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JULIO CÉSAR FRUTOS

  EN POLÍTICA LOS ERRORES CUESTAN - Por JULIO CÉSAR FRUTOS - Año 2008


EN POLÍTICA LOS ERRORES CUESTAN - Por JULIO CÉSAR FRUTOS - Año 2008

EN POLÍTICA LOS ERRORES CUESTAN

 

JULIO CÉSAR FRUTOS (*)

 

Múltiples razones se exponen como causas del revés electoral del coloradismo, algunas propias del gobierno, y otras de la inactividad y abulia de la Junta de Gobierno.

Las promesas de gobierno incumplidas, las quejas sociales insatisfechas, el intento de la quiebra del Estado de derecho, la impunidad de la corrupción, la falta de renovación dirigencial y el autismo de las autoridades partidarias son algunas de las razones por las que un electorado consciente decide instalar una nueva dirigencia para gobernar la nación.

Debe dejarse constancia de que un alto porcentaje de ese maduro electorado que votó a conciencia estaba conformado por afiliados al coloradismo que practicaron en las elecciones nacionales por primera vez el voto castigo, no siendo raro que públicamente se reconozca el haber sufragado por candidatos que no pertenecían a la lista presentada por el Partido Colorado.

Para los colorados, las elecciones del 20 de abril no significaron un acto mecánico de votar, sino la práctica de un fenómeno conciencial de elegir, pudiéndose reconocer sin duda la desaparición del coloradismo como masa. En otras palabras, el pueblo colorado ha recuperado su valor cívico, reencontrándose con su destino histórico.

Son de peso las razones que lo llevaron con espontaneidad para asumir este trascendental paso; y tiene que ver con la falta de legitimidad con que aparecían sus autodesignados representantes, que estaban muy alejados del perfil de ética y capacidad que un pueblo consciente exige en una sociedad en proceso de institucionalización democrática: un sueño largamente postergado en la Asociación Nacional Republicana. En otras palabras, no se había cumplido con el elemental principio en toda democracia de renovar los cuadros, dar lugar a la sustitución de piezas desgastadas que exhibían falencias de todo orden, especialmente en cuanto al servicio de la cosa pública, y ni qué hablar del sesgo de corrupción con que la opinión pública había bautizado al coloradismo en general, cuando en realidad eran sus responsables no más de treinta o cuarenta altos personajes de la función pública, muy bien identificados. Es decir, que el Partido Colorado paga la factura de unos cuantos codiciosos que en la función pública se ocuparon de acumular riqueza, hecho que no pasa desapercibido en una sociedad tan pequeña como la nuestra en que prácticamente todos nos conocemos y se puede descubrir el enriquecimiento ilícito.

El que escribe estas líneas se ve en la obligación de citarse al señalar que desde distintos escenarios partidarios (seminarios, discursos ocasionales, diálogos con grupos de dirigentes) se ha expresado la inquietud de moralizar a la clase política colorada y reencauzar la actividad partidaria. En un Congreso de Mujeres en el 2005, expresamos:

«...Hago votos porque esta nueva generación de mujeres coloradas que se encaminan al logro de un verdadero poder femenino no caigan en los vicios de la dirigencia masculina, porque perderían el poder tan difícil de lograr».

«Uno de esos vicios colorado-masculinos es el gobierno del ‘ore-cueté’, que en el lenguaje académico se denomina la ‘política de círculo’, que excluye a todo grupo que no son incondicionales del que detenta el poder, privilegiando al cuate, el compadre, el pariente de cualquier condición y dejando de lado los valores verdaderos que deben primar en la política: la capacidad, la comprobada honestidad y la lealtad apasionada a la patria y al coloradismo» (Caminando juntas- I. Congreso Nacional de la Mujer Colorada, mayo 2005, pág. 213)

En una reciente publicación insistimos en este tema crucial para la viabilidad colorada en el futuro:

«Es necesario reconocer que el requisito de la honestidad está en crisis desde el momento que no son pocos los casos de quienes ingresan al servicio de la función pública sin recursos y al cabo de poco tiempo son titulares de bienes multimillonarios de origen difícilmente explicable. En una sociedad tan pequeña como la paraguaya es prácticamente conocido cómo cada quien se hizo de fortuna. Y no caben dudas que los dineros públicos, la venta de influencias, la exclusividad de consultorias, la venta de productos o la realización de obras, etc., están sujetos a la concesión de quien llene el poder. »

«Lo más preocupante de esta situación de innegable corrupción es que los titulares de los ilícitos no reciben la repulsa social pues son aceptados en las instituciones de la sociedad civil que los consagra como sus líderes (partidos políticos, clubes deportivos)».

