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HISTORIOGRAFÍA - CRÓNICAS DE AUTORES PARAGUAYOS

  DESCRIPCIÓN E HISTORIA DEL PARAGUAY Y EL RÍO DE LA PLATA - VOLUMEN I (Autor: FÉLIX DE AZARA)

DESCRIPCIÓN E HISTORIA DEL PARAGUAY Y EL RÍO DE LA PLATA - VOLUMEN I (Autor: FÉLIX DE AZARA)

DESCRIPCIÓN E HISTORIA DEL PARAGUAY Y EL

RÍO DE LA PLATA - VOLUMEN I

Autor: FÉLIX DE AZARA

Editorial: BABEL, 1945. 352pp.

Buenos Aires-Argentina.

(Versión digital:

BIBLIOTECA VIRTUAL DEL PARAGUAY)

 

 

TABLA DE CONTENIDOS
ADVERTENCIA DEL EDITOR: DON AGUSTÍN DE AZARA - SOBRINO Y HEREDERO – MADRID 1847.
ADVERTENCIA DE LA EDICIÓN DIGITAL.
ANEXO 1: UNIDADES DE MEDIDA UTILIZADAS.
PRÓLOGO DEL AUTOR: DON FÉLIX DE AZARA.
RETRATO DE D. FÉLIX DE AZARA.
CAPÍTULO I.– DEL CLIMA Y VIENTOS.
CAPÍTULO II.– DISPOSICION Y CALIDAD DEL TERRENO.
CAPÍTULO III.– DE LAS SALES Y MINERALES.
CAPÍTULO IV.– DE ALGUNOS RIOS PRINCIPALES, PUERTOS Y PESCADOS.
CAPÍTULO V.– DE LOS VEGETALES SILVESTRES.
CAPÍTULO VI.– DE LOS VEGETALES DE CULTIVO.
CAPÍTULO VII.– DE LOS INSECTOS.
CAPÍTULO VIII.– DE LOS SAPOS, CULEBRAS Y VIVORAS.
CAPÍTULO IX.– DE LOS CUADRÚPEDOS Y PÁJAROS.
CAPÍTULO X.– DE LOS INDIOS SILVESTRES.
CAPÍTULO XI.– ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LOS INDIOS SILVESTRES.
CAPITULO XII.- DE LO QUE PRACTICARON LOS CONQUISTADORES DEL PARAGUAY Y DEL RIO DE LA PLATA PARA SUGETAR Y REDUCIR A LOS INDIOS, Y DEL MODO COMO SE LES HA GOBERNADO.
ANEXO 2: TABLA DE LOS PUEBLOS DE INDIOS FORMADOS POR LOS CONQUISTADORES.
CAPÍTULO XIII.– DE LO PRACTICADO POR LOS PADRES JESUITAS PARA REGIR Y GOBERNAR LOS INDIOS.
ANEXO 3: TABLA DE LOS PUEBLOS DE INDIOS FUNDADOS POR LOS JESUITAS.
CAPÍTULO XIV.– DE LOS PARDOS.
CAPÍTULO XV.– DE LOS ESPAÑOLES.
ANEXO 4: TABLA DEL COMERCIO DEL PARAGUAY
CAPÍTULO XVI.– BREVE NOTICIA DE LOS PUEBLOS Y PARROQUIAS EXISTENTES EN EL GOBIERNO DEL PARAGUAY.
ANEXO 5: POBLACIONES DEL GOBIERNO DEL PARAGUAY.
CAPÍTULO XVII.– BREVE NOTICIA DE LOS PUEBLOS Y PARROQUIAS EXISTENTES EN EL GOBIERNO DE BUENOS-AIRES.
ANEXO 6: POBLACIONES DEL GOBIERNO DE BUENOS AIRES.
ANEXO 7: TABLA DE COMERCIO DEL RÍO DE LA PLATA.
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DESCRIPCION E HISTORIA DEL PARAGUAY Y DEL RÍO DE LA PLATA

V. I

Obra póstuma de: Don Félix de Azara, Brigadier de la Real Armada y autor de las obras tituladas "Apuntes para la Historia de los cuadrúpedos y pájaros del Paraguay", y de otras.

LA PUBLICA SU SOBRINO Y HEREDERO

EL SEÑOR DON AGUSTIN DE AZARA,

marqués de Nibbiano, caballero de la órden de Carlos III, &c. &c.

BAJO LA DIRECCIÓN

DE DON BASILIO SEBASTIAN CASTELLANOS DE LOSADA,

Caballero de las órdenes de Isabel la Católica, y de San Genaro, Anticuario de la Biblioteca Nacional, etc. etc. autor de varias obras literarias, de la biografía de dicho autor con que concluye la obra y de las notas que la ilustran.

Buenos Aires: Editorial Babel, 1945

 

Á LOS LECTORES EL EDITOR.

Desde que en 1806 concluyó mi señor tío don Félix de Asara de escribir esta obra, para completar las que había ya publicado en 1802 sobre los pájaros y cuadrúpedos del Paraguay y del río de la Plata, fué su ánimo darla á la prensa, tan pronto como lograse se le remitiese de la Asunción del Paraguay, una copia del plano que regaló á su cabildo y del que se dá noticia en su biografía; copia que se había dejado en aquella población con otros efectos, y la que tenía pedida en repetidas ocasiones a la persona encargada de ellos.

Aun cuando entre los papeles referentes á su comisión de la demarcación de límites de aquel territorio que entregó al gobierno á su llegada á España, había también un plano de aquellos países, éste se refería más a sus trabajos oficiales, que á los que había hecho de esprofeso para su obra y para corresponder al aprecio y distinciones con que le favorecieron aquellos naturales. De todos estos trabajos científicos, sólo conservaba algunos apuntes y dibujos que, en la exactitud con que hacía todas sus cosas, no creyó bastante para hacer un mapa tan exacto como el que había dejado en América.

Viendo, que á pesar de sus muchas reclamaciones, no podía lograr su deseado mapa, se decidió á solicitar del gobierno se le facilitase el que había entregado á su llegada, á fin de rehacer aquél, en vista de los apuntes que conservaba, poniendo notas en los puntos en que tuviese algunas dudas. La gloriosa guerra de la independencia que se inauguró en 1808, y sus consecuencias que duraron hasta 1814, impidieron el que llevase á cabo sus deseos por entonces. Luego que regresó el rey Fernando VII á España, y que se volvió á entrar en el estado normal, pidió don Félix el plano espresado para llevar a cabo el referido trabajo; pero ya no se encontró en las secretarías de Marina ni de Estado.

Después del fallecimiento de D. Félix, he practicado las más esquisitas diligencias en busca de dicho mapa y mis pasos han sido infructuosos hasta el día, si bien conservo la lisongera esperanza de poder conseguir una copia del que existe en el ayuntamiento de la Asunción, en cuyo caso le haré publicar inmediatamente.

Como á pesar del empeño de mi señor tío en publicar su obra con el referido mapa, no le consideré yo indispensable á la misma obra de la que seria más bien un adorno que una cosa necesaria, me he decidido á publicarla en obsequio á su buena memoria, y a fin de que un azar desgraciado no prive al mundo civilizado de un escrito que creo utilísimo para el conocimiento de aquellos países, y que por otra parte completa lo ya publicado sobre ellos por el mismo autor.

A este fin encargué su revisión y publicación á mi amigo el SR. BASILIO SEBASTIAN CASTELLANOS DE LOSADA, Anticuario de la Biblioteca Nacional de Madrid, y bien conocido por las muchas obras científicas y literarias que ha dado á luz, y bajo su dirección la doy al público, creyendo hacer un bien al país, ilustrándola con algunas notas y con la biografía del autor, escritas aquellas y esta por el espresado literato.

En el capítulo 9 del tomo 1º. dá razón mi señor tío de la obra de los Cuadrúpedos del Paraguay, publicada en Francia sin su consentimiento, y falta de noticias é incompleta en lo principal. Refiriéndose en el mismo capítulo al gabinete de Historia natural de París, reforma en mucha parte, su misma opinión sobre algunos de sus esplicados cuadrúpedos, razón por lo que puede considerarse interesantísima esta parte, porque completa sus obras de los cuadrúpedos y aun la de los pájaros del espresado Paraguay.

Es también de gran interés histórica y científicamente esta obra, porque D. Félix descubre y corrige, con sabia crítica y con suma claridad, los errores en que por malicia o por ignorancia incurrieron los autores que describieron estos países antes que él, y en particular los que consignaron en sus obras el adelantado Alvar Núñez, y los historiadores Schimidels, Lozano y Rui Díaz.

No me ha parecido conducente variar la estructura que dió mi señor tío á esta obra ni tan poco su estilo, ortografía y puntuación, por parecerme deber publicarla tal y cual él la dejó escrita y corregida; y la he hecho ejecutar en igual forma tipográfica y tamaño que las obras ya publicadas, a fin de que siga el mismo orden y no desdiga, en lo posible, de ellas.

Creyendo yo que obra de esta clase debe pasar á la posteridad, he preferido, para su impresión, el papel de fábrica antigua española llamado de tina, al de nueva invención que se hace á máquina, porque si bien éste tiene mucha más blancura y hermosura para que luzca la impresión, es al propio tiempo de muchísima menos duración que aquél y se rompe con la mayor facilidad a poco que se use.

Como no ha presidido a esta publicación el espíritu de ganancia, sólo se han tirado 500 ejemplares, con el fin principal de mandarlos gratuitamente a todas las Bibliotecas públicas y establecimientos de ciencias naturales, nacionales y estrangeros, de suerte que sólo el pequeño sobrante que resulte, se espenderá á los españoles que deseen esta obra, en cuyo caso no pagarán más que el coste de impresión, encuadernación y comisiones.

También he creído dar el retrato y facxímile de tan ilustre español al frente de la obra, por parecerme merecer bien, por sus servicios prestados a la patria, el que conozcan sus nobles facciones sus conciudadanos.

Entusiasta de sus virtudes que admiré de cerca en mi juventud, y de su talento que contribuyó a mi educación; agradecido á sus beneficios y creyendo contribuir, al propio tiempo, al bien público por quien tantos sacrificios hizo mi señor tío, no tardaré en dar á la prensa sus demás obras, y si en ellas y en esta publicación logro aumentar la aureola de gloria que circunda ya su venerando nombre, y que se me juzgue agradecido por mis compatriotas, habrá logrado el único fin que se propone.

El Marqués de Nibbiano

 

PRÓLOGO DEL AUTOR

1. El año de 1781 me embarqué de orden del rey en Lisboa y arribé al Brasil, de donde pasé luego al Río de la Plata. Allí me encargó el gobierno muchas y grandes comisiones, que no es del caso especificar; bastando decir, que para desempeñarlas tuve que hacer muchos y dilatados viajes, y que hice voluntariamente otros con el objeto de adquirir mayores conocimientos de aquellos vastos países. En todas mis peregrinaciones observé siempre la latitud geográfica al medio día y a la noche por el sol y las estrellas con un buen instrumento de reflexión y horizonte artificial. Y con la proporción de ser el país tan llano, jamás omití el demarcar los rumbos de mis derrotas y los de los puntos notables laterales con una brújula, corrigiéndolos de la variación magnética que averiguaba con frecuencia cotejando su Acimut con el que calculaba por el sol. Con estos fundamentos, sin usar jamás de estima o del poco más o menos, hice el mapa de mis viajes situando en él todos los pueblos, parroquias y puntos notables por latitudes y demarcaciones observadas, y creo que ninguno de ellos tiene error. Tampoco creo lo haya en el mapa de las provincias de Chiquitos y Santa Cruz de la Sierra; porque lo hizo al mismo tiempo que yo el mío, mi compañero el capitán de fragata D. Antonio Alvarez Sotomayor.
2. En cuanto a los rios principales, creí ocioso navegar muchos de ellos, sabiendo que lo habían ya hecho otros facultativos con el mayor cuidado. Así copié las primeras vertientes del Paraná hasta su Salto grande, y del Paraguay hasta el Jaura que están en dominios portugueses, del mapa inédito del brigadier portugués D. José Custodio de Saa y Faria, que anduvo muchos años por aquellas partes. Pero como no era astrónomo sino ingeniero, no merece toda mi confianza, aunque sí mayor que todos los mapas publicados hasta hoy. El curso del Paraná desde el citado Salto grande hasta el pueblo de Candelaria, le copié del que hizo mi compañero el capitán de navío D. Diego Alvear, que lo navegó y reconoció en tiempo de mis tareas; y el resto del Paraná hasta Buenos-Aires, lo hicieron por mi orden navegándole, mis subalternos el capitán de navío D. Martín Boneo, los pilotos D. Pablo Zizur y don Ignacio Pazos y el ingeniero D. Pedro Corbiño. Los mismos navegaron por disposición mía el río Uruguay desde Buenos-Aires hasta su Salto, el Curugnatí, el Jejín, el Tebicuari, y el Paraguay desde los diez y nueve grados de latitud hasta su unión con el Paraná; desde esta latitud hasta la boca del río Tauru, lo he copiado del de los demarcadores del tratado de límites del año 1750.
3. Por lo que hace a los tributarios de los citados rios, como son innumerables y riegan inmensos países despoblados y llenos de bosques, me ha sido imposible reconocerlos, y marcar con acierto su verdadero curso. Así me he limitado a dirigirlos desde sus confluencias con los grandes rios a los puntos donde los he cortado en mis viajes, y los demás por noticias a buen juicio: de modo que en esta parte hay precisamente muchos yerros que no podrán corregirse hasta que pasando bastante siglos, se extienda la población por todos ellos. Entonces se sabría lo que son y el curso de dichos tributarios; y si el río Aracuay o Pihomaio entra en el del Paraguay por dos brazos; uno poco más abajo de la Asunción y el otro en los veinte y cuatro grados y veinte y cuatro minutos de latitud como yo creo; o este último mucho más abajo según lo marca el mapa de D. Juan de la Cruz.
4. Para arreglar mi mapa a un primer meridiano conocido en Europa, hice muchas observaciones en Montevideo, Buenos-Aires, la Asunción y Corrientes de las inmersiones y emersiones de los satélites de Júpiter; que aunque por defecto de sus tablas astronómicas pueden dar errada en cinco leguas la diferencia de meridianos, no por eso lo estarán las posiciones respectivas de los puntos de mi mapa.
5. No se limitó mi atención a hacer dicho mapa; porque hallándose en un país vastísimo, sin libros ni cosas capaces de distraer la ociosidad, me dediqué los veinte años de mi demora por allá a observar los objetos que se ofrecían a mis ojos en aquellos ratos que lo permitían las comisiones del gobierno, los asuntos geográficos, y la fatiga de viajar por despoblados y muchas veces sin camino. Pero como para esto estaba yo sólo, y los objetos que veía eran muchos más de los que podía examinar, me vi precisado a preferir, después de lo dicho, la descripción de los pájaros y cuadrúpedos, quedándome pocos momentos para reflexionar sobre las tierras, piedras, vegetales, pescados, insectos y reptiles. Así mis observaciones sobre estos artículos se hallarán triviales y escasas, como escritas por quien no tenía tiempo ni inteligencia en tales materias. En cuanto a los hechos de toda especie que refiero, he procurado no exagerar nada, sin pretender que las reflexiones que de ellos deduzco se crean, no hallándose fundadas. Muchas de ellas las omití en el primer borrador que hice de esta obra, temiendo a los críticos, y figurándome que ya las habrían hecho otros antes que yo: pero hoy deponiendo estos temores, publico esta obra como la concibe mi mente, con el único fin de que sirva a la instrucción del gobierno y de la historia natural principalmente del hombre.
6. No estaba ocioso cuando me hallaba en las poblaciones; porque leí muchos papeles antiguos de los archivos de las ciudades de la Asunción, Corrientes, Santa Fé, Buenos-Aires, y de los pueblos y parroquias, y consulté la tradición de los ancianos. Leí también algunas historias del país, que en bastantes cosas no estaban acordes con dichos papeles originales; y en todas hallé que sus autores no tuvieron bastantes conocimientos locales ni del número de naciones ni de indios, ni de su situación ni costumbres. Esto me ha determinado a escribir la historia del descubrimiento y conquista, corrigiéndola en cuanto he podido, de los yerros y equivocaciones que han cometido dichos escritores, algunas veces por ignorancia y otras con malicia. Para que esto se comprenda mejor, haré aquí una relación breve del carácter de dichos autores.
7. Uldérico Schimidels fué de soldado a aquella conquista en 1534 y salió de alli en 1552. Libre ya del servicio se fué a su patria Straubingen en Babiera, donde escribió en alemán la historia de los hechos que había presenciado, estropeando, corrompiendo y trocando tanto los nombres de las personas, rios y lugares, que solo las puede entender quien los conozca por otra parte. Su obra se tradujo al latín y de este idioma al castellano sin corregir su nomenclatura. Quitado este defecto es la más exacta que tenemos, la más puntual en las situaciones y distancias de los lugares y naciones, y la más ingenua e imparcial; sin que peque en otra cosa, que en habérsele pasado alguna vez anotar las diferencias entre los que mandaban y algun hecho ocurrido en su ausencia. También tiene el defecto inevitable a un soldado raso, que es abultar el número de enemigos y de muertos en las batallas, y decir que los indios tenían fosos, estacadas y fortalezas para aumentar su gloria en supeditarlos. Alguna vez para dar variedad a su historia, añade que algunos indios tenían bigotes y que criaban aves y animales domésticos, faltando en esto a la verdad que usa en lo demás generalmente.
8. Alvar Núñez Cabeza de Vaca, fué el año de 1542 a continuar aquella conquista; y disgustó tanto a sus súbditos, que estos lo despacharon preso a España en 1544 juntamente con su confidente el escribano Pedro Hernández. El consejo supremo vio el proceso que le habían formado; y oídos sus descargos, le condenó a privación de empleo sin indemnizarle los gastos que había invertido, y a un presidio en África. Mientras duraba su causa, o poco después escribió unos comentarios del tiempo de su gobierno, que se han impreso poco ha; porque no tuvo él impudencia para hacerlo estando tan fresca su sentencia. Esta obra es a veces tan confusa, que no se entiende, y otras altera y cambia los nombres. Por supuesto que no se queda corto en su apología, y que sabe aplicarse cosas buenas hechas después estando él preso en Madrid. Tampoco es escaso en acriminar a sus contrarios, no perdonando medios ni invectivas y aun achacándoles la avaricia y otros vicios que eran suyos.
9. Al mismo tiempo que Alvar Núñez escribía Antonio Herrera en Madrid, y es de creer que este oyese a aquel o a dicho Hernández o que consultase sus comentarios. Yo no he leído a Herrera; pero creo que no pudo tener suficientes conocimientos locales para escribir con puntualidad.
10. Martín del Barco Centenera, clérigo estremeño, pasó al Río de la Plata el año 1573 y escribió su Argentina (1) desde su descubrimiento hasta el año de 1581 imprimiéndola en Lisboa el de 1602. Los profesores juzgarán su mérito poético; yo en cuanto a historia considero esta obra tan escasa de conocimientos locales, y tan llena de tormentas y batallas, de circunstancias increíbles, a los que conocen aquellos naturales, y de nombres y personas inventados por él, que creo no se debe consultar cuando pueda evitarse. Pero su empeño mayor es desacreditar a los principales y a los naturales, siguiendo en esto el genio característico de todo aventurero y nuevo poblador como él lo era.
11. Ruiz Díaz de Guzmán era sobrino de Álvaro Núñez, según dice. Yo no sé con qué motivo se mudó el apellido y también el de su padre, que era Alonso Riquel, y él le da el de Riquelme: su madre fué Ursula, una de las muchas mestizas que de Indias tuvo Domingo Martínez de Irala. Nació con corta diferencia el año de 1554, y pasó cuasi todo el tiempo que estuvo en el Paraguay en la provincia del Guairá de la que llegó a ser comandante. Con esta autoridad tomó alguna gente, y se fué a fundar la segunda ciudad de Jerez. Estando en ella el 1º de abril de 1593 escribió juntamente con el ayuntamiento que acababa de erigir, al de la Asunción diciéndoles que a petición e instancias de los vecinos de Ciudad Real había fundado a Jerez, y que convidaba a los que de la Asunción quisieran ir a establecerse allí. La contestación fué mandarle restituir los pobladores a Ciudad Real, de donde los había sacado; porque al mismo tiempo se quejaron amargamente los que habían quedado en el Guairá de que Ruiz Díaz había sacado los pobladores para Jerez a fuerza contra sus repetidas protestas y con grave perjuicio de la provincia. Pero Ruiz Díaz no hizo caso del mandato, ni de otros iguales que le repitió el gobernador general, de cuyas resultas se le formó proceso, y él se ausentó del país. Todo esto consta por menor en el archivo de la Asunción. Se fué Ruiz Díaz a Chunquizaca, donde escribió su Argentina y la envió el año de 1612 al duque de Medinasidonia. Aun no se ha impreso esta historia, de la que tengo una copia en la que ofrece segunda parte; pero creo que no la escribió. Lo dicho basta para que no lo tengamos por escrupuloso y para que nos cause novedad si vemos que en vez de verdades cuenta novelas, como son: la de la leona que defendió a la muger: la transmigración de los Chiriguanas: el viaje de Alejo García, el haber conocido a su hijo, y cuanto refiere de las alhajas de plata llevadas del Perú al Paraguay. También altera las fechas cuando lo necesita para intercalar expediciones fingidas. Forja grandes batallas, ejércitos numerosos, fortalezas, flechas envenenadas y otras cosas que inventa para honrar a su padre, abuelo y tío. Con la misma idea acrimina cruelmente a Francisco Ruiz Galán que compitió el mando con su abuelo y nunca fué de su partido, a Felipe de Cáceres, porque trabajó en la deposición de su tío, y a Ruiz Díaz Mugarejo (2) porque le prefirieron a su padre para las comisiones. Finalmente su narración hace conocer que estaba poco impuesto principalmente del curso del río Paraguay y de sus naturales.
12. El P. Jesuita Lozano escribió en el Tuasman la historia del descubrimiento y conquista del río de la Plata, la cual se halló en su colegio manuscrita en un volumen que posee don Julián de Leiva en Buenos-Aires. Tuvo presente a todos los autores citados y otras memorias; pero como ignoró la geografía del país, y la situación de muchas naciones, sus nombres, número y costumbres, no es extraño que las equivoque algunas veces, que no corrija las equivocaciones de sus originales, y que no entienda a Schimidels. Su principal cuidado fué acopiar cuanto han escrito, llenos de acrimonia y de pasión contra los conquistadores Alvar Núñez, Barco y Rui-Díaz; y aun no satisfecho con esto, aumenta, inventa y tergiversa los hechos. No hubo allí en su concepto sino dos hombres buenos y santos que hicieron milagros, a saber: Alvar Núñez y el primer obispo a quienes el consejo condenó justamente por su mala conducta y porque realmente fueron los más ineptos. En fin, presentó el P. Lozano esta su historia a los PP. de su colegio de Córdoba, y estos la hallaron tan cavilosa y mordaz, que no permitieron se publicase, y encargaron al P. Guevara, que la corrigiese según me han informado gentes de verdad que oyeron esto mismo a los PP. de Córdoba.
13. Dicho P. Guevara purgó a Lozano de algunas cavilaciones y maledicencias, añadiendo otras más insulsas; omitiendo cosas sustanciales, pone otras que no lo son, e ingiere sin venir al caso la historia del Tucumán. Esta obra manuscrita se encontró en aquel colegio, y algunos la han copiado figurándose que es la mejor por ser la última.
14. Aunque yo conozca los defectos de los citados autores he tenido que valerme de ellos, porque creo que no hay otros originales; pero los he corregido cuanto he podido por los papeles auténticos que he visto en los archivos, y por los conocimientos del país y de las costumbres de sus naturales. En efecto, sabiendo que estas son en aquellos indios tan fijas e inalterables según deduzco del cotejo de relaciones antiguas con las del día, y no hallándose rastro ni tradición de idolatría, de comer carne humana, de flechas envenenadas, ni de conservar en la guerra cautivos a los varones adultos, quedan destruidas todas estas fábulas con que algunos escritores adornan sus historias. Cuando los he sabido, he aplicado los verdaderos nombres a los parajes y naciones que los autores alteran y equivocan muchas veces; más no debe inferirse de esto que algunas naciones han sido exterminadas, como erradamente lo dice Rui-Díaz de la de Agaces; porque menos dos existen todas las que vieron los conquistadores; y su número de almas, que se verá en el capítulo 10, destruye las ideas que él mismo y otros nos dan de numerosísimos ejércitos. Los padrones que se ven en los archivos hechos en los primeros tiempos de los indios sometidos, no les dan tanta gente como la que hoy tienen sus pueblos; infiriéndose de aquí que no los han exterminado la avaricia y crueldad española, que es la única salida que se da a tantos millares de indios como se han amontonado arbitrariamente en las batallas y repartimiento de encomiendas.

 

ADVERTENCIA DE LA EDICIÓN DIGITAL.

