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MANUEL RIQUELME (+)

  DICTAMEN DEL CONGRESO NACIONAL DE 1865 (DECLARACIÓN DE GUERRA)


DICTAMEN DEL CONGRESO NACIONAL DE 1865 (DECLARACIÓN DE GUERRA)
DICTAMEN DE LA COMISIÓN DOBLE ESPECIAL,
 
AL MUY HONORABLE
 
CONGRESO NACIONAL EXTRAORDINARIO DE MARZO DE 1865

 
 
¡VIVA LA REPÚBLICA DEL PARAGUAY!
 
 

Honorables Señores Representantes de la Nación:
 
 
La comisión doble especial encargada de abrir dictamen al Honorable Congreso Nacional sobre los asuntos que el Poder Ejecutivo ha sometido a su consideración, habiéndose impuesto detenidamente a todos los documentos relativos, tiene el honor de manifestar a V.H. el juicio que ha formado sobre cada uno de ellos, y las medidas que considera necesarias para salvar los grandes intereses de la Patria comprometidos en la lucha a que nos ha provocado la política insidiosa del Imperio del Brasil.

La Comisión considera la ocupación del territorio Oriental con fuerzas brasileras, después de la protesta del Gobierno de la República del 30 de Agosto último que no ha sido contestada, no solo como una provocación injuriosa al honor y a la dignidad nacional, sino también como un atentado contra el equilibrio de los Estados del Plata, condición y base de una paz permanente, y por lo mismo justificada, la prudente medida que ha adoptado el Gobierno de la República, ocupando la parte del territorio de Matto-Grosso que nos ha sido usurpada por el Imperio.

Este hecho ha puesto en pública exhibición la mala fe del gabinete imperial para con la República, y los planes que tenía premeditados contra los derechos territoriales, descubriendo el inmenso armamento que había aglomerado sobre nuestras fronteras, con abuso de los tratados vigentes para apoyar con la fuerza los límites que pretende el Norte.

Ningún gobierno americano tiene acumulados sobre su nombre y política más graves ni más justos cargos por actos de ambición y perfidia que el gabinete brasileño, aún desde el tiempo que ha sido Colonia de Portugal, cuya política ha heredado y seguido constantemente.

La historia, y mucho menos la República del Paraguay, no podrá olvidar jamás el acto palpitante de perfidia del gabinete imperial contra la autonomía de las Repúblicas americanas, consignados en las instrucciones secretas dadas el 24 de Abril de 1830 al Marqués de Santo Amaro su enviado especial en Europa.
El Imperio del Brasil mantiene pendientes cuestiones de límites casi con todos los Estados limítrofes: cuestiones que no pueden dirigirse por la exorbitancia de las pretensiones del Imperio con el manifiesto propósito de tratarlas en las cuestiones de premura de sus vecinos. Notorios son los sacrificios territoriales que en momentos urgentes ha impuesto al Estado Oriental y, no contento con ello, ha introducido en su seno, ha soplado y fomentado la tarea de la discordia, para debilitarlo, poner al frente de su gobierno una entidad rebelde, criatura suya, establecida allí con influencia directa, aproximando la época de la agresión del territorio Uruguayo del Imperio.

Cuando se recuerda la historia de las usurpaciones territoriales que el Imperio ha hecho al Paraguay a merced de los grandes conflictos y largas guerras en que la metrópoli española se veía empeñada con las Potencias de Europa, cuando se trae a la memoria que los siete pueblos de Misiones al otro lado del Uruguay han sido conquistados, siendo posesión española; y que maestros límites al Norte han sido señalados por el marco del Jaurú y la ciudad española de Jerez sobre el Río Mbotetéi, y toda la extensa Provincia de Vera sobre la margen oriental del río Paraná, no puede contenerse la expresión de la indignación nacional, viendo al Imperio empeñado todavía en cercenar más nuestro pequeño territorio y despojarnos de posesiones que han sido consagradas por los sudores, las fatigas y hasta la sangre de nuestros mayores, que fundan los títulos más respetables cíe dominio. Hechos recientes justifican el juicio que formula la comisión sobre los planes ambiciosos de la política imperial con respecto a la República.

