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ARTURO RAHI (+)

  CREACIÓN DE BANCOS : 1936 - BANCO DE LA REPÚBLICA DEL PARAGUAY - Por ARTURO RAHI


CREACIÓN DE BANCOS : 1936 - BANCO DE LA REPÚBLICA DEL PARAGUAY - Por ARTURO RAHI

CREACIÓN DE BANCOS : 1936 - BANCO DE LA REPÚBLICA DEL PARAGUAY

Por ARTURO RAHI

 

 

CREACIÓN DE BANCOS : 1936 - BANCO DE LA REPÚBLICA DEL PARAGUAY

 

Cuando se produjo la Revolución del 17 de Febrero de 1936, el Paraguay era el único país de nuestro continente indo-americano que no tenía un banco nacional en operación, si descontamos al BANCO AGRÍCOLA, cuya existencia, según lo pudimos verificar bajo el título respectivo, era meramente nominal, decorativo.

Operaban sí las dos instituciones extranjeras, el BANCO DE LONDRES Y AMÉRICA DEL SUD abierto en 1919, y el banco GERMÁNIMO DE LA AMÉRICA DEL SUD que comenzó a operar en 1925.

Estas tres instituciones componían lo que podríamos llamar el sistema bancario paraguayo. No existía ninguna ley que reglamentara ni controlara su funcionamiento, y estos bancos operaban según los criterios propios y las pocas regulaciones que surgían de la ley de su autorización a operar. En general cumplían con una función interesante a veces importante, cuando apoyaban a la producción, pero por sobre todo, buscaban utilidades en negocios comerciales que beneficiaban, por sobre todo, a un grupo pequeño que se dedicaba al comercio, y no al país.

Este hecho no es criticable, ya que cada empresa busca el resultado para lo que fue establecida, pero debe recordarse el hecho en sí, como una crítica oportuna y justificada a la desidia de tantos gobiernos, que nunca pensaron seriamente en la necesidad de crear un banco nacional, porque creían firmemente que solo la actividad privada era capaz de tal realización, olvidando que un ente privado solo busca su propio beneficio y no el del país. El pueblo trabajador, productor de nuestra riqueza, fue mantenido así al margen y no recibió los beneficios que se merecía por su esfuerzo.

La apertura de la OFICINA DE CAMBIOS al solo efecto del control de la moneda extranjera - divisa -, aunque con precarias herramientas, solo fue una solución parcial que muy poco ayudó al país, especialmente durante los años de 1932 -1935, cuando las necesidades surgidas de la guerra del Chaco mostraron que las medidas tomadas fueron ineficientes e incapaces de cubrir nuestras necesidades, y que sin embargo no movieron al gobierno a realizar cambios substanciales que pudieran salvar los déficits nacionales, porque hubiesen perjudicado los intereses privados del pequeño grupo de la oligarquía que eran los beneficiarios del sistema imperante.

Esto es duro, pero es real, y hay que decirlo. No se movió por parte del gobierno un solo dedo para cambiar las cosas. Más pesó el privilegio de esa oligarquía que las necesidades del país en guerra. Ya lo veremos un poco mas adelante, cómo la riqueza nacional fue saliendo hacia bancos extranjeros para cuentas de unos pocos también extranjeros, mientras el gobierno mendigaba ayuda de otros gobiernos para comprar elementos necesarios para continuar la defensa de nuestro territorio chaqueño.

La Revolución del 17 de Febrero vino a cambiar muchos viejos y obsoletos conceptos, referidos a la economía y a la administración monetaria. El liberalismo que a ultranza fuera implantado en 1870, por gente venida del exterior, al amparo y bajo la protección de ejércitos invasores, veía llegar su fin luego de una experiencia de casi setenta años, en los que los resultados fueron tan malos que la población paraguaya vivía desamparada y en la miseria, y el Paraguay aparte de su historia, nada tenía para enorgullecerse.

El 22 de Febrero de 1936, por Decreto Ley N°- 11, fue autorizado a operar el BANCO DE LA REPÚBLICA DEL PARAGUAY, al que se transfirieron los activos y pasivos de la OFICINA DE CAMBIOS. Sus comienzos deberían basarse en las disposiciones vigentes para dicha Oficina y hasta tanto se le dieran sus nuevas regulaciones.

