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DOCUMENTOS O ARTÍCULOS SOBRE LA REPÚBLICA DEL PARAGUAY

  LA BANDERA DEL PARAGUAY, 1946 - Por BENJAMÍN VARGAS PEÑA

LA BANDERA DEL PARAGUAY, 1946 - Por BENJAMÍN VARGAS PEÑA

LA BANDERA DEL PARAGUAY

Por BENJAMÍN VARGAS PEÑA

EN SU DÍA 15 DE AGOSTO 1812 – 1946

APORTE  AL ESCLARECIMEINTO DE SU ORIGEN

Talleres Gráficos Padilla y Contreras

Buenos Aires – Argentina

1946 (61 páginas)

 

PRÓLOGO

En este mundo de hoy, en que fueron vencidas las fuerzas confabuladas del mal y del funesto sistema nazi-fascista y en que la execración de los déspotas se ha convertido en religión universal, y  la libertad y la democracia en el ‘’leit motif’’ de la existencia humana, en el Paraguay se pretende enlazar con cualquier motivo, la figura del Dictador Francia.

Para enaltecer y endiosarle se le atribuyen méritos que no le pertenecen o actos en que solo tuvo participación obligada por razón de la función pública.

Hasta se llegó a presentarle como creador y autor único de nuestra independencia, que, sin su providencial inspiración no existiría según  sus panegiristas.  Tan absurda tesis, fraguada por un extranjero y revivida por los nuevos ‘’nazi-onalistas’’, cae de su propio peso, con su sola enunciación, dado que el sentimiento nacional ha tenido retundas y persistentes  manifestaciones desde los primeros días de la colonia y no ha sido ni podía ser la obra aislada de ningún hombre.

Como es bien sabido, el movimiento emancipador fue ejecutado sin su concurso, lo que no debe extrañar, conocido el antecedente de su conducta cuando el movimiento patriota contra el gobernador Lázaro de Rivera, predecesor de Velasco, abortado por su consejo (1)

Una vez constituida la Junta Gubernativa, ésta, tomó una serie de medidas de orden político, cultural, diplomático y militar para fortalecer la independencia lograda y consolidar los principios de libertad y justicia proclamados, como lo evidencian sus numerosas resoluciones tendientes al reconocimiento de la soberanía nacional y los derechos y libertades del pueblo; la atención preferente dispensada a la educación; la supresión de la inquisición; la independencia también en lo judicial y eclesiástico; la autonomía  administrativa, política y militar en el territorio de su jurisdicción y diversas otras medidas y atenciones de que instruye la copiosa documentación de la época (2)

Todos estos actos de consolidación de la libertad en lo interno y de la soberanía en lo externo, mucho honran a sus autores y no requirieron, ciertamente, las tan ponderadas ‘’luces’’, ni el decantado patriotismo de quien se mantuvo alejado intencionalmente, eludiendo todo concurso a sus compañeros de gobierno, en momentos muy álgidos y graves para la suerte de la causa nacional y solo regresó a su seno para consumar su conjura subterránea y anularlos en provecho propio.

Puede afirmarse que nuestra independencia  de Buenos Aires, por obra de los verdaderos patriotas, tildados de ‘’porteñistas’’, tuvo ya sanción definitiva con la resistencia opuesta por éstos  a Belgrano (también sin la Cooperación de Francia) y que los hechos posteriores, que fueron su lógico colorario, corroboraron definitivamente.

 

Es también indiscutible que cuando en 1814, se instaló oficialmente la ‘’dictadura’’, incubada ya en el Congreso del año anterior, la independencia del Paraguay estaba no solo establecida y afirmada, sino que resultaba pueril el arbitrario sistema del despotismo totalitario y del aislamiento asiático como medio de mantenerla.

Tal régimen, que hoy tratan de revivir y exaltar sus corifeos, estaba basado sobre el poder absoluto y personal,  muy en boga de nuevo, por desgracia, en algunas mentalidades enfermizas, con desconocimiento de las cuatro libertades esenciales que dignifican la existencia humana.

Nada que extrañe un sentido genuinamente  paraguayo, tan inclinado siempre  a la libertad, puede aducirse en apoyo de tal sistema. El hombre que lo implantó y sostuvo con frio cálculo, no tiene siquiera el antecedente de una sola y pura generación paraguaya. Descendiente de un extranjero advenedizo, mercenario y cruel, mal pudo con semejante ejemplo, haberse imbuído de un sentimiento noble como el del amor a ‘’la Patria’’. El concepto que le merecían los paraguayos está muy lejos de inspirarse en los nobles sentimientos que se le atribuyen. ¿Será, acaso, que los nuevos turiferarios  del Dictador  piensen  en idéntica forma que éste del pueblo paraguayo? (3)

Y con este esbozo previo, vengamos ya al tema de estas líneas sobre la Bandera Nacional, que es otra confirmación de las reflexiones preliminares expuestas.

Ella no mereció al Supremo más consideraciones que el pueblo al que oprimía, aun cuando algunos apologistas  insisten erróneamente, en el que fue también su presunto creador.

En esta breve reseña trataremos de establecer los orígenes de la bandera patria y explicar sus colores, contribuyendo al esclarecimiento del controvertido punto, a base de una síntesis  lógica, que pueda acabar con la confusión que hasta hoy se advierte al respecto y, sobre todo, con las afirmaciones tendenciosas, sin más asidero  que la diatriba y la pasión, llevadas hasta los símbolos de la nacionalidad, que para todos debieran ser sagrados.

