(ÉL) OBRAS RECIENTES, 2014
Pinturas de ALFREDO QUIRÓZ
FÁBRICA GALERÍA/ CLUB DE ARTE
Imágenes del espacio web de la Galería
Asunción - Paraguay
(ELLOS)
CONJETURAS
La muestra de Alfredo Quiroz lleva el lacónico título de Él. El pronombre personal de tercera persona se refiere a un sujeto que puede o no ser conocido pero que no aparece explícitamente determinado. Es decir: indica no sólo una persona, sino el lugar vacío de alguien que puede ser ocupado por otro. Tiene una presencia contingente; un cierto valor de índex: él es quien se señala o se nombra coyunturalmente, en cada ocasión específica. Dado, que la obra de Quiroz se distingue por un sentido marcadamente narrativa y se desarrolla en torno a alguna nudos centrales, él puede ser el amigo que, de pronto, agoniza y muere, el sujeto de un cuerpo expuesto y separado de su propia subjetividad, el compañero con quien comparte rutinas y dificultades, el actor político de un golpe de Estado, el ciudadano abstracto que actúa como el Otro o el fantasma que ronda lo cotidiano y se muestra en modo de mancha o silueta vacía.
Por otra parte, resulta claro que esta obra de Quiroz cita la película Él de Luis Buñuel (1953) y que esta referencia acerca pistas para merodear, que no descifrar, ciertos sentidos de una obra especialmente críptica. En la película, una de las preferidas por él mismo, Buñuel desarrolla el tema de la obsesión partiendo d detalles de la vida cotidiana sobre el trasfondo de una dura crítica a las convenciones sociales. En una dirección afín, la serie de Quiroz detenida incisivamente en pormenores domésticos, hechos fragmentados y pequeños relatos, levanta un clima de sospecha y de culpa sobre cada imagen presentada y la vincula con un espacio público. Freud llama lo Unheimliche a la inquietante extrañeza que rodea una situación familiar o habitual, y hace de ese desasosiego un principio del arte. Las cosas, las personas cercanas, se ven vagamente amenazadas por la inminencia de algo que no se muestra y que sólo puede ser presentido a través de indicios, veces indefinibles:
CRÓNICAS RECIENTES (PARCIALES)
Aunque la obra de Quiroz no sea literal, es sin duda narrativa: desarrolla microrelatos de sucesos ocurridos en los dos últimos años, cuentos brevísimos que, en ciertos casos, tienen la estructura de un de algunos breves poemas orientales. Pera, aunque separadas entre sí e incompletas siempre, esas pequeñas puntadas temáticas insinúan o trazan en pespunte el mapa de posibles unidades discursivas, ensamblables, a su vez en leves trazos de inscripción. Bocetan constelaciones apoyadas en la actualidad de lo referido, basadas más en el clima delos relatos que en los mínimos contenidos de sus guiones o la ilación de una secuencia articulada. Más en el cuestionamiento social, la breve sátira y en cierta dosis de humor negro que en el parentesco de lo expuesto y relatado.
Así, se podrían detectar, de manera libre y, por eso, bastante arbitraria, ciertos provisionales núcleos temáticos en la obra de Quiroz, ya enunciados: la disolución de la legitimidad política; el complejo componente de encuentro/desencuentro propio de las relaciones humanas; la pérdida ocurrida en el curso de esas relaciones; el desplazamiento del sentido de las cosas comunes y el cuerpo del otro deseado, el del enfermo o el del cadáver.
DISLOCAMIENTOS
Para mencionar al sesgo aquellos núcleos temáticos conviene una rápida referencia a ciertas estrategias de la puesta en imagen aplicadas en esta obra. En primer lugar, cabe señalar la dirección ladeada de una retórica que busca desorientar la dirección de los relatos. Como el artista no puede exponer literalmente lo que quiere contar, su relato en pequeño enigma. La acción ocurre en otro lado; la escena remite a una espacio paralelo, el desenlace se encuentra diferido, los personajes están ataviados con el vestuario de libretos diferentes. Este desplazamiento hace que en el óleo-collage FRUSTAR EL JUICIO POLÍTICO, la denuncia del golpe de Estado se convierta, en parte, en una escena quirúrgica decimonónica y, en parte, en una historieta satírica. La misma estrategia promueve que en la obra CONFERENCIA DE PRENSA la declaración pública del político tramposo se revele como una bufonada y que en el óleo TRICOLOR se muestre irónicamente un solo color, el colorado, que impregna, y mancha no pocas veces, la historia política del Paraguay.
OTRA TARDE
Los pequeños relatos tienen el sentido de apuntes, de notas rápidas, de escenas que deben ser captadas en el instante. Para atrapar casi en simultáneo lo sucedido (o lo imaginado a partir de lo ocurrido), el artista emplea los materiales que tiene a mano y apela a formatos pequeños y soportes movibles, casuales casi. Por eso los pequeños cuentos son incompletos, o por lo menos no concluyen en el mismo espacio/ tiempo de la narración (quizá no concluyan en ningún lado, aunque apunten al detrás, el antes o el después dula escena expuesta).