Fue seguramente el sueño mas largamente anhelado por muchos ciudadanos paraguayos, especialmente por quienes conocían y comprendían el valor social y las consecuencias económicas que un banco bien administrado podía traer para la economía del país. Tener un banco propio, que se encargara de emitir la moneda nacional, controlar y reglamentar su economía monetaria establecer normas para su comercio exterior hasta entonces manejado por particulares para su propio y exclusivo beneficio, y aconsejar al gobierno en los pasos a seguir en la materia bancaria en general.

Con un pueblo empobrecido al máximo y con grandes riquezas nacionales, llevadas del país para beneficio de unas pocas empresas extranjeras al amparo de beneficios otorgados por los sucesivos gobiernos que se fueron sucediendo, gracias a golpes cuarteleros, guerras civiles y elecciones de candidato único, convirtieron al Paraguay apenas en una factoría de capitales ingleses administrados desde la Argentina, y a los paraguayos en parias en su propia tierra, sin una legislación que los protegiera, sin tierras en donde labrar su porvenir o por lo menos de las que pudiera obtener su sustento, ni medios que les facilitara una supervivencia digna y decorasa.

Aunque no sean temas directamente relacionados con la historia bancaria, que es lo que nos ocupa en este trabajo, pero si relacionados a bancos, por tratarse de operaciones que caen bajo la denominación de bancarias, traeremos sin embargo a colación hechos y realidades que hacían a la situación general del país y que eran la causa de nuestra pobreza, la causa de la emigración masiva de nuestra población, la causa de la huída del capital nacional, representado por nuestra producción de bienes, y por qué no decirlo, la causa de la acumulación de grandes riquezas originadas y producidas en el Paraguay, en poder de muy pocos extranjeros domiciliados en el exterior, que gracias a magnánimas y absurdas leyes retiraban del país todo el valor de nuestras exportaciones. Para el país y para el trabajador agrícola, generador de toda esta riqueza, quedaban las migajas. Todo esto justificaba el cambio de nuestra legislación. La apertura de un banco que manejara los problemas monetarios bajo nuevos conceptos, era el imperativo de la hora.

Conceptos diferentes y teorías modernas adaptadas a lo nuestro era lo que se necesitaba. El Paraguay ya no podía seguir bajo la batuta de gente que vivía en el extranjero y manejaba el país a su antojo y para su propio beneficio.

No solamente el cambio de la política económica era necesaria. La apertura de una institución que se encargara de administrar la economía nacional, dictando normas sobre la materia económica-financiera, era más necesaria todavía.

No se podía continuar con la OFICINA DE CAMBIOS, considerando que esta representó durante muchos años a regímenes que sólo pensaron en proteger al grupo dominante antes que crear las condiciones necesarias para lograr por lo menos un mediano crecimiento económico de la población en general. La imagen de la Oficina de Cambios no era la adecuada para seguir representando al nuevo gobierno, que nació bajo auspicios libertarios y con deseos de cambios radicales en el ámbito económico, y uno de los primeros fue sin duda alguna, la apertura de un banco, al que seguirían otros también importantes, como lo fue la expropiación del 100% del valor de nuestras exportaciones, con lo que se daba por terminada la larga sangría de la economía paraguaya.

Los beneficios de nuestra producción dejarían de emigrar del país y quedarían para ser repartidos localmente entre los componentes de nuestras fuerzas productivas.

Entonces comenzaría la existencia de un Paraguay que, similar al que desapareció en 1870, sería administrado por los propios paraguayos, para beneficio del país y de sus habitantes. Aunque la historia hoy ya nos dice otra cosa, por lo que ocurrió posteriormente en 1937, no por eso dejaremos de mencionar aquel intento que bajo tan buenos auspicios y con tan buenas intenciones se iniciara el 17 de Febrero de 1936.

No hablaremos aquí de la causa principal de la desgracia nacional, porque no cae bajo el tema que estamos desarrollando. Nos referimos al latifundio, nacido luego de 1870, gracias a las leyes que el liberalismo importó para beneficio de unos pocos. Este tema da para un libro, pero no es el nuestro ahora. Sin embargo hay que mencionar que el latifundio y el modelo económico adoptado fueron y seguirán siendo, la causa de todos nuestros males.

