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REVISTA DEL PEN CLUB DEL PARAGUAY

  IV ÉPOCA-Nº11 / JULIO 2006 - REVISTA DEL PEN CLUB DEL PARAGUAY


IV ÉPOCA-Nº11 / JULIO 2006 - REVISTA DEL PEN CLUB DEL PARAGUAY

 “REVISTA DEL PEN CLUB DEL PARAGUAY

POETAS – ENSAYISTAS - NARRADORES”

IV ÉPOCA - Nº 11

Arandurã Editorial,

Asunción-Paraguay, Julio 2006


 
ÍNDICES - PALABRAS PRELIMINARES

POETAS
 
· DELFINA AGOSTA: NINGUNA NOCHE HA SIDO
 
· MANUEL E.B. ARGÜELLO: PLEGARIA AL VERBO DE LA PATRIA
 
· MA. EUGENIA AVALA CANTERO: A MI PADRE
 
· WILLIAM BAECKER: TU OMBLIGO// Y QUÉ MÁS DA
 
· GLADYS CARMAGNOLA: RÍO BLANCO Y HERMOSO// VIENTOS Y CÁSCARAS// CELEBRO LA LLOVIZNA
 
· AUGUSTO CASOLA: A LA MESA DE SAN ROQUE// REITERADO
 
· EFRAN ENRÍQUEZ GAMÓN: ÁNGEL, MUSA, DUENDE// REGRESO DE PARÍS
 
· AURELIO GONZÁLEZ CANALE: CERRO CATEDRAL// NAHUEL HUAPI
 
· LUIS MARÍA MARTÍNEZ: LA PLUMA// LA RUEDA
 
· FRANCISCO OLIVEIRA Y SILVA: ROSTRO DE NIÑO
 
· DOMINGO RIVAROLA: EXILIOS
 
ENSAYISTAS
 
· MANUEL E. B. ARGÜELLO: EPIFANÍA DEL TEATRO (2da. Parte)
 
· MARIBEL BARRETO: LA CONCIENCIA DEL TIEMPO Y EL DESTINO EN "EL LEÓN Y LA ESTRELLA", DE RAÚL AMARAL
 
· ABELARDO DE PAULA GOMES: DEL MITO AL LOGOS: EL NACIMIENTO DE LA FILOSOFÍA
 
· EMI KASAMATSU: LOS 70 AÑOS DE LA INMIGRACIÓN JAPONESA EN EL PARAGUAY REALIZACIONES Y PERSPECTIVAS
 
· LORENZO LIVIERES BANKS: EL PROBLEMA DE LA HISTORIA DEL PARAGUAY
 
· LUIS MARÍA MARTÍNEZ: JAMES JOYCE, EN SU LABERINTO
 
· JENARO RIERA HUNTER: EL DESGOBIERNO Y SU LEGADO A LA NACIÓN (upéichantearavoí)
 
· BEATRIZ RODRÍGUEZ ALCALÁ DE GONZÁLEZ ODDONE: LA BURRERITA
 
NARRADORES
 
· NELSON AGUILERA: LA CLASE ALTA
 
· AQUINO AUGSTEN: EL TELÉFONO PORTÁTIL// NUNCA REGRESES (AL AYER)
 
· JEU AZARRU: PRESERVAR EL CONOCIMIENTO
 
· CÁTALO BOGADO BORDÓN: UN PARAGUAYO EN NUEVA YORK
 
· AUGUSTO CASOLA: AZUCENA
 
· MARGARITA PRIETO YEGROS: EL TRACTOR AMARILLO
 
· LUCÍA SCOSCERIA: AÍDA
 
LOS AUTORES



 
PALABRAS PRELIMINARES
 
La actividad literaria posee múltiples facetas. Ellas obligan a los autores a desempeñar numerosos roles según la circunstancia en que se encuentran y a quienes participamos del fascinante quehacer de la creación, no nos es extraño el encontrarnos, a veces, enfrentados a nosotros mismos como si fuéramos desconocidos, no porque algo haya cambiado en nuestra fisonomía, sino porque el reflejo que vemos nos es extraño, tanto es así, que a veces nos preguntamos: ¿pero éste soy yo?
 
