicos y políticos, y en los países totalitarios, incluyendo la ‘dictadura del proletariado', el Estado es patrón y gobierno al mismo tiempo. Toda la legislación obrera suele ser poca como fundamento jurídico en un conflicto de trabajo, para una solución beneficiosa a los trabajadores. Y es que, generalmente, las leyes son interpretadas en beneficio de los que la inspiraron, las redactaron y las decretaron."

Referente a sindicalismo libre y economía los obreros deben ser instruidos en la administración y democratización de los recursos, entendidos estos como los medios de producción. El cooperativismo es la estructura a la cual debe adecuarse la nueva sociedad colectivista, con obreros organizados de acuerdo con su perfil profesional y de oficio, en comunas libres de producción que satisfagan sus propias necesidades. Es preciso prescindir de recetas que impliquen la nacionalización o estatización de tierras y fábricas, que culminen en la cesión de la administración, de dichos bienes, a una minoría burocrática.

El sindicalismo libre adhiere a la socialización, entendida como:

"...la colectivización o comunalización de bienes y del trabajo. Se organiza en base a tierra y libertad para el campesino, autonomía para las fábricas e industrias socializadas, producción de bienes para la comunidad y federación nacional de las sociedades productoras."

El socialismo de los medios de producción no debe ser confundido con la estatización planteada por el marxismo leninismo -al decir de Ciriaco-, el primero es la entrega de una actividad productiva directamente a los trabajadores organizados en cooperativa, el segundo es la regulación de dichos medios por parte de un Estado contralor, centralizado, que limita la libertad del hombre y su iniciativa de manejar en comunidad los bienes de producción. En el primer caso la culturización de la masa proletaria es fundamental, de modo a que conozcan el rol trascendental del sindicalismo y las teorías modernas del socialismo económico.

La táctica de lucha, por excelencia, del sindicalismo libertario es la huelga, entendida esta como "el maratón de la lucha obrera por sus reivindicaciones sociales". Según Barrett: "El instrumento de emancipación de los trabajadores".

En el diccionario político, publicado por la editorial PROGRESO de Moscú, la huelga es entendida como "uno de los medios fundamentales de lucha de la clase obrera y de todos los trabajadores contra la explotación capitalista y por la satisfacción de las demandas políticas y económicas."

"La huelga es el cese colectivo organizado del trabajo en una o varias empresas. Se distingue por una gran diversidad de formas: huelgas preventivas de 24 a 48 horas; huelgas escalonadas por varios días u horas a la semana; huelgas al revés, continuación del trabajo a pesar del cierre de la empresa; huelgas intermitentes, se producen de taller en taller y paralizan el trabajo de la empresa; huelga de celo, se caracteriza por el cumplimiento estricto de todas las reglas de las instrucciones de servicio en detrimento del tiempo (...) Las huelgas a menudo van acompañadas de poderosas manifestaciones y choques con la policía y tropas gubernamentales y se convierten en enfrentamientos nacionales generales contra el capital monopolista."

El autor de Sindicalismo libre en Paraguay aduce que la huelga fue una conquista del anarcosindicalismo. El arma política de la clase trabajadora tuvo que ser institucionalizada en la legislación laboral y fue asumida por casi la totalidad de las naciones civilizadas.

En otro capítulo de la obra se asienta el origen de las primeras asociaciones de ayuda mutua o mutualistas surgidas en nuestro país. Ciriaco expresa que "existe una tendencia o inclinación innata del hombre hacia la solidaridad del núcleo, para el enfrentamiento a sus necesidades de obras de beneficio social, vecinal o familiar...".

Citando a Pedro Kropotkin, en El apoyo mutuo - Factor de evolución:

"En una palabra, estudiando el proceso y la evolución del 'municipio lugareño' o gilda, de la Edad Media, no conocemos una sola raza humana, o una nación que no haya tenido su periodo de comunas lugareñas (...)La comuna rural no era solamente una unión que garantizaba a cada uno una porción equitativa de la tierra común, para el sostén mutuo, bajo todas las formas posibles, para la protección contra la violencia y para el desarrollo ulterior del saber, de las concepciones morales, así como los lazos nacionales [...] La ayuda mutua es la ley de la naturaleza y un factor de evolución."

Nuestra historia es rica en este tipo de experiencias mutualistas. Podemos tomar en cuenta a las antiguas reducciones dirigidas por los jesuitas, al modelo autonomista del Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia y de Carlos Antonio López, citando a las estancias de la patria, en las incipientes fábricas y talleres, en los altos hornos y en el trabajo industrial. En guaraní -hace figurar Ciriaco- se conoce a la ayuda mutua como "jopói", sobre todo en el campo, con la experiencia de la propiedad comunitaria de la tierra, la educación popular y la constante práctica de la solidaridad entre pobladores. No obstante, no pudieron prolongarse en el tiempo, tuvieron que enfrentarse al capital monopólico, al sistema jurídico que beneficia a los grandes tenedores de tierra y a los sucesivos gobiernos sostenedores del modelo burgués.

