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MARIANO LLANO (+)

  HITLER Y LOS NAZIS EN EL PARAGUAY - Por MARIANO LLANO - Año 2011


HITLER Y LOS NAZIS EN EL PARAGUAY - Por MARIANO LLANO - Año 2011

HITLER Y LOS NAZIS EN EL PARAGUAY

 

MARIANO LLANO

 

ISBN: 9789000038312

Formato: 19 x 13,5 cm.

Asunción – Paraguay

2011 (2ª Edición,  407 páginas)

 


CAPITULO I

ESTANCIA SAN RAMÓN

La historia del final de Adolfo Hitler, a 58 años de la caída de Berlín, recién ahora toma importancia las memorias y comentarios de Hans Rudel y Hanna Reitsch, de ello se desprende, que a fines de febrero de 1945, en una de las salas del sanatorio de la Lutfwatte, que estaba ubicado dentro del zoológico de Berlín, el coronel Hans Ulrich Rudel, estaba internado, le habían amputado una pierna. Era el hombre de confianza plena de Hitler, y el encargado de sacarlo de Alemania en el momento preciso. Recibió la visita del general de aviación Ritter von Greim, la comandante piloto Hanna Reitsch y el coronel de comando Otto Skorzeny y llegaron a la conclusión que el uso de un helicóptero, para el despegue era posible, en el techo de la torre del flakbunker del zoológico.

El coronel Rudel, as de la aviación, el piloto que hizo proezas en los cielos de Europa, el más condecorado de la Luftwaffe, levanta los brazos a los no menos valientes general Ritter von Greim, la comandante piloto Hanna Reitsch y el coronel Olfo Skorzeny. La decisión había sido tomada. Rudel, recordó en ese momento, lo que Hitler le había dicho una semana atrás:

"Yo estoy tratando ininterrumpidamente desde 1943 de hacer la paz, pero los aliados no quieren. Ponen por condición la rendición incondicional. Mi destino personal no tiene ninguna importancia, pero no puedo aceptar la rendición incondicional para el pueblo alemán. Esto lo puede entender cualquier persona racional. También ahora estamos continuando las negociaciones, pero no creo que se llegue jamás a un acuerdo"

El helicóptero elegido era un FW 90, un cazador de una plaza cuyo compartimiento de equipaje había sido convertido en un segundo asiento. Era la máquina más rápida y salido dos días antes de Berlín. El piloto de la máquina, sargento B., que hasta entonces había efectuado la mayoría de las misiones sobre Berlín, tenía excelente experiencia y conocimiento de las tácticas de los rusos, sus posiciones de defensa y cañones antiaéreas.

Por su parte Hitler, prefería el JU 52, un avión que le daba seguridad, que tenía el tren de aterrizaje fijo, por temor a que se trabara.

Nadie, absolutamente nadie, conocía que pensaba. Que haría ante esta situación grave. Solo Rudel tal vez conocía los propósitos de Hitler.

Joseph Goebbels, el hombre de inmenso poder, que había creado la parafernalia nazi desde el "Heil Hitler" con brazo extendido. El que formó, al partido más poderoso del mundo, al que consideraba el profeta ya Hitler el mesías, no se atrevía a preguntar nada a su jefe.

La secretaria de Hitler decía:

"El estaba convencido de que cualquiera de sus colaboradores no debía estar estrictamente a las cosas que no fuesen necesarias para ejecutar sus funciones. Nunca comunicaba sus intenciones secretas, ni nos ponía al tanto de los planes que elaboraba. Nunca nos hacía alusiones a las operaciones que preparaba".

"El principio de Hitler de tener secreta una decisión tomada hasta el momento de su ejecución, ejercía una presión tiránica sobre todo su entorno. Los desplazamientos y viajes eran siempre anunciados antes de hacerlos, pero él se reservaba de hacer conocer la hora de salida sólo al último minuto"

También recordaba una frase de Hitler: "Yo tengo como norma un viejo principio: decir solamente lo que debe decirse, a quien deba decirse y solamente cuando deba decirse".

Las 3 etapas que tenían previsto Hitler y los ases de la aviación era:

- La primera salida de Berlín; - La segunda de Alemania, y;

- La tercera el destino final: Argentina.

Si bien el proyecto eran de los cuatro Hans Rudel, coronel Otto Skorzeny y del general Von Greim, era Rudel cuando estaban reunidos en marzo en el sanatorio de la torre de la Flak en Berlín, cuya idea prevalecía.

Ese mismo Rudel que años después tenía acceso directo con el general Perón, en la Casa Rosada o en Olivos en la Argentina y después de 1955, en Paraguay, en "Mburuvichá Roga" residencia del general Stroessner o en el Palacio de López, en Asunción. Stroessner, lo nombra embajador itinerante de la República del Paraguay ante los países de Europa, cargo que desempeñó a la perfección hasta su muerte.

Casi igual trato el general Stroessner dispensó al coronel de comando Otto Skorzeny, quien también tenía acceso al Palacio de López.

Cuando el Duce Benito Mussolini, fue tomado prisionero, al sur de Italia y conducido a una fortaleza inexpugnable, custodiada por la élite del comando invasor y por fuerzas militares del Rey de Italia Víctor Manuel III. Hitler habló nuevamente con los 4 ases de la aviación.

Se llegó a la conclusión. Rescatarlo a Mussolini y fue Otto Skorzeny designado a cumplir la difícil misión. En operación comando, el Duce fue liberado y traído a Berlín.

Los generales norteamericanos no podían creer como sucedió ese rescate en medio de la mayor seguridad.

El cuarteto tenían previsto una salida elegante, dentro del mayor sigilo, la salida en helicóptero, por la noche, llegar a Dinamarca en un itinerario seguro. Contaban en esa zona, norte con la protección de más de 200 cazas a chorro ME 262, cuyo jefe era el general Adolfo Galland, quien había recibido la orden directa de Hitler de cubrir el área Berlín -Nordam.

Mientras tanto los submarinos zarparon hacia el estrecho de Shagerrak, que separa Dinamarca de Suecia y Noruega. Eran de la serie que va del U-3501 al U-3532, además 10 submarinos U- 4701 al U-4712, ensamblados y dotadas eran los astilleros F. Krupp

Germaniawerft AGM, con lo cual la 58 flotilla contaba con 40 submarinos. Todos reunidos en el puerto, el antiguo refugio de los vikingos a la espera de la orden. Uno de ellos sería el que atravesaría el Atlántico. Los demás entre el 5 y 7 de mayo, por orden de Donitz, fecha de la rendición del gran almirante a los aliados anglosajones, fueron hundidos.

Al atravesar el submarino elegido, cruzaría el Atlántico, rumbo a Argentina. Toda la extensa zona, de la costa sur estaba controlado por el coronel Perón, amigo de Hitler, quien era jefe absoluto y único de dicha área.

Cumplido la huída se comunicaría oficialmente la noticia de la muerte de Hitler, por Borman y Goebbels al almirante Doenitz-Hanna Reitsch y Hans Rudel, cualquiera de los 2, sus mejores pilotos serian los encargados de llevarlos. Al mismo tiempo le comunicó a Rudel su ascenso a coronel y entregarle la más alta condecoración militar: las hojas de roble en oro, con brillantes y espadas sobre a cruz de caballero de la cruz de hierro.

Tanto Rudel, como Hanna Reitsch, conocían todo el área, perfectamente todos los lugares y sobrevolaban en helicóptero Berlín y su periferia.

Nuevamente el 26 de abril, Hitler convocó a los 4 ya un quinto el general Karl Koller. El plan de Hitler estaba preparado a la perfección.

El FA 61, fue convertido en un perfecto helicóptero, el FA 223 Drache, un aparato de doble aspa. A fines de abril, el Luft Transportes Faffl 40, disponía de 4 de estos helicópteros.

El general Ritter von Greim, experto en junkers, piloto también personal de Hitler el JU 52-3M, matrícula D 2600 Immelmam II, aeronave que despegaba en un par de metros y a trescientos metros se levantaba al cielo. Era otra alternativa que contaba Hitler.

Stalin a principio del año 1945, estaba más interesado en el uranio nazi, que tomarlo prisionero a Adolfo Hitler.

Los mariscales Rokossowski, Zhukov y Koniev que mandaban los grupos de ejército, dos y uno frente de Bielorrusia y 1 frente de Ucrania, respectivamente se habían encaminado desde enero a abril de 1945 con sus soldados a una marcha hacia el oeste en busca de Berlín. Estaba compuesta de 140 divisiones, con 8.500 aviones, con 47.000 morteros y cañones y 7.500 carros de combate.

A Stalin le era primordial llegar a Berlín antes que los aliados, no por capturar a Hitler a quien consideraba ya un cadáver político y militar, si no por los intereses del uranio y de capturar a los científicos alemanes dedicados a la investigación nuclear.

La defensa de Berlín en la línea Oder-Maisse estaba compuesta por 37 divisiones con un total de medio millón de hombres, 5.500 cañones y morteros, 1.000 carros blinda dos y más de 2.200 aviones. Las tropas estaban al mando del General Gotthard Heinrici. En todas las compañías alemanas situadas a la izquierda de Oder-Maisse se leía la última proclama de Hitler, de fecha 15 de abril de 1945, que decía: "...Poderosas fuerzas de artillería darán la bienvenida al enemigo. Las pérdidas sufridas por nuestras infanterías han sido compensadas con la incorporación de innumerables unidades nuevas... en esta ocasión, los bolcheviques sufrirán el viejo destino de Asia: Deberán desangrarse hasta morir ante las puertas de la capital del Reich... ¡Berlín sigue siendo alemana! ¡Viena volverá a ser alemana! ¡Europa jamás será rusa!..."

En el bunker de la cancillería, Hitler preguntaba a su secretaria Fran Traudl Junge sobre su comunicación con su compatriota Freude, que estaba en contacto con el Cnel. Juan Perón, jefe absoluto de la zona sur de la Patagonia Argentina. Hitler tenía terror y pánico de ser tomado prisionero por las tropas rusas y ya en esos días delegaba las decisiones de la defensa de Berlín en sus asesore militares los Generales Jodl y Keitel.

Cuando el General Jodl propuso la gran mayoría de las fuerzas a una segunda línea a efectos de evitar las pérdidas de armas pesadas. Hitler, se mostró reticente y manifestó que tome la decisión Keitel.

Hitler hacía sus esporádicas visitas al bunker del Zoo, donde se reunía con Hans Rudel, a cerciorarse del helicóptero y un pequeño avión. Su preocupación primordial era salir del aquel maremoto. Le tenía terror a Stalin, se había enterado de su edicto N° 5, que decía: "El pueblo alemán debe ser aniquilado. Hay que arrasar todas las fábricas y bienes de los alemanes. Es preciso dar muerte a palos al animal alemán en su propia guarida". Y de las manifestaciones de Ulya Ehrenburg: "No conteis los días ni los kilómetros, contad solo los alemanes que habeis matado. Matais alemanes, esa es la oración de vuestras madres, matad alemanes, ese es el grito de vuestra tierra rusa".

El 19 de abril las fuerzas de Zhukov alcanzaron Straussberg a tan solo 30 km. de Berlín.

El 22 alcanzaron Spandau, y el Gral. Koniev pasaba Potsdan por el sur.

El 25 de abril llegaron a su objetivo principal el Instituto de Investigación Física Kaisser Guillermo. El Gral. Khrulev y sus tropas custodiaban ya y el uranio y los laboratorios. Tomar a Hitler era secundario. El botín logrado constaba de 250 kilos de uranio metálico, tres toneladas de óxido de uranio y 20 litros de agua pesada. Las 3 toneladas de óxido de uranio fueron mandados hacia la URSS. Con el material radiactivo fueron también los profesores y sabios alemanes Peter Thiessen y Ludwig Bewilogua. En forma sorprendente fueron sacados de Alemania con anterioridad por los británicos Max Von Laue, Gerag Von Weizsëcker y Otto Hahn, que acababan de ganar el premio Nóbel de química. Stalín no podía comprender como el Servicio de Inteligencia Británico pudo llevarles a Londres a estos sabios alemanes, lo que le causó un tremendo disgusto.

Habían logrado los rusos su objetivo principal, y recién cinco días después el 30 de abril a la tarde los sargentos Egoron y Kantariya enarbolaron la bandera rusa en la cúpula de la Cancillería, en la sede de la Gestapo, el bunker del Zoo, la Königsplatz y el Reichtag.

Zhukov, se limitó a informar a Stalin que Hitler no fue capturado, ni se halló su cadáver, posiblemente había huido a la Argentina o España y esta versión se le comunicó al Presidente de los EE.UU y al 1er. Ministro Británico.

En la tarde del 30 de abril, Bormann envió a Doenitz el siguiente telegrama:

"Gran almirante Doenitz: En lugar del antiguo mariscal del Reich Goering el Führer os ha designado, berr Gran Almirante, como su sucesor. La autorización escrita está en camino. Tome inmediatamente todas las medidas que requiera la situación.

Bormann".

Doenitz replicó a su vez con otro telegrama dirigido a Hitler:

"Mi Führer: Mi lealtad hacia usted es siempre incondicional. Haré todo lo posible por socorrerle en Berlín. No obstante si el destino me obliga a gobernar el Reich como sucesor suyo continuaré la guerra hasta un final honroso y digno de la heroica lucha del pueblo alemán. Gran Almirante Doenitz".

Hitler, había dicho: "No caeré en poder del enemigo" y "se ha sembrado la semilla que crecerá algún día en la historia de Alemania hasta el glorioso resurgimiento del movimiento nacional socialista".

El juicio de Nürenberg, que había comenzado el 20 de noviembre, habían surgido indicios de que Hitler había logrado huir.

