LA PRIMERA REVOLUCI脫N COMUNERA 1649
Por JUAN BAUTISTA RIVAROLA PAOLI
COLECCI脫N GUERRAS Y VIOLENCIA POL脥TICA EN EL PARAGUAY
N脷MERO 2
漏 El Lector (de esta edici贸n)
Director Editorial: Pablo Le贸n Buri谩n
Coordinador Editorial: Bernardo Neri Farina
Director de la Colecci贸n: Herib Caballero Campos
Dise帽o de Tapa y Diagramaci贸n: Jorge Miranda Estigarribia
Correcci贸n: Rodolfo Insaurralde
I.S.B.N. 978-99953-1-330-2
Hecho el dep贸sito que marca la Ley 1328/98
Esta edici贸n consta de 15 mil ejemplares
Asunci贸n 鈥 Paraguay
Diciembre, 2012 (92 p谩ginas)
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CONTENIDO
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PR脫LOGO
INTRODUCCI脫N
La Revoluci贸n de los Comuneros de Castilla
Las guerras populares en la 茅poca colonial
CAP脥TULO I: CONTEXTO POL脥TICO Y SOCIAL
Las encomiendas
Los ind铆genas exentos de encomiendas
Los mancebos de la tierra
Las Ordenanzas de Alfaro y las encomiendas
La decadencia de las encomiendas
La lucha por la recuperaci贸n de las tierras
El entorno econ贸mico
La Yerba
Cap铆tulo II: Los conflictos en s铆 y sus consecuencias
La C茅dula Real de 1537
El Cabildo de Asunci贸n
Se procede al sufragio
El poder de la Compa帽铆a de Jes煤s
Cap铆tulo III: La Primera Revoluci贸n comunera
Organizaci贸n Eclesi谩stica del Paraguay
Fray Bernardino de C谩rdenas. Su labor misional
Fray C谩rdenas es consagrado Obispo en octubre de 1641
Las virtudes de C谩rdenas
Las visitas pastorales y prohibici贸n de ingresar a las Reducciones
El Gobernador Hinestrosa enemigo del Obispo C谩rdena
El Obispo C谩rdenas es expulsado del Paraguay
C谩rdenas y su relaci贸n con los jesuitas
C谩rdenas, intenta matar al Gobernador y expulsar del Paraguay a los jesuitas
El Gobernador le expulsa a C谩rdenas a Corrientes
El Gobernador Escobar y Osorio
Jesuitas extranjeros en las Reducciones
Gobernador Interino Sebasti谩n de Le贸n y Zarate
C谩rdenas se defiende con la pluma y deja la espada
C谩rdenas es reivindicado por la Iglesia y la Monarqu铆a
CONCLUSI脫N
CRONOLOG脥A
BIBLIOGRAF脥A
EL AUTOR
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PR脫LOGO
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聽聽聽聽聽聽聽聽 Este libro sobre la PRIMERA REVOLUCI脫N COMUNERA acaecida en el Paraguay durante el a帽o 1649, permite comprender la situaci贸n de la sociedad asuncena en particular y la paraguaya en general a fines de la primera mitad del siglo XVII, per铆odo en el cual la Provincia y las reducciones jesu铆ticas hab铆an sufrido los constantes embates de las bandeiras paulistas, que buscaban aumentar su radio de acci贸n en procura de mano de obra ind铆gena para ser comercializada en los mercados de esclavos cerca de las zonas azucareras de la costa brasile帽a.
聽聽聽聽聽聽聽聽 La obra comienza con una adecuada contextualizaci贸n en la cual el autor explica la tradici贸n comunera hisp谩nica que fuera derrotada militarmente por el rey Carlos V en Villalar, pero cuyas ideas fueron varias veces enunciadas y defendidas por los conquistadores y sus descendientes. En el caso de los comuneros de 1649, los mismos se organizaron en torno al pol茅mico obispo franciscano fray Bernardino de C谩rdenas, quien se enfrent贸 a los jesuitas al igual que al gobernador Gregorio de Hinestrosa, partidario de los miembros de la Compa帽铆a de Jes煤s.
聽聽聽聽聽聽聽聽 La Revoluci贸n Comunera de 1649 no fue una revoluci贸n antecesora de la independencia o de car谩cter antimon谩rquico; sino un movimiento de los vecinos de Asunci贸n y sus dirigentes que integraban el Cabildo con el objetivo de defender sus privilegios que en una provincia perif茅rica como el Paraguay era la 煤nica manera de mantener un determinado estatus social y econ贸mico. Dichos privilegios consist铆an en las encomiendas de ind铆genas y tierras, que ahora eran disputados por los jesuitas que se hab铆an instalado al sur del Tebicuary huyendo de los bandeirantes. Como agravante desde la perspectiva de los asuncenos los jesuitas hab铆an conseguido unos privilegios adicionales para los ind铆genas que habitaban sus reducciones como ser la encomienda en la cabeza del rey y el privilegio de que los mismos puedan recibir instrucciones sobre el manejo de las armas de fuego.
聽聽聽聽聽聽聽聽 De hecho en la represi贸n a la milicia asuncena entraron en acci贸n los milicianos guaran铆es comandados por los jesuitas, esta situaci贸n de tirantez entre los vecinos de Asunci贸n aliados a los franciscanos, contra los jesuitas perdurar铆a hasta que los 煤ltimos fueron expulsados de los dominios espa帽oles en 1767.
聽聽聽聽聽聽聽聽 El autor va analizando los diversos aspectos vinculados a esta disputa pol铆tica que concluy贸 con la remoci贸n del obispo C谩rdenas, quien ser铆a finalmente repuesto por la Audiencia de la Plata, pero ya viejo y cansado no regres贸 a Asunci贸n, muriendo en la actual Bolivia a la avanzada edad de 89 a帽os.
聽聽聽聽聽聽聽聽 El doctor Rivarola Paoli, ha hurgado en varias fuentes para presentar del modo m谩s sint茅tico un proceso pol铆tico que conmocion贸 a la Asunci贸n de mediados del siglo XVII e implic贸 una profunda divisi贸n entre los habitantes de la provincia de entonces, y que hasta el presente es analizado con gran apasionamiento, permitiendo las m谩s diversas interpretaciones sobre el enfrentamiento entre los comuneros del obispo C谩rdenas y los jesuitas.
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聽聽聽聽聽聽聽聽 Herib Caballero Campos
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INTRODUCCI脫N
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聽聽聽聽聽聽聽聽 La Primera Revoluci贸n Comunera tiene su antecedente en 1544, cuando fue depuesto el adelantado Alvar N煤帽ez Cabeza de Vaca. En este deambular por episodios de la Colonia resaltan otras luchas no menos importantes, la mayor铆a por casi desconocidas o poco relevantes, pero unidas por un ideal que conmueve los cimientos y la formaci贸n de nuestra identidad nacional.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Es que las aspiraciones y desvelos de "el com煤n", el "mancebo de la tierra", no es otra cosa que las aspiraciones de libertad, de democracia representativa por medio del sufragio, en urnas improvisadas en "cantaros" de nuestra t铆pica artesan铆a, que eligen libremente a sus gobernantes, mediante la C茅dula Real de 1537.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Comparten esta lucha tres partidos bien definidos: los encomenderos, los Comuneros y los hombres de la Compa帽铆a de Jes煤s. Su masa pol铆tica ser谩n los ind铆genas.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Los encomenderos, con sus privilegios desde la Conquista, no pod铆an permitir el despojo de la mita, no pod铆an descuidar ocasi贸n en el camino de las usurpaciones de renovar los provechos, que a costa de la sangre, sudor y angustia de los ind铆genas hab铆an mantenido.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Por su parte, los jesuitas, pertenecen a una organizaci贸n diferente, con prop贸sitos confesionales o religiosos, manten铆an su fuerza en las Reducciones con f茅rrea disciplina, sojuzgando totalmente a los ind铆genas a sus intereses. Pero tambi茅n, complac铆an a gobernadores y cabildos, o actuaban en contra de los mismos, seg煤n las circunstancias. Pero ten铆an en la mira al encomendero, por sus intereses contrapuestos. De ah铆 que estos se inclinaran m谩s hacia el partido comunero.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Y el "com煤n", plet贸rico de ideales, sin una fuerza aglutinada y formada en luchas guerreras, solo sostenida por sus caudillos idealistas, chocaba contra una poderosa organizaci贸n interna y externa de innumerables contactos y de fuerzas muy superiores.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Las distintas Revoluciones que iremos viendo, tienen siempre un pend贸n, una idea madre, cual es "la voluntad del com煤n aun sobre el Rey".
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聽聽聽聽聽聽聽聽 LA REVOLUCI脫N DE LOS COMUNEROS DE CASTILLA
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聽聽聽聽聽聽聽聽 Las llamadas "comunidades peninsulares" guardan una estrecha similitud, con los movimientos comuneros americanos. De all铆 la importancia de dedicarle aunque sea breves comentarios acerca de c贸mo se desarrollo la misma, y su influencia en la evoluci贸n de los acontecimientos de la Revoluci贸n Comunera del Paraguay.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Un aspecto inicial de suma importancia en la Espa帽a de las comunidades es, ante todo, el sentimiento de la libertad y de la dignidad pol铆tica, que en decurso de los d铆as in铆ciales de la Conquista, marcara la huella de la lucha por la autodeterminaci贸n y del sufragio, como elementos fundamentales que plasmar谩n la impronta del hombre paraguayo, "del mancebo de la tierra", como se dio en llamar a los luchadores por la libertad.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Las cortes espa帽olas fueron al igual que nuestros Cabildos coloniales, la fuente de donde emanaron las libertades conquistadas. Estas cortes, en plena 茅poca feudal, marcar谩n la historia de la libertad.
聽聽聽聽聽聽聽聽 驴De d贸nde surgen las comunidades de Castilla y Arag贸n?. Devienen de la Reconquista espa帽ola, y alcanzan notoriedad en el siglo XII, d谩ndoseles dicho nombre a un territorio de habitantes mancomunados en obligaciones y derechos, unidos en una hermandad, en una ciudad libre, que solo depend铆a del Rey. Los vecinos del lugar se reun铆an cada tres a帽os para elegir los cargos de Regidor, por medio del sufragio popular. Imperaba entonces una aut茅ntica democracia, donde se trataban todas las cuestiones locales hasta las relacionadas con el poder real.
聽聽聽聽聽聽聽聽 La instituci贸n de las comunidades, existi贸 por largo tiempo en Castilla. Eran las de 脕vila, Salamanca, Segovia y Soria, donde las libertades pol铆ticas estaban garantizadas por las cortes y, a su vez, las franquicias de las ciudades y autonom铆as de los municipios.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Sin embargo, al advenimiento de Carlos V, se vio desvanecer los ideales y conquistas democr谩ticas bajo el imperio de una autocracia sin cuartel, que termin贸 con toda forma de ideas democr谩ticas.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Carlos I de Espa帽a, y V Emperador de Alemania, hijo de do帽a Juana -conocida como "La Loca"- y de Felipe el Hermoso, era nieto de los Reyes Cat贸licos y de Maximiliano de Austria y Mar铆a de Borgo帽a. No era pues espa帽ol, sino nacido en Gante (1500), sin haber estado nunca en Espa帽a.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Cuando Carlos V, haciendo caso omiso a las Cortes, no les otorg贸 sino subsidios, es cuando se produce el alzamiento general que se denomin贸 "Guerra de las Comunidades".
聽聽聽聽聽聽聽聽 All铆 surgen los "Comuneros", defensores de los derechos populares, quienes eran la voz del Municipio, del Consejo, emblema siempre de la democracia universal, y plasmada en las peticiones de la junta Santa de 脕vila. Esta Junta vendr铆a a ser el Directorio del movimiento revolucionario. En estas peticiones -verdadero programa pol铆tico- se reclamaban medidas y leyes relacionadas con la administraci贸n p煤blica y la hacienda, la moralidad pol铆tica, el problema religioso y can贸nico, el ejercicio de la justicia, el trato de los nuevos s煤bditos de Am茅rica, la igualdad de derechos entre las clases sociales y otras demandas.
聽聽聽聽聽聽聽聽 El nombre Comuneros, era el nombre de guerra de los reivindicadores de los derechos populares, de los fueros comunales, que ser铆a traspasado a帽os despu茅s a nuestra Am茅rica.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Advino la revoluci贸n, donde la primera ciudad en sublevarse fue Toledo, dirigida por el regidor Juan de Padilla, propag谩ndose a Segovia, Toro, Zamora, Guadalajara, Alcal谩, Soria, 脕vila, Cuenca, Salamanca, Le贸n, Murcia, Madrid, comprendiendo las provincia de Andaluc铆a, Extremadura y Burgos. Con la insurrecci贸n de Toledo se inici贸 la Guerra de las Comunidades en 1520.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Padilla aclamado por el pueblo como caudillo supremo, tom贸 algunas fortalezas y decidi贸 apoderarse de la hist贸rica villa de Torrelobat贸n, acompa帽ado de los Comuneros de Segovia, capitaneados por Juan Bravo, los de Madrid, a las ordenes de Juan de Zapata, y los de 脕vila y Salamanca, mandados por Francisco Maldonado. Consiguieron la victoria.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Si a la toma de Torrelobat贸n hubiese seguido la de otras ciudades, el triunfo de los Comuneros hubiese sido indiscutible, y Carlos V no hubiese impuesto su r茅gimen autoritario. Sin embargo, la ingenuidad de Padilla y la traici贸n de otros personeros que se hac铆an pasar por Comuneros, permiti贸 la reorganizaci贸n del ej茅rcito del Emperador, y Padilla con su ej茅rcito inici贸 el 23 abril de 1521, la marcha hacia su derrota final en Villalar. El h茅roe comunero Juan de Padilla muri贸 en el campo de batalla de manera hom茅rica, y los dem谩s jefes fueron ajusticiados sin piedad.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Quedaron sepultados en los campos de Villalar por siglos las libertades de Castilla, pero el s铆mbolo y las ideas de los hombres que encarnaron a las Comunidades se esparcieron por toda Am茅rica.
