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Fernando Grillón (+)

  EL TRINO SOTERRADO, Tomo I - LUIS MARÍA MARTÍNEZ (Ilustración de tapa de FERNANDO GRILLÓN)


EL TRINO SOTERRADO, Tomo I - LUIS MARÍA MARTÍNEZ (Ilustración de tapa de FERNANDO GRILLÓN)

 EL TRINO SOTERRADO – TOMO I

PARAGUAY: APROXIMACIÓN AL ITINERARIO DE SU POESÍA SOCIAL

Por LUIS MARÍA MARTÍNEZ

Ediciones INTENTO,

Asunción-Paraguay 1985 (427 páginas)
 
Diseño de tapa: FERNANDO GRILLÓN
 
Versión digital:
 

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A los luchadores, vivos o muertos,
por la libertad de nuestro pueblo.
 
 
A los que porfiaron,
y sin ver la realidad
de sus sueños,
se sintieron realizados.
 
 
A los que confiados
en la proximidad de sus sueños,
quedaron a la vera del camino.
Luis María Martínez
 
 
 
A los que luchan un día
y son buenos.
A los que luchan un año
y son mejores.
A los que luchan muchos años
y son muy buenos.
A los que luchan toda la vida:
¡y son los imprescindibles!
 
Bertold Brech.
 
 
 
 
El Semanario (n.º 308, página 1).
 
«... El pueblo tiene dos gustos depravados: la adulación y la mentira; pero tiene también dos gustos naturales: la verdad y el valor. El pueblo respeta siempre a quien se atreva a hablarle con energía y desprecian a los que le temen. Hay animales feroces que no devoran más que a los que huyen; el pueblo es como el león: quiere que le ataquen de frente con aquella firme confianza que prueba que se entrega pero que se estima».
 
«... El pueblo no escucha sino a aquellos que le aman».
 
«... Delante de la verdad debe estar únicamente el hombre que escriba para el pueblo. No se crea por eso que sean menos escuchados ni menos populares...».
 
Asunción, febrero de 1860.
 
Época de Carlos Antonio López.
 
 
 
«Que nuestros artistas, nuestros escritores, nuestros luchadores de la causa de la libertad, jamás olviden que toda su batalla debe tener por brújula lo nacional. Nada podrá ser construido con sentido de perennidad si se olvidan las profundas raíces nacionales. El arte, la política, el quehacer cultural, deben beber los zumos mejores de la nacionalidad. El proceso tiene este itinerario: de lo nacional a lo universal, y no a la inversa. Que no haya arte inútil, que no haya belleza divorciada de pueblo. El pueblo, su servicio, su redención, su justicia, deben constituir los motivos de todo trabajo. Lo nacional, nuestro país, nuestros hombres, nuestros campesinos y obreros, nuestras mujeres. Es a ellos, a su elevación, que los artistas debemos dedicar todos los esfuerzos...».
 
Hérib Campos Cervera
(Deseo expresado ante la certidumbre de su muerte

 
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INTRODUCCIÓN
 
El lento conocimiento, que con el correr de los años fui obteniendo de la obra de nuestros casi anónimos poetas, en un país de escasos libros afianzados, hizo que acariciase la idea de reunir en un volumen esos hermosos y encendidos versos casi desconocidos para el gran público. No sólo para que se supiese que muchos de ellos no habían vivido de espaldas a la realidad de nuestra historia, sino antes bien, que los habían sentido muy profundamente. Y preocupado, especialmente, porque los disfrutase la juventud, que es siempre la destinataria de todos los mensajes ...
De igual manera, sentía casi todas las veces cierta sorda irritación, ante el hecho de que los críticos de oficio ni se preocuparan del destino de estos pobres aedos de clamor y vaticinios ignorados, y al contrario, que se afanasen solamente en recordar de unos pocos, que ni necesitaban publicidad. Y un poco también para enmendarles la plana: ¡que no todo se ha dicho en nuestra historia literaria, de tan escondidas voces y de tan herida secuencia!
Entendí muy bien que se debía poner en juego un gran amor hacia la obra de nuestros olvidados poetas, sin mezquindad de ninguna naturaleza. Total el pueblo los habría de juzgar conforme a su relevancia, importancia o deficiencias.
Pero ya en plena tarea comencé a comprender que no sólo se debía tener una disposición espiritual concordante con la amplitud sino por sobre todas las cosas entender que las obras de los mismos conformaban una especie de jalones en un vasto proceso evolutivo, históricamente observable, donde una línea de progreso unía las cuentas del rosario de lágrimas o cólera de uno a otro. Y además, mostrar que por sobre la acción perniciosa de los críticos, que en nuestro parnaso se ven no tan sólo islotes rodeados de supercherías sino todo un archipiélago de latidos, que son en realidad nuestros poetas.
Se que por sobre las dificultades propias que entraña hurgar en un medio lleno de interdicciones, donde la mayoría de los poetas ni libros tiene,, es tan sólo un aporte. Gente nueva vendrá a llenar los vacíos que he dejado sin quererlo o hasta tanto que los caminos de nuestra historia y de nuestro pueblo nos den la posibilidad cierta de internarnos en su verdad de vida y en sus más escondidos secretos, para revelaciones aún mayores.
 
