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MARILUHT LLUIS O'HARA

  Y NO PUDIERON CALLARME… (Por MARILUHT LLUIS O’HARA)


Y NO PUDIERON CALLARME… (Por MARILUHT  LLUIS O’HARA)

Y NO PUDIERON CALLARME…

(COMENTARIOS EMITIDOS EN RADIO PRIMERO DE MARZO,

MARZO 1998 a DICIEMBRE 1999)

Por MARILUHT  LLUIS O’HARA,

Editorial Servilibro,

Asunción-Paraguay 2001 (201 páginas).

 

© Marilut Lluis O'Hara

Y no pudieron callarme

EDITORIAL SERVILIBRO

www.servilibro.com.py

E-mail: servilibro@gmail.com

Asunción, Paraguay

 

 

Este libro se terminó de diagramar y diseñar en el Estudio de Diseño de ANY UGHELLI. Trabajamos en las noches, entre café y galletitas, durante los meses de abril y mayo del 2001.

Le pedimos al artista plástico WILLIAM RIQUELME que deje la marca de su pincel en el libro y lo hizo genial!

El Arq. Juan José González Cruz se pasó con las fotografías y por si fuera poco, el cuidado de edición se hizo nada menos que en Barcelona, España, donde David Amado Fernández puso a prueba toda su paciencia para traducir al castellano los devaneos de la autora.

I.S. B. N.: 99925-831-4-2

 

A MODO DE INTRODUCCIÓN

Mediados de 1996. Acababa de ser despedida del Diario El Día y Radio Uno (mis despidos siempre fueron múltiples). Con un grupo de colegas, nos habíamos hecho cargo de la campaña de prensa de Alfredo Boccia, candidato encuentrista a la Intendencia de Asunción.

Agotados por la tensión, un colega y yo decidimos "castigarnos" con un almuerzo en el patio de comidas de un Shopping. Chismes, risas, buena onda. De pronto, una mujer se acerca a nuestra mesa y me pregunta, "¿usted es Marilut O'Hara?" (nunca conseguí que me identifiquen por mi primer apellido). Sí, le respondo sonriente -a nadie le disgusta la fama- y ella, casi emocionada, me dice "^Qué alegría conocerla!. Usted es mi ídola y la de mi marido. Todos los domingos leemos sus comentarios". Mi cambio de actitud fue tan obvio, que la pobre mujer se retiró confundida y mi colega me miró asombrado.

- ¿Qué pasó Marilut?, ¿por qué la trataste en forma tan fría?

- Es que me indigna esto. Hace como tres años que no consigo que algún diario publique un comentario mío y resulta que esta mujer y otras personas que me lo suelen decir, ¡afirman que me siguen leyendo!. Quiere decir que jamás se enteraron de que yo ya no escribo. Siento como que todo mi trabajo fue en vano; a la gente le da igual que yo escriba o no.

- Estás muy equivocada. ¿Por qué no pensás que hay periodistas que llevan más de 20 años escribiendo en forma ininterrumpida y nadie les dice jamás que los leen?, ¿Por qué no pensás en la forma en que tuviste que afectar la vida de estas personas con tus comentarios, para que aún hoy, varios años después, sientan que te siguen leyendo?.

Fue el primer toque de atención. El segundo y definitivo me lo dio Mario Ferreiro, varios años después, en el 98, en Radio Primero de Marzo, cuando encontró un comentario mío de 1990 y no tuvo mejor idea que leerlo al aire, sin decir mi nombre, y lanzó a la audiencia el desafío de adivinar quién lo había escrito. La respuesta fue impresionante. Salvo uno que dio el nombre de otra periodista, una gran cantidad lo reconoció como mío. "No importa el tiempo que transcurra Marilut, tus comentarios hicieron historia. Creo que le debés a tus lectores un compendio de lo que escribiste", aseguró Mario como si eso fuera soplar y hacer botellas.