Quienes nos conocen, el entorno cercano de la familia y las amistades, manifestaron en más de una ocasión, que tenemos reacciones inesperadas, imprevisibles y a veces hasta desagradables o chocantes..., sin que haya una razón que las justifique. Y sin duda, no están equivocados porque a veces ellos tropiezan, inesperadamente, no con quiénes somos y conocen, sino con los estados de ánimo que acompañan al escritor en algunos momentos de su propia realidad, y en los cuales él mismo es incapaz de evitar que esas fuerzas ocultas, las que crean su condición, surjan y se expandan como lava sobre las apacibles superficies que le rodean.
 
Este breve comentario lo hago en homenaje a quienes muchas veces se preguntan: ¿Qué le pasa ahora? ¿Por qué actúa así? La respuesta es que no pasa nada y pasa de todo, son simples exteriorizaciones de los conflictos profundos e íntimos que mueven al escritor a escribir, ya que sin ellos, la creación sería imposible.
 
El número 11 de la revista del PEN incluye a antiguos y nuevos socios que entraron a formar parte del club en los últimos dos años. Son poetas, ensayistas y narradores, porque el PEN Club se nutre de la savia que circula por las venas de quienes en una u otra forma, buscan la manera de expresar esos sentimientos y emociones ocultos en la profundidad de cada ser.
 
Por otro lado, para este número, fue adquiriendo forma la idea de agregar algo de humor -un humor algo melancólico, si se quiere, pero humor al fin- y varios de los autores decidieron mostrarse, ante los lectores dula revista, con el aspecto que alguna vez tuvieron. Pero prefiero no adelantar en qué consiste la sorpresa.
 
El PEN Club del Paraguay, desde el año 2005, es miembro pleno del Intemational PEN, con sede en Londres, al ajustarse a las obligaciones exigidas por la institución y que se satisfizo luego de un largo trámite que comenzó en el año 2000, cuando un grupo de escritores decidió reactivar al Club, que había decaído hasta casi desaparecer del ámbito cultural paraguayo.
 
Es, por todos los motivos expuestos, que este número 11 de la revista posee un carácter especial. En primer lugar por haber logrado mantener el ritmo de dos ediciones anuales, como promedio, lo que ya es mucho decir y por haber sabido aglutinar los diferentes estilos y temperamentos de los 34 miembros que hoy conforman el club.
 
En este número, una vez más, se unen el talento, la dedicación y el esfuerzo con la argamasa de la tolerancia, la única que hace posible la construcción del edificio que poco a poco vamos construyendo entre quienes participamos del PEN Club del Paraguay. Pero todo el esfuerzo sería inútil si no contáramos con el apoyo de personas como Cecilia y Cayetano Quattrocchi, de Ediciones Arandurã e instituciones como el Centro Cultural Paraguayo -Alemán, Goethe Zentrum (ICPA-GZ), que desde el inicio de esta llamada IV Época, nos apoya de manera desinteresada y entusiasta, no sólo permitiéndonos utilizar las instalaciones donde hoy nos encontramos, sino respaldando por iniciativa propia la posibilidad de ofrecer, ya en dos oportunidades, en los años 2002 y 2004, el llamado Premio Bienio, que gratifica a los autores premiados y permite demostrar que la malicia tendenciosa a la que recurren a veces algunas personas, no va a ser modelo de actitud ni va ti deslustrar el brillo que nuestro Club quiere dar a la actividad cultural y literaria.
 
Pero hoy es un día de fiesta. El número 11 de la revista está en manos de ustedes y el PEN Club Paraguay, una vez más, quiere dejar prueba de gratitud a todos los escritores, lectores y amigos que acompañan el trabajo que con gusto, con esfuerzo y silenciosamente, venimos desarrollando sus miembros.
 

