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R. ANTONIO RAMOS (+)

  EL PARAGUAY Y EL AUXILIO PORTUGUÉS - Por R. ANTONIO RAMOS


EL PARAGUAY Y EL AUXILIO PORTUGUÉS - Por R. ANTONIO RAMOS
EL PARAGUAY Y EL AUXILIO PORTUGUÉS
 
 
 
EL PARAGUAY Y EL AUXILIO PORTUGUÉS
 
Mientras Velasco se dedicaba a los preparativos para la defensa de la provincia, comenzó sus comunicaciones con las autoridades de Río Grande del Sur. El 31 de agosto de 1810 se dirigió al coronel Francisco das Chagas Santos, comandante de las Misiones portuguesas, expresándole confianza en la utilidad que unía a los soberanos de los dos países al hacer causa común en Europa y en las colonias ultramarinas. Pero las palabras del gobernador español no llegaron a satisfacer a Diego de Souza, que también tenia recelos de los preparativos bélicos del Paraguay. De consiguiente pidió explicaciones a Velasco, por los movimientos de las tropas del comando de éste, en las proximidades de la frontera de los dominios del Príncipe Regente. (1)

Souza ignoraba la actitud paraguaya frente a la invasión de Belgrano y de consiguiente no podía tomar determinación alguna antes de conocer los sucesos ocurridos en la provincia. De ahí su nota al conde de Linhares, del 3 de febrero de 1811. Decía el gobernador de Río Grande: «Puesto que en el presente es difícil comunicarse con el Paraguay he de procurar los medios para sostener la opinión de su gobierno, y saber los sucesos de las tropas de Buenos Aires contra aquel gobierno, donde dice fueron ya batidas, pero de lo cual nada consta con certeza por la vigilancia que hay y no dejan pasar para aquí del Paraguay noticias algunas». (2) El interés era explicable. Estaba dentro de las preocupaciones de la corte portuguesa que el Paraguay no cayese bajo la hegemonía de Buenos Aires.

El mismo día Souza se dirigía también a Francisco Xavier de Elío, nuevo virrey del Río de la Plata. Al expresarle los cordiales parabienes por su elección, agregaba: «me lisojeo de que los sentimientos de V.E. sean tan fundados en cuanto son los de mi corte para sustentar dignamente los derechos del Señor Rey D. Fernando VII, a los cuales parece que no poco se opone la conducta de la Junta de Buenos Aires y aunque me faltan las precisas nociones para poder adelantar mi opinión, me parece que en caso que ella se resista obstinadamente a la obediencia de V.E., lo que parece probable, teniendo en cuenta los hechos anteriores, convendría que V.E., de acuerdo con el gobierno del Paraguay, y protegido de las tropas de mi mando, entrase sin demora en el proyecto de libertar de la jurisdicción de aquella Junta el territorio del Uruguay y Paraná, como supongo interesa a su posición y a la mía.» (3)
 
En el mismo mes, veinte días después, Souza escribió directamente a Velasco, ya en conocimiento de la actitud del gobernador del Paraguay frente a la invasión de Belgrano y antes de recibir respuesta de su oficio dirigido el 3 al virrey Elío, en el cual proponía una acción conjunta contra Buenos Aires, para expresarle que, adopte o no sus proposiciones el aludido virrey, podría «colectiva o separadamente contar con ellas» y con las fuerzas de su comando, que quedaban «prontas a obrar». (4)

Velasco no dejó de pensar en Portugal. Después de la batalla victoriosa de Paraguarí, Belgrano se retiró hacia el sur. El primero ordenó la enérgica y rápida persecución del enemigo, aunque fuese a pie a falta de caballos. En sus instrucciones a Manuel Atanasio Cavañas, jefe de las fuerzas paraguayas, decía a éste, que en esa acción «esta fundada la seguridad del País no solo pr. qe. ella deve alejarlos mucho de nosotros, sino porque debe proporcionarnos la via de la comunicación con Montevideo y Portugal, en cuyos principios devemos de cimentar una parte principal, talves, la mayor de ntra. seguridad y defensa». (5) El cabildo contempló la posibilidad del auxilio portugués, al manifestar al gobernador que las tropas de Vigodet debían socorrer a la provincia, «solas o auxiliadas de los portugueses». (6)
 