La edición digital de los libros de Azara nos presenta dos tipos de dificultades:

El primero es que encontramos en la grafía del modelo excesiva "variación". Los acentos (a, á; ha, há, también, también, etc. etc.), el uso de la g o la j (gefe, jefe, egercicio, ejercicio, etc., etc.,), la utilización de cs o la x (escepcion, excepción), los criterios para utilizar negritas o bastardillas, mayúsculas o minúsculas, son tan erráticos que nos inducen a pensar que el texto de la edición argentina de 1945, o de otras anteriores que le hubiesen servido de modelo, es códice o copia hecha por varias personas y no una, y alejada, por lo menos en la forma, de la versión original.

La rigurosidad en la estructura de los libros de D. Félix de Azara, la precisión en sus observaciones y su laboriosidad, nos sugieren que tales desvíos no le son atribuibles.

Tampoco esta variación en la grafía favorece las correcciones en serie que permiten las herramientas electrónicas.

La segunda dificultad radica en que uno de los objetivos de la presente biblioteca virtual de esta república bilingüe, que aún en el presente siglo se debate en hablar y escribir correctamente el español y guaraní, es llegar a profesores y alumnos, inclusive de nivel secundario. Por eso una versión original (si estuviéramos seguros de poder contar con ella), de enorme importancia para paleógrafos, historiadores y filólogos, podría causar gran confusión en quienes se interesan en los contenidos de estos libros.

La solución a estos dilemas, creemos, consiste en presentar una versión "copia" de nuestra edición fuente, pero al mismo tiempo otra versión con grafía moderna tanto en castellano como en la numerosa nomenclatura guaraní presente en los libros de D. Félix de Azara, por supuesto, destacando la salvedad.

No olvidemos que las versiones presentadas son "virtuales", es decir, se prestan a una permanente edición y mejoramiento, cosa que sin duda iremos haciendo con la colaboración que esperamos de nuestros lectores nacionales y extranjeros.

Biblioteca Virtual del Paraguay

 

 

ANEXO 1

Unidades de medida utilizadas 

(Nota de la Edición Digital)

 

Braza: medida de longitud equivalente a 1,6718 metros. Distancia media desde los extremos de los brazos abiertos.

Codo: medida de longitud equivalente a 0,42 metros. Distancia media desde el dedo mayor al codo.

Palmo: aproximadamente 0,20 metros o 20 centímetros. Distancia de la mano extendida desde el extremo del dedo pulgar al extremo del dedo meñique.

Vara: medida de longitud equivalente a 0,8359 metros o ¼ de estadal.

Estadal: medida de longitud equivalente a cuatro varas.

Cuadrada: medida de superficie equivalente a 0,698728 metros cuadrados o a un cuadrado de una vara de lado.

Quintal: Medida de peso utilizada en Castilla equivalente a 46 kilos o 100 libras o cuatro arrobas.

Arroba: Medida de peso equivalente a 11,502 kilos o 25 libras.

Libra: Medida de peso equivalente en Castilla a 460 gramos o 0,460 kilos o 16 onzas.

Onza: Medida de peso equivalente a 28,70 gramos o a 0,0287 kilos.

Onza de oro: moneda española de este metal, de los s. XVI al XIX (trescientos veinte reales).

Longitudinal al Oeste de París: En la ubicación de puntos geográficos D. Félix de Azara utiliza la longitud al Oeste de París. En 1884 se convino en ubicar el 0 en Greenwich – Londres. De ahí la necesidad de restar 2,45º o 2º 27" a las longitudes marcadas por el autor a fin de verlas actualizadas.

 

 

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CAPITULO I

Del clima y de los vientos

 

1. Tomemos por límites del Norte y Mediodia los paralelos de 16 y de 53 grados: por lindero occidental a las faldas más orientales destacadas de la cordillera de los Andes entre los citados paralelos, y por límite oriental la costa patagónica hasta el Río de la Plata, continuando despues por la línea divisoria del Brasil hasta los 22 grados, y despues al Norte hasta dichos 16 grados. Lo que estos limites encierran es lo que voy a describir; que comprende una superficie larga 740 leguas y ancha de 150 a 200; pues aunque no la haya corrido, todas las noticias que me he procurado bastan para dar una idea general. Pero no hablaré de la provincia de Chiquitos; porque lo quiere hacer don Antonio Alvarez Sotomayor.

2. Como en lo que describo no hay montaña, siguen los climas una graduacion proporcionada a la altura del polo. Asi bastará decir lo que he observado en las dos ciudades más remotas para formar juicio del resto. En la Asuncion que esta en los 25º 16’ 40" (3) de latitud, el mercurio del termómetro de Fahrenheit subia en un cuarto a los 85º en los dias comunes del estío, y a los 100º en los meses calurosos, bajando a los 45º en los más frios del invierno. Pero en años estraordinarios, como el de 1786, y 1789 bajó a los 33º. Son pues sensibles las estaciones, y muchos árboles mudan las hojas. El frio o calor parece no pender tanto de la estacion o del sol como del viento; pues si este es Norte, siempre hace calor aun en invierno, y si es Sur o Sueste hace frio aun en verano. La razon parece ser, que el Norte corre antes la inmediata zona tórrida, y el Sur la zona fria. Los vientos más frecuentes son los del Este y Norte.

Los Sures no soplan la duodécima parte del año; y los Suestes en poco rato no dejan una nube en el cielo. Apenas se conoce el Oeste o Poniente y nunca dura dos horas; como si lo detuviese la cordillera de los Andes.

3. Aunque no tuve termómetro en Buenos-Aires como su latitud es 34º 36’ 28", no hay duda que alli hace menos calor y más frio que en la Asuncion; y se reputa invierno regular, cuando cuentan tres o cuatro dias de helarse un poco el agua; pero si esta se hiela más intensamente o más dias; se gradúa el invierno por escesivo. Los vientos siguen el sistema de la Asuncion, pero con triplicada fuerza, principalmente en la primavera y estío. Los de Poniente soplan algo más, y los Suestes siempre traen lluvia en invierno nunca en verano. Los más duros en todas aquellas partes son los del Sudueste al Sueste, y el otoño es la estacion más apacible. En mi tiempo solo hubo dos huracanes. El del 14 de mayo de 1799 derribó en el Paraguay la mitad del pueblo de Atira matando mucha gente, y llevó muy lejos muchas carretas: y el 8 de setiembre del mismo año arrojó a la playa ocho grandes embarcaciones y muchas menores en el puerto de Montevideo.

4. En todas partes es la atmósfera tan húmeda, que toma los galones y muebles. Principalmente en Buenos-Aires los cuartos que miran al Sur, tienen húmedo el piso, y las paredes espuestas al mismo rumbo estan llenas de musgo. Los tejados que miran a la misma región, se cubren tanto de yerba, que es preciso limpiarlos cada tres años para evitar goteras y peso: más nada de eso perjudica a la salud.

5. Muy rara vez se vé la niebla desde los cuarenta grados hácia el Norte, y el cielo es el más alegre y despejado. Pero aun es más rara la nieve, pues solo he encontrado memoria de haber nevado poco una vez en Buenos-Aires, y causó tanta novedad a sus habitantes, como a los de Lima el ver llover, porque en su ciudad no llueve. Ya se comprende que jamas nieva al Norte del río de la Plata, y que los frios, nieblas y nieves son mayores al Sur de los cuarenta grados. Algunos creen que el hemisferio austral a igual latitud es mucho más frio que el septentrional; pero de lo dicho se deduce que a lo menos nieva más en este que en aquel; y en Buenos-Aires no se usan tantas chimeneas ni braseros como en Cádiz, que esta cuasi en la misma altura de Polo y más reunido y metido en la mar. Sea de esto lo que fuere parece que el frio o calor no pende tanto del lugar del Sol como del viento, y que no estan tanto en la tierra como en la atmósfera o el aire.

6. Aunque los granizos no sean tan frecuentes como en España, una tempestad el dia 7 de octubre de 1789, arrojó piedras hasta de diez pulgadas de diámetro a dos leguas de la Asuncion; y suelen recoger los granizos para beber helados. La señal general más fija de lluvia próxima, es una barra de nubes al Poniente pegada al horizonte cuando se pone el Sol. El viento Norte y recio que ocasiona pesadez a las cabezas, indica lluvias al segundo dia; y los relámpagos al Sudueste al anochecer, y el calor calmoso, anuncian lluvia fija la misma noche. En Buenos-Aires tienen por señal de agua al descubrir la costa opuesta o del Norte del río.

7. En todas aquellas partes llueve en gotas más gordas y espesas que en Europa, y la cantidad anual de agua llovediza creo que es muy notablemente mayor que en España. En todas las estaciones y más en verano, suele llover con muchos relámpagos, a veces tan contínuos que apenas hay intervalo de unos a otros, y parece que esta el cielo ardiendo. En cuanto a rayos caen diez veces más que en España, sobre todo si viene la tormenta del Norueste. Una de estas arrojó treinta y siete rayos dentro del recinto de Buenos-Aires, matando diez y nueve personas el 21 de enero de 1793. Observé en el Paraguay, que todos los rayos seguian de arriba abajo los postes de madera más altos y verticales de los edificios, aunque estaban empotrados o embutidos en las paredes; y si aquellas gentes se hubiesen separado de tales postes, no habrian perecido los muchos que han muerto del rayo en mi tiempo.

8. La mayor abundancia de tempestades, relámpagos, de truenos, de rayos y de aguas pluviales, no puede atribuirse a las serranias que distan centenares de leguas. Tampoco puede ocasionarla la influencia de los bosques, porque cuasi puede decirse que no hay árboles desde el río de la Plata hasta los cuarenta grados y aun más: y los que hay hácia el Norte hasta acercarse al Paraguay se encuentran solo en los rios. A más de que sucede lo mismo donde los hay que donde no. Es pues preciso conjeturar que aquella atmósfera tiene más electricidad, o que posee una cualidad que condensa más vapores y que los precipita más prontamente causando los meteoros citados.

9. Parece deducirse de lo dicho, que el frio, la humedad y la dureza de los vientos van creciendo en razon de la latitud, que es la única causa visible capaz de poderlos alterar; pero no sucede lo mismo de los truenos y rayos que al contrario parecen mayores y más en el Paraguay que en Buenos-Aires. En fin, lo dicho es suficiente para conjeturar lo que sucede de estas cosas en mayores y menores latitudes del pais que describo.

10. Por lo relativo a la salud, puede tenerse por cierto que no hay en el mundo paises más sanos que todos aquellos. Las orillas anegadas y de las albercas no alteran la salud de los que las habitan: bien que puede atribuirse a estas situaciones pantanosas algunas paperas que se notan en las poblaciones de Remolinos y Santa Rosa del Paraguay.

 

CAPITULO II

Disposicion y calidad del terreno.

1. De todo el pais que describo, cuasi puede generalmente decirse que es una llanura unida; pues las escepciones que esto tiene se reducen a cerritos o serrezuelas de corta estension, que no tienen 210 varas de elevacion sobre su base, y a quienes no se daria semejantes nombres, sino por la casualidad de estar en llanuras; de modo que juzgo no deberme detener a hablar de cosas de tan poca monta e importancia, en una descripcion tan general como esta. Pero sí debo advertir que los confines del Brasil desde el Río de la Plata hácia el Norte, son unas lomadas suaves, obtusas y estendidas, mezcladas de algunos cerritos que van descendiendo hasta los rios Paraná y Paraguay cuasi insensiblemente.

2. Aunque se conozca a la simple vista, la cuasi horizontalidad de aquellos paises, tambien lo indica en parte el asegurar los navegantes que se introducen las aguas del Río de la Plata setenta leguas por el río Paraná cuando suben las de aquel siete y ocho pies por los vientos del Este y del Sueste. Yo deduje ademas de las alturas del barómetro marcadas por los comisarios de límites del año 1750, que el río Paraguay en su curso de Norte a Sur desde el paralelo de 16º 24’ al de 22º 57, no tiene un pie de pendiente o desnivel por milla marítima de latitud o distancia.

3. Merecen alguna mencion las consecuencias de la planicie de un pais tan grande. La cordillera de los Andes y sus faldas orientales que son el límite occidental de esta descripcion en 740 leguas de longitud, no pueden menos de despedir por innumerables arroyos o canales naturales, sus muchas aguas procedentes de lluvias y fuentes dirigiéndolas hácia el Este a juntarlas con el río Paraguay, y Paraná o caer a la mar. Pero la verdad es, que en tan enorme estension a penas hay cinco o seis riachuelos o arroyos que lleguen a terminar a donde se ha dicho; porque la horizontalidad de los terrenos inmediatos a las citadas faldas de la cordillera, hace que las aguas que bajan por ellas se detengan indecisas en las llanuras, hasta que se van evaporando; lo mismo que las lluvias que caen en las propias llanuras.

4. Otra consecuencia es que nunca el pais podrá ser regado por canales artificiales, ni conocerá molinos y máquinas hidráulicas, ni tendrá una fuente de agua conducida. Las escepciones que esto pueda tener se hallarán en la inmediacion de los límites orientales y occidentales de esa descripcion: esto es al salir las aguas de las faldas de la cordillera y de las cercanias del Brasil, que son más inclinadas o menos horizontales.

5. Tambien son secuelas de la llanura de aquel pais, las muchas albercas que se encuentran en él; el que estas tengan grande superficie y poca profundidad, y el que se agoten con la evaporacion del verano. Porque no pudiendo los terrenos dar suficiente espedicion a las lluvias ni a las aguas que les llegan de otras partes; necesariamente se abalsan en los sitios algo más hondos, los cuales, atendido el estado del pais no pueden ser profundos, sino estendidos. Todo se verifica puntualmente en el pais que describo.

6. El lago de los Taraies se forma de la reunion de las aguas llovidas en grande abundancia por los meses de noviembre, diciembre y enero en la provincia de los Chiquitos, y en todas las sierras que concurren con sus vertientes a formar el río Paraguay hácia la parte de su orígen, porque no pudiendo este río contenerles en su cauce, rebosan por ambas orillas a largas distancias, permitiéndoselo el pais horizontal; y este derrame es lo que se llama lago de los Taraies. Como las lluvias son unos años más abundantes que otros, sigue el lago la misma regla en su estension, y como su contorno pende de la mayor o menor horizontalidad de los terrenos, es tambien muy irregular e imposible de describir puntualmente. Sin embargo daré una idea de este famoso lago, hablando primero de su estension al Oriente del río Paraguay.

7. En los 17 grados de latitud donde principia, tiene como 20 leguas de anchura contadas desde el río Paraguay hácia el Este, y continúa con la misma anchura, ya más ya menos, hasta el paralelo de 22 grados: esto es por más de cien leguas, dejando aislados los cerritos de San Fernando o Pan de azúcar y a otros. Por la parte occidental del mismo río, comienza el lago en los 16 grados y medio de latitud, y sigue hasta los 17 y medio, haciendo una entrada de muchas leguas en la provincia de los Chiquitos. Desde los 17 grados y medio hasta los 19 y medio, se estiende poco al Occidente del citado río, pero continúa hasta el paralelo de 22 grados, introduciéndose mucho en el Chaco, y aun más por la provincia de los Chiquitos. De modo que su longitud de Norte a Sur puede computarse poco más o menos en 110 leguas, y su anchura en 40 sin que su poco fondo permita navegarse sino por el río Paraguay que lo corta a lo largo. Lo singular es que cuasi todo él esta seco y sin agua para beber gran parte del año, aunque lleno de espadañas y plantas acuáticas. Se creyó por algunos que este lago daba principio al río Paraguay y es lo contrario, que se forma el lago de lo que rebosa del río. Otros digeron que dentro de este lago se hallaba el imperio de los Taraies o del Dorado o del Paititi, y adornaron todas estas mentiras con otras aun mayores.

8. Tambien se secan en verano las albercas Aguaracaté hácia los 25 grados; las que hay al Norte y al Sur de la laguna Ipoa en el paralelo de 26 grados; el de Nembuai en el de 27 (las tres al Este del río Paraguay) y una multitud innumerable de todas estensiones en la inmediacion de los rios y arroyos.

9. Aunque las lagunas sean permanentes todo el año, todas tienen poca profundidad. De esta clase son las de Mandihó en los 25º 20’, la Ipacarai hasta los 25º 23’ la Iberá al Sur del río Paraná muy cerca de él, la Miri y la Manguera hácia los 33º con otra multitud innumerable de chicas y grandes que hay en el Chaco y en todas partes. De manera que estas lagunas y los anegadizos indicados en los números precedentes, escluyen del cultivo unas estensiones de pais mayores que muchos reinos de Europa. El trabajo esta en que la horizontalidad se opondrá siempre al desagüe y en que la poca profundidad no permitirá navegacion. La misma horizontalidad se opone aun de otra manera al cultivo y poblacion; pues por ella hay distancias muy grandes sin rios, ni arroyos ni fuentes; como sucede desde el río de la Plata al estrecho de Magallanes y en una gran parte del Chaco.

10. Las peñas que componen los cerritos y serrezuelas son areniscos de diferentes granos y dureza que el tiempo descompone; pero las de las inmediaciones de Montevideo son granitos. En la superficie de las lomas de la frontera del Brasil y sus inmediaciones, suele asomar la peña arenisca, y alguna vez hay descubiertos unos pedruscones de ella, de modo que al parecer el pais oriental de los rios Paraná y Paraguay se compone de un peñasco de una pieza, cubierto de una costra tan delgada muchas veces, que no es suficiente para el cultivo ni para que se arraiguen árboles quizás en una estension de mil leguas cuadradas. No sucede asi en los lugares más horizontales y más bajos como lo es el Chaco o el pais occidental a los citados Paraguay y Paraná y el muy grande desde el río de la Plata hácia el Sur. En estos paises esta la peña más profunda, y a veces a 12 o 16 varas de la superficie; pudiéndose atribuir esto, a que las aguas han bajado más tierra de las cordilleras que la que pueden arrastrar de la parte del Este.

11. En algunas lomas hácia la frontera del Brasil he visto, tal cual vez, asomar vetas de cuarzo muy blanco y en algunos cerritos se ven pizarras azules y amarillazas en hojas muy gruesas. Las piedras de chispa son raras y donde más he encontrado es en un arroyito cerca de Pando a 7 leguas de Montevideo; pero no escasean las de afilar en el Paraguay. En el pueblo de Inti por los 26º 30’ hay una cantera de piedra iman que parece de inferior calidad, y con ella esta empedrado el patio del cura. Caminando de Yapeiú al Salto de Uruguay, se vé la madre de un arroyo llena de piedrezuelas muy claras, cristalinas, amarillas y rojas, que creo sean cornalinas; y tambien las hay en el Valle de Pirain del Paraguay, y por los 32º escasos de latitud en las cercanias al Oeste del río Uruguay. En bastantes parages se encuentra lo que llaman cocos y son unos pedruscones sueltos que encierran dentro cristales con sus facetas apiñados como los granos de una granada. Los hay de varios colores, y los mayores y más bellos estan en la serrezuela de Maldonado. Aseguran alli que por la costra esterior va penetrando el jugo que forma dentro los cristales, y que creciendo estos y faltándoles cavidad, rebienta el coco con un estruendo igual al de una bomba o cañonazo. Los cascajos y guijarros, son muy raros y de los que hay, los más se encuentran en el cauce de las cabeceras de los arroyos y rios: más nunca he visto brechas o peñascos formados de cascajo. Hablando generalmente son tan raros los parages que tengan piedras rodadas y sueltas, como que se pueden caminar muchas leguas sin encontrar una piedra como nuez; y aun presumo que ninguna de las piedras mencionadas en este número se encuentra al Occidente de los rios Paraguay y Paraná ni al Sur del Río de la Plata.

12. No tengo noticias de canteras de piedra de cal sino de las que hay en las barranqueras de los rios Paraná y Uruguay en el paralelo de 32º y otras en algunas de las serrezuelas de Maldonado. Parece que la del Paraná es una piedra compuesta de conchas marinas aun no bien marmolizadas, que tienen arcilla en muchos de sus intermedios, de donde viene ser su cal de inferior calidad. Las piedras de cal del Uruguay no lo parecen a primera vista, ni tienen conchas ni se asemejan al mármol y tampoco dan más que mediana cal. Las que he visto de Maldonado son unos pedruscones, como cántaros y tinajas, de mármol blancuzco con el grano fino y se encuentran sin union unos con otro entre dos muros de pizarra comun dan una cal sobresaliente. Tambien hacen cal de inferior calidad en Buenos-Aires de algunos bancos de conchitas fluviales. Aunque yo no conozca otras caleras, es de esperar que el tiempo y la necesidad las descubrirán. En cuanto al yeso, no se conoce otro que el que hacen de unos pedruscones que encuentran sueltos en el cauce del río Paraguay por los 26’ 17’ de latitud, y en el del Paraná por los 32º.

13. Se dijo en el número 10 que lo interior de aquellos paises parecia ser un peñasco de una pieza, cubierto de una costra más o menos delgada. Esta costra es de arena en aquellas partes donde se han descompuesto las peñas, como en los pueblos de la Emboscada, Altos, Atira, Tobati y otros; pero hablando generalmente es una arcilla algo negrizca en la superficie por los vegetales podridos. Se encuentran en aquellos paises arcillas muy blancas, muy rojas, muy amarillas, negras y de colores medios; aunque parece que abundan más las de colores vivos hácia la frontera del Brasil, y que quizás no las hay de esta especie en el Chaco ni al Sur del río de la Plata. Disolviendo en agua la blanca, como si fuese cal, blanquean las casas campestres, pintando los zócalos o rodapies con la roja y amarilla; purificando o lavando a la última, resulta un bello ocre. Los planteros del Paraguay fabrican sus cristales de una amarillaza parda, y de la negrizca tomada en las cañadas fabrican tinajas y vasijas. Las hacen con la mano, alisándolas con una conchita, porque no conocen el torno del alfarero. Para que no se rajen al cocerlas, mezclan en la pasta polvos de vasijas rotas; les dan por fuera un baño de greda roja o bermellon y las cuecen llenándolas y cubriéndolas de leña pegándola fuego. Esto se entiende en el Paraguay y Misiones; porque en Buenos-Aires hace poco que se han establecido unos alfareros catalanes.

14. Pero en los paises de lomadas, como son la frontera del Brasil desde el río de la Plata hasta los 24 grados con todas sus inmediaciones hácia el Poniente hasta muy largas distancias, que incluyen las Misiones jesuiticas y mucha parte del Paraguay, aquella costra superficial es un compuesto muy duro de limo rojo y arena, que descomponen las lluvias llevándose el limo y quedando la arena, que algunas veces es negra y escelente para polvos de salvadera. esta mezclada con otra blanca de igual grano, pero esta se separa soplando, quedando la negra por más pesada, como que tiene fierro pues la atrae el iman. En la frontera del Sur de Buenos-Aires, esta lo que llaman cerrito colorado, y es compuesto de aquella arenilla de que se hacen las ampolletas o relojes de arena.

 

CAPITULO III.

De las sales y minerales.

1. Para tratar de sales, divido aquel pais en solos dos trozos, sirviendo de separacion el río Paraguay hasta su fin, y desde alli el río Paraná hasta el mar. Todas las lagunas y aguas al Este de los citados rios son tan dulces, que no podrian vivir alli los ganados mayores ni menores sino cuatro meses y los toros algo más, sino supliesen la falta de sal comiendo los huesos secos que encuentran, y principalmente lo que llaman Barrero. Este es una arcilla salada que se encuentra en algunas cañadas poco profundas; pero no la hay en la parte oriental de las provincias del Paraguay y de Misiones jesuiticas, que por esto no pueden criar ganados.

2. El hombre parece poder vivir sin la sal, pues hay muchos en dichos lugares que solo comen carne asada sin sal; y antes de llegar los primeros españoles los habitaban muchos indios. Verdad es que quizá estos encontrarian su equivalente en la mies silvestre, en la caza y los pescados; o acaso comerian el barrero, donde le encontrasen; y donde no, suplirian la sal al modo que los indios Albayas (4) y Guarias. Estos queman unas yerbas, de cuyas cenizas y carbones hacen pelotas, y las echan en la olla porque son saladas; de modo que quien no lo sepa podrá figurarse que comen tierra.

3. Los terrenos occidentales del río Paraguay y en seguida del Paraná, con los que hay al Sur del río de la Plata, tienen una cualidad contraria; porque todos sus pozos, lagunas, arroyos y rios son salobreños, sin esceptuar los rios Pilcomayo y Bermejo, sino tal vez al río Negro de la costa patagónica. Ya se supone que unas aguas son más saladas que otras, y que en invierno cuando los rios y lagos estan llenos, se conoce poco o nada la sal que tienen. Tampoco aquellas sales son de la misma especie, pues en el paralelo de 33º 44’ se encuentra el fuertecillo de Melinené, en cuya inmediacion ví por marzo una superficie de cuasi una legua de travesia, cubierta de dos a cuatro dedos de sal de Epson. A 130 leguas de Buenos-Aires por el rumbo del Oeste-Sudueste, hay una laguna siempre llena de escelente sal comun, a donde la van a buscar en carretas una vez al año; y la prefieren a, la que les llevan de Europa, porque dicen que sala más, y porque no comunica a los guisados un poco de amargura que encuentran en la dicha de Europa. Tambien llevan alguna sal a la misma ciudad y a Montevideo de la boca del río Negro de la costa patagónica, y de otras lagunas del Sur del río de la Plata. La hay igualmente en varias lagunas de las cercanas al río Bermejo. Pero para lograr de esta sal en el Paraguay en las Misiones y en Corrientes, que todos estan en los terrenos dulces de los números 1 y 2, recogen en tiempos secos por las cañadas donde hay barrero las florescencias blancas que aparecen en la superficie, para colarla y hacer hervir la legia basta que deposita la sal. En cuanto a salitre creo le hay en todas partes; pues consta que los conquistadores lo beneficiaban para hacer su pólvora.

