MI SAPUCAÍ
CANCIÓN AL TERRUÑO DE LA AMADA
Letra y música: MARIO AGUSTÍN LLANES
MI SAPUCAÍ
MARIO AGUSTÍN LLANES -nacido en Asunción el 25 de setiembre de 1933- y su esposa REINA MARÍA (nombre artístico de MARÍA IGNACIA VECCA PÉREZ) decidieron que el primer fruto del amor que compartían naciese en el Paraguay.
Habían recorrido el mundo, podían pagar el mejor sanatorio, pero querían que su niña FÁTIMA MARÍA mirara los primeros colores de su vida en la tierra que aun en las más lejanas latitudes siempre latía en su corazón. El romance entre Mario Agustín y Reina María había brotado cuatro años antes. "El 1º de marzo de 1970 se iba a realizar un gran festival por los cien años del fin de la epopeya que acabó en 1870. El organizador era Autores Paraguayos Asociados, APA. Esta entidad autoral, de la que soy socio, me invitó a participar a través del embajador paraguayo en Japón NICOLÁS DE BARI FLECHA TORRES. Acepté venir con mi conjunto `Los mensajeros del Paraguay' para cantar en esa solemne ocasión", relata Mario Agustín quien vive en Nueva York, pero se encuentra en Asunción gestionando en el Congreso una pensión graciable.
La trayectoria de Llanes, para entonces, era ya larga y consolidada. Había heredado de su padre -violinista de una orquesta de Itá- la pasión por la música. Con el afán de alcanzar una mejor formación en la guitarra y educar su voz, había estudiado con ENRIQUETA GONZÁLEZ, PRUDENCIO GIMÉNEZ, AMADEO BÁEZ ALLENDE, CÉSAR DE BRIX, SOFÍA MENDOZA y otros.
"Integré el conjunto de PRUDENCIO GIMÉNEZ en Buenos Aires, entre 1952 y 1953 si mal no recuerdo. Con él, que era un excelente guitarrista primero y arpista después, mejoré mi arte de interpretar el instrumento de seis cuerdas", acota.
Después de haber tomado ya también parte de "LOS TROVADORES DEL PARAGUAY" y tras una gira por Brasil, Puerto Rico y México, fundó con AMADO SARAVIA (AMADO DEL PARAGUAY), MARIZZA y LORENZO GONZÁLEZ en 1956 en Buenos Aires "LOS MENSAJEROS DEL PARAGUAY". El grupo recorrió los más variados escenarios del mundo a lo largo de 40 años afincándose durante temporadas más prolongadas en Australia y Sudáfrica.
"En el encuentro musical realizado en el Olimpia -retoma el relato- cantó Reina María representando a Asunción. Ganó el primer premio.
Estaba dotada de una magnífica voz según escuché aquella noche. La que me presentó fue la cantante y profesora WILMA FERREIRA. Fue un amor al instante. A los tres meses de conocernos, ya nos casamos. Y viajamos a España para cantar juntos".
Cuando ya era inminente el nacimiento de la niña, volaron hasta Asunción. Como Reina María es oriunda de Sapucai -localidad del departamento de Paraguarí- el Centro de Sapuqueños Residentes en Asunción programó un homenaje para su coterránea famosa.
"Para aquella ocasión fue que el Centro me pidió una polca. Yo nunca había estado en Sapucai, pero Reina María me hablaba siempre de la cordillera, los manantiales y otras características de aquel lugar que durante muchos años fue una de las estaciones del ferrocarril. Fue así como escribí la letra de MI SAPUCAI y le puse la música. Solo en 1976 pude conocer personalmente el lugar al que había dedicado la canción", recuerda quien se había casado, en primeras nupcias, con la cantante OTILIA RAMONA CAÑETE más conocida con su nombre artístico de MARIZZA.
En el encuentro para agasajar a la artista que venía del continente asiático se estrenó la obra. "Fue todo un éxito y los de Sapucai la incorporaron como parte de su vida", apunta.
Es evidente que la obra fue compuesta para la voz de Reina María -por eso lo de mí grito de sapuqueña- en su condición de nativa de aquel pueblo. La letra es breve y se alarga a fuerza de la repetición de algunas de sus estrofas.