Presidente del PEN Club del Paraguay.

 
 
POETAS
 
 
ÁNGEL, MUSA, DUENDE...

- Los artífices del quehacer poético son:
el ángel, la musa y el duende
Federico García Lorca
Ven, Ángel, y aunque de invisible te disfraces
Ayúdame a levantar el paraíso;
Ese mundo misterioso e indiviso,
La prometida mansión de los audaces!

Ven, Musa, y con tus alas visionarias
Inocula inspiración y sentimiento
Y extiende vocación y movimiento
A mis pobres creaciones literarias!

Ven, Duende, mimetizado de arlequín travieso,
A irradiar con tu mundo de misterio
Y ponme en libertad del cautiverio
Por ser poeta y del amor reo confeso!

Ángel, musa y duende, en haz de unidas fuerzas
Tejen la urdimbre material del sueño,
Y como en la planta, la flor, con propio empeño,
Nace a la unidad de las savias dispersas!

Ángel para volar, musa para sentir
Y duende juguetón para ver sin mirar:
Y con los tres finalmente descubrir
El arte de hacer poesía y de amar!...
 
(París, enero de 2004)


 
ROSTRO DE NIÑO
 
Quiero un nuevo perfil. Dame otro rostro
Con tus manos de ocaso,
amasa en luz un ánfora encendida,
con la carne sumisa de mi barro.
Un ánfora sonora,
que tenga tu lenguaje de alborada,
como canción primaveral oculta,
acechando crepúsculos de lágrimas.

Entre tus dedos
dejo mi historia:
polvo y camino. Gris monotonía.
Vuelo sin nervio, horizontal al lodo
de la infancia perdida.

¿Recuerdas los veleros y el arroyo...
las mariposas grandes...
en mis manos mojadas,
juntando pedregullos?
Mis veleros partidos,
duermen toda mi ausencia:
cada guijo plateado en el polvillo
de mariposas muertas.

Una isla violeta,
en las aguas dormidas de los aòos
Y los huesos transidos de recuerdos...
Esa es toda mi historia.

Quiero ir allá... A la tierra perdida,
¡su música me llama!
(Yo te grito un crepúsculo.
¡Y tú esperas la alborada!)

Hoy llega la esperanza en una música,
hace tiempo aprendida y olvidada.
Reverdecen sus ecos
en las grietas del ánfora quebrada...
Las alas tensas para el vuelo,
pero ciegos los ojos para el alba...
-los ojos náufragos,
en cuyos bordes hay temblor de alas-.

Ven, desde el fondo mismo de la aurora,
y con tus manos húmedas amasa
un nuevo rostro,
dos nuevos ojos, con tu luz rosada.

Señálame la aurora
de mi tierra callada.
Allá, donde quedaron mis veleros...
Con tu soplo, da vida
al paisaje violeta,
-las mariposas... el arroyo... ¡todo!-.
Y al llegar a mi infancia,
que los hombres ya no me reconozcan,
los hombres que me amaban.

Y yo siga sonriendo,
con la certeza
de tener las estrellas en mis ojos,
y tu mirada anclada en mi mirada.

Y que, al verme, los hombres
se alarguen hasta el vértice del cielo,
donde están tu mirada y las estrellas.
Que detrás de mis ojos vean tu aurora.
Y en mi ánfora nueva,
el licor de tu amor.
Y detrás de mi ánfora,
tus dos manos rosadas de Alfarero...
Que al ver mi rostro, vean el tuyo,
y retornen conmigo.

Soy polvo. Ya no tardes, Alfarero:
dame un nuevo perfil, un rostro nuevo.
 
(Ruta de luz (2002)

 
 
NARRATIVA
 
 
EL TELÉFONO PORTÁTIL
 
-Pero esperá mi hijo, ¿para qué pico quiero yo esto si no sé luego ni usar?
 