4. No es adaptable a la localidad de los terrenos salados y dulces, la idea de que la sal de aquellos procede de la mar; y parece más natural que siendo los terrenos salados horizontales y generalmente incapaces de permitir curso a las aguas, se evaporan estas depositando sus sales. Los terrenos dulces, tienen otra disposicion, porque no les falta la precisa pendiente para que corran las aguas juntamente con sus sales; y donde no pueden correr, como en las cañadas muy anchas de poca o ninguna inclinacion, alli se encuentran los barreros.

5. Sabiendo que aquellos paises son llanos con pocas y no elevadas sierras, se viene en conocimiento que no contienen minerales. Sin embargo, en el pueblo de Concepcion, hácia Maldonado, se encuentran granos de oro de buen quilate entre las arenas del arroyo de san Francisco; pero su escasa cantidad no creo pueda satisfacer los costos del lavadero. Tambien me aseguraron que hácia el pueblo de san Cárlos, se ha encontrado rara vez alguna piedrezuela de cobre; y en el Paraguay creen algunos que el oro del copon de una parroquia de la Asuncion se sacó del cerro de Acaai. En la sierra llamada de Santa Ana por los conquistadores, y de san Fernando en el mapa de Cruz, que esta pegada al río Paraguay en la provincia de los Chiquitos, hay probabilidad de que se encontrarán minas de oro, y quizás de piedras preciosas, porque estan cerca de las que poseen los portugueses en Matogroso y Cuiabá. Lo mismo digo de todas las serrezuelas de dicha provincia de los Chiquitos y de las de los Mojos.

6. Concluyo este capítulo con la noticia de un fenómeno difícil de esplicar. Es un pedazo único de fierro puro, flexible y maleable en la fragua, dócil a la lima, y al mismo tiempo tan duro, que a veces rompe y mella los cinceles al cortarle. Sin duda contiene mucho zinc, cuando no se deteriora con la intemperie. Se le notan algunas desigualdades superficiales, y se conoce que a cincel le han cortado grandes pedazos, quedando su figura irregular. Sin embargo sus medidas principales son de poca diferencia, longitud 13 palmos, anchura media 8, altura 6, y solidez 624 palmos cúbicos. Me valgo de estas medidas que le dan en su diario original, don Miguel Rubin de Celis y don Pedro Cerviño, que por órden del rey le reconocieron el año de 1783. Salieron de Santiago del Estero cuya latitud observaron de 27º 47’ 42" y encontraron el fierro a las sesenta leguas estimadas en línea recta por el rumbo del Norte, 85 grados hasta el Este. Caminaron esta distancia por la llanura del Chaco sin encontrar una piedra, ni tampoco en la escavacion que hicieron bajo del fierro para ver si se internaba en el terreno. Todo lo dicho consta del citado diario, como igualmente que el fierro posa sobre una superficie horizontal arcillosa, sin profundizar nada. A su regreso les mostró el gobernador del citado Santiago, una piedra con bastante oro del peso de una onza, diciéndoles que un indio la habia sacado del pozo de Rumi distante 20 leguas del fierro; y al instante despacharon dos hombres a buscar más de aquellas piedras. En efecto, se las llevaron, pero no tenian indicio de metal; y el mismo Cerviño me ha asegurado que averiguó despues que la piedra de oro vendida al gobernador habia venido del Perú.

7. Vuelto Rubin de Celis a España, se espatrió pero deseando hacer conocer este pedazo de fierro nativo, publicó despues de muchos años en el tomo 78 de las transaciones filosóficas (segun he leido en el estracto de los mejores diarios número 190), que a muy corta profundidad bajo del fierro, habia encontrado cuarzos de muy bello rojo con granos de oro, y cita la piedra del gobernador. No hay duda pues, en que escribió la memoria sin consultar su mismo diario, que le habria hecho ver que se equivocaba. Dice que el tal fierro tiene principio volcánico, pero no reparó en que no es ágrio o quebradizo, ni puso atencion a que esta es una inmensa llanura que no admite volcanes; hallándose el más próximo quizás a 300 leguas, ni a que un peso como aquel, siendo arrojado, no podia estar en la superficie sin profundizar nada. Tampoco ha sido conducido por las aguas pues no hay río cerca, ni mina alguna de fierro en la América meridional de donde poderlo sacar.

8. Aunque la mina de Huantahaia de la cordillera de los Andes esta lejos de los límites de mi descripcion, diré lo que de ella me han informado porque tiene relacion con lo dicho del fierro. esta en un llano de arena pura y suelta; y los que la benefician no hacen sino revolverla, encuentran pedazos de plata pura grandes, y pequeños, aislados entre la arena o sin conexion unos con otros. Esto hace ver que ni el frio, ni el calor, ni las filtraciones, ni ninguna causa de las que llaman segundas puede haber formado tales pedazos de plata; y que es necesario acudir a la causa primera, diciendo que estas las crió cuando al globo, para hacer conocer su infinita fecundidad, variedad y poder en todas las líneas. Lo mismo puede creerse del citado fierro.

 

 

CAPITULO IV.

De algunos rios principales, puertos y pescados.

1. Siendo absolutamente impracticable la descripcion de todos los rios de aquel pais tan estendido, me limitaré a decir algo de los tres que se unen para formar el río de la Plata. En cuanto a los demas, aunque algunos sean iguales y mayores que los más caudalosos de Europa, me refiero a mi mapa que indica su curso. Pero ante todas cosas advierto que la zona tórrida austral esta más elevada que la zona templada meridional en el continente americano, pues los tres rios más principales que nacen en aquella, y son el Paraguay, Paraná y Uruguay corren de Norte a Sur.

2. Cuando arribaron los primeros españoles, habitaban solo los indios Carios o Guaranís toda la costa oriental del río Paraguay, y la llamaban Paiaguay, aludiendo a que los indios Paiaguas lo navegaban privativamente en todo su curso; pero los españoles le han alterado algo el nombre llamándole Paraguay. No falta quien diga se tomó el nombre de un cacique antiguo llamado Paraguaio; pero esta palabra nada significa en ninguna de aquellas lenguas, ni en ninguna memoria antigua hay tal nombre de cacique, no obstante que conservan el de cuasi todos.

3. Las primeras vertientes del río Paraguay son varios arroyos que principian hácia los 13º 30’ de latitud austral en la sierra llamada del Paraguay, donde los portugueses poseen minas de oro y de diamantes, topacios, beritos y crisolitas (5). Reunidos dichos arroyos, forman al río Paraguay, que corre rectamente al Sur o Mediodia, hasta que finaliza uniéndose al Paraná junto a la ciudad de Corrientes en los 27º 27’ de latitud. Puede navegarse con goletas desde los 16 grados hasta su union referida; porque no tiene arrecifes ni embarazos, y no le falta caudal, aunque su cauce sea en lo general estrecho.

4. Para formar alguna idea de su caudal, estando en la Asuncion, elegí la ocasión, en que nadie del pais le habia visto tan escaso de agua. Medí su anchura de 518 varas (6): la divido en varios trozos, averigué el fondo y la velocidad de cada uno sondeando y observando lo que tardaba en correr una determinada distancia un copo de algodon esponjado y conducido por la corriente, y de estos antecedentes calculé que fluia por hora 156,111 y media varas cúbicas de agua. Suponiendo pues que su caudal medio sea el doble, como efectivamente lo es y aun más; resulta que fluia en cada hora 312,223 varas cúbicas; sin contar las aguas que le entran más abajo que pueden estimarse en dos rios como el Ebro.

5. Nunca sus aguas son en la Asuncion incomodamente turbias, porque las lluvias parciales no bastan para ensuciar tanto caudal, ni aun en las generales arrastran mucha tierra en aquellos paises incultos. Tiene su creciente periódica que principia a conocerse en la Asuncion a fines de febrero, y aumenta con igualdad admirable y pausa hasta fin de junio, que es cuando comienza a bajar por los mismos grados insensibles y tiempo que subió. Algunos años sube esta avenida hasta seis brazas (7) sobre el nivel ordinario en dicha ciudad; pero otros es mucho menor, sin que por eso varie notablemente su principio ni su fin. El lago de los Taraies es el regulador de esta creciente; porque recibiendo segun se dijo en el capítulo 2, número 7 y 8 las aguas que el río Paraguay no puede abarcar impide que bajen amontonadas, y despues se las restituye a proporcion que su cauce lo permite: la calidad del agua es escelente.

6. Las primeras vertientes del Paraná nacen de las sierras donde los portugueses tienen las minas de oro que llaman Goiaces hácia los 17º 30’ y 18" de latitud austral. Por alli se reunen muchas vertientes o arroyos encaminándose al Sur. Despues inclinan mucho al Occidente, y luego corren al Oeste Sudueste hasta que por los 20 grados toma el Paraná otra direccion; que puede verse en mi mapa lo mismo que el número de sus muchos tributarios.

Entre estos los hay iguales y mayores que los primeros de Europa, cuales son el Iguazú, el Paraguay, Uruguay, etc.; de modo que aunque no haya practicado esperiencia para conocer el caudal del Paraná, creo no exagerar diciendo que es mayor diez veces que el Paraguay al juntarse con este. Cuando últimamente se le incorpora el Uruguay tomando el nombre de río de la Plata y un lugar en la lista de los mayores del mundo, tiene tal vez tanta agua como todos los de Europa juntos grandes y chicos. Antes del arribo de los españoles lo llamaban los Guaranís de sus riberas Paraná cuyo significado ignoro. Los primeros españoles le pusieron el nombre de río de Solís por su descubridor Juan Díaz de Solís, pero se lo quitaron luego para darle el de río de la Plata, figurándose que los paises que baña abundaban de plata como se vé en el capítulo 18 número 9. Verdad es que este nombre último esta hoy contraido solamente al pedazo del Paraná que corre desde que se le une el Uruguay hasta el mar.

7. Como el Paraná viene por los paises orientales de mi descripcion, que ya dige eran notablemente más desnivelados, es mucho más violento y atropellado que el del Paraguay, y por lo mismo sus grandes avenidas no le hacen subir tanto. Su anchura media en el pueblo de Candelaria es de 933 varas, y desde alli hácia el Norte es lo general aun más estrecho; pero despues hácia el Sur va ensanchando, de modo que enfrente de Corrientes es ya de 3500. Forma innumerables islas hasta de 30 leguas de longitud. No tiene una avenida única, como el Paraguay, sino muchas en diferentes tiempos, aunque las mayores acaecen por diciembre y duran menos tiempo. Sus aguas pasan por escelentes no obstante que se suelen encontrar en ellas huesos y troncos petrificados.

8. A pesar del grandísimo caudal de este río, no puede navegarse en toda su longitud, porque lo embarazan la violencia de su curso y principalmente sus saltos y arrecifes. Tiene uno al Norte de la boca de Tiete que se le junta en los 20º 35’ de latitud; pero yo solo describiré el que se halla cerca del trópico de Capricornio. Le llaman Salto de Canendiyu por un cacique que encontraron alli los primeros españoles, y Salto de Guairá por la inmediacion a la provincia de este nombre. esta en los 24º 4’ 27" de latitud observada, y es un espantoso despeñadero de agua digno de que le describiesen Virgilio y Homero. Se trata del río Paraná, que tiene alli mucho fondo y 4900 varas de Castilla de anchura medida; esto es una legua, y que seguramente contiene más agua que muchos juntos de los mayores de Europa. La citada anchura se reduce repentinamente a un sólo portillo o canal de 70 varas, por donde entran todas las aguas precipitándose con furia desesperada, como si quisiesen lo que solo ellas podrian intentar con sus enormes masa y velocidad, esto es, dislocar el centro de la tierra y ocasionar la mutacion que observan los astrónomos en su eje. Pero no caen las aguas verticalmente como por un balcón o ventana, sino por un plano inclinado 50 grados al horizonte hasta completar 20 varas, y un palmo de altura perpendicular. Los vapores o rocio que se eleva del choque de las aguas contra los muros de roca tajada, y contra algunos peñascos que hay en la misma canal del precipicio, se ven en forma de columna de muchas leguas, y miradas estando dentro de ellos forman con el Sol muchos arcos iris vivísimos y trepidantes al compás de la tierra, que se siente temblar bajo de los pies. Los mismos vapores y espumas ocasionan una eterna y copiosa lluvia en los contornos. El ruido se oye de seis leguas, y en las inmediaciones no se encuentran ningun pájaro ni cuadrúpedo.

9. El que quiera reconocer este Salto debe caminar 30 leguas desiertas desde la poblacion de Curugnaty hasta el río Guatemi. Alli ha de buscar árboles muy gruesos, para construir algunas canoas. En estas se han de embarcar los que han de ir y los víveres y demas necesario, dejando en el sitio alguna escolta armada con el equipage y caballos, porque hay por alli indios silvestres. Las canoas navegarán 30 leguas hasta salir al Paraná, por dicho Guatemi, siempre con cuidado porque en los bosques de sus orillas suele haber indios que no dan cuartel. Cuando el Guatemi esta bajo es preciso arrastrar las canoas sobre varios arrecifes, y alguna vez cargarlas al hombro. Aunque restan que bajar por el Paraná tres leguas hasta el Salto las que pueden hacerse en las mismas canoas, o a pie por la orilla del grande bosque, aunque se destrozan las botas y zapatos con las puntas de las peñas. En las inmediaciones del Salto hay proporcion para tomar las medidas geométricas que se quiera; y metiéndose por el bosque se puede reconocer lo inferior del Salto; bien que para esto es menester desnudarse totalmente porque llueve mucho.

10. Lo que hace saltar este río es lo que llaman impropiamente cordillera de Maracain, debiéndose notar que solo se ha hablado de lo más violento del Salto pues aun deben considerarse como continuacion suya las 33 leguas en línea recta que hay desde dicho Salto a la boca de Iguazú situada en los 25º 41’ de latitud observada; porque corre el río toda esta distancia por una canal de peñas tajadas a plomo, pero tan estrecha que dos leguas bajo del Salto solo tiene el río 110 varas de anchura, y en la boca del citado Iguazú 443, de manera que con la mucha pendiente y la estrechez corren las aguas furiosamente dando trompadas contra las peñas, y chocando unas con otras, formando innumerables y violentos remolinos y abismos capaces de tragar cuantos barcos navegasen por alli.

11. A propósito de saltos de rios haré mencion de otros dos en aquellas partes. El mencionado Iguazú o Curituba, cuyo caudal puede estimarse igual al de los dos mayores de Europa juntos, tiene su salto dos leguas antes de unirse al Paraná. La longitud total del despeñadero, es de 1531 varas y la altura vertical de 63 1/3. esta dividido este salto por tres gradas principales, y cada una de estas en muchos canales por donde cae el agua muchas veces a plomo hasta de siete varas de altura en el más elevado, bajando en los otros por planos más y menos inclinados. El ruido, espumas, rocio, arco iris, etc., se asemejan a lo dicho del Paraná.

12. El otro salto es de un río comparable al Sena, llamado Aguarai que vierte en el Jejui y los dos juntos en el del Paraguay. El mapa de Cruz no escribe bien su nombre, y le hace juntar equivocadamente al río Ipané. Este salto es a pique o vertical y de 149 1/3 varas de elevacion: se encuentra dentro de un bosque en los 23º 28’ de latitud observada.

13. No estrañaria que me dijesen habia en el antiguo mundo despeñaderos de agua tanto o más empinados, pero no se hallarán comparables a los descritos, atendidas todas sus circunstancias. En la América es donde se han de buscar los términos, si se quiere hacer el cotejo; porque alli las sierras, los valles, llanuras, rios, cataratas y todo, son tan grandes, que en su parangon las mismas cosas en Europa deben reputarse miniaturas y muñecos. En efecto, Monsieur P. F. Tardieu que ha copiado el mapa de los Estados Unidos de América de Orro Sinit, ha traducido tambien del inglés la descripcion del salto del río Niágara, llamado más abajo río de san Lorenzo uno de los mayores del mundo. Se halla el salto en la comúnicacion de los dos grandes lagos Erie y Ontario; la traduccion dice en sustancia, que la anchura del río al despeñarse es de 866 varas; que se precipita con tan maravillosa celeridad, que a muchos les ha parecido que saltaba verticalmente; que la pendiente o desnivel del río en la media milla antes de despeñarse es de 21 varas y medio palmo; que la altura vertical del salto es de 54 18/25 varas, y la profundidad del abismo donde cae el agua se reputa de 23 7/10 varas. Luego suma estas tres partidas que hacen 99 3/5 varas concluyendo, que son la pendiente del río en dos leguas y media de su curso. Esta obscura relacion hace sospechar que el salto no es a pique o vertical como lo da a entender su contesto: pero Rochefaucould Liancour dice terminantemente que lo es y de 62 1/5 varas de elevacion, en el tomo 2 página 12 de su Voiage dans les Etats Unis d’Amérique. Como quiera estas dos relaciones discordan, y la de Tardieu no debió contar por altura del despeño la profundidad del abismo.

14. Comparando las cataratas indicadas, será la primera la de Aguarai en lo vertical, y la última en cantidad de agua. Pero nada es comparable a lo magnífico de la del Paraná, pues aunque el Niagara tuviese tanta o más agua, este se despeña en cascada o Nappe presque égale ancha 866 varas y aquel por un prisma solar de 70.

15. Ya se supone que los citados saltos se hacen sobre peñas durísimas. En ellas se ha abierto el Paraná una zanja de cien millas hasta el Iguazú, y el Niágara otra de siete. A lo que parece, dichas peñas estaban ya formadas cuando el agua principió a correr sobre ellas; pues no es fácil creer que rios de tanto poder, hayan permitido que se consolidasen bajo de ellos; como los rios tuvieron principio cuando la atmósfera o cuando las lluvias y fuentes, esto es, cuando el globo, se puede creer generalmente que las peñas de los saltos de rios y todas las de su clase no han sido formadas, sino criadas cuando el mundo. El citado viajero dice que el Niágara corre sobre ellas desde principio del mundo; pero convendria saber su calidad para considerar a las de su especie como cosas criadas; y no formadas posteriormente de las diferentes sustancias que los químicos encuentran en ellas. Las de mis saltos me parecen granitos; pero mi voto vale poco en este particular. El citado viajero dice que las del Niágara son calcarias sin esplicar si son de mármol compuesto de conchas.

16. Volviendo al Paraná tiene otro arrecife llamado Itú o salto de agua en los 27º 27’ 20" de latitud y 59º de longitud pero permite el paso de embarcaciones menores, y aun a las goletas en las crecientes, de modo que el río es navegable desde poco más arriba de la boca del Iguazú hasta la mar. Cerca de este arrecife esta el lago Iberá que merece mencionarse. Por el Norte tiene treinta leguas paralelamente y cerca de la orilla austral del Paraná con quien no comunica visiblemente. Por el Este o Levante se prolonga otras treinta leguas, formando al fin en la parte del Sur la angostura o garganta Iuquiquá la cual ensancha más abajo, dando orígen al río Miriñai, que es caudaloso y vierte en el Uruguay. La orilla austral del Iberá sigue al Poniente desde Iuquiquá treinta leguas, saliendo de ella los rios de santa Lucía, Corrientes y Bateles, que jamas se vadean y tributan al Paraná. Por último, el lado occidental del lago es igual a los otros, uniendo al del Sur con el del Norte. Apenas se conoce aumento ni disminucion en el Iberá porque no le entra ningun río ni arroyo, entreteniéndole la sola filtracion del Paraná, que es tan grande como que suministra el caudal para los cuatro no pequeños rios y para suplir la enorme evaporacion, que no puede bajar de setenta mil toneles diarios segun las esperiencias de Hallei.

17. He leido en un manuscrito jesuitico que dentro del Iberá habitaba una nacion de indios pigmeos, que describe muy por menor; pero es un cuento falso. El Iberá es una grande estension de fango y agua, de plantas acuáticas y de algunas isletas de árboles, aunque en algunas partes es verdadera laguna limpia: de modo que es imposible reconocer su interior a pie ni a caballo ni embarcado. Su situacion local y todo persuade que el Paraná corria por el medio en lo antiguo, dividiéndose en los cuatro citados rios que salen del lago.

18. El río Uruguay toma a entender su nombre de un pájaro comun en sus bosques llamado Uru, porque Uruguay significa, río del pais del Uru. Principia hácia los 28 grados de latitud en unas sierras al Oeste de la isla de Santa Catalina. Corre desde luego al Poniente, recibiendo tantas aguas que a las 25 leguas de su orígen donde corta el camino de San Pablo a Viamon, es ya caudaloso y lleva el nombre de río de las Canoas. Siguiendo 11 leguas más el citado camino se le une un río considerable llamado Uruguay-mori y río de las Pelotas, llevando juntos el nombre de río Uruguay. Cuando este río sale de las serranias de su orígen corre largo trecho por paises alomados sin árboles; pero se mete despues por entre grandísimos bosques, engrandeciendo con nuevos arroyos, hasta que se le junta el Uruguay-puitá. Mi mapa marca con exactitud el resto de su carrera, hasta unirse al Paraná para formar juntos lo que llamamos hoy río de la Plata, colocándole entre los mayores del mundo.

19. Aunque a la simple vista parezca que su caudal es algo menor que el del río Paraguay, podrá haber en esto equivocacion, porque es más violento y atropellado aun que el Paraná, por venir más oriental, donde los terrenos son menos horizontales. En su cauce, principalmente al pie de sus saltos, se encuentran muchas petrificaciones de huesos y troncos, y sin embargo pasan sus aguas por escelentes, siendo aun más acreditadas las del río Negro su tributario. Sus mayores acrecimientos suelen acontecer desde fin de julio a primeros de noviembre. Aunque desde donde se le junta el Pepirí hasta el río de la Plata tiene más de 50 arrecifes, solo deben llamarse saltos el del paralelo de 27º 9’ 23" y el que hay en la embocadura del Niverni: este tiene dos varas de altura vertical y aquel algo más de once. Asi no debe estrañarse que su navegacion solo esté espedita desde el río de la Plata, hasta el arrecife llamado Salto Chico en los 31º 23’ 5" de latitud. Es verdad que alguna vez se ha vencido este tropiezo con alguna creciente estraordinaria, subiendo hasta el Salto Grande que tiene en los 31º 12’ 0" pero desde aqui a los pueblos de Misiones le navegan siempre con canoas y embarcaciones chatas o sin quilla.

20. No podrá menos de admirarse el que considere la multitud de arrecifes y saltos indicados en los pocos rios descritos, y mucho más al oir que los tienen tambien todos los rios y arroyos grandes y chicos que les tributan desde los 27 grados para el Norte. Si en esto hay alguna escepcion como en el río Paraguay, para eso hay otros como el Tiete, que tiene 14. Esta multitud de saltos en todas partes no obstante que son tan llanas indica una causa general que no se encuentra en el antiguo continente: yo no hallo otra que estar formado lo interior del pais de bancales horizontales de peña como sucede a la cordillera de los Andes, segun dice el señor don Antonio Ulloa en sus noticias americanas. Pero lo que se deduce principalmente es que el perene trabajo de las aguas no ha tenido aun el tiempo necesario para destruir semejantes embarazos.

21. Digamos algo del conjunto de todos aquellos rios: esto es, del río de la Plata: puede considerarse como un golfo del mar, aunque conserva el agua dulce y potable hasta 25 o 30 leguas al Este de Buenos-Aires. No se advierten en él las mareas que son tan fuertes en la costa patagónica; ni el subir ni el bajar de las aguas pende del crecimiento de los rios, sino de los vientos; porque el Este y el Sueste las hacen subir hasta siete o más pies, y los vientos opuestos las bajan a proporcion. Pero el año de 1795 estando yo en el Paraguay bajó tanto el agua un dia de calma, que descubrió en Buenos-Aires tres leguas de playa conservándose asi un dia entero, y despues volvió a su estado natural espaciosamente. Para que esto sucediese debió retirarse mucho la mar hácia el Este o se abrió una caverna en el fondo del río o el del mar alli cerca y no fué por terremoto, pues no se sintió alli ni en otra parte.

23. Mi mapa de este golfo o río de la Plata manifiesta sus bancos de arena, y su sonda por lo relativo a la navegacion. Resta decir que sus orillas aunque bajas, no dejan de proporcionar algun abrigo, y más la del Sur; porque los vientos más duros y peligrosos soplan de aquella parte. Asi se han mantenido al ancla muchos navios sin averias largas temporadas, y el llamado Vigilante nueve años en el amarradero que dista tres leguas al Norte de Buenos-Aires. Su tenedero no puede ser mejor en todas partes.

