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Andrea Piccardo

  MUJERES PINTORAS - Lavinia Fontana y el Barroco en Bolonia - Por Andrea Piccardo - Domingo, 04 de Septiembre de 2016


MUJERES PINTORAS - Lavinia Fontana y el Barroco en Bolonia - Por Andrea Piccardo - Domingo, 04 de Septiembre de 2016

MUJERES PINTORAS

Lavinia Fontana y el Barroco en Bolonia

 

  Por Andrea Piccardo

piccardoandrea@gmail.com

Con su famosa Academia fundada por los hermanos Annibale y Agostino Carracci y Ludovico, su primo (la «Accademia degli Incamminati», de postulados clásicos contrarios tanto al Manierismo como al naturalismo de Caravaggio), los principales exponentes del Clasicismo en su momento, a quienes se unieron posteriormente Guido Reni y Domenico Zampieri, la ciudad italiana de Bolonia fue un importante centro artístico durante los siglos XVI y XVII. En ella nació Lavinia Fontana, famosa como retratista de la nobleza y también por sus desnudos en pinturas religiosas y mitológicas.

Hija de Próspero Fontana, un prestigioso pintor que había trabajado en Roma y en Florencia, Lavinia nació en 1552 y creció en el taller de su padre, donde aprendió a dibujar y a pintar. Aunque en sus primeras obras es manifiesta la influencia paterna, paulatinamente se fue acercando al estilo de su amigo Ludovico Carracci, con los colores fuertes característicos de la escuela veneciana. También es visible en ella el influjo de Antonio Allegri Correggio y de Scipione Pulzone.

La pintora adquirió en sus primeros años de trabajo una fama que se extendió desde Bolonia al resto de Italia, e incluso de Europa. Sus retratos de nobles boloñeses fueron muy bien pagados. Sus modelos se ven posando en forma natural y es notable su maestría en la pintura de ropajes y de joyas. El Retrato de la familia Gozzadini, de 1584, actualmente en la Pinacoteca Nacional de Bolonia, es una sus obras más importantes en esta línea, si bien es su Autorretrato tocando la espineta, de 1577, que lleva todavía su firma de soltera («Lavinia virgo Prosperi Fontana filia»), que se conserva en la Academia Nazionale di San Luca, en Roma, el que está considerado como su obra maestra por la mayoría de los estudiosos. En él puede apreciarse que fue una mujer bella. Se retrata a sí misma tocando el instrumento, acompañada por una criada que le sostiene la partitura, en una escena que recuerda el famoso Autorretrato tocando el clavicordio, obra de 1561 de la extraordinaria artista lombarda del Renacimiento Sofonisba Anguissola (ver: «Sofonisba Anguissola» en la edición del domingo 19 de junio del 2016 del Suplemento Cultural). Entre sus pinturas más tempranas, nos ha llegado el Cristo con los símbolos de la pasión, de 1576, que se encuentra actualmente en Museo de Arte de El Paso (El Paso Museum of Art, EPMA), en Texas.

En 1577, Lavinia se casó con el pintor Gian Paolo Zappi, de origen noble, a quien conoció en el taller de su padre, de quien era alumno. Fue este un matrimonio fuera de lo común, ya que Gian Paolo abandonó su carrera artística para ocuparse del cuidado del hogar y de los once niños que tuvieron (de los cuales solo tres sobrevivieron a su madre), mientras Lavinia se encargaba, con sus ingresos como pintora, de mantener económicamente a su familia. Gian Paolo ayudaba también a su mujer a pintar los fondos de sus cuadros, firmados ya con su nombre de casada (Lavinia Fontana de Zappi).

Lavinia pintó desnudos femeninos y masculinos en pinturas religiosas y mitológicas de gran formato, algo inédito para una mujer hasta ese momento. Uno de los ejemplos más conocidos es su Minerva vistiéndose, de 1613, conservado en la Galería Borghese. En 1589 recibió un encargo: elaborar pinturas sacras para la iglesia del Palacio Real Español, trabajo que incluía estudios de modelos desnudos. La obra, Familia Sagrada, fue tan celebrada que gracias a ella Lavinia fue contratada en la iglesia de Santa Sabina, en Roma.

En 1603 Lavinia se mudó a Roma con su familia, donde fue elegida pintora oficial de la corte del papa Clemente VIII, gozó del mecenazgo de los Buoncompagni y fue distinguida como miembro de la Academia Romana.