En 1880, nace en el Paraguay la Sociedad de Socorro Mutuo “Santa Cruz", con el fin de prestar auxilio a los más humildes, desde un enfoque de la beneficencia, sea por accidentes de trabajo, socorro a viudas y huérfanos o desamparo. En el ejemplar del diario La DEMOCRACIA, del año 1882, se rescata que:

"Hará dos años aproximadamente que unos cuántos jóvenes obreros tuvieron la buena idea de reunirse en sociedad, estableciendo un centro más o menos según otras sociedades análogas. De un principio juzgamos digno de aplauso el pensamiento que se había manifestado en ese sentido en la clase obrera y, puede decirse, entre los más humildes ciudadanos del pueblo [...] Sus estatutos consagran la protección mutua para sus miembros, no admitiendo en su seno socios que no pertenezcan a la clase obrera y del pueblo, para que haya uniformidad y fuerza en su organización. La protección mutua no es para que se facilite la ociosidad y la vagancia.

Un obrero miembro de la sociedad puede, por cualquier circunstancia, carecer de trabajo, y en este caso, la sociedad debe preocuparse, por todos los medios a su alcance de proporcionárselo, subviniendo si fuere indispensable a sus necesidades más apremiantes, por el tiempo que dure la carencia de trabajo, debidamente justificada."

Más adelante, el autor da testimonio de la creación de otras asociaciones como la de "Los Artesanos del Paraguay", la "Sociedad Cosmopolita de Socorro Mutuo", la "Sociedad Tipográfica del Paraguay" y de los primeros sindicatos, como la de albañiles, panaderos, ferroviarios, entre otros. Las primeras huelgas de trabajadores y los intentos de unidad gremial también son objeto de estudio en la obra.

Un hito en la historia gremial del Paraguay significó la creación de la Federación Obrera Regional Paraguaya (FORP), en 1906, conformada, en principio, por la Federación de Artes Gráficas, Obreros Carpinteros y Obreros Cocheros, con numerosa concurrencia de trabajadores. La convergencia de las fuerzas sindicales en una instancia de representación gremial fue patentada luego de varios intentos.

 

 

En el documento Bases de Organización de la FORP, en el punto 4º del considerando, se lee:

"Que esta sociedad lleva en su seno el germen de su destrucción en el desequilibrio perenne entre las necesidades creadas por el progreso mismo y los medios de satisfacerlas, desequilibrio que produce las continuas rebeliones que en forma de huelgas presenciamos.”

En otro pasaje del escrito se hacen patentes los antagonismos de clases, contradicciones que deben ser superadas a través de las transformaciones económicas que trasciendan “al hombre como lobo del hombre, que a su vez funde un pueblo de productores libres para que, al fin, el siervo y el señor, el aristócrata y el plebeyo, el burgués y el proletario, el amo y el esclavo, que con sus diferencias han ensangrentado la historia, se abracen bajo la sola denominación de hermanos".

La FORP fue creada a inspiración de la FORA (Argentina), en un contexto, al decir de Ciriaco, en que “tanto Buenos Aires como Asunción, pasaban por la época de la transformación de la artesanía familiar o de grupos en forma de explotación individual, a la explotación industrial".

Francisco Gaona, docente, investigador y sindicalista, realizó una dura crítica al sindicalismo libre o anarcosindicalismo por, según sus palabras: "vedar a los trabajadores el camino de la acción política, atrasando el reloj de la historia social en Paraguay", se refería a los directores de la FORP, anarquistas, quienes rehuían de la política partidaria. Eran momentos de infiltración de los partidos Liberal y Colorado en el movimiento obrero.

La detracción de Ciriaco fue en estos términos:

“Lastimosamente no le cupo ver a Gaona, ni a Recalde Milessi, ni a Ricardo Brugada (militante colorado, asesor del Centro General de Obreros), el resultado final de su escuela reformista y política, que tanto lamentó haber sido combatida, y que después de desembocar en un intento socialista liderado por Recalde Milessi, apenas definido ideológicamente, cayó escamoteada por el mismo Gaona, fundador y primer secretario de la Confederación Nacional del Trabajo (1936), adherida al gobierno del coronel Franco -efímera primavera política del reformismo- para luego ser arrebatada por el Partido Comunista [...] y después, la Organización Republicana Obrera, y después la Confederación Paraguaya de Trabajadores, para ser comandada directamente desde la junta de Gobierno del Partido Colorado."

La FORP fue transformada por una juventud que deseaba nuevas perspectivas de lucha social. En su lugar fue creado el Centro Obrero Regional del Paraguay (CORP), en cuyo seno militó Ciriaco desde el año 1926, específicamente en su filial de la ciudad de Encarnación.