 

Cada paraguayo debe ver en la bandera nacional la imagen veneranda de una tierra libre y soberana, sin dictadores ni tiranos, sin oprobios ni humillaciones, como los de hacer desfilar nuestras tropas en un día patrio, llevando al frente banderas extranjeras. (4)

***

En época de pretéritos despotismos, los pueblos no tenían bandera, porque faltando su propia soberanía, nada tenían que representar en ella, a no ser, su dolor y desgracia.

Ya las naciones que añoran felicidad y viven por alcanzarla, no tienen por qué simbolizar sus tragedias.

Un símbolo como el de la bandera de una nación, adquiere y mantiene su valor real sólo cuando  los ciudadanos todos a quienes cobija, gozan de los beneficios de soberanía y libertad y viven amparados por las instituciones que las garantizan.

Este es el resultado de la educación política en el ejercicio  de derechos y obligaciones y de una conciencia colectiva  que dignifica.

Pero, cuando faltan por un  despotismo envilecedor, y los mandones en su inaudito atrevimiento  se apropian de los símbolos  que pertenecen a los pueblos mismos, pierden toda su significación y grandeza, mientras no se les restituya los elementos y valores que constituyen su esencia.

Es necesario reaccionar contra todo menoscabo inferido al respeto y a la dignidad que deben merecer los símbolos nacionales a fin de no presenciar lo que es realmente sensible, que existiendo de tiempo atrás disposiciones que instituyen el día de la bandera, y hacen obligatoria su rememoración, persista un desconocimiento tan notorio a su respecto, con lo cual se divulgan las especies más infundadas y caprichosas y hasta se pervierte en la escuela del error  a las nuevas generaciones, en vez de inculcarles la verdad, única que puede hacer consiente su culto, digno de su respeto, grande y acendrado su amor a la Patria.

 

 

NOTAS:

Bóglich, J. – El Dictador del Paraguay, doctor José Gaspar Rodríguez de Francia (1923)

Detalle y documentos al respecto en mis obras ‘’Vencer o morir’’ y ‘’Paraguay-Argentina. Correspondencia diplomática (1810 1840)’’

Véase también la ‘’Historia de la Instrucción Pública en el Paraguay’’, del Dr. Manuel Domínguez, en el Álbum Gráfico  de Arsenio López Decoud (p. 272).

El Dictador Francia odiaba con desprecio a los paraguayos. Su correspondencia ofrece numerosas pruebas, como esta: ‘’…y no irse a lo Paraguay como que nada le importa para que después no se vuelva cuento de unos y otros como ahora sucede’’; o tratándolos inútiles, porque ‘’los paraguayos no pueden andar un par de jornadas, ni se les puede enviar a nada’’ (Nbre. 1 de 1823). En otra oportunidad escribe, ‘’y lo segundo que en lo sucesivo se abstenga de semejante procedimiento indisculpable a no considerarlo como una de las simplezas,  que se notan en el Paraguay…’’ (25 Dbre. De 1823). Cuando trata de elogiarse, no puede menos que insultar a los paraguayos. Expresa en Nbre, 2 de 1825, que ‘’rodeado de infinitas atenciones y ocupaciones sin auxiliar alguno por falta de hombres de saber y capacidad  que emplear para el despacho y disposiciones de gobierno como se observa en otros países…’’

En otra ocasión en que se le comunica que las tropas enferman y mueren, lanza este dicterio ‘’Por eso suelo decir que los paraguayos no es la gente mSs propia tropa, porque de un puñado que se mande a cualquier parte, no permanece, y en lo mejor de su edad frecuentemente se inutilizan’’. (Abril 2, 1829). Como se ve, el juicio ha sido desmentido  por el denodado esfuerzo del 64 al 70y del 1932 a 1935, y por todos los publicistas nacionales y extranjeros, e informes oficiales sobre el legendario valor de los nativos.

Como los paraguayos trataban de huir de su despotismo y crueldad, lanza contra ellos este insulto: ‘’Yo no llamo ni reputo paisanos a unos infames que se expatrian ellos mismos renunciando y abandonando su patria y pasándose a enemigos, aunque ha sido frecuente en los paraguayos que parece que tienen poco apego a su suelo nativo porque hasta que yo lo prohibí se iban por centenas…’’ (Febrero 4, 1830) más tarde ha de insistir con el insulto a todos los paraguayos al decir ‘’porque en el país por falta de hombres idóneos se ve el Gobierno sin los operarios y auxiliares’’ (Agosto 22, 1830). Pero por arte de magia, a pesar de su empeño es que nadie se instruyese, muerto el tirano, surgen los hombres idóneos y capaces, que hacen del Paraguay, una patria más digna y amable.

Y ha de insistir en el mismo tono en cartas de 12 de Abril 1831 y Enero 30 de 1832.

Después de restringir a sus comandantes a dar respuesta en sí o no a sus preguntas, no tolerando opinión ni sugestión alguna, porque como dice ‘’debes saber que soy muy dueño de decir o no decir las cosas’’  (Agosto 22, 1832) y los demás de cumplirlas, se desata en esta forma: ‘’los oficiales del Paraguay no saben dar parte circunstanciando. Parece que quedan turbados, o azorados con cualquier ocurrencia’’ (Setiembre 5, 1832), ¡Como para no turbarse ante el déspota que por unas simples  coplas contadas imponía la horca!

Y todo esto, porque él creía vivir en ‘’un país de pura gente idiota’’, sin advertir que era el único…

Tal ocurrió en los desfiles  militares realizados en Asunción el 14 de Mayo y 15 de Agosto de 1945 y 14 de Mayo de 1946.

