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ANÍBAL ROMERO SANABRIA

  LA GLOBALIZACIÓN Y LOS DIEZ PECADOS CAPITALES DEL PARAGUAYO - Por ANÍBAL ROMERO SANABRIA


LA GLOBALIZACIÓN Y LOS DIEZ PECADOS CAPITALES DEL PARAGUAYO - Por ANÍBAL ROMERO SANABRIA

LA GLOBALIZACIÓN Y LOS DIEZ PECADOS CAPITALES DEL PARAGUAYO

Por ANÍBAL ROMERO SANABRIA

 

Decía en la primera edición de este libro, que el MERCOSUR traería cambios en nuestra forma de pensar y de actuar como paraguayos. Hoy quiero señalar que la globalización nos aproxima a la ciudadanía planetaria, razón por la cual, los procesos socio-culturales, además de los económicos, tendrán grandes cambios y a un ritmo acelerado. Decía en esa oportunidad que el MERCOSUR sería un encuentro de culturas, de personas, de usos y de costumbres. Desde esa época del lanzamiento del libro, ha transcurrido mucho tiempo y el paraguayo se vio envuelto en la era de la comunicación, la emigración por necesidad de trabajoa España y a otros países, y todo se apresuró a tal punto que el paraguayo de hoy recibe y recibirá tremendas influencias de otras culturas, así como valores, antivalores, hábitos y costumbrismos. Pero, hoy nos toca hablar de los pecados capitales del paraguayo.

Cada pueblo tiene sus simpáticos 7 ó 10 pecados capitales, pero lo que aquí me interesa, es hablar de los nuestros.

¿Cómo introduciríamos, cómo venderíamos a nuestros socios del MERCOSUR la idea del “che piko”, la idea del “vaivai”, la idea del “popinda”, la idea del “výrorei”, o la idea del “ñembotavy”? ¿Se imaginan ustedes a Xuxa, a Pelé o a Maradona contestándonos “che piko?”.

Pasamos aquí a un análisis, quizás en forma simpática pero no por ello sin que revista un deseo enorme de mejoramiento de nuestras costumbres, hábitos y actitudes que a mi entender son “pecados capitales“.

 

PRIMER PECADO CAPITAL. El “vaivai”. El “así nomás” (la famosa mal llamada calidad a lo Paraguay). Cuando en otros países definitivamente se habla de calidad total en productos y servicios, muchos de nosotros seguimos pensando en el “výrorei”. Es producir las cosas o los servicios “así nomás”. Sea una chipa, o un edificio de 20 pisos. La calidad no nos importa. Estoy seguro de que esta no es la calidad que merece llamarse “calidad paraguaya“

El requerimiento del cliente es lo de menos. No importa que una ventana no se cierre bien o que en el colectivo un clavo nos rompa las asentaderas. Todo eso disculpa el sumiso pueblo paraguayo, pues está en nuestra cultura el aceptar que se haga cinco veces una nota de dos líneas, o que en el restaurante te sirvan milanesa en lugar de bife.

Eso sí, la capacidad de aguante es un producto fácilmente exportable.

El vaivai ya no puede seguir siendo leimotiv de nuestro accionar o producir, el cliente interno y externo, es decir el público, exige la mejor calidad dentro del precio que paga por el producto o por el servicio. Las empresas deben producir con calidad total y satisfacer los requerimientos del público o mercado, y esto es válido tanto para la atención en una oficina pública, como en empresas privadas, prestadoras de servicios o ventas de productos.

