ANGKOR - KAMPUCHEA
SALVAR EL PATRIMONIO DEL PUEBLO JÉMER
Y DE LA HUMANIDAD ENTERA
Realizado con la colaboración de las Organizaciones de la CIDSE,
en el marco del Programa Desarrollo Kampuchea 1981.
PARA SALVAR ANGKOR
En medio de grandes dificultades, el pueblo jemer comienza a renacer. La solidaridad internacional ha sido un elemento decisivo de este renacimiento y debe continuar.
Este pueblo, rico en una historia milenaria, también quiere reencontrar sus raíces para existir como un pueblo pacífico y aportar su piedra al desarrollo de Asia. Quiere reconectar con el lenguaje que le dejaron sus antepasados. Para este pueblo lleno de cultura, los símbolos de ese lenguaje son, ante todo, los monumentos de Angkor, célebres en todo el mundo.
Durante una visita de trabajo alrededor del Tonlé Sap (“Gran Lago”), nos dirigimos a Angkor y conocimos al Sr. Pich Kèo, el conservador actual. En su compañía visitamos varios templos, tanto Angkor Vat como los del circuito pequeño, descubriendo así sus maravillas y tomando conciencia de su valor simbólico para la historia del pueblo jemer y para su renacimiento cultural. Ningún pueblo puede vivir sin raíces.
El Sr. Pich Kèo nos lanzó un conmovedor llamado a la solidaridad. Porque la tarea de salvar Angkor va mucho más allá de las posibilidades actuales del pueblo jemer.
Nosotros les transmitimos este llamado que proviene de un hombre y de un pueblo que han conocido el horror absoluto y que deben ahora enfrentar muchas dificultades.
Equipar en una primera etapa los talleres de restauración parece una tarea primordial y está al alcance de organizaciones no gubernamentales. Pero la obra de restauración del inmenso patrimonio de Angkor requiere la intervención de instancias nacionales e internacionales especializadas en este campo.
Superar los obstáculos, hacer esta solidaridad posible, es el desafío al que los invitamos.
Junio de 1981