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GÉNERO : ENSAYOS DE ESCRITORES PARAGUAYOS

  PARAGUAY, LA PROVINCIA GIGANTE DE LAS INDIAS (Obra de JUSTO PRIETO)

PARAGUAY, LA PROVINCIA GIGANTE DE LAS INDIAS (Obra de JUSTO PRIETO)

PARAGUAY, LA PROVINCIA GIGANTE DE LAS INDIAS

Obra de JUSTO PRIETO

ANÁLISIS ESPECTRAL DE UNA PEQUEÑA NACIÓN MEDITERRÁNEA

Archivo del Liberalismo

Asunción – Paraguay

1988

Publicación de la colección documental

del "Archivo del Liberalismo",

Asunción, Paraguay.

 

JUSTO PRIETO nació en Pilar en 1897, donde hizo sus estudios primarios. Estudios secundarios en el Colegio San Luis de Asunción. Doctor en Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Asunción. Cargos académicos: Profesor Titular de Sociología, de Economía Política, Introducción el Estudio del Derecho y de Práctica Forense en la Universidad Nacional de Asunción. Profesor de la Escuela Superior de Guerra, Escuela Militar y Escuela Normal de Profesores de Asunción. Profesor de Sociología en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Decano de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Asunción. Rector de la Universidad Nacional de Asunción. Fundador y primer Decano del Instituto Superior Internacional de Relaciones Públicas (ISIRP), de Asunción. Profesor de Sociología General y Sociología Industrial del Instituto Superior Internacional de Relaciones Públicas (ISIRP) de Asunción. Cargos políticos: Presidente del Concejo Deliberante de Asunción. Diputado Nacional. Presidente del Senado. Ministro de Educación y Justicia. Ministro de Relaciones Exteriores. Presidente del Partido Liberal del Paraguay. Presidente del Comité Paraguayo pro-autodeterminación de los pueblos. Presidente de la República de los ciudadanos del mundo. Obras: Síntesis sociológica. Sociología industrial. Sentido social de la cultura universitaria. Paraguay, la Provincia Gigante de las Indias. Manual del ciudadano liberal paraguayo. La vida indómita de Augusto Comte. 18 meses de regresión política. 2 vidas ejemplares. Eusebio Ayala, presidente de la Victoria. Sociólogos argentinos en la tradición continental. Diccionario del liberalismo comentado. Etapas del liberalismo paraguayo. Profesión de fe de una generación. Efectos jurídicos de las obligaciones naturales. Justo P. Prieto falleció en Asunción el 29 de junio de 1982. Títulos publicados. "El estado general de la nación durante los gobiernos liberales". Vol. I, II y III. Mensajes presidenciales de los gobernantes liberales del Paraguay, Asunción, 1987 -1988, 1.357 páginas. "Ensayos sobre el liberalismo paraguayo". Justo Pastor Benítez, Asunción, 1988, 294 páginas. "La guerra y la paz del Chaco. Entrevista Gerónimo Zubizarreta -José Félix Estigarribia". Cuadernos Históricos Nº 1. Benjamin Vargas Peña, Asunción, enero-febrero 1988, 62 páginas. “Tragedia de la cárcel pública. 29 de octubre 1877". Cuadernos Históricos Nº 2. Héctor Francisco Decoud, Asunción, marzo-abril 1988, 88 páginas. Facsimilar. "El Paraguay y la tiranía de Morínigo” Cuadernos Históricos Nº 3. Carlos Pastore, Asunción, mayo-junio 1988, 80 páginas. Facsimilar. "Paraguay, la Provincia Gigante de las Indias. Análisis espectral de una pequeña nación mediterránea". Justo Prieto, Asunción, 1988, 244 páginas. Facsimilar.

