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JUAN M. CASSANELLO BEDOYA (+)

  POESÍAS DE JUAN MARTA CASSANELLO


POESÍAS DE JUAN MARTA CASSANELLO

POESÍAS DE JUAN MARTA CASSANELLO

 

 

PAISAJES

 

Los naranjos aroman tus calles,

los lapachos te prestan calor,

¡de tus hijos, la gracia y donaire,

son preciada corona de honor!

 

 ASUNCIÓN

 

Del Jaén en las orillas

erigieron un día remoto aquellos Guapos,

su atalaya, que era, -dicen-, "CASA GRANDE"

en defensa del ataque de indios bravos...

 

¡Era sólo una semilla!

Se extendieron las mansiones y sus lares

y surgiendo fue a los cielos, como un Hada,

ASUNCIÓN, que hoy es "MADRE DE CIUDADES"!

 

Allí juran por España

Salazar, el Caballero valeroso;

Ayolas, de aventuras sin iguales;

e Irala, de entusiasmos vigorosos...

 

Allí surge, bendiciendo

el Mártir Paraguayo, Santo amable;

y gobierna con sus sabias enseñanzas,

Hernandarias, el Criollo inolvidable ...

 

Allí luchan con su verbo y con su espada,

Antequera y sus heroicos Comuneros;

en sus manos flameaba por América

de Independencia, el lábaro primero...

 

De allí parten a fundar la populosa,

ingente Buenos Aires, los Patriotas,

y otras tantas Ciudades, que la aclaman;

¡Asunción, de mi América Señora!

 

¡Y allí asciende en día glorioso,

el Sol de Libertad, amplio, sereno,

para hacer de Asunción, Capital bella,

el invicto solar de nuestro Pueblo!

 

CAACUPÉ

 

Allá, tras verde selva, Aldea Cordillerana,

ostenta pura gloria, con galas del Edén;

que allí su amor y gracia, su fúlgida peana,

ha puesto nuestra Virgen: "Tupasy - Caacupé"!

 

De niño, ya mi madre, allí me conducía,

y el agua cristalina me daba de su "Ycuá";

allí sus horas gratas, mi vida entretenía,

y de mi ruego el ánfora, volcaba ante ese altar...

 

Del rancho campesino; de la mansión coqueta;

de la montaña enhiesta; del valle, del erial,

llegaban a esa cumbre, en caravana inquieta

los "promeseros" fieles, llevándole un cantar.

 

Y el Pueblo Paraguayo, con sin igual cariño,

le brinda por doquiera el himno de su amor;

y de su pecho elévale un ruego peregrino...

¡Junto a su Patria guárdele su amante corazón!

 

 

 

ESTAMPAS

¡Y la voz de las guaranias va cruzando nuestros páramos

abrazado en un acorde con ardiente frenesí,

el Pasado rudo oscuro, que hoy renace a sus cantares,

con el fúlgido Presente de la Estirpe Guaraní!

 

 

MI RANCHITO CAMPESINO

 

A la vera del boscaje,

ampliamente dominando la llanura,

se levanta entre naranjos y jazmines

de mis padres el "tapy-í". . .

 

Allí se deslizó rauda mi infancia ...

Mis sueños arrullaba un arroyuelo,

Mis risas repetían los "alonsos",

y mis cantos aprendió el "corochiré" ...

 

Allí las madrugadas me sonreían,

con sus cantos, sus luces y arreboles...

Allí en las tardes de tranquilo ocaso,

ponía un beso en mi frente, el "cuarajhy" ...

 

Allí blanco "yasy" con sus reflejos

cada noche mi lecho iluminaba;

y envolvíame fulgente en sus cendales

cada aurora el lucero matinel...

 

Volaba por los campos... Honda en mano

por los bosques seguía con mil ansias,

a ese ermitaño de la selva oscura,

al silencioso "pycazú" ...

 

Y en las siestas del estío, caldeadas,

daba caza a las "chicharras" barullentas,

o en busca de mieles, asaltaba

al hostil y repleto "camoatí" ...

 

O bien hurtaba los huevos a los nidos

de "piririta", tórtolas y horneros:

para adornar con ellos el pesebre,

de verde "cavoveí", por Navidad.

 

¡Oh las frutas del campo! Mis delicias...

"arará" e "ybapovó" doquier buscaba,

y al "guapurú", pedíales sus broches,

y al dulce, trepador "mburucuyá". . .

 

¡Oh mi lindo ranchito campesino!

Con calorcitos en el frío invierno;

con frescuras de oasis en estío;

y perfumes de incienso a "Tupasy"!

