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ILDEFONSO ANTONIO BERMEJO (+)
 
ILDEFONSO ANTONIO BERMEJO (+)






Biografía:

BERMEJO, ILDEFONSO ANTONIO

Fue periodista, escritor, literato. De nacionalidad española, nació en 1820 y había estado exiliado en París donde conoció a López hijo que estaba de gira por Europa. Perteneció al grupo de contratados por éste en el viejo continente para engrandecimiento del país.

Fue el propulsor de varias instituciones de estudios en este país, como El Aula de Filosofía, que fue de las primeras. Señala Luis G. Benítez que dicha institución comenzó a funcionar con estudiantes que fueron de la Escuela Normal y de las clases de latinidad del Padre Fidel Maíz y Bernardo Ortellado. Y que al cabo del primer año académico, los alumnos dieron una prueba pública, cuya mesa examinadora estaba integrada por el Presidente de la República y el Obispo Diocesano. De los alumnos de esta institución pronto se distinguieron Natalicio Talavera, Juan Crisóstomo Centurión, Andrés Maciel, Cándido Bareiro, Gumersindo Benítez, Mariano del Rosario Aguiar, y otros.

Señala Pérez Maricevich que "la generación de la que LA AURORA constituye el vocero está completamente imbuida de las actitudes y el sistema de pensamiento del romanticismo francés. Los confesados y admirados maestros son Alphonse de Lamartine y Bernardin de Saint-Pierre."

Prosigue señalando que: "Un análisis de contenido de la revista induce a concluir que sus artículos no fueron precisamente productos espontáneos de sus autores. "La influencia de la cátedra es evidente, y la influencia de Bermejo se observa en su actitud reaccionaria en relación con el espíritu de su tiempo." Pérez M. es poco generoso con Bermejo cuando señala: "Bermejo revela una extremada mediocridad en sus conocimientos. Su menesterosidad ideológica lo impele a aposentarse en moradas filosóficas tales como el estoicismo, interpretado de tejas para abajo, en el que un concepto de la virtud moral apto para un sermón de párroco provinciano, sustituye al del inmovilismo oriental, sin ninguna gracia ni provecho. Lejos está Bermejo del senequismo español de un Quevedo, por ejemplo; él no es más que un ejemplar carlista asombrosamente bien hecho y extraviado bajo cielos heréticos como los de París y América, de los que se alejó aún más ciego y entenebrido que antes."

Bermejo organizó también la Escuela Normal, y se vinculó al periodismo paraguayo siendo el principal redactor de El Semanario" que apareció en 1853 y cuya dirección asumiera en 1856.

Bermejo también fue director de “EL ECO DEL PARAGUAY" semanario que apareció entre 1855-1857, de “LA AURORA” revista del Aula de Filosofía que apareció bajo su dirección en 1860, y de "LA ÉPOCA", otro semanario que apareció entre 1858-1860. Estaba casado con Purificación Jiménez. Fue autor de varias obras teatrales y promotor de puestas en escena de dichas obras, como "UN PARAGUAYO LEAL".

Regresó a España antes del estallido de la Guerra de la Triple Alianza, en 1863. Escribió libros donde dejó testimonios negativos con respecto a la sociedad paraguaya, como en "EPISODIOS DE LA VIDA PRIVADA POLÍTICA Y SOCIAL DE LA REPÚBLICA DEL PARAGUAY, 1873". Otra edición circuló en Chile en 1883, con la denominación "LA TIRANÍA DE LÓPEZ". La publicación de Eudeba de 1973 se denomina “EL PARAGUAY EN TIEMPOS DEL VIEJO LÓPEZ".

Benítez señala otra publicación de Bermejo "LA IGLESIA CATÓLICA EN AMÉRICA", que refuta las tendenciosas afirmaciones del sacerdote chileno José Ignacio Eizaguirre. Ildefonso Bermejo perteneció en la capital española al Cuerpo de Archiveros y Bibliotecarios y fue redactor de "La Época" y "El Heraldo" de Madrid.

Fuente: FORJADORES DEL PARAGUAY – DICCIONARIO BIOGRÁFICO. Realización y producción gráfica: ARAMÍ GRUPO EMPRESARIAL. Coordinación General: Ricardo Servín Gauto. Dirección de la obra: Oscar del Carmen Quevedo. Tel.: 595-21 373.594 – correo: arami@rieder.net.py– Asunción-Paraguay 2001 (716 páginas).

 


BERMEJO, ILDEFONSO ANTONIO

Nació en Cádiz, en 1820. Cursó estudios de Humanidades con los Jesuitas del Colegio de San Luis Gonzaga, de Sevilla, y luego estudios universitarios. Ingresó en el Cuerpo de Archiveros y Bibliotecarios.