El obrero literato se refirió a la CORP en estos términos:

"El movimiento de la CORP llenó el país, rebasando los límites de la capital, emprendió una campaña de organización que se extendió a las ciudades y poblados del interior.

Actuó en Concepción con una filial federada con el nombre de Centro Obrero de Concepción, que se extendió a todo el litoral chaqueño de los feudos tanineros; en Villarrica organizó a los obreros artesanales y de la industria del azúcar y al campesinado de los cañaverales; en Encarnación fundó el Centro Obrero de Encarnación, con todos los gremios de obreros industriales y artesanales y cuya cabeza visible, que lo recordamos con mucho cariño, fue Cantalicio Aracuyú, incansable luchador, mezcla de indio y negro que murió en el destierro; se organizaron los obreros de la industria maderera del interior y especial mención haremos de las comunidades agrarias de Maciel y Sosa, que por primera vez en el Paraguay, se pronunciaron solidarios con los ideales del anarcosindicalismo."

El CORP desplegó una intensa actividad cultural a través de dos organismos auxiliares: el Teatro Popular y el Centro de Estudios Sociales "Rafael Barrett". El arte escénico permitió el acercamiento masivo de jóvenes y adultos, en torno a temáticas referidas a La Huelga, La Tierra y El Problema Sexual.

Ignacio Núñez Soler, en Evocaciones de un Sindicalista Revolucionario, opinó sobre el espíritu que debió animar al teatro:

"El teatro debía ser instructivo y de carácter crítico en todos los terrenos, altamente dramático y penetrar en el corazón humano; por ahora se buscan obras que gusten a los retrógrados y conformistas. No enseña nada y solo sirve de pasatiempo y se aprestan a dirigir los reaccionarios que se llaman directores de teatro.

El teatro debe buscar con sus artistas otro mundo nuevo para llegar a la verdadera hermandad donde los hombres vivirán en la verdadera justicia, llegará la época de la luz, donde todo arte será de viriles idealistas que trabajarán sólo para el pueblo y no para una casta que debe pasar de moda y si somos verdaderamente civilizados, porque los débiles de espíritu son de los tiempos de María Castaña."

En lo que respecta al Centro R. Barrett, este apuntó a la difusión de su obra combativa y de autores del ámbito anarquista y de la ciencia, con la organización de grupos de lectura y debate dirigido. Se declaró apolítico y laico, sus adherentes debían guardar absoluto respeto por las ideas ajenas y practicar la tolerancia. Otra modalidad fue el de las conferencias. El lema del centro: "Nuestra meta la emancipación social, nuestro principio la instrucción".

La prensa, surgida a instancias de la Federación Obrera Regional Paraguaya, tuvo como vocero a El Despertar. Más adelante surgieron como paladines y noticieros del movimiento sindical "Germinal", dirigido por Barrett y Bertotto, El Alba, La Rebelión, Hacia EL Futuro, La Tribuna, La Protesta Humana, entre otros. Todos estos periódicos, de corta duración, surgidos entre 1906 y 1915.

En estos medios se hicieron conocer la línea de pensamiento de autores anarquistas y socialistas como: Elíseo Reclus, Kropotkin, Faure, Bakunin, y demás filósofos y escritores de relevancia de la época.

La síntesis magistral hecha por Ciriaco en los últimos capítulos tiene que ver con la evolución política de la clase trabajadora, separándola en cuatro momentos: etapa selectiva, lucha de acción directa, organización sindical de resistencia y organización federativa nacional.

En la etapa selectiva, argumenta el autor, las primeras mutuales iban tomando conciencia de sus condiciones de explotación y opresión, sin embargo, disputadas por los partidos tradicionales, con ánimo de obtener rédito político, eran desviadas de los verdaderos objetivos de la lucha social. Las huelgas esporádicas fueron desarrollándose entre 1880 y 1900.

Pronto se dio lugar a la lucha de acción directa, considerada como "la de mayor sacrificio de la clase obrera y artesanal, constituyendo la rotura del cascarón de la esclavitud consentida, aunque no legislada". No existían derechos para el trabajador, estos debían ser conquistados a través de los hechos. El primer paro obrero de magnitud fue el de los ferroviarios, en 1889, organizado contra el Estado y su oneroso sistema de descuentos y pago con bonos, en perjuicio de los operarios y técnicos del ferrocarril paraguayo.

Esta lucha de acción directa hizo posible el surgimiento de una docena de huelgas, más adelante, y el reconocimiento de nuevas asociaciones sindicales que iban tomando fuerza.

Otro punto tiene que ver con la organización sindical de resistencia; sin embargo, la palabra resistir está equiparado:

".. .al enfrentamiento pacífico, práctico, táctico y crítico al sistema de expoliación capitalista y de opresión del Gobierno. Aplicada en términos cabales, es de lucha defensiva y ofensiva; defensiva porque es necesario defender permanentemente los derechos adquiridos y ofensiva es la lucha por nuevas conquistas que signifiquen dignificación del trabajo."