 

LA POESIA SOCIAL PARAGUAYA
PALABRAS PRELIMINARES
 
 
En realidad, nuestra crítica literaria se ha columpiado casi siempre entre el rataplán reiterativo de unos pocos nombres cuanto en la flaccidez material por no sustentarse en el sustratum de nuestra historia, dándonos por lo ya señalando la visión desvaida o incompleta de la trayectoria de nuestra literatura, por lo que no es entendida a cabalidad. Se estaría así, no de manera absoluta en realidad en la situación que ya nos señalara Eligio Ayala, ese pensador aún no rescatado del todo para mejor usanza de nuestra cultura: `A nuestro pueblo casi nunca se le ha dicho la verdad..."
Recuerdo, en los días que venía preparando estas pocas páginas la lectura, con un joven poeta de las muestras de nuestro gran latido multitudinario, renovando al par nuestro optimismo y fe en sus letras así como en nuestro pueblo, lleno de potenciales esperanzas, para concluir casi siempre: "pero nuestra poesía tiene una frescura y una fuerza inusitadas que desearían tenerlas muchas otras". Precisamente en estos días, vuelto aquel poeta a su lejana residencia y con el cotejo que impone la distancia y las muestras de poesía de otras tierras me ha escrito con no despreciable importancia: “Aquí, en este pedazo del mundo, quizás el museo menos imaginario, desde aquí me doy cuenta de nuestra profundidad, del pueblo nuestro que labra, escarba, llega con las uñas y que el poeta no es un solitario más en la muchedumbre, como sucede aquí, en que la palabra ya no es la pólvora sino un instrumento de placer arquitectural; nuestra poesía va adelante ... Los viajes y la experiencia me han enseñado, concluye, que en aquella tierra (nuestro país) todavía hay sangre, hay emoción pura, hay fuerza y sobre todo algo que no vive de leyenda ni de mitos sino de la lucha creciente por hacer de la poesía y del poeta un animal que vomita ira por los cuatro costados de su existencia. . . "(Hugo López, en misiva, noviembre de 1980, desde Toulouse, Francia).-
Qué agregar, estimado poeta.
Decir solamente que nuestro fenómeno literario no es el resultado precisamente de una o dos figuras representativas, sino la labor silenciosa y de conjunto de su fuerza intelectual, donde no hay mitos que valgan ni que la gloria pueda ser repartida arbitrariamente cual una torta entre unos pocos. Finalmente concluir conforme a la justa apreciación del nunca viejo poeta MANUEL VERÓN DE ASTRADA: "En literatura no hay injusticias", dado que el tiempo concluye por afirmar y sostener la verdad indubitable cuando ya la apoyatura de la propaganda, los círculos o los amigos, que a la postre se marchan o desaparecen por el curso indetenido de la vida, siempre exigente por extraer la verdad relativa del momento, que es tan sólo un minuto . . . Y punto.
Conviene esclarecer que la poesía, no importa el aspecto que adquiera, conforma una sola y vigoroza corriente.
Voz alquitarada por la emoción o la fantasía, configura el acento del hombre en un medio social y en un instante histórico determinado.
No obstante, la personalidad del poeta y las circunstancias que conforman algo así como su única y no repetible historia individual, matizan el verbo de un colorido más o menos peculiar. De ahí que en cualquier poesía converjan elementos líricos mezclados con los no líricos. Ambos se llevan de la mano sin molestarse y de tanto en tanto gravita uno de ellos, haciéndose sentir en tono más fuerte. Lo decisivo en última instancia es la historia o experiencia personal del poeta y la posición en que éste se encuentra dentro de la sociedad. Precisamente la última circunstancia se torna en fundamentalísimo para que el poeta sea no tan sólo el intérprete de sus propias inquietudes individuales sino el mensajero o portaliras de inquietudes de mayor volumen, vale decir, las de un estrato social determinado o las de todo un pueblo. Esto no quiere decir ni mucho menos que lo lírico sea menos valioso que lo social ni que contradiga tal o cual momento histórico perimido. En medio de los más horrorosos momentos o en medio de los más borrascosos instantes del devenir de la humanidad el poeta ha sabido sobreponerse a las contingencias y rescatarnos las más sobrias y delicadas melodías del espíritu. Sin embargo, hay que señalar, sin que esto importe algo contradictorio, que las circunstancias históricas imponen prioridades, en orden a la responsabilidad del poeta. Así: si su pueblo experimenta momentos dolorosos o instantes de dramatismo y tragedia que afecta a todo el cuerpo social, el poeta no puede sustraerse sopena de irresponsabilidad, y sumergirse en las aguas poco profundas o importantes de su individualidad…
Pero, cómo saber en qué momento debe sumar su voz a la de los demás?
Las propias condiciones exteriormente existentes indican como con el índice hacia donde hay que marchar. Sus condicionamientos pesan como si flotaran en el aire, contagiando a todo el espíritu de la colectividad. Tanto es así que al poeta no le resta otra cosa que renunciar transitoriamente a su materia lírica para subrogarse en algo más amplio: la conciencia colectiva.
Por eso la poesía social resulta ser algo así como la conciencia de una gran fracción o la de todo un pueblo.! Y es la expresión de sus más significativos latidos y de sus más profundas emociones en torno a su devenir, a su diario peregrinar por las amplias alamedas de la historia!
 