Pero la idea había prendido en mí. Y aunque en un principio pensé en hacer una recopilación de mis 11 años de comentarios, finalmente Herminia Hüttemann y Line Bareiro me convencieron de que -por ahora- me limite a lo que escribí para el Panorama Total de Noticias de Primero de Marzo, porque fue justamente en esos dos últimos años cuando se realizaron cambios profundos en el país.

Así que ya lo saben. Si esto que hoy pongo en sus manos no les gusta, la culpa es de estos amigos. A ellos pásenles la factura....

Marilut

 

PRÓLOGO

Testigos de un tiempo amenazado por tormentas y asediado por riesgos graves de regresiones autoritarias, estos comentarios del Panorama Total de Noticias de Radio Primero de Marzo trasuntan un sentido inmediato de urgencias. Su autora estaba tomando el pulso diario a un periodo que fue de los más agitados en esta larga caminata hacia la democracia. El lector hará un recorrido en su memoria de aquellos meses y podrá observar con precisión el clima de incertidumbres que teñía cada jornada de ese bienio 1998-1999.

Periodismo de opinión radial en días agitados y con presentimientos de tormentas. Así pueden leerse con la mediación del tiempo transcurrido estos comentarios preparados para cada mediodía. Este es un primer aspecto que debe considerarse en la aproximación a este libro. Se trata de escritos para ser escuchados. Tienen, desde esa perspectiva, toda la instantaneidad, la adrenalina y la pasión de quien ha vivido desde la madrugada el tráfico incesante de informaciones radiales, desde una jefatura de prensa, y que al convertir en reflexión diaria para un noticiero radial se vuelven esas notas, esos comentarios, esas opiniones en fotografías de notable precisión en la pluma de Marilut.

Una segunda dimensión que quisiera plantear es el riesgo que se presenta al trasladar al formato libro un conjunto de textos radiales. La pregunta sería: ¿se puede leer lo que fue preparado para la radio?. El lector podrá comprobar que este riesgo se supera ampliamente por dos motivos. Por un lado, está la dilatada experiencia en medios escritos de Marilut, trayectoria que se expresa en estos textos, incluso, me atrevería a decir que al escribirlos cada mañana, la autora trasuntaba una nostalgia asumida y no cicatrizada por la palabra impresa. Pero también las letras urgentes que se encuentran en este libro tienen todas las características de un lenguaje radiofónico y, además, propio del mediodía, cuando todavía el devenir de los acontecimientos está en marcha y, más aun, en los días recorridos por estos materiales, cada hora parecía encerrar un giro brusco en aquellas jornadas plenas de incertidumbres.

Un noticiero exige contar con claridad, ecuanimidad y precisión el desarrollo de los acontecimientos que el Departamento de Prensa de una emisora considera los más relevantes. El momento de la opinión en medio de un espacio noticioso debe tener la virtud de no romper el dinamismo de las noticias que se suceden y al mismo tiempo ofrecer un prisma para un abordaje de mayor perspectiva a ese incesante río de informaciones.

Thomas Friedman, columnista internacional del New York Times, al analizar la globalización se hace la siguiente pregunta. ¿Cómo entender y explicar este increíblemente complejo sistema de la globalización?." Su respuesta es válida para todos los medios de comunicación: "Se necesita hacer dos cosas a la vez: mirar el mundo desde una perspectiva multidimensional, con lentes múltiples y, al mismo tiempo, transmitir la complejidad a los lectores con relatos simples, no con historias grandiosas." (Thomas L. Friedman. Tradición vs. Innovación. Buscar el equilibrio en la era de la globalización. Ed. Atlántida. Madrid. 1999).

El oyente está habituado a un ritmo y a un tiempo cada vez más vertiginoso y así espera que le expliquen los sucesos. La conversión de los intrincados hilos de la política diaria en un tejido suave y diáfano, romper los eufemismos casi de cada minuto de la mayoría de los exponentes de una clase política que, por cierto, es muy estrecha en sus vuelos retóricos o en la riqueza de su vocabulario, e interpretar para llegar a oyentes de múltiples niveles de formación sin perder rigurosidad periodística son vectores por donde transitan estas opiniones de mediodía de Marilut.