Fue periodista en importantes diarios madrileños de aquel tiempo. Según ciertos datos, llegó a diputado. Varela dice inclusive "gobernador civil"; pero la edad en que Bermejo salió de España desterrado por su actuación política (veintiséis años) no apoya mucho esa afirmación, ya que esos cargos no solían conferirse a edad tan juvenil.

En París, y en 1854, lo encontró FRANCISCO SOLANO LÓPEZ, quien lo persuadió a que viniera al Paraguay. Contratado por Don Carlos, llegó acá el 20 de marzo de 1855, con su esposa Doña PURIFICACIÓN JIMÉNEZ.

Ese mismo año organizó la ESCUELA NORMAL, inaugurada en junio, que recogió los dispersos alumnos de la Escuela de Matemáticas del profesor Dupuis y del Colegio del maestro Escalada, y funcionó en el local que hoy ocupa la Policía. Esta Escuela tuvo carácter preparatorio, y duró solamente hasta enero 1856, fecha en la cual extendió sus diplomas. Al propio tiempo desempeñaba Bermejo las funciones de redactor de EL ECO DEL PARAGUAY (julio de 1855 a octubre de 1857). En el transcurso del mismo 1856 se fundó el AULA DE FILOSOFÍA, ya prevista en los planes docentes de Don Carlos y que duró varios años.

El programa del Aula de Filosofía comprendía las asignaturas de cosmografía, moral y teodicea, historia sagrada y profana, lógica, gramática, geometría, francés, inglés, filosofía, literatura y composición. De todas ellas era catedrático Bermejo. Los primeros exámenes del Aula fueron presididos en persona por Don Carlos Antonio.

El 7 de octubre de 1857, Bermejo, sin abandonar las mencionadas -ocupaciones docentes, pasó a ocupar el puesto de redactor del SEMANARIO, donde la huella de su labor es evidente. Además de los muchos artículos de redacción y de las traducciones, publicó en este periódico trabajos en prosa y verso, firmados algunos y anónimos otros. Hay que atribuirle también la iniciativa de la publicación de los primeros folletines novelescos -UNA NOCHE DE BODAS, ESTHER, CRAO, LA FAMILIA DE SCONNER- que matizaban la austeridad del material puramente informativo o político. Y en octubre 1860 asumió el cargo de redactor en jefe y responsable de LA AURORA, revista de literatura, artes y ciencias, primera publicación de este carácter en el país, y también nuestra primera revista ilustrada. En LA AURORA publicó Bermejo muchos trabajos firmados, en prosa y verso, entre ellos el discurso pronunciado con motivo de la inauguración del Seminario, en el cual hace gala de sus conocimientos históricos.

También dirigió Bermejo, durante algún tiempo al menos, la IMPRENTA DEL ESTADO, vigilando las obras de instalación de las maquinarias que para la misma adquirió en Europa Francisco Solano López.

Pero ya antes se había encargado, por deseo expreso de Don Carlos, de planificar y organizar el TEATRO NACIONAL. Eligió actores y los formó, ensayando y montando obras en el escenario por él mismo -según referencias- planeado y dirigido, y que ocupaba los fondos del actual TEATRO MUNICIPAL. Entre las obras representadas figuraron comedias de BRETÓN DE LOS HERREROS y DUMAS, entremeses de DON RAMÓN DE LA CRUZ, e inclusive zarzuelas, por lo cual hemos de considerar a Bermejo como el introductor de este género lírico en el país. Bermejo actuaba, no sólo como director y actor, sino también como escenógrafo y utilero. Su esposa tenía a su cargo el vestuario.

A mediados de 1858 llegó a Asunción la primera compañía extranjera, contratada por Don Carlos. Bermejo se encargó de las crónicas que en el SEMANARIO daban cuenta de su actuación. Ese conjunto, llamado COMPAÑÍA ESPAÑOLA, dio dos obras de Bermejo, las primeras piezas estrenadas en el Paraguay independiente de las cuales haya llegado a nosotros el texto o por lo menos el argumento. La primera de ellas, UNA LLAVE Y UN SOMBRERO, era un drama histórico, de ambiente español (corte de Felipe IV). En la segunda, intitulada UN PARAGUAYO LEAL, Bermejo intentó corporizar ambiente y tipos locales, justificando así las palabras pronunciadas la noche del estreno, y recogidas en el prólogo de la obra (dirigido a Don Carlos) según las cuales "abría con esa obra las puertas del teatro paraguayo".