 
 
EL AYER Y EL HOY DE ESTA POESÍA
 
Toda poesía tiene sus raíces plantadas en la historia, que es como decir en la vida de la sociedad.
Es por tanto la expresión de experiencias suscitadas en el marco condicionado de un momento de la humanidad o de la historia. Ergo: toda poesía es el repertorio de un poeta en un momento histórico determinado. Su espectro abarca mucho más de lo que el poeta se imagina: sus condicionamientos sociales.
Por algo hay poesía marchitada por el tiempo como hay poesía neutralmente quieta tal como botón de muestra, o la que persiste en su lozanía por un complicado fenómeno de belleza subyacente o de sentimientos de alto significado que superviven al través de los años, pese a todos los vaivenes de la historia.
Toda poesía, entendámosla, en la que no opta su lirismo, es social.
Pero eso sí, en la de acusado lirismo lo social debe ser extraído como fruto y examen de los sentimientos cual oro de la basta arena, que son más o menos peculiares o relevantes en época y época: ¡orla de la escueta o amplia dehesa de la tal poesía!
Pero social, entendido en sus lineamientos actuales, es toda poesía dirigida a significar aspectos resaltantes de su momento histórico, en perpetuo devenir. Sea la justa defensa de un pueblo que resiste en su presente por ser más de lo que es, presente que no puede ser tabulado en engañosas cifras de progreso sino en detectables aleteos hacia lo porvenir, como en lucha por una organización social superior, por una vida distinta, donde sean valores reales: la libertad, la personalidad humana, el pueblo, en fin, que transita hacia el futuro expresando a la vez sus verdaderas características, sin condicionamientos ni cadenas.
Esta poesía lleva por eso el peso de los condicionamientos históricos. Con su ayuda es posible reinstalarse en épocas ya transcurridas, en las que, por dar un ejemplo, tuvo sus grandes aleteos u oleajes en términos de lucha o combatividad, así como en sus momentos de terca monotonía o en sus instantes de aparente y calmoso derrumbe.
Con la poesía social es dable por tanto seguir paso a paso los hitos o jalones que han marcado la vida azarosa de aquel o de este pueblo. ¡Es la historia, pues, rescatada en alas de la fantasía, de la sustantiva emoción o de la cólera irreprimible!
 

ÉPOCA DEL COLONIAJE

La necesidad de una ruta para exportación de metales del Alto Perú generó la urgente circunstancia de contar con un punto de apoyo, a fin de posibilitar dicho objetivo. La existencia de tribus indígenas poderosas en áreas inmediatas al río Paraguay dio posibilidades de asentamiento a la colonización española.
La incorporación de los guaraníes al proceso de producción para sustentar a la población existente como consecuencia de la fundación del fortín de Asunción, planteó las primeras contradicciones entre los colonizadores y los nativos. Es indudable que no debió ser de otra manera, puesto que los guaraníes se encontraban en un tipo de economía primitivísimo, en tanto que los españoles vivían en las condiciones del feudalismo, formas opuestas de organización económica. Es por eso que los colonizadores, adaptándose a las modalidades existentes, dieron formas a un sistema de economía agraria basada en la servidumbre de la mujer indígena, en razón de que a los varones les permitían conservar muchos aspectos de su organización tribal.
Este proceso, es cierto, no se desarrolló idílica ni pacíficamente. De tanto en tanto generábanse poderosas rebeliones de los indígenas, reprimidas todas las veces en forma dura y cruel, tales como las producidas en 1543 y 1545, resistencia que duró en realidad algo así como más de un siglo.
Es dable pensar que tales gestas tendrían que haber generado algún tipo de rapsodia, que los colonizadores se cuidarían muy bien de no difundirla para no activar la llamarada de la resistencia. Así pues, la tradición de los guaraníes refiere la existencia de un poeta o ñe’e-papara llamado Etiguará, que sería el primer bardo indígena. Al respecto, Narciso R. Colmán (Rosicrán) estima que «sus obras poéticas permanecen en los misterios de algún jeroglífico».
Por otra parte, cabe señalar que, junto a las peculiaridades de la organización tribal mantenida más o menos indemne hasta comienzos del siglo XIX, los indígenas guardaban con celo su idioma, que fue un factor que contribuyó poderosamente a la formación nacional, transmitida especialmente por vía oral y materna a los hijos en horas de trabajo o de descanso.
Sin embargo, las fisuras en la organización indígena fueron fortaleciendo el «régimen de la encomienda», especie de trabajo forzado para beneficio del encomendero o pequeño señor feudal.
 
 

LA REVOLUCIÓN HA LLEGADO
 
Las contradicciones existentes en el seno de la Provincia entre el absolutismo y las fuerzas sociales de reciente formación (encomenderos, acopiadores, etc.) relacionadas con la explotación de la fuerza productiva de los guaraníes, que en gran número eran sustraídos por las misiones jesuíticas, dieron origen a un gran movimiento revolucionario.
En momento determinado, ante la renuncia del patriciado de Asunción a proseguir a la cabeza del movimiento, asustado por su volumen, la revolución pasa a manos de «El Común», el pueblo, donde los campesinos, clase en emergencia, pasa a ser su fuerza principal. Bien lo dice Alfredo López Austin, en La literatura de los guaraníes, que «algunos pueblos se levantaron en armas en contra de sus antiguos amigos, guiados por grandes jefes y médicos-hechiceros que hablaban ya de una Tierra sin Males y sin extranjeros...».
Por vez primera, el bajo pueblo dio funciones armígeras u optimizadoras a la copla, al volcar en sus moldes las inquietudes revolucionarias, personificada en su caudillo principal: Antequera.

