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LILIANA M. BREZZO

  LA GUERRA CIVIL DE 1922-1923 (Autora: LILIANA M. BREZZO)


LA GUERRA CIVIL DE 1922-1923 (Autora: LILIANA M. BREZZO)
LA CUESTIÓN DEL "PROVISORIATO"

Y LA GUERRA CIVIL DE 1922-1923

 
 
 
EUSEBIO AYALA pertenecían al sector de los miembros más influyentes del radicalismo, uno de los hombres más ponderados y capaces de la escena política y amigo decidido de Schaerer. Debía desempeñar la presidencia en forma provisoria hasta la elección de un mandatario que completase el período constitucional. Aseguró, al asumir el cargo, que daría continuidad al programa de GOBIERNO DE GONDRA, y en el gabinete que constituyó predominaron, en efecto, los gondristas, lo que fue consentido a regañadientes por el senador Schaerer y su grupo, en aras de la reconciliación partidaria. ROGELIO IBARRA ocupó el ministerio del Interior, ALEJANDRO ARCE el de Relaciones Exteriores, ELIGIO AYALA asumió como ministro de Hacienda, ELÍSEO DA ROSA como Ministro de justicia, Culto e Instrucción Pública y el coronel MANUEL ROJAS ocupó la cartera de Guerra y Marina.
 
No obstante sus esfuerzos, el nuevo presidente no logró armonizar las dos corrientes radicales que se enfrentaban violentamente. En los primeros meses del año 1922 la situación política del país continuaba en una completa desarmonía entre los partidos y en total desorientación dentro de cada partido.
 
Según informaba el representante argentino, Laurentino Olascoaga, "cada grupo luchando por llegar al poder y obtener las prebendas del presupuesto; no les interesan las soluciones pacíficas o patrióticas".
 
En abril de 1922, al inaugurarse las sesiones ordinarias del Congreso, el presidente Ayala destacó que la paz y el orden se habían preservado y las finanzas públicas estaban en vías de restauración, e instó al Poder Legislativo a que tomase una decisión en cuanto a la convocación del pueblo a comicios, ante "la necesidad de constituir un Poder Ejecutivo con un mandato que no sea precario". Los gondristas se mostraban inclinados a confirmar al doctor Ayala en la jefatura del Estado; los schaeristas, descontentos con algunas decisiones del presidente, decidieron acompañar una propuesta de la representación colorada en el sentido de convocar a elecciones de inmediato.
 
El representante argentino en Paraguay ofrecía el siguiente cuadro de la situación política paraguaya: "la fracción gondrista, que encabeza Guggiari, sigue insultando por su diario El Liberal, al señor Schaerer y a su fracción; a su vez, el grupo colorado ataca las dos fracciones anteriores con su diario Patria y estos ataques de los diarios continúan más agrios en el parlamento con motivo de la solución del PROVISORIATO PRESIDENCIAL DEL DOCTOR AYALA. Schaerer se inclina por la continuación de Ayala hasta el final del período que correspondía a Gondra, aún a costa de las presiones de su grupo que desea que se nombre al coronel Chirife para reemplazarlo. Por su parte, los gondristas aceptan la continuación de Ayala, conservando ellos mayoría en el gabinete, es decir, que se mantengan, al menos, tres ministros gondristas en la forma que estaba conformado en ese momento el gabinete. Los partidarios del señor Schaerer piensan que de continuar Ayala en la presidencia, debe ser con mayoría schaerista en el gabinete". Este intrincado político parecía de difícil solución y se pensaba que todo concluiría con la asunción del mando del coronel ADOLFO CHIRIFE.
 
Pues bien, los primeros meses del año 1922 transcurrieron, entonces, en medio del enfrentamiento de los partidos: los colorados, los cívicos, los SACOS PUCÚ (gubernistas) y los CONSTITUCIONALISTAS o REVOLUCIONARIOS. Los colorados eran los que parecían contar con mayor número de elementos y, por lo tanto, los que, llegado el caso, obtendrían el triunfo en una elección libre, pero algunos sectores les achacaban carecer de hombres de relieve, con capacidad suficiente para dirigir los destinos del país. Los cívicos, por su parte, contaban con pocos elementos y si bien sus hombres eran de gran valor, parecían no tener una influencia fuerte en ese momento político. Los GONDRISTAS y GUGGIARISTAS, unidos con los AYALISTAS, formaban un conglomerado sin demasiada cohesión, manteniéndose unidos solo por el éxito.
 