En 1850, cuando estábamos en la expectativa de la inminente guerra con que nos amenazaba el dictador Rosas, y sin los recursos bélicos y financieros con que hoy contamos, el Brasil ocupó y fortificó clandestinamente el Pan de Azúcar, territorio de la República.

Con escándalos de la razón, de la justicia y de los antecedentes históricos, ha pretendido traer sus límites hasta el Jejuí, queriendo así vendernos el reconocimiento de nuestra independencia al precio de la mitad de nuestro territorio.

Cuando un gobierno que así procede y ha procedido, siempre explotando la debilidad, la desgracia o los conflictos de sus vecinos, ataca abiertamente bajo los más frívolos pretextos a una república amiga y vecina, ¿no es lícito considerar amenazados los intereses comunes y especialmente de aquéllos con quienes el Imperio mantiene cuestiones pendientes de grave importancia?

Las consideraciones precedentes que la Comisión pudiera acrecentar inmensamente, y no lo hace por brevedad y respeto a la ilustración de V.H.R., justifican la política previsora con que el gobierno de la República ha reclamado el mantenimiento del statu quo y equilibrio de las soberanías del Plata, y juzgando las miras tenebrosas que deja entrever la conducta del Gobierno argentino, sosteniendo que el gabinete Imperial no abriga ambición siniestra sobre el Estado del Uruguay y demás vecinos.

En resumen, la Comisión considera no solo digna de aprobación sino meritoria y laudable la política que S. E. el señor Presidente de la República ha adoptado en la cuestión del equilibrio de los Estados del Plata, como condición de la seguridad, de la paz y prosperidad de la República.

La ocupación de una parte del territorio de Matto-Grosso usurpada por el Brasil al Paraguay, no es más que el justo ejercicio de nuestros derechos en una guerra a que hemos sido provocados, recobrando unas posesiones insidiosamente detentadas.

El dictamen de la Comisión es que V.H.R. debe autorizar al Poder Ejecutivo de la manera más amplia para que continúe la guerra contra el Brasil hasta obtener la más completa reparación de la ofensa inferida al honor, la dignidad y los derechos nacionales, así como para hacer la paz y los arreglos que viere necesarios y convenientes a los intereses de la República, dando cuenta al Congreso Nacional, conforme a la Ley.

La comisión ha considerado seriamente la correspondencia cambiada entre el Gobierno Nacional y el Argentino sobre el paso inocente de muestras tropas por el territorio de la Confederación, y ha visto con sorpresa la conducta inamistosa que el último ha guardado con nosotros, no solo denegándonos el paso terrestre, sino pidiendo explicaciones urgentes sobre la aglomeración de nuestras fuerzas en territorio nacional.

El estado de la guerra entre la República y el Imperio era patente al gobierno argentino y a todo el mundo, no solo por la protesta del 30 de agosto último, sino por las operaciones que tuvieron lugar en la provincia brasilera de Matto-Grosso.

Además, el Gobierno de la República ha manifestado categóricamente al de la Confederación esa situación y el objeto de su pedido.

No se concibe pues la razón del recelo de que el gobierno argentino afecta hallarse poseído con motivo de la reunión de nuestras fuerzas en las fronteras, y solo puede explicarse como la expresión indirecta de la mala voluntad que abriga hacia nuestra cansa, y como un pretexto para favorecer al Brasil.

La República del Paraguay mantiene sus derechos sobre el territorio que comprendía la antigua Provincia de Misiones, y en este concepto la solicitud del Gobierno de la República no podía referirse sino a territorio reconocidamente correntino.

Reclama seria atención el contexto de la negativa del Gobierno Argentino, y la circunstancia de acompañarla con la exigencia de urgentes explicaciones sobre el aumento de tropas paraguayas en territorio Nacional en la izquierda del Paraná, con la manifestación de que el dominio de ese territorio es contestado por la República Argentina. Por Cédula Real del 17 de mayo de 1803 el monarca español estableció un Gobierno particular en el territorio de las Misiones al mando de don Bernardo de Velazco, haciéndolo independiente de los Gobiernos del Paraguay y Buenos Aires, entre los cuales se hallaban divididas.

