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RAQUEL CHAVES

  LA NACIÓN INVISIBLE, 2012 - Narrativa de RAQUEL CHAVES


LA NACIÓN INVISIBLE, 2012 - Narrativa de RAQUEL CHAVES

LA NACIÓN INVISIBLE

Narrativa de RAQUEL CHAVES

Editorial SERVILIBRO

COLECCIÓN BIBLIOTECA PARA JÓVENES

Seleccionada y editada por: NILA LÓPEZ

Diagramación: MARÍA JOSÉ DEL PUERTO

Asunción, Agosto

2012 (91 páginas)

ISBN: 978-99953-0-446-1

Hecho el depósito que marca la ley N° 1328/98

 

 


 

Deliciosas, profundas, juguetonas, las páginas que siguen nos atraen con sus misteriosas combinaciones de palabras. Un libro actual también puede hacer frente a la pobreza y la desigualdad. Queremos mejorar la equidad de la comunicación humana, por eso contamos historias con toda la intensidad de nuestros recuerdos. Esta colección de Biblioteca para Jóvenes de SERVILIBRO, tiene un fuerte valor testimonial que con seguridad encariñará a los lectores: podrán conocer muchas cosas variadas del Paraguay y su gente, acercarse a los símbolos de una identidad que nos define. ¡Y con nosotros, los escritores, seguir persiguiendo sueños!

NILA LÓPEZ

 

 

PRESENTACIÓN

Alejandro Mayo es un joven preocupado por el planeta Tierra devastado ante los embates de una concepción y práctica materialista de la vida.

Viaja con sus amigos al Amambay para conocer los sitios históricos y culturales del Parque Nacional Cerro Cora. Allí, en Cerro Cora, evoca la Guerra contra la Triple Alianza, en el capitulo final del genocidio perpetrado contra el Paraguay.

Caminan en medio de una naturaleza pródiga en belleza, circundada por cerros, bosques y arroyos Akua, Sarambi, Lorito, Alambique, Memby son los nombres de los cerros que desean conocer para descubrir los tesoros del arte rupestre en Paraguay.

Suben hasta la gruta -o abrigo- de Cerro Lorito. Y se deslumbran al ver por primera vez los petroglifos. Ante la prehistoria, los viajeros quedan en silencio. Y agradecen

a todas las personas que han protegido y estudiado el legado en piedra, permitiendo que las generaciones futuras accedan al más antiguo y enigmático patrimonio cultural del Paraguay.

Alejandro desea conocer más y sube por un estrecho sendero hasta llegar a una meseta en la cima del cerro. Divisa el paisaje, "el más bello del Paraguay”... Y en profunda armonía con la Naturaleza, se dirige a los cuatro puntos cardinales para que el viento lleve su plegaria por la paz, la libertad y la fraternidad. Valores que forman parte de esa nación invisible que todos construimos con nuestros estados de conciencia en los niveles sutiles. Y que más tarde se materializarán en acciones para vivir en paz en la nación visible.



CAPITULO SIETE

LOS AMIGOS DEL BOSQUE

 

Alejandro leía todo lo que su abuelo traía a casa -diarios, revistas, libros-, y de noche entraba en Internet para saber qué se resolvía en los congresos sobre el agua, el clima, el desarrollo sostenible. Leía y se quedaba con miles de preguntas, ya que era un joven de apenas 17 años. Hablar de todo el sombrío panorama de la contaminación y destrucción de la naturaleza, no era fácil. ¿Quién era él para opinar sobre algo tan vasto? Sólo un ávido lector que obtenía información veraz de los especialistas y congresos. Seguiría leyendo todo lo referente a la ecología. Pero sentía que también debía hacer algo, como por ejemplo, formar con sus compañeros un grupo de Amigos de la Tierra, Amigos de los Bosques o Amigos del Planeta.

-¿Qué importa, se dijo, ser joven si uno tiene razón? ¿Acaso no fue una periodista la primera persona que utilizó en Paraguay la palabra ecología? Fue una incomprendida, por cierto. Tuvieron que pasar más de treinta años para que todos supieran que esa palabra -ecología- era un concepto clave para la vida. Siempre se paga un precio por vislumbrar el futuro. Prevenir es lo difícil. Pero corregir el mal ya instalado es más difícil aún. Seguiría leyendo y observando un poco más su entorno, un poco más.