Tanto Velasco como el Jefe de las fuerzas paraguayas en operaciones, Manuel Atanasio Cavañas, escribieron en los primeros días de febrero al Coronel Francisco das Chagas requiriendo el auxilio portugués. Si bien el texto de las cartas no conocemos, de su contenido tenemos una clara referencia en el oficio de Souza a Elío del 25 de febrero de 1811. Decía el gobernador de Río Grande del Sur: «Anteayer llegaron a este campamento tres chasques del Paraguay trayendo con la carta para el Señor Don Gaspar Vigodet, tres oficios más, uno del Sr. Don Bernardo de Velasco y dos de Don Manuel Atanasio Cavañas, dirigidos al Coronel don Francisco das Chagas, mi subordinado y comandante en la provincia de Misiones, en los cuales se solicitan tropas de línea de mi gobierno con el fin no sólo de perseguir los restos del ejército destrozado de Belgrano sino de resistir a los nuevos socorros que él pidió de Corrientes y Santa Fe, y principalmente a la división de don Tomas Rocamora, que se conserva en Santa Rosa, sin sufrir pérdida alguna». También en la carta dirigida a Velasco en la misma fecha, Souza menciona los tres oficios antes aludidos. (7)

Souza decía a Velasco que en virtud de las órdenes del Príncipe Regente de «socorrer a las autoridades legítimamente constituidas por el Señor Rey Don Fernando VII y que reconociesen los derechos de la Princesa Nuestra Señora Doña Carlota Joaquina de Borbón, a falta de sus Augustos Hermanos» con auxilios que solicitasen contra los insurgentes de Buenos Aires se preparaba no sólo a alistar dos cientos hombres de tropa sino de ochocientos a mil; que se apresuraba a hacerlos marchar hacia un punto de la costa del Uruguay, donde esperarán órdenes más precisas: que el cruce del Paranã por el paso de Ita Ybaté, indicado por Cavañas, no le parecía prudente; que a su entender tal vez convendría obrar activamente en los distritos del Uruguay y Paraná; que si las circunstancias exigían podría ampliar su protección con una segunda o más columnas; que esperaba la respuesta en San Borja por intermedio de «algún oficial inteligente» con instrucciones competentes para convenir el orden y la seguridad de la marcha de sus tropas, lo que mucho interesaba al «buen éxito de la justa causa» sostenida por ambos. (8)

Belgrano después de capitular en Tacuarí, el 9 de marzo de 1811, abandonó el territorio paraguayo. La noticia de la derrota del ejército porteño recibió Diego de Souza el 22 de ese mes y el mismo día se apresuró a transmitir sus parabienes a Velasco por haber «triunfado gloriosamente de un cuerpo de insurgentes opuestos a los derechos del Sr. D. Fernando VII». Le remetía copias de sus dos últimos oficios, por si no los hubiese recibido. Y agregaba: «Cuente pues V.S. con los auxilios en ellos prometidos y queriendo que nos entrevistemos para coordinar el plan de las operaciones sucesivas, como juzgo preciso, avíseme en que día y lugar nos podamos encontrar para estar allí sin tardanza. El capitán de Dragones Sebastián Barreto, portador del presente oficio, dirá a V. S. más cosas interesantes y le certificará la mucha estima que tengo a las virtudes de V. S. » (9)

Velasco que estaba dispuesto a recibir la ayuda portuguesa, leería con satisfacción la comunicación de Souza, a quien escribió: «Me lisongeo que unidas las tropas del Paraguay con las Lusitanas, toda la América del Sud no es capaz de sustraer los territorios de mi mando de la dominación del Sr. Don Fernando Séptimo y unión a la Metrópoli». (10)

