GOBIERNO DE CARLOS A. LÓPEZ
SUS REALIZACIONES EN EL ORDEN EDUCATIVO
MARÍA VICTORIA MORENO ORTIZ
Si en el aspecto político el momento en que iniciaba sus tareas este gobernante no era propicio para una labor tranquila, si la economía cerrada por la tendencia de autoabastecimiento impuesta por el Dictador Francia no ofrecía posibilidades ciertas de progreso; en el orden educacional, la configuración no ofrecía tampoco aristas favorables.
Pero la comprensión integral de este momento fue alcanzada en toda su amplitud, gravedad y dimensión por éste estadista magnífico. Prueba de ello son sus primeras medidas gubernativas, su firme decisión de actuar en todos los campos para también hacerlo todo.
El capítulo de la Instrucción Primaria es el más importante en la historia cultural de la época, pues su planeamiento, ejecución y desarrollo muestran la tónica de una labor intensamente realista, y muestra también el acierto de la misma, pues revela la intención de llenar con urgencia la falta de hombres capacitados, herencia negativa de la Dictadura.
La creación de la llamada Escuela-taller venía a ser el eje alrededor del cual giraba toda la educación. En ella se impartían las enseñanzas de los oficios de sastrería, zapatería, tejeduría y el arte de fabricar sombreros. El material empleado era la Cartilla, cuaderno impreso que contenía las letras del alfabeto y los primeros rudimentos para aprender a leer; el Catón, libro compuesto de frases y grabados para ejercitarse en la lectura. Se distribuyó asimismo un reglamento para el estudio del catecismo.
López ve en el uso de ciertos manuales, instrucciones, catecismos o reglamentos los medios más sólidos y esenciales para que el país alcance un cierto grado de desarrollo cultural político y moral. Así, en 1863 apareció la reimpresión de una obra famosa "El Catecismo de San Alberto, Manual que explica el carácter de la educación de esos tiempos.
En el Catecismo se ven explicados con claridad y sencillez los deberes de los ciudadanos para con los gobernantes; además, instruye a los paraguayos sobre los medios de ser verdaderamente felices; hay sobre todo, claridad y sencillez en el estilo y en el método; las lecciones eran breves, amenas, e iguales todos en la extensión.
En suma, se trata de una obra hecha con habilidad para despertar la atención de los niños e instruirlos en las doctrinas que enseñaba. El mismo autor, San Alberto, recomienda como útil para los niños, la parte que tiende a dar una justa idea de lo que es y se merece un gobernante, para pasar después a imponerlos en el amor, respeto, obediencia y fidelidad que le deben los ciudadanos.
Lo más interesante es el método usado, que se podría llamar método combinado. Primeramente se enuncia el contenido de la lección para condensarlo luego en breves proposiciones que, por el procedimiento dialogado, esto es, por medio de preguntas y respuestas, lo presenta al alumno como un conjunto de verdades indiscutibles, inconclusas.
La didáctica aplicada entonces se ajustaba a los sistemas de estímulos y castigos, como medios de recurso para lograr disciplina y mayor eficacia en la instrucción, para la obtención de mejores resultados. Los premios correspondían a aquellos que observaban una conducta intachable y una aplicación satisfactoria; los castigos eran aplicados a los niños que se mostraban lerdos en el aprendizaje. El símbolo del castigo era un añillo de bronce entregado al alumno qué, por merecerlo, y según la gravedad de la falta, era azotado los días sábados en acto público. El uso de la palmeta o el encierro eran también medidas disciplinarias empleadas con frecuencia.
Habida en cuenta la pedagogía de la época, estos recursos disciplinarios suponen argumentos suficientes para conseguir los objetivos. El mobiliario escolar debió ser más bien modesto y precario. Esto ateniéndonos a la descripción de la escuela del Maestro Quintana, que contaba con tan sólo un escritorio y largos bancos con mesitas de escribir colocadas en escalones hasta casi tocar el techo; en los primeros bancos, comenzando de abajo, se sentaban los "principiantes", que deletreaban sus cartillas; en los segundos, los "catoneros", que se ejercitaban en la lectura; y en los últimos, los alumnos que realizaban sus actividades con alguna independencia y sin la estricta vigilancia del maestro.
En el año de 1842 existía en la Asunción una sola escuela pública de primeras letras, ubicada, según algunos, en la vieja casa del Seminario, detrás de la Catedral,
y según otros, entre la Catedral y el Cabildo. Estaba dirigida por los maestros José Gabriel Téllez y Antonio María Quintana.