CHE KAMBA JUKY, PARA ASUNCIÓN, POR TI QUERIDA, UNA CANCIÓN PARA MÍ MADRE, POR TODO TU SER, entre otras, son también productos de la inspiración de MARIO AGUSTÍN LLANES quien por espacio de dos años fue contratado por el ejército norteamericano en Vietnam para que las heridas de sus soldados latinos fueran menos dolorosas y, acaso, dejaran cicatrices menos lacerantes.
MI SAPUCAI
Oh Sapucai, quiero cantarle
a tus cordilleras, paisajes de amor,
tus manantiales, tu cerro verde
adornan la cuna donde nací.
En esta noche llena de estrellas
en que la luna mirando está
quiero en mi grito de sapuqueña
cantarte quiero, mi Sapucai.
Oh Sapucai, mi Sapucai,
tierra bendita donde nací
ipirĩ pirĩ ko che korasõ
aguerúvo ndéve che maitei.
Letra y música: MARIO AGUSTÍN LLANES
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MI SAPUCAI
Intérprete: LOS MENSAJEROS DEL PARAGUAY
Material: MI SAPUCAÍ
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Fuente/ Enlace:
LAS VOCES DE LA MEMORIA
HISTORIAS DE CANCIONES POPULARES PARAGUAYAS - TOMO X
Autor y ©: MARIO RUBÉN ÁLVAREZ
Edición del autor y Julián Navarro Vera
Dibujo de tapa: ENZO PERTILE
Diseño de tapa: MANUEL MORÍNIGO
Editora Litocolor S.R.L.
Asunción-Paraguay 2009
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POESÍAS DE HÉRIB CAMPOS CERVERA
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UN PUÑADO DE TIERRA
I
Un puñado de tierra
de tu profunda latitud,
de tu nivel de soledad perenne;
de tu frente de greda
cargada de sollozos germinales.
Un puñado de tierra,
con el cariño simple de sus sales
y su desamparada dulzura de raíces.
Un puñado de tierra que lleve entre sus labios
la sonrisa y la sangre de tus muertos.
Un puñado de tierra
para arrimar a su encendido número
todo el frío que viene del tiempo de morir.
Y algún resto de sombra de tu lenta arboleda
para que me custodie los párpados de sueño.
Quise de Ti tu noche de azahares;
quise tu meridiano caliente y forestal;
quise los alimentos minerales que pueblan
los duros litorales de tu cuerpo enterrado,
y quise la madera de tu pecho.
Eso quise de Ti
(-Patria de mi alegría y de mi duelo;)
eso quise de Ti.
II
Ahora estoy de nuevo desnudo.
Desnudo y desolado
sobre un acantilado de recuerdos;
perdido entre recodos de tinieblas.
Desnudo y desolado;
lejos del firme símbolo de tu sangre.
Lejos.
No tengo ya el remoto jazmín de tus estrellas,
ni el asedio nocturno de tus selvas.
Nada: ni tus días de guitarra y cuchillo,
ni la desmemoriada claridad de tu cielo.
Solo como una piedra o como un grito
te nombro y, cuando busco
volver a la estatura de tu nombre,
sé que la Piedra es piedra y que el Agua del río
huye de tu abrumada cintura y que los pájaros
usan el alto amparo del árbol humillado
como un derrumbadero de su canto y sus alas.
III
Pero así, caminando, bajo nubes distintas;
sobre los fabricados perfiles de otros pueblos,
de golpe, te recobro.
Por entre soledades invencibles,
o por ciegos caminos de música y trigales,
descubro que te extiendes largamente a mi lado,
con tu martirizada corona y con tu limpio
recuerdo de guaranias y naranjos.
Estás en mí: caminas con mis pasos,
hablas por mi garganta; te yergues en mi cal
y mueres, cuando muero, cada noche.
Estás en mí con todas tus banderas;
con tus honestas manos labradoras
y tu pequeña luna irremediable.
Inevitablemente
-con la puntual constancia de las constelaciones-,
vienen a mí, presentes y telúricas:
tu cabellera torrencial de lluvias;
tu nostalgia marítima y tu inmensa
pesadumbre de llanuras sedientas.