 

 

COSTUMBIRES Y REGLAMENTOS SOBRE BANDERAS EN  ESPAÑA.     

 

Buena parte de la confusión que se advierte en los que se  han ocupado del origen de la bandera nacional proviene, sin duda, del desconocimiento o falta de ilación lógica acerca de sus elementos constitutivos.

En la antigüedad, la Bandera, como insignia, no tenía para los pueblos el significado y representación que ha adquirido desde la Revolución Francesa. Ella surgió con el concepto de soberanía y libertad de los pueblos y el valor de su simbolismo está indisolublemente ligado al respeto de ese principio y al ejercicio de ese derecho natural.

 

Las naciones de entonces carecían de banderas que las distinguiesen y caracterizasen. Conforme al régimen político y costumbres imperantes, bastaba la bandera del Soberano o de la dinastía reinante como distintivo y aquéllas mismas, originariamente, eran sólo insignias personales.

No obstante, era costumbre en el ejército que cada unidad tuviese un emblema. En los reinos en que estaba dividida España en los siglos XV y XVI, existía el hábito de que los batallones tuviesen el propio, a condición de que sus colores correspondiesen a los del escudo o armas de los reinos o regiones cuyo nombre llevaban.

El establecimiento de estas banderas se hacía por leyes y reglamentos especiales, que fueron repetidas veces modificados.

 

Cabe anotar, sin embargo, que cuando las Cruzadas, ya fué adoptado el distintivo de colores. A los franceses y españoles -comprendidos en este término los que eran oriundos de la península- correspondió el rojo. Y se afirma que desde entonces, el rojo figura preferentemente en las insignias hispanas (5).

Cada reino de los de España tenía sus colores distintivos. A Castilla y Navarra correspondía el rojo; a León, Granada y antiguo Aragón, el blanco; a Cataluña y Aragón moderno, el amarillo.

 

Cuando dos reinos se unían, combinaban en su nuevo emblema sus colores. Así fué que los de Castilla y León al unirse, combinaron en su bandera el rojo del primero y el blanco del segundo. Cuando pasó lo propio con Castilla y Aragón, se adoptó el rojo y amarillo. Y de esta combinación de colores se afirma haberse  originado después la bandera de la Madre Patria.

Fué Felipe V, en 1707, quien reglamentó los distintivos y banderas. Estableció la coronela Real, toda blanca con la cruz de Borgoña, dos castillos y dos leones en los cuatro ángulos y cuatro coronas en las puntas de las aspas. También dispuso que el color de la bandera de los regimientos fuese el que correspondía a los escudos de la región de que procedían.

 

La ordenanza de 1728 estableció  la uniformidad en las banderas, haciendo que fuesen blancas con una divisa encarnada en lo alto, por ser éste  el color nacional.

 

En 1734 se mantenía el distintivo real color blanco, correspondiente a la casa de Borbón, y se crearon las banderas de la Armada Real. Posteriormente Carlos III dispuso que la bandera de la marina fuera a listones de color rojo y amarillo -según R. O. de 21 de majo de 1785- pero no se alteraba la costumbre que regía para las banderas de batallones y regimientos.

 

Años después se suprimieron transitoriamente las banderas, si bien no existen claras informaciones al respecto. En 1843 se ordenó que los estandartes y banderas en el ejército y armada fuesen iguales a la bandera de guerra nacional.

 

El Paraguay, como dependencia de España, no podía sustraerse al influjo de sus leyes y costumbres. Sin duda alguna, las insignias usadas por los hispano-paraguayos de la colonia debieron ajustarse a esas disposiciones. No obstante, se carece de datos que informen al respecto o al menos, no los conocemos.

 

Mas, por la crónica del coronel Don José A. de Zavala y Delgadillo, sobre acontecimientos inmediatos a la independencia del Paraguay, tenemos noticia de una primera bandera tricolor (azul amarillo y rojo) (6)

 

¿Qué bandera fué ésa y cuál su significación? Conforme a las disposiciones y costumbres españolas, debió ser la bandera de las milicias coloniales.

 

El azul, correspondía a las armas de la ciudad capital y fué adoptado como color emblema de la Virgen de la Asunción, Patrona del Paraguay. El amarillo y el rojo, no eran sino los colores provenientes de la unión de Castilla y Aragón, como queda dicho.

Verosímilmente, un listón rojo fué sustituido por el azul de las armas de la ciudad de Asunción, formando así la bandera de las tropas de la Provincia del Paraguay que aquélla comprendía en su jurisdicción.

Es de notar que estos mismos colores de la bandera a que se refiere el coronel Zavala, en su crónica citada, sirvieron en distinta, pero idéntica disposición a las de las repúblicas de Colombia, Ecuador y Venezuela, siendo en esta última, iguales los tres listones. En la de Bolivia se cambió el listón azul por el verde. En cambio la del Perú, conserva el blanco y rojo, tal como lo estableció San  Martín.

 

Producida la revolución de la independencia en el Paraguay, no se adoptó pabellón nacional de inmediato. En cambio, a la manera española, se implantó para los batallones recientemente creados, los distintivos correspondientes, conforme a las disposiciones vigentes entonces.

 

Es así que en la resolución del 31 de julio de 1811, se siguió en todo dicha modalidad.

Dice esta resolución, "El uniforme y divisas de este Batallón y compañías de Artilleros será el mismo que al presente usan las Compañías de uno y otro cuerpo que han estado a sueldo, y el Batallón de Infantería tendrá dos banderas de las medidas y cabos que están prescriptas para los Regimientos de ejército, la primera será encarnada y tendrá el escudo de las Armas Reales en campo blanco, la segunda será tricolor, a saber blanco, encarnado y azul, y tendrá en la primera faxa  blanca la Cruz de Borgoña, y a sus lados el escudo, o blazones de esta Ciudad" (7).

