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LUIS VERÓN

  PERIODISMO DE ALTO RIESGO (JUAN ESTEBAN CARRÓN) - Por LUIS VERÓN, ABC - Domingo, 3 de Abril del 2005


PERIODISMO DE ALTO RIESGO (JUAN ESTEBAN CARRÓN) - Por LUIS VERÓN, ABC - Domingo, 3 de Abril del 2005

PERIODISMO DE ALTO RIESGO

CENTENARIO DE UN CORRESPONSAL DE GUERRA

Por LUIS VERÓN, ABC

 

En las dos grandes guerras internacionales que nuestro país sostuvo con sus vecinos desde su independencia política, fueron sucesos mediáticos, el periodismo no estuvo ausente. Es más, su participación fue más que importante; en cierto sentido fue vital. Mañana se cumple un siglo del nacimiento de un hombre que combatió con su pluma y su cámara y, también, con su fusil: Juan Esteban Carrón.

 

 

No fue el único, pero fue el primero en la guerra paraguayo-boliviana por la posesión del Chaco (1932/1935), en tomar un pluma, tinta y papel, además de una cámara fotográfica y partir rumbo al Chaco, donde paraguayos y bolivianos se enfrentaban unos con otros, además de luchar contra otros factores, como el calor, el desierto, la sed y las alimañas en ambiente más que hostil.

Allá, Juan Esteban Carrón -Carrón trabajaba como cronista deportivo en el periódico El Liberal-, se convirtió en el primer corresponsal de guerra de un periódico paraguayo y de una agencia de noticias extranjera. Poco después, fue destinado al frente, pero aun así siguió colaborando en los periódicos editados en plena guerra del Chaco.

En un opúsculo publicado hace unas décadas, Carrón relataba cómo fue que de cronista deportivo, aspirante a suboficial del Ejército en Campaña, se convirtió en corresponsal de guerra de El Liberal y de la United Press Association de Nueva York:

"Eran aproximadamente las nueve de la mañana del 16 de septiembre de 1932, y estábamos en un descanso de los ejercicios que hacíamos, como aspirantes a oficiales de reserva, en los bajos del Cabildo, cuando llegó hasta mí el Dr. Efraím Cardozo, en esa época director de El Liberal, diario en el que yo trabajaba como cronista deportivo. Con palabras que denotaban premura, sin rodeo alguno, me dijo:

-‘Carrón, ¿querés ir al Chaco?.’ Me sorprendió su pregunta ya que no se trataba, entonces de ‘querer ir o no’ al Chaco. Teníamos que ir. Era un deber ineludible. Y, para mejor desempeñarnos era que, precisamente, nos estábamos preparando en la Escuela de Aspirantes a Oficiales de reserva.

"Sin darme tiempo para contestarle, siguió diciéndome Cardozo: - ‘El Liberal te enviará como corresponsal de guerra y la United Press Association de Nueva York te designará como corresponsal especial. Todo lo relacionado con tu traslado y permiso de la Escuela de Aspirantes, será solucionado satisfactoriamente; pero, en caso de aceptar lo que te propongo, debes irte esta misma tarde. A las 15 horas saldrá una embarcación que te llevará a Puerto Casado. Lo demás, hasta llegar al lugar de operaciones, correrá por tu cuenta. El Liberal te pagará $ 3.000, y la United Press $ 200 moneda argentina. ¿Qué decidís?‘ Acepté. Inmediatamente fui a la Intendencia de Guerra donde me dieron un uniforme de suboficial, una bolsa de víveres y un sombrero de género de alas muy anchas, una bolsa. Mi aspecto, con esa indumentaria, era del más acabado ‘molde ura’ que se pudiera imaginar...

 

 

"Munido de lo más necesario e imprescindible, con las credenciales correspondientes y una máquina Kodak a fuelle, de tamaño postal, me embarqué, a la hora señalada, para Puerto Casado.

"Y, desde allí comenzó mi odisea. En ese momento crucial de la vida de la Nación, casi todo fue improvisado. Se improvisaron medios de transporte, servicios telefónicos y telegráficos, puestos sanitarios, etc. Hasta se improvisaron combatientes... Yo, también, formé parte de esos ‘improvisados’, ya que el ser cronista de deportes, en aquel entonces, no era, en realidad, ser periodista. Era alguien, con muy escaso sueldo, cuyos escritos se publicaban cuando sobraba espacio en el periódico... Tampoco entendía un ápice de fotografía, ya que lo único que sabía era que había que apretar el disparador para obtener una foto.

"Pero ya que me había elegido para esa misión, tenía que cumplirla. Fue así como escribí estas crónicas, venciendo toda clase de dificultades para su remisión a sus destinatarios. Sin tener mayores conocimientos, sin ayudante alguno, sin tener derecho al ‘rancho’ en ninguna parte, teniendo que valerme de intermediarios que, en muchas ocasiones no entregaron mis envíos, fueron publicándose las que, a duras penas, podían llegar".

 

 

Pasadas varias décadas de los envíos y publicación de sus crónicas en El Liberal y en la agencia norteamericana U.P.I., Carrón señalaba: "Debo confesar que las encuentro incompletas, llenas de defectos y hasta ingenuas. Pero no me arrepiento de haberlas escrito, porque ellas, en el momento en que fueron publicadas, llenaron la necesidad de conocer lo que ocurría en el Chaco y sirvieron para calmar, en algo, la ansiedad de los que allí tenían a sus familiares.