Más tarde esta escuela fue trasladada a un edificio construido en la parroquia de la Encarnación, y mereció los honores de la dotación de mejores elementos y materiales para la enseñanza de primeras letras.
Las primeras erogaciones demandadas por este programa de promoción de la enseñanza primaria fueron afrontadas con la supresión de las Capellanías, instituto del derecho civil español que permitía a las personas legar parte de sus bienes a un eclesiástico, con la obligación de mandar celebrar misas en su memoria y a perpetuidad. Este arbitrio proporcionó al Estado unos diez mil pesos que, juntamente con otros aportes estatales, fueron destinados a ayudar a los alumnos de las escuelas primarias. En este concepto, se utilizaron veintidós mil pesos en efectos y útiles, como también seis mil trescientos animales vacunos.
El documento que va a continuación expresa como en los pueblos del campo ya había maestros que se dedicaban a la enseñanza de la niñez.
¡Viva la República del Paraguay!
Excmo. Señor:
En puntual cumplimiento de la suprema orden circular de Vuestra Excelencia doy cuenta a Vuestra Excelencia que en este partido de mi cargo existen tres escuelas primarias con maestros idóneos para la enseñanza de los alumnos; la primera en la misma capilla con veinte y uno escolares; la segunda en distancia de la capilla más de dos leguas en donde hay veinte y nueve escolares, y la tercera, en distancia de cuatro leguas en donde hay trece escolares, todo lo que con el debido respeto participo a Vuestra Excelencia.
Dios guarde la importante vida de Vuestra Excelencia, felices y dilatados años en prosperidad. Mbuyapey y diciembre 18 de 1855.
JUAN BENITO FERREYRA
Excelentísimo Señor Presidente de la República.
La instrucción Superior mereció también, igual que la primaria, una atención preferente en los afanes gubernativos. Las instituciones creadas a lo largo del gobierno del Presidente López nos revelan un enfoque integral de este aspecto educativo, pues, evidentemente, se trató de abarcar una amplia dimensión humanística, científica y técnica, integración deseada en toda verdadera cultura. Las instituciones de este nivel creadas en la época, son las siguientes: La Academia Literaria - La Escuela de Derecho Civil y Político - Escuela de Matemáticas - Escuela Normal y Aula de Filosofía, y el Seminario Conciliar.
LA ACADEMIA LITERARIA
El congreso de marzo de 1841 creó la Academia Literaria, que fue inaugurada el 30 de noviembre de ese mismo año, y el 9 de febrero de 1842 se realizó el acto de iniciación de clases. Esta Academia Literaria venía a llenar las aspiraciones culturales de la juventud de una sociedad en pleno crecimiento, y que ya no estaba conforme con la sola instrucción primaria
El plan de estudios comprendía la enseñanza de Latinidad - Idioma Castellano y Bellas Letras - Filosofía Racional - Teología Moral - Historia Eclesiástica y Oratoria Sagrada.
En su primera etapa, la Academia funcionó sólo con las cátedras de Latinidad e Idioma Castellano y Bellas Letras, y entre sus más distinguidos profesores figura el eminente argentino Padre José Joaquín Palacios. En 1842, en informe al Congreso, los cónsules Alonso y López dan cuenta del funcionamiento satisfactorio de este instituto, y viendo la necesidad de la creación de la cátedra de Filosofía, anuncian que será inaugurada en el año 1843.
Fue esta Academia una de las más prestigiosas casas de estudios que rindió frutos óptimos a la cultura nacional, y proveyó al magisterio sus mejores maestros.
A sus aulas acudió la mejor juventud de esos días: Francisco Solano López, Juan F. Zayas, Manuel Adorno, Manuel Palacios, Pedro Pablo Benítez, Francisco Ignacio Maíz, José R. González, José M. Velázquez y Eugenio Bogado.
Los directores y maestros de esta Academia Literaria habían formado conciencia de la misión que les competía en esta etapa de la vida, y los días les resultaban insuficientes para el desarrollo del programa respectivo y la consecución de la elevación cultural de esa juventud que comenzaba a despertar de su largo y ominoso letargo cultural y espiritual.
ESCUELA DE DERECHO CIVIL Y POLÍTICO
La vida nacional requería la formación de hombres de leyes, y a este objeto obedeció la fundación de la Escuela de Derecho Civil y Político, en 1850.
Fue su director Juan Andrés Gelly, compatriota ilustrado nacido en la Asunción en 1790. Lastimosamente, esta Escuela de Derecho Civil y Público tuvo una existencia efímera, pero no obstante, pudo servir de antecedente para la futura Escuela de Derecho de 1882, y posteriormente para la Universidad Nacional creada en 1890.