El joven le dijo:
 
-E' un teléfono papá, un celular heí lo mitá. Nuevito luego. Sirve hasta para filmarte. -Y colocó el aparato en dirección a su padre, que al encenderse mostró una luz roja parecida a una luciérnaga.
 
El joven sonreía. -Te estoy filmando hina ahora.
 
Súbitamente se oyeron las sirenas y la casucha quedó rodeada de policías, que en tono tajante le increpaban:
 
-¡Entregate, estás listo!
 
El joven dejó el aparatito que continuaba filmando sobre la mesa. Ahora toda la escena estaba allí contenida.
 
-¡Me entrego! Pero, aní pe yapó mbaebé che túare, y tuyama haé ndoi no oikuái maevé (pero no le hagan nada a mi papá, es viejo ya y no sabe nada).
 
Uno de los policías lo empujó del hombro, tomándole la muñeca lo esposó con los brazos a la espalda. Otro distraído chocó contra la mesa sin percatarse de que había tirado el teléfono celular, al suelo.
 
-¡Mitaí de mierda! Jodernos así la Navidad. Yo esperaba por lo menos tomar una sidra en mi casa a las doce y por tu culpa no pude ni siquiera saludar hasta ahora a mi gente.
 
Lo subieron a empujones a una camioneta policial.
 
El viejo seguía la escena inmóvil, no alcanzaba a entender lo que estaba pasando, estuvo así aún tiempo sin reaccionar. Al cabo de un rato se levantó del sillón sin tiendo tanto peso sobre sí que no acababa de moverse. Se preguntaba qué había hecho mal, dónde comenzó su error, por qué su hijo se distanció así de él.
 
Tomó el celular, lo guardó en una bolsa de plástico de supermercado y gritó:
 
-Mbaere picó peicha eyapó cherejé che ra'y. Con lo feliz que ibamo a estar hoy junto. Che ayogua ndeveguará peteí machete puaju, ja petei sidra ro brindajagua abeí. Mbaere picó peichaite reyapó chereje che ra'y...?
 
2006

 
NUNCA REGRESES (AL AYER)

 
A Elvio Romero
 
Entró desconcertado al café. ¿Qué había pasado en ese tiempo? No sólo el paisaje había variado, los niños y los árboles se hicieron robustos. Hombres y árboles habían crecido y ella habría envejecido.
 
Desde la ventana, que no tenía vidrios, sino a la usanza antigua las persianas abiertas, miró largamente a través de las hojas que cubrían la fachada de lo que recordaba como un balcón. Entonces él -el aromático Romero de Alberti- blasfemó contra los muertos, contra los vivos, contra el tirano desterrado y sobre todo contra su regreso del exilio. El suyo, no el del otro. Para terminar blasfemando contra sí mismo.
 
La "memoria", esa mujer pícara que se encarga de secar lágrimas del alma, lo había transformado todo.
 
La joven era hermosa, virginal. La casona, tenía un balcón en donde su musa apenas se aproximaba tímida para escuchar sus prosas, mientras el pequeño arbolito del frente luchaba contra el viento, arqueando su débil cuerpo, para no terminar convertido en leña.
 
Vida ¿por qué me haces esto? Se decía con dolor. Y viendo tras las hojas que la casona era una casita. El balcón apenas una ventana grande que daba al frente, cubierta hoy por el enorme tajy que había crecido hasta cubrir con sus ramas, la casa, la vereda y hasta la calle toda. Y por fin ¡el horror!
 
La ventana se abrió y vio nítida la imagen que su memoria había trastrocado hasta el ensueño.
 
Su musa ... no era más que una vieja fea, fea, tan fea como cuando era joven, pero con más años.
 
¡Y lloro! Lloró por haber quebrantado el milagro de los recuerdos mientras se repetía:
 
“Te dije bien, no es bueno remover el pasado”
 
2006
 
 
 
 
 

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