Alejandro no cejaba en su empeño. Con intensidad y constancia seguía, juntando informes y documentos de los más variados orígenes. Un profesor de Botánica amigo de su papá, le trajo documentos muy valiosos. Un amigo de su hermano mayor, le entregó una tesis de posgrado sobre los bosques. Consultaba también con organizaciones no gubernamentales. Devoraba todo lo que caía en sus manos. Preguntaba por los bosques en muy diversas maneras desde la búsqueda de información hasta esa súplica que desde lo hondo de su corazón nacía. ¿Se acabarían muy pronto los bosques? ¿De qué manera podemos detener la deforestación? Y de noche, antes dormir, como latidos de su alma ansiosa nacían los pedidos para salvar los bosques amados.

Si alguien le preguntaba cuál de los bosques prefería, no tenía respuesta. Todos. Todos merecían salvarse. Aun­que muy hondo dentro de sí los bosques del Ybyturuzú le sonreían. ¿No era acaso del Guairá la familia de su bisabue­la? Esa región aparecía siempre en relatos sobre los Axe y las cuevas misteriosas en los cerros neblinosos.

A veces le preguntaban a Alejandro:

-¿Por qué defender los bosques, si había necesidad de más tierra para la agricultura?

Él, con celeridad, respondía:

Pues porque me dan aire, el oxígeno que respiro; porque regulan la temperatura, los vientos y la humedad de la tierra; porque allí viven miles de especies de plantas y animales; porque de allí extraemos látex para el caucho, nueces, cacao, cientos de remedios para la salud.

¿Saben ustedes cuánta leña se echa al fuego para cocinar? De la leña se hace carbón para dos mil millones de personas que así cocinan diariamente. Mil millones de personas viven de los bosques. ¿Y si desaparecen? Vendrán inundaciones y el tan mentado cambio climático que ya se está haciendo sentir.

¡Por favor, no toquen más los bosques! ¡Inventen otra manera de vivir!


Yo quiero ser

oh Tierra mía

un nuevo sol

que te refracte

mil veces Tierra

de aristas sumergidas.


Broto de ti

alero población y latitudes,

y pido para ti

la luz-naciente idea

y pido

que te subas

al nivel

de hacer la historia.


 

CAPITULO QUINCE

HISTORIA, PREHISTORIA Y PRESENTE

 

No era fácil separarse de la tristeza en el sitio de la última batalla... ¡Nunca más la Triple Alianza!, sentenció Alejandro.

El paisaje, con cerros de formas curiosas encantaba a los viajeros. Qué lástima no quedarse un poco más y buscar la ita pyta, la extraña piedra roja celosamente guardada por los nativos... Qué lástima no poder llegar al Ojo de Mar, laguna de profundidad insondable donde ronda el cocodrilo blanco... Lo que no imaginaban es que iban hacia la prehistoria, hacia una dimensión escrita en las piedras. Tampoco se imaginaban que otra dimensión esperaba a uno de ellos.

Los viajeros observaban con mucha atención el "cerrado" con su fauna y flora. No eran los únicos en el parque. Habían llegado miembros de Pronatura y estaban sosteniendo un "encuentro con la Naturaleza". Se acercaron a escuchar. "Estamos en el nordeste de la Región Oriental del Paraguay, en el Departamento de Amambay y en el Parque Nacional Cerro Cora. Nuestra tarea es dar conocer y proteger los bienes naturales y culturales. Les invitamos a recorrer el parque con el debido respeto. Están rodeados por los cerros que albergan en sus abrigos el arte rupestre que forma parte de nuestro patrimonio cultural."

Alejandro divisó a los miembros de un equipo de arqueólogos y con sus amigos Ito, Fabrizio, Mauricio y Guillermo se dispuso a escuchar las explicaciones que daban a otros viajeros. "Nos ocupamos en registrar e inventariar los abrigos -pequeñas cuevas- con petroglifos, esas inscripciones en las paredes que conforman el arte rupestre. Estamos ante la prehistoria, en el primer asentamiento humano en Paraguay. El arte rupestre de estos abrigos es el

de mayor densidad, variedad y antigüedad de la región. ¿Su datación? ¡Cinco mil años! Consideramos que es arte pues expresan y vehiculizan una determinada visión del mundo. Recuerden al mirar los petroglifos que hasta las piedras hablan, que la prehistoria es la piedra," concluyó.