 

Evidentemente, no era aún la actual bandera paraguaya, en la que nada tiene que hacer la Cruz de Borgoña, símbolo metropolitano no obstante la algarabía con que fué acogido el hallazgo de esta pieza documental.

¿Fueron esas banderas creadas  caprichosamente? Entendernos que no. Ellas correspondían a las disposiciones y costumbres en vigor.

 

El origen del color rojo en la primera de dichas banderas, sin duda alguna, venía de lo que se asegura fué inicialmente el usado en España.  El escudo con las armas reales en campo blanco, corresponde a la insignia establecida por Felipe V en 1707.

 

En cuanto a la segunda bandera a que se refiere la resolución transcripta, cuyos colores son los mismos que los adoptados posteriormente para formar la bandera nacional del Paraguay –si  bien en otro orden – pareciera  ser una insignia de transición en que se hubiese querido fundir el pasado con el presente, la Madre Patria con la nueva nación que surgía.

 

El blanco de la primera faja, según la resolución conocida, después traspuesto al medio, en segundo lugar, era el distintivo real. El rojo que debió ocupar el centro y pasó a ser después el primer listón de la tricolor, era el distintivo español. Y el azul en el listón de abajo correspondía al color, de las armas de la ciudad de Asunción, o sea del Paraguay mismo, color que empieza a aparecer en las nuevas insignias desde la iniciación del primer Congreso patrio del 17 de junio de 1811 (Molas).

 

El haberse colocado juntos la Cruz de Borgoña y los "Blazones de esta ciudad" de la Asunción, parecería indicar aun más, la conjunción del pasado que se abandonaba y el presente que surgía; la evolución pacífica del Paraguay colonial al Paraguay libre.

 

Aquí cabe llamar la atención sobre un detalle, ya que en la copia publicada de la citada resolución del 31 de julio de 1811, no figura firma alguna.

Los panegiristas de Francia, como buscando absolución a su responsabilidad de haber suscripto dicha resolución en la que se establecen los, colores de la bandera nacional, aunque en orden distinto, y en la que se menciona "la Cruz de Borgoña", tratan de endosar exclusivamente el documento citado a los demás miembros de la junta, con el avieso objeto de señalarlos como realistas. A pesar de pretender esgrimir bizantinamente argumento tan pueril, es necesario advertir que Francia abandonó la Junta de que formaba parte el día 1º de agosto de 1811 y la resolución está fechada el día anterior, cuando aún estaba en aquélla.

 

Por otra parte, suponer que dicha resolución fué hecha a tambor batiente el mismo día de la salida de F rancia, tampoco es aceptable. Lo lógico es que todos los miembros fueron partícipes de la resolución Citada.

 

Pero lo que, en cambio, no se, puede discutir, es que la nueva bandera izada el 15 de agosto de 1812, en sustitución de la anterior, fué establecida, positivamente, en ausencia de Francia y por los colores y el orden de su disposición, es diferente de la que menciona la resolución citada, correspondiendo a la bandera que fué adoptada en definitiva.

 

Y es ésta la que hasta ahora se festeja: rememorando cabalmente la fecha en que fué izada por primera vez,

 

NOTAS

(5)La cruz que usaron los hispanos en las cruzadas era toda roja.

(6) —Diario", en Revita Nacional  t. III, número 16. Buenos Aires (1837).       Según         Molas,        esta tricolor, (encarnado, azul y amarillo) se enarboló al iniciarse el Congreso del 7 de Junio de 1811.

(7)Archivo Nacional de Asunción Vol. 2, número 77

 

 

LA  BANDERA Y LAS INVACIONES INGLESAS

 

No estará de mas una digresion para referirnos a una siguiente sugerencia.

Cuando las invaciones inglesas a Buenos Aires, 1806/7, la Provincia del Paraguay concurrió a la defensa del Virreinato con un cuerpo de tropas.

Liniers, al organizar la defenza, dispuso como distintivo de los efectivos que ocupaban el ala derecha, una bandera encarnada;  una azul turqui para la izquierda; y una blanca para las fuerzas del centro. Las reservas, denominadas ‘’cuerpo auxiliar’’, lucian a su frente una badera compuesta de dichos tres colores.

No es presumible, como se ha creído, que Liniers haya usado como distintivo dichos colores rememorando los de la bandera francesa. Igual cosa cabe decir del uniforme de la tropa para cuya confeccion tuvo que utilizar los materiales que halló a mano en los almacenes de la ciudad y en las bodegas de los buques capturados cuando la reconquista.

Por otra parte, España, cuyos derechos defendió en esa ocación, estaba entonces en guerra con Francia, y mal podía haber entrado en sus propósitos adoptar los colores de ésta, para ponerlos frente a las tropas destinadas a la defensa de aquella, de que era jefe.

El contingente paraguayo que acudió, pertenecia al cuerpo auxiliar o de reserva, y fue uniformado todo él a su llegada a Buenos Aires con esos colores y enviado de inmediato como tropa fresca, a la defensa de la Banda Oriental, mientras se organizaba la de la Capital del Virreinato y allí actuó hasta la caida de Montevideo.

Cabe hacer notar que entre los paraguayos que participaron en ese cuerpo, figuraban varios de los que posteriormente actuaron en el movimiento de mayo de 1811, entre ellos, el futuro presidente de la Primera Junta de Gobierno, Fulgencio Yegros.