Al final la organización confederal, entendida como la unión de los sindicatos de resistencia en coincidencia con un programa unificado de lucha gremial, producto de esto fue el nacimiento de la FORP.

La lucha por las reivindicaciones populares cuenta en su haber con precursores, ideólogos y mártires que dejaron constancia de sus acciones a las próximas generaciones de luchadores. Podemos colegir que la clasificación planteada por Ciriaco Duarte, en su obra citada, tiene que ver las personas que le inspiraron durante sus años de militancia y a lo largo de su vida.

El Paraguay recibió a benefactores e intelectuales europeos durante el gobierno de los López, pero por causa de la Guerra contra la Triple Alianza, se cortó un proceso iniciado de construcción de la ciencia y la cultura en nuestro país. Finalizada la contienda bélica, a finales del siglo XIX, llegaron al Paraguay intelectuales que influenciaron notoriamente en el ámbito del conocimiento y en el fortalecimiento de las instituciones. Entre ellos tenemos a Moisés Santiago Bertoni (1857-1929), sabio suizo, naturalista, botánico, amigo del geógrafo anarquista Eliseo Reclus. En sus escritos y conferencias aportó en la difusión del pensamiento social y anarquista europeo.

Pietro Gori (1867-1930), italiano, cultivó el pensamiento libertario y el socialismo, sociólogo y criminalista. Llegado al Paraguay hacia 1901, para realizar conferencias sobre el ámbito del derecho, las libertades humanas y el sindicalismo.

José Serrano y Juan Rovira, españoles, militantes del gremio de los carpinteros entre 1900 y 1916. Aportaron con sus luces en la conquista de mejoras salariales, las ocho horas laborales y el reglamento del trabajo. En el caso de Serrano, este participó en la redacción del periódico obrero El DESPERTAR.

Rafael Barrett, periodista español de gran cultura, llegado al país como corresponsal de un diario argentino para cubrir la revolución de 1904. Uno de los grandes exponentes del novecentismo paraguayo, fue responsable del periódico Germinal, en el que describió los horrores padecidos por los obreros en los yerbales paraguayos. Autor de varias obras, entre ellas, El dolor paraguayo. Organizador y asesor de sindicatos, cultivó la ideología anarquista.

Otros referentes fueron Juan Alfonso Deilla, Miguel Vila, Martín Correa, Emilio Goltz, Emilio Cabrera, entre otros.

El Sindicalismo libre en Paraguay (1987), concluye con el Manifiesto Anarquista, firmado por los Hijos del Chaco en 1892, resaltando el siguiente párrafo:

"Queremos una sociedad anárquica; que no haya poder autoritario; que la humanidad se rija con las leyes invariables y justas de la naturaleza; queremos que el hombre sea completamente libre de los demás y que obre según tenga por conveniente, sin quitar la libertad de los demás, o cambiando los términos, que la libertad de uno no tenga más límite que la libertad de todos."



CONCLUSIÓN  

Las cuatro primeras décadas del siglo XX estuvieron signadas por una gran inestabilidad política, el quiebre permanente del estado de derecho y la conculcación sistemática de las demandas laborales del sector obrero. Con este escenario los gobernantes de turno fueron incapaces de lograr que el proletariado abandone su condición de semiesclavitud a la que estuvo sometido en los campos yerbateros, en los obrajes y factorías instalados en el país y dirigidos por representantes de una feroz oligarquía. Las siguientes décadas no serán la excepción, sin embargo, la resistencia obrera alcanzará mayores niveles de organización en su lucha contra las dictaduras militares.       

Ciriaco Duarte fue hijo de ese gremialismo de los tiempos difíciles, en los que portar en las alforjas unos volúmenes de literatura prohibida o difundir en la prensa ideas contrarias al régimen constituía un crimen que deparaba la cárcel, la deportación o el destierro. La despolitización de los sindicatos fue la constante en el discurso del movimiento anarquista, era imperioso evitar que los verdaderos objetivos de la lucha obrera sean desvirtuados por imposiciones de cúpulas partidarias, sean estas de sectores tradicionales o de partidos de izquierda. Los comunistas atacaron duramente a los anarquistas que fueron blanco de las más duras acusaciones; son recordadas las polémicas suscitadas entre el secretario del Partido Comunista Paraguayo, Oscar Creydt, y Ciriaco, en torno a su interpretación del socialismo. A una acusación de traidor nuestro protagonista respondió al jefe comunista:    

"Con ese Oscar Creydt (el del Nuevo Ideario Nacional) nos quedamos todos los 'traidores', los 'nazis', los 'policiacos', como tu nos denominas a los que militamos en el campo sindical o político en Paraguay, fuera de la órbita del Partido Comunista."