Pese a la aceleración informativa radial del mediodía, el tráfico de datos e informaciones es tan abrumador que el momento de la pausa reflexiva se debe volver orientadora. Fernando Savater, filósofo español, sostiene que "hay personas que disfrutan de mucha información, pero que saben muy poco. Saber es tener la capacidad de organizar, de gestionar, de orientarse en el mundo de la información." (La Nación, Buenos Aires, 18 de febrero de 2001, Suplemento Enfoques, P. 3, entrevista de Juan Carlos Iragori de El Tiempo de Santafé de Bogotá). Los días, semanas y meses abarcados por los comentarios de Marilut fueron particularmente resbaladizos e inciertos para esta endeble democracia con demasiada carga del pasado. Acechaba el proyecto autoritario liderado por el ex gral. Lino César Oviedo y hasta las palabras parecían perderse en un vacío de contenido.

El análisis breve y punzante de Marilut en aquellos días no eran de vino y rosas fueron una valiente apuesta crítica a favor de las libertades como un excelente ejercicio de periodismo de opinión, donde la explicación orienta y el contexto organiza después de que la propia periodista resumiera su propio punto de vista para ofrecerlo con facilidad pero sin superficialidad al oyente.

La evanescente espuma mañanera en las radios AM, cargadas del instante, la urgencia, la entrevista buscada, el anhelo de ser los primeros en un tema, la primicia siempre deseada, la competencia ruda con los colegas de otras radios, la lucha permanente por la combinación de aspectos de la realidad a ser tratados, diseña siempre el paisaje de lo pasajero. Son las notas analíticas las que permiten día a día la conformación de un periodismo que sin perder la guerra por el minuto lleguen a proponer el territorio de la reflexión. En el medio radiofónico este costado adquiere relevancia esencial por su enorme capacidad de llegada. Al repasar los textos de Marilut, de extrema claridad, con una prosa y un estilo diáfanos, que revelan indignación, jamás ausencia de compromiso, se ratifica la opción por el comentario en los espacios noticiosos radiales.

Estas páginas de Marilut nos dejan una última reflexión. ¿Cómo hacer periodismo de opinión que no sea lavado y al mismo tiempo sea ecuánime?. Es el gran reto que tenemos siempre quienes nos dedicamos a esta faceta periodística. ¿Cómo no perder la perspectiva cuando es todo un país el que parece arder en llamas? ¿Cómo jugarse la piel sin dejar de lado la mesura?. Son los interrogantes siempre presentes en nuestra tarea diaria. En este campo la neutralidad no existe. El periodismo de opinión requiere de juicios de valor. Ese cuerda tensa que va desde la rabia hasta el deber periodístico de escuchar todas las voces cruza todos los textos que siguen. Son una excelente lección de esa praxis siempre inacabada pero imprescindible de mirar la realidad con ojos críticos, llenos de pasión pero sin obnubilaciones.

CARLOS MARTINI

Abril de 2001

 

 

UNA CARTA ESPECIAL APRECIADA MARILUT:

He leído el borrador de tu libro y he quedado sorprendido de la facilidad con que lo he hecho. Por eso he querido pensar qué es lo que me ha gustado de él.

No ha sido la forma que tienes de explicar las noticias, ni tampoco el que pueda servir como subsidio histórico de un período bien concreto de Para-guay. Lo que más me ha llamado la atención es tu concepción honesta del periodismo. Digo concepción honesta y no concepción del periodismo honesto, porque el que hoy muchos cuestionen vuestra profesión no es culpa del periodismo sino de la falta de ética de quienes lo ejercen mal.