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聽聽聽聽聽聽聽聽 LAS GUERRAS POPULARES EN LA 脡POCA COLONIAL
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聽聽聽聽聽聽聽聽 Poco tiempo despu茅s del ejemplo de Villalar, se produce en Asunci贸n, en 1544, la primera rebeli贸n, contra el Adelantado Alvar N煤帽ez Cabeza de Vaca.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Desde la iniciaci贸n de su gobierno, Alvar N煤帽ez es fuertemente combatido. El 8 de abril de 1544, el Adelantado est谩 de nuevo en la Asunci贸n. El ambiente de la ciudad, caldeado por los descontentos y la pasi贸n pol铆tica, le era francamente hostil.
聽聽聽聽聽聽聽聽 El 25 de Abril estall贸 un movimiento en su contra, que le sorprende postrado en cama, enfermo de malaria. Una multitud de m谩s de 200 hombres, a los gritos de "隆Libertad...! 隆Libertad...! 隆Viva el Rey...!", rodean la casa del Adelantado y lo sacan en camisa diciendo arengando y llam谩ndole tirano. Poni茅ndole una ballesta en los pechos: "Aqu铆 pagareis las injurias y da帽os que nos hab茅is hecho". Despu茅s de este hecho tomaron un tambor y fueron por las calles alborotando y desosegando al pueblo repitiendo a grande voces "隆Libertad...! 隆Libertad...! 隆Viva el Rey...!"
聽聽聽聽聽聽聽聽 De esta rebeli贸n surgen dos grupos: los partidarios de Irala, con el apelativo de Comuneros, ahora due帽os del poder; en oposici贸n de Juan de Salazar de Espinoza, erigido en caudillo de los amigos del Adelantado.
聽聽聽聽聽聽聽聽 La pugna era implacable y tenaz, proyect谩ndose sobre la Capital de la Conquista el peligro de una guerra civil agravada todav铆a por las amenazas de agac茅s y guaycur煤es soliviantados.
聽聽聽聽聽聽聽聽 El 7 de marzo de 1545, los Oficiales Reales resuelven la deportaci贸n de Alvar N煤帽ez, al d铆a siguiente, de la bah铆a aldeana parti贸 aquel d铆a la carabela COMUNEROS, que al mando del piloto portugu茅s Gonzalo de Acosta, condujo preso a Espa帽a al Adelantado Cabeza de Vaca. Nada menos que dos de sus m谩s contumaces y temibles adversarios, el tesorero Garci Venegas y el veedor Alonso Cabrera, le acompa帽aron como carceleros, llevando contra 茅l, voluminosos legajos acusatorios.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Desaparecidos los vel谩menes de la COMUNEROS, los amigos de Alvar N煤帽ez comienzan a conjurar en una reuni贸n en la casa de don Juan de Salazar. Conocido el poder otorgado por el Adelantado, juran sus partidarios obedecerlo. Amenaza de nuevo la tranquilidad p煤blica. El pueblo invade la casa de Domingo Mart铆nez de Irala, pronto a imponer el mantenimiento del orden. Irala cuenta con el apoyo popular y las de los Oficiales Reales.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Juan de Salazar, se manten铆a sereno, ajeno a malquerencias y a los prop贸sitos de encender la guerra civil y provocar un derramamiento de sangre entre hermanos. Dada su inexperiencia pol铆tica, lejos de resolver el conflicto y poner t茅rmino a la intranquilidad reinante, provoca su apresamiento, sin que de nada le sirvieran su prestigio de fundador de la Ciudad de la Asunci贸n, ni sus insignias de la Orden de Santiago de la Espa帽a, ni su alcurnia.
聽聽聽聽聽聽聽聽 El 20 de Marzo, Juan de Salazar de Espinoza fue apresado y deportado a Espa帽a en otra carabela que d铆as despu茅s, dio alcance a la COMUNEROS en las proximidades de la Isla de San Gabriel.
聽聽聽聽聽聽聽聽 La revoluci贸n del a帽o 1544, se帽ala el primer paso de la naciente sociedad colonial, capaz de concebir e imponer un gobierno propio, fundado en principios de libertad ciudadana, de repudio a las tiran铆as.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Para advenir la paz fueron necesarios dos a帽os de calma, detenida por el flujo constante de la anarqu铆a.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Estalla en el Per煤 en 1548, un gran movimiento popular encabezado por el Ayuntamiento de Cuzco, que protest贸 contra la Monarqu铆a por haber suprimido las discutidas encomiendas que iban en contra de los gobiernos e intereses populares. Estos se organizaron en un ej茅rcito que se denomin贸 de "La Libertad" contra otro llamado "Realista". Los primeros fueron derrotados en la batalla de Xaquixaguana, por el cl茅rigo La Gasca, entonces instrumento del poder real.
聽聽聽聽聽聽聽聽 En 1592, en la ciudad de Quito, estall贸 tambi茅n una revoluci贸n, a ra铆z de que una C茅dula Real ordena a la Audiencia la imposici贸n de un Derecho de Alcabala del 2% sobre toda venta. Era una imposici贸n de las muchas que en Am茅rica sufrir铆an los vecinos a causa de la Real Hacienda, que estrangulaba con impuestos a causa del agotamiento del Tesoro Real por las continuas guerras de religi贸n y pleitos de familia.
聽聽聽聽聽聽聽聽 El ayuntamiento de Quito no se dejo abatir por tales imposiciones y defendiendo los intereses municipales, acudi贸 a las armas, en defensa de sus derechos conculcados por inicuas leyes que estrangulaban al pueblo. Sin embargo la Monarqu铆a dispuso la represi贸n sangrienta del alzamiento ahogando en sangre las protestas populares.
聽聽聽聽聽聽聽聽 En 1623, en M茅xico, se produjo otra revoluci贸n de la autoridad comunal cuyo poder铆o era tremendo. Es as铆 que una Junta Municipal reunida en 1623 dispuso la deposici贸n del Virrey, que curiosamente fue acatada por las autoridades mon谩rquicas espa帽olas.
聽聽聽聽聽聽聽聽 A帽os m谩s tarde, en 1794, en Santiago de Chile a ra铆z de la imposici贸n de almojarifazgo y alcabalas por parte del Tribunal de Cuentas que eleva sus montos apremiado siempre la Real Hacienda de la metr贸poli, se rebela el Cabildo de Santiago defendiendo los intereses comunales, apoyado en el pueblo todo.
聽聽聽聽聽聽聽聽 As铆 tambi茅n, un connotado levantamiento ind铆gena, es el producido durante la Colonia por Tupac Amar煤 (J.C. Condorcanqui), cacique de Tungasuca, descendiente de los antiguos Incas, qui茅n pretendi贸 restaurar el imperio de sus antepasados, proclam谩ndose "Soberano del Per煤". Tupac Amar煤 desat贸 protestas contra las exacciones impuestas por la Corona y el trato poco humano que sufr铆an ind铆genas en las minas y encomiendas. Tuvo la valent铆a de apresar y ahorcar al Corregidor Antonio Arriaga. Organiz贸 un ej茅rcito de cuarenta mil indios y llego hasta el Cuzco, sitiando la ciudad. Pero fue vencido y descuartizado por sus verdugos en 1781.
聽聽聽聽聽聽聽聽 En lo que despu茅s seria Colombia, el absolutismo de Carlos III, creo el cargo de Visitador General de Rentas de Nueva Granada, y nombr贸 para el cargo a Juan G. de Pi帽茅rez. 脡ste grav贸 las numerosas "alcabalas, sisas, estancos, anatas, gu铆as y tornagu铆as", que integraban parte del sistema de rentas de la Real Hacienda en el Nuevo mundo. Pero el pueblo se levanto en defensa de sus derechos y tom贸 el nombre de "El Com煤n", reuniendo a varias ciudades y rompieron con las autoridades espa帽olas. A semejanza de los comuneros de Castilla, destituyeron a los representantes reales, redujeron los tributos y manifestaron no romper con el Rey, sino contra las malas autoridades. Colocaron a un "General铆simo de los Comuneros", Juan Francisco Berbeo, quien reuni贸 dieciocho mil hombres, produciendo en Espa帽a un gran temor. Las autoridades reales tuvieron que pactar, pero luego desconociendo el trato caballeresco, terminaron en el pat铆bulo sus anhelos de libertad.
聽聽聽聽聽聽聽聽 As铆 termin贸 la Segunda Revoluci贸n Comunera en Am茅rica, que tom贸 como modelo a la Primera Revoluci贸n Comunera del Paraguay, cuyas ideas se esparcieron por todo el suelo americano.
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CAPITULO III
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LA PRIMERA REVOLUCI脫N COMUNERA
ORGANIZACI脫N ECLESI脕STICA DEL PARAGUAY
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聽聽聽聽聽聽聽聽 El Paraguay constitu铆a una di贸cesis con sede en Asunci贸n, erigida en 1547 y dependiente del Metropolitano de Charcas. La Catedral ten铆a su Cura Rector y un Cabildo o Cap铆tulo, constituido en 1572 con de谩n arcediano y dos can贸nigos, a los cuales en el siglo XVII se sumaban el chantre y el tesorero. En la capital exist铆an dos parroquias no territoriales: la de la Anunciaci贸n, de espa帽oles, y la de San Blas, de naturales. Hab铆a tambi茅n tres conventos, de franciscanos, mercedarios y dominicos, y un colegio de la Compa帽铆a de Jes煤s.
聽聽聽聽聽聽聽聽 En el interior exist铆an un curato de espa帽oles y naturales, en la Villa Rica del Esp铆ritu Santo, cuyo titular era Vicario, y que en 1649 se hallaba dividido en dos, para las poblaciones de Jeju铆 y Talavera.
聽聽聽聽聽聽聽聽 La provisi贸n de los curatos se hallaba a cargo del clero secular. El Gobernador y Capit谩n General ejerc铆a el derecho de presentaci贸n. La vacante de la sede episcopal era frecuente y a veces prolongada.
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聽聽聽聽聽聽聽聽 LAS VISITAS PASTORALES Y PROHIBICI脫N DE INGRESAR A LAS REDUCCIONES
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聽聽聽聽聽聽聽聽 Mediante una circular, hab铆a anunciado al clero y a sus fieles su intenci贸n de visitar las numerosas Doctrinas y Reducciones, que administraban religiosos de distintas 贸rdenes, entre las cuales estaban las famosas Misiones de los padres jesuitas del Paran谩 y Uruguay.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Al saberse tal determinaci贸n, principiaba a divulgarse, pero a煤n con cierto receto, la doctrina falsa de que la jurisdicci贸n del Ilmo. C谩rdenas era muy dudosa. Por otra parte ven铆an los jesuitas con ruegos de que desistiese de la visita a sus Reducciones en vista de sus exenciones. Pero C谩rdenas no era de aquellos hombres que f谩cilmente ceden cuando ha tomado una resoluci贸n bien pensada.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Dec铆a Su Se帽or铆a: "El Esp铆ritu Santo, seg煤n San Pablo, puso a los Obispos, a regir la Iglesia de Dios". Por esto, convirti茅ndose un n煤mero regular de infieles, institu铆an luego los Ap贸stoles un Obispo, quien los gobernara en lo espiritual. El Papa Urbano, en las Bulas dec铆a: "Me hace Obispo del Paraguay, si pues los f铆eles del Paran谩 y Uruguay en lo civil pertenecen al Paraguay, deben pertenecer tambi茅n en lo espiritual al Obispo del Paraguay, a quien el Pont铆fice encarga que apaciente, rija y gobierne a los cristianos de esta grey".
聽聽聽聽聽聽聽聽 驴Con qu茅 derecho crean los Regulares parroquias, instituyen, quitan y ponen curas p谩rrocos independientemente del Obispo?
聽聽聽聽聽聽聽聽 驴Ser谩 v谩lida la jurisdicci贸n de esos curas misioneros, ejercida en fieles venidos del extranjero, sin autorizaci贸n del Ordinario, que no han convertido, vali茅ndose tal vez de las concesiones papales?
聽聽聽聽聽聽聽聽 驴Tolerando su independencia no es evidentemente obrar contra lo dispuesto por el Concilio de Trento y las C茅dulas Reales, particularmente las relativas al Patronato real? 驴Qui茅n administra a esos f铆eles el S. Sacrament贸 de la Confirmaci贸n?
聽聽聽聽聽聽聽聽 "Yo -a帽adi贸- he sido misionero, y s茅 muy bien cu谩les son los privilegios concedidos por los papas, particularmente por San P铆o V, los PP. Jesuitas, mientras se hallan en las misiones vivas para convertir a los infieles, pueden sin licencia del Obispo predicar, bautizar, confesar y administrar el sacramento del matrimonio y ejercer los dem谩s oficios de p谩rroco; pero ya convertidos al cristianismo y formando pueblos de cristianos, no pueden crear parroquias, instituir en ellas curas p谩rrocos y mudarlos a su arbitrio. Estas atribuciones son propias del Obispo, el cual por instituci贸n divina y por disposici贸n del S. Concilio de Trento debe visitar esas ovejas de Cristo a 茅l encomendadas y corregir y reformar lo que halle contrario a la ley de Dios y de la Iglesia y a la santa fe cat贸lica, como Pastor ordinario y como Delegado de la Silla Apost贸lica, en los casos que determina el Santo Concilio."
聽聽聽聽聽聽聽聽 Adem谩s, a帽adi贸, graciosamente, esta visita es tambi茅n voluntad del Rey; puesto que en su C茅dula de 14 de julio de 1639 me ruega y encarga, que en su hacienda se apliquen multas y condenaciones hechas a culpables curas doctrinarios. 驴No defraud贸 la Hacienda Real, no investigando, si existen tales curas doctrineros?