Antes de su estancia en Roma, Lavinia ya había sido llamada por la corte española con el encargo de realizar un retablo para el Escorial, donde pintaría una Sagrada Familia con San Juan Bautista por la que se llegó a pagar la sorprendente cantidad de mil ducados, y que se convertiría en una de sus obras religiosas más importantes. Acerca de este óleo de 1589, el Retablo de Sagrada Familia con Niño dormido y Juan Bautista imponiendo silencio, escribe lo siguiente, en el siglo XVII, el músico, historiador y monje de la Orden de San Jerónimo fray Francisco de los Santos:

«…es de Lavinia Fontana, hija de Próspero Fontano, Pintor famoso en Bolonia, es una Historia de Nuestra Señora con el Niño dormido, y San Juan, y San Iosef, cosa hermosa, y de buen colorido y dulzura; y aunque no tiene la valentía de los otros, es la que se lleva los ojos, singularmente de los que se pagan de este género de pintar. Estímanse en Italia sus obras, por la extrañeza de ser mujer, que parece sale de su curso, y de aquello que es propio de sus dedos, y sus manos, como dixo Salomón»

(Fray Francisco de los Santos, Descripción del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial única maravilla del mundo fabrica del prudentissimo rey Filipo Segundo coronada por el católico rey Filipo IV el Grande con la magestuosa obra del Pantheon y translación de los cuerpos reales reedificada por nuestro rey y señor Carlos II después del incendio y nuevamente exhornada con las excelentes pinturas de Lucas Jordan, Madrid, Juan García Infanzón, 1698, cuarta edición).

Es, por cierto, la pintura de tema religioso de Lavinia Fontana, más que su obra de temática profana, la que acusa de modo más evidente el manierismo heredado de su padre.

En Roma, donde su prestigio determinó su ingreso como miembro de la Academia, según se señaló antes, su primer encargo importante fue una pintura de gran formato para el altar de la Basílica de San Paolo Fuori le Mura, que por desgracia resultó destruido en 1823 por un incendio. También en Roma, el papa Borghese, Paolo V, posó para ella como modelo.

Un retrato extraño y encantador pintado en 1593 por Lavinia Fontana, y que hoy se encuentra en el Musée du Château, en Blois, es el de Antonietta Gonsalvus, una niña nacida aproximadamente en 1580, y totalmente cubierta de pelo por la hipertricosis, enfermedad heredada de su padre, Petrus Gonsalvus (1537- 1618), más conocido como el «Salvaje Gentilhombre de Tenerife» o el «Hombre Lobo Canario», que, llevado a la corte del rey de Francia (que se convirtió en su tutor), se casó con Catherine, una parisina muy bella, probablemente dama de compañía de Catalina de Médicis. Cuatro de los seis hijos de la pareja heredaron esta enfermedad congénita (de la cual el caso de esta familia es el más antiguo descrito en Europa). En el retrato de la pequeña Antonietta, Lavinia capturó a un tiempo su espíritu inocente y su imagen licantrópica.

Lavinia Fontana recibió encargos públicos y privados –algo fuera de lo común para una mujer de su época–, continuó pintando después de haber contraído matrimonio y fue la artista más productiva anterior al año 1700. Es cuestión de debate si fue ella la primera mujer en tener éxito como pintora o si lo fue Sofonisba Anguissola. Están documentadas ciento treinta y cinco obras suyas, de las cuales se conservan treinta y dos firmadas y fechadas. Algunas fueron atribuidas erróneamente a Guido Cagnacci durante mucho tiempo.

Lavinia murió en Roma el 11 de agosto de 1614. Su importancia fue tal que se acuñó una medalla en su honor en 1611, realizada por el arquitecto y escultor Felice Antonio Cassoni: una cara la muestra de perfil, y la otra, frente a su caballete.

 

 

Lavinia Fontana: Retrato de Antonieta Gonsalvus, óleo sobre lienzo, 1593 (Musée de Cháteau, Blois)/ ABC Color

 

 

 

 Lavinia Fontana: Apolo y las musas (Pamaso), óleo sobre lienzo, 1598-1600/ ABC Color

 

 

 

 

Fuente: Suplemento Cultural del diario ABC COLOR

Edición Impresa del Domingo, 04 de Septiembre de 2016

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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