Después de recorrer, como músico, buena parte de América Latina con su Trío Guaireño —del que tomaron parte, hasta 1947, Luis Osmer Meza (luego Luis Alberto del Paraná) y el arpista luqueño Digno García— y permanecer varios años en San Cristóbal, regresó al Paraguay.
“Alrededor de 1970 nos veíamos siempre en Radio Nacional donde tenía un programa”, recuerda su amigo y coautor, el poeta y músico, también guaireño, José D. (Domingo) Morínigo.
Sin embargo, era en El Palenque —restaurante ubicado sobre la avenida Eusebio Ayala— donde se disfrutaba del arte, se compartía y se acrecentaba la amistad. Ese era el punto de reunión de cada noche. Algunos actuaban y otros, sencillamente, iban al lugar porque les resultaba grato y acogedor.
En medio de las polcas y los aplausos, alguien pidió que el poeta guaireño —autor de la letra de la guarania Villarrica— subiese al escenario para recitar un poema que por entonces ya se había convertido en un clásico de la oralidad andariega: Aikosénte. Esos versos, según consignan Pedro Encina Ramos y Tatajyva (seudónimo del sacerdote capiateño Rubén Darío Céspedes) en su antología Las cien mejores poesías en guarani, fue escrita por Ayala Aquino en 1963.
“Ahendu jeýma chupe orrecita. Chévengo pe poesía che gustaitereíva ha aguerekómiva voi ógape la ikópia (Una vez más le escuché recitar. Su poesía Aikosénte me solía gustar mucho y tenía una copia en mi casa)”, cuenta José D. Morínigo.
Al bajar del tablado, en un momento propicio, Morínígo le preguntó a Gumercindo, obviamente refiriéndose a Aikosénte, que acababa de ofrecer al público.
—Pe nde obra péva piko maestro nde neremomúsicaiva (Ud. maestro no le puso música a esa letra suya).
—Nahániriko válle (No, valle)—, le contestó el escritor que en 1949 reunió y publicó en Méjico su poemario Apytu’û poty.
Entonces José Domingo le pidió su autorización para musicalizarle.
—Ndajuhúvai chupe la iládo ha ndéngo nde gusto porâiterei. Rejapóntema va’erâ nde reikuaaháicha (No le encuentro la vuelta para la melodía. Vos tenés muy buen gusto y queda a tu cargo hacerle la música según te parezca)—, le autorizó Ayala Aquino.
“Chéngo arekóma voi che âkâme la música ha ndahasi chéve la ijapo (Yo tenía ya en mente la melodía, de modo que no me fue difícil la tarea)”, comenta José D. Morínigo, autor de la letra y la música de Oga’i che vy’ahague, conocida popularmente como Oga’i morotîmi, agregando que al día siguiente, tomando mate, completó su obra de musicalización.
Por aquellos días, Morínigo trajo de Mauricio José Troche —localidad del Guairá— al músico Nicolás Barrios, integrando inmediatamente el conjunto de Diosnel Chase. Al poco tiempo, el recién venido a Asunción fue contratado para viajar a Europa. Allí se casó con una multimillonaria y abrió en Buenos Aires el sello grabador de discos Alamiki.
“Este músico, agradecido porque le había dado la oportunidad al traerlo a la capital, me pidió que fuera a Buenos Aires a grabar, con Albino Quiñónez, lo que quisiéramos. Allí grabamos por primera vez Aikosénte y cuando Gumercindo Ayala lo escuchó por primera vez me dijo que le encantó”, concluye su relato José D. Morínigo en Caaguazú. donde reside actualmente.