聽聽聽聽聽聽聽聽 No sabiendo con exactitud las exenciones que los padres de la Compa帽铆a de Jes煤s ten铆an respecto a aquellas Reducciones, ya cristianas desde alg煤n tiempo, si hab铆a leyes terminantes para sujetarlas a la jurisdicci贸n de los jesuitas, su decisi贸n de visitarles 驴fue err贸nea o no? Pero si la legislaci贸n can贸nica no hubiera sido clara, terminante, todas las probabilidades jur铆dicas estaban a favor de C谩rdenas. De otro modo le hubieran convencido los jesuitas, mostr谩ndole las concesiones terminantes de la Santa Sede, y no hubieran tampoco obrado conforme obraron.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Lo cierto empero es, que la Santa Sede, al pedir ya muy tarde al monse帽or C谩rdenas una decisi贸n al respecto, contest贸, 13 de marzo de 1660, que el Obispo puede visitar las Iglesias y Doctrinas, tambi茅n las de los padres de la Compa帽铆a, en lo concerniente al cuidado de almas; que el derecho de examinarlos para o铆r las confesiones sacramentales de los fieles corresponde al ordinario y que, si los regulares no demostrasen suficientemente sus privilegios, el Obispo pod铆a proceder contra ellos, aun con censuras, sin que aquellos tuviesen el derecho de buscarse un juez Conservador.
聽聽聽聽聽聽聽聽 El Obispo, seg煤n se aprecia, quer铆a visitar solo los curatos o doctrinas, que los religiosos ten铆an a su cargo desde tiempo, y que 茅l consideraba en lo concerniente a la administraci贸n sujetos a la jurisdicci贸n del Ordinario. No consideraba como tales las Reducciones nov铆simas cuyos indios no estaban a煤n firmes en la fe cat贸lica, pero estaba dispuesto a administrar en ellas el sacramento de confirmaci贸n y de deshacer los malos informes, las persistentes y frecuentes calumnias que se diseminaban contra los jesuitas del Paraguay. Como prudente prelado, empez贸 la visita can贸nica en las Reducciones, Doctrinas o curatos, de los misioneros franciscanos, sitos al sudoeste entre Asunci贸n y el r铆o Paran谩, despu茅s de haberla concluido en la ciudad y lugares circunvecinos.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Le designaron dos Padres para visitar las reducciones de Yuty y Caazap谩, fundadas por su hermano en la Orden, Fray Lu铆s Bola帽os, siendo recibido con gran amor y estimaci贸n en las doctrinas. De all谩 pas贸 el Obispo a la no muy lejana Reducci贸n jesu铆tica de Itap煤a, distante sesenta leguas de Asunci贸n, fundaci贸n del padre Roque Gonz谩lez de Santa Cruz, y despu茅s a San Ignacio, cerca del Paran谩, obra del gran misionero Marcelo Lorenzana al dejar el rectorado del Colegio de Asunci贸n.
聽聽聽聽聽聽聽聽 En este lugar, alcanz贸 al Obispo el mensajero mandado por los padres del Convento de San Francisco, sabedores de que el celoso Prelado no iba a dejarlos sin amparo y sin aplicar las leyes can贸nicas contra los violadores de la inmunidad eclesi谩stica y por la violenta imposici贸n de manos en un sacerdote, hecho que los Sumos Pont铆fices hab铆an castigado con la excomuni贸n.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Era entonces Superior inmediato de las Misiones jesu铆ticas del Paran谩 y Uruguay el padre Lorenzo Sobrino, a quien m谩s tarde veremos en la primera fila de los adversarios del Diocesano.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Hab铆a principiado C谩rdenas, una carta dirigida al mismo y otra reiterada que dec铆a: "Padre m铆o, ese papel, sacado en limpio y autorizado, quer铆a enviarle ahora, pero no ha podido ser por la prisa de los indios, y por no terminarlos, har茅 lo m谩s despacio y as铆 ahora env铆o este borrador contra los que quieren borrar las virtudes de la Compa帽铆a de Jes煤s, para que lo vea nuestro P. Provincial, y alabe la Providencia de Dios, que para cuando los virreyes mal informados hab铆an de enviar orden que visitasen con cuidado el Paran谩, el obispo lo tuvo tan a prop贸sito, para el servicio, honor, y alabanza de la Compa帽铆a, que, aunque cualquiera lo fuera, pero ninguno tanto como yo. Esto es seguro, y firmo de mi nombre. Siervo de V. P, Jes煤s. Fray Bernardino, Obispo del Paraguay".
聽聽聽聽聽聽聽聽 Interrumpi贸, pues, su Ilma. La visita, que durante su oficio nunca deb铆a acabar, y regres贸 a Asunci贸n.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Tomadas all铆 las declaraciones del caso y viendo la arrogancia de los atropelladores del pobre P. Procurador Fray Pedro, los declar贸 a todos, seg煤n los c谩nones, incursos en la excomuni贸n mayor, por haber violado la inmunidad eclesi谩stica y puesto manos violentas en un sacerdote.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Este castigo fue generalmente muy bien recibido en la ciudad, pero aument贸 la enemistad del Gobernador y de Sebasti谩n Le贸n contra el prelado, tan empe帽ado en defender los derechos de la Iglesia y de la Silla episcopal.
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聽聽聽聽聽聽聽聽 EL GOBERNADOR HINESTROSA ENEMIGO DEL OBISPO C脕RDENAS
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聽聽聽聽聽聽聽聽 Don Gregorio de Hinestrosa ten铆a consigo un hermano, a veces hijo, seg煤n Charlevoix, Fray Lope de Hinestrosa, religioso agustino, que acababa de llegar de Chile.
聽聽聽聽聽聽聽聽 El gobernador Hinestrosa, muy resentido por la intrepidez del Obispo y por el desaire en que se ve铆a por la excomuni贸n, hab铆a o铆do algo sobre los rumores que hab铆an principiado a correr sobre la jurisdicci贸n dudosa del Obispo, y entreviendo alg煤n medio para vengarse y tal vez para expulsar al Prelado como lo hab铆an hecho otros antecesores en la gobernaci贸n. Pidi贸 a su hermano al respecto un parecer escrito, que 茅ste hizo con toda puntualidad, a fines del mismo a帽o (1643), declarando que seg煤n su opini贸n el Obispo era intruso, y suponiendo que eran ver铆dicos los rumores ya divulgados por los adv茅rsarios del Obispo de que en Tucum谩n hab铆a muchos de todas las religiones que contradijeron la consagraci贸n de C谩rdenas. Escribi贸 que su hermano pod铆a despedirle, priv谩ndole de las temporalidades, diciendo con la impavidez que da la ignorancia:
聽聽聽聽聽聽聽聽 "Digo, pues, que tengo por cierta y asentado, que el dicho Se帽or Obispo, aunque su consagraci贸n sea v谩lida, y por ella Obispo, y por consiguiente v谩lidas las 贸rdenes que administra seg煤n tienen y dicen muchos doctores; pero es Obispo no m谩s que en sustancia y car谩cter, pero no lo es del Paraguay, ni tiene jurisdicci贸n, ni potestad episcopal, ni la puede ejercitar, que en todo siento y afirmo lo que sintieron y afirmaron dichos religiosos y maestros de Tucum谩n."
聽聽聽聽聽聽聽聽 Muy satisfecho qued贸 Don Gregorio de la sabidur铆a de su hermano, quien tan a su gusto lo libraba de la excomuni贸n, d谩ndole armas para sentar manos al odiado defensor de las leyes de la Iglesia. Procur贸, que el acertado parecer no quedara oculto en la ciudad; pero tuvo el presentimiento, de que dada la popularidad del Obispo y en el sentir com煤n estrellaran sus tentativas, pues, aunque C谩rdenas no hubiera tenido jurisdicci贸n para lanzar excomuniones, eran mal vistos el Gobernador y sus c贸mplices por lo que hab铆an hecho contra Fray Pedro, y estando incursos en esa censura por los c谩nones ipso facto.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Quedaron, pues, el Gobernador y sus compa帽eros frenados, esperando mejores tiempos para el desquite de la excomuni贸n, que en lo dem谩s p煤blicamente despreciaron.
聽聽聽聽聽聽聽聽 A C谩rdenas no pod铆a ocult谩rsele todo aquello y, temiendo que su alejamiento fuese motivo para nuevos atropellos, aun tal vez contra su persona, qued贸 en la ciudad siguiendo su ejemplar m茅todo de vida practicado antes, expresando empero su resoluci贸n de continuar en la primera oportunidad la visita can贸nica, y dispuesto tambi茅n a absolver a los excomulgados, de mostrarse 茅stos arrepentidos, dando la debida satisfacci贸n.
聽聽聽聽聽聽聽聽 As铆 pasaron varios meses. Elevado el hecho ocurrido en San Francisco al conocimiento del Metropolitano y de la Real Audiencia, 茅stos aprobaron y confirmaron la sentencia del Obispo, condenando, adem谩s, la Audiencia al Capit谩n Sebasti谩n de Le贸n, por nuevos agravios, a privaci贸n perpetua de su oficio.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Mientras tanto los Padres Jesuitas hac铆an diversas diligencias para estorbar los designios del Ordinario para visitar sus Reducciones, que, seg煤n el c谩lculo del padre Antonio Ruiz de Montoya, constaban de cerca 95.000 indios. No podemos determinar, cu谩ntas de estas reducciones se pod铆an considerar como doctrinas o curatos.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Se val铆an primero de ruegos, que estrellaron ante la suave, pero en el fondo firme voluntad del Obispo. Emplearon enseguida promesas y despu茅s amenazas disimuladas, haci茅ndole presente lo que hab铆a pasado a varios de sus antecesores, que pretendieron ejercer jurisdicci贸n en lugares confiados a la Compa帽铆a de Jes煤s, pero no lograron intimidar aquella firmeza.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Con gusto oy贸 el Gobernador los afanes de los "Padres de la Compa帽铆a", quienes pod铆an servirle admirablemente de instrumento para sus planes, no s贸lo por su influencia, sino tambi茅n por los indios armados de que dispon铆an en sus Misiones, para expeler al Obispo del Paraguay si fuera el caso. Le parec铆a algo arriesgado llevar a cabo 茅l solo tal haza帽a, por la defensa que pod铆a hacer la poblaci贸n, tan fan谩ticamente adicta a su prelado.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Viendo tan buena disposici贸n en los sacerdotes, y pensando que la fama de doctos servir铆a para acreditar m谩s la duda sobre la jurisdicci贸n y la legitimidad del Obispo, pidi贸 a los religiosos un parecer sobre su pleito con el Ordinario.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Accedieron los padres, firmando, seg煤n parece por el mes de octubre de 1644 -es decir, seg煤n Carrillo, tres a帽os despu茅s de la consagraci贸n en Tucum谩n- un parecer "sobre el cual les consult贸 el Gobernador, en que se trataba solamente de haber tomado el Obispo posesi贸n de su Iglesia, sin tener presentes las Bulas de su confirmaci贸n, tratando entonces de expelerle por intruso, sin tomar en la boca el car谩cter episcopal, ni dudar del mismo". Fray Juan Villal贸n -cuyo escrito menciona pasando por alto lo del "parecer"- y el igual aserto del abogado Carrillo, afirma que no eran los Padres del Paraguay los agresores, sino C谩rdenas, que estaba lleno de resentimiento por no haber apoyado su consagraci贸n sin Bulas.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Alegato muy curioso, puesto que el Obispo no pod铆a justamente resentirse, por un consejo contrario a su deseo de consagrarse, por la simple raz贸n de que le faltaba tiempo, antes de consagrarse en Tucum谩n, de dirigirse en consulta al lejano Paraguay. No vemos tampoco raz贸n del por qu茅 C谩rdenas -el pretendido parecer, que le hab铆a, seg煤n Rada, mandado el padre Boroa desde C贸rdoba a Santiago del Estero- deb铆a atribuir a los Padres de Asunci贸n o a la Compa帽铆a entera, especialmente no teniendo los de Asunci贸n ni arte ni parte.
聽聽聽聽聽聽聽聽 El 5 de noviembre de 1644 se public贸 "que los Jesuitas publicaron como cosa cierta y definida, que la consagraci贸n del Sr. Obispo C谩rdenas hab铆a sido il铆cita o inv谩lida, dando ocasi贸n con ello a los disturbios, y esc谩ndalos, que se han seguido".
聽聽聽聽聽聽聽聽 Sin poder constatar nada al respecto, decimos solamente: a nadie m谩s que a C谩rdenas conven铆a no mover ni discutir la cuesti贸n sobre su consagraci贸n.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Si a pesar de esto, lo ha hecho, es prueba evidente que otros le obligaron ad hoc, desacredit谩ndolo antes "por estas Provincias".
聽聽聽聽聽聽聽聽 Estas contradicciones y maquinaciones empero, seg煤n parece no hab铆an causado impresi贸n de cierta importancia en el pueblo, poco adicto a los sacerdotes por el apoyo que prestaron a los oprimidos indios, tan codiciados como trabajadores por los espa帽oles.
聽聽聽聽聽聽聽聽 En cambio confirmaron al Prelado en su idea de continuar su interrumpida visita can贸nica, y ver por qu茅 no se quer铆a que 茅l fuese a las Reducciones de la Compa帽铆a.
聽聽聽聽聽聽聽聽 El Cabildo secular de Asunci贸n insisti贸 a C谩rdenas para que ejerciera el Patronazgo Real en las Reducciones jesu铆ticas, pidi茅ndole fuese a visitarlas y establecer el patronazgo. Inici贸 la visita en las misiones, escribiendo desde San Ignacio, el 5 de octubre de 1643, la carta consabida al padre Laureano Sobrino en favor de los religiosos de San Ignacio. A continuaci贸n, parece volvi贸 el obispo a Asunci贸n, pasando de all铆 a Yaguar贸n, tal vez despu茅s de haber hecho las visitas ut supra.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Efectivamente no hab铆a razones serias para oponerse. Si era cierta su exenci贸n de los Doctrineros, pod铆an demostrar al Ordinario sus privilegios para que desistiese de la visita. No cediendo, nada perd铆an con admitir un paseo del mismo por sus Misiones, previa protesta y sin atenerse a las eventuales 贸rdenes de su Se帽or铆a, reverenciando en 茅l solamente la dignidad episcopal, pero apelando, seg煤n los casos, a Madrid , o a Roma contra su intromisi贸n. Pens谩ndolo bien, hasta conven铆a a los padres que viniese con el Obispo su Visitador, o solo Inspector, para comprobar con su testimonio de que las Reducciones estaban a buena altura de piedad y civilizaci贸n, de que all铆 no se explotaban minas de oro o plata como aseguraban sus enemigos, defraud谩ndose las cajas reales, que se educaba a los indios como buenos vasallos de la Corona, y que la pobreza de los mismos no permit铆a dar contribuciones de importancia, como se pretend铆a.