A mí, eso me ha encantado. A veces admiramos a un locutor o a un columnista por su estilo, o por sus análisis brillantes, o porque tiene un uso ágil del lenguaje. Sin embargo, no creo que fuera eso lo que admiraban tus oyen-les y lectores. Quizás sí, pero no te enojes si fuera otra cosa porque es mejor.

Yo creo que admiraban tu sinceridad y tu sentido de la verdad y de la justicia.

Pensando en algunos avatares, pocos porque te conozco poco, de tu vida, he confirmado la impresión que me causó el borrador de tu libro. Las veces que perdiste tu trabajo, y los esfuerzos de algunos por impedir que volvieras a ejercerlo me indican que, ciertamente, por encima de todo, en tus comentarios, querías ser equitativa.

Una vez leí que "sólo si decimos la verdad, entonces verdaderamente hablamos". Los animales no hablan. Alguien podría pensar que es porque no pueden articular sonidos como los hombres. Yo creo que no lo hacen porque no pueden decirnos lo que las cosas son. En cambio, los hombres hablamos porque podemos hacer caer en la cuenta de muchos aspectos que pasan desapercibidos y podemos descubrir nuevas formas y colores, que diría C.S. Lewis, en la realidad.

Tu misma en algunos escritos alertas de la dificultad de ser objetivos cuando "mandan los nuestros", y del peligro de encubrir por camaradería a quienes adulteran la profesión. Sí, el clientelismo y el espíritu corporativo tantas veces mal entendido han existido siempre y han causado mucho daño. Pero un periodista sólo tiene obligación de defender la verdad.

Cuando se antepone cualquier otro interés deja de ser periodista, y entonces se convierte, en inventor de fábulas, o en encubridor de delitos, o en propagandista camuflado. Cualquier cosa menos periodista. Es triste, pero ocurre, que algunos colegas tuyos se han convertido en simples voceros de intereses ocultos o en los "corre, ve y dile" de algunos poderosos.

Desde hace tiempo sostengo que los medios ya no informan de noticias, no nos explican acontecimientos, sino que las crean. Es más, sostengo que, a nivel internacional, los medios de comunicación tienen la peligrosa función de crear un marco, un estado de opinión, que legitime actuaciones políticas e intereses económicos pensados de antemano. Estoy convencido de que no todos los que comparten tu profesión participan de ello. Pero sospecho que la complicidad está muy generalizada.

Tu misma has observado como en tu país buenos profesionales, incluso amigos tuyos, eran devorados por la vorágine de intereses ocultos y se veían obligados a priorizar su supervivencia por encima de su compromiso de comunicadores. Por eso quiero decirte que alguien puede decir que el periodismo es su vida sólo si está dispuesto a perderlo todo porque no deje de ser verdadero periodismo. Por encima de la aptitud para descubrir la noticia o de la habilidad para comunicarla de forma atrayente, está el compromiso de servir a la verdad.

Hay muchas ideas que insinúas en tu escrito sobre la labor periodística. A mí me han hecho pensar. Ahora no puedo señalarlas todas, pero quiero subrayar algunas.

Dices "El periodismo fue concebido como el vocero de los deseos de la gente". Yo no sé si es ese su origen, pero creo que tu definición es cierta para el día de hoy. A veces tengo la impresión de que los auténticos destinatarios de los medios son los centros de poder. Como compiten entre sí, cada cual intenta controlar el máximo de emisoras, de periódicos, semanarios, portales de internet.... para decirle al otro el poder que tiene. Es la reproducción moderna de "a ver quien grita más alto". Y las audiencias no son más que consumidoras de mensajes encriptados, con las suficientes dosis de atractivo para generar adicción y fidelidad. Por eso es cierto que muchas veces la única manera que tiene de expresarse el pueblo es si alguien se hace porta-voz de sus deseos y necesidades. Cuando eso pasa se convierte en peligro-so para el poder y entonces intentan eliminarlo. La complicidad de los grandes grupos evidencia la simbiosis poder-prensa, cada vez más extendida.