Me habitas y te habito:
sumergido en tus llagas,
yo vigilo tu frente que muriendo, amanece.
Estoy en paz contigo;
ni los cuervos ni el odio
me pueden cercenar de tu cintura:
yo sé que estoy llevando tu Raíz y su Suma
sobre la cordillera de mis hombros.
Un puñado de tierra:
Eso quise de Ti
y eso tengo de Ti.
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CAPITÁN DE ESTA AURORA
Para Augusto Roa Bastos, voz de presente
en esta hora ciega del mundo.
I
Estoy aquí: sin voz y sin presencia;
limpio de luz y con mis duras anclas
mordiendo las tinieblas de granito
que duermen en la boca de mis túneles.
Busco mi voz más clara, más antigua;
la que usó mi garganta en la primera
mañana de la vida; la que luego
se enamoró del sueño y se deshizo,
tras la fuga perpetua de su vuelo.
Llamo a la voz más mía: la que viene
nadando entre la sangre de los míos;
la que para llegar hasta mis labios
tiene que caminar por las raíces
del árbol y subir por las arterias
del agua ciega que bebió la música,
dormida en la garganta de mis muertos.
Tiempos de flor, que en sábanas de polen
va preparando el tiempo de la fruta:
dame tu voz, de gravidez cumplida,
para cantar al Símbolo que llega.
II
Capitán de esta aurora que no tiene silencios:
aplaudo en ti ese gesto de veterano apuro
con que vas agrietando la tierra de tus días,
y ese denuedo sordo que se te ve en el rostro
cuando labras la piedra dolida de tu canto.
Te encuentro en este claro mediodía cavando
cauces, donde el latido del agua no tenía
ningún trigo guardado para que diera el surco
su pan de voz morena, maduro de presente.
Traes un alba de música distinta en la garganta:
se siente que no quieres llevar la misma luna
que solicita el zumo vegetal de otras voces.
Por eso: porque vienes sin ley de gratitudes,
Tu verso tiene tanta cargazón de llamados
Para el Clavel y el Agua y el Viento que manejas.
Siento cómo te duele la sangre de tu frente
Cuando llevas su vértigo de noche, acumulada.
Y aunque pudiera darte la llave del Camino,
me gusta ver que sales intacto de tu fuego
sin usar el descanso del hombro compañero.
En la humillada sombra del tiempo que te lleva
laten breves auroras que tú vas cosechando;
y a medida que suben tus trojes hacia el cielo,
mayor savia te llega por la vena del sueño.
Te veo taciturnamente dado al empeño
de aligerar tu dura jornada navegante:
la manos, en el remo y el Viento, sin reposo,
improvisando rutas para tus aventuras.
Capitán de esta aurora que no tiene silencios;
metal de voz reciente, fundido en herramienta:
desde tu honda campana, servidora del grito,
deja al viento los signos del alba irremediable.
Lección de fe en la vida; tranquilo don humano
de llevar con la gracia de un niño, una esperanza:
lo que ya no podemos hacer con nuestras manos
lo puede tu milagro, Capitán de esta aurora.
Y que no se te nuble tu Rosa de los Rumbos;
que imanten tus senderos un término de luz;
mientras, tu voz de pueblo se desintegre en círculos
que vayan hacia el lento corazón de los hombres,
para aventar la arena de su amarga clausura.
Y que la liberada palabra de los años
te encuentre siempre al pairo del sol más justiciero,
para que no haya herrumbre sobre tu nombre claro:
Capitán de esta aurora que no tiene silencios...
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DOCUMENTO (ENLACE) RELACIONADO:
Poesías de HÉRIB CAMPOS CERVERA
Colección Poesía, 1
© Alicia Campos Cervera
Alcándara Editora
Edición al cuidado de Alicia Campos Cervera y Miguel Ángel Fernández
Diseño gráfico: Miguel Ángel Fernández . Logotipo: Carlos Colombino
Se acabó de imprimir el 15 de marzo de 1982
en los talleres de Editora Licotolor .
Asunción, Paraguay (118 páginas)
ENLACE A LA GALERÍA DE MÚSICA PARAGUAYA
EN PORTALGUARANI.COM
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