Pero en 1806 el Gobernador Velazco fue nombrado Gobernador del Paraguay con retención del gobierno de Misiones de indios guaraníes y tapes del Paraná y Uruguay, de manera que, por este acto del Monarca español, el territorio de las Misiones ha tornado a la jurisdicción del Gobierno del Paraguay.

Don Bernardo de Velazco fue el último gobernador español del Paraguay, que ha cesado en el empleo por efecto de la revolución de 1811.

Por consiguiente, este país quedó en el territorio y límites que le demarca el monarca español, y que no fueron alterados al disolverse el antiguo Virreinato.

Además, el Gobierno Nacional ha protestado constantemente contra los pretendidos derechos de la Confederación a ese territorio, y lo ha hecho ocupar y policiar con nuestra fuerza en diferentes ocasiones sin que hayan sido contestadas esos actos por parte del gobierno argentino, antes ni después de la caída del dictador Rosas. Ni puede invocarse el tratado que fue firmado entre el gobierno paraguayo y argentino sobre límites en esa parte, porque no habiendo sido ratificado por la Legislatura argentina, no llegó a tener efecto, y las cosas tornaron a su antiguo estado.

La Comisión entiende por tanto que las fuerzas nacionales en ejercicio de sus derechos, esta vez como en otras ocasiones, pueden transitar libremente el territorio de Misiones, sin injuria del gobierno argentino.

Este gobierno nos deniega el paso terrestre y concede el fluvial, porque las fuerzas navales del Imperio, siendo superiores a las nuestras, impedirían hacer uso de tal concesión, y si la relación de las cosas estuviera en sentido inverso, es lícito suponer que el Gobierno argentino nos denegaría el tránsito fluvial, pidiendo explicaciones sobre la preparación y equipo de nuestra escuadra.

La Comisión funda su juicio en hechos repetidos muy públicos, que manifiestan la malevolencia del gobierno argentino hacia el Paraguay.

La Independencia del Paraguay desde los primeros albores de la revolución que la produjo, ha sido blanco constante contra el que se han dirigido siempre los tiros y las tramas de la política porteña.

Separado el Paraguay del Virreinato de Buenos Aires por la Soberana deliberación de su Representación Nacional, y reconocida su personalidad política, ha guardado una conducta inofensiva y amistosa para los Estados vecinos, y una estricta neutralidad en las disensiones domésticas que los trabajaban.

Sin embargo, el dictador de Buenos Aires atacó su soberanía, insultó groseramente al país y calumnió la administración de su Gobierno.

Para no remontarnos a épocas lejanas, bastará citar algunos hechos que hacen ver lo que el Paraguay puede esperar del Gobierno argentino.

En la disidencia armada y sangrienta de la Confederación argentina, el Gobierno Nacional interpuso su mediación amistosa que, merced a nobles y generosos sacrificios, pudo evitar las funestas consecuencias de una guerra fratricida en que se despedazaban los argentinos. Nacionales y extranjeros reconocieron la importancia de los servicios prestados por el mediador paraguayo. No pasó mucho tiempo, sin embargo, para que ellos fuesen desconocidos y hasta desfigurados.

El primer uso que hizo la prensa porteña de la paz alcanzada mediante los nobles esfuerzos de la mediación paraguaya, fue hostilizarnos retribuyendo los buenos oficios del Gobierno Nacional, con la más negra ingratitud, calumnias e insultos, consecuente con los actos hostiles ejercidos antes de la mediación.

Por nuestra parte se han despreciado estos desahogos y maquinaciones innobles, frutos de pasiones mezquinas, y se ha demostrado una vez más el deseo que tenemos de consultar los grandes intereses de la América del Sur, conciliándolos con los nuestros, lamentando el desborde de la anarquía y del espíritu revolucionario que domina en torno nuestro, y limitándonos a la rectificación de los hechos.

