EL OJO SALVAJE, 2008
ASUNCIÓN, DOCUMENTOS RECIENTES
Coordinación general: JORGE SÁENZ
Coordinación editorial: FREDI CASCO
Diseño y diagramación: NEGIB GIHA
Corrección: SILVIA SÁNCHEZ
Gestión cultural: ROCÍO ORTEGA
Impresión: AGZ
www.elojosalvaje.org
© 2008: el ojo salvaje
Edición con el apoyo del FONDEC.
ASUNCIÓN, DOCUMENTOS RECIENTES (SÍNTESIS)
Por Jorge Sáenz
El uso documental de la fotografía, el que necesita considerar los objetos y acciones que en ella se representan como evidencias, ha sido prolífico a lo largo de la corta historia de este medio y se ha ido adaptando al desarrollo de las tecnologías que intervienen en el proceso. Hoy más que nunca, estos procesos se encuentran en permanente transformación.
Lo que no se ha transformado, por suerte, es la vocación de algunas personas de contarnos su mundo y las cosas que les interesan o preocupan a través de imágenes que testimonian su experiencia y, sobre todo, su personal opinión sobre el tema tratado.
El tema que aquí tratamos con multiplicidad de enfoques es Asunción y sus alrededores. La ciudad ha sido un tema recurrente en fotografía documental y Asunción es una capital con historia y vida particulares. ¿Sabemos por qué fue llamada “el Paraíso de Mahoma” en la primera época colonial? ¿Qué sabemos sobre el sufrimiento de sus pobladores durante la guerra, que los hizo extranjeros en su propia tierra? ¿Qué de las luchas contra la dictadura? ¿Conocemos los problemas que hoy enfrentan los habitantes de los barrios? Para el ojo observador, sin embargo, todas estas historias están grabadas en sus calles y paredes, y en la cara de sus habitantes.
Hoy, esta ciudad verde, privilegiada por tener entre las ramas de sus árboles más de 200 especies de aves, está en inexorable transformación. La clásica población capitalina se ve, desde hace unas décadas, aumentada por los miles de habitantes rurales que, sin posibilidades de sembrar y cosechar en su propia tierra, llegan a Asunción cada semana buscando algo que les permita sobrevivir. Muchos de ellos terminan vendiendo frutas o mercancía de contrabando en los semáforos y aumentando la ya superpoblada ribera o los pueblos aledaños. Más de un millón de almas transita y habita en Asunción, sin poder ver ni hacerse cargo de toda la problemática compleja que la ciudad encierra. La mayoría nos consideramos meramente usuarios de Asunción, y muy pocos sus ciudadanos.
Coordinar este trabajo documental colectivo ha sido un desafío. Cada participante del proyecto, lejos de la mirada neutral, ha elegido y producido durante más de un año un conjunto de imágenes tomadas de nuestra realidad cotidiana. Y es así que la fotografía puede acercarse a un diagnóstico sensibilizador y movilizador de conciencias, ya que no solo necesitamos políticas municipales apropiadas, sino también aumentar la conciencia individual y social respecto de los problemas urbanos. ** Una de las grandes contradicciones de la fotografía autoral en acción es que si bien podemos considerarla un medio plural, el carácter individual de la acción y la responsabilidad de fotografiar (uno mira, uno decide, uno aprieta el disparador) ha condicionado a los cultores de esta disciplina al individualismo y al consecuente aislamiento. Por esta razón, ha sido un gran salto para el grupo de autores que partimos del Taller de Ensayo Fotográfico –que me enorgullece coordinar desde hace cuatro años– constituir el ojo salvaje.
Este colectivo se funda, entre otras cosas, para romper el aislamiento en el que se ha sumido la práctica fotográfica en Paraguay e impulsar el estudio de esta disciplina del arte; coordinar esfuerzos para difundir por medio de muestras y publicaciones la obra hasta ahora dispersa de autores locales y promover el intercambio con otros autores fuera de nuestras fronteras.