* * *
 
La entrevista propuesta no se produjo ni el capitán Barreto pudo cumplir su cometido. Souza entonces resolvió destacar otro comisionado ante Velasco, el capitán José de Abreu, después Barón de Cerro Largo, para presentarle verbalmente sus «tentos cumplimientos». Abreu era portador del oficio del 10 de abril de 1811, como asimismo el del 22 de marzo que debió entregar el capitán Barreto, en el cual Souza después de noticiar a Velasco de la marcha de Belgrano y su ejército, expresaba: «Pero en las actuales circunstancias en que considero la debilidad de los recursos de Montevideo, creo que es de la mayor importancia que las fuerzas de V.S., auxiliadas por las mias, y conjuntamente con las de Montevideo, sean empleadas a liberar el país del Uruguay de la dominación de Buenos Aires sin lo cual ni su gobierno (el del Paraguay), ni aquel (el de Montevideo) desejarán de estar siempre amenazados o inquietos». En vez de 800 a 1000 hombres hizo marchar hacia San Borja una columna de 1500. En e1 campamento de San Diego y en los Cerros de Bagé existían, más o menos iguales fuerzas para entrar en acción. Habría podido «interceptar los designios de Belgrano» si no hubiese recibido la noticia de que éste había capitulado y que estaban «arreglados los negocios con el Paraguay», ya que su intención se limitaba «a socorrer a las autoridades constituidas por el Sr. Fernando VII y no invadir los dominios ajenos por propia deliberación. (11)

La preocupación principal de Souza estaba en el Uruguay, cuya dominación por Buenos Aires quería evitar. El Paraguay estaba ya libre de ese peligro y sin necesidad de un auxilio inmediato. Como bien hace notar Cardozo la nota de Souza no hacia referencia al «reconocimiento previo de los derechos de la Princesa Carlota Joaquina». El 27 de abril Souza escribió nuevamente a Velasco. Luego de expresarle su preocupación por la demora y falta de noticias de Abreu, le comunicó que salía para «la campaña de Montevideo, actualmente en insurrección e invadida por Manuel Belgrano». Dejaba solamente fuerzas necesarias para la defensa de Río Grande, que no eran suficientes para «obrar sucesivamente». (12)

Abreu llegó a Itapúa, donde esperó quince días la autorización para pasar a Asunción. El 29 de abril, el teniente coronel Fulgencio Yegros, desde ese lejano puerto del Paraná, donde desempeñaba la comandancia de esa zona, comunicó a Souza que al día siguiente Abreu seguía para la capital. Souza agradeció esta atención el 2 de mayo. (13)

Abreu arribó a Asunción el 9 de mayo. Al aproximarse, a nueve leguas de distancia, comenzaron los cumplimientos de Velasco y de los militares entre los cuales se contaba un enviado del teniente coronel Juan Manuel Gamarra. También recibió el saludo de un sacerdote. Abreu expresó en su informe que en la Recoleta «comenzó a reunirse tanta gente en el espacio de una legua de marcha, que cuando llegó... a la residencia del Gobernador Velasco se vio acompañado por más de 3. 000 personas de ambos sexos. Velasco salió a la puerta de la calle donde estaba su guardia y lo recibió con la mayor alegría; y después de conversar por más de dos horas, refiriéndose a los diversos ataques en que batió y venció a los de Buenos Aires, afirmó: «que todo su empeño era ponerse a los pies de la Serenísima Señora Doña Carlota, pues que no reconocía otro sucesor a la Cotona y Dominios de España.» (14)

Indudablemente que la misión de Abreu, a estar por la nota de Souza del 10 de abril, tenía por objeto principal obtener la cooperación del Paraguay para que el Uruguay no cayese bajo la influencia de Buenos Aires. Pero también debía ratificar a Velasco el ofrecimiento de que las tropas portuguesas concentradas en Río Grande del Sur, acudirían igualmente, en un caso necesario, a salvar a la provincia del poder absorbente de Buenos Aires. A Velasco no podría disgustar esta última proposición. Anteriormente ya habría solicitado la ayuda de las tropas de Souza. Por otro lado no es aventurado afirmar que en la conversación de dos horas mantenida por el gobernador español con el agente portugués, éste se habría referido a los derechos eventuales de la Princesa Carlota Joaquina, teniendo en cuenta que las instrucciones del conde de Linhares, recomendaban a Souza que no proceda a proteger a las autoridades y pueblos españoles sino a pedido de éstos y en el caso de que realmente reconociesen y proclamasen los aludidos derechos eventuales.
 
