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LA CORONA DE PÚAS
Sucedió en setiembre, mes de la batalla de Boquerón. Por esos días los cadetes de la escuela militar tuvieron un corto descanso antes del 17. Era esa la fecha en que habrían de recibir su bautismo de sangre. Y con ellos el cadete Carlos Sisa.
En tierra de nadie había un pequeño tajamar del que los sitiados enemigos se proveían de agua. Los jóvenes rompieron las trincheras que defendían la aguada y con empuje admirable se apoderaron de ella. Y así fue como en esa misión demostraron sus cualidades, como si de viejos soldados experimentados se tratara.
En la refriega, el joven Sisa, de 18 años, que estaba al frente de un pelotón con su camarada Villalba, de pronto se encontró ante otra línea de trincheras bolivianas. Saltó un foso y se topó con un oficial boliviano al pie de una ametralladora pesada. Estaba muy mal herido. Le dirigió al paraguayo una agónica mirada y gimiendo sólo atinó a decirle:
- Deme "agüita" soldado.
Sisa pasóle su caramañola, mientras se fijaba en la pistola que conservaba el herido.
- Soy cadete - le dijo.
El oficial asintió y, trabajosamente, se movió en su sitio, tomó su arma y se la pasó juntamente con sus anteojos de larga distancia, diciéndole:
- Tome cadete mi revolver y estos binóculos. Y ahora, por favor, máteme. Ya no puedo resistir más.
El cadete se le acerco y por respuesta le dio de beber. Entonces, en los brazos de ese joven, bebiendo generosamente, murió el oficial boliviano.
Minutos después, respetuosamente, Sisa depositó el cuerpo sobre esa tierra extraña para él y abandonó el lugar.
Corrió a unirse a sus compañeros en los asaltos de otras trincheras cercadas de altas alambradas de púas.
Aquel día 17 de setiembre, al atardecer, sus compañeros encontraron el cuerpo del cadete Sisa prendido a una de aquellas alambradas con un balazo en la cabeza.
Ya había amainado la lucha de esa jornada atroz, cuando sus camaradas sepultaron el cuerpo. Al pie del montículo, una corona hecha con esos mismos alambres erizados de púas que lo sujetaron en el instante fatal, rindió tributo al cadete.
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ESTELLA COSCIA DE MARTINO
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TALLER CUENTO BREVE
Dirección: HUGO RODRÍGUEZ-ALCALÁ
Edición al cuidado de
MANUEL RIVAROLA MERNES y
LUCY MENDONÇA DE SPINZI
Asunción - Paraguay
Octubre 2001. (166 pp.)
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Enlace recomendado:
(Espacio del Taller Cuento Breve,
donde encontrará mayores datos
del taller y otras publicaciones en la
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