La política de Buenos Aires, considerada a la luz de los antecedentes, no podía traducirse y apreciarse; cuando menos, sino como misteriosa, equívoca e inamistosa.

Consecuente con el principio establecido en el Tratado del 25 de diciembre de 1850 con el Imperio del Brasil, y no pudiendo ser indiferente al Gobierno de la República a la conservación de la autonomía del Estado Oriental del Uruguay, que considera condición de equilibrio, seguridad y paz de los Estados del Plata, y siendo graves las acusaciones dirigidas contra el gobierno argentino, sobre su participación en favor de la rebelión del Gral. don Venancio Flores, público el hecho de que en Buenos Aires, asiento del gobierno argentino, residía una comisión directiva de la revolución oriental, que física y moralmente 1o apoyaba, S.E. el Señor Presidente de la República se vio en la necesidad de pedir amistosas explicaciones al de la Confederación argentina sobre los hechos denunciados, y si bien ofreció ampliamente cuantas explicaciones pueden desearse sobre cualquier hecho o acto que se refiera a la República Oriental, y manifestó hallarse persuadido íntimamente que ésas explicaciones han de producir frutos benéficos para estrechar cada vez más una sincera amistad, con el gobierno del Paraguay, por último las ha eludido, haciéndolas depender de una previa satisfacción de lo que el gobierno oriental haya solicitado, o propuesto al del Paraguay relativamente a su política para con el argentino.

No permitiendo la dignidad del Gobierno Nacional insistir más en las explicaciones pedidas, y primero ofrecidas y luego denegadas por el gobierno argentino, le declaró que colocado en la necesidad de prescindir de ellas, en adelante solo consultaría a sus propias inspiraciones sobre el alcance de los hechos que puedan comprometer la Soberanía e Independencia del Estado Oriental.

Uno de los hechos más graves de que era acusado el Gobierno argentino, es que el programa de su política internacional protegía el pensamiento de reconstruir el antiguo Virreinato de Buenos Aires, y que auxiliaba o cuando menos toleraba el enganche de tropas y el acopio y envío de elementos bélicos al Gral. Flores, para combatir la autoridad legal del Estado Oriental. La negativa por parte del gobierno argentino a suministrar las explicaciones amistosamente solicitadas, importaba pues una confesión tácita de las acusaciones que le eran dirigidas por el gobierno oriental.

Por otra parte, la prensa oficial y oficiosa de Buenos Aires no ha cesado de dirigir injurias, no provocadas, al pueblo y al Gobierno paraguayo. La comisión ha leído con la más viva indignación los libros y diarios que se publican en esa ciudad, en cuanto concierne a nuestra Patria.

Apenas instalados, con diferencia de días, los actuales presidentes del Paraguay y de la confederación, la prensa porteña hizo la propaganda de la guerra contra el Paraguay, predicando la necesidad de que pasara por el bautismo de sangre y una conmoción profunda para entrar en la senda del progreso, como si no fuesen notorios los adelantos que había alcanzado la República bajo su régimen e instituciones actuales.

Tales fueron los primeros ensayos de la demagogia contra nuestra tranquilidad, después de la desaparición del comité revolucionario que se estableciera en Buenos Aires, compuesto de algunos paraguayos rebeldes y extranjeros venales y turbulentos, con el designio de convulsionar al Paraguay al abrigo de utopías desacreditadas y principios anárquicos, sin ocultar siquiera la sacrílega intención de sacrificar la propia autonomía de la Patria a la consecución de sus inicuos propósitos de cambiar el orden legal existente.

El órgano oficial del gobierno argentino ha manifestado mayor animosidad y encono contra el Paraguay y su gobierno, cuando vio que éste sostenía de hecho el principio de equilibrio político de los Estados del Plata, haciendo calurosas manifestaciones de sus simpatías por la causa del Brasil y ardientes voces porque triunfe de nosotros en la presente lucha.