UN PARAGUAYO LEAL introduce personajes convencionalmente paraguayos, y con ellos unos bocadillos en guaraní, redactados según tradición por NATALICIO TALAVERA. Ambas obras fueron editadas por la Imprenta del Estado. UN PARAGUAYO LEAL fue reeditado en Asunción en 1898. Una tercera obra, LA LEY DE REPRESALIA, empezó a ensayarse por la COMPAÑÍA AMERICANA DE DUELOS, llegada en 1859; pero no llegó a representarse, seguramente a causa del viaje que por esa misma fecha (noviembre de 1859) realizó Bermejo a Buenos Aires. Hay noticia de que una obra suya LA CONSOLA Y EL ESPEJO, fue estrenada en esta última capital, en fecha desconocida.

El volumen de trabajo que estas ocupaciones simultáneas suponían era enorme y hay que tener en cuenta que Bermejo atendía, según testimonios, todas sus obligaciones con puntualidad y exactitud. J. CRISÓSTOMO CENTURIÓN dice que "era de notar su contracción sin descanso a su labor".

En 1862, y editado por la Imprenta del Estado, apareció un volumen de 240 páginas, intitulado LA IGLESIA CATOLICA EN AMERICA, en el cual Bermejo refutaba las afirmaciones referentes al Paraguay, vertidas por el sacerdote chileno JOSÉ IGNACIO EIZAGUIRRE en su obra, publicada unos años antes, LOS INTERESES CATOLICOS EN AMERICA. El gobierno dio a Bermejo públicas gracias por su libro, además de una recompensa en efectivo.

Bermejo partió para España con su esposa en enero de 1863. Se ha dicho que fue invitado a abandonar el país. No fue así. Su salida fue voluntaria, y el motivo aparece explícito en la nota por él dirigida al Presidente con fecha 15 de diciembre de 1862. Bermejo se molestó porque una larga crónica de cinco columnas por él preparada con motivo de la inauguración del Oratorio en la residencia presidencial de Olivares no había sido publicada, ordenándosele en cambio escribir una breve noticia -lo que llamaríamos un suelto- sobre el asunto. Presentó su dimisión, que le fue aceptada. Que salió del país en buenos términos con el gobierno, lo corrobora por lo demás el hecho de que al partir llevaba el encargo de escribir una HISTORIA DEL PARAGUAY, por cuyo trabajo se le adelantó la suma de dos mil quinientos pesos. El trabajo según los términos del contrato debía estar terminado en un año. No se sabe que Bermejo haya cumplido su compromiso: ninguna historia paraguaya de pluma de Bermejo ha sido nunca mencionada. Sin embargo, Bermejo siguió mandando desde Madrid colaboraciones al SEMANARIO, y éste publicándolas. La última apareció el 28 de enero de 1865, cuando el plazo de entrega de la obra había sido rebasado ya con creces, y es de suponer que el incumplimiento del contrato tendría que haber suscitado alguna reacción por parte del gobierno paraguayo, exigente en punto a cumplimientos, como era por su parte cumplido.

Ya en España, Bermejo siguió actuando en el periodismo y estrenó varias obras teatrales, aunque nunca alcanzó a destacarse. En 1873 apareció en Madrid EPISODIOS DE LA VIDA PRIVADA, POLITICA Y SOCIAL DEL PARAGUAY, diatriba contra múltiples aspectos de la vida en este país. Una segunda edición de este libro se publicó en Asunción en 1913.

Bermejo falleció en 1892.

VALORACIÓN

a) COMO PERIODISTA. Su estilo es buena muestra de la prosa periodística de su tiempo, con pocas excepciones metódica y chata, caracterizadamente provinciana. Quizá influyera en cierta medida para esa pobreza la violencia que según testigos de época había de hacerse a menudo Bermejo para no dar paso a sus propias opiniones.

Esto justificaría también las contradicciones frecuentes en que incurre y que hacen un tanto difícil de definir el verdadero ideario de Bermejo. Era un admirador de Larra, como lo revela el seudónimo elegido para sus críticas de costumbres en LA AURORA (EL POBRECITO CENSOR es inequívoca parodia de EL POBRECITO HABLADOR, vehículo de parte de la producción de Larra). Pero su estilo., aún en esos artículos que fueron probablemente escritos antes de su llegada al Paraguay y por tanto no sufrieron de las inhibiciones mencionadas, distan de poseer la cincelada dureza del maestro, aunque manifiestan mayor soltura y chispa que el de sus redacciones cotidianas. Posiblemente alguno de esos artículos perteneciese a la serie que motivó su exilio, en la metrópoli.