El sacrificio de nuestra moneda por largos periodos y la reducción del poder adquisitivo nacional, al no expropiarse para el país el valor total de nuestras exportaciones, muy especialmente durante los años trágicos de la guerra del Chaco, dejando que este fuera transferido a Bancos extranjeros, a cuentas no paraguayas precisamente, mientras el país clamaba por un poco de moneda extranjera para comprar elementos necesarios para mantener el frente de guerra, no debe ser olvidado nunca, y por el contrario recordado, para justificar la inmediata acción tomada por el BANCO DE LA REPÚBLICA DEL PARAGUAY.

Es muy fácil leer en los muchos libros escritos sobre la Guerra del Chaco, inclusive en otros muchos que solo tratan de los problemas políticos y administrativos derivados del conflicto, del por momentos desesperante problema de la falta de divisas necesarias para comprar municiones y otros efectos a ser utilizados en el frente de operaciones. Existen telegramas y cartas del Presidente Eusebio Ayala que se han publicado, contestando pedidos del Comandante en Jefe General Estigarribia, quien clamaba por la compra de elementos diversos, afirmando que las arcas del Estado estaban limpias y que el país no estaba por esta cruda razón, en condiciones de realizar nuevas compras, pese a lo desesperante que pudieran ser los pedidos. (1).

Estas respuestas del Presidente de la República, podemos decirlo, son ciertas si se considera el concepto ideológico con que fueron emitidas, pero incorrectas, positivamente falsas, si consideramos que el país producía mucho más de lo que se tomaba en su beneficio. Es que, para los hombres del gobierno, mas valor tenían al parecer los principios liberales que propugnaban la absoluta prescindencia del Estado en todo tipo de actividad comercial y financiera, en el que entonces se incluía el derecho del Estado a expropiar las divisas provenientes de nuestras exportaciones, que la necesidad de salvar a la patria.

Las cifras que se muestran a continuación, son claras y contundentes. Nos están diciendo del valor que ingresaba al país y del que salía limpiamente al exterior:


Año - Total o/s ingresados (2) - Exportaciones en o/s (3) - %

1932 - 23.614,26 - 13.872.900 - 0,18

1933 - 3.036.595,92 - 9.767.500 - 31,09

1934 - 4.420.553,12 - 12.377.800 - 35,71

1935 - 4.082.533,43 - 11.396.100 - 35,82


Estas cifras nos muestran crudamente que el 60% o más del valor de nuestras exportaciones quedaba en manos de los exportadores, que así pasaban a engrosar sus cuentas en el exterior a costa de las necesidades imperiosas del país. Pero debemos ser sinceros. No son estos señores los culpables de esta situación, sino los sucesivos gobiernos paraguayos adoradores del sistema liberal, que privilegiando a estos seòores perjudicaban al Paraguay y a su pueblo.

En este contexto vamos a reproducir algunas opiniones de hombres de la época, que integraban las filas del gobierno, aunque tenían opiniones diferentes a la oficial:

"Actualmente la Oficina de Cambios expropia solamente el 50% del valor de las exportaciones. Los productos son aforados a sus efectos, bastante por debajo de su valor real, salvo excepciones, de manera que en la realidad la Oficina de Cambios recibe menos del 50% de los giros, y los exportadores se benefician con la diferencia, frecuentemente muy elevada. En consecuencia, la Oficina de Cambios, apenas puede servir las necesidades del Gobierno y el comercio y las industrias quedan librados a una escandalosa especulación que se practica sobre los giros expropiados. Ce ahí la suba artificial e incontenible de las divisas extranjeras" (4).

Y continúa otro: "En realidad es sabido que la bolsa negra, sobre la base de la expropiación total del precio de la exportación, solo puede existir en los países de balanza de pagos desfavorables, que en ningún momento, durante la guerra, fue el caso del Paraguay. De ahí que la bolsa negra entre nosotros, no tiene otra explicación que la falta de expropiación total del precio de nuestra exportación. Si esta hubiera sido decretada a su debido tiempo y hubiera sido fiscalizada y cumplido rigurosamente, la bolsa negra, de existir hubiera carecido de importancia, puesto que sus posibilidades se hubieran reducido a la moneda extranjera ya ocultada o exportada, y al producto del comercio clandestino".