«Huyendo con mi caballo
pasé por una tranquera
y allí puse este letrero:
¡Viva don José de Antequera!».

«A la puerta de mi casa
tengo una losa frontera
con un letrero que dice:
¡Viva José de Antequera!».

Así, la revolución, visitante augural e inevitable, había llegado por primera vez a golpear las puertas de la sociedad colonial, haciendo resonar con largueza sus históricas aldabas...
 

LA ÉPOCA INDEPENDIENTE

Las invasiones inglesas y francesas en el Río de la Plata, la quiebra del poderío de la monarquía española, acelerada con la ocupación napoleónica de la península Ibérica, crearon las condiciones para la explosión de los movimientos revolucionarios en ciernes en América.
Respecto a nuestro país, la invasión de las tropas de la Junta de Buenos Aires, despreciando los sentimientos independentistas de sus habitantes, conmueve los estratos populares, haciéndoles conocer el volumen de su energía al par que provoca la aglutinación de los elementos y líderes más firmes que aspiraban a la real independencia.
Consumada la liberación a poco, la dirección del movimiento pasa a manos del líder más intransigente y consecuente del mismo: el doctor Francia. Éste, apoyándose en el campesinado y en los estratos más pobres que habitaban los poblados, logra consolidarse en el poder. En lucha denodada contra los elementos poco firmes y contra la corriente de subordinación a la Junta de Buenos Aires, Francia logra triunfar. Esto le permite echar las bases materiales para asegurar la independencia: promueve la producción agrícola y ganadera, controla el comercio, nacionaliza la enseñanza, procura crear su propia marina mercante, y antes que nada acelera la formación de un ejército nacional de sólida conciencia para la defensa del país. Este gobierno creó la primera biblioteca pública y la primera banda de músicos, indicios de su preocupación por la cultura.
Por algo su máximo defensor proclamaba en aquellos días:

«Yo antes quiero morir que ver de nuevo a mi patria oprimida y en la esclavitud».
Era una dictadura que, en líneas generales, fue favorable a los intereses populares. Por algo el propio Carlos Antonio López años después reconocería que «la clase baja del interior no había sido tan feliz como en los tiempos de Francia».
.
Sin embargo, esta etapa, realmente fructífera para el asentamiento de las bases materiales de la nación, ha sido vilipendiada una y otra vez por corrientes de pensamientos antinacionales, creando alrededor de nuestro prócer las más variadas fábulas respecto a su carácter, como así también acerca de muchos actos de su gobierno. Estas corrientes no efectúan la correspondiente discriminación entre dictadura y dictadura, sino antes bien erigen cantinelas suspicaces de puerilidad y liberalidad sospechosas, similares a las que tenemos hoy día en abundancia cuando la estolidez de poder intenta defender un estado de cosas ya en franca decadencia y malsanidad, con abstracción total de la verdad.
En este orden de apreciaciones se ha traído tantas veces al tapete la conocida frase de Rengger, de sabor más literario que histórico, de que en la etapa francista «hasta la guitarra, compañera inseparable del paraguayo, había enmudecido», marginando ex profeso otras apreciaciones del propio Rengger que son mucho más valiosas y sólidas. Por ejemplo, que la revolución ya no podía ser torcida o derrotada, porque en los momentos más difíciles el pueblo «se puso de parte del Dictador», agregando a seguidas sentenciosamente: «Ya el Dictador no podrá ser derrotado sino por una fuerza exterior». ¡Fatídico vaticinio que se cumplirá varios años después con la invasión extranjera, al talar el árbol de la independencia nacional!, pero en virtud de elementos bélicos y empréstitos foráneos, cuyos hilos se dirigían hacia la City londinense.
 

GOBIERNO DE LOS LÓPEZ

Los López, padre e hijo, continuaron con la política trazada por Francia, y antes que nada con la observancia de la neutralidad, a fin de salvaguardar la independencia del país.
Cabe señalar, por otra parte, que los primeros trabajadores, aglutinados en número representativo, surgieron alrededor de los astilleros en funcionamiento, germen del estrato proletarizado. El grueso de la población seguía siendo la campesina.
Con la consolidación del poder estatal tras la derrota de la reacción interna, que respondía preferentemente a la corriente porteñista y la atenuación de la presión exterior, se acrecentó la influencia de la naciente burguesía comercial y la de los pequeños estancieros, cuyo contrapeso económico seguían teniéndolo en las estancias de la patria. Estas clases acumuladoras de patrimonios crecían al amparo del comercio de los productos de exportación, especialmente representados por la madera, el tabaco y la yerba mate, así como a la sombra de las actividades relacionadas con el avituallamiento general del ejército. Por otra parte, la tierra de los indígenas fue declarada propiedad del Estado, pasando la mayor parte de éstos a la calidad de arrendatarios, si bien a bajo costo. Con justa visión de futuro, estos gobiernos se preocuparon por la formación de técnicos, a cuyo efecto los jóvenes de talento eran enviados al exterior en apreciable número, todo con el objetivo de acelerar el desarrollo económico nacional como de no caer bajo dependencia extranjera. Los López sabían muy bien a qué riesgos podían estar librados si sucumbían a la dominación extranjera. De ahí que el desarrollo autónomo y autofinanciado del Paraguay no era bien mirado por los grandes banqueros y comerciantes europeos, que empezaban a asolar el planeta con su escalada de sometimientos. Por ejemplo, el segundo López se expresaba con bastante claridad en la orientación dada al ministro de Relaciones Exteriores José Berges al señalarle: «Recurrir a empréstitos en el extranjero... contrario a las tradiciones del sistema de hacienda paraguayo».
A mayor abundamiento, ya en 1860 a Francisco Solano López le inquietaban esas «ofensas que inmerecidamente la Inglaterra ha estado infiriendo al Paraguay» al desconocer su independencia, sumada a la «sistematizada política británica de querer representar al Paraguay como un país de bárbaros».
Pocos años más y esta campaña desembocará en el anhelado vertedero: la guerra... con vista al sometimiento del Paraguay.
 

LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA

Con empeño parsimonioso, quienes aspiraban a meter al Paraguay «en la camisa de fuerza» del comercio mundial capitalista, no cesaban en sus aprestos bélicos e ideológicos para domeñarlo. Por entonces Inglaterra, Francia y Alemania se disputaban furiosamente tratando cada quien de acrecentar sus esferas de influencia en todo el mundo. Continentes de aquí y de más allá soportaban el asedio despiadado de los cañones de dichas potencias coloniales, como adelantados de sus flotas comerciales. Desde luego, el mapa comercial del orbe sufría constantes transfiguraciones. La rubia Albión era la más fuerte y la mejor preparada, gracias a su poderío naval y marítimo, que le permitía desplazarse con aprestos convenientes a los más lejanos lugares e imponer sus condiciones.
Por algo varias décadas atrás, concretamente en 1830, el celo independentista del doctor Francia hacíale aconsejar al delegado de Itapúa: «Jamás debes creer a los europeos, ni fiarte de ellos de cualquier nación que sean». Porque el dictador presumía sin equivocarse que los europeos traerían primero sus productos y luego sus cañones.
En realidad, si bien durante la dominación española América estuvo cerrada a la influencia y comercio de los principales estados europeos, era por ello que el contrabando, el tráfico de esclavos y la piratería florecían en su mejor momento, con la independencia de sus estados constituyentes se crearon las condiciones propicias para la penetración comercial. Y ello porque casi todos observaban un estado deplorable por las prolongadas campañas guerreras, escaso desarrollo técnico y económico, y ninguna experiencia en el trato con potencias extracontinentales de gran volumen y poder. En ese sentido, quienes más fuertemente se disputaban por afirmarse en América eran Inglaterra y Francia. Cada quien enviaba a sus agentes, trataba de reclutar a elementos nativos y dispersaba sus flotas de guerra. El Paraguay, no por mediterráneo ni lejano, se encontraba también en el foco de las disputas. Por algo Grandsir, un agente francés, en setiembre de 1818 confesaba en París a un colega: «No se olvide usted que, habiendo puesto nosotros pie en el Paraguay, el comercio inglés recibirá un golpe terrible».
La guerra nacional de 1864-1870 se enmarca, pues, en el contexto del proceso de gran desarrollo del comercio y la industria ya bajo la impronta del maquinismo, que acusaba particulares perfiles en Inglaterra y otros países. La política colonialista que obedecía a dicho proceso, materializaba su objetivo a manu militari o al través de empréstitos de expoliación, a fin de someter a los países de escaso desarrollo bajo su férula. Respecto al Paraguay, Inglaterra explota hábilmente viejas diferencias existentes entre países del Sur del continente, con relación a la soberanía territorial, control y navegación comerciales. Las oligarquías cisplatinas y la brasileña, ahogadas por la ambición, ven llegada la hora del sometimiento definitivo del Paraguay, en tanto que el régimen paraguayo aspiraba a resolver de una vez por todas el añoso problema de su salida al mar. Los banqueros londinenses se encargan de financiar la guerra a las mencionadas oligarquías, con el objetivo asaz claro de tenerlas amarradas de pies y manos, moral y materialmente.
El pueblo paraguayo en su totalidad, incluido los niños y mujeres, defiende con sin igual heroísmo, estoicismo y valentía, el régimen que le ha dado el pan y la tierra, el arado y el libro.
Natalicio de María Talavera (1839-1867), el primer poeta paraguayo, es también el primero en darle significación militante al verso, cual bardo épico-colectivo, al utilizarlo como instrumento de elevación de la moral de los combatientes, que sobrellevaban el peso de una guerra de resistencia al invasor.

«¡Paraguayos!, corred a la gloria
y colmad vuestra patria de honor,
inscribiendo al luchar, en la historia,
nuevos timbres de noble valor...».

Con el periódico Cabichuí impreso especialmente para consumo de los soldados, Talavera acentúa su contribución a la lucha, pues con la sátira y el ágil sonar de las coplas, acrecentado por los grabados, fortalecía el espíritu de combate de los campesinos que guerreaban. En este singular empeño de poeta y combatiente, sacrifica su joven y preciosa vida, cumplida a cabalidad su histórica promesa de

«¡morir antes que esclavo vivir!».
 