Un arte digno de desentrañar, -pensó Alejandro. No entendía la intención de esos signos perennes que habían durado 5.000 años. Y como los jóvenes son temerarios,

preguntó al guía si conocía a alguien capaz de orientarles para ir a las grutas de algún cerro cercano. El guía señaló a una señora que estaba con otros jóvenes. "Nuestra tarea, decía, ha sido proteger el arte rupestre del Amambay. El que recorrió exhaustivamente esta zona en la década del 70 fue el geólogo Pedro González del Ministerio de Obras Públicas. El General Samaniego y Ramón Bejarano estudiaron el área y brindaron valiosa protección a los Pai Tavyterá. Nosotros seguimos estudiando y protegiendo este patrimonio que debe quedar indemne para las generaciones futuras. ¿Si recomiendo algún cerro para visitar? Sí. Uno de los de mayor belleza es Cerro Lorito, con una enorme gruta repleta de petroglifos. Si se animan a subir -porque está a gran altura- no se van a arrepentir. Es algo único, una joya", precisó Graciela.

Los viajeros decidieron ir al Cerro Lorito. En ese momento, Alejandro recordó que no conocía bien el manejo de la Kodak y que no podía regresar sin fotos de buena calidad. ¿A quién pedir ayuda? En un recodo, junto a unas piedras vio a un hombre de unos treinta años que descargaba de una mochila un equipo fotográfico. ¿Quién sería? Fue presuroso junto a él y le pidió ayuda. Es que no era fácil sacar fotos de los petroglifos... El hombre levantó la vista, depositó las lentes en un estuche y le dirigió una mirada profunda, escrutadora. Las instrucciones que le dio fueron precisas, animándole a documentar el arte rupestre del Amambay. Abrió un libro y le dijo que al volver, quería compartir con él su lectura.

Impacientes, los jóvenes partieron en busca del Cerro Lorito, que parecía estar muy cerca. Un cierto vaho de misterio le envolvía, como si nadie hubiera profanado antes el lugar. El cerro tenía laderas empinadas, abruptas. No les fue fácil subir hasta la gruta que era, en verdad, mucho más grande de lo que imaginaron. Se quedaron maravillados ante la profusión de inscripciones grabadas en las paredes. Eran trazos de gran sugestión, inescrutables. Y feliz se dispuso a quitar todas, todas las fotos posibles, porque era consciente del valor que tenían. De pronto, Alejandro se detuvo. Sí. ¡Era una estrella! Una estrella grabada en la piedra. ¡Por fin una señal! Sintió que esa estrella estuvo todo el tiempo esperándolo. Y él había tardado tanto en llegar... Una barrera había cedido y un lazo se había establecido con el mensaje en las piedras. Cuál era el mensaje de esa estrella? Alejandro sintió el peso del tiempo y recordó la frase de Napoleón -que su papá gustaba citar a veces- al ver las pirámides de Egipto por primera vez. Por eso dijo: "¡Cinco mil años nos contemplan!"

Al mirar hacia afuera, desde lo alto de la gruta, la belleza del paisaje les dejó mudos, sin palabras. Era un deleite estar ahí. ¡Era el paisaje más bello del Paraguay! Era el Edén antes de la Caída.

A la derecha de la gruta Alejandro divisó un sendero abrupto y el guía que les acompañaba sonrió y le hizo un gesto, animándolo a subir. Subiré entonces, decidió.

Y caminó entre árboles trepadores, entre piedras rojas, en un estado que se parecía mucho a la felicidad y a una leve sensación de ingravidez. Faltaba aún para el atardecer cuando llegó a una planicie, vasta y lisa como una mesa. El cielo y la tierra parecían confluir allí. Unido al viento, a las aves que pasaban en bandadas, unido a la Tierra toda, Alejandro estaba en silencio, en una gran quietud. Entonces oyó un canto dulcísimo, penetrante, que le llegaba al corazón y que subía desde los árboles agazapados. Sería el tordo oscurecido?

El viento traía murmullos desde los espacios abiertos y tenía un ritmo tal que el joven sintió deseos de danzar como los Pai, alrededor del fuego. El Sol, el elemento fuego estaba allí, en el horizonte.

Sintió que estaban la prehistoria en la piedra y la historia en la tierra de Cerro Corá. Y que él tenía que invocar el ahora, el momento presente único y precioso. Se plantó firme sobre el suelo áspero de la cima y dejó fluir su mente. "Sé que los pensamientos tejen una trama sutil y se unen a otros, en un territorio que nadie ve. Siento la necesidad de poblar esa región con las más puras emociones. Me siento responsable de lo que el mundo es, porque soy parte del Todo. Comprendo que la causa de todos los sufrimientos es la psiquis, que debe, por tanto, transformarse radicalmente. Ese es el cambio, el único, el más urgente. Ese es el cambio que la Humanidad necesita para evolucionar, no tecnológica sino espiritualmente."