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"Ciertas omisiones documentales y las interpretaciones preconcebidas han traído hasta nosotros narraciones patrióticas, noblemente intencionadas, pero reñidas con la verdad. El Olimpo histórico del Paraguay está lleno de dioses y semidioses y como éstos, tan llenos de virtudes, vicios y pasiones. Cada uno ha tenido su papel que representar y, fuera de él, ellos pueden ser o son nulos, incompletos y hasta perniciosos. Los hombres de ayer no fueron mejores que los de hoy. Los próceres paraguayos tenían menos posibilidades de llegar a la perfección que los ciudadanos de ahora porque vivían en una sociedad atrasada, sin instituciones arraigadas, sin clase directora, sin comunicación, sin recursos técnicos, sin conocimiento del país y de los países, en medio de una sociedad mestiza tal vez menos maleable que la misma naturaleza física.

La consideración de esas deficiencias, de las pasiones incoercibles y egoístas, de la incesante actitud antagónica dentro de condiciones sociales antijurídicas e inescrupulosas y de las luchas de intereses de la época respectiva, es la que debe servir de base pura aquilatar sus actos y deducir juicios. Los criterios y sentimientos del presente poco valen si no son trasladados a la época en que los hechos fueron provocados". (Justo Prieto).

 

Asunción, la muy noble y muy ilustre,

La ciudad comunera de las Indias,

Madre de la segunda Buenos Aires

Y cuna de la libertad de América!

Prolongación americana un tiempo

De las villas forales de Castilla,

En las que floreció la democracia

De que se enorgullece nuestro siglo;

En pleno absolutismo de Fernandos,

En tus calles libróse la primera

Batalla por la libertad; el grande

Y trunco movimiento comunero

Te tuvo por teatro; el verbo libre

De Mompo anticipó la voz vibrante

Del cálido Moreno; el sol de Mayo

Salió por Antequera.

¡Arrodillaos, opresores todos!

¡Compatriotas, entonad el himno!

(Del "Canto Secular", ELOY FARIÑA NÚÑEZ).

 

 

Se han trazado en gris los límites del Paraguay actual, cuyo aspecto aparece un tanto deformado al seguir los trazos del mapa de Allard, que, como todos los de la época, da al Continente una configuración defectuosa. (Colección del Pozo Cano). Las disminuciones territoriales operadas en el curso de los gobiernos de Hernandarias, Rodríguez de Francia, Carlos Antonio López y Francisco Solano López, llegan a su máximo en 1900. La mitad del Chaco, virtualmente perdida entonces, fue recuperada por Eusebio Ayala, el Presidente de la Victoria, en la guerra de 1932-35.

 

INTRODUCCIÓN

Un país es una entidad que puede estudiarse como naturaleza y como historia. Ninguno de estos dos elementos pueden darnos por separado su interpretación unitaria. Su vida es una resultante del suelo y del subsuelo, de sus bosques y de sus campos, de su cielo, de sus vientos y de sus aguas, de las razas que lo habitan, de las luchas que se desarrollan dentro de sus fronteras, de sus hombres representativos y de sus muchedumbres. Parafraseando a Ihering, en cierta manera, su naturaleza es la determinación anticipada de sus destinos, y éstos, su naturaleza en acción.

Los destinos de un país nacen y toman cuerpo dentro de sus fronteras, como los del individuo en su fisiología y en su mentalidad. La nación es susceptible de una biografía animada por el relato de los acontecimientos, de las luchas y de la pugna por la elevación del espíritu y la realización de la libertad. Ludwig ha comparado al Nilo con una vida humana, desde que nace hasta que echa sus aguas en el mar. Una nación, aunque carece de la posibilidad de desplazarse, es también una fuerza viviente, una expresión dinámica que al enlazarse con otras por sobre sus fronteras, contribuye a formar la síntesis que se conoce como humanidad.

El Paraguay ha ejercido en plena infancia una influencia decisiva. Naturaleza virgen poblada de salvajes, fue el centro y comienzo de la era política y cultural indo-americana. Los más importantes experimentos biológicos y sociales tuvieron lugar allí. Crisol de razas, unificación de religiones, moldes políticos y sociales como el feudalismo de las encomiendas, la República Cristiana Comunista de los jesuitas –en perpetuo equilibrio inestable por falta de coincidencia de sus fronteras con las de la Provincia– política de aislamiento más completo, ensayo del totalitarismo más absoluto, todo fue intentado en ese punto de apoyo, “amparo y reparo de la Conquista”.

