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TERESA MÉNDEZ-FAITH

  HIJO DE HOMBRE Y YO EL SUPREMO - Ensayo de TERESA MÉNDEZ-FAITH


HIJO DE HOMBRE Y YO EL SUPREMO - Ensayo de TERESA MÉNDEZ-FAITH

 SOBRE DUALIDAD ESPACIAL Y CONTRAPUNTO TEMPORAL

EN HIJO DE HOMBRE Y EN YO EL SUPREMO

Ensayo de TERESA MÉNDEZ-FAITH

 

 
.
We had to flee... And the country that received us is no home but a
 
place of exile. We sit waiting for the day of return... forgetting
 
nothing and giving up nothing.
 
Bertolt Brecht, 1937 (1)
 
 

SOBRE DUALIDAD ESPACIAL Y CONTRAPUNTO TEMPORAL
 
EN HIJO DE HOMBRE Y EN YO EL SUPREMO
 
 
 
Más allá de las barreras temporales, geográficas o culturales que pueden separar al alemán BERTOLT BRECHT del paraguayo AUGUSTO ROA BASTOS, los une, no obstante, un par de coordenadas significativas: por una parte, la experiencia común del exilio, y por otra, la opinión, también compartida, de que todo exilio entraña siempre una expatriación obligada. Al respecto, es interesante percibir, a cuatro décadas de distancia, el eco de la dolorosa confesión de Brecht, resumida en el epígrafe con que abrimos esta nota, en las no menos angustiosas palabras de Roa Bastos:

Todo exilio es... forzoso, aún el de quienes por propia decisión y con carácter transitorio optan por la expatriación... Ninguno de ellos podría decir sin remordimiento: "escribo muy bien en París...". Los que lo hacen, en París o en cualquier otro lugar del mundo, no dejan de sufrir el suplicio por la esperanza del retorno ... (2)

No se trata de una mera coincidencia de ideas entre dos exiliados, sino del sentimiento y el dolor compartidos por quienes, por razones ajenas a su voluntad, se han visto en la necesidad de abandonar su país. Creemos que esa experiencia de vivir lejos de la patria tiene que verse reflejada, inevitablemente, de manera consciente o inconsciente, a nivel temático y/o estructural, en las obras de escritores como Brecht o Roa Bastos. En el caso particular de este último, él mismo ha declarado que la vida en el exilio se le impone como tema novelable: "Este tema (el del exilio), naturalmente es un objeto y un sujeto de mi experiencia personal, puesto que hace varios años vivo en la emigración y ese pulso de una vida tan distinta, tan distorsionada, se me impone como una necesidad temática". (3) De ahí que el tema del exilio constituya uno de los motivos recurrentes en la novelística roabastiana. (4) A su vez, y partiendo de la base de que en toda novela "la forma debe resultar de una exigencia del contenido; es un molde que es moldeado y no que moldea", (5) podemos anticipar que dicha temática moldeará estructuralmente la obra. En efecto, un análisis conjunto del material geográfico y temporal en HIJO DE HOMBRE (6) y en YO EL SUPREMO (7) refleja una serie de dualidades que se dan en distintos niveles del discurso narrativo, y que son, en nuestra opinión, a menudo homologables a la situación del escritor exiliado, y a la de Roa en particular; la de encontrarse -en el momento de la escritura- físicamente ubicado en un determinado contexto geográfico-temporal (Argentina, presente), en un "aquí" no-deseado, y espiritualmente en otro (Paraguay pasado), en un "allí" deseado, mediando entre ambos una serie de obstáculos, de ordinario insalvables. El objeto de este trabajo es, justamente, aislar y analizar esa serie de dualidades en las dos novelas de Roa, vis-a-vis su condición particular de escritor exiliado." (8)
 