Además, Souza se mostró siempre favorable a la Princesa Carlota Joaquina. Abreu no pudo haber dejado de comunicar todo esto al gobernador. Así se explica que Velasco, partidario del envío de tropas portuguesas, afirmase al comisionado, al terminar su larga conversación; «que todo su empeño era ponerse a los pies de la Serenísima Señora Doña Carlota,» Esta manifestación era una prueba de habilidad de Velasco, pues con ella satisfacía una de las condiciones exigidas para alcanzar la ayuda portuguesa. La reiterará al despedirse de él José de Abreu.

Según el mismo Abreu, Velasco convocó el 11 de mayo al Cabildo y al Obispo para considerar el ofrecimiento del agente portugués. (15) Celedonio José del Castillo, en su nota del 23 de mayo de 1811 a la Junta de Buenos Aires, dice que la convocatoria fue para el 15. Velasco hizo retirar – agrega a «la guardia de Paraguayos que havía allí, dirigiéndose escoltado de los usares con los dos portugueses a él.» (16) La sesión del Cabildo no se celebró el 11 ni el 15 sino el 13 de mayo. El acta correspondiente a esta última fecha es terminante. (17) El mismo del Castillo expresa que el alcalde Antonio de Recalde se opuso a la proposición de los portugueses: la ayuda ofrecida por Souza, bajo la condición de que se «reconociese a la Infanta Doña Carlota como Regenta y heredera de S. M. el Señor Dn. Fernando Septimo» (18) y que con ese motivo refiere Wisner de Morgenstern – también «Velasco se opuso resueltamente a admitir esa ayuda, sosteniendo que el Paraguay tenía fuerzas suficientes para rechazar cualquiera otra intromisión extraña, y por considerar que tal medida importaba un verdadero peligro para la dominación española». Esta versión es la que dio Somellera sobre el ofrecimiento transmitido por Abreu. «El Cabildo del Paraguay – anota en sus notas a Renger y Longchamp – recibió esta oferta como un don de la Divina Providencia y trató de admitirla, pero el gobernador Velasco la repugnó e hizo una oposición fuerte a la admisión del auxilio: varias conferencias hubo sobre ello; pero prevaleció la opinión del Cabildo... El Cabildo del Paraguay extrañó, y llevó a mal la tenacidad del gobernador Velasco al auxilio portugués; hubo acuerdo en que la exaltación de este honrado gefe desmintió su genial moderación: el Cabildo atribuyó a mis consejos la resistencia del gobernador, y no se engañó del todo. Velasco y yo, teníamos presente los requerimientos y protestas que nos habían dirigido el año anterior la princesa Carlota y el infante don Pedro sobre, su derecho a la corona de España, faltando Fernando VII: el gobernador y yo estábamos de acuerdo en este punto, aunque por razones muy diversas.» Somellera agrega: «otro gran motivo Velasco tenía para resistirse al auxilio», el haber recibido, «pocos días antes de llegar Núñez y Abreu con su embajada de Souza» una nota reservada del marqués de Casa Irujo en la que el embajador español «encargaba al gobernador, que por ningún motivo consintiese, que tropas portuguesas pisasen en la provincia, ni con pretexto de sujetar a los insurjentes...» Velasco, según el mismo Somellera y por consejo de éste no informó al Cabildo del oficio de Casa Irujo. (19)

Al error apuntado sobre la fecha de la reunión del Cabildo, debamos agregar que Antonio de Recalde no se opuso a la ayuda portuguesa y si se opuso en un principio habría concordado después, ni tampoco, por consiguiente, pudo haber sido expulsado de la sesión. El acta del Cabildo del 13 de mayo es terminante y no admite dudas ni afirmaciones en contrario. (20) En la reunión de ese día el cuerpo capitular resolvió aceptar «unánimemente» (21) el ofrecimiento de Diego de Souza. El acta está firmada por Antonio de Recalde y los cabildantes Bernardo de Haedo, Bernardo de Argaña, José de Arza, Pedro Pablo Martínez Sáenz, fosé García del Barrio, Joaquín de Enterria, Francisco Riera, Francisco Díaz de Bedoya; José Carísimo, Pedro Ignacio Carrillo y Juan Antonio Fernández. (22)
 
Velasco solicitó el auxilio de tropas portuguesas, teniendo en cuenta el peligro del ejército de Buenos Aires que había invadido la provincia y que luego de las derrotas de Paraguarí y Tacuarí se retiró hacia la otra banda del Paraná. Para mayo el peligro inmediato había desaparecido, si bien que Belgrano podía recibir refuerzos de Corrientes y Santa Fe y se podía esperar hostilidades de la división de Rocamora, conservada sin pérdidas en Santa Rosa.