«A modo de ejemplo debe citarse el caso de la dirigencia deportiva, que a los asociados de clubes solo les interesa en el campeonato el éxito de su camiseta, siéndoles indiferente el método como sus directivos accedieron a la fortuna que blanquean al servicio de sus clubes»

«La costumbre permisiva se encuentra ampliamente difundida en todos los sectores sociales, y donde causa daño sensible es en el sector de la dirigencia de los partidos políticos. Se trata de una aproximación al aforismo maquiavélico de no dar importancia a los medios con tal de obtener los fines» (J.C.Frutos, Progresismo republicano y las ideas liberales, pg. 109, Edit. Medusa. 03/2008)

En todo el ámbito partidario surgían voces de alerta del despeñadero al que se dirigía el partido sin que la institución reaccionara con alguna medida rectificadora, de organizar sus cuerpos desintegrados o alguna consideración de la fragmentación partidaria que se veía y se anunciaba en forma reiterada. La Junta de Gobierno fue incapaz de convocar a los respetados dirigentes poseedores de ética, mística y honestidad de conducta.

Dos dirigentes colorados señalaron en forma coincidente que «la corrupción estaba instalada en el partido» y que había que retornar al camino de la dirigencia honesta bajo riesgo de perder el poder.

(Discursos de Derlis Esteche y Demian Saurini Michelagnoli, el 20 de mayo de 2006 y 2007, respectivamente)

El inicio de la transición en febrero de 1989 generó una serie de expectativas ciudadanas. Se afirmaba que la nación iría a transitar por nuevos senderos de paz, de respeto a la opinión del otro y un mejor manejo de los recursos del Estado. Y resultó que todas las aspiraciones se dieron a medias, sin un tratamiento serio, responsable y racional de las cuestiones que más preocupación suscitaban: la cuestión social, el desempleo, la pobreza de vastos sectores y, con comitantemente, la inseguridad.

Si bien hubo un progreso en la democracia política con leyes electorales justas en cuanto a la proporcionalidad participativa, en la consideración socioeconómica, de una población empobrecida, pese a los esfuerzos de algunas agencias o instituciones, o personas preocupadas por la cuestión social, hemos quedado estancados, lo que significa retroceder. La democracia que funcionó mejor que antes no se enderezaba para qué y para quiénes existía.

Las leyes electorales. Las leyes electorales de la transición, originadas en un Congreso plural y con la mejor intención de afianzar la democracia, resultaron contraproducentes al no prever los daños que causaría el voto directo y la lista cerrada o lista sábana como fuera denominada. La combinación de ambas figuras abrieron las puertas del acceso a las Cámaras de personas exclusivamente por los recursos económicos que disponían de sus propios peculios o de alguna institución oficial de la que podían disponer sin control, permitiendo esta situación aberrante, una verdadera compra de los cargos representativos en la lista de cada partido, por el aporte en efectivo aseguraba que aseguraba el ingreso a la clase política. Es con este mecanismo que aparecen personas absolutamente indeseables al pueblo en las listas de parlamentarios en el 2008 (también en los años anteriores), razón por la que se obtuvo una mínima fracción del electorado republicano en las elecciones. Ese hecho produjo desazón y la sensación de impotencia.

Es de destacar que los movimientos internos consagrados en las internas provenían de lo que se llama el coloradismo oficialista (una aberración), un colectivo formado con el sustento del funcionariado sin poseer mística, ninguna doctrina y de un dudoso patriotismo. «En la época actual, la política queda reducida sobre todo a la actividad política profesional. Esto explica que la gente no vea en la política una respuesta a sus intereses» (M.A.Garretón)

La base principal del accionar político de este oficialismo se basaba en la distribución de dinero y medios a sus operadores políticos, con la cual se creía que el pueblo de nuevo sería alquilado o comprado sin percibir que el tiempo de la sumisión había terminado. Que el pueblo ya no estaba dispuesto a votar a quienes no representaban con legitimidad los valores republicanos tradicionales y actualizados de honestidad y capacidad para la función pública.