No es infundada, por tanto, la presuncion de que los colores de la tricolor que Liniers hizo enarbolar en ocasión de la defensa, así como los de los uniformes dados a las tropas de la Provincia del Paraguay, se hayan fijado en el recuerdo de aquellos jovenes soldados que se dispusieron al sacrificio, al amparo de una bandera tricolor, que como insignia guardaba entre sus pliegues la añoranza de la tierra lejana y el sentimiento de fraterna unidad que se forja y fortalece entre los soldados de un mismo cuerpo ante los azares de la guerra.

Poco después, apenas un quinquenio, renovado el esfuerzo por una Patria libre, reverdeceria la evocacion de aquellos días memorables, en que guiados por esos mismos colores, al azar colocados entonces a su frente, fortalecerian su fe y su decisión, empuñando aquella bandera que los había unido en la defenza de sus derechos contra el invasor extraño, y los debía unir para la obra de su independencia y nativa libertad.

Por eso, son verosímileslos testimonios orales y autorizados recogidos por el compatriota Juan M. Sosa Escalada, del venerable maestro Juan Pedro Escalada, su abuelo materno, y de su copueblanos Bonifacio Iglesisas, UNO DE CUYOS HIJOS, Pedro Iglesisas, actuó en la lucha contra las invaciones inglesas, contestes ambos en que los colores de la bandera enarbolada por primera vez en la Asunción libre, el dia 15 de agosto de 1812, por disposicion de la Junta de Gobierno presidida por el General Fulgencio Yegros, hubiesen tenido origen en los de la bandera bajo cuyos pliegues actuaron cuando dichos sucesos (8).

Y como se ha dado en decir, que la bandera fue creada por Francia baste recordar  su nombre no figura entre los paraguayos  que formaron en las filas de aquel contingente, y si en cambio, Yegros, de la Mora y otros actores de nuestra independencia. Tampoco integraba la Junta de Gobierno el 15 de agosto de 1812, cuando se izó la tricolor, que  consagrada después por el voto del Congreso de 1842, es la auténtica bandera actual.

 

LA MUJER PARAGUAY Y LA BANDERA.

 

Triunfante el movimiento encabezado por el Capitán Pedro Juan Cavallero en la noche del 14 al 15 de mayo de 1811, la tradición ha dejado el recuerdo de la acción de una patricia, que en esa oportunidad obsequió al jefe revolucionario una ofrenda con flores de los tres colores que correspondían a los de la futura bandera.

JUANA DEL LARA es el nombre de aquella dama paraguaya que con esa adhesion floral, trabajada por delicadas manos, quiso traducir el homenaje de su sexo a la libertad de la Patria, episodio mencionado por el Ciudadano “Paraguayo’’ en sus escritos (9).

Y a pesar de todos los interesados empeños, la verdad es que la conciencia paraguaya ha ratificado la espontánea ofrenda con que Doña Juana de Lara honró a los proceres de la Independencia.

No hay razón alguna – las meras prevenciones no pueden valer como tales- para pretender amenguar este rasgo patriótico que antes bien, corroboraba la tradición y la crónica escrita, de que esos colores venian ya larvados en acontecimientos precedentes.

¿Qué  de extraño tiene entonces que ellos hubiesen inspirado la simpática actitud de la nombrada matrona?

 ¿Ni en qué contradice esto los antecedentes históricos y documentales hoy conocidos?

¿Ni con qué derecho se puede esgrimir la diatriba gratuita contra la muujer paraguaya, abnegada y valiente colaboradora en las grandes gestas nacionales, desde la hija de Juan de Mena hasta nuestros días (10).

Es dificil comprender la intención de quienes tratan de invalidar la tradición – que también es fuente de historia – y más aún corroborada por la relación escrita de quien ha vivido muy próximo al acontecimiento referido y por los antedecentes expuestos.

El ramo de flores de Juana de Lara, es para el corazón paraguayo, su bandera pefumada con el encanto y delicadeza de su heroica compañera de siempre.

 

LA BANDERA Y LAS RESOLUCIONES GUBERNATIVAS.

 

Retomando el hilo de narración, nótese que la Junta de Gobierno presidida por el general Fulgencio Yegros, en el nuevo estado independiente carecía oficialmente de la bandera.

Dicho queda que el 31 de Julio de 1811, se estableció por resolución gubernativa las nuevas banderas de los batallones recientemente creados, una de las cuales, ostentaba los colores que luego fueron adoptados, en orden diferente, como insignia nacional, ya sin distintivo real alguno.

Un año despues, la Junta Gubernaiva, en ausencia de Francia, y en ocasión del aniversario de la fundación de la ciudad de Asunción, instituyó la actual bandera tricolor – rojo, blanco y azul – izada y saludada solemnemente en reemplazo de la otra premencionada.

Esta nueva bandera ¿se la creó en base de la que aparece en la resolucion aludida del 31 de julio de 1811?

Probablemente sí. Todos los acontesimientos de que se ha ido pasando revista, indican que esos tres colores estaban profundamente arraigados en el alma paraguaya. La ordenación diferente de los listones que los contenían, debió responder, evidentemente, a resolucion posterior, aunque no haya de ella otra prueba o rastro que la crónica citada.

Dice ésta, que "al despuntar el sol (el día 15 de agosto de 1812) después de la salva de artillería, se enarboló la bandera tricolor azul, encarnado y amarillo con el escudo real. Al comenzar la misa mayor, se arrió ésta y se izó otra tricolor también, con listón blanco en el medio, colorado angosto arriba y azul abajo…Hubo fuego de artillería al azar y concluir la misa’’

La descripción de aquel episodio, su importancia y el alcance que le dieron los miembros de la Junta Gubernativa, están sencilla pero elocuentemente expuestos en la relación transcripta.