Esta circunstancia influyó en el ánimo del gobernador, quien no aceptó el ofrecimiento de Souza para el envío de tropas portuguesas, no obstante haberlo pedido anteriormente. Al respecto decía Velasco al Jefe militar de Río Grande del Sur: «En vista de las Cartas de V.E. de 22 de Marzo, y 10 de Abril anteriores, conducidas por el Then. te de Dragon.s José de Abreu, devo contestar a V.E. q.e por ahora no necesita esta Provª el auxilio de tropas q.e tan generosamente me ofrece, esperando que si acaso volviese este País a ser imbadido por los enemigos del Rey no le faltará su protección. –El Theniente Abreu se há portado con la mejor conducta, y no puedo menos de recomendarle a V.E., de quien estimaré me proporcione el auxilio de veinte y cinco mil p.s, q.e es lo q.e por ahora necesito pª mantener la constante fidelidad de estos honrados Provincianos.» (23)

Velasco ya no temía a las fuerzas de Buenos Aires y, en consecuencia, no necesitaba de tropas que viniesen a defender a la provincia, salvo que ésta fuese nuevamente invadida «por los enemigos del Rey», Sólo reclamaba de Souza una ayuda de veinte y cinco mil pesos con el objeto de «mantener la fidelidad de estos honrados Provincianos.» El apremio era de carácter económico. La retirada definitiva de Belgrano impidió que los portugueses apareciesen como auxiliares en el Paraguay y el golpe del 14 de mayo evitó, a su vez, el auxilio de los veinte y cinco mil pesos a que hacia referencia Velasco en su comunicación. El gobernador tenía aun fe en la fidelidad de la provincia, no intuyó la fuerza del movimiento emancipador, que estalló al día siguiente.

El Cabildo estaba informado por el gobernador de los ofrecimientos de Souza. El acta del 13 de mayo no menciona la asistencia de Velasco, pero textualmente expresa: «y estando así juntos y congregados acordaron unanimente (sic) que respecto de que el Sr. Governador Intendente en varias ocasiones ha manifestado confidencialmente a este Ilt.e Cuerpo, los generosos sentimientos de la Nación Portuguesa, de auxiliar a esta Provincia, y defenderla contra los connatos de la Junta de Buenos Ayres que a viva fuerza quiere subyugarnos; y ultimamente nos há ratificado esto mismo el Teniente de Dragones Dn. José de Abreu, enviado con el propio objeto de dho. Sor. Governador por el Iltmo y Exmo. Sor. Capitan gral. Dn. Diego de Souza; escribir a este Gefe en los términos siguientes»... (24)

No obstante la manifestación formulada por Velasco en su oficio a Souza del 13 de mayo, cuando éste se despidió de él aquél expresó, que «sus intenciones sólo eran de ponerse a los Pies de la Señora D. Carlota, como legítima sucesora de D. Fernando 7º»; que Diego de Souza pusiese sus ojos sobre la provincia; y que los documentos firmados por él le habían sido arrancados por la fuerza. (25) Entre las comunicaciones estaba la subscripta por el triunvirato, que se entregó a Abreu en reemplazo de la aprobada el 13 de mayo por el Cabildo. Estas declaraciones no pueden conciliarse con el contenido del oficio aludido y las afirmaciones de Somellera y Morgenstern.