Las expresiones “ovalémaningo“, “ya da ya“, son inadmisibles en los tiempos que corren. Paraguay debe introducir en el mundo, la “calidad paraguaya“, como marca prestigiosa que nos eleve hacia la consideración de los más grandes mercados, así ocurre con la exportación de carne paraguaya que marcó todo un hito, no solamente económico, sino también cultural. Los paraguayos estamos llamados a la excelencia, y la primera excelencia que debemos conquistar es la excelencia humana. Nosotros mismos debemos estructurar una reingeniería del paraguayo para enfrentar los grandes desafíos de un mundo  cada vez más competitivo y empequeñecido gracias a INTERNET, las facilidades de comunicación y viajes, las redes satelitales y otros fenómenos de la era de la comunicación. El paraguayo encerrado en su isla rodeada de tierra, como dijo Roa Bastos, puede ser hasta una mera anécdota en el inmenso historial de nuestra existencia. El “vaivai“ definitivamente es el primer pecado capital que debemos erradicar a través de procesos culturales, formativos y la siempre necesaria inversión en educación accesible a todos, eficaz, eficiente y pertinente.

 

 

SEGUNDO PECADO CAPITAL. El “che piko” (“¿Yo? ¿A mí me habla?” -desentendido). El no asumir la responsabilidad. Uno se puede encontrar en el desierto más desierto con un paraguayo y solo con “un” paraguayo y llamando a voz de cuello con gestos, muecas y zapateos, que lo mismo le responderá “¿che piko?”.

Es un mecanismo de defensa, una fórmula astuta de no asumir la responsabilidad, pues “yo creí que el otro también tenía esa responsabilidad”.

Así se conjuga con el “yo creí”, “me pareció que”, “yo pensaba nomás que”. El asunto es que el trabajo no se hace. Posiblemente este pecado esté emparentado con el “ñembotavy” que en cierta manera significa hablar supuestamente como un tonto, aparentar pensar como un tonto, cuando en realidad entiende perfectamente el tema.

El “ñembotavy“, el “che piko“, son actitudes que no nos permiten asumir la responsabilidad que nos corresponde, y que nos llevan alegremente a una ingenua pero terrible falta de involucramiento y sentido de compromiso, con las obligaciones asumidas.

Qué tiempos aquellos de nuestros abuelos, en los cuales la palabra tenía más valor que la propia firma!, qué tiempos aquellos en los cuales bastaba un apretón de manos para sellar un trato, eran tiempos en los que la mirada pura y transparente era la lectura nuestra de cada día y nos permitía sin ningún temor a equivocarnos, sellar pactos, acuerdos, convenios o simples contratos. El “che piko“, y el “ñembotavy“, deben borrarse de las mentes de cada paraguayo, se impone nuevamente poner  de moda el don de gente y la moral.

 

TERCER PECADO CAPITAL. El “aichejáranga, el pobrecito” Este es un pecado difícil de tocar, pues tiene dos connotaciones bastante diferentes: una es el aichejáranga verdadero, real y palpable dolorosamente en nuestra sociedad, es el pobre de solemnidad, el verdadero desposeído y desheredado. Y por otro lado, está el que se disfraza, se hace, se camuflaya de pobrecito para sacar provecho o ventajas, ya sea de la ciudadanía, de los políticos, o del mismo estado. Definitivamente, cuando hablo de este pecado capital hablo concretamente de la segunda connotación.

El pecado consiste en “hacerse“ el pobrecito, en “disfrazarse“ de carpero, de sin tierra, de cuidador de autos, de necesitado o carenciado, para no trabajar, para no producir, y para vivir de arriba  a expensas de un disfraz. Que existan personas pobres, humildes y necesitadas es palpable y real, y el estado y la ciudadanía debemos permanentemente proponer planes y proyectos para una solución a esta realidad  con una justa distribución de las riquezas y administración de los impuestos. Nuestros ojos y nuestras mentes deben concentrarse y centrarse en solucionar esta desigualdad social. Pero estoy en contra de quienes creen tener derecho a recibir de arriba,  lo que no están procurando con sus propias manos desde abajo. El paraguayo de ley, sea pobre, rico o aichejáranga, siempre fue digno y honrado. Debemos fomentar la autoestima, la laboriosidad y la dignidad que tenemos de ser hijos de Dios, para así combatir el deleznable camuflaje que nos hace indignos ciudadanos de esta nación.