Múltiples son, tanto en HIJO DE HOMBRE como en YO EL SUPREMO, los planos espacio-temporales. De allí que la estructuración del material narrativo en torno a la dualidad indicada del "aquí" vs. el "allí" resulte relativamente compleja, ya que no se trata sólo de que la narración integre un doble escenario, geográfico y/o temporal, sino de que dichas dicotomías sean de carácter dinámico y se interrelacionen entre sí, unas veces de manera dialéctica, otras a modo de contrapunto textual. En ambas obras, el discurso narrativo progresa alternando un "aquí"-real o mental, en el plano de la ficción-, que corresponde en líneas generales al dominio semántico del "estar" (sitio de lo pasajero, temporario), y un "allí", entorno asociado con el "ser" (lugar de lo esencial y permanente, de la identidad individual o colectiva), respectivamente. En todos los casos, no obstante, Paraguay cosntituye el escenario privilegiado. Si bien la dualidad "aquí-allí" se asimila generalmente al contexto vivencial del exiliado - Argentina vs. Paraguay, para la gran mayoría- otras veces aquélla se manifiesta dentro mismo de la realidad geográfica paraguaya, como se da, por ejemplo, en el caso de la oposición Itapé vs. Asunción - Peña Hermosa - Chaco en HIJO DE HOMBRE.
 
En esta primera novela de Roa, todos y cada uno de sus capítulos están estructurados en base a la doble dicotomía espacial y temporal. Predomina en algunos la última, mientras que en otros sobresale la geográfica o espacial. En todos, no obstante, está presente el elemento viaje, como puente temporal o geográfico entre los varios "aquí" y "allí" particulares. Es significativa dicha recurrencia si tenemos en cuenta que todo exilio implica necesariamente un viaje, y en el caso de los viajes interiores de esta novela, todos resultan ser obligados exilios. (9) El exilio de Miguel Vera refleja el de Roa Bastos y éste, a su vez, es sólo uno entre miles de exiliados.
 
Esta lectura metafórica del viaje de Vera -incluyendo la alusión biográfica indicada-, ya está implícita en uno de los epígrafes (tomado de Ezequiel) que encabeza la obra. Se lee en éste:

Hijo del hombre, tú habitas en medio de casa rebelde... (XIII, 2).

... Come tu pan con temblor y bebe tu agua con estremecimiento y con anhelo... (XII, 18).

Y pondré mi rostro contra aquel hombre, y le pondré por señal y por fábula, y yo lo cortaré de entre mi pueblo... (XIV, 8).

La interpretación contextual de esos versos bíblicos puede aclarar nuestra afirmación precedente. Se encuentra en ese momento Ezequiel (el "hijo del hombre" del epígrafe), sacerdote de Jerusalén, en Tel Aviv, en medio de sus oyentes ("casa rebelde"), con quienes ha debido viajar al exilio, deportado. Tel Aviv es para ellos el "aquí" y Jerusalén el "allí", como los varios lugares a que se ve destinado Vera son para él el "aquí", e Itapé -su pueblo natal- el "allí". Sucede lo mismo entre Argentina (o Francia) y Paraguay para Roa. Si consideramos, además, que Ezequiel tiene por misión profetizar, hablar del por qué del exilio, y anunciar la restauración de Israel después del cautiverio, podemos intuir que algo muy similar es lo que está haciendo Roa en esta obra. Se trata aquí del exilio paraguayo. Se trata también de una indagación histórica del por qué de dicho exilio y se alude, al mismo tiempo, a la restauración del pueblo paraguayo a través de la fraternidad y del sacrificio de hombres como Gaspar Mora, Casiano y Nati Jara, su hijo Cristóbal... Finalmente, notemos que su mensaje lo transmite el autor bíblico en un estilo lleno de parábolas y símbolos -aludiendo a los seres y a las cosas "por señal y por fábula"- similar al de Roa en HIJO DE HOMBRE. Resulta, en consecuencia, muy tentadora la idea de poder identificar, o por lo menos señalar, el paralelismo que existe entre los dos "profetas", Ezequiel y Roa Bastos.
 