El norteamericano Torey, ayudante del fiscal Robert Jackson, había declarado que a su juicio era muy probable que Hitler siguiera vivo. Parecido pensamiento tuvo el jefe del Consejo Judicial de los Estados Unidos, Thomas J. Dodd, dijo que entre los jueces ninguno puede afirmar que está muerto.

Willian Heirnlich, ex jefe del servicio de inteligencia de las fuerzas norteamericanas en Berlín, declaró que estuvo a cargo de determinar lo que le había ocurrido a Hitler y, tras una exhaustiva investigación, su reporte fue sintético: "No hay evidencias más allá de rumores para apoyar la teoría del suicidio de Hitler".

Por un lado, los rusos decían que Hitler se escondía en Alemania en la zona ocupada por los británicos, con el visto bueno de Wisthon Spencer Churchill.

Una versión dada por la United Press, tomada del trabajo del historiador mayor Trevor Roper sobre los últimos días de abril, en el Fübresbunker de la cancillería, había comenzado el 20 de abril de 1945, un verdadero palacio subterráneo, bajo la cancillería, que se extendía un poco más de 5 hectáreas.

Comentaba que Hitler, según allegados y miembros del círculo privado, debían de trasladarse en avión a Berchtesgaden, lo cierto es que el 21, recibe al general Feldmarshall Shorner, y se capta la última foto, donde se observa que mantiene un estado de salud óptimo.

El 26 de abril recibe, el Führer al general Ritter von Grei, y le da instrucciones al jefe de aviación para lanzar un ataque aéreo con la Luftwalle, en un intento desesperado de  a retardar el avance de las tropas soviéticas.

El día 29 es informado del cumplimiento de su orden. El 30 de abril, el Führer, convoca a sus allegados, los altos jefes Joseph Goebbels, ministro de propaganda, el secretario del partido Martín Bormann, y aproximadamente 50 personas y a al filo de la medianoche, para la celebración de su boda con Eva Braun.

Y al final pensamos si es posible que Hitler haya llegado a la Argentina. Muchos afirman que se suicidó en Berlín. Sin embargo debemos tener presente las siguientes aseveraciones:

1- A mediados de mayo de 1945, el mayor Juan Nikicine, comisario delegado de la Policía de Seguridad Soviética, informaba desde Berlín que contra lo que generalmente se daba por cierto ni el Führer se había suicidado en su refugio subterráneo, ni habían incinerado su cadáver, no habían encontrado sus restos y la realidad era que había desaparecido.

2- En reunión afines de mayo de 1945, José Stalin, presidente de la Unión Soviética, con la máxima autoridad de EE.UU., en Europa Harry Hopkins, le manifestó categórica mente que Hitler se había escapado, perdiéndose la oportunidad de tomarlo preso con vida o tener su cadáver que hubiera sido la prenda del éxito total, en la entrada victoriosa en la capital germana.

3- Tanto el mariscal Zhukov, comandante en jefe del ejército soviético y el general Berzain, jefe supremo soviético en Berlín y el mayor general Floyd Parks, comandante militar del sector de EE.UU. en Berlín, en conferencia de prensa, a tan solo 30 días de la rendición incondicional del almirante Doenitz, ante periodistas de todo el mundo, manifestaron terminantemente que el cadáver de Hitler no ha sido identificado y es posible que el Führer haya huido en avión a España o Argentina.

4- En la conferencia de Postdan, reunión cumbre de los 3 altos jefes vencedores de la guerra, Wisthon Spencer Churchill, por Inglaterra, Harry Truman por Norteamérica y José Stalin por Rusia, este último informó que Hitler aún vivía y es muy posible que esté en Argentina.

5- En el informe a los ingleses por la Trevor-Rober, encargado de la investigación, decían que Hitler no había muerto en el bunker y había escapado posiblemente en avión el 30 de abril de 1945, con el piloto Rudel.

6- El teniente general Bedell Smith, alto jefe de las tropas de EE.UU. en la invasión a Alemania que posteriormente fue director de unos de los organismos de máxima seguridad y espionaje la CIA, dijo a la prensa que compartía el pensamiento de su comandante en jefe el general Eisenhower, de que ningún ser humano puede decir en forma concluyente que Hitler murió en Berlín.

7- En el testamento de Adolfo Hitler, leído por los aliados en su parte fundamental, decía: "...no caeré jamás en poder del enemigo invasor... se sembrará la semilla que algún día en la historia de Alemania hará el resurgimiento del Movimiento Nacional Socialista.

8- El almirante Karl Doenitz, nombrado por Hitler, el último día de abril, como su sucesor, manifestó el 2 de mayo de 1945, que Hitler estaba en buen resguardo y con destino a la Patagonia Argentina.

9- En el proceso de Nuremberg, que se inició en noviembre de 1945, el jefe del Consejo judicial de EE.UU. Thomas J. Dodd, manifestó meses después que ninguno de los jueces pueden afirmar que Hitler estaba muerto. Igual criterio tenía el fiscal Robert Jackson quien decía que Hitler había huido en avión conducido por Hans Rudel y que de esto sabían los altos jerarcas nazis, el almirante Karl Doetnitz, los general Alfred Jodl y Wileln Keitel, el ministro de relaciones exteriores Joachim Von Ribbentrop y el ministro de Armamentos Albert Speer.

El ex secretario de Estado, Jimmy Byrnes remató el mismo concepto en su libro Hablando francamente, al escribir: "en la conferencia de Postdam Stalin dejó su silla, se acercó a mí e hizo tintinear su copa de licor con la mía amistosamente, yo le dije:

Mariscal Stalin, ¿ Cuál es su teoría sobre la muerte de Hitler? Stalin respondió: No está muerto. Escapó o bien a España o a Argentina".

Entre los periodistas prevalecía la duda y la objetividad: el 10 de octubre de 1945, "el general Eisenhower preguntado por los periodistas si creía que Hitler estaba efectivamente muerto, contestó que así lo pensaba al principio pero que hay razones para creer que sigue todavía vivo". Dos días después, el teniente general Bedell Smith, jefe de tropas del general Eisenhower en la invasión europea y quien posteriormente fuera director de la CIA, compartió públicamente el pensamiento de su comandante en jefe declarando que "ningún ser humano puede decir de forma concluyente que Hitler murió".

Hay una historia pueblerina en Esquel, situada sobre el camino de la ruta 40 y aproximadamente a 380 kms. de la costa atlántica que Hitler y sus allegados pasaron por allí el 20 de julio de 1945 y se dirigieron a San Carlos de Bariloche. Previamente lo hicieron por la estancia "Reina Victoria" que pertenecía la corona británica, conocida también como Leleque, sin detener el paso, para internarse a Pilcaniyen, dejando atrás la zona desértica, comenzando las primeras derivaciones boscosas y allá a muy lejos, hacia el oeste la majestuosa cordillera de los Andes. El destino final era la estancia "San Ramón", de una extensión de 40.000 hectáreas, que principios del siglo, era de propiedad de un grupo alemán de la familia Horn y del barón Reichacht.

En 1915, la estancia "San Ramón" tuvo nuevos dueños el Principado de Schaumburglippe, cuyo mayordomo era Ludwig von Bulow. Ya en la década del 30, se hacen cargo sus nuevos dueños Industrias Rurales de Río Negro S.A., cuyo apoderado era Cristel Lahusen, amigo del almirante Canaris y sin lugar a dudas en esta estancia estuvo por mucho tiempo Adolfo Hitler.

El almirante Wilhelm Canaris, jefe del Servicio Secreto Alemán, usaba insignia de subornarista, y que ya en la primera guerra mundial, conocía profundamente el sur de la Argentina, y en sus viajes en el crucero Dresdon, en los mares del sur y de la Antártida. Había recorrido la Patagonia y toda la costa, y participando en la primera guerra mundial del ataque a Las Malvinas. El conde Félix de Lucknez, nos relata dicho episodio, en su libro "El último corsario -La guerra de corso en pleno siglo XX".

El día 3 de noviembre de 1914, von Spee con el Scharnjorst, el Gneisenau y el Nürnberg, entraba en el puerto de Valparaíso donde solo podía permanecer 24 horas. Su intención era regresar a Alemania burlando la vigilancia inglesa. La orden terminante de atacar la base británica de las Malvinas debió desconcertarlo, pues hasta entonces Berlín le había dejado en completa libertad de movimientos y entregado a su propia iniciativa.

La escuadra salió a la mar, el 4 de noviembre, donde se le reunieron el Leipzig, el Dresden, el transporte Titania y los carboneros capturados por éste. En un consejo algunos comandantes alemanes hicieron ver su opinión contraria al ataque a las Malvinas.

Pero van Spee se dispuso a cumplir las órdenes recibidas y arrumbó al sur. Se fondeaba en los islotes desiertos del litoral meridional de Chile, entre el dédalo de canales y a pasos de Chiloé; el aislamiento con el mundo civilizado era absoluto y la escuadra seguía lentamente hacia el sur, con rumbo a los desolados parajes del estrecho de Magallanes y los vientos gélidos del Cabo de Hornos. A las ocho menos diez minutos de la mañana del 8 de diciembre, los barcos alemanes estaban a la vista de Puerto Stanley. Si bien algunos oficiales del Gneisenau aseguraban ver los palos trípodes de los cruceros de combate, su comandante no los distinguió y ordenó llevar a cabo el ataque. A las 9 y 25, cuando tomaba posiciones, dos enormes columnas de agua se alzaron en sus proximidades y oyó distintamente las sordas detonaciones clásicas de los disparos de grueso calibre. Von Spee, enterado de que eran seis los barcos enemigos anclados en el puerto, aun sin conocer la presencia del Invencible y el inflexible, ordenó formar todos los barcos en línea de fila rumbo al Este y a velocidad de veinte nudos.

No podía empeñar el combate en tan desiguales condiciones, sin posibilidad de reparar las averías. La superioridad inglesa era, en realidad abrumadora, mucho mayor de lo que imaginaba von Spee. El primer disparo se hizo desde 14.500 metros, por el Inflexible sobre el Leipzig; pero cuando el Invencible también comenzó a disparar sobre el Leipzig, éste, en unión de los otros cruceros menores, salió de la línea por orden de su almirante y todos arrumbaron al sur, para intentar escapar a una destrucción que ya se perfilaba como inevitable. Von Spee combatiría hasta el fin con los dos cruceros acorazados. Arrumbó para que el viento no molestase; el tiro, ya que le era igual una dirección u otra, puesto que se trataba de morir luchando con honor. La batalla comenzó a la una y media. Los ingleses eran invulnerables al tiro de 210, mientras los alemanes no podían contar con que éste sirviese para algo ante los disparos de 305 de los cruceros de batalla.

El Inflexible disparaba sobre el Sharnhorst, buque almirante, y el Invencible sobre el Gneisenau. A las dos tarde, ambos combatientes cesaron de disparar por haberse alejado. A las tres menos diez se reanudaba la lucha disminuyendo la distancia hasta 10.800 metros, sin que Sturdee quisiera aproximarse más para evitar el tiro de la artillería alemana de calibre medio, mientras abrumaba con su fuego al enemigo. El casco del Gneisenau, vibraba bajo el choque de las granadas enemigas y los incendios menudeaban a bordo de los dos cruceros alemanes.

A las tres y cuarto, el Gneisenau comenzó a escorar y una de las chimeneas del Scharnhorst se derrumbó; los ingleses aprovecharon estos indicios de que se aproximaba el fin para evolucionar y disparar a favor de otras condiciones de humo. Ya la escora del Gneisenau era tal que sus cañones de 150 no podían disparar y las chimeneas del buque almirante iban cayendo una tras otra; las siluetas, tan airosas antes, de los dos cruceros acorazados germanos iban des-apareciendo como si las recortasen, y por los enormes agujeros causados por las granadas se escapaba un resplandor rojizo oscuro y tremendas humaredas, mezcladas con escapes de Ovapor. Continuaban disparando, con alguna intermitencia, pero ajustando su tiro, signo de que el magnífico espíritu se conservaba a bordo de la escuadra de von Spee. Unos minutos antes de las cinco, Sturdee se aproximó a una distancia mínima y unas salvas fueron el golpe de gracia para el Scharnhorst, el que, a las cinco y diecisiete y tras intentar decir al Gneisenau que tratase de salvarse, se fue a pique rápidamente con la bandera en alto... Cuando, apenas transcurridos quince minutos, pasó el Carnarvon por el lugar en que desapareciera la insignia alemana, no pudo encontrar ni restos ni un solo náufrago.

A las siete menos veinte, el Gneisenau dejaba de disparar a su vez. El comandante, agotadas las municiones, mandó subir a cubierta a toda la tripulación y ordenó bus car cuanto pudiese ayudarles a salvarse; las hamacas, trozos de madera, cuanto era capaz de flotar fue arrojado al agua y cuando el crucero dio la voltereta y se hundió, también con su bandera izada, los ingleses pudieron salvar a 166 tripulantes, de los 800 que llevaba el buque. Así terminó la fase principal del combate, el encuentro de los cruceros grandes.

El Kent, el Cornwall y el Glaswow se habían lanzado en persecución de los tres cruceros ligeros Nürnberg, Leipzig y Dresden, al separarse éstos de la línea e intentar escapar rumbo al sur; el Kent perseguía al Nürnberg; se echaron en los hornos del inglés todos los objetos que podían arder y, como dijo un tripulante, "se quemaba el barco para hacerlo correr"; tiraba sobre el Nürnberg y éste respondía eficazmente, pero la su perioridad de la artillería del inglés pronto lo dejó inmóvil. e indefenso. Los tubos de sus calderas reventaron y se hundió lentamente de popa, envuelto en llamas, también sin arriar su bandera. E Kent echó sus botes al agua; pero cuando a las siete y veintisiete el Nürnberg se hundió rápidamente, solo pudieron recoger a doce de sus hombres, cinco de los cuales fallecieron poco después a bordo del Kent.