El Paraguay tuvo que defender su vida desde los primeros momentos de su existencia.

La Corona de España lo amamantó con amor mientras lo creyó l'homme à la cervelle d´or, de la leyenda de Alfonso Daudet. Cuando se convenció de que allí no había más que bosques inmensos y nada de piedras preciosas, lo consideró una mera ruta; luego, como a un niño expósito, lo abandonó a merced de los conquistadores y de los discípulos de San Ignacio de Loyola. Hernandarias le asestó el primer golpe cuando ya estaba atado de pies y manos por el régimen feudal que lo exprimía. El doctor Francia lo secuestró después, y tras la inyección que Carlos Antonio López dio al cuerpo exánime, Francisco Solano López lo lanzó a la palestra donde hubo de medir sus fuerzas aún no recuperadas en un torneo desigual. Y sin embargo, durante esa vida azarosa y accidentada, desde Asunción, ciudad fundada a igual distancia de los dos océanos y del Amazonas y del Río de la Plata, el Paraguay generó ciudades y doctrinas universales elaboradas en el intervalo que dejaban las luchas cruentas, y se hizo símbolo: el de la fecundidad y el desinterés, el del predominio del espíritu sobre la fuerza y el del ideal de libertad, que en ese pequeño escenario, miniatura del universo entero, dio sus mártires y sus héroes, gracias a esos adalides, que cual predestinados a una misión, realizan las etapas de la vida colectiva.

Hubo varios de ellos en el curso de la existencia paraguaya con la particularidad de que, sin alardes demagógicos ni prédicas de odio colectivo –características inseparables del despotismo y de la pasión por el mando– fueron los auténticos intérpretes de su tiempo y de sus muchedumbres: Domingo Martínez de Irala, al realizar la unidad étnica; Antequera, al predicar el gobierno propio; Carlos Antonio López, al incorporar el país a la vida internacional; Manuel Gondra, que encarna el respeto a la Constitución, y Eusebio Ayala, que simboliza la integridad territorial y la recuperación espiritual.

A través del papel desempeñado por estos enviados del destino, que nunca se sintieron hombres providenciales, y de los hechos aparentemente contradictorios –ensayos de feudalismo, de comunismo, de democracia y de fascismo– puede encontrarse la lógica que preside el desenvolvimiento paraguayo hasta llegar a las puertas de su madurez.

El Paraguay se encuentra hoy en un instante crucial de su proceso vital. La solución de sus problemas elementales –la afirmación de su independencia lograda en el siglo pasado y la certidumbre territorial adquirida en 1935–, le ha suministrado la base necesaria para entrar en un nuevo ciclo de su desenvolvimiento, que será el del bienestar económico y el de su definición ético-cultural.

Este doble imperativo es avizorado por los hombres de pensamiento e intuido por las muchedumbres, aunque hasta ahora no se hayan clarificado las aspiraciones ni se haya logrado trazar la senda que ha de conducir directamente a la Nación hacia el ideal. En estos momentos el Paraguay está como detenido en una ruta obstruida por una congestión del tránsito. Idearios, propósitos y programas se cruzan, chocan y forcejean por llegar a la misma meta. Ellos derivan de todos los grupos –liberales y estatistas, conservadores y revolucionarios–, los cuales al no encontrar la fórmula de cooperación, se obstinan en tomar la delantera sin otro resultado que aumentar la confusión en medio de la estéril algarabía. La nación no podrá salvar el atolladero de las ideas indefinidas si los grupos persisten en interceptarse el paso empeñados en una batalla de eliminación.