 

Hoy evoco tu añorada silueta,

con las tiernas imágenes queridas,

cuyo recuerdo flota entre los muros,

en el aroma añejo del "tapy-í".

 

¡Ay! ¡Sólo queda mustia y solitaria

la vieja Cruz, envuelta en "madreselvas",

y en sus brazos florecen las memorias

perennes, como flor de "ñanduvay"! ...

 

Cuántas veces yo he vuelto a mi ranchito,

y en sus horcones, lúgubre, apoyado,

deshojaba una triste pasionaria,

y dejaba una lágrima también...

 

¡Ya se fueron... ! No están los que yo amara:

mis abuelos, mis padres, mis hermanos ...

Sólo queda su imagen bendecida

arrullando en el nido ... ¡Y nada más!

 

¡Oh! ¡mentira! Hay algo más, que nunca

ha de morir en la memoria mía:

sus facciones, sus besos, sus palabras...

sus ejemplos, su amor, y su virtud...!

 

Por eso vuelvo a ese ranchito pobre,

para beber sus linfas saludables,

y contemplar doquier, cual si presente,

de mi querida madre, hermosa faz.

 

Y tendiéndome, niño, en aquel lecho,

en que exhaló su último suspiro,

paréceme escuchar desde sus labios:

Hijo mío, ¿jamás me olvidarás?

 

Ah, no te olvidaré, madre ... Que olvide

su lecho el río ... su timón la nave...

su raíz el árbol y su nido el ave...

Ma yo olvidarte ¡Nunca, Madre, jamás!

 

Y volverá al ranchito campesino,

a revivir los prístinos amores;

a vivir otra vez con los que han muerto,

y mientras vivo, ah, no, no morirán!

 

N. B. Motivó esta poesía el recuerdo del ranchito que tenía mi madre en Caacupé, junto al "Aca-roysá" y donde pasé hermosos días, de mi infancia en las Fiestas de Caacupé".

 

 

LA VOZ DE LAS GUARANIAS

 

En los bosques del Pasado, quejumbroso suena un canto

como el eco de sollozos de una Raza que murió...

Y nos llegan como endechas de selváticas "romanzas",

que aún remedan los barrancos y las selvas con dolor...

 

-Fuimos llanto de otros pechos, y gemidos sin recuerdos,

de algún Pueblo que al ocaso de su Historia feneció...!

 -Fuimos canto del ramaje de aquel Árbol ya tronchado,

cuyas flores, cuyos frutos, en vosotros viven hoy...!

 

-¡Fuimos Arpas de una Raza ya "sin lumbre y sin historia",

y mecieron su cordaje, rudas manos de Guarán:

nos despiertan ya otros vates, y con ellos entonamos,

las guaranias tristes, lentas, el Pasado al modular...!

 

-Reviven las nenias de yertas praderas...

del toldo dormido, sutil "kerasy". ..

la agreste silueta de "diosa y pantera" ...

cantares nimbrados con luz de "yasy"...

 

-Y surgen las notas de triste elegía

brotada en las ondas del "Mburicaó" ...

Alados brillantes... Sutil ambrosía,

endulza el "retorno al cálido amor" ...

 

En las tumbas ignoradas de los bosques y las lomas,

a la voz de los acordes, se estremecen los de ayer...

Y se acercan taciturnos, con los ojos espantados,

al oír sus melodías, en el Arpa renacer...

 

-Y la voz de las guaranias va cruzando nuestros páramos

abrazando en un acorde con ardiente frenesí,

el Pasado rudo, oscuro, que hoy renace a sus cantares,

con el fúlgido Presente de la Estirpe Guaraní!

 

 

EL HACHERO

 

(A los amigos "hacheros" de Puerto Pinasco).

 

Tiene el busto descubierto, sudoroso, jadeante,

los nervudos brazos cimbran de los golpes al compás;

mientras hiende el corte recio, del quebracho las entrañas,

y del bosque entre los huecos, el retumbo huyendo va...

 

¡El Hachero! ¡Pobre paria! Hasta ese bosque

hace mucho la miseria le arrojó...

¡Es el rudo anacoreta de la selva milenaria!

¿Hombre o bestia...? ¡Es tu resabio, humanidad!

 

En sus carnes muerde el hambre... allí medran insaciables

los insectos en enjambre... Allí hiere insano el sol...

¡En su frente sudorosa hay un signo de tristeza,

y en sus labios, un gran rictus de callada maldición!

 

Al volver a su guarida, en la tarde silenciosa,

con angustias en el pecho, mira acaso a su redor:

a su esposa macilenta ... cual marchita madreselva;

a sus hijos harapientos... ¡Pobres flores del dolor!

