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MANUEL ORTIZ GUERRERO (+)

  ARENILLAS DE MI TIERRA - Poemario de MANUEL ORTIZ GUERRERO


ARENILLAS DE MI TIERRA - Poemario de MANUEL ORTIZ GUERRERO
ARENILLAS DE MI TIERRA
 
 
 
Edición autorizada por la sucesora
 
Señora DALMACIA SANABRIA DE ENCINA
 
© PATRONATO DE LEPROSOS DEL PARAGUAY
 
Editorial MOG,
 
Asunción-Paraguay 1979
 
 
 
 

El deseo encarecido del inmortal poeta a su "DALMA" ha sido recoger sus verso dispersos e inéditos, publicarlos en un líbro bajo el epígrafe de "ARENILLAS DE MI TIERRA", y dedicarlos a su gran médico de cabecera, Dr. LUIS ZANOTTI CAVAZZONI, quien voluntariamente acudía a atenderlo en, su refugio de la calle Antequera y la que lleva actualmente su nombre, voluntad sagrada que se cumple con la aparición de la presente edición.
 

PRESENTACIÓN

Voy a tratar de escribir esta presentación de ARENILLAS DE MI TIERRA. Trataré de hacerlo sin caer en la trampa de las palabras que aluden a los hombres que aún después de muertos siguen viviendo. ARENILLAS DE MI TIERRA es el último de los hijos de MANU, que huérfano como él, debía ver el mundo cuando ya sus propias fuerzas le permitieran subirse a las montañas del arte, y desde allí, contemplarlo. Demás están los elogios, las críticas favorables o negativas. ARENILLAS DE MI TIERRA recoge en sus páginas algunas composiciones que, vestidas de música auroral y nuestra, han cruzado los mares y probado la miel de otros idiomas. Quizás en el preciso momento de escribir estas líneas, centenares de gargantas, en otras tantas latitudes de la tierra, se estén llenados de amor con algunas de sus estrofas.

El espíritu de ARENILLAS DE MI TIERRA no es otra cosa que la presencia permanente, genuina y sincera del mismo MANU. El mismo que, aunque vistiese literario ropaje modernista, panteista o cristiano, siempre fue, en su vida y en sus cantos, MANUEL ORTIZ GUERRERO, el hermano de hermanos. Aquél a quien los poemas se le escapaban del alma, aún cuando en ellos campeara la diatriba. Fue por eso tal vez -que nunca prefirió la pulidez literaria al efecto hondo y puro del sentimiento verdadero.

ARENILLAS DE MI TIERRA no podía ser sino una generosa siembra más, en el camino del arte ortizguerreriano jamás troncado ni torcido. El alma del poeta, su magnífica lumbre espiritual, está presente en cada una de sus palabras, induciéndonos a vivir in crescendo, como él vivió su vida por encima de los horrores de un destino atroz hasta llegar a la suprema entereza de un Cristo. Y a su Paso por la vida, cada una de sus pisadas fueron poemas. Semillas de amor sembradas sobre el "fango de la miseria humana."

ARENILLAS DE MI TIERRA recibe su bautismo de rigor para llegar en manos un pueblo que ya, desde tiempo atrás, venía cantando, repitiendo, regustando en la lengua y en la sangre la miel de sus estrofas. Merced al denuedo de los magníficos hombres que componen el PATRONATO DE LEPROSOS DEL PARAGUAY, y merced a la buena voluntad y alto espíritu de Doña Dalmacia, podemos, una vez más, decir: GRACIAS, MANU.
 
 
 
 
LA CIUDAD DE ASUNCIÓN
 
Asunción
¡Corazón!
de la América, cautivo
entre el hóspito paréntesis de la palma y el olivo.
 
Corazón
de la América, alabado
de latir en la leyenda subyugante de El Dorado,
donde arriban, remontando tu amplia aorta, de fluvial emanación
desde hace cuatro siglos ¡cuatro siglos! los raidistas de ilusión.
 
