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LUIS VERÓN

  CORONEL BERNARDO LUIS DE VELASCO Y HUIDOBRO - LUIS VERÓN - Sábado, 2 de Abril de 2011


CORONEL BERNARDO LUIS DE VELASCO Y HUIDOBRO - LUIS VERÓN - Sábado, 2 de Abril de 2011

CORONEL BERNARDO LUIS DE VELASCO Y HUIDOBRO

PARTE I

UN HOMBRE CÉLEBRE, PERO DESCONOCIDO

Artículo de LUIS VERÓN

Diario ABC COLOR

 

Una de las figuras centrales de los acontecimientos que produjeron la emancipación política paraguaya en 1811 es, sin dudas, don Bernardo de Velasco y Huidobro, último gobernador colonial español del Paraguay. Es el malo de la película. Pero, ¿qué sabemos de él, para calificarlo así?

 

En realidad, es poco lo que se sabe de Bernardo Luis de Velasco y Huidobro en lo concerniente a sus orígenes: lugar o fecha de nacimiento. Pero sí que pertenecía a una familia de prestigio y que nació en la localidad castellana de Villadiego, cercana a Burgos, España, el 20 de agosto de 1742. Fue uno de los trece hijos de don Miguel Gervacio de Velasco Fernández de Humada y doña Josefa Gabriela de Huidobro y Mier.   

Se inició en la vida militar muy joven. Participó en varias campañas guerreras contra los ingleses y los franceses, donde actuó con eficiencia y valentía, lo que le valió ascensos y honores: teniente de infantería en 1793, llegó a ostentar el grado de “brigadier de los reales ejércitos”.   

Estudioso y de sólida cultura, estudió Matemáticas en Barcelona. De excelente apariencia física, era de temperamento cortés y afable, además de modesto.   

Llevaba 36 años al servicio militar de la Corona cuando el rey Carlos IV le designó en 1803 gobernador político y militar de los treinta pueblos guaraníes y tapes e intendente de la Provincia del Paraguay.   



VELASCO EN LAS MISIONES   

Velasco y Huidobro llegó a la capital virreinal bonaerense el 5 de enero de 1804 y asumió el gobierno de la recién creada provincia de Misiones, prometiendo defender la paz y morir por su defensa, además de fidelidad y lealtad al monarca español.   

Como primera acción, Velasco recorrió los pueblos de las antiguas misiones jesuíticas y remitió un informe al virrey sobre la situación y sus necesidades, especialmente en lo concerniente a defensa militar, dados los afanes expansionistas lusitanos en la región. Para evitar cualquier ataque portugués, propuso aumentar la dotación de las fuerzas militares españolas de la zona, reclutar a criollos y naturales, fundar fortines y adquirir armamentos.   

Una de sus mayores preocupaciones fue el estado ruinoso en que se encontraban las fuerzas militares: sin uniformes, con armamentos en mal estado, sin disciplina, sin reservas, por lo que propuso y encaró medidas correctivas diversas, como la creación de un ejército de naturales de 600 hombres, bien uniformados y armados. Según él, los naturales eran más subordinados, estoicos y eficientes que un ejército de españoles, que, además, resultaría más costoso. Solo logró formar un pequeño ejército de una tercia parte de lo proyectado, por las limitaciones impuestas por sus superiores.   

Para una mejor defensa de los territorios a su cargo optó por soluciones más bien políticas que militares: levantar los poblados en ruina, incentivar las tareas agrícolas y ganaderas, etc.   

Fruto de su eficiente administración, en poco tiempo se experimentó una mejoría en diversos aspectos en la zona misionera: dotó de elementos de labranza a los campesinos y naturales, se logró mejoría en la producción de diversos rubros agrícolas, lo que evitó la migración interna. También incrementó la producción de cueros y yerba mate, fomentando la exportación con otros productos.   

Tomó acertadas medidas financieras y de captación de recursos económicos y administración eficiente de dichos recursos. También dispuso medidas correctivas destinadas a sacar provecho del sistema penitenciario, logrando disciplinar a los reos en el trabajo y la producción, proscribió los castigos inhumanos a los reos.   

Fomentó la educación, que fue extendida a las niñas, cosa inédita hasta entonces. En salud pública, fue uno de los pioneros en la vacunación antivariólica.   



GOBERNADOR DEL PARAGUAY
   

En fin, logró una eficiente administración en el poco tiempo que estuvo en las Misiones, si bien su tarea no fue fácil, pues los problemas no derivaban de las situaciones a cambiar, sino de la mentalidad de muchos funcionarios que debían coadyuvar en la solución de dichos problemas.   
   
