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DELFÍN UGARTE CENTURIÓN (+)
  EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA ECONOMÍA PARAGUAYA, 1983 - Por DELFÍN UGARTE CENTURIÓN


EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA ECONOMÍA PARAGUAYA, 1983 - Por DELFÍN UGARTE CENTURIÓN

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA ECONOMÍA PARAGUAYA.

Por DELFÍN UGARTE CENTURIÓN

Editorial GRAPHIS S.R.L.,

Asunción – Paraguay

1983 (336 páginas)



INDICE


Prólogo

Prefacio

PRIMERA PARTE

CAPITULO I

CONTEXTO DE LA NACIENTE ECONOMÍA PARAGUAYA (Siglos XV - XVI)

1. Introducción

2. Móviles del Descubrimiento, Conquista y Colonización  

3. Economías nativas e impacto de la Conquista y Colonización

CAPITULO  II

LA ECONOMÍA DE LA COLONIA (1537-1811)

1. Factores productivos, formas de propiedad y sistemas de relación durante la Colonia

2. Los sectores de la producción durante la Colonia   

3. De la economía natural a la economía monetaria

4. Antecedentes y substrato económico de la ideología de la independencia

CAPITULO III

LA ECONOMÍA PARAGUAYA DE LA PRIMERA EPOCA INDEPENDIENTE (1811-1870)

1. Transición en la economía americana: economías de exportación y economía capitalista        

2. El modelo aislacionista del Dr. Francia: bases de la economía nacional en este período 

3. Modernización y apertura de la economía nacional bajo el período de Carlos Antonio López

4. La Triple Alianza: fin de la primera época nacional autónoma

CAPITULO IV

LA EPOCA DE ENTRE-GUERRAS (1870- 1935)

1. Crisis económica y financiera de la post-guerra de 1870

2. El primer gran esfuerzo por la Reconstrucción Nacional

3. El modelo liberal laisseferista: inestabilidad y crisis política y económica   

CAPITULO V

LA ECONOMIA DE LA POST-GUERRA DEL CHACO (1935 - 1955)

1. Consecuencias de la guerra del Chaco: crisis del modelo liberal

2. Inestabilidad política y estancamiento de la economía primario-exportadora del Paraguay


SEGUNDA PARTE


CAPITULO VI

LA ECONOMIA PARAGUAYA DEL DESARROLLO (1955 - 1981)

1. Adopción de la Planificación del Desarrollo en el Paraguay

2. Diagnóstico de la situación socio-económica y política del Paraguay a mediados de 1950

CAPITULO VII

BASES Y PRINCIPALES ASPECTOS DEL DESARROLLO DE LA ECONOMIA PARAGUAYA (1960-1981)

1. Bases del proceso de Desarrollo Económico y Social      

a) La estabilidad político-institucional

b) La estabilidad monetaria   

c) Los recursos naturales

d) Los recursos humanos

2. Reforma Agraria y Bienestar Rural

a) Colonización y red vial      

b) Colonización y repatriación

c) Colonización y Fuerzas Armadas

d) Desarrollo Rural Integrado

e) Colonización con Indígenas        

3. El crecimiento de la red vial        

a) Eje caminero del Este        

b) Eje caminero del Sur

c) Eje caminero del Norte      

d) La Transchaco

e) Otros ramales

4. El Desarrollo del Chaco Paraguayo

a) Construcción de la Ruta Transchaco

b) Construcción de puentes de vinculación oriental-occidental      

c) Los problemas del agua

d) Los proyectos de desarrollo y colonización

5. La Política de Desarrollo Industrial      

a) Objetivos y marco legal del Desarrollo Industrial

b) Descentralización del crecimiento industrial

c) Marco institucional del Desarrollo Industrial

d) Crecimiento de las inversiones

e) Crecimiento de las exportaciones

f) Las ramas más dinámicas del Desarrollo Industrial

g) Balanza de Pagos y Reservas Internacionales

h) Misiones Económicas

6. Los aspectos sociales del Desarrollo

a) La vivienda

b) La educación

c) La salud

7. La formación y capacitación de los Recursos Humanos   

8. El Paraguay y la Integración Latinoamericana        

a) El Tratado de Montevideo

b) El Tratado de la Cuenca del Plata

c) Otros organismos de integración

d) El Tratado de ALADI

9. Los Proyectos Estratégicos en la Economía Paraguaya

a) La Central Hidroeléctrica de ITAIPU   

b) La Central Hidroeléctrica de YACYRETA

c) El Proyecto Hidroeléctrico de CORPUS        

d) La Central Hidroeléctrica del ACARAY       

e) La Planta Siderúrgica ACEPAR

f) La Industria del Cemento (Vallemí)

g) La Industria del Alcohol    

h) El sistema ferroviario

i) La Flota Mercante del Estado

j) Construcción de carreteras

10. Principales indicadores del Desarrollo Económico y Social del Paraguay

11. Fundamentos ideológicos y políticos del Desarrollo Económico y Social paraguayo

Advertencia Final

Anexos y Gráficos       

Bibliografía



PROLOGO

         El Dr. Delfín Ugarte Centurión, destacado economista paraguayo y Profesor de la Universidad Nacional de Asunción, nos ofrece en este libro - EVOLUCION HISTORICA DE LA ECONOMIA PARAGUAYA- una obra de importancia extraordinaria desde el punto de vista teórico y práctico, en tanto representa una original interpretación de la economía paraguaya en su contexto histórico concreto, por un lado, y por el otro, al prestarse a ser un auténtico manual de valor pedagógico para las generaciones presentes y futuras que se interesen por los aspectos esenciales de la realidad nacional en el plano económico.

         En la primera parte de la obra, el autor pasa revista a las doctrinas económicas imperantes en las naciones europeas en la época histórica en que se inicia la empresa conquistadora y colonizadora de América, dando a conocer los medios operativos y productivos característicos de los expresados sistemas por entonces vigentes. El autor analiza el contexto histórico de esa época con notable objetividad, sin embanderarse en ninguna doctrina, de tal suerte que el lector pueda valorar por sí propio el proceso de producción de bienes y servicios en cuyo contexto nacen América y el Paraguay a la historia contemporánea.

         En esta primera parte, el Dr. Ugarte Centurión ubica al Paraguay en ese complejo proceso desde el momento mismo de su aparición como entidad social y cultural singular en el escenario americano, con el loable propósito de hallar y explicar muchas de las causas de nuestros problemas pasados. Con esta metodología expositiva, el autor puntualiza las causas y efectos en el marco de los condicionamientos históricos de los aspectos fundamentales de la evolución de la economía paraguaya, un método que permitirá arribar a importantes conclusiones a medida que avanzamos hacia el presente que no es sino un aspecto, un instante más del acontecer histórico.

         En la elaboración de la primera parte de este libro subyace la idea de no confundir el sistema económico vigente durante la dominación española en el Paraguay, con el régimen político imperante. Son dos aspectos distintos, pero con una influencia innegable del primer aspecto sobre el segundo. Bien puede deducirse que la idea de la emancipación política del Paraguay no la podemos basar únicamente en las dificultades económicas que se imponían a nuestro desenvolvimiento, sino también en un ideal ya fuertemente decantado de "Patria" o, lo que es lo mismo, de "Nación". Este ideal era, sin lugar a dudas, encarnación y vida del espíritu de los criollos paraguayos y tenía raíces bien profundas y orígenes bastante remotos en nuestra historia. Con este prisma nacional, el paraguayo se afirmó inconmoviblemente en la consigna de que "El Paraguay no es el patrimonio de España, ni de la Provincia de Buenos Aires. El Paraguay es Independiente y es República".

         Esta primera parte de la obra del Dr. Ugarte Centurión es, en gran medida, una profunda y punzante interpretación social y económica apoyada en una importante información bibliográfica histórica que el autor maneja con evidente solvencia. A la bibliografía histórica, el autor incorpora el condimento preciso de su interpretación particular, desde la óptica del economista agudo que sabe entrever en el paño bordado del pasado, los contornos y la propia imagen de una perspectiva económica omnipresente, dinámica e interactuante con todos los otros aspectos de la vida de una nación. Con este estilo, el Dr. Ugarte Centurión sienta ya la clara perspectiva de lo que hará más adelante: proyectar las grandes líneas de los hechos del pasado a la evolución más reciente de nuestra historia económica.

         En la segunda parte de su obra, el autor se ocupa de demostrar cómo ha venido actuando la economía nacional dentro del sistema de la economía moderna, o de mercado, poniendo de relieve sobre todo cuales han sido las grandes líneas de la política económica paraguaya y sus objetivos; el crecimiento económico ordenado, el acrecentamiento de la riqueza y la mejor distribución de la misma buscando el bienestar general de la sociedad paraguaya.

         En esta segunda parte no se recurre a la muy común tarea de exponer ideas o tesis en abstracto ni grandes generalizaciones, sino que se recurre al manejo de datos empíricamente comprobables, a estadísticas responsables y a interpretaciones y juicios que parten de hechos contundentes que han transformado profundamente la situación económica, política y social del Paraguay contemporáneo, como lo han reconocido los propios organismos internacionales especializados en este tipo de análisis. Uno de los importantes aportes de esta parte de la obra es la exposición clara y concreta sobre la aplicación de la Planificación del Desarrollo Económico y Social en el Paraguay y sobre sus resultados concretos y otro, quizás tanto o más importante que aquél, es la referida a los condicionamientos o requisitos básicos que han hecho posible el desarrollo económico paraguayo en los últimos cinco lustros.

         El presente trabajo, sin que sea su intención la pura propaganda política, nos lleva por la propia lógica de su desarrollo y por la evidencia irrecusable de los grandes logros del Paraguay actual, a rendir un merecido y alto reconocimiento a la labor gubernativa del Presidente de la República, General de Ejército Don Alfredo Stroessner y a sus grandes pedestales de esta tarea de gobierno: el Partido Colorado, como fuerza política mayoritaria que le presta su apoyo irrestricto, y las Fuerzas Armadas como custodias celosas de la paz y a cuya sombra se gestan estas notables transformaciones. Hay como un hilo conductor, subterráneo e invisible, pero imposible de sortear sin distorsionar la realidad de las grandes transformaciones económicas y sociales que la obra del Dr. Ugarte Centurión nos presenta: ese hilo que viene desde el pasado, cruza necesariamente por la figura señera del Presidente Stroessner que recoge el legado de los grandes procesos transformadores y los actualiza. El lector de este libro podrá encontrar en él cada uno de los grandes emprendimientos que bajo el Gobierno del Presidente Stroessner se han conquistado en más de veinticinco años de labor gubernativa, sin que por ello todos esos grandes temas sean agotados como no lo podrían ser en el marco de una labor de síntesis.

         Esa labor de síntesis, sin embargo, está notablemente lograda porque presenta un panorama completo de la realidad presente, lo entronca con el pasado histórico y le entreabre una ventana hacia las grandes expectativas del futuro para un Paraguay nuevo y fortalecido en sus grandes realizaciones. Muy a menudo leemos en la prensa juicios injustos sobre nuestra situación económica y social. Se olvidan ya las grandes lacras, frustraciones y carencias del pasado, aún del más reciente: hoy ya nadie recuerda que 25 años atrás Asunción carecía de agua corriente. La verdad es que el propio Gobierno Colorado del Presidente Stroessner es responsable de estos olvidos, pues al haber creado una infraestructura económica y social tan espectacular y resonante en nuestro país, hizo posible que los males del pasado quedaran enterrados en la desmemoria y, solo aflorasen en la conciencia colectiva del Paraguay contemporáneo las grandes expectativas por el futuro.

         El Dr. Ugarte Centurión, con su importante libro, nos recuerda todo lo que fue y lo que dejó de ser, nos presenta la miseria y el estancamiento del sector rural 30 años atrás y, aún más, 50, 70 o 90 años atrás, para presentarnos después la realidad actual de la Reforma Agraria, el cambio en la estructura de tenencia de tierras, los más de 100.000 propietarios, los nuevos rubros agrícolas, la nueva tecnología, los renglones exportables, etc. Nos recuerda el tiempo de las penumbras en el campo y aun en la propia Asunción, los hogares apenas iluminados por la luz opaca y mortecina de los lamparones de querosene, para después ilustrarnos sobre las realidades de la represa Acaray, hoy ya casi olvidada, o las potencialidades de ITAIPU, YACYRETA y CORPUS.

         En fin, la labor caminera, los grandes emprendimientos estratégicos de la economía paraguaya, su desarrollo industrial, la labor en el campo social, el desarrollo del Chaco paraguayo, las bases políticas y jurídicas del proceso de desarrollo económico-social y los fundamentos ideológicos, doctrinarios y políticos de este proceso, todo ello se encontrará en la síntesis magistral que el Dr. Delfín Ugarte Centurión nos ha preparado para que nadie olvide, desconozca o extravíe el camino sobre lo que fue, lo que es y lo que será el Paraguay.

         Los lectores de esta obra, sencilla, amena y de una gran proyección didáctica y pedagógica, pueden leer este libro en la certeza de que con él puedan aprender a ser obreros solidarios de la evolución progresista del Paraguay.


         Dr. Juan Ramón Chaves

         Presidente de la Asociación Nacional

         Republicana (Partido Colorado)



PREFACIO

         Escribir un libro es siempre tarea difícil. Reseñar la historia de un país es tarea mayor y compleja.

         En varias ocasiones he recibido estimulantes sugerencias para compendiar en una obra los grandes y gravitantes sucesos económicos registrados en nuestro país en los últimos tiempos. Varias personalidades me alentaron en este propósito. Mi esposa y amigos confiaban en mis posibilidades.

         Mi primera intención fue desarrollar el tema económico a partir de la década de los años 50. Examiné estadísticas y otros datos económicos, comentarios y obras referidas a ese lapso. Quedé fascinado ante la evidencia de los espectaculares cambios operados. Me convencí firmemente de que era necesario plasmar en un libro, serio y objetivo, las realizaciones que modificaron radicalmente el curso dramático, triste y desconcertante de la existencia del abnegado pueblo paraguayo. Consideré imperativo que la juventud de nuestra patria apreciara en sus justos términos y proyecciones el titánico esfuerzo desplegado por sus mayores y que se forjara una correcta visión retrospectiva del escenario nacional.

         Pronto comprendí que para poder cuantificar y calificar las obras emprendidas a partir de 1954, sería necesario previamente considerar y evaluar los sistemas políticos y económicos que predominaron antes de esa fecha.

         Se tornaba indispensable, pues, bucear profundamente en la historia para contar con un panorama amplio y clarificador de los principales rasgos de la vida nacional. Ello posibilitaría al lector verificar su examen con objetividad.

         Muy luego me asaltó una gran duda. ¿Sería capaz de acometer una empresa mayor de la que originalmente me había propuesto? Tras algunas meditaciones y ciertas reticencias tomé la decisión de avanzar en la ejecución de este trabajo.

         La obra está dividida en dos partes. En la primera se analizan el origen y la evolución de la organización económica de nuestro país. Los datos arrojan importantes informaciones acerca del ritmo acelerado del progreso del país merced a sabias y oportunas medidas adoptadas por los primeros gobiernos. Es de notar y admirar cómo nuestros grandes gobernantes: el Dictador José Gaspar Rodríguez de Francia y Don Carlos Antonio López, demostraron clarividencia y sentido de futuro al comprender que la tarea que se impusieron con inclaudicable patriotismo, de consolidar la Independencia Nacional, debería estar respaldada por una economía vigorosa y sana.

         Es ponderable cómo nuestro país, pese a los obstáculos y a todo tipo de arbitrarias presiones y restricciones establecidas por nuestros vecinos, contaba entonces con una economía y finanzas de mayor firmeza en toda la región.

         Esta primera etapa consta de cinco capítulos. Indudablemente que el capítulo tercero es el de mayor interés, pues cubre todo el período desde nuestra Independencia Nacional hasta la terminación de la guerra de la Triple Alianza.

         En la segunda parte, la obra abarca todo el período 1954-1981, época en la cual se pone en ejecución la Revolución Pacífica articulada por el Gobierno Colorado del General de Ejército Don Alfredo Stroessner, Presidente de la República del Paraguay, y cuya vigencia es plenamente actual.

         Para producir cambios sustantivos en la estructura económica y social, a la par de organizar grandes instituciones económicas y de adoptar adecuadas técnicas de planificación, se inició un vasto programa de obras de infraestructura física, abriendo caminos en las áreas más ricas del país, ejecutando un amplio programa de Reforma Agraria y creando las condiciones apropiadas para acrecentar la producción e incentivar la productividad; se fomentó el ahorro, se organizó el capital nacional, se estimularon las inversiones en un clima de paz, trabajo y progreso.

         Las características de este proceso histórico revelan cualidades desconocidas o poco manifiestas hasta entonces del hombre paraguayo. El de ser plenamente capaz de cumplir la ardua y sacrificada tarea de constituirse en el principal agente de la producción nacional; el de contar con la suficiente versatilidad para adaptarse, sin violencias, a las exigencias crecientes que planteaba una economía en transformación por el cambio de la agricultura primitiva y sedentaria, a una mecanizada, técnica y moderna.

         Los objetivos fundamentales que aspiro alcanzar con la obra son los siguientes:

         1. Ofrecer a los lectores un texto único que refleje con fidelidad todo el curso económico de nuestro país a través de su historia;

         2. Registrar el mayor número de testimonios, aportes, datos y opiniones de autores nacionales y extranjeros, de modo a lograr un contenido verídico, cronológico y científico del trabajo;

         3. Formular breves comentarios sobre los principales acontecimientos, sin tomar partida desde el punto de vista de las teorías económicas;

         4. Tratar de captar los factores, impactos y condicionamientos de mayor relieve de cada época en la vida económica nacional;

         5. Poner de resalto algunos hechos, sucesos o acontecimientos que tuvieron mayor significación en dicho proceso histórico. No se pueden excluir, por ejemplo, en un análisis de nuestra historia, las dos guerras internacionales en que nuestra patria estuvo envuelta.

         La obra está terminada y en vuestro poder. Si alcanzó parte importante de sus objetivos, si es útil para el estudiante, el estudioso extranjero o para quien desea conocer, con cierta facilidad, la evolución económica de nuestro país, se habrán justificado los esfuerzos realizados.

         Mi mayor anhelo va dirigido a la juventud, en el sentido de que trate de aprender las lecciones que nos brinda la historia para perseverar en la noble tarea de engrandecer a la Patria, rindiendo reconocimiento a quienes se lo merecen por la contribución realizada al frente de los destinos nacionales. Su misión debe ser preservar el acervo histórico, incrementar el patrimonio espiritual y material de la Nación, defender su libertad, fortalecer la democracia y bregar constantemente por el progreso, el bienestar y la dignidad del pueblo paraguayo.

         Es también de su incumbencia recordar a los grandes de la Patria: Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia, Carlos Antonio López, Francisco Solano López y Bernardino Caballero; apreciar la tarea ciclópea, constructiva y patriótica de quien rige hoy los destinos de nuestra gloriosa nación, el General de Ejército Don Alfredo Stroessner.

         Expreso, finalmente, que el libro, al registrar el proceso histórico vivido por nuestro país, abre un capítulo esperanzador y de optimismo en el futuro, para un pueblo que aspira a vivir en constante superación, armonía y dignidad.


         El Autor



CAPÍTULO III

LA ECONOMÍA PARAGUAYA DE LA PRIMERA

ÉPOCA INDEPENDIENTE

(1811-1870)


1TRANSICIÓN EN LA ECONOMÍA AMERICANA: ECONOMIA DE EXPORTACION Y ECONOMIA CAPITALISTA

         La larga época colonial en la historia, de la que sólo acabamos de analizar muy sucintamente unos aspectos bien delimitados espacial y temporalmente, desencadenó un progresivo proceso de acumulación de capital que era ya claramente perceptible, a mediados del siglo XVIII, en algunos pocos centros europeos aunque, en general, todavía los efectos de la economía capitalista no se hallaran muy difundidos a nivel de todos los segmentos poblacionales ni de Europa ni, mucho menos, del mundo.

         A partir de aquel momento, y con más plenitud durante la mitad del siglo XIX, se aprecia una rápida expansión de actos de la Revolución Industrial desarrollada en Inglaterra lamente desde los años 1750.

         Para la extraordinaria acumulación de riquezas en      el viejo continente, fue factor gravitante el sistema de monopolio comercial utilizado por las potencias coloniales en sus colonias. Es, en gran parte, debido al dominio ejercido sobre las economías coloniales de América y de otras áreas del mundo, que el industrialismo cobró incontenido impulso en ciertos países europeos, al aparejar el surgimiento de una nueva modalidad empresarial con fuertes recursos de capital para sustentar, tanto las actividades manu-factureras como las agropecuarias.

         Y bien en el movimiento emancipador americano se pueden reconocer una serie de factores desencadenantes de tipo económico, social, político e ideológico, es poco discutible que la Revolución         Industrial -como fenómeno histórico-económico concreto, con sus propias líneas de desenvolvimiento perfectamente identificables-, puede ser mencionado como un antecedente bien especifico que define el contexto transicional de la economía colonial a la economía de la época independiente en el nuevo mundo.

         En el proceso de creciente expansionismo capitalista de base industrial, Inglaterra fue, sin duda alguna, el principal protagonista y directo beneficiario. En su Historia Económica de América Latina, Cardoso y Pérez Brignoli afirman que la Revolución Industrial provocó transformaciones fundamentales en el comercio y en las relaciones internacionales. "Los mercados coloniales -dicen-, y en particular los de América Latina, desempeñaron un papel primordial en el consumo de los textiles de la primera fase de la industrialización (...). Esta inusitada expansión de dos intercambios dependió estrechamente del predominio naval y de una red comercial y financiera cada vez más compleja, controlada por los capitales británicos".

         En efecto, la expansión británica fue pujante y agresiva y lo fue aún más en la América, luego que su marina decretara la catástrofe de la armada española, en 1805, en Trafalgar. Instalados los ingleses en la plaza de Montevideo, en 1807, incitan sin ambages a las colonias rioplatenses -a través de un semanario bilingüe anglo-español, difundido en todo el Río de la Plata- a sacudirse del dominio del cetro hispánico.

         Por un lado execraban a la decadente monarquía española, "degradada a una provincia del imperio francés y casi enteramente borrada del mapa de Europa". España, decía el pasquín inglés editado en Montevideo, "en el día ofrece una pintura de deshonra, infelicidad y humillación... Su grandeza antigua está arruinada y casi olvidada y no parece ahora más que el esqueleto de un gigante".

         Por otra parte, realizaba el panegírico del modelo británico: "Vienen los ingleses no como conquistadores sino como defensores. Quieren emanciparos de la servidumbre y entregaros vuestra justa libertad".

         Esta presencia inglesa, o quizás mejor esta interferencia en el continente americano y, más específicamente, en su comercio, no era -sin embargo- nueva. Se arrastraba, como hemos señalado en el capítulo anterior, desde los primeros momentos de la colonización hispano-lusitana en América. Inglaterra no sólo realizó su propia colonización en el hemisferio norte del continente, desde fines del siglo XVI y comienzos del XVII, sino que, además, a lo largo de esta centuria y de la del XVIII, practicó un constante hostigamiento al tráfico mercantil marítimo hispanoamericano por medio de corsarios y filibusteros al servicio de la corona británica.

         Lo sometió también a un permanente asedio con su comercio ilícito, el contrabando que, en la región rioplatense, se concentró fundamentalmente en el asiento portugués de la Colonia del Santísimo Sacramento, aprovechándose para ello del sistema comercial monopólico implantado por España en sus colonias y del bloqueo impuesto a ciertos puertos que, como el de Buenos Aires, permanecieron inactivos por centurias; es ese "monstruoso régimen" del que nos hablaba Fulgencio R. Moreno, por el cual no se permitía el libre comercio por el Río de la Plata, canalizándolo todo a través de Lima y Panamá.

         Comentario aparte y especial merecen, en este momento, los conflictos hispano-lusitanos que, nacidos en la Europa de los siglos XV y XVI, al mismo instante de iniciarse la época expansiva de la navegación ultramarina y el consiguiente proceso de descubrimiento, conquista y colonización, se trasladan y se injertan con igual o mayor fuerza en el escenario americano.

         Este aspecto, al que ya hemos aludido en el primer capítulo, demanda ahora ser comentado con mayor detenimiento, si es que pretendemos dejar en este punto debidamente reseñados todos los elementos contextuales del proceso vivido por el Paraguay desde la conjunción hispano-guaraní hasta la Revolución de la Independencia y, posteriormente, durante los 170 años de vida nacional republicana.

         Habíamos indicado que la línea de Tordesillas fue, desde su misma determinación en los papeles por el Tratado de igual nombre, fuente de interminables conflictos. Y si bien es cierto que estos se tradujeron en constantes pugnas de amplio alcance territorial, también lo es que tuvieron un punto focal y una clara localización geográfica en la Colonia del Sacramento, fundada por los portugueses en 1680, casi frente a Buenos Aires, en la orilla opuesta del Río de la Plata. Centro nodal de las disputas políticas y económicas entre los intereses coloniales de España y Portugal, tras ella no estuvo ausente la ubicua mano de la corona de Inglaterra.

         Por la Colonia del Sacramento, Buenos Aires y las provincias rioplatenses eran inundadas de productos de contrabando originados en Gran Bretaña, Holanda y en la propia Portugal, haciendo tabla rasa de las rigurosas disposiciones administrativas del régimen de monopolio impuesto por España.

         La ocupación portuguesa de la costa nororiental del estuario rioplatense y su fuerte enclave en la colonia citada, desafiaba y contradecía todos los principios del pacto de Tordesillas. Sin embargo fue motivo de permanentes litigios y, lo más notable, de sucesivas transacciones y arreglos a los que fácilmente cedía España ante Portugal en el continente europeo, mientras en el americano sus repercusiones iban mucho más allá de las meras negociaciones y prolongaban su vigencia todavía después que los países de la región se habían declarado independientes de la dominación española.

         De que los intereses británicos se movían nuevamente detrás de estos pleitos y tratativas, es primera prueba evidente su apoyo a la Casa de Braganza que, con Juan IV, toma posesión de la corona portuguesa en 1640, liberándola de la jurisdicción de la monarquía española a la que se hallaba sometida desde hacía 60 años. Luego, interviene Inglaterra decisivamente en la Guerra de Sucesión de la cual España obtiene -por el Tratado de Utrecht- el reconocimiento de Felipe V, iniciador de la dinastía de los Borbones, en tanto que Inglaterra consigue el monopolio del tráfico de negros en las colonias españolas y la libertad para el comercio de sus súbditos en el Río de la Plata y mientras Portugal se asegura su posesión en Sacramento con la ingenua condición de no permitir el tráfico ilícito.

         España, manejando con una cadena de equívocos el asunto, prosigue sus negociaciones en busca de recuperar el punto estratégico del estuario rioplatense. En 1750 firma con Portugal el Tratado de Permuta por el cual recupera, teóricamente, la conflictiva colonia pero cediendo a los portugueses 7 pueblos de las misiones jesuíticas en la región oriental del río Uruguay, con el trágico resultado de las "guerras guaraníticas" por las cuales, los jesuitas, movilizando milicias guaraníes, se resisten férreamente al pacto sin que, tampoco, Sacramento regrese efectivamente al dominio español. Mientras en Europa las tratativas palaciegas se desenvolvían con relativa calma diplomática, en América sus repercusiones eran sangrientas, agudizando la crisis económica de las colonias.

         Diez años después España desiste del Tratado de Permuta. Las relaciones hispano-portuguesas no se ciñen ya a las puras tratativas de cancillería; hacia mediados del siglo XVIII, las graves rivalidades suscitadas entre los estados de la Europa occidental, que no eran sino luchas hegemónicas por mercados y por el afianzamiento del surgente capitalismo, se traducen en rencillas y enfrentamientos de sus diferentes monarquías, las más de las veces ligadas por vínculos de parentesco.

         Francia en guerra con Inglaterra y España con Portugal: en el Río de la Plata, el gobernador Cevallos aprovecha la circunstancia para ocupar la colonia de Sacramento pero, en 1763, por el Tratado de París, Inglaterra consolida su presencia en América del Norte (en parte de Louisiana y la península de Florida, así como en el Canadá), mientras Portugal, su aliada, nuevamente recibe derechos sobre la disputada colonia.

         De esta larga y azarosa pugna nace, en 1776, el Virreinato del Río de la Plata -en el amplio marco de las reformas borbónicas de Carlos III-, como un nuevo intento de afianzar el dominio colonial español en la región. En el mismo marco se inscribe el reglamento de Libre Comercio dictado finalmente para el Río de la Plata y sobre cuyos estériles resultados hemos ya hecho mención anteriormente. Y como último eslabón de la larga cadena que se extiende por un siglo, en 1777 firman Portugal y España el Tratado de San Ildefonso que devuelve a esta última la Colonia del Sacramento pero que significa la entrega definitiva de toda la región mattogrossense al Estado portugués, como consecuencia de las ambiguas demarcaciones geográficas realizadas bajo el desconocimiento general en que se halla Europa de la verdadera toponimia y geografía regional.

         Toda esta larga sucesión de hechos ha sido recordada en mérito a que, al decir de Sánchez Quell, "ese desconocimiento de la geografía fue la causa de las innumerables cuestiones de límites que surgieron entre los Estados americanos después de la Independencia". Pero además, y esto es de fundamental importancia para la comprensión de los procesos que siguieron desarrollándose a lo largo de la época independiente en el Paraguay y en los países de la región, por el hecho de que Portugal, desde comienzos del siglo XVIII, "era más una dependencia comercial de Inglaterra que una verdadera metrópoli en el sentido colonial del término", en tanto que - por otro lado- "la nueva vinculación externa del Brasil con el capitalismo industrial resultó mucho más sencilla, directa y bastante menos sangrienta que en el caso de la América "española". (Cardoso, P. Brignoli, 1979, b).

         La penetración lusitana en los territorios coloniales de la América hispana, estuvo siempre por encima de tratados y de acuerdos. Y en la región rioplatense, el Paraguay, luego de obtener su independencia, siguió luchando en la tenaz defensa de sus antiguos poblados contra las avanzadas portuguesas: en Igatimí, en Curuguaty, en la zona del Apa y en el Alto Paraguay.

         Entre tanto, la jurisdicción hispana en el Río de la Plata se deterioró, aún más, en términos económicos, después de las invasiones inglesas. Estas trajeron a Buenos Aires el comercio directo con Gran Bretaña y, sobre el particular, un autor señala cómo los comerciantes ingleses pagaban sin hesitación hasta el doble de los precios habituales para las exportaciones de la cuenca rioplatense de productos como el cuero y el sebo, operadas a través del puerto de Buenos Aires, mientras que, por su parte, vendían en esta región ponchos de lana fabricados en Manchester, a un tercio del costo que tenían los productos similares provenientes de Tucumán (Scoble, J; 1971).

         Inglaterra era pues, ya entonces, el centro del desarrollo industrial, comercial y ultramarino y la consolidación de su hegemonía, a partir del creciente empuje de la Revolución Industrial, influyó poderosamente -junto con otros factores- en los proyectos de emancipación del Río de la Plata.

         A pesar de todo, profundizando el análisis, hay que advertir que este relevo de hegemonías económicas, con la emergencia de Inglaterra y el simultáneo retroceso del poderío español, no constituye el simple reemplazo en América de una metrópolis por otra. Como Señalan Sunkel y Paz, en su estudio sobre el subdesarrollo latinoamericano, el significado de este cambio es todavía de mucho mayor alcance; en realidad, "el desplazamiento del Imperio británico, representará no sólo un reemplazo del país dominante, sino también cambios profundos en los sistemas económicos y políticos, en las concepciones ideológicas y en las políticas concretas".

         La efímera ocupación del estuario rioplatense por los ingleses, en efecto, más que a asegurar su dominio territorial se orientó a avivar las llamas ideológicas y a afianzar las nuevas concepciones políticas y económicas que ya fermentaban en las colonias sudamericanas, en momentos en que España sobrellevaba el peso de graves confrontaciones y problemas externos e internos. Al decir de Fulgencio R. Moreno, los ingleses instalados en Montevideo, con su semanario bilingüe "La Estrella del Sur", expusieron "las más avanzadas ideas sobre libertad de comercio, poniendo de relieve la decadencia española y los monstruosos errores de la política colonial". Resulta ocioso agregar que la prédica británica, más que hacer parte de una auténtica cruzada liberadora de la opresión colonial, constituía un vehemente llamado a canalizar el comercio americano hacia la cada vez mayor demanda de producción primaria para sus industrias y a abrir estos mercados para su expansiva oferta de manufacturas.

         Por otro lado, no ha de olvidarse que el régimen republicano había eclosionado ya con fuerza incontenible y ofrecía dos exponentes de singular relieve, uno en Europa y otro en la propia América: la Revolución Francesa, en 1789 y, aún antes, la Revolución Norteamericana, en 1776, habían sentado precedentes políticos de indiscutido influjo en la intelectualidad criolla americana.

         Esta concordancia entre el auge del capitalismo industrial, en su núcleo central británico, con el proceso de emancipación americana, es de capital importancia para la comprensión de todo el posterior desarrollo de la vida económica independiente en muchas de las naciones de nuestro continente. Al respecto, los citados Sunkel y Paz indican "la necesidad de interpretar el proceso del subdesarrollo latinoamericano como una parte del proceso universal de formación de las relaciones económicas internacionales".

         No cabe duda que, a partir del siglo XIX, se van configurando "los elementos esenciales de una nueva división internacional del trabajo, que tendría como centro neurálgico a la industria británica, ‘fábrica del mundo’." (Cardoso, P. Brignoli, 1979, a).

         Así pues, todos estos procesos deben considerarse profundamente interrelacionados: crisis y decadencia del poderío político y económico hispánico, surgimiento expansivo del capitalismo británico, emergencia del sistema republicano y de la ideología liberal, movimiento de emancipación americana, incorporación de su economía al régimen de libre comercio auspiciado por Inglaterra y dependencia cada vez mayor del sistema de relaciones basado en la división internacional del trabajo (exportación de productos primarios para el centro industrial europeo e importación de las manufacturas originarias de dicho centro).

         Pero, a pesar de todo, los movimientos de emancipación nacional de nuestro continente no pueden ser vistos todos desde una óptica uniformadora. "El proceso emancipador, advierten Sunkel y Paz, adquirirá por ello significado diferente para el desarrollo futuro de las distintas áreas coloniales. En la organización de un nuevo modelo de desarrollo en las antiguas colonias, tendrá mucha influencia el grado de vinculación, que establecen con Inglaterra, y también el hecho de haber sido antes centros de la administración colonial o áreas periféricas. En las nuevas relaciones externas influirán, significativamente los recursos naturales de cada una de estas áreas, el tipo de productos que Inglaterra importaba durante esa fase de su expansión industrial, así como también la situación geográfica por lo que a las vías de comunicaciones marítimas se refiere". (Sunkel, Paz; 1971).

         En este sentido, es realmente decisivo el rol periférico que le tocó jugar al Paraguay durante prácticamente toda su vida colonial, como señaláramos en el capítulo anterior, no sólo frente al centro europeo español sino, además, frente a la Gobernación y posterior Virreinato del Río de la Plata, con su capital Buenos Aires, que fungieron de centros sufragáneos de la metrópolis, con sus propias estructuras de dominación económica y político-administrativas respecto a nuestro país.

         Visto desde esta incuestionable perspectiva, está claro que el Paraguay debió librar su guerra de independencia en dos frentes bien diferenciados y específicos: de un lado, y quizás el de menor resistencia, el de la metrópolis española; del otro lado, con un enemigo mucho más familiar, cercano y conocido, obstinado y persistente: Buenos Aires, que llegó a tener su propia expresión contra-revolucionaria en el Paraguay de la Independencia a través del partido "porteñista".

         En este contexto, no será extraño encontrarse con que los intereses británicos se transparentan de nuevo, en el trasfondo del proceso histórico-económico que venimos resumiendo y en el que todavía toca hacerlo, ya que su influencia había sido grande en el Río de la Plata y, en particular, en la clase mercantil porteña.

         Y si bien los criollos de Buenos Aires habían triunfado militarmente sobre las fuerzas de invasión inglesa -por cierto que con la ayuda de milicias paraguayas-, la verdad es que la victoria económica de Inglaterra había sido allí incuestionable y, ya desde los años inmediatamente anteriores a la independencia argentina, los comerciantes ingleses se habían impuesto definitivamente en el mercado porteño, infiltrándose profundamente en su economía el capitalismo industrial y financiero británico.

         Directa o indirectamente, los efectos de esta circunstancia se percibieron en el Paraguay sutilmente desde sus primeras luchas por la Independencia, en 1811 y aún antes, y trágicamente medio siglo después, cuando la nueva configuración política y económica internacional, a través de la Triple Alianza, decidió doblegarlo por medio de una sangrienta guerra.


2

EL MODELO AISLACIONISTA DEL DR. FRANCIA:

BASES DE LA ECONOMIA NACIONAL EN ESTE PERIODO

         No creemos que por simple azar de la historia fuese Manuel Belgrano el designado por la Junta Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata, para conducir al ejército que venía al Paraguay a "auxiliarlo" en una de las acciones más contradictorias y, por otra parte, más significativa y simbólica de las sinuosas formas que adoptarían las vinculaciones económicas y políticas de las nacientes repúblicas argentina y paraguaya.

         La Revolución Industrial había traído consigo, también, grandes, innovaciones en el pensamiento filosófico, político y económico. En este último aspecto, los fisiócratas levantaron la primera voz de condena contra el mercantilismo monopolista tan en boga en la época colonial y patrocinaron el fomento de las actividades básicas, vinculadas con la naturaleza, como sostén de toda auténtica prosperidad económica.

         El desarrollo de la agricultura y de las industrias transformadoras de los bienes naturales, fueron reivindicados como verdaderos fundamentos del progreso económico frente al estéril y parasitario tráfico mercantil, en la mentalidad fisiocrática. Siguió a ésta, una segunda fase del pensamiento económico moderno, partidario de la eliminación de todo intervencionismo por parte del Estado en las actividades económicas, bajo el célebre lema de "laissez faire et laissez passer: le monde va de lui-même" (dejar hacer y dejar pasar: el mundo anda por sí mismo).

         Muy pronto la fisiocracia y sus diversas variantes se vieron enriquecidas, de hecho, por alegatos doctrinarios más sustantivos que, incluso, llegaron a desplazarlas, destacándose el ya clásico de Adam Smith con su teoría individualista de la libre competencia y el libre comercio.

         Belgrano, formado en la Universidad de Salamanca, regresa a Buenos Aires a fines del siglo XVIII impregnado de las nuevas teorías económicas sustentadas en Europa y ya con importantes exponentes en las propias cortes borbónicas de España: Rodríguez Campomanes, Jovellanos, Floridablanca.

         En 1794 se crea el Consulado de Buenos Aires, atendiendo a largas gestiones de la clase mercantil porteña, y Belgrano viene, designado por el rey de España, como secretario de la entidad.

         El Consulado, de larga vigencia en España, y en México y Lima desde el siglo XVII, es nominalmente un tribunal de comercio si bien, en la práctica, se constituye en verdadera corporación de mercaderes y llega a asumir la función de una junta, de fomento y protección de la agricultura, las industrias y el comercio. En Buenos Aires, no obstante, desde sus inicios el Consulado será escenario del sórdido enfrentamiento entre la vieja clase mercantil española, conservadora y partidaria del monopolio comercial, y la nueva corriente criolla liberal, imbuida de las progresistas doctrinas económicas de la época, de las que Belgrano es el más esclarecido representante en la entidad cuya secretaría ejerce.

         A fines del siglo XVIII, la situación de los agricultores en el Río de la Plata era ruinosa. En la Historia de la Nación Argentina, publicada por la Academia Nacional de la Historia de ese país, Juan Agustín García comenta: "En la madre patria arar la tierra es tarea de villanos y de siervos; en América, de tontos"; y recuerda que, en 1744, de diez mil habitantes en Buenos Aires, sólo 33 eran agricultores por ser oficio de baja categoría. La ganadería es la principal actividad; en ella se basa el comercio exportador de cueros, sebo y carne seca y, no obstante ello, su explotación tiene el carácter de simple industria extractiva, si no de acción verdaderamente depredadora, con gravísimo desperdicio de la materia prima de la que sólo se aprovechan algunos cortes esenciales para el consumo y los ya mencionados cueros y sebo, abandonándose el mayor porcentaje de la res sacrificada, a la voracidad de las aves de rapiña.

         Se explica entonces ese aire renovador del sistema productivo que se extiende por el Río de la Plata entre la intelectualidad revolucionaria. Un autor argentino comenta que, "en el plano intelectual, las ideas fueron como volcanes; una nueva concepción de los valores desbordó en forma incontenible y costumbres multicentenarias cayeron ante el empuje arrollador de una fuerza naciente que traía el mensaje y la acción de una generación que quería estructurar su mundo sobre bases de justicia y libertad... Parecería que la potencia acumulada durante centurias entra súbitamente en erupción y un torrente ígneo irrumpe como un alud, arrasando todo aquello que se opone a su paso". (Caletti, A.; 1962).

         Este alud pretendió llegar hasta Asunción, notable contradicción, para asegurarse que la antigua Provincia del Paraguay se sujetara a la autoridad de la Junta de Buenos Aires, a fin de resolver el modo de conservar la monarquía española en estos dominios de Su Majestad el Señor don Fernando VII", según rezan las proposiciones de Belgrano de marzo de 1811, cuando fracasada su campaña militar en el Paraguay, intenta renegociar por la vía pacífica lo que no pudo lograr con las armas.

         En su proclama a las fuerzas paraguayas que salen a enfrentarle, cuando ya se encuentra en situación de invasor del territorio nacional, Belgrano pretende inflamar la pasión de quienes, por siglos, se vieron sometidos al arbitrio porteño y metropolitano: "El ejército de Buenos Aires -les dice- no ha tenido otro objeto que libertaros de la opresión... quitaros el servicio inicuo de las milicias y poner un comercio franco de vuestras producciones". Curiosas resonancias se advierten en esta declaración de propósitos de aquéllas otras que, desde Montevideo, difundían los ingleses apenas cuatro años antes!

         Más tarde, cuando ya derrotado el ejército porteño se retira a la otra orilla del Paraná, envía Belgrano un pliego de proposiciones en el que ratifica que su misión no ha sido de conquista al Paraguay, sino -aparte la ya declarada búsqueda de acatamiento a la monarquía española y a la auto titulada Junta Superior Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata-, la de "concederle la franquicia de un comercio liberal de sus producciones, incluso la del tabaco, y otras gracias para sus mayores adelantamientos y ventajas".

         Fulgencio R. Moreno, en su obra varias veces citada, en un interesante análisis sobre el carácter de la expedición de Manuel Belgrano y de la resistencia ya genuinamente nacional ofrecida por los paraguayos, cree ver en el general porteño a "un hombre sincero, un íntegro patriota argentino", a quien el curso de la campaña militar fue modificando radicalmente su original propósito y su inicial apreciación sobre el verdadero carácter de la situación política y social vigente en el Paraguay de la época: desde un comienzo profundamente optimista, en el que creía con firmeza en la sencillez y expeditividad de su cometido, hasta su completa decepción final al constatar que "cuantos se dicen hijos del Paraguay, están entusiasmados por su patria".

         "El general porteño -afirma Moreno-, hizo girar las negociaciones sobre bases económicas que, al favorecer a la Provincia, demostrasen las nuevas tendencias liberales del gobierno de Buenos Aires, el respeto por los derechos del Paraguay y el interés puramente americano de la invasión".

         Todas estas promesas, sin embargo, tomaban otro cariz cuando Belgrano dirigía su correspondencia oficial informando de su misión a la Junta de Buenos Aires: "He procurado, escribía Belgrano a la Junta, mezclar con el convencimiento la energía correspondiente; pues si no nos queda el arbitrio de ir a ellos a fuerzas de armas, nos queda el arbitrio de interceptarles la entrada de ganados y caballos, privándoles todo comercio con Montevideo, y hacerles sentir la falta de unión con la capital, careciendo del aumento de sus intereses".

         Tal sería, en última instancia, la posición que habría de prevalecer durante las décadas siguientes: el Paraguay quedó sometido a un implacable bloqueo económico ejercido, fundamentalmente, sobre la libre circulación por sus ríos y sobre su libertad de comercio, un régimen de inicua opresión económica que ya había conocido en la época colonial y que todavía seguiría obstruyendo su expansión económica durante mucho tiempo después de su independencia.

         Queda claro que esta inicial acción de armas con que el Paraguay se incorpora activamente a la lucha de las provincias rioplatenses por la independencia, bien que con un sentido y con propósitos sustancialmente diferentes, de los que movieron a la intelectualidad liberal porteña a formar en 1810 la Junta Gubernativa de Buenos Aires, establece ya de un modo indeleble los caracteres prototípicos del proceso emancipador paraguayo que se había incubado en siglos de formación de la conciencia nacional, durante la colonia, se materializa en mayo de 1811 y es sobrellevado con sacrificio hasta la agónica gesta de Cerro Corá.

         El doctor José Gaspar Rodríguez de Francia sería un arquetipo pero, sobre todo, una clara manifestación personal, individual, de ese proceso; es una de las primeras personalidades paraguayas gestadas ya en las entrañas de ese ambiente político y social inconfundiblemente demarcado como una entidad nacional autoconsciente y orgullosa de su ser.

         Francia, si bien es el férreo organizador de la economía nacional independiente, no pudo darle todavía impulsos renovadores ni cauces nuevos porque las condiciones contextuales históricas, sociales, económicas y políticas de su tiempo, le impusieron una tarea de diferente dimensión pero de singular importancia y proyección histórica.

         Antes bien, con Francia se retrotrajo el modelo económico independiente del Paraguay a su estilo peculiar de la colonia, frugal y autosuficiente, pero esencial y deliberadamente orientado a apuntalar un régimen político sólido y decidido, con obstinación rayana en paroxismo, a asegurar a todo trance la independencia y la soberanía de la nueva República americana.

         De que lo expresado no es exageración, lo demuestran las palabras del mismo doctor Francia en ocasión del célebre Congreso del 24 de Julio de 1810, cuando tempranamente manifestaba por su boca el sentir de la corriente nacional republicana. Decía entonces: "Esta asamblea no perderá su tiempo debatiendo si el cobarde padre o el apocado hijo es rey de España. Cada uno de ellos ha abdicado dos veces. Los dos han demostrado su débil espíritu y desleal corazón. Ni el uno ni el otro puede ya ser rey en ninguna parte. Mas sea o no rey de España el uno o el otro, ¿qué nos importa a nosotros? Ninguno de ellos es ya rey del Paraguay. El Paraguay no es patrimonio de España, ni de la provincia de Buenos Aires. El Paraguay es independiente y es república. La única cuestión que debe discutirse en esta asamblea y decidirse por mayoría de votos es: cómo debemos defender y mantener nuestra independencia contra España, contra Lima, contra Buenos Aires y contra el Brasil; cómo debemos mantener la paz interna; cómo debemos fomentar la pública prosperidad y el bienestar de todos los habitantes del Paraguay; en suma, qué forma de gobierno hemos adoptar para el Paraguay". (cit. en Ramos, A.R.; 1979).

         Esta posición terminó por imponerse en el país sentando las bases del régimen político que imperaría, tras un breve período intermedio, entre 1814 y 1840: la Dictadura suprema y perpetua. Con ella, el Paraguay se mantuvo al margen de las graves crisis que azotaron a los países de la cuenca rioplatense y consolidó su independencia y la soberanía nacional. Natalicio González, en Geografía del Paraguay, ha expresado en términos irrebatibles, el sentido y la significación histórica de este sistema.

         "La mayor parte de los historiadores conciben y juzgan aquella Dictadura revolucionaria del Paraguay como un caso de despotismo originado en la usurpación del poder -dice J. N. González-. Cargan a su cuenta el aislamiento, la incomunicación del país, el secuestro de un pueblo que cortó sus relaciones con el mundo exterior; declaman que tan extraña política es la obra de un sombrío misántropo, de un tirano puro, implacable y semiloco. No hay tal. La Dictadura revolucionaria fue de tipo romano y no provocó, ni quiso, ni aceptó el aislamiento del Paraguay; fue el resultado de ese aislamiento y el instrumento de la resistencia a muerte contra él. Surgió como una creación ineluctable de la geografía y de las circunstancias históricas. Fue el órgano que creó para sobrevivir, con la ayuda del tiempo y de un heroísmo estoico, una nación sitiada".

         En efecto, no tardaron en manifestarse las diferentes formas con las que el gobierno de Buenos Aires pretendía doblegar al Paraguay manteniéndolo sometido al antiguo régimen colonial de vasallaje, aunque revestido del nuevo ropaje de provincia de un Estado independiente., El Paraguay prefirió, por el contrario, mantenerse en los antiguos moldes de una economía y de una sociedad colonial, pero con sustancia y esencia ya hondamente y republicana.

         Si hemos afirmado que, la base económica del régimen aislacionista del doctor Francia constituyó una suerte de prolongación del antigu        o sistema colonial, es en el sentido de que sólo se mantuvo aquello que dicho sistema tenía de positivo o de insuperable ante el imperio de las peculiares circunstancias que vivía el Paraguay, condenado a una irreparable mediterraneidad, sometido a una dependencia por entonces insuperable de sus vías de comunicación fluvial y sujetado a las arbitrarias medidas con las que los sucesivos gobiernos de Buenos Aires lo mantenían bajo el implacable bloqueo con el que se buscaba vencer su resistencia.

         Por cierto, las amenazadoras sugerencias contenidas en la correspondencia de Belgrano a la Junta de Buenos Aires no tardaron en traducirse en acciones lesivas a la economía paraguaya. En El Paraguay Independiente, Efraím Cardozo lo señala indicando que, muy pronto, Buenos Aires recurrió al procedimiento "que ya Belgrano había aconsejado para someter al Paraguay. Resolvió aplicar el torniquete económico. El 1º de septiembre de 1812 estableció que los tabacos extranjeros pagarían a su introducción duplicados derechos que los impuestos a los nacionales. Los del Paraguay, en consecuencia, debían doblar tres pesos por arroba".

         Con esta medida, el gobierno de Buenos Aires incumplía compromisos asumidos en el Tratado del 12 de octubre de 1811 firmado con Paraguay. El "primer convenio internacional firmado por el Paraguay", como lo califica Sánchez Quell en La diplomacia paraguaya de Mayo a Cerro Corá, significativamente sufría un destino muchas veces repetido en la historia de sus relaciones diplomáticas y económicas con el país vecino.

         Por su parte, Portugal continuaba con su penetración en los que fueron antes de 1811 dominios de su antigua rival España, pero que afectaban ahora la integridad territorial del Paraguay independiente; en 1812 se apoderan los portugueses del Fuerte Borbón, actual Fuerte Olimpo, de indiscutida pertenencia paraguaya desde su fundación en 1792, precisamente como contención a las presiones lusitanas. La movilización nacional para resguardar la soberanía fue inmediata y general.

