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Museo de Arte Sacro San Rafael (Ciudad de Itaugua - Departamento Central)
(01/09/2008)

El MUSEO PARROQUIAL DE ARTE COLONIAL RELIGIOSO

Y ANTROPOLÓGICO SAN RAFAEL DE ITAUGUÁ

 

Resumen: Está ubicado sobre la calle Francisco Caballero Álvarez casi Palma (detrás de la iglesia). Abre sus puertas de lunes a viernes, de 7 a 11 horas. Cierra los sábados y domingos. El acceso es libre y gratuito para todo público.-

En la ciudad de Itauguá abundan los edificios de características arquitectónicas coloniales. Pero el alargado caserón que aloja al Museo de Arte Sacro San Rafael luce único, misterioso. Y su nacimiento como museo tiene acta de fundación en 1964. Dos años antes, en el 62, el entonces cura párroco de la ciudad, Dr. Mariano Celso Pedroso se abocó a la recolección de imágenes sacras y piezas antiguas de uso cotidiano que abundaban en la zona. Lo hizo con el fin de salvar los restos de ornamentos de la antigua iglesia franciscana, porque “connacionales y extranjeros, en todos los ambientes, se dedicaban al despojo de nuestra valiosa imaginería sacra y todo tipo de objetos artísticos pertenecientes al patrimonio familiar del pueblo paraguayo”. Así empezó a coleccionar gran cantidad de santos tallados en madera, de distintos tamaños. Piezas del altar original, cuadros con motivos religiosos, juegos de dormitorios, sillas y utensilios de la vida campesina tradicional. También elementos bélicos y de uso militar de la Guerra del Chaco (1932-1935) y libros que pertenecieron al ilustre músico y poeta, don Félix Fernández.-

El nombre de San Rafael se adoptó en homenaje a la imagen más antigua del templo de Itauguá que se conserva. Data del año 1600 y proviene de los talleres franciscanos.-

Se eligió para sede una de las más significativas construcciones de la época colonial, correspondiente a las primeras casas del pueblo. Este emblemático edificio de gruesas paredes, pisos de ladrillos y fornidas puertas con sistemas de alcayatas se terminó de restaurar en 1999. El paso del tiempo causó serios deterioros en el techo que amenazaba derrumbe.-

Fueron cambiadas las tacuarillas, pero se mantuvieron las tejas y vigas de karanday que estaban en buen estado.-

Recorrer las salas organizadas conforme a un significado histórico, es como poner el pie en una realidad lejana. Son ocho y tienen la facilidad de hacer retroceder a los visitantes siglos atrás. O bien, introducirlos a un mundo de misterios.

 

 

TESOROS DE ARTE SACRO EN EL MUSEO SAN RAFAEL

 

Un alargado caserón colonial abre sus puertas a los recuerdos. Allí, en el centro de Itauguá, se pueden ver santos tallados siglos atrás, finos encajes de ñandutí tejidos en la antigüedad y olvidados objetos de uso cotidiano. Allí, en el Museo San Rafael, es posible descubrir la habilidad manual de los artesanos y conocer un poco de la costumbre y modo de vida de quienes habitaban estas tierras en otras épocas.

 

 

 

 

En Itauguá abundan los edificios de características arquitectónicas coloniales. Pero el alargado caserón que aloja al Museo San Rafael luce único, misterioso. Y su nacimiento como museo tiene acta de fundación en 1964. Dos años antes, en el 62, el entonces cura párroco de la ciudad, doctor Mariano Celso Pedrozo, se abocó a la recolección de imágenes sacras y piezas antiguas de uso cotidiano que abundaban en la zona.

Lo hizo con el fin de salvar los restos de ornamentos de la antigua iglesia franciscana, porque "connacionales y extranjeros, en todos los ambientes, se dedicaban al despojo de nuestra valiosa imaginería sacra y todo tipo de objetos artísticos pertenecientes al patrimonio familiar del pueblo paraguayo".

Así empezó a coleccionar gran cantidad de santos tallados en madera, de distintos tamaños. Piezas del altar original, cuadros con motivos religiosos, juegos de dormitorios, sillas y utensilios de la vida campesina tradicional.

 

También elementos bélicos y de uso militar de la Guerra del Chaco (1932-1935) y libros que pertenecieron al ilustre músico y poeta, don Félix Fernández.

El nombre de San Rafael se adoptó en homenaje a la imagen más antigua del templo de Itauguá que se conserva. Data de 1600 y proviene de los talleres franciscanos.

Se eligió para sede una de las más significativas construcciones de la época colonial, correspondiente a las primeras casas del pueblo. Este emblemático edificio de gruesas paredes, pisos de ladrillos y fornidas puertas con sistemas de alcayatas se terminó de restaurar en 1999. El paso del tiempo causó serios deterioros en el techo que amenazaba derrumbe. Fueron cambiadas las tacuarillas, pero se mantuvieron las tejas y vigas de karanda’y que estaban en buen estado.

 

 

 

"Estaba tan mal, con goteras por doquier y parecía que iba a desplomarse en cualquier momento. Formamos una comisión pro restauración y conseguimos ayuda de la Gobernación Central y del viceministro de Cultura de entonces, Gerardo Fogel. Y no nos quejamos de la comunidad itaugüeña que activó muy de cerca con nosotros para salvar nuestra reliquia histórica", dice aliviada la abogada Marta Núñez Irala, miembro del equipo de trabajo que concretó el rescate.

El próximo objetivo -indica la profesional- es la preservación de todas y cada una de las piezas que conforman el acervo del museo. Recorrer las salas organizadas conforme a un significado histórico es como poner el pie en una realidad lejana. Son ocho y tienen la facilidad de hacer retroceder a los visitantes siglos atrás. O bien, introducirlos a explorar un mundo de misterios.