"La expropiación total de nuestra exportación visible hubiera producido lo suficiente para satisfacer las necesidades de nuestros importadores, a la vez que hubiera facilitado la fiscalización de las importaciones durante la guerra, que debieron ser reducidas, en lo posible, a artículos de primera necesidad. El sobrante hubiera permitido costear holgadamente la guerra y aún acumular fondos de garantía de la emisión en previsión de años malos o de la prolongación de la guerra" (5).

Palabras estas que dicen de una realidad. Satisfacer el interés de los grupos oligárquicos del poder fue más importante que el interés general de la nación en guerra. No se pretenda, como lo afirmaba el Dr. Horacio Fernández, en nuestras clases de Moneda y Bancos, en la Facultad de Ciencias Económicas, allá por 1952/53, que la expropiación del 100% de nuestras exportaciones, hubiese desalentado la producción, porque es una afirmación peregrina.

Aquí es necesario mencionar que las divisas que salían del país para beneficio de cuentas particulares, debían ser reemplazadas y de hecho lo eran, ya que había elementos que se compraban y se pagaban con estas divisas. Pero ellas eran adquiridas en el mercado paralelo o mercado negro, con el dinero producido por la inflación, al precio que este mercado fijaba.

Es fácil comprender que las divisas así adquiridas eran las mismas originalmente producidas por nuestras exportaciones, reintegradas al país por los exportadores (beneficiarios de las cuentas particulares) para venderlas a precios muy superiores. Quien pagaba estos precios superiores era el pueblo paraguayo que debía soportar las consecuencias de la inflación y no esos beneficiarios de nuestras riquezas que lucraban a dos puntas.

Tampoco tiene valor alguno, la afirmación de que el Paraguay hizo la guerra sin tomar dinero prestado. Es correcto que el sistema financiero internacional nos negó el acceso a los créditos, bajo la afirmación de que el Paraguay no honró sus compromisos anteriores, refiriéndose al caso específico de los famosos préstamos de Londres de 1871-1872 que recién fueron cancelados en el año 1964. Sin embargo es un hecho histórico, que nadie puede negar que nuestro país recibió varios y oportunos préstamos de la República Argentina. El Dr. Vicente Rivarola en sus "Memorias Diplomáticas" nos da detalles completos y esclarecedores de estas operaciones, que fueron el resultado si seguimos al autor, de sus arduas y continuas gestiones personales ante el gobierno argentino y en beneficio del nuestro, en momentos de real necesidad, por la carencia de fondos propios con que cubrir nuestras compras destinadas a equipos y otros elementos para la guerra. (6)

No todos estos préstamos fueron devueltos oportunamente. El mismo Vicente Rivarola afirma que saldos impagos permanecieron por años luego de concluida la guerra, y bien recordamos a nuestro ya citado Profesor Horacio Fernández, quien en sus clases mencionaba, que cuando en 1942 nuestro gobierno inició gestiones ante su similar argentino para obtener la apertura de una Sucursal del Banco de la Nación Argentina en Asunción, este exigió que el capital de la Sucursal debería ser integrado por dinero aportado por la Casa Central del Banco y principalmente, por la deuda que el gobierno paraguayo mantenía desde la guerra. Por cierto que la condición se cumplió y el banco abrió sus puertas.

Pero lo que no se puede negar, y que debe ser recordado, es que la guerra se pagó con un empréstito forzoso que se impuso al pueblo paraguayo, la inflación, que nadie por conveniencia hoy día lo menciona. Es más fácil vanagloriarse con la afirmación, incorrecta por cierto, de que no se obtuvo préstamo alguno, antes que mencionar que los capitales paraguayos, al final de la guerra se habían evaporado y el costo de la vida se había incrementado en porcentajes siderales.

La desvalorización de nuestra moneda frente al peso argentino o al oro sellado, alcanzó cifras que rondan el 600% y aunque esto no es un delito de las autoridades monetarias, si se considera la época que vivimos entonces, de guerra y de necesidades fuera de lo común, nadie tiene sin embargo, el derecho de hacer afirmaciones de que la guerra se hizo sin empréstito alguno, como si el sacrificio de pagar la inflación, que lo pagó íntegramente el pueblo paraguayo, no lo fuera, aparte de pagar un altísimo precio de sangre, que también lo pagó ese mismo pueblo.