Para lograr sus propósitos buscó evitar sacudir muy violentamente el statu quo actuando con cautela, pero eficientemente.   

Las constantes quejas contra el gobernador del Paraguay, don Lázaro de Rivera –en el poder colonial desde 1796–, que si bien al inicio de su administración realizó diversas medidas en beneficio de la población, después fue cambiando para ejercer un sistema despótico, abusivo y corrupto.   

Uno de los cuestionadores de la labor de De Ribera fue el demarcador Azara, con quien mantuvo pésimas relaciones. Este era partidario de que los pueblos de las Misiones y el Paraguay constituyeran una sola gobernación, y en tal sentido aconsejó a la Metrópoli. Propuso para ejercer la gobernación de ambas provincias al eficiente gobernador intendente de las Misiones, Velasco, quien demostró capacidad, idoneidad y honradez y beneficiosos logros.   

Resultados de estos informes fueron el nombramiento por Carlos IV de Velasco y Huidobro como gobernador del Paraguay y la anexión a esta gobernación del territorio de Misiones. El nombramiento se realizó el 12 de septiembre de 1805 y el 5 de mayo de 1806 se recibió del cargo de Gobernador Intendente en una solemne ceremonia en el Cabildo, Justicia y Regimiento asunceño, corporación que presidió la ceremonia en que Lázaro de Rivera le entregó los atributos del poder.   

De esta manera, don Bernardo de Velasco y Huidobro, coronel de Infantería de los Reales Ejércitos de su Majestad, se convirtió en gobernador militar y político, e intendente de la Provincia del Paraguay y de los Treinta Pueblos de Misiones de Indios Guaraníes y Tapes del Paraguay y Paraná.   



AL FRENTE DE LA INTENDENCIA DEL PARAGUAY  
   
Con la creación del virreinato de Buenos Aires en 1776 y luego de seis años, en 1782, se estableció un nuevo sistema administrativo de las provincias españolas de ultramar, con la creación de las intendencias. Su implementación definitiva llevó más de dos décadas, cuando se hicieron los últimos ajustes en 1803.   
  
El virreinato del Río de la Plata lo constituyeron las intendencias de Buenos Aires, Cochabamba, La Paz, La Plata, Mendoza, Paraguay, Potosí y Tucumán, además de las gobernaciones militares de Chiquitos, Misiones, Mojos y Montevideo.   
  
La designación de  Velasco y Huidobro al frente de la Intendencia del Paraguay tuvo como consecuencia directa la ampliación del territorio paraguayo a las Misiones de los antiguos treinta pueblos jesuíticos.    Las atribuciones de los intendentes incluía su autoridad en cuestiones de guerra, hacienda, justicia y policía.   
   
Desde el inicio de su administración promovió la producción de diversos rubros agrícolas, yerba mate y tabaco como los principales, sin descuidar los cultivos de algodón, maíz, mandioca, maní, caña de azúcar, porotos y plantas frutícolas, además de facilitar la comercialización con el mejoramiento de la red vial entonces existente, con los arreglos de caminos, construcción y arreglos de puentes de madera, etc. También puso énfasis en la producción ganadera y creación de estancias.   
   
Promovió la industrialización en rubros: producción de miel de caña, azúcar y aguardiente, elaboración de cuerdas de güembé, fabricación de lienzos, ladrillos, maderas, colorantes naturales, utensilios de cuero, producción de sal.   

Tomó acertadas medidas administrativas para mejorar el manejo de los negocios del Estado provincial, creó nuevos cargos, reorganizó la administración pública, los organismos financieros, los correos, militares, de justicia, etc.   

Velasco continuó la obra de sus predecesores dotando a la ciudad capital, Asunción, de comodidades urbanas, como la construcción de veredas y muros de contención, la perforación de pozos para el servicio de aguas, taponamientos de zanjas, limpieza de calles, y ordenó la construcción de cercos linderos. También se preocupó por la iluminación nocturna con faroles a cargo del erario público, el control de animales sueltos en la ciudad, la atención médica, etc.   

Para la dirección de obras de ingeniería solicitó la presencia en Asunción del ingeniero naval Eustaquio Giannini –quien interinaría la gobernación en 1808/9.   (Continuará...)

1-  Estudioso y de sólida cultura, estudió Matemáticas en Barcelona. De excelente apariencia física,  cortés y afable, además de modesto. Llevaba 36 años al servicio militar de la corona cuando el rey Carlos IV le encomendó la misión.  

2- Velasco continuó la obra de sus predecesores dotando a la ciudad capital, Asunción, de comodidades urbanas, como la construcción de veredas y muros de contención, la perforación de pozos para aguas, taponamientos de zanjas, etc.