A mediados de mayo, el Congreso sancionó, con el voto de colorados y schaeristas, un decreto legislativo por el cual se determinó que las elecciones presidenciales para completar el período constitucional hasta 1924, se realizaría en julio siguiente, debiendo asumir el mandatario electo sus funciones el 15 de agosto del mismo año 1922. Comenzó a plantearse al mismo tiempo la candidatura a la presidencia del coronel ADOLFO CHIRIFE, Comandante de la Segunda Zona Militar. Con esto, la ruptura entre el presidente Ayala y el sector radical liderado por Schaerer se hizo efectiva. El presidente vetó la decisión del Congreso. La mayoría convocó a Congreso pleno, y adoptó el 30 de mayo una resolución declarando que el Presidente carecía de facultad para vetar un decreto legislativo -que no era una ley-, dictado en ejercicio de facultades exclusivas del cuerpo congresal. En efecto, el veto presidencial había provocado el levantamiento de las Segunda y Cuarta Zonas Militares (de Paraguarí y Villa Rica, respectivamente), bajo el comando de los coroneles CHIRIFE y PEDRO MENDOZA, a incitación de los SCHAERISTAS, y con el argumento de que el veto presidencial constituía un atentado contra la Constitución. Luego se sumó a ellas la Primera Zona Militar, de Concepción, comandada por el teniente coronel FRANCISCO BRIZUELA, al igual que jefes y oficiales retirados de extracción colorada y jarista.
 
El encargado de negocios argentino, LAURENTINO OLASCOAGA calificaba la conducta del presidente de "voluble", señalándola como el principal elemento que agravó la situación: "cuando comenzaron las dificultades políticas en su gobierno, relevó al coronel Chirife del comando de las fuerzas de Paraguarí y al día siguiente lo reponía en su puesto, últimamente, él ha sido causa de la gran excitación pública en que se encuentra el país por su veto a la resolución del congreso que llamaba a elecciones nacionales de presidente y vice para terminar con el provisoriato: pues bien, hoy, después de haber enardecido los ánimos y llevado al país a una revolución ha retirado el veto y en cambio ha lanzado un simple decreto, sin sanción legislativa, llamando al servicio de las armas a todos los ciudadanos de 20 a 35 años para defender la capital amenazada por las tropas de las tres zonas de Paraguarí, Encarnación y Concepción'. Según su perspectiva, Ayala no parecía dispuesto a definirse en política y resultaba que, mientras antes del provisoriato presidencial "era schaerista manifiesto, sin dejar de ser amigo personal de Gondra, hoy parece gondrista acérrimo, dado que ese partido es el que lo sostiene para inculpar a Chirife de un nuevo alzamiento contra el Ejecutivo atacando así al schaerismo al cual pertenece Chirife".
 
El PRESIDENTE AYALA exigió del ministro de Guerra, coronel MANUEL ROJAS, que sometiese el levantamiento, ya sea saliendo al encuentro de los CORONELES CHIRIFE y MENDOZA o atrincherando la ciudad para esperarlos. Después de estas medidas y a pesar de estar ya en contacto las dos fuerzas, Ayala pretendió nuevos arreglos con el levantamiento del veto y propuso la presidencia del CORONEL ROJAS, proposición que fue aceptada por Chirife pero rechazada por los gondristas, que conocían a Rojas como schaerista. Siendo imposible el arreglo a base de Rojas se dieron por definitivamente rotas las relaciones entre los dos bandos y el 30 de junio comenzaron a hostilizarse las vanguardias de ambas fuerzas.
 