         Todos estos hechos, sumados a los propios problemas de orden interno, con las constantes conspiraciones de los partidos español y porteñista que buscaban retrotraer al país a un régimen de sometimiento exterior y más la siempre presente amenaza de las tribus salvajes chaqueñas que continuaban asolando a los poblados paraguayos con sus incursiones de piratería y pillaje, constituyeron los fundamentos de la férrea Dictadura instaurada en el país como modelo político de defensa nacional contra los peligros externos e internos. En el mismo, Francia fue la figura relevante; pero en sus bases se hallaba, sin lugar a dudas, la firme voluntad popular, la conciencia nacional gestada en siglos de infortunios coloniales y la laboriosidad de la sociedad rural que siguió desarrollando los elementos estructurales de la economía paraguaya.

         La concentración de poderes en lo político discurrió simultáneamente en la organización del modelo económico con el establecimiento del monopolio estatal en los rubros básicos de la economía paraguaya. El estado comenzó por monopolizar el comercio de la madera, que tenía entonces gran demanda en Buenos Aires, y, que fue utilizada por aquél exclusivamente para pagar sus compras de armas y municiones, lo cual evidencia que el propósito de asegurar la soberanía nacional representaba la prioridad esencial de la política de la Dictadura revolucionaria.

         Basta con admitir esta premisa para que la concentración de poderes y el monopolio estatal encuentren su verdadera significación; de ningún modo constituyen prototipos inamovibles ni presuntas expresiones de la idiosincrasia del doctor Francia, sino instrumentos claramente discernidos y elegidos como tales para responder con éxito al desafío independentista de la época.

         La defensa intransigente de la independencia no se limitó a resistir el bloqueo porteño en el sur, sino que también tuvo que atender al peligro que Portugal representaba para el norte del país. Enterado Francia de que Portugal seguía considerando al Paraguay como una provincia de España, ordenó -en diciembre de 1818- la abolición del comercio con Portugal, porque "el comercio y la amistad no pueden subsistir y son incompatibles con la ofensa y prejuicio de la justa y sagrada causa de nuestra libertad y absoluta independencia", (citado en Chaves, J.; 1941).         La prohibición del tráfico con el Brasil y las crecientes dificultades en las transacciones con las provincias del sur, hicieron que Francia considerara la alternativa de reinstaurar la antigua ruta trasatlántica, basada en la industria de los astilleros que, desde tiempos de la colonia, había posibilitado la exportación de productos paraguayos a Europa. La construcción de embarcaciones ultramarinas era, no obstante, una ambición vacía si no se garantizaban condiciones de libertad para la navegación de los ríos hasta el mar.

         "De hecho el Paraguay no era dueño de navegar sus ríos -dice Efraím Cardozo en su obra recién citada-. Entorpecían su navegación comercial miles de trabas. Los barcos eran constantemente registrados o saqueados por bandas que acechaban los convoyes paraguayos". Convencido, pues, Francia de que las peticiones diplomáticas a las provincias del sur no podían tener ya ningún efecto positivo y que para garantizar al país la libertad de navegación era imprescindible neutralizar a Corrientes, centro de las dificultades que sufría el comercio paraguayo, se dispuso a reducirla por la fuerza.

         Las provincias del litoral argentino dependían también crucialmente de este comercio y solicitaron a Francia su normalización. El Dictador no respondió a estas solicitudes y regularizó la práctica de suspender la navegación por Corrientes cada vez que la circulación de productos paraguayos era sometida a exacciones y depredaciones por parte de Buenos Aires.

         La sujeción de Corrientes formaba parte del plan más amplio de asegurar la libre navegación para abrir el comercio exterior paraguayo a Inglaterra y Francia. Sin embargo, al enterarse el Dictador de que, por un lado, el interés del gobierno francés por el Paraguay se basaba en una estrategia de bloqueo a la penetración británica y, por otro lado, de que los buenos deseos de Inglaterra pasaban por la condición de que el Paraguay se incorporara a la Argentina, no vaciló en clausurar toda negociación con franceses e ingleses. Fracasada así la "apertura a Europa", el doctor Francia desistió de sus acciones sobre Corrientes e inició el proyecto de autoabastecimiento del Paraguay.

         El vasto programa de autosuficiencia implicó, en primer término, la sustitución de importaciones anteriormente obtenidas de las provincias del sur: cereales y algodón que provenían de Corrientes y Santa Fe, ahora se producían en el Paraguay. El estado disponía la cantidad y la naturaleza de la producción en cada zona.

         Julio César Chaves, en El Supremo Dictador, cita a Rengger, testigo de la época: "A cada propietario -dice el médico suizo-, se le obligó a determinados cultivos y se le fijó el área. La economía rural varió en forma total. En tiempo de los españoles la mayoría de los brazos trabajaban en el laboreo de la yerba y los cultivos se limitaban a tabaco, caña de azúcar y cazabe. Los paraguayos estaban acostumbrados a emigrar temporalmente; el aislamiento les obligó a permanecer en el país y cultivar arroz, maíz, algodón y legumbres. Pronto el Paraguay produjo así todo lo que necesitaba".

         También Francia se preocupó de obtener el autoabastecimiento de trigo ya que, para esta época, el circuito iniciado en los albores de la colonia, se había invertido, y ahora era el Paraguay el que importaba este cereal del Río de la Plata. En carta dirigida al Delegado de Santiago de las Misiones en 1824, le dice: "Siendo la siembra de trigo la más útil y necesaria agricultura en todo país civilizado, y que en el territorio de Misiones por su situación y temperamento aparente produce regular cosechas, las que si no tienen más abundante, solo es por falta de suficiente aplicación a tan importante cultivo: encargo muy particularmente al Sub-Delegado que de aquí en adelante disponga y cuide con todo celo y esmero que los moradores de aquel departamento... hagan las más siembras de trigo que sea posible vigilando el cumplimiento de esta disposición..." (citado en Romero de Viola, 1979). Con ésta y similares medidas tomadas en otros puntos del país, se logró el autoabastecimiento y se tornó innecesaria la importación del trigo.

         Por otra parte, de extraordinaria importancia fue la política de tierras del Dictador Francia para sustentar el desarrollo agropecuario del país. Por la Ley de Reforma de Regulares del 20 de setiembre de 1824 secularizaron las órdenes religiosas, y sus bienes, que en algunos casos eran enormes, sobre todo en propiedades rurales, pasaron a pertenecer al Estado. Además, a fines de 1825, dispuso que todos los propietarios justificasen ante el Estado sus propiedades rurales presentando títulos o certificados sobre los mismos; con esta medida, para febrero de 1826, obtuvo la propiedad estatal de más de la mitad de las tierras de la región oriental del país y de la totalidad de las del Chaco.

         "La mayor parte de estas tierras fueron arrendadas a precios módicos con la obligación de ser cultivadas, las que tenían condición para ello y las montuosas debían ser pobladas con haciendas de cría". (Wisner de Morguestern, F.; 1923). Mediante estas confiscaciones -aparte de desarticular política y económicamente a la oligarquía terrateniente antifrancista- el Estado paraguayo se había convertido en el principal propietario del país y pudo, así, establecer las "Estancias de la Patria" de especial significación en la economía de la época independiente.

         Con las Estancias de la Patria se surtió el Paraguay de ganado vacuno y caballar para el ejército y se suministró a la capital de carne para su consumo, a los precios máximos fijados por el Estado sin admisión de la competencia de particulares. El cuero producido en las mismas, también servía al equipamiento de las tropas o era vendido a comerciantes.

         Las Estancias de la Patria, en número aproximado de setenta y cinco, se extendían por todo el territorio del país y sus productos se distribuían a título gratuito entre las personas necesitadas o se vendían a precios moderados en los mercados locales. Ellas proveían, además, al sostén de las escuelas y maestros.

         También fue preocupación principal del gobierno de Francia dotar a la población de herramientas suficientes para sustentar, las artesanías e industrias que, precarias en apariencia, no desaparecieron ni dejaron de cumplir su importante función en la economía de su época. Armeros, herreros, constructores navales, carpinteros, sastres y operarios textiles, zapateros: todos ellos fueron llamados a abastecer las necesidades de la defensa nacional, el transporte y el consumo privado. La importancia descollante de la industria militar, sobre todo, respondía a la prioridad fundamental, ya señalada, de preservar la independencia nacional.

         A través del escaso comercio exterior que el país pudo realizar con los portugueses por el puerto habilitado de Encarnación de Itapúa, se importaron fundamentalmente herramientas como rejas de hierro para arados, azadas de hierro, hachas de metal y otros instrumentos y piezas de aparatos de labranza, con los que se buscó fundamentalmente mejorar la productividad agrícola sustituyendo las antiguas herramientas y tecnologías de la colonia basadas en utillaje de madera o hueso.

         Pero junto con las mercancías importadas, el Estado ofrecía en venta no sólo productos agrícolas, sino otros provenientes de las industrias livianas que, como la textil o la herrería, se habían desarrollado en el país al imperio del aislamiento y de la consiguiente reorientación económica impuesta por la Dictadura. Así: hachas, machetes, cuchillos, cerraduras, tijeras, velas, jabón, ponchos, sábanas, hamacas y sombreros, constituyen parte de los productos nacionales vendidos en la Tienda del Estado.

         Pero la consecuencia más relevante de la política de autosuficiencia, desde un punto de vista estructural e histórico, ha sido la diversificación del aparato productivo de la economía paraguaya, liberándola del patrón mono cultivador y exportador a que la había sometido la dependencia colonial con todas las cargas impositivas del monopolio y de la burocracia administrativa metropolitana y sub-metropolitana.

         La clausura del comercio exterior, si bien no total, obligó a desarrollar industrias locales substitutivas de importaciones, algunas de las cuales ya han sido mencionadas.

         En ese marco, también, de importador de carne de la Argentina, el Paraguay pasó a ser exportador, hacia 1820, a través del puerto de Encarnación. En 1829, el cónsul brasileño local estimaba, además, en 200 mil cueros curtidos y 100 mil cueros crudos las exportaciones al Brasil de este subproducto de la ganadería.

         Sin embargo, el prototipo mono exportador -aun a título de ganadería rentable- no encontró acogida en la política económica del doctor Francia. Alertado sobre los peligros de marginar la producción agrícola a favor de la ganadería de exportación, su gobierno aplicó multas a los mono productores, obligándoles a diversificar su actividad.

         Finalmente, y en plena armonía con la política económica independentista, Francia prohibió que el sector privado se endeudara con el exterior, eliminando así toda dependencia financiera del país con relación a los centros hegemónicos de la economía mundial.

         Al finalizar el período de la Dictadura del doctor Francia, la economía nacional reconocía una situación estructuralmente sólida, sin haber tenido que someterse a las presiones externas. En un importante y documentado estudio sobre el gobierno de Francia en el Paraguay; Richard A. White resume, con abundante base documental, esta situación en los siguientes términos.

         "Como testimonio de la destrucción de la economía de monocultivo del Paraguay, las estadísticas comerciales registraron que en 1800, un año promedio durante la última época colonial, la provincia exportó 2.739 toneladas de yerba; en 1816, el primer año en que se puede obtener documentación ya en el período independiente, las exportaciones de yerba habían crecido a 3.624 toneladas, pero durante la última década del gobierno de Francia las exportaciones anuales de yerba promediaron sólo 237 toneladas. Transformada en una economía equilibrada, la tierra del Paraguay fácilmente proveía en forma suficiente arroz, maíz, mandioca, papa, batata, maní (del que se extraía aceite), trigo, algodón y numerosas variedades de vegetales para enfrentar las necesidades primarias del pueblo".

         "La producción doméstica se volvió tan abundante que durante la década de 1830 la nación en verdad comenzó a exportar pequeñas pero crecientes cantidades de maíz, arroz, mandioca seca y cebollas, así como miel, dulces, quesos y jamones. En realidad, durante las excelentes cosechas de los años 1833 y 1837 no toda la producción agrícola pudo ser consumida localmente, lo que llevó a la creciente pero infructuosa presión de los grandes productores para exportar mayores cantidades a las provincias argentinas".

         "La negativa del gobierno de ceder a estas presiones económicas revelaron una vez más la distinción entre el régimen popular del Paraguay y sus vecinos dependientes, dominados por la élite. Se hallaba en el interés de los grandes productores agrícolas forzar la apertura de mayores mercados; pero ya ninguna élite tenía el poder de definir sus propios intereses como si fueran los de la nación entera. No había razón de arriesgar que el país fuese arrastrado dentro de la guerra civil argentina porque la independencia de la nación estaba asegurada, sobre todo desde que el Paraguay no necesitaba de ellos y se bastaba a sí mismo." (White, R.A.; 1975; b).

         La desaparición física del Dictador, dejaba una república tras de sí; en poco menos de tres décadas, esta república había transitado desde la condición de colonia, ubicada en la periferia del imperio español, hasta la situación de país soberano, con una economía dinámica y diversificada, un presupuesto excedentario y su fuerza laboral plenamente ocupada.


3

MODERNIZACION Y APERTURA DE LA ECONOMIA NACIONAL

BAJO EL PERIODO DE CARLOS ANTONIO LOPEZ

         Los grandes objetivos políticos y económicos de 1811, se habían cumplido: el Paraguay, libre de la anarquía que asolaba al Río de la Plata y seguro en el claustro de su economía autosuficiente, había logrado consolidarse como nación independiente y homogeneizar, aún más, a su sociedad ya fuertemente cohesionada desde los siglos de la colonia.

         Las circunstancias históricas que impusieron el aislamiento al Paraguay independiente de las primeras décadas del siglo XIX, se habían sorteado como prueba categórica de la capacidad del pueblo paraguayo de realizar su propio proyecto nacional.

         Quedaba latente, sin embargo, el condicionamiento geográfico del que nos habla Natalicio González. Nada podía modificar el carácter mediterráneo del país, su forzosa dependencia del tráfico fluvial, el hecho ineluctable de que sus ríos lo llevaran necesariamente a estrellarse contra el implacable tapón porteño. Tampoco podía soslayarse la evidencia del crecimiento de su producción económica que exigía, ya imperativamente, romper el cerco geopolítico y expandirse conforme con el nuevo contexto de la economía regional y mundial.

         De nuevo los factores externos obraban su inevitable influjo en la política económica paraguaya aunque, fuerza es destacarlo, se mantendría también como una constante inalterable el principio nacionalista de defensa de la soberanía y de la independencia del país, por el que los gobiernos de los López continuarían luchando y por el cual el Paraguay aún habría de pagar un tributo de sangre, cuyo valor histórico no conoce medida alguna capaz de justipreciar.

         Se asistía, a mediados del siglo XIX, a una segunda fase expansiva del capitalismo industrial europeo y los países sudamericanos habían comenzado a girar en la órbita de la dependencia del nuevo orden económico que ya había reemplazado, sobradamente, al feudalismo en cuyo contexto naciera el nuevo continente.

         Era la consolidación del sistema capitalista y en su transcurso, superada la primera etapa de apertura del mercado americano al libre comercio y a la creciente penetración de las manufacturas textiles de Inglaterra, se asiste a una profundización del proceso con la masiva incorporación de capitales extranjeros que se traduce, especialmente, en empréstitos a los gobiernos y en obras de infraestructura, además de incrementarse notoriamente la demanda de materias primas por parte de los países industrializados.

         Desde muy pronto, Buenos Aires en particular y la economía argentina en general, se someten al poderío comercial y financiero inglés, llegando a quedar el comercio de exportación e importación, en su mayor parte, en manos de súbditos británicos que se veían respaldados por la propia corona de Inglaterra, exigiendo como requisito indispensable para el reconocimiento de los nuevos estados independientes, la apertura de sus puertos al libre comercio.

         Las exportaciones argentinas de la época son, fundamentalmente, productos de la ganadería tanto vacuna como ovina y, en íntima vinculación con estas actividades y su marcada dependencia de los mercados europeos, se desarrolla en aquel país una fuerte clase mercantil importadora-exportadora y otra no menos poderosa clase terrateniente de grandes hacendados.

         Mientras en el Paraguay del período de Francia se producía una generalizada estatización de las tierras y otros recursos, con una función eminentemente social y popular, en el Río de la Plata se privatizan aquéllas masivamente en beneficio de algunos estratos sociales minoritarios.

         La economía argentina se organiza en función de las cada vez más exigentes condiciones de la división internacional del trabajo: en los primeros años de la década de 1820, exporta carne seca producto del faenamiento de 58 mil vacunos; cinco años después, las exportaciones -en igual concepto- corresponden al sacrificio de 350 mil reses (Pomer, L.; 1968).

         Según las estadísticas aduaneras oficiales de ese país, entre 1860 y 1870, más del 80 por ciento, promedio anual, de sus exportaciones corresponden a cuatro productos de la explotación ganadera vacuna y ovina, puramente extractivas: lana, cueros vacunos secos o salados, carne seca y salada, sebo y grasa. Sus principales compradores de lana son Bélgica, Francia, Estados Unidos e Inglaterra. Entretanto, sus importaciones más significativas están constituidas, en el mismo período, por tejidos, bebidas y equipos ferroviarios provenientes, fundamentalmente, de Inglaterra.

         Completa el cuadro de dependencia, la cadena de los empréstitos con que la banca inglesa va sentando plaza en la economía argentina. Mencionemos solamente, a título de ejemplo, el empréstito contratado con la Baring Brothers por un millón de libras esterlinas, cotizadas en la bolsa al 70 por ciento de su valor, recibiendo el gobierno, en consecuencia, sólo 700 mil libras a interés del 6,5 por ciento anual.

         En el Brasil, entretanto, se producía un fenómeno similar. Juan Bautista Alberdi indica que cuatro quintos de la tierra en este país, a mediados de la centuria pasada, pertenecía a grandes "facendeiros" dedicados a las plantaciones extensivas de la caña de azúcar y el café, con mano de obra esclava (Alberdi, J. B.; 1946).

         En función a aquella situación estructural, el Brasil se halla sometida a una imperiosa necesidad de tierras para cultivo y ganadería, de ahí su política de expansión territorial que tanta influencia ejerce durante la época colonial y que no se detiene hasta bien avanzado el siglo pasado.

         En ese orden de acciones, no sólo el Paraguay sufre la presión brasileña por el nor-este, desde la región matto-grossense; el Uruguay, en la banda oriental del Río de la Plata, se halla sometido a permanentes hostigamientos, encubiertos o desembozados, de los terratenientes riograndenses que acrecen sus haciendas con ganado robado en las estancias uruguayas. En su obra citada, dice Alberdi: "En vez de consagrar una parte al cultivo de cereales y a la crianza de ganado, lo destinan todo a producir azúcar, tabaco, café y té, que los enriquece a expensas del pueblo que se muere de hambre. Esa cultura de lujo para unos pocos, y de ruina para la generalidad, hace al Brasil tributario, en productos necesarios a su subsistencia, de los EE.UU., de la Europa misma, pero sobre todo del Estado del Uruguay, que es su despensa o almacén de víveres... Su gobierno haya más cómodo conquistar los países vecinos para producir artículos necesarios a la alimentación de su pueblo, que obligar a sus grandes propietarios a dejar la cultura que los enriquece, por otras más ventajosas para el pueblo".

         Ya hemos señalado, por otra parte, la temprana e íntima dependencia portuguesa del reino británico. En la obra ya citada, Cardoso y P. Brignoli recuerdan que, desde 1703, el tratado de Methuen "consagra la subordinación a los intereses británicos, a cambio de la seguridad del imperio. El propio marqués de Pombal hablará, años más tarde, de un Portugal reducido a una estrecha dependencia de Inglaterra, sin los inconvenientes de la conquista colonial".

         El estado brasileño seguirá, después, en la misma línea de dependencia. Prado Junior Caio, en su Historia Económica del Brasil, indica el valor de los empréstitos otorgados por la banca de Inglaterra al Brasil en once años que transcurren entre los de 1854 y 1865, alcanzando la suma de 18.138.220 libras esterlinas. Los mayores montos corresponden a 1863 y 1865, vísperas de la guerra de la Triple Alianza, con 3.855.307 y 6.363.613 libras, respectivamente.

         Así entonces, cuando Carlos Antonio López accede al poder, del aislacionismo protector de Francia a una difícil pero necesaria apertura hacia un entorno hostil, donde los intereses en juego son mucho más complejos y agresivos que los de la época colonial, perfilándose ya la gravitación del centro industrial dominante y, en contraste, la periferia dominada.

         El modelo de desarrollo paraguayo -aplicado desde 1816 hasta la conflagración de 1870- se basó en la asunción consciente de un aislacionismo impuesto amenazadoramente por un vecino adverso, aislacionismo que es intransigentemente orientado a preservar la independencia recién conquistada; tal la situación predominante en el período francista. Esta coraza protectora logra afianzar la autonomía paraguaya, apoyándola en una economía que se abastece a sí misma en lo esencial y genera crecientes excedentes que pueden financiar adecuadamente, en una segunda fase representada por los gobiernos lopiztas, las necesidades de importación en materia de consumo y equipamiento productivo.

         El modelo de desarrollo mencionado respondió, evidentemente, a razones estructurales de tipo histórico-económico, pero también a coyunturas geopolíticas e históricas de indudable gravitación. Entendemos aquí por estructura, el conjunto de elementos económicos que, durante un período determinado, aparecen como relativamente estables en relación con los demás -según la versión de J. Akerman-, mientras que la coyuntura "es el conjunto de las condiciones articuladas entre sí que caracterizan un momento en el movimiento global de la materia histórica". (Vilar, P.; 1980).

         En este sentido, fueron elementos estructurales del modelo las especiales condiciones impuestas por el surgimiento y consolidación del sistema capitalista mundial, con sus centros de  dominación bien localizados, y con su tendencia inmanente a expandirse y a asegurarse mercados en las áreas periféricas, entre las cuales el continente americano y, en especial, el Río de la Plata y su área de influencia, jugaron un rol de particular importancia.

         En cuanto a los elementos coyunturales del modelo, ellos estuvieron constituidos por la situación apendicular del Paraguay respecto a un centro sub-metropolitano en la época colonial y la prolongación temporal, en la primera etapa independiente, de una fuerte tendencia de los sectores económicos dominantes de ese centro por mantener su situación de sometimiento geopolítico y por asegurar su participación activa, como elemento dependiente, en las nuevas formas contextuales de relación económica imperantes en el mundo a partir de las primeras décadas del siglo XIX.

         En ese marco, el Paraguay no llegó a constituir en ningún momento el prototipo de tienda para la reventa de géneros ingleses, ni el sumiso productor de materias primas para las fábricas de Manchester, como ocurría con otras economías sudamericanas.

         La acumulación de excedentes exportables, demostró que Itapúa y Pilar ya no bastaban para responder a los requerimientos de comercialización que se asociaban a la dinámica productora de la economía paraguaya. La etapa aislacionista de Francia -que había cumplido un papel histórico esencial- resultaba ahora ya casi anacrónica para contener la fuerza expansiva del desarrollo económico nacional.

         Pero el abandono del encierro significaba, al mismo tiempo, tanto la posibilidad de crecer como la de sucumbir. En cualquiera de las opciones, el patrón "aperturista" inaugurado por Carlos Antonio López, quedó crucialmente pendiente de la libre navegación de los ríos Paraguay, Paraná y de La Plata, un dilema plagado de penosas vicisitudes para nuestro país y que se ligó vertebralmente con la independencia y con la propia sobrevivencia nacional. De allí el lema nada metafórico y sí profundamente vivencial del gobierno de López: "Independencia o Muerte!".

         Claramente advierte Juan Bautista Alberdi esta situación en su obra Historia de la Guerra del Paraguay, cuando dice: "Sucede a Buenos Aires con los países interiores del Plata, lo que a España con los países de América. En los que todavía forman familia con él, no ve sino colonias: Santa Fe y Entre Ríos son La Habana y Puerto Rico de Buenos Aires. En los que han dejado de ser argentinos, no ve sino rebeldes, a quienes reconoce independientes de boca, pero sin renunciar a una esperanza secreta de reivindicarlos en más feliz oportunidad. En este caso se hallan Montevideo, Bolivia y sobre todo el Paraguay, a quien después de treinta años de vivir independiente lo calificó Buenos Aires de provincia argentina, todavía en 1842, y protestó contra su independencia".

         No obstante mantenerse las acechanzas del período de Francia, bajo el gobierno de López, la política de aquél no sólo se mantuvo en sus líneas esenciales sino que fue profundizada.

         En octubre de 1848, el Estado hizo suyas las tierras de los veintiún pueblos de indios, concediendo a sus habitantes la ciudadanía paraguaya y eximiéndoles del tributo del diezmo, derechos parroquiales, pensión anual e impuesto de arrendamientos, por espacio de tres años.

         Dos años después, el gobierno declaraba de propiedad del Estado todos los yerbales y las maderas destinadas a construcción naval. "Los yerbales -expresaba el decreto- son producciones espontáneas de la naturaleza, que no están en el dominio privado, ni son frutos de trabajo alguno individual", (citado en Pastore, C.; 1972). Por su parte, la estatización de las maderas de construcción naval tenía el doble propósito de proveer de medios financieros al Estado y de impedir la privatización de un recurso considerado esencial en la defensa de la soberanía nacional.

         De acuerdo con los datos provenientes del inventario de bienes públicos, practicado por Wisner de Morgenstern en 1856, de 16.590 leguas cuadradas, 16.329 eran de propiedad fiscal (Chaves, J.C.; 1968). Estas tierras eran otorgadas por ocho años a los campesinos, para poblarlas y cultivarlas, pudiendo renovarse la cesión indefinidamente si las condiciones impuestas por el gobierno para el usufructo eran satisfechas.

         Por otra parte, una suerte de seguro agrícola protegía al campesino contra las eventualidades de su actividad y frecuentemente el gobierno distribuía ganado, semillas e implementos de labranza favoreciendo a familias rurales pobres (Chaves, J. C.; cit.).

         Las "Estancias de la Patria" siguieron produciendo activamente, sobre todo para cubrir las necesidades de las fuerzas armadas. En su Mensaje al Congreso, de 1849, López informa de la existencia de sesenta y cuatro de estas estancias y de varios puestos. "Se debe a esta providencia, dice el Mensaje, el sostén del gasto inmenso de ganados en el Ejército y sus dependencias, tropas de la Capital, diferentes obrajes del Estado y en los destacamentos de la frontera, sin gravar al vecindario con ningún auxilio gratuito".

         La productividad agrícola y la de los servicios en general, se vieron beneficiadas por obras de infraestructura tales como: caminos, puentes, depósitos, represas, desagües, regadío y rectificación de canales. En 1860, la producción yerbatera llegó a 2 millones y medio de kilos, la del tabaco a 7 millones -cifras sin precedentes- y varios cultivos básicos se incrementaron significativamente: maíz, algodón, caña de azúcar, café, arroz y mandioca. (Chaves, J.C.; cit.)

         Fiel a la prioridad de asegurar la autonomía paraguaya, López encaró decididamente la explotación de minas de hierro y, en 1854 se inició la etapa de la industria metalúrgica nacional, con el establecimiento de una moderna fundición en Ybycuí compuesta por vastos edificios, talleres y cobertizos, un alto horno con capacidad de carga de cinco mil libras de mineral y un consumo, por carga, de igual peso de carbón de leña. Su producción era de una tonelada de metal cada veinticuatro horas, proveyéndose de mineral de hierro de los filones de Caapucú, Apiraguá y San Miguel, principalmente; aparte ello, se explotaban también minas de cobre, azufre, azogue, cuarzo, pedernal y canteras de cal. Rápido desarrollo cobraron fábricas de pólvora, papel, loza, textiles y tintes.

         "En la fundición de Ybycuí y en los arsenales, también modernamente dotados, de Asunción, se fundieron cañones, proyectiles armas de filo y utensilios agrícolas". (Cardozo, E.; 1949).

         Obtenida al fin, tras largos reclamos y postergaciones, la libertad de navegación, el comercio externo del Paraguay se incrementó extraordinariamente; entre mediados de 1851 y fines de 1852, "el movimiento del puerto de Asunción no pasó de 120 goletas de 40 a 80 toneladas, para alcanzar luego un promedio anual de 328 buques con 20.000 toneladas, movimiento que siguió en aumento, siendo de 403 buques en 1861". (Cardozo, cit.). El país exportaba crecientes cantidades de yerba mate, producto con el que ejercía prácticamente un monopolio, maderas, tabaco, cigarros, cueros, etcétera. Efraím Cardozo transcribe una serie histórica de estadísticas sobre exportaciones e importaciones del Paraguay ofrecidas por un testigo de la época: Alfred Du Graty; por ella sabemos que de 341.616 pesos, en 1851, las exportaciones ascendieron año a año hasta elevarse a 1.205.819 pesos en 1858; entre los mismos años, las importaciones tuvieron valores oscilantes desde los 230.917 pesos del año inicial hasta los 1.539.648 pesos en el final; en los ocho años de la serie, salvo en el último, el saldo fue ampliamente favorable al Paraguay.

         El auge comercial internacional no se basó sólo en el reconocimiento de la libre navegación de los ríos. Para hacerlo posible, fue necesario dotar al Paraguay de la infraestructura necesaria creándose, en consecuencia, la Flota Mercante del Estado. Once buques a vapor y cerca de cincuenta veleros formaban parte de ella. Por primera vez, desde la independencia, barcos fabricados en el país, por obreros paraguayos, surcaban el océano para llevar los productos del Paraguay a puertos de ultramar.

         La flota contaba con unidades compradas en el extranjero -el "Tacuarí" y el "Río Negro"- y con otras construidas en los modernos astilleros nacionales, como el "Yporá", de 226 toneladas, el "Salto del Guairá" y el "Jejuí".

         Pero ello no era suficiente. "Para abrir el país a las vivificantes corrientes del tráfico exterior, era indispensable colocar los caminos en condiciones de viabilidad, a fin de que los productos nacionales pudiesen llegar fácilmente a los puntos de embarque". (Sánchez Quell, H.; 1957). En efecto, numerosas obras viales fueron encaradas por el gobierno de Carlos Antonio López: 6 leguas de caminos y 8 puentes se construyeron en la zona montuosa de Villarrica y Caaguazú para facilitar el acceso a los yerbales; 13 leguas en la zona de Curuguaty y 65 leguas de camino se extendieron entre las cercanías del pueblo misionero de Jesús y el puerto de Tacurupucú, en el Alto Paraná. "Desde Tacurupucú se construyó otro camino de 55 leguas hasta San Joaquín, que dejó francas las comunicaciones del interior con el Alto Paraná, prestando al Este de la República los mismos beneficios que el río Paraguay al Oeste. Además se construyeron terraplenes, desagües, canales y represas". (S. Quell, H.; cit.).

         Aún más, el primer ferrocarril del Río de la Plata fue inaugurado en 1856 en su primer tramo Asunción-Trinidad. Para 1865, las líneas del ferrocarril llegaban a Paraguarí (72 kms. de extensión), siendo importados los rieles y la locomotora pero enteramente fabricados en el país el resto del material rodante. Y, simultáneamente, quedó tendida la línea del primer telégrafo latinoamericano que comunicaba Asunción con Humaitá y Paso de Patria.

         La infraestructura quedaba así consolidada y la economía, modernizada y abierta a los mercados del mundo, se desenvolvía sólida y pujante sin verse sometida a humillantes dependencias extranjeras.

         La estabilidad monetaria reflejaba adecuadamente el vigor de la economía nacional. En 1847 aparecen las primeras emisiones de la recién fundada Casa de la Moneda: la paridad era, en 1854, de 16 pesos fuertes por onza de oro. El propio presidente López define la situación: "El único país, antes español, que hoy puede realizar la operación como corresponde, es la República del Paraguay, porque es el único que tiene capitales existentes, grandes y valiosas propiedades territoriales, garantías sólidas y seguras, y ninguna deuda interior o exterior". (Chaves, J. C.; cit.).

         La convertibilidad internacional no estaba permitida, vale decir, no podía exportarse una sóla onza de metálico. Los pagos debían hacerse en papel y metal, en proporciones simétricas, con lo que se garantizaba la fácil aceptabilidad del papel moneda convertible.

         La estabilidad monetaria de que gozó el Paraguay, bajo el gobierno de los López, contrasta enormemente con la inflación descontrolada que se generalizó, rápidamente, en las otras economías sudamericanas, a mediados del siglo XIX.

         Por otro lado, la sustitución de importaciones alcanzó, en tiempos de Francisco Solano López, la etapa de insumos intermedios: "se fabricó papel con fibras de caraguatá, tejidos de mbocayá o filamentos de coco... Se confeccionó ropa fina (ahó po'í) y lienzo nacional... Los ponchos ‘para'í’ y ‘sesenta listas’ alcanzaron justa fama... Excelentes eran los tejidos de lana teñidos con colorantes de la flora nativa... Tan buenos como aquellos eran los tejidos de algodón, cuya producción creció mucho hasta el estallido del conflicto". (Du Graty, cit. por Cardozo, cit.).

         La nacionalización de la mayor parte del comercio exterior, básicamente a través del monopolio estatal de la yerba mate y la madera, se constituyó en la fuente más importante de recursos fiscales. A comienzos de la guerra de la Triple Alianza, las finanzas paraguayas, con 8.450.000. pesos de ingresos y 2.000.000 de Deuda Flotante, sin un céntimo de Deuda Externa, arrojaba un superávit de 6.450.000 pesos., (Chaves, J. C.; 1968).

         La política de importaciones atendió tanto a las necesidades de equipamiento de la actividad económica interna como a la protección de la industria local, permitiendo únicamente la introducción de máquinas, implementos agrícolas, insumos y materias primas no obtenibles mediante la producción nacional. Además, el Estado revendía directamente los bienes importados en los almacenes estatales de la capital y el interior.

         Pero un trágico designio se cernía sobre el Paraguay. Esta nación, que se hallaba en pleno apogeo de su proyecto nacionalista, popular y autónomo, vería de pronto torcerse su promisorio destino, por imperio de intereses que, de tiempo atrás, estrechaban sus mallas en torno a su indómita vocación de "Independencia o Muerte!".

         "La guerra de la Triple Alianza (1865-1870) no sólo puso fin a esta fase de progreso material; arrasó el país entero reduciendo su población de más de un millón a escasos 300.000 habitantes". (Cardoso, P. Brignoli; 1979, a).

         El Brasil y la Argentina capturan la mitad del territorio paraguayo; la fundición de hierro es desmantelada; las arcas del país, exhaustas tras 5 años de contienda, son gravadas con deudas de guerra de 900 millones de pesos al Brasil, 400 millones a la Argentina y 90 millones al Uruguay.

         El modelo de desarrollo autónomo, ha sido aniquilado.


4

LA TRIPLE ALIANZA:

FIN DE LA PRIMERA EPOCA NACIONAL AUTONOMA

         A mediados del siglo XIX, Inglaterra se hallaba en plena etapa de auge de la economía capitalista industrial expansiva y es obvio que se opusiera al surgimiento de cualquier posible competidor en la economía internacional.

         Cardoso y Pérez Brignoli consideran discutible que Inglaterra quisiera aniquilar en el Paraguay esta supuesta competencia, poniendo en duda de que el extraordinario progreso paraguayo, logrado durante la época que hemos analizado hasta aquí, significara que nuestro país se hallaba en vísperas de una Revolución Industrial.

         "El proyecto de los López, afirman dichos autores, puede verse en cambio como un intento por sacar al Paraguay de su condición mediterránea, vinculándolo directamente al mercado mundial. Ese fue el primer objetivo de la flotilla de vapores. También buscaron que su país pudiera jugar un rol político importante- en la cuenca del Plata".

         Aun cuando no cabe duda del real avance de la economía paraguaya de la época, los citados autores juzgan que "el principal detonante de la guerra fue el choque entre las ambiciones de López por mantener el equilibrio político en la cuenca del Plata y la inteligencia creciente entre los liberales argentinos y brasileños".

         Sin embargo, aun admitiendo que ese fuera el detonante, no es posible ya poner en duda, luego de tantos antecedentes de contexto, como los que hemos ido anticipando desde comienzos de este capítulo, que detrás de la inteligencia entre liberales porteños y brasileños se hallaban los intereses bien amplios del poderío económico inglés. Ni la búsqueda del equilibrio político en el Río de la Plata puede ser achacado, de nuevo, a la ambición personal y paranoide de personajes torvos, como han pretendido por mucho tiempo ciertas corrientes historiográficas tildar a cada uno de los líderes del Paraguay de la primera época independiente. Se trataba, antes bien, de una estrategia política de sobrevivencia, de pacificación, de seguridad regional, para lograr la consolidación de un proyecto de desarrollo económico nacional y popular.

         Son pocos ya los historiadores, nacionales y extranjeros, que se ocupan de la historia del Paraguay, que no reconozcan, mimetizada en los vivaques de los ejércitos de la Triple Alianza, la sombra amenazante del interés político, económico y financiero del capitalismo inglés, cada vez más fuerte en el mundo.

         Si bien Inglaterra nunca obró desembozadamente en la exteriorización de dichos intereses, respecto a sujetar al Paraguay a la dinámica centro-periferia que cada vez más pugnaba por imponer a los países sudamericanos, y actuó más bien tras las bambalinas de sus sólidos aliados rioplatenses y brasileños, un caso directo en que nuestro país sintió el efecto de la presión emergente de las luchas hegemónicas entre las potencias capitalistas europeas, fue el referido a la política inmigratoria de Carlos Antonio López.

         Carlos Pastore analiza con agudeza el verdadero trasfondo del fracasado intento de fomentar la fundación de colonias agrícolas con inmigrantes franceses, en el caso concreto de la Colonia Nueva Burdeos, después del cual prácticamente toda la corriente migratoria europea de la época, se canalizó hacia el Río de la Plata.

         "Este intento de colonización francesa en el Paraguay se inició, en efecto, en los años en que la lucha entre Francia e Inglaterra por la hegemonía mundial se acercaba a su culminación. Mientras Francia buscaba crear bases en América Latina para completar su imperio colonial y entablar la lucha definitiva por el dominio de los mares, Inglaterra, por su parte, oponía al plan imperial francés la habilidad de su diplomacia y la fuerza que le daban sus estratégicas posiciones mundiales".

         "Desde las primeras décadas del siglo XIX intervinieron los intereses imperiales de Gran Bretaña y de Francia en los asuntos del Río de la Plata. No siempre enfrentaron sus fuerzas. En algunas circunstancias las unieron, cuando era necesario vencer resistencias que se oponían a sus comunes objetivos. El campo de la lucha entre los imperialismos británico y francés no se limitó al Río de la Plata, sino que se extendió por todas las zonas y por todos los mares del continente".

         En éstas circunstancias, concluye el autor citado, "es indudable que los ingleses no podían ver con buenos ojos una vasta colonización francesa en el Paraguay como la que se tenía proyectada. La colonia de vascos franceses del Uruguay había causado demasiadas molestias al Imperio Británico para que éste permaneciera impasible ante una nueva amenaza. Si un reducido núcleo de colonos franceses en Montevideo había obstaculizado por cerca de veinte años una solución conveniente a los intereses británicos del problema del Río de la Plata, ¿qué no se podría esperar de una numerosa colonia francesa en el territorio del floreciente Estado paraguayo?" (Pastore, cit.).

         Conviene recordar que, entre 1840 y 1860, el impulso económico cobrado por Inglaterra fue verdaderamente vertiginoso. En efecto, a mediados de la centuria pasada, Inglaterra producía, por habitante, 50 veces más hierro, 75 veces más carbón y 100 veces más telas de algodón que todo el resto del mundo; sus exportaciones eran 15 veces más elevadas y sus fletes 20 veces mayor que los restantes del mundo. La clave de todo este proceso era, según Bairoch, "algodón hierro máquinas de vapor" (Bairoch, P.; 1973).

         El mismo autor antecitado señala que, desde 1860, comienza a Gran Bretaña, en forma sostenida, la época de la importacion de alimentos y materias primas y las crecientes exportaciones de manufacturas. Ese mismo año sus colonias abarcaban 2.5 millones de kms2 de superficie con 145 millones de habitantes para llegar, 20 años después, a 7.7 millones de kms2 de territorios coloniales con 267.9 millones de habitantes.

         Mientras el Paraguay pretendía entrar al mercado mundial con su modelo económico autónomo, sus vecinos del Brasil y del Río de la Plata, sin ser propiamente colonias de Inglaterra, se hallaban irremisiblemente atados al área de influencia colonial británica.

         En el Brasil, dice Caio Prado, los ingleses "pronto se convierten en los verdaderos árbitros de la vida económica del país". En 1850, el 33 por ciento de las exportaciones y el 55 por ciento de las importaciones brasileñas se destinan o se originan, respectivamente, a y en Inglaterra (Pomer, L., cit.). Por su parte, en 1871, Bartolomé Mitre reconocía sin disimulos el origen de la prosperidad argentina. Preguntándose " ¿Cuál es la fuerza que impulsa este progreso?", se respondía a sí mismo: "es el capital británico", para terminar "brindando por el fecundo consorcio del capital inglés y del progreso argentino". (Ortega Peña, Duhalde, 1968),

         La economía paraguaya, en cambio, gracias al portentoso esfuerzo de medio siglo de su pueblo y de los gobiernos de la primera época independiente del país, había logrado mantenerse independiente con la misma firmeza con que se basamentó su soberanía política. "Sabido es, dice Juan Bautista Alberdi, que de todos los países de Sud América, el Paraguay es el que menos intereses extranjeros de consideración contiene". (Alberdi, J.B., 1962).

         El juego de aquellos intereses, alterando constantemente la paz en el Río de la Plata y con la permanente injerencia brasileña y argentina en la disputada banda oriental del Uruguay, dieron lugar a la política del "equilibrio del Río de la Plata" sustentada por Francisco Solano López. "Sólo que el general López quizás no había tenido en cuenta que debía conjugar propósitos de poderosas naciones interesadas en la dirección de los asuntos del Río de la Plata". (Pastore, C., cit.).

         En realidad, desde tiempos de Carlos Antonio López se arrastraban los problemas de política internacional, nunca exentos del trasfondo económico, y en ese encuadre histórico debe verse la política de equilibrio embanderada por el Mariscal López. A lo largo del período lopizta se suscitaron cuestiones limítrofes con la Confederación Argentina, con el Imperio del Brasil y, en menor escala, con Bolivia.

         Con la Argentina estaban las permanentes disidencias en torno a las Misiones y su ambiciosa pretensión de apoderarse de todo el territorio chaqueño; con Bolivia se perfilaban ya también los conflictos por el Chaco paraguayo; con el Brasil, la vieja situación emergente del Tratado de San Ildefonso: el Paraguay constituía para el Imperio "la prolongación meridional del Estado de Matto Grosso", al decir de Julio César Chaves, para cuyo desenvolvimiento económico necesitaba asegurar imperativamente el acceso al sistema fluvial Paraguay-Paraná-Río de la Plata. Además, el Brasil se mostraba realmente incapaz de evitar la incorporación económica del Matto Grosso a la dinámica del desarrollo paraguayo.

         En este contexto, la diplomacia de los López trató de mantener una difícil proporción entre las presiones argentina y brasileña, porque la supervivencia misma del Paraguay dependía de ese equilibrio entre el expansionismo de ambos países.

         A fines de agosto de 1864, la cancillería paraguaya se jugó su carta final en su imperioso afán de resguardar dicho equilibrio advirtiendo al Brasil de que su intervención directa en los asuntos internos uruguayos, sería considerada casus belli. Brasileños y argentinos intervinieron abiertamente llegando las tropas del primer país a invadir el Uruguay. La guerra estaba en marcha.

         "Los resultados fueron, para los vencedores, magníficos. El Paraguay desapareció como potencia con alguna gravitación en la cuenca del Plata. Brasil obtuvo compensaciones territoriales largamente deseadas; la Argentina se convirtió en el principal intermediario comercial... En la política interna de las potencias vencedoras la contienda jugó un papel decisivo: permitió la consolidación definitiva del poder de los terratenientes del litoral, a nivel nacional, en el caso argentino; salvó el vacilante trono de Pedro II en Brasil". (Cardoso, P. Brignoli, cit.).

         Asunción fue saqueada, el país entero arrasado, la economía destruida. "Las ciudades, pueblos y aldeas del Paraguay estaban despobladas. Sobrevivían un cuarto de la población, cerca de doscientas mil personas, de las cuales el noventa por ciento eran de sexo femenino. De los veinte mil varones todavía vivos, las tres cuartas partes eran viejos de más de sesenta años o muchachos de menos de diez... Ya no había agricultura, ni comercio, ni industria". (Cancogni, Boris, 1972).

         Sólo se salvó la nación paraguaya porque ella estaba hecha de ingredientes indestructibles. Belgrano, el primer invasor de esta época, ya lo había percibido y declarado: "cuantos se dicen hijos del Paraguay, están entusiasmados por su patria... así es que han trabajado para venir a atacarme de un modo increíble, venciendo imposibles que sólo viéndolos pueden creerse..."

         El Marqués de Caxías, Mariscal del ejército brasileño en campaña contra el Paraguay, lo habría de constatar: "el oro, Majestad, -decía en su informe al Emperador Pedro II- es materia inerte contra el fanatismo patrio de los paraguayos desde que están bajo la mirada fascinadora, y el espíritu magnetizador de López... soldados, o simples ciudadanos, mujeres y niños, el Paraguay todo cuanto es él son una misma cosa, una sola cosa, un sólo ser moral indisoluble..." (Pomer, L., cit.).

         Sin embargo, algo tremendo había ocurrido; al decir de Natalicio González, la cultura mediterránea laboriosamente gestada y creada por el Paraguay en trescientos cincuenta años de historia, había sido herida de muerte. En su reemplazo, se le impuso un modelo extraño: el Estado exótico, ajeno por entero a los intereses, al sentir y al proyecto nacional ejecutado por el pueblo paraguayo desde 1811.

         A partir de 1870, en un contexto mucho más dramático y hostil acaso que el que había conocido en su larga existencia colonial, el Paraguay daba inicio a las arduas jornadas de la Reconstrucción, buscando reencontrar el cauce de su desarrollo económico independiente y las metas de su progreso y bienestar social.



CAPÍTULO IV

LA ÉPOCA DE ENTRE-GUERRA

(1870-1935)

1

CRISIS ECONOMICA Y FINANCIERA DE LA

POST-GUERRA DE 1870

         La evolución de los acontecimientos diplomáticos, políticos y económicos posteriores a la finalización de la guerra del setenta, demostró cabalmente cuales eran los designios reales de la contienda, de los aliados -fundamentalmente argentinos y brasileños- y de las fuerzas del expansivo capitalismo que se movían tras el ominoso drama bélico.

         El tratado secreto de la Triple Alianza, había fijado satisfacciones a las básicas aspiraciones de cada aliado, fundamentalmente las de brasileños y argentinos. Estos últimos sólo garantizaban el reconocimiento de la independencia paraguaya por un plazo máximo de 5 años y reclamaban para sí el territorio de las Misiones, al sur del Paraná, y todo el Chaco paraguayo; el Brasil, por su parte, se reservaba definitivamente la región del Matto Grosso hasta el norte del río Apa y al oriente de las serranías de Amambay y Mbaracayú.

         La aceptación lisa y llana de tales pretensiones hubiese significado prácticamente la liquidación geográfica del Paraguay, reduciéndolo a una ínfima faja territorial mesopotámica de nomás de 150 mil kms2, entre el Apa, el Paraguay y el Paraná. En tales condiciones, rodeado de sus poderosos vecinos que acababan de someterlo a una guerra de conquista y saqueo, su soberanía habría sido ilusoria y la definitiva absorción de todo su territorio por una o ambas potencias, hubiera sido cosa de corto tiempo.

         El tratado de la Triple Alianza, no en balde constituido sobre el compromiso de ser mantenido en secreto hasta la consumación final de sus propósitos, declaraba eufemísticamente que la guerra no era contra el Paraguay sino contra su gobierno pero, absurdas y reveladoras contradicciones de la ambición de conquista, aparte esas desmesuradas pretensiones territoriales, estipulaba que el gobierno que substituyera al de López afrontaría todos los compromisos financieros emergentes de la guerra.

         Las deudas de una guerra no solicitada ni aceptada bajo concepto alguno por el Paraguay, a título de una supuesta liberación del yugo lopizta, quedaba así contraída por el país desde el inicio por designio de sus adversarios.

         Jugaron, sin embargo, importantes factores para que -al menos- el total exterminio territorial del país no se concretara. El Brasil acordó por separado con el Paraguay su propio pacto de paz y límites, desdiciéndose de un compromiso asumido por el tratado secreto de la Triple Alianza que obligaba a cada aliado a no firmar por separado acuerdo alguno con el país vencido.

         No obstante, el Brasil se aseguró con ese tratado bilateral, arrancado a un gobierno de transición enteramente sometido a sus propósitos, todas sus pretensiones territoriales más la permanencia de sus tropas de ocupación en el Paraguay por casi 10 años, convirtiéndose en verdadero árbitro de la política paraguaya al tiempo que lograba frenar las pretensiones argentinas sobre todo el Chaco paraguayo, una perspectiva en nada grata a los ojos del imperio brasileño.

         La Argentina, por su parte, materializó su dominio sobre el territorio de las Misiones y, como manifestación de sus presiones por conquistar el Chaco, ocupó la Villa Occidental, al norte del Pilcomayo, frente a Asunción. Esta situación se prolongó hasta que el Laudo Hayes, en 1877, reconoció los plenos derechos paraguayos sobre el territorio chaqueño desde el Pilcomayo hasta el extremo boreal.

         Ínterin se desarrollaban tratativas y acuerdos diplomáticos - de post- guerra sobre cuestiones territoriales, de límites y sobre otros aspectos, nuestro país realizaba esfuerzos extraordinarios para reorganizarse desde un punto de partida crucial.

         Los primeros gobiernos instalados en Asunción -bajo el patrocinio de las fuerzas extranjeras de ocupación-, aún antes que los últimos restos del ejército nacional al mando del Mariscal López terminaran diezmados en Cerro Corá, tomaban sus primeras medidas tendientes a la reestructuración política y económica del país.

         Estas acciones se prolongaron, durante casi todo el decenio 1870-1880, bajo la fuerte presión de los países vencedores que ejercían una directa injerencia en el proceso de reorganización nacional, oscilando la hegemonía, inicialmente, entre la esfera del imperio brasileño y la de los gobiernos porteños.

         Paulatinamente la Argentina habría de sentar plaza como poder hegemónico principal sobre los deteriorados restos de un país aniquilado por la guerra y sobre sus renacientes instituciones, gestadas bajo su directo influjo.

         Antes de finalizar el fatídico año de 1870, el Paraguay, devastado por una guerra de exterminio y de conquista, con apenas dos y medio centenar de miles de habitantes, con su capital ocupada por tropas de invasión, la mayoría de sus poblados abandonados, sin comercio, sin industria y prácticamente sin agricultura, se permitía el lujo de proclamar una Constitución de puro cuño liberal, inspirada totalmente en la Constitución argentina e, incluso, con "algunos de sus artículos textualmente copiados", al decir de Efraím Cardozo.

         El nuevo ordenamiento jurídico-político del país, supeditado a la influencia argentina, se consolidaba aún más en 1876 y 1879 con la adopción, "a libro cerrado", de los Códigos Civil y Penal argentinos.

         "La nueva Constitución (de 1870), dice Efraím Cardozo, representaba una reacción contra el régimen imperante en el país desde 1811 y buscaba implantar en el Paraguay el sistema democrático en boga en las Constituciones escritas de las demás naciones americanas".

