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PEDRO LOZANO

  HISTORIA DE LAS REVOLUCIONES DE LA PROVINCIA DEL PARAGUAY 1721 A 1735 - PADRE PEDRO LOZANO


HISTORIA DE LAS REVOLUCIONES DE LA PROVINCIA DEL PARAGUAY 1721 A 1735 - PADRE PEDRO LOZANO

HISTORIA DE LAS REVOLUCIONES DE LA PROVINCIA DEL PARAGUAY

1721 A 1735

PADRE PEDRO LOZANO

Edición CABAUT & Cª

Buenos Aires

MCMV

 

 

 

 

 

 

ÍNDICE

 

Proemio. . .   1

 

LIBRO PRIMERO

CAPÍTULO I

Gobierna la provincia del Paraguay don Diego de los Reyes Valmaseda, es capitulado por sus émulos en la Real Audiencia de la Plata, por cuya orden viene por juez pesquisidor el doctor don José de Antequera, de quien se da alguna sucinta noticia y de su venida al Paraguay. . . 7

 

CAPÍTULO II

Da principio don José de Antequera á la pesquisa, depone del gobierno y prende á don Diego de los Reyes, véndele sus bienes, introdúcese con fraude á gobernador del Paraguay, válese de indignos medios para enriquecer, persigue al convento de la Orden de Predicadores, y molesta gravísimamente á cuantos no eran de su dictamen. . . 20

 

CAPÍTULO III

Huye de la prisión don Diego de los Reyes, pasa á Buenos y hallando allí nuevo despacho del señor virrey para que prosiga en el gobierno, vuelve á intimarle en el Paraguay; pero caminando á esa diligencia intenta nuevamente prenderle don José de Antequera, quien con un despacho ya revocado se hace segunda vez recibir por gobernador y manda prender á varios eclesiásticos y persigue desaforadamente á cuantos sospecha fautores de don Diego de los Reyes, obligando á muchos á desterrarse del Paraguay por evitar sus iras. . .  31

 

 

CAPÍTULO IV

Finge don José de Antequera quiere dejar el gobierno por obedecer la orden del señor virrey, dispone le exhorte el Cabildo secular á que prosiga, y para mantenerse gobernando se vale de varios artificios. Publica falsamente que los guaraníes que doctrina la Compañía de Jesús intentaban con fuerza de armas reponer á don Diego de los Reyes en su empleo, y sale con ejército formado á hacerles resistencia. . .  46

 

 

CAPÍTULO V

Remite don José de Antequera á la Real Audiencia de la Plata los autos que formó para justificar sus operaciones, llenos de calumnias contra la Compañía de Jesús y sus Misiones, al mismo tiempo que se profesaba más amigo de los jesuítas; vive licenciosamente con grande escándalo: consigue una real provisión de la Real Audiencia, y ésta es ocasión de gravísimos daños, por la mala inteligencia que se le dio en el Paraguay por persuasión del mismo Antequera. . .  63

 

 

CAPÍTULO VI

Cartas del señor arzobispo virrey á la Real Audiencia de la Plata sobre las cosas de don José de Antequera, y juicio que de las calumnias de éste contra los jesuítas del Paraguay hacen ambos tribunales. Avoca al suyo esta causa el señor virrey, da sobre  ella varias providencias, y don José de Antequera se resiste de nuevo á obedecer los despachos de su Excelencia, de quien habla temerario con grande desprecio. . .  76

 

 

CAPÍTULO VII

Manda don José de Antequera prender en la ajena jurisdicción del gobierno de Buenos Aires á don Diego de los Reyes, á quien trata en la cárcel del Paraguay con inhumano rigor, y requerido del gobernador de Buenos Aires se niega á ponerle en libertad. Escribe en nombre del Cabildo de la Asunción dos cartas calumniosísimas con efecto totalmente contrario á sus designios. . .   94

 

 

CAPÍTULO VIII

Prosiguen los inhumanos tratamientos de don Diego de los Reyes en la prisión ; pasa don Baltasar García Ros al Paraguay á intimar los despachos del señor virrey, y los desobedecen don José de Antequera y el Cabildo de la Asunción con varios pretextos y nuevos artificios, sin dejarle entrar en la ciudad á hacer la intimación. . .  108

 

 

CAPÍTULO IX

Crece el odio de don José de Antequera contra la Compañía, hace grandes amenazas á los jesuítas, por sí ó por sus aliados, si obedecen al virrey del Perú ; descártase de los sujetos que por su fidelidad le podían, dentro del Paraguay, dar cuidado, y despacha el virrey nuevas órdenes para reducir aquella provincia á la debida obediencia á su rey. . 123