Para salir de él se necesita algo más que conductores; se requieren certeros intérpretes de la voluntad general. Los aspirantes a führers, duces o caudillos, que se autoeligen con o sin plebiscitos, carecen de aptitud para ello. La "nueva" democracia que ellos proclaman no se funda rompiendo el equilibrio de los poderes y con establecer el «Dominatus» que sustituye a la voluntad popular por el despotismo de la voluntad-ley.

La democracia debe definirse como la influencia en la cosa pública del "hombre común", de Henry Wallace, como sujeto y fin de toda organización político-social, Toda acción política es, no para los partidos, gremios o clases –que todos ellos tienen su función propia en el organismo social–, sino para el "hombre común» que no es el hombre mediocre ni el energúmeno que proclama ruidosamente sus derechos y olvida intencionalmente sus deberes.

Es el ciudadano consciente, materia prima de la nación que, rico o pobre, sabio o ignorante, tiene una clara conciencia del privilegio de ser un hombre capaz de ser libre, de ser depositario de la soberanía espiritual y de conocer el bien y el mal, como un título habilitante para ser dirigente o dirigido, para ser rector u obrero, en el engranaje de la vida social.

La descripción del proceso vital y de sus resultados requiere la determinación de los ciclos históricos del Paraguay con indicación de su estructura, función y destino peculiares, alrededor de un eje económico-jurídico en el período colonial y jurídico-político en la etapa nacional.

 

I. – DURANTE EL ESTADIO COLONIAL.

1) Lucha entre indígenas e invasores por la posesión del territorio, que termina gracias a la disipación de la quimera del oro. Nace la política, pero el «Estado" –dado que fuera tal en aquella época– carece de contenido y de formas precisas (1516-1540).

2) Régimen de las Encomiendas y de las Reducciones. Se inicia la era agropecuaria mientras se realiza la fusión de razas. La economía se funda en la explotación de la tierra y del hombre, el monopolio y el contrabando, mientras la vida política y social va estructurándose orgánicamente (1540-1717).

3) Lucha entre dos feudalismos, el económico-político y el económico-religioso. La conciencia colectiva despierta, y los comuneros aclaman la soberanía del pueblo como superior a la voluntad real. (1717-1811).

 

II. -DURANTE EL ESTADIO NACIONAL.

1) Era de los gobiernos absolutos fundados en la voluntad-ley. Durante este lapso, la política de la violencia secuestra a la nación, liquida los restos de la organización económico-religiosa, afirma la soberanía política y pierde la independencia geográfica. (1811-1864).

2) Era de la lucha del pueblo por la definición territorial, en la que se proclaman los Derechos del hombre y del ciudadano y los principios democráticos, y se sustituye la voluntad-ley por la soberanía popular. (1864-1935).

3) Comienzo de la era de las autocracias amorfas en que el poder pretende sustituirse a las constituciones y a las leyes e interpretar directamente las aspiraciones populares. Los gobiernos unipersonales están frente a la masa civil, de cohesión debilitada e imposibilitada de reorganizarse por el aflojamiento de los resortes legales y la supresión de las garantías elementales. Los partidos quedan adormecidos por la «tregua política" y el civilismo se refugia en la Universidad y en tierras extranjeras. (1936 a...).

* * *

Cada país americano tiene su sociología y sus modalidades propias que determinan el criterio predominante para su interpretación. Las condiciones históricas del Paraguay son excepcionales en América, sin que ello signifique que el país sea algo misterioso, como podría inferirse de relatos de turistas o viajeros antiguos o contemporáneos. Debe, sí, destacarse que el juicio sobre él escapa a los criterios aplicados invariablemente a los demás países americanos.

Para definir la personalidad histórica del Paraguay, y su sino al mismo tiempo glorioso y desventurado, parece haber escrito Víctor Hugo la siguiente estrofa de La leyenda de los siglos:

 

C'est la terre sereine, assise près du ciel;

C'est elle qui, gardant pour les pâtres le miel,

Fit connaitre l'abeille aux rois par les piqûres;

C'est elle qui, parmi les nations obscures,

La première alluma sa lampe dans la nuit…

Le mot Liberté semble une voix naturelle

De ses prés sous l'azur, de ses lacs sous la grêle,

Et tout dans ses monts, l'air, la terre, l'eau, le feu,

Le dit avec l'accent dont le prononce Dieu.

