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CARLOS R. CENTURIÓN (+)

  LA MUSA POPULAR – MITOS – TRADICIONES – LEYENDAS - Por CARLOS R. CENTURIÓN


LA MUSA POPULAR – MITOS – TRADICIONES – LEYENDAS - Por CARLOS R. CENTURIÓN
LA MUSA POPULAR – MITOS – TRADICIONES – LEYENDAS
 
HISTORIA DE LAS LETRAS PARAGUAYAS
 
 
 
 
 

No es posible olvidar en la revista de esta época un aspecto interesante de la cultura general. Nos referimos a la musa del pueblo, a la canción anónima.

Venidas de otras regiones, pero popularísimas en el Paraguay, en la intimidad de la vida hogareña, fueron siempre aquellas entonadas para adormir a los niños:
 
Arrorró, mi niño,
Arrorró, mi sol,
Arrorró, pedazo
De mi corazón.

 
Este niño lindo
Ya quiere dormir
Y el pícaro sueño
No quiere venir.

 
Duérmete, mi niño,
Duérmete, mi sol,
Duérmete, pedazo
De mi corazón.

 
Antañonas canciones también se cantaban, al son de la guitarra, bajo las sombras de las enramadas o al pie de la reja colonial, en las noches, propicias al amor, tibias y perfumadas del Paraguay. En esas trovas populares nunca se han rememorado deslealtades ni desengaños. Es que el paraguayo exalta el encanto de la mujer de sus afectos sin perder la varonil apostura que caracteriza su elegancia. Ama sin entregarse y espera ser amado con la hondura y sinceridad que pone en sus sentimientos. Le agrada la conquista del cariño femenino, ganada en noble justa emotiva. Y si ruega, lo hace con tanta suavidad insinuante, que lleva a la mujer, por los caminos del convencimiento, "a darse, como las palomas, sin rubor y sin cálculos".

Las canciones a que nos referimos, por lo general, se componían en guaraní. Las habían también castellanas y bilingües, vale decir, en mezcla armoniosa de ambas lenguas.

Durante el período de la guerra contra la triple alianza, como es natural, lo belígero fue tema cultivado principalmente. Existe una, muy conocida, cantada por las aregüeñas que vinieron hasta la Asunción para reclamar un puesto en la lucha. Es de autor anónimo, y dice así:

 
Marchemos, marchemos
Volando a la lid,
Y toda aregüeña
Empuñe un fusil.

 
Dejemos las ruecas,
Que suena el clarín,
Y toda aregüeña
Empuñe un fusil.

 
Que agite sus olas
Ypacaray,
Y toda aregüeña
Empuñe un fusil.
 
Y el campo se cubra
De rosa y jazmín
Que ya la aregüeña
Empuña un fusil.

 
Tiemblen las legiones
De cobardes mil,
Que ya la aregüeña
Empuña un fusil.

 
Que vengan los negros
De inmundo redil,
Que ya la aregüeña
Empuña un fusil.

 
Teja las coronas
Un gran serafín,
Que ya la aregüeña
Empuña un fusil.
 
Y jurando todas:
¡Vencer o morir!
Diga la aregüeña:
¡Al hombro el fusil! (248)

 
Otra canción, también de autor desconocido, que tiene toda la jerarquía del himno guerrero del Paraguay, es el Campamento Cerro León. Es bilingüe, y dice:
 
Campamento Cerro León,
MariscaL López o disponé,
Tamombe'u mi peéme
Guerra tiempo pe guare.

 
Campamento Cerro León,
Catorce, quince, diez y seis,
Osêramo guare oje'ói
Batallón, número seis.
 

Osêramo guare oye'ói
Batallón número seis,
La corneta itenonde,
La media trompa itapykue.
 
Adiós, hermanito kuéra
Ore ko jaroho míma,
Ore ko jaroho míma
Ro presentavo orerecove.

 
Ohóma mayor Lacú
Oiporavo i soldado rã;
Catorce mil poravo pyre
Ogueraháma ovendepa.
 
He'ima mayor Duarte
Ada ñe entregaichéne che,
Para eso areco espada
Añe defendé haĝua.

 
He'ima mayor Lacú
Peñe entregá catu lo mitâ
Nda iparivéima remedio
Ja perdepáma ñande retâ.
 
He'ima mayor Duarte
Ahura voi vaekue che
A defendé haĝua che patria
Hasta amomo ite peve.
 