 

ÉPOCA POSTERIOR A LA GUERRA DEL 70

El Paraguay, desmembrado, es también sometido a la inicua mutilación de su independencia. No sólo se le impone al país exangüe y roto contribuciones increíbles, sino un régimen semejante al que predomina en los países victoriosos.
El hijo de la tierra desciende a la condición de paria y el latifundio ha devenido desarticulando la geografía. Es que de su posesión estatal se pasa a la enajenación más increíble. A seguidas de la destrucción se asiste a un proceso de plena desnacionalización. Del anterior estado de casi autosustentación se pasa a la irritante condición, y ya por mucho tiempo, de mero productor de materias primas.
«Se crearon», concluye acertadamente Francisco Gaona en su importante Introducción a la historia gremial y social del Paraguay, las condiciones para el estancamiento del país y se pusieron todas las trabas para «lentificar el proceso de desarrollo nacional. Se atacó el sentimiento y la fe nacional y se incrementó el culto por el menosprecio de los valores nacionales».
Todo lo guaraní es mancillado y perseguido. Su lengua es acosada sañudamente y puesta en el index prohibitivo escolar. La melancolía y las nostalgias suplen en el alma de los sobrevivientes la verdad simple e irremplazable de la historia.
La Pax británica cuesta al Paraguay su casi desaparición etno-territorial. Los cañones lo arrojan de manera brutal a la torrentera del mercantilismo. La bofetada imperial tendrá consecuencias irreversibles.
El campesino, nómada sobre el inmenso hábitat ajeno, conjuga desde entonces el peregrinante verbo de la emigración. La aparcería resucita sus antiguos vínculos feudales. Los políticos peregrinan de aventura en aventura. Es que anteponen sus intereses personales a los de la patria y se muestran embarazados por los dictados de los vencedores. El país se halla saturado de plañideras letanías: ¡está casi muerto! La desesperanza y el luto flotan sobre el alma de los mortales. Años más y Rafael Barrett habrá de efectuar estas justas y sobrecogedoras preguntas:

«¿Por qué esta raza es una raza de melancólicos y resignados? ¿Por qué aquí todos los despotismos, todas las explotaciones, todas las infamias de los de arriba se ejecutan con una especie de fatalidad tranquila, sin obstáculo ni protesta?».
 
 

EL PROCESO DE RECUPERACIÓN

Lentamente se van concitando las condiciones para el renacimiento de la conciencia nacional. Este país, que ha quedado en completa ruina, debe ser elevado nuevamente desde sus cimientos. La producción comienza a tener sus primeros atisbos, y con ella se insinúa una débil capa de artesanos: la infancia obrera. Las sociedades de socorros mutuos son las primeras formas embrionarias de organización de trabajadores. La conciencia de solidaridad es aún débil, por lo que el individualismo de sus componentes juega un rol fundamental. Es el caldo de cultivo adecuado para el anarquismo. Esto indica que el proceso del desenvolvimiento paraguayo no estuvo jamás ajeno al fenómeno universal del desarrollo de la conciencia colectiva.
El 25 de octubre de 1885 aparece precisamente el primer periódico obrero, El artesano, que trata de concretar una suerte de doctrina gremial con sentido popular y nacional. Así pues, fueron los propios trabajadores y no los intelectuales quienes dieron las primeras muestras literarias con relación a las inquietudes y aspiraciones sociales. Esto venía a revelar a la vez la ya despuntante conciencia de que la puja de intereses entre lo más y lo menos es el motor que impulsa el desarrollo histórico contemporáneo.
El primer sindicato es fundado el 16 de mayo de 1886 y lo constituyen los trabajadores de las pocas imprentas de la capital. Era la Sociedad Tipográfica del Paraguay. Entre sus intenciones programáticas, además de las económicas, se proponía a la vez «propender al adelanto del arte».
El 10 de marzo de 1889 se produce la primera huelga en el país. Es la organizada por los peones del ferrocarril central.
En mayo de 1892 sale a publicidad el primer manifiesto anarquista. El 16 de mayo de 1893 el Diario informaba alarmado sobre las inquietantes apreciaciones vertidas por los trabajadores en una reunión de panaderos. De esa manera, en el seno de la sociedad paraguaya, casi familiar y provinciana, hacía irrupción el duro sesgo de la «cuestión social». Y las cosas no pararían allí.
Cabe acotar que la deuda externa se hallaba en manos de los ingleses, así como el ferrocarril y las más importantes compañías navieras. De la tierra ni qué decir.
 
 
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ENLACE AL ÍNDICE DE LA VERSIÓN DIGITAL EN LA BIBLIOTECA VIRTUAL MIGUEL DE CERVANTES
 

INTRODUCCIÓN

LA POESIA SOCIAL PARAGUAYA:
 
Palabras preliminares/ El ayer y el hoy de esta poesía/ Época del coloniaje/ La revolución ha llegado/ La época independiente/ Gobierno de Los López/ La guerra de la Triple Alianza/ Época posterior a la guerra del 70/ El proceso de recuperación/ Rafael Barrett. La cuestión social./ Barrett, el doctrinero/ Ángel I. González, primer poeta social/ La intelectualidad, elevadora del espíritu nacional/ Periodo anterior a la guerra del Chaco/ La guerra del Chaco./ Surgimiento de la nueva poesía social/ Época de las interdicciones/ La poesía social femenina/ Algunas conclusiones/ Tonalidades de nuestra poesía social/ Advertencia
 