En efecto, el Paraguay fue cuna de las primeras luchas por la implantación de la libertad y de la autonomía gubernativa en el continente. Esas luchas fueron cruentas y sin armisticios, y le permitieran elaborar una expresión intelectual o artística, económica o religiosa, peculiar y sobresaliente. El arte fue una mera artesanía, obra material indígena –no espiritual sino simplemente manual– carente de fisonomía propia y genuina como, por el contrario, lo fue en México, Perú o Guatemala. La cultura moral o jurídica, sin base universitaria y sin una clase intelectual ahogada en germen por sucesivos y diversos despotismos, es esencialmente europea, traslado de una cultura foránea preexistente, cuya aparente originalidad, si así puede hablarse, consiste apenas en tenues modificaciones explicables sociológicamente, como un fenómeno de refracción producido al amparo del tiempo y del desplazamiento.

En cuanto a lo económico, el régimen, como "colonial» que era, no presenta originalidades: explotación exhaustiva de la tierra y del hombre, contrabando y luchas para el enriquecimiento mediante la comercialización de ciertos productos –en nuestro caso la yerba-mate.

Por ello la vida paraguaya reclama una interpretación esencialmente política, factor más preponderante en nuestro medio, que el artístico, el religioso o el económico.

El valor del hecho histórico deriva de la posibilidad de dar nacimiento a generalizaciones sociológicas y a la consiguiente interpretación final. Siendo la bibliografía sobre el pasado paraguayo, abundante pero no totalmente meritoria, los hechos que han de mencionarse son sólo aquellos cuya autenticidad arraiga en pruebas racionalmente valiosas, desechando todos los que no pueden ser aquilatados y establecidos científicamente.

Creemos que sobre tales fundamentos, sin pasiones localistas y sin egoísmos patrióticos puede intentarse la descripción del Paraguay como naturaleza y como historia. Sólo así será posible llegar a la interpretación científica y reflexiva de ese país cuya personalidad determinó y determina influencias dentro de los límites trazados por su lengua autóctona y por su amplio liberalismo, más que por las fronteras dibujadas por sus ríos y montañas.

* * *

Este libro terminó de escribirse a principios de 1946. Circunstancias del momento impidieron hasta ahora su publicación. Ellas nos permitieron revisar sus páginas de acuerdo con algunos trabajos posteriores, como se señala en la Bibliografía.

Buenos Aires, 1951.

 

 

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1651. – Sentencia de Don Andrés de Garabito, Caballero de la Orden de Saint Jacques, Visitador, contra Diego de Yegros, Juan de Vallejo Villasenti (padre e hijo) y Cristóbal Ramírez Fuenleal (Alcaldes) por expulsión de los Jesuitas.

1652. – Sentencia de Gabriel de Peralta, Decano de la Catedral del Paraguay.

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1721. – Carta del Obispo Pedro Fajardo al Rey.

1524. – Atestación dada a los Jesuitas por el Capítulo de la Catedral del Paraguay, por el Licenciado A. Delgadillo y Atienza, Dr. Juan González Melgarejo y Luis de Beitía.

1724. – Testimonio de Antonio González de Guzmán, Provisor y Vicario General del Obispado del Paraguay.

1724. – Información enviada al Rey por Don José de Palos, Coadjutor del Paraguay.

1724. – Retractación del Capitán Caballero de Añasco.

1724. – Carta del Teniente General de Armas de S. M. Católica, Bruno Mauricio de Zabala, al Rey.

1725. – Retractación de Antonio de Rego y Mendoza.

1725. – Sumario y Sentencia de la Real Audiencia de Charcas sobre Restablecimiento de los Jesuitas y piezas pertinentes.

1725. – Declaración de Juan de Ortiz de Vergara, Notario Real y Público de la Ciudad de Asunción.