El diplomático argentino Laurentino Olascoaga describía, según su personal perspectiva, las causas del enfrentamiento: "Es práctica inconmovible del ambiente social paraguayo finalizar una divergencia política con una revolución o golpe de estado. La historia del Paraguay lo confirma: desde 1880 hasta 1922 han pasado por el gobierno 27 presidentes y han habido 22 revoluciones o golpes de estado, es decir que se demuestra una cierta regularidad la cual demuestra que no se ha cambiado el sistema de las soluciones políticas. Todo el mundo está conteste de que no hay esperanza que cambie el ambiente" En este contexto, Chirife parecía contar con el apoyo de los sectores conservadores y del comercio que veían en él una garantía de un gobierno militar fuerte y duradero.
 
En los días posteriores se desarrollaron con intensidad tiroteos de cañón y fusilería en los alrededores de Asunción, haciéndose notar el avance de las fuerzas del coronel Chirife. El 9 de junio se inició el ataque a la capital, pero los revolucionarios no pudieron romper las trincheras. A pesar de la escasa fuerza, compuesta por la Policía, la Marina y los cadetes de la Escuela Militar, los gubernistas pactaron el apoyo de la Liga de Obreros Marítimos (LOM) quienes bajo la dirección de los militares defendieron la capital y obligaron a Chirife a retirarse "con el propósito de concentrar sus fuerzas en Paraguarí para tratar de batir al gobierno en la mejor oportunidad".
 
Los jefes militares adictos a Schaerer dominaban toda la campaña del país, mientras el gobierno sólo parecía contar con Asunción. Los posteriores encuentros no fueron favorables a los gubernistas: el buque "ADOLFO RIQUELME" fue obligado a refugiarse en el puerto argentino de Itá Ibaté; tampoco los encuentros en Patiño y Yaguarón resultaron favorables al gobierno. Éste decidió utilizar el aeroplano que le llegara de Corrientes para lanzar sobre las fuerzas revolucionarias, antes de tirar las bombas, un volante en el que se aconsejaba a las tropas abandonar a Chirife.
 
A estas alturas, la revolución se había convertido en una guerra civil de consecuencias difíciles de prever.
 
Según los informes enviados por Laurentino Olascoaga a la cancillería argentina, "la absoluta reserva guardada por el gobierno sobre las operaciones parecía indicar que las fuerzas gubernistas tenían serias dificultades, circunstancia que se acentuó al conocerse que el PRESIDENTE AYALA había llamado a PEDRO PEÑA, presidente del partido colorado y le propuso gestionar la paz entre las partes o prestar el contingente de su partido para sofocar cuanto antes el movimiento revolucionario. El hecho es que parecía improbable que Peña pudiera aceptar lo segundo porque a pesar de las negativas, había trascendido que su partido había prestado su apoyo al partido schaerista de la revolución".
 
Los colorados parecían valerse de sus intrigas políticas con la esperanza de llegar al gobierno o participar en él si triunfaran los schaeristas aunque exteriormente promovieron la reunión del senado para propiciar la paz entre los bandos. Pero la clave de esta iniciativa parecía ser, según los informes del ya citado representante argentino en Paraguay, la siguiente: "los colorados pusieron en juego uno de los tantos sistemas usados entre sus políticos, llamando al senado para propiciar la paz y evitando por algunos días el alcance de las tropas del gobierno a Paraguarí mientras se obtenía la contestación del señor Schaerer sobre una proposición entre ellos y los schaeristas para dar un golpe revolucionario en la capital, mientras Chirife atacaba desde Paraguarí y avanzaba hacia Asunción. Se presumía, sin embargo, que Schaerer no aceptaría componendas con los colorados y sólo facilitaría la incorporación incondicional de los colorados, si ellos se la ofrecían.
 
Los representantes colorados solicitaron al ministro argentino les facilitase el transporte de guerra "SAYHUEQUE" para llegar hasta el campamento de Chirife y, según Olascoaga, "tentar una componenda política para plegarse a la revolución si veía posibilidades al triunfo de la misma o volver con antecedentes fidedignos a esta capital y hacer pacto con los del gobierno".
 