 

¡Ay, dejadle la esperanza a ese ser abandonado,

la esperanza en una Patria, que en él piense alguna vez...

y esa otra, -Ángel hermoso-, de los cielos mensajera,

que sus lágrimas enjugue, y es camino del Edén!

 

 

 

CORAZÓN

y entonces, madre mía, en un perenne abrazo

mi alma con tu alma… ¡se estrecharán!

 

A MI MADRE MUERTA

Cernióse sobre mi alma la noche de mis penas ...

¡Qué hondo, agudo dardo destroza el corazón!

Por qué, Señor, la llevas...? ¿Por qué tiemblas densas

tienden sobre mis ojos mis lágrimas acerbas ... ?

¡Yo siempre la he querido!... ¡Te quiero, Madre mía:

¡Tu amada silueta perdura en mi retina,

como en la piedra fíjase la faz que se grabó...

 

¿Recuerdas...? Me decías:- Te quiero a mi lado,

cuando la Hermana Muerte trasponga ya el umbral...

¡No pude, Madre mía!... Te fuiste al viaje largo

sin que pudiera darte tu hijo idolatrado

del Sacerdote el mando; la dulce despedida;

la bendición postrera; la frase dolorida;

el beso enajenado del postrimer adiós...

 

Te busco entre las sombras de mis oscuras noches;

te llamo en los gemidos sin fin de mi aflicción;

te evoco del recuerdo en los cendales grises;

y voy como un mendigo, pidiendo a los felices

migajas de sus dichas... ¡Una ilusión esquiva!

¡La gota de un consuelo, que apague la sed mía!

¡Una limosna al alma, pidiendo voy, por Dios!

 

Te miro en las diáfanas quietudes de mi cielo:

percibo tu silueta en el primer albor;

tu nombre en su murmullo modula el arroyuelo.

¡Como una Santa, oh Madre, te veo entre mis sueños!

Te encuentro entre mis penas, como una Madre, oh Santa!

¡Te siento entre las brisas, cual corazón que canta

los cantos indecibles de tu infinito amor!

 

Y creo que conmigo te lloran, del rocío

las lágrimas fulgentes que pósanse en la flor;

los pétalos marchitos de los ajados lirios

la lumbre titilante de los sagrados cirios;

el lúgubre tañido de la campana amiga;

las ondas de los ríos; los sauces de la orilla...

¡Del fúlgido lucero, el último fulgor!

 

Cuando en la noche escúchase el lastimero pío

con que en el nido añórase la madre que partió ...

Cuando en el campo lanza tiernísimo balido

su soledad gimiendo, el recental perdido ...

Cuando a mi puerta tiende su desvalida mano

el huérfano en demanda de un corazón humano.

que una limosna diérale en blanco pan de amor...

 

En mi congoja apoyo mi corazón dolido

en la esperanza dulce... ¡Ángel que Dios me da!

¡A su esmeralda, un rayo en mis tinieblas pido,

que me ilumine en tanto mi tétrico camino,

mientras elevo al cielo, de alientos mi plegaria;

¡Señor, yo la he querido!... ¡La quiero con mi alma!

¡Mi alma con su alma... hazlas Señor gozar!

 

Ya va trazando oh Madre, la reja de mi vida

los postrimeros surcos... ¡Acércome al final!

¡Ya escucho en lontananza el dulce Ave María!

¡Y es que va atardeciendo mi luminoso día!

¡Titilan a lo lejos, los eternales faros... !

¡De los eternos solios, ya brillan los topacios!

¡Percibo del gran Puerto, cercano su fanal...!

 

Y entonces, madre mía, en un perenne abrazo

mi alma con tu alma... ¡se estrecharán las dos!

Y volcaré en tus labios, los besos de mis labios;

pondrán mis oblaciones mis manos en tus manos;

y te dirá mi Verbo estrofas no entendidas;

¡Y te dará mi Estro, las cántigas divinas,

con que cantemos juntos, eternamente a Dios!

 

 

EL RETRATO DE MI MADRE

 

Sobre mi mesa de trabajo miro

de mi madre la imagen bendecida;

y al contemplar esa faz querida,

por las regiones del recuerdo giro ...

 

¡En ese espejo sin cesar me admiro,

y recuerdo la infancia de mi vida,

con sus dulces caricias ... Cual florida

primavera, de aromas que aún respiro!

 

Cuantas veces me dicen: ¿Quién es ella?

¡Y yo en arrobos de filial cariño,

respondo: ¡Que es mi madre dulce y bella!