Asunción, julio de 2008
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN;
TURNO NOCHE, FERNANDO ROMERO;
BUSCANDO LA SOMBRA, FRANCENE KEERY PLANÁS;
ODISEAS MÍNIMAS, JOAQUÍN Y FREDI CASCO;
MERCADO, MÓNICA MATIAUDA;
POLVO DE ESTRELLAS, JORGE SÁENZ;
400, JORGE VIDART;
BARRIO CHINO, LUCAS NÚÑEZ;
ARRIBA/ABAJO/ARRIBA, LUIS VERA;
COMEDORES, TAMARA MIGELSON;
FACHADAS, JAVIER MEDINA;
DENSIDAD, RENÉ GONZÁLEZ;
KAVAYÚ, NEGIB GIHA;
AMPLITUD DE LA MIRADA, JUAN CARLOS MEZA .
INTRODUCCIÓN
Por JORGE SÁENZ
El uso documental de la fotografía, el que necesita considerar los objetos y acciones que en ella se representan como evidencias, ha sido prolífico a lo largo de la corta historia de este medio y se ha ido adaptando al desarrollo de las tecnologías que intervienen en el proceso. Hoy más que nunca, estos procesos se encuentran en permanente transformación.
Lo que no se ha transformado, por suerte, es la vocación de algunas personas de contarnos su mundo y las cosas que les interesan o preocupan a través de imágenes que testimonian su experiencia y, sobre todo, su personal opinión sobre el tema tratado. Dentro del conjunto de los diversos géneros documentales, el uso de la fotografía fija se consolida en la preferencia de los espectadores por ser un terreno más propicio para la reflexión.
Al ser la acción de mirar una acción del pensamiento, cobra importancia el saber quién lo vio así y nos lo cuenta desde las páginas de un libro, un diario o la pantalla de una computadora.
El reconocimiento de la categoría autoral de un trabajo documental debe partir por juzgar si el trabajo ha sido investigado con la honestidad y compromiso suficiente que nos permita saber desde dónde nos habla su autor, qué posición adopta concientemente frente al tema tratado.
Ver y darle forma personal a un discurso fotográfico pone en juego las capacidades estéticas del autor, a tal grado que muchas veces escuchamos este comentario al colgar una fotografía documental en la pared de una galería o un museo: “Esta fotografía trasciende lo meramente documental”.
Como si lo documental fuera algo simple. La creación artística del mensaje es inherente a todo proceso fotográfico documental de autor, por eso no cabría distinguir a priori entre arte y documento, más que por el uso y el contexto en que este trabajo se muestra.
Es notable la coincidencia en la falta de desarrollo de la fotografía documental en países que han tenido largos periodos de gobiernos dictatoriales.
Si bien hoy en día ya no confundimos fotografía con realidad, es evidente que a los dictadores no les ha gustado la imagen fotográfica más que como propaganda explícita de su régimen. Aunque, paradójicamente, hasta la propaganda ha sido útil a la hora de historiar y documentar un régimen determinado.
Sabemos por múltiples experiencias que la existencia de fotografías que documentan de un modo crítico la sociedad en que vivimos no constituye por sí misma un factor de cambio. Su papel se reduce, modestamente, a señalar con el dedo de la conciencia las cosas que el autor considera que deben ser cambiadas, o a mostrar simple y directamente lo que no vemos y por tanto no valoramos. Si la publicación y difusión de este pensamiento crítico, en forma de fotografías, entronca con la movilización de mentes sensibles –posibles agentes de cambio– entonces los resultados bien pueden ser otros.
Es así que al ver un trabajo documental que nos emociona, el “esto fue” inherente a toda fotografía se traducirá en “esto es y no lo vi...”, o “esto es y va a seguir así si no hago algo para que cambie...”. Transformación que llega al autor, convirtiéndolo en un político en acción.
NUESTRA CIUDAD
El tema que aquí tratamos con multiplicidad de enfoques es Asunción y sus alrededores. La ciudad ha sido un tema recurrente en fotografía docu- mental y Asunción es una capital con historia y vida particulares.
¿Sabemos por qué fue llamada “el Paraíso de Mahoma” en la primera época colonial? ¿Qué sabemos sobre el sufrimiento de sus pobladores durante la guerra, que los hizo extranjeros en su propia tierra? ¿Qué de las luchas contra la dictadura? ¿Conocemos los problemas que hoy enfrentan los habitantes de los barrios? Para el ojo observador, sin embargo, todas estas historias están grabadas en sus calles y paredes, y en la cara de sus habitantes.