En los capítulos en que Miguel Vera narra la acción recobrando su propio pasado por medio del recuerdo (capítulos impares), los planos temporales del "aquí" y del "allí" se enfrentan de manera dialéctica y dinámica. Miguel vuelve a su niñez para recuperar una escena, pero al recordarla la comenta, la interpreta, haciendo que el pasado llegue al presente, consciente o inconscientemente modificado por el "aquí" del narrador. "Mi testimonio no sirve más que a medias", nos dice Miguel, y agrega: "Ahora mismo, mientras escribo estos recuerdos, siento que a la inocencia, a los asombros de mi infancia, se mezclan mis traiciones y olvidos de hombre, las repetidas muertes de mi vida. No estoy reviviendo estos recuerdos; tal vez los estoy expiando" (15). El contexto del "aquí", y el sentimiento de culpa que lo embarga mientras trata de revivir su infancia, influyen en que los recuerdos infantiles lleguen dolorosamente, con un amargo gusto a expiación. Unas páginas más adelante comenta que Macario contaba el episodio del cometa Halley cambiándolo un poco cada vez que lo repetía, y agrega que tal vez él esté haciendo lo mismo al tratar de recobrar su pasado: "Superponía Macario los hechos, trocaba nombres, fechas, lugares, como quizá lo esté haciendo yo ahora sin darme cuenta, pues mi incertidumbre es mayor que la de aquel viejo chocho, que por lo menos era puro" (19). Ambas instancias constituyen la teoría de una práctica narrativa, explican la interrelación dialéctica existente entre el contexto del "aquí" y el del "allí" en esta novela.
 
Generalmente las dos coordenadas espacio-temporales se superponen, se confrontan, dialogan en el texto por vía de algún elemento contextual común. Así por ejemplo, después de veinte años vuelve Miguel a Sapukai, y más que recordar, revive sentimientos allí experimentados una noche ya muy lejana. La intervención del recuerdo establece una especie de "diálogo textual" en que el presente y el pasado alternan influyéndose mutuamente. La llegada a Sapukai en compañía de Cristóbal Jara arranca estos pensamientos de Miguel Vera:
 

El aire puro y fresco del amanecer acabó de desperezarme. Me parecía ver el pueblo por primera vez. Como aquella lejana noche de mi infancia en que dormimos en medio de los escombros de la estación destruida por las bombas, Sapukai seguía obrando sobre mí un extraño influjo.
 
-¿Dónde estaba la estación vieja?- pregunté al guía.
 
Tendió el brazo hacia un baldío que estaba entre la estación nueva y el taller de reparaciones del ferrocarril. Se veían aún algunas piedras ennegrecidas. Allí, una noche de hacía veinte años, en mi primer viaje a la capital, me había acostado entre las piedras junto a la Damiana Dávalos a esperar con los otros pasajeros el trasborde del alba. Aquella noche lejana estaba viva en mí...
 
Tendido entre las piedras aún tibias por el sol de la tarde, junto a la lavandera que dormitaba con el crío enfermo en sus brazos, me costó agarrar el sueño. (102-3).

Recuerda la gama de sensaciones experimentadas en aquella ocasión, para terminar formulando una hipótesis, en torno a ese pasado, con datos que sólo mucho después los fue obteniendo:

Acaso en ese mismo momento, en un lejano toldito de palmas de los yerbales, este mismo Cristóbal Jara que ahora iba a mi lado, que era ya un hombre entero y tallado, buscaba entonces con sus primeros vagidos la leche materna... A veinte años de aquella noche, después de un largo rodeo, podía completar el resto de una historia que me pertenecía menos que un sueño y en la que sin embargo seguía tomando parte como en sueños. (103).

Allí están el presente y el pasado, el "aquí" y el "allí", enfrentándose, complementándose mutuamente. Miguel intuye que el pasado es la clave del presente y a él recurre para ordenar los datos actuales, procurando encontrar alguna explicación -con la ayuda de detalles interpolados de una historia por él conocida- a su aparentemente absurdo y paradógico presente.
 