En la misma crónica precipitada se vuelve a mencionar que el 2 de febrero de 1813, a medio día, se enarboló el pabellón tricolor, seguramente con motivo del día de San Blas, patrón de la Ciudad, y tal bandera desde luego, no podía ser otra que la bautizada con toda solemnidad el 15 de agosto del año anterior, día de la Virgen Patrona del Paraguay.

 

***

 

Las actas del congreso de 1813, publicadas hasta ahora, no mencionan especialmente entre sus resoluciones la adopción de la bandera tricolor y menos su  sustictución por ninguna otra. Tampoco el de 1842 al ratificarla, alude a resolución alguna de aquél. Lo más probable es uqe nada se se haya dispuesto entonces respecto de la bandera tan jubilosamente bautizada el 15 de agosto del año anterior (1812),  omitiendose intencionalmente toda mención de ella por maquinaciones del ya preponderante Francia,  quien evidentemente no simpatizaba con esa insignia adoptada en el periodo de su ausencia de la Junta Guvernativa.

Tan solo es dable recordar que el Congreso de 1813 instauró el Consulado, y una escarapela tricolor era insignia de sus miembros.

Tampoco existe constacia conocida de que la bandera hubiese sido jurada como correspondía a una resolucion congregal, de haber existido alguna al respecto a pesar de que le primer turno en ejercicio de dicho consulado correspondió a Francia.

Coincidencia singular, es que los entusiastas festejos del año 1812, no se repitiesen una vez que Francia primó en el gobierno. Se ha dicho como explicación del gobierno. Se ha dicho como explicación del olvido de tan gloriosa efemérides, que si era grata para el pueblo paraguayo, no podía serlo para ‘’El Supremo’’, desde que recordaba a lo vivo toda la actuación de sus adversarios. Tampoco dio cumplimiento al decreto de los próceres  "para perpetuar la memoria de tan felices y gloriosos acontesimientos’’, tanto el 14 y 15 de mayo como el 20 de junio, para que ‘’sean días de TABLA Y GALA, ahora y siemore’’.

Este Decreto, DADO AL APROXIMARCE EL PRIMER ANIVERSARIO DE LA REVOLUCIÓN DEL 14 DE MAYO, LLEVA FECHA DEL 22 DE ABRIL DE 1812 y lo firman Yegros, Caballero y de la Mora, no así Francia, ausente a la sazón de la Junta.

 

Un año después, el Congreso de 1814 implantó la dictadura y el flamante dictador, se preocupó de hacer jurar el nuevo régimen despótico, en ciudades y cuarteles, en aldeas y fortines, adoptando para ello miniciosas disposiciones. Sólo un soldado, Manuel Iturbe, que comprendió su misión y sus deberes, se negó a convertirse en esbirro. Su ejemplo debiera ser grabado en la conciencia de cada ciudadano, para repetir a los que visten el uniforme de la Patria, que si no se defienden las libertades públicas y las instituciones que las garantizan, se deja de ser soldado de la patria, para convertirse en pretoriano, sin honra y sin gloria.

Pero nuestra bandera, aquélla que fue izada por primera vez el 15 de agosto de 1812 y ratificada como tal por el Congreso del año 1842, vivió en el corazón de los paraguayos a pesar de la omisión de su juramento. En cambio premiosos y estrictos requisitos se exigieron para afianzar el régimen de despotismo, cuyo acatamiento se impuso perentoriamente con las máximas formalidades.

Fue tanta la desidia  y tan manifiesto el desdén en que se tuvo a dicha bandera en el largo período  de la dictadura francista, que fue usada ‘’con las fajas ya horizontal o verticalmente’’, cuando alguna vez se la vió flamear.

Y llama la atención  esa desocupación del Supremo, dado que su nutrida correspondencia que guarda el Archivo Nacional, apenas menciona una vez la enseña patria – signo ostensible de nuestra soberanía – ni figuran lo envíos  de la misma a sus guarniciones, ni un solo homenaje a la tricolor establecida en 1812 cuando, en cambio, era tan puntilloso en no tolerar y en castigar la oposición  a su poder omnímodo o la simple omisión a su título y tratamiento, abundando las resoluciones prohibitivas y las órdenes de persecución y de fusilamientos, y hasta las acerbas burlas a un pueblo que no podía ni quererle ni sentir simpatías por su sistema, víctima como era de su afrenta soez y despiadada, como aquella de que ‘’siempre quedarán en vano mis afanes y diligencias con todos los costos, y los paraguayos vendrán a quedar siempre de paraguayos y no más’’ (11)

Los paraguayos querían ser, nada más que paraguayos, al decir de Francia y a pesar del “Supremo Dictador’’ que se lamentaba de vivir “en un país de pura gente idiota’’

¿Qué otra suerte les estaba preparando a los paraguayos, que no se la pidieron  ni consistieron jamás…?

Del examen de toda su larga correspondencia  que guarda el Archivo Nacional, no hemos podido hallar mención de la bandera tricolor, que una en una anuncia, a requirimiento del comandante de Concepción, que: ‘’En otra ocasión remitiré también una Bandera tricolor de lo que aquí se usa como signo de nuestra República…’’ (12)

Pero ignoramos si la promesa fue cumplida, pues no hay mención de tal envío, a pesar de ser tan prolijo en la detallada enumeración de los calzoncillos  y chiripás que mandaba para sus tropas, pues con eso basta. Según les explicaba no menos prolijamente, ya que la “casaca”, que en cierta ocasión le solicitaron, “ni es cosa absolutamente precisa para andar entre Indios y por desiertos’’ (13)

Debió ser tan grande la desidia tan persistente el olvido, tan intencionado el abandono de la bandera nacional y de la misma independencia patria, que el gobierno que le sucedió, lo primero que hizo fue proclamarlas de nuevo y establecerlas al fin, como medio para sacudir y avivar la conciencia adormecida de la nacionalidad.