         Absurda contradicción el haber traído al Paraguay una guerra de conquista para suplantar, bajo el dominio del antiguo adversario porteño, casi 60 años de modelo económico y político autonómico e igualitario, por un supuesto "sistema democrático" cimentado en la destrucción del país. Absurdo y contradictorio, pero a la vez significativo y simbólico de lo que esperaba al futuro del Paraguay. Al decir de Fulgencio R. Moreno, "parecía que una negra fatalidad empujaba cuanto venía del lado del Río de la Plata!".

         En cuanto al ordenamiento jurídico impuesto en el país, con la adopción lisa y llana de la legislación argentina, el trasfondo indiscutiblemente colonizador del injerto y la increíble reviviscencia de las viejas aspiraciones de dominio y sometimiento del Paraguay por parte de la burguesía mercantil porteña, quedan claramente de manifiesto a través de esta autorizada acotación de Cardús Huerta que recuerda cómo, "a raíz de la adopción del Código Civil argentino en el Paraguay, Estrada lo anunciaba en su cátedra de Derecho Político, con la pompa de su brillante elocuencia, tomó el signo auspiciario de la futura reincorporación de la provincia desprendida del Virreinato, y sus alumnos lo aplaudían entusiasmados". (Cardús Huerta, G., 1911).

         La crisis económica y financiera, entre tanto, asumía contornos de catástrofe, como catastróficos habían sido todos los resultados de la guerra para el Paraguay: el ejército de López aún se batía en su inexorable camino hacia Cerro Corá, cuando a comienzos de 1870, un miembro del Triunvirato, gobierno provisional constituido en Asunción, viajaba a Buenos Aires para proceder a la venta, en pública subasta, de cinco cajones que contenían las últimas reservas de platería paraguaya.

         El triunviro encargado de la misión en Buenos Aires, informaría de esta operación aludiendo a ella como "comisión en esta capital (Buenos Aires) para hacer un empréstito y vender cinco cajones de chafalonía para invertir el importe de ellos en pedidos del mismo Gobierno y gastos de dicha misión" (Decoud, H.F., 1925).

         Esta operación marca el inicio de una penosa y larga dependencia, por parte del Paraguay, de la liquidación implacable de todos sus recursos y del endeudamiento externo a base de empréstitos leoninos que marcharían parejos con la creciente y luego total instauración del más crudo liberalismo "laisseferista", el surgimiento de una poderosa clase terrateniente y de una próspera burguesía importadora-exportadora, ligadas ambas fuertemente al área de influencia rioplatense.

         La absoluta carencia de recursos, de la que la subasta en Buenos Aires de los últimos valiosos objetos de platería de la otrora floreciente sociedad paraguaya era un síntoma revelador, hacía imposible a los primeros gobiernos de la post-guerra del setenta organizar y poner en marcha los mecanismos de la administración pública.

         Si bien se habían reactivado, al menos en teoría, el régimen municipal, la instrucción pública, los tribunales de justicia y otros organismos del gobierno, originándose las primeras rentas generales en 1872, era materialmente imposible obtener el pago de impuestos y reinstaurar el funcionamiento del aparato productivo en un país cuya economía estaba en ruinas.

         A fines de 1870 se practicó la primera emisión de billetes por 100 mil pesos y seis meses después la segunda por 300 mil. Sin embargo, las deudas del Estado crecían, máxime cuando se habían reconocido a los tres estados beligerantes las deudas de guerra que alcanzaron la astronómica suma de 300 millones de libras esterlinas.

         Pronto comenzó a apelarse al recurso del empréstito extranjero: ante la banca inglesa se obtuvo un primer préstamo de un millón de libras y un año después otro más de dos millones. Con la misma rapidez con que se apelaba a este recurso, se reconocían sus efectos: "Del primer empréstito, dice Cardozo, sólo 403.000 libras llegaron al Paraguay y del segundo apenas si 124.000. El resto, quedó en Europa en concepto de gastos, comisiones, etc. La desventura financiera paraguaya no paró en esto, pues sólo una mínima proporción de estas libras ingresó en las arcas fiscales" (Cardozo, E.; 1949).

         Si los gobiernos del Paraguay lograron obtener estos empréstitos, fue en mérito a que aún él Estado nacional contaba con la garantía de sus enormes propiedades en tierras. El sobrecargo cada vez mayor de los préstamos, sin embargo, iba a obligar pronto –y cada vez más- a la rápida y total enajenación de ese extraordinario patrimonio.

         La guerra de la Triple Alianza había convertido al territorio paraguayo en una rica cantera de recursos básicos (tierras, yerbales y bosques), que quedó abierta prácticamente sin restricciones al mercado extranjero, a precios irrisorios. Más aún considerando los precios de tierras vigentes por la época en la Argentina y el Uruguay.

         En estos factores se basó el posterior desarrollo de una serie de actividades de carácter extensivo (ganadería y sus industrias extractivas más inmediatas, explotación yerbatera y forestal), que caracterizarían a la economía paraguaya de los siguientes ochenta y cinco años de la culminación de la guerra de 1870.


2

EL PRIMER GRAN ESFUERZO POR LA RECONSTRUCCIÓN NACIONAL

         Pese a todas las enormes dificultades de post-guerra, el país debía ser reconstruido. El designio de una guerra de destrucción total del Paraguay y la ambición porteña de reabsorberlo territorial y políticamente, como en tiempos del Virreinato, poco a poco se diluirían ante la indestructible sobrevivencia nacional.

         Los fundamentos del primer gran esfuerzo por la Reconstrucción institucional del país, debieron hallarse necesariamente en aquellos elementos posibles en un país al que la contienda había privado de casi todo, y aun de todo en ciertos casos, como en lo tocante a organización política y administrativa del Estado, funcionamiento del aparato productivo y rentas para el organismo fiscal.

         A lo largo de los gobiernos de Francia y López, se habían acumulado en poder del Estado y al servicio del pueblo paraguayo, como ya señalamos en el capítulo precedente, grandes propiedades territoriales que abarcaban la mayor parte de las tierras de cultivo, praderas, Estancias de la Patria, ganado, bosques y yerbales.

         Todos estos recursos, cuando no fueron totalmente destruidos por la guerra, -como la ganadería, las industrias y el comercio- quedaron desnacionalizados al caer el aparato estatal en manos de la ocupación enemiga o de sus aliados internos que aceptaron el sometimiento de los ejércitos de ocupación cuando López luchaba todavía con los restos de sus ejércitos en la postreras batallas.

         Detrás de ellos, el capitalismo extranjero se introduciría -a través de la banca privada- con una voracidad que no admitiría reservas en su acción lucrativa. En un país cuya economía en ruinas no contaba más que con aquellos recursos básicos para responder a las exigencias de la inversión extranjera, ésta nunca sería tan enorme como la recuperación del capital y la extracción de sus intereses. Una figura ya clásica de la economía capitalista, pero hasta entonces prácticamente desconocida en el Paraguay, terminaría por sentar sus reales en las áreas claves de la renaciente economía paraguaya: la empresa privada.

         En medio de una tan grande crisis, el Gobierno de la Primera Reconstrucción Nacional, conducida por el General Bernardino Caballero, heredero militar y político del Mariscal Francisco Solano López, desarrollaría las políticas básicas para la reafirmación de los fundamentos de la nacionalidad y la reparación de las estructuras derruidas de la economía paraguaya.

         Una de estas políticas básicas fue la de inmigración, destinada a asegurar un rápido repoblamiento del territorio nacional y a fomentar la colonización agrícola con pobladores inmigrados.

         Los mayores esfuerzos en la política de la Reconstrucción Nacional se realizaron en la década de 1880 a 1890 y, más específicamente, bajo la presidencia del General Bernardino Caballero, el verdadero Primer Reconstructor del Paraguay, entre 1880 y 1886. Fue bajo su gobierno que se dictaron las primeras leyes autorizando el Congreso al Poder Ejecutivo a fundar colonias agrícolas con inmigrantes extranjeros.

         La ley de junio de 1881 fijaba la necesidad de ubicar las colonias agrícolas de inmigrantes en tierras públicas o privadas poco pobladas o sin cultivar y que se situasen, preferentemente, sobre la vía férrea o la red fluvial. En el caso de las tierras privadas, éstas debían permutarse por las del Estado. La ley fijaba, también, la necesidad de reservar, de las tierras colonizadas, una fracción paga uso comunal y otra para asiento urbano del poblado, aparte de las tierras labrantías.

         La misma ley, que fue la primera de Inmigración y Colonización dictada en el país, fijaba el régimen municipal de las colonias, constituía y reglamentaba el funcionamiento de un Departamento de Inmigración encargado del fomento y regulación de la inmigración y colonización con extranjeros y estatuía todo lo concerniente a adquisición y pago de las parcelas colonizadas.

         Merced a los beneficios acordados por la citada ley, llegaron al Paraguay de la post-guerra los primeros grupos de familias inmigrantes extranjeras: alemanes, suizos, italianos, españoles, austriacos, franceses, belgas y otros. Con tales aportes se fundaron en la década del ochenta las colonias de Villa Hayes y San Bernardino. Algunos de los colonos, de diversas nacionalidades, se establecerían más tarde en otros puntos del territorio nacional, propagando así el repoblamiento del país.

         A estos núcleos se agregaron muy pronto pobladores nativos paraguayos, produciéndose un progresivo proceso de integración social y cultural.

         Con base en esta misma ley se produciría, hacia finales del siglo pasado y comienzos del actual, el notable proceso repoblador, de base inmigratoria, del Departamento de Itapúa, destinado a transformar radicalmente la fisonomía de esa región tornándola, rápidamente, en una de las más progresistas del Paraguay de la post-guerra.

         Así surgieron en Itapúa colonias de inmigrantes europeos tan florecientes como Hohenau, Obligado, Bella Vista, Colonia Mayntzhunsen (luego Capitán Meza), etcétera.

         "Para la primera década de este siglo -señala un documentado estudio-, en las colonias agrícolas itapuenses se contaba ya con fábricas de cerveza y caña, molinos harineros y fábricas de ladrillo; se apreciaba un relativo desarrollo de artesanías como talabartería, hojalatería, zapatería, cerrajería, etc. y servicios tales como talleres mecánicos y carrerías apoyaban la ingente actividad agro-industrial de la región". (STP; 1978).

         Por su parte, la ganadería, que con la guerra del setenta había quedado reducida a menos de un centésimo de su volumen (1), comenzó un rápido repunte gracias al bajo costo de las tierras de pastura y a una serie de medidas liberadoras para la introducción de ganado importado destinado a reponer el plantel nacional casi extinguido, con la guerra. En estrecha relación con el reincremento de la ganadería, en 1883 se iniciaba la importación de alambre y se incorporaban las primeras alambradas en las estancias privadas del Paraguay.

         Diversas fuentes dan cuenta que, para fines de la década del ochenta, se contaba ya en el país con más de 200 mil cabezas de ganado vacuno, a fines de la década del noventa con más de 860 mil y al iniciarse el siglo veinte con más de 2 millones de cabezas. En el marco de este progresivo avance de la ganadería, a comienzos de 1885 se constituía en el país la Sociedad Rural del Paraguay.

         Junto con los grandes estancieros particulares, se constituyeron además en el país las estancias de empresas extranjeras, de entre las cuales, sin duda, la anglo-argentina Liebig's ocupó un lugar de privilegio durante casi un siglo. "En 1898 se conjuncionan los nombres del Paraguay y de la Liebig's. Ese año la Compañía cruza el Paraná y se establece en la República del Paraguay, donde compra ‘Yacaré’ su primera estancia paraguaya. Comienza la larga serie de adquisiciones que habrían de convertir a la Liebig's con el correr de los años en una de las principales empresas ganaderas del país". (Liebig's; 1965).

         Las obras de gobierno del General Caballero no se limitaron a hacer renacer la economía nacional. Durante su gobierno cobró notable auge la reconstrucción política y administrativa del país, puesto que él creó las municipalidades del país, así como la educación primaria, secundaria y universitaria.

         No podía ser de otro modo puesto que, como señala el mismo historiador Efraím Cardozo: "Caballero presidió un gobierno ordenado y pacífico. El nuevo régimen tendía a estabilizarse. Por primera vez tomaron asiento en el Parlamento opositores oficialmente reconocidos como tales, y desde la prensa se hizo crítica a los actos de gobierno y no como resultado de disidencias gubernativas" (Cardozo, E., ob. cit.).

         En 1882 egresaban los primeros bachilleres del Colegio Nacional de la Capital, fundada pocos años antes, y con el fin de asegurar a estos egresados la prosecusi6n de sus estudios superiores, el Gobierno del General Caballero fundaba, en 1883, la Escuela de Derecho, antecesora ilustre de nuestra actual Facultad de Derecho y Ciencias Sociales y precursora de la propia Universidad Nacional.

         Creó además escuelas primarias, la Biblioteca y Museo Nacional y el Consejo Superior de Educación. Y, en estrecha relación con el renacimiento económico y político administrativo de la República, creó el Registro del Estado Civil de las Personas, fundó el Banco Nacional y sentó las bases para la creación de una Escuela de Agricultura, Artes y Oficios, al decretar su fundación el 26 de junio de 1882, si bien la misma no pudo funcionar, por graves inconvenientes que lo impidieron, hasta la posterior implementación de la Escuela de Agricultura en 1895.

         Tales los antecedentes más remotos, pero a la vez más concretos y evidentes de la acción gubernativa del hombre que, además, en 1887 fundaría la Asociación Nacional Republicana, clavando un hito en la historia de la nación paraguaya para que -casi un siglo después- pudiera reatarse el hilo de la historia para la dinamización de un segundo proceso de Reconstrucción Nacional que, esta vez sí, lograría superar las interferencias y acciones entorpecedoras creadas por sectores ajenos al desarrollo del Paraguay o interesados en mantenerlo sometido a la dependencia externa.

         Esos intereses no tardaron en aflorar a poco de finalizada la guerra de la Triple Alianza y, permanentemente al acecho y en actividad para copar la conducción política y económica del país, terminaron por romper el proceso de la Primera Reconstrucción Nacional, al menos en sus grandes proyecciones económicas y sociales, para incorporar y empotrar por un largo y oscuro período de la historia paraguaya el más crudo e injusto sistema político y modelo económico que reconoce la historia paraguaya luego de su independencia en 1811.


(1) Se estima, como cifra mínima, en 2 millones la población vacuna al comenzar la era del setenta y en solamente 15 mil cabezas al finalizar la contienda. Cf. Acuña, N.; 1904 y Decoud, H.F. ob. cit.


3

EL MODELO LIBERAL LAISSEFERISTA: INESTABILIDAD Y CRISIS POLÍTICA Y ECONÓMICA

         El primer gran esfuerzo por la Reconstrucción institucional del Paraguay se había logrado, en gran medida, al salvar al país de su desintegración política y económica. Sin embargo, el auge del liberalismo económico fue impregnando todas las áreas de la organización del aparato productivo en un contexto internacional marcado por el afianzamiento del sistema conocido como “centro-periferia”.

         En efecto, a partir de los primeros años del siglo XX, se consolida en el Paraguay el modelo primario-exportador. Los fundamentos teóricos del modelo son elocuentemente expresados por los ya citados autores Sunkel y Paz.

         “El colosal auge de la economía internacional durante la segunda mitad del siglo pasado –dicen estos autores- aparece, desde el punto de vista de los países latinoamericanos, como una expansión de sectores exportadores ya existentes o como el surgimiento de nuevas actividades exportadoras. En el primer caso, el incremento de la demanda externa y el interés por los recursos naturales del país exportador, se presenta inicialmente como la instalación en el país, de agencias que representan a empresas extranjeras; estas agencias comerciales de los países centrales estimulan la ampliación y modernización de la actividad exportadora ofreciendo comprar la producción y facilitando maquinarias, herramientas, insumos y recursos financieros. También con frecuencia el empresario extranjero se asocia directamente al empresario nacional, ya sea como socio comercial o en la propia actividad productiva”.

         En este sentido, puede decirse que durante las primeras cuatro o cinco décadas del siglo XX, la economía paraguaya ha sido una economía de tipo factoril. Son empresas extranjeras o sus agencias, en nuestro caso de capital inglés, argentino o anglo-argentino, las que se instalan con carácter autónomo o asociadas a empresarios nativos, siempre de menor gravitación, en las diversas áreas de la producción primario-exportadora.

         Nuestra economía dependía, básicamente, del mercado argentino; “entre el 60 y 80% de las exportaciones en peso oro se dirigían a ese país. Analizando por rubros se observa que un 70% de los productos agrícolas, un 90% de los forestales y un 20% , que luego de empezar la Primera Guerra Mundial ascendería a unos 60% , de los ganaderos, se comercializan hacia la Argentina. Casi el 100% de la madera, frutos, yerba y animales en pie estaban dirigidos al mismo país” (González E., M; 1975).

         Conviene aclarar que al referirnos a productos agrícolas, nos limitamos a los rubros de exportación básicos (yerba mate, tabaco y algunas frutas como la naranja), pues toda la economía agrícola del país, concentrada en el área de minifundio, era esencialmente de tipo subsistencial.

         Por otro lado, gran parte de nuestras exportaciones a la Argentina, posiblemente el 65 o 60 por ciento, se reexportaba a otros países con los que éste, a su vez, se hallaba en relación de dependencia.

         En lo que respecta a la explotación de los bosques y yerbales, los primeros gobiernos de la post-guerra decretaron una modificación sustantiva del régimen imperante hasta la época de los López. Habiendo sido hasta entonces monopolio exclusivo del Estado, por ley de diciembre de 1874, se autorizó a los municipios del país a permitir la concesión en arrendamiento de los yerbales a los particulares.

         A la ley de concesión y arrendamiento, seguirían después las de privatización de los yerbales y la instalación de las empresas privadas, explotadoras de yerba mate, de capital extranjero.

         También la actividad forestal fue reglamentada en 1880 sobre la base de concesiones para extracción de maderas en los montes fiscales. Las concesiones se otorgaban por un plazo máximo de 3 años, aunque prorrogables, y en predios de extensión no mayor a 1900 hectáreas por arrendatario, resguardándose la floresta por la reglamentación detallada que se exigía en cada concesión sobre las especies explotables y cantidades que podían extraerse.

         En ambos casos, en el de arrendamiento de yerbales y bosques para extracción de sus productos, el Estado estipulaba los distintos cánones a ser pagados al municipio respectivo o al erario público, según el caso.

         Una década y media después de la finalización de la guerra, sin embargo, se procedía ya a la masiva privatización de las tierras que fueran del dominio del Estado, dándose así inicio a la formación de las grandes propiedades latifundiarias en el país.

         La enajenación de las tierras públicas, la penetración del capital financiero extranjero, especialmente anglo-argentino, y la instalación progresiva y creciente de las grandes empresas privadas de carácter extractivo de las riquezas básicas del país, constituyeron elementos estructurales de la nueva realidad política y socioeconómica que fue cristalizando paulatinamente al influjo de la corriente liberal que terminó por imponerse en el Paraguay en la primera década del siglo XX.

         Además, la privatización masiva de las tierras se vinculó estrechamente con los surgentes intereses de una clase ganadera y terrateniente, que comenzó a fortalecer su poderío económico y político en el país, sustentada en una de las actividades de principal gestión en la economía de fines del siglo pasado y gran parte del actual.

         Con la incorporación de la Liebig’s en el Paraguay, se iniciaba la cría extensiva de ganado vacuno para exportación de materia prima destinada a las industrias transformadoras instaladas en el Río de la Plata. Más tarde surgirían los saladeros, de antigua data en la provincia de Buenos Aires y en la Banda Oriental del Uruguay, luego los extractos y carnes conservadas y finalmente los frigoríficos.

         Pero, además, la venta generalizada de las tierras del Estado a particulares, fortaleció a las industrias extractivas forestales y yerbateras, permitiendo la incorporación de grandes empresas privadas dedicadas a la explotación de estos renglones.

         Las actividades extensivas ganadera, forestal y yerbatera, determinaron el rápido surgimiento de una burguesía importadora-exportadora íntimamente ligada al mercado argentino, como sub-centro del europeo, proveyéndole de yerba semi-elaborada. (“canchada”) para su procesamiento final, rollos de madera, carnes y cueros vacunos e introduciendo al país todo género de manufacturas, alimentos, textiles, bebidas, maquinarias, etcétera.

         El Chaco, el Alto Paraná y gran parte de la región de Itapúa, fueron las áreas de mayor concentración de las tierras en manos de grandes latifundios de propiedad, esencialmente, extranjera. Efraím Cardozo comenta: “El Chaco fue dividido en lotes de monstruosa extensión a ínfimo precio. Hubo asombro cuando se supo que uno solo de ellos, comprado por Carlos Casado, tenía más de 2.000 leguas de extensión”. Estas dos mil leguas cuadradas, equivalían a cerca de 4 millones de hectáreas (casi el 15 por ciento del territorio chaqueño paraguayo).

         La Industrial Paraguaya, empresa de capital inglés dedicada a la explotación de los yerbales, en la Región Oriental del país, no le iba en zaga. “La Industrial Paraguaya S.A., fundada en 1886, compró no menos de 855.000 hectáreas de yerbatal natural y un total de 2.647.727 hectáreas de tierras”. (Pastore, C.; ob. cit.).

         Los latifundios, aparte de adueñarse casi del Chaco, se extendían por el norte del río Manduvirá y la cuenca del río Paraná, abarcando prácticamente toda la región noreste (departamentos de San Pedro, Concepción, Amambay, Caaguazú, Alto Paraná e Itapúa) y gran parte de los departamentos sureños de Misiones y Ñeembucú.

         Simultáneamente con el proceso de masiva privatización de tierras y propagación de la propiedad latifundiaria en la región citada, en la zona central del Paraguay, en los departamentos de Central, Cordillera, Guairá, Paraguarí y parte de Caazapá, comenzaba a perfilarse la contrapartida de aquel fenómeno: la progresiva minifundización de los predios agrícolas tradicionales y una notable y marcada sobrecarga poblacional empobrecida paulatinamente, en la misma medida en que el potencial agrologico de sus tierras se deterioraba, forzándola a una agricultura subsistencial.

         Evidentemente la guerra de 1864-1870, había dejado suficientemente abonado el terreno para la incorporación del Paraguay a las nuevas condiciones del mercado internacional, sumiéndolo en la condición de país productor de materias primas destinadas a un mercado intermediario, el argentino, dependiente a su vez de los centros más poderosos de Europa y los Estados Unidos.

         Su dependencia política y económica de estos centros se incrementaría y afianzaría desde la primera década del presente siglo, cuando el liberalismo eclosiona plenamente en nuestro país no ya sólo como pensamiento y doctrina, sino propiamente como un sistema de poder con su instrumento de gobierno.

         Las áreas básicas de producción exportable eran, en consecuencia, el tabaco, frutas y la yerba mate, por un lado. En este último rubro, las grandes empresas extranjeras monopolizaban la producción y exportación, contando con casas matrices en la Argentina adonde se remitía él producto semi-elaborado (“mboroviré”) para beneficiarse de las liberaciones aduaneras, procediéndose a su molienda, envasado y comercialización desde estos centros hacia los de consumo (incluso nuestro propio país en muchos casos).

         En segundo lugar se hallaban los productos forestales. “La exportación de madera representaba entre el 10 y el 20% de los ingresos de divisas, aunque hubo años como el de 1911, en que representó el 25%. La madera se exportaba principalmente en rollizos, y por vía fluvial, en jangadas. El principal mercado era la Argentina”. (González E.; ob. cit.).

         Otro producto de gran importancia entre los renglones de exportación, derivado de la explotación forestal, constituía el tanino. El ciclo de la explotación taninera tuvo una extraordinaria repercusión en nuestro país, llegando a constituirse en factor aglutinante de algunos centros poblados en el Alto Chaco paraguayo y en fuente de ocupación para una importante dotación de mano de obra en una época en que la actividad industrial era realmente intrascendente en la economía del país.

         El ciclo del tanino se inició en el Paraguay hacia fines del siglo pasado y comienzos del presente, precisamente con la adquisición, por Carlos Casado, de las grandes propiedades del Chaco paraguayo a la que ya aludimos. Las empresas tanineras argentinas, junto con las instaladas en nuestro país, llegaron a constituir un pool en la primera década del siglo XX para el control de las exportaciones del producto.

         Numerosas empresas de capital extranjero, fundamentalmente inglés, se hallaban íntimamente relacionadas a la producción taninera en la Argentina y el Paraguay, entre ellas el Banco Anglo-Sudamericano, la Compañía Liebig’s, la Smithfield; la Northern Assurance, etcétera. Firmas alemanas y francesas, y más tarde norteamericanas, se vincularon también al pool.

         Lógicamente, siendo el principal factor productivo de estas empresas sus enormes propiedades territoriales y sus recursos forestales, pronto combinaron la actividad puramente extractiva forestal (inicialmente se exportaban los rollos de quebracho en       bruto), con la extracción del tanino en sus propios establecimientos y, posteriormente, con la instalación de grandes estancias de explotación pecuaria.

         Todas estas actividades demandaron la instalación de una serie de obras de infraestructura que, en alguna medida, cambiaron la fisonomía del Chaco: vías de ferrocarril, instalaciones fabriles, embarcaderos, etcétera.

         En 1917, la participación del tanino en el comercio exterior paraguayo llegó a representar el 32 por ciento.

         El tercer rubro de gran significación en el comercio exportador paraguayo, lo constituyeron los productos derivados de la ganadería: cueros, carnes saladas, extractos y conservas, además de la exportación del ganado en pie.

         El modelo primario exportador, sucintamente tipificado y caracterizado en sus principales líneas de funcionamiento en nuestro país, pudo tener una inicial etapa de auge. Sin embargo, factores inherentes a la propia dinámica del modelo terminarían por decretar su desahucio.

         Al decir de Sunkel y Paz, “cuando se examinan las tendencias a largo plazo, y la capacidad de crecimiento de un modelo de esta naturaleza, conviene preguntarse si una economía basada sobre un sector exportador primario puede crecer indefinidamente; o dicho con otras palabras, importa analizar los límites del crecimiento de una economía exportadora dependiente. Esta cuestión puede plantearse desde el punto de vista de los recursos productivos del sector exportador (oferta) y de la capacidad de absorción del mercado mundial (demanda)”.

         En efecto, un requisito básico para mantener la tendencia creciente de semejante modelo sería una capacidad ilimitada de absorción de parte de los mercados externos de esta producción. Este requisito comenzó a alterarse significativamente ya desde los mismos inicios del presente siglo.

         Así, por citar un ejemplo, la industria taninera entró en una crisis irreversible cuando otra especie forestal, originaria del África, el “mimosa”, fue descubierta como substitutiva del quebracho y ampliamente preferida por los mercados mundiales del tanino por su menor costo de producción, por su más rápida recuperación (la especie se reproduce en 10 años) y por la notoria mayor cercanía del mercado productor con relación al mercado consumidor europeo. Más tarde, incluso, surgirían los curtientes no vegetales, como las sales de cromo, que hicieron aún más prescindibles los productos derivados del quebracho.

         Por otra parte, desde el punto de vista de los recursos productivos del modelo primario-exportador, la capacidad de oferta del país en algunos de sus renglones básicos se tornaba día a día restringida, desde que la explotación de los mismos era extensiva, irracional y meramente depredatoria en algunos casos.

         Tal lo ocurrido, por ejemplo, con el mismo caso del tanino donde la deforestación de los montes de quebracho no reparó en límite alguno. Igual cosa ocurrió con otras especies maderables de la Región Oriental del país, año a año disminuidas.

         “Una capacidad de crecimiento infinita de la actividad exportadora significa la introducción paulatina, sistemática y progresiva de innovaciones tecnológicas que permitan superar el creciente agotamiento de los recursos naturales no renovables y mantener la productividad de los recursos naturales renovables” (Sunkel, Paz; ob. cit.).

         Sin embargo, estas innovaciones tecnológicas no se habrían de presentar sino mucho más tarde en el país. Entre tanto, la economía paraguaya iba camino a un seguro estancamiento en su contexto de productor y exportador de bienes agropecuarios primarios, librado al azar de las coyunturas y de las crisis cíclicas del sistema internacional al cual se hallaba atado.

         Dos aspectos de orden político, uno interno y otro externo, se sumaron a este cuadro nada promisorio para el país.

         En lo que respecta al último citado, desde fines del siglo pasado, apenas finalizada la contienda del setenta, Bolivia comenzó a ejercer una fuerte presión diplomática y política, primero, militar y bélica, más tarde, en su afán de hacerse de todo el Chaco paraguayo. La diplomacia paraguaya reconoce, a este respecto, importantes alegatos defensivos de los derechos de soberanía del Paraguay sobre este territorio.

         Pero la situación nacional se veía seriamente comprometida por la endeblez de su organización económica, reduciendo a todas luces su capacidad defensiva ante una confrontación que se hacía cada vez más inminente. La aislada, e incomprendida, acción de algunas solitarias individualidades que bregaban por fortalecer la economía paraguaya y, en función a ella, vigorizar la capacidad defensiva y ofensiva del país, como fue el caso de Eligio Ayala, se tornaban en extremo insuficientes.

         Contribuía aún más a ello, el factor interno citado más arriba, que era de una situación de crónica anarquía política, inestabilidad y lucha de facciones dentro de la propia corriente liberal.

         Y es que, en vísperas de la guerra del Chaco (1932-1935), ya el liberalismo económico acusaba los impactos de una fuerte crisis ideológica, a nivel mundial, que tuvo sus hondas repercusiones institucionales en el Paraguay y que habrían de resolverse, luego de una forzosa postergación impuesta por la guerra con Bolivia, en la década del cuarenta.

         Respecto de la crisis internacional del liberalismo, dicen Sunkel y Paz que “el sistema económico internacional había funcionado en forma relativamente eficiente, y con notable dinamismo, durante la segunda mitad del siglo XIX, pero a partir de 1913 sufre un vuelco radical. La primera guerra mundial acelera la sustitución de Inglaterra como centro del sistema económico internacional, estableciendo definitivamente el predominio de la economía norteamericana. Durante ese período cambia la tendencia expansionista del comercio mundial y comienza un período de estancamiento y de violentas fluctuaciones, que se refleja en los flujos financieros externos y en el sistema monetario internacional. Las modificaciones que experimenta el centro y sus relaciones con la periferia, producen la ruptura del sistema de patrón oro y el abandono de muchas de las prácticas financieras establecidas durante el período anterior; de este modo, las características fundamentales de los flujos de financiamiento internacional predominantes durante el auge del liberalismo desaparecieron casi por completo durante la década de 1930 y 1940”.

         A partir de la finalización de la guerra del Chaco y, sobre todo, durante la década del cuarenta, en el Paraguay se perciben los efectos de la crisis del liberalismo y algunos ensayos de reorganización del Estado y de sus instituciones básicas, sobre modelos diferentes que buscan pretendidamente dinamizar el desarrollo económico del país.

         Estos intentos se frustran porque, de nuevo, el Estado exótico del que nos hablaba Natalicio González seguía acechando sobre una sociedad que se había forjado sobre bases igualitarias, autonómicas y republicanas que le eran muy peculiares y que no admitían de ensayos ajenos a su potencialidad creadora.

         En el siguiente capítulo analizaremos la crítica situación de la postguerra del Chaco y la prolongada anarquía política y estancamiento económico en que el país quedó sumido bajo la larga vigencia liberal.

         Luego de casi tres lustros de finalizada dicha contienda, resurgiría al fin la línea política que reivindicaría para el Paraguay un modelo de desarrollo económico propio, en el nuevo contexto de la realidad internacional y latinoamericana.



CAPÍTULO V

LA ECÓNOMIA DE LA POST-GUERRA DEL CHACO

(1935-1954)

1

CONSECUENCIAS DE LA GUERRA DEL CHACO:

CRISIS DEL MODELO LIBERAL

         La grave crisis internacional del liberalismo había llegado al Paraguay y sólo la guerra del Chaco impuso un paréntesis a su desencadenamiento.

         A nivel mundial, desde comienzos del siglo XX, y aún más específicamente desde la culminación de la primera guerra mundial, se había materializado una nueva configuración de fuerzas, tendencias y sistemas político-económicos con la entronización del socialismo marxista en la Unión Soviética y la aparición de las corrientes nacionalistas de extrema derecha en Italia y Alemania. Del juego de estas fuerzas surge un diferente statu-quo en Europa que buscará su nuevo punto de equilibrio en la década del cuarenta, con la segunda guerra mundial.

         El propio contexto latinoamericano habíase visto sacudido por los radicales procesos que habían comenzado a concretarse en el resto del mundo desde la primera década de este siglo: Rusia, Italia, Alemania, España, habían tenido su correlato en profundas alteraciones de la situación socio-política en países como México (con su Revolución iniciada en 1910), Brasil (con el movimiento comunista de Carlos Prestes en 1924), Chile (con su Frente Popular en el gobierno en 1937, conforme con el estilo republicano español), la Argentina (con sus graves y profundas alteraciones sociales y sindicales de los años treinta y cuarenta), etcétera.

         Entretanto, el fin de la primera guerra mundial había traído hondas transformaciones también en el campo de las potencias democrático-liberales (Inglaterra, Francia y los Estados Unidos).     Fundamentalmente, se había concretado el relevo de la hegemonía británica por la norteamericana cuya potencialidad económica, desde ese momento, ya no admitiría competencia de consideración.

         La notable prosperidad de los primeros años de la post-guerra en los Estados Unidos era, sin embargo, endeble todavía. En gran parte resultado de condiciones coyunturales tales como los altos precios de sus productos agrícolas y mineros, que fueron posibles gracias a su situación privilegiada de país líder en la producción de estos renglones y al hecho de hallarse lejos de los riesgos del escenario de la contienda europea, así como a su posición favorecida por los extraordinarios empréstitos otorgados a las potencias involucradas en el conflicto internacional y, en gran medida también, como resultado de condiciones estructurales inherentes al propio sistema en su etapa incipiente: así por ejemplo, la notoria desigualdad en la distribución de los ingresos.

         Entre 1923 y 1929, señala un historiador, el valor de las manufacturas ascendió en los EE.UU. en 10 mil millones de dólares, mientras las remuneraciones, en dicho período, sólo lo hicieron en 600 millones de dólares (Mc Nall Burns, E.; 1951).

         Así pues, en 1929 "reventó la burbuja", acota el citado historiador, al desatarse la grave crisis de la economía norteamericana que adquiriría visos de catástrofe internacional. Sunkel y Paz señalan que este fenómeno, que se manifiesta entre fines de 1929 y comienzos de la década del treinta, "se expresa por una contracción violenta en los países centrales de su demanda por importaciones de productos primarios. A medida que los comerciantes y empresarios en Estados Unidos, Inglaterra y otros países, percibían la contracción de su mercado interno, procuraron, como primera providencia, reducir al mínimo sus existencias de productos primarios importados; nadie deseaba mantener inventarios, puesto que los precios estaban bajando y no era posible obtener financiamiento. Esto significó contraer agudamente la demanda de productos primarios, y, por consiguiente, reducir drásticamente las importaciones, con lo cual se aceleró la caída de los precios".

         Como lógica repercusión, los países primario-exportadores vieron también tambalear sus economías. "Entre diciembre de 1929 y diciembre de 1930, el precio de exportación del trigo y del caucho cayó en algo más del 50 por ciento, los del algodón y yute en cerca del 40 por ciento, los de la lana, cobre, estaño y plomo se redujeron en más del 30 por ciento; los de la carne, maderas, azúcar, cueros, petróleo y muchos otros, cayeron, como promedio, un 23 por ciento; sólo en marzo de 1933 se detuvo la tendencia generalizada a la caída de los precios, pero éstos continuaron manteniéndose a niveles muy bajos durante prácticamente otros tres años" (Sunkel, Paz; ob. cit.).

         La crisis económica mundial de la década del treinta y la surgencia de las nuevas corrientes ideológicas prevalecientes en el mundo, habían comenzado a desencadenar los síntomas de una efervescencia política interna en el Paraguay.

         Sus primeros intentos de exteriorización plena, quedaron truncados por la explosión de la contienda paraguayo-boliviana desarrollada entre 1932 y 1935.

         La guerra del Chaco, por su parte, no hizo sino acrecentar, en el orden interno, la fuerza de los impactos que comenzarían a sacudir la pesada inercia social y política del país a partir de la finalización del conflicto internacional.

         La victoria de las armas paraguayas en el Chaco, la extraordinaria movilización nacional para enfrentar los tres años de guerra, la participación y convivencia de los sectores populares del país con sus más esclarecidos dirigentes intelectuales, políticos y militares en los campos de batalla, habían constituido un ardiente caldero donde entraron en ebullición los sentimientos reivindicatorios de amplios sectores populares del Paraguay, por décadas postergados en sus aspiraciones de mejoramiento económico y social y de estabilidad y seguridad política.

         "La gesta del Chaco, dice Efraím Cardozo, mostró la sinrazón del desaliento y abrió el paso a concepciones más alentadoras del porvenir nacional. En el pueblo la guerra había operado una profunda transformación. Había adquirido con la victoria, una concepción de su propio valer, inesperada y vivificante, y se sentía desazonado porque su poderosa energía, tan brillantemente revelada, no fuera hasta entonces aplicada a la obra de su propio progreso y bienestar como lo había sido en la contienda bélica. De aquí a culpar a las instituciones y a las costumbres políticas del atraso económico en que vivía el país, no había sino un paso". (Cardozo, ob. cit.).

         En efecto, la guerra del Chaco fue la antesala de un proceso de cambio que habría de iniciarse penosa y lentamente y que sólo comenzaría a cristalizar y ofrecer frutos, mucho después.

         La conciencia nacional, vivificada, comenzó a cuestionar desde sus mismas bases el régimen político y económico que lo había pretendido representar y servir durante casi tres cuartos de siglo.

         Las añejas y acumuladas frustraciones, los irredimidos sentimientos de justicia y bienestar, las voces de protesta de los peones del yerbal y los obrajes, de las incipientes organizaciones sindicales, de la rudimentaria pero consciente clase trabajadora de las industrias del tanino y de la carne, del campesino minifundista arrinconado por los grandes latifundios, el clamor, en fin, de estudiantes e intelectuales, crecía como el ronco tronar de una atmósfera cargada de presagios de tormenta.

         Los síntomas de esta situación no eran ajenos a los propios dirigentes del régimen. Eusebio Ayala, presidente de la República, declaraba en su discurso ante el Congreso Nacional del 3 de octubre de 1935: "Una profunda revolución se está operando en nuestra nación, revolución cuyo proceso radica, hoy por hoy, en las conciencias. No nos aferremos, nosotros que pretendemos ser guías e inspiradores del pueblo, a las viejas concepciones que van caducando... El país se encuentra en una situación que no admite compás de espera. Tenemos que obrar, y obrar enseguida". (Ayala, E.; cit. por Cardozo, ob. cit.).

         Sin embargo, el liberalismo político y económico paraguayo, se hallaba ya poco capacitado para obrar y menos con la celeridad que la magnitud de los cambios reclamaba. Estos cambios superaban las alternativas que el antiguo régimen pudiera ya ofrecer.

         Su prueba más patente la constituyó el "cuarentismo", con el que se cerró el ciclo de la dominación ideológica, política y económica del liberalismo entronizado en el país desde el momento mismo en que se sancionó la Constitución de 1870, a la sombra de las tropas de ocupación brasileño-argentinas.



2

INESTABILIDAD POLITICA Y ESTANCAMIENTO DE LA ECONOMIA PRIMARIO-EXPORTADORA DEL PARAGUAY


         Desatada la crisis interna de la corriente liberal, frustradas sus posibilidades de generar un modelo económico apropiado al desarrollo del Paraguay y a las expectativas de los sectores populares, envuelta la nación en un oleaje cada vez más agitado de anarquía e inestabilidad política, apenas finalizada la guerra del Chaco se desatan los cauces de una serie de erráticas tendencias ideológicas que, hacia el final de la segunda década de este siglo, discurrían en el escenario político del país buscando implantar soluciones inspiradas en el confuso espectro ideológico internacional.

         La crisis y la inestabilidad adquiere visos dramáticos desde la terminación de la guerra del Chaco y no será superada sino luego de transcurridas dos décadas de grave estancamiento económico. Veamos, en rápida síntesis, la real situación económica del Paraguay de la post-guerra del Chaco, la que fue capaz de provocar tan peculiares modalidades ideológicas y tanta inseguridad política como las que, desde la "revolución de febrero" de 1936 hasta el denominado "movimiento cuarentista", prevalecieron en el país tentando, infructuosamente, generar un modelo de desarrollo económico que sólo habría de surgir a mediados de los años cincuenta, una vez que la normalización política e institucional del Paraguay, por largo tiempo alterada, se había afianzado.

         Dos acontecimientos importantes de orden político, el uno internacional, el otro interno, pueden citarse como factores básicos que interactuaron con los procesos económicos en el Paraguay a la terminación del conflicto del Chaco. Ambos tuvieron dispares efectos, estimulando en un caso ciertas actividades productivas o deprimiendo, en el otro, todo el dinamismo de la economía del país.

         En el primero de los casos, la segunda guerra mundial se constituyó en uno de los determinantes de la mayor demanda externa de productos paraguayos; aunque el Paraguay carecía de capacidad de respuesta a la demanda de productos estratégicos vinculados al conflicto mundial, y pese a su escasez de bodegas para el transporte de sus productos exportables, pudo, no obstante, beneficiarse de una mayor demanda externa de carne, tanino y cueros, a partir del año 1941.

         Fue así como entre 1938 y las vísperas de la revolución civil de 1947, el elemento dinamizador de la economía paraguaya estuvo constituido por sus exportaciones, habiendo crecido sus ingresos provenientes de esa fuente a una tasa de 9,2 por ciento anual en aquel lapso.

         Sin embargo, en términos estructurales, el país seguía dependiendo sustancialmente de unas pocas líneas de producción primaria exportable y, como tal, era marcada su vulnerabilidad externa; así por ejemplo, en 1938 el volumen de sus exportaciones de tanino y maderas, representaba el 66 por ciento de las exportaciones totales del país; en 1946 el 76 por ciento y todavía en 1954 el 81 por ciento.

         Dado que el tanino pasaba, en el período citado, por una etapa de franco retroceso, es obvio que el mayor peso en los porcentajes mencionados estaba constituido por las maderas: un producto de carácter puramente extractivo ya que, por entonces, predominaba netamente el embarque de rollos y vigas toscamente labradas, sin procesamiento industrial alguno.

         En estas condiciones, las alteraciones coyunturales del sistema internacional de intercambio, sometían a la economía del país a catastróficos altibajos y así ocurrió que en la inmediata postguerra mundial, a partir de 1946 y hasta 1954, la tasa de crecimiento de los ingresos por demanda externa, sufrió una baja realmente espectacular: de los 9,2 por ciento del período 1938-1946, se redujo a 0,7 por ciento en los siguientes ocho años.

         Al factor de su decisiva dependencia externa de estos pocos rubros exportables, vino a sumarse como un elemento coyuntural más a la crisis estructural de nuestra economía, la grave conmoción interna y alteración político social representada por la revolución que, con carácter de verdadera guerra civil, asoló al Paraguay durante casi seis meses en el año 1947.

         Así lo señalaba en 1961 el informe técnico de un experto de las Naciones Unidas. "Estas tendencias favorables observadas en las exportaciones -dice refiriéndose al auge de las ventas externas de carne; maderas y tanino- sufrieron un revés debido a la Guerra Civil de 1947. La misma dificultó la recolección de los frutos agrícolas e interrumpió el intercambio y el transporte de algunos importantes productos exportables, como el tanino y las maderas. La exportación en general disminuyó a causa de la parálisis que provocó la Guerra Civil en la vida económica y social, justamente durante los seis mejores meses de la actividad productiva". (Cifuentes, J.; 1961).

         La fuerte dependencia de la economía paraguaya respecto a la exportación de unos pocos productos agropecuarios, con escaso o nulo procesamiento industrial, sumada a la carencia total de una política económica planificada, con estrategias, metas y objetivos globales y sectoriales, que contemplaran el mediano y largo plazo en la evolución del aparato productivo del país, determinaba una notable vulnerabilidad del sistema económico nacional.

         Tampoco se había llegado a establecer medidas encaminadas a lograr reales y profundas modificaciones de las estructuras económicas y sociales vigentes en el país a la terminación de la guerra del Chaco, a pesar de los diferentes experimentos ideológicos y políticos que, como hemos visto, se habían ensayado en las esferas del poder.

         El problema agrario seguía siendo uno de los factores esenciales del estancamiento de la economía paraguaya. "Eligio Ayala -dice E. Cardozo- había declarado que todas las leyes dictadas, todo el dinero gastado y los afanes puestos al servicio de esta noble causa, habían sido estériles. Y diez años después, Eusebio Ayala confesaba que el problema continuaba siendo ‘grave y urgente’." (Cardozo, E., 1947).

         El 29 de febrero de 1940, el presidente General Estigarribia promulgaba por Decreto el Estatuto Agrario; pero éste, por sí sólo, tampoco operaría transformaciones fundamentales mientras el aparato político del Estado, representando intereses de grandes latifundistas obrajeros y estancieros, no torciera su rumbo en dirección de las necesidades y expectativas de los sectores populares.

         Al momento de su discusión en el Parlamento, antes que éste fuera disuelto, el Estatuto Agrario de 1940 suscitó resistencias de diverso orden, enconadas algunas y encubiertas otras; pero todas ellas expresaban el notorio desacuerdo existente en el liberalismo sobre el problema agrario y las marcadas tendencias anti reformistas que sustentaba la línea más ortodoxa del liberalismo, dispuesta a defender a ultranza los privilegios de la oligarquía terrateniente, particular o empresarial, a la que se hallaba coligada.

         Carlos Pastore, autorizado informante respecto a esta cuestión, dada su autoría del referido Estatuto Agrario, citando parte de las fundamentaciones expuestas en el Parlamento por los defensores de su proyecto, da cuenta de que "la necesidad de la redistribución de la tenencia de la tierra era impuesta por el problema social creado por el latifundio, al que el Parlamento debía darle solución. Algunas cifras, denunciaban la gravedad del problema. Catorce propietarios poseían en la Región Oriental 7.000.000 de hectáreas, y once, en el Chaco, 5.000.000, donde no se levanta un rancho por prohibición de sus dueños". (Pastore, ob. cit.).

         De que el ordenamiento jurídico era insuficiente para reorganizar la estructura agraria del país mientras se careciera del necesario correlato político e institucional adecuado a los cambios, es prueba fehaciente la información estadística que permite conocer que la situación imperante 10 o 20 años después, no refleja modificaciones de fondo en la situación.

         Por el contrario, las cifras muestran un agudo cuadro de contraste latifundio-minifundio. Es así como, en 1946, en la Región Oriental del Paraguay, 11 propietarios tenían 5.548.444 hectáreas; 1.199 propietarios 9.961.875 hectáreas y quedaba un resto de 529.931 hectáreas para la gran masa de pequeños productores agrícolas.

         En la Región Occidental, o Chaco, la situación no era mejor: 14 personas, reales o jurídicas, poseían 7.567.387 hectáreas; 327 personas eran propietarias de 5.644.819 hectáreas y 8.720.715 hectáreas eran propiedad fiscal.    

         Esta situación se halla resumida en el siguiente cuadro de Cifuentes, del trabajo ya citado.



         El censo agropecuario del año 1956 demuestra que, todavía 10 años después, aquel cuadro no había mejorado en absoluto. El latifundio seguía absorbiendo la mayor proporción de las tierras destinadas a actividad agropecuaria en el país.

         Sobre 149.614 explotaciones censadas en 1956, el 0,4 por ciento correspondía a explotaciones de más de 5.000 hectáreas. Este grupo, totalizando 534 unidades en números absolutos, dominaba entonces el 73,5 por ciento del total de la superficie destinada a actividad agropecuaria.

         El restante 26,5 por ciento se distribuía entre 149.080 unidades productivas medianas y pequeñas, primando estas últimas que representaban el 69,3 por ciento con 103.663 propiedades rurales de superficie menor a diez hectáreas.

         Frente a 534 propiedades latifundiarias, con 12 millones 364 mil cuatrocientos hectáreas, 103.663 unidades prácticamente minifundiarias, debían sustentar la producción agrícola básica del país sobre una superficie de sólo 392,9 mil hectáreas (menos del 2,5 por ciento de la superficie censada en 1956).

         Por otro lado, y en íntima correlación con la estructura descripta, el régimen jurídico de la propiedad no era mucho mejor. Según el citado censo, el 31 por ciento de las explotaciones pertenecían a propietarios definitivos, el 7,5 a propietarios con título provisorio, el 8 por ciento a arrendatarios que pagaban en dinero, el 4,5 a arrendatarios que pagaban en especie y el 49 por ciento a simples ocupantes.

         En este contexto, se hizo tradición sintetizar la situación social y económica del agro paraguayo con una expresión profundamente legítima: el Paraguay, un país de tierra sin hombres y de hombres sin tierras.

         El anacronismo imperante en la estructura de la tenencia de tierra, se manifestaba, por otra parte, en un grave retraso tecnológico de la producción agropecuaria. El censo de 1956 desentrañó también esta situación, poniendo de manifiesto los bajísimos porcentajes de explotaciones que contaban con equipamiento y maquinaria moderna; en ellas predominaban todavía los antiguos arados de madera, la tracción animal y el uso de la energía humana y las pautas tecnológicas heredadas de la época colonial.

         Todo esto en los primeros 50 años de este siglo.

         En tales condiciones, las posibilidades de expansión del sector agropecuario, y aún más específicamente del agrícola, eran realmente ilusorias. En su estudio ya citado, Cifuentes comenta que, entre 1938 y 1958, la producción agropecuaria creció a una tasa de apenas 2,6 por ciento anual. "El crecimiento de la producción pecuaria -agrega- fue superior ya que, prácticamente, más que duplicó en el mismo período. En cambio, la producción agrícola propiamente dicha fue la que menos creció pues aumentó solamente en 56 por ciento".

         "Con ligeros movimientos oscilatorios -dice Cifuentes-, la agricultura permaneció casi estacionaria en el período 1938-1948 pues creció en un 6 por ciento en 12 años mientras que, en el período 1948-1953, aumentó en un 48 por ciento".

         Buscando causas a este estancamiento o exageradamente lento crecimiento del sector agrícola, el experto internacional comenta que "se ha observado una disminución en los rendimientos unitarios debido al agotamiento del suelo, al desconocimiento de la técnica de rotación de cultivos, a la carencia de semillas seleccionadas y a las pestes y enfermedades".

         Y agrega: "Los grandes terratenientes constituyen en todos los países el grupo de empresarios con menos dinamismo, lo cual explica en parte la lentitud del crecimiento del sector agrícola. Ante esta actitud y ante los efectos de esta estructura de la producción en la agricultura, cabe preguntarse si una distribución más igualitaria de la propiedad agrícola no aceleraría la tasa de crecimiento de la economía paraguaya". (Cifuentes, ob. cit.).

         En un próximo capítulo, al ocuparnos de la política agraria desarrollada en el período 1955-1981, veremos de qué manera esta interrogante mereció una respuesta afirmativa y cuáles fueron los efectos de esta respuesta.

         Entretanto, la situación de la ganadería no fue tampoco mucho mejor en el país luego de finalizada la guerra del Chaco. Desde el año 1938, en que se firma el Tratado de Paz definitivo con Bolivia, las exportaciones de productos pecuarios paraguayos se basaron en el faenamiento de ganado en pié importado de la Argentina, situación que se prolongó hasta 1951.