El "aquí" y el "allí" temporal coinciden, de manera explícita o implícita, con un "aquí" y un "allí" geográficos diferentes (o percibidos como diferentes). En el primer capítulo Miguel Vera regresa mentalmente, desde su "aquí" narrativo (el Itapé que encuentra a su vuelta, después de más de veinte años de ausencia) a un "allí" y a un "allá" diferentes: al "allí" de su infancia en el Itapé de entonces, y al más lejano "allá" de la juventud de Macario en Asunción (junto al doctor Francia). El capítulo dos intercala varios episodios concebidos dentro de esta perspectiva bimembre, entre ellos el de Alexis Dubrovsky, aún presente (a pesar de su ausencia) para María Regalada, quien, desde su ahora, evoca el pasado a través del perro dejado por Dubrovsky, y cuya presencia en las páginas del texto alude y tiene paralelo con el exilio político. El viaje Rusia-Sapukai-lugar desconocido que realiza Dubrovsky es similar al de Paraguay-Argentina-Paraguay que han realizado esos exiliados que, por razones políticas, debieron alejarse del país y ahora están volviendo (55-56). También se interrelacionan y reflejan mutuamente dos Sapukais paralelos en el tiempo, el de antes y el de ahora, el de la rebelión de 1912 y el que se está preparando para una nueva insurrección, similar y diferente a la vez. En el capítulo tres se enfrentan dos lugares -Itapé y Asunción- que, dentro del contexto del capítulo y de la trayectoria vital de Miguel, pasan paulatina y penosamente de un "aquí" (Itapé) y un "allí" (Asunción) a un nuevo "aquí" (Asunción) y "allí" (Itapé), respectivamente. El viaje no sólo lo aleja geográficamente de su centro vital, sino que también lo transforma psicológicamente. En el trayecto pierde la inocencia y vislumbra, por primera vez en su vida, una realidad humana y socio-política conflictiva.
En los capítulos cuatro, cinco y seis, la dualidad espacio-temporal pasa a corresponderse con los tiempos y lugares recorridos por Casiano y Nati Jara primero y por su hijo Kiritó después. La presencia de éstos vuelve a enfrentar al Sapukai de hoy con el Sapukai de ayer, y con muy pocas diferencias, el "aquí" es para él un largo y penoso viaje por esa región chaqueña, llevando agua a quienes se están muriendo en esa "guerra de la sed". De su "allí" (Sapukai actual) se encuentra totalmente reflejado, e incluso predestinado en el "allí" (Sapukai anterior). En el capítulo siete, el "aquí" coincide con los varios momentos de la escritura del diario de Vera (enero-setiembre de 1932) y geográficamente está ubicado primero en Peña Hermosa y luego en el Chaco. El "allí" recobra momentos de su pasado en Itapé. En el capítulo siguiente reencontramos otra vez a Cristóbal Jara, ahora muy lejos de su pueblo natal. Se encuentra en el Chaco, inmerso en la guerra fratricida (contra Bolivia), y el "aquí" es para él un largo y penoso viaje por esa región chaqueña, llevando agua a quienes se están muriendo en esa "guerra de la sed" (Sapukai) sólo le quedan recuerdos sueltos (entretejidos en la narración) y el nombre de su pueblo grabado en la chapa del camión que lo acompañará hasta su muerte. Finalmente, en el capítulo nueve, el regreso a Itapé de Crisanto Villalba, uno de los combatientes con que el pueblo colaboró en la Guerra del Chaco, relaciona por una parte dos lugares y dos tiempos relativamente cercanos -un "aquí" en Itapé y un "allí" en el Chaco-, y por otra, dos tiempos que, para este Crisanto (mental y físicamente destruido por la guerra) se confunden en uno, sin lograr distinguir entre el entorno temporal del Itapé presente y del Itapé anterior a su partida.
 