Al doblar, como al desvío,
el recodo milenario de un ensueño caudaloso,
recostada en sus alcores de delicia, la Asunción contempla el río perezoso,
que le lame las orillas del rebozo
verdinegro, floreado con las tejas del urbano caserío.
 
Ante el náutico Paquete, la ciudad abre galante
el estuche primoroso de su histórica bahía,
y, propaga el novelero navegante
que en el alma transparente de ese trémulo diamante
casi grande como el día,
de los barcos adelante,
en su lancha voladora va desnuda la poesía.
 
La Kodak del visitante de allí toma prisionero
el primor de un lienzo vivo, donde emergen, sobre el óleo del barranco,
la Calera, el Baradero,
el Palacio del gran López y el Cabildo comunero,
el Mbiguá social, el Banco,
y el Riacho azul, al fondo, junto al Parque Caballero.
Y al bajar, presentan armas, al viajero
la enfilada guarnición
de los guinches centinelas, con sus músculos de acero,
que custodian el orgullo venidero
de Asunción.
 
Novia agreste
del turista
cuya veste
del rubio, ciñe el río con un cinto de amatista.
Afamada por los dones de su suelo radioactivo,
con el clima bajo el áureo Capricornio de benéfica virtud,
a los ávidos y laxos de beber les da al arribo,
en los céfiros nocturnos, a raudales, la salud.
 
Ciudad novia de un viajero que ella espera
por el cielo, por el río o la pradera,
con suspiros y esperanzas enhebrando el ñandutí,
por el tren de jadeante sed viajera,
por la rauda motonave o el avión que corta el domo de turquí.
 
Novia agreste del turista,
el Mbiguá social,
la ciudad de la Asunción,
que en los típicos rincones le da el alma, sin remilgos urbanistas,
en regalos de colores, jubilosos a la vista,
y en efluvios vagabundos de azahares que le riegan el pulmón.
 
Primogénita ciudad de madre Hispania,
la de antigua casa fuerte y el indiano cocotero,
cuyos atrios, cuyas plazas de feraz tierra guarania
dieron paso a la Conquista de ciclón aventurero.
Más que joyas edilicias, su tesoro
son sus parques, en verano de aire fresco,
en invierno, su benigno sol de oro
y de tarde y de mañana -cualquier tiempo- sus rincones pintorescos.
La científica floresta del Botánico mentado,
y el Mangrullo, que hoy don Carlos A. López llaman, de miraje sin igual
y la agreste Salamanca y el Bañado,
son vergeles donde Flora perpetúa su inefable festival.
 
Donde era
la cuchilla montuosa de lapachos y de talas,
y pesebre primitivo de su asiento en la ladera,
hoy, de noche, a manera
de lucíferos fantasmas los eléctricos resbalan.
Pasa el Nash de ocho cilindros, silencioso,
paralelo a la carreta de una yunta que conduce el leñador,
con sus rajas de naranjos que, después de dar reposo,
sombra y fruto al viandante, flor y gozo,
su cadáver perfumado dará al último, calor.
 
En la feria pueblerina de Dos Bocas
hay bursátiles insomnios en querella para aldea,
por el alza del standard de bananas y mandiocas,
en las cuales, claro y ágil, el idioma de la raza viborea.
 
Y en sus calles azuladas, de granito,
acostumbra sestear bajo el naranjo, de frescura ciudadana,
el cansancio de lo Eterno y lo infinito
por la tórrida pereza de la rubia resolana.
¡Oh feliz ciudad sencilla!
donde vése todavía,
por la orilla,
bajo el palio milagroso de la luz,
renovada la lejana maravilla
de encontrar en el camino que en un burro va María
y en los brazos celestiales su dormido hijo, Jesús.
 
