LA VAQUITA SOCORRO
Cuento de MARÍA IRMA BETZEL
LA VAQUITA SOCORRO
Cuando Rosarito cumplió 5 años su papá le regaló una vaquita. Todas las mañanas bien temprano ella llegaba al corral y ¡chiiiic ...! ¡chiiiiic...! ¡chiiiic...! Doña Nati, la señora que venía a ordeñar, le cargaba hasta el borde un jarrito con leche espumosa y tibia.
A Rosarito le gustaba contar las manchas blancas que tenía su vaquita y se entretenía observándola mientras ésta le daba lengüetazos una y otra vez a su ternerito hasta dejarlo bien "peinado".
Un día la niña se enteró de que las vacas también pueden tener nombre, fue cuando Pedro, el "bodoquero" le preguntó:
-¿Cómo se llama tu vaquita?-Ella no supo qué responderle y se quedó pensando y pensando que nombre le pondría hasta que de pronto dijo:
-¡Ya sé! ¡Se llamará Socorro!
-No es nombre de vaca-dijo serio el papá.
-Pero es lindo -insistió la niña y salió corriendo para contarle a todos el nuevo nombre de su mascota.
Una tarde, Rosarito esperó en vano a Socorro que no llegaba para entrar al corral donde debía dormir.
Cuando ya era de noche, salió al patio y se puso a gritar con todas sus fuerzas:
¡SOCORRO! ¡SOCORRO! y como no la veía por ningún lado continuó gritando cada vez más fuerte, tanto, que los vecinos, al escucharla, se asustaron pensando que estaba pidiendo ayuda y rápidamente varios de ellos se encaminaron hacia su casa.
-¿Qué será lo que le pasa a esa niña? ¡Ay, che Dios! ¿Será que le asustó una víbora? ¿O será esto o será lo otro?-venía diciendo todo el tiempo Doña Nati que era muy curiosa y conversadora.
Y llegaron allí muchas personas cargando palos y piedras que juntaron por el camino. Y hasta Pedrito, que vivía más lejos (parece que Doña Nati le mandó a su hijo menor a avisarle) llegó también corriendo con su hondita y sus bolsillos llenos de bodoques.
-¿Qué te pasa Rosarito? ¿Por qué estás pidiendo ayuda? - le dijeron todos asustados.
-Yo no estoy pidiendo ayuda, solo estoy llamando a mi vaquita Socorro -dijo la niña, y en eso apareció la vaquita muy campante, trotando, trotando, con su ternerito atrás.
Los vecinos se rieron mucho después del susto que se dieron y desde entonces el papá de Rosarito le dijo a la niña que cambiara el nombre de su vaca para evitar confusiones. Sin embargo, todos los vecinos le siguen llamando Socorro y cuando la ven trotando por allí dicen:
-Allá está la vaca de Rosarito y le gritan ¡SOCORRO! ¡SOCORRO! y se matan de risa porque se acuerdan del susto que se llevaron y que al final no era susto sino una confusión nomás.
Yo, por las dudas, cuando tenga una vaca no la voy a llamar Socorro. ¿Y vos?
Fuente:
(CUENTOS Y POEMAS PARA NIÑOS Y ADOLESCENTES)
Editado con el auspicio del FONDEC
QR Producciones Gráficas S.R.L.,
Diciembre, 2002 (210 páginas).
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