Entretanto, en la capital, las relaciones de protección mutua entabladas entre ayalistas y gondristas parecían precipitarse a un rompimiento. Los conflictos políticos entre ambos parecían radicar en las ambiciones de los gondristas, que creían ganada la partida contra la revolución y, por consiguiente, con fuerza para eliminar a Ayala del gobierno y tomar Belisario Rivarola o el mismo Gondra, el mando. A fin del mes de julio de 1922 existía una cierta desmoralización entre las tropas del gobierno por la diversidad de opiniones entre los jefes que respondían al doctor Ayala y los que pertenecían a Gondra. Estas mismas razones parecían haber inducido al jefe de las fuerzas, coronel MANLIO SCHENONI, a pedir su relevo. Se señalaba al GENERAL ESCOBAR como su reemplazante para unificar el pensamiento militar, dado el prestigio que éste tenía entre la oficialidad y la tropa.
 
Para esta época, los revolucionarios contaban con 2000 hombres perfectamente armados, con municiones y con 4 aeroplanos. Chirife disponía también de bombas de mano, 20 máquinas del ferrocarril y numeroso material rodante para su rápida movilidad. Con esto se retiró al otro lado del Tebicuary e instaló un nuevo cuartel general en Villa Rica (a 150 km. de la capital, y a 5 horas de ferrocarril) desde donde pensaba continuar resistiendo y tentar quizás un nuevo avance sobre la capital.
Las fuerzas del gobierno entraron a Villa Rica, pero el ejército revolucionario se había retirado en perfecto orden, respondiendo a la espera de armamento y munición que recibiría, junto a cuatro aeroplanos. Con esto, la revolución adquiría, a mediados del mes de agosto de 1922, una nueva faz porque significaba un avance de los revolucionarios debido a varios factores, además del nuevo armamento.
 
En primer lugar, las tropas de Chirife, Mendoza y Brizuela eran tropas de línea perfectamente disciplinados y con todo su cuadro de oficiales, tenían armamento necesario y muy buenos medios de movilidad, además del prestigio de sus jefes como militares de gran valor y acción En cambio, las tropas del gobierno habían sido reclutadas entre la población civil de la capital, entre elementos de todos los partidos políticos para servir en contra de jefes, como los nombrados, de mucho prestigio. Y si bien poseían todo el armamento y munición necesaria, los oficiales eran improvisados entre los alumnos del colegio militar, y ascendidos para este servicio. Por estas razones se creía que con buena dotación de armas y municiones, el coronel Chirife podría entrar a la capital cuando quisiera.
 
Con motivo de la expiración de su mandato provisorio, el 15 de agosto de 1922, Ayala pasó un mensaje a la Cámara de Senadores en el que daba de hecho prorrogado como consecuencia del estado por el cual atravesaba el país, y se colocó en una actitud intransigente respecto a los revolucionarios, clasificándolos de rebeldes y elementos maleantes de la política del país, lo que implicaba dificultar las probabilidades de un arreglo pacifista. El 12 de setiembre decretó el estado de sitio en todo el territorio de la república, hasta el 31 de diciembre.
 
Los enfrentamientos entre revolucionarios y gubernistas continuaron sin resultados positivos para los bandos. La situación revolucionaria permanecía estacionaria. A cinco meses de iniciada, en octubre de 1922, ninguno de los dos bandos políticos había llegado a dominar la situación. Para ese entonces, el presidente Ayala dio señales de mostrarse permeable a aceptar un ofrecimiento de mediación más o menos favorable a su partido, pero el partido gondrista no parecía dispuesto a aceptarlo. Y entonces habría la probabilidad de que éstos últimos dieran un golpe y se apoderaran de la presidencia. En noviembre, a pesar de los rumores e impresiones de los hombres de gobierno sobre la pronta terminación del movimiento armado, como consecuencia del inminente ataque y destrucción de las fuerzas revolucionarias por las del gobierno, no había esperanzas de su realización. Los continuos anuncios de ataque por parte del gobierno se demoraban en hacerse efectivos.
 