1726. – Carta del Rey al Virrey del Perú sobre el proceso a Antequera.

1726. – Cédula Real que ordena el restablecimiento de los Jesuitas en Asunción.

1726. – Carta de José de Antequera y Castro a José de Palos, desde la Cárcel de Lima.

1727. – Contestación del Obispo de Asunción José de Palos a José de Antequera y Castro.

1737. – Memoria presentada al Rey por el Provincial de la Compañía de Jesús P. Jacobo de Aguilar.

1738. – Presentación al Rey de los vecinos de Asunción Domingo de Flechas, Carlos de los Reyes Balmaceda, Juan Caballero de Añasco, José Luis Bareiro y Juan González Freire.

1743. – Decreto de Felipe V, relacionado con las acusaciones hechas contra los Jesuitas.

1756. – Carta de Manuel A. de Flores al Marqués de Valdelirios.

1825. – Carta del Deán Gregorio Funes a Bolívar.

1825 a 1829. – Cartas de Bolívar al Deán Gregorio Funes.

1833 . – Archivo Nacional de Asunción. Vol. 11.

1843 a 47. – Documentos del Archivo Nacional de Asunción. (Vol. 7, números 14, 24 y 27).

1845. – Informes de los Doctores Lake y Kendall al Dr. Phillimore, Abogado del Almirantazgo Inglés, sobre el Gobierno de Carlos Antonio López.

1845 al 48. – El Paraguayo Independiente. Nºs. 1 al 74.

1845 al 49. – Documentos del Archivo Nacional de Asunción. (Vol. 8, números 19, 25, 39, 45 y 49).

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1862. – Notes sur la carte de la Republique du Paraguay, par M. E. Mouchez, Capitaine de fragate (presentado a la Societé de Geographie), Bulletin de la Societé de Geographie.

1869. – (Año Primero de la Libertad de la República). Proclama al Pueblo, del Triunvirato formado por Cirilo Antonio Rivarola, Carlos Loizaga y José Díaz de Vedoya.

1870. – Convocatoria de la Convención Nacional Constituyente y primera ley electoral.

1871. – Manifiesto del Primer Presidente de la República.

1873. – (Junio 3). Carta del Presidente Salvador Jovellanos al Vizconde de Rio Branco. (Fotocopia, atención del señor Walter de Azevedo).

1874. – Acta de Gabinete, por la que el Presidente Salvador Jovellanos y sus Ministros Generales Bernardino Caballero, Germán Serrano y Patricio Escobar y Señores Juan B. Gill e Higinio Uriarte piden la intervención brasilera para reprimir una subversión.

1876. – (Julio 16). Carta de Cirilo A. Rivarola al Vizconde de Río Branco. (Copia, atención del señor Walter de Azevedo).

1877. – Proclama al pueblo suscripta por Matias Goiburú y José D. Molas.

1877. – Manifiesto de los Jefes de la Revolución, lanzado desde Corrientes, por Matías Goiburú, José Dolores Molas y Nicanor Godoy.

1887. – Acta de fundación del Centro Democrático (Partido Liberal).

1887. – Acta de fundación de la Asociación Nacional Republicana (Partido Colorado).

1891. – Manifiesto al pueblo, por Eduardo Vera, Antonio Taboada, Pedro P. Caballero y Juan B. Rivarola.

1904. – Manifiesto de Benigno Ferreira y Emiliano González Navero.

1904. – Pacto del Pilcomayo, por el que se pone fin a la Revolución y se entrega el Gobierno al Partido Liberal.

1916. – Ideario del Partido Liberal.

1936. – Acta Plebiscitaria del "Ejército Libertador” y Proclama de la Revolución Libertadora.

1936. – Decreto-Ley N.º 152, por el que se identifica a la Nación con la "Revolución Libertadora".

1936. – Manifiesto del Partido Liberal.

1945. – Ideario del Partido Liberal.

1946. – Manifiesto del Partido Liberal, al Pueblo Paraguayo.

 

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