b) COMO CRÍTICO. Con las crónicas de Bermejo relativas a la actuación de la COMPAÑÍA ESPAÑOLA (Julio 1858 a febrero 1859) se inicia la crítica teatral en el país. Esas crónicas evidencian conocimiento de la materia teatral, tanto literaria como escénica, y sensatez apreciativa. Algo podría aún hoy aprenderse leyendo esas crónicas, por lo menos en cuanto a fervor profesional y honradez crítica. Por otro lado; en ellas el estilo de Bermejo, siempre un tanto chato, se resiente aún más y cae, a veces, quizá debido al exceso de trabajo en esa temporada acumulado, en el desajuste semántico y los lapsus calami contrastando con el de otros escritos, correcto aunque adocenado. También inicia Bermejo, aunque en forma precaria, la crítica artística (reseña de la exposición realizada por el artista FÉLIX ROSETTI, nuestro visitante en los primeros meses de 1859).

c) COMO ENSAYISTA adolece del mismo pedestrismo ya señalado, aunque es más atildada que su prosa periodística y está en general limpia de incorrecciones. En su diatriba contra el Paraguay adoptó el tono irónico, pero casi nunca alcanza su objetivo, debido a esa misma pesadez y ausencia de auténtica agudeza; a pesar de haber nacido en Cádiz, Bermejo parece no haber beneficiado mucho de sus salinas. Su pesada gracia puede sin embargo encontrar cierta acogida en los espíritus poco exigentes. Su refutación a Eizaguirre, hecha con método y solidez, es quizá más interesante como definición literaria.

d) COMO AUTOR TEATRAL. Perdida UNA LLAVE Y UN SOMBRERO, no teniendo a mano ninguna de las obras que estrenó en Buenos Aires o en España, la única pieza por la cual podemos juzgarle es UN PARAGUAYO LEAL, comedia en tres actos (por los datos que tenemos de LA LEY DE REPRESALIA también intentó Bermejo el drama). UN PARAGUAYO LEAL es una pieza de versificación facilona y sin mayor brillo, de intriga no muy complicada, pero bastante bien llevada y sobria en efectos y forma, sin alardes enfáticos ni discursivos, como correspondía a un discípulo espiritual de Moratín hijo y a un admirador de Ventura de la Vega. Aún teniendo en cuenta todos sus defectos, UN PARAGUAYO LEAL, con sus personajes típicos -a los que no falta algún toque cazurro- y sus bocadillos en guaraní, debe figurar cronológicamente como pieza inicial del teatro paraguayo moderno: aún tardará éste muchos años en superarla desde el punto de vista del logro estructural.

e) COMO POETA. Dentro de su siempre escasa brillantez conceptiva, Bermejo parece manejar mejor sus ideas y su vocabulario cuando escribe en verso. Nacido en 1820, debió despertar a la afición literaria en plena explosión romántica y ser por tanto un epígono del romanticismo. Pero su educación tradicional y su formación preceptiva, a la cual no pudo servir de contrapeso su temperamento escasamente original, le mantuvieron apegado a las formas también tradicionales. Sus moldes predilectos parecen ser -aparte el diálogo teatral- el romance moralizador, la epístola, el apólogo o la sentencia en verso, de las cuales se hallan muchas en el SEMANARIO y en LA AURORA. Su obra de mayor empeño en este plano es la composición contra la guerra publicada en LA AURORA, que revela ciertas facetas de su ideario humanístico. Esta afición por las formas cerradas, su frialdad imagística -que es por otro lado, como se ha dicho, idiosincrásica- su prescindencia de a la naturaleza, su filosofismo, su conceptualismo, le asignan un perfil neoclásico, que otras manifestaciones suyas se encargan de acentuar. Su permanencia en Francia no parece haber influido en su formación literaria, aunque llegó a conocer perfecta-mente el francés.

f) COMO ORGANIZADOR TEATRAL. En este terreno el papel formativo y estimulante de Bermejo destaca netamente. A él se debe la organización del primer elenco teatral paraguayo con carácter estable, la selección de un repertorio, la realización de las obras, y hasta según noticias el planeamiento del primer escenario local: asimismo estable. Su intervención es también palpable en la venida de las primeras compañías extranjeras a través de las cuales el público nacional estableció contacto con la cultura escénica de aquel tiempo; suya fue la instauración de la crítica teatral, en la cual tuvo continuadores. Sólo ya por la labor desarrollada en este aspecto cultural, merece Bermejo aprecio crítico y lugar señero en el panorama de la cultura nacional.