Jepémo esta misma hora
Peipe'a che recove,
Jepémo esta misma hora
Peipea che recove.
 
Mientras Robles invadía
La provincia de Corrientes,
Mayor Lacú ha Duarte
Rio Blanco pe ma oho.
 
Mayor Lacú ijactivove,
Uruguayana pe ohasa;
Duarte con su tropa
Yatai pe ojesitia.
 
He'ima cabo Torales
Pe ñe consolántena lo mitâ;
Ello que oiméne tiempo
Jahecha jebybo ñaneretâ.

 
Upégui ogueraha omboja
En la costa del Ybera,
Ha upegui ombohasa
En el río de Uruguayana.
 
Ha upépe ja ojekuaáma
Los veinticuatro vapores.
Ha upé ja ojekuaáma
Los veinticuatro vapores.

 
Ferrocarril che guataha,
Cerro Leónpe ko aiko,
Paraguarí che byaha
Kirikiri che roga ári,
Karakara takuru ári,
Caballería cabaju ári,
Infantería mboka ijîba ári,
Artillería barranca ári,
Acã morotî canoa ári.
Los veinticuatro che batallón,
Ha péva co che elemento,
Cada mes che pagamento,
Paraguay che perdición,
Galopapu che diversión.
 
Imposible mayor Lacu,
Ña entregáta pa la bandera,
Ña entregáta pa la bandera,
La bandera del Paraguay. (249)

 
Sábese que la música de Campamento Cerro León fue compuesta por un soldado paraguayo, oriundo de Carapeguá, que revistaba en la banda de músicos de la guarnición de Humaitá, durante los azarosos días del sitio de aquella plaza, en el decurso de la guerra de 1864-1870. En su letra se evoca la histórica expedición a Uruguayana, comandada por el teniente coronel Antonio de la Cruz Estigarribia, en los días iniciales de la lidia contra la tríplice, y cuyos resultados son conocidos.
Eran también popularísimas en el ejército otras canciones guerreras. Dos de ellas se reproducen a continuación. En verdad, éstas no son anónimas. Su autor fue Natalicio de María Talavera. Se publicaron por la imprenta del Cabichuí en Paso Pucú, en 1867, pero de ellas se apoderó el pueblo.
 
 

KAI, JAGUÁ, HA MBOMPI
 
Mbohapy aña rymba
Ko yvy ári ndaje oî,
Ojoguáva ha'anga
Ka'i, jagua ha mbopi:

 
Pedro Segundo el ka'i
Bartolo Mitre el jagua,
Venancio Flores mbopi,
La Triple Alianza gua.

 
Mbohapyve oño moîru
Arymba vai vai,
ha ojapomi el contrato
Oipyhyvo el Paraguái.
 
Ogueru i kamba kuéra
Ombo hasá Paraná,
Ohupityvo Bellaco
Opaitéma o ñemona.

 
Ogueru lo ygarata
Aipo mentado coraza,
Ha oĝuahê Kurupaytype
Oje'ói iguýpe en masa.
 
Pero ñane Presidente
Ohechauka umi tenda,
Ha he'i ichupe kuéra
"¡Nda pehasairi kamba!"
 
Ha no tíri ko aña kuéra,
Ipituva ko nación,
Ha he'i ra'e ohua'ivo,
Jaipyhýta la Asunción.

 
Ni añáme re mandárô
Karaja tuja piru:
Asunción nda pe hecháiri,
Kamba ky'a tajasu. (250)
 
 

 
CIELITO

 
Allá va cielo y más cielo,
Cielito de Kurupayty;
Akâ vera okôrôrôvo
Umi kamba okuaru ky.
Opoti vai,
Umi karaja,
Opa ombo kuaru
El Akávera.
 
Allá va cielo y más cielo,
Cielo del manso Chîchî;
Pero ipyaivi rupive
Los cambape omoãtati.
Ombo tarova
Qmbo sarambi;
Ombo tavahú
El manso Chîchî.