24. Ocioso seria tratar de los puertos de la costa patagónica cuya descripcion y planos han publicado ya otros viajeros. Los del río de la Plata son la Colonia, Montevideo, Maldonado, Ensenada de Barragan y el Riachuelo: los dos últimos en la costa del Sur, y los otros en la opuesta. El Riachuelo que esta cerca de Buenos-Aires, es un arroyo largo y estrecho que viene de tierra adentro, pero le entran tambien las aguas del río de la Plata. Ya se supone que es seguro, pero no admite sino buques medianos, y aun estos han de esperar a que el viento haga subir las aguas pasar sobre la barra que hay a la entrada.

25. La Ensenada de Barragan, esta 10 leguas más afuera que el puerto precedente, y fondeaban en ella las embarcaciones antes de poblarse Montevideo. La conserva limpia el arroyo de Santiago que corre por enmedio, y es muy segura y de buen tenedero. Su entrada es angosta, y solo tiene dos brazas y media de agua donde más, esto es la superficie para fragatas.

26. El puerto de la Colonia es poco capaz, y no de buen abrigo contra los Suestes y Suduestes, que son los vientos más duros. Verdad es que algo le defienden la isla de san Gabriel y otras menores, como tambien un plater o banco de arena, que todos se prolongan en una línea delante del puerto. La sonda es de seis a siete brazas, porque las aguas vaciantes del río de la Plata corren pegadas a la costa con tal velocidad, que a veces llega a seis millas por hora.

27. El de Montevideo es el más frecuentado: su sonda disminuye tan apriesa, que es de temer se inutilizará antes de mucho tiempo. esta espuesto a los vientos más duros, que levantan en él mucha mar y hacen garrear las embarcaciones, enredar sus cables y caer unas sobre otras. A veces las arrojan a las playas, por que su tenedero es fango suelto, donde no agarran las anclas, y se pudren los cables y las maderas. Tampoco se sale de él cuando se quiere, porque se necesita bastante viento para sacar los buques del fango. Fondean en él fragatas y aun navios de línea, pero estos lo han de hacer muy afuera donde hay poco abrigo.

28. El de Maldonado es grandisimo con buen tenedero y fondo para los mayores navios, pero no es abrigada toda su estensión, sino solamente la parte que esta al socaire de la isla de Gorriti: se entra y sale con todo viento por que tiene dos bocas. La corriente sale siempre por la que llaman del Este; y esta circunstancia hace que oponiéndose a todo viento, menos al del Oeste, alivia siempre a los cables.

29. Antes de nombrar los pescados, diré lo que se me hizo estraño en los cangrejos. Son de la especie de los de Europa, pues tienen las mismas formas, magnitud, color y gusto, pero no se encuentran en las orillas de arroyos, ni en su cercanias que pueden inundarse con las crecientes, sino en los campos arcillosos. Alli hacen sus agujeros redondos y perpendiculares para entrar y salir de noche, y los ensanchan bastante en lo interior, para estar con comodidad y para que contengan bastante agua llovediza, por que no ven otra ni la buscan. Solo habitan dos en cada agujero, y mis cuadrúpedos Micure, Pope y Aguaragazu los buscan y comen mucho. No se puede correr por donde hay cangrejos, por que caen los caballos metiendo los pies en los agujeros, que son hondos media vara. Suelen distar los cangrejos muchas leguas unos de otros, sin que se conciba como hayan podido atravesar tan largas distancias.

30. En el Paraguay pescan los indios Paiaguas y otros a flechazos y con anzuelos, pero los españoles no lo hacen, y sin son campestres, aborrecen el pescado. En Buenos-Aires para pescar, entran dos hombres montados en el río hasta que nadan sus caballos poniéndose en pie sobre ellos. Entonces se separan y tienden la red, sacándola los mismos caballos. Registran al pescado que sale, y si esta flaco o sin gordura lo arrojan a la playa. No se conocen las ostras y otros mariscos que hay en Chile, pero abundan los pescados de buena o a lo menos mediana calidad. En Santa Fé de la Vera Cruz secan algunos del río Paraná y los venden por bacalao: lo propio hacen en Maldonado y en la costa patagónica.

31. No puedo hablar bien de los pescados de aquellos mares, por que apenas conozco uno u otro. Me limito únicamente a los de aquellos rios, cuasi sin poder hacer más que nombrarlos. Hay Mangurnis de más de cien libras; Surubis de treinta; Pacús dorados y negros de veinte; Dorados mayores más bellos y diferentes de los del mar de veinte; y Rayas muy grandes que pican al que las pisa ocasionándole inflamacion y dolores insufribles. Tambien hay Patis, Bogas, Sábalos y Palometas. Estas precisan a estar en continuo movimiento a los que se bañan; por que de estar quietos se exponen a que la Palometa les saque el bocado redondo. Hay igualmente Cazones o Armados, Lenguados, Bagres, Tarariras y Peces reyes los mayores del mundo. Se encuentran ademas Pirarapitas, Viejas, Dentudos, Mojarritas, Anguilas, Tortugas y otros muchos. En la obra de mis cuadrúpedos hablé de las Nutrias, Quiya y Capibará, cuadrúpedos de aquellos rios y tambien del Yacaré o Caiman. Aunque es fabuloso el Yaguaro, ninguno es tan famoso entre el vulgo del Paraguay. Suponen que escarba con prontitud increible por debajo del agua las barrancas de los rios, hasta que las hace derrocar sobre las embarcaciones.

32. Es escusado advertir, que los pescados grandes no se encuentran en poca agua y que no todos los nombrados se hallan en todas partes. Por ejemplo, yo no sé que haya Tarariras, Anguilas, Viejas, Tortugas ni otros en los mayores rios; y son muy comunes en los pequeños y medianos y en las albercas. El citado Yacaré y la Anguila existen en todos los lagos de América, por más separados que se hallen unos de otros. La anguila nadie hasta hoy sabe como se multiplica, no habiéndole jamas encontrado hijos ni huevos en el vientre. Aseguran algunos que encima de los saltos del río, no se encuentran algunas especies de pescado que hay debajo.

 

CAPITULO V.

De los vegetales silvestres

1. No siendo yo botánico, no hay que pedirme las clases, caracteres ni nombres griegos de las vegetales, sino tal cual noticia muy superficial como la puede dar un viajero distraido con otras cosas. Habiendo dicho en el capítulo 2º que aquellos paises son llanos, cuasi siempre arcillosos y alguna vez areniscos, se sigue que su vegetacion debe participar de la misma uniformidad, no habiendo otras causas que la puedan variar, sino la temperatura de la atmoefera, sensibles solo en larguísimas distancias, y en ciertas plantas, y la de tener el suelo más o menos humedad y miga para penetrar las raices. En efecto, he notado constantemente en aquellas campañas incultas, que tienen las mismas plantas, altas de tres a cuatro palmos, tan tupidas que no permiten ver el suelo, sino donde hay caminos, y en los arroyos y canalejas que hacen las lluvias. Las especies de plantas son pocas, pero entre los paralelos de 30 y 31 grados en la frontera del Brasil, donde el pais es más alomado, se encuentran bastantes plantas que no he visto en otras partes. Entre ellas hay algunas cuyos tronquillos, hojas y flores parecen estar llenos de escarchas y una de cuatro hojas anchas largas de tres pulgadas en figura de lanza y pegadas al suelo, da por junio una vara y flor como el Renunculo, áspera y de un rojo naranjado que jamas se pierde aunque esté seca.

2. En las cañadas y parages que se suelen inundar con las lluvias o con crecientes de arroyos, dominan plantas diferentes y más elevadas como espadañas, pajas, cortaderas, alciras, pitas o cardales de varias especies, y otras que no se nombran: llaman pajonales a estas cañadas y bagios. Si la humedad es considerable, se crian entre dichas pitas o caraguatas, cebollas como el puño, que dan flores carmesíes al modo de azucenas, y en algunos lugares anegados del Paraguay recogen los indios silvestres una especie de arroz muy bueno. Al Sur del río de la Plata y donde es pais salitroso, hay varias plantas que lo son, y que tal vez servirian para jabon y tintes.

3. Cuando las plantas estan ya duras y sequizas, las pegan fuego para que retoñen y las coman tiernas los ganados; pero sin duda perecen asi las plantas más delicadas y se queman las semillas disminuyendo las especies. Solo se detienen estas quemazones en los arroyos y caminos estendiéndose tanto en el viento, como que yo caminé más de doscientas leguas muy al Sur de Buenos-Aires sobre una campaña que principiaba a retoñar y habia sido abrasada de una vez. Como las orillas de los bosques son siempre muy cerradas y verdes, tambien detienen el fuego; pero quedan chamuscadas para arder en el incendio siguiente. Perecen igualmente infinitos insectos, reptiles y cuadrúpedos menores, y las águilas y gavilanes acuden a las quemazones para comer estos despojos.

4. Lo dicho hasta aqui de la vegetacion de los campos sin bosques, padece alteracion por el influjo del hombre y de los cuadrúpedos; porque en las estancias o dehesas pobladas algunos años de ganados mayores y de pastores, se esterminan aquellos pastos altos y los pajonales, y nace la grama comun y un abrojo achaparrado de hoja muy menuda. El ganado lanar abrevia el esterminio de toda planta elevada, y fomenta la grama. He observado mil veces, que en cualquiera desierto donde el hombre se establezca, nacen al año, al rededor de su choza, malvas, hortigas, abrojos comunes y otras varias plantas que no habia visto a treinta leguas en contorno. Basta que el hombre frecuente un camino, aunque sea solo a caballo, para que a los lados u orillas nazcan algunas de dichas plantas, que no se notan en los campos inmediatos; y basta que cultive un huerto, para que nazcan verdolagas, hortigas, etc. En la inmediacion de las madrigueras de la Vizcacha, nace la hortiga vizcachera que no se vé en otra parte.

5. Vamos a tratar de árboles. Los hay en las cercanias del estrecho de Magallanes, y desde alli al río de la Plata, se encuentran en raros parages de la campaña, algunas listas o manchas de algarrobos y espinillos claros. En suma, escasea tanto la leña en aquellas partes, que hacen fuego con cardos y viznagas, y con los huesos y sebo de las yeguas silvestres, que se matan muchas veces solo con este obgeto. Aun en los hornos de ladrillo de Buenos-Aires y Montevideo, queman porciones enormes de huesos, bien que se remedian mucho con los duraználes que siembran para aprovechar la leña. Tambien cortan bastante de las orillas de los arroyos que vierten inmediatamente en el río de la Plata, y aun la traen de las islas y orillas de los rios Paraná y Uruguay. Pero toda esta leña se va visiblemente esterminando, y por lo que hace a maderas para edificios, carretas y embarcaciones, cuasi toda se baja del Paraguay y Misiones jesuiticas.

6. En el Chaco o al occidente del río Paraguay, y en seguida del Paraná hasta santa Fé hay más bosques. Los de las orillas de arroyos y rios, son como en todas partes muy tupidos o cerrados, y abundan en troncos; y los de las campañas, estan muchos más claros, componiéndose la mayor parte de Quebrahachos, Cebiles, Espinillos y Algarrobos. Estos son diferentes de los de España; y los indios y gente pobre, comen sus vainas estrechas como las de judias, aunque son poco dulces; pero otros las machacan y ponen en agua para que fermenten, y les resulta la bebida llamada Chicha que no es desagradable y que llega a embriagar bebiéndola con esceso. Otra especie de algarrobo da vainas mucho más gruesas, arredondeadas y negras, que sirven tan bien o mejor que las agallas para hacer tinta de escribir.

7. Todos los bosques que hay desde el río de la Plata hasta Misiones, estan en las orillas de los rios y arroyos, donde la poblacion los va esterminando; pero en las citadas Misiones y en seguida hácia el Norte del Paraguay, se encuentran ya bosques muy grandes con árboles muy diferentes de los citados; y no solo en los arroyos y rios sino tambien en lomas y serrezuelas. La espesura de estos bosques es tanta, que dificultosamente se camina a pie dando rodeos por dentro. El suelo esta siempre cubierto de hojas secas, de ramas y troncos podridos, de Alechos y de Cazaguatas, de modo que es difícil puedan las semillas que caen tocar en tierra, ni ser cubiertas de polvo porque el aire entra sensiblemente. Dentro he visto alguna vez un arbusto cuya forma y las hojas son de pimiento, de figura de cuerno aunque tres o cuatro veces más alto. Creo que llaman Aji cumbari y su fruto es amarillo, naranjado, redondo y del tamaño de la pimienta negra, pero tan cáustico, que su jugo hace mudar la piel. El mismo efecto ocasiona un gusanito que se suele encontrar en este arbusto, solo con dejarle correr sobre el reves de la mano.

8. Se ven en estos bosques muchísimas especies de árboles todas diferentes de las de Europa y tan interpoladas, que para encontrar una docena de la misma es menester registrar a veces un grande trecho. Hay por alli considerables bosques de naranjos, que presumo posteriores a la conquista, porque siempre los he visto cerca de pueblos o donde los ha habitado. Este árbol no admite agaricos ni plantas parasitas, ni sufre debajo ni en su alrededor, otra vegetacion que la suya. Asi estos bosques son limpios y sin más embarazos que sus hijuelos; aunque algunas veces se vé uno u otro arbolon de otra especie, que yo creo anterior a la estension de los naranjos Aunque su fruto sea generalmente agrio, tambien es en algunos agridulce: juzgo que todas en su orígen eran dulces y que les viene el ácido de la falta de cultivo; porque he observado muchas veces que las calabazas comunes que nacen y se crian junto a las chozas abandonadas del campo, dan un fruto más amargo que la hiel, no obstante que en su orígen no lo era.

9. Presumo que en los bosques grandes del Norte habrá árboles de un grueso estraordinario, aunque no los he visto. Hoy se ignora tambien la aplicacion y usos que pueden darse a muchas de aquellas maderas, pero el tiempo los descubrirá. Algunas son más fuertes que otras de la misma especie. Por ejemplo los cedros del monte grande entre los 29 y 30 grados de latitud, aunque criados en tierras alomadas, no tienen la fortaleza y duracion que los cedros del Paraguay. Sin embargo hablando en general, las maderas del Paraguay son más compactas, sólidas y vidriosas que las de Europa; por lo menos se esperimenta que una embarcacion construida de ellas dura triplicado tiempo.

10. La del Tataré se consume sin hacer llama ni brasa y de mal olor. Es muy compacta, suavisima, amarillaza y tan tenaz, que no pueden arrancarse los clavos de ella. La emplean con preferencia para baos, curvas y ligazones de los barcos; y machacando la corteza y poniéndola en agua, resulta tinta. De la del Ybiraro o Lapacho hacen la mejor tablazon, vigas, tigeras, macas, pinas y rayos de carreta: dichas tablas son las que más duran en los forros de las embarcaciones. Emplean la del algarrobo para pinas, barengas etc.; y la del Urundei-puita que es roja, para portes labrándolos cuando estan verdes; por que despues desbocan las herramientas. Esta madera es durísima y cuasi incorruptible bajo de tierra, principalmente si la clavan en sentido contrario o por la parte de las ramas. Tampoco se pudre el Yandubai o Espinillo, pero como sus palos son cortos, tuertos y no gruesos, los emplean solo para hacer corrales de estada y para quemar; por que es la leña mejor del mundo, tanto por la grande actividad de su fuego y duracion de sus brasas, como por la facilidad con que arde tanto verde como seca. La madera del Uruadiirai se emplea en muebles preciosos, porque es durísima de fondo amarillazo con vetas tan vivas, negras rojas y amarillas, que quizás ninguna madera le iguala en esto. Verdad es que se confunden y oscurecen con el tiempo, pero se preservarian con algun barniz. Es árbol de primera magnitud y muy grueso como el otro Yrundeí; pero apesar de su dureza, le persiguen más que a ninguno unos gusanos como el dedo; de modo que pocas veces pueden sacarse tablas que pasen de media vara de anchura. Del Tatáiba o moral silvestre hacen tablas y muebles por su bello color amarillo. El Timbé es un arbolon de primer órden, bastante sólido no pesado, y de madera que jamas se raja; por cuyos motivos la prefieren para canóas y para cajas de escopeta. Del cedro que es muy diverso del del Líbano, asierran muchísima tablazon para todo uso. Tambien la usan para baos y forros de embarcaciones, y aun para remos, por la facilidad con que se trabaja, pero no hay madera tan sensible a lo seco y húmedo, y sus tablas se separan siempre aunque esten bien unidas. Del Apeterebí sacan vigas y tambien palos para embarcaciones; pues aunque no tengan el grueso y longitud de los pinos del Norte, son más sólidos fuertes y pesados. Hay variedad de laureles diferentes de los de España, y los emplean principalmente para zuadernas de embarcaciones. Hacen del Ñandipá cajas de escopeta: del Caimbacá, del Sapiy y del naranjo ejes de carretas: del Palo de lanza varas y lanzas de coche etc., y del Guayacán apenas hacen uso. Aprovechan mucho en tigeras para cubrir los edificios de la palma Caranday que se cria en lugares llanos, bajos y húmedos del Paraguay. Su tronco es duro y se conserva mucho a cubierto del agua. Sus hojas nacen juntas y forman figura de Abames, y sus dátiles valen poco. En los mismos bosques se hallan los que en Madrid llaman Plátano de Oriente y Lauro Real, y habiéndose llevado estos a Europa, no sé como no se han conducido los demas que son más útiles.

11. Me detendré un poco a hablar de la utilidad que puede sacarse de algunos árboles, y de lo que me parece estraño. Hay bosques estendidos de Curiys no muy distantes al Este de los rios Paraná y Uruguay desde Misiones hasta el Norte. Suponen algunos que el Curiy solo tiene una raiz perpendicular: lo cierto es que su tronco es tan recto y largo como el de los pinos del Norte, y tan grueso o más. Su madera es resinosa semejante a la del pino comun, pero sus hojas mucho más cortas y anchas con la figura de moharra de lanza, y la punta aguda. Las ramas nacen en coronas o a la misma altura en direccion horizontal, sin ser muchas ni gruesas: a bastante distancia más arriba nace otra corona, y lo mismo hasta la copa. Sus piñas arredondeadas del tamaño cuasi del de la cabeza de un muchacho, tienen las escamas menos sensibles que nuestros pinos, y cuando estan sazonadas se deshacen totalmente, quedando sólo el palito de enmedio grueso como el dedo. Sus piñones son muy largos del grueso del dedo pulgar en el estremo más abultado, y asados son tan buenos o mejores que castañas. Los indios silvestres los comen mucho y moliéndolos hacen harina para comer tortas. Yo creo que seria su madera escelente para tablazon, y para palos, vergas y masteleros de navio. Los Jesuitas sembraron algunos en los huertos de sus Misiones, y son ya árboles de primera magnitud: podrian prosperar en Europa.

12. El Ybirapepé es un grande árbol de buena madera, por cualquiera parte que se asierre el tronco horizontalmente, resulta una estrella cuyos radios son cuasi tan largos como el diámetro del nucleo. El Ybaró es otro árbol que da mucho fruto en pomos. Es redondo con el cuesco esférico, liso, lustroso y oscuro que sirve de juguete a los muchachos. Entre él y la piel esterior hay una pulgada glutinosa, que algunas indias estrujan y se sirven de ella como de jabon.

13. El Ombú es muy grande y frondoso, que prende de rama gruesa, sin errar jamas, y sin reparar que el suelo sea bueno o malo, húmedo o seco. Crece en la mitad del tiempo que otros, y es bueno para sombra y para paseos y caminos. Su madera se pudre antes de secarse, no arde al fuego, ni sirve para nada. Hay uno en el jardin botánico de Madrid y otro en el Puerto de santa Maria, donde han averiguado que sus hojas limpian y curan las úlceras.

14. El Papamundo es de la mayor corpulencia, de bellas hojas, muy frondoso y de un fruto como ciruelas que comen los de paladar grosero. Hay otro árbol muy comun frondoso y grande en el Paraguay. Su tronco parece compuesto de un haz de muchos que entran y vuelven a salir y hacen alguna vez asas como las de un cántaro.

15. El Higueron es grande y frondoso en estremo, que crece como todos cuando nace aislado en el suelo; pero cuando nace en la horqueta muy alta de otro árbol grueso o sobre un poste o estaca, arroja sus raices rectas, separadas y flotantes al aire, hasta que en llegando al suelo prenden, engruesan y se unen unas con otras formando tronco abrazando y ocultando para siempre el árbol o estaca donde nacieron. Si el higueron nace pegado a una peña, la va abrazando de modo que su tronco tiene a veces una vara o más de ancho pegado a la peña con solo tres o cuatro dedos de grueso.

16. Aunque la familia de NopaIes o Tunales sea la más desproporcionada y mal hecha entre los árboles, yo he visto dos verdaderas tunas, árboles más bien formados del mundo: su tronco alto siete a ocho varas, era liso y tan redondo como si le hubiesen torneado; y solo de lo más alto salian muchas ramas a un tiempo arraquetadas para formar la copa esférica, tupida y compuesta toda de dichas raquetas o palas: las flores tambien se asemejan a las de la tuna o nopal aunque son más pequeñas. Los encontré en dos bosques del pueblo de Atirá, distantes como una legua uno de otro, y no tenian hijos o renuevos; de modo que me figuré que su especie no tiene sino estos dos individuos.

17. Lo que en el Paraguay llaman azucena del bosque es árbol comun, de talla mediana, muy verde y copudo. Se cubre totalmente de flores, que aunque de solos cuatro pétalos hacen bella vista largo tiempo por su muchedumbre y hermoso color morado; el cual degenera en blanco con el sol y los dias. En los jardines del Río Janeiro lo recortaban y criaban como a los bojes y mirtos. En Buenos-Aires y Montevideo llaman plumerito a un matorral comun junto a los arroyos que da unas flores en figura de hisopo o plumero, porque en vez de hojas tienen unas como cerdas gruesas rojas muy vivas de dos a tres pulgadas de largo: las mugeres se adornan con ellas.

18. He oido nombrar en España a la yerba llamada Vergonzosa o sensitiva porque tiene la propiedad de cerrar las hojas al tocarlas, y por aquellos paises hay dos o tres con la misma propiedad. Pero tambien la tiene el Yuquery que es muy comun en lugares húmedos. Es especie de Aromo, y se le parece en hoja, formas y magnitud, aunque las ramas son más horizontales. Da vainas como de judias aplastadas, y muchas juntas que forman grupos cuasi circulares.

19. Por los veinte y cuatro grados de latitud ví matorrales de dos varas de elevacion, cuyos troncos y las hojas parecian a la vista y al tacto un terciopelo, y tambien hallé berengenas silvestres, albahaca y salvia, pero esta es arbusto.

20. No escasean aquellas cañas o taguaras gruesas como el muslo muy fuertes y útiles para andamios y para muchas cosas. El ejército Guarany forró sus cañutos con piel de toro, y se sirvió de ellos como de cañones contra las tropas combinadas de España y Portugal que trataban de efectuar el tratado de límites del año de 1750. Se hallan a la orilla de los arroyos, pero sobresalen a todos los arboles. La raiz es como la de caña comun; aunque mucho más gruesa, y como ella se cria en matorrales, pero dicen que tarda siete años en ser adulta: que entonces se seca, y que vuelve a arrojar al segundo año. El Taguapará se encuentra solo en los arroyos tributarios del Uruguay, es una caña que usan para bastones, por que es llena, fuerte, sólida y bien pintada de negruzco sobre fondo pajizo. De otra tambien sólida y llena se sirven para astas de lanzas y para afianzar los tejados. La Taquapi tiene sus cañutos muy largos y lo que los forma es tan delgado como una piel o corteza. En ellos suelen los viajeros hacer velas de sebo, y van cortando del molde a proporcion que la vela se consume, Aun hay otras cañas llenas y vacias desconocidas en España donde probarian bien.

21. El árbol que da la llamada Yerba del Paraguay se cria entre los demas en todos los bosques de los rios y arroyos tributarios del Paraná y Uruguay, y tambien en los que vierten en el del Paraguay por la banda del Este desde los veinte y cuatro grados de latitud hácia (8) el Norte. Aunque los he visto como naranjos medianos, no sucede asi donde benefician sus hojas porque los chapodan cada dos o tres años que es el tiempo que creen necesario para que esten sazonadas. Pertenece a la familia del laurel a quien en todo se parece, tiene las hojas dentadas en su contorno. La flor es blanca en racimos de treinta a cuarenta con cuatro pétalos y otros tantos pistilos que nacen de los intermedios; y la semilla que es roja morada, como granos de pimienta, encierra cada una tres o cuatro nucleos.

22. Para beneficiar la yerba chamuscan las hojas, pasando la misma rama por la llama. Despues la tuestan, y últimamente la desmenuzan hasta cierto punto, poniéndola asi apretadamente en un depósito, por que recien hecha no tiene buen gusto. Para usarla poner un puñadito en una calabacita que llaman mate con agua caliente, y al instante chupan por un cañutillo o bombilla que tiene en lo inferior agujeros para dar paso al agua deteniendo la yerba. Esta misma sirve tres o cuatro veces echando nueva agua, y algunos ponen azúcar. La toman a todas horas siendo el consumo diario de un vicioso una onza, y la que trabaja o beneficia un jornalero no baja de un quintal o dos. Los indios silvestres del Mondaí y de Maracayú usaban tomar esta yerba, y de ellos lo aprendieron los españoles. Se ha estendido tanto el uso de esta yerba, que se lleva mucho a Potosí, Chile, Perú y Quito: el año de 1726 se estrageron del Paraguay 12.500 quintales de ella, y el de 1798, 50.000.