Este neocoloradismo desconoce el sentimiento del pueblo paraguayo y que aunque necesitado y humilde ha sufrido una mutación y ya no está dispuesto a ser objeto de alquiler para el día de la votación. Estamos ante un pueblo que ha recuperado su dignidad y cuyos valores son actualmente en este orden: patria y luego partido.

En este sentido, estamos ante el final del sistema autoritario que por largo tiempo se mantuvo vigente en el partido; autoritarismo que se manifestó fuertemente a partir de este sector oficialista con signos y actos evidentes que constituyen una verdadera regresión a un pasado sistema.

Tanta debilidad y falta de consistencia tenía este oficialismo que con un lenguaje soberbio faltaba al respeto al ser colorado, amenazaba con terminar el Estado de derecho e incluso violentar la Constitución planteando figuras jurídicas extrañas como la reimplantación de la figura de la reelección presidencial, tal como ocurriera en 1972 con la modificación de la Constitución de 1967, que implanto el vitaliciado.

El reciente proyecto de implantar la reelección fue el error máximo del Presidente de la República y la Junta de Gobierno, que actuaron en forma inconsulta al pueblo colorado. Ese fenómeno actuó como elemento acelerador de la unión de las fuerzas de oposición que encontró por fin un motivo real que unificó a partidos y movimientos de distinto patrón doctrinario, para levantarse con justo título contra el coloradismo que cometió un grave error en un tiempo que la ciudadanía es cada vez más participativa.

La Junta de Gobierno que debió debatir el proyecto reeleccionista, nada dijo cuándo lo que tenía que hacer es una consulta al pueblo por cualquiera de los mecanismos conocidos. El silencio cómplice le costó caro, perdiendo el respeto de la ciudadanía y del coloradismo.

Debemos destacar que muchas voces aisladas de respetables colorados no fueron escuchadas como la del doctor Oscar Insfrán, quien publicó dos cartas orientadoras desde el punto de vista jurídico, constitucional y político, que no fue considerado por la Junta de Gobierno, ya con el vicio de encerrarse tras las rejas de hierro que adornan su frontispicio como un símbolo de distanciamiento del pueblo.

Le faltó a la Junta de Gobierno el espíritu cívico para generar un clima de debate sobre el tema, en la confusión de que todo lo que se planteaba desde el Gobierno era de obligada obediencia de la institución partidaria. Tal confusión existe algunas veces cuando los hombres rectores de la política creen que la Junta es un apéndice del Gobierno, lo cual es una digresión aberrante desde que uno pertenece al sector público y el otro a la sociedad civil.

Tanta inconsistencia derivó en que el oficialismo colorado ni siquiera pudo organizar un frente electoral único, por la carencia de una unidad doctrinaria y ética y por la violación del básico principio republicano de la no injerencia del poder en las luchas internas de los partidos. Las bajas miras del oficialismo hicieron que este se presentara totalmente desintegrado en la hora de la lucha interna, adoptando un discurso sin doctrina ni programa que lograra entusiasmar al electorado exigente que aspiraba en sus representantes una representatividad cualificada y honesta. Se mostraba de esta manera que las listas sábana aguantan cualquier candidatura sin mérito, prestigio o imagen, avalada únicamente por el factor dinero, inalcanzable para los verdaderos líderes del coloradísimo. Las elecciones demostraron que el pueblo colorado es capaz de discernir y elegir en consecuencia. Ese pueblo dejó de ser muchedumbre y ya no es capaz de votar por cualquier personaje de Walt Disney como se creía hasta hace poco,

La única excepción a esta propuesta fue la candidatura de una mujer candidata a Presidente de la República -Blanca Ovelar- de buen perfil y probidad, a quien no se le dio la oportunidad de demostrar que era capaz de ser autónoma al grupo impopular que la sustentaba, una vez que accediera al poder. De esa forma el grupo interno denominado «nicanorismo» aparece como el principal responsable del revés electoral, siguiendo en orden, quizá menor, los demás grupos del coloradísimo oficialista.

Así como la disputa entre guiones y demócratas lanzó al coloradismo, en manos del partido militar en 1954, en esta ocasión el odio cerril entre los integrantes del oficialismo, todas aves del mismo gallinero, generó el voto castigo en una cifra superior a 350.000 electores que migraron a fortalecer otras candidaturas. Solamente así se explica que el coloradismo, habiendo obtenido en las internas más de 800.000 votos, y en las nacionales no llegó a 600.000 sufragantes.

 

LA INJERENCIA DEL PODER EN LA POLÍTICA PARTIDARIA.