Recién el 22 de Febrero de 1936, época ya post-liberal, por Decreto Ley N°°-13, el gobierno paraguayo estableció el monopolio sobre las divisas. La totalidad del valor de nuestras exportaciones comenzó asía ingresar al Banco de la República del Paraguay. Recién entonces se hizo justicia y la legislación fue modificada, aunque ya el precio de la guerra había sido pagado por el pueblo, y una gran parte de nuestras riquezas volaron a cuentas bancarias extranjeras para nunca más retornar al país.

Para completar los cambios de la obsoleta legislación financiera vigente, el gobierno por Decreto Ley N° 11 del mismo 22 de febrero de 1936 según lo hemos mencionado al comienzo de este título, creó el BANCO DE LA REPÚBLICA DEL PARAGUAY, que desde entonces se encargaría de emitir los billetes paraguayos, y aunque con nombre cambiado (BANCO DEL PARAGUAY y BANCO NACIONAL DE FOMENTO) subsistiría hasta nuestros días.

Frente a las condiciones que hemos comentado, ¿se justificaba o no la apertura del Banco de la República? ¿Se justificaba o no el cambio de la legislación cambiaría nacional? ¿Tenía o no asidero lógico y económico el monopolio en la compra de las divisas provenientes de nuestras exportaciones?

No es posible pensar tan siquiera, que la decisión del gobierno no estuviera acertada. Las condiciones del país hacía años que exigían se diera prioridad a los intereses nacionales por sobre los intereses de un pequeño grupo de oligarcas. La situación del paraguayo o de los paraguayos en general que enfrentaban la miseria pese a ser los productores de la riqueza, frente a la opulencia de unos pocos que sin mayor esfuerzo se quedaban con toda esa riqueza, hacía que a gritos se pidiera un cambio que pusiera las cosas en su lugar, que recompensara al pueblo trabajador como este se merecía por su esfuerzo y su sacrificio de todas los días.

El Banco comenzaría operando con los Estatutos de la extinguida Oficina de Cambios, y se haría cargo del Activo y Pasivo de la misma. Aunque sobre los papeles, no se le dió funciones de Banco Central, esa era la meta innegable. Se encargaría de emitir los billetes de la República de comprar todo el valor de nuestras exportaciones y revenderlo a quienes importarían las necesidades del país; de ser agente financiero del gobierno; de dictar disposiciones regulando el sistema cambiario y crediticio nacional, funciones todas estas de la Banca Central. Ya al ser reemplazado por el BANCO DEL PARAGUAY en 1943, esta función estaría bien definida en el Decreto Ley No 5130, que creó este último banco y del que hablaremos más adelante.

También y conforme al Decreto Ley No 11, el Banco de la República del Paraguay ejercería las funciones de banco comercial, operando con depósitos en cuenta corriese, plazo fijo y de ahorros, debiendo pagar intereses por estos últimos, conforme a lo que se estableciera en los respectivos contratos de apertura. Manejaría la negociación de las operaciones de comercio internacional adquiriendo el 100% del valor de las divisas de exportación, que serían utilizadas para pagar nuestras compras en el exterior, de acuerdo a las proporciones y necesidades reconocidas por las autoridades financieras nacionales.

Nadie que razone por encima de las pasiones políticas, podría negar que en 1936 se inició el proceso de cambios que habría de transformar la legislación bancaria nacional. Las convulsiones políticas que siguieron y que culminaron en la dictadura fascista implantada en 1940, no pudieron frenar y tan solo consiguieron retardar los grandes cambios que entonces se iniciaron, y que pasaron a la historia como LA REFORMA MONETARIA Y BANCARIA DEL PARAGUAY, que tuvo inicios en 1941 y culminó en 1945.

Todos los antecedentes de la reforma, que indudablemente se iniciaron con la Revolución de Febrero de 1936, tienen que ser recordados y conocidos. Y por sobre todas las cosas, las causas que crearon una situación tan insostenible, que obligó a la toma de decisiones trascendentales para el país. Podría creerse que no es el lugar adecuado para hablar sobre el tema, sin embargo nosotros creemos que corresponde hacerlo, ya que las causas de la revolución fueron eminentemente sociales y económicas, que tendrían que derivar en los cambios de la legislación y del proceso de desarrollo general del país.