En YO EL SUPREMO la dinamización del "aquí-allí" llega a un máximo. Situado ya fuera del tiempo, el Supremo recorre la historia de su país, ocupando diversos espacios-tiempos, por medio de su memoria secular, de esa "tela de memoria" que "vuelve hacia atrás proyectando al revés infinitos instantes". "Escenas, cosas, hechos que se superponen sin mezclarse... Basta pues que uno se resguarde detrás de un espejo para contemplar sin ser destruido... El espejo del mundo" (198). Su espejo lo constituyen su memoria y los mil legajos y documentos que a lo largo de su escritura comenta y corrige. Tanto la "circular perpetua" como el "diario privado", textos ambos intercalados dialécticamente a lo largo del Texto, (10) constituyen a su vez reflejos de reflejos, textos-espejos que captan, modificándolos, otros textos-espejos primarios. De este modo, al ser la historia escrita un texto-espejo -por intentar reproducir una realidad objetiva- puede también generar textos-espejos de segundo grado, siempre que se la tome como fuente o texto básico. Tal es la función de los diversos documentos (textos-espejos primarios), insertos en la narración, con respecto al Texto del Supremo (texto-espejo secundario). Vemos entonces que la relación bimembre "aquí-allí" también se manifiesta en el plano formal (a nivel de la distribución de textos dentro del Texto mismo) de esta novela.
 
El "aquí" corresponde al último espejo-reflejo, Le., a las secciones que comprenden la "circular perpetua", el "diario privado" y las transcripciones de los diálogos con Patiño. El "allí" está compuesto por los otros textos y documentos incluidos, que sirven de base a los tres arriba indicados.
 
Aunque el Supremo alude en varias ocasiones a su inexistencia física, a su "aquí" subterráneo, el lector lo percibe como una presencia obsesiva, omnipresente a través del tiempo y de la historia. Su "aquí" es el de su inmemorial estudio, el del cuarto donde llega "el apagado tic tac de los relojes" y donde "caen los cascados sonidos de la campanada de la catedral marcando no horas sino siglos". Allí se ubica el Supremo, en ese espacio inmutable, porque según él, "todo se repite a imagen de lo que ha sido y será". Este supremo narrador ve, por estar fuera de nuestro entorno espacio-temporal, "el pasado confundido con el futuro". No obstante, tiene que asirse al marco histórico referencial del lector, para lograr su cometido de "re-presenciar las cosas", no "re-presentarlas".
 
El "aquí" de esta obra, conforme lo indicamos, es un aquí dinámico, y se ubica en un eje temporal amplio que abarca fragmentos de la niñez del doctor Francia, del Paraguay anterior y posterior a su dictadura e, in extenso, del país durante su gobierno. Desde esa perspectiva, el narrador conjura los diversos "allí" parcializados a lo largo de la historia de la cual ahora se erige en editor, director e intérprete. El "aquí" sólo existe en función del "allí" y entre ambos componentes narrativos se establece un verdadero "diálogo intertextual". Ya no se trata de un mero juego contrapuntístico, sino de una interrelación dialéctica. El Supremo se encuentra en un "aquí", acosado por la historia, por un pasado irreversible, y se ve obligado a volver una y otra vez a un "allí" anterior a su dictadura, para justificarse y salir victorioso de la confrontación presente-pasado: "Aquí en el Paraguay, antes de la Dictadura Perpetua, estábamos llenos de escribientes, de doctores, de hombres cultos, no de cultivadores, agricultores, hombres trabajadores, como debiera ser y ahora lo es" (38), explica. No hay entre esos cotejos uno del cual el presente, protagonizado por el Supremo, no salga bien parado. "Cuando entré a ocupar esta casa al recibir la Dictadura Perpetua", recuerda, "la reformé, la completé. La limpié de alimañas. La reconstruí, la hermoseé, la dignifiqué, como corresponde a la sede que debe aposentar a un mandatario elegido por el pueblo de por vida..." (91-92). La confrontación dinámica que se opera entre los varios "aquí" y "allí" que informan el Texto, no se limita al espacio histórico de carácter diacrónico. También se incluyen diversos "allí" correspondientes al contexto histórico del momento "representado". En este plano se ubican el espacio geográfico del Tevegó, las cárceles pobladas por enemigos políticos o ladrones comunes, los lugares de confinamiento, y el resto del pueblo paraguayo, ya que entre éste y su persona, el Supremo impuso una serie de rígidas reglas que imposibilitó la compenetración recíproca a nivel humano.
 