"Porque, ahora, se puede decir la verdad. El Chaco era una región desconocida para la mayoría de los paraguayos. La topografía del terreno, tan distinta a la de la Región Oriental, la falta de bosques y arroyos, causaban una gran depresión entre nuestros soldados. La falta de agua, sobre todo, contribuyó a que la desilusión fuera mayor. Cundía el desaliento. Pero yo tenía que pintar las cosas de otra manera. Debía levantar el espíritu caído de los del frente y de los de retaguardia. Y eso fue lo que traté de hacer con mis crónicas".

Desde su llegada al frente de batalla, Juan Esteban Carrón envió numerosas crónicas. De todas esas que relatan diversos aspectos de la vida en el desierto chaqueño, y las peripecias vividas en aquellas ingratas jornadas, transcribiremos el relato que hizo sobre la victoria del 29 de septiembre de 1932, cuando los bolivianos que ocupaban el fortín Boquerón, se entregaron a las fuerzas paraguayas. Este relato fue publicado en El Liberal, el 7 de octubre de 1932.


"29 de septiembre.

"Bello día.

"Las noticias de los días anteriores, cada vez más favorables a nuestras tropas, la certidumbre de que la victoria estaba cercana, ese ‘algo’ extraordinario que precede a los grandes acontecimientos, todo, presagiaba a nuestro ejército que, ese, sería el día tan ansiosamente esperado.

"Al amanecer, nuestras tropas rompieron el fuego. Pocos, muy pocos, disparos se hicieron. Acostumbrados, como estaban nuestros soldados, a que por un tiro paraguayo respondieran cien del enemigo, quedaron sorprendidos al no ver contestados, como de costumbre, sus disparos.

"A la luz, todavía, confusa de la aurora, se notaban vagamente unas manchas blancas que surgían de entre los montes. Pronto un rayo de sol iluminó el campo y pudo distinguirse con claridad qué era aquello.

"A lo largo del, ya pequeño, reducto boliviano, clavadas en burdas estacas, aparecieron innumerables banderas blancas hechas con jirones de mosquiteros y camisas.

"¡Era el pedido de tregua!

"Sin embargo, nuestras tropas no abandonaron sus posiciones. Conocedores de la falacia boliviana, no deseaban caer en una emboscada.

"Pocos minutos debieron aguardar. De entre el monte surgió la figura de un oficial boliviano. Era el capitán Antonio Salinas quien, por orden del comandante de las fuerzas bolivianas, deseaba parlamentar con el jefe de nuestro Ejército. Inmediatamente fue llevado en presencia del Tte. Cnel. Estigarribia, con quien departió breves instantes, quedando luego en el campamento de este comandante.

"Simultáneamente a la presentación del capitán Salinas, salieron del reducto, por otro sector, los tenientes Aguilar, de Cochabamba y René Miranda, de La Paz, pidiendo hablar con el mayor Bray. Una vez en presencia de este jefe, los oficiales bolivianos manifestaron que el Tte. Coronel Marzana deseaba rendirse. "Mientras tanto, los soldados del altiplano, surgiendo como espectros de entre el monte que les servía de refugio, se acercaban a los nuestros y, con voz suplicante, imploraban: ‘Paraguayitos, por caridad, un poco de agua y galleta’.

"Y, nuestros soldados, que segundos antes, fatigados por las penurias que habían pasado, malhumorados por verse prisionero y pronto estuvieron frente a frente.

alejados de sus seres queridos por causa de quienes nos atacaron sin razón, prometían no dejar con vida a un solo cholo (¡oh, milagro que sólo nuestra raza puede hacer!), cuando los enemigos estuvieron al alcance de sus manos, disputaron entre ellos el placer de darles de beber y comer.

"Sépalo el mundo entero: ¡El soldado paraguayo se privó ese día del jarrito de agua que le correspondía como ración para dárselo a su enemigo de hacía un instante!-

"El Tte. Cnel. Marzana también abandonó el reducto antes de la vuelta de sus enviados y pudo ver el trato que recibían sus soldados.

"Cuando llegó hasta él el capitán Santiviago, le pidió lo llevara en presencia del mayor Bray. El comandante del regimiento Boquerón venía también al encuentro del - ‘Coronel Marzana: Ud. es un valiente’, le dijo el mayor Bray.

- ‘Y Ud. un caballero, mi mayor’, le respondió el boliviano, añadiendo luego: ‘He quemado hasta el último cartucho y no tengo el derecho de sacrificar a los valientes que han estado conmigo’.

"Minutos después, no sin antes de haber comido algunos bocados y bebido en abundancia, el mayor Bray lo llevó en su auto hasta el campamento del comandante Estigarribia..."


En octubre de 1932, el Ejército en Campaña había creado un Departamento de Informaciones y, poco después, Carrón pasó al Ejército combatiente, luego de haber cumplido con su misión de enviar "relatos de ataques, preparativos, marchas, detalles de las batallas, actos de heroísmo, declaraciones de heridos y prisioneros, entrevistas con jefes oficiales", entre otras misiones, además de conseguir fotografías de las tropas, de prisioneros, de las fortificaciones y, si es posible, de las batallas. Carrón trabajó como corresponsal de guerra hasta fines de noviembre, volvió a Asunción para casarse, y luego volvió al frente como combatiente. Otros corresponsales de guerra en el conflicto chaqueño fueron el argentino Raúl González Tuñón, del diario bonaerense Crítica, y Manuel María Oliver.

 

 

Fuente: Artículo publicado en el diario ABC COLOR

Domingo, 3 de Abril del 2005

Fuente en Internet: ABC DIGITAL/ PARAGUAY

 

 

 

 

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