聽聽聽聽聽聽聽聽 驴Se tem铆a un informe contrar铆o de un Obispo tan virtuoso? Y si fuera falso, 驴no ten铆an los Padres medios para desmentirlo?
聽聽聽聽聽聽聽聽 驴O quer铆an los Jesuitas, fiados en el poder de sus Hermanos en la Corte de Madrid y en sus privilegios, que en sus Reducciones no hubiese ni sombra de una intervenci贸n episcopal?
聽聽聽聽聽聽聽聽 Esto ser铆a una prueba m谩s, de que el sistema jesu铆tico, el c茅lebre m茅todo empleado en la famosa Rep煤blica cristiana del Paraguay, merced a favores y protecciones regias, como no los hab铆a obtenido jam谩s ninguna de las 贸rdenes religiosas. Ten铆a un lado vulnerable pues tra铆a consigo frecuentes conflictos con los gobernadores civiles, con los espa帽oles excluidos de las Reducciones y por la codiciada posesi贸n de indios y con los Obispos, quienes en las Misiones vieron no raras veces, una independencia intolerable, causando al mismo tiempo desencuentros y discordias entre los obispos y gobernadores, por tener otras miras, no sabiendo adem谩s los diocesanos c贸mo comportarse con los jesuitas, ni m谩s tarde los indios como aprovechar su independencia despu茅s de la expulsi贸n de sus conversores.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Este m茅todo tra铆a por resultado poca utilidad a la misma Compa帽铆a de Jes煤s, contribuyendo a que fuese llenada de calumnias y finalmente expulsada.
聽聽聽聽聽聽聽聽 No sabemos descifrar las causas de una resistencia tan tenaz como la entrada del obispo a las Reducciones del Paran谩 y Uruguay.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Las doctrinas de Fray Bernardino de C谩rdenas y sus visitas apost贸licas a reducciones y capellan铆as alarmaban a los jesuitas. El prelado pretend铆a nada menos, que penetrar y desentra帽ar los misterios que, se dec铆a, se ocultaban en los pueblos gobernados por la Compa帽铆a de Jes煤s, como afirmaba Blas Garay: "mas como a estos no les conven铆a tal visita, y que no contaban con la complicidad del Obispo, levant贸 contra el virtuoso aunque violento prelado, horrorosa tempestad y lo hizo expulsar por el gobernador, fund谩ndose en el vicio de su consagraci贸n, vicio que al cabo de tres a帽os descubr铆an los Jesuitas, que a sancionarle contribuyeron".
聽聽聽聽聽聽聽聽 Los padres jesuitas se unieron con el Gobernador, persuadidos de que C谩rdenas no era Obispo, y se aprestaron a juntar indios de las Reducciones para ir sobre la ciudad, pues ven铆an irritados contra suya, ya que les hab铆an contado que quer铆an entrar a sus pueblos con muchos cl茅rigos para quitarles sus mujeres.
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聽聽聽聽聽聽聽聽 EL OBISPO C脕RDENAS ES EXPULSADO DEL PARAGUAY
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聽聽聽聽聽聽聽聽 En el mes de octubre de 1644, Hinestrosa ordena la expulsi贸n de Fray Bernardino de C谩rdenas.
聽聽聽聽聽聽聽聽 En las afueras de la ciudad hab铆a dejado al grueso de los indios para evitar toda oposici贸n de parte del vecindario en las violencias que proyectaba contra el Obispo. Desterr贸 algunos nobles, poni茅ndoles pena de vida si no sal铆an luego, a otros mand贸 a Villarrica (unas 100 leguas r铆o arriba) en busca de indios enemigos que, seg煤n dec铆a, ten铆a informes de que quiere invadir Asunci贸n. Enseguida hizo entrar a los indios que le hab铆an acompa帽ado a Yaguar贸n.
聽聽聽聽聽聽聽聽 El Obispo, al ver estos aprestos, dej贸 el convento de San Francisco, refugi谩ndose en la catedral, donde le tuvieron cercado.
聽聽聽聽聽聽聽聽 En este estado de cosas y 谩nimos public贸 D. Francisco Caballero Baz谩n, quien hab铆a sucedido a D. Crist贸bal S谩nchez, el auto siguiente:
聽聽聽聽聽聽聽聽 "Todos los f铆eles cristianos tengan por p煤blico excomulgado al Gobernador S. Gregorio Hinestrosa por haber ido al Pueblo y Reducci贸n de Yaguar贸n a prender al Ilmo. Sr. Fray Bernardino de C谩rdenas, obispo de este obispado del Paraguay, del Consejo de S.M., con soldados espa帽oles, gente armada, y m谩s de 600 indios del Paran谩, con mosquetes, arcabuces, machetes, alfanjas y rodelas, celadas y otras armas; y entrando dicho Gobernador en compa帽铆a de Sebasti谩n de Le贸n, Juan de Avalos y Mendoza y Pedro de Gamarra y otros soldados, y puesto manos violentas a Su Sr铆a. Urna. estando en el altar mayor de la iglesia del dicho pueblo con el Sagrario en las manos, diciendo su Se帽or铆a fuese preso por mandato del Sr. Virrey y apellidando gente con voz del Rey por lo cual est谩 incurso en graves descomuniones del Derecho y de la Bula de la 鈥楥oena Domini鈥 y otras, en que ha reincidido por haber sido absuelto de ella debajo de sanciones juratorias ad reincidentiam, y ha quebrantado con la acci贸n referida; y porque muchas personas, con poco temor de Dios y de las Sagradas Censuras, hablan con los excomulgados, y mayormente con el dicho Gobernador, mando a todos y cualesquiera persona de cualquier estado y condici贸n que sean, no hablen directo ni indirecto con el dicho Gobernador, antes le eviten bajo pena de excomuni贸n mayor, y de doscientos pesos, aplicados por mitad a la santa Cruzada y a la f谩brica de la Santa Iglesia Catedral.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Y bajo la misma pena de excomuni贸n, y pecuniaria, mando que ninguna persona quitase esta declaratoria, ni la mande quitar de donde est谩 puesta, atento a que otra vez que estaba puesta en la misma forma, la quitaron; y para todo lo dicho y ejecuci贸n les cit贸 en forma, que es fecha en primero de noviembre de 1644.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Francisco Caballero Baz谩n, por mandato del Sr. Provisor Juan Garc铆a de Villamayor".
聽聽聽聽聽聽聽聽 Otros autos semejantes fueron publicados contra Sebasti谩n de Le贸n y dem谩s c贸mplices del Gobernador.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Poco o ning煤n efecto produjeron estas reprobaciones en el Gobernador y sus secuaces. Sab铆an, por el parecer de los jesuitas, que el obispo era intruso y sin jurisdicci贸n, padeciendo por tanto igual defecto su Provisor Baz谩n.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Fueron juzgadas, por tanto, aquellas censuras como nulas y rid铆culas. Por lo que se cre铆an excusados de pedir misericordia y absoluci贸n.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Embarcaron al Obispo violentamente, a instancias de los Padres de la Compa帽铆a y del seudo Provisor. Obligaban a la gente de Asunci贸n, a son de caja a decir a bando, obligando con penas graves, a que la poblaci贸n asistiese solo a la iglesia de la Compa帽铆a y recibir all谩 los sacramentos, honras, etc.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Fue esta primera expulsi贸n de C谩rdenas probablemente por diciembre de 1644.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Sobre D. Gregorio Hinestrosa escribe el Obispo de Santiago de Chile: "Hoy estamos viendo un Gobernador del Paraguay que, uni茅ndose con dos prebendados forajidos y desterrados por su Obispo, le han quitado la silla y echado de su obispado, tomando por pretexto su consagraci贸n sin Bulas, como si la deposici贸n de un obispo no perteneciese al Papa. Y siendo el Sr. D. Fray Bernardino de C谩rdenas var贸n de rara virtud, grand铆simo predicador y de unas letras calificad铆simas, est谩 hoy arredrado de su c谩tedra y depuesto de su iglesia, gobern谩ndola en sede vacante tres cl茅rigos que s贸lo por fe saben que hay lat铆n."
聽聽聽聽聽聽聽聽 Embarcado el Obispo para Corrientes, hizo el Gobernador tocar la caja y publicar mandos, seg煤n refiere fray Villal贸n, con pena de vida a las hombres, y a las mujeres pena de c谩rcel y azotes, que solo fuesen a la Iglesia del Colegio, oyendo all谩 misas, sermones y recibir los sacramentos.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Viendo empero C谩rdenas lo in煤til de su resistencia ante las reiteradas amenazas de don Gregorio, no queriendo causar al convento nuevos infortunios pero con la resoluci贸n inquebrantable de resguardar sus derechos, resolvi贸 dejar por ahora su obispado rindi茅ndose. El Gobernador le facilit贸, seg煤n parece, una canoa con remeros. El Obispo lleg贸 sano y salvo al convento franciscano de Corrientes a fines del a帽o 1644, despu茅s de ochenta leguas de navegaci贸n. Tan s贸lo fue acompa帽ado por los comentarios y la compasi贸n de la ciudad en la que quer铆a parar su destierro forzoso.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Al dejar Asunci贸n, lo que m谩s aflig铆a al Obispo era el triste estado y la suerte fatal, que parec铆a impuesta por la Providencia a la Di贸cesis del Paraguay.
聽聽聽聽聽聽聽聽 En el Convento de los franciscanos, las pr茅dicas de Paz y Bien congregaban a la hora de la oraci贸n a numerosos feligreses en actitud reverente y recogida. Aquel d铆a las campanas no llamaron a los rezos y mientras enmudecieron las plegarias, el pueblo de todos los recodos asuncenos a帽oraba un mejor destino.
聽聽聽聽聽聽聽聽 La expulsi贸n de fray Bernardino de C谩rdenas, lejos de disminuir las protestas contra la Compa帽铆a de Jes煤s.
聽聽聽聽聽聽聽聽 No pudiendo indicarse por los deficientes relatos y por la falta de muchos de los autos de tribunales, el n煤mero de los Padres del Paraguay metidos directamente en esa lucha desastrosa se puede suponer, que no estaban todos contra el Obispo; pero que se callaban o bien por mal informados o bien por respeto a sus superiores, causantes principales de esas discordias.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Ten铆an los Padres de la Compa帽铆a, sus procuradores en diversas partes, e incluso mandaban contra C谩rdenas, a la par de 茅ste, Procuradores de su causa a Espa帽a y Roma. Era natural, que miembros de la misma Orden, oyendo s贸lo una campana, tomaran la defensa de sus hermanos, a quienes cre铆an injustamente perseguidos, sin prever que una contienda, que tomaba tanta resonancia e importancia no pod铆a resultar en bien de nadie y s铆 en perjuicio de muchos. En vez de litigar y escribir tanto, deshonr谩ndose mutuamente, se hubieran puesto de com煤n acuerdo, para proponer los puntos de diferencia a las decisiones de las autoridades competentes, en vez de resolverlas con la fuerza bruta, error en el que cay贸 tambi茅n m谩s tarde C谩rdenas, cansad铆simo y agotado por las persecuciones tan injustas.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Error grav铆simo de esos pocos padres fue el declarar por propia autoridad nula o dudosa la autoridad del Obispo en vez de manifestar en secreto sus dudas en Roma, si es que las ten铆an. Error inexcusable fue facilitar medios para el destierro del Obispo, aument谩ndose as铆 los males de la desgraciada di贸cesis; indigno fue concluir una cordialidad de aplausos, de amistad, del p煤blico reconocimiento de C谩rdenas como Obispo leg铆timo en el ingreso, con la afirmaci贸n p煤blica de que era un obispo irregular.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Indign铆simo fue tambi茅n el guardar, por decir as铆, in pectore, la duda sobre la consagraci贸n de C谩rdenas y sobre su leg铆tima autoridad, para convertir despu茅s en certeza, cuando aqu茅l emprendiera algo en contra de las miras o contra la voluntad de los jesuitas misioneros. Chocante fue el ayudar, es decir, tapar la oposici贸n a la visita del Obispo con un motivo aparente, que sirvi贸 en vez de Ad Majorem Dei gloriam para romper la unidad de la Iglesia paraguaya, da帽ando las almas de los ignorantes, alentando a los perseguidores del Pastor, facilitando la entrada a los lobos y haciendo el vac铆o alrededor del Obispo.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Seg煤n Priewaseer lamentabil铆simo error fue finalmente el confiar parte de la contienda no a la justicia, sino a las influencias, lo que hac铆a correr por la boca maliciosa de las gentes de Asunci贸n, respecto de los Padres.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Entre tanto, -seg煤n Astrain- el Cabildo Eclesi谩stico de Asunci贸n rogaba a C谩rdenas que tomara posesi贸n de la di贸cesis. Recordemos que la sede se hallaba vacante desde 1635 cuando el obispo Fray Crist贸bal de Aresti se traslad贸 a la de Buenos Aires.
聽聽聽聽聽聽聽聽 En la Catedral de Santiago del Estero, Fray Bernardino de C谩rdenas recibi贸 la consagraci贸n de manos del obispo Maldonado, el 14 de octubre de 1641. Lleg贸 a Santa Fe de la Vera Cruz, en enero de 1642, arribando a Asunci贸n en marzo de 1642.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Desde Santa Fe, envi贸 una carta violenta al padre Boroa. En ella le echaba en cara lo que 茅l consideraba la ceguera y pasi贸n de los jesuitas que no hab铆an querido ver las razones en su valor; y en cambio:
聽聽聽聽聽聽聽聽 "cuando Paternidades quieren, bien las saben hallar para los casos m谩s dificultosos y para hacer l铆citos los m谩s inicuos tratos y para abonar usuras y logros... Es propio de la ciencia de los que parece que lo saben todo, no desistir del primer parecer ni rendirse a alguno. Mas quisiera menos ciencia y m谩s humildad"
聽聽聽聽聽聽聽聽 En marzo de 1642 llegaron al fin las bulas de su instituci贸n, las que fueron le铆das al pueblo en la Iglesia Catedral para tranquilidad y contento de todos.