Afirmas también, y es como un corolario de lo anterior, "hemos renunciado a la noticia que importa, a cambio de la noticia que vende". Para que engañarse Marilut, una vez se ha dormido a la población, se ha neutralizado su capacidad de sorpresa y de reacción, hay que mantener las dosis de somnífero. En eso consiste el 90% de las programación. Y, de vez en cuando, con una gran orquestación se hace creer al pueblo que es partícipe de algo, y se despierta en ellos sentimientos de indignación, o de solidaridad, o se les hace creer que son imprescindibles. Pero, está todo tan controlado, que el nivel de reacción es mínimo porque todos están dormidos.

No quiero alargarme. Me ha gustado tu libro. Me ha gustado que insistas en distinguir entre la noticia y la opinión, y de como la segunda nunca puede negar la primera ni prescindir de ella. Los hechos son objetivos, pero pueden dar pie a diversas interpretaciones. Lo peligroso es cuando alguien oculta o niega los hechos. Desgraciadamente eso sucede. Incluso hay quien es incapaz de ver la realidad. Pero eso se puede curar con el colirio de la honestidad. También me gusta que antepones la persona a la noticia, y esa especie de examen de conciencia en el artículo "Puenteziño", por haberte dedicado a banalidades y no haberte fijado en la gente que se moría de sed.

Porque la rectitud de intención es la única que nos permite rectificar cuando nos equivocamos.

Y también me ha emocionado cuando dices "el periodismo es una de las profesiones más peligrosas que existen. Pero también puede ser una de las más dañinas por su feroz influencia sobre la población". Cada año, en una u otra parte se nos recuerdan los periodistas que murieron en el mundo por ejercer su profesión. Pero hay otra estadística que es más difícil de elaborar, y es saber cuánta gente perdió la vida con la complicidad de algún periodista. Sé que tú no perteneces a ese grupo. Por eso me he atrevido a decírtelo. Ahora que tu voz ya no se escucha en la radio, me gustaría que este libro sirviera al menos para que muchos pudieran oír en su interior una llamada a ejercer el periodismo con rigor y veracidad. Para eso, no hay duda, hace falto ser valientes.

DAVID AMADO FERNÁNDEZ

Abril de 2001 Barcelona-España

 

ENTIÉNDANME POR FAVOR

Alguna gente, entre la que se encuentran colegas amigos y amigas, suelen criticarme porque escribo en primera persona. Me dicen que soy muy personalista, muy "yoista", y que eso resulta chocante.

Una amiga, al enterarse de este libro y su título, me saltó espontáneamente con un: "ay Marilut, es el colmo lo personalista que sos".

Dicen por ahí que hay un diario, en el que intento escribir desde hace años (en realidad lo intento en todos, sin éxito), que no me contrata porque a sus editores no les gusta ese mi vicio de escribir en primera persona.

Suelo defenderme con el único argumento que tengo a mano y que hoy intentaré explicarles a ustedes: apenas puedo ser responsable de lo que yo pienso y creo, así que no me animaría jamás a hablar en nombre de otras personas.

No sé si es personalismo. Puede que algo de eso haya (no suelo presumir de modesta), pero considero que todas las personas que arriesgan opinión a través de un medio de comunicación, deberían hacerlo en primera persona, así como deberían hacerlo las autoridades cuando se les consultan acciones o se les reprochan posturas.

Esa costumbre de pluralizar los hechos, suena más bien a un intento de repartir responsabilidades, de manera a no asumirlas como propias, con toda la carga de consecuencias que eso trae.

No me considero más valiente que el resto. Soy una persona común, y como tal, sólo puedo hacerme responsable de lo que yo pienso. Para interpretar los deseos del pueblo y hablar en nombre de él, ya tenemos a los políticos, esos eternos mercaderes de los sueños comunitarios.

Ojalá puedan ustedes entenderme, y si no, intenten, por lo menos, disculparme.

Enero de 2001.

 

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