3-  Para la dirección de obras de ingeniería en la capital provincial don Bernardo de Velasco solicitó la presencia en Asunción del ingeniero naval Eustaquio Giannini –quien interinaría la gobernación entre los años 1808 y 1809.

1 de Abril de 2011

Edición digital : http://www.abc.com.py/nota/un-hombre-celebre-pero-desconocido/

 

RETRATO DE BERNARDO DE VELASCO

en acuarela italiana por

GUILLERMO DA RE, 1890.

Colección: MUSEO CASA DE LA INDEPENDENCIA.

 

 

CORONEL BERNARDO LUIS DE VELASCO Y HUIDOBRO - PARTE II Y FINAL

EL DERRUMBE DEL PODERÍO ESPAÑOL

 

En el aspecto militar, Don Bernardo de Velasco y Huidobro creó un cuerpo de veteranos rentados, sustituyendo al sistema gratuito hasta entonces imperante, en que los milicianos debían defender el territorio “a su costa y minción”.   
   
Con estas fuerzas, de las cuales era generalísimo, Velasco defendió firmemente el territorio paraguayo cuando se presentaron connatos de violación, como la realizada por la provincia de Corrientes, en 1806.   

Al poco tiempo de asumir en Asunción, Velasco tuvo que partir a Buenos Aires para coadyuvar en la defensa de la capital virreinal ante el ataque e invasión de las fuerzas inglesas. En los dos años de ausencia, lo interinaron don Manuel Gutiérrez y don Eustaquio Giannini.   

Entre 1806 y 1807, Inglaterra llevó adelante los ataques a Montevideo y Buenos Aires, que formaban parte de una estrategia continental para evitar que Napoleón se adelantase a ejecutar un plan de apropiarse de los recursos españoles en América, en beneficio de la industria francesa.   

Enterada Inglaterra del estado de indefensión de las posesiones españolas y de que un importante cargamento de tesoro proveniente de Potosí estaba a punto de ser enviado a la metrópoli, hizo que en 1806 enviara una de las expediciones invasoras a Buenos Aires.    Los ingleses llegaron a la capital virreinal, la invadieron, lograron la rendición de las tropas españolas y se apropiaron del botín, que llevaron a Londres.   

A esta primera sucedió otra en 1807 (esta vez, con las fuerzas militares también vinieron comerciantes) y que fue resistida por los criollos, mestizos e indígenas (con activa participación paraguaya).   

La primera invasión fue en julio de 1806. Velasco fue convocado con urgencia por el virrey Rafael de Sobremonte para el envío de hombres para la defensa de Buenos Aires. Los ingleses desembarcaron al sur de Buenos Aires y con una fuerza de 1.600 hombres, la ocuparon fácilmente. El virrey Sobremonte reunió todo el tesoro de la Hacienda Real y huyó hacia las sierras de Córdoba.   

Pese a las promesas favorables de los invasores, a la cobarde actitud de los españoles, la población civil de Buenos Aires resolvió resistir la invasión y, ante la huida del virrey, nombraron en dicho cargo a un francés al servicio de España, Santiago de Liniers.   

Para la defensa de Buenos Aires, la milicia paraguaya –un Regimiento de Voluntarios de Caballería– partió de Asunción en agosto de 1806. De esta fuerza también participaron hombres que, después tendrían relevante actuación en la gesta de la Independencia: el teniente Fulgencio Yegros, jefe de la Segunda Compañía; capitanes José Fernández Montiel y Cristóbal Insaurralde y los alféreces Fernando de la Mora y Gervacio Acosta, el cadete Antonio Tomás Yegros, entre otros.   
   
Luego del fracaso de la primera invasión, el Gobierno inglés envió otra poderosa flota que invadió la Banda Oriental. Para reforzar la defensa, a pedido del virrey Sobremonte –que había recuperado su cargo, pero no la confianza de sus gobernados, Velasco ordenó el envío de otros 427 hombres, al mando del capitán Manuel Antonio Cohene y Pedro de Herrera.  

Cuando Velasco comunicó al Cabildo en Asunción su posible alejamiento para concurrir a Montevideo a la defensa de Buenos Aires, la población y algunas autoridades intentaron oponerse, pues había demostrado eficiencia e idoneidad como gobernador.   
   
El 3 de febrero de 1807, luego de dos semanas de asedio, los ingleses tomaron Montevideo y Sobremonte nuevamente huyó, pero fue detenido por orden del Cabildo de Buenos Aires. La Real Audiencia tomó el poder virreinal y exigió la presencia de Velasco en Buenos Aires, y, teniendo en cuenta su veteranía y pericia militar, se le nombró Mayor General de las Tropas de Infantería y Caballería, además de subinspector general de la ciudad de Buenos Aires.   
   