聽聽聽聽聽聽聽聽 A los seis meses llegaron las bulas apost贸licas de su consagraci贸n -menciona el padre Astrain-, y el Prelado, haci茅ndolas traducir a nuestra lengua, las ley贸 con mucho aparato desde el pulpito, delante de todos los fieles. Se las hab铆a tra铆do su sobrino Fray Pedro de C谩rdenas, fraile franciscano como 茅l. Al mismo tiempo, sin consultar a las personas prudentes y sin examinar con el rigor que debiera, admiti贸 a las sagradas 贸rdenes a cl茅rigos indignos e ignorantes, favoreci贸 a sacerdotes p煤blicamente amancebados y parec铆a repartir sus mercedes en los sujetos m谩s indignos de recibirlas.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Pero lo m谩s doloroso en este primer periodo del episcopado de C谩rdenas fue la lucha constante que tuvo con el Gobernador don Gregorio de Hinestrosa. Era 茅ste un valiente soldado que hab铆a servido en las guerras de Chile, pero poco diplom谩tico, quien, con su car谩cter unas veces d茅bil y vacilante, otras violento y arrebatado, ni supo entenderse con el Obispo, ni acert贸 a reprimirle en los excesos que comet铆a.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Aunque al principio ambas autoridades se dieron mutuamente aparatosas muestras de respeto, pero muy luego, con ocasi贸n de un sujeto encarcelado por el Gobernador, excomulg贸 a 茅ste el Obispo. Poco despu茅s le absolvi贸, pero se enconaron las relaciones entre ambos por una violencia que Hinestrosa ejecut贸 en el sobrino del Prelado.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Aquel Fray de C谩rdenas tuvo un d铆a la insolencia de insultar en medio de la calle a Gregorio de Hinestrosa. Este lo secuestr贸 la noche siguiente, lo llev贸 a un monte y all铆 le dej贸 en pa帽os menores atado a un 谩rbol. Dos d铆as le tuvo en aquella posici贸n sin darle de comer, y despu茅s le envi贸, con buena escolta, en un barco, a la ciudad de Corrientes. Cuando este hecho, que permaneci贸 algunos d铆as oculto, vino a descubrirse, no es cre铆ble la c贸lera que se apoder贸 de Bernardino. Excomulg贸 de nuevo al Gobernador y le impuso la obligaci贸n de pagar 4.000 arrobas de yerba del Paraguay si quer铆a obtener la absoluci贸n.
聽聽聽聽聽聽聽聽 No explicaremos la serie interminable de excomuniones y perdones, de enemistades y reconciliaciones, de litigios, en fin, extravagantes e inexplicables que intervinieron entre el religioso y el Gobernador. Nos basta saber que aquello fue un infierno por la violencia arrebatada del Obispo y por el poco tino de Hinestrosa, que no acertaba a defenderse bien, ni sab铆a traer a su partido al p煤blico de la ciudad.
聽聽聽聽聽聽聽聽 La misma desventura alcanzaba a los subordinados, a los amigos y conocidos de Gregorio de Hinestrosa. Por una raz贸n o por otra, en todos hab铆a de recaer alguna excomuni贸n, y a todos les hab铆a de imponer el prelado alguna multa cuantiosa, sin cuyo pago era imposible reconciliarse. Observaron algunos donosamente, que las excomuniones eran una bonita renta para el Obispo del Paraguay.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Muchos avisos fueron enviados desde el Paraguay a la Audiencia de Charcas o la Plata, en queja de las violencias que comet铆a el Obispo. Era esta Audiencia como el Tribunal Supremo para aquellas regiones, y la autoridad judicial m谩s elevada a que se pod铆a recurrir en aquellos pa铆ses de Am茅rica. La Audiencia envi贸 algunos avisos al Prelado, pero ninguno de ellos surgi贸 el efecto que se deseaba. De vez en cuando ocurri贸 que algunas personas representaron modestamente a C谩rdenas, que lo que hab铆a era contra c茅dulas reales de Su Majestad. Imperturbable el Obispo, respond铆a que a las c茅dulas reales se satisfac铆a meti茅ndolas en la manga. "Pronto se convenci贸 todo el mundo de que en el Paraguay no hab铆a m谩s derecho can贸nico ni real que la voluntad de D. Bernardino de C谩rdenas".
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聽聽聽聽聽聽聽聽 C脕RDENAS Y SU RELACI脫N CON LOS JESUITAS
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聽聽聽聽聽聽聽聽 Varias cartas se intercambian entre ambos bandos. Al principio C谩rdenas result贸 ser muy amigo de los jesuitas, pero con el tiempo fueron distanci谩ndose. As铆 fueron sus dos primeros a帽os, donde el Obispo elogiaba desde el p煤lpito, encarec铆a sus m茅ritos y dirig铆a procesiones desde la catedral hasta el Colegio de los jesuitas
聽聽聽聽聽聽聽聽 Por octubre de 1643 hab铆a salido de la Asunci贸n el Prelado para visitar algunos pueblos de su di贸cesis, y hab铆a visto de paso la reducci贸n de San Ignacio Guaz煤. Volvi贸 a la capital a principios de 1644, y despu茅s de despachar all铆 varios negocios, sali贸 de nuevo para continuar su visita, y seg煤n parece, vio por sus ojos algunas reducciones del Paran谩 y del Uruguay. Volviendo para la Asunci贸n, por el mes de mayo, se detuvo, no sabemos por qu茅, en el pueblo de Yaguar贸n, distante ocho leguas de la capital, y all铆 permaneci贸 gobernando su di贸cesis durante unos cuatro meses.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Desde all铆 lanz贸 excomuniones las multas que impuso, los entredichos que public贸 y las extravagancias que hizo, no tuvieron n煤mero ni medida. Celebr贸 all铆 贸rdenes sagradas, y al conferirlas exig铆a severamente de todos los ordenados un juramento formal, de que le hab铆an de defender hasta derramar la sangre si fuera preciso. Con estos ordenados en Yaguar贸n, con otros cl茅rigos d铆scolos que all铆 concurrieron, se fue formando en torno del Obispo un grupo de gente armada que empez贸 a inquietar al Gobernador. M谩s aun que los cl茅rigos dieron cuidado los franciscanos, que en este tiempo abrazaron resueltamente la causa del Obispo y se mostraron siempre a su lado, no s贸lo para apoyar en el pulpito y en las plazas sus hechos, sino para esgrimir las armas y defenderle como soldados.
聽聽聽聽聽聽聽聽 A todo esto temblaban los jesuitas de lo que pod铆a venir, y por m谩s estudio que pusieron en no disgustar al caprichoso Obispo, hubieron de sufrir por entonces el estallido de sus iras. La principal causa de este rompimiento fue el negocio de su consagraci贸n. C谩rdenas no pod铆a olvidar las dos negativas que recibi贸 de los jesuitas en C贸rdoba, cuando ni antes ni despu茅s de su consagraci贸n, quisieron aprobar por escrito aquel acto irregular. A esta causa original se a帽adieron otras mientras permaneci贸 en Yaguar贸n, y no fue la menos importante la codicia que se despert贸 en el Prelado de las reducciones de la Compa帽铆a. Vio lo bien ordenados que estaban aquellos pueblos, observ贸 c贸mo estaban provistos de comida, vestidos y de lo m谩s necesario para la vida, y desde luego le vino el pensamiento de apoderarse violentamente de aquellas reducciones, y repartirlas, como rico bot铆n, entre sus cl茅rigos.
聽聽聽聽聽聽聽聽 De este modo, serian una buena renta para el Obispado. Adem谩s, apunt贸 desde entonces la idea, que m谩s adelante repiti贸 sin cesar, de que los indios deb铆an ser sometidos al servicio personal de los espa帽oles. De este modo, C谩rdenas procuraba atraer a su partido a los cl茅rigos y a los seglares; a los primeros, con la esperanza de las parroquias; a los segundos, con el servicio personal de los indios, que era uno de los bienes m谩s codiciados de nuestros colonos en aquellas tierras. Se a帽adi贸 a esta causa un acontecimiento que pudo llamarse fortuito. Hab铆an comprado los jesuitas una estancia a Gabriel de Vera. Cuando C谩rdenas la vio, le pareci贸 muy buena y sana para pasar en ella algunas temporadas. Propuso, pues, a los jesuitas que le vendiesen aquella finca por el precio que les hab铆a costado. Antes de que respondiesen a esta primera proposici贸n, les envi贸 otra diciendo que, pues eran tan ricos, pod铆an regal谩rsela sin dificultad. Como vio en ellos alguna resistencia, les envi贸 un recado terrible, mandando que desocupasen la estancia en el t茅rmino de ocho d铆as y amenazando con arrojarlos de ella por la fuerza si se resist铆an a complacerle. Fortuna fue que el Gobernador, noticioso de 茅stas amenazas, envi贸 a la estancia una escolta para impedir cualquier golpe de mano.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Al mismo tiempo manifestaba C谩rdenas en diferentes ocasiones grav铆simo disgusto con los jesuitas. Entonces empez贸 a llamarlos herejes y usurpadores de la Real Hacienda, entonces empez贸 a proferir aquel torrente de improperios que espont谩neamente brotaban de su boca, cuando sonaba en la conversaci贸n el nombre de jesuitas. Pero la ira del religioso contra la Compa帽铆a lleg贸 a su colmo a fines de setiembre con un acontecimiento muy natural. Don Gregorio de Hinestrosa, observando el ej茅rcito de cl茅rigos, frailes d铆scolos y chusma del pueblo que rodeaba al Obispo, y temiendo una verdadera invasi贸n de toda aquella gente en la capital del Paraguay, escribi贸 al Superior de nuestras misiones, pidi茅ndole 600 indios armados para servirse de ellos contra las audacias de C谩rdenas. Los Padres de la Compa帽铆a no tuvieron inconveniente en obedecer a estas 贸rdenes y remitieron los 600 indios, bien armados con arcabuces y otras armas.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Cuando C谩rdenas supo este hecho, se desat贸 en injurias contra los jesuitas, y desde entonces sus imprecaciones confundieron en uno al Gobernador y a los Padres de la Compa帽铆a. Lanz贸 sobre ellos todas las excomuniones y prohibiciones que pod铆a lanzar un Obispo, y desde aquel punto jur贸 arruinar para siempre el colegio de la Compa帽铆a en la Asunci贸n.
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聽聽聽聽聽聽聽聽 C脕RDENAS, INTENTA MATAR AL GOBERNADOR Y EXPULSAR DEL PARAGUAY A LOS JESUITAS
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聽聽聽聽聽聽聽聽 Al cabo de cuatro meses pr贸ximamente pasados -prosigue el relato del padre Astra铆n-, en Yaguar贸n, despu茅s de haber tenido varias entrevistas en aquel pueblo con el gobernador Hinestrosa, despu茅s de haberle excomulgado y reconciliado no s茅 cu谩ntas veces, despu茅s de otras mil extravagancias que ser铆a prolijo explicar. El Obispo se decidi贸 por fin a volver a la capital con toda aquella gente que le rodeaba. Hizo su entrada el 6 de octubre de 1644; pero no iba directamente a la ciudad. Su pensamiento era atacar de pronto el colegio de la Compa帽铆a, asaltarlo al grito de "隆Santiago y cierra Espa帽a!", entregarlo a las llamas y desterrar a todos los jesuitas del territorio de su di贸cesis".
聽聽聽聽聽聽聽聽 Los jesuitas ya sab铆an el grave enojo del Prelado contra ellos, pero ni por asomo se imaginaban, que abrigase el pensamiento de una persecuci贸n tan violenta. Fue beneficio de Dios que llegase a o铆dos del Gobernador la idea de C谩rdenas. Al instante avis贸 a los jesuitas de lo que se tramaba contra ellos, y tom贸 la precauci贸n de enviar 50 indios arcabuceros para guardar el colegio. Se qued贸 con otros 50, que conserv贸 siempre a su lado, como guardia ordinaria de su persona. Cuando iban a entrar en la ciudad los cl茅rigos y frailes del Obispo, supieron la guardia que rodeaba nuestro colegio. Avisaron al Prelado, y 茅ste renunci贸 al asalto, y dirigi贸se, no a la catedral, como todos hab铆an esperado, ni tampoco a su domicilio ordinario, sino al convento de San Francisco. All铆 persever贸 el mes de octubre y el de noviembre de 1644.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Al instante tom贸 las disposiciones necesarias para convertir el convento en una verdadera fortaleza. Hizo abrir aspilleras en la pared, distribuy贸 armas entre los frailes, y observaron todos que en aquel convento se hac铆a la guardia por los franciscanos armados enteramente, como se hace en los cuarteles de la tropa. El licenciado Jos茅 Serrano de Araya testific贸 despu茅s con juramento que 茅l vio conducir al convento de San Francisco "espadas, lanzas, pistolas, broqueles, rodelas, cotas, petos, espaldares, morriones, escaupiles, coletos fuertes y armas de fuego". Don Bernardino repet铆a que si alguien fuese osado a prenderle, muriesen todos por la Iglesia y por su Obispo; ellos ser铆an m谩rtires, y 茅l ser铆a un San Ambrosio.