Fue un convencido adversario del sistema electoral responsable de la reproducción del estado de cosas y en varias ocasional llamó al abstencionismo. Solía decir que:

"El viejo y manido argumento propagandístico está en auge: acusaciones recíprocas -trapos sucios al Sol-, promesas, compromisos de palabra o mentiras oropeladas por costosos y aparatosos medios de difusión, concentraciones, desfiles, caña, vino y carne. El resultado, sin embargo, está precocinado: van al poder con más o menos la misma responsabilidad política y en claro contubernio los cuatro partidos, bajo el comando del partido gobernante y los auspicios de la oligarquía vaquera, latifundista, industrial, comercial y bancaria... y el visto bueno del Gran Prestamista."

Autor de artículos periodísticos, cartillas y hojas sueltas sobre la problemática obrera y popular, tarea que pudo desarrollar con cierta facilidad, debido a su condición de obrero tipógrafo. Escribió el libro Sindicalismo Libre en Paraguay, el cual, sumado a Historia Gremial y Social del Paraguay del profesor Francisco Gaona y a Evocaciones de un Sindicalista Revolucionario de Ignacio Núñez Soler, constituyen un imprescindible relato sobre el desarrollo de los sindicatos y las luchas del proletariado en Paraguay.

Diversas responsabilidades le cupo asumir al frente del CORP, del Departamento Nacional del Trabajo, y finalmente en el movimiento de recuperación sindical de la Confederación Nacional de Trabajadores, asistiendo como individualidad en los procesos de conformación de las centrales independientes en los últimos años de la dictadura stronista y en los primeros de la transición.

En sus conferencias, realizadas en el seno de los sindicatos independientes, realizó duras acusaciones a las recetas económicas importadas por el gobierno de turno, carentes de un economismo con contenido social:

"Hay una verdadera avalancha de teorías desarrollistas, y estudiosos de las finanzas nos exponen sus ideas y recorren el mundo capitalista, y hasta comunista, en un variado intercambio de conocimientos, produciendo un inusitado movimiento intelectual, cuyos reflejos nos inunda, y alguna vez en forma de proyectos atrevidos que se atascan en las papeleras oficiales y otras pocas que se transforman en realidades de un progreso sin trascendencia, de finalidades mezquinas, sin sentido social y humano, sin beneficios para la colectividad y hasta, algunos, convertidos en injusticias irritantes. Hemos tenido ejemplos decepcionantes como las inversiones de los dineros de la 'Alianza para el Progreso', cuya finalidad soñada por su inspirador John Kennedy ha sido totalmente desvirtuada, con los dineros convertidos en provecho de burócratas pervertidos, irresponsables e inescrupulosos ricos, sin que se produjese la ansiada mejora del estándar de vida campesina, pueblerina y obrera, en su más mínima expresión, ni espiritual ni material."

Tras un largo retiro de la militancia se incorpora, en la década de 1980, a las tribunas sindicales, en pleno proceso de decadencia de la dictadura de Alfredo Stroessner, algunos bautizaron esa época como la "dicta-blanda". Ciriaco, junto a Modesto Alí, exsecretario general de la Confederación Paraguaya de Trabajadores, y a Jorge Urusof, se plantea la recuperación de la CPT, atendiendo a la importante concentración de masa obrera afiliada a la confederación colorada. A pesar de lo curioso de dicha acción, y ante la requisitoria de compañeros del sector sindical independiente, Ciriaco y los demás optan por continuar su camino. Era la época del surgimiento brioso del Movimiento Intersindical de Trabajadores.

Ciriaco durante la transición democrática siguió defendiendo la causa obrera y campesina. Son recordadas las crónicas periodísticas durante el año 1990, en la que el obrero literato denunciaba los atropellos de que eran objeto los líderes del campo.

Conocer su testimonio de vida es crucial para entender el intrincado acontecer social de aquel tiempo de intolerancia, de caos político y de puro idealismo en la lucha por un mundo mejor.



CRONOLOGÍA

1908- El 8 de agosto nace Ciriaco Duarte, en la ciudad de Encarnación.

1926- Con 18 años cumplidos, realiza tareas de adoctrinamiento sindical a jóvenes obreros itapuenses y se dedica al teatro popular. Culmina el curso de Perito Contador.

1930- Trabajando como obrero tipógrafo descubierto por la policía, durante los primeros meses del año, elaborando pasquines contra el gobierno de José P. Guggiari y deportado a la ciudad Argentina de Posadas. Durante su estadía tomó contacto con el dirigente del Centro Obrero Regional de Encarnación Cantalicio Aracuyú, quien le introdujo en las ideas del anarco-sindicalismo.

1930 y 1931- Colabora como tipógrafo y redactor del semanario La PALABRA, vocero de la Federación de Estudiantes Secundarios y del Nuevo Ideario Nacional. Durante su vida editará varios periódicos y hojas sueltas de contenido sindical.

