LA BARCA DE PEDRO - TU PAZ, SEÑOR JESUS
y EL DÍA DE LA RAZA
Poesías de
DOLORES FERNÁNDEZ (1888 - 1979)
LA BARCA DE PEDRO
Para recitar la niña
Bety Pedrozo Arigós.
Mirad, en lontananza. En el confín ignoto,
Con velas desplegadas, cual águila caudal;
Es Pedro, que navega sobre el mar remoto,
Sin que turbe el viento su ascensión triunfal.
Mirad, es Pedro. Con timón en mano,
Agita por bandera la insignia de Jesús.
Y brama la tormenta, y ruge el Océano,
Para borrar del mundo, la imagen de la Cruz.
Nerón ya brunce el ceño. Calígula se irrita;
Herodes, brama y muge, cual otro Leviatán,
Y, en torno a la barquilla, el público se agita
Y se apresta a la batalla, los hijos de Satán.
En vano sus huestes escogidas, con ánimo sereno,
Aceptan el, combate de la verdad en pos,
Para regar con sangre, para ganar terreno
El credo del Maestro, el nombre, de su Dios.
Y Roma tiembla y calla. Se acerca
Su derrumbe en el piélago fatal.
Es Pedro, que conquista. Es Cristo que triunfa
Para ganar del hombre, el corazón mortal.
Ha siglos que navega, la barca por el mundo;
Ha siglos, que arrecifes le acercan por doquier;
La barca se adelanta sobre el mar profundo,
Burlando al enemigo y rindiendo a Lucifer.
Ya llega a nuestra playa amena,
Trayendo cargamento de PAZ, y de PERDON,
Ya cede la tormenta, ya calma nuestra pena
Y nace nueva vida en cada corazón.
Corramos a su encuentro, cristianos, presurosos,
Llevando por ofrenda la Fe del corazón,
Y, como flor humilde de nuestro amor celoso,
Prendamos nuestras almas de Pedro, en el pendón.
TU PAZ, SEÑOR JESUS
Para doña Elena A. de Pedrozo,
cariñosamente, Dolores.
Tan blanca su cabeza sobre su blanca toca
Postrado de rodillas, las manos puestas en cruz.
Contempla la tea de la soberbia loca
Y gime dolorido: "piedad, Señor Jesús".
Taladra la campiña, en humo las ciudades
Famélicos soldados cayendo en derredor,
Un hombre reverente por tantas crueldades
Eleva su alma al cielo: "piedad, Jesús, Señor"
Hoy callan los fusiles, descansan los cañones
Las tinieblas ceden al paso de la luz.
Pero la soberbia humana destroza corazones
Y gime el Padre Santo: "piedad, Señor Jesús".
Desata de los hombres la venda de tinieblas
Del horror y el crimen envuelto en el capús
Y haya paz cristiana en todas las naciones
Y tu nombre alabe el orbe, Señor Jesús.
Alpaca de los hombres injusticia tanta
Por tantos inocentes, que gimen sin amor
Y su cálido suspiro solloza en su garganta
Y calma estremecido: "piedad. Jesús, Señor"
Mi corazón cristiano se asocia a su quebranto
Y dobla las rodillas, también las manos en cruz
Y ruego por el ruego de nuestro Padre Santo
E invoco para el mundo: tu paz, Señor Jesús.
Encarnación, VI-24-56
EL DIA DE LA RAZA
A los niños de la Escuela República Argentina
Broten flores, suba incienso, canten himno nuestras almas.
La escuela, la gran madre de los niños, hace mucho,
muchos años, que me dijo de un vidente,
que pasara largas noches de vigilia,
añorando de sus sueños la feliz realización.
Y que, pobre, escarnecido, paseó por media Europa
con su carga de quimera,
mendigando de los reyes, la real cooperación.
Nadie quiso, de sus pláticas creer la profecía;
nadie pudo la grandeza de su alma comprender,
pero Dios, potente y justo, quiso,
que un rayo de lo alto iluminara
la visión lejana y clara de una intrépida mujer.
Desde entonces, asociados, luz de genio de aquel loco,
y el gentil desprendimiento de una dama señorial,
van las naves presurosas, cabalgando sobre el lomo de los mares,
escribiendo con sus quillas el poema universal.
Broten flores, suba incienso, canten himno nuestras almas
Ya la música del bosque, asociando sus acordes
de mil notas fugitivas se dilata.
Ya las flores sus aromas recogiendo
en un búcaro de perlas se consultan.
Y los vientos musitando besos,
parece que dicen amores.
Y la novia sorprendida en su tálamo selvático,
suborosa se estremece.
Llega el mago, y al conjuro de los cielos
y en presencia de los hombres, nace América
reclamando su derecho en el mundo de la luz.
De sus ámbitos lejanos brotan ecos
que llegaron al confín de las edades.
Van cayendo enamorados a rendirle vasallaje.
Ella pródiga y serena les ofrece sus amores
en el pórtico risueño de su amplio corazón.
Y el beso de luz de aquella estirpe de valientes,
estampado sobre el seno de la Virgen ignorada,
nació intrépida y gallarda NUESTRA RAZA!
Nuestra Raza, cuyos héroes ocuparon con sus hechos
el cerebro de los tiempos: Hernandarias, Antequera,
Miranda, Bolívar, Artigas, Francia, San Martín,
Alberdi, los López, Aquino y Díaz, orgullo de la
estirpe americana, que escalaron los peldaños
de la gloria, con su alma de Titán.
Y nosotros, tiernos niños, herederos de su sangre,
en el Día de la Raza, recordando sus hazañas,
como ofrenda de cariño,
broten flores, suba incienso, canten himno nuestras almas.
Fuente:
EL PARMASO GUAIREÑO
Obra de ROMUALDO ALARCÓN MARTÍNEZ
Ediciones INTENTO.
Asunción – Paraguay
1987 (1ª edición – 407 páginas)

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ENLACE A DOCUMENTO RELACIONADO:
ANTOLOGÍA DE LA
LITERATURA PARAGUAYA
Editorial El Lector,
Asunción-Paraguay 2004
Edición digital:
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IMÁGENES DE NUESTRO HERMOSO PARAGUAY

Fotografía de FERNANDO ALLEN