Este pecado del aishinjaranga conlleva la actitud o  tendencia de nivelar todo para abajo, por eso, en este caso, suelo poner el ejemplo de los cangrejos y así está establecido en uno de los capítulos de esta edición. La parábola del cangrejo en resumidas cuentas nos enseña cómo los cangrejos latinoamericanos todos, se estiran para abajo no permitiendo a nadie salir libre e independiente para triunfar.

 

 

CUARTO PECADO CAPITAL. La “hora paraguaya” (Las 8.00 no son las 8.00, sino las 8.30.. o quizás las 9.00). No hay mucho de que hablar, es un verdadero círculo vicioso: algunos ya no quieren llegar puntuales, pues saben “luego” que otros llegarán tarde, o el evento, reunión, clase o cita  comenzará una hora más tarde desde luego. Deduzco que posiblemente este abuso del tiempo nuestro y de los otros, se deba al mismo fenómeno del apete, que significa “aquí nomás“, que se presenta necesariamente cuando deseamos ubicar una dirección o localidad. Eso mismo de parecernos cercana la dirección y no tener una idea cabal y acertada de las distancias, ocurre con el transcurrir del tiempo y con la administración del mismo. Definitivamente no le damos valor al tiempo, cuando es sabido que “el tiempo es oro“

Hasta en los actos oficiales se establece una hora antes “porque ya sabemos luego que van a venir más tarde”. Ningún empresario podrá hacer así su agenda, ninguna administración del tiempo podrá ser estructurada. Espero que con el MERCOSUR la hora sea la hora, y el reloj deje de ser un mero adorno en nuestra muñeca, en nuestras paredes y/o en nuestro celular.

No podemos guiarnos sólo por nuestro tic tac biológico, ya que existe un pacto social consuetudinario que nos hace respetuosos de un aparatito llamado reloj. Por eso, cuando llegamos tarde a una cita o reunión, siempre habrá un extranjero o ciudadano del mundo asombrado que nos dirá “la hora es la hora“... llegar tarde en algunas culturas y sociedades es una falta de respeto y consideración. Yo creo que el capital  más grande que tiene el ser humano es “su tiempo” y este debe ser utilizado y administrado con responsable inteligencia respondiendo a la frase célebre “el tiempo pasa, te pedirán cuenta de él”.

Con relación al tiempo, algunos suelen señalar que el mañana se traduce en guarani como ko'êramo, es decir “si amanece nomás“. No estamos seguros que va a amanecer, por lo tanto a disfrutar del día a día... y listo. Sumado a esto, el reloj biológico del paraguayo le juega una mala pasada, pues, en la actualidad las circunstancias, el ecosistema y los usos y costumbres giran de manera apresurada y hasta en forma vertiginosa. El paraguayo y fundamentalmente en el interior del país se maneja en un ecosistema más lento y cansino como el rodar de una carreta o el peregrinar del pueblo. Como dice la Biblia todo tiene su tiempo, hay un tiempo para sembrar y otro tiempo para cosechar lo sembrado“, por eso nadie se apura en sembrar ni en cosechar en otro tiempo.

 

QUINTO PECADO CAPITAL. El “cuaterismo, el compincherismo y no el compañerismo”. Sabemos que en otros países, el trabajo en equipo es el que mueve montañas. La calidad total en los clientes internos y externos es norma fundamental para desarrollar la cuestión del Cero defecto”. El cuaterismo y el compincherismo no permiten esto: “Yo pues no puedo caerle a mi cuate”. Si él se equivocó o hizo a propósito, yo me volví mudo ese día. La amnesia momentánea hace que el cuaterismo perjudique enormemente la producción de bienes y servicios. El compañerismo sano es aquel que corrige para elevar a las personas, para hacerlas mejores técnicos o profesionales. En cambio, el compincherismo hunde, anula, esconde, crea una protección subterránea de errores, que luego tendrán alto costo para la empresa, el país y finalmente para sus propios compañeros. Es el costo de la no calidad.