1931- En el mes de febrero se produce el asalto a la ciudad de Encarnación liderado por el dirigente, en ese entonces anarquista, Obdulio Barthe, por escasas horas. Recrudece la represión del Gobierno.

1931- En el mes de febrero, Ciriaco Duarte, es confinado a Isla Margarita, en compañía de varios luchadores sociales. Los prisioneros levantan la primera escuelita rural de la comunidad.

1931- Luego de las movilizaciones antiguerreras del 23 de octubre, tras la represión y muerte de estudiantes por la guardia del Palacio de Gobierno, es herido de bala y convaleciente logra escapar del hospital en el que guardaba reposo y se refugia en la ciudad de Caacupé.

1933- Interceptado por las fuerzas policiales fue tomado prisionero y enviado a la retaguardia del Ejército paraguayo en hostilidades con Bolivia.

1941- Es nombrado delegado obrero ante el Departamento Nacional del Trabajo, durante el gobierno de Higinio Morínigo. Por ese hecho será acusado severamente por el Partido Comunista Para-guayo.

1947- Luego de la Guerra Civil del 1947 y ante el copamiento del Partido Colorado en el sector sindical se retiró de la militancia activa.

1980 a 1985- Reaparece junto a Modesto Alí y Jorge Urusof conformando el Movimiento de Recuperación Sindical de la Confederación Paraguaya de Trabajadores.

1987- Publica en Asunción El Sindicalismo Libre en Paraguay.

1989 a 1990- Actúa como conferencista, moderador e individualidad en la esfera del movimiento sindical independiente. Realiza tareas en el diario HOY.

1996- El 27 de setiembre fallece en la ciudad de Asunción.



BIBLIOGRAFÍA

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Diarios y Periódicos

El Diario.

El Orden.

La Unión.

La Tribuna.

La Palabra.

Patria.

Ultima Hora.








EL AUTOR

José Gabriel Arce Fariña, nació en Asunción, en 1978. Concluyó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de E.M.D.

Presidente Franco. Es Licenciado en Historia por la Universidad Nacional de Asunción, y Especialista en Docencia de la Educación Superior por la Universidad Católica "Nuestra Señora de la Asunción". Además cuenta con Diplomados en Educación y Trabajo por PRODEPA-OEI, y en Metodología de la Investigación Educacional, por el Centro de Formación Profesional de Santiago de Chile.

Ejerció la docencia en varias instituciones de enseñanza secundaria y ocupó los cargos de Coordinador Pedagógico en el Colegio San Ignacio de Loyola, Vicedirector de Secundaria en el Colegio Internacional, Director General del Instituto de Formación Profesional Kolping y, actualmente, Director General del Colegio Nacional de la Capital "General Bernardino Caballero". Así también, ejerció como docente de la UNA en las cátedras de Historia de Oriente, Grecia y Roma de la carrera de Historia, y de Historia de las Ideas Políticas II, en la carrera de Ciencias Políticas. También fue Asesor del Rectorado de la UNA en materia de comunicación institucional y "Enlace Parlamentario" entre el MEC y la Honorable Cámara de Senadores.

Es miembro del Movimiento Literario "Generación del 90" y de la Sociedad de Escritores del Paraguay (SEP). Ocupó la dirección de publicaciones del Colegio de Licenciados en Historia de la República del Paraguay. Sus obras publicadas son: Coloquio en Madrugada. Poesías y Cuentos: 1998-2005-, Roberto L. Petit: El joven Luchador por la Reforma Agraria (2009); Ricardito Brugada: teórico social del republicanismo paraguayo (2011); Natalicio González, el Presidente Lírico, de la Colección Protagonistas de la Historia de Editorial EL LECTOR y ABC COLOR (2011); así como de La Revolución de febrero de 1936, de la colección Guerras y Violencia Política en el Paraguay (2013).




 

 

ARTÍCULOS PUBLICADOS EN EL DIARIO ABC COLOR SOBRE EL LIBRO

 

 


CIRIACO DUARTE, UN SINDICALISTA MUY CERCANO AL PERIODISMO

Una amplia etapa histórica del sindicalismo paraguayo aflora a través de la biografía de Ciriaco Duarte, gremialista que estuvo muy cerca del periodismo nacional en varios momentos de su vida. Dicha biografía, convertida en libro por el historiador José Arce Farina, aparece hoy domingo con el ejemplar de nuestro diario. Se trata del volumen ocho de la Colección Gente que hizo Historia, publicada con la editorial El Lector.

En los viejos tiempos del periodismo “hecho con plomo”, don Ciriaco trabajó como obrero tipógrafo en medios escritos como La Tribuna, La Tarde, El Liberal, La Opinión, Colorado y Patria. Como curador y corrector de estilo incursionó hasta la vejez en el desaparecido diario Hoy. A todo esto, debemos incluir su faceta de colaborador y redactor de periódicos, folletines y volantes de carácter combativo a lo largo de su militancia sindical.