A las siete y media el Leipzig, sobre el que continuaban disparando sus enemigos, pese a que ardía "como un pozo de petróleo" pero que no arriaba su bandera, escoraba rápidamente y se echaron al agua algunos botes. Solamente cinco oficiales y trece marineros fueron encontrados en el agua helada y algunos de ellos, como de los supervivientes de los cruceros grandes, murieron a bordo. El Leipzig, tumbado sobre el costado de babor, desapareció de la superficie, con su flotación desgarrada por los numerosos blancos recibidos y sus costados acribillados.

El Glasgow se puso a dar caza al Dresden; mas éste logró escapar, favorecido por la lluvia y la niebla, refugiándose en los parajes que rodean las aguas del estrecho de Magallanes. Cruceros ingleses estuvieron buscándolo inútilmente por canales y bahías durante dos meses. Después de una verdadera odisea, el Dresden logró pasar al pacífico refugiándose, falto de combustible, en la Isla de Juan Fernández donde, el día 14 de marzo de 1915, tres cruceros ingleses lo destruyeron en su refugio.

En el buque "Dresden", estaba el joven marino alemán Wilheln Canaris, aquel que conocía todos los parajes del estrecho de Magallanes, y con más razón toda la costa sur de la Argentina y que sería el protagonista principal en la segunda guerra mundial para preparar a la perfección y al este alemán, el refugio del Führer en la Argentina.

A principios de 1944, Canaris estuvo en la Argentina y entrevistó a Eva Perón, siendo sus contactos Juan Duarte, hermano de Evita, Rudi Freude, el hijo del financista alemán, que había regalado una mansión a Evita en la calle Teodoro García de la ciudad de Buenos Aires e Isabel Ernst, hija de alemanes, secretaria y asistente de Eva y que más tarde aceptaría un cargo en el Ministerio de Trabajo.

Canaris preparaba a la perfección sin omitir ningún detalle. A principio de 1944, el Ministerio de Guerra asesorado por el coronel Perón, deciden construir 10 kms. del casco urbano para unir Bariloche con Llao-Llao y la de un cuartel de tropas de montaña.

El uniforme creado era igual a los de Wehrmarcht y el singular casco alemán. Bariloche sin lugar a dudas era un pueblo alemán de los Alpes. La estancia "San Ramón" no muy lejos, donde estaría alojado Adolfo Hitler y su protector El Coronel Perón se preparaba mientras tanto un dominio absoluto en la zona sur de la Argentina y al llegar el año 1946 ocupa el más alto cargo, Presidente de la República Argentina hasta 1955.

Desde 1954, en forma coincidente en Paraguay, asume el poder absoluto, el general Alfredo Stroessner, hasta 1989.

Perón y Hitler tenían asegurado su resguardo en esa segura república, situado en el corazón de América por más de 35 años.

Al ser derrotado Perón, por la revolución libertadora, encabezado por el general Lonardi y el Almirante Rojas, llega a Asunción y posteriormente a Villarrica.

Hitler también llega al Paraguay por vía Posadas-Encarnación, internándose a Itapúa, dentro del plan de protección y de mayor seguridad.

Stroessner jamás se dejó presionar, ni por el gobierno de los gorilas argentinos, ni por los EE.UU. y menos por los cazadores judíos. Los pedidos eran archivados.

Y nuevamente Hitler, se había salvado estaba ya en la Patagonia, había escapado de las guerras de los rusos, de Berlín en llamas...... cuantas explosiones que generan fuego había tenido a lo largo de su vida y de todas salió ileso.

En 1939, el joven estudiante Maurice Bavaud, se propuso matar a Hitler, en el camino a Putsch de la cervecería, al sacar la pistola los entusiastas partidarios del Führer algunos saltaban levantando los brazos impidieron sin saberlo que aquel joven suizo no cumpliera su propósito.

Bavuad se marchó a Suiza en tren pero antes de cruzar la frontera, la Gestapo, descubrió el arma. Fue interrogado torturado y confesó su intención.

Fue condenado a muerte y decapitado.

Cuando el 08 de noviembre de 1939, Hitler se trasladó en avión de Berlín a Múnich, para pronunciar un discurso a la noche teniéndose previsto como era habitual una hora y media de duración, pernoctar en Múnich y regresar nuevamente en avión al día siguiente.

Sin embargo intespectivamente cambió de parecer, volvieron en tren después de abandonar la Bürgerbrán, de allí a Berlín, por asuntos importantes de Estado.

El discurso duraría solo 45 minutos. Con este cambio se desbarataba el minucioso trabajo de Georg Elser. Una verdadera obra de arte. Este había visitado y frecuentado el local desde mayo, preparando todo para el 8 de noviembre.

Elser habría abierto un gran hueco en la columna para introducir explosivos.

Todo estaba en orden, la explosión fue enorme, murieron cientos de personas, pero Hitler ya no estaba allí. Viajaba en tren con destino a Berlín.

Georg Elser, de origen Suavo, comunista declarado, fue arrestado esa noche, preso en Dachau, Hitler ordenó su fusilamiento recién en Abril de 1945.

Dentro del ejército alemán figuras importantes, como el Teniente General Erwin Von Witzleben, Comandante del Distrito Militar de Berlín, General Erich Hoefner, comandante de 1a la División Ligera, el Almirante Wilhelm Canaris y de la Policía Wolf Heinrich Graf Von der Schufenburg.

Director del Departamento Criminal del Reich, Wolf Heinrich Graf Von Helldorf, Jefe de la Policía de Berlín y civiles como Carl Friedrich Goerdeler, ex alcalde de Leipzig y Hijalmar Schacht, Presidente del Reichsbank, participaron activamente para eliminar a Hitler, uniéndose al grupo Beck, con los mismos fines.

Estaba anunciado el viaje de Hitler a la frontera rusa, a fines de diciembre de 1943, El Coronel Henning von Treschow, jefe del grupo central del Ejército en el frente oriental y había acordado con el Almirante Canaris, la eliminación de Hitler en el vuelo que recién se efectivizó en marzo del año siguiente. Se utilizarían explosivos de plásticos de bolsillo, de origen británico llamados almejas, que eran silenciosos y efectivos, pues una sola almeja podría destruir una barra de acero, con más razón hacer volar un avión.

En la preparatoria de vuelta de Hitler a Berlín, el Coronel Tresckow, le solicitó al Tte. Coronel Heinz Brandt oficial de  la comitiva del Füher a que lleve 2 botellas de licor para su amigo, el Gral. Helmuth Stieff. Este colocó entre sus pertenencias en lugar de licores eran Almejas.

Sin embargo Hitler llegó ileso al aeropuerto en Rastemburg, Cuartel General de la Prusia Oriental.

Que pasó con las poderosas y terribles almejas? el aire frío del avión, había descompaginado el explosivo plástico, quedo sin explotar. Nuevamente Hitler se había salvado.

En 1944, se pone en marcha la operación Valquiria siendo el protagonista principal el Tte. Cnel. Claus Graf von Stauffemberg, jefe de reconocida capacidad e inteligencia del ejército. Tenía una herida en el brazo izquierdo que le impedía el movimiento.

Ya en marzo habían decidido con el asesino potencial Capitán Ebechard Von Breitenbuch, que formaba parte del Estado Mayor del Ejército. Fue a la reunión con el arma, sin embargo no se le permitió el acceso a la reunión. Fue un nuevo fracaso.

En junio von Stauffemberg fue nombrado Jefe de Estado Mayor del General Fromm y este le facilitaba tener contacto con el Führer semanalmente. Preparó 2 paquetes con explosivos que entran en un maletín que pesaba cada uno 1 kg., con espoleta y ácido.

Hitler anticipadamente convocó a una reunión el Berghot, el 10 de junio que sería para el mes siguiente. Efectivamente el 20 de julio de 1944, Stonffenberg con su ayudante. El Tte. Wener Von Haelten, estaba en Raugsdorf. Previamente se reunió con Keitel y cuando se dirigían a la Sala de Reunión a las 11:50 hs., manifestó su deseo de ir previamente al baño, allí con su ayudante comenzaron a preparar los explosivos y colocar en la maleta.

Ya a las 12:30 hs. Stauffemberg estaba al lado de Keitel en la reunión con Hitler. Colocó su portafolio al lado de su silla en el suelo. El almirante Canaris había sugerido a Stauffemberg que una vez colocado el maletín al lado de su silla, se levante minutos antes y se dirija lejos del maletín y en el momento preciso tirarse al suelo. Producido la explosión sacar su arma y liquidarlo a Hitler en la confusión, si este aun estaba vivo.

Stauffemberg, estaba seguro que de allí nadie saldría vivo, e hizo caso omiso a la sugerencia de Canaris.

Su ayudante Haeften lo esperaba con el automóvil para posteriormente abordar el avión.

Repentinamente se levantaba Stauffemberg, y pide a John Von Freyend la necesidad de hacer un llamado telefónico. Este le acompaña afuera y le manifiesta que era urgente comunicarse con el Gral. Fellgiebel. Freyend le dice con voz enérgica: "Hitler no gusta de interrupciones", que esta sea la última vez, y que le sirva de advertencia, y a continuación le deja hacer su llamada telefónica y vuelve al salón de reuniones. Stauffember aprovecha ese instante para abandonar presuroso el local.

A las 12:45, una gran explosión. Stauffemberg, ya en avión, con alegría dice "Hitler ha muerto, viva Alemania"

Sin embargo a última hora de esa tarde de ese día Hitler en compañía de Benito Mussolini recorría el lugar del siniestro, se había salvado.

Las consecuencias a los revolucionarios Beck, Obricht, Hoepner, Stauffenberg, Haeften, Martz Von Quirnheim, fue inmediato.

Beck se negó a entregar su arma y en rápido movimiento se pegó un tiro en la sién, los demás fueron fusilados sin miramientos.

Cuando se enteraron del fracaso Treckow, se suicidó con una granada.

El mismo método utilizó el Gral. Stupnegel, quien no falleció en el acto, haciendo viva al Gral. Rommel. Este a su vez fue intimado a suicidarse bajo condiciones favorables para su familia.

El General Kluge, jefe en la Zona de Francia, fue destituido y camino a Berlín tomó una cápsula de cianuro.

El ex mariscal de campo Erwin Von Witzleben fue condenado y ejecutado el 8 de agosto de 1944.

La acusación estaba a cargo de Roland Freisler en la prisión de Plotzensee. Más de 200 oficiales alemanes fueron ejecutados. Había una hilera de ganchos de frigoríficos para ganados. Allí eran colocados con sogas en el cuello, posteriormente morían. Se había ordenado que se les ahorque como traidores comunes.

Al ver la película Hitler, comentó a Bormann, esta muerte aun así es más honrosa que aquellos que se suicidaron. El suicidio es la admisión del fracaso y de la derrota.

El único sobreviviente de esta masacre fue Fabián Von Schlabrendor H. enviado al campo de concentración de Flossenbürg, para ser torturado, fue liberado por las tropas de EE.UU. al término de la guerra.

Hitler, en el nuevo continente, que conocía solo a través de las descripciones del Almirante Canaris; la extensa Patagonia, donde el Coronel Perón y más tarde 3 veces elegido por el pueblo argentino, presidente, lo recibiría con beneplácito y más allá, la pequeña República del Paraguay, ubicado en el corazón de América, donde regía el poder absoluto por 3 décadas el General Alfredo Stroessner.



CAPÍTULO III

STROESSNER

En 1902 arriba de Europa a América del Sur un joven alemán Hugo Wilhemm Stroessner. Había nacido en Baviera (Alemania) el 17 de mayo de 1867. Sus antepasados fue ron de renombre. Su primera escala fue en Brasil, para luego ir a Posadas (Argentina) en frente del Paraguay, separado por el río Paraná. Por último se radica en Encarnación, donde conoce a una joven de noble alcurnia, descendiente de Domingo Martínez de Irala, adelantado español y del general Fulgencio Yegros, que en 1811, fuera factor preponderante cuando de Encarnación se dirige a Asunción para consolidar la independencia del Paraguay.

El matrimonio se realiza el 24 de diciembre de 1904 con Heriberta Matiauda. Luego Hugo Wilhem, instala una fábrica de cerveza.

El 3 de noviembre de 1912, nace Alfredo Stroessner. Sus primeros estudios en la escuela pública. Estudió contabilidad por correspondencia a los 15 años.

Había terminado sus estudios primarios y secundarios en Encarnación y era diciembre, el primer mes de sus vacaciones. No muy lejos de allí el joven cadete Musuhito Villasboa, en Carmen del Paraná, en sus vacaciones de la Escuela Militar. Visitaba a sus parientes. El Director de la Escuela Militar Coronel Manlio Schenone instaba a los alumnos a buscar jóvenes dispuestos a seguir la carrera militar aprovechando las vacaciones y Musuhito, cumplió fielmente la orden. Buscó en Carmen del Paraná, pero fue en Encarnación donde habló con Alfredo Stroessner, que se mostró entusiasmado con la propuesta. El problema es que había gastos de cubrir para el ingreso.

Ante la negativa de Don Hugo de poner un peso, Musuhito habló y le pidió al joven dirigente colorado. Arq. Tomás Romero Pereira para que sea el padrino y cubra los gastos de ingreso para el joven cadete Alfredo Stroessner.

Romero Pereira contestó "Previamente quiero conocer a Stroessner" y así fue.

En aquella reunión el Arquitecto logró que su ahijado comience a ser colorado.