La nota del marqués de Casa Irujo, fechada el 8 de abril de 1811, no la recibió Velasco sino la Junta Superior Gubernativa, once días después de su instalación, el primero de julio. El 3 del mismo mes la dio a conocer por bando. Decía el manifiesto «Pero lo que en este particular ha llenado de satisfacción a la Junta, y debe darla a toda la Provincia, es la carta que acaba de recibir, escrita por el Exmo. Sr. marqués de Casa Irujo, embajador de España en Río de Janeiro, en que después de felicitar a este Gobierno por las victorias de la Provincia, y de manifestar que la reunión anterior de tropas portuguesas en el pueblo de San Borja, había sido dispuesta por el capitán general del Río Grande, con motivo del auxilio de doscientos hombres que de aquí se había pedido, para cortar en su retirada el resto del ejército de Buenos Aires, se contrae a dar a saber a este Gobierno las órdenes estrechas y terminantes que tiene de España, para no consentir, y antes bien reclamar y protestar. (como expresa haberlo ya verificado), contra la entrada de tropas portuguesas a cualquier territorio español, y esto aun cuando se intente baja el pretexto de sujetar la razón política de esta determinación». (26)

El gobernador por lo tanto no pudo haber tenido conocimiento del contenido de la nota de Casa Irujo y valerse de él para oponerse al auxilio portugués, como afirma Somellera.

El españolismo concentrado en el Cabildo que celebró la llegada de Abreu, aceptó el ofrecimiento de Souza, ya anteriormente hecho a Velasco y ahora ratificado par intermedio del primero. De ahí la nota aprobada por unanimidad por el Cabildo, en la sesión del 13 de mayo. La comunicación dice así: «Las generosas ofertas de V.E. conforme a los sentimientos de S.A.R. el Sor Príncipe Regente, manifestadas a este Cabildo por el teniente de Dragones Don José de Abreu enviado de V.E. a esta Ciudad de que ya estabamos cerciorados por nro. govr. capn. Gral el Sor Don Bernardo de Velasco; no han podido menos de exitar el agradecimiento del Cuerpo Capitular que representa a la Provincia. A esta la consideramos segura de otra invasión, teniendo en la Nación Portuguesa en sus valerosas Tropas y en V.E. que dignamente acaudilla, una protección que declarada altamente, hará cambiar a los Insurgentes y a sus infames Satélites, viéndonos baxo su amparo que con sus auxilios y poder inutilizará sus pérfidas sugestiones y seducciones que son sus armas más terribles. Dígnese V.E. admitir nro. agradecimiento y la manifestación de nuestra bien fundada esperanza inspirada del conocimiento que su enviado Abreu nos ha hecho concebir de las recias intenciones de V.E. de sus Tropas y de su Corte, y por nuestra parte suplicamos que con sus conocimientos militares y geográficos, así como el denuedo de sus Soldados oponga V.E. un muro de Bronce a nuestros Enemigos; asegurando a esta fiel Provincia, y a sus leales habitantes de alguna desgracia que pudiera ser de suma trascendencia para los intereses del Rey nuestro Señor Don Fernando Séptimo. » (27)

 

NOTAS

1- Arquivo Histórico de Itamaraty. Livro 1º da correspondencia en resposta que o Ilmo. e Excmo. Sr. D. Diego de Souza, Governador e Capitão-General da Capitania do Río Grande de Sao Pedro deu ao Vice-Rei e Capitão-General do Río da Prata e mais pessoas empregadas da Nação Espanhola limítrofe da dita Capitania desde o ano de 1810 até o de 1814 inclusive». Souza a Velasco, 3 de octubre de 1810.
Revista do Arquivo de Río Grande, Nº 12, pág. 14.
Cardozo, ob. cit., pág. 364.
 
2- Cardozo, ob. cit., pág. 364.
 
3- Arquivo Histórico de Itamarati, cit.
Revista, cit., pág. 16.
Cardozo, ob. cit., pág. 366.
 
4- Arquivo Histórico do Itamarati, cit.
Revista, cit., pág. 17.
Cardozo, ob. cit., pág. 367.
 
5- Biblioteca Nacional de Río de Janeiro. Colección Río Branco I – 30, 24, 55 Nº 2. Velasco e Cavañas, Yaguarón, 29 de enero de 1811.
Cardozo, ob. cit., pág. 368.
 
6- Cardozo, ob. cit., pág. 368.
 
7- Revista, cit., págs. 18 y 19.
Cardozo, ob. cit., pág. 369.
 
8- Arquivo Histórico do Itamarati, cit.
Revista cit., pág. 18.
Cardozo, ob. cit., pág. 369.
 
9- Arquivo Histórico cit.
Revista cit., pág. 24.
Cardozo, ob. cit., pág. 371.
 