Por otra parte, la estructuración en torno al "aquí" y al "allí", enfrenta al Paraguay, de manera recurrente, con sus dos grandes enemigos territoriales de siempre: el Brasil y la Argentina. Gracias a su "lente-recuerdo" (213) y desde un "aquí" posterior a los hechos, el Supremo recoge una serie de espacios y tiempos inscriptos en su política internacional. Sobresalen en este aspecto su firme posición anti-imperialista y su indeclinable actitud de defensa de la soberanía paraguaya. Con orgullo y satisfacción comenta que logró impedir las sucesivas invasiones que proyectaron someter el país "a sangre y fuego". La de Bolívar, desde el oeste,... La del imperio portugués-brasilero, desde el este, por las antiguas rutas depredatorias de los bandidescos bandeirantes. Desde el sur, las constantes tentativas de los porteños..." (320).
 
De todos los intentos anexionistas que tuvieron por blanco el Paraguay, las pretensiones del Imperio del Brasil amenazaron severamente la integridad nacional durante todo el siglo pasado, y aun antes, ya que como sugiere el Supremo, el imperio no hace más que continuar sus muy conocidas y antiguas prácticas bandeirantes. Afirma él que los brasileros "son siempre los mismos maulas bajo distinta piel. Imperio o república no los cambia" (372). Detrás de las promesas sabe leer las verdaderas intenciones. Así por ejemplo, cuando un representante imperial pretende convencerle de que "el imperio ofrece su alianza al Paraguay sólo para protegerlo de las acechanzas de Buenos Aires", él sabe que lo que aquél busca "es justamente lo contrario: Apoderarse de la Banda Oriental, aplastar al Plata. Tragarse por fin a su aliado" (254). Se pone en guardia y antes de considerar la propuesta del imperio, exige sean satisfechas ciertas reclamaciones que incluyen "reconocimiento pleno... de la Independencia del Paraguay. Devolución de territorios y ciudades usurpadas. Indemnización por las invasiones de las bandeiras..." (255). Pero eso no es todo. Formuladas las reclamaciones anteriores, le recuerda al enviado imperial: "Está además la cuestión de esos límites... que tenernos que ajustar... Los saltos de agua. Las presas. ¡Sobre todo las presas que quieren convertirnos en una presa ao gosto do Imperio mais grande do mundo!" (255). Es innegable que de tiempo inmemorial Brasil se ha querido tragar a Paraguay. Sin embargo, tampoco han sido insignificantes los problemas que le ha acarreado a éste la Argentina. De nuevo el "allí" se sitúa en la re-presentación y así aparece Manuel Belgrano (al frente de un ejército), quien "pese a su profunda convicción independentista, vino a cumplir las órdenes de la Junta de Buenos Aires: Meter por la fuerza al Paraguay en el rodeo vacuno de las provincias pobres" (114). La firmeza con que invariablemente defendió Francia la soberanía paraguaya contrasta no sólo con la actitud entreguista que, según él, tuvieron algunos paraguayos emigrados, exiliados en la Argentina, "esa legión de malvados migrantes, los eternos partidarios de la anexión" (114), sino también con la actitud claudicante del gobierno paraguayo actual.
 