Casi 35 años después, Alfredo, en mayo de 1954, da el paso al poder y se encuentra con su padrino, un alto dirigente del Partido Colorado. Ambos determinan el rumbo del futuro de la nación. Stroessner no olvidó nunca a aquel señor que a instancia del cadete y más tarde General de la Nación Musuhito Villasboa, había constatado en la década de 1920 -1930.

Siempre dispensó a través de los años reconocimiento y gratitud a Romero Pereira y Musuhito.

Romero Pereira fue Presidente Provisional de mayo a agosto de 1954, previo al ascenso a la Primera Magistratura de la nación del General Stroessner.

Fueron nombrados Ministros los dos en distintas oportunidades.

En los primeros días de marzo, tomó el tren y llega por primera vez a Asunción.

Sin alejarse de esas legendarias e históricas vías del tren cumple sus 2 objetivos: Ingresa a la Escuela Militar en marzo de 1929 como cadete y como back, en el club Libertad en el barrio Tuyucuá.

Alfredo Stroessner, recibe su bautismo de fuego en la batalla de Boquerón, que se desarrolló desde el 9 hasta el 29 de septiembre de 1932.

Nos relata el historiador Luis Verón, lo siguiente:

"El 6 de septiembre de 1932, el teniente coronel José Félix Estigarribia impartió la orden general de operaciones N° 1, para el movimiento inicial de la campaña que se iniciaba:

"1- Situación general: tropas enemigas desprendidas de Boquerón se acercan a nuestra posición adelantada de Pozo Valencia, probablemente para atacar y apoderarse de ella.

"2- El cuerpo de ejército marchará mañana 7, a las cuatro horas, para reforzar las tropas de ocupación de Pozo Valencia e impedir que el enemigo se apodere de dicho puesto. "El cuerpo de ejército marchará en dos escalones: Primer escalón: la División de Infantería (menos el regimiento Corrales), con el regimiento Valois Rivarola de Caballería N° 1.

"3- Ejecución del movimiento: Itinerario N° 1: camino antiguo de villa Militar a Boquerón.

"Durante los descansos, tanto de día como de noche, las tropas dejarán libres los caminos a fin de permitir la circulación de los vehículos de abastecimiento.

"4- Seguridad: a cargo de la división del primer escalón. De acuerdo a esta orden de operaciones, la primera columna estaba a cargo del comandante de la división, mayor Carlos J. Fernández, mientras que la otra, un batallón del RI2 Ytororó, al mando del capitán Abdón Palacios.

En Villa Militar, como ya habíamos mencionado, estaban concentrados 9.500 hombres: la Primera División de Infantería (IDIP), equipada con 24 cañones de 75 y 105 mm, 15 morteros Stokes- Brandt y 250 ametralladoras ligeras y pesadas. En Casanillo estaban 196 hombres del RC2 Coronel Toledo; 40 del R12 Ytororó.

También estaba concentrándose la II División de Infantería. La III División de Infantería, en vías de formación. Se contaba también con el RC1 Valois Rivarola, una escuadrilla de aviones de caza.

Volviendo a los aprestos para atacar Boquerón, luego de siete horas de marcha las fuerzas paraguayas alcanzaron el primer objetivo: Pozo Valencia, también llamado Pozo Negro, en cuyas cercanías se tuvo una escaramuza de poca importancia con los bolivianos. El grueso del ejército pernoctó en ese lugar. Al día siguiente se buscaría llegar al fortín objetivo de las operaciones. La zona donde este se encontraba era totalmente árida. En el fortín existía un pozo excavado por los paraguayos y otros por los bolivianos, además de la existencia, en los aledaños, de una aguada. Al día siguiente, la columna paraguaya reanudó la marcha penetrando en una zona peligrosa. "Nuestro movimiento -dice Heriberto Florentín-, llevaba el signo de la ceguera y de la ignorancia más completa sobre la situación del enemigo y del terreno". Los vuelos de reconocimiento no se habían hecho para explorar las condiciones del terreno y la organización de la defensa del fortín.

Tampoco se habían hecho patrullajes previos que dieran suficiente información a los atacantes. No se contaba con cartografía necesaria y apropiada ni fue utilizado convenientemente el personal conocedor de la zona con gente como Heriberto Florentín, Eulalio Facetti o Ricardo Carreras. En algún momento, la aparición de la aviación enemiga puso en riesgo a los paraguayos, cobrándose algunas víctimas.

Llegados a las cercanías del fortín Boquerón, en la no-che del 8 de setiembre se realizó un "somero reconocimiento" hacia el este del fortín. Pero la ubicación exacta del mismo era un misterio para los paraguayos.

El dispositivo del destacamento al llegar frente a Boquerón, según el plan de ataque elaborado, fue el siguiente: Primer escalón: R14 Curupayty, al mando del mayor José A. Ortiz, a la derecha del camino viejo y el RI2 Ytororó, al mando del mayor José Rosa Vera, a la izquierda del mismo. Los hombres del regimiento Curupayty, que habían sido desalojados en el combate del 31 de julio, pidieron para si el honor de actuar en el centro de la línea, con el anhelo de ser los primeros en ingresar al reducto. Los batallones de los cita-dos regimientos estaban apoyados por el grupo de artillería General Roa, a cargo del capitán Raimundo Rolón.

Según el coronel Florentín, de entrada nomás tuvieron lugar una serie de errores y omisiones que, luego, costarían muy caro a las fuerzas atacantes. Como ejemplo, en el caso de la artillería, dice Florentín, "la falta de cartas se hizo sentir en forma más palpable todavía. La premura del tiempo disponible antes del ataque y el desconocimiento del terreno crearon al comando de la artillería un serio problema”.

Como reserva, en el segundo escalón, estaban los regimientos Corrales, al mando del mayor José D. Melgarejo y Z1 General Aquino, al mando del capitán Basiliano Caballero Irala. El regimiento de caballería Coronel Toledo, comandando por el mayor Tranquilino Ortiz Cabral, tenía la misión de marcha hacia Yucra y conquistar este punto, para evitar la llegada de refuerzos bolivianos.

En el frente mismo, un profundo silencio, interrumpido de tanto en tanto por algunos estampidos de cañones y ráfagas de ametralladoras que hostigaban de uno y otro frente, aunque sin efecto positivo, pues hasta ese momento nadie sabía a ciencia cierta la verdadera ubicación del fortín, situado en una isleta más allá del cañadón.

El amanecer del 9 de setiembre anunciaba un día de calor sofocante. El extenso cañadón "parecía un mar callado". Al final mismo, en el borde de la zona boscosa, los nidos de ametralladoras bolivianos "ejercían una sugestiva atracción sobre el combatiente llamado a cruzar ese polígono de la muerte".

A las 5:30 del 9 de setiembre, el "cerrojo" humano formado por las unidades paraguayas, a la señal de un primer tiro de artillería, empezó un sigiloso acercamiento al fortín. Uno de los brazos lo hizo a través del tupido monte, mientras que el otro lo hizo a campo traviesa. Las fuerzas bolivianas, que habían pasado la noche en vela, estaban a la espera de cualquier señal.

La naturaleza del terreno donde se realizaban las operaciones, la ausencia de pozos de agua potable, de pasto y la falta de medios de transporte para asegurar el reabastecimiento de agua ocasionaron que después de unos días la caballería fuese desmontada y los jinetes puestos a combatir junto a la infantería hasta las últimas batallas de la guerra.

"Una línea ondulante a lo largo de la base de partida - relata Florentín- se desplazaba lentamente hacia el centro de la llanura.

-Era la infantería, que avanzaba en saltos sucesivos hacia la línea enemiga". A las 7 en punto, un estridente "¡Viva el Paraguay!" hizo cundir la alarma dentro del fortín. Los atacados, "como tocados por un botón eléctrico", empezaron a abrir sus bocas de fuego, derramando una oleada de plomo sobre la tropa en marcha. Las fuerzas bolivianas, "por el nerviosismo de los primeros momentos -dice Querejazu Calvo-, abrieron sus bocas de fuego dejando salir un derroche de proyectiles; la mortífera barra de plomo paralizó a los atacantes".

Entre tanto, el comandante de la IV División boliviana, con asiento en Yucra, dispuso el envío de refuerzos. El batallón Lairana del R.I.14 boliviano avanzó confiadamente, ignorando que el camino entre Yucra y Boquerón estaba controlado por los paraguayos.

Al cruzar un pajonal, de improviso los paraguayos del Toledo atacaron al destacamento boliviano que venía desde Yucra, causando numerosas pérdidas y tomando prisionero al mayor Adolfo Lairana.

Los sobrevivientes huyeron desordenadamente hacia Yucra. Horas después otra columna venida desde Yucra tuvo un nuevo enfrentamiento con los paraguayos, siendo nuevamente derrotados, resultando muerto su comandante el teniente Rosendo Villa.

A poco de iniciado el combate, el RI2 Ytororó llegó a la altura de la punta del bosque que cierra hacia el sur el "campo de Boquerón", atacando con su segundo batallón, mientras que el tercero se lanzó a buscar el camino Boquerón-Yucra, pero el fuego boliviano paralizó a ambos. Los defensores de Boquerón, luego del nerviosismo inicial, habían recuperado la calma, haciendo más efectiva su reacción. En el ataque al fortín, durante todo el día 9, los paraguayos realizaron ocho furibundos asaltos, llegando en su avance hasta un centenar de metros de las posiciones bolivianas, en algunos sectores, y a menos de cuarenta, en otros. El nutrido fuego de la fusilería y de las ametralladoras bolivianas diezmó inmisericorde las filas paraguayas, imposibilitando todo propósito de capturar el fortín. Sumado a esto, una serie de imprevisiones fruto de la inexperiencia imposibilitó a los paraguayos romper la formidable barrera de fuego de los bolivianos, muy bien parapetados en sus fortificaciones. Si bien se tenían dos baterías, además de dos morteros en cada regimiento, fusiles ametralladoras y ametralladoras pesadas, la participación deficiente de la artillería en apoyo de la infantería, fruto del desconocimiento del terreno, fue uno de los factores en contra los atacantes. Alarmado por el cariz que iba tomando la lucha, el comandante divisionario (Fernández), recurrió a la reserva para conjurar la situación. Fue en este momento que una bala perdida puso fin a la vida de uno de los más brillantes comandantes de batallón del regimiento Corrales, el capitán Oscar Rivas Ortellado. La fogosidad del ataque paraguayo dio la impresión de un innegable triunfo sobre los bolivianos, que el recién nombrado comandante del mismo regimiento, Juan Rovira, evacuado por heridas, informó, a su llegada a Villa Militar, de la victoria paraguaya, noticia inmediatamente transmitida a Asunción, donde la población entusiasmada se volcó a las calles en medio de una algarabía generalizada. Las estaciones radiales de Asunción y Buenos Aires propalaron la noticia y el ministro de Guerra y Marina, doctor Víctor Rojas, telegrafió a Estigarribia diciéndole: "En nombre del presidente de la República presentó felicitación a los valientes jefes, oficiales y soldados que han vengado el honor nacional en la retorna de Boquerón, mostrándose herederos de los guerreros del 70. Felicito a ese comando por la inteligencia certera con que ha dirigido las operaciones, haciéndose merecedor de la confianza en él depositada por el pueblo y gobierno".

Pero la realidad era bien otra y, para no desmoralizar al público, desde ese momento se le negó toda información sobre la real situación del ejército paraguayo en Boquerón.

Durante los siguientes veinte días de batalla, se le darán escuetas informaciones sobre luchas aisladas y escaramuzas producidas "en los alrededores de Boquerón".

Al final de aquel primer día de batalla, en filas paraguayas reinaban la confusión y el desconcierto, lo que fue aprovechado por una compañía del R.I.14 boliviano, al mando del capitán Tomás Manchego, para entrar en Boquerón con refuerzos. También, entre los paraguayos, además de las balas bolivianas, un nuevo enemigo empezaba actuar: el terrible tormento de la sed. En efecto, a partir del primer día de batalla, era frecuente ver el fruto de la desorganización de las tropas y la desesperación a causa de la sed: "Un grupo de sedientos -relata un testigo- de las distintas unidades había ganado la sombra de una planta de aromita en espera del ansiado tanque de agua; casi nadie hablaba ni reía, cada uno con el cuerpo lacio, mustio el rostro, levantando apenas una mano para ahuyentar las porfiadas moscas que se obstinaban en pasarse sobre los ojos inexpresivos y los labios resecos....

Por otra parte, en Villa Militar, el comandante Estigarribia se vio obligado a reconocer que su confianza en una rápida conquista del fortín a manos de los bolivianos era imposible. La táctica utilizada no dio los frutos esperados. Definitivamente, habría que cambiarla.

¿Hubo errores de cálculo en cuanto a la cantidad de bolivianos defensores del reducto? Al no poder ser vencidos por las municiones de los fusiles, las ametralladoras y la artillería paraguaya en ataques frontales con un alto costo en vidas humanas en el sector paraguayo, solo quedaba un camino: el 10 de setiembre, el comandante Estigarribia, en comunicación telefónica con el mayor Fernández, comandante de la división atacante, convino en sitiar el fortín, cortando el "cordón umbilical" que unía a boquerón con el fortín Arce, vía de acceso de los refuerzos bolivianos, y lograr rendirla por medio del hambre, encerrándole en un férreo círculo. La orden impartida fue la siguiente: "La división comenzará en el día, después de reorganizadas las unidades, un sitio reglamentario".