Compañerismo deviene de la palabra “cumpane“ que significa compartir el pan. El compincherismo  tira a lo delincuencial, en el mayor de los casos, y a la falta de corrección fraterna para un buen desarrollo personal, en el menor de los casos. Cuando un compañero de tareas nos corrige fraternalmente los defectos, crecemos en busca de la excelencia, es más, algunos de nosotros los paraguayos no estamos ni preparados ni acostumbrados a recibir amables sugerencias de cambios de actitudes, y si la corrección viene de un compañero, le tomamos bronca y lo tratamos como un patronista, chupamedias o tiroysa. Cuando el compincherismo inunda las oficinas privadas y públicas, la autoestima del personal baja, no se desarrollan los talentos, y nos nivelamos lastimosamente en la mediocridad. No es lo mismo ser compañero de ruta, que compinche hasta en la ruta.

El compincherismo en la política, en la sociedad actual y más aún en el gobierno, carcome los cimientos de cualquier estado, sociedad o institución. Por eso decimos BASTA DE COMPINCHERISMO BARATO, basta de la complicidad del silencio no comprometido!

 

 

SEXTO PECADO CAPITAL. El “popinda” (ladronzuelo menor, que roba insignificancias); etimológicamente esta palabra viene de “po”, mano en guarani, y “pinda“, anzuelo. Es la pequeña rapiñada infantil e ingenua. Es el personaje al que siempre se le pega algo en las manos: bolígrafos, remeras, cuadernos, etc... Le gusta, le satisface saber que se apoderó alguna cosita a escondidas, cuando bien sabemos que si lo hubiera pedido, igualmente lo hubiera recibido. Conozco muchos casos donde se presenta esta situación como en casamientos, quince años, aniversarios; de donde se llevan de recuerdo el centro de mesa, los chocolates y bombones hasta rebozar la cartera, porciones de torta, sino a la torta entera..y si pueden llevarse a la novia también. Comentaba un chisme de la alta sociedad local que una señora platuda por cierto, salía de una embajada con un centro de mesa y un velador, al despedirse del embajador el mismo sonriendo le señaló: gracias por haber venido, pero se está llevando sin querer un patrimonio de la embajada, lógicamente la señora quedó estupefacta y después empezó a despotricar contra estos “gringos de m...” el marido tuvo que aguantar todo el trayecto hasta su casa de un extenso discurso contra el imperialismo al más puro estilo del Che Guevara...situaciones como esta se presentan cotidianamente en talleres, bares, hoteles donde siempre nos llevamos un ”souvenir“ como quien no quiere la cosa. Tal es así, que el departamento de marketing de algunas empresas, ya resolvió este inconveniente fabricando ceniceros, vasos y champañeras con el slogan ”robado de...tal parte“.

 

 

SÉPTIMO PECADO CAPITAL. El “para eso somos paraguayos”. El pecado de la baja autoestima. Se cae una tortilla al suelo y no se te antoje hacerte el pulcro o el “chuchi“, pues un grito del fondo de la construcción te dirá: -“Nangána, chera’a, no seas culí (muy fino, despectivamente, muy creído), comé nomás, para eso somos paraguayos”-. No importa que la tortilla esté llena de tierra, moscas y otras lindezas. Total, para eso somos paraguayos y estamos condenados a sufrir los malos tratos, la mugre, el apretujamiento, la costumbre de no formar fila, productos vencidos, servicios muy mal ofrecidos, etc., etc.