聽聽聽聽聽聽聽聽 A los pocos d铆as de vivir en aquel convento, hall谩ndose un d铆a en la iglesia, le lleg贸 aviso de que iba a visitarle el Gobernador. Estaban al lado del Obispo tres eclesi谩sticos y algunos seglares. Al o铆r Bernardino el aviso, pidi贸 a los tres que lo capturen. Discurrieron luego ellos c贸mo podr铆an hab茅rselas para coger preso a Hinestrosa, y les pareci贸, que si no pod铆an prenderle por la fuerza, picar铆an la cabalgadura en que iba montado, para que cayese en tierra; cuando viniese al suelo, se arrojar铆an sobre 茅l, y de un pistoletazo le acabar铆an.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Con esta resoluci贸n, ordenada y aprobada por el Obispo, salieron tres cl茅rigos y algunos seglares armados con espadas, broqueles y una pistola. No se supo durante largo rato lo que hicieron. Al cabo de una hora volvieron todos cabizbajos, diciendo que no hab铆an podido hacer nada contra el Gobernador, porque le hab铆an visto rodeado de 50 arcabuceros indios, contra los cuales ellos nada hubieran podido. Efectivamente, aquellos 50 indios no entend铆an de pleitos y papeles, pero eran muy capaces de saludar a balazos a quienquiera, a una se帽al del Gobernador. En la misma iglesia, hablando con otros, el licenciado Fernando Flores Bastida le oy贸 decir al Obispo, que si mataban al Gobernador se acabar铆a todo, que a quien se atreviese a matarle, le dar铆a cantidad de plata, y que esta muerte "no ser铆a ni pecado venial". La buena guardia que rodeaba constantemente al gobernador Gregorio de Hinestrosa estorb贸 la ejecuci贸n de este crimen.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Continu贸 el obispo C谩rdenas en su convento, y en varias ocasiones volvi贸 a su tema de apoderarse de la persona del Gobernador. Un d铆a en que le fueron a visitar al maestre de campo Sebasti谩n de Le贸n y el capit谩n Agust铆n de Insaurralde, les comunic贸 confidencialmente la idea que hab铆a concebido de expulsar a los Padres de la Compa帽铆a de su colegio y de quitarles todas las doctrinas que ten铆an en el Paraguay y en el Uruguay. Ellos le procuraron disuadir de tal intento, y le representaron modestamente los graves esc谩ndalos e inconvenientes que de aqu铆 nacer铆an, y el general desconsuelo que causar铆a en los indios esta mudanza tan radical. A esto, formaliz谩ndose el Prelado, observ贸 que si Sebasti谩n de Le贸n como maestre de campo no quer铆a ayudarle a poner fuego a la iglesia de los jesuitas y a expulsar de aquellas provincias a esos religiosos, 茅l lo har铆a por s铆 solo, y ver铆an los militares, c贸mo quemaba la iglesia de los jesuitas, c贸mo lanzaba del Paraguay a todos ellos, y que por esta grande haza帽a el Sumo Pont铆fice le hab铆a de levantar una estatua en Roma y le hab铆a de decir: "Bernardino, ma帽ana te santificar茅". Estas palabras jur贸 despu茅s Sebasti谩n de Le贸n, que se las dijo en presencia de varios cl茅rigos y religiosos de San Francisco".
聽聽聽聽聽聽聽聽 Otra diligencia menos cruel, pero m谩s vil y baja, emprendi贸 C谩rdenas para acabar con los jesuitas. Empez贸 a difundir graves calumnias contra ellos, y sobre todo insisti贸 en dos, que perseveraron bastante entre el p煤blico e hicieron profunda impresi贸n en muchos espa帽oles de Am茅rica.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Era la primera el llamarlos herejes y decir que en el catecismo guaran铆 ense帽aban errores acerca de los misterios de nuestra santa fe. Todos saben la profunda reverencia que los espa帽oles del siglo XVII profesaban a nuestros dogmas. Decir que un hombre erraba en la fe era tocar una tecla delicad铆sima y que produc铆a penos铆sima impresi贸n. Sin embargo, todav铆a hall贸 Bernardino C谩rdenas mayores cr茅dulos, cuando divulg贸 la noticia de que los jesuitas ocultaban minas de oro que ellos hab铆an descubierto, y por medio de sus indios explotaban silenciosamente para s铆. Esto de las minas fascinaba a los antiguos espa帽oles, y desde entonces hasta hoy nadie puede quitar de la cabeza a muchos campesinos de Am茅rica la idea de que los jesuitas guardaban tesoros ocultos, cuya situaci贸n nadie sab铆a. Para apoyar estas calumnias tom贸 el Obispo el arbitrio de buscar firmas de personas buenas o malas, que las difundiesen por el Paraguay. En esto, como en todo, procedi贸 con la atropellada violencia que le distingu铆a.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Hizo llamar a varios cl茅rigos y estudiantes y, present谩ndoles escritos de este g茅nero, les obligaba a firmarlos sin permitirles leerlos. "Fue, sobre todo, muy conocido el caso del estudiante Antonio N煤帽ez Correa, quien fue llamado de repente al convento de San Francisco y presentado a C谩rdenas; 茅ste le mand贸 con toda solemnidad, y so pena de excomuni贸n, que firmase un papel de diez o doce hojas sin leerlo. Vacil贸 el estudiante temiendo las consecuencias que esto pudiera tener. Como le vieran reacio para firmar, se apoderaron de 茅l varios frailes y le pusieron a cuesti贸n de tormento, hasta que el infeliz, vencido del dolor, ech贸 su firma al pie de aquel escrito, que luego result贸 ser un libelo infamatorio contra la Compa帽铆a".
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聽聽聽聽聽聽聽聽 EL GOBERNADOR LE EXPULSA A C脕RDENAS A CORRIENTES
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聽聽聽聽聽聽聽聽 El Gobernador se esmeraba en defender a los jesuitas, sobre todo ante el Virrey del Per煤 y la Audiencia de Charcas. Hizo tambi茅n uso del fallo adverso de los jesuitas de C贸rdoba sobre la controvertida consagraci贸n episcopal y se confabul贸 con el Cabildo para expulsar al Obispo intruso. Se realiz贸 solemnemente el acto de repudio en la catedral el 5 de noviembre de 1644. Respondi贸 don Bernardino acusando a los jesuitas de esconder tesoros y de ser "cism谩ticos; y excomulgados. El Gobernador declar贸 a su vez que desterraba al Obispo. Acorralado, Bernardino C谩rdenas abandon贸 su refugio en el convento de los franciscanos y se dirigi贸 a Corrientes, no sin repartir anatemas y excomuniones a quienes se le opon铆an.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Desde su nuevo refugio, sigui贸 su campa帽a difamatoria contra los jesuitas. Como fue muerto por entonces en la regi贸n de los itatines el jesuita Pedro Romero, afirm贸 que 茅ste, despu茅s de vender a Jes煤s como Judas, se hab铆a ahorcado. Los franciscanos apoyaban al Obispo en toda la regi贸n y difund铆an los mismos infund铆os. Sali贸, en cambio, en defensa de los jesuitas el piadoso Obispo de Tucum谩n cada vez m谩s arrepentido de haber consagrado a don Bernardino.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Quiz谩 fue en parte fruto de los denuestos de Antonio en Lima, el que don Bernardino fuera citado dos veces por el Virrey del Per煤 y tres por la Audiencia de Charcas entre 1645 y 1647, para explicar su conducta. El brioso Obispo respond铆a que todo estaba basado en fals铆simas informaciones de los jesuitas, contra los que se desalaba una y otra vez en invectivas y redactaba nuevos libelos infamatorios. Promet铆a acudir a las sucesivas citaciones oficiales, pero demoraba en hacerlo.
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聽聽聽聽聽聽聽聽 EL GOBERNADOR ESCOBAR Y OSORIO
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聽聽聽聽聽聽聽聽 Por Real Provisi贸n datada en Zaragoza, el 2 de mayo de 1647, expresa Vel谩zquez, se hab铆a dado en futura y por tres a帽os el gobierno del Paraguay al maestre de campo don Diego de Escobar y Osorio, chileno, con servicios en su patria. Jur贸 el mismo en Urna, en 1645, por especial dispensa del Virrey, Marqu茅s de Mancera, y tom贸 posesi贸n del mando, en Asunci贸n, el 2 de febrero de 1647.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Coinciden los cronistas en que, a instancias de su esposa, do帽a Magdalena de Villagra, permiti贸 Escobar el regreso del Obispo desterrado, que fue recibido con grandes muestras de alborozo y adhesi贸n populares, y pronto se repitieron las desavenencias entre ambos poderes, aunque no tan violentas como antes merced al esp铆ritu sosegado y la poca salud del titular de la autoridad pol铆tica.
聽聽聽聽聽聽聽聽 La versi贸n del Cabildo de la Catedral, sin embargo, difiere en cuanto a los motivos de la vuelta de C谩rdenas; dice que 茅ste "con informes falsos y relaciones siniestras, gan贸 provisi贸n de Juez Metropolitano, en qu茅 le restituy贸 a este obispado, y vino auxiliado de la Real Chanciller铆a que Vuestra Majestad tiene en la ciudad de la Plata". Fue resistida la medida por aquella corporaci贸n, alegando que fray Bernardino "hab铆a Incurrido en penas de privaci贸n e inhabilidad y estaba privado del obispado y derecho que a 茅l ten铆a", por los defectos de su consagraci贸n; pero aun as铆 "entr贸 el dicho Reverendo Obispo a esta ciudad". No prosperaron nuevos reclamos ante el Gobernador, separ贸 C谩rdenas de sus prebendas a los del Cabildo Eclesi谩stico y les nombr贸 sustitutos, se refugiaron aqu茅llos en el Colegio de la Compa帽铆a de Jes煤s y de all铆, se vieron en la necesidad de huir a las misiones.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Resulta de especial inter茅s la carta que venimos glosando, pues aunque apasionada y llena de acusaciones, esclarece la verdadera cronolog铆a de los hechos, muy confusa y contradictoria en los autores coloniales.
聽聽聽聽聽聽聽聽 A comienzos de 1649, se enferm贸 Escobar Osorio y el 9 de febrero, no habiendo Teniente General, delegaba la presidencia de los acuerdos del Cabildo secular en el capit谩n Crist贸bal Ram铆rez Fuenleal, Alcalde Ordinario de segundo voto. Esta merma de poder de la autoridad pol铆tica significaba un correlativo robustecimiento de la influencia de fray Bernardino de C谩rdenas que, como los hechos lo demostrar铆an, se hallaba identificado con esa corporaci贸n municipal, de larga y sostenida tradici贸n comunera. Resulta explicable as铆 que, como ya lo hemos se帽alado, en acuerdo del 22 se tratara la sustituci贸n de los jesuitas por cl茅rigos seculares paraguayos en los curatos de indios que siempre hab铆an tenido aqu茅llos en propiedad.
聽聽聽聽聽聽聽聽 El 26 de febrero falleci贸 el Gobernador "de achaque de pasmo" y el 27, el Cabildo de Asunci贸n, repitiendo un procedimiento ya usado y a falta de Teniente General, se hac铆a cargo del gobierno.
聽聽聽聽聽聽聽聽 El domingo 28, volvi贸 a reunirse para o铆r la intimaci贸n del cumplimento de la Real Provisi贸n del 12 de setiembre de 1537, que la formulaba el capit谩n Melchor Casco de Mendoza. En cumplimiento de la misma, se convoc贸 al vecindario a junta general o cabildo abierto, a celebrarse el jueves 4 de marzo, para elegir Gobernador y Capit谩n General.
聽聽聽聽聽聽聽聽 En la fecha indicada, se reunieron 344 vecinos y moradores en la plaza p煤blica y "a voz de pueblo y ciudad" proclamaron para ese cargo a fray Bernardino de C谩rdenas, que lo aceptaba, daba las debidas fianzas y tomaba solemne posesi贸n del mismo.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Diez meses despu茅s, definitivamente alejado ya del Paraguay el Obispo, escribir铆a el Cabildo de la Catedral que aqu茅l, "hallando ocasi贸n de ejecutar lo que tanto hab铆a deseado, trat贸 luego de que le nombrasen por Gobernador y con eficacia lo solicit贸 con el pueblo y deudos de los cl茅rigos que ha ordenado, y uno de ellos, con los dem谩s y la gente vulgar, juntos en la plaza de esta ciudad, le nombraron por Gobernador y Capit谩n General, en virtud de un traslado simple de c茅dula antigua del 脥nvictisimo emperador Carlos Quinto, de buena memoria". Y ochenta a帽os m谩s tarde, dir铆a el padre Lozano que "entonces el Prelado referido usurp贸 el gobierno con pretexto de la real c茅dula del emperador Carlos Quinto, haci茅ndose elegir por Gobernador".
聽聽聽聽聽聽聽聽 Charlevoix afirma que lo sigue, tras hacer referencia a la muerte del Gobernador dice que "apenas hubo cerrado los ojos, cuando se hizo una junta tumultuosa en la casa del Cabildo para darle sucesor mientras el Rey nombrase gobernador; lo cual se hac铆a en virtud de la pretensa C茅dula de Carlos V, que ya no daba tal derecho al Cabildo secular de la Asunci贸n (...). Pero en la Asunci贸n no se conoc铆a ya ni ley, ni autoridad superior. El populacho, amotinado por las hechuras del Obispo, le proclam贸 Gobernador y Capit谩n General.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Acto de inmediata trascendencia del nuevo gobernador es la expulsi贸n de los jesuitas de su Colegio, cumplida el 25 de abril de 1649, a instancias del Cabildo y de los tumultos populares. Medida sever铆sima, nada menos, que contra una instituci贸n religiosa, de influencia poderosa en los estrados virreinales y audienciales. Expresi贸n del sentimiento popular, en defensa de los intereses territoriales y econ贸micos de la Provincia, el Cabildo da cuenta al pueblo, seg煤n Ben铆tez:
聽聽聽聽聽聽聽聽 "Hemos sacudido tan pesado yugo de nuestra rep煤blica, por tantas causas todas de derecho natural y positivo, y civil y can贸nigo. El Obispo por su parte lo ha hecho para dar paz y sosiego a la Provincia y volver a la Corona de Castilla la joya menor, y la m谩s rica, que as铆 llamaban los dichos Padres a aquellas provincias y que es otro rein贸 del Jap贸n y est谩n alzados con ella haci茅ndose m谩s reyes y papas, usurpando total y alevosamente la jurisdicci贸n eclesi谩stica, ejerciendo las acciones y derechos de ambas, y volver a la obediencia de S. M. cien mil vasallos y sus tributos y grandes intereses 煤tiles que lo tienen usurpado".