23. Los padres Jesuitas plantaron estos árboles en sus Misiones y beneficiaban la yerba con toda comodidad. Separaban ademas las puntitas de los palos, desmenuzaban más las hojas y llamaban a esta yerba Caa mirí: más nada de esto influye en la calidad, sino el que esté bien chamuscada, tostada y cogida en sazón no impregnada de humedad. Asi sin consideracion a quitar palitos ni a lo menudo, dividen la yerba en fuerte, y electa o suave.

24. Diré algo de algunos otros usos que hacen de los vegetales. En los lugares húmedos del Norte del Paraguay, abunda una planta que da varitas como de cuatro palmos cuasi tapadas con las hojas bastante grandes que le estan pegadas a lo largo. Tiene muchas y largas raices flexibles muy amarillas por dentro, que sirven de azafran para colorear los guisados. Las cortezas del Cebil y Curupai les sirven para curtir los cueros con más brevedad que con Zumaque, con la del Catiguá hacen un cocimiento en la que empapan la piel o la tela que quieren teñir: luego la estregan con las manos un rato en agua con ceniza poniéndola al sol hasta que se seque. Ultimamente la lavan en agua clara y queda teñida de un rojo fuerte. El Caacangai es una yerba que se estiende por el suelo en el Paraguay: de sus raices encarnadas hacen un cocimiento: empapan en él la tela preparada con agua de alumbre, y resulta un rojo que se aviva lavándola con orines podridos, cuyo olor le quitan enjabonándola. El Urucú es árbol comun en el Paraguay, cuyo fruto se abre y encierra multitud de granitos, que lavados tiñen el agua de un rojo bellísimo, y precipitan (9) el color en poco rato al fondo; más no se que hagan uso de él para tintar telas. Con las astillas del Tatayiba o moral silvestre hacen un cocimiento: en caliente empapan en él la tela preparada con alumbre, y resulta un bello amarillo en la seda y algodon. La lana no le toma tan bien. Aun se sirven de otras plantas para teñir amarillo.

25. Las gomas y resinas de que tengo noticia son las siguientes, todas del Paraguay y Misiones. En las partes septentrionales se encuentra el árbol muy grande llamado Palosanto. Su madera fuerte y olorosa hecha astillas y herbida despide una resina que recogen sobre el agua, y se cuaja enfriándose. Se sirven de ella para sahumerios, porque da muy buen olor. Llaman a un árbol Incienso porque herido destila una resina de olor y color de incienso: por tal le usan en los templos del Paraguay y Misiones, aunque lo recogen impuro o mezclado con arena y corteza. Los indios del pueblo de Corpus encuentran en el cauce o madre del Paraná cuando esta bajo unas bolitas de resina algo transparentes, las mayores como una pequeña nuez. Y no dudo que las destilan los inmensos bosques de más arriba, ni que son un incienso superior al que se quema en España. Dichas bolitas prenden luego en la llama, y a proporcion que se queman se derrite en forma y color de caramelo, otra sustancia que no prende en la llama, pero que poniéndola en brasas despide un humo de muy suave olor, mejor que el que daba cuando ardia.

26. El Mangaisy es un árbol que no se encuentra en aquel pais sino hácia el río Gatemí. Su goma llamada goma elástica, es tan conocida, que en Europa la dan ya muchas aplicaciones.

27. Cuentan del Ñandipá que hiriendo su tronco sale una resina, que mezclada con igual dósis de aguardiente y puesta al sol se convierte en un barníz bueno para maderas y muebles preciosos. De otro árbol sacan por incision la verdadera trementina, y de otro la escelente goma-elemi.

28. En las Misiones abunda el Aguaraibai cuyo tronco es a veces como el cuerpo y las ramas algo desparramadas. En invierno no caen las hojas, que son de un verde más claro que las del sauce, largas pulgada y media a dos, anchas tres líneas, agudas, dentadas, nacen a pares y una en la punta, y estrujadas sueltan una humedad pegajosa que huele a trementina. La flor en racimos blanca y pequeña, produce una cajita con semillas. Me parece haber visto dos arbolitos de estos en el jardin de plantas de Paris. Toman sus hojas, hierven en agua o vino hasta que sueltan la resina: las quitan, continuando el fuego hasta que tiene el caldo punto de jarabe; y a esto llaman Bálsamo de Aguaraibai, o de Misiones: sacan una arroba de cincuenta hojas. Cada pueblo de Misiones, envia más de dos libras anualmente a la botica real de Madrid, sin que hasta hoy se haya publicado relacion de sus virtudes.

29. Se aplica por allá, con buen efecto, a las heridas, ablandándolo con vino tibio si es que se ha endurecido. Creen que fortalece el estómago untándole con él por fuera; y que haciendo lo mismo en las sienes y en lo más alto de la cabeza, alivia su dolor. Suponen que aplicado esteriormente, mitiga los cólicos, el dolor de costado, la dureza del estómago, la opilacion y los flatos, y que tomando con azúcar la dosis de dos almendras mañana y tarde, cura la disenteria, la flaqueza de estómago, y a los que arrojan sangre por la boca. Lo inventó el Jesuita Segismundo Asperger que egerció la medicina y botánica cuarenta años en Misiones. Alli practicó cuantos ensayos le parecieron con los indios, y de resultas, dejó escrito un recetario sólo de los vegetales del pais, que conservan algunos curanderos: si se examinase, tal vez se encontraria algun específico útil a la humanidad.

30. Aseguran que hay en el Paraguay y Misiones, Ruibarbo, Canchalagua, Catorguala, Doradilla, Cabellos de ángel, Ruda, Salvia, Suelda, Consuelda y otras yerbas medicinales. Hay tambien lo que llaman piñones purgantes, porque purgan con violencia en un cuarto de hora comiendo medio piñon, esto es la dosis de media almendra. Suponen que la parte del gérmen hace vomitar; que la otra produce cursos, y que comiéndolo entero se verifican ambos efectos. Paseando yo por donde habia de estos árboles con la Gobernadora y su hija; las espliqué la propiedad de tales piñones, y esto bastó para que quisiesen probarlos, comieron entre las dos poco más de uno y lo hallaron de buen gusto: pero apenas habrian pasado veinte minutos, cuando en ambas principió la funcion por arriba y por abajo, sin dar lugar a melindres. Nada de eso tiene mala resulta, y se corta repentinamente con solo beber vino.

Fr. Miguel y Escriche, cura de Itapua, y que hacia de médico o curandero, me aseguró que las hojas de un árbol comun en los bosques, causaban el mismo efecto que las de jalapa tomadas en la mitad de la dosis, esto es, que tenian doble virtud purgante.

31. Digamos algo de las plantas enredaderas o parasitas. Los Isipos o Rejucos son infinitos en los bosques. Suben y bajan por los mayores árboles, pasan de unos a otros, y puede decirse que son los que ligan y sugetan los bosques para que el viento no los arranque. Los hay muy gruesos, y a veces se enroscan con otros troncos formando espirales, y uniéndose tan intimamente, que parecen ser una pieza. Entre las muchas enredaderas hay algunas que hacen bella vista, cubriendo totalmente a grandes árboles con sus flores amarillas y naranjadas; entre la multitud de plantas parasitas, hay varias especies llamadas flores del aire, recomendables por la estrañeza y hermosura de sus flores o por lo grato de su fragancia.

32. La parásita llamada Guembé, nace en la horqueta alta de los mayores árboles cuando estos principian a podrirse interiormente. Tiene varios troncos del grueso del brazo, largos de una a dos varas, las hojas son de mango muy largo, verdes muy lustrosas, largas tres palmos, anchas la mitad, con su contorno profundamente hondeado, y anualmente se caen algunas de las inferiores. El fruto es una mazorca totalmente parecida a la del maiz en la magnitud, figura y granos, que suelen comer cuando estan maduros porque son algo dulces. Desde su elevacion arroja raices rectas sin nudos del grueso del dedo, que a veces dan vueltas al árbol, y otras bajan derechas y flotantes hasta el suelo donde prenden. Las cortan con un cuchillo atado a una caña; y de su piel, que es delgada y se saca fácilmente con los dedos, tuercen cables o amarras para todas las embarcaciones del Paraguay, y aun para fragatas de guerra, sin más preparacion que la de mojarlas si estan secas. Es menester darles más grueso que a las de cáñamo, porque no tienen tanta fuerza y se rozan más estando secas y dando vueltas, pero son baratas, nunca se pudren en el agua ni en el cieno, y resisten muy bien.

33. Son muchas las plantas llamadas Pitas, cardas, y caraguatas, y las hay entre ellas que nacen lo mismo en el suelo que en los troncos y tejados. Todas conservan en sus cogollos el agua de las lluvias y rocios que a veces recogen los viajeros para beber. Yo solo haré mencion de dos: la una abunda infinito en las orillas de los bosques y tambien a descubierto. Sus hojas o pencas, tienen el color, anchura y grueso que las de la Piña o Ananá; pero son mucho más largas y espinosas, y encierran unas hebras mucho más finas que las de la Pita de España, aunque nadie las aprovecha. Se multiplica por renuevos, y el que de ellos ha de dar fruto, nace con las pencas de color de nácar el más vivo. De entre ellas sale un vástago de una vara escasa grueso lleno de florecitas de cuatro hojas que dan muchos y apretados dátiles largos de dos pulgadas, gruesos una, naranjados estando maduros, que algunos muchachos suelen comer asados.

34. La otra Caraguatá llamada Ibirá da un fruto muy semejante a la famosa Ananá, pero nada vale. No vive a descubierto, sino en lo interior de todos los bosques del Paraguay. Sus pencas son poco espinosas: de poco grueso, largas de una a dos varas y con dos pulgadas de mayor anchura. Las cortan o arrancan las matas; las pudren como el cáñamo, sacan fácilmente con los dedos la piel, y quedan las hebras tan finas como las del cáñamo y del mismo color, a las que llaman estopa de Caraguatá. Sin más beneficio las hilan para coser zapatos; y enredándolas un poco con un rastrillo hecho de seis u ocho clavos comunes, calafatean con ellas las embarcaciones con la ventaja, de que nunca aflojan ni se pudren en el agua. No hay duda que pueden hacerse del Caraguatá lonas, járcias y cables, que resistirian más que los de cáñamo, segun yo he esperimentado en pequeño. Verdad es que presumo no tendrán tanta flexibilidad, y que no admitirán bien el alquitran.

35. Cuentan en el Paraguay tres especies de Guaiabas y más de doce castas de frutas silvestres, ponderándolas mucho, pero para mi ninguna vale lo que las servas, nísperos y madroños. El árbol comun llamado Tarumá, la da en el tronco, y aun en la raiz, si esta descubierta en alguna parte, es morada del tamaño de un ciruela algo larga. Hay zarzas comunes, pero pocas y no dan fruto. Tal vez lo producirán si las podasen o machucasen a palos, como hacen en los rosales en el Paraguay para que den rosas.

 

CAPITULO VI

De los vegetales de cultivo

1. Ya se sabe que la zona tórrida no produce trigo. Aun en lo restante de las provincias del Paraguay y Misiones, se siembra muy poco, y produce cuando mucho tres o cuatro por uno. Consta sin embargo que poco despues de la conquista, se llevaba a vender trigo del Paraguay a Buenos-Aires: lo que no podia suceder si no por la mayor facilidad de sembrarlo, habiendo más indios o brazos.

2. La cosecha media de trigo en Montevideo, es el doce por uno, y en Buenos-Aires el diez y seis. El grano me parece bastante menor que en España, y quizás esto contribuye a que produzca más. Como quiera el pan en aquellos paises es de lo mejor del mundo, sobre todo si el trigo es de la cañada de Moron o de la Costa de San Isidro.

3. Como en los campos al Norte del río de la Plata, se ocupan cuasi en cuidar los ganados y en hacer cueros y salar carnes, siembran poco trigo, y les llevan el que les falta de Buenos-Aires donde computan su media cosecha en cien mil fanegas del pais, que hacen 219,300 de Castilla. El consumo de dicha ciudad se regula en setenta mil fanegas de las suyas, y llevan a vender el resto en el Paraguay, Montevideo, Habana, Brasíl e isla de Mauricio. No se eche cuentas de la poblacion por el consumo de trigo; porque los pastores y campestres no comen pan sino carne: aun los esclavos y pobres de las ciudades apenas lo prueban. En el Paraguay y Misiones suplen su falta con el maiz y mandioca, de que hacen tambien pan.

4. El mejor clima para trigo, seria el del Sur del río de la Plata, pero antes de los cuarenta grados de latitud hasta el estrecho de Magallanes parece salobreño, y capaz en pocas partes de producir trigo. De modo que por esto y por la escasez de aguas potables en muchas leguas a lo largo de la costa, no podrá haber alli mucha poblacion; pero en aproximándose a la falda oriental de la Cordillera de los Andes, es ya el suelo escelente para los frutos de Europa.

5. Consta igualmente que el año de 1602 habia en las cercanias de la capital del Paraguay muy cerca de dos millones de Urbes, y que de alli llevaban vino a vender en Buenos-Aires; pero no hay en el dia alli ni en el pais que describo, sino una u otra parra: y de Mendoza llevan anualmente, en carretas, a vender en Buenos-Aires y Montevideo 7313 barriles de vino, y de san Juan 3942 de aguardiente de uvas, supliendo lo que les falta de ambos licores, con el que llevan de España. Mendoza y san Juan son dos ciudades de la falda de la cordillera de los Andes en la frontera de Chile, cuyos territorios son tal vez los más abundantes del mundo.

6. Quizás se aburrieron de las viñas porque su fruto es muy perseguido de pájaros, cuadrúpedos, hormigas, abispas y otros insectos que abundan infinito, o porque luego que se multiplicaron los ganados, les fué más fácil tener licores a cambio de pieles y sebo. Esto ademas es más conforme a la inercia o flojedad que se atribuye a aquellas gentes; las cuales repugnan ser labradoras, y muchas veces no segarian si el gobierno no las forzare.

7. Desde los veinte y nueve grados de latitud hácia (8) el Norte, cultivaban el tabaco de hoja, y lo llevaban libremente a todas partes, pagando al Erario la sisa y la alcabala, que redituaban sesenta mil pesos fuertes anuales, sin aumentar un empleado a los que habia para otras cosas. En cuanto al de polvo, los comerciantes lo compraban del estanco de Sevilla, y lo llevaban y vendian como podian, pagando sus derechos. Todo eso duró hasta que en 1779 se estancó todo tabaco, cuyas resultas han sido redituar poco o nada al fisco, emplear inútilmente a millares de gentes; fastidiar a la superioridad con recursos y cuentas, dar sujeciones a los viajeros y comerciantes, últimamente aniquilar el cultivo del mismo tabaco, segun se conoce de que con la libertad se estraian del Paraguay quince mil quintales al año, y ya en 1799 no se hallaban medios de asegurar de cinco a seis mil que se venden en aquellos estanquillos. La calidad del tabaco es de poca fuerza aunque de buen gusto.

8. Cultivan la caña dulce y el algodon solo en el Paraguay y Misiones; aunque si ocurren frios tempranos, perjudican mucho a ambas plantas. El azúcar es de buena calidad; pero prefieren muchos reducirla a miel y a aguardiente, que uno y otro tienen muchos apasionados. Llevan el azucar sobrante a Buenos-Aires, cuyo clima no lo produce; pero como no sea en cantidad suficiente, suplen su falta comprándolo de la Habana y del Brasil. La cosecha de algodon es tan escasa que apenas se lleva del Paraguay y Misiones el necesario para pábilo en el río de la Plata. El resto se emplea donde cultivan, en lienzos tan ordinarios, que solo lo usan los esclavos y la gente pobre.

9. El pais del azúcar lo es igualmente de Mandioca o Yuca que es de dos especies. La Mandiocué da muchas y grandes raices; que ralladas y esprimidas, sueltan una agua que mata los cerdos si la beben, y tambien se comen la raiz recien exprimida. El hombre debe temer lo mismo; pero los portugueses del Brasil no comen otro pan que lo que llaman Fariña, y es esta misma raiz rallada, esprimida y tostada. Los españoles solo la cultivan en la cantidad que basta para estraer almidon. La otra especie llamada simplemente Mandioca, se cultiva mucho. Sus raices blancas o blancas amarillazas con la piel rojiza, son muy conocidas en toda la América caliente, consistiendo en ello la felicidad de aquellos paises, porque de ellas hacen pan, y ademas las comen de muchas maneras. Convendria probar su cultivo en Mallorca y en las provincias meridionales de España.

10. Siembran y prueban bien en todas partes las especies conocidas del maiz; pero he visto otra en el Paraguay llamada Albati guaicurie, que sin llevar ventaja a las otras ni diferenciarse de ellas en los granos ni en otra cosa, cada grano esta separadamente envuelto con hojas pequeñas idénticas a las que cubren toda mazorca.

11. Hay especies, de batatas blancas, amarillas y moradas. La llamada Abaiybacue en el Paraguay y Misiones, tiene piel roja y es del grueso de la pantorrilla, larga lo que la pierna, con la carne blanca y de buen gusto. Todas deberian llevarse a España, como tambien ocho o diez especies de calabazas y de judias. Entre estas últimas son escelente la llamada Pallarés y las que da un arbusto que no perece en invierno. En todas partes prueban bien las habas, guisantes, lentejas, arvejas y el maní o mendubí. En España conocen al último por cahues y estraen de él aceite.

12. Tambien la estraia por allá un curioso de la semilla del tártago y hacia jabon. Esta planta es conocida en Europa y la hay en el jardin botánico de Madrid, pero como no la he visto por allá sino junto a las casas, sospecho que es de las producidas por la presencia del hombre como las ortigas.

13. Los almendros y ciruelos crecen mucho y se visten de flor en el río de la Plata; pero hasta hoy no han dado fruto. Los melocotones al contrario dan mucho y bueno, y aun hay alli algunas especies buenas llevadas de Chile y otras partes que quizás no se conocen en Europa. Llaman alli damascos a, los albericoques, cuyo orígen es este: Antonio el Choricero, que era italiano, hizo llevar de su pais un cajoncito con semillas de col y de lechuga, entre la cual encontró dos huesos de albericoque que no conoció, pero las sembró en mi tiempo y de ellos vienen todos los que hay. En el Paraguay no hay almendros ni ciruelas y los melocotones dan rara vez fruto malo y agusanado.

14. Tampoco hay en el Paraguay peras ni guindas; que aun en el río de la Plata valen poco. Las naranjas y sus análogas son abundantes y buenas en el Paraguay; pero uno y otro disminuye al acercarse al río de la Plata. La Pacoba o plátano se cria bien en el Paraguay; pero se yela fácilmente y da poco fruto. La piña o Ananá no requiere tanto calor como la Pacobá, y da regularmente aunque creo no es tan delicado el gusto como la de otras partes. La manzana es buena en Montevideo, no tanto en Buenos-Aires, no fructifica en el Paraguay, y existe silvestre en la falda de la cordillera de Chile. En todas partes hay higos, membrillos, y granadas, que se quedan en mediana calidad y aun no llegan a ella en el Paraguay. En cuanto a olivos, solo hay algunos en Buenos-Aires que dan todos los años.

15. El melon vale poco, y en el Paraguay nada. La zandia es mejor en unas partes que en otras, segun el terreno y sin consideracion a la latitud; pero en las cercanias de la Asuncion suele tener más semillas que carne. La fresa es alli desconocida, pero abundan los fresones que llaman frutillas en el río de la Plata, donde producen bien el cáñamo y el lino, aunque el costo de beneficiarlos es escesivo. Las hortalizas en general crecen más o menos bien, segun crece la latitud, y en el Paraguay y Misiones siembran el arroz que necesitan, en las cañadas sin regarlo.

16. En el Paraguay es comun y silvestre la planta del añil, el que podrian beneficiar, y quizás la seda, si llevasen gusanos, porque hay morales. Lo propio digo del cacao y del café, pero se opone a todo lo caro de los jornales, las pocas necesidades y ambicion de aquellas gentes, la falta de instruccion, y la imperfeccion de los instrumentos de labor. En el Paraguay y Misiones se sirven para azadas, de las paletillas de vaca, acomodándolas en un mango, y sus arados son de un palo punteagudo, que cada uno se hace y se acomoda, sucediendo lo mismo con el yugo y demas aperos. Verdad es que sucede lo mismo en cuasi todos los oficios; el platero hace sus crisoles, el músico su guitarra y las cuerdas, el tegedor los telares y peines, y las mugeres sus usos, las velas, jabon, dulces, remedios y tintes.

17. Poseen algunas flores de Europa, y otras americanas. La diamelo es un matorral que da muchas flores largo tiempo, componiéndose cada una de muchas apiñadas y blancas, del olor más suave del mundo. No dan semilla, y la multiplican por acodos. La peregrina no da olor, y se multiplica por semilla. Da muchas flores bien jaspeadas de rojo y blanco.

 

CAPITULO VII

De los insectos

1. No es fácil describir puntualmente los insectos, porque sobre ser pequeños y de innumerables especies, obran por lo comun ocultamente, o a distancia que no permite observar sus operaciones. Yo por consiguiente, que los he mirado de paso, y que ignoro lo que otros han escrito, diré tal cual cosa de algunos, nombraré a otros, dejando tal vez olvidada la mayor parte.

2. En el Paraguay distinguen dos familias, una de abejas y otra de abispas, y las diferencian, suponiendo que estas pican y no hacen cera, y que las abejas hacen cera y no pican. Segun esto la abeja de España que pica y hace cera, y lo mismo otra americana que he visto, serian un intermedio entre las dos familias. Sea lo que fuere yo ahora reputaré por abejas, a todas las que no saben o no pueden construir los muros esteriores de sus casas, y los buscan ya hechos en los agujeros de troncos para hacer sus panales: y llamaré abispas a las que fabrican su habitacion interior y esteriormente.

3. He oido de la abispa y de la abeja en España, que en cada panal hay una sola hembra y maestra con una multitud de machos que la fecundan: que el resto de los individuos son neutros o sin sexo y destinados únicamente al trabajo, y que se multiplican las colmenas o familias por los enjambres que salen. Yo ignoro si esto es cierto en Europa, y tampoco se si asi lo practican mis abejas; pero no dudo que nada de lo dicho sucede a mis abispas, sino que todos sus individuos son machos o hembras a lo ordinario, y que se multiplican los panales por parejas, y no por enjambres.

4. Numeran en el Paraguay hasta siete especies de abejas: la mayor el doble que la de España, y la menor ni la cuarta parte que la mosca comun. Ninguna de ellas pica y todas hacen cera y miel. Esta, por lo que yo he visto, tiene la consistencia y el color de almivar fuerte de azúcar blanca, y yo solia por las tardes desleirla en agua, y la bebia, no solo por su buen gusto, sino tambien por que tiene la cualidad de refrescar el agua, o de parecerlo. Pero la miel de la especie mayor de abejas, suele participar del gusto de las hojas de las flores que el insecto conduce, y aun mezcla con ella. La miel de otra, llamada Cabatatú, da intenso dolor de cabeza y al mismo tiempo emborracha como el aguardiente; y la de otra, ocasiona convulsiones y dolores vehementes, hasta que van cediendo a las treinta horas sin otra mala resulta. Una abeja más cuadrúpeda y algo menor que la de España, no deposita su miel en panales, sino en cantarillas esféricas de cera de seis líneas de diámetro. Llevaron del Tucuman a Buenos-Aires, distante 150 leguas, una colmena de esta especie; lo que indica que tal vez esta abeja y otras varias de América, se podrian trasplantar a España. Los indios silvestres comen mucha miel y desliéndola en agua y dejándola fermentar, la beben y se embriagan.

5. En cuanto a la cera; la que he visto es amarillaza, más obscura que la de España, más blanda, y la gastan solo en los templos del campo y de los indios sin saberla blanquear. La que acopia la especie mayor de abejas, es mucho más blanca, y tan consistente, que le mezclan la mitad de sebo los vecinos de Santiago del Estero, los cuales recogen anualmente catorce mil libras en los árboles del Chaco. Si esta especie se domesticase en colmenar, daria una utilidad muy considerable.

6. Nada más puedo decir de aquellas abejas que no pican, por que las he observado poco no siendo facil hacerlo, viviendo como viven todas, dentro de los grandes y cerrados bosques, las más veces a bastante altura de los árboles. Pero tratándose de cera diré aqui que es mejor, más blanca y consistente la que fabrican unos insectillos en bolitas como perlas, pegándolas muy juntas en bastante número, a las ramitas del Guabiramí, que es una matilla alta de tres a cuatro palmos, la cual da una de las mejores frutas silvestres, arredondeada, menor que una zarza, y de la figura y color que la guacaba.

7. Aunque creo no conocer todas las abispas, indicaré a once especies. Solo una vez he visto un tolondron pegado y suspenso a un tronco del grueso del brazo: era esférico, de tres palmos de diámetro, y fué menester una hacha para desprenderle y deshacerlo, por que en partes tenia hasta medio palmo de arcilla bien amasada, componiéndose interiormente de panales de cera con buena miel totalmente cubiertos con dicha arcilla. La abispa era de color negruzco, del tamaño de la de España, aunque más cuadrada, y pica menos. Ignoro si se multiplica por enjambres como la abeja de España, aunque lo presumo.