 
Allá va cielo y más cielo,
¡Cielito ipaha ite!...
Pedro Segundo corona
Ho'ama je yvypete.
Yvype ma hína
corona tuja,
De Pedro Segundo
Kamba ruvicha. (251)
 

 
A todo lo dicho cabe agregar lo que ha dado en llamarse "Compuestos". Son canciones en verso, de origen anónimo, popular, cuyo motivo central constituyen sucesos sociales o políticos o la vida de personajes legendarios. Han corrido antes y después de la vorágine de 1870, y siguen corriendo todavía, de pueblo en pueblo, llevadas por el "arribeño", quien es, generalmente, músico. "Este trashumante es el aeda, el heraldo de las canciones populares." Durante aquella lidia gigantesca, se los cantaba en los vivaques, al son del arpa o la guitarra, instrumentos que nunca faltan en los campamentos paraguayos.

No estará de más evocar también en estas páginas algunos mitos, tradiciones y leyendas, sean ellos de origen indio y de milenaria data, o traídos por el conquistador, de lejanos lares, o surgidos en estas comarcas paraguayas, durante las centurias de la colonia o después de la independencia.

Entre los primeros, hállase el mito de Tupac, Dios de los guaraníes, el antiguo Ñandejara, o nuestro dueño, llamado así por los karibes o Atlantes; el de Jasy o la luna, origen de la raza guaraní; el de Sypave, madre de la estirpe americana.

Entre las tradiciones puramente guaraníes cuéntanse las del propio origen y desenvolvimiento del linaje. Están en sus creencias religiosas, emergen de sus aficiones de conquista y de sus andanzas marítimas. Recordemos la antiquísima de Tupí y Guaraní, quienes riñeron y se separaron a causa de un parlero papagayo.
Entre las leyendas vernáculas, son conocidas la del Jasy Jatere o Jasy atere, que significa fragmento de la luna, cuarto hijo de Tau y Kerana, hombrecillo de cabellos dorados, genio errabundo de las siestas, poseedor de la varita mágica, protector de La yerba hechicera y de las abejas. Tenía la afición de extraviar a las gentes para llevarla a su hermano AóAo, que era caníbal; la de Kurupi, el quinto hijo de Tau y Kerana, espíritu de la sensualidad, señor de las selvas y de los animales silvestres, secuestrador de mujeres y criaturas; la de AoAo, sexto hijo de Tau y Kerana, hado de la fecundidad que procreó de tal modo que sus descendientes formaban pueblos. Era considerado como el dominador de los cerros y de las montañas; la de Juiso, séptimo hijo del maléfico espíritu de la pareja antes citada, rey de la noche y compañero inseparable de la muerte. Sus dominios se extendían por los cementerios, y se supone que se alimentaba exclusivamente de cadáveres. (252)

En cuanto a los mitos traídos por los conquistadores, habrá de buscarse sus orígenes en las creaciones fantasmagóricas de la antigüedad. Las creencias religiosas fueron, como en todas las latitudes, fuentes místicas fecundas en la España supersticiosa. El Dios omnisciente de los cristianos y los misterios del cielo, del infierno y del purgatorio los trajo el hispano en la cámara obscura de su mente, en sus viajes fabulosos de conquista. Y aquí han reflorecido, exuberantes, en el alma popular.

Las leyendas hispanas fluyen, subyugantes, armoniosas, de su larga y accidentada historia, aromadas de añejas tradiciones. No hace falta evocarlas.
En cuanto a los mitos criollos – llamémosles así – recordemos el de Kirito y Kurusu. En lo referente a sus leyendas, bastaría citar la del lago Ypakaray, la de Santo Tomás, la de la Virgen de Ka'akupe y la de San Blas, quien ahuyentó a los indios sitiadores de los españoles con el milagro fúlgido de su aparición inesperada, en los días remotísimos de la lucha contra el autóctono. Y son hoy tradiciones nativas esas creencias del pueblo que llegan hasta nosotros como suspiros de pretéritos años, como hálitos evocadores de siglos que pasaron en caravana muriente hacia el olvido.
 
 


ÉPOCA DE TRANSFORMACION

EDITORIAL AYACUCHO - BUENOS AIRES-ARGENTINA (1947)

 
 
 
 
 
 

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Mariscal FRANCISCO SOLANO LÓPEZ

Carte de visite (ca. 1860). fotógrafo no identificado.

 

Fuente: ASUNCIÓN SIGLO XX. ÁLBUM FOTOGRÁFICO

COLECCIÓN JAVIER YUBI

Editorial EL LECTOR,

Telf.: 595 21 491 966/ 610 639

www.ellector.com.py

Asunción – Paraguay

Agosto 2010

 

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