ESCUELA DE MATEMÁTICAS
En 1852 comenzó el funcionamiento de un curso preparatorio en Zeballos-cué, bajo la dirección de Miguel Rojas. Dos años más tarde, los alumnos fueron trasladados a la Capital, donde fue creado un Instituto Superior especializado, con el nombre de Escuela de Matemáticas, la que parece que estuvo ubicada a la entrada del llamado Teatro Viejo. Su dirección fue contratada al francés Pedro Dupuy, previa aceptación de propuesta en octubre de 1853.
El curso, que se inició con 51 alumnos, debía durar dos años. Empezó el 2 de enero de 1854, y en sus comienzos se impartió la enseñanza de Aritmética, para pasar luego a la de Algebra, Geometría y otras materias. El coronel Centurión, alumno del profesor Dupuy, refiere en sus Memorias, que éste fue el primero que enseñó en el Paraguay el sistema métrico decimal, justamente con el método de explicar en la pizarra todas las lecciones, a fin de que las mismas se hicieran más amenas y más asequibles a la comprensión de los alumnos. La enseñanza del sistema métrico decimal, por sus proyecciones y trascendencias culturales, debe haber producido modificaciones y transformaciones profundas en los usos y costumbres de la vida de relación, tanto en el orden técnico como en el económico. Así, en el orden técnico, las construcciones civiles y las obras públicas dejarían de medirse con los variados patrones de varas y cuadras; en lo económico, pasarían a desuso las yardas, galones y quintales, para dar paso al kilo, metro y litro.
Esta Escuela de Matemáticas tuvo pocos años de existencia, ya que en el año 1855 fue creada la Escuela Normal.
ESCUELA NORMAL Y AULA DE FILOSOFÍA
En el año 1855, contratado por Francisco Solano López, el español Ildefonso A. Bermejo se hizo cargo de la dirección de la Escuela Normal. El plan de estudios de esta Escuela, situada hasta 1856 en el edificio que hoy ocupa el Departamento de Policía, abarcaba la enseñanza de Gramática, Lectura, Aritmética, Historia, Lógica y Catecismo. El primer plantel de alumnos de esta Escuela Normal lo integró el grupo de 49 estudiantes de la Escuela de Matemáticas del Maestro Dupuy. Los resultados finales de esta primera Escuela no fueron del todo satisfactorios, por la deserción de alumnos que no podían superar los inconvenientes de un horario irregularmente distribuido en horas de la mañana y de la tarde. Salió de ella, sin embargo, un grupo de jóvenes suficientemente preparados para el ingreso en instituciones de nivel superior.
Así, como proyección ascendente de la Escuela Normal, en 1856 fue fundada el Aula de Filosofía. Establecimiento de enseñanza que tuvo un plan de estudios más amplio, mejor estructurado y más científico. El plan de estudios fue una novedad para la época. Comprendía Gramática Castellana, Lógica, Historia Sagrada y Profana, Cosmografía, Geometría, Literatura, Moral y Teodicea, Catecismo Político, Derecho Civil Francés y Composición Literaria.
El método didáctico usado por Ildefonso A. Bermejo fue el de preguntas y respuestas El primer examen fue realizado en acto público y en el local del Teatro,
situado en los fondos del actual Teatro Municipal. En el año 1863, Bermejo publicó un libro titulado "Episodios de la vida privada, política y social del Paraguay", en el cual manifiesta su descontento con las costumbres y el gobierno paraguayo. Esto le trajo consecuencias funestas, por lo que tuvo que abandonar sus actividades en el país en el mismo año de 1863. Si bien este libro constituye una manifestación de ingratitud por parte de Bermejo, no se puede negar que fue un europeo culto que impulsó y estimuló a los jóvenes a ponerse al día en el conocimiento del mundo y en el cultivo de las letras.
SEMINARIO CONCILIAR
Por un decreto del 14 de marzo de 1859 fue reabierto por don Carlos A. López el Seminario Conciliar, que nuevamente llenó los ámbitos de la patria con sus enseñanzas de elevado nivel cultural, y a través de los sacerdotes formados en él, se difundió la cultura con expansión social inusitada, y así llegó a capas profundas de la población, aproximándose por ello al ideal de la cultura democrática.