Sus dos alas suburbanas, extendidas,
una baja hasta las playas de Sajonia, por el Barrio Tacumbu,
y la otra, por Colombia y por España, de boscosas avenidas,
llega al campo donde anidan
los aviones, el dorado Ñu Guazú.
 
Donde Irala
un feliz tres de febrero persiguió a la montonera,
sobre esbelta escalinata, diosa en bronce, la Victoria abre sus alas
en la diestra arde un lucero, con el nombre de Antequera.
Mi memoria transeúnte, no se olvida
de evocar una avenida,
Venezuela, que conduce bajo el árbol del perínclito uruguayo,
y con cintas del afecto ciñe el ramo de una estrofa florecida,
con decir General Genes, Pettirossi y Amambay, 14 de Mayo:
las arterias asuncenas en que alegre danza el pulso de su vida.
 
Por tres calles de su centro la ciudad enflora el alma:
en el medio está la Estrella, populosa y comercial,
apretada entre las calles de la Oliva y de la Palma
concertando los emblemas del Escudo Nacional.
 
Asunción,
la ciudad del azahar:
con la siempre familiar entonación
al oído te regala su romanza mi girófago cantar.
Asunción: te llamo mía
porque anclada está en tu puerto mi fragata de ilusión
y en las jaulas de tus plazas, hambre y sed, de noche y día
padeció el zorzal raído de mi lírica oración.
 
Porque bajo el nocturno jazminero de tus focos,
el insomnio del bohemio se ayuntó a mi soledad
y vestido de andrajosos sueños locos
por tu áspero empedrado transitó mi mocedad.
 
Porque en unos de tus patios, escondido
entre gratas madreselvas y rosales que dan flor,
con pajitas y con barro me hice el nido
de la gloria y del amor.
 
Porque encima de la urbe cada tarde
reverbera con mi fe su oro ilusorio
un incendio de arrebol que... ¡arde! ¡arde!
en su cúpula armoniosa tu Oratorio.
 
¡Asunción!
¡la ciudad del azahar!
¡la almohada de ilusión!
¡A soñar!
¡A soñar!
 
 
 

CHAMORRO
En honor a DELFIN CHAMORRO
 
Van días que el Maestro falta a clase,
y quién sabe porqué,
si asiste puntuoso desde hace
treinta años ... ¿Qué tiene? ¿Dónde fue?
Estudiantes y obreros, juventudes:
el honrado pupitre está desierto:
Gemid, alumnos; sollozad, laúdes;
que el Maestro Chamorro, ¡ayer ha muerto!
Por el alto lucero que se apaga
la noche paraguaya está más ciega,
el corazón de súbito se enllaga
y al sollozo se entrega.
 
El maestro tenía
el carácter del agua, transparente,
la claridad del día,
.y la cordial ilación de la surgente.
Con humildad de pan daba sustento
a la virtud callada del trabajo
en los hijos sin luz del sufrimiento:
los indoctos, los tristes, los de abajo.
Profesor de firmeza y de decoro,
aprendió a vigilar de edad temprana,
y en su boca labró un panal de oro
la melódica abeja castellana.
Su memorable acento,
si lo alzaba en sus pláticas, en clase,
era el tañer del lírico instrumento
cuando en fugas y allegros se deshace.
Su vida fue una línea de firmeza,
como cuerda de acero en el salterio
por el temple afinado a la belleza...
y ayer... en la almohada del misterio
reposó la cabeza,
suavemente, sin mostrarse grave,
como se dobla un lirio,
como fallece un ave,
como se muere un cirio. . .
 
Abrid, abrid las aulas, estudiantes,
abrid la alta persiana:
el Maestro entrará desde mañana
con vosotros a clase como antes.
El, que fue claridad,
entrará con la luz, como solía ...
conversadle de nuevo, y preparad
la lección de altivez de su agonía.
Y evocad su memoria
por la sed del estudio, en su alabanza,
que, en vosotros dejó toda su gloria
sepultada en semillas de esperanza.
 