Siendo aún muy joven, volcó su talento en el semanario La Palabra. Dicha publicación se constituyó en el portavoz de la Federación de Estudiantes Secundarios, y la dirigían el doctor Máximo Pereira y Emiliano Paiva, quien años más tarde sería combatiente en la Guerra del Chaco y en la Guerra Civil Española.

Ciriaco Duarte colaboró desde los talleres gráficos y la crítica periodística, todo esto hasta la clausura del periódico por la represión suscitada en febrero de 1931.

Como redactor, se constituyó en un durísimo crítico del liberalismo y de sus hombres, incluyendo entre sus demonizados al mismísimo Eligio Ayala.

A principios de 1940 fue responsable de la edición del periódico El Obrero Gráfico, de efímera existencia a causa de la represión. Posteriormente, entre los años 1941 y 1946, ante la penetración del Partido Comunista a través del Consejo Obrero del Paraguay y el surgimiento de la Confederación de Trabajadores del Paraguay, dirigió Emancipación, con el fin de oponerse a las políticas de estos sectores mencionados.

El sector comunista cuestionó duramente el papel desempeñado por Ciriaco Duarte al frente del Departamento Nacional del Trabajo, en representación de la clase obrera, durante el gobierno del general Higinio Morínigo; cargo al que renunció en octubre de 1941 con motivo del recrudecimiento de la represión gubernativa contra sectores sindicales.

 

EL MOVIMIENTO OBRERO PARAGUAYO

El movimiento obrero paraguayo, con el que Ciriaco Duarte contribuyó copiosamente, nació luego de la Guerra contra la Triple Alianza y con la llegada de los inmigrantes rioplatenses y europeos. Estos conformaron asociaciones de socorro mutuo para aliviar las necesidades de sus asociados.

Surgieron luego fraternidades que promocionaban actividades artísticas y literarias para sus miembros. Corría la década de 1880. La primera gran experiencia de una central obrera se dio en 1906, con la Federación Obrera Regional del Paraguay, a la cual se adhirieron la Federación de Artes Gráficas, los obreros carpinteros, los cocheros, entre otros.

En plena juventud, Ciriaco Duarte se adhirió al movimiento anarquista, que junto con el socialismo tuvo gran incidencia en los sectores obreros de nuestro país.

Desde muy joven, se interesó por la educación sindical prestando una valiosa ayuda a los jóvenes obreros asociados al Centro Obrero Regional de Encarnación, corporación en la que inició su militancia orgánica. También incursionó en el teatro popular.

Publicado en fecha: 30 de Junio de 2013

Fuente en Internet: ABC COLOR DIGITAL/ PARAGUAY


Ciriaco Duarte


 

DUARTE, SINDICALISTA QUE HIZO HISTORIA

Mañana, con la edición del día, se lanza el libro sobre Ciriaco Duarte (1908-1996), quien dio todo de sí para mejorar las condiciones generales de los obreros en nuestro país. Su biografía fue escrita por el historiador compatriota José Arce Farina y forma parte de la colección “Gente que hizo Historia”, de ABC Color y editorial El Lector.

Ciriaco Duarte buscó por todos los medios a su alcance divulgar entre los obreros las ventajas del sindicalismo libre, para de esa forma lograr mejores condiciones de vida.

El autor del libro, José Arce Farina, señala que Ciriaco desde muy joven se interesó por la educación sindical, prestando una valiosa ayuda a los jóvenes obreros asociados al Centro Obrero Regional de Encarnación, corporación en la que inició su militancia orgánica. Incursionó también en el teatro popular y colaboró en un sinnúmero de medios escritos como tipógrafo y en ciertas ocasiones como redactor.

El artista plástico Ignacio Núñez Soler lo llamaba “el obrero literato”.

Publicado en fecha: 29 de Junio de 2013

Fuente en Internet: ABC COLOR DIGITAL/ PARAGUAY



LIBRO QUE REMITE A AÑOS DUROS DEL GREMIALISMO

“Ciriaco Duarte” es el título del libro que aparecerá el domingo 30 con el ejemplar de nuestro diario, en la continuidad de la Colección Gente que hizo Historia, de ABC Color y El Lector. Esta biografía fue escrita por el historiador José Arce Fariña.

Narra la vida y la obra de uno de los paladines del sindicalismo paraguayo. Muchos lo motejaron como “el último anarquista” del Paraguay. El autor habla aquí de don Ciriaco y del libro.

–¿Quién fue Ciriaco Duarte y cómo se inició en el sindicalismo?

–Fue un joven inquieto, idealista y de formación autodidacta, nació en Encarnación el 8 de agosto de 1908. Desde adolescente frecuentó la filial itapuense del Centro Obrero Regional del Paraguay, fundado por el artista plástico Ignacio Núñez Soler, de extracción anarquista.