Hoy, esta ciudad verde, privilegiada por tener entre las ramas de sus árboles más de 200 especies de aves, está en inexorable transformación. La clásica población capitalina se ve, desde hace unas décadas, aumentada por los miles de habitantes rurales que, sin posibilidades de sembrar y cosechar en su propia tierra, llegan a Asunción cada semana buscando algo que les permita sobrevivir. Muchos de ellos terminan vendiendo frutas o mercancías de contrabando en los semáforos y aumentando la ya superpoblada ribera o los pueblos aledaños. Más de un millón de almas transita y habita en Asunción, sin poder ver ni hacerse cargo de toda la problemática compleja que la ciudad encierra. La mayoría nos consideramos meramente usuarios de Asunción, y muy pocos sus ciudadanos.
¿Nos gusta nuestra ciudad? Si la respuesta es afirmativa, ¿por qué no hay, como sí hay de otras ciudades, profusión de libros sobre ella? Como mínimo podemos decir que, desde el punto de vista de la intención documental seria, ha sido un amor casi olvidadizo. Únicamente cabe destacar los antecedentes de carácter excepcional en su compromiso, realizados en distintas épocas por parte de los autores Jesús Ruiz Nestosa, Carlos Bittar, Gabriela Zucolillo y Fernando Allen. Cuando las hubo, la publicación de estos trabajos ha sido de carácter marginal y con un gran esfuerzo individual de sus autores. Hagamos sino la prueba de ir a una librería de Asunción y pedir un libro sobre esta ciudad...
Anticipando nuestra percepción, desde el prólogo a la edición de 2002 del primer volumen de Postales de la Asunción de antaño de Jorge Rubiani, el escritor Helio Vera comenta:
“De Asunción sabemos muy poco. Sigue siendo un misterio, salvo obviedades que prodigan los libros de lectura. Ella nos habita, pero no sabemos quién es. Son pocos los que se entregaron a la tarea de interrogarla, opor lo menos de cavilar sobre las preguntas que hubiésemos querido hacer...”
LA MIRADA COLECTIVA EN ACCIÓN: EL OJO SALVAJE
Coordinar este trabajo documental colectivo ha sido un desafío. Cada participante del proyecto, lejos de la mirada neutral, ha elegido y producido durante más de un año un conjunto de imágenes tomadas de nuestra realidad cotidiana. Y es así que la fotografía puede acercarse a un diagnóstico sensibilizador y movilizador de conciencias, ya que no solo necesitamos políticas municipales apropiadas, sino también aumentar la conciencia individual y social respecto de los problemas urbanos.
Una de las grandes contradicciones de la fotografía autoral en acción es que si bien podemos considerarla un medio plural, el carácter individual de la acción y la responsabilidad de fotografiar (uno mira, uno decide, uno aprieta el disparador) ha condicionado a los cultor es de esta disciplina al individualismo y al consecuente aislamiento. Por esta razón, ha sido un gran salto para el grupo de autores que partimos del Taller de Ensayo Fotográfico –que me enorgullece coordinar desde hace cuatro años– constituir el ojo salvaje.
Este colectivo se funda, entre otras cosas, para romper el aislamiento en el que se ha sumido la práctica fotográfica en Paraguay e impulsar el estu- dio de esta disciplina del arte; coordinar esfuerzos para difundir por medio de muestras y publicaciones la obra hasta ahora dispersa de autor es locales y promover el intercambio con otros autores fuera de nuestras fronteras.
En esta ocasión encontramos oídos cada vez más receptivos a este esfuerzo. Agradecemos el auspicio general del FONDEC y al Centro Cultural de la Ciudad-Manzana de la Rivera, donde se exponen las fotografías publicadas en este volumen. Agradecemos también el apoyo de las siguientes organizaciones públicas y privadas para las demás exposiciones y eventos que conforman el primer Mes de la Fotografía en Paraguay: Centro Cultural de la República-El Cabildo, Fundación Migliorisi, Museo del Barro, las embajadas de Francia, Brasil, Argentina y Alemania, Centro Cultural de España Juan de Salazar, Centro Cultural Paraguayo-Americano, Instituto Cultural Paraguay o Alemán, Galería Larissa Jiménez y Pomelo Editorial. Gracias a ellos, nos sentimos orgullosos de presentar ante el público nuestro trabajo Asunción, documentos recientes, inscrito en un circuito mayor de exposiciones (el ojo salvaje) que durante un mes convertirán a Asunción en un referente de la fotografía en la región.
Julio de 2008
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