Tan consagrado está el principio republicano de que el poder no debe influir en la vida de los partidos, ni menos facilitarles o negarles atributos, ayudas o subsidios de ninguna clase, que bastaría con recordar un ejemplo bastante difundido.

Cuando se funda la Asociación Nacional Republicana el 11 de septiembre de 1887, se suscribe un acta donde figuran ilustres ciudadanos que aceptaban el ideal republicano. Sin embargo, no aparece la firma del general Patricio Escobar en el documento, porque éste ejercía el cargo de Presidente de la República, y como tal debía estar prescindente de toda actividad político- partidaria. Ejemplo de respeto a la Constitución y a las normas del republicanismo histórico, hasta en cuestiones de menor cuantía. Luego de concluido su mandato, el general Escobar pidió su inscripción al partido republicano y le fue aprobada con calidad de fundador.

La norma constitucional del artículo 27 disponía: «...se prohíbe al Presidente y a sus Ministros toda injerencia directa o indirecta en las elecciones populares». (Constitución de 1870, art. 27). El general Caballero y los fundadores del Partido Colorado respetaron esta norma ética del republicanismo que se proyectó en la cultura política paraguaya al punto que la actual Constitución sostiene el mismo principio cuando dispone que la dedicación a sus funciones tanto del Presidente como del Vicepresidente debe ser en exclusividad y tal vocablo es muy elocuente. (Constitución Nacional, art. 237)

Tan fuertemente fue rechazada por la opinión pública el proyecto de reformar la Constitución vigente y hacer viable la reelección, al darse por entendido que se trataba de un proyecto personal como lo fuera el cambio constitucional de 1972 que consagró el vitaliciado del general Stroessner. La ambición de proyección del coloradismo oficialista fue la causa de la unión de la oposición contra los colorados y muchos colorados rechazaron esa pretensión oficialista, tomada en forma inconsulta que tuvo el solitario apoyo de los hombres del círculo del poder que no gozaban precisamente de prestigio público nacional ni partidario.

De más está señalar que durante el ejercicio del poder republicano en su primera etapa, entre 1880 y 1904, ningún presidente intentó ser reelecto respetando la Constitución que señalaba al Presidente un solo periodo presidencial.

Tanta ética política tenía vigencia que el solo hecho del apoyo del presidente Juan G. González a la candidatura de su concuñado José Segundo Decoud concitó la unión de Caballero, Escobar y Eguzquiza -líderes de peso- que lo defenestraron del cargo en un coup d etat incruento, en junio de 1894, por haber violado la norma constitucional que prohibía la injerencia del poder público en la vida interna de los partidos políticos. Como se sabe, Decoud no llegó siquiera a ser candidato.

Es oportuno recordar lo que dijo en una ocasión el doctor Felipe Molas López, ex presidente de la República, «el coloradismo permanecerá mucho tiempo en el poder si sabe respetar y hacer cumplir la Constitución».

No cabe dudas que el intento de reelección patrocinado por el coloradismo oficialista fue la causa principal del desprestigio en que cayó, grave riesgo corrido en vísperas de elecciones nacionales. La codicia y el deseo de proyectarse a una reelección en contra de la Constitución, aunque con un camuflaje que a nadie engañó, podría ser la causa principal del desprestigio en que cayó la institución colorada motivada por un pequeño círculo de poder cerrado y excluyente.

Resultó cierto aquel apotegma que dice que cuando los que mandan pierden la vergüenza los que obedecen pierden el respeto. Estos últimos fueron los que usaron el voto castigo como expresión de su protesta.

 

LA PÉRDIDA DE LA CONDICIÓN MILITANTE

El partido republicano se ha caracterizado históricamente por su condición militante cuya presencia se hacía sentir en las diversas actividades de la sociedad civil de la que forma parte. Hoy está aburguesado, sin programa y sin mística. Y unos pocos lucran con su condición de afiliado y funcionario, nos duele decirlo pero es necesaria hoy más que nunca la autocrítica rectificadora.

En tiempo del autoritarismo, pese a no contar con recursos económicos ni la disposición de los medios estatales fue capaz de mantener la mística y un profundo amor a la causa republicana, que, como se sabe, actuaba como segundo de a bordo, ante el poderoso partido militar. Su desempeño real y concreto tenía como eje a las asociaciones de profesionales abogados, médicos, odontólogos, asistentes, economistas, etc., que en distintas actividades establecían una red de conexiones con sectores estudiantiles, campesinos, obreros, estudiantes que constituían una fuerza considerable en la Capital y en las comunidades del interior.