8. Todas las abispas siguientes pican mucho. La más comun, naranjada, y bastante mayor que la comun de España, fabrica sus panales como ella idénticos aunque mayores y de la misma madera algo podrida, que de madrugada recoge en bolitas como guisantes, royendo la superficie de los maderos secos sin corteza que el rocio de la noche ha ablandado un poco. Solo una pareja o dos abispas principia su panal pegándolo por un pedículo a la viga que sobresale bajo del tejado, o alguna peña: siempre con la advertencia de que esté a cubierto de la lluvia. Comenzada la obra, no la desampara una de ellas, pero no hacen sino más que seis casetillas en las que deposita la hembra un gusanillo, que ignoro con que le alimenta, por que no acopian miel, ni les llevan arañas ni gusanos: los padres comen frutas suculentas y otras cosas. Cuando vuelan los hijos y pueden ya engendrar, aumentan el único panal al rededor con nuevas casillas, y las llenan de hijos mientras los primeros padres hacen lo mismo en sus primitivas casetillas. Asi continuan hasta que siendo el panal algo menor que un plato, se destacan parejas a formar otros algo separados en la inmediacion, y en llenándose de ellos el lugar adecuado, le buscan lejos. Siempre estan de guardia en el panal la mitad de las abispas, mientras las demas buscan lo que han menester.

9. Infiero de lo dicho, que en el panal de esta abispa no hay maestra o gefe que mande ni dirija: que todos los individuos son fecundos; que cada pareja cuida solo del producto de su comun particular reducido a seis hijos, poco más o menos, y que cuando el panal es ya tan grande que se incomodan unas a otras, buscan otros lugares donde fundar nuevas repúblicas. Todo esto creo que se verifica en las demas abispas sociables, inclusa la de España.

10. Otra abispa más pequeña, negrizca con pintas amarillas, busca mayor resguardo; pues no solo hace su panal más abrigado del tejado o de lo más tupido de alguna parra, sino aun con preferencia en el techo de lo interior de un cuarto, si encuentra en el tejado un resquicio por donde entrar. Lo hace de la misma materia y lo pega a una viga o tigera por un pedículo, principiándolo solas dos, segun dicen por que no se lo he visto principiar. El panal, esteriormente, tiene la figura de un gorro alto palmo y medio y ancho dos en lo inferior. Sirve este para abrigar y cubrir los rendondeles de las celdillas de criar, que son pequeños en el fondo del gorro que es la parte alta y van ensanchando puestos unos bajo de otros horizontalmente sin tocarse y pegados a lo interior del gorro. Este nunca se cierra por debajo, por donde con mucha celeridad van añadiendo más panales, y aumentando la prole, sin hacer miel, y sin que yo sepa con que la alimentan. Cada avispero de estos tiene más individuos en mi juicio, que cuatrocientos de la precedente; y en cuanto a lo demas, me figuro que son idénticas en lo dicho en el núm. 9 aunque no lo aseguro.

11. Otra he encontrado al resguardo de alguna peña, y nunca en las casas ni cerca de ellas. Su panal es mucho más estrecho que el de la anterior, aunque construido de la misma materia, con muchos redondeles o panes horizontales sin miel y cubiertos de una costra o gorro. Me aseguran que solas dos principian la obra, y esto basta para que yo crea de esta abispa todo lo dicho de la primera en el número 9.

12. No hice reparo de como se multiplica, ni donde cria otra abispa comun y negrizca del tamaño de la comun en España; no puedo por consiguiente asegurar si es sociable, como las precedentes. Mi vecino empapeló las uvas de su parra, y las libertó un año: hizo lo mismo el siguiente, pero la abispa agujereando los papeles no le dejó una uva.

13. Otras dos abispas, llamadas Lechiguaná y Camoatí, hacen panales algo parecidos a los del número 10 y del propio material. La primera le suspende de las ramitas de algun arbusto a la orilla del bosque, y la segunda de alguna mata grande de paja en campo libre o cañada. La costa que encierra y cubre los panales de la Lechiguaná, es mucho más dura que en la otra y tiene ademas por fuera bastantes desigualdades muy reparables, de las que carece la del Camoatí. Las dos son muy fecundas como que sus gorros de panales llegan a tener media vara de diámetro, y más de altura, con miel abundante, buena y más consistente que la de aquellas abejas: no acopian cera, y en cuanto a lo demas, creo de ellas lo dicho en el núm. 9.

14. Las abispas precedentes son sociables o viven muchas juntas, pero las cuatro siguientes al contrario, son solitarias. Por lo menos yo no he notado jamas que se reunan dos de su especie ni de otra.

15. La primera es negra con algunas manchas amarillas vivas: tiene el cuerpo como dividido en dos, por una cintura larga muy delgada, y me parece haber visto una en un meson de Andalucia. Cria en los cuartos, aunque duerme fuera, trae en la boca una bolita de barro como un guisante, y la estiende en lo alto del marco de la puerta o ventana, o en alguna viga o tigera del techo. Luego, con más bolitas, forma encima un canuto largo como pulgada y media con estuco o barniz por dentro y depositando al hijo en el fondo, conduce del campo una a una arañas muertas a picotazos hasta llenar totalmente de ellas el canuto cerrándolo con barro. En seguida hace otro canuto al lado, otro encima, y en fin hasta cuatro o cinco. Cuando finaliza el último, ya el primer abispillo se halla en estado de volar y parece que la madre le escucha y le abre la puerta por donde se va al instante para no volver más. Suele servir el mismo canuto para nuevo hijo. En mi cuarto del Paraguay nunca faltó en verano una de estas abispas, y observé al desacer los canutillos, que habian perecido los abispillos siempre que alguna de las arañas se habian podrido, o que habia principiado a hacer su tela por no estar bien muerta o envenenada. Suelen los muchachos matar a la abispa; y cortándola por la cintura toman la mitad postrera y la aplican con disimulo a otro muchacho para chasquearle, porque aun asi pica.

16. La segunda es naranjada, la mayor de todas y más del doble que la comun de España. Busca los corredores o lugares cubiertos de la lluvia en las casas campestres, donde haya un suelo de polvo y tierra no muy dura, alli escarba prontamente con las manos todo alrededor un espacio como de un palmo, profundizando dos dedos apartando con la boca las piedrecitas, si las encuentra, dispone en el medio una canal u hondura larguita y marcha luego al campo, de alli trae arrastrando, caminando para atrás, una araña mayor que una avellana con cáscara, muerta a picotazos, y la deposita en dicha canal, de modo que descansando en los bordes, no llegue a tocar en el fondo. Inmediatamente le pega el abispillo en la parte más baja, y lo cubre todo con la tierra que antes habia escarbado hasta emparejar el suelo, y se marcha para no volver más. Yo encontré otra abispa con su araña arrastrando, y la seguí hasta su depósito distante 163 pasos, sin contar los que ya antes habria caminado. La dejó alguna vez y caminó un poco, como si se asegurase de la derrota. Esta se hallaba toda cubierta de pasto a veces tan alto, que la abispa no pudo vencer la dificultad, porque se enredaba la araña con sus patas; pero dando un corto desvio llegó derechamente. El abispillo se va comiendo la araña, y cuando la ha consumido se halla ya en disposicion de desembarazarse de la tierra que le cubria, y de marcharse a volar, sin haber visto a su madre la cual irá naturalmente a criar más hijos en otros lugares, porque yo no he observado que crie más de uno en cada paraje. La especie es muy escasa.

17. La tercera es comun, amarilleja y del tamaño que la de España: con la boca hace unos canutillos penetrando las paredes de tapia y de ladrillo no cocido que estan al abrigo de la lluvia. En el fondo deposita a su abispillo y le alimenta con gusanos verdes, muertos a picotazos introduciéndolos por la cabeza. Se hallan a veces muchos de estos canutos o agujeros inmediatos, y presumo que cada abispa hace muchos, no los cierra, suministra los gusanos cuando son menester.

18. La cuarta, fabrica con barro tres o cuatro cantarillas esféricas menos la parte por donde están pegadas a las ventanas, resguardadas de la lluvia, deposita en el fondo el abispillo, y le va alimentando con los mismos gusanos que la precedente, introduciéndola por el gollete que esta arriba, y tiene la figura de embudo.

19. Para mi es cosa singular el que estas cuatro últimas abispas sean tan solitarias, que nunca he visto dos juntas. Tambien es el ignorar quien las fecunda, y el que no tengan panal o domicilio fijo, si no mientras crian. Aun se nota en estas abispas, que el veneno de sus aguijones, preserva de la corrupcion pues de no ser asi se corromperian en aquellos paises tan cálidos las arañas y gusanos picados con que viven algunos dias los avispillos hasta que son adultos. Si se hallase un medio de recoger o de imitar semejante veneno, podria esperarse que seria un eficaz preservativo contra la gangrena y que podria aplicarse interiormente sin riesgo pues los avispillos lo comen en las arañas y gusanos.

20. Como el Paraguay y Río de la Plata no son paises frios, se puede sospechar que la temporada de criar las hormigas sea más larga que en España; por lo menos por ella salen y trabajan las hormigas todo el año, menos tal cual dia de frio. Por eso no hallo estraño el que haya a mi parecer alli no solo más especies de hormigas, sino que cada una de ellas tenga más hormigueros y más numerosos en individuos. Se comprueba esta idea sabiendo que viven únicamente de hormigas dos especies de cuadrúpedos grandes y forzudos y aun muchos Tatus. Pero tambien creo que las hormigas van a menos, en razon de la cercania al Estrecho de Magallanes.

21. La hormiga llamada Araraa, abunda infinito en el Paraguay; pues no solo estan de ellas llenas los troncos gruesos de los bosques y las maderas cortadas, sino tambien los delgados si tienen la corteza agrietada. Y como las paredes de las casas campestres son de palos clavados en tierra muy juntos y tapados los intermedios con barro que se raja al secarse, los Arararaas entran y salen sin cesar por todas las grietas. La magnitud del Araraa varia bastante en el mismo hormiguero o paraje, y los mayores se acercan en tamaño a las mayores hormigas que he visto en España. Su color pardo obscuro es algo más claro en lo postrero del cuerpo, donde aparenta tener vello. Es la más veloz y camina comunmente a embestidas, deteniéndose como para observar. Corre los troncos, ramas y paredes y tambien por el suelo, para ir a buscar otros, y no he visto que acopie alimento, sino que come lo que encuentra, pero no hojas ni semillas. En las casas no sé que toque sino el azúcar, comunicándole mal gusto y olor. No fabrica hormigueros, ni saca tierra ni madera, y vive en las rendijas. Tampoco forma aquellas procesiones bien ordenadas que otras, ni he visto que tenga alados o aladas; siendo presumible que no las tiene cuando no se la vé acopiar comida.

22. Una de las menores habita dentro de las casas, ya sean estas campestres o esten en las mayores ciudades, aunque ignoro su guarida, y si la tiene fija, como tambien si acopia viveros, y si tiene aladas. Pero lo cierto es, que obran acordes y que van en procesion adonde encuentran carne, azúcar o dulces, que son las cosas que más les gustan, igualmente que las frutas, más no sé que hagan caso de hojas y semillas. En muchas casas es imposible conservar azúcar ni almivar, y para precaverlos, los ponen sobre una mesa, y cada pie de esta dentro de un lebrillo de agua. Comunmente basta esta precaucion; pero tambien he visto que agarrándose unas a otras las hormigas formaban sobre el agua un puente largo un palmo, ancho un dedo y que las demas pasaban por encima a la mesa. Si esta se cuelga, suben las hormigas al techo hasta encontrar las cuerdas y bajan a comer por ellas. Tambien se ha probado, infructuosamente, envolver con lana y orines los pies de la mesa; no pasan por el alquitran mientras esta fresco. Es bueno llevar el dulce a otro cuarto distante por que tardan a encontrarlo; pero si se lleva con él a alguna hormiga, luego van otras.

23. Hay otra hormiga en el Paraguay, no en el Río de la Plata, que estrujada huele mal y por eso la llaman Fairé que significa hormiga hedionda. Nadie sabe a donde reside, ni que es lo que ordinariamente come, por que no se vé sino cuando sale. Lo hace cuasi siempre de noche y anticipando dos dias a una grande revolucion de tiempo, y se desparrama la multitud, ocupando todo el suelo, techo y paredes del cuarto por grande que sea. No dejan cofre, grieta ni agujero que no registren, y en breve rato se comen las arañas, grillos, escarabajos y vichos que encuentran. Si tropiezan con un ratoncito echa a correr; pero sino acierta a salir del cuarto, se le van pegando cuantas hormigas pisa, y sin soltarlo le van comiendo hasta que al fin le sugetan y consumen. Dicen que practica lo mismo con las vívoras, lo cierto es que al hombre le precisan a salir de la cama y del cuarto corriendo. Por fortuna se pasan meses y aun años sin que vuelvan a parecer. Me digeron que para sacarlos del cuarto, bastaba encender en el suelo una cuartilla de papel: lo practiqué y en pocos minutos marcharon sin quedar una. Me ocurrió una vez escupir sobre algunas de las que andaban por el suelo, y huyeron todas en poco tiempo, cosa que repetí despues en dos ocasiones con el mismo efecto. Su figura es regular, negra, de mediana magnitud y su cuerpo no tan duro como el comun de las hormigas. No la he visto acopiar comestibles, ni sé que tenga aladas e ignoro todo lo demas.

24. Una mediana negrizca y blanduja que se estruja fácilmente, habita únicamente los árboles, con preferencia los frutales y parras, donde sin comer uvas las ensucia con sus escrementos. Me persuado que no tiene otros hormigueros o madrigueras, que no acopia comestibles y que carece de aladas. Aun sospecho que engendra a unas orugas que se ven en las hojas dobladas.

25. La mayor, que será, como tres o cuatro de las más grandes de España, es muy escasa, negra, lindamente manchada de rojo vivo, y tan dura, que es menester fuerza para estrujarla. Siempre la he visto ir sola sin conducir comida, y no sé si tiene madriguera comun con otras, ni lo que come, ni si tiene aladas.

26. En los terrenos bajos que a veces se anegan, se encuentran montones de tierra cónicos, poco duros, y como de una vara de altura muy cerca unos de otros. Son obra de una hormiguita negrizca, y creo no sale del hormiguero con motivo de comer vegetales ni otra cosa. Las innundaciones las fuerzan a salir, y las de cada hormiguero forman un pelotón arredondeado como de palmo y medio de diámetro y cuatro dedos de grueso. Asi se sostienen mientras dura la inundacion sobre el agua; y para que la corriente no se las lleve, se agarran algunas a una yerba o palito, hasta que pueden volver a su guarida. Muchas veces las he visto formar puentes como el citado en el número 22. En sus pelotones no se vé una alada, ni es creible se hayan quedado en unas habitaciones inundadas donde las hormigas no han podido permanecer. Creo que solo comen tierra, y que son las que con preferencia busca el Ñurumi para alimentarse de ellas.

27. Otra pequeña rojiza, forma de la tierra que saca un monton redondeado de más de media vara de diámetro y la mitad de altura: creo coma tierra, pues no he notado que salga para comer. Para multiplicar los hormigueros, una colonia de ellas se transfiere de noche por camino subterráneo, fabricado tan superficialmente, que con frecuencia se conoce haberse caido la bóveda. Cuando las huevas o crisálidas estan ya bien formadas, sacan las hormigas de lo interior motas de tierra y las colocan sobre el hormiguero formando una costra o bóveda tal, que fácilmente la penetran los rayos del sol para calentar y vivificar dichas crisálidas que colocan debajo de la costra sin que esta las oprima. Si se observa por la mañana que las crisálidas estan bajo de la bóveda, no hay que temer el agua aquel dia, aunque haya nubes, y creo que la hormiga conoce el tiempo a lo menos con un dia de anticipacion. Deshaciendo estas bóvedas, he notado siempre que las hormigas no pierden un momento en recoger a los hijos, en reparar el destrozo y en acometer al agresor. Al mismo tiempo se observa que las aladas estan como aturdidas sin ausiliar a nadie, ni cuidar de las crisálidas, y que apenas aciertan a ocultarse ellas mismas.

28. La Cupiy es muy numerosa, blanquizca, bastante grande, de piernas más gruesas y más echadas a fuera que todas, y lo más torpe para caminar. Sus madrigueras llamadas Tacurús, tienen diferentes formas, segun donde estan. Si es en árbol (que ha de ser grande, grueso, viejo y algo secarron), lo fabrica el Cupiy en el tronco principal o en el de alguna rama muy gruesa, dándole la figura de un tolondron, negro, redondeado hasta de tres palmos de diámetro, y compuesto, por dentro, de innumerables esfoliaciones que separan la multitud de caminos embarnizados, anchos y bajos de techo. Todo esto se construye con la sustancia del tronco. Desde el Tacurú principian las galerias del grueso de una pluma, sobrepuestas a lo largo del tronco de las ramas y cubiertas con bóveda de engrudo. El insecto no come las hojas, flores ni frutas, ni las ramitas delgadas, sino los troncos o su sustancia hasta que el árbol cae consumido. Si el Cupiy se establece en alguna casa, forma del modo dicho el Tacurú en una viga y taladrando las paredes de tapia y de adobo crudo, busca otras maderas y las consume, sin que se sepa un medio de ahuyentarle o esterminarle totalmente. Si se fija en cañadas arcillosas, hace el Tacurú durísimo de la misma arcilla en media naranja como de tres palmos de diámetro y tan cerca unos de otros, que a veces solo distan tres o cuatro varas en dilatadísimas estensiones de campo. Pero si le edifica en lomada de tierra rojiza, el Tacurú es cónico como de cinco palmos de diámetro y hasta seis u ocho de altura, con sus caminos por dentro barnizados de negro. Los Tatus se introducen escarbando en los Tacurús y se comen los Cupiys.

29. Estos nunca salen al descubierto, ni comen sino tierra o madera: sus aladas tienen seis alas, y son muy negras, mayores que los Cupiys con pies más delgados y derechos. Salen a borbollones de los grandes tacurús por una raja horizontal de un palmo abierta a propósito; y en una ocasion me detuve más de una hora sin ver el fin de la erupcion. Cuasi todos los pájaros, incluyendo halcones y gavilanes, comen estas aladas, y tambien las arañas, grillos etc.

30. No es creible que salgan las aladas a buscar comida, porque alimentándose solo de tierra o madera, no pueden faltarles estas donde estan. Podria presumirse que son echadas a fuerza por los Cupiys a quienes podrian incomodar; pero como se observa que las erupciones preceden siempre a una notable mutacion de tiempo, y que las aladas se unen en el aire luego al salir, parece que no salen descontentas, y que su emigracion tiene alguna otra causa que la motiva. Sea esta la que fuere las tales erupciones de aladas no tienen por obgeto el fabricar otros tacurús, porque son incapaces de semejante operacion, porque perecen luego todas o cuasi todas las aladas, y porque los Cupiys son los que multiplican los Tacurús por minas subterráneas más largas que lo que se debia esperar del insecto; pues una noche noté que salieron minando en mi cuarto a donde no pudieron llegar sin haber minado a lo menos diez y ocho varas.

31. El Cupiy puebla millares de leguas cuadradas y parece imposible que haya podido estenderse tanto por medio de sus minas, especialmente cuando se caminan muchas veces algunas leguas sin encontrarlo. Lo mismo puede decirse de todas las hormigas e insectos, principalmente de las moscas, garrapatas, grillos y otra multitud que son comunes a Europa y América.

32. Volviendo a, las hormigas, hay otra rojiza y grande, que con la tierra que saca forma un monton en segmento de esfera, cuyo círculo tiene de cuatro a cinco varas de diámetro, con una de altura. Aunque de lo dicho puede calcularse la cavidad interior del hormiguero, basta saber que pasando una mula sobre uno que se habia ablandado con las lluvias, se hundió de modo que estando en pie, solo se le veia la cabeza desde la distancia de veinte pasos. En la superficie del hormiguero, hay distribuidos multitud de agujeros que miran a todos vientos, y en cada uno principia una senda limpia, ancha dos pulgadas, y que se estiende rectamente como 200 pasos. Por cada senda va una procesion de hormigas y vuelve cargada de pedacitos de hojas, porque las semillas escasean en paises incultos. Siendo las procesiones tantas como las sendas, y todas estas divergentes, es de presumir que en cada hormiguero hay otras tantas sociedades. Caminando en enero por las cercanias de Santa Fé, donde abunda estraordinariamente esta hormiga, hallé tal erupcion de sus aladas volando que marché tres leguas entre ellas. En dicha Santa Fé suelen hacer tortillas de la parte posterior de su cuerpo que tiene mucha gordura y buen gusto.

33. Solo en las costas de los bosques y entre los matorrales del Paraguay, he notado que otra hormiga saca tierra roja y haciendo un monton que se endurece mucho y que sobre el monton forma uno o dos tubos de tres a cuatro pulgadas de diámetro largos de uno a dos palmos, y verticales, por donde salen entran las hormigas rojizas y grandes que parecen pocas, pues no hacen senda ni forman procesiones. No concibo la utilidad de unos tubos que dificultan la entrada del insecto y facilitan la de la lluvia: ignoro lo demas.

34. Otra tambien rojiza, grande y poderosa, fabrica en los campos un socabon redondo de una vara de diámetro y como la mitad de profundo. Su boca esta en medio de lo alto, redonda de un palmo, y cubierta solo con grande espesura de pajas largas una pulgada, que permiten la entrada de la hormiga, no la del agua. Acopia muchas hojas verdes en pedazos, y creo que comeria semillas y que tiene aladas, aunque no las he notado.

35. Otra mediana y rojiza abunda y hace tales destrozos en las huertas, como que en una sola noche quita todas las hojas de una parra, naranjo u olivo frondoso. Para esto suben unas y despedazando las hojas, las dejan caer al suelo para que otras las lleven al hormiguero. Donde las persiguen mucho como en Buenos-Aires, ocultan tanto su guarida, que se encuentra con dificultad. A veces la disponen bajo del piso de los cuartos, taladrando las paredes de las casas que son de ladrillo y barro; y si lo fabrican en el mismo huerto es siempre de noche, muy hondo donde esté menos espuesto a la vista y no haya labor; alejando y esparciendo tanto la tierra que sacan, que nadie puede conocer haya habido escavacion. Todas estan ocultas de dia, menos una u otra que nada conduce, y abunda mucho en aladas.

36. Aunque creo no haber hablado de todas las hormigas, y aunque mis apuntaciones sobre ellas no esten hechas con el cuidado que las de los cuadrúpedos y pájaros, lo dicho basta a lo menos para entender que su familia merece ser observada, tanto porque sus especies son muchas, cuanto por sus notables diferencias. En efecto las hay que hacen y otras que no hacen hormigueros. Entre estas unas aprovechan las grietas de paredes, y troncos, y otras parecen errantes sin domicilio. Algunas nunca salen de su casa comiendo tierra o madera; y entre las que salen unas acopian comestibles y otras no: aunque muchas tienen aladas las hay que no las tienen.

37. Cuentan de las colmenas de Europa, que cada una tiene una sola hembra llamada Reina o maestra, porque todo lo gobierna y dispone, la cual es fecundada por una multitud de zánganos, y que todos los demas individuos de la colmena son neutros o carecen de sexo; que estan destinados únicamente a los trabajos, y a arrojar fuera los zánganos, luego que han cumplido su único oficio.

38. Lo mismo creen algunos que sucede con las hormigas, y que las aladas son las representantes de la citada maestra y sus zánganos. Pero esta idea no puede aplicarse a las hormigas que no tienen aladas ni a las que acopian provisiones. Ademas que un enjambre que sale de la colmena lleva maestra, operarios y cuanto es menester en el nuevo establecimiento que efectivamente hace; cuando en los de aladas no hay sino individuos inútiles para el trabajo, incapaces de formar un nuevo establecimiento. Asi perecen todos, menos los que tengan la fortuna de introducirse en algun hormiguero sin que se pueda adivinar otro motivo de su erupcion que el instinto de egercitar sus alas.

39. La chinche es desconocida de los indios silvestres, y aun la desconocieron los españoles del Paraguay hasta el año de 1769 en que suponen la condujo de Buenos-Aires un Gobernador en su equipage.

40. En Buenos-Aires abunda infinito la pulga todo el año, no tanto en el verano; pero en el Paraguay solo la he notado en invierno. De aqui deduzco que le es insoportable el escesivo calor, y que quizás no podrá haber pasado de la América del Norte a la del Mediodia.

41. La Nigua yPique tan conocida en la zona tórrida americana, existe en el Paraguay; pero no pasa los 29 grados de latitud. Yo jamas la he notado en los desiertos ni en los cuadrúpedos silvestres, pero luego que el hombre hace su habitacion en el campo, se ven muchos Piques en la basura; y si en los bosques más lejanos y desiertos establece un beneficio de maderas, se engendran infinitas Niguas entre el aserrin y las astillas.