La libertad de la prensa que se alega, no excusa legítimamente la tolerancia del gobierno argentino en orden a los insultos, que su prensa dirige a la República del Paraguay, que respeta y hace respetar en las publicaciones de la suya a todos los gobiernos.

El mencionado comité revolucionario ha levantado de nuevo la cabeza en Buenos Aires, animado por el oro y las intrigas del Brasil, y la prensa del gobierno argentino se complace en franquearles sus columnas y apoyar las calumnias e injurias que vierte contra el Gobierno y pueblo paraguayo.

Esta misma era la táctica de la política porteña respecto del Estado Oriental auxiliando la revolución preparada y lanzada desde su seno contra él por el Gral. Flores que obtuvo su baja del servicio del gobierno argentino con ese objeto, y que ha conseguido entregarlo, debilitado c inerme al yugo del ambicioso Imperio.

Apuntando ligeramente los hechos que demuestran la política malévola que preside a los actos del gobierno argentino para con el Paraguay, la Comisión pasa a examinar a la luz de los principios del derecho la negativa del gobierno argentino al tránsito inocente de nuestras tropas por su territorio.

Arreglándose estrictamente a los principios del derecho internacional, el gobierno argentino debía ayudarnos en la guerra que nos hace el Brasil, rompiendo el equilibrio de los Estados del Plata; porque cuando hay una nación inquieta y maligna, dispuesta siempre a dañara las demás, poniéndoles estorbos y suscitándoles disensiones intestinas, todas las otras tienen derecho de reunirse para reprimirla y reducirla en la imposibilidad de hacer mal.

Es también un principio de derecho que cuando un Estado se vea acometido injustamente por un vecino poderoso que intenta oprimirlo, sí de inmediato puede, tiene el deber de defenderlo.

De modo que ya diese con relación a nosotros, ya con respecto a la República Oriental, el gobierno argentino no ha debido conservarse en la actitud aparente de indiferencia que guarda.

La negativa al paso de nuestros ejércitos por territorio correntino so pretexto de neutralidad, es un acto de manifiesta parcialidad en favor del Imperio.

Del tránsito no puede resultar daño alguno a la Confederación, puesto que nuestro gobierno le ofreció desde luego esa seguridad y la indemnización conveniente en el caso de algún daño imprevisto; y es un principio del derecho que el tránsito inocente se debe a todas las naciones amigas, extendiéndose el deber tanto a las tropas como a los particulares. Las tratativas más rígidas y más celosas de los derechos del propietario, acuerdan el derecho de tránsito cuando hay urgente necesidad.

Es evidente que nosotros no entramos en ese caso, porque provocados en la lucha por el Imperio, nos hallamos en la necesidad de salirle al encuentro, antes que se haga más fuerte y venga a encerrarnos en nuestro territorio.

El gobierno argentino negándonos sin buenas razones el tránsito inocente con detrimento de los intereses de las Repúblicas del Plata, se separa de las reglas de neutralidad, y manifiesta su parcialidad con el Imperio.

Desde entonces, la virtud del derecho de la propia seguridad y conservación, el gobierno paraguayo, prescindiendo del consentimiento del argentino, y haciéndose justicia por sí mismo, puede abrirse al paso que necesita con urgencia para salvar sus vitales intereses.

Las consideraciones precedentes adquieren mayor fuerza si se tiene en cuenta los deberes que impone el mantenimiento del equilibrio de los estados, y el solemne compromiso que tiene contraído el Gobierno argentino garantiendo la independencia y autonomía del Estado Oriental, juntamente con el Brasil, bajo cuya presión estaba próximo a expirar, cuando nuestro gobierno solicitó el paso inocente con el laudable objeto de llevarle la protección que urgentemente necesitaba para salvarse, y salvar consigo la dislocación del equilibrio del Plata.