聽聽聽聽聽聽聽聽 La reacci贸n de la Compa帽铆a de Jes煤s no se hizo esperar. Censurada la conducta del Obispo C谩rdenas por la Audiencia, el 1 de octubre de 1649, las fuerzas virreinales comandadas por don Sebasti谩n Le贸n de Zarate, conformadas por 4.000 indios de las Misiones, avanzan sobre la ciudad de Asunci贸n.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Es importante destacar, que ese mismo a帽o (1649), por C茅dula Real del 9 de enero, el Rey hab铆a autorizado el uso de armas a los Indios dominados por la Compa帽铆a de Jes煤s.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Ante la amenaza, el Cabildo se re煤ne y asume una actitud heroica. "Resuelve morir", antes que abandonar su bandera de redenci贸n pol铆tica y econ贸mica, prepar谩ndose animosamente a ganar la batalla o a sucumbir a煤n a costa de sus hijos m谩s notables.
聽聽聽聽聽聽聽聽 El 5 de octubre de 1649, se present贸 Le贸n y Zarate con sus huestes ante Asunci贸n. Don Bernardino recibi贸 las nuevas un tanto minimizadas del ej茅rcito que ven铆a en su busca: un fraile le anunci贸 que eran "cuatrocientos indios solamente, incultos, barrigoncitos, de esos que volv铆an la cara al otro lado cuando disparaban el arcabuz". El Obispo, confiado en esta informaci贸n despectiva, se decidi贸 a resistir con las armas. Poco cost贸 a la tropa del nuevo Gobernador dominar la situaci贸n.
聽聽聽聽聽聽聽聽 En Santa Catalina (San Lorenzo del Campo Grande) chocan los beligerantes. Las huestes de Fray Bernardino de C谩rdenas sufren un rudo contraste. Mueren 22 de los m谩s notables miembros de la hidalgu铆a asuncena.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Cr铆menes y desmanes fueron las secuelas de esta represi贸n tr谩gica, que, ahog贸 en sangre y por el terror el gesto libertario asunceno, "que suele ser de Dios la del pueblo entero", prematuro para los destinos de Am茅rica.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Perseguido por los victoriosos, el Obispo C谩rdenas se encerr贸 en la Iglesia de la Catedral. Sus enemigos le sitiaron prohibiendo que se le prestara socorro. Deseaban que muriese de hambre. No falt贸 empero una hero铆na que surgida de las entra帽as del pueblo burlase la prohibici贸n, "y una mulata, muy vieja, andaba por la ciudad pidiendo limosna de comida para el sustento del Obispo que se la daban los fieles cristianos con el riesgo de vida".
聽聽聽聽聽聽聽聽 Diez d铆as dur贸 su encierro, a cuyo t茅rmino, el Obispo fue apresado, despojado de su dignidad eclesi谩stica por sentencia del 19 de octubre de 1649 y expulsado de la Provincia.
聽聽聽聽聽聽聽聽 "Le han arrojado de la ciudad despu茅s de ensayar con 茅l las trazas de la humillaci贸n y del vejamen. Sus lapidadores de ahora son los mismos que avasallados por su mano, se alebrelaron a sus p铆es un d铆a, y luego de vuelta del azar de la guerra y de la intriga, alzaronse en su contra y lo vencieron. All铆 estaban, atronando con su bullicio la barranca, mientras la descalabrada almad铆a en que se debate el fraile, parece a punto de zozobrar en el oleaje. Y es entonces cuando el proscrito empinando su asc茅tica figura, se descalza una tras otras las sandalias franciscanas, las golpea con solemnidad de rito contra la borda de la embarcaci贸n y ruge con toda la fuerza de su voz: 隆Maldita, maldita sea esta tierra...! Ni el polvo de su suelo quiero llevar en mis sandalias".
聽聽聽聽聽聽聽聽 Conducido a Santa Fe, de aqu铆 Fray Bernardino de C谩rdenas pas贸, a Chuquisaca y luego a Potos铆 y La Paz. El insigne franciscano deambular谩 desde entonces en procura de Justicia que llegar谩 al fin en el a帽o 1662, trece a帽os despu茅s de su grito de liberaci贸n popular. Ning煤n gobernador del Paraguay fue objeto de juicios m谩s contradictorios que Fray Bernardino de C谩rdenas. A trav茅s del tiempo, la leyenda "de este personaje extravagante, nefasto y terrible", ha venido manteniendo un grave error que desfigura la prestancia se帽oril y tribunicia del ilustre prelado. No hubo cuesti贸n religiosa o pol铆tica en que no interviniera como correspond铆a a un ap贸stol, de la Fe Cristiana; innovador al servicio del esp铆ritu p煤blico, su mayor timbre de gloria fue la exaltaci贸n de los derechos del pueblo en sus luchas por su libertad pol铆tica, econ贸mica y por su tierra.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Los enemigos del prelado hab铆an triunfado. Detenida la evoluci贸n pol铆tica, de la Provincia, la hegemon铆a virreinal gravitaba, multiplicando sus agravios. El pueblo amordazado, sin voz ni rango, saturado de amenazas, excluido y repudiado por la clase gobernante, impermeable a sus sentimientos m谩s rec贸nditos, se vio pues constre帽ido a retornar a la virginidad de sus campi帽as y de sus selvas.
聽聽聽聽聽聽聽聽 De sentimientos profundamente cat贸licos, la Provincia del Paraguay hab铆a vivido desde sus or铆genes en la intimidad del hogar y de la familia, amoldada y robustecida por la amistad y los v铆nculos de sangre. La Iglesia dominaba el mundo de sus cultos y el clero encontraba en la sociedad y en el pueblo eco simp谩tico. Los tiempos hab铆an cambiado.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Con su Cruz Misionera sobre el pecho y sus largos rosarios sobre sus sayales deste帽idos, los hijos del Santo Francisco de As铆s despertaban en la colonia veneraci贸n y respeto, confortando males morales y materiales, sin mezquinar palabras de Fe y de Esperanza en los momentos en que el pueblo gritaba su indignaci贸n contra los absolutismos o contra la Compa帽铆a de Jes煤s, de tendencia dominadora en el r茅gimen colonial.
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聽聽聽聽聽聽聽聽 JESUITAS EXTRANJEROS EN LAS REDUCCIONES
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聽聽聽聽聽聽聽聽 Uno de los t贸picos que trataba don Bernardino con m谩s violencia -expresa el padre Rouillon- era la gran cantidad de jesuitas extranjeros que hab铆a en las reducciones.
聽聽聽聽聽聽聽聽 "A estos Padres les consienten, que ...sean los m谩s que hay en estas Provincias, extranjeros; y por si alguno les ignorare los nombres pondr茅 algunos aqu铆: Ferrusinos, Magistros, Ale贸nalos, Tudosos, Yatino, Bertoles, Marquianos. Aranotres, Marios. Or铆ensios, Patricios, Mastr铆los, Claverios, Bru帽es, y Fabios, y de esta manera son los m谩s. Que por los apellidos se conocer谩 que no son castellanos viejos, adonde hay Holandeses, Franceses, Alemanes. Suecos, Dinamarcos, H煤ngaros y Polacos, y oir谩s naciones de Italia, que es imposible tengan amor a nuestro Rey de Espa帽a, as铆 como los espa帽oles al de Francia."
聽聽聽聽聽聽聽聽 Ni siquiera acepta a los espa帽oles, que ignoran la lengua de los indios. Plantea reemplazarlos por los cl茅rigos criollos, que: aunque no sepan Teolog铆a y aun caso negado que no supiesen Lat铆n, sin m谩s id贸neos que los muy letrados extranjeros, para la ense帽anza y doctrina de los indios, porque lo que m谩s importa para ellos es saber su lengua, la cual saben perfectamente los cl茅rigos, y no los dichos Padres, aunque la estudien muchos a帽os, por justo juicio de Dios y as铆 han de ser expelidos de todas las dichas doctrinas.聽聽
聽聽聽聽聽聽聽聽 Uno de los golpes asestados a los jesuitas fue la cuesti贸n de la permanencia de sus miembros extranjeros en las reducciones. En 1651, el virrey y la audiencia recibieron sendas c茅dulas donde se ordenaba el inmediato regreso a Espa帽a de todos ellos. En 1654, el Rey, en vista de que los religiosos no observaban lo dispuesto en las reglas del Patronato Real, ser铆an reemplazados por sacerdotes seculares u otros regulares. Otra de las c茅dulas prohib铆a el env铆o de jesuitas extranjeros a Am茅rica. Prohib铆a adem谩s el recurso de designar un juez conservador contra un obispo o contra un arzobispo, del que se hab铆an valido los jesuitas, no s贸lo en Paraguay sino tambi茅n en M茅xico. No obstante en junio de 1654, varias de estas medidas quedar铆an sin efecto.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Pero como expresa Magnus M枚rner: "La c茅dula del 15 de junio, en consecuencia no cambi贸 fundamentalmente la posici贸n de los curas jesuitas, pero en tanto, mostraba que las acusaciones de C谩rdenas y Mancha y Velasco estaban justificadas, priv贸 a los cr铆ticos de uno de sus m谩s eficaces argumentos".
聽聽聽聽聽聽聽聽 Un nuevo motivo apareci贸 en las acusaciones del Obispo contra los jesuitas. Ahora se trataba de supuestas herej铆as en el catecismo guaran铆.
聽聽聽聽聽聽聽聽 "La principal causa, por que padezco -escrib铆a C谩rdenas a don Francisco de Godoy, Obispo electo de Huamanga, el 6 de julio de 1647-, es por querer quitar, como lo he de hacer, vive el Se帽or, de las oraciones y doctrina cristiana que est谩n en lengua de estos indios, muchas herej铆as que han introducido los doctrineros de la Compa帽铆a, por la grande ignorancia de la lengua, contra el santo nombre de Dios, generaci贸n del Verbo eterno, pureza y virginidad de Nuestra Se帽ora, por cuya intercesi贸n espero en el Se帽or, que he de vencer a quien por sustentar su vanagloria y soberbia resiste el que sea alabada como debe ser Su Divina Majestad."
聽聽聽聽聽聽聽聽 Respondieron los jesuitas que el 煤nico catecismo que empleaban era el de Fray Lu铆s de Bola帽os, franciscano como el Obispo, aprobado por dos Concilios provinciales, y que, por otra parte, don Bernardino hablaba s贸lo de o铆das porque no sab铆a guaran铆.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Los padres de Asunci贸n, por bien de paz se refugiaron en el Colegio por dos a帽os, dejando toda actividad pastoral, salvo confesiones a puerta cerrada. El Obispo, entre otras extravagancias, en la procesi贸n del Corpus, cubri贸 con un velo negro la custodia, que llevaba 茅l mismo, al pasar delante del Colegio de los jesuitas. Tambi茅n fragu贸 la noticia de que hab铆a recibido C茅dulas Reales que ordenaban la expulsi贸n del Paraguay de la Compa帽铆a de Jes煤s y, ante la duda del p煤blico, jur贸 ser verdad ante el Sant铆simo expuesto; pero nunca las mostr贸. Su plan era, seg煤n dec铆a, apoderarse del Colegio y echar r铆o abajo a los jesuitas.
聽聽聽聽聽聽聽聽 El Gobernador desconcertado no se determinaba a tomar partido. Pero intentaba al menos tranquilizar al violento Obispo. Este no consigui贸 el apoyo del Ayuntamiento y del Gobernador para expulsar de toda su di贸cesis a los jesuitas. Estos escribieron a Roma, en busca de apoyo del Papa, pero el P. General Vicente Carafa, que ya ten铆a un problema similar en M茅xico con el Obispo Palafox, no quiso agitar m谩s las aguas y los anim贸 a que soportaran pacientemente el temporal.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Bernardino -dice Alberto Montezuma Hurtado-, fue abanderado permanente e insobornable de los espa帽oles y de los indios y mancebos de la tierra de Asunci贸n y otros pueblos. En circunstancias que realmente carecer铆an de atractivo especial para 茅l, fue aclamado por la habitancia en febrero de 1649 como gobernador del Paraguay. Dos categor铆as, dos grandes responsabilidades en una sola persona. Su Ilustr铆sima rechaz贸 con todas sus fuerzas y los recurso de su 谩nimo su crucifixi贸n en el madero de la gobernaci贸n, "pero el Cabildo insisti贸 -comenta el doctor Justo Pastor Ben铆tez- y lo cierto era que se creaba una situaci贸n de irreducible solidaridad, porque detr谩s de C谩rdenas estaba el Cabildo y detr谩s del Cabildo el vecindario (...) El Cabildo pidi贸 adem谩s, la expulsi贸n de los jesuitas, medida tan radical cuanto temeraria, que fue cumplida sin embargo, el 25 de abril de 1649, como una resoluci贸n suprema".
聽聽聽聽聽聽聽聽 Prosigue Ben铆tez con los comentarios que se transcriben en seguida:
聽聽聽聽聽聽聽聽 "...la rivalidad entre la Colonia y las Misiones jesu铆ticas sigui贸 latente, continuaron los motivos de queja y quedaron los rescoldos de la protesta popular contra los errores del absolutismo. Demasiado lejos estaba el rey y muy poco informado de la verdad para que tomara medidas oportunas y de alguna manera su intervenci贸n se hiciera sentir sobre las injusticias del r茅gimen. Para llegar hasta S.M. hab铆a que pasar por un n煤mero de instancias, y lo com煤n era que las reclamaciones naufragaran en el mar de papeles del expediente colonial. El Paraguay se fue formando en sus selvas, a la orilla de su r铆o, en la lucha, en el dolor y en el desamparo de las autoridades reales. As铆 plasm贸 su car谩cter."