g) COMO PROFESOR. La actuación de Bermejo en este plano es también digna de estima, y no es posible negar su reflejo efectivo en la formación de las nuevas élites nacionales. Dice el Coronel J. CRISÓSTOMO CENTURIÓN, que no sólo le conoció y trató sino que fue su alumno, y que habiendo viajado luego pudo establecer ciertas obligadas comparaciones: "Su profesorado en el Paraguay fue fecundo en resultados, y creo que no se andaría lejos de la verdad si se afirmara que los jóvenes más instruidos de la época fueron los que salieron de sus clases". Uno de ellos fue NATALICIO TALAVERA, primer poeta paraguayo digno de ese nombre. Puede citarse también a GUMERSINDO y MAURICIO BENÍTEZ, MARIANO AGUIAR, MATEO COLLAR, ANDRÉS MACIEL, JOSÉ DEL ROSARIO MEDINA. Promoción toda ella de formación esencialmente humanística, que por desgracia también desapareció casi en su totalidad en el turbión que a poco sobrevino.

VALORACIÓN FINAL. La labor de Bermejo, salta a la vista, fue multilateral y provechosa y marcó punto de partida en más de un aspecto cultural. No era Bermejo una personalidad brillante -la oportunidad de una personalidad tal en aquel momento histórico, en el cual el proceso político e ideológico se realizaba al nivel del monólogo, es dudosa-, pero poseía lo que en aquel momento precisaban para su efectividad los planes de Don Carlos: optimismo, actividad casi sobrehumana, sentido de orden y método. La cultura paraguaya debe mucho a Bermejo, y esos beneficios han adquirido ya categoría histórica. No es posible negar su papel precursor en más de un aspecto, su dedicación, la ductilidad con que supo adecuarse a las características del instante cultural al que aportaba su colaboración. Pero por esto mismo, no es posible tampoco pasar por alto en la valoración final de la obra y más aún del hombre, el gesta inesperado, la actitud poco airosa con que pareció querer desvincularse -inútilmente, por lo demás- del país al cual había entregado ocho años de esfuerzos y entusiasmo, y de la obra en él realizada. No se han puesto en claro todavía, a mi ver, los factores que pudieron determinar esa actitud de Bermejo -actitud que pudiéramos llamar en cierto modo póstuma, ya que se produce a los diez años de salir del Paraguay-. Pero si su actitud podría, eventualmente, explicarse, ello no significa que pueda justificarse. Por lo demás, en el hecho desairado, no es el Paraguay el que más salió perdiendo. Un libro de escaso relieve literario, en el cual el autor desciende inclusive al plagio, reproduciendo como propios párrafos enteros de una obra (la del Padre Eizaguirre) por él mismo atacada y refutada once años antes, no puede sino muy transitoriamente afectar a un país. A la distancia de un siglo, queda reducida a un simple renglón bibliográfico. Es sin embargo suficiente para desvalorizar una trayectoria y desacreditar a un hombre. Este es el balance final en la mencionada obra de Bermejo. Profesor de filosofía, Don Ildefonso olvidó a última hora su vocación y deslustró el laurel que sus otros laboriosos empeños le hicieron merecer.

BIBLIOGRAFÍA: ARCHIVO NACIONAL. Documentos varios.

BERMEJO, Ildefonso. Episodios de la vida privada, política y social de la República del Paraguay, Madrid, 1873. Reeditada por Quell y Carrón, en Asunción, 1913.

BERMEJO, Ildefonso. Un Paraguayo Leal, Asunción 1898, imprenta Kraus.

CENTURION, Carlos R. Historia de la Cultura Paraguaya, Buenos Aires, 1961.

CENTURION, Juan Crisóstomo. Memorias, Buenos Aires, 1944.

SEMANARIO. Colección Archivo Nacional.

JOSEFINA PLA. Trescientos años de teatro paraguayo. En prensa.

JUAN F. PEREZ AGOSTA. Don Carlos Antonio López, obrero máximo, Buenos Aires 1948.

LA AURORA. Archivo Nacional.

O'LEARY, JUAN. Ildefonso Bermejo, falsario, impostor y plagiario, Buenos Aires 1953.

VÁRELA, HECTOR F. Elisa Lynch. Buenos Aires 1933.

Fuente: DICCIONARIO DE LA LITERATURA PARAGUAYA (I PARTE) de FRANCISCO PÉREZ-MARICEVICH. Biblioteca Colorados Contemporáneos ( 7 ). Editor: Instituto Colorado de Cultura,  Director: Dr. H. Sánchez Quell, Asunción-Paraguay,  1983 (293 páginas).





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