         El ya mencionado factor externo de dinamización de ciertas áreas de nuestra economía, representado por la segunda guerra mundial, determinó un relativo incremento de las exportaciones de carne conservada con el consiguiente aumento de animales faenados, como se puede ver en el siguiente cuadro:


         Año          Cabezas faenadas

         1939         202.474

         1940         138.067

         1941         177.764

         1942         162.279

         1943         169.244

         1944         163.083

         1945         205.928

         1946         162.780


         Fuente: Liebig's en el Paraguay, 1965.


         Sin embargo, entre 1946 y 1947, el año de la trágica contienda civil, se produce un considerable decremento que, tras un ligero repunte en 1948, se mantendrá prácticamente como una tendencia en los años siguientes hasta llegar a 1954.

         "Las 205.928 reses faenadas por los frigoríficos en 1945 señalaron el máximo alcanzado por la producción industrial en este período. Pero ese año termina la segunda guerra mundial, se restringen los mercados abiertos para la carne en conserva y surgen otros factores, mundiales y nacionales, que inciden para un descenso, primero paulatino, y luego acelerado de la producción de los frigoríficos reflejado a través del número de reses faenadas anualmente". He aquí las cifras registradas por las estadísticas oficiales:



         Año            Cabezas faenadas

         1946         161.161

         1947         94.409

         1948         125.398

         1949         97.335

         1950         35.976

         1951         22.380

         1952         29.285

         1953         31.034

         1954         26.907


         Fuente: Liebig's en el Paraguay, cit.


         Téngase presente, además, que la así llamada "industria frigorífica", en este período, no era aún tal. Solamente en 1955 comenzarían a funcionar los primeros establecimientos realmente frigoríficos en el país, significando ello un cambio cualitativo en la industria de la carne.

         Hasta ese momento, el procesamiento de la producción vacuna, si bien había superado su etapa puramente extractiva, estaba apenas representada por unas pocas fábricas de extractos y conservas de carne siendo, entre ellas, la Liebig's la de mayor envergadura.

         Estas empresas, sin embargo, no pudieron lograr en este período un verdadero desarrollo, frenadas por la situación general de estancamiento y por algunos factores externos e internos que, afectaron especialmente a la industria de la carne.

         Una vez que se tomaron las medidas correctivas, después de 1954, recién pudo notarse una progresiva expansión en este sector. Algunas de estas medidas fueron el sistema de Libre Cambio, la eliminación de permisos de importación, el otorgamiento de franquicias y liberaciones para el fomento de las inversiones, la asistencia técnica y crediticia al sector ganadero y a todas ellas se sumó el factor político de estabilidad, condición indispensable para un normal funcionamiento de la empresa privada.

         Con los productos forestales, y algunos de sus derivados como el tanino, ocurrió algo similar. Si bien los mismos se vieron favorecidos por una mayor demanda externa provocada desde 1940 por la segunda guerra mundial, ante la escasez de algunos materiales de construcción para los cuales la madera es buen substituto como el hierro, y un mayor consumo de curtientes por las industrias militares, en el caso del tanino, lo cierto es que esta situación privilegiada para estos sectores no se tradujo, a nivel interno, en un mejoramiento industrial de estos renglones.

         Así por ejemplo, todavía a fines del período de la postguerra del Chaco, la producción forestal constituía una actividad puramente extractiva. "Los actuales métodos de explotación son primitivos y costosos. Los rollizos son transportados en carretas ‘alzaprimas’ desde el bosque hasta el río o ferrocarril... El transporte de rollizos con tractores es todavía insignificante. No se han generalizado aún las sierras a tractor para voltear o aserrar... Dado que en la mayoría de las explotaciones se voltea menos de un árbol por acre (alrededor de dos o tres árboles por hectárea), el costo del transporte es actualmente elevado. La zona forestal goza de una pendiente suave, sin grandes obstáculos para el transporte, pero no dispone de caminos. El corte del árbol con equipo moderno no sería difícil de realizar, pero los mercados y las líneas principales de comunicación están a distancias muy grandes". (Cifuentes, ob. cit.).

         Y en lo que respecta al tanino, ya señalamos en el capítulo anterior su progresiva declinación como producto de exportación al surgir cada vez con mayor fuerza competitiva otros productos substitutivos y otros países productores más cercanos a los mercados de consumo.

         En 1938 el tanino representaba el 62 por ciento de los curtientes colocados en los mercados mundiales, frente a otros como los extractos de mimosa y de castaño; para 1954 se había reducido a 44 por ciento frente a un rápido ascenso de los otros. Pronto, incluso, comenzarían a substituirlos a todos ellos, los curtientes de origen puramente químico.

         "Es importante subrayar que, desde 1925, las exportaciones de tanino en volumen han venido disminuyendo hasta constituir en 1958 solamente un 42 por ciento de lo exportado en aquel año, es decir, que se observó una caída del volumen de aproximadamente un 60 por ciento. El precio del tanino cayó de 93 dólares la tonelada, a 28 dólares entre diciembre de 1929 y junio de 1932. Durante la crisis de los años treinta, el Paraguay experimentó en el mercado mundial una caída catastrófica en los precios de sus productos de exportación". (Cifuentes, ob. cit.).

         No parece ocioso reiterar, en este punto, que todos los factores adversos propios del sistema económico paraguayo, con su fuerte dependencia respecto a las vicisitudes de sus pocos productos de exportación y su relación con las tendencias del mercado internacional, sobre el que ninguna influencia podía tener nuestro país, se sobredimensionaban por incidencias provenientes del ámbito político y social interno.

         La angustiosa situación de las capas pobres de la población, constituyendo inmensas mayorías, el deplorable estado de sus condiciones de vida, la evidente insuficiencia de infraestructuras, el aislamiento del país condenado a vías de comunicación naturales, como sus ríos, con un ferrocarril crecientemente obsoleto y una red de carreteras pavimentadas que apenas llegaba a los 75 kilómetros, todo ello se veía aún agravado por la más cruda anarquía política con permanentes asonadas y cuartelazos y gobiernos absolutamente inestables y, como tales, incapaces de programar acciones políticas siquiera fuesen encaminadas a los objetivos de mediano plazo.

         Este último aspecto tuvo su dramática cima en la revolución de 1947 y su evidente influjo se aprecia en el hecho de que ese acontecimiento se inscribe, como una terrible cota, en las series estadísticas que pueden obtenerse sobre la evolución económica de este período.

         Así ocurre por ejemplo con las tendencias del Producto Interno Bruto. Este importante indicador del desarrollo de una economía, ofrece una notoria prueba del estancamiento económico de nuestro país en la postguerra del Chaco, sobre todo en el período que corre entre la revolución de 1947 y mediados de la década del cincuenta.

         Entre 1938 y 1954, la tasa de incremento del Producto Interno Bruto (PIB), fue de apenas 2,3 por ciento anual; no tenemos información sobre la tasa de crecimiento poblacional en ese mismo período pero sí sabemos que esa tasa fue de 2,67 -casi 2,7 por ciento anual- entre los años 1950 y 1955 (STP, 1980), lo que indica que, al menos en este último tramo del período, el crecimiento económico per cápita fue prácticamente nulo e, incluso, su tendencia era realmente decreciente.

         El hecho se torna aún más sintomático al desdoblar el período en dos, tomando como referencia intermedia precisamente el conflicto fratricida de 1947. Es así como entre 1938 y 1946, la tasa media anual del PIB fue de 3,5 por ciento pero entre 1947 y 1954 fue de apenas 0,8 por ciento anual. Como se ve, el crecimiento económico, medido por su indicador el Producto Interno Bruto, era o muy levemente superior o sencillamente inferior al crecimiento demográfico del Paraguay.

         Todas las fluctuaciones y tendencias de la economía paraguaya que hemos analizado sucintamente, se basaban en una conjunción de factores de tipo estructural tales como el régimen de propiedad de la tierra, la inadecuada distribución de ingresos, la inestabilidad política y la inseguridad social, la inapropiada estructura administrativa del gobierno, la debilidad de la iniciativa privada y la escasa canalización de la inversión externa, entre los principales que merecen mencionarse.

         Sin embargo, las alteraciones coyunturales también concurrieron a agravar el cuadro de crisis económica del Paraguay de los años cuarenta y cincuenta, implicando, además, una acumulación cuantitativa de elementos de freno que, a la larga, se traducirían en condicionamientos cualitativos del modelo.

         A las crisis coyunturales, las autoridades políticas y sus organismos económicos, sólo pudieron replicar con medidas de carácter también coyuntural que en ningún caso lograron adquirir la proyección ni las dimensiones de una auténtica concepción desarrollista de la economía paraguaya.

         Si bien es cierto que a comienzos de los años cincuenta, se hizo un ensayo de planificación económica, cuando por sugerencia de una misión de las Naciones Unidas se creó una Comisión de Planeamiento Económico, la verdad es que este ensayo quedó esterilizado desde sus inicios por una serie de razones que tenían que ver con la inapropiada estructura político administrativa del país y con algunos otros elementos propios del modelo económico por entonces vigente.

         Así lo señala en sus análisis preliminares el Primer Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social que, para el Bienio 1965-1966, preparó la Secretaría Técnica de Planificación. Dice el documento que los proyectos y conclusiones de aquella Comisión de Planeamiento Económico "no llegaron a ser llevados a la práctica, principalmente por las siguientes razones:

         1. Ausencia de respaldo y de decisión política en los altos niveles de gobierno y de la administración pública;

         2. Falta de un organismo central de planificación al más alto nivel administrativo;

         3. Falta de un análisis global que permitiera definir la interrelación de todos los problemas nacionales y sus posibles soluciones;

         4. Poca aptitud de la administración pública para asumir funciones ejecutoras de las conclusiones y proyectos; y

         5. Falta de una adecuada asistencia técnica-financiera internacional" (STP; 1965).

         La superación de todos estos factores deficitarios, que impedían hasta entonces encarar una solución profunda, totalizadora y a largo plazo de los problemas estructurales y coyunturales de la economía paraguaya, recién comenzaría a materializarse desde mediados de la década del cincuenta y -con mayor vigor aún- a partir de la década del sesenta.

         Esa época de la historia económica del Paraguay, ocupará nuestra atención preferencial en los siguientes capítulos.



SEGUNDA PARTE

CAPÍTULO VI

LA ECONOMIA PARAGUAYA DEL DESARROLLO

(1954-1981)


1

ADOPCIÓN DE LA PLANIFICACION DEL DESARROLLO EN EL PARAGUAY

         Si bien los primeros planes de desarrollo económico y social se elaboran en el Paraguay recién en la década del sesenta, puede decirse que la época que comenzamos ahora a analizar -y que ocupará toda nuestra atención en el siguiente capítulo-, es la de la economía del desarrollo de nuestro país.

         Sin embargo fue preciso, antes de organizar política e institucionalmente el desarrollo planificado de la economía, estructurar algunas bases previas que hicieran posible el posterior funcionamiento y consolidación del sistema de planificación, para que éste pudiera desenvolverse con fundamentos sólidos y con perspectivas reales de llegar a los resultados positivos que constituían el desafío histórico de una nueva época y la respuesta a las grandes expectativas populares por tanto tiempo postergadas.

         La aparición del sistema de planificación económica en el Paraguay, se presenta -además-, enmarcada en un contexto internacional, en general, y latinoamericano, en especial, que reclamaba de profundas transformaciones en la estructura productiva de nuestros países. Y si bien esta reclamación era acuciantemente empírica, el desarrollo económico y social debió sustentarse en una sólida teoría para hacerse luego práctica.

         La teoría del desarrollo se afirma ante la evidencia de una situación estructural en la que un conjunto de economías nacionales o regionales se hallaban, mucho más notoriamente luego de finalizada la segunda guerra mundial, en un estado de retraso y estancamiento en relación con otras que en el transcurso de la postguerra se convertirían, cada vez más, en potencias altamente desarrolladas y súper industrializadas, ampliándose crecientemente la brecha entre estas naciones y, aquellas otras.

         Desarrollo y sub-desarrollo se constituyen, así, en los polos contrapuestos o en las etapas de un proceso histórico evolutivo de los países, según cuál sea la interpretación que se le dé al fenómeno del desigual crecimiento económico.

         En lo que concierne a los países latinoamericanos, el pensamiento económico respecto a la teoría del desarrollo ha tenido una escuela orientadora bastante precisa en la Comisión Económica para América Latina (CEPAL). Una vez que quedó en claro que la planificación era una respuesta necesaria al laisseferismo anacrónico, sin ser un instrumento inherente exclusivamente a las economías centralizadas del bloque comunista, los gobiernos de América Latina comenzaron a adoptarla progresivamente como un sistema de racionalización de las decisiones políticas encaminadas al logro de objetivos y metas capaces de acelerar el desarrollo económico y social de sus países.

         Aquél pensamiento "pone el acento de la política de desarrollo sobre un conjunto de reformas estructurales, en la función del Estado como orientador, promotor y planificador, y en una reforma y ampliación sustancial de las modalidades de financiamiento externo y del comercio internacional". (Sunkel y Paz, ob. cit.).

         La institucionalización política interamericana de la planificación del desarrollo, tuvo su expresión definitoria en la Reunión Interministerial y la subsiguiente proclama de la Carta de Punta del Este, en 1961.

         Las orientaciones emanadas de la Carta de Punta del Este, fueron el factor de gravitación final que movieron al gobierno nacional a adoptar el sistema de planificación económica y social, cuando ya el mismo se encontraba embarcado en la realización de un amplio conjunto de acciones de largo aliento, orientadas a dinamizar la economía del país por tanto tiempo estancada y cuando, por otra parte, había sentado también ya algunas bases previas, esenciales, para que la época de la economía del desarrollo alcanzara el éxito que demandaban las aspiraciones de la sociedad nacional.

         Estas condiciones previas pueden sintetizarse en: la normalización política e institucional del país, dejando atrás una larga etapa de inestabilidad y anarquía; la estabilización monetaria y la revalorización de una concepción simple, pero indispensable, acerca de las potencialidades esenciales del país por largo tiempo deprimidas o subalternizadas a intereses ajenos a los nacionales: sus recursos humanos y sus recursos naturales.

         Esta revitalización conceptual de los elementos claves del desarrollo paraguayo, habría de cristalizar después en una serie de acciones de política económica destinadas a modificar, estructuralmente, las condiciones de atraso y estancamiento de nuestra economía.

         Sobre estas bases comienza, en la década del sesenta, la era de la economía del desarrollo en nuestro país, la que habría de traducirse, en más de dos décadas y media de accionar político, en un notable desarrollo económico del Paraguay cuyos indicadores más representativos se analizan pormenorizadamente en el capítulo final de esta obra.

         Sin embargo, no podría dejar de mencionarse ya que la concurrencia de los múltiples factores del desarrollo económico y social del Paraguay, desde mediados de la década de 1950, no fue un fruto ciego del azar.

         Junto con la teoría del desarrollo que había hecho carne en los países subdesarrollados de América Latina, y que también prendió en el Paraguay, existían en nuestro país las bases suficientes y las raíces indispensables de carácter ideológico y político para cortar irreversiblemente el hilo de las desgracias de tantas décadas. Sólo hacía falta una agrupación política capaz de hacerlo y una personalidad señera con suficiente carisma como para capitalizar la concurrencia masiva de los diversos sectores de la población interesados en salir del atraso y de la anarquía.

         Estos factores hallaron su máxima expresión en la Asociación Nacional Republicana (Partido Colorado) y en la conducción del General de Ejército Don Alfredo Stroessner. El Partido Colorado no sólo se nutre de un fuerte nacionalismo originario de quienes lo fundaron y de la causa misma que se propusieron. Tiene, además, una clara definición del papel que le corresponde al hombre paraguayo en el quehacer nacional en su carácter de partícipe, protagonista y destinatario final del acontecer histórico.

         El Partido Colorado, bajo el liderazgo del General Stroessner, promueve el progreso económico con alto sentido social, humanizando la economía nacional, la intervención del Estado y el establecimiento de normas fundamentales encaminadas a dar estabilidad, seguridad y bienestar al ciudadano. La estrategia política para engrandecer al país es coherente con la de buscar el mejor nivel de vida de los habitantes y esta definición es trascendental considerando que existen países que adoptan el modelo de desarrollo económico de acumular la riqueza nacional, producto del esfuerzo colectivo, para distribuirla recién en beneficio de las próximas generaciones. Como fundamento para ello alegan que los países en desarrollo necesitan capitalizarse primeramente, es decir, aumentar los medios de producción a fin de utilizarlos con mejores posibilidades en la obtención de la riqueza económica que sólo a largo plazo podrá ser disfrutada por la comunidad.

         La Asociación Nacional Republicana no aprueba dicho criterio, considerando que el pueblo paraguayo ha pagado un tributo muy alto ya en su desafortunada existencia bajo gobiernos nefastos que le privaron de todo acceso al bienestar. Estima que la generación que está conquistando palmo a palmo el progreso del país tiene derecho inmediato a participar de sus beneficios.

         Por ello es que el gobierno Colorado, bajo el liderazgo popular y rotundamente mayoritario del General Alfredo Stroessner, aplica una política económica con alto y sobresaliente sentido social. Toda acción del Estado va dirigida a un digno destinatario: el hombre paraguayo.

         Y para hacer más contundente esta filosofía, el programa partidario de la Asociación Nacional Republicana, al esquematizar las grandes pautas de política económica, pone especial énfasis en el sector primario de la economía constituida por la agricultura, la ganadería y la explotación forestal. En una palabra, reclama al campesino para ayudarlo a trabajar mejor y, por tanto, a transitar por el camino del progreso.

         Para dinamizar una economía debe lograrse previamente la superación de escollos existentes y conseguir las condiciones que puedan impulsar su crecimiento. Esta ardua y ciclópea tarea fue emprendida por el Gobierno del Partido Colorado y del Presidente Stroessner desde que asumiera sus funciones el 15 de agosto de 1954. Veremos rápidamente cuál era la situación en vísperas de esta fecha para poder luego comprender la magnitud de los grandes cambios del Paraguay de la nueva época.


2

DIAGNOSTICO DE LA SITUACIÓN SOCIO-ECONOMICA Y POLÍTICA DEL PARAGUAY A MEDIADOS DE 1950

         El año 1954 cierra un ciclo económico. Es el que hemos analizado en el capítulo anterior caracterizándolo como la época del estancamiento e inestabilidad. Es el período de la dependencia de unos pocos mercados aledaños, de las graves dificultades para orientar la producción hacia nuevos mercados por la crítica situación en nuestra infraestructura de transportes y comunicaciones pero, sobre todo y fundamentalmente, por la escasa diversidad y baja productividad de nuestra economía.

         El Paraguay dependía hasta entonces excesivamente de las coyunturas del mercado externo y, aún más, se hallaba sometido a sus propias peripecias internas en términos de inestabilidad política. Entre 1938 y 1946, período que incluye la segunda guerra mundial, un rápido crecimiento de las exportaciones de bienes y servicios determinada por ese conflicto, provoca ingresos que elevan notoriamente la demanda efectiva cuyos efectos se propagan al resto de la economía.

         La culminación de aquella guerra y la consiguiente caída de la demanda externa, en el período posterior, es compensada en parte y provisoriamente por el aumento de los gastos corrientes y de inversión del sector público.

         No obstante, y como todo país con desarrollo incipiente de su economía, el Paraguay sufre enseguida las consecuencias de su extraordinaria vulnerabilidad a las fluctuaciones externas. La baja de las exportaciones, ocurrida con posterioridad a 1946, desencadena una amplia contracción de la demanda global determinando la subutilización de la capacidad productiva de algunas actividades como la de los mataderos, industria taninera y explotación forestal.

         Por otro lado, las medidas indiscriminadas -medidas coyunturales- tomadas a raíz de esa contracción con el objeto de mantener el nivel de la demanda, provocaron permanentes desequilibrios que comprometieron gravemente el ritmo de crecimiento de la economía paraguaya.

         Las series estadísticas sobre el volumen en toneladas de las exportaciones, que pueden verse en el Anexo, son un primer indicador del comportamiento del sector externo de la economía del Paraguay en la época de la postguerra del Chaco. En efecto, en 1938, aquéllas habían alcanzado cerca de 154.000 toneladas, llegando en 1946 a casi 388.000 toneladas. Sin embargo, esta última cifra se reduce estrepitosamente y sólo podrá ser superada en 1964, es decir, 18 años después, lo que no hace sino confirmar la notable magnitud de la pérdida de los ingresos por exportaciones (en una economía eminentemente exportadora) y, más al fondo, la ya señalada vulnerabilidad de nuestra economía respecto a las coyunturas externas.

         En 1947 viene la ya comentada guerra civil con los devastadores efectos que también hemos señalado en su momento. Y poco después, de nuevo una situación externa -la guerra de Corea- provoca una leve y paulatina recuperación de las exportaciones que, en 1950, alcanzan el tope de 366.000 toneladas. Sin embargo, para 1951 el Paraguay se resentía nuevamente de la crisis, esta vez de la economía norteamericana, y para 1954 denotaba otra vez una ligera recuperación en relación con los dos años anteriores.

         La divagante y cíclica situación de nuestras exportaciones se agrava hacia comienzos de la década del cincuenta con la fuerte dependencia que, en forma creciente, experimenta nuestra oferta global con respecto a las importaciones de bienes y servicios. En efecto, entre 1951 y 1954, las importaciones representan el 23.3, el 32.3, el 22.5 y el 24.1 por ciento -respectivamente- de la oferta global de nuestra economía en relación con el Producto Interno Bruto (PIB) (1)

         Terminada la segunda guerra mundial, y mientras el mundo pasaba por un período de transición entre las economías de guerra y las de paz, el Paraguay no realiza los esfuerzos suficientes -o no puede hacerlo- como para racionalizar su producción y reducir sus costos, a diferencia de otros países competidores que sí logran dar ese paso y, en consecuencia, nuestro país pierde algunos mercados.

         Durante el período 1938-1954, los movimientos tendientes al alza de la demanda externa actuaron, en general, como estímulos para el incremento de las exportaciones. En cambio, el efecto de los precios exteriores fue atenuado por la crónica inflación que experimentó el país en el período citado.

         La política cambiaria, por su parte, en lugar de aprovechar la demanda de un mundo en expansión reflejada en la favorable evolución de los términos del intercambio durante el período 1942-1954, y trasladar sus beneficios al sector exportador, trasladó parte a los importadores y parte al sector público. La sobrevaluación del tipo de cambio para las exportaciones representó una seria dificultad para las mismas y la subvaluación del tipo para las importaciones favoreció a este sector, haciéndose necesario el empleo de medidas restrictivas que no lograron modificar la tendencia creciente de las importaciones.

         Es así que en el período 1938-1953, las importaciones de bienes y servicios crecieron a una tasa del 6,2 por ciento anual acumulativo. Sin embargo, si dividimos ese lapso en dos subperíodos utilizando la guerra civil del año 1947 como cota intermedia, observamos que entre 1938 y 1946, el crecimiento de las importaciones fue del orden del 10 por ciento anual.

         Por su parte, el Producto Interno Bruto crece, entre 1946 y 1953, a una tasa de sólo 0,8 por ciento mientras que ya desde 1954 comienza a denotar una tendencia francamente creciente: su tasa es, en el período 1954-1960, de 3,1 por ciento frente a una tasa negativa de las importaciones del orden de -8,9 por ciento para el mismo período.

         Es recién a partir de 1955 que el componente interno de la oferta global de nuestra economía, representado por el PIB, comienza a asumir porcentajes siempre mayores al 80 por ciento con relación a la oferta de bienes y servicios importados que nunca llega a porcentajes mayores a un 18 por ciento, con la sola excepción del año 1957. Eventualmente, la oferta interna llega a representar más del 90 por ciento (como es el caso de los años 1962 y 1963).

         Por otra parte, como se verá en el capítulo siguiente, cada vez más las importaciones paraguayas van derivando hacia un componente de bienes de capital e insumos, vinculados a su incrementado desarrollo industrial y al vertiginoso mejoramiento de la tecnología agropecuaria, el equipamiento y los transportes.

         Esta rápida síntesis de la situación de nuestra economía en vísperas de la época de planificación del desarrollo, permitirá comprender después cómo la acción gubernativa ha operado ya un influjo determinante en la transformación de las estructuras que imperaban hasta mediados de este siglo en el Paraguay y apreciar de qué manera se perfilan todavía modificaciones aún más substanciales en el futuro de nuestro país.

         En efecto, es en base a la situación crítica que se arrastra en la economía paraguaya a lo largo de los años cincuenta y gracias a las primeras experiencias recogidas en el terreno de la normalización económica del país, que el gobierno nacional -a través de la Secretaría Técnica de Planificación- elabora sus primeros estudios diagnósticos y traza sus primeras grandes estrategias del desarrollo económico y social para el Paraguay.

         Si algo caracteriza y da continuidad histórica al proceso de desarrollo paraguayo es, precisamente, que las grandes líneas estratégicas de ese proceso no han variado desde sus inicios. Así tenemos que hoy, con el Plan Nacional de Desarrollo para el quinquenio 1977-1981, como en el primer bienio de la planificación en el país, con el Plan Nacional para los años 1965-1966, la estrategia básica del desarrollo paraguayo es el crecimiento hacia afuera por medio de la diversificación y aumento de las exportaciones, la substitución de importaciones y el desarrollo agroindustrial como base del proceso.

         La estrategia mencionada, considerada como la alternativa más viable para impulsar el desarrollo económico y social acelerado de las potencialidades productivas de nuestro país, parte de la base realista de reconocer las todavía estrechas posibilidades del mercado interno que, a pesar de estar expandiéndose, se revela aún insuficiente para dinamizar la producción nacional a cotas aceptables, tanto por el bajo caudal demográfico del Paraguay como por los niveles de ingreso comparativamente reducidos de su población.

         El crecimiento y consolidación del desarrollo económico y social paraguayo a partir de 1955, obedece pues a diversos factores de orden económico, político e institucional y sobre todo a una orientación clara de las líneas maestras de la política de desarrollo que se pueden sintetizar en las siguientes:

         - Creación y fortalecimiento de una infraestructura básica.

         - Reforma Agraria.

         - Promoción de las inversiones.

         - Fomento de las actividades agropecuarias.

         - Desarrollo de las agroindustrias.

         - Incremento de las exportaciones.

         - Integración nacional y regional de la economía.

         Las obras de infraestructura básica y los servicios de apoyo a la producción se han constituido en una de las preocupaciones centrales del gobierno.

         Anteriormente las limitaciones en materia de caminos, los medios de transporte inadecuados, la escasez de comunicaciones y energía, reducían considerablemente el ámbito geográfico apto para las inversiones y obstaculizaban el desarrollo de las actividades productivas.

         A ese respecto, el Plan de Desarrollo 1977-1981 expresa que "en el sector de la infraestructura básica se continuará asignando una proporción importante de los recursos públicos al desarrollo de las facilidades de los transportes y las comunicaciones como forma de consolidar la integración física, geográfica y económica nacional, y aumentar las oportunidades de participación de todos los sectores en el proceso de desarrollo del país".

         Actualmente -y luego de 4 lustros de planificación- ha cambiado radicalmente el panorama: la red vial se incrementó en un 950 por ciento entre 1954 y 1981, la generación de energía eléctrica se elevó en un 1.700 por ciento; el Puente de la Amistad une al Paraguay con el Brasil como el puente Encarnación-Posadas unirá próximamente a nuestro país con la Argentina; el Puente Remanso vincula el Chaco Paraguayo con la Región Oriental frente a Asunción como muy pronto, en el norte, un nuevo puente ligará otra zona chaqueña con la ciudad de Concepción; una moderna terminal aérea permite operar en nuestra capital aviones de gran porte y la Estación Terrena de Areguá enlaza al país, vía satélite, con el resto del mundo.

         En 1954 existían en el Paraguay 1.138 kilómetros de ruta de todo tipo y sólo 87 kilómetros del total de la red vial constaba de pavimentación asfáltica; ese mismo año la generación total de energía eléctrica era de 45.115,5 KWH. En 1981 la red vial es de 10.635 kilómetros, 1.486 kilómetros de los cuales están pavimentados y la generación de electricidad llega a 850.815,6 KWH.

         Además, la dotación de infraestructura básica vial, de transportes y comunicaciones, no sólo se justifica en sí misma por los evidentes mejoramientos que incorpora a la economía nacional en forma directa, sino fundamentalmente en términos de una mayor integración del territorio nacional, una ruptura del aislamiento en que han vivido secularmente vastas regiones del Paraguay de extraordinaria potencialidad económica (como el Chaco paraguayo y el norte y este de la Región Oriental) y porque la integración se refiere también a una mayor oportunidad de participación de nuestro país en los mercados mundiales y regionales.

         Junto con este desarrollo de la infraestructura, la ejecución de la política de Reforma Agraria ha sido, indudablemente, una de las acciones de mayor importancia del gobierno nacional a partir de 1954. Entre este último año y 1981, el Instituto de Bienestar Rural entregó 98.929 títulos de propiedad definitivos a campesinos paraguayos que se asentaron en más de 6 millones de hectáreas de tierras y que han participado activamente en el notable incremento de la producción agrícola.

         Es importante destacar que, entre 1915 y 1959, solamente se habían otorgado 18.297 títulos de propiedad, mientras que en el período 1960-1981 el IBR tituló 91.900 parcelas con lo que los propietarios llegan ese año a 110.197 (véanselos Anexos respectivos).

         El gobierno nacional promueve, también, la formación y consolidación del capital nacional y el mejoramiento de los mecanismos para su racional utilización, al tiempo que facilita la inversión de capital extranjero en actividades productivas prioritarias como complemento del esfuerzo interno. Es así como el índice de capitalización de nuestro país (Inversión Bruta/Producto Interno Bruto) ha venido evolucionando positivamente en los últimos 20 años, obteniendo en el último quinquenio valores muy elevados y llegando, en 1981, al máximo valor registrado de 30,5 por ciento.

         Uno de los campos de la economía que ha recibido el más vigoroso impulso por parte del gobierno, ha sido el agropecuario. Para el efecto se han elaborado numerosos programas nacionales de cultivo, tales como el de la soja, algodón, trigo y tabaco, entre otros. A través de la asistencia técnica se han organizado alrededor de 200 cooperativas en este sector, se incorporaron semillas mejoradas, manejo de suelos y medios para combatir plagas y enfermedades. Se establecieron, también, líneas de créditos que incluyen un programa de ayuda al pequeño agricultor.

         Se creó el Fondo Ganadero para apoyar financiera y técnicamente a los productores pecuarios, obteniéndose un resultado altamente positivo en términos de mejoramiento del plantel ganadero, control de enfermedades e implantación de pasturas. Entre 1970 y 1981, el Fondo Ganadero había otorgado préstamos al sector ganadero por un monto total de Gs. 53.179 millones.

         La priorización del sector externo como principal dinamizante de la economía paraguaya no significa, por otra parte, desatender el mercado interno que proseguirá ocupando atención destacada de parte del sector público.

         La intención de aumentar las exportaciones, además, plantea exigencias especiales en cuanto a eficiencia, organización y capacidad empresarial, cualidades que sirven por igual a la estrategia substitutiva de importaciones, motivo por el cual ambos aspectos constituyen partes interrelacionadas de un mismo objetivo: fortalecer a la empresa privada paraguaya.

         Para alcanzar este objetivo, sin embargo, la orientación y la intensidad de las acciones del sector público se consideran de importancia excepcional, por lo que el gobierno nacional se plantea el requisito básico de proseguir fomentando el desarrollo de los sectores primarios, promoviendo la explotación racional de los recursos naturales, estimulando la productividad agrícola y favoreciendo también la industrialización.

         La estrategia del desarrollo de las agroindustrias resulta de tomar en cuenta la peculiar dotación de los recursos productivos básicos del país; ellos se caracterizan por las excelentes condiciones para la agricultura, la ganadería y la explotación forestal. Los planes de desarrollo han remarcado la importancia crucial de procesar industrialmente estos recursos ya sea para expandir la oferta local, ya para aumentar los saldos exportables o ya para substituir importaciones.

         Las agroindustrias han venido ofreciendo ocupación productiva a la mano de obra paraguaya, han representado un mercado seguro para la producción primaria y, obviamente, representan un mayor valor agregado a dicha producción.

         Tales las grandes líneas de la planificación del desarrollo económico del Paraguay concebidas por el gobierno nacional sobre la base de la situación de estancamiento crónico de su economía. En 1954 el país se hallaba, en efecto, bajo la presión de una fuerte inflación monetaria, bajos niveles de ingreso per-cápita, reservas monetarias internacionales y ahorro nacional prácticamente inexistentes, reducido comercio exterior, dependencia de unos pocos mercados y de una reducida línea de productos primarios, escasez de financiamiento externo, control de cambios, régimen de cupos y racionamiento de artículos de primera necesidad.

         Sumábase a ello una aguda crisis política arrastrada de varias décadas y un panorama social que no podía sino reflejar esta grave situación económica y política que aplastaba a la población paraguaya como si sus males ya no tuvieran remedio.

         El gobierno nacional emprendió con firmeza y seguridad sus acciones a partir de 1955 y a partir de 1962 comenzó a aplicar el sistema de planificación cuyos primeros resultados surgieron en 1965, con el Primer Plan Bienal de Desarrollo.

         De cómo las laboriosas acciones se tradujeron en resultados que han significado una profunda transformación del Paraguay contemporáneo, nos ocupamos en detalle en el próximo capítulo.


(1) La oferta global constituye la totalidad de bienes y servicios que una economía puede ofrecer en el mercado y se compone del Producto Interno Bruto y las Importaciones de bienes y servicios. La demanda global representa la totalidad de bienes y servicios que se demandan en una economía y está formada por la Demanda Externa (compuesta por las Exportaciones de bienes y servicios) y la Demanda Interna (que es igual al Consumo Público más el Consumo Privado más la Inversión Bruta).



CAPÍTULO VII

BASES Y PRINCIPALES ASPECTOS DEL

DESARROLLO DE LA ECONOMIA PARAGUAYA

1

BASES DEL PROCESO DE DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL

         A partir del año 1960, la tendencia al crecimiento de la economía paraguaya se hace más clara y, sobre todo, la posibilidad de analizar el proceso, de fundamentarlo y de seguir sus líneas básicas de orientación, se torna mucho menos riesgoso al disponerse de series estadísticas cada vez más confiables.

         Esto último como consecuencia de que el sistema de registro de las informaciones, desde la etapa de recolección y procesamiento hasta la de edición y divulgación de los datos, se basa progresivamente en técnicas y métodos modernos con el apoyo esencial de la computación.

         El proceso de desarrollo económico operado en el último cuarto de siglo vivido por nuestro país, se ha basado en una verdadera concepción del desarrollo económico y social del Paraguay que ha sabido definir, con audacia pero con profundo realismo, los grandes objetivos y las metas intermedias del crecimiento paraguayo, ha elaborado las estrategias y políticas adecuadas para el logro de los mismos y ha delineado -a nivel de programas y proyectos concretos- las acciones más adecuadas para una dinamización no puramente inmediatista de la economía, sino proyectada fundamentalmente hacia el mediano y el largo plazo.

         Para dar inicio a este proceso y salir de lo que parecía un círculo vicioso insalvable, los organismos políticos, técnicos y económicos especializados del gobierno, debieron trazar y ejecutar simultáneamente un conjunto de medidas que prepararan el terreno y lo hicieran propicio para los grandes emprendimientos que, paulatinamente, en el marco de un sistema de planificación, se irían poniendo en práctica hasta superar las trabas estructurales que hasta entonces tenían vigencia en nuestra economía.

         Surgen, de esta manera, lo que podríamos denominar las bases esenciales que sustentan el desarrollo económico y social paraguayo: la estabilidad política y social, la estabilidad monetaria y una reorientación profunda del enfoque y del tratamiento de los recursos humanos y naturales del país.


         a) LA ESTABILIDAD POLÍTICO-INSTITUCIONAL

         La estabilidad política y social y la normalización institucional del país, no constituyen meros slogan de gobierno. Son concepciones de profundo arraigo en una filosofía política que considera que sin orden, sin estabilidad, sin paz política y social como pre requisitos básicos de toda acción proyectada en perspectiva de futuro, no es posible consolidar ningún logro duradero.

         Ante algunas propuestas que preconizan la normalidad y la estabilidad política y el orden y la paz social como grandes ideales que serán alcanzados alguna vez, la doctrina sustentada por el gobierno paraguayo afirma la necesidad imperativa de una pacificación previa de los espíritus, de una tregua con respeto mutuo entre las diversas corrientes que ocupan un lugar en el espacio político del país, como punto de partida insustituible para iniciar el gran emprendimiento nacional del desarrollo económico y social, buscando mejores niveles de vida para todos los paraguayos sin excepción.

         Heredero de una época de profundas conmociones y alteraciones de la paz social, de un sistema político altamente vulnerable a las más variadas formas de desorden, subversión y anarquía, el gobierno surgido por claros imperativos históricos a mediados de la década del cincuenta, apenas siete años después de terminada una guerra civil de catastróficas consecuencias en la vida del Paraguay, como hemos visto en un capítulo anterior, decide crear las bases políticas previas indispensables para llevar adelante un plan de largo aliento que sacara a la economía paraguaya de su estancamiento de casi un siglo.

         Para hacerlo se despliega una serie de medidas que no se agotan en objetivos inmediatistas, sino que se proyectan hasta el presente e incluso lo trascienden, constituyéndose en un contenido más de la acción programática del gobierno que, como tal, mantiene su vigencia inalterable a lo largo de los últimos 27 años.

         Muchas dificultades deben ser sorteadas: los finales de la década del cincuenta y los comienzos del sesenta, son extremadamente críticos en acontecimientos políticos internacionales que tienen repercusión en el país.

         El choque ideológico, el enfrentamiento de concepciones completamente contrapuestas en el plano mundial, se infiltra en la estructura política interna de las naciones, obligando a una vigilancia siempre alerta.

         En nuestro país se ha buscado impedir, esencialmente, la penetración de ideas exóticas provenientes de ese contexto, cuando su historia le ofrece una rica cantera de acontecimientos políticos que corresponden a una corriente ideológica nacional que ha demostrado probada suficiencia para elevar al Paraguay, en su primera época independiente y a lo largo de medio siglo, a un grado de prosperidad de primera magnitud, con plena independencia y soberanía nacional.

         El gobierno debe superar muchos escollos en el trajín de normalización de la vida política e institucional del Paraguay desde 1954, tras tantas décadas de anarquía: a la vieja tradición conspiradora de los partidos políticos, a la anacrónica aspiración al "cuartelazo" de algunos militares que arrastraban el pesado lastre de las generaciones anteriores, se suman primero las guerrillas de inspiración marxista; después la actitud "abstencionista" de algunos sectores que, mientras rechazan su participación legal en el proceso de normalización política del país, se reservan para actuar con inusitadas energías en movimientos claramente involucrados en la desestabilización del orden y la paz interna; y, por último, los partidos políticos plagados de facciones personalistas que se destrozan y desgastan en luchas intestinas que a nada les conducen, que les restan funcionalidad y les inhiben, de hecho, de actuar en una democracia.

         A todas estas líneas, el gobierno debe oponer, desde sus inicios y hasta hoy mismo, una permanente y decidida acción de control y vigilancia y de abierta y franca actitud proclive al juego político democrático, multipartidario, creando y preservando constantemente las condiciones apropiadas para el real funcionamiento de los mecanismos propios de un régimen institucional democrático, en la certidumbre de que todas las acechanzas mencionadas no son etapas progresivamente superadas de nuestro proceso político, sino constantes y siempre renovados riesgos que se mantienen, expectantes y amenazadores, contra la normalidad, la estabilidad y el orden político interno.

         No debe olvidarse que lograr la paz política es una conquista de mucha y paciente labor, mientras que alterarla o destruirla puede ser fácil aventura cuando los mecanismos de control se distraen o relajan y la fluidez de la participación colectiva se congestiona.  

         Afianzada su propia estructura interna, con un organismo partidario bien estructurado y cohesionado en su base, el gobierno nacional convoca abiertamente a la participación multipartidaria en 1962 recibiendo respuesta positiva. En 1967 con la participación de los cuatro partidos políticos (Asociación Nacional Republicana, Partido Liberal Radical, Partido Liberal y Partido Revolucionario Febrerista), se reúne la Asamblea Nacional Constituyente de la que habrá de surgir el nuevo instrumento jurídico-político de la convivencia: la Carta Magna del mismo año. Y desde entonces, se mantiene el normal funcionamiento de los organismos de poder y de participación creados por aquélla.

         Sin embargo, debe quedar en claro que la normalización política instituida en el país en este período, no fue concebida sólo para satisfacción de los partidos políticos del país, sino como una acción de mayor envergadura que aspiraba a obtener la participación activa en el gran emprendimiento nacional de cada ciudadano del país, del empresario, del campesino, del obrero, del militar, del religioso, del estudiante, del científico, de los profesionales, de todos, en fin, los que quisiesen ocupar un lugar en la tarea de impulsar el desarrollo económico y social del Paraguay y beneficiarse con sus frutos. También en este caso puede decirse, porque los resultados están a la vista, que la respuesta fue enteramente positiva.

         Este marco político e institucional, caracterizado por la paz, el orden y el respeto, ha venido brindando el soporte indispensable para cambiar adecuadamente la estructura económica obsoleta del país y dinamizar e incrementar la capacidad productiva de la economía nacional.

         En ese contexto surge también una nueva doctrina de la seguridad nacional; de la consolidación de un ambiente general propicio al logro del bienestar público, con un sistema de gobierno libre, con el mantenimiento y desarrollo de las libertades básicas y con una economía sana y libre, se deriva un auténtico estado de protección de la integridad territorial y de preservación de la independencia y soberanía del país.

         La concepción del orden interno y de la seguridad nacional, hace posible que el país salga de su aislamiento y establezca vínculos de interrelación armónica, de cooperación mutua y de amistad con todos aquellos países que, como el Paraguay, preconizan el principio de la libré determinación de los pueblos y la no injerencia en los asuntos internos de otras naciones. El país abre sus fronteras y armoniza la acción de su gobierno con los intereses regionales, continentales e intercontinentales.

         Después del largo período de anarquía, se establece el marco jurídico y se restaura el principio de autoridad, lográndose la revitalización de la conciencia nacional y la solidez orgánica y funcional del Estado como servidor del hombre libre.

         Así también las Fuerzas Armadas del país, custodias de su integridad territorial, fortalecen la conciencia de su rol con una incorruptible e inconmovible moral, abandonando definitivamente el equívoco camino de las asonadas que primaban en épocas pasadas, y desarrollando una clara vocación de servicio que las lleva a preparar a sus cuadros y tropa en un nivel técnico-profesional altamente capacitado no sólo para los tiempos de guerra, sino, fundamentalmente, para las acciones creadoras de la paz. Ya veremos más adelante la acción cívica emprendida por las Fuerzas Armadas de la Nación.

         Tal es, en síntesis, el contexto político-institucional creado por el gobierno como uno de los requisitos previos a sus acciones en el campo del desarrollo económico y social.


         b) LA ESTABILIDAD MONETARIA

         En la certidumbre de que cuando el valor del signo monetario de un país fluctúa y se deteriora en el mercado bursátil, se desalientan las inversiones y se resta confianza en los ahorristas, el gobierno decidió preservar el valor de cambio de la moneda paraguaya permitiendo con ello la programación segura de obras de largo alcance.

         Una larga trayectoria inflacionaria en la economía del país, permitió a los organismos técnicos económicos aconsejar y convertir la orientación en una de las más firmes e inclaudicables medidas de política económica del gobierno: la implantación de una rigurosa estabilidad monetaria que halla su expresión en el tipo de conversión del guaraní al dólar que se mantiene estable desde 1960 hasta hoy en 126 Gs. por cada US$ americano.

         Sobre esta base el inversionista ha podido programar sus actividades productivas, calcular sus costos y prever sus beneficios, sin la incertidumbre de los efectos siempre imprevisibles de la inflación en sus proyectos.

         Sabido es que el cálculo económico de costos y beneficios preside toda decisión racional en materia de inversiones. Los empresarios conocen la ingrata experiencia de calcular sobre bases inciertas y en condiciones de costos relativos en situación de permanente cambio. El Paraguay se ha constituido en una excepción a este respecto.

         Más de dos décadas de estabilidad monetaria aportan los mejores argumentos en favor de una política que, intencionadamente, busca crear condiciones de seguridad para las inversiones.

         Antes de 1954 el país soportó un proceso inflacionario desarrollado en forma incontenible durante más de medio siglo que, no sólo impedía el crecimiento económico sino que, incluso, lo retrasaba. Era una constante la pérdida del poder adquisitivo del ahorro y del capital circulante. Toda posibilidad de nuevas inversiones y de generación de capital, era prácticamente imposible en un marco de inseguridad y de inestabilidad monetaria.

         A comienzos del presente siglo el dólar americano representaba 8,33 pesos paraguayos de la época; hacia 1943, aun cuando su valor en relación con el oro había disminuido considerablemente, el dólar se cotizaba en relación con nuestra moneda a 312,50 pesos paraguayos. El valor de la moneda nacional se había reducido así de 0,12 a 0,0032 milésimas del dólar americano.

         En tales circunstancias, nuestro signo monetario resultaba inadecuado como medida de valor y como medio de pago, siendo reemplazado, habitualmente, por monedas extranjeras en el intercambio comercial externo.

         El proceso inflacionario se acentuó con el uso abusivo de la política de emisión monetaria como medio de financiamiento de la expansión de los gastos e inversiones del Estado. Sumóse a ello la concesión indiscriminada de créditos de fomento sin el adecuado respaldo de planes y programas racionales, todo lo cual contribuyó al estancamiento económico y a la aceleración multiplicada del proceso inflacionario.

         Ante esta situación el gobierno nacional encomendó al Banco Central del Paraguay la implementación de una política de estabilización monetaria de largo alcance, entendiendo que ella era condición básica indispensable para dinamizar el desarrollo de las actividades productivas del país.

         El programa de estabilización monetaria, que incluía reformas en el orden cambiario y comercial, entró a regir en forma preliminar el 29 de febrero de 1956 y, con carácter definitivo, el 12 de agosto de 1957. Sus objetivos principales han sido: a) detener la inflación; b) aumentar las exportaciones; c) incrementar la capacidad de importación; y d) fortalecer la economía en general.

         Simultáneamente se implantó el tipo único de cambio en reemplazo del tipo múltiple que hasta entonces se hallaba en vigencia. Se había hecho evidente, además, que el control de cambios no había constituido una solución al problema inflacionario. Consecuentemente, quedaron a cargo de los bancos comerciales todas las operaciones que hasta entonces monopolizaba el Banco Central: desde ese momento, éste quedaba a cargo de las importaciones y servicios del Estado y las importaciones en general comenzaron a ser atendidas por los bancos privados de plaza.

         Al mismo tiempo se estipularon límites al crédito de los sectores fiscal y bancario, a las entidades autónomas y autárquicas y se establecieron nuevos encajes legales como mecanismos de contracción sobre los depósitos del público en los bancos comerciales.

         De inmediato se hicieron evidentes los resultados positivos de la reforma con la detención de la corriente inflacionaria, el incremento de los ingresos fiscales, el crecimiento de las exportaciones, el aumento de la reserva internacional y la abundancia del stock de mercaderías.

         Paulatinamente, además, se fue consolidando un factor de esencial importancia en todo proceso de saneamiento y restauración del aparato productivo de un país: la confianza interna y externa en el desenvolvimiento de la economía del Paraguay.

         Tanto ha sido así que el gobierno nacional ha defendido intransigentemente su política de estabilidad monetaria, eludiendo toda presión interna o externa para devaluar nuestro signo monetario por entender que su estabilidad es uno de los elementos claves del proceso de desarrollo.

         Ya a mediados de la década del sesenta, nuestro gobierno, por decisión personal del Señor Presidente Alfredo Stroessner, no hizo lugar a una sugerencia del Fondo Monetario Internacional en el sentido de devaluar nuestro signo monetario para obtener de ese organismo un crédito stand by. El tiempo pasó y no se concretaron los efectos pronosticados que se habían argüido como fundamentos de tal recomendación.


         c) LOS RECURSOS NATURALES

         El gobierno nacional encaró prioritariamente el aprovechamiento de los recursos naturales del territorio nacional, superando una tradición atávica que daba por sentado que, en el Paraguay, la actividad económica estaba condenada a depender de unos pocos renglones básicos: productos forestales y algunos derivados como el tanino; yerba, tabaco y ganadería.

         El Diagnóstico del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social para el bienio 1965-1966, señalaba ya -entre algunas características fundamentales del lento crecimiento de la economía paraguaya- que "la agricultura fue el único motor de la economía nacional, y básicamente la producción agropecuaria sólo creció en función del mercado interno. Por lo tanto, no se creó ningún incentivo por romper la estructura típicamente de autoabastecimiento, estructura que prevalece hasta hoy para la mayor parte del sector agrícola". (STP, Plan; 1966).

         Decidido a romper con estas concepciones y con esta tendencia secular, el gobierno emprendió una profunda revisión del enfoque y del tratamiento del problema de los recursos naturales, con la premisa básica de que debían ser encaradas todas las potencialidades con las que cuenta nuestro país, aun aquellas que pudieran parecer más audaces.

         Así se han alentado importantes investigaciones sobre la riqueza del subsuelo, firmándose varios convenios para obras que se encuentran ya en plena ejecución, como la prospección petrolífera, búsqueda de gas, uranio, bauxita y otros minerales.

         Existen ricos yacimientos de minerales no ferrosos como caliza, mármol, caolín y yeso que actualmente son explotados racionalmente y despiertan en forma creciente el interés de inversionistas por intensificar y mejorar el aprovechamiento integral de estos recursos.

         Por primera vez, en la historia del Paraguay, se ha dado inicio a la utilización en gran escala del recurso hidroenergético tanto de los ríos interiores, como es el caso del río Acaray donde se ha emplazado una usina con una potencia de generación de 194.000 KWH, como de los ríos fronterizos.

         En este último caso, las obras hidroeléctricas de Itaipú, realizadas en forma conjunta con la República Federativa del Brasil, constituyen uno de los emprendimientos de mayor envergadura en su género no sólo en el continente sino en el mundo. Cuando comience a generar energía eléctrica, hacia 1983, estará en marcha el mayor complejo hidroenergético a escala mundial con una capacidad de 12.600.000 KWH.

         Por si ello fuera poco, el Paraguay ejecuta ya también otro proyecto conjunto, con la República Argentina, para instalar la planta hidroenergética de Yacyretá con capacidad para generar 4.050.000 KWH y estudia, con el mismo país, un segundo proyecto para la usina hidroeléctrica de Corpus.

         El gobierno ha encarado también una utilización más moderna y racional de los recursos tradicionales del país. Se han realizado importantes estudios e inventarios forestales del Paraguay y el Instituto Nacional de Tecnología y Normalización ha hecho aportes fundamentales para un mejor aprovechamiento de las maderas tradicionales y no tradicionales de nuestros bosques. Además, junto con el Servicio Forestal Nacional, estos organismos del Estado han venido trazando y ejecutando acciones encaminadas a asegurar la reforestación de las áreas que han sido objeto de explotación comercial de la madera.