Si la independecia nacional y su símbolo genuino, la bandera hubieran sido inculcados, como se pretende, en la conciencia pública durante el período  de la tiranía de Francia, no se explica, y antes bien, causa extrañeza que el primer Congreso de la República reunido extraordinariamente en 1842, después de la muerte de aquél, hubiese tenido que ocuparse – como caso de urgencia nacional – en proclamarla y especialmente establecerla de nuevo por la ley y hacerla cumplir y jurar, mantener y respetar, dentro y fuera de la república.

He aquí el texto de la Ley sobre Pabellón Nacional, dictada por dicho congreso:

 

Artículo 1º - El Soberano Congreso General Extraordinario de la República del Paraguay declara solemnemente, manda y ordena, que el Pabellón de la República sea el mismo que hasta aquí ha tenido la Nación con las variaciones convenientes, esto es, una bandera compuesta de tres fajas y horizontales: colorada, blanca y azul.

De un lado el escudo nacional con una palma y una oliva entrelazadas en el vértice y abiertas en la superficie, resaltando en el medio de ellas un estrella. En la orla de inscripción distribuída que dice REPÚBLICA DEL PARAGUAY. En el lado opuesto un círculo con la inscripción PAZ Y JUSTICIA y en el centro un león en la base del símbolo de la libertad.

 

Art. 2º  - En todas las plazas, puertos, campamentos y fortalezas de la República, como en los buques de guerra y de la propiedad de los hijos del país,  no se enarbolará otro pabellón que el que queda demarcado y declarado pabellón nacional.

 

 

Art. 3º -  Dada en la Sala de sesiones del Soberano Congreso general extraordinario el 25 de Noviembre de 1842.

(Siguen las firmas de los congresales. Original en el Archivo Nacional, vol. 93, Nº 20)

 

A la vista de este documento, el primero que se ocupa de la bandera patria, atribuyéndole toda la importancia que entraña, a diferencia del silencio del Congreso de 1813 a su respecto, cabe preguntar:

¿A qué variaciones se refería? ¿Por qué la expresa obligación de que sólo este pabellón debería ser enarbolado en todas partes? ¿Había o hubo pabellón que fuera enarbolado antes y durante la dictadura de Francia? Es de suponerlo,  porque de otro modo no se explica la redundancia de establecerlo, con el agregado de que ya no podrá usarse ‘’otro pabellón que el que queda demarcado y declarado pabellón nacional’’

 

 

LA BANDERA DEL DICTADOR FRANCIA

 

Hemos visto, que desde el encumbramiento de Francia, en 1813, la bandera tricolor sufre el eclipse que llega a un total olvido,  que seguramente no era ajena la personal aversión que tenía por sus autores.

En el supuesto de haber sido creada ella por Dictador, ¿cómo explicar semejante conducta de un hombre dominado por tan fuertes pasiones y de tan manifiesta egolatría? no nos proponemos buscar otra respuesta a esta pregunta que la que su propia correspondencia,  en la que no se registra  otra mención a la insignia de 1812, que la ya señalada.

Es muy sugestivo que entre  la documentación del Libertador Bolivar aparezca un decreto del “Supremo” Francia, estableciendo en 1826 una bandera ‘’toda azul celeste con una estrella blanca en el centro’’ (14). Curioso es, porque habiendo una bandera de la República no había motivo para semejante cambio (15).

De la existencia de esa bandera, también se ocupa el “Ciudadano Paraguayo”, al expresar en una de sus cartas, que era “toda azul con una strella blanca en el angulo superior, junto o próximo a la driza’’

Entre aquel decreto del “Supremo Dictador” y lo aseverado por su coetáneo, el “Cuidadano Paraguayo” sólohay una escasa diferencia en la ubicación de la estrella. Es muy probable que la bandera “toda azul celeste” haya sido usado con la estrella en uno u otro sitio.

Lo más verosímil es que el Dictador, lo haya hecho, al solo objeto de sustituir la bandera establecida en 1812, por la Junta Gubernativa, de la que estaba ausente al ser adoptada, y contra cuyos miembros lanzó durante toda su vida las invectivas en que abunda toda su megalomaníaca correspondencia.

Llama la atención que una “faja azul”  en la orla del sombrero de los Congreso de 1813, en que ya predominaba Francia.

El hecho real es que esa bandera toda ella de color azul celeste, fue establecida en 1826, según el decreto referido. A mayor abundamiento, en ese mismo año, los papeles oficiales aparecen sellados con una estrella de seis puntas, rodeada por una palma y un olivo entrelazados, tal como era la que tenía la bandera “toda azul celeste”.

Y precisamente, el hecho de encontrarse con dos banderas como insignios de la Nación , explicaría por qué su sucesor tuviera que preocuparse en 1842 de sancionar de nuevo una independencia conquistada ya desde 1810-1811, que era como letra muerta, y de restablecer a la vez la auténtica bandera nacional.

Así  se estableció y mantuvo definitivamente la bandera de la Nación paraguaya, mientras la del Dictador desapareció con el.