10- Revista del Archivo de Río Grande, Nº 9, pág. 48. Velasco a Souza, 29 de marzo de 1811.
Cardozo, ob. cit., pág. 370.
 
11- Arquivo Histórico cit.
Revista cit., pág. 27.
Cardozo, ob, cit., pág. 371.
 
12- Arquivo Histórico cit.
Este oficio está fechado equivocadamente el 27 de marzo. En la nota escrita al pie del mismo por el Barón de Río Branco se hace notar el error salvándolo.
 
13- La nota de Souza en Arquivo Histórico cit.
 
14- Revista do Arquivo Público do Río Grande do Sul. Nº 4, págs. 67 a 78. Francisco das Chagas Santos a Diego de Souza. Esta nota contiene el informe de José de Abreu sobre su misión cumplida en el Paraguay. La tradujo por primera vez Cecilio Báez en su Historia Diplomática, Asunción, 1931, Tomo I, págs. 139 a 144. Otra traducción se debe a Justo Pastor Benítez. Panorama Nº 15. Asunción, 1954, págs. 15 a 18.
En las notas a la obra de Rengger y Longchamp, Pedro Somellera, que fue asesor de Velasco, escribe: «En principios de este mes de mayo habían llegado a Asunción dos oficiales portugueses, Abreu y Nuñez: eran enviados por el general Souza, que mandaba el ejército portugués en la Banda Oriental del Uruguay; su misión era ofrecer una fuerza suficiente, que guardase la provincia y la defendiese, en caso de ser otra vez atacada por fuerzas de Buenos Aires.» Ensayo Histórico sobre la Revolución del Paraguay por Rengger y Longchamp, Edición Especial. Precedida de la biografía del tirano Francia, y continuada con algunos documentos y observaciones históricas por M. A. Pelliza. Buenos Aires, 1883, pág. 202.
R. Antonio Ramos. La Política del Brasil en el Paraguay bajo la dictadura del Dr. Francia. Segunda edición. Buenos Aires – Asunción, 1959, págs. 15 y 16.
Cardozo, ob. cit., págs. 373 y 374.
Julio César Chavez. El Supremo Dictador. Tercera Edición. Buenos Aires, 1958, págs. 96 y 97.
 
15- Informe cit.
 
16- Archivo General de la Nación Argentina. X, 3, 4. Del Castillo a la Junta de Buenos Aires, Pueblo de San José, 23 de mayo de 1811. Copia en nuestro poder por gentileza de Roberto Etchepareborda.
 
17- Biblioteca Nacional de Río de Janeiro. Colección Río Branco. I – 29, 22, 9. Original. El mismo legajo contiene las actas capitulares del Cabildo de Asunción, desde el 1º de enero hasta el 24 de diciembre de 1811.
Cecilio Báez, ob. cit., pág. 133.
 
18- Nota a la Junta de Buenos Aires cit.
Cardozo, ob. cit., pág. 376.
 
19- Francisco Wisner. El Dictador del Paraguay José Gaspar de Francia. 2ª edición. Buenos Aires, 1957. pág. 28.
Cardozo, ob. cit., pág. 376.
Rennger y Longchamp, ob. cit., pág. 202, 203 y 204. El subrayado es del texto.
 
20- El original de este documento hemos tenido la oportunidad de revisar en la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro, en la Colección Río Branco.
 
21- Así expresa categóricamente el acta respectiva.
 
22- Acta cit.
 
23- A.N.A. – Vol. 184 – S. H. – Velasco a Souza, Asunción, 13 de mayo de 1811.
 
24- Acta cit.
Ramos, ob. cit., pág. 16.
 
25- Informe de Abreu cit.
Ramos, ob. cit., pág. 18.
 
26- Molas, ob. cit., págs. 144 a 148.
 
27- Acta. cit.
Báez ob. cit., pág. 133.
Ramos, ob. cit., pág. 16.
 
 
Fuente:
 
 
 
Publicación conjunta de
 
CONSELHO FEDERAL DE CULYURA E DO
 
INSTITUTO HISTÓRICO E GEOGRÁFICO BRASILEIRO
 
Rio de Janeiro - Brasil (1976)

 

 
 

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