Cuando la neutralidad es observada en sus límites, como la expresión del respeto debido a la soberanía de los beligerantes, no puede inferir agravio alguno, pero ella no es más que cálculo para medrar a la sombra de las revueltas que tal vez se han procurado, con prescindencia culpable de los deberes que impone la conservación de la paz continental, o el equilibrio de los Estados de una vasta región, la Comisión considera que tal conducta no es más que una aprensión encubierta. Mr. Lamartine en su "Historia de la Turquía'", dice: "con referencia a la neutralidad del Austria y de la Prusia en la invasión de la Rusia contra la Puerta Otomana, que es también, como el Estado Oriental en Sud América", la condición necesaria para el mantenimiento de la balanza política en Europa, dice: "Nosotros compadecemos a los gobiernos de Austria y al de Prusia, si pronunciando el no en el fondo de su conciencia, no osan proclamarlo en alta voz en presencia de amigos y enemigos". "Una palabra de estas potencias evitaría el derramamiento de la sangre que va a correr. ¡Su silencio y su inmovilidad serán faltas graves a los ojos de la Providencia que juzga las neutralidades inicuas, como las agresiones encubiertas!".

Refiriéndose al mismo asunto, dice el autor citado: "Nosotros no criticarnos a Inglaterra ni a Francia por haber proclamado, hasta una contemporización deplorable, los esfuerzos que han hecho por conservar la paz del mundo. Nosotros aborrecemos la guerra inicua, la guerra ambiciosa, la guerra sistemática, la guerra caprichosa y aún la guerra impremeditada. Esta guerra es simplemente la defensa de la paz. ¡Vienen tiempos en que los principios más santos atacados por la violencia, tienen necesidad de armarse y de presentar sus bayonetas como la última razón de la humanidad y de la paz!".

La Comisión ha transcrito los dos fragmentos del ilustre escritor francés, porque no solo tienen completa analogía con nuestra situación, sino porque expresan exactamente el pensamiento de la Comisión con respecto a la política del gobierno argentino.

Si el silencio, y la inmovilidad de Austria y de Prusia es una cuestión de interés continental, son considerados como agresiones encubiertas, ¿qué calificación se dará a la política argentina que, proclamando neutralidad, protege abiertamente una rebelión, favorece la acción de un imperio contra una débil república hermana, promueve la discordia en otra que con generosa abnegación sale en defensa de la primera, y de la paz de los Estados del Plata?

¿De qué modo se puede calificar la conducta del gobierno argentino, concediendo un paso que no se le pide, y denegando el que se demanda como necesario o útil para la conservación del equilibrio de los Estados del Plata?

La Comisión piensa entonces que si una guerra sobreviniese con la República Argentina con motivo del tránsito de nuestros ejércitos por nuestro territorio de las Misiones, o por el suyo, no es la guerra, sino simplemente la defensa de la paz, y de nuestra propia conservación.

Si la política antinacional del gobierno argentino no pudo hallar excusa en la opinión del mundo, ni ser justificada por motivo alguno, la que inicia con la República del Paraguay, debe merecerla con la desaprobación general, una manifestación decisiva del muy Honorable Congreso Nacional.

No contento el círculo que hoy gobierna la Confederación argentina (porque lejos está de la mente de esta Comisión el confundir el pueblo argentino con esta fracción demagógica de Buenos Aires) con provocar y alimentar oficialmente todos los traidores que intentan revolucionar la Patria, como lo practicó en el comité directivo de la revolución Oriental, y desde años y de nuevo con los que bajo la égida del Brasil pretenden ahora ensangrentar la República del Paraguay como hijos espúreos y traidores que son, se vale aún de medios más reprobados y abyectos para hostilizarnos y traernos la guerra que no se considera suficiente para hacerla por si misma a falta de motivos y pretextos plausibles, y por la insuficiencia de sus recursos y capacidad para emprenderla; tales son los insultos más soeces e injuriosos dirigidos al Paraguay y su gobierno, insultos de que se abstendría la clase más ínfima de la sociedad.