Se detuvo para inspirar profundamente y mirando la tierra, la roja tierra paraguaya emitió esta frase: "¡No matarás! ¡No matarás a tus hermanos desarmados en Curuguaty!" El viento llevó la orden que retumbó por doquier.

Miró al Sur y sentenció. "¡Déjennos la libertad de los ríos y caminos porque es nuestro derecho!" Los ríos bajaron llevando la orden.

Miró al Este y proclamó. "Respetarás por siempre a la hermana nación paraguaya a la que tanto daño ya hiciste". El viento cruzó la frontera y esparció esa verdad.

Miró al Norte y como un clarín sonó su voz. "El Pa­raguay es soberano y vivirá el siglo XXI en paz y libertad." El viento cruzó los bosques y cruzó el Orinoco hasta llegar a destino.

Respiró hondo otra vez. Su voz había esparcido el mensaje de paz y justicia. Estaba en armonía con el Universo. ¿Qué más podía pedir?

Sintiendo una paz que seguramente venía de los cielos, agradeció a la Vida por estar allí, por haber encontrado su estrella de lejanos tiempos. Y se hubiera quedado más, pero

pronto iba a oscurecer. Bajó con atención la empinada senda y se unió a los demás.

El hombre que le había ayudado para poder sacar las ansiadas fotos estaba aún allí, leyendo plácidamente. Al verlo, le dijo simplemente: "No hay mejor lugar que este para

leer palabras que son eternas, que son de Krishnamurti. Y en voz alta leyó. "Yo sostengo que la Verdad es un tierra sin caminos, y no es posible acercare a ella por ningún sendero, por ninguna religión, por ninguna secta. La Verdad, al ser ilimitada, incondicionada, inabordable por ningún camino, no puede ser organizada. Si lo hacen, se torna algo muerto, cristalizado. La Verdad no puede rebajarse, es más bien el

individuo quien debe hacer el esfuerzo de elevarse hacia ella. Ustedes no pueden traer la cumbre de la montaña al valle. Si quieren llegar a la cima de la montaña, tienen que atravesar el valle y trepar por las cuestas sin temor a los peligrosos precipicios. Tienen que ascender hacia la Verdad, esta no puede "descender" ni organizarse para ustedes...

Sólo estoy interesado en una cosa esencial: hacer que el ser humano sea libre. Deseo liberarlo de todas las jaulas, de todos los temores y no fundar nuevas teorías, nuevas filosofías. No deseo seguidores. Con que sólo haya cinco personas que escuchen, que vivan, que tengan sus ojos vueltos hacia la eternidad, será suficiente.

Como dije antes, mi propósito es que el ser humano sea incondicionalmente libre, porque yo sostengo que la única espiritualidad es la incorruptibilidad del propio ser

que es eterno, que es la armonía entre la razón y el amor. Esta es la absoluta, incondicionada Verdad que es la Vida misma. Deseo, por tanto, que el ser humano sea libre, que se regocije como el pájaro en el cielo claro, libre de toda carga, extático en esa libertad. Porque la Verdad está en cada uno de nosotros, no está lejos ni cerca; está eternamente ahí.

Asimismo tienen ustedes la idea de que sólo ciertas personas poseen la llave para entrar en el Reino de la Felicidad. Nadie la posee. Nadie tiene la autoridad para

poseerla. Esa llave es el propio ser de cada uno, y sólo en el desarrollo y la purificación y la incorruptibilidad de ese ser, está el Reino de la Eternidad."

Un silencio que parecía musical les rodeó. Alejandro no se animaba ni a decir gracias. Porque había comprendido el gesto de ese hombre al compartir palabras eternas con él.

¿No era acaso el dar la fuerza más poderosa? Profundamente agradecido, inclinó la cabeza en señal de respeto y mirando por última vez los cerros, se unió a sus amigos que ya estaban esperándole. El viaje había terminado. ¿O recién comenzaba?

 


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LA NACIÓN INVISIBLE DE RAQUEL CHAVES

Ensayo de ENRIQUE MARINI PALMIERI


 

 

 

 

 

 

 

 

 

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