Estas distintas asociaciones fueron capaces de activar en el plano cultural, profesional, asistencial, formativo, sanitario, y de acompañamiento de núcleos de ciudadanos con problemas jurídicos, o de obreros desempleados, o en casos de necesidades estructurales en barrios o pueblos pobres.

Era una proyección concreta de la solidaridad que se encarnaba en forma constante en pueblos, barrios y compañías pobres.

El mantenimiento de las casas de albergue de estudiantes campesinos que llegaban a la ciudad era una actividad voluntaria que contaba con grupos de cooperantes que nucleados en Comisiones partidarias se desempeñaban eficazmente y no son pocos los que iniciaron y concluyeron sus estudios universitarios en estas posadas o pensiones universitarias.

Los seminarios de formación donde se transmitía la doctrina republicana o simplemente se comentaban las acciones y problemas que enfrentaba la nación, eran verdaderos espacios de formación continua en la que los jóvenes practicaban el disenso, el discurso y daban sus primeros pasos en la política.

Actualmente el Partido Colorado ha abandonado esta práctica; y se ha despojado de un ejército de voluntarios democráticos que en la acción aprendían a ser ciudadanos útiles a los marginados, haciendo trabajos de asistencia a barrios y pueblos capitalinos.

Con el abandono se ha perdido identidad política porque la militancia se hacía expresamente en cumplimiento del principio de solidaridad, igualdad y libertad y una puesta en práctica de justicia social que pregona el partido en su doctrina. Las autoridades partidarias al perder nexo con los problemas sociales, de hecho preparaban la derrota electoral. Poca o ninguna importancia daban a la actualización doctrinaria que no se preocuparon de convocar a un Congreso doctrinario como lo dispone el Estatuto, por lo menos cada 10 años. Una dirigencia que no daba importancia a la aireación doctrinaria, a la asunción de nuevos paradigmas, en pleno siglo del conocimiento como es denominado el siglo XXI, esa dirigencia autista -ciega, sorda y muda- solo podía empujar al coloradismo a la llanura.

Una autoridad partidaria que no ejerce una función orientadora a la población afiliada, que no opina en los temas sociales, educativos, laborales, científicos, universitarios, etc. al abandonar la función docente, pierde la oportunidad de captar nuevos simpatizantes a su causa. Las seccionales salvo raras excepciones, dejaron de cumplir su rol social, asistencial y de difusión doctrinaria, siguiendo el ritmo de la dejadez de una autoridad superior abúlica y presa de un aburguesamiento tal que ni siquiera es capaz de reunirse -a dos meses de la crisis- y dar las explicaciones al pueblo colorado de las causas de la derrota.

La Junta de Gobierno no ha sido capaz de quitar el rótulo de ladrón que los enemigos le infieren al coloradismo global, pese a que los corruptos tienen nombres y apellidos, y no son más de treinta a cuarenta. Es pues ya tiempo que se reúna la Junta o convoque a una Convención para que en un debate abierto y mesurado, cada quien señale la responsabilidad que ella tuvo en la crisis que la ha llevado a la llanura, siendo el partido más popular de la nación.

En síntesis, el coloradismo ha caído por no haber optado el paso de aggiornarse cívica y moralmente, al rechazar a quienes en su criterio de pueblo consciente no representaban sus sueños postergados de llevar a la dirigencia sus hombres más honestos y capaces. El tiempo dirá si esa decisión fue acertada.


NOTAS

* Julio César Frutos, abogado, miembro de la ANR. Obras: Mensaje republicano (compilación), 1986; Pactos políticos (coautoría con Helio Vera), 1992; Tradición y modernidad (coautoría con Helio Vera), 1998; «El pensamiento azariano de la historia social del Paraguay» en Tras las huellas de Félix de Azara (Madrid, 2005); «El nacionalismo republicano», Enciclopedia Republicana-Tomo II (2007); Progresismo republicano y las ideas liberales (junio, 2008).

 

 

 

 

 

 

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JULIO CÉSAR FRUTOS, ALCIBÍADES GONZÁLEZ DELVALLE, JOSÉ NICOLÁS MORINIGO,

MABEL REHNFELDT, JESÚS RUIZ NESTOSA, ALEJANDRO VIAL

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