Si es licito despreciar producciones tan ofensivas de individuos particulares, o de una prensa venal, no es dable hacerlo, o dejarlo pasar inapercibido, cuando es un gobierno el que por conducto de los órganos que dependen de él, procede de esa manera con una nación y un gobierno como el nuestro, de quien nunca recibió sino favores y una continua manifestación de los más contantes empeños de amistad y consideración.

Proceder tan reprobado por el honor y contrario a todos los medios morales de política internacional, no puede tener otros fines sino aspiraciones perversas y amenazadoras a la integridad territorial, a la soberanía de la nación paraguaya, bien como a su tranquilidad y paz interna y externa.

La Comisión, al trazar el cuadro de la hostil e inmoral política del círculo porteño que así compromete el sentimiento y la política argentina, apoyando y hasta uniéndose a las tendencias seculares de la ambición brasilera, penetrada de la dignidad nacional y del respeto debido a su gobierno, y convencida que no le es posible promover la prosperidad de la Patria con la eficacia debida, en cuanto ella sea expuesta a ser continuamente hostilizada como hasta ahora por el argentino por medios que los principios del Gobierno y honor nacional no le permiten retribuir, no trepida señalar el único camino que a su juicio queda para la vindicación del honor y derechos de la República, y para consultar su seguridad y tranquilidad en el porvenir, recomendando a la consideración de V.H. en el adjunto proyecto de Ley.

Los trabajos administrativos, los decretos y demás disposiciones del Poder Ejecutivo que instruye el informe del Señor Ministro de Estado en el Departamento del Interior, se recomienda por sus benéficos resultados de que los Honorables Señores Representantes son testigos, y son un testimonio de los esfuerzos del gobierno en la República por el adelanto material, moral e intelectual del país. El inmenso adelanto e impulso dado a la agricultura en el corto periodo de la Administración del señor Presidente López mediante la especial protección que se ha dedicado a este ramo, no sólo ha contribuido a mejorar las costumbres públicas y afirmar el orden, sino también a proporcionar recursos y medios de subsistencia de nuestra sociedad en la presente guerra con el Imperio del Brasil y sus emergencias.

El informe del Departamento de Guerra y Marina es sumamente satisfactorio, dando cuenta del estado adelantado de nuestros ejércitos y nuestra Marina, capaces de responder y hacer frente a todas las necesidades de la Patria. Otro tanto sucede con respecto a las fortalezas de la República que poseen los más modernos inventos de armas pesadas portátiles y proyectiles.

Por el mismo informe se ve que nuestra vía férrea alcanza ya la jurisdicción de Paraguarí y el telégrafo eléctrico hasta Villa Franca, de manera que los más poderosos agentes de comunicación, civilización y progreso, van atravesando el interior de la República, y recorriendo los largos de sus costas, en estado ya de prestar muy importantes servicios a la defensa de nuestra causa.

El examen de las cuentas del Departamento de Hacienda, ha producido en el ánimo de los miembros de la comisión no solo el conocimiento sino también la habilidad y delicadeza con que el Gobierno Nacional administra las finanzas publicas que no sólo han hecho frente a las grandes erogaciones que demandan la organización y equipo de nuevas tropas, el mejoramiento de las fortalezas, los preparativos bélicos, el pago de las listas diplomáticas, civiles, militares y eclesiásticas, sino también el aumento del esplendor del Culto Divino, de la instrucción pública y de las mejoras introducidas en el ramo de la industria agrícola.

La Comisión Doble Especial nombrada para abrir dictamen a H.R., asistiendo a todas vuestras sesiones, se ha inspirado en los patrióticos sentimientos de los muy Honorables Representantes de la Nación, de manera que al presentaron el proyecto adjunto de ley, se considera sea recomendada a la justicia, la importancia y la necesidad de que sea sancionado para consultar la seguridad de nuestros derechos, la dignidad, el honor y el decoro del pueblo paraguayo. Los miembros de la Comisión Doble Especial, al dar cuenta de sus trabajos, tienen el honor de saludarles a los Muy Honorables Señores Representantes de la Nación con los sentimientos de su más profundo respeto.

Asunción, marzo 17 de 1865.