聽聽聽聽聽聽聽聽 De esos enfrentamientos, de esas acrimonias y pugnacidad inacabable y sangrienta de que son causa visible poderosos intereses econ贸micos, los de la Compa帽铆a de Jes煤s en plena prosperidad y en decadencia los de la Colonia mal gobernada, cada d铆a m谩s empobrecida, de semejante situaci贸n se derivan pues, nuevos dramas, con rencores m谩s profundos y con actos de resuelta beligerancia como desesperado recurso.
聽聽聽聽聽聽聽聽 En la contienda que todav铆a no alcanza su grado explosivo, el poblador espa帽ol y su compa帽ero y pariente el mestizo representa lo razonable y lo justo en contra no exactamente del poder eclesi谩stico sino del poder jesu铆tico, respaldado por las estructuras institucionales de la monarqu铆a.
聽聽聽聽聽聽聽聽 En el actual momento de la narraci贸n, surge como de buen acuerdo abrir comillas para un ilustrativo pasaje del libro El Paraguay colonial del tantas veces mencionado escritor don Efra铆m Cardozo "...el modo de vivir de los indios misionales, el tipo de organizaci贸n social y pol铆tica estructurado por los jesuitas para hacer posible el triunfo de Dios sobre la tierra, difer铆a radicalmente del que los paraguayos civiles forjaron para su propia colectividad". Imposible encontrar una diferencia mayor y m谩s radical en la constituci贸n de las dos sociedades.
聽聽聽聽聽聽聽聽 "Las formas elegidas por los paraguayos civiles para la convivencia, aunque inspiradas en principios comunes, estaban vaciadas en moldes diametralmente opuestos a aquellos que dieron caracter铆stico sello a las misiones. Disciplina y obediencia, orden y regularidad por un lado, y en el otro, voluntarismo y discrecionalidad, relajaci贸n de todos los lazos coactivos, imperio de la voluntad popular, cambiante y multiforme. El indio guaran铆 en las Misiones se consideraba regido por la ley divina, tal como ella dictada e interpretada por sus rectores, acatada mansa y voluntariamente y en cuya formaci贸n su voluntad no contaba para nada. El paraguayo civil se cre铆a regido, antes que por las leyes de la Corona, por su propio concepto de autonom铆a personal y pol铆tica; designando y deponiendo gobernantes, forjando instituciones propias, seg煤n su inspiraci贸n y necesidad. Su reino era el reino de la libertad. Y porque los crey贸 amenazado por los jesuitas se irgui贸 hostil ante su poder, lo desafi贸, le hizo la guerra y ensangrent贸 los campos del Paraguay en una de las m谩s tremendas conmociones de la historia americana: la Revoluci贸n de los Comuneros".
聽聽聽聽聽聽聽聽 "El programa pol铆tico y el contenido econ贸mico de esta primera revoluci贸n comunera del Paraguay -expresa Osvaldo Chaves-, emergen en el mismo informe, donde se enuncian los prop贸sitos siguientes; agregar al real patronato las 23 o 24 iglesias que la Compa帽铆a posee en igual n煤mero de reducciones, pues los Padres no cumplen con la obligaci贸n de someter al gobernador, como representante de S. M., las propuestas de curas; devolver al rey el t铆tulo de conquistador de las provincias del Paran谩, Paraguay, Uruguay, Itati, ya que son sus soldados quienes las ocuparon al precio de su sangre, pese a que la Compa帽铆a reclama para s铆 toda la gloria a titulo de conquista espiritual; reivindicar para la Corona todas las tierras ocupadas por la Compa帽铆a y mantenidas dentro de la provincia como un reino aparte, substra铆das tanto a la jurisdicci贸n civil como a la eclesi谩stica a que pertenecen; restituir a la obediencia de S. M., como vasallos suyos, a los 100.000 indios que forman la poblaci贸n de las reducciones, aunque los Padres no declaran sino 20.000, y que no tributan al erario real; ahorrar a las cajas reales con sede en Buenos Aires las contribuciones extraordinarias que los Padres exigen de ellas, pues a la Compa帽铆a le sobra dinero, am茅n de que las reales c茅dulas mandan que no se pague emolumentos a los doctrineros, aunque fuesen regulares, si no estuviesen bajo el real patronazgo; evitar los gastos e inconvenientes in煤tiles que se derivan de la presencia de religiosos extranjeros en las reducciones, los cuales no conocen la lengua de los indios y muy bien pueden ser reemplazados por sacerdotes nacidos Am茅rica, descendente de conquistadores y defensores de estas tierras; hacer que los indios de las reducciones paguen los diezmos a la Iglesia, as铆 en Asunci贸n como en Buenos Aires, para que esta tenga que sustentarse, restituir a los feudatarios de la provincia los indios de encomienda que recibieron como premio por sus servicios de armas y que los Padres lo ha arrebatado para hacerlo trabajar en su provecho de las reducciones".
聽聽聽聽聽聽聽聽 Por su parte, los jesuitas sent铆an la expulsi贸n como un hecho in茅dito en el mundo.
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聽聽聽聽聽聽聽聽 GOBERNADOR INTERINO SEBASTI脕N DE LE脫N Y ZARATE
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聽聽聽聽聽聽聽聽 Ante informes insistentes de tales desmanes, reaccion贸 al fin la Audiencia de Chuquisaca. Nombr贸 nuevo Gobernador interino al maestre de campo, Sebasti谩n de Le贸n y Zarate, d谩ndole la orden de que hiciera volver a los jesuitas a Asunci贸n y restaurar sus propiedades. Prepar贸 la nueva autoridad primero personalmente en las reducciones jesu铆ticas un contingente de un millar de indios armados, e hizo llegar a los c铆rculos de don Bernardino abundante informaci贸n de todo lo determinado por la Audiencia.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Y Don Bernardino tuvo que entregar el bast贸n de mando y o铆r modestamente el ultim谩tum de la Audiencia de Chuquisaca a que se presentase a dar raz贸n de sus actos. Se retir贸 con todo inicialmente en otra direcci贸n, hacia el sur. Astrain sospecha que pretend铆a irse a Espa帽a. Se mantuvo C谩rdenas quiz谩 indeciso, hasta 1651 en que se dirigi贸 por fin a Chuquisaca a enfrentar a la Audiencia, cansada ya de esperarlo m谩s de un a帽o. No debi贸 ser muy grave la sentencia. En esa ciudad pas贸 sus 煤ltimos a帽os siempre feroz y activo enemigo de los jesuitas.
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聽聽聽聽聽聽聽聽 C脕RDENAS SE DEFIENDE CON LA PLUMA Y DEJA LA ESPADA
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聽聽聽聽聽聽聽聽 En setiembre de 1651-seg煤n Rouillon-, como a煤n continuaba la tormenta, tomar铆a Antonio Ruiz de Montoya la pluma, en medio de sus gestiones ante el Virrey y la Inquisici贸n y los achaques de la enfermedad que lo llevar铆a a la tumba siete meses despu茅s, para terciar en el debate. Ya sabemos que hab铆a publicado en Madrid un diccionario, una gram谩tica y un catecismo guaran铆, que coincid铆a en los puntos (exactamente cuatro t茅rminos) que C谩rdenas y sus te贸logos consideraban her茅ticos y aun obscenos. Se sinti贸 obligado a entrar en la liza. Es el 煤ltimo texto de cierta envergadura que nos ha dejado, con todos los recursos de la dial茅ctica y de su conocimiento del mundo y la lengua guaran铆, activados quiz谩 por la nostalgia. Muchos grandes temas de su vida y de la historia de las reducciones surgir谩n al calor del debate. Este in茅dito texto es una vigorosa defensa del catecismo de Bola帽os y de los jesuitas. La cr铆tica de los t茅rminos del catecismo, aunque era voz p煤blica de donde ven铆an todos los golpes, hab铆a sido hecha en un escrito an贸nimo. Esta peculiaridad fue aprovechada por Antonio para emplear en el debate con gran libertad toda clase de invectivas contra el autor oficialmente desconocido. Reconoce que el tema era propiamente para la Inquisici贸n, pero, dada la publicidad de los infund铆os contra el catecismo y los jesuitas, se ve铆a precisado a hacer una defensa p煤blica.
聽聽聽聽聽聽聽聽 "Y aunque a libelos sin fama y sin nombre no se debe responder ni admitir a cr茅dito, ser谩 bien satisfacer, no a los cuerdos de juicio sano, entendidos y doctos que a 茅stos su lectura, su desconcierto, sus falsedades, sus lugares mentidos, sus suposiciones falsas, sus truncados y desmembrados lugares, su mala y torcida inteligencia, les da luz clara del obscuro y desbaratado juicio de su autor. Al ignorante solo pretendo convencer con la raz贸n, antorcha a cuya luz se ve la verdad en su hermosura."
聽聽聽聽聽聽聽聽 Nos sorprende Antonio Ruiz de Montoya con el vigor del estilo pol茅mico y oratorio y nos hace adivinar lo que hubieran sido los sermones en guaran铆 cuya publicaci贸n anunciaba en Madrid, pero de los que no tenemos una noticia. Pretend铆a el autor an贸nimo manchar el catecismo en su pureza con torcidas interpretaciones: vino generoso ha corrido hasta ahora de doctrina muy sana, no la emponzo帽e; deje correr las fuentes, no las enturbie.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Unas veces presenta minuciosamente el origen y la autoridad del catecismo guaran铆 de Bola帽os, otras, las implicaciones ling眉铆sticas del debate, desglosando las ra铆ces, las part铆culas y sus m煤ltiples significados, a los que Antonio hab铆a dedicado tantos desvelos. Una poes铆a fresca brota de t茅rminos elementales de esta lengua: significa agua. Compuesta con otras part铆culas forma r铆os, fuentes y arroyos, acueductos, roc铆o, corrientes, diluvio universal, inundaciones y todo lo que pertenece a agua, como turbia y clara.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Montoya se apoya en fil贸sofos y poetas, obviamente en la teolog铆a, con citas de la Biblia, de San Agust铆n y Santo Tomas, y aun de la m铆stica, con hermosos textos del Pseudo Dionisio Areopagita sobre la inefabilidad de Dios, adivinando -quiz谩 anticipadamente de acuerdo con modernos antrop贸logos- el alma m铆stica de los guaran铆es. No faltan alusiones al legado de los reyes de Espa帽a, Felipe III y IV, y al apoyo de dos Papas a la misi贸n de la Compa帽铆a en el Paraguay y a su papel hist贸rico en defensa de los dominios de la Corona en Am茅rica del Sur. Concluye Antonio con una nota al lector en la que justifica esta apolog铆a erudita del Catecismo de Bola帽os:
聽聽聽聽聽聽聽聽 "Ya has visto, prudente lector, la mortal herida que la Compa帽铆a de Jes煤s, mi religi贸n, ha recibido y yo he intentado sanar. Tanto m谩s sensible cuanto m谩s encarna en el honor, maculado (en publicidad) en la doctrina que los hijos de la Iglesia profesamos..."
聽聽聽聽聽聽聽聽 Don Bernardino fue propuesto, como Obispo para Popay谩n en Nueva Granada (Colombia), y para Santa Cruz de la Sierra, pero ambos nombramientos no se llegaron a concretar. Observa Astrain con iron铆a: "Debemos felicitar a una y otra di贸cesis de que no cayese sobre ellas la calamidad de tener un Obispo como don Bernardino". Muri贸 en 1668, a la avanzada edad de 89 a帽os. En su testamento firmado el 20 de octubre del mismo a帽o en el Santuario de Nuestra Se帽ora de Arani se refiri贸 a los enfrentamientos con los jesuitas:
聽聽聽聽聽聽聽聽 "Declaramos que aunque es verdad que siendo Obispo de la provincia del Paraguay tuvimos algunas diferencias con los religiosos de la Compa帽铆a de Jes煤s sobre cosas del gobierno de nuestro Obispado, fue porque siempre nos pareci贸 defender la verdad en servicio de Dios y del Rey nuestro se帽or y no por manchar tan santa religi贸n y as铆 si en algo exced铆 pido perd贸n a los dichos religiosos...".
聽聽聽聽聽聽聽聽 "La mayor铆a de los historiadores modernos lo califican de esquizofr茅nico. Sus furias incontenidas contra quienes no cumpl铆an sus 贸rdenes, eran, a lo que parece, tara hereditaria. Seg煤n un documento conservado en Roma, ten铆a una hermana que era loca furiosa, solo dominada con camisa de fuerza."
聽聽聽聽聽聽聽聽 Cost贸 a los jesuitas recuperar la confianza de muchas autoridades y vecinos, afectados por tantas calumnias, venidas de tan alto nivel. Para Astrain fue "la borrasca m谩s fiera que jam谩s padeci贸 la Compa帽铆a en el Nuevo Mundo". El mal se propag贸 a lejanos pa铆ses. Los jansenistas franceses publicaron en 1691 una Historia de la persecuci贸n de dos Santos Obispos por los jesuitas. Esos santos Obispos eran don Juan de Palafox y don Bernardino de C谩rdenas.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Sin embargo, otros desapasionados historiadores expresan lo contrario a los intentos de los jesuitas.
聽聽聽聽聽聽聽聽 Seg煤n Magnus M枚rner, numerosos fueron los altercados suscitados con motivo de la salida de Fray Bernardino de C谩rdenas del Paraguay. Cuando todo parec铆a haber terminado con su salida, el pleito reci茅n comenzaba. Una de las cuestiones suscitadas era la posici贸n de los curas jesuitas ante el patronato real. La incursi贸n de nuevas "Bandeiras" que asolaron las misiones. As铆 las cosas, los jesuitas luchaban fan谩ticamente en Chuquisaca por preservar sus derechos en contra de los designios del partido de C谩rdenas. "Tanto en Am茅rica como en Espa帽a, el conflicto result贸 muy costoso, el pago de sobornos, y la confecci贸n de las interminables series de documentos acumulados en cada instancia, exig铆an considerables sumas de dinero: seg煤n el procurador jesuita de Chuquisaca, durante los a帽os 1650 y 1651, la provincia jesu铆tica de Paraguay envi贸 no menos de 38.000 pesos a Espa帽a".
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