La alusión a la actual política internacional del Paraguay está implícita (en el Texto) en la selección de los dos "allí" indicados, no sólo por nombrar a los dos países con los cuales el Paraguay se halla envuelto actualmente en cuestiones de tipo limítrofe y anexionista, sino porque la descripción y la intencionalidad de su léxico así lo proclaman. A ello obedece el que se minimice la importancia de los nombres -Imperio o república no los cambia" (372)-, ya que la política expansionista de uno y otro es la misma. La intención anexionista presente, por parte del Brasil con respecto al territorio paraguayo, está implícita en los términos del tratado de Itaipú. (11) Clarísima es, en la obra, la alusión al proyecto hidroeléctrico de Itaipú cuando Francia se refiere a esas "presas que quieren convertirnos en una presa ao gosto do Imperio mais grande do mundo" (255). Por otra parte, ubicar a la masa de emigrados paraguayos en la Argentina, también obedece a una situación histórica repetida. De ahí que retroceder al pasado para reanimarlo "en el portaobjeto del lente-recuerdo" (213) corresponda, igualmente, a saltar al futuro para lo mismo, pues a menudo ambos "allí" se reflejan mutuamente, con pequeñas deformaciones. Es por eso que las prospecciones y retrospecciones temporales en la obra, los hechos pasados o futuros, aparecen de ordinario totalmente lógicos, fáciles de predecir. Y es por eso también que, anulado o eliminado el factor tiempo, quedan al descubierto una serie de repeticiones y paralelos históricos. Así resulta, por ejemplo, que desde la perspectiva del Supremo, "por momentos el carruaje en que acompaño a Belgrano y el carruaje en que va Correia se aparean. Avanzan a contramarcha, ruedan juntos en tramo. Se juntan. Forman un solo carruaje..." (212).
 
A grandes rasgos, su teoría consiste en que la historia progresa a fuerza de repeticiones. Según él, "el tiempo está lleno de grietas. Hace agua por todas partes", lo cual determina que por momentos uno tenga "la sensación de estar viendo todo esto desde siempre. O de haber vuelto después de una larga ausencia" (214). La observación parecería apoyarse en la regularidad con que la historia tiende a repetirse dentro de la cosmogonía roabastiana, quizás justamente porque los sucesos históricos vienen duplicados o multiplicados en los anales paraguayos: dictaduras, revoluciones armadas, guerras internacionales, levantamientos campesinos, exilios, etc. Ya el Supremo anotaba en su "cuaderno privado" que todo se repetía a imagen de lo que había sido y sería: "Tan cierto es que no hay nada nuevo bajo el sol, y este mismo sol es la repetición de innumerables soles que han existido y existirán" (183), allí pontificaba.
 
Roa Bastos, como el Supremo al generar su Texto, vuelve la vista y la pluma, una y otra vez, a su país natal, al Paraguay de dentro como al del exilio, omnipresentes ambos en su narrativa, quizás, según él mismo lo indica, "como mecanismo de compensación para la carencia profunda que significa la ausencia". (12) La incorporación temática de la realidad del exilio a su obra conlleva, como hemos visto en sus dos novelas, una estructuración dual, tanto geográfica como temporal, en donde la dinamización de los varios "aquí" y "allí" particulares resultan, por un lado, de exigencias de carácter temático, y por otro, reflejan la configuración espiritual de quien es a la vez ciudadano paraguayo y escritor exiliado. A manera de epílogo, cerraremos este trabajo con unos versos de "Contrasentido", (13) poema desglosado de la literatura del exilio paraguayo, cuyo contenido expresa elocuentemente el vaivén mental del poeta:

Y qué contransentido: yo
(que debería estar en otros sitios) caminando
por estos sitios, por estas calles que desconozco;
que andaría por huertos
familiares, desbrozando estos huertos retirados y extraños;
…………………………. .
por qué el contrasentido, el revés de la trama, el desaliento
de no explicar por qué es aquí y no allá donde se extiende
la línea justa de mis pasos. (El subrayado es nuestro.)

En estos escasos versos se filtran las vivencias íntimas del escritor paraguayo, pero podrían también sintetizar las de un Brecht, un Solzhenitzyn, o cualquier otro escritor exiliado, cuyas vidas cobran sentido no en el "aquí" circunstancial en que les toca vivir, sino en el "allí" o "allá" que centra el lugar y tiempo de sus recuerdos, de su pasado, de su herencia cultural e histórica.
 


NOTAS
 
1-. Véase Exile Literature 1933-1945 (Cologne: Verlagsgesellschaft Rudolf Muller, 1968), p. 2. Este texto reúne los trabajos leídos con motivo de la reunión que se llevó a cabo entre el 17 y el 19 de enero de 1968 en Luxemburgo.
 