 

EL ASEDIO A BOQUERON

"La férrea resistencia opuesta por los bolivianos ante los intentos paraguayos de retomar el fortín en el primer día de la batalla de Boquerón obligó al comando paraguayo a reformular su estrategia, decidiéndose a sitiar el reducto, cortando todas sus comunicaciones y aprovisionamientos, logrando rendirlo luego de veinte largos y sangrientos días. La batalla en si fue rica en enseñanzas para las fuerzas paraguayas.

Para llevar adelante la decisión, el comandante de la Primera División paraguaya emitió, a las 9:30 del 10 de setiembre de 1932, la segunda orden de operaciones:

"1) la división comenzará en el día, después de la re-organización de las unidades, un sitio reglamentario.

"2) el R.I.4 más el batallón Palacios y el I/ R.I.1 (batallón Fretes), lo efectuará por el norte. El R.I.3 y batallón de zapadores lo harán por el sur, teniendo por objetivo cerrar el camino de Yucra a Boquerón, El R12 ocupará la primera isla a la izquierda y adelantará fuerzas para mantener el enlace entre el R14 y el R13

"3) la artillería y los morteros efectuarán tiros de destrucción y las ametralladoras pesadas efectuarán tiros de hostigamiento o de neutralización.

"4) los comandantes de unidades deberán tomar todas las medidas para asegurar sus objetivos y corrección de tiros de artillería. Además, los tiros de mortero serán inter-calados entre los de artillería.

"5) partes; se enviarán a más tardar cada 30 minutos al PC de la división.

"6) el R13 y R12 tendrán cuatro jinetes.

“7) noticias nuestras. El RC2 hoy estará atacando Yucra y tiene orden de impedir llegada de refuerzos a Boquerón.

Las fuerzas paraguayas estaban muy afectadas moralmente por el fracaso del primer día de batalla, por lo que la operación de rodeo se llevó a cabo de una manera bastante irregular, llegando a completarse el cerco recién después de tres días. Los regimientos Corrales, Ytororó y un batallón del General Aquino fueron destinados, por la izquierda, a cortar el camino Yucra-Boquerón, donde llegaron luego de un día de empeño y luego de sufrir los inmisericordes embates de la sed. Solo disponían de una lata de 18 litros por compañía, que se había distribuido en el momento de la reorganización, sin disponer, desde entonces, de ni una gota más.

"Un calor chirriante azotaba por todas partes, haciendo dificultosa hasta la respiración; aun debajo de los árboles resultaba insoportable la atmósfera cargada de humedad...

Hemos visto cuadros que difícilmente se borrarán de nuestras retinas: una fila tendida de seres moribundos, imposibilitados materialmente de mover un dedo para defenderse ni siquiera de las moscas y mosquitos que porfiadamente zumbaban y posaban sobre sus rostros y carnes desnudas. Todos habrán sufrido sed en Boquerón, pero ninguno como los del corrales en esa encrucijada trágica de Yucra; allí he visto labios hinchados, herméticamente cerrados, cubiertos de un borde gris azulado -el signo de la agonía-; labios que no respondían ya ni siquiera aun rictus. A otros, que les da por dormitar entregándose aun estado de laxitud tal que ni era sueño, porque no dormían, ni estaban despiertos... A uno lo hemos visto arañar el suelo con los dedos como un animal furioso, y una vez hecho el huequito meter la cara en busca de un poco de frescor que siempre da la tierra; otros más avispados se ocupaban de extraer de la tierra el mentado yvy' a. , , ( o) la tuna cuya pulpa fofa destila una sustancia jabonosa que hace más daño que otra cosa, pero que para un desesperado sediento sabe a agua cristalina...". El 13 de setiembre se había completado el cerco al tomar contacto una patrulla del Corrales con hombres del destacamento Palacios, que habían hecho el envolvimiento por la derecha. Mientras tanto, las unidades del centro y la artillería paraguaya atacaban sin descanso a los bolivianos de Boquerón.

Hacia el este del fortín el sistema de trincheras de los bolivianos tenía una pronunciada saliente, llamada Punta Brava y fuertemente atacada por los hombres del regimiento Curupayty, consiguiendo en varias oportunidades aproximarse bastante, aunque sin poder conquistarla,

Cuando Marzana se dio cuenta de la táctica de rodeo desarrollada por los paraguayos, impartió órdenes determinantes para que se ahorre munición con miras siempre a prolongar la resistencia hasta el último cartucho: "Las tropas deben mantenerse firmes en sus puestos, conforme lo han hecho hasta este momento, en cumplimiento de una orden del capitán general del Ejército y porque la Patria pide defiendan su honor todos sus hijos (...) en previsión de que se nos concluya la munición ordenó que bajo su responsabilidad los oficiales, los clases o reemplazantes dispongan la apertura de fuego, así como la voz de 'cesar el fuego', apenas no tengan objetivo visible y próximo motivo, abrir fuego a la iniciativa propia de cada tirador".

Desde que se completó el cerco, el ataque paraguayo y la consiguiente reacción boliviana tuvieron momentos dramáticos. Por un lado la artillería paraguaya buscaba denodadamente destruir el fortín y por el otro, los bolivianos se defendían como podían, inclusive con el apoyo de la aviación que vomitaba sus bombas en filas paraguayas. El regimiento Corrales, que inicialmente, tuvo un dramático debut, se convirtió, juntamente con el batallón de zapadores General Aquino, luego de varias escaramuzas exitosas, en dueño y señor de la retaguardia, obstaculizando todo intento boliviano de hacer llegar refuerzos y materiales a los sitiados.

Dentro del fortín, la escasa munición de los tres cañones de que disponían se había agotado al segundo día de lucha. Las ametralladoras pesadas se trasladaban de un sector a otro para reforzar los puntos más amenazados.

"Los paraguayos -escribió Marzana en su diario de guerra hacen esfuerzos sobrehumanos; para ganar nuestras trincheras, mas los nuestros disparan con la más correcta puntería, midiendo el peligro... quedando el campo sembrado de cadáveres y heridos cuyos quejidos se escuchan a toda hora de la noche". "Nuestra artillería -agrega- contesta con algunos disparos, pero la superioridad de fuego de las bate-rías enemigas no permite comprometerse en un duelo...".

Por su parte, desde Muñoz, el comando boliviano buscaba afanosamente romper el cerco impuesto por los paraguayos y restablecer las comunicaciones. La misión fue en comendada al destacamento de Enrique Peñaranda, que contaba con 300 hombres del regimiento Campero, 250 del Loa y un escuadrón de caballería a mando del mayor Moscoso. Estos hombres debían lidiar con los 2.000 paraguayos de Corrales y un escuadrón del RZ1, primeramente y, si lograban rebasar, con los hombres del Ytororó, ubicado frente a boquerón. Obviamente, no pudo cumplir su misión. Los días siguientes, el destacamento Peñaranda reiteradamente trató de romper el cerco paraguayo, pero otros tantos fracasos fueron el resultado. En su porfía, tuvo hasta el aporte de un carro blindado, pro no pudo lograr su objetivo. Solo un puñado de hombres al mando del célebre capitán Víctor Ustarez logró burlar las posiciones paraguayas e introducirse en el fortín sitiado. Poco después, durante un recorrido de patrullaje, enfrentado a una posición paraguaya, Ustarez cayó fulminado. En tanto, la confianza de los comandos empezaba a flaquear.

A la semana de iniciado el asedio, los hombres de la I DI paraguaya empezaban a dar muestras de cansancio. Por suerte, la II DI se había incorporado a la lucha, instalándose en el ala izquierda, peleando en dos frentes: presionando a los sitiados y deteniendo a los que intentaban ingresar al fortín.

El 16 de setiembre llegó una nueva pléyade de jóvenes entusiastas: el RI6 Boquerón, integrado por cadetes de la Escuela Militar, comandados por el mayor Arturo Bray, director de esa casa de estudios militares. Contaba con un formidable efectivo de 1.600 hombres, apoyado por una sección de artillería, además de los armamentos propios de la infantería: fusiles, ametralladoras y morteros. Su entrada en acción sería hacia el norte del fortín sitiado.

El RI6 era una unidad de infantería que no dependía de ninguna división, sino directamente del Estado Mayor General, y del que esta institución disponía en función a las necesidades del momento y de la situación. Para su participación en el combate, el 17 de setiembre, el regimiento Boquerón se concentró alrededor del fortín, a lo largo de un semicírculo que partía hacia el oeste de

Cabo Castillo (actual fortín Guillermo Arias) en dirección nornordeste hasta el viejo camino que unía Boquerón con Villa Militar pasando por Pozo Valencia.

Juntamente con las otras unidades (partes de los regimientos de infantería, zapadores y grupos de artillería Curupayty, 2 de Mayo, General Aquino, General Roa, Ytororó, Coronel Toledo), la totalidad de hombres desplegados en la primera línea fue de unos 4.750.

El plan de Estigarribia, cuenta Casabianca, proyectaba en un primer momento el ataque por el RI6 Boquerón y la División de Infantería, de las posiciones establecidas entre el fortín mismo y la orilla meridional de la parte del bosque que lo rodeaba. Este ataque debía estar apoyado por la IIa División de Infantería del teniente coronel Gaudioso Núñez con 2.815 hombres, ubicada a la izquierda de la 1a División de Infantería y extendida por 1.500 metros a partir del viejo camino Boquerón - Villa Militar.

En un segundo momento, la Primera División apoyada por el RI6 a la izquierda y la Segunda División a su derecha, debía atacar desde el norte hacia el sur de un lado y de otro del camino Boquerón - Yucra hasta el límite del bosque que rodeaba al fortín. Toda esta maniobra debía estar apoyada por tres aviones de caza Wibault y tres Potez de reconocimiento y de bombardeo.

En la mañana del 17, los paraguayos, con ocho cañones de 105 mm, 14 de 75 mm y 20 morteros, y las ametralladoras pesadas y livianas de los tres regimientos participantes, atacaron encarnizadamente el fortín, siendo respondidos de igual manera por los sitiados desde sus posiciones avanzadas y sus formidables nidos de ametralladora.

En un momento dado se pusieron en movimiento varios batallones con miras a un ataque frontal, en tanto otros (comandados por los capitanes Luis Santiviago, Isaías Báez Allende, Musguito Villasboa) intentaban una maniobra envolvente para atacar al fortín y evitar apoyo desde afuera a Boquerón, como lo venía haciendo el destacamento Peñaranda.

El regimiento Boquerón, en un momento de confusión, ante el porfiado ataque de los bolivianos que los atacó por sorpresa, se replegó permitiendo el rebase de algunas unidades bolivianas hasta las cercanías del fortín, logrando entrar en el reducto sitiado, llevando víveres y municiones, aunque insuficientes, a los defensores bolivianos del fortín.

A raíz de estos sucesos, y mientras el RI6 se reorganizaba, Carlos J. Fernández puso en movimiento su reserva. Mientras tanto, el R14 Curupayty atacaba furibundamente tratando infructuosamente y con fuertes pérdidas de conquistar el punto estratégico llamado Punta Brava.

En la batalla de esta primera jornada del R16, esta unidad perdió a dos cadetes, Oscar Otazú y Pastor Pando, que resultaron muertos, además de heridos y prisioneros. Poco después moriría el cadete Carlos Sisa.

Al día siguiente los paraguayos intentaron nuevos asaltos, pero sin lograr abatir a los bolivianos. Muchos, desmoralizados, abandonaron sus puestos de lucha, dirigiéndose a retaguardia en busca de los camiones aguateros.

En tanto, los sitiados apenas tenían víveres para un día más y agua en cantidad insuficiente para abastecer a los defensores. Por esta razón, los hombres que habían entrado el día anterior tuvieron que abandonar el fortín, quedando en él solo los hombres indispensables para su defensa. Forzando denodadamente las líneas paraguayas y a un costo de mucho derramamiento de sangre y pérdidas de vida, los bolivianos fracturaron la línea paraguaya y lograron salir del sitio, reuniéndose con las fuerzas del coronel Walter Méndez.

Desde este momento, la vida dentro del fortín entró en un período crítico. En un galpón, tendidos en el suelo, se agrupaban ya más de setenta heridos. Su número aumentaba día a día. Los médicos apenas podían confortar moralmente a los heridos, pues ya no tenían drogas, gasa, algodón ni desinfectantes. El agua y los víveres eran cada vez más escasos.

La aviación boliviana trataba de aprovisionar a los sitiados, pero con resultados insignificantes, pues muchos de sus paquetes de víveres y municiones caían en filas paraguayas.

En las noches, "soldados bolivianos se arrastraban hacia donde habían visto caer a sus enemigos en el combate del día y se aprovisionaban de su munición, caramañola de agua y sus víveres. Estos, muchas veces, estaban empapados en sangre, pero ello no era impedimento para que se los consumiera ávidamente".

Un pozo de agua fue destruido por la aviación paraguaya, el otro estaba ubicado expuesto al fuego enemigo, que solo era posible acercarse en horas de la noche, mientras que en el tajamar varios cadáveres se pudrían. En esas condiciones continuó el sitio. El 28 de setiembre, los bolivianos llevaban horas sin víveres y las reservas de municiones estaban agotadas. Ese día, los generales Montes y Osorio volaron sobre Boquerón, lanzando una proclama que decía: "Diez días más de inquebrantable resistencia y la victoria será nuestra. Habéis escrito la página de oro de la historia patria". Bellas palabras, pero los sitiados apenas disponían de cinco cartuchos por hombre, o sea, diez minutos de fuego. Esa noche Marzana convocó a sus oficiales, quienes le rodearon en el estrecho agujero que les servía de refugio. "Sus rostros mostraban la huella dejada por 19 días y 19 noches de constante tensión nerviosa y la escasez de alimento y agua". El mensaje de los generales fue leído a todos. Era la tercera vez que se les pedía "unos días más", pero esta vez estaban en un caso extremo. Luego de unos minutos de cabildeo, se decidió que lo que pedía el alto mando era irrealizable y solo quedaba un paso a dar.