A su vez, circulaba una serie de datos que demostraban anormalidades en la administración de los bienes de estado: "no sería extraño, señalaba en un informe el representante argentino en Paraguay, a esta demora, la finalización de muchos negocios hechos por los dirigentes del gobierno según me han informado y he constatado personalmente en algunos casos, por ejemplo el ministro del Interior e interino de Guerra, doctor Rogelio Ibarra, se compró una valiosa casa y está invirtiendo fuertes sumas en refacciones y arreglos". Asimismo, en la adquisición de paños y pertrechos para equipo de tropa había deudas contraídas, además de requisas que no se abonaban y que sin embargo pasaban a la Contaduría como abonadas a los interesados. También en la fijación de las raciones que se pagaban en el frente se notaba esa irregularidad, pues se apreciaba mucha diferencia entre las raciones que se abonaban diariamente y el número de tropa que existía realmente. Si bien a fines de noviembre los revolucionarios avanzaban sobre la capital no se produjo el choque definitivo entre ambas fuerzas.
 
La pacificación no parecía posible por largo tiempo, según el mismo diplomático, debido a diversos factores: la popularidad del movimiento revolucionario era muy grande y "la gente que les acompaña en el ejército es voluntaria y decidida, lo que contrasta con el ejército del gobierno, con una permanente deserción"; asimismo, los muchos muertos y heridos habidos en familias y partidarios que no parecían dispuestos a perdonar. La estabilidad del gobierno era débil pues el presidente se mantenía en el poder contra la constitución y resoluciones del congreso. Este último, en pleno, eligió al presidente provisorio hasta el 15 de agosto y no habiéndose podido reunir para prorrogar su mandato o reemplazarlo, sus miembros continuaban la propaganda contra el Poder Ejecutivo que consideraban fuera de la constitución.
 
El 29 de diciembre de 1922 regresaron a sus cuarteles de la capital las tropas gubernistas que intervinieron en la contienda revolucionaria luego de siete meses de larga y cruenta campaña. El recibimiento de los mil hombres de las tres armas que desfilaron por la Avenida Colombia fue frío, no obstante el enorme gentío que presenció el desfile. Tal frialdad pudo haber tenido su causa en el cansancio de la población o en la falta de ambiente, entre la masa popular, del presidente Ayala. En enero de 1923, las opiniones gubernistas y las partidarias de la revolución aparecían con diversos contornos. En las esferas oficiales se consideraba la revolución como totalmente terminada y el país completamente pacificado. Fracasó la revolución, se afirmaba, en las distintas intentonas de tomar la capital: en Caí-Puente, en Paraguarí y en combates como el de Florida, en que el ejército gubernista pudo ser fácilmente batido por las tropas revolucionarias.
 
Estas circunstancias parecían llevar a la convicción de que la revolución no contaba con la opinión popular suficiente, dadas las circunstancias especiales del momento, para obtener con su ayuda, el éxito definitivo. También se sostenía que el fracaso de la revolución se debía principalmente a que entre los jefes revolucionarios no existía la suficiente comunidad de ideas para hacer que el triunfo de las fuerzas sublevadas fuere una realidad. Entre los revolucionarios, se explicaba la derrota del ataque a la capital por la traición y falta de cumplimiento a la palabra contraída entre los revolucionarios. Pero confiaban en una rápida reacción de la misma.
 
Entre la gente independiente la opinión era que si la revolución había terminado, la situación era la misma por cuanto las requisiciones continuaban y la falta de seguridad personal eran todavía una realidad.
 
La manzana de la discordia en el partido gubernista era, a esas alturas, la presidencia provisoria. Tanto la facción AYALISTA como la facción GONDRISTA tenían candidatos propios. La primera sostenía al ministro del interior, ROGELIO IBARRA. Para el presidente Ayala era de suma importancia la designación de Ibarra, casado con una de sus hermanas , por lo tanto su hombre de confianza, de quien no abrigaba temor a traición alguna. Los GONDRISTAS sostenían como candidato al doctor EMILIANO GONZÁLEZ NAVERO. Ninguna de las dos facciones se manifestaba dispuesta a consentir el desplazamiento de uno de los candidatos; la única esperanza de solución parecía ser la designación de un candidato de transacción, por ejemplo, se señalaba al GENERAL ESCOBAR. A pesar de que la revolución se diera por terminada, la situación era de expectativa; el gobierno mostraba cierto temor a una reacción de los revolucionarios, exteriorizado en el envío de un fuerte contingente de tropas al norte del país al mando del MAYOR ESTIGARRIBIA -calificado como uno de los jefes de mayor capacidad- para buscar al replegado CORONEL CHIRIFE con sus fuerzas. Por otra parte, el nuevo ministro de Guerra, coronel MANLIO SCHENONI, ordenó proceder con reclutamientos forzosos para engrosar las filas del ejército gubernista, no sólo con los hombres convocados para cumplir el servicio militar obligatorio, sino también niños de 14 años. El propósito era mantener en pie de guerra, en forma permanente, un fuerte ejército y terminar, según expresiones de Schenoni, "con las montoneras revolucionarias que merodeaban por el norte".
 