Sus cenizas, un día,
devolved a la tierra, que es la dueña;
llevad a la azulada serranía
de su cuna guaireña;
llevad en primavera
cuando el tayî florece y el timbó,
a enterrar en su fresca Pisadera
donde su agreste infancia floreció.
Que el sueño guarden de su paz longeva
nuestras sencillas gentes de labranza,
en quienes, su Ideal de la bonanza,
por la justicia de una Patria Nueva
puso, también, su última esperanza.

Agosto 16, 1931
 
 
 
YASY YATERÉ
(MITOLOGÍA GUARANÍ)
Prólogo el libro "Yasy yateré" de

Era en las aciagas vísperas del rudo domeñar de Irala...
En níveo palacio labrado cual Himno de lácteo Itatí,
(Itá, dice: piedra, morotí: blancura ¡que al Carrara iguala!)
vivía una oculta princesa de estirpe real guaraní.
En el regio altillo la Urutaú era por misión divina
encarnado numen tutelar del vasto reino Avaretä; (1)
Arandú, el Profeta, predijo a la raza dolor y ruina
si varón supiera la diosa algún día, feliz para Añá. (2)
 
Y era subyugante la nubia princesa de fama florida.
Y tan casta era que nadie lograba ¡nadie! una merced.
Gloriosos guerreros por ella a flechazos jugaban la vida.
Y príncipes bellos al pie del palacio morían de sed.
 
Pero un día ingrato, Kavur agorero de ciencia celeste,
el tiempo es llegado, dijo y fue el presagio del Kavur-jhe'í (3)
"que pronto traerían la ruina unos hombres venidos del Este
que al fin ya sabría varón a la hermana del gran Guaran-í…"
 
El presagio infausto levantó legiones de soberbia enhiesta,
con veloces nuncios, con flecheros fieros de la raza abá..
La guardia iniciaron los tigres y pumas bajo la floresta
y entre los esteros, Chajá centinela ya no dormirá.
Por cerros y prados rondaban los guardias de noche y de día
ungidas las flechas con cebos malignos de los mboi-chinís (4)
¿Quién el desdichado que hasta la princesa lleve su porfía,
si como custodio de la casta virgen bramaba el país?...
Fue una noche el caso: de que no podía conciliar el sueño
la Urutaú maga, presa de un secreto deseo de llorar,
llorar por ser libre, volar por la noche, sin miedo y sin dueño
cocuyo ambulante, noctívaga alada, volar y volar.
 
Y a la media noche llega el Rey, exhausto su veloz vigía,
tan de lejos ¡lejos! a contarle viene nueva novedad:
"Que un príncipe rubio del Este aparece repuntando el día
y apagando estrellas con los cabrilleos de su potestad".
 
"Viene presuroso, retozando en prados y saltando montes!
Levanta a su paso vasta polvareda de lucen oropel!
La noche al mirarle, se escapa azorada tras los horizontes!
La aurora es la espuma rosada que escupe su níveo corcel!"
 
En ese momento viene otro vigía, le dice: "ya llega,
ya llega y su escudo enorme diamante no puedo mirar.
La niebla desgarra su lanza de oro, y a su paso, riega
Himno la garganta de fieras y aves que le ven pasar".
 
Es él quien envuelto se viene en tormenta de luces y aromas;
colora los ceibos, tiñe las mejillas, sangra el arrebol.
¡Ya llega, ya llega! ¡Refulge su escudo detrás de las lomas!. . ."
Y apareció el rubio príncipe anunciado. Era... era el Sol.
 
El genitor magno que todo fecunda, que todo lo arroba,
sin que nadie sepa, burlando a los guardias del celo real,
por un entreabierto postigo dorado penetró en la alcoba
de la virgen casta que quiere ser libre, que quiere volar.
 