–¿Cómo expresaba su inquietud social?

–Educó a los obreros a partir de las cartillas sindicales y los libros que le llegaban desde Asunción, a instancias de la biblioteca de asuntos sindicales Rafael Barrett, que dirigía Cantalicio Aracuyú. De profesión tipógrafo, Ciriaco, conoció de persecuciones políticas por escribir y editar periódicos contrarios al régimen liberal.

–Eran años difíciles para el sindicalismo.

–Hacia 1916 hubo en Paraguay importantes huelgas, entre ellas las de tranviarios y ferroviarios, por aumento salarial. Fueron brutalmente reprimidas. Los detenidos terminaron torturados y en algunos casos obligados a trabajar con custodia policial. Eran años de hambre y miseria para los trabajadores: muchos se sindicalizaron en forma clandestina. Parte de la dirigencia sindical fue confinada o desterrada. Las reuniones en domicilios particulares eran infiltradas por espías del régimen. Portar un pasquín contestatario era suficiente para ser detenido.

–¿Qué ocurrió con Ciriaco luego del 23 de octubre de 1931?

–Ciriaco Duarte fue herido por los personeros del régimen de José P. Guggiari. Convaleciente, logró escapar y se refugió en el interior del país. Tiempo después fue detenido y, en plena guerra del Chaco, movilizado para realizar tareas menores.

–¿Era antiguerrerista?

–Se solidarizó con la causa de los obreros y campesinos paraguayos y bolivianos que irían a la muerte para defender objetivos imperialistas. Acompañó a los jóvenes estudiantes, pero no le animaron sentimientos “patrioteros”, al decir de Ciriaco; más bien de solidaridad y de denuncia sobre los propósitos de la guerra.

Publicado en fecha: 26 de Junio de 2013

Fuente en Internet: ABC COLOR DIGITAL/ PARAGUAY

 


UN PEDAZO DE LA HISTORIA DEL SINDICALISMO, EN PRÓXIMO LIBRO

La Colección Gente que hizo Historia, de El Lector y ABC Color, presentará el domingo 30 su volumen número ocho: “Ciriaco Duarte”, de José Arce Farina. Esta es la biografía del considerado “el último anarquista del Paraguay”, y contiene buena parte del sindicalismo en nuestro país.

Siendo muy joven, Ciriaco Duarte (1908-1996) se incorporó a las filas del gremialismo en su natal Encarnación, al poco tiempo ya conoció el destierro por sus críticas al gobierno de José P. Guggiari, y luego se formó en el anarcosindicalismo. Participó en la manifestación del 23 de octubre de 1931 donde recibió una herida de bala. Luego de escapar del hospital fue capturado y confinado a la Isla Margarita al norte del país, para luego ser movilizado al Chaco.

Tras la finalización de la Guerra del Chaco, continuó su tarea sindical, que no solo se limitaba a participar de reuniones y organizar a los obreros, sino que editó revistas, folletos y panfletos con el fin de instruir a los integrantes de los sindicatos y a quienes se encontraban en una situación precaria laboralmente hablando. Es por eso que con justicia el autor de la obra se refiere a Ciriaco como el obrero literato, señala Herib Caballero Campos en el prólogo del libro que aparecerá el domingo.

La biografía de Ciriaco Duarte muestra la vida de un hombre de condición humilde, que demostró un alto convencimiento de sus ideales. Un hombre que buscó por todos los medios a su alcance divulgar entre los obreros las ventajas del sindicalismo libre, para de esa forma lograr mejores condiciones de vida.

En la introducción de su obra, José Arce Farina señala que con el correr de los años, tras la desaparición física de Rafael Barrett, otros tomaron su bandera. El sindicalismo fue asumiendo una fisonomía propia, de carácter libertario, que hizo posible la obtención gradual de importantes conquistas para la clase obrera.

Esos intérpretes fueron, entre otros, Ignacio Núñez Soler, Obdulio Barthe, Cantalicio Aracuyú y Ciriaco Duarte. Duarte fue bautizado por Núñez Soler como el “obrero literato”, por dedicarse al oficio de tipógrafo y al arte de plasmar en el papel la realidad de su pueblo.

Ciriaco, desde muy joven, se interesó por la educación sindical prestando una valiosa ayuda a los jóvenes obreros asociados al Centro Obrero Regional de Encarnación, corporación en la que inició su militancia orgánica. Incursionó en el teatro popular y colaboró en un sinnúmero de medios escritos como tipógrafo y en ciertas ocasiones como redactor. De la mano de Cantalicio Aracuyú, líder del Centro Obrero Regional del Paraguay, se adentró en el estudio de la literatura anarquista.

Publicado en fecha: 25 de Junio de 2013

Fuente en Internet: ABC COLOR DIGITAL/ PARAGUAY

 

 

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- Doble Ganador del WSA