No cabía la rendición. Había una sola alternativa. Pedir a los paraguayos "una capitulación con honor o perder Boquerón en la punta de las boyonetas".

Los jefes bolivianos acordaron que al amanecer enviarían a dos parlamentarios para solicitar una entrevista con el comando paraguayo para negociar la entrega del fortín, a cambio de que se les permitiese retirarse con sus heridos hacia Yucra.

En tanto, las fuerzas paraguayas que asediaban al fortín Boquerón, heroicamente defendido por los combatientes bolivianos desde hacía casi tres semanas, se estaban preparando para un ataque general y definitivo. Boquerón tendrían que caer a cualquier costo.

Desde Punta Brava, dos hombres salieron con bandera de parlamento, llevando el siguiente mensaje: "El comandante del fortín Boquerón al comandante de las fuerzas paraguayas en el mismo sector. Señor: el oficial portador de la presente nota, capitán Antonio Salinas, lleva la misión de entrevistarse con ud. en representación mía. Dios guarde a Ud. Teniente Coronel Marzana".

En filas paraguayas, según un testigo, "aún faltaba un cuarto de hora para la hora 'H', cuando se escuchó un breve tiroteo en el a la izquierda, seguido de un prolongado 'grito patriótico', lo cual era indicio de algún acontecimiento favorable. Después, nuevamente un profundo silencio, interrumpido, de vez en cuando, por un extraño cuchicheo en nuestra fila, que no podíamos interpretar, hasta que el Cabo Brígido Mongelás, del grupo de mando, exclamó de repente: "Bandera blanca, bandera blanca mi teniente!.

"Automáticamente todas las miradas apuntaron hacia el sector señalado, en busca del signo de la rendición. La tarea fue fácil, pues para ese instante una cortina de ropas blancas de todos los tamaños se había extendido de punta a punta sobre la trinchera enemiga; camisas y pañuelos blancos atados en la punta de rústicas varillas ondulaban pausadamente detrás de los parapetos. Era la rendición incondicional que ofrecían los bravos defensores de Boquerón. Nuestra emoción fue tan grande que por algunos instantes nadie osó mover ni un dedo, como si un poder mágico paralizara nuestras energías y nuestras voluntades.

Además -¿por qué no decirlo?- un poco de desconfianza o temor a lo que podría ser una trampa primaba en nuestro ánimo; hasta que un oficial, el más decidido, se animó a gritarles: "Salgan de sus trincheras, sin armas!".

En el fortín nadie dio cumplimiento a la orden. Algunos momentos después, el mismo oficial trepando el parapeto de su trinchera se dirigió hacia las filas enemigas, ordenando y urgiendo la/ salida con los brazos en alto de los combatientes bolivianos.

"Uno tras otro, los escuálidos pero heroicos defensores del reducto fueron saliendo por la escalinata hacia un árbol designado como punto de reunión para los mismos.

"Entre tanto, la tropa se había abalanzado en incontenible desborde hacia la trinchera doblegada; cualquiera podía creer que este encuentro de vencedores y vencidos, llevado a cabo bajo un clima de alta tensión nerviosa, terminaría en un ensañamiento despiadado y cruel de los primeros sobre los segundos; sin embargo, fue todo lo contrario: cada paraguayo buscaba a un boliviano para confundirse con él en un efusivo abrazo, como si se tratara de un viejo amigo a  quien lo encuentra después de mucho tiempo de separación... El de octubre de 1932, Alfredo Stroessner recibe su ascenso a teniente 2° de artillería y se le nombra ese mismo año comandante de pelotón del Regimiento de Infantería 6 "Boquerón".

Tuvo destacada actuación en Saavedra, Campo Aceval, Francia, Zenteno, Rancho Quemado, Pozo Favorito, en el destacamento Rosa Vera, con una pieza 7,5 como oficial de tiro actuó en las acciones libradas en Teniente Oscar Carreras Saguier y Agua Blanca.

Como comandante del grupo de morteros SB en Villa Montes.

Actuó en 7a División y el regimiento de Infantería 12 "Rubio Ñu" sobre el lóbrego en Strongest.

En la citación recibida "1934-35 además de ser artillero, es práctico en el manejo de morteros S.B. buen observador de tiros. Buen conductor de tropa. Tiene concepto acabado del honor y la responsabilidad. Trabajador y buen camarada. De conducta muy buena. Calificación: muy buena. Firmado: Enrique Godoy Cáceres, Mayor y Cmdte. de grupo: V° B° José Luis Vera. TGral. y Cmdte. Art. del cuerpo; V° B° Gaudioso Núñez, coronel y Cmdte. del 1er. Cuerpo de Ejército".

El 20 de enero de 1936 es ascendido a capitán. El 14 de enero de 1938, se le confirma en el regimiento de Artillería N° 1 "General Bruguez".

El 14 de mayo de 1940, por Decreto 344 se le envía en misión de estudios al Brasil.

El 11 de diciembre de 1940 es ascendido a mayor. En 1943, ingresa a la Escuela Superior de Guerra.

El 19 de noviembre de 1945, se le destina al Regimiento de Artillería N° 1 General Bruguez y se le nombra por Decreto N° 10.927, del presidente Higinio Morínigo, comandante interino de la institución.

En la revolución de 1947, tiene destacada actuación contra los rebeldes en el sur, contra la tentativa de los mismos de organizar otro frente y de impedir el paso de los cañoneros hacia Asunción.

El 1º de marzo de 1948, asciende a coronel. El 15 de agosto de 1949 es ascendido a general de brigada.

Ostenta la Cruz del Defensor y la medalla de bronce. En setiembre de 1950, es comandante de la Artillería.

Nos relata el historiador nacional, don Leandro Prieto, en su libro: Stroessner un nombre para la historia, su vida, sus pensamientos lo siguiente:

Con referencia a los acontecimientos del 4 de mayo de 1954, que dio como resultado la instauración de un nuevo orden de cosas, transcribimos los comentarios respectivos formulados por el historiador nacional, coronel (SR) Luis Vittone, quien, en su libro "Dos siglos de política nacional", pags. 560/ 63 expone:

"Antecedentes militares próximos"

"La política divisionista actuó también en el orden militar. El comandante Ferreira y los cuatro o cinco oficiales subalternos que actuaron en Luque y en la División para alentar la subversión, fueron estimulados para actuar al margen de la autoridad y del conocimiento del Comando en jefe de las FF.AA. de la Nación".

Los jefes y oficiales responsables de la División de Caballería, preocupados por la anarquización de la Gran Unidad, resolvieron evitar la intromisión de los dirigentes de la seccional de Luque o "Segunda División de Caballería Civil" en los cuarteles de Campo Grande. Pero esa decisión no se pudo cumplir.

"El Comandante Ferreira y los dirigentes del grupo rebelde, inventaron otra supuesta conspiración, la del Mayor Virgilio Candia, Comandante del R.C.3, con el General Díaz de Vivar y el Coronel García de Zúñiga".

"De acuerdo con esta intriga, el Presidente de la Re-pública comunicó al Comando en Jefe de las FRAA. de la nación, general Alfredo Stroessner, en presencia del Comandante Ferreira, la necesidad de destituir al mayor Candia. El comandante Ferreira dijo que él no le destituiría (pretendía seguramente complicarlo al Comando en jefe). Al día siguiente, se desvirtuó la intriga y se resolvió abandonar el proyecto de destitución del mayor Candia.

Pero días después, el comandante Ferreira fue a verlos en su casa al comandante de Infantería 14, teniente coronel Colmán y le informó que el mayor Candia estaba conspirando con el general Díaz de Vivar y con el coronel García de Zúñiga.

1 y 2 de mayo de 1954. El sábado 1 y domingo 2 de mayo, el Comandante en Jefe de las FF.AA. de la Nación viajó a Paraguarí, regresando de su último viaje, solo el lunes 3 al mediodía, porque la pista estaba inundada y porque confiaba en la decisión de abandonar el proyecto de desplazamiento de la división de Caballería.

Solo entonces se enteró de que continuaba la intriga del comandante Ferreira sobre la supuesta conspiración del mayor Candia.

Como éste había sido nombrado por orden del Gral. del Comando en jefe, no era de esperar que se tomasen medidas de intervención de dicho comando.


APRESAMIENTO DEL MAYOR CANDIA

El lunes 3, por la noche cuando el mayor don Virgilio Candia, comandante del Regimiento de Caballería N° 3 "Coronel Mongelós", volvía confiado a su unidad, fue apresado por un grupo armado de la División de Caballería en la ruta Madame Lynch, y conducido a la división. El Comandante en jefe no pudo aquel día obtener contacto telefónico con el comandante de la División Teniente Coronel don Néstor Ferreira, quien no le había informado a aquel de las medidas adoptadas.

Ante estos hechos, el Cmdte. en Jefe general Alfredo Stroessner, el lunes 3 por la noche, acudió a ver al Presidente de la República para preguntarle lo que pasaba. El comandante en jefe le relato lo que sabía de la entrevista citada del Tte. Cnel don Néstor Ferreira con el jefe del Regimiento 14 de Infantería, y le dijo lo que ocurría daba la sensación de que había algo preparado.

El presidente le dijo que habían personas civiles que hablan de que el mayor Candia conspira. El presidente estaba tranquilo, dando la impresión de que lo sabía todo. El comandante en jefe le dijo al Presidente "¿Por qué no me da injerencias en estos asuntos?. No convierta la Caballería en un centro político. Yo tengo más responsabilidad que el Comando de división". "Pero yo soy el Comando en jefe" replicó el Presidente de la República. "Pero yo soy el comando delegado. Acepto que eventualmente hable directamente con los subalternos, pero en forma sistemática, no. Entonces Ud. no me da autoridad", replicó el Comandante en jefe.

En el ínterin de la entrevista del Comando en jefe con el Presidente de la República, el comandante Ferreira habló a éste por teléfono anunciándole que había tomado algunas medidas. El Presidente de la República pasó el tubo al Gral. Stroessner, quien invitó al Cmdte. Ferreira a concurrir a su despacho para conversar, contestándole éste que no tenía tiempo y estaba muy atareado. El siguiente día martes por la mañana el Presidente de la República comunicó por teléfono al Comandante en Jefe que el teniente Echauri también estaba preso en la D.C.I y que se hiciera presente en esa gran unidad, a la que el Comandante en Jefe respondió: "Es obligación del Cmdte. del D.C.1 concurrir ante el Comandante en Jefe a darle cuenta de los hechos ocurridos en la división. Conviene señor presidente, añadió el general Stroessner que nos demos nuestro lugar". A eso de las 18 y 30 o 19 horas el comandante de la División de Caballería anunció por teléfono que concurriría al Gran Cuartel General. Habiendo en cuenta las reiteradas transgresiones cometidas por el comandante de la D.C.1 por decisión unánime de los jefes presentes se resolvió arrestarlo en el comando, como efectivamente se hizo.

"Preguntado el comandante Ferreira de la actitud de su unidad, que para el Comando en Jefe era sospechosa, aquel contestó que había dejado instrucciones de atacar la capital en caso de que no regresara a su unidad para las 21 y 45 horas.

"Entretanto, la División de Caballería se hallaba apresta, destacando tropas de cobertura hacia la capital. A su vez, las fuerzas de la capital se aprestaron a la defensa.


"EL COMANDO EN JEFE EN CONTACTO CON EL PRESIDENTE DE LA JUNTA DE GOBIERNO"

"El Comandante en jefe de las FF.AA. de la Nación, general Alfredo Stroessner, el miércoles 5 a las 3 horas informó al presidente de la Junta de Gobierno, arquitecto TOMÁS ROMERO PEREIRA de los acontecimientos y de la situación militar con grave riesgo de un choque inminente que ocasionaba trágicas consecuencias; y que para evitar un lamentable derramamiento de sangre, ponía en manos de la junta de Gobierno del Partido Colorado la solución de la crisis militar y política. El presidente de la Junta de Gobierno habló por teléfono con el teniente coronel Godoy, comandante interino de la D.C.1 y le pidió replegara sus tropas a una distancia conveniente de modo a evitar el choque tal como le había ordenado el Comandante en Jefe en conversaciones telefónicas anteriores; y que confiase a la Junta de Gobierno la solución del conflicto como lo había decidido el Comandante en Jefe. El teniente coronel Godoy accedió a la petición.


"LA SOLUCIÓN POLITICO INSTITUCIONAL DE LA CRISIS"

"Resuelta de hecho la crisis militar y tomadas las medidas militares y policiales de seguridad, el Comandante en jefe de la FFAA. de la Nación general Stroessner, le comunicó al presidente de la junta de Gobierno del Partido Colorado, Arq. TOMÁS ROMERO PEREIRA y le declaró categóricamente que la solución de la crisis en su aspecto político e institucional quedaba a cargo de la junta de Gobierno Mencionada".

EL diario "Ultima Hora", en fecha 15 de agosto de 1977 en su página 13, corroborando lo expuesto por el coronel (SR) don Luis Vittone en su libro Dos Siglos de Política Nacional, con el título de: "Evocando un hecho de singular trascendencia" dice: "Para la nueva generación, la de la paz, como se llama a la juventud actual, no han de ser muy conocidos los detalles, algunos hechos que dieron la base para el advenimiento al poder del Primer Magistrado de la Nación, Gral. de ejército don Alfredo Stroessner.

Es interesante recordar ahora, a 23 años de los acontecimientos registrados en mayo de 1954, cuando se registró el movimiento militar que determinó, según se cuenta en la crónicas de entonces, la renuncia del presidente Dr. Federico Chaves y el advenimiento a la presidencia del general Stroessner.