Y allí en un instante glorioso, fue huésped viril en los brazos
de Urutaú bella, que entonces un fruto de amor concibió.
Mañana... lo espera, de nuevo lo espera... florido el regazo...
Pero el Sol por alto pasa, que a su amada ya no conoció.
La maga princesa flor de la hermosura, lirio de la raza,
virgen sin mancilla de la luna hermana, ¿quién se supondrá?
Cómo envejecía, cómo se arrugaba su hermosura en pasa,
todas las auroras aguardando al novio que ni la ve ya.
 
Hecha una haraposa, vieja en dos, tres días, íbase hasta el río
a llorar de noche quién fue la encantada novia de la luz! ...
(Fue llegado el tiempo que Kavur predijo, y en unos navíos
la ruina del Reino llegaba, trayendo la espada y la cruz).
 
Mal transfigurada su preñez deforme por el desconsuelo,
un plumaje ralo, sucio y misterioso le cubrió el pudor,
noctámbula suelta del sollozo, pudo levantar el vuelo
una noche, cuando dio a la vida el hijo, fruto de su amor.
 
Transformada en ave, desde aquel entonces por la noche vaga
entregando al viento las lamentaciones de su soledad,
la que fue princesa numen de la estirpe, que una noche aciaga
lloró por ser libre, noctívaga alada por la obscuridad.
 
A su hijito rubio dejó abandonado. Viviente tesoro,
nació entre chircales en lecho de pastos, quien debió ser Rey!
Y al bebé heredero del Reino, en la mano su cetro de oro,
lo llevó a los bosques a cebarlo en mieles su afligida grey.
 
Y allí en el misterio del yerbal inmenso le escoltan sus fieles;
los raudos "pomberos", los "poras" ambíguos, "kurupíes" de amor:
se nutre de frutas, frescas ambrosías y doradas mieles,
esperando un día restaurar al Reino su viejo esplendor.
 
Aprendió este niño remedar los silbos que dan las serpientes
e imitar el canto de todas las aves con un caracol;
suele en los caminos dejar sus pisadas las siestas ardientes;
rubio como el padre, se pone invisible cuando sale el sol.
 
Iluso del rapto, llega a los poblados a rondar preñadas,
silbar a algún niño mostrándole el cetro de su tentación;
de noche, liberta pájaros cautivos, suelta las majadas,
desata capullos de rosas y lirios, como profesión.
 
Su madre hecha ave, mal, mal obscurece se pone en la punta
de un árbol marchito sangrando en lamentos: es el guaimingüé
y el reicito rubio, quizás memorando su raza difunta,
silba entre los cardos yasy-ya-teré-teré-te-te-teé...
 

(1) Propiamente la palabra "Guaraní" corresponde al nombre del hijo heredero de Guarán y no a la raza, cuya denominación es ABA y su idioma es el "ABAÑES".

(2) Genio del mal y por extensión malevolencia: ñáñá. Gü-añá (lengua mala): etimología de CUÑÁ.

(a) Kavure'í (mochuelo) deriva de este presagio de Kavur, y se le atribuye virtudes para cábalas y sortilegios.

(4) Nombre vulgar de Urutaú, que quiere significar el haber sido ese pájaro una vieja.
 
 
 
EL PENAL

El sol cuelga al poniente más grande su medalla
De luz, como trofeo. ¿Por qué paró la ball?
Se oye la voz "fue mano" del referée, que falla;
Cuenta las once yardas: se cobrará un penal.
 
La gritona borrasca del populacho calla.
Dos atletas se enfrentan en lucha personal:
De un lado, bajo el arco, el ágil guardavalla,
Del otro, un artillero del shot sensacional.
 
Suena el pito. Se estudian los dos por un instante,
Y echándose el maestro del goal hacia adelante,
El shot de la victoria martilla de una vez.
Brama un ciclón de aplausos la multitud en masa...
Junto al ángulo, arriba la pelota atenaza
El famoso goalkéeper en un salto de pez.
Asunción, Febrero 1931
 
 
 
LA CANCIÓN DEL SOLDADO

Con vuestra venia, mi Capitán, sólo un momento
che carabina por la guitarra ta cambiamí,
y, oíd amigos, estas canciones de campamento
frente por frente con las trincheras Paraguarí.
 