 
TRADICION GUARANI:
La tierra primera/ La nueva tierra/ Arenga a los guerreros/ Almas/ Bendición de las frutas/ Bendición de la miel/ Kotyu/ Canción de Xaxubutawaxugi
 
 
LA COLONIA.
Comentarios, documentos y poema de época/ Comentarios/ Así vieron a los guaycurues los jesuitas/ Reducciones jesuíticas de guaraníes/ Discurso de Potirava, fugitivo de la opresión colonial (trasladado del guaraní)/ La revolución de los comuneros/ José de Antequera y Castro. Proclama de Antequera ./ Soneto atribuido a Antequera
 
 
LOS PREDECESORES:
José Gaspar Rodriguez de Francia./ Carlos Antonio López/ Francisco Solano López/ Teta Purajhei/ Himno de la independencia
 
 
PRIMER PERIODO:
VICTORIANO ABENTE Y LAGO  - Romance de la paraguaya/ Anónimo. Marchemos, marchemos/ Himno de las heroínas de Caraguatay/ Campamento Cerro León/ Coplas/ Décimas/ Coplas/ Epigramas/
JUAN MANUEL AVALOS (Cangue Herrero): Che Lucero Agua'y
NATALICIO DE MARIA TALAVERA: Reflexiones de un centinela en la víspera del combate (fragmentos)/ Himno patrio
 
 
POETAS Y ESCRITORES CANTORES DE LA PATRIA PÉRDIDA
· Dibujo de ANDRÉS GUEVARA. Trabajadores */* ENRIQUE D. PARODI: Patria/ Fraternidad y Unión */* ADRIANO M. AGUIAR: Recuerdo a la patria */* VENANCIO V. LOPEZ: Al Paraguay */* ALEJANDRO GUANES. Las leyendas */* FULGENCIO R. MORENO: La musa moderna/ Yvá */* JUAN E. O'LEARY: En el natalicio Patrio/ Don Quijote en el Paraguay/ La marsellesa */* IGNACIO ALBERTO PANE: Si vis pacem, para bellum/ La mujer paraguaya */* RICARDO MARRERO MARENGO Curupayty/ Al Paraguay */* APENDICE. MANUEL DOMINGUEZ
 
 
LOS PRECURSORES
· RAFAEL BARRETT: No mintáis/ La torre de marfil */* MOISES S. BERTONI: Pensamientos */* BLAS GARAY, Pensamientos/ Documentos de época/ Motivos de la Federación Obrera Regional Paraguaya */* APENDICE. CECILIO BAEZ. Discurso (fragmentos).
 
 
POETAS SOCIALES
 
PRIMER PERÍODO
· ANGEL IGNACIO GONZALEZ: Fatídicas/ A Dios */* NARCISO R. COLMAN: Pirapiré/ Dinero */* HERIB CAMPOS CERVERA (padre). Barrett */* ELOY FARIÑA NUÑEZ: Canto secular (fragmentos) */* GOMES FREIRE ESTEVES: Sueños */* GUILLERMO MOLINAS ROLON: A Manuel Ugarte/ Del jardín de las leyendas */* ADRIANO IRALA: A Manuel Ugarte */* LEOPOLDO RAMOS GIMENEZ: Cuando pasan las banderas del dolor universal/ La gloria del cocotero/ El boyero */* NATALICIO GONZALEZ: Primer epinicio (fragmentos) */* MANUEL ORTIZ GUERRERO: A Nicaragua/ El gaucho/ A México */* JORGE BAEZ: El callejón histórico */* HERIBERTO FERNANDEZ: La costurerita/ Canción de los humildes
 
 
SEGUNDO PERIODO - PRIMERA PARTE
· JULIO CORREA. Parto/ Madre/ No cantéis más poetas/ Paraguay piajhu/ Aguafuerte/ Romance del niño asesinado */* EMILIANO R. FERNANDEZ: Mboriajhu memby/ Oyuapytepe */* FELIX FERNANDEZ: Reservista purajhei/ Cerro Corá */* FACUNDO RECALDE. Anonimato/ El expatriado de la nochebuena */* DARIO GOMEZ SERRATO: Chipera Luque */* ARISTIDES DIAS PEÑA: Por el honrado pan/ Apóstrofe de una madre Himno de Lucha/ El aldabón de tu libro/ Ahora más que nunca/ Visión de la cárcel de Asunción */* JOSE CONCEPCIÓN ORTIZ: Pueblo/ Los frutos de la tierra/ A Sandino/ Oración a España/ Canto al hijo del país */* VICENTE LAMAS: Ante el monumento a Antequera/ Canción del miliciano guaraní/ Coplas del artista ausente/ Timonel de la aurora */* LUIS RESQUIN HUERTA: La prensa/ Canto a Concepción */* MANUEL VERON DE ASTRADA: La marcha/ Sombra y aurora/ Elegía del héroe asesinado/ Los grandes al morir renacen */* DORA GOMEZ BUENO DE ACUÑA: Son crueles los hombres/ Un grito a Francia */* IDA TALAVERA DE FRACCHIA: Padre nuestro/ Injusticia y olvido/ Protesto (fragm)/ Lo que yo sé */* JULIAN VILLAMAYOR: Lirios al adiós de Hérib */* HIPOLITO SANCHEZ QUELL: Varadero/ Nocturno de la Chacarita */* ARNALDO VALDOVINOS. El mutilado del agro */* ANTONIO ORTIZ MAYANS: Palabras para mi tierra infortunada */* FERNANDO GUERRA: ¡Alerta!/ La marea (fragmentos)/ Negro (fragmento) */* LEOPOLDO CESPEDES: Poeta */* TEODORO SALVADOR MONGELOS: ¡Jha mboriajhú!/ Ñande rekové/ Jha che retá Paraguay */* CARLOS MIGUEL GIMENEZ: Nuestra dolorosa/ Arado y machete/ Mi patria soñada
 