Entretanto, entre el 25 de marzo y el 3 de mayo de 1923, se reunió en Santiago de Chile la Quinta Conferencia Panamericana. La delegación paraguaya estuvo presidida por el doctor MANUEL GONDRA, al que acompañaban, como delegados, HIGINIO ARBO, ROBERTO ARAYA LAGOS y como secretarios PABLO MAX YNSFRÁN y JUAN MANUEL GARAY. El nombramiento de quien encabezaba el grupo obedecía, según el PRESIDENTE AYALA, a la necesidad de levantar la imagen internacional de la República con una personalidad intelectual como la de Gondra, conocida y apreciada por sus pares americanos.
 
El Paraguay presentó en la 15º sesión del plenario de la Conferencia del 3 de mayo en la Convención Continental con el título de "Tratado para evitar o prevenir conflictos entre los estados americanos". En su carácter de miembro de la Séptima Comisión que se llamó de "limitación de armamentos", don Manuel Gondra expuso los fundamentos del proyecto del tratado: "puede el débil ser justo puede serlo el fuerte pero la injusticia del uno está limitada por su propia impotencia, al paso que la del otro puede pretender llegar hasta donde llegue su fuerza; por eso no pudiendo hacer que el justo sea siempre fuerte, nos hemos empeñado que el fuerte sea siempre justo".
 
Este tratado fue elaborado con el propósito de evitar un conflicto armado entre los Estados Americanos mediante un sistema obligatorio de investigación y conciliación que estipulara un período en el cual las partes contendientes, mientras durara el proceso de conciliación se abstuvieran de movimientos militares de hecho o en preparación. GONDRA regresó a Asunción el 17 de mayo cuando EUSEBIO AYALA ya no ocupaba la presidencia.
 
Entretanto, en abril de 1923, el Congreso resolvió aceptar la renuncia presentada por EUSEBIO AYALA, designando en su reemplazo al ministro de Hacienda, ELIGIO AYALA, como presidente provisorio. La insegura situación política causaba enormes perjuicios a la economía del país: se temía la pérdida de los cultivos de algodón por la ausencia de recolectores reclutados o enrolados en las filas de la revolución.
 
Las fuerzas gubernistas permanecían estacionadas en Luque y Paraguarí sin intentar ningún movimiento ofensivo, una inacción que causaba extrañeza después que el gobierno recibió y distribuyó armas compradas en Chile. Finalmente, cuando en el mes de mayo las tropas revolucionarias se encontraban en Caacupé, distante sólo 51 kilómetros de la capital, el gobierno decidió entablar negociaciones de paz. Los rebeldes le trasmitieron las siguientes bases: disolución de los tres poderes del estado, la convocatoria a elecciones y la formación de un gobierno nacional. El gobierno las rechazó, proponiendo, en su lugar, el pago de 10 millones de pesos en concepto de compra de los armamentos, la concesión de una amnistía general y amplia y el reconocimiento de sus grados a los militares sublevados. Sin llegar a un acuerdo, el 9 de julio de 1923, las fuerzas revolucionarias efectuaron un nuevo ataque a la capital, pero los gubernistas los obligaron a emprender la retirada luego de intensos combates. El gobierno creyó, con razón, que los revolucionarios no podrían reaccionar después de esta derrota en la que perdieron sus mejores jefes (el CORONEL CHIRIFE había fallecido el 18 de mayo de 1923) algunos muertos, otros heridos y prisioneros y las municiones agotadas. Esta derrota del ejército, que no era nacional sino particularista en el sentido de no responder a una estructura determinada sino a las órdenes de Schaerer será uno de los hechos más importantes de toda la década de los años veinte. Las Fuerzas Armadas fueron derrotadas por un ejército conformado por civiles en su mayoría.
 