Paraguaype dejé mi madre, dejé mi novia,
mi casa tengo sobre el mentado Loma Clavel
y en estas tardes de junio triste mi amor se agobia
porque a mi novia, como a mi máuser, quiero ser fiel.
 
     Soy soldado sin partido,
     sin contrario doy mi fe,
     y al llamado de la patria
     voluntario me alisté.
 
Soy voluntario porque me ofende que con traiciones
haga fortuna de sangre y oro con mala fe,
un veinticuatro de octubre siempre pondrá borrones
sobre la historia de sus autores. Cierto jha'é.
 
Por eso vengo retando al "Tigre" para el combate
con generoso noble entusiasmo, casi febril,
y siento el alma de fuerza henchida que goza y late
cuando acaricio la manivela de mi fusil.
 
     Soy soldado sin partido,
     sin contrario doy mi fe,
     y al llamado de la patria
     voluntario me alisté.
 
Jha ndé che rubia de ojos azules, trenzas floridas,
hermosa estrella de blanca lumbre que hizo el Señor
tengas presente si del combate salgo con vida
me iré a abrazarte y moriré entonces recién de amor.
 
Allá se avista sobre la loma tropa enemiga,
queden suspensos dulces rasgueos del mbaracá,
eyó che máuser, adiós Gabriela, mi rubia amiga
ña manó mbake ña triunfa'ynro, mi Capitán.
 
     Soy soldado sin partido,
     sin contrario doy mi fe,
     y al llamado de la patria
     voluntario me alisté.
 
 
 
 

ESCUCHE EN VIVO/ LISTEN ONLINE:

LA CANCIÓN DEL SOLDADO de MANUEL ORTIZ GUERRERO

 

 

Intérprete:  ANÍBAL LOVERA y su CONJUNTO

Material:  PARA TI MI CORAZÓN

 

 

 

 

 

 


 


VOZ DE CLARIN

(Cantable nacional)
 
Con el ultraje que nos infiere Bolivia artera,
a nuestro pueblo de brava estirpe pe ndo forsai,
en la gloriosa paz del trabajo y en la guerrera
brega, lo mismo nte oyeportava co Paraguai.
 
Temitindype jhi arado ari jha'e oyayvyva,
la agricultura mborayjhupape jhi ocupación,
y si la insultan y le provocan, opucavyva
porque en la guerra suele batirse más que el león.
 
Ahora Bolivia con sangre y fuego nos amenaza,
de nuestro empuje nunca ha probado jha ndoicuaái ,
ymá guaréichanga icu'ipane jhaguä la raza
bajo los pliegues de la bandera del Paraguay.
 
Nuestros soldados han aprendido que si es forzoso
matar, lo mismo que es necesario saber morir,
de esta enseñanza de patria herencia se hacen colosos
jha guerra jhape nga co anichene ñaño motí.
 
Oí jhetacuepe, los bolivianos ñande rasane
pero en la recia pujanza brava, no puede ser!
Ñamano mbavo cuimba'ecuera catu opu'ane
heroína eterna, la paraguaya bella mujer.
 
Yaye alistáke, hermanos cuera, de noche y día
a la defensa de nuestro rico Chaco sin fin,
ñajhendumita cu ymá guaréicha clara armonía
jhetia'eteva ñande apysape VOZ DE CLARIN.
Asunción, 1929.
 
 
 
 
 
 
 
LA PARAGUAYA, KERASI, NE PORE’ÎN, ÎSAPÎ RESA MIMI, YUKERIMI,
 
ÎVAGA JHOVÎ y PORANGUERECO ARA.

.

 

 

 

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