JUSTO ROMAN
Presidente de la Comisión


Manuel José Caballero - Liverato Rojas - Pedro Lezcano - Francisco Espinosa - Juan Manuel Benítez - Domingo Antonio Gómez - Sebastián J. Alvarenga - José Carmelo Talavera - Basilio A. Molina - Domingo Arza - Pedro Burgos - Tomás Fritos - José Antonio Bazarás - Isidro Ayala
.
CARLOS RIVEROS
Diputado Secretario





EL SOBERANO CONGRESO NACIONAL

Visto y atendiendo lo expuesto por la Comisión especial nombrada de su seno para dictaminar sobre la grave situación en que se halla abocada la República a causa de la guerra a que ha sido obligada por el Imperio del Brasil, y sobre la política hostil e insultante del gabinete argentino para con la República del Paraguay y su Gobierno, según lo manifiestan:
 
1°) Las dos notas del 9 de febrero próximo pasado, denegando, en protección del Brasil, el tránsito solicitado por el territorio de Corrientes para nuestras fuerzas, a título de neutralidad, mientras en épocas anteriores franqueaban a la escuadra brasilera la ciudad y territorio de Corrientes para depósito de carbón; de víveres, etc., con abierta infracción de la neutralidad invocada.

2°) El desconocimiento del derecho de la República a su territorio de Misiones, situado entre los ríos Paraná y Uruguay.

3°) La protección que de aquel Gobierno recibe al grupo de algunos traidores, que vendidos al Imperio del Brasil enganchan extranjeros mercenarios en el territorio, y hasta en la misma capital de la República Argentina para vilipendiar la enseña de la Patria, levantándola al servicio del Brasil en la guerra que trae a la Nación.

4°) La abierta protección que da al Brasil en su prensa oficial contra la causa del Paraguay, y las reproducciones anárquicas e insultantes con que se provoca la rebelión en el país, y como el ejercicio del derecho de la República en su territorio de Misiones ha de dar al Gobierno Argentino el pretexto de "causs belli" que busca sin encontrar en la política del Gobierno Nacional para hacer efectiva su alianza con el Brasil, cuando por otra parte es indudable la mancomunidad del Gobierno de la Confederación Argentina con el Imperio del Brasil para dislocar el equilibrio político de los Estados del Plata, y no siendo compatible con la seguridad de la República, ni con la dignidad de la Nación y de su Gobierno tolerar por más tiempo este proceder ajeno a toda moralidad, y ofensivo al respeto que se debe a la nación paraguaya, concordando con el dictamen de la comisión.
 


DECLARA

Art. 1°) Apruébese la conducta del Poder Ejecutivo de la Nación para con el Imperio del Brasil, en la emergencia traída por su política amenazadora del equilibrio de los Estados del Plata, y por la ofensa directa inferida al honor y la dignidad de la Nación, y usando de las atribuciones del Art. 3er., título 3° de la Ley del 13 de marzo de 1844, autorízale para continuar la guerra.

Art. 2°) Declárase la guerra al actual Gobierno Argentino, hasta que de las seguridades y satisfacciones debidas a los derechos, a la honra y a la dignidad de la Nación Paraguaya y su Gobierno.

Art. 3°) S. E. el Presidente de la República hará la paz con uno y otro beligerante, cuando juzgue oportuno, dando cuenta a la Representación Nacional, conforme a la Ley,

Art. 4°) Comuníquese al P.E. de la Nación.

Sala de Sesiones en la Asunción, a los diez y ocho días del mes de Marzo de 1865.

JOSE FALCON
Vice Presidente del H.C.N.
Siguen 30 firmas de los Diputados y las de los dos secretarios.


JOSE FALCON
Vice Presidente del H.C.N.
.
BERNARDINO ORTELLADO
Diputado Secretario 2do.
Asunción, marzo 18 de 1565.
 
Publíquese
JOSE BERGES
Ministro de Relaciones Exteriores
 
 
 



Editorial Servilibro,

Asunción, Paraguay 2008.
 
 
 
 

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