PARAGUAY TUVO BRIGADAS RURALES ANTES QUE CUBA
Por RICARDO CABALLERO AQUINO
rcaballeroa@gmail.com
En la biografía del expresidente Luis A. Riart a ser publicada por ABC Color y El Lector el próximo domingo aparecen datos sorprendentes sobre la administración económica en la Guerra del Chaco. A falta de fondos, el Gobierno se encargó de la producción rural para evitar intermediarios. También la necesidad obligó a las autoridades a mezclar alcohol carburante y nafta con sustancial ahorro de divisas. La creatividad de los paraguayos adquirió carácter científico. Estos son extractos del texto.
Economía de guerra
La súbita presencia de la guerra obligó a muchos cambios. La Junta de Abastecimiento creada en la movilización general de 1928 fue solo nominal, pero para 1932 se precisaba una entidad especializada en abastecer a los combatientes y a la retaguardia. Eso implicó transformarse en una economía de guerra. Y a falta de Eligio Ayala, el único capaz de tamaño emprendimiento era Luis A. Riart. Para facilitarle su tarea, pronto estaba ya reportando directamente al Presidente como un ministro de hecho. La Dirección General de Economía y Abastecimiento tenía a su cargo la coordinación de todas las actividades económicas del país y su fomento, la regulación del consumo, el desarrollo del intercambio, el mejoramiento de las comunicaciones, el examen del régimen impositivo y el abastecimiento del Ejército y la Marina.
Como era su costumbre, Riart inicia sus trabajos con un relevamiento de lo que existe y de lo que falta. Sus labores al frente de economía fueron anotadas en un extenso informe del profesor Juan S. Chaparro que Riart no autorizó publicar por considerarlo elogioso y temía que el mismo no fuese comprendido en su real dimensión. De todos modos, los trabajos fueron hercúleos. Para comenzar, se necesitaba saber la población. Teníamos 829.929 habitantes, con una población rural de 588.374 personas, distribuidas en 111.120 familias, con un promedio de 5,29 individuos por grupo familiar. De esas, apenas 15.000 tenían tierra propia, y 40.193 estaban asentadas en propiedades privadas. Un dato revelador era que 70.927 familias estaban afincadas en propiedades fiscales y en propiedades privadas no delimitadas con claridad. La estructura poblacional era la siguiente: 68% agrícola, 17% industrial, 5% en el comercio y transporte y 10% en otras actividades.
El dato preocupante originado en la movilización general era que más de 45.000 hombres jóvenes productivos fueron arrancados de sus hogares, la mayoría del campo, por lo que existía una grave amenaza de que la producción rural decayera bruscamente para ocasionar un descalabro nacional. Esta era la razón por la cual el Presidente recurrió a su mejor administrador para encarar tan formidable desafío. Riart no decepcionó. Armado de sus números, pronto se dirigió a quienes quedaban en el campo para delinearles sus nuevas responsabilidades, que eran: “atender la labor propia de los que se habían ausentado a los campamentos, correspondiéndoles desplegar un esfuerzo doble del habitual para llenar la extensión sembrada en años normales. Hubiera bastado que el área sembrada fuese igual a la de los años anteriores para sostener que el labriego había duplicado su actividad, pero hoy se ha llegado a comprobar que no solo ha llegado a alcanzar el límite del año precedente sino que lo superó”.
Brigadas de trabajadores
El ministro Riart comprendió claramente los alcances de su misión y nada amigo de paños tibios, se enfrascó en ella con ahínco. Procedió a organizar al elemento campesino en unas brigadas más apropiadas para los regímenes socialista, con un componente de intervención gubernamental maximizado. Dijo Chaparro: “Esta estructura de organización tenía la finalidad de comprender a toda clase trabajadora campesina dentro de una movilización de todas nuestras posibilidades técnicas y estructurales que era, desde luego, muy pobres. Se crearon 155 Juntas de Economía en la campaña, distribuidas en 20 zonas agrícolas constituidas por agrónomos, que eran muy pocos en el país, con el fin de enseñar, supervisar y vigilar los trabajos de estas juntas de economía. No siempre fue posible poner al frente de cada grupo agropecuario a un orientador competente para el trabajo.