 

Yo besé ese retrato, cuando niño ...

¡Y era de mi vida, amante Estrella!

¡Hoy de mi mesa, alumbra el desaliño!

 

 

LAS TRES MADRES

 

De la selva paraguaya en lo más hondo,

el monótono retumbo se derrama,

de algún hacha montaraz, que el tronco añoso,

con recios ademanes, troncha y tala ...

 

No es un hombre quien la esgrime,

pues al triste leñador, la tumba guarda...

Es la esposa quien al bosque milenario,

a hacer leña viene puntual cada mañana...

 

¡Pobre madre! A su hijito, cariñosa,

le ha hecho una cuna, de una planta

a la sombra dadivosa... De hojas secas

muelle nido le formara

mientras duerme el angelito,

y los ángeles, sus sueños abrillantan ...

 

Por el bosque, lentamente,

husmeando, voraz tigre se adelanta...

Ha dejado en su guarida

los cachorros que amamanta,

y para ellos va buscando, tierna presa,

porque es madre, aquella fiera despiadada...

 

Allí duerme el tierno infante...

Y la bestia, por los juncos y malezas

se le acerca cautamente,

y el felino, cruel zarpazo ya prepara.. .

¡Ah! ¿Qué madre no adivina

con instinto maternal, la escena aciaga...?

Entre el hijo y el hambriento, feroz tigre

esgrimiendo con valor la enhiesta hacha,

se interpone... ¡Pobre madre!

Y una lucha sin igual, allí se entabla ...

 

¡El hachazo, con fragor, al fin, fulmíneo,

del famélico animal, la testa alcanza,

que largándose, impotente, de su presa,

se desploma, con rugido de honda rabia!

 

¡Pobre madre! También ella, al suelo cae,

exclamando; ¡Hijo mío, Dios te ampare!

De la fiera, los zarpazos traspasaron

con letales, anchas llagas, sus espaldas...

 

¿Quién no siente, allá en el pecho, los raudales,

de emociones, anudando la garganta,

ante el cuadro que recubre como un manto,

el follaje de la selva milenaria.. .?

 

¡Yace allí la heroica madre! ... De sus pechos,

el hijito, ya despierto, ríe y mama...

Más allá, del tigre hembra por los flancos,

los famélicos cachorros, se amamantan...

 

Buen amigo, que este cuento has escuchado,

de emoción anudando tu garganta,

si esa bestia, que era madre, a sus cachorros

exponiendo así su vida, alimentaba. . .

si esa otra, madre humana, con su vida,

defendía el caro sér de sus entrañas. . .

Dime al fin si aquella Madre tan Divina,

que a sus hijos, los Humanos, ama y salva,

no librara de la sierpe del Averno,

¿qué sería, pecador, tu pobre alma...?

 

 

ANTE UNA PÁGINA EN BLANCO

 

Ante una página en blanco, diz que a leer me pusieron...

cerré al instante los ojos, para leerla de adentro:

y en ella, escritos he visto: todo el mundo de mis sueños...

de mi conciencia el dictado, de mis obras los bosquejos,

el índice de mis días, y todos mis pensamientos.

¡Que Dios a veces encierra, toda la vida en un pliego!

Rojo tinte allí tenían mis horas de desconsuelo,

letras de oro ostentaban de la virtud mis esfuerzos;

negros, muy negros borrones tildaban mis torpes hechos...

Pero un Ángel, entre tanto, iba pasando sobre éstos

del perdón, la pura huella; sobre las de oro, reflejos

de la infinita mirada; y entre las letras del duelo

esparcía verdes perlas, con la esperanza del cielo ...

Leí en ella, mis prístinas santidades de pequeño;

conté mis fechas sagradas; gusté amores de otros tiempos;

seguí detrás de mis huellas, allí puestas con acierto...

Medité muchas palabras sacadas de libros viejos;

repasé con alegría tantos y tantos consejos:

tantos padres de mi alma, tantos buenos compañeros...

Todo el mundo que he vivido, para seguirlo viviendo

llamó a la memoria mía, de mi vida en los recuerdos ...

Abrí los ojos, creía seguir mi historia leyendo...

¡Y ante una página en blanco, vine como antes, perplejo!

 

 

Fuente:

ALMA Y SENTIMIENTO DE UN POETA PARAGUAYO

Selección de poesías del R.P.Dr. JUAN M. CASSANELLO, salesiano

 Colección “ÑANDUTI LITERARIO”, Vol. I

Editorial Don Bosco, Asunción – Paraguay

1966 (117 páginas)






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