42. La Vinchuca es una cucaracha o escarabajo nocturno que nunca he visto al Norte del río de la Plata; pero que incomoda mucho a los viajeros desde Mendoza a Buenos-Aires, chupándoles la sangre. Se llena de esta su cuerpo oval y aplantado hasta ponerse como una uva; y despues de haberla digerido, la espele hecha tinta negra que ensucia indeleblemente la ropa blanca: las adultas son largas media pulgada, y vuelan. En todas las campañas se encuentra un insecto o pequeño escarabajo que estrujado hiede como la chinche. Por cuatro noches de enero acudieron tantos escarabajos medianos a las casas de Buenos-Aires, que al abrir las ventanas el dia siguiente se encontraban los balcones llenos de ellos, y era menester limpiarlos con escoba y espuerta. Lo mismo se veia en la calle a lo largo de las paredes donde estaban entorpecidos.

43. En el Paraguay principalmente hay escarabajos de muchas especies de bellos y ordinarios colores, diurnos y nocturnos, de todas magnitudes y algunos grandísimos. No he notado que se tomen la pena que los de España de hacer rodar una bola de escremento, sino que escapan debajo unas cuevas en donde depositan sus huevos, para que los hijos tengan pronta la comida. Suspenden la postura de un huevo hasta que encuentran lugar propio para depositarlos bajo de los escrementos y de los cadáveres; solo las hembras trabajan en proporcionar lecho y alimento a su prole; hecho su depósito se marchan y no le vuelven a ver. Tambien indica esto que todo lo que toca a la generacion y a sus resultas, y quizás a muchas prácticas de los insectos y cuadrúpedos, penden de su organizacion, como el sueño que todos le disfrutan sin aprehenderlo. Su olfato es tan fino, que han acudido muchos escarabajos, antes de levantarse el que hace sus necesidades en el campo. Habia en el postigo de mi casa un ratoncito muerto cuando llegó a reconocerle un grande escarabajo, que volando dió vuelta y encontró entre los ladrillos el lugar más inmediato donde poder escavar. Luego rempujando con la cabeza le condujo; y con prontitud admirable hizo un agujero en que se fué introduciendo el raton por la cabeza sin otro impulso que el de su gravedad, hasta quedar totalmente metido y oculto. El escarabajo se marchó para no volver más dejando su prole pegada al cadáver. Hay dos escarabajos que despiden de noche luz: el menor por lo postrero del cuerpo, avivándola más o menos, y el mayor llamado Alua, por dos agujeros como ojos que tiene sobre el cuerpo. Tomando con la mano al último, da luz para leer una carta de noche.

44. En las casas, árboles y campos se encuentran en mi juicio, no solo todas las especies de araña que en España, sino aun muchas más, principalmente en el Paraguay. Alli hay una velluda, parda, obscura y larga como dos pulgadas que tiene dos uñas o largos colmillos huecos. Habita un agujero que escaba en tierra entre el pasto de los campos, barnizándole con una telita sin hacer telar fuera, Cuando se la sorprende fuera de su cueva, se levanta sobre las piernas poniendo el cuerpo vertical y esperando al agresor. Los Guaranís la llaman Ñandú (avestruz) y aseguran que su mordedura no mata, pero que causa hinchazón y fuertes convulsiones. Otra, del tamaño de un grano de culantro, fabrica en el Paraguay, y hasta los treinta y dos grados, capullos esféricos naranjados de una pulgada; los suelen hilar y teger, porque aun lavados conservan el color. Pero se advierte en las hilanderas, que destilan agua por los ojos y narices, sin que por esto perciban dolor, incomodidad, ni mala resulta. Otra, se pega de noche sin sentir a los labios y los chupa, resultando una postilla al dia siguiente.

45. Aunque las arañas sean generalmente solitarias, hay en el Paraguay una que vive en sociedad de más de ciento. Es negrizca, del grueso de un garbanzo y hace su nido mayor que un sombrero. Se coloca en lo superior de la copa de algun árbol muy grande y frondoso o en el caballete del tejado; siempre con el cuidado de que tenga algun abrigo. De él salen, todo en contorno, muchos hilos blancos, gruesos, fuertes, largos de veinte a veinte y cinco varas; que podrian hilarse, y que estan afianzados en las peñas o yerbas de la vecindad. De unos hilos a otros, pasan nueve hilos muy sutiles horizontales y otros verticales, en donde se enredan las moscas e insectos de que viven, comiendo cada una lo que pilla. Si junto a su domicilio pasa una calle o camino, tiene la araña el cuidado de no embarazarlo con sus hilos levantándolos. Todas perecen a la entrada del invierno, dejando en lo más abrigado del nido los huevos que se vivifican en la primavera.

46. En el suelo inmediato a las paredes o a las peñas, donde hay arena seca muy fina al abrigo de las lluvias, se cria el insecto llamado hormiga leon, segun creo torpísimo para caminar, pero que con una habilidad para mí incomprensible, forma un embudo ancho arriba disponiendo los granos de arena de modo, que si una hormiga u otros insectos tocan el más alto, resbalan todos hasta el fondo, donde reside oculto y solitario el artífice que devora al que resbaló.

47. Hay en el Paraguay un gusano de dos pulgadas, cuya cabeza, de noche, parece una brasa de fuego rojo muy vivo, y que tiene ademas a lo largo de cada costado una fila de agujeros redondos por donde sale otra luz más apagada amarillaza. Tambien hay otro muy grande con el cuerpo matizado de matorrales altos de tres a cuatro líneas, negros y perpendiculares a la piel, componiéndose cada uno de diferentes ramas, y cada una de estas tiene cerdas en vez de hojas. En algunos tunales silvestres, se encuentran otros insectos, cuyos nidos suelen recoger para teñir de rojo.

48. En todas partes abundan más o menos alacranes, grillos, cucarachas, gorgojos, polillas, tábanos y mosquitos de muchas especies, moscardones, moscas, gusanos y vichos. Yo encontré un ciento pies largo de cinco a seis pulgadas, grueso a proporcion, y lo corté por enmedio con el sable, admirándome de ver que las mitades caminaron un palmo separándose, volviendo luego a juntarse sin que se conociese la union, pero no sé si efectivamente se hizo la soldadura. Cuando las garrapatas son muy chicas, estan en racimos colgadas de las plantas y ramas bajas, y se pegan al que pasa, causándole una picazon insufrible sin que se vean hasta que estan llenas de sangre y se caen. El tábano comun que creo vive solo 28 dias, abunda tanto, que suele cubrir totalmente a los caballos y a los hombres; pero un moscardon amarillazo y muy comun que cria en agujeros que hace en la arena, come muchos en poco rato. La mosca que depone gusanitos abunda tanto, que es preciso quitar los gusanos a las terneras y potros recien nacidos a lo menos una vez a la semana, para que no perezcan comidos, por el ombligo, en el Paraguay y Misiones, donde tampoco pueden vivir los perros silvestres, porque como se muerden cuando hay perra en brama, perecen todos agusanados. Yo he visto a más de dos hombres sufrir los más violentos dolores de cabeza algunos dias, hasta que arrojaron por las narices de ochenta a cien gusanos grandes, de los que esta u otra mosca les habian depositado mientras dormian despues de haberles salido sangre por las narices.

49. Las mariposas son muchísimas, bellas y ordinarias, grandes y pequeñas, diurnas y nocturnas. Algunas acuden a la luz con tal abundancia, que no la dejan tener encendida. Otra pardusca grande llamada Ura deposita una bala con gusanitos sobre la carne de los que de noche duermen desnudos sin abrigo, que se introducen sin sentir bajo la piel. De resultas aparece como un granito que pica mucho, se hincha al rededor y comienza a sentirse un dolor regular. La gente del campo que por esperiencia conoce lo que es, masca hojas de tabaco, escupe encima, y comprimiendo fuertemente la parte con los dedos, hace salir de cinco a siete gusanos velludos, obscuros, largos media pulgada, sin que haya mala resulta. Padecen algunos en el Paraguay una especie de sarna, que en cada granito tiene un insecto del tamaño de una pulga; y los estraen uno a uno con un alfiler para que cure el enfermo. De este modo le sacaron una vez sesenta a mi capellan. Parece que este insecto se origina de alguna disposicion particular de los humores del cuerpo, como las lombrices del vientre.

50. Aunque hay muchas especies de langostas, y una que al volar parece suena un pequeño cascabel, solo trataré de la que lo devora todo, sin perdonar los trapos de lienzo, lana, seda o algodon, ni a ninguna planta que yo sepa, sino la del melon y a las naranjas, aunque come las hojas del naranjo. Es rarísima esta plaga en el río de la Plata, y tambien pasan bastantes años sin que la haya en el Paraguay adonde arriba a primeros de octubre en bandadas tan grandes, que una me pareció un nublado de lejos; y tardó dos horas en pasar. Estas bandadas no hacen mayores destrozos, pues aunque cuando se paran en tierra, lo comen todo, como es poco lo que se cultiva, lo salvan ojeándolo con ramas. Cuando se aumentan tales legiones, ya se sabe que no habrá langostas el año siguiente, sino acaso algunas bandadas como las mencionadas; pero si las legiones se paran en terrenos duros, y las hembras hacen con lo postrero del cuerpo unos canutos depositando en cada uno de cuarenta a sesenta huevos, principia entonces la afliccion. Se avivan los huevos por diciembre y nacen los langostines negrizcos, que se reunen en manchas muy apretados y ensanchan cuando crecen. Mudan despues la piel tomando color verdoso con pintas negras, y lo devoran todo sin cesar de comer dia y noche. A fines de febrero quitan otra vez la piel, desaparece lo negro, se visten de pardo, y se fortalecen sus alas, si bien aun no vuelan. Entonces cubren el suelo, a veces en tanta distancia, que yo caminé dos leguas sobre ellos. Finalmente sintiéndose ya con fuerzas, se suben a los árboles y matas cubriéndolas totalmente y estan como inmóviles unos sobre otros sin comer a veces en ocho dias hasta que llega una noche de su gusto, que ha de ser clara, mejor con luna y poco viento, y vuelan y se marchan sin que se sepa donde, aunque se presume hácia el Norte. No vuelven sino a los más en octubre para repetir lo dicho al principio: no creo que el mundo padezca plaga tan mala ni comparable a esta.

 

CAPITULO VIII.

De los sapos, culebras y vívoras.

1. Solo he oido cantar a una rana como las de España en una lagunita dentro de la ciudad de la Asuncion. En aquel pais no diferencian los sapos de las ranas, y a todos en general llaman sapos. En el Chaco los hay que pesan algunas libras. Otros grandes no muy torpes ni barrigones, que tienen algo levantadas las orejas al modo de cuernecitos, saltan por aquellos campos bagios cuando hay humedad. Bajo de los troncos tendidos, suele haberlos medianos a quienes atribuyen un veneno que mata a los perros que los muerden. Tambien les atribuyen espelerlo de lejos a los ojos del hombre que les insulta, y que le ocasiona ceguera y grave dolor por algunos dias. Otro, que será de una pulgada de largo, canta sin cesar en todas las albercas y anegadizos en voz fuerte y lastimera equivocable con el llanto de un niño muy pequeño. Otro muy comun, blanquizco, del tamaño de la rana de España y tan ligero como ella, no se encuentra en el agua ni en tierra, por que habita en las ramas de los árboles y matorrales, dentro de las hojas del maiz, bajo de las tejas de las casas o entre la paja que cubre los edificios. Sube saltando y agarrándose con las uñas de las cortezas y escabrosidades de las paredes. Su voz es de una sílaba, no desagradable, algo diferente en los sexos que se contestan, pero no se oyen sino cuando ha de llover.

2. En el Paraguay comprenden bajo el nombre Boi, a, todas las culebras y vívoras, por que las consideran sin duda de una misma familia. En efecto unas y otras son tan sensibles al frio, que cuando lo hace se estan ocultas, entorpecidas o como muertas y cuando el tiempo es abochornado por el viento del norte, salen todas muy espeditas. Ninguna sube a los árboles, sino el Curiyu a las ramas muy bajas; ni se internan en los bosques por que no hallarian que comer; todas habitan los campos principalmente las cañadas donde encuentran más alimento y más facilidad de ocultarse. No obstante yo las tengo a todas por verdaderas anfibias y buenas nadadoras. Para caminar forman curvas horizontales con el cuerpo, y estriban con las escamas de sus costados levantándolas como si fuesen pequeños pies. Se alimentan de huevos, pájaros, ratones, apereas, sapos, pescados, grillos, insectos y tambien unas se comen a otras. Para pillar la presa, no tienen ni emplean otro artificio que la sorpresa y la sagacidad con que se acercan poco a poco sin ruido y sin que las vean por que no saltan. Si la presa es forzuda, despues de hacer presa con la boca, la sugetan enroscándole el cuerpo hasta que la cansan y rinden: entonces principian a tragarlas por la cabeza si tiene pelo para que este no embarace la introduccion. Les cuesta largo rato el disponer la presa del modo más conveniente para tragarla. Para esto van mudando la boca de lugar poco a poco, facilitándoselo el componerse sus cabezas que pueden apretar unas, mientras las otras avanzan un poco adelante o hácia (8) los costados. Cuando han principiado a tragar la presa, siguen su faena sin espantarse ni hacer caso de que nadie se les acerque como sino viesen ni oyesen: despues de tragada si estan satisfechas, se estiran y quedan dormidas. Tal vez ningun animal tiene tantos enemigos como aquellas culebras y vívoras; pues las persiguen de muerte sin cesar todas las águilas, gavilanes y alcones, todas las garzas y cigüeñas, las iguanas, el hombre, los frecuentes incendios de los campos y aun ellas mismas que se comen unas a otras como he dicho antes. Para defenderse, apenas tienen más recursos que el de morder y el de esconderse en los agujeros que encuentran hechos o en el agua o entre los pajonales cerrados. Las garzas y las cigüeñas, no gastan tiempo para pillarlas por la ventaja de lo largo del cuello y del pico. Asi las cogen por junto a la cabeza, se la mastican un poco hasta aturdirlas y las tragan enteras. Los pájaros de rapiña se acercan de costado, llevando por escudo una ala arrastrando, y procuran picar a la vívora o culebra en la cabeza hasta matarla, comiéndosela luego a pedazos.

3. Aunque las culebras y vívoras tengan la propia figura esterior, y les sea comun lo hasta aqui referido, difieren principalmente en que las culebras no muerden al que las irrita, y si lo hacen, es sin más resulta de la que tiene una herida comun; pero las vívoras irritadas, introducen con su mordedura un veneno que mata cuasi siempre. Aseguran algunos que difieren las vívoras de las culebras, en que estas ponen huevos que el calor vivifica, y aquellas paren de cuarenta a sesenta hijos vivos y capaces de subsistir por sí: pero otros dicen que no hay tal diferencia y que las culebras paren como las vívoras. No falta quien afirma, que los hijos de las vívoras destrozan el vientre de su madre abriéndose camino para salir; pero no lo creo, mucho menos asegurándome un hombre de verdad, que habiendo puesto algunas vívoras en un cajon para un enfermo de su casa, parió una Quiririó cuarenta y cinco hijos y vivia como antes. Voy a decir algo en particular de las culebras.

4. El Curuyú es un culebron que asusta, torpe en tierra, no en el agua, bobo, que no muerde, y que habita en los rios y lagos o sus inmediaciones, sin pasar, que yo sepa, al Sur de los 31º grados de latitud. Dicen que sube por el timon a las embarcaciones a comerse las gallinas y la galleta, y que por el olfato sigue los barcos: más lo que yo creo comerá principalmente, son pescados, apereás y acaso pequeñas nutrias, quiyás y capibaras, porque son los manjares que tiene más a la mano. Cuando esta satisfecho, suele subirse a un arbusto, y colgándose por la mitad de cada lado de una rama, toma el sol durmiendo. El mayor que he visto seria del grueso de una pantorrilla delgada y larga como cuatro varas, bien manchado de blanco amarillazo y de negro: los indios silvestres lo matan y comen con gusto. Yo creo que este culebron es de quien han hablado las relaciones antiguas de los conquistadores, y que lo han hecho exagerando sus medidas, formando fábulas y cuentos, como lo son decir que los indios lo adoraban, y que lo alimentaban con hombres que tragaban enteros. Siguiendo estas relaciones escribió un gobernador a la córte, estando yo alli, que esta culebra tragaba entero a un ciervo y a un toro con cuernos y todo, y que los atraia de muy lejos con el aliento. Creo que los ingleses interceptaron esta relacion del gobernador, y es natural que la hayan despreciado.

5. La llamada por su color Boi-hobi es la culebra más flexible y más veloz, larga como una vara, algo delgada a proporcion, de color verde lustroso y tierno, y solo habita los campos secos.

6. En los mismos habita la llamada Nuazo por los Guaranís, que significa gusano del campo. Es algo mayor que la precedente, más gruesa, menos flexible, de mayor cabeza y cuello más delgado, y de color pardo obscuro; es bastante torpe.

7. A otra llaman vívora de dos cabezas y suponen que indiferentemente camina por ambos lados; pero no tiene dos cabezas ni camina para atrás, ni la creo vívora ni aun culebra, sino más bien una especie de lombriz o gusano de la tierra. Será larga palmo y medio, y del grueso del dedo pulgar: la cabeza termina en hocico bastante agudo, y el cuerpo acaba repentinamente sin tener cola. El color es plateado, lustroso y sin las escamas que las demas, ocasionándola este defecto el ser muy torpe. Aseguran y creo que vive en galerias subterráneas que me mostraron, y eran largas, bastante profundas y no más anchas de lo preciso. Sale rara vez, y aunque parece que solo comerá tierra y lombrices comunes, una pilló por el pie a un pollo muy pequeño que casualmente lo habia metido en la boca de su agujero y hacia fuerza para entrarlo. No sé como se multiplicará aunque hay bastantes en el Paraguay, sin pasar los 30 grados. Voy a indicar las vívoras.

8. La mayor y de las más comunes, es la Ñacanina en el Paraguay: su longitud de ocho a nueve palmos, del grueso de la muñeca, la cabeza grande, cuello delgado, color pardo claro. Habita los campos, y es la más activa y tan ligera, que salta a veces a morder el estribo o pierna del que le pasa cerca: para esto se enrosca y se apoya con la cola. Una vez la encontré tragando por la cola a la culebra del número 6, sin que esta la mordiese ni hiciese otra cosa que esforzarse inútilmente a escapar. La Ñacanina es la menos ponzoñosa del pais.

9. La Quiririo es conocida de algunos españoles por Vívora de la Cruz, figurándose que tiene una en la frente. Su cuerpo como de tres palmos, grueso a proporcion, la cabeza abultada, cuello delgado, y la librea bien matizada con labores negras. Es de las más comunes, y no es muy raro introducirse en los cuartos como que al irme a dormir ví que un Quiririo estaba en la cama colgando un pedazo. Algunos creen haber esperimentado que en hallando a un Quiririo, han de encontrar a otro en el mismo sitio antes del tercero dia, porque se siguen los sexos por el olfato; es de los más torpes y ponzoñosos. Hay otra vívora diferente a quien llaman tambien Quiririó atribuyéndola el mismo veneno, pero no la conozco.

10. Solo una he visto de las que los Guaraní llaman Boi chiní y los españoles Vívora de cascabel. La hallé muy torpe y larga más de cuatro palmos, parda clara, amarillaza, manchada de negro, y de cuerpo fornido no bien redondo, sino primático triangular que termina con una especie de sonaja muy conocida, a la que aluden sus dos nombres. Su ponzoña pasa por muy activa; pero en mi tiempo no supe que hubiese mordido a nadie porque es muy escasa.

11. Aunque no la he visto me aseguraron habia otra vívora de una vara, obscura, tan aplastada en su longitud, que parece una correa, a lo que alude su nombre de Boi pé; pero que cuando la irritan se hincha y vuelve redonda. La suponen de las más ponzoñosas.

12. Ningun veneno es tan activo como el de la Ñandurié, no obstante de que solo tiene palmo o poco más, y el grueso de una pluma de escribir. Su librea es pardusca y su velocidad poca. No abunda y vive comunmente en los campos que tienen matorralitos, más no la he visto al Sur de los 28 grados.

13. Los españoles llaman vívora de Coral a la que los Guaranís denominan Boi chumbe que significa vívora de las fajas. No la he visto en el Paraguay y es boba y torpe: en cuanto al veneno, no tengo esperiencia, pero unos dicen que no lo tienen y que es culebra, otros que lo tiene el más activo, y aun hay quien dice inverosímilmente que no muerde sino que clava la punta de la cola. Es larga una vara, redonda y bellamente vestida de fajas, una blanca amarillaza, otra muy negra, y otra roja muy viva: asi sigue al traves de todo el cuerpo y de la cabeza.

14. Aunque creo no haber indicado todas las especies de vívoras, digo en general de ellas que ninguna muerde sino para defenderse estando ostigada o temerosa, sin buscar voluntariamente a nadie: como que muchas veces las encontré debajo de las pieles de vaca tendidas en el campo donde se habian introducido de noche mientras dormian sobre ellas. Tampoco son temibles, estandose uno quieto, cuando de noche se siente pasar sobre el cuerpo. Cotejando el veneno de mis vívoras, creo que su actividad esta en razon inversa de la magnitud, por que el de la Ñacanina que es la mayor, no mata siempre, y nadie escapa del de la Ñandurie que es la menor. La misma actividad ponzoñosa parece estar en razon directa de la torpeza de las vívoras; pues la Quiririó, Chini y Ñandurié son más torpes y ponzoñosas que la Ñacaniná que es la más ligera; como si fuese natural que las más pesadas tuviesen más defensa en la mayor actividad de su ponzoña. Pende tambien esta actividad, y mucho de lo más o menos irritada que esta la vívora, y del calor de la estacion; porque cuando hace frio apenas muerden ni tienen veneno. Aun parece pender la actividad de la ponzoña del sugeto mordido; pues los caballos y los perros perecen a las tres o cuatro horas, y el hombre no muere hasta dos o tres dias: hay quien cree que hace menos estrago en los indios que en los españoles y africanos, añadiendo que mueren rara vez los hombres muy enfermos del gálico.

15. Mis precauciones contra las vívoras, fueron llevar buenas botas, porque aseguran que cuando las pasasen los colmillos no penetraria el veneno. Caminaba ademas a pie lo menos que podia por los campos llenos de pasto. y cuando era preciso apear a comer o dormir, juntaba ante todas cosas mi caballada y vacas, y les hacia dar muchas vueltas pisando el terreno donde me queria fijar para que hiciesen mover y salir las vívoras que hubiese, y las mataba: no conocen alli específico contra tales venenos. Sin embargo a unos hacen beber aceite si lo tienen: a otros aplican fuego en la mordedura, o media cebolla bien caliente cortada horizontalmente: a otros les chupan mucho la herida y a otros les atan lo mordido con una correa de cuero de un ciervo llamado Guazutí. Pero mueren los más, y entre los que sanan quedan algunos con el juicio no cabal. Es de estrañar se críen tantos venenos en un pais que no conoce la rabia o hidrofobia. En cuanto a los lagartos, me refiero a lo que escribí en mi obra de los cuadrúpedos de que hablaré en el capítulo siguiente.

 

CAPITULO VIII.

De los sapos, culebras y vívoras.

1. Solo he oido cantar a una rana como las de España en una lagunita dentro de la ciudad de la Asuncion. En aquel pais no diferencian los sapos de las ranas, y a todos en general llaman sapos. En el Chaco los hay que pesan algunas libras. Otros grandes no muy torpes ni barrigones, que tienen algo levantadas las orejas al modo de cuernecitos, saltan por aquellos campos bagios cuando hay humedad. Bajo de los troncos tendidos, suele haberlos medianos a quienes atribuyen un veneno que mata a los perros que los muerden. Tambien les atribuyen espelerlo de lejos a los ojos del hombre que les insulta, y que le ocasiona ceguera y grave dolor por algunos dias. Otro, que será de una pulgada de largo, canta sin cesar en todas las albercas y anegadizos en voz fuerte y lastimera equivocable con el llanto de un niño muy pequeño. Otro muy comun, blanquizco, del tamaño de la rana de España y tan ligero como ella, no se encuentra en el agua ni en tierra, por que habita en las ramas de los árboles y matorrales, dentro de las hojas del maiz, bajo de las tejas de las casas o entre la paja que cubre los edificios. Sube saltando y agarrándose con las uñas de las cortezas y escabrosidades de las paredes. Su voz es de una sílaba, no desagradable, algo diferente en los sexos que se contestan, pero no se oyen sino cuando ha de llover.