 

 

CAPÍTULO X

Procura el ilustrísimo señor don fray José Palos, obispo del Paraguay, se suspenda la guerra contra dicha provincia, pero sin efecto. Junta ejército don Baltasar García Ros en nombre del virrey del Perú, pasa con él felizmente el río Tebicuary, y don José de Antequera con una ficción diabólica, mueve los ánimos de los vecinos del Paraguay  á que salgan á hacer resistencia á dicho ejército. . . . 135

 

 

LIBRO SEGUNDO

CAPÍTULO I

Es expulsada violentamente la Compañía de Jesús de su colegio de la Asunción y de toda la gobernación del Paraguay, y padece otros ultrajes. . . 147

 

 

CAPÍTULO II

Negado á los jesuítas por don José de Antequera el testimonio de su expulsión, dan otros muy honoríficos las primeras personas de aquella provincia á favor déla Compañía, á la cual varios regidores dan satisfacción, y piden perdón por lo que en dicha expulsión la ofendieron. . . 164

 

 

CAPÍTULO III

Sale don José de Antequera con su ejército á resistir la ejecución de las órdenes del virrey del Perú, dejando ordenado se dé garrote al gobernador don Diego de los Reyes ; niégase á los requerimientos del comisionarlo del virrey, y con traición desbarata el ejército que venía á auxiliar la dicha ejecución. . . 179

 

 

CAPÍTULO IV

Hace don José de Antequera prisioneros á dos jesuítas capellanes del ejército vencido, y después de padecer varios ultrajes, los remite presos á la ciudad de la Asunción, con pretexto de dudar si son sacerdotes, con cuya ocasión se convencen de manifiestas mentiras algunos pasos de su Respuesta Apologética, y se refieren dos castigos del cielo obrados en los que se desmandaron contra dichos religiosos. . .198

 

 

CAPÍTULO V

Manda don José de Antequera repartir entre los vencedores los indios guaraníes prisioneros, á quienes dispone se imputen enormísimos delitos como permitidos por sus misioneros los jesuítas ; pero desvanecen su notoria falsedad con recientes testimonios muy honoríficos las primeras personas de estas provincias, y con su juicio la Silla Apostólica. . .  218

 

 

CAPÍTULO VI

Apoderado don José de Antequera del campo de don Baltasar García Ros: coge todas las alhajas y papeles de éste y da lo demás á saco: obliga al Cabildo de la Asunción á que le exhorte á pasar, como pasó con parte de su ejército á los cuatro pueblos más cercanos de las Misiones de los jesuítas, cuyos moradores con esta noticia los desamparan y padecen grandes trabajos. . .  242

 

 

CAPÍTULO VII

Entra don José de Antequera á las Misiones de los jesuítas, y después de haber quitado Ramón de las Llanas la vida, impía é inhumanamente, á Teodosio Villalba, cabeza de los leales de la Villarrica, se retira improvisamente el ejército de los rebeldes de vuelta á la Asunción, donde entra Antequera con triunfo insultando de las banderas del ejército real, y manda poner presas las mujeres é hijas de los dichos leales de la Villarrica en su castillo, donde padecen muchas miserias. . .  252

 

 

CAPÍTULO VIII

Entra el ilustrísimo señor don fray José de Palos á su iglesia del Paraguay, y ganadas las voluntades de los antequeristas les impide conmuevan de nuevo la provincia: forjan ellos varias calumnias contra los jesuítas, y su Ilustrísima las desvanece, y solicita en la Real Audiencia sean restituidos á su colegio. . .  262

 

 

CAPÍTULO IX

Frústrase el nuevo designio de los antequeristas de desterrar de las Misiones á los jesuítas; manda el nuevo virrey del Perú marqués de Castel-Fuerte pase el goberdador de Buenos Aires á pacificar la provincia del Paraguay, é intimados en ella los despachos, después de algunas indecisiones, se resuelve el Cabildo de la Asunción, contra la repugnancia de don José de Antequera, á obedecerlos por las persuasiones eficaces del obispo de aquella provincia. . .  277

 

 

CAPÍTULO X

Nuevas máquinas de don José de Antequera para oponerse á las órdenes del virrey ; pero no surtiendo electo, intenta no entre armado don Bruno Mauricio de Zavala á la provincia del Paraguay, y lo que éste respondió sobre esta pretensión . . . 291

 

 