         Otras políticas más se han encarado con el objetivo de ensanchar la superficie agrícola del Paraguay, rompiendo el cerco de los grandes latifundios que obligaban a una sobreexplotación de las tierras de la región central. Organismos especializados del gobierno, además, han extendido el uso de mejores técnicas y métodos de explotación del recurso tierra, popularizando la utilización de herbicidas, plaguicidas, fertilizantes, semillas mejoradas y diversificadas al tiempo que se desplegaban otras acciones oficiales sin las cuales estos esfuerzos hubiesen sido estériles.

         Así es como se han multiplicado los medios de comunicación vial, rompiendo el aislamiento de centurias del campesino paraguayo, se ha creado una importante infraestructura de apoyo en el campo de la asistencia técnica y crediticia y se han abierto y se cuidan celosamente, nuevos mercados y mejores canales de comercialización para la producción agropecuaria del país.

         Igual tratamiento ha recibido la actividad ganadera que cuenta con el respaldo de entes como el Fondo Ganadero, el Servicio de Extensión Agrícola Ganadera o el Servicio Nacional de Sanidad Animal.

         En suma, en el Paraguay los recursos naturales han dejado de ser meros dones de la naturaleza que operan como simples agentes pasivos en el circuito económico, para convertirse en elementos dinamizados por la acción creadora y transformadora del hombre y refluir como factores activos del proceso productivo siempre abierto a nuevas posibilidades enriquecedoras.

         De esta forma puede decirse que el Paraguay ha dejado de lado, para siempre, la época de la economía puramente extractiva y casi depredadora de sus recursos naturales, para entrar a una etapa eminentemente productiva y creadora de nuevos y mejores bienes para el bienestar social.


         d) LOS RECURSOS HUMANOS

         Todos los emprendimientos que se han venido mencionando no hubiesen sido posibles sin un factor esencial como eje y motor, al mismo tiempo, de todo el quehacer político y económico del Paraguay: el hombre paraguayo.

         La acción del gobierno reivindicó al hombre paraguayo y lo restituyó a su real dimensión de protagonista fundamental de la actividad económica, reconociéndole un rol trascendente que ya se había puesto en evidencia en los siglos de su historia.

         Los recursos humanos se han constituido en otro de los elementos productivos claves para impulsar el desarrollo económico y social del Paraguay. El pasado más reciente ha confirmado la aptitud histórica del hombre paraguayo para asimilar pautas de operación técnica y capacidad de adecuación consciente y disciplinada a las exigencias que se asocian con la modernización de los patrones de organización empresarial.

         Afortunadamente y como resultado del proceso histórico de conformación nacional, en el Paraguay no existen antagonismos regionales ni impedimentos insalvables para la fluida movilidad social, tales como los prejuicios de casta, de raza o de tipo religioso o económico.

         Por el contrario, existe una sólida unidad nacional con importantes factores de integración social y cultural como la rica tradición histórica y la vigencia imperecedera de una lengua nacional, el guaraní, que aglutina a las más dispares capas de la sociedad paraguaya.

         El factor humano es, sin duda, uno de los de mayor influjo como impulsor del desarrollo económico y social. De allá que los programas más ambiciosos se hayan encaminado a asegurar mejores niveles de educación, de formación técnica, de salud y vivienda y al mejoramiento cultural, cívico y social del hombre paraguayo.

         Puede decirse, sin temor de expresar una simple metáfora y con la convicción de formular una síntesis de la filosofía política del gobierno, que el hombre es el objeto y el sujeto del desarrollo económico y social.

         De que es objeto, destinatario y factor constante de la preocupación de las obras de gobierno, se demostrará a lo largo de las siguientes páginas de esta obra. Y de demostrar que es el sujeto, el factor dinámico, el realizador por antonomasia de ese desarrollo y de cómo se capacita y se forma para participar activamente de ese proceso, nos ocuparemos en uno de los siguientes sub-capítulos.

         Sobre estos cuatro pilares fundamentales: el hombre, los recursos naturales, la estabilidad monetaria y la normalización político-institucional, pudo llevarse adelante un vasto conjunto de acciones de política económica que han modificado por completo la fisonomía del país y, más que eso, crearon las condiciones estructurales para hacer de la economía paraguaya una de las primeras de América Latina por sus altas tasas de crecimiento y por los magníficos indicadores de mejoramiento y de bienestar económico y social de su población.


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REFORMA AGRARIA Y BIENESTAR RURAL

         Ya hemos visto en el capítulo respectivo cómo la estructura de la tenencia de tierras en el Paraguay se había mantenido inalterada desde fines del siglo pasado, cuando después de finalizada la guerra de la Triple Alianza se procedió a la privatización masiva del territorio nacional, consolidándose la propiedad latifundiaria y condenándose a la población agro productora a una reducida superficie del área central de la Región Oriental.

         Así, a mediados de la década del cuarenta y al promediar de los años cincuenta de este siglo, una docena de grandes propietarios concentraba una enorme proporción del territorio en el cual, si no reinaba la más absoluta ociosidad propia de la pura especulación inmobiliaria, sólo se dejaba pastar y reproducir el ganado en un ciclo estrictamente vegetativo, o se procedía a una deforestación implacable exportando rollos y rollizos, o se extraía la yerba mate que crece naturalmente para mandarla al Río de la Plata a que la elaboraran, la envasaran y la vendieran empresarios extranjeros.

         Como contrapartida, en menos de 400 mil hectáreas se concentraban cerca de 104 mil unidades agropecuarias, con predice de tamaño minifundiario, con tecnología rudimentaria y atrasada y con un régimen jurídico de propiedad caracterizado esencialmente por la inseguridad y la desposesión más absoluta.

         Esta situación no llevaba visos de reforma: en 1940 se había sancionado, como ya vimos, el Estatuto Agrario y un Departamento de Tierras y Colonización, dependiente del Ministerio de Obras Públicas y Colonización, había sido encargado de ejecutar las disposiciones del citado Estatuto.

         Su base de sustentación, política y jurídica, era sin embargo endeble. La Constitución de 1940 hacía solamente referencias generales y ambiguas al problema de la tenencia de tierras y si bien el Estatuto Agrario del mismo año, y su posterior Decreto reglamentario, podían haberse constituido en importantes instrumentos de cambio, la situación política e institucional del régimen por entonces imperante tornaba inoperante toda acción.

         "La década que corresponde a los años 1940-1950 -dice Juan Manuel Frutos en su obra Demanda Ocupacional y Reforma Agraria- ha transcurrido también sin variantes de significación en beneficio del medio rural paraguayo. El Departamento de Tierras y Colonización se había convertido en una Institución pesadamente burocrática distorsionándose así, el cometido específico para el cual fuera creado. Por otra parte persistía en el país un estado de anarquía política latente que impedía el razonamiento profundo para la ejecución de programas de trascendencia revolucionaria. Bien sabido es que la realización de una política de Reforma Agraria exige un cúmulo de condiciones elementales que posibiliten enfrentar con éxito a poderosos intereses creados que se oponen tenazmente a la modificación de una estructura neocolonial". (Frutos, J. M.; 1970).

         Los años cincuenta constituyen una etapa de transición en la búsqueda e implementación de las grandes soluciones que demandaba el problema de la tierra. En junio de 1951, por Ley de la Nación No. 86, se crea el Instituto de Reforma Agraria que sustituye al ya anacrónico Departamento de Tierras y Colonización.

         Al Instituto de Reforma Agraria, dice el ya citado Frutos, "le cupo una encomiable labor en la reorganización administrativa de Catastros y Padrones de la propiedad fiscal, en el estudio de los defectos observados en la ejecutoria de la política agraria en el pasado y en la gestión de propender y formular proyectos de disposiciones legales que hagan viable el desenvolvimiento de un programa nacional de Reforma Agraria". (Frutos, J. M.; ob. cit.).

         Ese programa nacional, para que fuera tal, debía quedar enmarcado en el instrumento político y jurídico más amplio que fuese posible.

         De allí que, en el proceso de normalización política e institucional al que ya nos hemos referido y que tuvo como uno de sus más importantes hitos la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, con la representación de todas las corrientes políticas actuantes en el país, y la promulgación de la nueva Constitución de 1967, surgió como uno de los más trascendentales aportes de carácter conceptual la incorporación de todo un capítulo de la Carta Magna dedicado a la Reforma Agraria.

         En efecto, en el capítulo VI y en los artículos 128 a 132, la Constitución consagra la Reforma Agraria "como uno de los factores fundamentales para lograr el bienestar rural, que consiste en la incorporación efectiva de la población campesina al desarrollo económico y social de la Nación".

         "A este efecto, prosigue el texto constitucional, se adoptarán sistemas justos de distribución, propiedad y tenencia de la tierra, se organizarán el crédito y la asistencia técnica y social, se fomentará la creación de cooperativas y de otras asociaciones similares y se promoverá el incremento de la producción, su industrialización y la racionalización del mercado, de modo que permita a la población campesina lograr su mejoramiento económico, como garantía de su libertad y dignidad y como fundamento del bienestar nacional".

         Decidido a hacer de la política agraria un todo coherente y estructurado, tanto en sus aspectos teóricos jurídico-políticos, como en los pragmáticos e institucionales, el gobierno nacional creó en marzo de 1963, por Ley No. 852, el Instituto de Bienestar Rural (IBR) y sancionó el mismo mes y año, por Ley No. 854, el nuevo Estatuto Agrario que "estimula y garantiza la propiedad privada inmobiliaria rural que cumple con una función social y económica, contribuyendo al bienestar rural y al desarrollo de la economía nacional".

         El nuevo Estatuto Agrario define el bienestar rural como "la transformación de la estructura agraria del país" y establece que "la propiedad privada inmobiliaria rural cumple con su función socio-económica, cuando se ajusta a los requisitos esenciales siguientes:

         a) Explotación eficiente de la tierra y su aprovechamiento racional; y

         b) Observancia de las disposiciones sobre conservación y reposición de recursos naturales renovables". (Estatuto Agrario; 1963).

         Podemos afirmar, sin temor a equívocos, que al cerrarse la década del cincuenta, la situación imperante en la estructura agraria del país no difería en casi nada con el panorama que ofrecía en 1958 cuando, según un informe estadístico de la FAO, 1552 propietarios poseían 31.750.000 hectáreas de las 40.675.200 que conforman el territorio nacional. (Frutos J. M., ob. cit.).

         Según la misma versión, los departamentos de Concepción, San Pedro, Caaguazú, Amambay, Alto Paraná e Itapúa, las seis unidades político-administrativas que poseen las mejores tierras del país, estaban ese mismo año en manos "de 183 latifundistas que ejercían dominio sobre 8.128.622 hectáreas". (íbid.).

         En estas condiciones inició el Instituto de Bienestar Rural su ingente tarea a partir de 1963, no obstante lo cual ha de considerarse como parte de sus acciones los emprendimientos del período 1950-1963, etapa de transición entre el anterior Instituto de Reforma Agraria (IRA) y el nuevo organismo conocido como IBR.

         Teniendo como algunas de sus funciones específicas la transformación de la estructura agraria del país y la incorporación efectiva de la población campesina al desarrollo económico y social de la Nación, fomentar la repatriación de connacionales, fomentarla redistribución de la población conforme a las necesidades económicas y sociales del país, fomentar la inmigración y proceder a su control y selección conforme a las leyes vigentes y poblar el interior del país por medio de la colonización, transformando las tierras incultas en explotaciones racionales, el IBR ha buscado una adecuada redistribución de la propiedad rural y ha emprendido una serie de programas de habilitación de colonias en todo el territorio de la República.

         En lo concerniente a la condición jurídica de la tenencia de tierras, el siguiente cuadro tomado de un documento técnico de la Secretaría Técnica de Planificación, resume elocuentemente la evolución de las distintas categorías entre 1956 y 1977.


TENENCIA DE LA TIERRA - COMPARATIVO EN %



         Por su parte la colonización está expresamente definida en el Estatuto Agrario como un instrumento de la Reforma Agraria, asignándosele el objetivo de "poblar el interior del país, transformando las tierras incultas en explotaciones racionales, para lograr la mejor distribución de la población rural y su mayor bienestar económico y social, así como el aumento y mejora de la producción agropecuaria".

         Aparte de este objetivo, que ha implicado extender la frontera agrícola, sacando a la población agroproductora del estrecho cerco de la región central y posibilitándole su expansión hacia los ricos departamentos del norte, este y sureste, antes absorbidos por el latifundio, la política de colonización se propuso también el mejoramiento de la producción por medio de equipamiento adecuado y dotación de insumos básicos (semillas mejoradas y seleccionadas, fertilizantes, herbicidas, etcétera).

         "Un complemento necesario del objetivo anterior está constituido por el propósito de implementar una política de asistencia crediticia y técnica, de mejoramiento del mercadeo y de habilitación de una infraestructura socioeconómica de soporte. Si bien este conjunto de políticas conforma un grupo de medios y no de objetivos, en sentido estricto, su presencia en los programas oficiales de colonización adquiere énfasis a partir del funcionamiento del IBR y se convierte en un rasgo diferencial de la política de colonización desarrollada desde 1963". (IBR-IICA; 1975).

         Los cambios introducidos en el régimen de tenencia de la tierra han respondido a los objetivos de redimensionar las unidades productivas haciéndolas más eficientes, redistribuir el ingreso rural y atenuar los conflictos políticos y sociales subyacentes en la concentración de los recursos productivos. (IBR IICA, ob. cit.).


         a) COLONIZACIÓN Y RED VIAL

         Al responder la política oficial de colonización a un principio reordenador de la población nacional, al perseguir la finalidad de extender la frontera agrícola y tratar de establecer un régimen de redistribución de la propiedad y tenencia de la tierra, su acción se encaminó fundamentalmente a descongestionar el área minifundiaria y transferir la población productiva del sector agrícola hacia las zonas de baja densidad demográfica y de amplia disponibilidad de propiedades fiscales o latifundios ociosos.

         Con este fin, la acción colonizadora se implementó y ejecutó en base a programas concretos que, en cada caso, se correspondieron con líneas geográficas o ejes de orientación destinados a fijar la dirección y los puntos de destino en la marcha de penetración hacia las nuevas áreas pre-establecidas como metas de la expansión de la frontera agrícola.

         Por lo general, sin embargo, estos ejes no fueron líneas imaginarias sino que formaron parte, a su vez, de un rápido proceso de extensión de la red vial que, entre 1960 y 1981, creció en un 391 por ciento (a una tasa promedio de 18,6 por ciento anual). Este proceso está registrado en el cuadro y gráfico que se incorporan en el sub-capítulo 3 de este mismo capítulo (páginas 193 y 194).

         Sobre ese entramado de carreteras, avanzaron los ejes de colonización. Cada eje ha significado un programa integral de colonización cuyo resultado total, entre 1954 y 1981, eran 462 colonias oficiales fundadas en todo el territorio del país, con 5.819,418 hectáreas de superficie y 80.443 lotes habilitados.

         A ellas deberían sumarse 92 colonias más, habilitadas por particulares, dentro del programa oficial, con 939.777 hectáreas y 27.468 lotes. Los detalles de este proceso, se incluyen en los cuadros anexos de esta obra.

         Todas juntas, las colonias oficiales y las privadas, totalizan - en 1981- 699 colonias habilitadas, sobre más de 8 millones de hectáreas y en cerca de 166.000 lotes.

         Uno de los primeros movimientos de colonización emprendido, aproximadamente desde 1961, ha sido la "marcha hacia el Este" que tuvo como columna vertebral las rutas números 2 y 7. La primera de ellas constituyó la concreción de un antiguo y siempre postergado proyecto al unir a la capital del país con la ciudad de Coronel Oviedo; un centro nodal de extraordinaria importancia en la interconexión regional de los departamentos orientales y septentrionales del país.

         La ruta 7, desde Coronel Oviedo hasta ciudad Presidente Stroessner (fundada el 3 de febrero de 1957), marcó la materialización y la feliz culminación de una de las más decididas acciones del gobierno por romper el aislamiento de la rica zona del Alto Paraná, ofrecer una nueva alternativa al sistema de comunicaciones internacionales del Paraguay, que hasta entonces había dependido en forma inveterada de su vía fluvial y de la salida obligada por el Río de la Plata y de iniciar un nuevo sistema de interconexión y de vinculación vial y comercial con el Brasil.

         El área de penetración del "eje este" comprende los departamentos de Caaguazú y Alto Paraná: una extensa y feraz región que abarca, prácticamente, toda la cuenca del río Paraná hasta el norte del departamento de Itapúa. Desde 1974 se incorpora también una nueva unidad político administrativa a esta región, al crearse el departamento de Canendiyú.

         En esta área se ha recortado nítidamente el perfil de la Colonia Puerto Presidente Stroessner destinada, por su misma posición geográfica estratégica a orillas del río Paraná, en el límite con el Brasil y en el propio centro del rico departamento de Alto Paraná, a constituirse en el núcleo urbano aglutinante del proceso de desarrollo regional.

         Presidente Stroessner es hoy una floreciente ciudad marcada, además, por el ritmo febril del emprendimiento binacional de Itaipú, del cual se constituye en centro neurálgico y área de influencia más directa e importante.

         Aparte de la Colonia Presidente Stroessner, con un área inicial de 65.000 hectáreas, 50 mil destinadas específicamente al laboreo agrícola y 15 mil al casco urbano, se enclavan en esta región cerca de un centenar más de colonias con alrededor de 600 mil hectáreas, algunas de ellas de notable importancia por su significativo aporte al extraordinario auge de la producción agrícola.

         Merecen destacarse las colonias de Juan León Mallorquín, Juan E. O'Leary y Repatriación en las que se desarrollan importantes programas de consolidación.

         En la región han surgido algunas cooperativas, como la de Minga Guazú que, en pocos años, han desarrollado una extraordinaria potencialidad económica.

         El cultivo y la comercialización de la soja, con modernos métodos de agricultura mecanizada, han adquirido en esta zona una posición de evidente primacía realizándose operaciones de exportación regional de notable magnitud, con destino al Brasil y a mercados de ultramar.

         En la región donde, a comienzos de la década del cincuenta, sólo se hallaban establecidos los grandes latifundios yerbateros y madereros y en la que sólo el 6,1 por ciento de la población total tenía albergue (5,4 por ciento en Caaguazú y sólo 0,7 por ciento en Alto Paraná), hoy en día se encuentran instalados modernos centros urbanos, como Coronel Oviedo, Caaguazú, O'Leary, Mallorquín y Ciudad Presidente Stroessner, con sus ciudades satélites Presidente Franco y Hernandarias.

         Pronto funcionará allí a pleno la central hidroeléctrica más grande y potente del mundo; es ya hoy un poderoso emporio de producción agrícola y tiene una población de varios centenares de miles de habitantes. Entre 1950 y 1962, su población había crecido en un 86 por ciento y entre 1962 y 1972 el incremento poblacional había sido de 101 por ciento. (STP; 1980).

         El "eje norte" de colonización se vincula con la red vial conformada por las rutas 3 y 5. La primera parte de Coronel Oviedo y pasa por Carayaó, San Estanislao y Lima para empalmar, a la altura de Yby-yaú, con la ruta 5 que une las ciudades de Concepción, en el extremo oeste de la Región Oriental, y Pedro Juan Caballero, en el extremo este.

         Se trata de otra región de extraordinaria potencialidad agrícola ganadera, integrada por los departamentos norteños de Concepción, Amambay y San Pedro, que han vivido -hasta la ejecución del Programa Marcha al Norte- en extremo aislamiento. Hasta aquí se extendían los dominios de las grandes empresas yerbateras y madereras y su única vía de comunicación y salida de sus productos, era el río Paraguay.

         "El gran movimiento de colonización iniciado paralelamente a la apertura de la importante red vial que une Cnel. Oviedo, a través de Carayaó, con San Estanislao y llega hasta el río Jejuí, abarca una extensa zona de tierra fértil y rica en recursos naturales... Esta acción colonizadora ha sido completada con la construcción de una importante ruta de penetración denominada "Ruta Liberación" que tiene por objeto librar del aislamiento a zonas comprendidas al sur del río Jejuí, permitiéndoles el acceso a la ruta principal" (IBR, Memorias, 1965).

         En realidad, actualmente la ruta 3 llega hasta el río Apa, mucho más al norte, y en estos momentos se halla en plena ejecución su pavimentación asfáltica. Está también muy próxima la concreción del asfaltado de la ruta 5, lo que tornará muchísimo más fácil la accesibilidad a esta próspera zona de colonización. El Programa del IBR denominado "Marcha al Norte", se estructuró más tarde como acción programática interinstitucional a través del Consejo Nacional de Progreso Social (CNPS), bajo la denominación de Primer Proyecto Piloto Integral de Desarrollo Rural del Eje-Norte de Colonización y, posteriormente, con el nombre genérico de Programa Integrado de Desarrollo Rural del Eje-Norte de Colonización.

         Este programa ha constituido la primera experiencia de desarrollo integrado de una vasta área de colonización, llevada a cabo en forma coordinada por varias oficinas técnicas especializadas del gobierno. Inicialmente se desarrollaron las acciones en 7 colonias y su objetivo era, entre 1967-1970, el asentamiento inicial de 2.000 familias. Actualmente son 27 las colonias involucradas en este Programa.

         La zona norte de colonización, incluyendo en ella a los departamentos de Concepción, San Pedro y Amambay, cuenta con aproximadamente 180 colonias y más de 900 mil hectáreas. Entre 1954 y 1981 se habían loteado en la zona unos 25.300 lotes.

         En el marco del Programa Integrado de Desarrollo Rural del Eje-Norte de Colonización, se lleva a cabo una interesante experiencia de innovación en el tipo de asentamiento. Se han incorporado 3 colonias con un trazado y un sistema de distribución parcelaria que rompe el esquema tradicional de loteamientos rectangulares dispuestos en una cuadrícula de líneas perpendiculares y paralelas, formándose en cambio una figura de círculos concéntricos en cuyo núcleo se halla el casco urbano.

         En el área se ha instalado la Colonia Repatriados del Norte que ha servido de asiento a importantes contingentes de población repatriada.

         El "Eje Sur" de colonización, por su parte, es el que sigue, aproximadamente, el trazado de la ruta No. 1 que, desde Asunción, en dirección sur-este, llega hasta el puerto de Encarnación sabe el río Paraná, con una extensión aproximada de 380 kilómetros completamente asfaltada. La zona sur de colonización, en realidad, ha afectado especialmente al Departamento de Itapúa, una verdadera sub-región del oriente paraguayo que, desde fines del siglo pasado y comienzos del actual, se vio privilegiada por un vasto movimiento de colonización con laboriosos inmigrantes europeos pero dejando un amplio margen territorial, hacia el noreste, en la frontera con la región alto paranaense.       

         Considerando el área integrada por los departamentos de Caazapá, Itapúa, Misiones y Ñeembucú, entre 1954 y 1981 se habían creado allí más de 110 colonias en una extensión de aproximadamente, 550 mil hectáreas.

         Solamente en Itapúa se habilitaron, en más de 400 mil hectáreas, unas 50 colonias con más de 11.000 lotes mensurados. Actualmente se ejecuta en este departamento, un Proyecto Integrado de Asentamiento y Desarrollo Rural que abarca 200 mil hectáreas hacia el noreste.

         Dicho proyecto, que cuenta con el apoyo financiero del BIRF y la FAO, asentará en el área a 8.000 familias en dos distritos del departamento y "contempla igualmente la apertura de una red de caminos, la instalación de núcleos rurales comunales provistos de silos y depósitos, centros de salud, escuelas y viviendas, asistencia crediticia, técnica, médica y social". (IBR, Memorias, 1976).

         En esta área de colonización se han pavimentado, últimamente, 72 kms. de la ruta No. 6 que une las ciudades de Encarnación con Presidente Stroessner, hallándose en ejecución la pavimentación del tramo restante de aproximadamente 180 kilómetros.

         Los programas de colonización se han extendido también hasta la Región Occidental del país, en el valioso territorio del Chaco cuya defensa costó una dura guerra de 3 años. Abandonado inicialmente a la acción de algunos pobladores pioneros, como los mennonitas que se instalaron en la zona centro-chaqueña hacia 1926, las empresas tanineras -que redujeron sensiblemente su enorme riqueza forestal- o las antiguas parcialidades indígenas que lo habitaban desde la época de la conquista, el Chaco paraguayo tuvo siempre el equívoco rótulo de región inapta para la agricultura.

         Y si bien es cierto que su mayor potencialidad es la ganadería, lo cierto es que junto con la pecuaria se desarrolla también en su territorio una interesante actividad agrícola.

         En cualquiera de los casos, la actividad colonizadora del Instituto de Bienestar Rural no ha estado ausente del Chaco. Entre 1954 y 1981 se habían creado en este territorio unas 40 colonias agropecuarias con cerca de 4,2 millones de hectáreas y cerca de 3.400 lotes.

         La excepcional importancia del Chaco, con sus casi 250 mil Km.2 de superficie (el 60 por ciento del territorio nacional), sus recursos y posibilidades para la economía nacional, así como la magnitud de los emprendimientos que se realizan en esa región, nos imponen ocuparnos con más detenimiento sobre el tema, cosa que haremos un poco más adelante.


         b) COLONIZACIÓN Y REPATRIACIÓN

         Junto con los programas de colonización por regiones o zonas geográficas que hasta ahora hemos mencionado, el IBR ha llevado adelante otros que han tenido profundo impacto en términos económicos y sociales en general.

         Así cabe recordar el programa de repatriación realizado con el firme propósito de brindar oportunidades y amplias facilidades a todos aquellos paraguayos que, como secuela del período de estancamiento económico y de anarquía e inseguridad política, habían integrado esa enorme masa de desterrados que prefirió radicarse en países vecinos como la Argentina.

         Entre 1960 y 1967 se crearon 3 colonias para ese sólo efecto: Repatriación, en el Departamento de Caaguazú, Repatriados del Sur y Repatriados del Norte en Itapúa y San Pedro, respectivamente. En conjunto comprenden esas colonias 45 mil hectáreas con alrededor de 2.800 lotes mensurados.

         En el período 1962-1967, el de mayor auge de la repatriación canalizada por el IBR, se habían beneficiado con este programa 6.187 jefes de familia y un total de 24.860 personas.

         El programa de repatriación ha incluido leyes y políticas de protección especial, de parte del gobierno, para facilitar la reintegración de los compatriotas desterrados de la vida nacional, tales como la liberación total de gravámenes aduaneros para la incorporación al país de sus muebles, enseres personales y útiles y herramientas de labranza; el transporte a cargo de unidades de la Flota Mercante del Estado desde el lugar de embarque hasta el puerto de Asunción; el transporte gratuito de los repatriados en camiones del IBR hasta el sitio de su asentamiento y la asistencia económica durante los primeros doce meses de su afincamiento, incluyendo reparto gratuito de provisiones.


         c) COLONIZACIÓN Y FUERZAS ARMADAS


         Otro programa complementario de evidente significación económica y social, ha sido el de Tierra a los Veteranos de la Guerra del Chaco. Este programa se ajusta a las disposiciones de la Ley No. 1087 que acuerda beneficios especiales a los mismos y entre los cuales se halla la adjudicación, a título gratuito, de 40 hectáreas de tierra colonial para los que decidan dedicarse a la agricultura.

         Hasta 1975 se habían otorgado 4.200 títulos de propiedad a los veteranos de la guerra del Chaco que habían optado por asentarse en colonias administradas por el IBR.

         De especial significación ha sido, también, el programa de Colonización con Conscriptos de las Fuerzas Armadas (FF.AA.) de la Nación.

         Al hablar del proceso de normalización institucional y de estabilización política del país, habíamos aludido a la forma como en el Paraguay las FF.AA. cambiaron el sendero de las asonadas militares por el del trabajo pacífico y creador. Como parte de estas acciones de tiempos de paz realizadas por el ejército nacional, bajo la categoría de Acción Cívica o Acción Social de las FF.AA., se ha encarado su participación en el proceso transformador de la estructura agraria del país.

         Es así como, desde 1963, por disposiciones expresas del Estatuto Agrario y luego, a partir de 1967, por mandato de la misma Constitución Nacional, el IBR lleva adelante su Programa de Tierra a Conscriptos Licenciados de las FF.AA. de la Nación.     En efecto, el Estatuto Agrario contiene un Capítulo dedicado al Instituto de Bienestar Rural y las Fuerzas Armadas, cuyas disposiciones expresan:

         Art. 19: Los conscriptos de las Fuerzas Armadas de la Nación procedentes de las zonas rurales recibirán, en cuanto las circunstancias lo permitan, un curso intensivo de adiestramiento agropecuario.

         Art. 20: El licenciado del servicio militar obligatorio que hubiese completado el curso de adiestramiento a que se refiere el artículo anterior, tendrá derecho a un lote agrícola que el Instituto de Bienestar Rural le adjudicará al plazo máximo para su pago, conforme con las disposiciones de esta Ley.

         Art. 21: El Ministerio de Defensa Nacional acordará con el Instituto de Bienestar Rural las disposiciones necesarias para dar cumplimiento a las previsiones de este Capítulo y la colaboración de las Fuerzas Armadas para los fines del Bienestar Rural.

         Por su parte la Constitución Nacional dispone, en el Art. 131, que "El Estado fomentará el interés de la juventud en las tareas agropecuarias, especialmente entre los ciudadanos que, al término del servicio militar, se incorporen a la población rural".

         Atento a todas estas prescripciones, desde sus inicios el IBR ha destinado una parte importante de sus esfuerzos a la colonización con conscriptos de las FF.AA. Ya en 1962 se habían creado las colonias "Bernardino Morales" y "Madame Lynch" destinadas a los licenciados, por término de su período de instrucción militar obligatoria, de las guarniciones militares del Batallón Escolta y de la Artillería de Paraguarí.

         Un documento del IBR aporta interesantes informaciones sobre este particular. "Con el propósito de motivar y facilitar a los jóvenes licenciados su incorporación al campo -dice-, se les otorga a pedido de las autoridades militares correspondientes un permiso de ocupación de tierra, con el cual el interesado puede presentarse a las Agencias Regionales del IBR e iniciar allí la gestión para ocupar y adquirir después un lote agrícola. Este programa se cumple con renovado interés año tras año y, a la fecha (6-XI-1972), fueron entregados ya 38.275 permisos de ocupación a los conscriptos licenciados que demostraron interés por las actividades rurales y recibieron adiestramiento agropecuario intensivo. La importancia de este programa resulta fácil de comprender si se atiende a que la estructura poblacional del país acusa un 40 por ciento de jóvenes de menos de 15 años". (IBR; 1972).

         El impacto de este programa es evidente, además, en otros aspectos. Así por ejemplo se ha revelado como un importante medio de evitar la emigración de los jóvenes que culminan su servicio militar obligatorio hacia el extranjero o su migración hacia las áreas urbanas donde sus posibilidades de integrarse a la fuerza laboral no ofrecen mayores perspectivas.

         En todo caso, las FF.AA., además de preocuparse por brindar a los jóvenes una formación técnica especializada en diversos oficios, para prever esta última eventualidad, y en la certeza de que la mayoría de los conscriptos que se encuentran en los cuarteles prestando servicio militar obligatorio, provienen de áreas rurales, viene estimulando el regreso de los mismos a sus lugares de origen con capacitación agropecuaria, adecuada y con el respaldo de este Programa de Colonización de notable trascendencia.

         En 1971 el gobierno nacional creó una Comisión Interinstitucional integrada con representantes del Comando en Jefe de las FF.AA. de la Nación, del Ministerio de Defensa Nacional y del Instituto de Bienestar Rural, encargándosele llevar adelante la ejecución de este Programa. En los dos primeros años se había ya establecido el primer núcleo de colonos-conscriptos con 95 lotes agrícolas de 20 hectáreas cada uno, 96 lotes quinta de 1 hectárea cada uno, 1 campo comunal de 100 hectáreas, 1 chacra comunal de 47 hectáreas, cuatro avenidas de 2.000 metros cada una y 23 calles de 500 metros.

         Actualmente el programa de colonización con conscriptos de las FF.AA. de la Nación ha quedado a cargo del Estado Mayor del Ejército y se encara un importante proyecto, por convenio entre el gobierno nacional y el Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas (IICA), con apoyo financiero del Fondo Simón Bolívar, para la constitución de Empresas Asociativas de Producción Agropecuaria con Conscriptos de las FF.AA. del Paraguay. El asiento del Proyecto se halla enclavado en el Departamento de Canendiyú, Colonia General Bernardino Caballero, y cuenta ya con un importante núcleo poblacional y con el funcionamiento de una Cooperativa de Producción Agrícola.


         d) DESARROLLO RURAL INTEGRADO

         De indudable gravitación se están revelando, también, los programas de Desarrollo Rural Integrado que actualmente lleva a cabo el gobierno nacional. Los mismos caen bajo la responsabilidad del Consejo Nacional de Progreso Social (CNPS).

         Este Consejo fue creado en marzo de 1967, en atención, entre otras, a las siguientes consideraciones contenidas en el Decreto 24.879 del Poder Ejecutivo que lo crea:

         "Que el Gobierno ha cubierto ya las etapas iníciales en materia de planificación estableciendo el organismo planificador nacional; elaboración y aprobación de los dos primeros Planes de Desarrollo Económico y Social, e iniciación de la implementación de estos planes".

         "Que para que los esfuerzos de la planificación nacional cumplan exitosamente las etapas siguientes de su importante finalidad, los planes deben ser no solamente comprendidos y aceptados por la población en general, sino que debe ésta participar en todo el proceso".

         "Que el mejoramiento del nivel de vida de la población rural constituye preocupación fundamental del gobierno, expresada en la existencia de programas y proyectos sectoriales en diferentes organismos oficiales al servicio de tal objetivo".

         "Que existe en la población un enorme potencial de aptitudes y energías no aprovechadas aún totalmente, que puede constituirse en importante factor para el desarrollo nacional integral si éste es incorporado en forma orgánica y ordenada de manera a integrar un esfuerzo conjunto de Gobierno y Pueblo al servicio del desarrollo de las comunidades rurales del país".

         Créase pues el Consejo Nacional de Progreso Social asignándole las siguientes funciones, entre otras: formular y mantener una política nacional de Progreso Social enmarcada dentro de los planes nacionales de desarrollo económico-social del país; planificar las diversas acciones del progreso social, dentro de un programa nacional, estableciendo los objetivos generales, las metas específicas y las prioridades de cada programa y crear los mecanismos adecuados que garanticen una efectiva coordinación de los programas, tanto horizontal como verticalmente.

         En este marco institucional se están ejecutando actualmente importantes Programas de Desarrollo Rural Integrado. Los programas citados se manejan al más alto nivel de gobierno, puesto que el CNPS es un organismo interministerial e interinstitucional integrado por los ministros de Agricultura y Ganadería, de Salud Pública y Bienestar Social, de Justicia y Trabajo y de Educación y Culto, además de las representaciones del Instituto de Bienestar Rural y de la Secretaría Técnica de Planificación que las ejercen sus más altas autoridades.

         Uno de los primeros Programas de Desarrollo Rural Integrado ha sido el del Eje Norte de Colonización al que ya hemos aludido.

         El mismo abarca una zona ubicada en el Departamento de San Pedro, a 150 kms. aproximadamente de la Ciudad de Coronel Oviedo, sobre el ramal carretero de la ruta 5; se asienta sobre una superficie de 45.500 hectáreas que se prevé ampliar hasta 55.000 y beneficia a un grupo poblacional, inicial, de 41.000 personas.

         Las acciones comprendidas en las 27 colonias del Programa de Desarrollo Rural Integrado del Eje Norte, incluyen "la asistencia crediticia y técnica, la provisión de insumos de buena calidad, la provisión de algunos implementos fundamentales, las instalaciones para almacenamiento y procesamiento primario de la producción agrícola a nivel local, la estructuración del sistema de comercialización, la adopción de medidas para detener la erosión de los suelos, la elevación de la producción y la productividad, la diversificación de cultivos, el aprovechamiento de la capacidad real del colono. El programa de producción establece un incremento sustantivo del rendimiento por hectárea de los cultivos tradicionales del área y la obtención de precios superiores a los habituales para elevar los ingresos familiares en efectivo del colono". (IBR, ob. cit.).

         Otro Programa de Desarrollo Rural Integrado, a cargo del CNPS, es el de la Región del Paraná que data de 1971. Son sus principales objetivos: elevar el nivel de vida de la población; mejoramiento de las condiciones sociales de la población, acceso y disfrute de bienes y servicios de saneamiento, apoyo a la producción y comercialización, infraestructura física y bienestar social; estímulo a la inversión productiva, fomento de agroindustrias, incremento del empleo y aumento del valor agregado en la producción primaria; adecuación de la estructura de tenencia de la tierra y tamaño de predios, acceso a créditos, capacitación y asistencia técnica, educación, etcétera y participación directa de la población en el desarrollo de la comunidad. (CNPS, Plan Operativo; 1980).

         Inicialmente se había definido un área geográfica que abarcaba todo el Departamento de Alto Paraná y parte de los departamentos colindantes. Progresivamente el área se circunscribió al Departamento del Alto Paraná, luego se definieron micro-regiones y finalmente se han centrado las acciones en colonias especiales; actualmente las acciones se centran en las colonias de Itaipú e Itaipyté hallándose en estudio una nueva expansión hacia localidades vecinas de estas dos colonias.

         Tiene vigencia en la actualidad el Plan Operativo del año 1981 y se halla próximo a operar el Plan de 1982.

         Sin embargo, no han sido sólo los departamentos con amplias disponibilidades de tierras las que han recibido la atención de la política agraria del gobierno.

         Consciente de que en la región central, de asentamientos antiguos, se ha arraigado tradicionalmente la mayoría de la población agroproductora, en suelos cada vez más desgastados, en área de proliferación creciente del minifundio, con gran número de pequeñas unidades productoras de muy baja productividad, se han comenzado a ensayar también allí nuevas formas de asistencia a estos sectores dentro de la misma política de mejoramiento y diversificación de la producción agrícola.

         Así es como, aparte de crearse numerosas colonias en el área de minifundio, se están haciendo actualmente ensayos de reasentamiento poblacional y redimensionamiento parcelario de las unidades económicas, con reforzamiento de la asistencia técnica y crediticia, con mejora de los canales de mercadeo, diversificación de la producción y organización socio-económica de los productores.

         En la zona central de la Región Oriental del país, comprendida por los departamentos de Cordillera, Central, Paraguarí y Guairá, se crearon, entre 1954 y 1981, 94 colonias sobre 150 mil hectáreas con unos 12.000 lotes aproximadamente.

         Dos importantes experiencias que se realizan en esta área, tradicionalmente volcada en su gran mayoría a la producción de subsistencia, merecen destacarse.

         Una de ellas es la de la Colonia Ñuatí, en el Departamento de Paraguarí, donde se está reemplazando la producción subsistencial por producción intensiva de hortalizas para el mercado; la otra es la Colonia Oyopói donde el IBR, conjuntamente con un Proyecto de la Universidad Católica "Nuestra Señora de la Asunción", ejecuta una experiencia de reasentamiento de la población sobre la base del redimensionamiento parcelario en base a criterios racionales y equitativos que la propia comunidad ayudó a elaborar. Actualmente en esta colonia se ha superado la producción consuntiva, siendo su principal renglón la caña dulce que se procesa en la fábrica de miel que la propia cooperativa de productores posee y que se comercializa en las fábricas de alcohol de Piribebuy, en cuyos alrededores se halla enclavada.

         Finalmente, en un nivel todavía más amplio, también en el área de minifundio, se llevan adelante algunos Programas Integrados. Es de mucha importancia el denominado Programa de Desarrollo Integrado Rural-Urbano de Paraguarí, que abarca a todo este departamento de 8.705 kms2. de superficie y que se ejecuta con apoyo de la Organización de Estados Americanos (OEA), a través del Ministerio de Hacienda.


         e) COLONIZACIÓN CON INDÍGENAS

         Por último, merecen comentario destacado las colonias indígenas que el IBR ha venido creando desde su instalación como organismo ejecutor de la política agraria del gobierno.

         La política indigenista del gobierno nacional es un campo de vastas realizaciones que requeriría de un capítulo especial. Pero no podemos por eso dejar de reseñar brevemente todas aquellas acciones que, en íntima conjunción con la reforma agraria y el bienestar rural, se han venido ejecutando desde fines de los años cincuenta.

         En noviembre de 1958 el Poder Ejecutivo sancionó el Decreto 1341 que creó el Departamento de Asuntos Indígenas (DAI) dependiente del Ministerio de Defensa Nacional. En una Resolución interna de este ministerio, organizando el referido Departamento, se inscribía ya como una de sus importantes finalidades, la de "realizar gestiones ante el Instituto de Reforma Agraria para la reservación de tierras que serán destinadas para asiento de las agrupaciones indígenas"

         Ya en 1959, como parte de las gestiones del Departamento de Asuntos Indígenas del Ministerio de Defensa Nacional, el Instituto de Bienestar Rural -por entonces todavía Instituto de Reforma Agraria- cedió una fracción de 13.000 hectáreas, en el Departamento de Amambay, con el fin de organizar la Colonia Yvypyté para los indígenas guaraníes de la zona del Ypané-Ypanemí.

         Posteriormente, por decretos 18.365 y 22.274 del 20 de octubre de 1975 y del 19 de abril respectivamente, se creó y delineó el funcionamiento del Instituto Nacional del Indígena (INDI), organismo interministerial e interinstitucional que reemplazó al ya citado DAI.

         El INDI cuenta con la participación, como máxima autoridad, de los ministros del Interior, de Salud Pública y Bienestar Social, de Justicia y Trabajo, de Educación y Culto, de Agricultura y Ganadería así como del Presidente del Instituto de Bienestar Rural y de un representante de la Secretaría Técnica de Planificación y otro de las Fuerzas Armadas de la Nación, con la presidencia del Consejo de Dirección a cargo del Ministro de Defensa Nacional. Más recientemente se acaba de aprobar la Ley 904/81 que establece el Régimen Jurídico del Indígena y reglamenta el funcionamiento del INDI con una estructura jerárquica similar a la ya mencionada que, como puede verse, es del más alto nivel.

         En todas las pautas legislativas sobre la población indígena del país, ha quedado claramente establecido el derecho de las diferentes parcialidades del Paraguay, tanto guaraníes como chaqueñas, a gozar en igualdad de condiciones con la población paraguaya de los beneficios de las leyes agrarias y de colonización.

         En ese marco quedan inscriptas las numerosas colonias indígenas que hoy se encuentran establecidas por todo el territorio nacional. No obstante, conviene aclarar que la población aborigen del Paraguay es actualmente escasa no sobrepasando los 40.000 individuos (aproximadamente el 1,5 por ciento de la población nacional estimada a 1980). (1)

         En la Región Oriental existen actualmente 42 colonias indígenas de parcialidades fundamentalmente guaraní: 24 en el Departamento de Amambay, 4 en el de San Pedro, 2 en el de Concepción, 8 en Canendiyú, 3 en Alto Paraná y una en Caaguazú. Cuentan en total con cerca de 55.000 hectáreas y albergan a alrededor de 2.300 familias.

         En el Chaco paraguayo (Región Occidental) priman notablemente las misiones religiosas de diferentes confesiones, es así como unos 6 mil indígenas chaqueños se asientan en alrededor de 12 misiones religiosas. Por su parte, entre los mennonitas viven cerca de 6.000 indígenas en 6 colonias que cuentan con alrededor de 50.000 hectáreas.

         Recientemente el INDI ha asentado en una colonia del Chaco central a un grupo de familias Tobas-Maskoy, sobre 20.000 hectáreas en las que, el propio Ministerio de Defensa Nacional, ha realizado importantes mejoras como apertura de calles, mensura y loteamiento, habilitación de fuentes de agua potable, etcétera.

         Todas estas acciones que hemos reseñado someramente, han tenido sus hondas repercusiones en la estructura agraria del país y en las sorprendentes tasas de crecimiento económico que el Paraguay ha venido revelando, en forma ininterrumpida, en los últimos dos decenios.

         Contribuyó poderosamente a este extraordinario dinamismo, la expansión del sector agrícola y ganadero como veremos al analizar los grandes indicadores del desarrollo económico y social del país. Esa expansión no hubiese sido posible sin todas las medidas de política económica tomadas por el gobierno y, entre ellas, fundamentalmente, sin la política agraria que hemos analizado hasta aquí.  

         Pero hay un último aspecto que debemos mencionar por su evidente trascendencia. Y lo haremos con palabras de los mismos responsables de esta política, los representantes del Instituto de Bienestar Rural.

         En efecto, con la política agraria del gobierno se ha logrado fundamentalmente cambiar la actitud del campesino y del agricultor paraguayo. "Se ha logrado, según expresa un documento del Instituto de Bienestar Rural, que la población vaya asumiendo gradualmente la responsabilidad de orientar y dirigir su propio destino; y eso lo han logrado individualmente y colectivamente a través de sus sólidos Comités de Agricultores o Comités de Progreso Social, verdaderos ejemplos de solidaridad y cooperación. El colono ha desechado definitivamente la apatía e inercia que lo caracterizaba, se ha convertido en un hombre con confianza en sí mismo, con esperanza en el futuro y con dinamismo". (IBR, cit.).

         "Esto está avalado por el informe del funcionario de Naciones Unidas, Dr. Lawrence Moore, quien señaló: ‘Lo más importante es que las familias campesinas no son ya entes aislados, sino que han ido agrupándose funcionalmente tanto para los efectos del desarrollo espiritual como material. Se está pasando de una estructura familiar atomizada a una estructura comunitaria’ (Informe Moore, pág. 7)". (ibíd.).

         "Es, en fin, como señala el Dr. Juan Manuel Frutos, un proceso de democratización social y económica general, cuyo resultado más positivo es que el campesino paraguayo ha roto la barrera de sus frustraciones'." (ibíd.).



(1) Actualmente se procesan en la Dirección General de Estadística y Censos los resultados del 1er. Censo Indígena del Paraguay levantado en 1981.


3

EL CRECIMIENTO DE LA RED VIAL

         El crecimiento de la red vial en nuestro país ha sido uno de los puntales sobre los que se ha afirmado el desarrollo económico y social del Paraguay.

         Ninguna acción positiva se hubiera podido emprender para alcanzar el sostenido crecimiento económico experimentado por el Paraguay en los últimos 27 años y ningún resultado, en términos de bienestar social, habría sido posible si no se hubiera tejido sobre el territorio nacional un entramado de rutas, caminos troncales y subsistemas camineros. Porque inútil sería producir bienes si no se los pudiera desplazar hacia los mercados; ninguna vinculación comercial internacional competitiva podía establecerse si se habría de seguir dependiendo exclusivamente de la red fluvial y de los antiguos caminos de carretas; no hay integración posible, ni geográfica ni poblacional, cuando el país es un mosaico de regiones y localidades encerradas por un oscuro aislamiento.

         Así lo entendió el gobierno nacional cuando en 1954, empezó un vasto y progresivo plan de extensión de la red vial, como parte de su política de desarrollo nacional y de integración física del territorio paraguayo y como un componente esencial para el logro del crecimiento de la producción, la apertura de nuevos mercados, el incremento de las exportaciones, el mejoramiento de los servicios de apoyo a la población (salud, educación, obras sanitarias, electrificación) y a la producción (asistencia crediticia y técnica, canales de comercialización, precios justos, etcétera). En 1940, nuestro país, con 406.752 kms2 de superficie territorial, apenas contaba con un total de 269 kilómetros de red vial: 69 kilómetros de tierra, 188 de ripio y apenas 12 kilómetros de ruta pavimentada.

         En los siguientes 15 años la situación había variado y ese cambio parecía extraordinario porque, tan precaria era la situación vial en la década del cuarenta, que por más reducido que fuera el tramo caminero que se abriera en ese enorme territorio virgen, adquiría dimensiones de un emprendimiento gigantesco. Así es como para 1954 la red vial había crecido en un 322 por ciento aun cuando una sola era la ruta pavimentada, con 87 kilómetros de extensión. Las terraplenadas alcanzaban en ese entonces 632 kilómetros y las enripiadas 419 kilómetros.

         Sin embargo, si se mira hoy el territorio nacional desde un rápido sobrevuelo y posteriormente se analizan las estadísticas correspondientes abarcando los distintos períodos comprendidos entre 1940 y 1981, entonces sí se puede afirmar que el crecimiento de la red vial ha sido realmente espectacular.

         De los 269 kilómetros existentes en 1940, se ha pasado a una extensión de 10.635 kilómetros totales: el crecimiento, en 41 años, ha sido de 3.953 por ciento. Y entre 1954 y 1981 la red vial se incrementó en un 834 por ciento, equivalente a un promedio anual de 31 por ciento.

         Los caminos de tierra han pasado, entre 1954 y 1981, de 632 a 8.671kilómetros y los pavimentados de 87 a 1.486 kilómetros. Además de estos caminos principales, existen otros de menor categoría construidos por las Juntas Viales, el Instituto de Bienestar Rural en las colonias y por entidades privadas en general, como compañías petrolíferas o cooperativas mennonitas y otras. El total arroja una cifra aproximada al orden de los 20.000 kilómetros. El salto ha sido gigantesco: un país sometido al estancamiento, con caminos peatonales abiertos por la propia deambulación sacrificada de sus pobladores o por el cansino y tortuoso movimiento de las carretas tiradas por bueyes, ha visto surgir en su cuerpo un sistema circulatorio tan amplio e intrincado como el de las venas y arterias que alimentan y dan vida al organismo humano (Véanse cuadro y gráfico en las páginas 193 y 194).

         Mas allá del frío impacto de las cifras estadísticas, importa fundamentalmente demostrar que, detrás de este extraordinario esfuerzo por acrecentar los caminos de la patria, se encuentran planes racionales que han tendido a lograr una efectiva integración del territorio paraguayo, incorporando a la economía, a la cultura y a la propia vida de nuestro país, zonas y regiones enteras que, anteriormente, parecían formar entidades divorciadas del cuerpo físico del Paraguay y muchas veces más ligadas y dependientes de países extraños porque la vecindad geográfica con ellos y su mejor disponibilidad de caminos cercanos a esas regiones, así lo determinaban.

         Observando el mapa de rutas actuales del Paraguay puede entenderse cómo y por qué ese proceso de crecimiento vial del país se ha correspondido en perfecta armonía con el desarrollo sostenido de su economía y con el paulatino mejoramiento de las condiciones de vida de su población.


         a) EJE CAMINERO DEL ESTE

         El primer gran eje carretero que merece citarse es el integrado por las rutas 2 "Mariscal Estigarribia" y 7 "Dr. Rodríguez de Francia" con una extensión total de 330 kilómetros pavimentados. La primera se hallaba asfaltada entre Asunción y Eusebio Ayala (72 kilómetros) en 1954; a partir de 1958 se inicia su pavimentación desde Eusebio Ayala hasta Coronel Oviedo con la intención de realizar su empalme posterior con el tramo Coronel Oviedo-Ciudad Presidente Stroessner. Por su parte, el estudio y proyecto de apertura de la ruta 7 se realizó en 1956 y las obras tuvieron inicio de inmediato. El Comando de Ingeniería de las FF.AA. ejecutó el tramo Coronel Oviedo (Km. 132) al Km. 230 y desde allí hasta Ciudad Stroessner fue realizado, en parte, por la Comisión Mixta Paraguayo-Brasileña y, en parte, por empresas privadas.