A poco de llegar a la capital virreinal, Velasco se hizo cargo de la defensa de la ciudad, tomando acertadas medidas y enfrentando valientemente a los ingleses.  Poco después y como consecuencia del triunfo ante los ingleses, Santiago de Liniers fue repuesto frente al gobierno virreinal.   
   
La intervención de Velasco fue de suma importancia para la victoria sobre los ingleses, por lo que el rey Carlos IV le ascendió a brigadier general de Infantería. Debió de permanecer varios meses más en la capital virreinal para reorganizar la ciudad.    

De regreso a Asunción, Velasco reasumió su gobierno el 9 de junio de 1809.   

Interin ocurrían los hechos mencionados, el otrora poderoso imperio español, anquilosado, hacía agua por todos los costados. Esto alentó a la toma de decisiones separatistas en el Río de la Plata, como la surgida bajo el pensamiento de que si debía seguirse la suerte de España o resistir en América: las Indias eran dominio personal del rey de España y el rey estaba impedido. Por lo tanto, las Indias podían gobernarse a sí mismas.

Tras el Cabildo Abierto de 1810 en Buenos Aires todavía  quedaban varios territorios leales a España, entre ellos el Paraguay.    
   
El nuevo gobierno bonaerense decidió invitar a las demás provincias que conformaban el virreinato a incorporarse a la nueva situación y enviar expediciones al Alto Perú (Bolivia) y al Paraguay para derrocar los gobiernos coloniales y sumar estas provincias a Buenos Aires.   

Ante la situación planteada, el gobernador Velasco reunió un cabildo extraordinario que resolvió el reconocimiento y la jura de fidelidad al Supremo Consejo de Regencia instalado en España; además de recomendar “guardar armonía y amistad” con la Junta de Buenos Aires, instalada el 25 de mayo de ese mismo año.   

En el Paraguay se tomaron medidas preparándose ante cualquier posible ataque. Velasco recorrió las Misiones recolectando armas y municiones y alentó a la población a defender su autonomía ante las pretensiones porteñas. Esta actitud a la vez incentivó y alentó el ánimo de los paraguayos de mantenerse independientes de cualquier régimen e, indirectamente, propició la gesta emancipadora que ocurriría meses más tarde.   


   
LA CONSPIRACIÓN DEFINITIVA  

Posiblemente haya existido más conspiraciones que no hayan sido descubiertas por las autoridades y que no están registradas por la historia. La situación era propicia para ello: la deshonrosa actuación de Velasco en Paraguarí, la brillante actuación de los jefes y los criollos en la defensa de la provincia, las ideas emancipadoras regadas por Belgrano, el licenciamiento sin ser abonados sus haberes de las tropas victoriosas fueron sumando puntos para el descrédito del otrora respetado gobernador.   

La llegada del emisario de la monarquía portuguesa, ofreciendo ayuda al régimen español del Paraguay contra las pretensiones bonaerenses, vino a disminuir el ya muy gastado prestigio de Velasco.   

Las ideas independentistas cobraron fuerza y ni el gobernador ni el Cabildo podían hacer nada para sostener el régimen.

Todo esto llevó a altos jefes a llevar adelante una rebelión contra el régimen español. Previsto para el 25 de mayo –aniversario de la revolución de Buenos Aires–, tuvo que adelantarse, inclusive, los complotados tomaron la riesgosa decisión de derrocar a Velasco diez días antes y sin la presencia de los directores naturales de la conspiración, ante la posibilidad de que esta pudiera ser descubierta.   

El 9 de junio de 1811 Velasco, el último gobernador español fue separado del cargo y metido en prisión por algún tiempo.

1- En el Paraguay, la tarea desplegada por Velasco le hizo merecedor del apoyo popular y del Cabildo, aunque había también sectores afines a la revolución bonaerense y partidarios de un gobierno local, autóctono.

2- Durante las invasiones inglesas al Río de la Plata, Velasco se hizo cargo de la defensa de Buenos Aires, tomando acertadas medidas y enfrentando valientemente a los invasores aumentando su prestigio en la capital virreinal.

3- La rebelión contra el régimen español en Asunción estaba prevista para  el 25 de mayo –aniversario de la revolución de Buenos Aires–, pero tuvo que adelantarse.  Los complotados tomaron la riesgosa decisión de derrocar a Velasco.

2 de Abril de 2011

Edición digital : http://www.abc.com.py/nota/el-derrumbe-del-poderio-espanol/

 

Estampilla conmemorativa del Correo Paraguayo que reproduce un óleo de

JAIME BESTARD

sobre la Intimación al último gobernador español.

 

 

 

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