El acontecimiento no puede ser inscripto totalmente porque siempre será mayor que la superficie de su inscripción. Dejará falta y resto. Cuando un médico se enfrenta a un paciente incurable con quien comparte la querencia, se quebranta el orden de los días y aparecen manchas sombrías, oscuros lunares, bajo la cama (SIN TÍTULO), sillas de rueda para siempre vacías (LA ESPERA), pastillas de medicamentos inútiles, que sólo importan ya por sus colores, por su tramposa apariencia sin destino (NADA ES GRATIS EN LA VIDA). El destino de la belleza, dice Kant, sólo vale por su pura forma sin designios. Pero, ¿pueden los colores de un medicamento esencial, impotente ya ante la muerte segura, hacer olvidar su ambigua suerte de redención o caída?
El cuerpo tampoco puede ser totalmente registrado y anotado. Ni por estudios clínicos, ni fichas policiales, ni por crónicas periodísticas ni epitafios. Sólo la mirada poética, o la perspectiva crítica, pueden a veces vislumbrar, entera, la silueta, que apenas será el espacio abierto de una pregunta, un lugar vacante: el perfil trazado en el suelo de un cuerpo recién retirado o de un cuerpo desaparecido y reclamado. Pero cuando se muestran, los cuerpos se encuentran instalados en sus propios puestos, tumbados. En un cuento breve de Samuel Beckett, titulado UNA TARDE, cierta mujer que fuera a buscar flores al campo encuentra "el cuerpo olvidado de un hombre"; "nadie lo había echado de menos, nadie lo buscaba" dice el relato. En la narrativa de Quiroz los cuerpos también aparecen tendidos sin espanto. Pero esa misma aparente naturalidad resulta amenazante; señala el indicio de un homicidio no denunciado o un accidente desconocido: objetos de culpa pendiente. Menciona el lugar del crimen, el cuerpo del delito. El óleo A VECES presenta el cuerpo olisqueado -socorrido quizá- por un perro o la sombra de un perro. La obra NADA PARA VOS muestra un cuerpo doblado sobre sí y rodeado de personas que lo observan personas de quienes sólo se muestran las piernas demasiado negras.
EL TIEMPO, EL CÍRCULO
El empleo de procedimientos técnicas variados (pintura, fotografía, dibujo, collage) también condiciona el juego de las figuras y las posiciones del discurso. El collage fomenta el humor surrealista, la simultaneidad de narrativas dispares, la intensidad del fragmento que escamotea un significado entero. Una copia del Ángel de la Anunciación de Boticelli, se invierte para bendecir el sexo de un sereno cuerpo descabezado (atrás hay una historia real, volteada para mejor señalar otros sentidos, decapitada para impedir la clausura de su registro).
El collage (que incluye fotografía, impresos y pintura) también permite trabajar el desencastre de los lugares, la imposibilidad de acceder a la dimensión contigua en donde se encuentra el otro (La ausencia), la dificultad de cruzar la mínima pared que separa de él (¿Quién eres tú?). Se instalan entonces metáforas de incomunicación y desencuentro (Muy frágil). Las salas vacías, las casas sin puertas ni ventanas, hundidas, enclaustradas. Los tiempos de espera. Las fases de la ausencia. Los mensajes que no llegan porque no fueron escritos o no tienen destinatarios conocidos (los mensajes a él, el que no tiene un nombre fijo).
El uso de la tiza instala un espacio de contingencia, donde no caben trazos definitivos ni inscripciones eternas. El signo que traza una figura o asienta un texto se encuentra siempre sujeto a ser borrado, corregido o disipado. En algunas obras, esta vulnerabilidad refuerza lo propiamente efímero, tal el caso de las marcas trazadas en la pared, posiblemente de una celda de presidio, para contar, asumir o apurar los días (obra titulada 382). En otras obras, la inseguridad de lo consignado deviene desconcierto; esto ocurre cuando la imagen se relaciona con emblemas históricos de poder o cifras de muerte; símbolos de valor perpetuo, sea por la perennidad que otorga el mito o lo inexorable de la caducidad humana. Los retratos del Mariscal López y el cuerpo ovillado de un hombre (que podría encontrarse muerto y, a juzgar por su posición, haber sido torturado) aparecen representados mediante trazos minuciosos pero frágiles, sometidos a los azares del devenir y el polvo de la memoria. En todo caso, el empleo de la tiza vuelve disponible un espacio de inscripción capaz de renovar los significados que gasta la cotidianidad y borronea el tiempo: capaz de afirmar el sentido que, avistado siempre a medias, garantiza la ilusión de permanencia o el retorno de algunas pocas cosas esenciales.
Ticio Escobar
Mayo, 2014, Asunción
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