Este pecado capital nos demuestra la baja autoestima que tenemos los paraguayos, muy por el contrario de los argentinos, específicamente los porteños, que generalmente están sobrevalorados. La estima baja nos lleva a la resignación y al poco amor por nosotros mismos, siempre creemos que el extranjero es superior a nosotros, cuando en realidad, tenemos demostraciones de cómo el paraguayito triunfa apenas pasadas las fronteras y se desarrolla con otra actitud. Los paraguayos nacimos para triunfar. Los paraguayos podemos ser excelentes si nos decidimos serlo. Para cambiar al Paraguay que tanto queremos sòlo debemos cambiar a los paraguayos en cuanto a su actitud, misión y visión. No somos un pueblo castigado por el destino, ni estamos destinados a la pobreza ni al sub desarrollo..muy por el contrario, existen paraguayos de ley que han demostrado la valía y excelencia como paraguayos ciudadanos del mundo. Basta un sólo ejemplo para demostrar que esta actitud negativa puede ser cambiada por un círculo virtuoso de excelencia, ese ejemplo es el paraguayo que maneja, conduce en las rutas de nuestro país sin cumplir las leyes elementales de tránsito, como ponerse los cinturones de seguridad, de ver los equipos de auxilio necesarios, y tener un chequeo periódico del estado mecánico de su vehículo. Al salir al exterior, apenas cruza el “charco“ ya se pone el cinturón de seguridad, respeta el tránsito y las disposiciones de la ciudad que lo acoge. -“por qué pico actuamos así, quién nos lleva a cometer este pecado de “para eso somos paraguayos“- y quién nos obliga o induce a tener tan baja autoetima“

 

 

OCTAVO PECADO CAPITAL.“Pokarê” (mano torcida, mano negra; actuar con dobleces delictuales; cosa no recta). El atajo casi ilegítimo que se utiliza para conseguir los fines y objetivos. El pokarê fundamentalmente se arraigó durante la dictadura. Es la forma en la cual se obtienenfavores de autoridades, funcionarios públicos y privados por debajo de la mesa.

¿No será también pecado el “mbarete”? ¿No querer respetar las leyes de tránsito, ni el semáforo en rojo, no querer formar fila o esperar turno?. Total, si grito más fuerte consigo lo que quiero, o si digo que soy sobrina del general Fulano, o que mi papá trabaja en el Senado, podré conseguir en forma más rápida lo que deseo o simplemente conseguirlo pasando por encima de los derechos de los demás ciudadanos.

Este octavo pecado capital nos invita diabólicamente a arreglar con coimas, corrupciones, dádivas generosas para solucionar conflictos, juicios, licitaciones, contratos públicos y privados, y este accionar carcome totalmetne el tejido moral de la nación.

El Pokarê es un pecado peligroso que sumerge en el mar oscuro de la corrupción, haciendo triunfar a mediocres, a personeros de políticos y a personas sin principios ni valores. Se debe erradicar el pokarê con una lucha frontal para rescatar de nuestra propia historia al paraguayo lleno de valores, usos y costumbres excelentes donde el“ don de gente“ y la honestidad sean un blazón o condecoración que nos llene de orgullo, autoestima y dignidad.

Es indudable que nosotros, los paraguayos, tenemos muchísimas virtudes, así como otras comunidades del MERCOSUR tienen defectos y virtudes. Pero, si insistimos en remarcar nuestros simpáticos errores, es simplemente en la búsqueda de “un nuevo paraguayo”. Más ciudadano universal, digno y por sobre todo con igualdad de posibilidades en el Mercado Común del Sur (MERCOSUR).

 

 

NOVENO PECADO CAPITAL:Maldita Resignación (peichantema voínte) Si bien este punto lo tocamos en la presente edición como un capítulo separado, creo conveniente incluir esa famosa “maldita resignación“ entre los pecados que más perjudican al paraguayo y que frenan su autodesarrollo, su motivación y su estima. La resignación tiene dos vertientes, una positiva, que lleva a una conciliación voluntaria, proactiva e inteligente con la realidad, por ejemplo cuando deseamos a los parientes de los difuntos “cristiana resignación“,  como una petición a vivir esa realidad sin las penas que conlleva toda muerte o separación terrenal. Por otro lado está la otra connotación en la cual el paraguayo se arruga, se inclina ante la adversidad y piensa que su destino nomás es así, que así nomás tiene que ser. La predestinación nos lleva a una sumisión y a una inacción absoluta hasta una petrificación frente a adversidades que bien podemos enfrentarlas, resolverlas, buscando salidas y soluciones mucho más ventajosas, positivas y convenientes. No quiero seguir ahondando en este tema, porque ya lo he hecho en el capítulo referente a la maldita resignación, para el efecto ruego remitirse a las primeras páginas de esta edición. Algunas frases que nos demuestran y recuerdan cómo la resignación cohabita en nuestra piel, son: “ mboriahúrente ho'a rayo“  (sobre el pobre solamente cae el rayo),  o la resignación en el campo político donde la deshonestidad y la corrupción ya se dan por descontados y así se dice “to'una pero toyapó“ (que se aproveche, pero que haga algo), “to'una, anínte ho'upaitereí ha'eñó; to porokonvidamimí“ (que lo aproveche, pero que haga participar a otros)