El sistema consistía en un régimen de pequeña unidad cooperativa, la “brigada rural”. Los objetivos de este sistema organizativo fueron fijados por el Dr. Riart el 15 de mayo de 1933, antes del primer aniversario de inicio de las hostilidades:
1º) Movilizar todas las fuerzas vivas y los elementos rurales de cada Departamento, hombres y mujeres con inclusión de menores de ambos sexos mayores de 10 años de edad; talleres, máquinas, arados, sembradoras, carpidoras, carros, bueyes, mulas, caballos, herramientas, etc.
2º) La movilización se hará por compañías, que se subdividirán en secciones para su mejor atención.
3º) En cada sección se formarán una o varias brigadas, según la población.
4º) Cada brigada se compondrá de 5 a 10 personas o familias que, por sus afinidades, se entenderán mejor entre sí de manera que el trabajo les resulte más agradable y rinda mejores frutos.
5º) Cada brigada tendrá un jefe, hombre o mujer, que será responsable de la disciplina y la labor de la misma.
6º) En cada Compañía habrá una persona o Sub Comisión que correrá con la vigilancia de las brigadas y procederá de acuerdo con las instrucciones que reciba del Jefe de la Junta, fijará la extensión y clase de cultivo, distribuirá los trabajos por turnos, repartirá las semillas y facilitará los implementos de cuya conservación será responsable como de la disciplina y la labor de la misma. El Profesor Chaparro informó que las brigadas resultaron muy exitosas alrededor de las grandes ciudades como Villarrica, Carapeguá, Barrero Grande, San Bernardino, Altos y casi todos los pueblos de La Cordillera. Para fines de 1933, a seis meses de implementada, esta organización ya abarcó 128 poblaciones y 954 Compañías. El trabajo cooperativo recibía otro nombre en el Paraguay tradicional, pero era el mismo trabajo colectivo así se lo llame “minga”, “yopoi” o “pomboyá”. Para apoyar la tarea del campo, el Banco Agrícola y la propia Dirección de Economía repartieron entre los campesinos 3.940 arados metálicos, 13.300 azadas y 24.044 machetes. Los resultados fueron sorprendentes. Nunca se tuvo tanta producción en el campo como durante la guerra. En cada rubro se tuvieron aumentos geométricos de hectáreas sembradas y cosecha recogida. Para muestra, sólo basta indicar estos tres: El cultivo del algodón tuvo un éxito completo debido a la aceptación de la calidad del producto en Liverpool, Hamburgo y Varsovia. En 1933 se habían repartido 830.707 kg de semillas de algodón y en 1934 llegó a 1.078.950 kg. Para ahorrar divisas, se repartieron semillas de trigo y el resultado fue alentador. En cuanto a exportación, el algodón en un solo año tuvo un incremento de casi el 300%, de 12.000 fardos en 1933 a 34.899 fardos en 1934.
829.929
En el Paraguay teníamos 829.929 habitantes, con una población rural de 588.374 personas, distribuidas en 111.120 familias.
Régimen
Riart organizó a campesinos en brigadas más apropiadas para los regímenes socialistas, capaces de intervención gubernamental maximizada.
“Minga”
El trabajo cooperativo recibía otro nombre en el Paraguay tradicional, pero era el mismo trabajo colectivo, así se lo llame “minga”, “yopoi” o “pomboyá”.
Rubro
Nunca se tuvo tanta producción como durante la guerra. En cada rubro se tuvieron aumentos geométricos de hectáreas sembradas y cosecha recogida.
Fuente: ABC COLOR (ONLINE)
www.abc.com.py
Sección ECONÓMICO
Sábado, 01 de Noviembre de 2014
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