         En 1959 esta ruta terraplenada estaba ya habilitada. Poco después se iniciaba su pavimentación asfáltica quedando habilitada en 1966 y desde 1972 se encara su mejoramiento y rehabilitación, dado el intenso tráfico que ella ha generado. Actualmente estas obras se hallan concluidas en la primera etapa (entre Eusebio Ayala y Caaguazú) y están llegando a su fin las correspondientes al tramo Caaguazú-Stroessner.

         El eje carretero descripto abrió al país la inmensa región del Este paraguayo, incorporando a la economía nacional la rica región del Alto Paraná y Caaguazú, con sus progresistas colonias agrícolas y sus modernos aserraderos, permitiendo el enlace con el Brasil a través del Puente de la Amistad y posibilitando la salida de los productos paraguayos hacia el mar por la vía del puerto de Paranaguá donde el Paraguay cuenta ahora con una zona franca. Hizo posible, además, la construcción e inmediato aprovechamiento de la usina hidroeléctrica del Acaray, una obra pionera que permitió la rápida expansión de la electrificación del país y, en poco tiempo más, desde la Ciudad Presidente Stroessner, la usina de ITAIPU comenzará también a generar energía eléctrica al iniciar su funcionamiento la primera turbina en 1983.


EVOLUCIÓN DE LA RED VIAL

(En Kilómetros) 1940 - 1981




         b) EJE CAMINERO DEL SUR

         El eje carretero del Sur, Asunción-Encarnación, representado por la ruta 1 "Mariscal López", con una extensión total de 370 kilómetros, fue pavimentado en dos etapas. Primeramente hasta Paraguarí en una extensión de 63 kilómetros, con trabajos ejecutados por administración directa y recursos internos del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones que concluyeron en 1959. La segunda etapa, de 303 kilómetros, entre Paraguarí y Encarnación, se inició a fines de 1964 y finalizó en 1969.    

         Con esta ruta, más los ramales de penetración realizados en la zona de Itapúa, se acortaron las distancias con las prósperas colonias del sur-este y se aseguró un rápido contacto con las áreas ganaderas de Misiones y, en parte, de Ñeembucú. Se aseguró, además, el enlace con la República Argentina por vía terrestre, rompiendo la antigua dependencia fluvial y ferroviaria y se hallan ya en plena ejecución las obras de construcción del puente Encarnación-Posadas con el que ese lazo quedaría definitivamente consolidado.

         El Puente Encarnación-Posadas, tendrá una longitud de 2.550 mts. con un ancho de 17,60 mts.; el tramo vial será de 7,30 mts. y el ferrocarrilero de 4,20 mts. (eliminándose así el cruce del río en ferriboat), destinándose el resto al tránsito peatonal. Su costo total aproximado será de 90 millones de US$.

         En íntima conexión con la ruta 1 hay que mencionar dos importantes ejes más. En primer lugar el constituido por la ruta 6 "Dr. Juan León Mallorquín" que une Encarnación con Hohenau y Pirapó en un tramo de 72 kilómetros, más el ramal Encarnación Pacú cuá (embarcadero del Puerto encarnaceno). Estos tramos, ya totalmente pavimentados, han permitido un subsistema de integración regional en la zona itapuense que culminará cuando las obras ya iniciadas empalmen las rutas 6 y 7 en cercanías de Ciudad Presidente Stroessner, completando uno de los circuitos camineros más importantes del Paraguay: el que enlazará el área de desarrollo del denominado "PLAN TRIANGULO" (área comprendida entre Asunción-Encarnación y Ciudad Presidente Stroessner).

         El otro ramal vinculado con el eje caminero del Sur, está constituido por la ruta 4 "Gral. José Eduvigis Díaz" que une las ciudades de San Ignacio de las Misiones con Pilar, Humaitá, Paso de Patria e Itapirú, en una extensión de 223 kilómetros terraplenados, cuya próxima pavimentación el gobierno nacional encara decididamente.


         c) EJE CAMINERO DEL NORTE


         Otro importantísimo tramo vial lo constituye el Eje Norte, formado por la ruta 5 "General Bernardino Caballero" entre Concepción y Pedro Juan Caballero que el gobierno decidió crear con un nuevo trazado en 1956 y cuya ejecución comenzó en 1960, a través del Comando de Ingeniería. El terraplén fue terminado y oficialmente entregado en 1971. Actualmente se está prácticamente comenzando su pavimentación asfáltica. Se complementa este eje con el de la ruta 3 "Gral. Elizardo Aquino" (Coronel Oviedo – Yby yaú - Bella Vista) de 412 kilómetros, actualmente también en proceso de pavimentación.

         El Eje carretero Norte se halla íntimamente asociado al proceso de colonización y consolidación de asentamientos agrícolas en toda la zona norte de nuestra Región Oriental, donde se desarrolla un importante Programa de Desarrollo Rural Integrado con las colonias del área.


         d) LA TRANSCHACO

         De gran trascendencia ha sido la construcción de la ruta 9 "Carlos Antonio López" o "Transchaco" que, desde 1960, el gobierno ha emprendido con particular atención y empeño. Son 750 kilómetros de ruta que, con un pequeño ramal de 25 kilómetros entre Asunción y Villa Hayes, une a este último punto situado en la margen chaqueña del río Paraguay con la localidad de General Eugenio A. Garay, en el extremo nor-oeste del Chaco paraguayo, en plena frontera con Bolivia.

         En 1968 se inició la pavimentación asfáltica de esta ruta en el tramo Asunción-Filadelfia, en el área de las prósperas colonias mennonitas, hallándose actualmente terminados 333 kilómetros y prosiguiendo las obras para completar el asfaltado total de esta importante vía de comunicación.

         La ruta Transchaco tuvo el refuerzo fundamental de la construcción del Puente Remanso, sobre el río Paraguay, que posibilitó definitivamente la integración de la extensa región chaqueña con el resto del país. Se han iniciado también los primeros trabajos para la pavimentación de la ruta Pozo Colorado-Puerto Militar que, gracias a otro puente sobre el río Paraguay a la altura de la Ciudad de Concepción, hará posible la vinculación de este ramal carretero con el del Eje Norte (rutas 3 y 5 ya mencionadas).


         e) OTROS RAMALES

         Otra serie de subsistemas, pavimentados o terraplenados, deberían citarse aquí para completar el amplio telar de la red vial del Paraguay actual. Así por ejemplo, entre los pavimentados merecen destacarse los tramos Asunción-Luque; Asunción-San Lorenzo (prolongación de la Avda. Mariscal López); Km. 27-Guarambaré-Villeta; Guarambaré-Nueva Italia; Asunción-Itá Enramada; Ramal Asunción-Lambaré; Paraguay-Piribebuy; Coronel Oviedo-Villarrica; Carapeguá-Acahay-Ybycuí-La Colmena; Luque-Areguá-Patiño; Km. 40-San Bernardino y tantos otros.

         En la Región Occidental, junto con los numerosos caminos construidos por particulares, entre los que resaltan los de las colonias mennonitas, deben citarse también los ramales Km. 291 Ramal General Díaz de 179 kms.; Km. 757-Ramal Mr. Long-Gabino Mendoza de 75 kms.-, Mariscal Estigarribia-Tte. Montanía de 128 kms. y otros numerosísimos más.

         Todos ellos completan hoy, como ya dijimos, un total de casi 20.000 kilómetros lineales de caminos que surcan el territorio de la patria. Estas vías terrestres de comunicación y circulación de personas y productos, han venido a competir ventajosamente con nuestras antiguas vías fluviales y, sin descartarlas a ellas ni a otras formas de comunicación con que el país cuenta, han hecho posible que el enorme esfuerzo realizado por el pueblo paraguayo y el gobierno nacional para el despegue en su desarrollo económico y social, tuvieran una plataforma firme y amplia que va cubriendo todo el suelo paraguayo.

         Por eso es que afirmamos que si los ríos paraguayos fueron históricamente las venas del Paraguay, hoy puede decirse que su red vial conforma un sistema arterial complementario e insustituible; por ellos circulan la sangre y la savia de la economía y de la cultura paraguaya.


4

EL DESARROLLO DEL CHACO PARAGUAYO

         El Chaco paraguayo constituye todo un capítulo de trascendental importancia en el marco del desarrollo económico y social de nuestro país, no sólo por su extraordinario valor estratégico y por haber sido el catalizador de un profundo proceso integrador de la sociedad y de la conciencia nacional en el reciente pasado histórico, al unificar a la población paraguaya en la victoriosa empresa de la defensa de ese territorio durante la guerra de 1932-1935 contra Bolivia, sino además por sus incalculables riquezas y potencialidad económica y poblacional.

         El Chaco representa el 61 por ciento de la superficie del país, con sus 246.945 kms2., y sólo estaría contando con 77.576 habitantes al año 1980, según las últimas estimaciones de población de la Secretaría Técnica de Planificación. Representaría, así, apenas el 2,4 por ciento de la población total del país estimada para 1980. (STP, 1981).

         Hemos visto en el capítulo primero y en los subsiguientes de esta obra, como la Región Occidental estuvo poblada, ya a la llegada de los españoles y a lo largo de toda la época colonial y gran parte del período independiente, por tribus salvajes de cazadores, recolectores y pescadores nómadas que no llegaron nunca a vincularse con los españoles, primero, ni con los criollos y mestizos, después, en un proceso de simbiosis social y cultural tan peculiar como el que se dio con los guaraníes en la Región Oriental del Paraguay.

         Por el contrario, los indios chaqueños constituyeron durante toda la historia del país una permanente amenaza y un constante factor de inestabilidad de la sociedad paraguaya que iba naciendo y de sus instituciones políticas, sociales y económicas fundamentales.

         La gran cantidad de tribus, su notable diversidad pero su identidad característica con un patrón cultural paleolítico, de bandas cazadoras y depredadoras en permanente movilidad geográfica, fueron motivo de constante agitación y zozobra para los habitantes del Paraguay. Agravóse aún más la situación cuando     gran parte de aquellas tribus, adoptando el caballo que había sido introducido en el país por los españoles, se volvieron ecuestres y evolucionaron hacia una economía basada en el "malón", los asaltos y saqueos practicados contra los pobladores indios, criollos y mestizos de la orilla oriental del Paraguay.

         Esta situación se mantuvo prácticamente inalterada hasta la guerra de la Triple Alianza, tornando el poblamiento y ocupación efectiva del Chaco en una empresa harto difícil, pese a los continuos ensayos y esfuerzos que, a lo largo de la historia, realizaron los gobernadores de la Provincia, en la época colonial, y los primeros gobernantes independientes después.

         El Paraguay, sin embargo, poseía incuestionables títulos históricos, políticos, jurídicos y diplomáticos con que defender su legítima soberanía sobre ese territorio. Así lo demostró ya frente a las pretensiones argentinas cuando, al terminar la guerra en 1870, la diplomacia -y el ejército- porteños, quisieron anexarse todo el Chaco paraguayo. El arbitraje de Rutherford B. Hayes no dejó dudas sobre los indiscutibles derechos del Paraguay sobre todo el territorio situado al norte del río Pilcomayo, hasta arriba de Bahía Negra y el extremo más occidental del Chaco Boreal.

         Estos derechos fueron reafirmados luego en el largo litigio sostenido, desde fines del siglo pasado y durante los primeros treinta años de esta centuria, con la vecina República de Bolivia. El litigio habría de culminar con la sangrienta guerra que sostuvieron ambos países y que determinó el fin de las ambiciones bolivianas.

         Terminada la guerra del Chaco en 1935, el Paraguay consolidó definitivamente su dominio sobre ese vasto territorio, tanto en el campo militar como en el diplomático y político. Pero ya antes, desde fines del siglo pasado y comienzos del presente, nuestro país había comenzado a afianzarse en la Región occidental con la instalación de sus primeros centros poblados y el asentamiento estable de sus numerosas unidades económicamente productivas.

         Desde la terminación de la guerra de la Triple Alianza se habían comenzado a establecer allí los grandes establecimientos ganaderos, privilegiados por la Ley de Venta de las tierras públicas. Posteriormente se habían afincado los grandes centros de producción taninera con sus instalaciones fabriles, sus embarcaderos portuarios, sus ferrocarriles, etcétera.

         Pronto se instalaron también las primeras misiones religiosas, de diferentes confesiones, dedicadas a la evangelización de las parcialidades indígenas chaqueñas.

         A partir de 1926, por convenio firmado entre el gobierno paraguayo y los grupos étnico-religiosos de mennonitas, comenzaron a llegar también los primeros núcleos de colonos de este origen que iniciaron un laborioso y pionero poblamiento del Chaco central, creando centros poblados, practicando el laboreo agrícola y la producción ganadera, estableciendo importantes industrias y constituyéndose sus colonias en centros nodales de extraordinaria importancia en el territorio chaqueño.

         Dada la escasa población que tradicionalmente se ha establecido en esa porción del territorio paraguayo, y en vista del conflicto bélico sostenido con Bolivia y la necesidad prioritaria de mantener un sistema de control y resguardo de la soberanía nacional, permanente y riguroso, en sus extensas fronteras -geográficamente muy alejadas de la zona más poblada e integrada de la vida nacional-, las Fuerzas Armadas de la Nación se han visto especialmente involucradas, en todo lo que va de este siglo, en el progresivo desarrollo que el Chaco paraguayo ha venido experimentando.

         Para llevar adelante este desarrollo, dos son los grandes problemas que ha presentado tradicionalmente el Chaco por sus peculiares características topográficas, geográficas y climáticas: agua y comunicaciones. Dos grandes desafíos que fueron recogidos por el gobierno nacional y cuya paulatina solución se encara. En ambos casos, las FF.AA. han jugado un relevante rol para la solución de estos graves frenos al crecimiento económico y social de la región chaqueña.

         El Chaco -dice un informe de la Secretaría Técnica de Planificación- "es una inmensa llanura de origen aluvial con 246.945 kms2. de extensión, con leve declive desde la frontera con Bolivia (General Garay 450 mts. de altura) hasta el río Paraguay (55 mts. de altura)... La topografía general en esta región es llana, con leves ondulaciones".

         "La temperatura media anual en toda esta extensa región varía entre 24,2º C en su límite inferior (Asunción) en el extremo sur, y 26º C en la parte nor-este (Bahía Negra 25,9º C). Sin embargo, las temperaturas máximas pueden alcanzar valores mucho más elevados: la temperatura máxima absoluta registrada en Mariscal Estigarribia, durante el período 1941-1960, fue de 43,6º C, siendo la mínima absoluta de 2,0º C en el mismo período. En Bahía Negra la máxima absoluta fue de 42,2º C, siendo la mínima de 1,7º C". (STP, 1968).

         Refiriéndose al régimen de lluvias y al sistema hidrológico, prosigue el citado informe: "Las precipitaciones medias anuales varían entre 1.200 mm., en la parte sureste, y menos de 600 mm. en el extremo noroeste. Las altas temperaturas encontradas hacen que la evapotranspiración potencial sea muy superior a la precipitación, encontrándose un marcado déficit de agua durante todo el año".

         "El 80 por ciento del caudal del río Pilcomayo se registra en los 4 primeros meses del año y está determinado por las precipitaciones ocurridas en el Alto Pilcomayo de diciembre a marzo: el 20 por ciento se reparte en los 8 meses restantes con la lógica consecuencia de que durante algunos de ellos, especialmente de setiembre a octubre, el río está casi seco. En épocas de máxima creciente arrastra enormes cantidades de sedimentos".

         "Entre los otros afluentes hay cauces continuos que llegan al Paraguay y corrientes de agua formadas durante los períodos de mayores lluvias, que desaparecen con relativa rapidez. Por regla general, los afluentes son de escaso caudal y forman numerosos meandros debido a la prácticamente nula declividad del terreno. Son navegables temporariamente y sólo en algunos trechos".

         "El agua subterránea constituye otro problema a ser resuelto. No sólo es necesario, en este caso, encontrar la napa de agua, no continua en la mayoría de los casos, sino que su contenido de sales la hagan apta para el consumo". (Ibíd.).

         Frente a todas estas circunstancias de una naturaleza adversa, el gobierno ha tenido que emprender un esfuerzo de especial envergadura para imponer la acción civilizadora en un escenario que, durante y después de la guerra con Bolivia, mereció el mote significativo y atemorizador de "infierno verde".

         Hoy el "infierno verde" es un apelativo que sólo queda como recuerdo del pasado, sobre todo para mantener viva la veneración popular hacia una generación que, en precarias condiciones y cuando los medios de movilidad y de vida en el Chaco eran todavía rigurosos en extremo, realizó la épica gesta de reconquistar el Chaco de la penetración boliviana, desde las riberas del río Paraguay hasta las sub-estribaciones andinas.

         Sin embargo, numerosas obras de notable repercusión se han realizado en los últimos veinticinco años, y se realizan todavía ahora, para superar la agresiva resistencia del paisaje chaqueño a la integración política, social y cultural plena de la vida paraguaya.


         a) CONSTRUCCIÓN DE LA RUTA TRANSCHACO

         Uno de los más resaltantes logros que se han obtenido en el Chaco es el referido a la red vial, con lo que se consiguió romper el aislamiento realmente dramático en que se hallaban los pocos núcleos poblados que vivían en su interior y que sometía a sus habitantes a durísimas condiciones de vida y de trabajo, al tiempo que desmoralizaba todo emprendimiento poblacional y cualquier posible acción de mejoramiento económico y social en la región.

         El Excelentísimo Señor Presidente de la República, General Alfredo Stroessner, consideró de extrema y prioritaria importancia la construcción de esta vital arteria, porque ella habría de constituirse en la columna vertebral de un territorio histórica y afectivamente muy ligado a los sentimientos de la nación paraguaya. Además, se trataba de incorporar un verdadero emporio de riqueza económica, que hasta entonces no podía ser entera y racionalmente aprovechado por la falta de una red caminera de todo tiempo y por carencia de vínculos físicos efectivos, como puentes, aeropuertos, medios de transporte, etcétera, que lo ligaran de un modo físico cierto, activo y permanente al resto del territorio nacional.

         Por la ruta Transchaco debían circular, de ahí en más, como la médula espinal de un organismo vivo, todas las personas y los productos que el extenso y rico territorio chaqueño albergara y creara para incorporarse al proceso de desarrollo nacional. Desde esa ruta central se desprenderían, como ramificaciones de un sistema circulatorio y respiratorio, los ramales secundarios de la red vial chaqueña que afianzaran el proceso de penetración, poblamiento, colonización e incorporación del Chaco a la economía y a los procesos sociales y políticos del país.

         La ruta Transchaco, como una nueva Diagonal de Gloria, atravesaría el territorio que fue escenario de la epopeya del pueblo paraguayo para defenderlo de la agresión externa, llevando la soberanía del Paraguay desde Villa Hayes hasta el punto más lejano del extremo nor-occidente chaqueño en la frontera con Bolivia.

         La Transchaco serviría como hilo conductor que enlazara y vinculara los más importantes centros poblados y las áreas de población y colonización más dinámicos del Chaco, circulando por su extenso horizonte los servicios indispensables para la producción y la población chaqueña (educación, salud, energía, créditos, asistencia técnica, medios de circulación, canales de mercadeo, etcétera).

         La Transchaco sería, en fin, el radio geométrico trazado desde el centro dinámico de la República del Paraguay hacia su extenso occidente con miras a convertir a este inmenso y riquísimo territorio en un área dinámica en la economía paraguaya, aprovechando su indudable valor y posición estratégica, abriéndole al Paraguay nuevos horizontes económicos y sociales, ligándole al noroeste argentino, a Bolivia, y otros países del área andina, a Chile, al Pacífico y fortaleciendo, todavía más, sus proyecciones comerciales hacia el Atlántico por la vía del ramal Pozo Colorado-Puerto Militar, Concepción, Pedro Juan Caballero, el Brasil y la salida a los puertos del Atlántico.

         Tal era la visionaria semblanza del futuro al que se ligaba indisoluble e irrenunciablemente la construcción de la ruta Transchaco en el Paraguay contemporáneo.

         En un interesante trabajo sobre el Chaco paraguayo se informa cómo el emprendimiento del Gobierno Nacional para la construcción de la ruta Transchaco contó con el firme apoyo de los propios interesados de la región. Así un grupo de ganaderos de la zona, con representantes de las colonias mennonitas y de la Misión de Operaciones del gobierno de los EE.UU., bajo la titularidad del Ministro de Obras Públicas, realizó una primera reunión, organizada en el citado ministerio, en la que se constituyó la Comisión Mixta de Ganaderos y Organizaciones Mennonitas (1)

         De inmediato se iniciaron los trabajos. "Entonces, la población de Limpio estaba unida a la Capital por una carretera en tan mal estado, que únicamente era transitada por carretas tiradas por bueyes o caballerías. De modo que los trabajos se iniciaron en el Jardín Botánico, acometiéndolo con los medios más rudimentarios como son para estos trabajos la pala, el pico y la carretilla de mano". (Samaniego, M.; 1976).

         Recordemos que Limpio, a no más de 20 kilómetros de la ciudad de Asunción, es hoy parte de su periferia. La moderna ruta Transchaco, que nace al costado del Jardín Botánico, atraviesa las localidades de Mariano Roque Alonso y Limpio, llegando a la costa del río Paraguay en el lugar denominado Piquete Cué. En frente, en la orilla occidental del río, se encuentra Villa Hayes donde comienza el tramo propiamente chaqueño de esta ruta.

         "No pasó mucho tiempo y los 23 kilómetros que distan para llegar a la orilla del río Paraguay, frente a Villa Hayes, fueron los primeros librados al servicio público. Seguidamente se pensó en la facilidad del transporte para el traslado de las pesadas máquinas a la otra orilla, y se adquirió en compra una chatita algodonera al servicio de la Manufactura Pilar y una lancha remolcadora del entonces Banco del Paraguay" (Ibíd.).

         Pronto se percibió la extraordinaria expectativa que había existido respecto a estas obras puesto que, de inmediato, la población comenzó a demandar los servicios de estas primeras concreciones. Así es como, siempre en el valioso testimonio de la obra ya citada, las primeras estadísticas levantadas en 1957 revelaron que en ese año 11.000 personas habían utilizado ya los servicios de cruce de la referida chata, con lo que también se ocasionaban dificultades al normal desenvolvimiento de las obras viales a las que la misma estaba realmente destinada.

         Ante esta circunstancia, el gobierno encaró otras medidas con el objeto de cubrir las nuevas necesidades que se habían generado. "A partir de allí, ya se enfrentó el incremento que iba tomando el servicio de transporte automotor, sea de carga o pasajeros, y fue precisamente el factor determinante por el cual el gobierno se decidió a concretar la construcción de una balsa en el Japón. Este buque entró en servicio en el mes de abril de 1961 y, en los ocho meses de funcionamiento, esto es, hasta diciembre del mismo año, transportó 62.700 personas y 14.198 vehículos". (Ibíd.).

         Las pésimas condiciones del terreno sobre el que se desarrollaban las obras, los períodos de lluvia, el escaso escurrimiento del agua, los desbordes de riachos en época de creciente, fueron los múltiples obstáculos que tuvieron que sortearse hasta que, finalmente, en octubre de 1961, quedó terminado y librado al público el tramo de 427 kilómetros de ruta desde Villa Hayes hacia Filadelfia, en el área de las colonias mennonitas.

         Prosiguieron luego las obras viales construyéndose los 75 kilómetros que median entre el kilómetro 427 y Mariscal Estigarribia y los aproximadamente, 250 kilómetros más que van desde este centro poblado del Chaco hasta el Fortín Nueva Asunción, en las inmediaciones de la frontera con Bolivia.

         "En suma, la grandiosa obra que en sus inicios fue vilipendiada por un sector de la opinión, que siempre la consideró impracticable por su extensión, elevado costo y lo que nunca se pensó superar: su naturaleza bravía y hostil, fue inaugurado en toda su extensión de 750 kilómetros en los últimos meses de 1964, otra vez con la presencia presidencial y nutrida como calificada comitiva''. (Ibíd.).

         Con posterioridad a la terminación de la ruta Transchaco, o ruta 9 "Carlos Antonio López", otros emprendimientos camineros fueron encarados por el gobierno nacional en el Chaco paraguayo. Paralelo casi al curso del río Pilcomayo, se habilitó el tramo Chaco-í, General Bruguez, General Díaz, de aproximadamente 300 kilómetros.

         Este camino se enlaza con la Transchaco a la altura de Pozo Colorado con un ramal de 200 kilómetros. A su vez, otra vía de más de 150 kilómetros une Pozo Colorado con Puerto Militar, situado en la orilla del río Paraguay, frente a la ciudad norteña de Concepción.

         También se han abierto caminos entre Bahía Negra, Pablo Lagerenza y el Fortín Teniente Picco (ex Pando), lo que representa aproximadamente 330 kilómetros.

         A estas principales obras viales se une la serie de caminos secundarios que vincula los poblados interiores del Chaco, habiéndose consolidado una red vial que tiene como columna vertebral a la Transchaco y que cubre cerca de 2.000 kilómetros lineales de carreteras en la otrora desértica y aislada región occidental del Paraguay.

         En esta laboriosa acción vial emprendida por el gobierno, le ha cabido una gestión de extraordinario alcance a las FF.AA. del país a través del Comando de Ingeniería cuyos batallones, equipos y maquinaria, gestaron gran parte de estos emprendimientos camineros.

         Hoy día un gran trecho de la ruta Carlos Antonio López se halla pavimentado (320 kilómetros), el río Paraguay se cruza -a la altura de Remanso Castillo, poco más al norte de Asunción- por un puente de gran porte recientemente construido y se encuentran próximas a ejecución importantes obras de complementación que significarán el definitivo enlace material entre las dos grandes regiones del Paraguay.


(1) Este importante aporte informativo sobre el tema, nos lo brinda S.E. el Ministro de Defensa Nacional General de División (S.R.) Marcial Samaniego quien, además, ha ejercido el cargo de Ministro de Obras Públicas y Comunicaciones y, como tal, tiene un conocimiento directo de todos los problemas vinculados con este tema. Gran parte de lo que sigue, como desarrollo de este punto referido al Chaco, se basa en su ameno libro "El Chaco Paraguayo", Imprenta Militar, Asunción, 1976.


         b) CONSTRUCCIÓN DE PUENTES DE VINCULACIÓN ORIENTAL-OCCIDENTAL.

         En efecto, se han iniciado ya los trabajos de construcción de un segundo puente que se levantará a la altura de Concepción y del Puerto Militar. Con ello se superará definitivamente la barrera que separaba a ambas regiones concretándose la integración de importantísimas áreas económicas del país. Se sumará a éste el trabajo de pavimentación asfáltica del tramo Pozo Colorado-Puerto Militar, como proyecto complementario del anterior.

         El Puente Remanso, conocido así por su emplazamiento en el paraje denominado Remanso Castillo, 15 kilómetros al Norte de Asunción, tiene una longitud de 1.370 metros, con una altura libre sobre las aguas en creciente máxima de 29 metros, lo que permite la libre navegación; tablero de circulación de 8 metros con doble vía y más una acera peatonal de 1,8 metros de ancho. El puente se encuentra totalmente iluminado. El costo de esta obra fue de 19,8 millones de dólares.

         En cuanto al segundo puente que unirá el Chaco Paraguayo con la Región Oriental, el gobierno nacional ha trabajado en su factibilidad sobre la base de 7 alternativas diferentes, habiéndose optado por la construcción de un puente de hormigón armado que será financiado en un 62 por ciento con crédito del gobierno español y el 38 por ciento restante con aporte gubernamental. Este puente tendrá una longitud de 1.303 metros, un ancho de 10,5 metros y altura sobre el nivel máximo del río de 29 metros; contará además con iluminación, señalización, balizamiento, barandas, etc.

         Este puente enlazará la ciudad de Concepción con el Puerto Militar, puntos de enlace de dos importantes rutas: la ruta Concepción-Pedro Juan Caballero y la ruta Puerto Militar-Pozo Colorado, sobre la ruta Transchaco.

         Hay que agregar todavía las obras de pavimentación de los tramos III y IV de la ruta Transchaco en plena etapa de ejecución: el primero continúa la carpeta asfáltica de la ruta 9 desde el km. 320 hasta Filadelfia (132 kms. de extensión); el segundo "consiste en la construcción del terraplenado que une el cruce de Filadelfia a Mariscal Estigarribia con miras a una posterior realización de la carpeta asfáltica" (STP; 1979).

         Si a todo ello se agrega el progresivo avance del pavimento de las rutas 3 y 5 de la Región Oriental del país, puede afirmarse sin ninguna duda que el Chaco paraguayo, a través de estas importantes obras de infraestructura vial, está ya enlazado indisolublemente al destino general del Paraguay no solamente a través de títulos históricos, políticos y militares, sino por medio de obras de progreso y de desarrollo económico y social de enormes repercusiones para nuestro país y para su sistema de relaciones internacionales.


         c) LOS PROBLEMAS DEL AGUA.

         El otro desafío chaqueño que el gobierno ha encarado con firmeza, ha sido el de la investigación y ejecución de proyectos de aprovisionamiento de agua potable. Para el efecto, en 1964 se creó el Departamento de Abastecimiento de Agua para el Chaco, dependiente del Ministerio de Defensa Nacional.

         Nuevamente en este caso las FF.AA. han venido desempeñando un rol de primera importancia en la solución del problema agua en la región chaqueña. Actualmente se ha incorporado, como parte del programa de estudios de los cursos regulares de la Escuela de Sub-Oficiales del Comando de Ingeniería, una línea de formación especializada en potabilización de agua para ponerla al servicio de este fin.

         En 1967 se inició, con la asistencia técnica de las Naciones Unidas, un proyecto de investigación y ejecución de obras de provisión de agua. Inicialmente se manejaron las alternativas de canalización y construcción de acueductos o perforación de pozos para aprovechamiento de aguas subterráneas, priorizando las áreas pobladas y productivas de las colonias mennonitas y de Mariscal Estigarribia, así como el área estratégica y de seguridad de las fronteras.

         "El programa original de investigación de fuentes subterráneas ha sido ampliado a un programa de agua de todo origen que ha permitido un notable avance en el conocimiento del problema y, al mismo tiempo, grandes satisfacciones por haber logrado soluciones técnicas que a la vez son soluciones económicas, las que habrán de significar, en breve plazo, la satisfacción integral de las necesidades de agua del colono, del ganadero y del industrial chaqueño. Además, se han ubicado grandes reservas de agua en suelos de alta fertilidad, que nos permiten pensar en agricultura intensiva con irrigación en el noroeste del Chaco".

         "Actualmente están en funcionamiento 31 pozos construidos por el Ministerio de Defensa Nacional, la mayoría de ellos con rendimientos variables entre 15.000 y 50.000 litros por hora de agua de buena calidad, cuya ubicación se distribuye desde la población denominada 25 Leguas, ubicada en el Km. 365 de la Ruta Transchaco, hasta el Fortín General Eugenio A. Garay". (Samaniego, ob. cit.).


         d) LOS PROYECTOS DE DESARROLLO Y COLONIZACIÓN.

         Con la infraestructura vial y los trabajos de abastecimiento de agua en franco desenvolvimiento, se han podido encarar una serie de proyectos y políticas destinados no sólo al desarrollo de la región chaqueña, sino a que esta área se integre cada vez más efectivamente al conjunto nacional, aportando sus inmensas potencialidades, abriendo sus puertas a un mayor caudal poblacional y marchando de consuno con el gran proceso de despegue económico y social del Paraguay.

         Uno de los principales proyectos que se hallan actualmente en ejecución para el desarrollo del Chaco, es el de Aprovechamiento Múltiple de la Cuenca del Río Pilcomayo, tendiente a llevar adelante estudios conjuntos con las repúblicas vecinas de Argentina y Bolivia, beneficiarias del caudal pilcomayense, con miras al aprovechamiento amplio y general de sus recursos hídricos.

         Este proyecto surgió en el marco de la IV Reunión de Cancilleres de los países de la Cuenca del Plata, de julio de 1971.

         Otro proyecto de especial importancia es el de Desarrollo Regional Integrado del Chaco que se cumple en la zona noroeste de la Región Occidental del país y cuyos organismos ejecutores básicos son el Ministerio de Defensa Nacional, el Instituto de Bienestar Rural y el Fondo Ganadero.

         Cubre un área total de 800.000 hectáreas de tierras reservadas por Resolución No. 278 del año 1974 del IBR, de las cuales inicialmente se ha previsto aprovechar 220.000 hectáreas. En su etapa inmediata este proyecto ha tendido esencialmente al desarrollo ganadero, promoviendo los establecimientos pecuarios de tipo individual o empresarial en torno al núcleo central constituido por la Estancia "La Patria", situada en el Km. 620 de la ruta Transchaco.

         El Fondo Ganadero, que forma parte de la Comisión Nacional de Desarrollo Regional Integrado del Chaco, fue creado por Decreto No. 7383 de 1969, aprobado por Ley No. 189 de 1970, y tiene a su cargo la administración, a nivel nacional y con carácter exclusivo, de todos los recursos provenientes de los proyectos financiados por el gobierno nacional y el Banco Mundial para el sector pecuario.

         Hasta el 30 de junio de 1980, el Fondo Ganadero había acordado préstamos a ganaderos de la Región Occidental, por un monto global de 3.904 millones 217 mil guaraníes -equivalentes a aproximadamente, 31millones de dólares- beneficiándose con ello a 1.058 prestatarios.

         Dichos fondos fueron destinados a:

         - Construcción de 18.802 kms. de alambradas;

         - Construcción de 5.289 aguadas (comprende tajamares, represas, pozos, motobombas, molinos, etcétera);

         - Construcción de 109 baños de aspersión y/o inmersión;

         - Construcción de 252 viviendas para personal;

         - Construcción de 3.000 bebederos;

         - Implantación de 67.803 hectáreas de pasturas;

         - Compra de 66.542 reproductores machos y hembras;

         - Retención de 20.507 cabezas de ganado vacuno.

         Hacia fines del año 1981, la Comisión Nacional de Desarrollo Regional del Noroeste del Chaco, había presentado un informe de avance de los estudios realizados hasta ese momento y de sus propuestas de acción para el área del proyecto referido. En dicho informe se ofrece una síntesis de la situación actual en los siguientes términos.

         "Recursos naturales con ciertas limitaciones para su aprovechamiento; territorio extenso de muy baja densidad poblacional, con áreas vacías y otras en proceso de ocupación pionera o de consolidación; Tecnologías productivas adecuadas al medio pero que requieren su ampliación y mayor difusión; Producción pecuaria y forestal de carácter extensivo o extractivo; Infraestructura y servicios de muy baja dotación; Población escasa, heterogénea y dispersa con pequeños centros poblados; Desarrollo sanitario-socio-económico deprimido con relación al país; Posición espacial ventajosa con relación al territorio nacional y al sistema interamericano; Estructura institucional incipiente". (CNDRN del CH; 1981).

         Ante esta situación síntesis del diagnóstico, se proponen los siguientes criterios-guía y estrategias para el desarrollo:

         "Implementación de las propuestas de acción en el corto-mediano plazo (5-7 años).

         "Concentración de acciones.

         "Aprovechamiento de las tecnologías productivas actualmente conocidas en la región.

         "Ocupación del espacio y uso de los recursos naturales con criterio de producción sostenida y conservación del medio ambiente.

         "Aprovechamiento e investigaciones del agua.

         "Mejoramiento vial, otras infraestructuras de servicios para el poblador y productor chaqueño.

"Integración del Chaco a los sistemas regional e interamericano en el marco de la Cuenca del Plata.

         "Reforzamiento institucional". (Ibíd.).

         Las, propuestas de acción del Consejo Nacional de Desarrollo Regional del Noroeste del Chaco se resumen en:

         1. Desarrollo ganadero del área de concentración de proyectos.

         2. Desarrollo agropecuario de la Colonia Campo Aceval.

         3. Aprovechamiento del agua.

         4. Saneamiento ambiental.

         5. Matadero frigorífico.

         6. Vialidad.

         7. Transferencia y generación de tecnología agropecuaria.

         8. Crédito agropecuario.

         9. Cooperativa.

         10. Establecimiento de población indígena". (Ibíd.) (1)

         Por otra parte, el gobierno ha definido objetivos y metas, así como estrategias y políticas específicas, en el contexto del Desarrollo Regional del Chaco y en un permanente esfuerzo para asegurar que los beneficios del desarrollo alcancen a toda su población, se están implementando programas especiales tendientes a incorporar a las parcialidades indígenas sobrevivientes del Chaco a su mejoramiento socio-económico y a su adecuada capacitación.

         A través de la entrega de tierras por parte del IBR y por medio del recientemente creado Instituto Nacional del Indígena, se han echado las bases para el logro de estos elevados propósitos.

         Actualmente la población indígena del Chaco asciende a 42.000 individuos pertenecientes a 13 etnias diferentes. El Chaco central cuenta con 12.000 habitantes de 7 distintas parcialidades. La mitad de ellos vive en comunidades obreras en el área mennonita y la otra mitad se ha organizado en 8 distritos agrícolas, asentándose sobre tierras de su propiedad.

         Cada distrito tiene su propio Consejo de Administración y, todos juntos, un Consejo Regional, denominado "Junta Directiva Indígena del Chaco Central". Los líderes de la Junta participan, junto con los de las colonias mennonitas, en una entidad denominada Asociación de Servicios de Cooperación Indígena-Mennonita (ASCIM), cuyos fines son de promoción del desarrollo económico y social de estas comunidades.

         Según las cifras más actuales del IBR, entre 1968 y 1978, este organismo de gobierno había establecido colonias indígenas en un total de 60.000 hectáreas planeando proveer un adicional de 97.000 hectáreas más en un plazo de 5 años.

         Existe un proyecto específico en ejecución actualmente entre los indígenas del Chaco Central. Es el de asistencia técnica y crediticia por parte del Crédito Agrícola de Habilitación (CAH) entre 800 familias beneficiarias, en el área de influencia de las colonias mennonitas.

         El proyecto citado más arriba consta de un sub-programa de engorde de ganado y otro de adquisición de maquinaria agrícola para incremento de la producción de cultivos de renta (algodón, maní, tabaco, sorgo) e implantación de pasturas.

         Otro proyecto que se lleva adelante también en el Chaco en estos momentos, y que posee evidente gravitación, es el de la construcción del Aeropuerto de Mariscal Estigarribia destinado a dotar a la región de una adecuada infraestructura aeronáutica, tomando en cuenta su posición clave en la estrategia de seguridad del país y como un factor más de apoyo al desarrollo económico social del área.

         El Aeropuerto de Mariscal Estigarribia, un emprendimiento cuyo organismo ejecutor es el Ministerio de Defensa Nacional, deberá ser: a) apto para operar con aviones de todo tipo y en todo tiempo; b) de alternativa para los vuelos internacionales de y a Lima (Perú) y La Paz y Santa Cruz de la Sierra (Bolivia); c) regional, al servicio del desarrollo del Chaco y de la integración del Paraguay a áreas regionales más amplias como el denominado Grupo Empresarial Centro Oeste Sudamericano (GEICOS) que comprende el norte de Chile, sub-oriente boliviano y noroeste argentino, aparte de nuestro país; d) de exportación al Pacífico para productos especialmente pecuarios y derivados (como carnes congeladas).

         Otros varios proyectos pueden ser mencionados en el marco del desarrollo chaqueño, como los de educación y salud para las comunidades mennonitas, paraguayas e indígenas; la instalación de equipos de radar en Mariscal Estigarribia; la colonización del área de Pablo Lagerenza; la base aeronaval de Pozo Hondo; el Programa de Desarrollo de Bahía Negra; el sistema de microondas para el Chaco paraguayo, a cargo de ANTELCO, y el de instalación de la primera industria metalúrgica del Paraguay de este siglo, ACEROS DEL PARAGUAY (ACEPAR), del que nos ocuparemos con mayor atención en otro punto de este capítulo.

         Una alusión especial merece, finalmente, la presencia mennonita en el Chaco paraguayo por los positivos efectos que ella ha tenido para su poblamiento y para su sostenido progreso.

         No puede desconocerse que la posibilidad de establecerse en el Paraguay significó para los mismos mennonitas una importante conquista, cuando estos grupos étnico-religiosos, perseguidos por sus creencias religiosas en otros rincones del mundo, buscaban, al decir de un autor mennonita, "un país donde pudieran encontrar la subsistencia y tener la libertad de practicar su fe y enseñar a sus hijos de acuerdo a sus convicciones religiosas". (Plett, R.; 1979).

         Ni en la Argentina, ni en el Brasil, ni en el Uruguay habían podido hallar estas condiciones mínimas, cuando -a raíz de gestiones realizadas en nuestro país por un grupo de enviados de la colectividad mennonita- el gobierno paraguayo, recogiendo la inquietud de un antiguo proyecto que era una constante de todos los gobiernos nacionales por poblar y colonizar el Chaco, les otorgó por la Ley 514 de 1921 los privilegios y exenciones especiales que ellos solicitaban para inmigrar al Paraguay: libre práctica de su religión y su culto, sin ninguna restricción; exención completa del servicio militar obligatorio, tanto en tiempos de guerra como de paz; y derecho a fundar, administrar y mantener escuelas y establecimientos de enseñanza religiosa propios, en su lengua, sin restricción alguna, entre otras tantas franquicias.

         Con estas prerrogativas los mennonitas comenzaron a establecerse en el Paraguay, y específicamente en el Chaco, a partir de 1926. Véase la tabla de la evolución histórica de la inmigración de estos colonos, tomada de la obra del autor recién citado.

         Actualmente la comunidad mennonita está formada por cerca de 16.000 almas, dedicándose a importantes labores agrícolas, ganaderas e industriales. En el Chaco, específicamente, se asientan cerca de 10.000 individuos en 3 enormes colonias, tal como se indica en el siguiente cuadro.


COLONIAS MENNONITAS EN EL CHACO




         Son 114 aldeas diseminadas sobre un total de 806.250 hectáreas que cuentan con casi 1.500 kilómetros de caminos interiores, prácticamente transitables en todo tiempo. En ellas laboran estos meritorios habitantes del Chaco paraguayo produciendo ganadería vacuna, leche y productos derivados (queso de diverso tipo, manteca, dulce de leche, yoghurt, etcétera), algodón, maní, tártago, sorgo, aves de corral, huevos, porcinos, aceites vegetales (de maní, de algodón), productos esenciales (extracto de palo santo), muebles, etcétera, todo bajo el régimen cooperativo.

         "El corazón de la economía de la colonia es la cooperativa. Todas las transacciones, importaciones y exportaciones, están a su cargo. Todos los colonos son socios de la cooperativa". (Plett, R.; ob. cit.). Los principales servicios sociales prestados por la cooperativa son los relacionados con la salud, la educación y vialidad.

         "Otra rama dependiente de la colonia es la industria en general. Allí son procesados los productos agrícolas para la exportación. Incluye una refinería de aceite, desmotadora, aserradero, extracto de palo santo, productos lácteos, derivados de la leche y mecánica en general. También provee de energía eléctrica para la mayoría de los colonos". (Ibíd.).


INMIGRACIONES MENNONITAS AL PARAGUAY




         Otra trascendental tarea cumplida por los mennonitas del Chaco, ha sido la colonización con indígenas, especialmente los de la etnia lengua. Según un estudio antropológico de campo realizado en 1974, la situación de las colonias era entonces la que se refleja en el cuadro siguiente.


SUPERFICIE Y POBLACIÓN DE COLONIAS INDÍGENAS

EN ÁREA MENNONITA (CHACO)



         En 1979 existía ya una reserva de 59.125 hectáreas más para futuras colonizaciones. Además, "no todos los indígenas están asentados y ocupados en la producción agrícola. Casi el 50 por ciento de ellos viven en comunidades de obreros en los pueblos más grandes de los mennonitas. Hay quienes prefieren ser jornaleros; otros quieren establecerse, pero no hay equipo para ellos, mientras otros han experimentado el duro trabajo de la agricultura y han vuelto a la vida de jornalero". (Plett, R.; ob. cit.).

         El valor de todas estas colonias, tanto las mennonitas como las indígenas, no es sólo económico. Su indiscutida potencialidad económica encubre un aspecto de mucha mayor significación: las colonias del Chaco representan el más claro testimonio de que éste es un territorio apto para la vida y el trabajo.

         Si esa comunidad étnico-religiosa sobrevivió más de medio siglo en ese hábitat, la mayor parte de aquel tiempo en condiciones inhóspitas impuestas por la naturaleza misma y por la falta de acciones civilizadoras del poder oficial, y si logró en ese tiempo consolidarse como un núcleo estable, próspero y progresista, no puede caber duda alguna de que la población paraguaya nativa, étnicamente homogénea e históricamente consustanciada con el porvenir del Chaco, sabrá emprender en los próximos años la extraordinaria campaña de reconquistar plenamente ese territorio del abandono en que se hallaba, en una lucha pacífica cuyo fundamental apoyo logístico serán los formidables emprendimientos ejecutados allí por el gobierno nacional en los últimos veintisiete años.

         Entre tanto, el Chaco paraguayo sigue ocultando celosamente sus riquezas subterráneas. No obstante esta resistencia a revelarse las posibles reservas de recursos petrolíferos, el gobierno nacional ha implementado todas las medidas necesarias para su extensiva e intensiva búsqueda, contratando con empresas ampliamente experimentadas en la materia.

         Estas contrataciones han quedado inscriptas en el marco de una adecuada legislación a cuyo fin se dictó, en 1960, la Ley 675 y luego, en 1965, la Ley 1078 que modifica a la anterior y fija normas para la exploración y explotación, refinación, transporte, almacenamiento y otros aspectos relacionados con los recursos petrolíferos. La Ley citada se halla actualmente en plena vigencia y los trabajos de cateo prosiguen.


(1) En un Anexo de esta obra se incluyen los principales indicadores de esta propuesta de acción y sus montos de inversión calculados en guaraníes y su equivalente en dólares.


5

LA POLITICA DE DESARROLLO INDUSTRIAL

         Desde un punto de vista general puede afirmarse que el desarrollo industrial de un país es no sólo un objetivo conveniente, sino necesario y determinante para el progreso económico.

         Muchos son los países que han puesto en el desarrollo industrial sus mayores esperanzas para encontrar una solución a sus problemas de pobreza, ocupación, balanza de pagos, aprovecha miento de recursos naturales, así como para acortar su distancia y aminorar sus diferencias con relación a las economías del mundo desarrollado.

         La producción industrial representa, en cierto sentido, una etapa superior de la economía. El desarrollo de la producción industrial en los países avanzados, ha sido paralelo a su espectacular progreso económico y a la elevación de su nivel de vida.

         Una economía diversificada, más autosuficiente e industrializada, tiene necesariamente mayor estabilidad que otra dependiente en exceso de la producción primaria. Sin embargo, sería erróneo pensar que cualquier clase de industrialización ayudará a conseguir, per se, estos objetivos y que los beneficios para el país fluirán más o menos automáticamente.

         La industrialización no es un fin en sí mismo; es un medio para alcanzar un mayor desarrollo económico nacional. Al hablar de desarrollo industrial no debe pensarse que exista antagonismo entre éste y el desarrollo agrícola, ganadero o el de otros sectores económicos productores de bienes y servicios; se trata, antes bien, de un complemento necesario, en algunos casos, y de priorización de los recursos a ser asignados, en otros. En el Paraguay, el desarrollo agropecuario, forestal e industrial, están ligados estrechamente y dependen en grado considerable uno de otro.

         La actitud del gobierno con respecto a los proyectos industriales, se basa fundamentalmente en cálculos acerca del valor potencial de cada uno con respecto a la economía en su conjunto; es decir: el incremento neto que puedan aportar a la renta nacional.

         Concomitantemente con este criterio, se considera la creación de empleos productivos, la elaboración de materias primas e insumos nacionales, el incentivo a actividades complementarias, el balance neto de divisas, la contribución de dicho emprendimiento a la descentralización de las actividades económicas de la ciudad capital del país y zonas aledañas y la movilización de recursos inactivos, sean éstos humanos, naturales o de capital.

         En el Paraguay existen numerosos proyectos que cumplen con dichos requisitos, formulados por empresarios y posibles inversionistas. Y así como es importante detectar este tipo de proyectos y alentar su ejecución, es también imprescindible identificar y detener aquéllos que puedan resultar perjudiciales a la economía del país, especialmente los que pretenden lograr rentabilidad comercial por medios artificiales.

         El desarrollo industrial constituye uno de los elementos de mayor importancia para la consecución de los objetivos nacionales de desarrollo, por medio de "la instalación de nuevas unidades económicas y la adaptación de las ya existentes a las condiciones de competencia, debiendo elevar los niveles de eficiencia en el ámbito en que se desenvuelven.

         La responsabilidad básica en la ejecución de proyectos de desarrollo industrial corre a cargo de la empresa privada, que es el núcleo central de un desarrollo industrial autónomo, debiendo el Estado ofrecerle especial atención y apoyo para su fortalecimiento.

         La ejecución directa de proyectos específicos por parte del Estado, será realizada sólo en casos de alto interés nacional y cuando, tratándose de proyectos prioritarios para el desarrollo económico general del país, se hayan agotado previamente las posibilidades de su ejecución por parte de la empresa privada. En tal caso, la acción indirecta del Estado se concentrará, fundamentalmente, en la creación de un marco económico, institucional y social favorable al desarrollo industrial, con la oferta adecuada de los servicios esenciales que permitan la acción ágil y segura de la iniciativa privada.

         La producción industrial debe realizarse en niveles apropiados de costo y competitividad y organizarse de manera de absorber rápida y eficientemente el desarrollo tecnológico y administrativo. Al mismo tiempo, el aprovechamiento integral de las materias primas nacionales, de modo a alcanzar el mayor valor agregado posible en el país y la utilización del excedente de energía eléctrica, constituyen otros factores dinámicos y estratégicos para el desarrollo industrial a largo plazo.

         Se busca la movilización del sistema financiero nacional y la creación de un mercado de capitales con el fin de conseguir una mayor participación del sector privado paraguayo en el financiamiento de la formación de capitales y en la creación de sólidas estructuras financieras en las empresas. Se trata de garantizar el acceso de las empresas medianas y pequeñas a sistemas que permitan el mejoramiento de su estructura financiera.

         Finalmente, para complementar el proceso de industrialización, el gobierno desarrolla además un amplio e intensivo programa de capacitación de la mano de obra paraguaya, convencido de que el hombre es el factor y motor fundamental de todo proceso de desarrollo y de que el trabajador paraguayo, en todos los niveles, es potencialmente hábil y capaz para los emprendimientos más audaces.


         a) OBJETIVOS Y MARCO LEGAL DEL DESARROLLO INDUSTRIAL

         Sobre estas premisas básicas se han planteado, como principales objetivos del desarrollo industrial del Paraguay, los siguientes:

         1. Alcanzar una tasa de crecimiento más acelerada y sostenida del sector industrial de modo a constituirse en un factor dinamizante del proceso de desarrollo del país.

         2. Ampliar y diversificar la oferta interna de manufacturas con miras a abastecer el consumo interno y a crear excedentes exportables de bienes manufacturados.

         3. Fomentar el desarrollo agroindustrial de exportación como forma de ampliar la demanda de materias primas nacionales y la ocupación productiva de la mano de obra.