2. En el Paraguay comprenden bajo el nombre Boi, a, todas las culebras y vívoras, por que las consideran sin duda de una misma familia. En efecto unas y otras son tan sensibles al frio, que cuando lo hace se estan ocultas, entorpecidas o como muertas y cuando el tiempo es abochornado por el viento del norte, salen todas muy espeditas. Ninguna sube a los árboles, sino el Curiyu a las ramas muy bajas; ni se internan en los bosques por que no hallarian que comer; todas habitan los campos principalmente las cañadas donde encuentran más alimento y más facilidad de ocultarse. No obstante yo las tengo a todas por verdaderas anfibias y buenas nadadoras. Para caminar forman curvas horizontales con el cuerpo, y estriban con las escamas de sus costados levantándolas como si fuesen pequeños pies. Se alimentan de huevos, pájaros, ratones, apereas, sapos, pescados, grillos, insectos y tambien unas se comen a otras. Para pillar la presa, no tienen ni emplean otro artificio que la sorpresa y la sagacidad con que se acercan poco a poco sin ruido y sin que las vean por que no saltan. Si la presa es forzuda, despues de hacer presa con la boca, la sugetan enroscándole el cuerpo hasta que la cansan y rinden: entonces principian a tragarlas por la cabeza si tiene pelo para que este no embarace la introduccion. Les cuesta largo rato el disponer la presa del modo más conveniente para tragarla. Para esto van mudando la boca de lugar poco a poco, facilitándoselo el componerse sus cabezas que pueden apretar unas, mientras las otras avanzan un poco adelante o hácia (8) los costados. Cuando han principiado a tragar la presa, siguen su faena sin espantarse ni hacer caso de que nadie se les acerque como sino viesen ni oyesen: despues de tragada si estan satisfechas, se estiran y quedan dormidas. Tal vez ningun animal tiene tantos enemigos como aquellas culebras y vívoras; pues las persiguen de muerte sin cesar todas las águilas, gavilanes y alcones, todas las garzas y cigüeñas, las iguanas, el hombre, los frecuentes incendios de los campos y aun ellas mismas que se comen unas a otras como he dicho antes. Para defenderse, apenas tienen más recursos que el de morder y el de esconderse en los agujeros que encuentran hechos o en el agua o entre los pajonales cerrados. Las garzas y las cigüeñas, no gastan tiempo para pillarlas por la ventaja de lo largo del cuello y del pico. Asi las cogen por junto a la cabeza, se la mastican un poco hasta aturdirlas y las tragan enteras. Los pájaros de rapiña se acercan de costado, llevando por escudo una ala arrastrando, y procuran picar a la vívora o culebra en la cabeza hasta matarla, comiéndosela luego a pedazos.

3. Aunque las culebras y vívoras tengan la propia figura esterior, y les sea comun lo hasta aqui referido, difieren principalmente en que las culebras no muerden al que las irrita, y si lo hacen, es sin más resulta de la que tiene una herida comun; pero las vívoras irritadas, introducen con su mordedura un veneno que mata cuasi siempre. Aseguran algunos que difieren las vívoras de las culebras, en que estas ponen huevos que el calor vivifica, y aquellas paren de cuarenta a sesenta hijos vivos y capaces de subsistir por sí: pero otros dicen que no hay tal diferencia y que las culebras paren como las vívoras. No falta quien afirma, que los hijos de las vívoras destrozan el vientre de su madre abriéndose camino para salir; pero no lo creo, mucho menos asegurándome un hombre de verdad, que habiendo puesto algunas vívoras en un cajon para un enfermo de su casa, parió una Quiririó cuarenta y cinco hijos y vivia como antes. Voy a decir algo en particular de las culebras.

4. El Curuyú es un culebron que asusta, torpe en tierra, no en el agua, bobo, que no muerde, y que habita en los rios y lagos o sus inmediaciones, sin pasar, que yo sepa, al Sur de los 31º grados de latitud. Dicen que sube por el timon a las embarcaciones a comerse las gallinas y la galleta, y que por el olfato sigue los barcos: más lo que yo creo comerá principalmente, son pescados, apereás y acaso pequeñas nutrias, quiyás y capibaras, porque son los manjares que tiene más a la mano. Cuando esta satisfecho, suele subirse a un arbusto, y colgándose por la mitad de cada lado de una rama, toma el sol durmiendo. El mayor que he visto seria del grueso de una pantorrilla delgada y larga como cuatro varas, bien manchado de blanco amarillazo y de negro: los indios silvestres lo matan y comen con gusto. Yo creo que este culebron es de quien han hablado las relaciones antiguas de los conquistadores, y que lo han hecho exagerando sus medidas, formando fábulas y cuentos, como lo son decir que los indios lo adoraban, y que lo alimentaban con hombres que tragaban enteros. Siguiendo estas relaciones escribió un gobernador a la córte, estando yo alli, que esta culebra tragaba entero a un ciervo y a un toro con cuernos y todo, y que los atraia de muy lejos con el aliento. Creo que los ingleses interceptaron esta relacion del gobernador, y es natural que la hayan despreciado.

5. La llamada por su color Boi-hobi es la culebra más flexible y más veloz, larga como una vara, algo delgada a proporcion, de color verde lustroso y tierno, y solo habita los campos secos.

6. En los mismos habita la llamada Nuazo por los Guaranís, que significa gusano del campo. Es algo mayor que la precedente, más gruesa, menos flexible, de mayor cabeza y cuello más delgado, y de color pardo obscuro; es bastante torpe.

7. A otra llaman vívora de dos cabezas y suponen que indiferentemente camina por ambos lados; pero no tiene dos cabezas ni camina para atrás, ni la creo vívora ni aun culebra, sino más bien una especie de lombriz o gusano de la tierra. Será larga palmo y medio, y del grueso del dedo pulgar: la cabeza termina en hocico bastante agudo, y el cuerpo acaba repentinamente sin tener cola. El color es plateado, lustroso y sin las escamas que las demas, ocasionándola este defecto el ser muy torpe. Aseguran y creo que vive en galerias subterráneas que me mostraron, y eran largas, bastante profundas y no más anchas de lo preciso. Sale rara vez, y aunque parece que solo comerá tierra y lombrices comunes, una pilló por el pie a un pollo muy pequeño que casualmente lo habia metido en la boca de su agujero y hacia fuerza para entrarlo. No sé como se multiplicará aunque hay bastantes en el Paraguay, sin pasar los 30 grados. Voy a indicar las vívoras.

8. La mayor y de las más comunes, es la Ñacanina en el Paraguay: su longitud de ocho a nueve palmos, del grueso de la muñeca, la cabeza grande, cuello delgado, color pardo claro. Habita los campos, y es la más activa y tan ligera, que salta a veces a morder el estribo o pierna del que le pasa cerca: para esto se enrosca y se apoya con la cola. Una vez la encontré tragando por la cola a la culebra del número 6, sin que esta la mordiese ni hiciese otra cosa que esforzarse inútilmente a escapar. La Ñacanina es la menos ponzoñosa del pais.

9. La Quiririo es conocida de algunos españoles por Vívora de la Cruz, figurándose que tiene una en la frente. Su cuerpo como de tres palmos, grueso a proporcion, la cabeza abultada, cuello delgado, y la librea bien matizada con labores negras. Es de las más comunes, y no es muy raro introducirse en los cuartos como que al irme a dormir ví que un Quiririo estaba en la cama colgando un pedazo. Algunos creen haber esperimentado que en hallando a un Quiririo, han de encontrar a otro en el mismo sitio antes del tercero dia, porque se siguen los sexos por el olfato; es de los más torpes y ponzoñosos. Hay otra vívora diferente a quien llaman tambien Quiririó atribuyéndola el mismo veneno, pero no la conozco.

10. Solo una he visto de las que los Guaraní llaman Boi chiní y los españoles Vívora de cascabel. La hallé muy torpe y larga más de cuatro palmos, parda clara, amarillaza, manchada de negro, y de cuerpo fornido no bien redondo, sino primático triangular que termina con una especie de sonaja muy conocida, a la que aluden sus dos nombres. Su ponzoña pasa por muy activa; pero en mi tiempo no supe que hubiese mordido a nadie porque es muy escasa.

11. Aunque no la he visto me aseguraron habia otra vívora de una vara, obscura, tan aplastada en su longitud, que parece una correa, a lo que alude su nombre de Boi pé; pero que cuando la irritan se hincha y vuelve redonda. La suponen de las más ponzoñosas.

12. Ningun veneno es tan activo como el de la Ñandurié, no obstante de que solo tiene palmo o poco más, y el grueso de una pluma de escribir. Su librea es pardusca y su velocidad poca. No abunda y vive comunmente en los campos que tienen matorralitos, más no la he visto al Sur de los 28 grados.

13. Los españoles llaman vívora de Coral a la que los Guaranís denominan Boi chumbe que significa vívora de las fajas. No la he visto en el Paraguay y es boba y torpe: en cuanto al veneno, no tengo esperiencia, pero unos dicen que no lo tienen y que es culebra, otros que lo tiene el más activo, y aun hay quien dice inverosímilmente que no muerde sino que clava la punta de la cola. Es larga una vara, redonda y bellamente vestida de fajas, una blanca amarillaza, otra muy negra, y otra roja muy viva: asi sigue al traves de todo el cuerpo y de la cabeza.

14. Aunque creo no haber indicado todas las especies de vívoras, digo en general de ellas que ninguna muerde sino para defenderse estando ostigada o temerosa, sin buscar voluntariamente a nadie: como que muchas veces las encontré debajo de las pieles de vaca tendidas en el campo donde se habian introducido de noche mientras dormian sobre ellas. Tampoco son temibles, estandose uno quieto, cuando de noche se siente pasar sobre el cuerpo. Cotejando el veneno de mis vívoras, creo que su actividad esta en razon inversa de la magnitud, por que el de la Ñacanina que es la mayor, no mata siempre, y nadie escapa del de la Ñandurie que es la menor. La misma actividad ponzoñosa parece estar en razon directa de la torpeza de las vívoras; pues la Quiririó, Chini y Ñandurié son más torpes y ponzoñosas que la Ñacaniná que es la más ligera; como si fuese natural que las más pesadas tuviesen más defensa en la mayor actividad de su ponzoña. Pende tambien esta actividad, y mucho de lo más o menos irritada que esta la vívora, y del calor de la estacion; porque cuando hace frio apenas muerden ni tienen veneno. Aun parece pender la actividad de la ponzoña del sugeto mordido; pues los caballos y los perros perecen a las tres o cuatro horas, y el hombre no muere hasta dos o tres dias: hay quien cree que hace menos estrago en los indios que en los españoles y africanos, añadiendo que mueren rara vez los hombres muy enfermos del gálico.

15. Mis precauciones contra las vívoras, fueron llevar buenas botas, porque aseguran que cuando las pasasen los colmillos no penetraria el veneno. Caminaba ademas a pie lo menos que podia por los campos llenos de pasto. y cuando era preciso apear a comer o dormir, juntaba ante todas cosas mi caballada y vacas, y les hacia dar muchas vueltas pisando el terreno donde me queria fijar para que hiciesen mover y salir las vívoras que hubiese, y las mataba: no conocen alli específico contra tales venenos. Sin embargo a unos hacen beber aceite si lo tienen: a otros aplican fuego en la mordedura, o media cebolla bien caliente cortada horizontalmente: a otros les chupan mucho la herida y a otros les atan lo mordido con una correa de cuero de un ciervo llamado Guazutí. Pero mueren los más, y entre los que sanan quedan algunos con el juicio no cabal. Es de estrañar se críen tantos venenos en un pais que no conoce la rabia o hidrofobia. En cuanto a los lagartos, me refiero a lo que escribí en mi obra de los cuadrúpedos de que hablaré en el capítulo siguiente.

 

CAPITULO IX.

De los cuadrúpedos y pájaros

1. Tenia yo escritos bastantes apuntamientos sobre los cuadrúpedos del Paraguay, y río de la Plata, y deseando saber si merecian algun aprecio los envié a Europa, para que sobre ellos diese su dictamen privadamente algun naturalista. Pero prohibí su publicacion, por que no se me ocultaba, que su parte crítica estaba hecha muy de prisa, y por que en los viages que iba a emprender me prometia adquirir nuevos cuadrúpedos, aumentar noticias más esactas de los que ya tenia, y en fin perfeccionar mi obra con nuevos datos y más reflexion. Sin embargo se publicaron en francés mis apuntaciones incompletas y defectuosas como estaban sin mi noticia y contra mi voluntad espresa; por consiguiente no me creo responsable de sus errores. Vuelto a España y antes de leer la citada traduccion francesa, publiqué en español mis apuntamientos para la historia natural de los citados cuadrúpedos aumentada y corregida en dos tomos, pero como despues en el año 1803 ví el gabinete nacional de Paris y traté alli con varios naturalistas célebres, he conocido que la parte critica de mi obra tiene algunas equivocaciones que confesaré aqui francamente, anotando aquellos de mis cuadrúpedos que he reconocido en dicho gabinete. Por lo que hace a mis apuntamientos de los pájaros del Paraguay y río de la Plata que publiqué en tres tomos en castellano, me dicen se ha traducido y publicado en francés ocultando mi nombre, como si quisiese el traductor pasar por autor de ella, o privarme del honor que él mismo me hace, juzgándola digna de merecer lugar entre los libros franceses.

2. En el citado gabinete hay dos cuadrúpedos de mi núm. 1º. con el nombre de Tapir. El del núm. 448 tiene a lo largo del cuello el filo que al otro le han suprimido erradamente. El del núm. 452 es mi núm. 2 que lleva el nombre de Pecarí de Guienne; y el del núm. 453 es mi núm. 3 con el nombre de Pecari. Junto al Daimblanc del núm. 487 se halla en el propio gabinete un ciervo rojo, que me parece ser mi número 6 no adulto.

3. Los varios Tamanoirs del núm. 429 del mismo gabinete son mi núm. 8 ninguno adulto. El Tamanduó del núm. 432 es mi núm. 9 macho cuyos colores han perdido bastante; y el del núm. 431 que lleva el propio nombre, las mismas formas y magnitud siendo todo negro, se puede presumir que sea una variedad que no he visto, o tal vez especie pintada, o diferente en realidad. Yo presumí hablando del núm. 9 que podria ser un no adulto de la misma de Fourmillíer de Buffon: pero habiendo visto algunos de estos en aquel gabinete creo que mi presuncion fué errada.

4. Buffon y Daubentou describen a la pantera, onza y leopardo, notando aquel lo mal que han obrado otros naturalistas confundiendo estas tres fieras africanas entre sí y con otras de América. Pero tambien dichos señores embrollaron a mi Yagüareté del núm. 10 con el Chibignazú del núm. 13: y en el Paraguay hay quien crea haber alli una onza y dos yagüaretés todos diferentes entre si y del negro, y quien no crea haya tal onza ni dos especies de yagüaretés ademas del negro, segun anoté en mi obra. De esta variedad de opiniones infiero la grande dificultad que habrá en conocer y distinguir tales fieras, y mientras los naturalistas aclaran tantas dudas, diré mi parecer. Yo ví tres individuos vivos en la casa de fieras de Paris: uno con el nombre de Panthere male; y otra con el de Leopard male, y el tercero sin nombre que acaba de llegar de América. Los tres me parecieron Yagüaretés menores que el descrito por mi, apesar de algunas diferencias en el colorido. Verdad es que el tener el último los brazos más robustos, me hace temer pueda ser de la especie llamada allá Yagüareté popé y los otros dos de la especie llamada Yaguareté simplemente que tal vez será nueve pulgadas más corto. Tambien creo que la descripcion de la Pantera africana de Buffon, pertenece a mi Yagüareté; y que lo es no adulto, el individuo del citado gabinete núm. 249. Igualmente me lo parece la Panthore de santo Domingue del núm. 253 y no estrañaria lo fuesen las de los números 250 y 251 apesar de sus anillos menores y más juntos.

5. En el mencionado gabinete de Paris número 268, se vé mi núm. 12, con el nombre de Couguar y mi núm. 13 en los números 261 263 y 264 con el de Ozelot. No me admiraria lo fuesen tambien los dos Chatservals del núm. 254 pero lo que no tiene duda es que el núm. 289 es de mi Yaguarundí núm. 16. En mi obra página 165 y siguiente me figuré fuesen mi número 18, el gato silvestre y el Airá de Buffon; pero hoy estoy por la opinion contraria.

6. El núm. 203 del mismo gabinete, tiene dos fieras muy desfiguradas, llamadas Marte Tairá que son la de mi núm. 19. En mi descripcion de esta se vé, que me parecieron de la misma especie el Pekan de Buffon, el Tairá de Barrere, y la Petitte fuinne de Guicime de Buffon; pero hoy me inclino más bien a que no lo son.

7. Mi núm. 20, se vé con el nombre de Marte grisson en el propio gabinete números 201 y 202. La Mouffette du Clulí del núm. 237, solo discrepa de mi núm. 21, en que lo blanco de la frente y cuello es mucho más ancho de lo que yo he visto.

8. En la sala donde se preparan los animales para el gabinete de Paris, ví un buen esqueleto de mi núm. 22, y en el mismo gabinete, números 298 y 299, hay tres llamados Didelphis Manicu, Virginensis que tienen muchas aparentes relaciones con el mismo. Verdad es que los creo diferentes, porque en ellos domina mucho más lo blanco sin amarillo, porque sus caras son mucho más blancas sin notárseles negro en el caballete del hocico, ni entre las orejas, ni en el cogote, ni apenas en el ojo; porque su vestido parece más tupido y menos débil; porque sus pelos blancos son más cortos, corvos y espesos, y porque uno de ellos tiene orejas totalmente negras. Alli mismo creo esta mi núm. 23, sin nombre ni número, y es el décimo contando de la derecha a la izquierda del que mira a la fila de los Didelphos; pero en la sala preparatoria ví otro llegado de Caiena de quien Mr. Geoffroi me aseguró haber visto hembras de su especie que no tenian la bolsa que las de mi núm. 22. El Didelphis crabier del núm. 297 me parece ser mi núm. 24. En la citada fila de Didelphos los dos llamados Tonan que no tiene número, son de mi núm. 26; y los cuatro que le siguen de diferentes edades sin nombre ni número y no contando los de sobre la madre, me parecen mi núm. 27. En verdad que a primera vista los crei mi núm. 25; pero mudé de parecer notando que la mancha sobre el ojo es larga, y no redonda, que no tiene línea obscura vertical en la frente, ni blanco en lo anterior de los brazos, y que la magnitud y proporciones se acercan más a las de mi núm. 27. Habiendo pues visto en dicho gabinete muchos fecundos que no conocia, confieso el error en que estaba figurándome que los conocia cuasi todos o a lo menos las especies grandes: y como en este error, y el de que la hembra de mi núm. 23 tenia bolsa en el vientre, fundé parte de mis críticas sobre los fecundos, confieso igualmente que tales críticas no son muy sólidas, y que será lo mejor que algun naturalista las rectifique.

9. En el mencionado gabinete núm. 278, lleva mi núm. 29, el nombre de Renard tricoleur, y los núm. 197 y 198, son el 30 de mi obra, aunque con el nombre de Raton crabier. Igualmente se encuentran alli muchos Cuatés no adultos y los números 188 y 186, son de la variedad que describí en el mismo núm. 31.

10. Habiendo visto de lejos algunas Nutrias grandes que sacaban la cabeza ladrando en los rios, dudé si eran adultos los ocho individuos menores al parecer, que tuve presente para formar la descripcion de mi núm. 32; porque a todos los tuve por de la misma especie. Despues ví una piel que aunque muy estropeada, manifestaba ser de una nutria mucho mayor que dichos ocho individuos, y entré a dudar si seria de diferente especie que los citados. Ultimamente en el núm. 232 del gabinete de Paris ví a la Saricoviana de Buffon que cotejé con mi descripcion núm. 32, encontrando que aunque tienen identidad de formas, la del autor es mucho mayor; lo pajizo bajo de la cabeza se prolonga anchamente hasta el pecho, y el pelo no es tan perpendicular a la piel ni tan suave, tirando a acanelado, como suelen las pieles viejas. Más no por eso mudé de parecer en cuanto a las nutrias de Barrere, Brison, Gumilla, Thevet y Steller, sino en cuanto a las demas; esto es que todas las que ladran como la de Maregrave, me parecen ser la Saricoviana de Buffon; lo mismo que la mayor de Laborde, y las de Aublet y Olivier: aunque presumo que estos le dan el peso de mi Capivara. En cuanto a la 2ª. de Laborde quizás será mi núm. 33 y la tercera mi núm. 32. Las últimas noticias que refiere Buffon, las creo embrolladas; porque atribuye los ladridos a la Saricoviana; y el vivir en Sabanas y pillarlas el Yaguareté no son cosas de ella sino de mis Zuiya y Capibara.

11. En el número 337 del gabinete de Paris puede verse un individuo joven de mi número 34 que lleva el nombre de Caviai Paca. Alli mismo número 339 hay dos de mis Acutís llamados Caviai Agouti y con el número 341 otro que tambien me lo parece: pero como lleva el nombre de Caviai Acouchi y Buffon los hace especies diferentes, parece prudente suspender el juicio sobre la identidad, sin perjuicio de lo que dige sobre ella en mi número 36. Tambien se halla en el mismo gabinete número 333, con el nombre de Cavia Cobaia un Apereá doméstico.

12. Comparando mi número 41 con el Coendon del número 328 del citado gabinete, encontré que este tenia las espinas más espesas, gruesas, fuertes y largas, los vigotes doblemente largos y gruesos que los del mío. Ademas no le noté pelos entre las puas, y me pareció mayor. Agrega Daubentou al Coendon un dedo más en el pie, cinco pulgadas más de cuerpo y diferente color a las puntas de las puas, resultando de todo el creer que mi Cuy era el citado Coendon. Por consiguiente los dos Histrix de Barrere podrán ser dichos Cuy y Coendon. Lo propio digo de los de Brison, aunque no les conviene la cola delgada y corta que les da. Creo tambien que dichas dos especies existen en Guayana, y que la primera de Laborde es mi número 9.

13. El Geant número 14 del propio gabinete, es mi número 53; pero le faltan las mayores uñas y los colores naturales. El Euconbert del número 415 es mi número 54 pero no adulto, y le faltan orejas, cola y cuatro pies. El Kabasson del número 420 es mi número 55. El Cachicamé número 417, son dos individuos adultos de mi número 57 pero les falta el color natural: y el Apar número 416 es mi número 60 cuyas conchas han perdido el barniz. En el gabinete de Madrid hay algunos de mi número 59.

14. En el número 61 crei con Buffon que su Variná y Alucitá eran una especie, y los tuve por mis Carayás macho y hembra; pero hoy creo que los citados de Buffon son dos especies: esto es el Variná Caraya macho, y el Alucitá otra que podrá ser mi número 62. Estoy pues persuadido de que el Variná de Buffon y de Abbeville, el Guaribá de Brisson y de Maregrave, el Parsitus de Lineo, los de Gentil en la isla de S. Gregorio, los de Oexmelin en el cabo de Gracias a Dios, y los de Laiondamine y Binet son todos Carayás machos: que el Arabatá amarillo de Gumilla era un Albino quizás de la misma especie; y que los Alucitás barbudos de Barrere y Brison, son Carayás hembras, o machos no adultos. Pero hoy dudo mucho que lo sean los que Dampierre pone en Campeche, y creo que el Coaita de Buffon no es un Carayá. Igualmente creo son Carayás el Zuoaita de Barrere, el Mico araña de Edwards, los Barbudos del Marañon de Abbeville y del Panamá de Dampierre. Los que este dice son blancos, pueden ser Carayás o Cays albinos. Aun me inclino a que el Caitaya del Brasil es Carayá, y a que no lo son el Chamek del Perú, y los que segun Brisson tienen blanquizco el pelo en las partes inferiores.

15. Si los Sai y Sajú de los números 8 y 9 y los Saimirís numeros 12, 13 y 14, todos del citado gabinete, son los que describe Buffon, confieso que erré creyéndolos mi número 62, más no por eso dejo de presumir que la nomenclatura de los citados micos esta muy embrollada por Buffon, porque me parece que los sin barbas del Panamá de Dampierre, el Coinasa de Abbeville, los Sajús pardo y cornudo de Brisson y los Llorones de Gentil y Troyer, son todos mi Cay: aunque dudo lo sea el Capucina de Lineo. Los Caitaias de Maregrave parecen mi Cay: pero el primero albino, como el Sapajú amarillo de Brisson. En cuanto al Cay de Leri le tengo por Carayá albino.

16. Habiendo visto al Saki en el citado gabinete número 15 conocí que no era mi número 63 y que tampoco lo es el de Brisson. Pero sin comprender si lo es o no el de Maregrave, me inclino a que es mi Mariquiná el Sakec de Browun. En el propio gabinete número 17 hay un Tití no adulto de mi número 64 con el nombre de Sagouin Ouistiti.

17. He dicho que en castellano habia publicado la descripcion de cuatrocientas cuarenta y ocho especies de pájaros de aquel pais, sin contar trece de murciélagos que uní a mis cuadrúpedos. En la misma obra anoté los descritos por otros, procurando enmendar sus equivocaciones; y refiriéndome a dicha obra diré aqui solo alguna cosa que no se anotó entonces.

18. No faltan pájaros que se encuentran al Mediodia de determinadas latitudes geográficas, y no más al Norte. Tambien hay muchas especies comunes a los dos mundos, o que parecen serlo, por tener identidad de colores, formas y magnitudes, pero muchos de ellos no sufren el frio de las cercanias del polo boreal, donde se presume que estan más próximos los continentes.

 

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DESCRIPCION E HISTORIA DEL
PARAGUAY Y EL RÍO DE LA PLATA
VOLUMEN II
Autor:
FÉLIX DE AZARA
Editorial: BABEL, 1945. 352pp.
Buenos Aires-Argentina.
(Versión digital:
BIBLIOTECA VIRTUAL DEL PARAGUAY)

 

 







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