 

DÉCIMO PECADO CAPITAL:  El última horaitépe - Cuando digo que uno de los pecados capitales del paraguayo es dejar todo para ultimo momento,  y a última hora, ya casi en el límite del vencimiento de todos los plazos, estamos hablando de una mala costumbre que está emparentada con la “hora paraguaya”, pero que se trata de otro pecado de capital porte.

Nosotros, los paraguayos cometemos siempre el error de dejar todo para última hora, sean documentaciones, facturas por servicios públicos, cuentas privadas, tarjetas de créditos  validación de registros , pago de matrículas y la lista así  podría continuar hasta el infinito  Ni las largas colas,  ni el apretujamiento, ni el calor intenso, nos hace rever y concienciar sobre la necesidad de hacerlo todo con antelación, tranquilidad y planificación. La calidad total que nos exige el mundo moderno.Tiene como principio fundamental el hacerlo todo en tiempo y forma prever, anticiparse a los inconvenientes y circunstancias, y terminar el producto o el servicio “justo a tiempo” como estaba establecido en nuestro plan o proyecto. Lejos estamos todavia de asumir esta responsabilidad globalizante .Pero debemos hacer un cambio de actitud e instalarnos otro chip en nuestro cerebro .

El “última horaitépe” nos juega siempre una mala pasada, nos hace vivir en tensión, y no existe  cálculo, propósito o presupuesto que se pueda llevar adelante con esta mala costumbre. No podemos vivir solicitando prórrogas y más prórrogas a los vencimientos..

El última horaitépe, cuando es una costumbre reiterada (casi permanente y habitual), es totalmente contraproducente para generar estabilidad, progreso y orden. Qué ganamos con hacer todo en el  límite del precipicio del decaimiento de los plazos?. Es cierto: el paraguayo vive de la inmediatez, del aquí y ahora y la previsibilidad no le “entra en la cabeza” como decimos nosotros.

Si bien es cierto que estos pecados capitales necesitan un proceso cultural de cambio, la buena noticia es que este proceso se puede acelerar con educación, educación y más educación.

Se necesitan verdaderos líderes en el Palacio de los López para que den prioridad a la educación de nuestro pueblo, gente con sentido común y gran espíritu de patriotismo para invertir en educación como una política de gobierno y de estado. Si bien la educación requiere una inversión lenta y también de lento retorno político, el político que se encargue de eso, perderá mucho de gloria, pero ganará más de eternidad. Su nombre figurará en los libros de historia y su recuerdo será siempre grato al espíritu del pueblo.

El que hayamos encontrado pecados capitales, deja ver también multiplicadas las virtudes y los talentos de los paraguayos, que son innumerables y que encierran toda una forma inteligente de ser, de vivir, y de convivir. Todos estamos convocados a ser exitosos y el éxito se encuentra justo en la intersección de la búsqueda de la capacitación permanente con la oportunidad. Oportunidad, preparación y capacitación convergen en el éxito rotundo no dependiendo absolutamente del destino, de la buena suerte, o del paye.

 

A triunfar paraguayos...a triunfar de verdad!

 

Documento facilitado por el Autor.

Registro: Julio 2012

 

Documento de lectura recomendada: MÁS PARAGUAYO QUE LA MANDIOCA. por ANIBAL ROMERO SANABRIA (SEXTA EDICIÓN CON NUEVOS CAPÍTULOS). Ilustraciones de Botti, Casartelli, Calo y Pachi. Editorial El Lector, Asunción-Paraguay, 2007.





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