         4. Substituir importaciones de aquellos rubros para cuya producción el país ofrezca ventajas comparativas de acuerdo a estudios que se realicen sobre el particular.

         5. Promover el desarrollo regional, fomentando la localización orientada de los emprendimientos industriales, para favorecer el asentamiento de los núcleos poblacionales del interior del país y evitar costos de traslado de materias primas.

         6. Mejorar la productividad industrial y la calificación de los recursos humanos del sector.

         7. Coadyuvar al mejoramiento del nivel de vida de la población mediante la creación de empleos industriales.

         8. Organizar y desarrollar la industria artesanal de exportación.

         Con estos objetivos como orientadores fundamentales, el gobierno nacional ha venido implementando una política de fomento del sector industrial. Desde hace dos décadas se está adecuando la legislación a estos objetivos, creándose una estructura jurídico-legal que ampara, protege y estimula el desarrollo de la industria nacional.

         En ese marco han surgido y cumplido importante función, como instrumentos de la promoción industrial, las leyes 202, 243, 216 y, actualmente, la 550 del 19 de diciembre de 1975. Al amparo de las mismas, se ha realizado más del 80 por ciento de las inversiones en el sector industrial, llegándose en la década del setenta a cifras realmente significativas, como se verá más adelante.

         El gobierno dictó también, en ese período, la Ley 549 que crea el Servicio de Promoción Artesanal, dependiente del Ministerio de Industria y Comercio. Con ella el país ha llevado los productos típicos de sus artesanías a 12 ferias internacionales, 10 de ellas en Europa, fomentando su conocimiento e impulsando su desarrollo cuantitativo y cualitativo. El Servicio de Promoción Artesanal beneficia a alrededor de 3.000 artesanos.

         Como resultado de esa labor hasta dos años después de su creación, el Servicio Nacional de Promoción Artesanal había exportado importantes volúmenes de artículos típicos de la artesanía paraguaya como: textiles de algodón, colchas, hamacas, artesanía en cuero, ahó po'í, ñandutí, etcétera.

         La Ley 550, de Fomento de las Inversiones para el Desarrollo Económico y Social, tiene por objetivo estimular las inversiones de capital que, en concordancia con la política económica y social del gobierno, contribuyan al crecimiento de la producción de bienes y servicios y estimulen el desarrollo de determinadas regiones geográficas del país, utilizando principalmente los recursos nacionales.

         Tres medidas básicas orientan la acción del gobierno en este campo de la actividad económica: (a) fomentar la localización de industrias en el interior del país, prohibiendo la instalación en el área capitalina de 44 rubros industriales; (b) industrialización de las materias primas nacionales y empleo de la mano de obra paraguaya; (c) la asistencia y el apoyo al desarrollo de la producción artesanal de artículos típicos.

         Respecto a esto último ya señalamos la importante acción cumplida por el Servicio de Promoción Artesanal en el marco de su legislación por medio de la Ley 549.

         Con relación a la segunda medida y coherente con el espíritu de la Ley 550, el gobierno ha desplegado esfuerzos para que la mano de obra joven del país encuentre ubicación preferencial en sus propias áreas de residencia, para que se trabajen las materias primas regionales o zonales y para que así se constituyan centros de desarrollo equilibrado de la economía nacional.

         Esta Ley otorga una serie de beneficios de acuerdo con una clasificación de las inversiones en dos categorías necesarias y convenientes. El criterio para dicha clasificación toma en consideración la prioridad que las inversiones tengan para el desarrollo económico del país. Los beneficios más importantes otorgados son:

         * Liberación total de los impuestos y demás gravámenes sobre las operaciones de cambio que provengan de la incorporación de capitales.

         * Liberación total de los recargos de cambio y depósitos previos sobre las importaciones de bienes de capital.

         * Reducción del 50 por ciento del Impuesto a la Renta por un período de cinco años.

         * Liberación de los derechos aduaneros, adicionales y complementarios, recargos de cambio y depósito previo sobre las importaciones de materias primas, envases y otros insumos que no se produzcan en el país o lo sean en cantidades insuficientes.

         * Liberación total de los impuestos que gravan la constitución de empresas, los contratos de Sociedades, su inscripción en el Registro Público de Comercio y demás Registros Nacionales y la emisión, colocación y transferencia de acciones.

         A través de esta Ley se trata igualmente de implantar otra política coherente de desarrollo regional, concediendo beneficios adicionales de acuerdo con la localización de los emprendimientos.

         Se establece también un régimen especial para la importación de materias primas e insumos destinados exclusivamente a las manufacturas de bienes a ser exportados.

         A este respecto existe otro valioso instrumento utilizado para la implementación de la política industrial; es el Decreto No. 26.729 de fecha 21 de junio de 1972 que reduce en un 50 por ciento los gravámenes para la importación de insumos destinados a la industria, siempre que el país no se encuentre en condiciones de substituir tales importaciones.


         b) DESCENTRALIZACIÓN DEL CRECIMIENTO INDUSTRIAL

         La política de desarrollo industrial tiende, además, a una efectiva descentralización del área industrial del país que, tradicionalmente, se ha concentrado en la zona central y capitalina del Paraguay. La política económica del gobierno nacional expande progresivamente los efectos del desarrollo promoviendo la instalación de industrias en diferentes regiones del interior y con la dotación de programas de infraestructura física adecuados a esos fines.

         En ese contexto, el 88,7 por ciento de los nuevos proyectos aprobados en el marco de la Ley 550, correspondiente a los años 1975-1981, se instalaron en el interior del país.

         Como parte de este proceso se han proyectado industrias e, incluso, parques industriales, en zonas como Vallemí, Itaipú, Yacyretá, Villeta, Pedro Juan Caballero, Caaguazú, Itapúa y Villa Hayes, esta última en la Región Occidental.

         Se observa una tendencia acelerada hacia un crecimiento cada vez más equilibrado y armónico, con polos de desarrollo en el Alto Paraná e Itapúa, con áreas de expansión industrial en el norte, zona central y occidental del país, lo que va generando un proceso de integración demográfica y económica cada vez más intenso.

         Este proceso de descentralización industrial, buscando expandir el área industrial del país y rompiendo un cinturón industrial que se ha ido creando casi exclusivamente en torno al área capitalina y central del Paraguay, se ha implementado institucional y legalmente a través del Decreto No. 25.029 de fecha 27 de agosto de 1976, por el cual se prohíbe la instalación de determinadas industrias en la capital de la República y sus alrededores.

         El Decreto respectivo juzga y determina que "es política del Gobierno Nacional promover un desarrollo armónico y equilibrado de las diferentes regiones del país, para lo cual es conveniente lograr una paulatina descentralización de las actividades económicas de la Capital de la República" y establece que, dentro de un radio de 20 kilómetros a partir del kilómetro cero del Centro de la ciudad de Asunción, y excepto el Departamento de Presidente Hayes que se halla frente a la capital pero en el Chaco paraguayo, no podrán instalarse industrias de carne vacuna, equina, porcina, de aves de corral y subproductos, industria de lácteos, frutas, hortalizas y hongos; industrias de margarina, grasa, molinerías, curtidurías, fertilizantes, tabacos, envases de cartón, productos de plástico y una larga serie más de industrias y actividades fabriles que no sólo pudieran ocasionar molestias y dificultades ambientales a la población sino, además, que precisan situarse en otras regiones del país para constituirse en polos dinamizadores de trabajo y desarrollo.

         El Decreto del gobierno paraguayo, de fecha agosto de 1976, ha tenido eficaces efectos. Así, sin considerar a las industrias pre-existentes a dicha disposición gubernamental, en 1977, sobre 77 nuevas industrias, solamente 16 (21 por ciento) se instalaron en el radio capitalino, mientras el 79 por ciento restante lo hacían en el interior del país. En 1978, sobre 89 nuevas empresas industriales, el 80 por ciento se incorporaban a las economías regionales, fuera del sector capitalino y aledaño.

         En 1979, de 139 industrias, el 86 por ciento se localizaba en el interior; en 1980, sobre 108 nuevas empresas 79 por ciento se asentaban en el interior y en 1981, de 85 industrias nuevas, el 63 por ciento correspondían a industrias que, conforme con la disposición del gobierno nacional, se asentaban fuera del área capitalina.

         De este modo, el proceso de descentralización industrial como una meta de preservación del medio ambiente capitalino, como un objetivo estratégico de creación de focos de desarrollo económico en diversas regiones claves del país y como una modalidad del proceso de desarrollo del Paraguay, no ha sido una mera formulación teórica: ha tenido su marco jurídico-legal, su forma institucional de operacionalización (a través del Ministerio del ramo) y sus efectos cuantitativos concretos que se han reseñado someramente.


         c) MARCO INSTITUCIONAL DEL DESARROLLO INDUSTRIAL

         En estrecha vinculación con el aludido proceso, el gobierno nacional creó una infraestructura de organizaciones técnico-administrativas que se asocian a diversos aspectos del desarrollo económico en general y al del sector industrial en particular, tales como el Banco Nacional de Fomento, Centro de Promoción de las Exportaciones (CEPEX), Oficina Nacional de Proyectos, Fondo Ganadero, Instituto Nacional de Tecnología y Normalización, Fondo de Pre-inversión, Consejo de Industrias e Inversiones, Consejo Nacional de Desarrollo Industrial, Comité de Asistencia Técnica Externa, Servicio Nacional de Promoción Profesional (SNPP), Industria Nacional de Cemento, Siderurgia Paraguaya (SIDEPAR), Consejo Nacional de Pre-inversiones, Consejo de Fomento de la Producción Agrícola Nacional, etcétera.

         El resultado de todas estas medidas se ha venido reflejando en los últimos años a través de un creciente ingreso de capitales y de la canalización de las inversiones extranjeras en nuestro país. Es sabido, a propósito de este asunto, que la mayor parte de los países desarrollados de la segunda postguerra mundial han logrado la dinamización de sus economías, en todos los órdenes, con la ayuda de las inversiones externas. Tal el caso de Japón, Brasil, Israel y muchos otros e, incluso, de los EE.UU. que en sus inicios recibió un fuerte apoyo del Reino Unido de Inglaterra, tanto en recursos humanos como en capital, y que a lo largo de su historia ha seguido recibiendo aportes de distintos países y grupos étnicos.


         d) CRECIMIENTO DE LAS INVERSIONES

         Esos y muchos otros países, a través de políticas de puertas abiertas, han fomentado la inversión de capitales extranjeros sin detrimento de su soberanía y en concordancia con los intereses específicos de su desarrollo nacional.

         La inversión de capitales de origen externo representa la ventaja de que incorpora los recursos necesarios para imprimir un ritmo más acelerado al crecimiento económico del país, dotando de nuevos instrumentos de producción a su economía y creando nuevos empleos. Transfiere al país un caudal de valiosa experiencia empresarial en lo concerniente a la administración de los negocios, a la conducción fabril y a la movilización de mercados internos y externos. Y abre nuevos senderos en actividades no tradicionales mediante el know how, ampliando con ello el horizonte de las exportaciones, generando mayores ingresos de divisas y vinculando, finalmente, al país con los grandes centros del comercio internacional a través de la red de filiales de que el empresario extranjero normalmente dispone en diversas partes del mundo.

         La Ley de Fomento de las Inversiones ha sido un factor preponderante para la incorporación de inversionistas a la economía paraguaya. Dicha Ley ha beneficiado, en los últimos 12 años (1970-1981), a 1.823 proyectos de inversión por un monto total de 118.724 millones de Guaraníes, equivalentes a cerca de 1.000 millones de dólares, generando más de 54 mil nuevos puestos de trabajo.

         Solamente en esta década se montaron inversiones agroindustriales en mayor cantidad que en los últimos treinta años, lo que permite hablar de un vigoroso impulso del desarrollo industrial.

         La suscripción de los tratados de Itaipú y Yacyretá entre las Repúblicas del Paraguay, Brasil y Argentina, en abril y diciembre de 1973, respectivamente, ha puesto en movimiento ingentes recursos humanos y materiales para atender la demanda de bienes y servicios que, por sí mismos, han sido y son suficiente incentivo para la instalación de importantes industrias y la ampliación de otras. Sin embargo, lo más importante de estas obras constituye la producción y futura disponibilidad de energía en cantidades que superan en más de 25 veces la capacidad actual de producción, lo que permitirá la instalación de grandes complejos industriales de alto nivel de consumo de electricidad.

         En 1981 habían ingresado al país alrededor de 435 millones de dólares netos en capitales autónomos, de los cuales unos 160 millones correspondieron a las obras de Itaipú y cerca de 78 millones a la central hidroeléctrica de Yacyretá; el resto ingresó en forma de inversiones directas y préstamos de largo plazo. El ingreso neto acumulado de capitales por ambas obras hidroeléctricas, desde 1974 a 1981, fue de 1.970 millones de dólares, de los cuales 1.400 millones correspondió a Itaipú y el resto a Yacyretá. La entrada neta de capitales no superaba los 30 millones de dólares anuales en los primeros años de la década del 70.

        

INVERSIONES BENEFICIADAS POR LAS LEYES DE FOMENTO


         Esas cifras muestran uno de los múltiples efectos que ha tenido en la economía paraguaya la construcción de las dos grandes centrales hidroeléctricas y la expansión experimentada por la inversión en diversos campos en los años más recientes.

         En estas circunstancias el Paraguay es actualmente centro de atención de los países industrializados y de los de nuestro propio continente y son numerosos los empresarios y las empresas de primera magnitud en el mundo que han manifestado su interés por radicar capitales en nuestro país, llevando adelante emprendimientos que, una vez concretados, cambiarán la estructura de nuestra economía de una manera radical. Muchos de los referidos proyectos son de consumo intensivo de energía eléctrica y se encuentran ya actualmente en estudio.

         Aparte de la evidente atracción ejercida por la enorme disponibilidad de. insumos energéticos que el Paraguay ofrecerá en la década del ochenta, es indudable que uno de los factores más recientes de estímulo a las inversiones ha sido la satisfactoria evolución del producto por habitante que ha venido creciendo sin altibajos desde mediados de los años cincuenta, alcanzando su mayor dinamismo a partir de 1970.

         Este hecho reviste singular importancia, no sólo en términos de un mayor bienestar general de la comunidad, sino en el sentido aún más concreto de propiciar un acelerado cambio en el nivel y en la composición del consumo global. En los últimos años el ascenso registrado en el ingreso per cápita estimuló al gasto en bienes durables de consumo (especialmente automotores y electrodomésticos) dinamizando el mercado interno y creando expectativas optimistas en los inversores.


         e) CRECIMIENTO DE LAS EXPORTACIONES

         El mercado mundial se ha constituido en uno de los atractivos más firmes para las inversiones. Contrariamente a lo ocurrido en décadas anteriores, la del setenta ha sido de consolidación de la demanda externa dirigida a productos alimenticios e insumos agropecuarios y se puede anticipar que la tendencia expansiva se mantendrá a mediano plazo.

         El Paraguay ha encontrado condiciones cada vez más favorables para la exportación de soja, algodón, tabaco, hortalizas y numerosos productos agroindustriales. Esta actividad del mercado de exportación dinamizó las ventas externas y mejoró notablemente la capacidad del país para responder, oportuna y eficientemente, a las coyunturas favorables y positivas del mercado mundial. El incremento de la capacidad productiva ha reforzado la confianza de los inversionistas, ampliando así la base de expectativas optimistas acerca del acelerado crecimiento del país en los últimos años.

         En definitiva ha sido la acción combinada de diversos factores lo que ha favorecido un desarrollo sostenido y dinámico de la economía paraguaya, permitiendo conjugar una progresiva y promisoria expansión del sector industrial: entre ellos no se puede dejar de reiterar la importancia de la estabilidad política, la paz interna, la estabilidad monetaria, la disponibilidad y la inteligente explotación y aprovechamiento de los recursos naturales, el positivo concurso del factor humano, la política agraria del gobierno con su transformación de la estructura de tenencia de tierra y la expansión de la frontera agrícola así como la adecuada política de captación de ahorros y de fomento de las inversiones.

         El mayor ingreso per cápita y las grandes perspectivas que implican las obras hidroeléctricas del río Paraná, han contribuido a consolidar el clima de confianza y el espíritu de emprendimiento en los círculos inversionistas, reformulándose así positivamente las bases para proseguir con el proceso de expansión del sector industrial.


         f) LAS RAMAS MÁS DINÁMICAS DEL DESARROLLO INDUSTRIAL

         En el período 1970-1981 la participación del Producto Industrial en el Producto Interno Bruto (PIB) se mantuvo en cerca del 17 por ciento. Su valor, en Guaraníes constantes de 1977, se duplicó entre esos dos años extremos, pasando de 27.542 millones de Guaraníes en 1970 a 64.162 millones de Guaraníes en 1981.

         El valor de la producción de la industria manufacturera durante dicho período, se incrementó notoriamente con un rápido crecimiento de algunos de sus subsectores, como el de bebidas, textiles, productos químicos, materiales de transporte, derivados de petróleo, etcétera. El Valor Agregado Bruto industrial tuvo un crecimiento promedio anual de 8,6 por ciento en ese período, notándose una alta participación, en la generación de dicho Valor Agregado, de las ramas de alimentos, maderas, textiles, derivados del petróleo y bebidas, las que -en conjunto- contribuyeron con más del 70 por ciento.

         La industria paraguaya se basa fundamentalmente en la elaboración de materias primas agropecuarias y forestales, en las que se observa un papel predominante de la industria alimenticia, los textiles, la madera y los materiales de construcción. No obstante, es importante destacar que en los últimos años se han establecido nuevas plantas que contribuyen a una mayor diversificación de la producción industrial, tales como industrias de plástico, papel, cartón, bebidas gaseosas, pilas, alambres, metalúrgicas e industrias químicas.

         En lo que concierne a la industria de alimentos, se cuenta con importantes plantas procesadoras de leche, envasado de palmitos, aceites comestibles -que en 10 años ha aumentado su producción en dos veces y media-, arroz descascarado, yerba mate, harina de trigo, azúcar y alimentos balanceados para animales. Estos dos últimos crecieron en una y media y tres veces, respectivamente, en el término de 10 años.

         En el rubro de bebidas se produce alcohol y caña paraguaya, cerveza -cuya producción ha aumentado en cinco veces en poco más de un decenio- y bebidas gaseosas (producción incrementada en siete veces).

         También son áreas importantes de la producción agroindustrial el tabaco de exportación y sus derivados los cigarros y cigarrillos.

         La producción de algodón en fibra se ha triplicado en los últimos años y la exportación de este producto, en 1981, representó el 43,7 por ciento del total de las exportaciones; conviene agregar que -entre 1956 y 1980- el cultivo del algodón en el país se incrementó en un 470 por ciento.

         La producción de maderas elaboradas (12,3 por ciento de las exportaciones totales en 1981) aumentó en 5 veces, la industria gráfica -en el área de impresión de diarios- creció en tres veces, la producción de derivados del petróleo cinco veces desde su inicio en 1966 y la de cemento portland en ocho veces.

         Es interesante destacar que, en un período relativamente corto, se han iniciado una serie de nuevas actividades que representan la instalación de industrias de mayor grado de avance tecnológico y de mayores requerimientos de mano de obra, técnica y materias primas que no siempre se producen en el país pero que dejan valor agregado a su economía." Entre esos nuevos emprendimientos industriales, cabe mencionar la refinería de petróleo, la fábrica de alambres, de pilas, de cartón corrugado, de acrílico, de plásticos y fibras de vidrio, numerosas industrias metalúrgicas, planta de alcohol hidratado y absoluto, etcétera.

         Las tasas de crecimiento anual acumulativo de las principales ramas industriales, en el período 1970-1981, son:

         Productos de plástico               29,7 por ciento

         Vidrio                                        27,5 por ciento

         Maderas                                    14,0 por ciento

         Bebidas                                     11,8 por ciento

         Textiles                                     10,0 por ciento

         Minerales no metálicos             8,0 por ciento

         Imprentas y editoriales             5,9 por ciento

         Muebles y accesorios                5,8 por ciento

         Calzados y prendas de vestir    5,0 por ciento

         Productos químicos                  2,9 por ciento


         Igualmente significativas son las tasas de crecimiento de determinados productos del sector industrial, como las fibras de algodón: 191 por ciento; aceites esenciales: 165,4 por ciento; maderas aserradas, vigas, tablones: 163,3 por ciento; cemento portland: 146,2 por ciento; aceites comestibles: 105,7 por ciento; bebidas gaseosas: 100,7 por ciento.

         A la estrategia del desarrollo industrial paraguayo corresponden determinadas políticas de incentivación de las exportaciones de ciertos productos, más precisamente de aquellos productos nacionales que contengan el mayor grado posible de valor agregado. Se tiende pues a limitar las exportaciones de producción primaria y se alienta la de productos elaborados.

         En esa línea de acción se hallan inscriptas las prohibiciones de exportar madera en rollos, cueros vacunos crudos, ganado vacuno, ovino, equino y porcino en pié, maní con cáscara o descascarado, pieles de animales silvestres, etcétera. El efecto inmediato de estas medidas ha sido la instalación en el país de numerosas plantas industriales con avanzada tecnología y la ampliación y modernización de otras ya existentes, todas las cuales han tenido que aportar procesamiento y valor agregado a la producción primaria para viabilizar su exportación en mejores condiciones.

         Así es como se han instalado en los últimos años en nuestro país modernos aserraderos, parqueteras, laminadoras, fábricas de terciados, fábricas de marcos, puertas, ventanas y muebles y también nuevas industrias extractoras de aceites vegetales, curtidurías y muchas más.

         A fin de asegurar el abastecimiento para el consumo interno de algunos productos, así como el de ciertos insumos industriales, se regula la exportación de determinados artículos a través de la obligatoriedad de la presentación de permisos de exportación, como ocurre en el caso del azúcar, afrecho de trigo, sebo industrial, grasa vacuna, semillas, soja, tártago, tung y otros productos vinculados con el consumo directo o con las industrias nacionales (alcohol, dulces y confituras, alimentos balanceados, aceites comestibles, jabones, margarina, aceites industriales, etcétera).

         En otros casos y para salvaguardar el prestigio de los productos de exportación y mantener una calidad uniforme acorde con determinadas normas exigidas por ciertos mercados, se adoptan los Certificados de Calidad, como ocurre con la exportación de aceite de tung y ricino, esencias de petit-grain, de palo santo, de cedrón y extracto de quebracho, aceites de almendra de coco, de algodón y de soja.

         Así también, pese a que existe y se respeta la libertad de importación, previo el pago de los impuestos y tasas correspondientes, en casos excepcionales y con el fin de evitar o limitar la introducción de algunos productos que puedan competir con los similares nacionales, poniendo en peligro el funcionamiento de importantes industrias instaladas en el país, se prohíbe o se desalienta la importación de ciertos renglones como tejidos, jabones, fideos, pilas, alambres, etcétera.

         Como contrapartida, existe la política de estímulo a la importación de ciertas líneas, como maquinaria y equipos agrícolas o industriales y bienes de capital en general, que son introducidas al amparo de la Ley 550 de Fomento de las Inversiones, como también de ciertos insumos industriales que no se producen en el país y que gozan de desgravámenes de hasta el 50 por ciento por disposición del Decreto No. 26.729. El mismo Código Aduanero, como la Ley 550, contempla la importación libre de impuestos de los envases y materias primas que serán reexportadas tras su procesamiento en el país.

         De esta manera la economía paraguaya, que durante gran parte del presente siglo estuvo tan determinada por la producción primaria, con un alto porcentaje de dependencia del mercado externo en las líneas de materias primas y productos alimenticios y una altísima proporción de la mano de obra empleada en el área rural y en la actividad agropecuaria, está experimentando un cambio profundo de su estructura tradicional; el cambio se revela claramente en el análisis de las relaciones porcentuales entre los diversos sectores de la producción.

         En 1962, el sector agro-forestal tenía una participación del 41 por ciento en la producción de bienes y servicios. En 1975 ese porcentaje se redujo a 37,7 por ciento con la perspectiva, de acuerdo a proyecciones de los organismos técnicos especializados, de llegar tan sólo al 26,5 por ciento en 1986. Los sectores productivos de la industria y la construcción han mostrado una tendencia inversa: en 1962 representaban el 16,7 por ciento de la producción pasando, en 1975, al 18,8 por ciento, en 1981 el 21,9 por ciento y con estimaciones de llegar a constituir el 26,5 por ciento para el año 1986.

         En definitiva, la economía paraguaya evoluciona por los cauces claramente establecidos en la estrategia global del desarrollo económico y social de acuerdo con los planes de desarrollo de la Secretaría Técnica de Planificación: crecimiento hacia afuera a través de la substitución de importaciones y del incremento progresivo de las exportaciones.

         En este sentido se han obtenido logros realmente excepcionales habiéndose producido, en el lapso 1954-1981, un incremento sostenido de las exportaciones, la diversificación de los productos y mercados de exportación para el Paraguay y un cada vez mayor procesamiento de la producción exportable. Anteriormente, como hemos visto en capítulos precedentes, los principales renglones de comercio exterior para el país eran los rollos de madera, fundamentalmente cedro y lapacho, y los productos ganaderos; actualmente se exportan fibras de algodón, soja, maderas aserradas, marcos, puertas, ventanas -habiéndose diversificado las especies comerciales de la producción forestal-, aceites vegetales, expeller, aceites esenciales, etcétera.

         También las importaciones han jugado un papel preponderante como instrumento del desarrollo. En este sentido se ha otorgado tratamiento preferencial y se ha alentado la incorporación de bienes de capital destinados a actividades productivas y servicios indispensables al desarrollo económico del país. En el período 1954-1981 se observan visibles cambios estructurales en la composición de las importaciones, aumento constante en los rubros de maquinaria y equipo industrial, implementos agrícolas, insumos y materias primas, especialmente el petróleo y derivados cuyo fuerte impacto fue debido al sustancial aumento en sus precios internacionales (1)


(1) Para una perspectiva más clara sobre la evolución de las exportaciones e importaciones, así como de las reservas internacionales netas y saldos de la balanza de pagos, remitimos al lector al Anexo de esta obra donde hallará series estadísticas y gráficos sobre el tema.


         g) BALANZA DE PAGOS Y RESERVAS INTERNACIONALES.

         En igual sentido han evolucionado las reservas internacionales netas del Banco Central del Paraguay. Al iniciarse el actual período histórico que analizamos, en 1954, dichas reservas eran de 744 mil dólares, lo que representaba apenas el valor de 8 días de importación de aquel año. Actualmente ese monto asciende a 781 millones de dólares, cifra que supera con amplitud los requerimientos de importación para todo un año.

         En el siguiente cuadro, se aprecia la evolución histórica de las reservas internacionales netas del Banco Central del Paraguay en el período 1970-1981, medidas en dólares americanos y su índice de crecimiento considerando la base 100 para el primer año del período.



RESERVAS INTERNACIONALES NETAS DEL

BANCO CENTRAL DEL PARAGUAY 1970 - 1981



         En cuanto a la balanza de pagos, indicador de la relación entre nuestra economía interna y el resto del mundo que consigna las transacciones de mercancías, importaciones y exportaciones, pagos de transferencia y movimiento de capital, el Paraguay ha logrado, desde hace una década, salir del cerco de las economías en vías de desarrollo en la mayoría de las cuales la balanza de pagos es deficitaria. Entre 1970 y 1981 nuestro país registra los siguientes saldos positivos.


SALDO DE LA BALANZA DE PAGOS PARAGUAY 1970 - 1981


         Conviene señalar también, en este momento, que el sistema de relaciones en el comercio internacional del Paraguay de los últimos años ha cambiado notablemente, perdiendo casi por entero su anterior rigidez y tornándose mucho más amplio, elástico y abierto. Desde el año de la Independencia hasta 1954, nuestro país había suscripto 76 convenios bilaterales mientras que a partir de ese último año y hasta mediados de la década del setenta se firmaron 231, vale decir, tres veces más. Del total de dichos convenios 37 lo fueron con la República Federal Alemana, 33 con la Argentina, 31 con el Brasil, 21 con los EE.UU. de Norteamérica, 19 con Suiza, 16 con España, el Tratado de Montevideo que creó la Zona de Libre Comercio, el Tratado de la Cuenca del Plata con Argentina, Brasil, Bolivia y Uruguay, etcétera.

         El gobierno nacional ha logrado acuerdos importantes con países amigos para disponer dg zonas francas y depósitos francos como los de Buenos Aires y Rosario (Rep. Argentina), Montevideo (Uruguay), Antofagasta (Chile) y el de Paranaguá (Brasil), que está rindiendo los mayores beneficios al país, tanto que en 1975 se exportaron por dicho puerto cerca de 59 mil toneladas por casi 11 millones de dólares y en 1976 alrededor de 129 mil toneladas por valor de aproximadamente 24,5 millones de dólares. En 1977 las exportaciones paraguayas por el puerto de Paranaguá representaban ya cerca del 26 por ciento de las exportaciones totales del país.

         Se han obtenido dos importantes logros en el campo del comercio exterior paraguayo: se ha roto la excesiva dependencia de determinados mercados y se ha producido una diversificación de los rubros de exportación. En 1954 el país exportaba alrededor de 93 ítem mientras que ahora su cuadro de ventas alcanza casi 400 productos. Ese mismo año colocaba su producción en no más de una docena de países; actualmente llega a 40 países de todos los continentes.

         Con la construcción de los embalses de Itaipú y Yacyretá, el Paraguay contará con enormes recursos de fuerza hidroeléctrica. Se estima que, avanzada la década del ochenta, el país tendrá a su disposición, aproximadamente, 45 mil millones de KWH/año para consumo propio o exportación, sin contar con los recursos hidroeléctricos de la futura represa de Corpus.

         El intento de desarrollar industrias orientadas hacia el uso masivo de energía para absorber una parte substancial de los recursos eléctricos provenientes de estas represas, representará nuevas dimensiones en el desarrollo industrial del Paraguay.

         La creciente urbanización, el aumento sostenido del ingreso per cápita y el desarrollo de modalidades crediticias para estimular una ampliación y diversificación del consumo, están creando las condiciones necesarias para consolidar el mercado interno y propiciar una profundización de la estrategia substitutiva de importaciones.


         h) MISIONES ECONÓMICAS

         Por último, como parte del proceso expansivo del desarrollo industrial no puede dejar de recordarse que, a fin de promover inversiones, diversificar los mercados para la colocación de nuestros productos de exportación y hacer conocer la realidad político-económica del país, el Ministerio de Industria y Comercio organizó numerosas misiones económicas integradas con funcionarios de Gobierno y empresarios de la actividad privada.

         Estas misiones visitaron varias veces países europeos, Japón, China Nacionalista, Israel, Hong Kong, Canadá, Estados Unidos de Norteamérica, Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Bolivia, Venezuela y otros.

         Frutos de estas misiones, son las importantes inversiones extranjeras captadas durante los años 1973-1981, la cooperación sin costo de varios países tales como estudios sobre la utilización de la energía hidroeléctrica, Plan Maestro de Desarrollo Industrial, Desarrollo de la Industria Textil, de metal, mecánico, fertilizantes, Parques Industriales, como la realización de numerosos seminarios de capacitación administrativa, técnica y empresarial.


6

LOS ASPECTOS SOCIALES DEL DESARROLLO

         Desde sus primeros momentos el gobierno nacional ha fundamentado sus acciones de política económica en la concepción de un mayor bienestar para la población paraguaya en su conjunto. En este sentido, su conceptualización del desarrollo ha sido siempre integral y tendiente a ampliar e igualar las posibilidades y las oportunidades para el mejoramiento social, político y económico de la sociedad paraguaya y para el logro de un mayor bienestar popular.

         Esta "ideología del desarrollo económico y social" quedó plasmada ya en el Primer Plan Nacional de Desarrollo cuando se enfatizaba que éste "pretende ser uno de los instrumentos fundamentales que permita al gobierno poner en ejecución una política coherente destinada al cumplimiento de su finalidad última: lograr el bienestar de la comunidad". (STP; Plan Nacional...; 1965).

         "Básicamente -firma el citado documento- el desarrollo nacional significa el mejoramiento continuo de las condiciones del hombre paraguayo. Este desarrollo se puede establecer en términos de más alimentos, vestimenta y calzado, educación y salud, vivienda y servicios comunales, seguridad y esparcimiento y todos los bienes y servicios que puedan determinar un mayor goce social y una creciente dignificación de la persona como ser humano y como parte integrante de la sociedad".

         En definitiva la política social del gobierno no hace sino ajustarse a claras disposiciones constitucionales. En éste, como en otros casos, el gobierno cuenta con un sólido instrumento de apoyo jurídico-legal que delinea inequívocamente sus compromisos respecto a la seguridad y al bienestar social de la población.

         La Constitución Nacional, sancionada en 1967, proclama entre los "Derechos Sociales" de la población paraguaya que "toda familia tiene derecho a un hogar asentado sobre tierra propia, para lo cual se perfeccionarán las instituciones y se dictarán las leyes más convenientes a fin de generalizar la propiedad inmobiliaria urbana y rural y promover la construcción de viviendas económicas, cómodas e higiénicas, especialmente para trabajadores asalariados y campesinos".

         Estatuye también la Carta Magna que "todos los habitantes tienen derecho a la educación para desarrollar sus aptitudes espirituales y físicas, formar su conciencia cívica y moral y a capacitarse para la lucha por la vida. La enseñanza primaria es obligatoria y se consagra la libertad de impartirla. El Estado sostendrá las necesarias escuelas públicas para asegurar a todos los habitantes, en forma gratuita, la oportunidad de aprender".

         Respecto a la educación, "todos los habitantes tienen derecho a la protección y promoción de la salud y están obligados a someterse a las medidas sanitarias que establezca la ley dentro de los límites permitidos por el respeto a la personalidad humana".

         Sin embargo la preceptiva constitucional no es novedad alguna y la mayoría de las naciones del mundo de hoy día podrían vanagloriarse de poseerla iguales o mejores. Lo que cuentan son los instrumentos concretos a través de los cuales esos mandatos se vuelven acciones vivas y, en ese sentido, el gobierno del Paraguay ha venido dando testimonios incuestionables como ha quedado ya muy escuetamente reseñado con relación a la reforma agraria y derechos económicos de la población nacional.

         Resulta pues de mucho interés pasar una rápida revista a estos tres grandes indicadores del mejoramiento social y del enaltecimiento de las condiciones de vida de los sectores populares del país: la vivienda, la salud y la educación que -por lo demás- han quedado inscriptos como grandes áreas del desarrollo económico y social del Paraguay en los planes nacionales de desarrollo con sus propios objetivos, estrategias y políticas.


         a) LA VIVIENDA.

         En materia de viviendas el gobierno ha orientado su política en el sentido de disminuir progresivamente el problema habitacional que ha derivado del rápido crecimiento urbano, del aumento de la población nacional y de un marcado déficit de viviendas que se arrastraba desde la década del cincuenta. Esa política tiende, así mismo, al establecimiento de toda una escala de actividades relacionadas con la vivienda, merced a la formulación y sanción de leyes adecuadas, a la creación de instituciones públicas y a inducir la formación de entidades privadas que, actuando en forma conjunta, ayuden a solucionar el problema mencionado.

         Como una de las primeras medidas en ese sentido fue creado el Instituto Paraguayo de Vivienda y Urbanismo (IPVU) por Ley 970 de 1964. El IPVU tiene la finalidad de facilitar a la familia paraguaya la satisfacción de sus necesidades habitacionales y planificar, orientar y promover el crecimiento de las ciudades y centros urbanos.

         "El Programa de construcción masiva de viviendas de interés social llevado a cabo por el IPVU, por primera vez en el país, con la complementación y cooperación técnico-financiera del Banco Interamericano de Desarrollo y el Lloyd Bank International, así como de la Organización de Estados Americanos y de la República de Sudáfrica, ha apuntado precisamente a dar satisfacción a las necesidades de techo propio de las familias de bajos recursos cuyo índice dentro del cuadro de déficit habitacional es el más acentuado". (Un cuarto de siglo...; 1979).

         "Para el logro pleno de los objetivos propuestos, entre los aspectos técnicos de su ejecución se tiene en cuenta, el concepto de la vivienda vinculada al medio circundante, atendiendo al mismo tiempo al equipamiento interno y a la provisión de los servicios básicos indispensables. Se prevén, asimismo, las áreas destinadas a servicios comunales permitiendo que las demás instituciones del Estado, a través de la acción que les compete, complementen la provisión de los mismos con lo que se asegura el normal desenvolvimiento de la comunidad". (Ibíd.).       

         La concepción del diseño de la vivienda busca asegurar a las familias beneficiarias de los programas del IPVU unidades sanas y apropiadas, al menor costo posible, y dentro de las condiciones esenciales de habitabilidad, propiciando el uso de materiales de construcción nacionales así como normas técnicas que respeten el tipo tradicional paraguayo, empleando en todo lo posible la mano de obra local.

         En este sentido el Programa que ha sido mencionado busca que la vivienda constituya un medio altamente eficaz para promover el desarrollo de la personalidad humana en todas sus manifestaciones, individuales y sociales, posibilitando así su bienestar.

         "Las obras de infraestructura referidas a la urbanización de las áreas de asentamiento de los distintos proyectos de construcción de viviendas, comprenden la apertura, perfilado y pavimentación de calles, acondicionamiento de áreas verdes, obras de desagüe pluvial y alcantarillado, empastado y arborización, perforación de pozos profundos, construcción de tanques de altura, reservorio para tratamiento, tendido de la red de agua corriente e instalación y equipamiento para abastecer de agua a los proyectos que no estén servidos por la Corporación de Obras Sanitarias del país (CORPOSANA)". (Ibíd.).

         "El sistema de provisión de agua a los distintos proyectos del IPVU, se basa en la explotación de pozos profundos con extracción por medio de equipos de bombeo apropiados para las distintas condiciones físicas de los pozos, tales como profundidad, napas acuíferas, caudal, población beneficiaria, etcétera. Cada proyecto dispone, además, de los reservorios elevados necesarios al caso así como de su respectiva red de distribución general con conexiones domiciliarias individuales. El mantenimiento de todos estos servicios de abastecimiento de agua a los proyectos se halla administrado directamente por el IPVU".

         "Dada la extraordinaria demanda de viviendas por personas de bajos ingresos, constatada como consecuencia de la ejecución de los distintos proyectos, el IPVU ha puesto en marcha -con recursos propios y de reinversión- un Programa que comprende diversos proyectos de construcción de viviendas en forma progresiva en lotes propios de los beneficiarios, aplicando el criterio de flexibilidad y variedad en los diseños y procedimientos constructivos".   

         "La alternativa recién citada constituye ya un fruto de la capitalización de las significativas experiencias recogidas por esta institución, y puesta al servicio de los nuevos emprendimientos que la ocupan a nivel nacional". (Ibíd.).

         Es así como el IPVU, en cumplimiento de los fines establecidos en su carta orgánica, ha aplicado sus fondos -provenientes de recursos propios y de reinversión, de aportes del Estado y de préstamos internos y externos- en las inversiones de diversos proyectos de construcción de viviendas por un monto total de 2.850,8 millones de Guaraníes, emprendimientos encarados a nivel nacional entre 1966 y 1981. Las cifras anuales y totales se consignan en el siguiente cuadro.


NÚMERO DE VIVIENDAS Y MONTO DE LAS INVERSIONES DEL IPVU



         Todas las inversiones consignadas más arriba en el período de 1966-1981, se basaron en un 66 por ciento en recursos internos de la institución y lo restante en fondos de créditos externos. Basados en las estimaciones sobre composición familiar es posible calcular en, aproximadamente, 31.000 personas las beneficiadas en ese lapso con las viviendas levantadas por el IPVU.

         Reforzando aún más su política de estímulo a las obras habitacionales, el gobierno creó por Ley 325 de 1971 el Banco Nacional de Ahorro y Préstamo para la Vivienda (BNAPV), siendo su objetivo fundamental la canalización del ahorro interno hacia el financiamiento para la adquisición, construcción, ampliación, refacción o terminación de viviendas. La creación del BVAPV quedó enmarcada en un contexto más amplio: el del llamado Sistema Nacional de Ahorro y Préstamo para la Vivienda, en el cual se han creado, hasta la fecha, cinco sociedades anónimas regidas por la Ley 325 y sometidas al contralor del citado Banco, que operan con fondos provenientes del ahorro privado, garantizados por el BNAPV, financiando obras habitacionales a sectores sociales de ingresos medios.

         Consecuentemente, el Sistema Nacional de Ahorro y Préstamo para la Vivienda no reviste una importancia meramente financiera. Constituye una integración funcional de aspectos económicos, financieros y sociales al proveer de recursos para la cobertura de una sentida necesidad social, incorporándose como fuente de financiamiento permanente en el sector privado del país, generando nuevos puestos de trabajo y estimulando el desarrollo de la industria de la cónstrucci6n y sus ramas afines.

         "Tranquilidad y seguridad en la inversión constituyen los componentes básicos para la ejecución de un programa de viviendas y el beneficio social se refleja en la consolidación de la unidad familiar, manteniendo vigente el deseo natural de progresar y resguardar con decisión y firmeza las conquistas logradas. Todo ello es posible tan sólo gracias a la eficiente labor desplegada por el sector público que ha permitido y alentado la captación de importantes recursos provenientes del ahorro privado, canalizándolos a través de las Sociedades integrantes del Sistema, en un marco de equilibrio y estabilidad económica-financiera". (Ibíd.).

         El BNAPV, como organismo central del sistema, promueve la creación de las sociedades que lo componen y controla y regula su funcionamiento, asistiéndole técnica y financieramente. Las sociedades de ahorro y préstamo operan con el público captando sus ahorros y otorgando préstamos personales para la ejecución de proyectos, adquisición de viviendas o lotes, ampliaciones, mejoras, equipamiento y todo lo relacionado con la solución completa del problema habitacional. En la actualidad operan 5 sociedades con casa matriz y 14 sucursales en la ciudad capital y alrededores, así como 1 oficina central y 8 agencias diseminadas por el resto del país lo que totaliza 28 oficinas aptas para satisfacer la creciente demanda del público por este tipo de servicio.

         A fines de 1981, el cierre del ejercicio del Sistema Nacional de Ahorro y Préstamo para la Vivienda indicaba la colocación de 18.629,2 millones de Guaraníes que beneficiaron a 13.198 familias prestatarias.

         El Instituto Paraguayo de Vivienda y Urbanismo y el Banco Nacional de Ahorro y Préstamo para la Vivienda, constituyen las dos opciones bien concretas que el gobierno nacional ha ofrecido para hacer posible la solución del problema de la vivienda en el país; el primero como organismo público, aunque descentralizado de la administración del Estado, y el segundo como un sistema regulado por el Estado, pero enteramente abierto a la libre iniciativa privada. En los dos casos se han obtenido importantes logros y, si bien no se ha superado total y definitivamente el déficit habitacional, hay sobrados motivos para alentar la esperanza de que, en un plazo no muy lejano, el Paraguay reducirá el problema de la vivienda al mínimo posible.


         b) LA EDUCACIÓN

         La política educacional del gobierno es amplia y compleja, obligado a una indispensable labor de máxima síntesis se tratará de poner de relieve los aspectos más significativos de sus acciones y de sus logros.

         Comencemos por destacar que la educación en el Paraguay tiende a asegurar a todos los habitantes, por medio de un proceso permanente de aprendizaje-enseñanza, la igualdad de oportunidades para el más amplio acceso a la cultura, la ciencia y la técnica; consolidar la sociedad paraguaya a través de una constante tarea de perfeccionamiento signada por la convivencia pacífica y por el espíritu de progreso y bienestar y constituirse en una verdadera "empresa nacional y eficaz instrumento para generar, promover y acelerar el desarrollo socio-económico y cultural, a través de una política orientada con visión perspectiva". (Un cuarto de siglo, ob. cit.).

         Algunos indicadores generales nos darán la perspectiva de los grandes cambios y adelantos que se han producido en el campo de la educación en el Paraguay en un cuarto de siglo. En efecto, entre 1954 y 1979, el incremento de la matrícula escolar, en el nivel de la enseñanza primaria, fue de un 102 por ciento. En este último año se habían matriculado 515.500 alumnos.

         La educación primaria ha sido atendida siempre de una forma preferencial por el sector público. Sin embargo, el sector privado ha ido revelando una mayor participación en esta empresa, al punto que en 1954 absorbía sólo el 6 por ciento de la matrícula escolar y en 1979 ya el 14 por ciento.

         Importa destacar que, en el acrecentamiento sostenido de la matrícula escolar primaria, las áreas rurales van tomando cada vez mayor significación. "En el año 1975 el 57 por ciento de la matrícula pertenece a la zona rural y para el año 1979 alcanza al 60,2 por ciento... Este hecho es el resultado de una política educativa ruralista del gobierno nacional, traducida en la colonización de nuevas zonas, la ampliación de la frontera agrícola, la dotación de infraestructura básica necesaria y la adopción de nuevas modalidades de enseñanza". (Educación...; 1980).

         Es interesante poner de relieve que el simple aumento de la matrícula escolar no sería un buen indicador del desarrollo educativo sino agregáramos la referencia adicional de que se ha incrementado notablemente el índice de retención. Esto quiere decir que, cada vez más, los alumnos que ingresan a la escuela primaria recorren el ciclo completo de los seis años de instrucción escolar, culminando sus estudios la mayor parte de los que ingresaron. Así es como entre 1970 y 1975 el porcentaje de retención era del 29,9 por ciento produciéndose, año a año, un relevante incremento de dicho porcentaje.


RETENCIÓN DEL SISTEMA EN EL NIVEL PRIMARIO

COHORTES 1970-1975 y 1974-1979



         Este mejoramiento de la retención escolar se ha debido a una serie de medidas implementadas por el ministerio del ramo y el gobierno nacional, habilitando más escuelas y cuidando que ellas satisfagan las demandas del ciclo completo de seis años, mejorando la capacidad administrativa y el nivel del personal docente.

         Así es cómo, de las 1.781 escuelas existentes en 1954, se ha pasado a 3.870 en 1979; de 8.284 cargos docentes en el primer año de referencia se pasó a 19.712 en el último mencionado y de 3.327 maestros titulados en 1954 se ha llegado a 15.967 docentes especializados para el sector primario de la enseñanza en 1979.

         El gobierno se ha preocupado también crecientemente de la educación especial destinada al sector denominado "excepcional" (niños con problemas de aprendizaje, sordos, sordo-mudos, etcétera), existiendo actualmente 7 escuelas especializadas en esa área. Junto con esto, la implementación de una política educativa especialmente dirigida a las poblaciones indígenas del país, han puesto de manifiesto la evidente sensibilidad social del gobierno en la materia.

         En 1978 funcionaron 73 unidades académicas para diversas etnias indígenas del Paraguay, absorbiendo una población escolar de 2.938 niños a cuyo servicio se destinaron 106 docentes de los cuales el 83 por ciento eran maestros indígenas. Demás está decir que la labor educativa en estos centros no es segregacionista sino que se ajusta, enteramente, a los lineamientos generales de la educación que tienen vigencia para toda la población paraguaya.

         También la enseñanza media ha experimentado notables progresos: 14.468 alumnos se matricularon en 1954 y 94 eran los colegios de enseñanza secundaria que por entonces existían con 2.005 profesores; en 1979, 896 colegios recibieron a 109.126 alumnos, para servir a los cuales existían 8.325 profesores. Entre 1975 y 1979, la matrícula del sector medio de enseñanza ha crecido a una tasa del 10 por ciento anual acumulativo.

         "Haciendo un análisis por sector, se observa un crecimiento de 59 por ciento para el sector público y de 20 por ciento para el sector privado. Es importante señalar que el crecimiento acelerado del sector público se debe a la decisión del gobierno de dar alta prioridad a la educación como empresa formadora de recursos humanos, promotores dinamizantes del desarrollo". (Educación, ob. cit.).

         El gobierno ha desarrollado, además, una serie de acciones especiales en el campo educativo como el de la alfabetización y educación de adultos (286 centros especializados a ese fin en el año 1979) y el de formación y capacitación específica de los recursos humanos en diversas ramas directamente vinculadas con la producción más eficiente en los diversos sectores de la economía.

         "El Servicio Nacional de Formación Profesional (SNPP), institución dependiente del Ministerio de Justicia y Trabajo, fue creado por el gobierno de la Nación en el año 1971, como respuesta a los objetivos establecidos en el Plan Nacional de Formación Profesional Acelerado de Adultos elaborado en el año 1969". (Un cuarto de siglo, ob. cit.).

         En ese marco se han venido desarrollando desde entonces una serie de cursos para la formación a nivel gerencial, de dirección de empresas, de mandos medios y de mano de obra calificada, de personas que puedan ingresar al mercado de trabajo en condiciones de productividad cada vez más eficientes como medio de propulsar cada vez más el desarrollo económico y social del Paraguay. Estos cursos, que comprenden las más diversas especializaciones, abarcan el sector agropecuario y forestal, el sector industrial y el de comercio y servicios.

         En general, estos cursos "constan, en promedio, de un 80 por ciento de prácticas reales del oficio y un 20 por ciento de conocimientos tecnológicos y complementarios (sociales y culturales)..." Un poco más adelante desarrollamos con mayor amplitud la labor del SNPP en lo concerniente a la formación de recursos humanos calificados.

         En lo que respecta a la formación superior o universitaria, el Paraguay cuenta con dos universidades que ofrecen una amplia gama de posibilidades de formación profesional: La Universidad Nacional de Asunción (UNA) y la Universidad Católica "Nuestra Señora de la Asunción" (UCA), esta última con diversas filiales en ciudades del interior del país y la primera con una Escuela de Administración y Contabilidad en funcionamiento en Ciudad Presidente Stroessner.

         La enseñanza universitaria ha tomado notable auge en los últimos años, habiéndose incorporado nuevas carreras acordes con el desarrollo económico y social experimentado por el país y por las extraordinarias perspectivas que se plantean para los próximos años. Han surgido las ramas de Ingeniería Agronómica y Medicina Veterinaria, Arquitectura, Administración, Ingeniería Electrónica, Computación, Ciencias Básicas (Física, Química, Biología, Geología) y Ciencias Geográficas, entre otras.

         Entre 1975-1979, el crecimiento de la matrícula universitaria fue del 25 por ciento: en la UNA se registró un crecimiento del 29,1 por ciento y en la UCA del 15,8 por ciento en dicho período. Con ello, en 1979 cursaban estudios superiores en ambas universidades, 21.434 futuros profesionales que, a la fecha, comenzarán ya a sumar su esfuerzo a la labor desarrollista que el país emprende con ahínco.


         c) LA SALUD

         Por último, siquiera una muy somera referencia a los programas de salud debemos realizar en este capítulo para que quede delineado en sus rasgos más generales el notable desarrollo que vienen cobrando los aspectos sociales del bienestar popular. El gobierno ha hecho suya una premisa básica en el área del desarrollo social, como complemento insustituible de los grandes proyectos que implementa para asegurar el crecimiento económico del país: "Un pueblo sano y fuerte es la base para el progreso y la felicidad del país".

         "El gobierno nacional definió desde un inicio el propósito de su acción sanitaria en los aspectos siguientes:

         - Aumento de la esperanza de vida al nacer, mediante el desenvolvimiento de programas para disminuir la morbi-mortalidad.