Nadie mejor informado para rememorar los hechos sucedidos que el Arq. TOMÁS ROMERO PEREIRA, figura central, principalísima, de los sucesos y relator de los mismos a la crónica periodísticas de tales acontecimientos.

Según los archivos de prensa, recuerda don Tomás, como todo el mundo conoce, en mayo de 1954 él estaba al frente de la Asociación Nacional Republicana (Partido Colorado) cuando se produjo el movimiento militar que derrocó a Federico Chaves.

El líder del coloradismo recuerda que en la noche del 4 de mayo se escucharon en Asunción disparos de fusilaría, un anuncio seguro de que las cosas estaban apunto de cambiar.

Se agrega que esa misma noche se reunieron en el domicilio de Romero Pereira varias destacadas figuras de la política y ahí pudo saber que el origen del planteamiento castrense estaba en Paraguarí con el general Stroessner a la cabeza.

Se supo posteriormente que Romero Pereira fue llamado por los jefes militares y tuvo una importante conversación con quien es actualmente Presidente de la Nación.

Relata don Tomás que entonces el general Stroessner le había dicho que " la situación ha sido creada para salvar la disciplina del ejército; que el presidente de entonces, Federico Chaves, llamaba a su despacho, directamente, a los comandantes de unidades, sin venia del comandó'. Se puntualizó que esa forma de proceder era contra la disciplina que debía reinar en las FF.AA.

Las crónicas de la época mencionan los puntos principales señalados en aquellos momentos que justificaban la intervención de un importante sector de las FFAA. en la búsqueda de una salida decorosa para la situación. Se hablaba de la corrupción imperante y de la decisión de varios comandantes que acompañaban al general Stroessner para poner fin a una situación considerada irregular y normal para el buen funcionamiento de las instituciones castrenses.

Se cuenta que el jefe del movimiento habría dicho que no solamente él, sino todos los comandantes de unidades que están de parte del movimiento, han sido partidarios de efectuar la operación que más tarde daría lugar; al cambio de la situación.

La situación castrense ya está resuelta, habría señalado el jefe del movimiento y daba cuenta, según se relata en los diarios de entonces, que el Presidente de la República, Federico Chaves y dos de sus ministros se hallaban detenidos en el Colegio Militar, el comandante de la Caballería estaba preso en dependencias de la Artillería y que no disponía de la División de Caballería, cercadas por fuerzas dirigidas por el Gral. Stroessner, con su artillería en posición de combate, lista para actuar al amanecer. Igual posición tenía la infantería, desplegada en línea, excelentes posiciones y con suficientes pertrechos.

Se cuenta que el jefe del movimiento había dicho que al clarear el día se produciría el choque y que iba a ser muy mortífero, ya que ambos bandos estaban bien armados. Se señaló que había que evitar la pérdida de muchas vidas; salvar esas vidas a toda costa.

En esa circunstancia, se recuerda el actual Presidente de la Nación había pedido a Romero Pereira que, como la situación militar estaba en su punto culminante, restaba ha llar la solución al problema político y que ese punto podría salvar o resolver la Junta de Gobierno del Partido Colorado. Ante tan quemante situación, se resolvió realizar una reunión con cuatro representantes militares y cuatro de la Junta. Los militares designados fueron el comandante Patiño, el general Vega Gaona, el mayor Candia y el mayor Ortega. Los civiles eran Pastor Filártiga, Rigoberto Caballero, Fabio Da Silva y el Arq. Romero Pereira.

La reunión se desarrolló en el domicilio de don Tomás y se dijo que no hubo acuerdo, ya que los civiles debían hacer consultas a los demás miembros de la junta.

Cuenta don Tomás que la situación política del gobierno no tenía que determinar un movimiento de fuerza, puesto que el presidente Chaves era candidato del Partido Colorado y si caía violentamente, por un golpe de estado, entonces iba a caer también el partido.

Don Tomás sostuvo la firme posición de su partido, de mantenerse en el poder, con honra y habría dicho: "Uds. que son hombres de derecho busquen una salida constitucional". Se agrega que no hubo entendimiento al principio con los delegados militares y que finalmente tras una conversación con el jefe del movimiento, se acordó que la salida constitucional del problema era la renuncia del Presidente de la República ante una asamblea, que el partido convocaría a una convención para designar al candidato que continuaría el período constitucional.

Agrega el viejo líder del coloradismo haberle dicho a Stroessner que el partido sugeriría su candidatura, que se llamara a elecciones presidenciales y mientras tanto se nombraría un presidente provisorio que entregaría el poder el 15 de agosto, y así fue y precisamente se dispuso que don Tomás ejerciera la presidencia provisoria.

El Gral. Stroessner aceptó dijo don Tomás, rememorando y se hicieron las cosas tal como consta en un acta considerada, a esta altura de la vida institucional de nuestro país, como histórica y de gran significancia política, dado que se tuvieron en cuenta aspectos jurídicos institucionales, en un momento realmente difícil.

Se cuenta que el Gral. Stroessner aceptó la solución dada a la cuestión, demostrando en esa forma su confianza en el Partido Colorado. Posteriormente se efectuaron las elecciones generales de 1954 y salió triunfante el candidato elegido por la ANR en su convención, asumiendo el cargo el actual jefe de Estado. Es decir que Stroessner puso punto final a una crisis en las filas castrenses y asumió la responsabilidad de gobernar al país con los instrumentos constitucionales pertinentes. Esta decisión fue en aquel entonces vivamente elogiada por todos los sectores nacionales.

Eso porque el Gral. Stroessner buscó la salida política por el cauce legítimo, es decir, no impuso el criterio de ir al palacio con los fusiles, todo lo contrario, obtuvo el apoyo de la civilidad de una nucleación de hombres dispuestos a servir al país por los conductos normales, jurídicos constitucionales.

El acontecimiento, contado así con la ayuda de las crónicas de prensa y con el aval de un hombre que mucho hizo por el bienestar de su país, como don Tomás Romero Pereira, asume hoy trascendencia singular y de gran valor histórico.

La labor cumplida por el Gral. Stroessner desde aquella difícil época hasta el presente es realmente importante y justo es reconocer ahora la proyección que tuvo el hecho de mayo de 1954".

El 15 de agosto de 1954, el Gral. Stroessner asume la Presidencia de la República. Asiste el general Perón que devuelve los trofeos de la guerra del 70.


LOS NAZIS EN PARAGUAY

Con 10 años de ejercer su mandato de presidente de la república Argentina, llega al Paraguay el General Perón.


MOMENTOS DE INTENSA EMOCIÓN PATRIÓTICA y DE FRATERNALES SENTIMIENTOS AMERICANISTAS VIVIO LA POBLACIÓN.

Mientras el General Perón se dirigía al puerto de la capital, desde el Panteón Nacional, el General Stroessner salía del Palacio de Gobierno en compañía de sus ministros y otras autoridades civiles y militares, para iniciar el traslado de las reliquias.

En la plazoleta del puerto se congregó un público numerosísimo en espera de la iniciación del acto. Pocos minutos antes de la hora oficialmente señalada, los dos carros de asalto en que se habían depositados los trofeos se pusieron en marcha, seguida de una numerosa y entusiasta comitiva encabezada por el presidente Perón y el presidente Stroessner, ambos uniformados.

Durante todo el trayecto, los mandatarios fueron objeto de ovaciones de parte del público, estacionado en ambas aceras de la avenida Buenos Aires. Escoltaron los trofeos en formación impecable soldados del Regimiento de Granaderos que impresionaron por la marcialidad de su presentación y marineros de los rastreadores "king" y "Muratore".

Sobre la misma avenida y al lado del edificio del Colegio Militar formó la división de Caballería y frente al mismo edificio, los cadetes del Colegio Mariscal Francisco Solano López. Ambas unidades presentaron armas al paso de los carros que conducían los trofeos.

Los carros de asalto pararon frente al palco levantado para los trofeos, hacia la esquina formada por la avenida República y la que pasa, frente al Colegio Militar. Soldados del regimiento de Granaderos impecablemente uniformados de gala, procedieron de inmediato trasladar los trofeos a dicho palco, al son de agudos toques de clarines. La multitud vivió en ese momento minutos de honda emoción patriótica y de sentida confraternidad. Mientras él público agitaba entusiastamente banderitas con los colores de los dos países y coreaba los nombres de ambos mandatarios.


UN ESTUCHE CON RELIQUIAS

A esta altura de su discurso, interrumpido por ovaciones constantes tomando un estuche que le pasó uno de sus ayudantes el general Perón expresó que una familia argentina había querido enviar por su intermedio algunas reliquias de valor y comenzó a enumerarlos, con breves palabras alusivas a cada una.


LA ESPADA y EL RELOJ

Hago entrega -dijo el mandatario argentino- del original del pergamino con que el pueblo de Asunción obsequió una espada al mariscal Francisco Solano López y se encontraba cuidadosamente guardado. "Esto nos identifica -continuó- a través del tiempo y del espacio con aquel, porque nosotros también no aspiramos sino a la gratitud de nuestro pueblo". También hizo entrega de un reloj de oro, que fuera del Mariscal López, como testimonio de nuestra admiración personal rogando a Dios que marque horas felices para los paraguayos".


VOTOS POR EL PARAGUAY

En la parte final de su alocución y al reiterar la entrega oficial de las reliquias, el mandatario argentino formuló votos por el Paraguay y las gestiones gubernamentales del general Stroessner, diciendo: "Pido a la providencia, para el acierto y para su pueblo, la grandeza y la felicidad a que tiene derecho, por su tradición de sacrificio y patriotismo".

Prolongadas ovaciones, rubricaron las últimas palabras del mandatario argentino, que al final recibió un fuerte abrazo del general Stroessner y felicitaciones de las personalidades paraguayas y argentinas que ocupaban el palco. Paraguay y Argentina nacieron juntas, Asunción y Buenos Aires se complementaron, desde el día de su naci-miento, para poder urdirse con ellas la trama de la historia, tanto que ningún dolor de Buenos Aires, como de alma expuesta al infortunio, por las iniciales acechanzas de tierra y mar, fue dolor que no fuese compartido por la hermana solidaria, Asunción del Paraguay.

Si están escritas las lecciones del pasado, lógicos resultan los actos internacionales que trasuntan la debida comprensión de la hermandad de nuestros pueblos, sellada por la geografía y consagrada por el imperio de la religión y de la lengua que recibimos como herencia común y en cuya fuente halláramos la esencia que diera fondo y forma a nuestras instituciones y orientara nuestras letras, artes y costumbres.

La fatalidad que suele poner a prueba la entereza de los hombres y someter a un crisol calificador la contextura moral y física de los pueblos descargó un día, sobre este suelo privilegiado, todas las furias de la guerra y ese día se extendió por cinco años, como si el tiempo tardase en convencerse de que cuando una patria existe, el fuego no mata el espíritu de una nación.

Y los contendores en esa guerra eran hermanos y cuando los vencedores se retiraron, llevando en sus almas la impresión de la grandeza del vencido, fue en, esa grandeza que los contendores se reconciliaron, porque las virtudes de un pueblo hermano, también sirven para honrar a la familia de pueblos a que el pertenece.

En este modo y en esta forma, la República Argentina del presente, se hace cargo del pasado y del porvenir, segura de que los hechos históricos que dieron origen a las gloriosas tradiciones de nuestros pueblos, y merecieron el respeto de la posteridad, no pueden ni deben interpretarse, en mérito a la esencia espiritual del hombre, como postulados opuestos a los más altos destinos de la humanidad.

Es así como definisteis a la Argentina, General Perón, dando un contenido de valor excepcional a vuestras palabras, cuando afirmabais, en el magnífico mensaje al Honorable Congreso de vuestra Patria, que "es patrimonio de los muertos, heroicos la gloria de haber conquistado galardones en el campo de batalla", pero que "un medio imperecedero de honrar su memoria es trocar esos mismos galardones en emblemas eternos de una aspiración de paz fecunda y creadora".

Es así como rubricasteis, con vuestra condición de dignatario de la soberanía de vuestra nación, la nobleza de vuestro pueblo, afirmando con la elocuencia de un altísimo sentimiento, que "es espíritu de aquellos combatientes argentinos y paraguayos que cruzaron sus armas, unidos hoy en la eternidad, se sentirán conmovidos por esta decisión de la República".

A ese conmovido espíritu de nuestros muertos gloriosos, responde hoy, General Perón, el conmovido corazón del pueblo paraguayo, que al recibiros, con su gobierno, como al mensajero de la nueva Argentina de que sois artífice y como al más honroso portador de las reliquias del pasado, pronuncia su fe, con vos, "en el común ideal de un destino  de concordia, de paz y de grandeza".

El retorno a nuestra patria de estas reliquias, sobre las que quedará impreso el pulso sacrosanto de nuestros combatientes, tiene hoy, en su simbolismo, para nosotros, la continuidad de la misión de gloria que ayer cumplieran nuestros soldados, en los campos de batalla, porque esas reliquias que hoy regresan a través de campos de paz y en medio de los cánticos de la confraternidad, que hoy reemplazan de ese modo a la voz de los clarines del combate, todavía dan motivo a que se levanten los corazones de nuestros pueblos, a la serena altura de nuestras banderas inmortales.

Sea propicia la ocasión de este acto solemne en que dos naciones vecinas y hermanas, se abrazan, histórica y espiritualmente, sobre lo que hasta ayer fueran forma pública, materia consagradora y lenguaje continuado de la violencia de sus viejas discordias para renovar ante los ojos y al oído de América, la fe de nuestros pueblos en la victoria de las fuerzas morales, como única victoria digna de nuestra idea de Dios y concorde con el superior destino del hombre y de las naciones.