ELIGIO AYALA asumió la presidencia y constituyó su gabinete con los más altos exponentes de los dos sectores del radicalismo y con hombres de reconocida actuación pública. El ministro de Hacienda, LUIS A. RIART, era un miembro destacado del partido liberal y se lo consideraba, sin duda alguna, como el hombre de mayor relieve del ministerio. Colaborador en el gobierno del doctor MANUEL FRANCO, su competencia y corrección, puestos de manifiesto en el desempeño de su cargo de presidente de la CASA DE CAMBIOS eran hechos reconocidos por sus propios adversarios políticos. El designado ministro del Interior, MODESTO GUGGIARI, era un líder de la juventud radical entre la que gozaba de un enorme prestigio, lo mismo que entre el pueblo. Encarnizado enemigo de los constitucionalistas-revolucionarios se esperaba que intensificase, activamente, la campaña contra los sediciosos.
 
El ministro de Guerra y Marina, coronel MANLIO SCHENONI, había sido colaborador de Ayala en el mismo Ministerio. Se le reconocía preparación militar, pero, en algún sector político, se lo conceptuaba falto de valor personal. La opinión general lo acusaba de haber negociado, en forma escandalosa, con la venta de cueros requisados y se le consideraba como el causante de la duración de la revolución en su afán de lucrar a expensas de la misma.
 
De acuerdo a un informe diplomático enviado por el representante argentino en Paraguay, LUIS CASTIÑEIRAS, en agosto de 1923, la cuestión presidencial era la que agitaba más los ánimos: "al doctor José P. Guggiari se le considera como el candidato de mayor prestigio entre el pueblo, pero es sumamente resistido en algunos círculos. Otro de los candidatos es el ministro del Interior, Modesto Guggiari, que cuenta con bastante prestigio entre la juventud, pero carece de suficiente arraigo y capacidad para ocupar la presidencia. Dada la situación de verdadera anarquía para el partido gobernante, se indica al doctor ELIGIO AYALA, actual presidente provisorio y que aún el mayor número de voluntades, como el futuro presidente. EUSEBIO AYALA, por su parte, cuenta con el respaldo del ministro de Guerra, MANLIO SCHENONI y como el ejército le responde íntegramente, no resultaría extraño que se impusiera. En el seno del partido liberal prevalece la opinión de que el futuro presidente debe ser un hombre animado de un amplio espíritu de conciliación y que sea capaz de atraerse a los SCHAERISTAS, por lo que se destaca la candidatura de ELIGIO AYALA. Pero los GUGGIARISTAS trabajan con ahínco por sus candidatos a pesar de que la Comisión directiva del partido les es adversa".
 
Los empeños y compromisos de la política partidista hacían que se dejaran de lado, posponiéndolos, los vitales y perentorios problemas de orden social y económico que hacían calamitosa la situación del país. La creciente impopularidad de la gestión pública se acentuaba entre el círculo comercial: los dueños de las estancias, comercios, se quejaban de las interminables requisas; muchos abandonaron el país en la imposibilidad de trabajar por falta de garantías. Las libertades personales supeditadas a la voluntad de los políticos, autos de prisión preventiva eran dictados sin fundamento o precepto legal. El representante argentino ante el gobierno de Paraguay describía, con crudeza, que “esta situación es más terrible que la anarquía de nuestro año 20 y que la montonera, porque no responde a la inspiración de un ideal o de una pasión; su finalidad se traduce en el despojo frío y ordenado del patrimonio de la nación. A los políticos pareciera que sólo los inspirara el espíritu de rapiña”. También la cuestión social se presentaba delicada: los obreros marítimos en huelga fueron reprimidos y confinados. Ante este panorama, el período de la presidencia provisoria fue prorrogado hasta que feneciera el período constitucional, el 5 de agosto de 1924.
 
 


Autora: LILIANA M. BREZZO.

COLECCIÓN LA GRAN HISTORIA DEL PARAGUAY, 9

© Editorial El Lector,

Asunción-Paraguay 2010.
 
 
 
 
 
 

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