Todo esto debe explicarse, para entender por que vinieron los cambios, y principalmente, para comprender la filosofía de los cambios acaecidos. Estos, en realidad, en muchos aspectos fueron radicales. Es que para salir de un obsoleto sistema liberal, que solo obedecía el mandato de los intereses de unos pocos, y entrar de lleno a reconocer el derecho a participar en todas las actividades nacionales a la inmensa mayoría siempre marginada, se debió proceder a crear instituciones hasta entonces nunca imaginadas para el humilde y sufrido pueblo paraguayo, que pese a ser conocidas y reconocidas en otros países, en el Paraguay eran no solamente negadas, sino consideradas por el régimen vigente, poco menos que anti-sociales.

Todo esto justifica nuestra opinión; los datos incluidos bajo el capítulo de Banco de la República del Paraguay son eminentemente históricos, ya publicados y verdaderos, y nadie podría razonablemente negarlos.

Ya quedó explicado del manejo de la moneda extranjera, con sus consecuencias sobre la pérdida de valor de la moneda nacional, y la aclaración sobre la consecución de préstamos de la República Argentina, que algunos pretenden por conveniencias políticas negarlos, con la afirmación de que la guerra se hizo sin echar mano a préstamo alguno, y la afirmación de otros de su no existencia sencillamente porque ignoran el hecho, aunque quieren opinar sobre el tema.

Todos son temas bancarios que no fueron manejados por un banco, porque no lo teníamos. De ahí que nos hayamos explayado sobre los mismos no solo para demostrar su existencia, sino también para acabar con los mitos, las mentiras y sus consecuencias, los mal entendidos que en nada han beneficiado y si mucho han perjudicado al correcto conocimiento del proceso histórico de nuestro país.

En sus comienzos el BANCO DE LA REPÚBLICA DEL PARAGUAY operó con un capital que bien puede considerarse inadecuado, por lo reducido, ya que al igual que todos los bancos de entonces lo tenía fijado en su ley de creación, en sus estatutos sociales, y cualquier aumento dependía exclusivamente de los aportes gubernamentales, que bien sabemos que no eran fáciles de efectivizar.

Ya cuando por Decreto Ley N° 5130 del 3 de septiembre de 1944, el BANCO DE LA REPÚBLICA se convirtió en BANCO DEL PARAGUAY, el capital asignado a este último fue de G. 6.000.000 o su equivalente de $ 600.000.000. de la antigua moneda.

El BANCO DE LA REPÚBLICA DEL PARAGUAY estaba administrado por un Directorio compuesto de seis miembros, nombrados por el Poder Ejecutivo de la Nación. Uno de ellos era nominado como Presidente y tenía la responsabilidad de administrar el banco, aunque delegando parte de estas responsabilidades en otros colaboradores designados.


(1) Justo es reconocer que cuando más acuciantes eran nuestras necesidades, gracias a las grandes victorias obtenidas sobre el enemigo, éste se encargaba de proveernos de grandes cantidades de pertrechos que reemplazaban así lo que no podíamos comprar. Bolivia, a no dudarlo, fue nuestro mayor proveedor de elementos de guerra. No en balde, en la página 227 de su libro “Patria y Libertad", el Presidente de la República Dr. Ayala dice: "Nuestras tropas actualmente (1°- de Abril de 1935) están armadas en la proporción del 75% con fusiles, armas automáticas (ametralladoras pesadas; livianas y pistolas) y morteros, capturados a los bolivianos".



(2) Memorias del Banco de la República del Paraguay, en Historia Monetaria del Paraguay, de Juan B. Rivarola P., pág. 372.

(3) Análisis de la Historia Bancaria y Monetaria del Paraguay, de Pedro Fernández, pág. 206

(4) Historia Monetaria del Paraguay, Juan B. Rivarola P. pág 370.

(5) Juan B. Rivarola Paoli, libro citado pág. 371.

(6) Segundo Tomo, páginas 230; 340/341, Tercer Tomo, páginas 82/87; 168/178; 195/200 .

 

 

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LA MONEDA Y LOS BANCOS EN EL PARAGUAY

Obra de ARTURO RAHI

 Ediciones Comuneros. Asunción – Paraguay,

1997 (253 páginas)

 

 

 

 

 

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