El camino que Paraguay y Argentina han elegido para poder arribar a la cumbre de los más altos ideales americanos, no es otro, sino el camino de la solidaridad, en que ambos se esfuerzan por ser mejores, de acuerdo a sus posibilidades morales y materiales, para contribuir con la nobleza de sus obras al acervo de la civilización continental. En ese camino siempre resultaría fácil encontrarlos todos en América, sin otra aspiración que la felicidad común de nuestros pueblos y sin otra bandera que la de la libertad y la justicia, a cuya sombra nacieron y se perfilaron las 21 repúblicas hermanas del nuevo mundo.

Hoy que la bandera azul y blanca de la Argentina, con su centro de sol inmaculado, ha venido hasta este suelo calcinado por la fiebre de todos los heroísmos a tremolar hermanada a la bandera tricolor del Paraguay, en cuyo centro una estrella solitaria fija el supremo ideal de nuestros mayores, paraguayos y argentinos propiciamos y saludamos unidos, por la simplitud de nuestros propósitos patrióticos, humanos y universales, un porvenir de paz y venturanza para todas las naciones de la tierra.


LA ENTREGA OFICIAL

Las personalidades pasaron de inmediato a ocupar el palco instalado al lado del edificio legislativo, a fin de procederse a la entrega oficial de las reliquias.

Mientras todo esto se desarrollaba el público que colmaba totalmente la plaza de Juan de Salazar y Espinoza y sus inmediaciones, seguía coreando con entusiasmo los estribillos de "Perón - Stroessner, un dos en los corazones"; "Perón y Stroessner, unidas las naciones". Aviones de las fuerzas armadas y del Aéreo club efectuando impresionantes demostraciones, sobre volaron la ciudad, llevando de esa manera la adhesión de las alas paraguayas a tan trascendental acontecimiento.


DISCURSO DEL GENERAL PERÓN

Expresó el general Perón para hacer la entrega de los trofeos que había querido venir a cumplir personalmente el sagrado mandato del pueblo argentino restituyendo esas reliquias que "aspiramos han de sellar la inquebrantable hermandad de nuestros pueblos" para señalar a continuación su inmenso júbilo, por "llegar a esta tierra de soñadores y patriotas trayendo lo más sagrado que encierra su pueblo: su amistad y su corazón `. Me siento emocionado -dijo en otros párrafos de su elocuente improvisación- que puesto corazón de soldado pueda estrechar, en tan emotivo e histórico momento el corazón de otro soldado que presido esta patria. Manifestó más adelante que venía representando a la Argentina que ha reivindicado para sí la justicia y que quiere hacerlo para todos los demás países "vengo como un hombre que viene a rendir homenaje al Paraguay en el nombre de su sagrado mariscal Francisco Solano López y hago llegar el abrazo de nuestro pueblo argentino a esta patria tan respetable y tan querida".


DISCURSO DEL GENERAL STROESSNER

El general Stroessner contestó el gesto del mandatario argentino y de su pueblo, con el siguiente discurso, interrumpido por prolongados aplausos en su más conceptuosos pasajes:

"Excmo. Señor Presidente de la Nación Argentina General de Ejército don Juan Perón. Excelencias, pueblo paraguayo: Por una coincidencia feliz, el destino ha querido que yo inaugurase mi gobierno con un acto de trascendental importancia para el espíritu de América, de cuya unidad y cuyo destino somos responsables, ante los ojos del mundo, cada uno y todos los pueblos del continente.

A esta unidad ya ese destino estamos respondiendo hoy, con hacer de las cosas del pasado y de la visión del porvenir, un motivo común que asegure y fortalezca los lazos de la amistad internacional.

Y es de ese pueblo que otrora fuera uno de los testigos y actores de la tragedia: de ese pueblo que sufrió con nosotros el común dolor de la rotura de la hermandad; de ese pueblo que sacrificó en el fragor de las batallas generaciones nacidas como las nuestras, para gozar de los albores de una fecunda y duradera libertad; de ese pueblo que enfrentó sus héroes a nuestros héroes, haciendo que la muerte confundiera en su regazo común a los valientes soldados paraguayos con los valientes soldados argentinos; es de ese pueblo que voz, general Perón, nacido en la estirpe sanmartiniana, armado del poder de la justicia histórica, iluminado por el sol del escudo de vuestra patria, venís hoy, en esta hora de la común exaltación de nuestros viejos e inextinguibles idealismo, como portador de las reliquias sagradas.

Todavía, General Perón, esas reliquias cumplen su misión de gloria, porque al retornar por vuestro dignísimo conducto, al seno del que partieran, las heridas que ellas evocan y que aceptáramos, con honra en el pasado, para ostentarlas después con irrenunciable vocación de patria, ellas vienen por un mandato de la historia como si así se cumpliera el testamento de nuestros comunes muertos heroicos a reintegrarlos en el amor de nuestros orígenes remotos y a reafirmarnos en la libre devoción de nuestras soberanías.

Timbre de honor es para vuestra ejecutoria de soldado y gobernante, haber sabido transponer los abismos del recuerdo de la guerra, para convertir ese recuerdo en motivo de la común exaltación de la memoria de nuestros mayo-res y timbre de honor es para el Paraguay, recibir por mi intermedio los trofeos de guerra, devueltos por vuestras manos, limpios de todo rencor y ajenos a todo renunciamiento, que pudiesen lastimar la pureza de nuestro patriotismo secular.

Por eso, convencido de que actuamos como soldado fieles adalid americano, al ser fieles al sentimiento y al honor de nuestros pueblos y atento a que de este modo contribuimos a hacer resplandecer aún más el mármol y el bronce de nuestros próceres y de nuestros héroes, hoy reconciliados a través de las generaciones que marchan a la conquista del mismo emplendoroso porvenir, que aquellos persiguieron, acepto en nombre de mi patria y de mi pueblo, recibir la devolución de los trofeos de guerra en este instante, rindiendo al recibirlos un emocionado homenaje a la hidalguía de la nación argentina, representada en nuestro tiempo por el genio político esclarecido de su máximo conductor.

Con ese afecto corresponde nuestro pueblo al decálogo de una hermandad argentino-paraguaya que promulgasteis. Con ese afecto nos sentimos presentes al pie de nuestras dos banderas, seguros de que ellas, por el bien humano y patriótico que simbolizan, se merecen juntas el homenaje de la digeldad y la altivez de nuestros espíritus.

En este acto grávido de patrióticas sugerencias del pasado y de sueños luminosos para el futuro, están presentes, frente a nosotros, las sombras augustas de los custodios espirituales de nuestras banderas, que dieron con sus vidas a nuestras nacionalidades, lustre, perennidad y gloria.

Por eso, ante la memoria del presidente de la República del Paraguay y mariscal en jefe de sus ejércitos, Francisco Solano López y ante el recuerdo de los últimos combatientes que cayeron con él en Cerro Corá, así como de todos los defensores de la patria, declaro en nombre del gobierno y del pueblo de la república, recibir hoy de las manos del presidente de la nación argentina, general de ejército don Juan Perón, las reliquias que acompañaron a nuestros héroes para convertirlas en motivos de paz, de comprensión y concordia entre los pueblos, haciéndolos dignos, tanto hoy como ayer, de los titánicos afanes de nuestros mayores por asegurar la independencia y la libertad del Paraguay.

Excmo. señor presidente de la nación Argentina, General de Ejército Don Juan Perón, que enarboláis la bandera de amor y de justicia de los próceres de vuestra nacionalidad y proseguís la obra americana de paz y de concordia, inspirado por las manos de vuestra patria: os digo, como presidente de la nación ante las sombras legendarias aquí presentes y ante el pueblo de la república que os admira y aclara, que inscribo vuestro nombre en el libro de los hechos insignes de nuestra historia, otorgándonos el título, con que os distinguiremos por siempre y para siempre, el ciudadano honorario del Paraguay.

Stroessner es el único gobernante que batió el récord de permanencia desde 1954 a 1989.

El Supremo Dictado Perpetuo doctor Francia desde 1811 a 1840, Carlos A. López; de Bernardino Caballero; años, Eligio Ayala; 6 años, don Federico Chaves; 5 años.


DE UN INTENDENTE MUNICIPAL DE ASUNCION NAZI FACISTA A UNO NACISTA

Los primeros días de febrero de 1964 en un barrio de Asunción, en un pequeño lote vivía la tía del General PATRICIO COLMÁN MARTÍNEZ, comandante del R.I.14. Es intimada por un Inspector Municipal a que dentro del plazo de 48 horas termine la vereda.

Esta le pide a su sobrino que instruya al inspector a que le otorgue un plazo mayor de 30 días para terminar los 3 metros cuadrados inconcluso. El inspector se mantiene firme en su resolución.

El lunes 7 de febrero, el General Colmán, visita a su Excelencia el presidente Stroessner en el Palacio de López. Era las 6 de la mañana. Colmán pide el cambio del Intendente Municipal. El general accede.

A las 7.30 de ese mismo día, en el Palacio Municipal, ubicado en la calle Palma, se constituye el Ministro del Interior Edgar L. Insfrán, el jefe del Estado Mayor Gral. Alejandro Fretes Dávalos, el Gral. Manuel Britez Borges, Director  del Servicio de Reclutamiento y el Gral. Colmán.

A las 8, llega el Intendente Gral. Gagliardone, en su clásico automovil Opel, con su porte erguido y una calvicie prominente al estilo el Duce Benito Mussolini. Es informado que en su despacho se encuentran aguardando altos jefes del Estado. Luego de los saludos de estilo, hace uso de la palabra el Gral. Colmán. "Vengo a comunicarle señor general, que por orden de su Excelencia el Gral. Alfredo Stroessner Ud. ha cesado en su cargo y ha sido designado en su reemplazo el Gral. Manuel Britez, aquí presente. Sírvase firmar el acta correspondiente.

El general Gagliardone, visiblemente emocionado y sorprendido, se levanta y con voz tenue dice: A la orden, General. Que se cumpla lo ordenado por el Señor Presidente y firmo el acta.

El General Manuel Britez, estuvo en dicho cargo hasta el año 1972. Era mellizo del Gral. Francisco Britez Borges, Comandante del Ejército en el Chaco y Jefe de Policía desde el 20 de mayo de 1966 a 1989. Eran muy parecido, difícil de diferenciarlos y por orden del Gral. Stroessner, Francisco se dejó el bigote, que debía de ser el mismo usado por Hitler. De esa manera, decía el General, sé con certeza que estoy hablando con el jefe de Policía y no con el Intendente.

Francisco, jefe de la poderosa Policía y del Servicio de Inteligencia, estuvo más de 25 años en el cargo. Era nazi por convicción, además vestía como un oficial nazi. Usaba guante con 40° grados de calor, vivía en la elegante avenida Mariscal López, que fuera sede de la legación nazi y donde hasta hoy se conserva el escudo del III Reich. Hoy es una universidad privada.

En el prestigioso diario ABC, de Don Aldo Zucolillo, apresado y remitido a Tacumbú, por Stroessner, en la década de 1980, por defender la libertad, en su edición del viernes 26 de marzo de 2004, en la sección política, se lee. Stroessner quería visitar oficialmente Alemania, pero durante sus 35 años de mandato (1954-1989) nunca lo logró, afirmó ayer el ex embajador paraguayo en Bonn, Salum-Flecha. Comentó que en 1966 los gobiernos de Francia, Bélgica, España e Italia invitaron oficialmente al dictador Stroessner, pero una semana antes decide cancelar el viaje porque no consiguió incluir a Alemania en la gira europea.

Salum-Flecha reveló que Mengele, el médico alemán que trabajó en el campo de muerte de judíos de Ausschwitz (territorio de Polonia ocupado por alemanes durante la Segunda Guerra Mundial), era el gran obstáculo en las relaciones diplomáticas entre Paraguay y Alemania durante la dictadura de Stroessner. Pero aclaró que nunca se pudo comprobar fehacientemente que Mengele vivió en Paraguay.

Schneppen agregó que está fielmente comprobado que Mengele obtuvo la ciudadanía paraguaya probablemente para evitar ser extraditado a Alemania y pueda quedarse en Paraguay en caso de surgir algún pedido judicial

Finalmente, Stroessner logró viajar a Alemania en 1973, pero no en visita oficial. El dictador, ahora exiliado en Brasil desde su derrocamiento en 1989, recibió una invitación no estatal para visitar Baviera y Múnich, pero no estuvo en Bonn (la capital) como corresponde a todo mandatario.

Schneppen y Salum-Flecha dictaron ayer en el mismo acto dos conferencias sobre su visión de las relaciones diplomáticas bilaterales entre Paraguay y Alemania en su carácter de ex embajadores.. Schneppen estuvo en nuestro país entre 1989 y 1992, mientras que Salum-Flecha se desempeñó entre 1964-70



INDICE

CAPITULO I : ESTANCIA SAN RAMON

CAPITULO II : JUAN DOMINGO PERON

CAPITULO III : STROESSNER

CAPITULO IV :  HANZ RUDEL

CAPITULO V : MENGELE/ MARTIN BORMANN/ EDUARDO ROSCHMANN

CAPITULO VI : DÍAZ DE VIVAR/ MANUEL BERNARDES/ AGUSTIN AVILA/ GOMEZ FREIRES ESTEVES

CAPITULO VII : PARAGUAY Y LA INMIGRACION ALEMANA/ EL NUEVO MILENIO

CAPITULO VIII : CAPÍTULO FINAL

CAPITULO IX : EL GRAL. STROESSNER Y MARIANO LLANO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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HITLER & LOS NAZIS EN PARAGUAY

Por MARIANO LLANO

Asunción – Paraguay (390 páginas)

 

 

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