CAPÍTULO XI

Insiste de nuevo don José de Antequera en otras ideas para resistir á don Bruno de Zavala, y habiéndosele desvanecido, sale fugitivo por río de la provincia del Paraguay, donde deja apretadas órdenes de que no se reciba á dicho don Bruno . . . 304

 

 

 

LIBRO TERCERO

CAPÍTULO I

Entra don Bruno de Zavala en la capital del Paraguay, nombra nuevo gobernador de aquella provincia, saca de la prisión á don Diego de los Reyes, desagravia á los perseguidos por don José de Antequera, y dejando en aparente paz la provincia, se restituye á su gobernación de Buenos Aires . . . 315

 

 

CAPÍTULO II

Los antequeristas se dan injustamente por ofendidos del obispo del Paraguay por haber defendido la inmunidad eclesiástica, y mandando la Real Audiencia de la Plata sea restituida la Compañía á su colegio de la Asunción, suplican de su real provisión, y esparcen voz de que los jesuítas se negarán á volver al Paraguay aunque se lo manden los tribunales superiores del reino ; pero la desvanece el Padre provincial de esta provincia ofreciéndoseles pronto á obedecer sus órdenes en esta y en cualquier otra materia . . .328

 

 

CAPÍTULO III

Después de varios peligros de caer en manos de la justicia, llega finalmente don José de Antequera á la ciudad de Córdoba y se retrae en el convento de San Francisco donde practica algunas extravagancias, comete varios delitos, y queriendo por medio del gobernador de Tucumán conseguir libertad para proseguir su jornada á la Real Audiencia de Chuquisaca se le frustra esta idea, siendo pregonada su vida . . .  340

 

 

CAPÍTULO IV

Manda el virrey del Perú que don José de Antequera sea extraído del convento de San Francisco, y avisado de esta orden huye secretamente de Córdoba, y por caminos extraviados llega á presentarse en la Real Audiencia de Chuquisaca, de donde es despachado preso á la cárcel de corte de Lima, y su Majestad revocando la orden de que fuese remitido á España, manda que sea castigado en este reino. . 354

 

 

CAPÍTULO V

El nuevo gobernador del Paraguay don Martín de Barúa se declara á favor de los antequeristas, por cuyo influjo causa muchas molestias al obispo de aquella provincia, y manteniéndose pertinaces en la repugnancia de que los jesuítas sean restituidos á su colegio insultan de ellos con nuevas calumnias  . . . 364

 

 

CAPÍTULO VI

Representados á su Majestad los agravios padecidos en el Paraguay por los jesuítas é indios que están á su cargo, separa los pueblos de éstos de aquel gobierno, y manda sean aquéllos restituidos á su colegio; pero haciéndose diligencias en el mismo Paraguay sobre dicha restitución, se alteran mucho los antequeristas y la procuran impedir con sus ordinarias trazas . . .  379

 

 

CAPÍTULO VII

Despáchanse al virrey las diligencias obradas sobre la restitución de los jesuítas á su colegio de la Asunción acompañadas de cartas del obispo, provincial de la Compañía y capitulares obedientes, y en el ínterin que viene resulta de Lima se emplean los antequeristas en algunas disposiciones para frustrar cualquier despacho favorable á la Compañía . . .391

 

 

CAPÍTULO VIII

Providencias que dio el virrey del Perú sobre la restitución de los jesuítas á su colegio de la ciudad de la Asunción, donde intimadas son obedecidas, y en fuerza de ellas dispone el gobernador de aquella provincia el recibimiento solemne de dichos jesuítas  . . . 403

 

 

CAPÍTULO IX

Testimonio jurídico del solemne recibimiento de los jesuítas en su colegio de la ciudad de la Asunción, donde dan principio con mucho fruto al ejercicio de su ministerio, y noticiado de esta restitución el virrey del Perú, significa por carta grande complacencia de este suceso  . . . 414

 

 

CAPÍTULO X

Despacha el virrey al Paraguay juez pesquisidor á averiguar de nuevo los delitos de don José de Antequera y sus secuaces: es condenado aquél á degüello, y de éstos á muerte de garrote el procurador de la provincia del Paraguay Juan de Mena. Dase noticia de lo que acaeció en Lima en la ejecución de ambas sentencias  . . . 423

 

 

CAPÍTULO XI

Lo que resultó en Lima del tumulto acaecido en la muerte de don José de Antequera, y lo que padecieron de sus émulos los jesuítas y sus fautores en todo el Perú y estas provincias por esa causa . . .  436

 

 

 

 

 

 

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