Fue designado el Padre Fidel Maíz como Rector y catedrático de Teología Moral y Vísperas de Cánones, Oratoria Sagrada y Liturgia. El Padre José del Carmen Moreno tuvo a su cargo las cátedras de Latinidad, idioma Castellano y Moral Cristiana. Más tarde se incorporaron al cuerpo docente del Seminario los Padres Bonifacio Moreno, Francisco Solano Espinosa, Justo Bueno, José Tomás Candia y el diocesano Roque Campos; todos ellos fueron figuras conspicuas de la época. El Dr. Manuel Domínguez nos refiere que en aquel entonces el Seminario contaba con 600 alumnos. Era parte de sus actividades, la instrucción para maestros de escuelas, y a ese fin se dictaron disposiciones, en el sentido de que los alumnos de cursos superiores enseñaran a los que se iniciaban en las tareas educativas. Esta actividad nos revela una intención afanosa de apresurar las tareas, a los efectos de recoger frutos tempranos del árbol de la cultura.
Así, el Seminario Conciliar estuvo presente en el quehacer cultural del Paraguay, y durante el gobierno de don Carlos A. López cumplió una de las etapas más fecundas de su labor.
La guerra de la Triple Alianza de 1864/70 cerró las puertas de esta benemérita institución.
OTROS CENTROS EDUCACIONALES
Como complemento de los esfuerzos e iniciativas oficiales en materia de instrucción pública, la iniciativa privada contribuyó también a la cultura paraguaya. Es conocido el funcionamiento de una escuela privada de primeras letras, dirigida por las francesas Dorotea Duprat y Luisa Balet.
En 1843, bajo la dirección de cuatro jesuitas; Bernardo Parés - Anastacio Calvo - Fidel López y Manuel Marcos, se creó en la Asunción un Instituto de Moral Universal y Matemáticas, en el que se enseñaban Filosofía y Bellas Letras. Este instituto tuvo muy poca duración.
El Pbro. Marcos Antonio Maíz dedicó una parte de su tiempo a dar lecciones particulares de Castellano y Latinidad, Aritmética, Moral Religiosa e Historia Sagrada.
En el campo de la educación artística, cabe señalar la iniciación de la enseñanza de la música y del piano, a cargo del profesor Pedro Dupuy, de la escuela de Matemáticas. Fue creada por esta misma época, una Escuela de Música de carácter militar, cuyo animador fue el francés Francisco Sauvageot de Dupuis, y como instructores actuaban Benjamín y Felipe González. Con los alumnos de esta Escuela fue formada la primera Banda Militar de Música.
"El Semanario" se refiere al Colegio particular del profesor Enrique Tubo, que con el nombre de "16 de Octubre" funcionaba en un local sito en la calle de la Justicia (Hoy del General Díaz). La misma fuente de información habla del profesor alemán Gustavo Mackense, quien vino al Paraguay como catedrático de francés, inglés, latín, griego y alemán. El arquitecto Alejandro Ravizza, italiano, montó una escuela de Dibujo Lineal y Geométrico.
Quedan así reseñadas en líneas generales las principales realizaciones en el orden educativo del gobierno de don Carlos Antonio López. La tarea cumplida pudiera ser imperfecta, pero es evidente que toda ella muestra un rumbo cierto, una idea fija y una determinación firme de contribuir al adelanto cultural del país. Se puede decir del propulsor de esta labor que "sabía lo que quería".
Para esa valoración podemos presentar el balance global de lo realizado; al iniciar su gobierno sólo recibe unas pocas escuelas de primeras letras, a cargo de improvisados maestros, y ninguna institución de enseñanza media y superior; al término de él, tenemos un total de 435 escuelas, a las que asisten más de 20.000 alumnos, varias instituciones de enseñanza media y una de enseñanza superior; institutos de enseñanza artística y de enseñanza profesional.
BIBLIOGRAFÍA
Cardozo, Efraím: Breve Historia del Paraguay; Bs. As.
Kostianovsky, Olinda Massare de: La enseñanza en la época de Carlos Antonio López: Artículo publicado en "La Tribuna".
Zubizarreta, Carlos: Cien Vidas Paraguayas. Asunción
González, Natalicio: Hombres y Letrados de América. - Manuel Gondra.
Cardozo, Efraím: Historia Cultural del Paraguay.
Domínguez, Manuel: El Paraguay, sus grandezas y sus glorias.
FUENTE - ENLACE INTERNO:
ANUARIO DEL
INSTITUTO FEMENINO DE INVESTIGACIONES HISTORICAS
VOLUMEN Nº 1
ASUNCIÓN – PARAGUAY
1970 – 1971 (175 páginas)