 
SEGUNDO PERIODO. - SEGUNDA PARTE
· HERIB CAMPOS CERVERA. Regresarán un día/ Dibujo de Juan Sorazabal/ Hachero (fragmento)/ Tu nombre sobre el muro/ Palabras para el prisionero iluminado */* OPTACIANO FRANCO VERA: De paso por el agro/ Dos años de sombra */* JOSEFINA PLA: Margarita/ ¡Sembrad, enterradores cara a la primavera!/ Glosa I/ Glosa III/ La Guarania */* EMILIO ARMELE. Es que escribe la historia/ La tortura/ El poeta/ Realidad descubierta/ Cinco siglos y una esperanza (fragmento)/ La experiencia de Coti */* AUGUSTO ROA BASTOS. Cantos a las ciudades libertadas/ Intermedio heroico/ Los hombres/ La tierra */* HUGO RODRIGUEZ ALCALA Hybyrapytyndy/ El chofer dormido */* EZEQUIEL GONZALEZ ALSINA (Gastón Chevalier Paris): Canto a Pablo Neruda/ Canto al quebracho republicano (fragmentos) */* JOSE ANTONIO BILBAO: A Hérib Campos Cervera en su tránsito/ El pan nuestro/ El hachero */* JESUS AMADO RECALDE: (Papotin) ¡Lucha!/ Aguerito/ Versos para el hermano mayor */* OSCAR FERREIRO: Fuga a las tres/ La guardia urbana */* ELVIO ROMERO. Todos aquí llegamos/ Vértigo/ Castigo/ Guardamontes y botas/ Casa cautiva/ Padre fuego */* CESAR ALONSO DE LAS HERAS: Paraguay (fragmentos)/ Silencio/ Neruda ha muerto: Al Aconcagua */* JOSE LUIS APPLEYARD: Para Manuel Ortiz Guerrero/ Cárcel de paralelos/ Hay un sitio/ Buscar el pan */* RICARDO MAZO: "Alfonso Loma, así se llama.." (sin título) fragmento/ Escuchando un "Calipso" en Central Park */*RODRIGO DIAZ PEREZ: Mensaje */* RAMIRO DOMINGUEZ: Caña amarga/ Credo para el oficio de tinieblas Poemas del exilio */* JOSÉ MARÍA GOMEZ SANJURJO: José Elías González/ Para Elvio Romero/ Para Cayo Sila Godoy/ Poema */* RUBEN BAREIRO SAGUIER: Convocatoria triste/ Huellas/ Isla secreta/ La ciudad sumergida/ (Prisión) Cronología/ Espejismo/ Incongruencia/ Evidencia/ Parábola de la rosa */* CARLOS VILLAGRA MARSAL: Carta a Simón Bolívar/ El desterrado/ Grito de tierra */* SANTIAGO DIMAS ARANDA: Rebelde Corazón de América/ Las piedras/ Ofrenda/ Foto de Santiago Dimas Aranda y el compilador/ El canto demorado/ La ronda de la sangre/ Tam...Tam/ El silencio */* MANUEL E.B. ARGÜELLO: Plegaria del verbo de la patria/ La tierra del silencio */* FÉLIX GIMENEZ GOMEZ: (Félix de Guarania) Poema de la alegría que vendrá/ Mi patria no ha muerto/ Canto a mi patria/ Mis versos son más del siglo/ Mis cantos/ Yo regresaré morena/ Hombres a carta cabal/ Forjando están el mañana/ Cómo aturde el silencio/ Ay, que talaron el árbol/ Indio. el arco apronta/ Que sueños tienen los sueños ./ Pena de sol madruguero */* MIGUEL ANGEL GUILLEN ROA: Oración/ Tierra */* JUAN FRANCISCO BAZAN: La palabra que más sentiremos/ El sol de la mano/ Mayoría */* GONZALO ZURIZARRETA UGARTE: Harlem/ Los leprosos de Banaras */* MARIA LUISA ARTECONA DE THOMPSON: El sueño heroico/ Para encontrar tu nombre/ Bolívar */* ELSA WIEZELL: Orilla de mi pueblo/ Ritmo vulgar/ Mucha del hombre */* CARMEN SOLER: La alojera/ La canción del progreso/ La obrerita/ Alguien gritó/ Canción de la paz/ Máscaras y rostros en el arte/ Más palabras mías/ Sangre cautiva */* LUIS MARIA MARTINEZ: Cavador/ Oficio/ A Elvio Romero/ Las alas/ España vive/ Al muro ciudadano/ De cadenas/ Triste país sin vientos/ La puerta/ El trino soterrado.
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