 

 

LA BANDERA DE LOS PARAGUAYOS

 

El singular “patriota”, no podía aceptar la bandera de los Yegros y Cavallero, de los Iturbe y de los Troche.

Ya hemos anotado el hecho de que durante su gobierno despótico, la sumió en el olvido, mientras planeaba, según sus propias palabras, el que los paraguayos no fueran paraguayos.

Pero los paraguayos quisieron ser y seguirán siendo paraguayos, mientras el rubí, diamante y záfiro de su bandera los llame al combate por la libertad, al trabajo fecundo y al amparo de la Justicia que proclamaron un día y gozarán alguna vez!

Si existen dictaduras  que humillan la bandera nacional, humillando a sus soldados, que no son sino coudadanos en armas; si hay panegiristas de totalitarismos transnochados que pretenden monopolizar el patriotismo encarnándolo en los déspotas, como si éstos fuesen sus únicos depositarios, recuerde cada soldado el rasgo de dignidad y pundonor del teniente Manuel Iturbe y que cada ciudadano se convierta en el sustentador de la liertad.

 

***

 

EN RESUMEN:  de los antecedentes expuestos se colige que la bandera patria ha tenido su evolución paralela a la de la independencia nacional, pudiendo señalarse en ella las etapas siguientes:

1.- Tricolor  de azul, amarillo y rojo. (Del 17 de junio de 1811 hasta el 15 de agosto de 1812)

2.- Para las tropas, una encarnada, con las armas reales en campo blanco y otra tricolor (blanco, encarnado y azul) con la cruz de Borgoña en la primera faja y los blasones de la ciudad (31 de julio de 1811), siendo todas éstas correspondientes al período de transición.

3.- Tricolor  (rojo, blanco y azul) ya sin insignia real alguna (15 de agosto de 1812 hasta la fecha), como verdadero símbolo de la soberanía nacional, habiendo sido establecida en ausencia del vocal Francia, en el período de su segundo retiro de la Junta Gubernativa.

4.- Eclipse de la misma durante el período de su Dictadura vitalicia que pretendió reemplazarla por otra azul celeste (1826-1940)

5.- Confirmación de la bandera tricolor de 1812 por el Congreso extraordinario del 25 de noviembre de 1842, juntamente con la ratificación de la independencia nacional.

(No hay constancia de que el Congreso de 1813 se hubiese ocupado de ella)

 

 

***

 

La bandera paraguaya nació por la acción de sus heroicos soldados  de Paraguarí y Tacuarí, y del 14 de Mayo de 1811 y vivió y vive para ser amparo de ciudadanos libres y a despecho de todas las afrentas de déspotas autoritarios.

El pueblo que simboliza, libre de cadenas y opresores, la hizo flamear victoriosa en las batallas, antes de Francia y en suestros días.

Compatriotas: por la libertad de la Patria y la dignidad de su bandera, renovad el lema de nuestros próceres de ¡VENCER O MORIR!

A la ignominia de la esclavitud, preferid la gloria de la Libertad.

LIBRE EL PUEBLO, TENDRÁ  ESTA ORACIÓN EN LOS LABIOS:

Bandera de la Patria

¡Bendita seas!

Porque eres AMOR, UNIÓN, LIBERTAD, JUSTICIA y PAZ.

 

 

NOTAS

(8) Pérez Acosta, Juan F. "Repercusión en el Paraguay de las invaciones inglesas’’ (1933); "Fecha y emblemas patrios del Paraguay’’ (1939), y "Los contingentes paraguayos de 1806-1807’’ (1942). Es el primero que dio a conocer estos detalles.

Corroborando la misma tesis, el conocido historiógrafo argetino, capitán de fragata (R) Jacinto R. Yaben, acaba de dar a luz un estudio sobre ‘’El origen de los colores y la creación de la Bandera Nacional’’.

(9) Peña, Manuel Pedro de la ("El Ciudadano Paraguayo’’). Cartas y Anotaciones.

(10) Ruiz, Gabriel J., "La  bandera y el escudo del Paraguay’’ ("La Tribuna’’, agosto 14, 1945). Llama la atención que quien se precia de ser veráz, repita la mal intencionada adulteración documental de una de las cartas del Ciudadano Paraguayo Manuel Pedro de la Peña. Sería conveniente que verificáse la carta, para no suponérsele un adulterador más, entre los que se cuenta ‘’un patriotero’’ conocido de todos.

(11) Oficio de Francia a Ramírez (Mayo 16, 1833), Archivo Nacional.

(12) Carta al Comandante de Concepción (Noviembre 2, 1815), Archivo Nacional.

(13) Carta al delegado de Itapúa (Marzo 7, 1833). Archivo Nacional

(14) Blanco, Félix José ‘’Documentos para la historia de la vida pública del Libertador de Colombia, Perú y Bolivia’’ (1876)

(15) Llama la atención en la correspondencia del Dictador Francia, la insistencia con que pide a sus delegados, la obtención de paño azul.

 

INDICE

PRÓLOGO

Costumbres y Reglamentos sobre banderas en España

La bandera y las invaciones inglesas

La mujer paraguaya y la bandera

La bandera paraguaya y las resoluciones gubernativas

La bandera del Dictador Francia

La bandera de los paraguayos

 

 

ADVERTENCIA

En vista de los sucesos y cambios ocurridos últimamamente en el Paraguay, estando ya terminada y en los talleres esta monografía, y a fin de que no se les atribuye la inspiración de algunos de los juicios en ela vertidos, se deja constancia de que los originales respectivos fueron entregados con anterioridad para ser impresos al aproximarse el DÍA DE LA BANDERA, como homenaje del autor a esta efemérides.

 







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