En la primera, resalta con luz propia la figura de San Rafael Arcángel, con un bastón y un pescado en la mano. Además, una talla del Niño Salvador del Mundo, con ojos de cristal; un cuadro con la estampa de la Virgen de Caacupé, venerada en sus inicios, y un retrato del fundador del museo, Dr. Pedrozo, fallecido en agosto de 2004.

 

 

 

En la segunda sala se impone el altar de la Virgen del Rosario, que fue reconstruido con los elementos encontrados en la iglesia primitiva. Comprenden el frontal de la mesa, el tabernáculo, las columnas unidas y pedestales con trabajos decorativos.

San Francisco Javier, escultura del siglo XVII de origen jesuítico, con ojos de cristal y brazos articulados. Perteneció a las residentas. San Estanislao de Kostka, talla de dos metros de altura realizada en los talleres de las misiones jesuíticas.

Junto a la de San Francisco Javier formaba parte de las imágenes que el mariscal Francisco Solano López hizo traer de los pueblos del interior para adornar la iglesia de Humaitá en su inauguración, en 1864. Con la invasión de los aliados durante la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870), las residentas consiguieron trasladarlas a la iglesia de Itauguá para protegerlas de caer en manos de los enemigos.

 

 

 

La tercera sala alberga santos pequeños de devoción familiar y varios nichos, en su mayoría con pinturas ornamentales. Llaman la atención las figuras de Santiago a caballo, San Longino, Señor de la Paciencia y Señor de la Columna. San José y el Niño, tomados de la mano en actitud de viaje al lado de la Virgen María, según la tradición bíblica representa la huida a Egipto.

Otro de los tesoros de la imaginería colonial paraguaya es el conjunto del pesebre con el niño Jesús, San José, la Virgen María y los tres Reyes Magos sobre caballos. Los muebles: sillas, camas y utensilios del hogar ocupan la cuarta sala. Allí también está dispuesta una serie de libros que pertenecieron a la biblioteca del maestro, don Félix Fernández.

En lo que era el corredor posterior, ya cerrado, se ubican los enseres del hombre del campo: arreos, bridas, cabezas de silla de montar, látigos, espuelas y otros elementos relacionados a la montura del caballo. Se guardan también lámparas a querosén, instrumentos musicales, caramayolas de cuernos y herrajes de puertas.

 

El espacio que corresponde a la sexta sección está ocupada por la gran carroza de la santa patrona de Itauguá, la Virgen Nuestra Señora del Rosario, mientras que en la séptima están dispuestas urnas eleccionarias de las primeras décadas del siglo XX, baúles, silletas, bolsa de cuero para juntar miel (eíra pelota), trapiche y una campana de 1868.

La octava es el lugar de los tejidos de ñandutí. Una excelente muestra de las variedades que se realizaban con hilos finos en épocas pasadas. Y como gran atractivo una escultura de un metro de San Miguel Arcángel. La maravillosa obra tallada en un tronco de cedro con dorado original en láminas de oro representa al arcángel defensor de los fueros de Dios que baja del trono celestial, vestido de gloria.

Quien, desde hace 16 años, se encarga de cuidar de los tesoros existentes en el museo San Rafael es Celia Ruiz Yegros. Desde muy temprano, durante todos los días hábiles de la semana, de buen ánimo aguarda a los visitantes. Pero, con cierta pena, Celia confirma que pocas personas se interesan por conocer lo que hay en el interior del viejo caserón. "Turistas casi nada. Suelen venir estudiantes que necesitan hacer trabajos prácticos de antropología para el colegio, pero no llegan motivados por la curiosidad de aprender todo lo que rodea a cada una de las piezas que tenemos aquí.

 

 

Lo hacen más bien para cumplir con sus deberes escolares, nada más", lamenta. Y nunca faltan los supersticiosos que no se animan acercarse a las enormes figuras por temor al póra. Cuenta Celia que hay personas que le preguntan si no tiene miedo de estar sola en un ambiente místico. Y ella, que ya superó el temor a los fantasmas, se ríe. Esa creencia, en sus inicios, le deparó un gran susto.

Pero ahora no pasa de ser una divertida anécdota. "Al principio tenía mucho miedo de estar acá. Resulta que cuando hacía mucho calor, yo escuchaba un ruido raro que provenía de la imagen de San Francisco Javier. Un día se le cayó un pedazo y salí corriendo a la calle. Me asusté tanto. Pero decidí desafiar mi miedo y volví, me acerqué al santo y comencé a observarlo con atención.

Ahí me di cuenta que con el calor, la madera se estaba resquebrajando hasta que se desprendió una parte. Y llegué a la conclusión de que era eso lo que producía tanto ruido. Desde entonces, nunca más temí a nada", asegura la guía. Hoy los santos siguen allí, quietos.

Y dispuestos a ser observados por el público. No muerden ni nada por el estilo. Lo cierto es que encierran un misterio capaz de atrapar a cualquier mortal. Pero, más bien por la gran maestría de las manos que en otros tiempos les dieron forma y belleza.

 



GUÍA DE VISITA

El Museo Parroquial de Arte Colonial Religioso y Antropológico San Rafael de Itauguá se halla ubicado sobre la calle Francisco Caballero Alvarez casi Palma (detrás de la iglesia). Abre sus puertas de lunes a viernes, de 7 a 11 horas. Cierra los sábados y domingos. El acceso es libre y gratuito para todo público.

 

Articulo de JAVIER YUBI

Publicado en ABC COLOR,

Domingo, 7 de Agosto del 2005

Fuente digital: www.abc.com.py

 




 

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