2-. Véase "Los Exilios del Escritor en el Paraguay", Nueva Sociedad, pp. 33-34.
 
3-. Véase "3 escritores: 3 visiones de la novela", Alcor, No. 41 (1966), p. 4.
 
4-. Para una análisis detallado de este tema, véase Teresa Méndez-Faith, Exilio e imaginación: La novelística paraguaya del destierro vía cinco textos en contexto (Ph. D dissertation, University of Michigan,1979), pp. 123-143.
5-. Véase Jean Pouillon, Tiempo y novela, trad. Irene Cousien (Buenos Aires: Editorial Paidós, 1970), p. 16.
 
6-. Augusto Roa Bastos, Hijo de hombre (Madrid: Editorial Revista de Occidente, 1969). En adelante, las citas y paginación correspondientes (entre paréntesis) irán incorporadas al texto y provendrán de esta edición.
 
7-. Augusto Roa Bastos, Yo el Supremo (Buenos Aires: Siglo XXI Argentina Editores, 1974). Para citas y numeración de páginas, en adelante incorporadas al texto (entre paréntesis), usaremos dicha edición.
 
8-. Dicha dualidad estructural recurre, significativamente, en gran parte de la narrativa paraguaya producida fuera del país. Está presente, por ejemplo, en la novelística de Gabriel Casaccia -La Babosa, La llaga, Los exiliados, Los herederos-, en las dos novelas de Lincoln Silva Rebelión después y General General- y en los cuentos reunidos en Ojo por diente de Rubén Bareiro-Saguier, como también en los de Hugo Rodríguez-Alcalá, y en los de Rodrigo Díaz-Pérez, respectivamente, todas obras concebidas y publicadas en el extranjero.
 
9-. Son esos viajes: a) el de Vera, quien sale de Itapé para ir, respectivamente, a Asunción, Sapukai, Peña Hermosa, Chaco, y luego volver a Itapé; b) el de los esposos Jara, quienes van de Sapukai a Takurú-Pukú, y otra vez a Sapukai; c) el de Crisanto Villalba, que también cosntituye un viaje circular: Itapé-Chaco-Itapé; d) el del doctor Dubrovsky, entre Rusia-Sapukai-lugar desconocido; y e) el de Cristóbal Jara, entre Sapukai y el Chaco, donde muere atado al volante de su camión incendiado.
 
10-. De aquí en adelante, al referirnos a Yo el Supremo, distinguimos entre "texto(s)" y "Texto" para aludir, en el primer caso, a los varios documentos entretejidos en la trama novelesca y/o allí comentados, y en el segundo, para referirnos a la novela misma, i.e., al "Texto", suma dialéctica de esos otros "textos".
 
11-. Según dicho tratado, firmado en 1973 entre el Brasil y el Paraguay, éste se hipoteca económicamente por muchos años para amortizar el préstamo que su vecino le da (en extremo desfavorable para el Paraguay) debido a que el Paraguay carece del capital necesario para financiar su parte del proyecto. Además, al no poder absorber la mayor parte de su porción de la energía producida, Paraguay promete vendérsela totalmente al Brasil, a un precio ridículo. Como diría el Supremo, un trato de verdaderos "bandidescos bandeirantes".
 
12-. En "3 escritores: 3 visiones de la novela", p. 4.
 
13-. Poema contenido en Elvio Romero, Destierro y atardecer (Buenos Aires: Editorial Losada, 1975).
 
De: Estudios Paraguayos,
 
Revista de la Universidad Católica "Nuestra Señora de la Asunción".
 
Vol XII, Nos. 1-2, Diciembre 1984, pp. 23-33.
 
 
 
 
 
 
Editorial Servilibro,
 
Asunción-Paraguay 2007.
 
 
 
 
Edición impreso,
 
Editorial El Lector,
 
Asunción-Paraguay 1997

 
 



Ilustraciones: CATITA ZELAYA EL-MASRI

Intercontinental Editora,

Asunción-Paraguay 2009 (427 a 822 páginas)
 
 
 
 
 
 
 
 

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