         - Extensión de los servicios de salud a todo el territorio.

         - Contribución al progreso económico y social incorporándose en la acción y política general del gobierno". (Un cuarto de siglo, ob. cit.).

         El país ha sido dividido en 8 regiones sanitarias que cubre la totalidad de su superficie territorial. Cada región sanitaria tiene como centro operacional la capital departamental más importante del área en que actúa, contando con una moderna unidad hospitalaria con el equipamiento básico completo y la dotación indispensable de personal médico y para-médico. Dependiente de éstos, funcionan luego los Centros departamentales de salud a los que se hallan adscriptos, a su vez, los Centros distritales. "Como elemento final del sistema escalonado e integral de penetración, se ubican los Puestos Sanitarios que atienden a las poblaciones rurales con menos de 2.000 habitantes y brindan los servicios integrales primarios de la salud, dependiendo de los Centros Distritales". (Un cuarto de. siglo, ob. cit.).

         Por otro lado, de singular importancia es la acción que -en el campo de la salud y la seguridad social- cumple el Instituto de Previsión Social (IPS) organismo autárquico de la Administración Central que brinda los servicios del seguro médico y social- a la población trabajadora del país. De poco más de 70.000 asegurados -en 1975- el IPS pasó, en 1981, a cubrir el seguro social de más de 109 mil trabajadores.

         El IPS cuenta con 108.149 cotizantes directos (personal en relación de dependencia con empresas privadas que aportan a la Institución), pero además brinda sus servicios a miembros del magisterio oficial y privado, a personal del servicio doméstico y abona mensualidades a diversos pensionados y jubilados, así como a lisiados, mutilados y ex-combatientes en general de la guerra del Chaco.

         Más de 140 mil asegurados y pensionados, más de 4.000 jubilados y cerca de 42.000 ex-combatientes (lisiados o mutilados), totalizan 187.161 beneficiarios directos del sistema de servicio social del IPS en 1981. A ellos deben adicionarse, cuando menos, 3 asegurados más por cada beneficiario directo, pues los beneficios del seguro personal se extienden a los familiares de aquéllos, lo que implica que mucho más de medio millón de personas resultan protegidas por los servicios médicos, asistenciales, hospitalarios, medicinas y remuneraciones que el Instituto ofrece a sus asegurados.

         Las acciones básicas que se desarrollan en el campo de la salud, pueden resumirse en medidas preventivas y curativas que consisten en: lucha contra enfermedades transmisibles y zoonosis (habiéndose logrado erradicar el paludismo en 1978), prevención por vacunaciones (uno de cuyos logros ha sido la erradicación total de la viruela), control de diarreas y parasitósis intestinales, lucha contra la tuberculosis (con alto grado de reducción de este mal), prevención y cura de otras enfermedades y vigilancia epidemiológica.

         Otros importantes programas son el de la atención materno infantil, protección familiar, nutrición (con funcionamiento del Programa de Alimentación y Educación Nutricional PAEN), Saneamiento Ambiental (a cargo del Servicio Nacional de Saneamiento Ambiental SENASA) y agua para la salud.

         Es importante destacar que, por primera vez en la historia del Paraguay, en 1976 la Secretaría Técnica de Planificación, con apoyo financiero y técnico de Naciones Unidas (UNICEF y Proyecto Interagencial de Promoción de Políticas Nacionales de Alimentación y Nutrición, PIA-PNAN), elaboró el Primer Plan Nacional de Alimentación y Nutrición para el período 1977-1981.

         Los estudios especializados en la materia realizados más recientemente, vienen a demostrar los importantes logros resultantes de los planes de salud, el más reciente el del período 1976-1980, los diversos programas específicos y las acciones concretas que se han venido realizando en los últimos años.

         En efecto, la tasa bruta de mortalidad del Paraguay es, entre ocho países latinoamericanos seleccionados (el nuestro junto con Bolivia, Perú, Brasil, México, Chile, Argentina y Uruguay) la de más bajo valor con sólo 7,4 por mil en el período 1970-1977, en tanto que la esperanza de vida, que en el quinquenio 1950-1955, era de sólo 51,5 años se elevó a 60,1 años en 1972 y a 66,1 años para 1977, situándose en el tercer orden en relación con los países recién citados. (STP; 1980/I).

         Estos importantes indicadores son, por sí solos, suficientemente significativos de las importantes mejoras alcanzadas en el Paraguay en materia de salud, reduciéndose la morbi-mortalidad, eliminándose algunas enfermedades endémicas y haciéndose más prolongada la vida de las personas por el mejoramiento general de la salud y de las condiciones de vida.

         Vivienda, educación y salud han sido sólo algunos de los grandes indicadores de los aspectos sociales del desarrollo que hemos escogido para fundamentar las profundas implicancias que ha tenido, en los últimos veintisiete años, el proceso de cambio implementado en nuestro país dentro de un marco bien definido: con orden y estabilidad política y social y con una orientación claramente definida hacia los intereses populares.


7

LA FORMACIÓN Y CAPACITACIÓN DE LOS RECURSOS HUMANOS

         Hemos señalado que uno de los puntales del proceso de desarrollo económico y social que caracteriza a nuestro país, lo constituyen los recursos humanos. Entendemos por tales en un sentido general y amplio al hombre paraguayo, no sólo como beneficiario directo de los grandes cambios que se operan en el Paraguay del presente, sino como protagonista, como factor dinámico, como motor y elemento dinamizante fundamental de ese proceso.

         En este sentido las políticas y los programas educacionales han tendido no solamente a dignificar y elevar al hombre paraguayo a dimensiones universalistas en el amplio campo de la educación y la cultura general, sino que -además- han tenido finalidades concretas de formación y capacitación para que la economía paraguaya cuente con niveles cada vez más altos de calificación y capacidad productiva, técnica y operativa de su mano de obra, por constituir uno de sus recursos básicos y esenciales precisamente el factor humano y su consiguiente resultado: el trabajo.

         Con miras a esta calificación de sus recursos humanos, el gobierno nacional, aparte de los programas propios del sistema educativo escolar y formal, que ya hemos visto cómo ha evolucionado en sus diferentes ramas (primaria, secundaria y universitaria), ha ido creando y mantiene o alienta la existencia de una serie de instituciones públicas o privadas que se encargan específicamente del campo de la formación y capacitación de la fuerza de trabajo en el país, en todos los aspectos de la actividad creadora y productiva del hombre paraguayo.

         Es así como, desde 1971, funciona el Servicio Nacional de Promoción Profesional (SNPP), creado por la Ley 253/71 y dependiente del Ministerio de Justicia y Trabajo, con la finalidad específica de llevar adelante programas concretos de formación profesional a escala nacional. Esta institución obedece a la intención del gobierno de formar a la mano de obra paraguaya en todos los niveles (desde la gerencia administrativa de empresas hasta la familia trabajadora rural, pasando por los mandos medios y los operarios de producción) y en todas las actividades de la economía nacional: sector agropecuario, industrial y servicios.

         En el año 1981 los cursos desarrollados por el Servicio Nacional de Promoción Profesional llegaron a 262. Estos fueron llevados a cabo por los llamados centros fijos y móviles, siendo los primeros aquéllos que dictan sus cursos en sitios fijos adonde concurre la mano de obra interesada en su capacitación, mientras que los segundos despliegan su actividad llegando a los más apartados rincones donde la acción capacitadora es reclamada.

         De todos los cursos citados egresaron en dicho año 5.760 trabajadores calificados, lo que representó un 31 por ciento más que en 1980. De ellos, el 76 por ciento fueron resultado de las citadas acciones de los centros móviles mientras el 24 por ciento correspondían a los centros fijos.

         Con los 5.760 egresados de 1981, el SNPP completó un total de 30.056 personas capacitadas en sus diversos cursos cumplidos desde 1972. Una idea de la importancia de todos estos cursos nos brinda la siguiente clasificación de los que se dictaron en 1981: el 46 por ciento respondió a requerimientos del sector primario de la economía (área agrícola-ganadera y forestal), el 25 por ciento al sector industrial y el 29 por ciento al terciario (comercio y servicios).

         De los cursos de 1981, el 3 por ciento se destinó al nivel gerencial de la formación profesional, el 7 por ciento al de mandos medios, el 13 por ciento a trabajadores familiares rurales y el 77 por ciento a trabajadores del campo de la producción directa.

         El SNPP, además, en el interés de trascender cada vez más las áreas puramente urbanas del país y de romper la centralización capitalina de sus servicios, ha venido emprendiendo un programa paulatino de descentralización, de expansión hacia el área rural y los pequeños núcleos y comunidades del interior del país, para lo cual ha creado hasta 1981, 5 grandes Centros Regionales que son: el del Centro, con asiento en Coronel Oviedo, cubriendo los departamentos de Caaguazú, Guairá, Caazapá y Cordillera; el del Sur con asiento en Coronel Bogado y área de cobertura en Itapúa, Ñeembucú y Misiones; el del Norte, con asiento en Choré y cobertura en los departamentos de San Pedro, Amambay y Concepción; el del Este con asiento en Hernandarias, cubriendo los departamentos de Alto Paraná y Canendiyú y el del Oeste y Chaco Paraguayo que tiene su asiento en San Lorenzo y cubre toda el área metropolitana de Asunción, los departamentos de Central, Paraguarí y la Región Occidental.

         Importante es destacar que en la Región Occidental, además, el SNPP cuenta con centros sub-regionales que cubren las necesidades de formación que se presentan en esa región.

         Con este esquema organizativo, con esta filosofía, con las acciones y los resultados cuantitativos que se han citado, el SNPP viene trabajando cada vez más intensamente en la formación de la mano de obra paraguaya: de sus cursos han surgido tanto gerentes de administración, organización de empresas, mercadeo o especialistas en asesoramiento, relaciones públicas o seguridad industrial, como cultivadores de diversos renglones agrícolas, apicultores, tractoristas, sanitaristas, capataces de estancia, técnicos en inseminación artificial, mecánicos en general, especialistas en diesel, electricistas, fresadores, torneros, cocineros, barmen, vendedores de salón y la más amplia gama de profesionales y especialistas que pueda considerarse en relación con la producción de todos los sectores de la economía del país.

         Por si todo ello no fuese suficiente, otros organismos del gobierno han venido prestando su concurso para un mejoramiento cada vez más elevado y rápido del recurso humano en el país. Es así como el Ministerio de Industria y Comercio, a través de algunas de sus dependencias como el Gabinete Técnico o del Centro de Promoción de Exportaciones (CEPEX), ha estado desarrollando en los últimos años una serie de cursos y seminarios para la mayor calificación de los niveles gerenciales del empresariado paraguayo.

         En efecto, dependiente del Gabinete Técnico del Ministerio citado, se ha creado el ISEA (Instituto Superior de Estudios Administrativos) que ha venido desarrollando cursos y seminarios de formación y perfeccionamiento en el área de Administración Financiera Empresarial, Administración de Ventas, Control Gerencial para Ejecutivos, Administración de Operaciones y Servicios, Planeamiento Estratégico del Marketing, etcétera.

         Resultado de estas actividades, iniciadas en 1979, ha sido la participación en dichos cursos y seminarios de un total de 325 personas, técnicos, profesionales o empresarios de diversas áreas de la actividad económica del país. De un total de 47 usufructuarios de dichos cursos y seminarios, en 1979, año de iniciación de las actividades del ISEA, se ha pasado a 115 en 1980 y a 163 en 1981.

         El Ministerio de Industria y Comercio del Paraguay ha suscrito, además, un convenio con la Escuela de Administración de Empresas de San Pablo del Brasil (Fundación Getulio Vargas), que ha permitido la participación de técnicos, funcionarios, empresarios o profesionales en general, en cursos y seminarios similares que se desarrollan en la sede brasileña de dicha Fundación y de los cuales han venido participando también centenares de interesados en la superación de sus niveles de capacitación para una participación más competitiva en el campo gerencial o administrativo de la producción y las ventas. Todo ello ha sido encarado como medidas concretas para una superación cada vez mayor de los recursos humanos, en este caso del área gerencial, de la economía y de la sociedad paraguaya.

         Un papel similar y de igual valor le ha correspondido cumplir al Centro de Promoción de las Exportaciones (CEPEX). Esta dependencia del Ministerio de Industria y Comercio, ha desarrollado desde su fundación una intensa labor destinada a lograr, en el menor tiempo posible, un incremento sustancial de las exportaciones, tanto a través del área de comercialización como mediante la diversificación de los bienes producidos en el país.

         La función de exportar no solamente comprende la apertura de mercados para la colocación de los productos, sino esencialmente lograr buenas condiciones de venta y, consciente de esta realidad, que encierra un desafío a la capacidad empresarial y a todo el sector productor y exportador de bienes, el CEPEX ha venido auspiciando y realizando anualmente una serie de cursos tendientes a fomentar la capacitación de los recursos humanos en el área de la comercialización internacional. Así mismo ha obtenido becas para cursos en el exterior a los cuales son enviados funcionarios del sector público y privado.

         Numerosos cursos y seminarios ha realizado el CEPEX entre 1977 y 1981 sobre temas tan importantes, para el área de su problemática, como Sistema Generalizado de Preferencias, Política de Expansión de las Exportaciones, Exportación a nivel Gerencial de Cooperativas, Comercialización Internacional y Promoción de Exportaciones, Diseño Industrial y Gráfico, Costos-Precios y Cotizaciones Internacionales, Organización y Procedimientos para Exportación, Canales de Distribución, Metodología de Elaboración-Desarrollo y Evaluación de Proyectos de Exportación, Negociaciones Económicas Internacionales, Marketing Internacional, Financiamiento y Formas de Pago en el Comercio Internacional, Comercialización Internacional de Productos Agroindustriales, Comercialización Internacional de frutas-hortalizas y artesanías en los mercados de la CEE, Exportación de textiles, Información Comercial e Investigación de Mercados Internacionales, Gerencia de Exportaciones, etcétera. Solamente en 1979 habían participado 122 personas del sector público y privado, de niveles gerenciales o de jefatura de ventas, de algunos de estos cursos. En total se han dictado hasta 1981, 22 tipos diferentes de estas jornadas altamente especializadas y jerarquizadas de capacitación.

         Para todos los casos el CEPEX ha contado con el apoyo, la participación o eventual co-auspicio de entidades de tanta importancia como las Naciones Unidas, la Unión Industrial Paraguaya, el Centro Interamericano de Comercialización de la OEA (CICOM) la Federación de la Producción la Industria y el Comercio (FEPRINCO), etcétera.

         El problema básico de aumentar las exportaciones, sin embargo, no consistía solamente en asegurar factores cuantitativos de la producción y canales orientadores de la comercialización. Incrementar la producción, innovar con nuevos renglones y líneas

de producción y coordinar y fomentar institucionalmente la apertura de nuevos mercados, requería además de un apoyo técnico normalizador y de un contralor responsable sobre la calidad de los productos paraguayos.

         Así fue como el gobierno nacional, complementando sus acciones políticas en torno a tan importante objetivo, creó el Instituto Nacional de Tecnología y Normalización (INTN) en 1970, también dependiente del Ministerio de Industria y Comercio, encargándosele los estudios técnicos y la creación de normas tecnológicas para ajustar la producción paraguaya de la mayoría de sus bienes de exportación, a las exigencias y requisitos predominantes en los centros de consumo del exterior. El INTN ha creado, como parte de su estructura institucional, los departamentos de agroindustria, materiales de construcción, maderas, fibras y textiles, cueros y pieles, alimentos, normalización técnica, control de calidad y metrología y ha creado, además, un importante centro de documentación y biblioteca altamente especializado en la materia de su atención.

         El Instituto de Tecnología y Normalización también ha venido fomentando la activa participación nacional, a través de técnicos especializados, profesionales y particulares vinculados a las diversas ramas de la producción y los servicios en la economía paraguaya, en eventos de carácter formativo que se han desarrollado tanto a nivel local como internacional.

         Así, solamente en 1980, se pueden contabilizar 45 eventos diferentes, entre cursos, seminarios, conferencias, simposios, reuniones o mesas redondas, nacionales e internacionales, de las que el INTN participó con representantes propios o enviados por su intermedio para elevar la capacidad del hombre paraguayo en el proceso de producción.

         Estos son solamente algunos de los aspectos más resaltantes sobre la forma como el gobierno paraguayo, a través de sus distintos organismos dependientes o subsidiarios, ha venido encarando la preparación, la capacitación, la formación y la superación cada vez más amplia de ese recurso fundamental con que cuenta el Paraguay para su desarrollo económico y social: el hombre.

         Por eso no es mera retórica afirmar que el hombre es el objeto y el sujeto del desarrollo paraguayo. Porque si a él van dirigidas todas las -grandes metas y los esenciales logros de este proceso, él es el dínamo que mueve toda la extraordinaria maquinaria del desarrollo y para volverlo cada vez más apto y más eficiente, el gobierno paraguayo no ha ahorrado esfuerzos.

         No se lo ha querido tornar únicamente más eficiente y productivo en un sentido estrictamente económico, como si se tratara de una simple pieza de una compleja y deshumanizada maquinaria. Se ha tratado de que su eficiencia, su perfeccionamiento, elevación técnica y productiva, fuera parte de un proceso de elevación cultural general, de una dignificación espiritual y mental, de un acercamiento cada vez más real y seguro hacia la libertad, a través de la capacidad, y por eso no se han practicado odiosas diferencias: desde el más humilde agricultor, el obrero, el técnico, el profesional, el gerente, el empresario: todos ellos tienen acceso a esto que llamamos la formación y la capacitación de los recursos humanos que no es sino otro aspecto más del gran proceso de despegue que vive el Paraguay del presente.


8

EL PARAGUAY Y LA INTEGRACIÓN LATINOAMERICANA

         Luego de las extraordinarias vicisitudes que el Paraguay había vivido en la época colonial, dos grandes alternativas se le plantearon en los albores mismos de su vida independiente: el mantenimiento de una tendencia secular que, por imposiciones del régimen administrativo burocrático de la metrópolis hispana, lo sometía al más duro e injusto aislamiento en el sistema de intercambio mercantil colono-metropolitano o la ruptura definitiva de ese artificioso encierro y su vinculación más amplia y estrecha con los nacientes estados del concierto americano y de todo el mundo.

         Un historiador paraguayo afirma: "La historia del Paraguay es la lucha dramática entre dos corrientes: aislacionismo y expansionismo; obscura la primera, brillante la segunda; absolutista la primera, libertaria la segunda". (Chaves, J.C.; 1948). Sin embargo, el aislacionismo no es un sentimiento ni una tendencia intrínseca del espíritu paraguayo; antes bien, el aislacionismo es un pesado lastre que el Paraguay arrastra por contingencias propias de su temprana historia.

         En el capítulo respectivo hemos visto cómo el Doctor Francia, antes que imponer el aislamiento, fue forzado a cerrar las puertas del Paraguay para afrontar un cerco hostil que la burguesía mercantil porteña le había impuesto en el afán de mantener a nuestro país bajo el dominio de la antigua estructura virreinal.

         Los gobiernos de la primera época independiente del Paraguay se negaron férreamente a aceptar todo tipo de vínculo, tratado o pacto que no estuviera basado en un reconocimiento previo y explícito de la independencia del Paraguay. Con el lema de "Independencia o Muerte", Carlos Antonio López sostuvo el más duro y persistente combate diplomático para lograr ese reconocimiento.

         Pero sólo la inmolación del Mariscal López, en Cerro Corá, selló definitivamente la verdad histórica y política indiscutible de que el Paraguay era una República libre y soberana y que sólo como tal se incorporaría al nuevo sistema de relaciones internacionales que comenzaba a prevalecer a inicios del siglo XIX, luego de los movimientos emancipadores, americanos, y al que nuestro país pudo sumarse recién en esas condiciones a partir de las penosas jornadas de la Reconstrucción Nacional.

         Hoy, ya casi en el ocaso del siglo XX, el Paraguay rige su sistema de relaciones internacionales en algunos principios constitucionales muy claros y precisos. En primer lugar la determinación incuestionable de que "el Paraguay es y será siempre una Nación libre e independiente". Y junto con ella, la de que "el Estado favorecerá el proceso de integración de los países latinoamericanos, para acelerar su desarrollo equilibrado y aumentar el bienestar común, en función de los intereses de la República y sin detrimento de su soberanía". (Artículos 1º y 103, respectivamente).

         En ese marco nuestro país ha desarrollado una ágil e inteligente política de relaciones bilaterales con los países latinoamericanos, en primer lugar, pero ensanchando su horizonte de miras cada vez hacia más lejanas latitudes, sin amilanarse por dificultades o distancias geográficas. A hacerlo posible ha concurrido, en gran medida, la predisposición del primer magistrado del Paraguay, General de Ejército Alfredo Stroessner, a visitar cuantas veces ha sido necesario a países y gobernantes amigos de cualquier lugar del mundo como un importante factor de apoyo a la política de relaciones exteriores del país.

         Las visitas presidenciales han sido precedidas o acompañadas, por regla general, de importantes delegaciones de autoridades políticas y económicas del país, de ministros, empresarios particulares, representantes de la prensa y exponentes calificados de la vida política, social y económica del Paraguay, lo que ha ayudado a establecer relevantes vinculaciones en el campo del comercio internacional y del intercambio y la cooperación de todo tipo.

         Importantes convenios suscribió, merced a esta política, el gobierno nacional con países como Alemania, Francia, Inglaterra, España, Suiza, Sudáfrica, Japón o China Nacionalista. Numerosas visitas presidenciales y de exponentes del sector público y privado paraguayo se han realizado, en abono de esta política, a países como Brasil, Bolivia, Chile, Argentina, Uruguay, Colombia, Venezuela, México, Estados Unidos, Francia, Italia, Santa Sede, España, Panamá, Marruecos, Alemania, China Nacionalista, Sudáfrica y Japón.

         Es bien sabido que uno de los principales medios para acceder al mercado internacional es a través de la concreción de acuerdos bilaterales celebrados con países amigos los que, al establecer tratamientos especiales de diversa índole, promueven una mayor fluidez en el sistema de intercambios.

         Los convenios comerciales y de inversiones que tiene establecidos nuestro país, se concertaron tomando en consideración los intereses superiores de la nación. En ese sentido puede asegurarse que todos los convenios comerciales, sean ellos bilaterales o multilaterales, que rigen nuestro comercio internacional, responden sustancialmente a dos grandes propósitos: la preservación del mercado propio y la apertura de nuevos mercados para la expansión de nuestro comercio exterior.

         Nuestro país participa de acuerdos multilaterales como el Tratado de Montevideo por el que se establece un régimen especial para los países de menor desarrollo económico relativo, consistente en el otorgamiento de mayores franquicias respecto de los otros países miembros. En ese sentido, el Paraguay ha recibido por el programa de liberación en listas de ventajas no extensivas, 7.000 concesiones arancelarias en un alto porcentaje con nivel cero de gravámenes y que han favorecido a los principales rubros de nuestras exportaciones.

         Otra forma de intervenir en el plano internacional ha sido a través de nuestra participación en ferias y exposiciones industriales y comerciales. El Paraguay participa normalmente en numerosas de ellas en Europa y Latinoamérica. La periodicidad de las mismas permite exhibir la siempre mejorada calidad de nuestros productos para un mejor conocimiento de los mercados externos y atraer en forma cada vez mayor el interés de capitales e inversionistas. En los últimos años, por ejemplo, nuestro país ha participado de algunas de las más importantes ferias mundiales, como las de Milán, Bruselas, Berlín, Padua, Madrid, New Orleans, Salta, París, Santiago, Santa Cruz, Washington D.C., Buenos Aires, etcétera.

         Se ha prestado también asistencia preferencial al mejoramiento de la calidad y a la normalización de los productos de exportación. Ello ha sido posible gracias al Instituto Nacional de Tecnología y Normalización (INTN) que ha venido intensificando sus investigaciones y determinación de normas de calidad y standarización de las diversas líneas productivas de nuestra economía, como maderas, cueros, alimentos, productos químicos, materiales de construcción, etcétera.

         A través del Centro de Promoción de las Exportaciones (CEPEX), dependiente del Ministerio de Industria y Comercio, se ha establecido un sistema de informaciones comerciales que se halla al servicio de los empresarios nacionales y extranjeros y que, también, cumple una función capacitadora de los sectores involucrados en las exportaciones paraguayas, como forma de mejorar su "chance" en los mecanismos competitivos internacionales.

         Se han creado y funcionan oficinas comerciales en el exterior y se ha obtenido de países amigos, por medio de acuerdos bilaterales, zonas francas o depósitos francos que permiten mejorar las condiciones de operar en importaciones y exportaciones a la economía paraguaya. Actualmente se dispone de depósitos y puertos francos en Paranaguá (Brasil), Montevideo (Uruguay); Rosario y Buenos Aires (Argentina) y Antofagasta. (Chile).

         Todo ello ha permitido al Paraguay disponer de nuevos mercados imponiendo a nuestro empresariado nacional la asunción de nuevas pautas en su modalidad operativa, rompiendo una inercia tradicional que los sometía a la dependencia perniciosa de uno o dos mercados clásicos a cuyas oscilaciones quedaban peligrosamente sometidos.

         Es garantía para nuestro país contar, hoy en día, con varias opciones de mercados y no seguir ligados a la dependencia arbitraria de uno o dos países, de modo que si en uno cualquiera de ellos se registra una caída de precios o una merma en la demanda de nuestros productos, se pueda contar con otras alternativas válidas.


         a) EL TRATADO DE MONTEVIDEO

         En 1961, cuando se puso en ejecución el Tratado de Montevideo, los empresarios paraguayos requerían a nuestra delegación la apertura de mercado en sólo tres países: Argentina, Brasil y Uruguay. Investigado su posible interés en otros mercados como los de Perú, Chile, Colombia o México, se auscultaba un marcado escepticismo respecto a la posibilidad de llegar hasta dichos países sobrepasando la aparentemente infranqueable barrera de los Andes.

         Así y todo, nuestros negociadores concertaron acuerdos con aquellos países y hoy día puede fácilmente verificarse lo que ha ocurrido. En 1968 se produjo una caída vertical del precio del aceite de coco y aceite industrial en el mercado argentino como efecto de la competencia de un aceite producido en el norte de Brasil, el babazú. De 420 dólares la tonelada el precio se redujo a 200 dólares; en consecuencia, la industria aceitera del país estaba en peligro de enfrentar una grave crisis. Pero gracias a que el gobierno había logrado de Chile concesiones arancelarias especiales, el problema pudo ser superado.

         De 28.000 dólares que representaba el comercio paraguayo con Chile, en la actualidad se ha llegado a superar los 13.000.000 de dólares gracias a la apertura de ese nuevo mercado a la producción paraguaya.

         Igual cosa ocurrió con México que, en determinado momento, constituyó un importante mercado para la colocación de maderas aserradas cuando el tradicional mercado del Río de la Plata se hallaba deprimido. A México se han exportado significativas partidas de maderas, a través del puerto franco de Paranagua que el Paraguay posee en la costa atlántica brasileña.

         Otro tanto cabría decir de Venezuela, país que se incorporaría luego, en 1967, a la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC). Y así, los productos paraguayos llegan ya hoy hasta el propio Japón, gracias a esta actitud aperturista que ha demostrado el gobierno nacional. Merced a esta, política, el Paraguay ha celebrado importantes convenios bilaterales con los más diversos países del mundo, como hemos señalado ya en otro punto de este mismo capítulo.

         El Paraguay, sin embargo, en su política integracionista ha hecho algo más que buscar un simple acrecentamiento de sus intereses económicos. Ha puesto patentemente de manifiesto su profunda vocación americanista y su deseo de consolidar los lazos comunes que hermanan a las repúblicas latinoamericanas, identificadas por una comunidad histórica, cultural y lingüística.

         En tal sentido, nuestro país no se ha desplazado al impulso de efímeros vaivenes impuestos por corrientes nacidas de interesados centros de poder. El Paraguay, por el contrario, ha participado, desde sus inicios y como principal propulsor, de los más importantes procesos de integración regional latinoamericano. Quizás por ello ostenta hoy el liderazgo dé uno de los más importantes organismos de integración continental: la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) que ha venido a substituir a la anterior ALALC.

         Así es cómo, en efecto, el Paraguay participó activamente desde un primer momento en la constitución del primer organismo de carácter americano de acción multilateral en la esfera del comercio. "En las postrimerías de la década del 50, un grupo de países latinoamericanos, con el deseo de dar un impulso al desarrollo económico de sus países y de Latinoamérica en su conjunto, visualizaron la necesidad de ampliar las dimensiones de sus mercados nacionales en base a la supresión de barreras arancelarias y otras de efectos equivalentes". Para ello crearon la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), suscribiendo el Tratado de Montevideo el 18 de Febrero de 1960.

         "En las consideraciones de este Tratado se enuncia, como una primera etapa, el establecimiento de un mercado común latinoamericano llegándose, posteriormente, a una progresiva complementación e integración de sus economías". (Un cuarto de siglo, ob. cit.).

         El Tratado de la ALALC ha establecido las bases y mecanismos para hacer viable el sistema de intercambio con el régimen de liberación y, poco después de su creación, establecía –además- un tratamiento más ventajoso para los países de menor desarrollo relativo, entre los que quedaba incluido nuestro país.

         Un mecanismo que merece ser destacado, es el de "negociaciones homologadas en Conferencias anuales, en que una parte contratante concede ventajas no extensivas a estos países con el fin de estimular la expansión de su actividad productiva, así como permitirle condiciones más favorables para cumplir con el programa de reducción de gravámenes y otras restricciones. Se autoriza igualmente a estos países a adoptar determinadas medidas adecuadas a fin de corregir eventuales situaciones de desequilibrio de su balanza de pagos". (ob. cit.).

         La notable gravitación de la participación paraguaya en la ALALC en el marco de la economía nacional, queda de manifiesto en el siguiente cuadro, donde se ofrece, la estructura porcentual de los valores de las exportaciones paraguayas a las diversas áreas regionales de nuestro comercio exterior entre 1954 y 1978.


ESTRUCTURA PORCENTUAL DE LAS EXPORTACIONES

PARAGUAYAS POR ÁREAS - PERIODO 1954 - 1981


(1) Países que en 1961 constituyeron la ALALC y que a partir de 1980, se convirtieron en ALADI.


         El cuadro precedentemente transcripto, revela claramente dos hechos de particular interés. En primer lugar, se aprecia la extraordinaria importancia que ha tenido la ALALC en nuestras exportaciones, sobre todo en los primeros años de la serie cuando llegó a absorber más del 50 por ciento de las mismas. Y, en todo caso, pese a la tendencia notoriamente decreciente, siempre constituyó un área importante en el destino de los más altos valores de nuestra exportación.    

         En segundo lugar, se observa cómo el Paraguay, sin abandonar su vinculación con el área de integración latinoamericana, representada por la ALALC, siguió expandiendo su mercado de exportaciones llegando a tornarse de singular importancia el Mercado Común Europeo (M.C.E.), así como el que queda inscripto en la categoría del "resto del mundo" en la que, sin duda, debe ser especialmente mencionado el Japón.


         b) EL TRATADO DE LA CUENCA DEL PLATA.

         El Paraguay ha dado también especial impulso a la constitución del área de integración regional que se conoce como Cuenca del Plata, suscribiendo el Tratado respectivo en fecha 24 de Abril de 1969. Este grupo ha sido integrado por aquellos países que poseen cuencas hidrográficas que se vierten al Río de la Plata, como es el caso del Brasil, Bolivia, Uruguay, Argentina y nuestro propio país. Entre sus objetivos fundamentales se ha hallado, desde luego, el propio fortalecimiento de la ALALC de la que todos ellos participan.

         "El Paraguay, en razón de ser el único estado cuyo territorio nacional integra totalmente la Cuenca, es el promotor principal de las acciones y proyectos que propenden a la consecución, al más corto plazo, de los objetivos del Tratado de Brasilia de 1969. Sobre este particular cabría destacar su acción para la creación del Fondo Financiero de la Cuenca del Plata (1), para la complementación regional mediante la promoción y radicación de industrias como empresas conjuntas". (ibíd.).

         Aún mucho más específica, dentro del marco de la Cuenca del Plata, ha sido la constitución del área de integración URUPABOL (Uruguay, Paraguay, Bolivia) que nació a iniciativa de estos países en el curso de la Asamblea de Gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) reunida en 1963 en Caracas. Su finalidad está directamente vinculada con los fines y objetivos del citado Banco, en el cual el grupo URUPABOL opera como un bloque regional.

         Sin embargo, aquella finalidad ha sido ampliamente trascendida al conformarse un verdadero sistema que propende a la integración a través de una serie de importantes proyectos entre los que merece citarse, a título puramente ejemplificativo, el de la creación de un régimen integrado de transportes en el área URUPABOL. Este régimen incluye estudios para el transporte de hidrocarburos, la interconexión de la ruta Transchaco con el sistema vial boliviano y la creación de una flota multinacional fluvial y marítima entre los países integrantes del grupo.

(1) El FONPLATA, actualmente en pleno funcionamiento.


         c) OTROS ORGANISMOS DE INTEGRACIÓN.

         No son éstos los únicos organismos de integración en los que el Paraguay interviene. Nuestro país ha venido participando de otros más que propenden claramente a cristalizar el ideal integracionista o a incrementar la cooperación y el recíproco entendimiento con los países hermanos del continente y del resto del mundo.

         Así es como el Paraguay forma parte del denominado, Grupo de los 77, constituido por los países en vías de desarrollo, que conforma uno de los grupos de especial gravitación en el seno de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD), también, desde la década del sesenta, se ha constituido en uno de los principales promotores de la búsqueda de mejores condiciones para los países que realizan el gran esfuerzo por dinamizar su desarrollo económico y social, sobre todo en lo concerniente a la obtención de ventajas en el comercio internacional.

         En dicha línea, ha participado activamente en organismos como el ya citado de la UNCTAD, del GATT y de la Comisión Especial de Consulta y Negociación de la Organización de Estados Americanos (CECON).

         El GEICOS (Grupo Empresarial Interregional del Centro Oeste Sudamericano), es una entidad privada de empresarios del Norte argentino, Norte de Chile, Bolivia y Paraguay cuya "Declaración de Principios" tuvo aprobación y fue firmada en Asunción el 22 de junio de 1977. Fundamentalmente se propone el mantenimiento y concertación de posiciones conjuntas para su recomendación a los gobiernos de sus respectivos países y de la región para obtener de los mismos acciones de interés del empresariado del Centro-Oeste Sudamericano.

         El GEICOS busca, además, la integración física y el incremento del intercambio comercial en el área, la incentivación de la acción empresarial conjunta, la eliminación de obstáculos que interfieran el fluido intercambio comercial y lograr la mayor complementación económica entre regiones y países limítrofes, buscando optimizar la explotación de sus recursos naturales merced a la cooperación tecnológica, financiera y al intercambio de sus experiencias empresariales. El GEICOS cuenta, como autoridad máxima, con una "Asamblea de Consejos Regionales" y de un Comité Ejecutivo, integrado éste último por un representante de cada país o región y encargado de ejecutar la política general y las estrategias establecidas por la Asamblea a través de una Secretaría de Coordinación. Consta además de "Consejos Regionales" en los países constitutivos del Grupo Empresarial y de "Consejos Subregionales" en los cuales se agrupan las entidades empresariales y gremiales en sus respectivos ámbitos geográficos.

        

         d) EL TRATADO DE ALADI.

         Por último, merece un nuevo recordatorio poco más detallado el de la reciente constitución de la ALADI, formalizado en agosto de 1980 con la firma del nuevo Tratado de Montevideo, cuya Secretaría General ha sido honrosamente conferida al representante del gobierno paraguayo, acaso como un reconocimiento hacia la proficua labor integracionista que el Paraguay ha venido desplegando en las últimas décadas.

         El mencionado Tratado ha establecido, en su Preámbulo, "que la integración económica regional constituye uno de los principales medios al alcance de nuestros países para disponer de instrumentos de defensa económica así como "la necesidad de renovar, mediante una profunda transformación, el proceso de integración latinoamericana".

         Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, México, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela, han declarado solemnemente hallarse "decididos políticamente a revertir el proceso actual de integración latinoamericano llevándolo de la subregión a la región".

         "Convencidos, además -agrega el citado Preámbulo-, de que el fortalecimiento de esta forma de integración subregional permite su adecuación a la heterogeneidad de las economías nacionales y que, junto a un programa de integración física y de recursos humanos, hará posible la amplia incorporación de América Latina a la economía mundial. Persuadidos de que la cooperación económica entre nuestros países es un componente fundamental de sus esfuerzos hacia el establecimiento de un Nuevo Orden Económico Internacional, siendo intención de las Partes, a este respecto, aplicar en lo pertinente los programas que acuerden las mismas en el ámbito regional o internacional, en materia de cooperación horizontal y en el marco de la autoconfianza entre los países en desarrollo... Animados del propósito de aunar esfuerzos tendientes al establecimiento, en forma gradual y progresiva, de un mercado común latinoamericano, deciden sustituir el Tratado que instituye la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC) por el siguiente.... ". Y sigue el Tratado del nuevo organismo.

         No será bastante enfatizar la especial significación de este nuevo instrumento de la integración latinoamericana, en cuya gestación y dinamización le ha tocado a nuestro país un prominente rol, y cuyo reconocimiento como tal ha quedado materializado en la designación del representante paraguayo, Dr. Julio César Schupp, como primer Secretario General del organismo.

         Al declarar en el Acta respectiva a dicho nombramiento que "la designación del primer Secretario General de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), por el común acuerdo de todos los países signatarios del Tratado de Montevideo de 1980, es de fundamental interés para asegurar que el inicio de las actividades de la nueva Asociación se realice en forma efectiva y continua" y al nombrar al representante paraguayo para tan elevada y riesgosa empresa, no se ha hecho sino reconocer la innegable fe y vocación americanista que nuestro país ha venido demostrando en los últimos veinte y siete años.

         Esa fe y esa vocación han hecho parte consubstancial, también, de la dura y exitosa batalla que el Paraguay ha venido desplegando contra su mediterraneidad, el estancamiento y el subdesarrollo.


9

LOS PROYECTOS ESTRATEGICOS EN LA ECONOMÍA PARAGUAYA DEL PRESENTE

         Gran parte del proceso de desarrollo económico y social del Paraguay del presente -y mucho de su evolución futura- tiene que ver con los grandes proyectos estratégicos que, en diversa etapa de ejecución, implementa actualmente el gobierno nacional.

         Si hemos afirmado que el proceso evolutivo de la economía paraguaya tiene sus fundamentos esenciales en la estabilidad política y monetaria y en la racionalización del manejo productivo y eficiente de los recursos naturales y humanos y si admitimos que la transformación de la estructura agraria, a través de la Reforma Agraria y la Colonización, ha sido junto con las grandes obras de infraestructura desarrolladas últimamente en el país- una verdadera columna vertebral de todo ese proceso, terminaremos por afirmar que esos grandes proyectos estratégicos constituyen algo así como los órganos vitales internos del desarrollo paraguayo.

         Así han de considerarse proyectos de la magnitud de las obras hidroeléctricas de Itaipú, Yacyretá o Corpus; los de las industrias del Cemento, del Alcohol Absoluto o de la Siderurgia Paraguaya; o emprendimientos de la envergadura de la expansión de la red vial, consolidación de la Flota Mercante del Estado o modernización del Ferrocarril Carlos Antonio López, construcción de aeropuertos, puentes y otras obras.

         Otro ambicioso proyecto llamado a transformar la infraestructura del país es, indudablemente, el denominado Ferrocarril de la Soja que el Gobierno Nacional se propone construir con el Brasil. El proyecto prevé la construcción de 490 Kms. de longitud uniendo la ciudad de Asunción con la frontera brasileña a la altura del Salto del Guairá y desde ese punto hasta el Atlántico en Pto. Paranaguá.

         El efecto inmediato de la ejecución de todas ellas ha sido el de poner en movimiento las fuerzas creadoras del país en función de los grandes objetivos nacionales y dar alas al espíritu de trabajo y de superación del hombre paraguayo.

         Algunas, como la construcción de las represas de Itaipú y Yacyretá, han puesto ya en movimiento ingentes recursos humanos y materiales, para atender la demanda de bienes y servicios, que por sí mismos han sido y son suficiente incentivo para la instalación de importantes industrias y ampliación de otras existentes.

         Sin embargo, lo más importante de estas obras constituye -sin lugar a dudas- la producción y futura disponibilidad de energía en cantidades que superan en más de 25 veces la capacidad actual de producción y que permitirá la instalación de grandes complejos industriales de alto nivel de consumo de energía.


         a) LA CENTRAL HIDROELÉCTRICA DE ITAIPÚ.

         Uno de los primeros antecedentes del gran complejo hidroenergético de Itaipú lo constituye la reunión de los cancilleres paraguayo y brasileño realizada, en junio de 1966, en las localidades de Presidente Stroessner y Foz de Iguazú. De la misma, surgió un Acta Final que expresa la voluntad de ambos gobiernos de aprovechar conjuntamente el potencial hidroeléctrico del río Paraná.

         En febrero de 1967, a través de Notas Reversales, se creó la Comisión Mixta Técnica Paraguayo-Brasileña con el fin de coordinar los esfuerzos de ambos gobiernos en el cumplimiento de lo establecido en aquella Acta. En abril de 1970 dicha Comisión Mixta celebró con la ANDE y la ELETROBRAS, un Convenio de Cooperación destinado a obtener los datos teóricos y realizar los estudios pertinentes sobre el aprovechamiento del potencial energético del río Paraná.

         De los estudios realizados pudo arribarse al Tratado entre las Repúblicas del Paraguay y del Brasil para el aprovechamiento conjunto de los recursos hidráulicos del Río Paraná; este Tratado fue firmado por los cancilleres de las dos naciones en abril de 1973. A dicho efecto el mismo documento establece la creación, en igualdad de derechos y obligaciones, de la Entidad Binacional ITAIPU cuyo capital fue fijado en cien millones de dólares.

         En agosto de 1973 se realizó el canje de los Instrumentos de Ratificación del Tratado y el 17 de mayo de 1974, luego de la designación por los respectivos gobiernos de sus representantes en los órganos directivos de la Entidad, quedó la misma formalmente constituida en ceremonia realizada en la zona de Itaipú (Presidente Stroessner y Foz de Iguazú) en presencia de los presidentes de ambas Repúblicas.

         La obra se construye actualmente -ya en su etapa final- sobre el río Paraná, a 14 kilómetros aguas arriba del Puente de la Amistad que une a las ciudades paraguaya y brasileña de Presidente Stroessner y Foz de Iguazú, respectivamente.

         "El Proyecto estará constituido por una presa principal de gravedad, en concreto, a través del río Paraná, con una casa de máquinas al pie de la misma, y por presas laterales de enrocado, de concreto y diques de tierra en las márgenes del río. La presa lateral en la margen derecha incluye la estructura del vertedero con las respectivas compuertas. Las obras del Proyecto tendrán la orientación general este-oeste, a lo largo de un eje en línea quebrada, con un desarrollo total de 8,5 kilómetros. El nivel de agua máximo normal en el embalse quedó establecido alrededor de la cota 220 metros sobre el nivel del mar. Este embalse inundará un área de aproximadamente 1.400 kms2 (600 kms2 en el Paraguay y 800 kms2 en el Brasil) y se extenderá, aguas arriba, alrededor de 200 kms. hasta e inclusive el Salto del Guairá o Salto Grande de Sete Quedas". (Itaipú Binacional, Memoria, 1974).

         El aprovechamiento hidroeléctrico de Itaipú será el mayor del mundo, contando con 18 turbinas generadoras de energía de capacidad de 700 mil Kw cada una, lo que hace una capacidad total de 12.600.000 KHW. Su costo total, actualizado, es de 12.400 millones de dólares. El cronograma, que se ha cumplido hasta hoy puntualmente, permite prever el funcionamiento de las primeras turbinas para 1983 y el de las últimas para 1988.

         En los momentos de mayor requerimiento de personal, la obra llegó a dar ocupación a más de 30.000 personas. Este cuantioso contingente humano ha merecido especial atención de la Entidad Binacional; para ello se crearon, en ambas márgenes del río Paraná, dos florecientes conjuntos habitacionales -que conforman importantes centros urbanos ya establecidos- con modernas viviendas, calles pavimentadas, servicios públicos, centros de salud, educación y recreo.

         Las implicancias económicas de Itaipú para el Paraguay son realmente revolucionarias. A muy corto plazo el país se convertirá en productor de excedentes energéticos capaces de cubrir las necesidades de las más grandes urbes o industrias del mundo, pues en cada obra hidroenergética binacional el Paraguay se beneficiará con el 50 por ciento del producido, o su equivalente en divisas por venta de la energía no utilizada por el país.

         Esta situación ventajosa constituye un desafío sin precedentes para la iniciativa del pueblo paraguayo, de sus técnicos, empresarios, profesionales, productores en general, pues la adecuada utilización de la energía generada por Itaipú permitirá acelerar el proceso de desarrollo económico y social en que se halla empeñado el Paraguay.

         El flujo de ingresos generados por las inversiones de la obra, la gran disponibilidad futura de energía, las expectativas en torno a los requerimientos futuros de bienes y servicios, abren amplias posibilidades de inversión lucrativa prácticamente sin antecedentes en la historia económica del país.

         En las obras de este gigantesco emprendimiento, el Paraguay es un activo participante: del total de personal empleado en el Proyecto, el 50 por ciento es mano de obra paraguaya. También las obras de infraestructura levantadas en el lado paraguayo fueron realizadas con tecnología, materia prima y recursos humanos paraguayos y de las obras civiles en ejecución, el 22 por ciento corresponde al aporte paraguayo. En el campo intelectual, fundamentalmente en ingeniería de las obras, nuestro país realiza aportes estimados en un 40 por ciento.

         En síntesis, aparte de las extraordinarias perspectivas que se avizoran para el desarrollo económico y social del Paraguay del futuro con la gigantesca usina hidroenergética de Itaipú, nuestro país ha participado ya en este emprendimiento, bajo la forma de mano de obra, empresas de construcción, ingeniería, materiales, etcétera por un monto total de alrededor de 1.500 millones de dólares correspondientes a los años 1974-1981.


         b) LA CENTRAL HIDROELÉCTRICA DE YACYRETÁ.

         Por otra parte, en enero de 1958 ya los gobiernos del Paraguay y la Argentina habían acordado estudiar el aprovechamiento conjunto de las aguas del río Paraná en la zona de las islas Yacyretá (paraguaya) y Apipé (argentina), así como el mejoramiento de las condiciones de navegabilidad, la atenuación de los efectos de las inundaciones, obras de riego e infraestructura vial.

         En junio de 1958 se creó la Comisión Mixta Técnica Paraguayo-Argentina para el estudio de dicho proyecto, quedando integrada por un Delegado por cada país y un grupo de asesores. La Comisión quedó establecida en Buenos Aires a fines de 1960 estipulándose un plazo de 4 años para la terminación de los referidos estudios.

         Se arribó finalmente a la conclusión de que las obras de aprovechamiento hidroeléctrico del Paraná, a la altura de las islas citadas, y los demás emprendimientos proyectados en relación con la misma, eran técnicamente factibles y económicamente realizables.

         El 3 de diciembre de 1973 se firmó el Acuerdo entre los dos gobiernos, siendo sus principales objetivos el aprovechamiento hidroeléctrico, el mejoramiento de las condiciones de navegabilidad del Paraná a la altura de las islas Yacyretá-Apipé y, eventualmente, la atenuación de los efectos depredadores de las inundaciones producidas durante las grandes crecientes.

         Por el mismo Tratado se creó la Entidad Binacional Yacyretá con facultades para proyectar, dirigir, ejecutar y explotar el Proyecto. Órganos superiores de esta Entidad son el Consejo de Administración y el Comité Ejecutivo, instalados de pleno en Buenos Aires en setiembre de 1974.

         El Consejo de Administración está integrado por seis Consejeros de cada nacionalidad y su presidencia es ejercida, alternativamente, por períodos de dos meses por consejeros de las dos distintas nacionalidades. El Comité Ejecutivo, por su parte, está formado por doce Directores, seis paraguayos y seis argentinos. El Proyecto prevé la instalación y funcionamiento de 30 turbinas con capacidad para generar 135.000 KW cada una, lo que dará una potencia instalada total de 4.050.000 KW con una generación media anual de 18.000 millones de KWH. De acuerdo con las cláusulas de este Tratado, la energía producida pertenecerá por partes iguales a ambos países y el país que no consumiese en parte o en todo su producción podrá venderla, en carácter prioritario, al otro país contratante.

         Actualmente se encuentran trabajando en la construcción de las obras preliminares de infraestructura unos 3.000 obreros y entre estas obras se destacan las siguientes: construcción de puentes, viviendas, carreteras y pistas de aviación. Para su ejecución, la entidad ha contratado a un consorcio de empresas paraguayo-argentinas, mediante el procedimiento de la licitación pública. El funcionamiento pleno de la represa de Yacyretá se estima hacia fines de la década del ochenta.

         Yacyretá constituye para el Paraguay y la Argentina una fuente de energía muy importante para la época en que entrará a funcionar a pleno, pues en ese momento -se estima- las reservas de hidrocarburo, a nivel mundial, serán bastante escasas y su substitución por energía eléctrica resultará lo más razonable.

         Con esta obra, además, se logrará el mejoramiento de las condiciones de navegabilidad en el río Paraná en el tramo comprendido entre Itá Yvaté y Corpus. El río Paraná es navegable desde su desembocadura hasta el Puerto Adela (Paraguay), próximo al Salto del Guairá, en unos 2.060 kilómetros de extensión; aguas arriba de este Salto, es navegable en unos 500 kilómetros hasta las Cataratas de Urupungá, estando previsto salvar este obstáculo con las esclusas proyectadas en el aprovechamiento hidroeléctrico que allí se construye actualmente.

         Si a esta vía de navegación mejorada se agrega el aporte del río Paraguay, su afluente, con apropiadas condiciones de navegabilidad en una extensión de 2.000 kilómetros, es fácil apreciar los notables beneficios que obtendrán no sólo el Paraguay y la Argentina, sino también el Brasil y Bolivia, al verse favorecidas por esta inmejorable red de comunicaciones que representará un significativo avance en sus esfuerzos de integración regional.

         El emprendimiento de Yacyretá y sus acciones colaterales de mejoramiento de la navegación del río, no sólo permitirá eliminar obstáculos, como los rápidos citados, sino que -gracias a las esclusas y embalses que serán construidos- hará mucho más fácil la accesibilidad a puertos actualmente existentes, como los de Encarnación y Posadas en Paraguay y Argentina, respectivamente.

         A estos beneficios, derivados de la producción de energía eléctrica, hay que agregar también los que resultarán de las obras de riego que será realizado por gravedad y drenaje apuntando a mejorar el desarrollo agropecuario de la zona. Se estima, de acuerdo con los estudios preliminares que ya han sido realizados, que por lo menos 140.000 hectáreas de tierras agrícolas podrán ser beneficiadas en el Paraguay por medio del riego por gravedad.

         Los estudios indican que podrán realizarse cultivos de arroz, pastura mejorada e, incluso, algunas zonas podrán ser cultivadas con el método de riego por aspersión dando lugar a cultivos de altos valores unitarios.

         El Proyecto contempla, además, la construcción de un sistema vial de uso de todo tiempo que enlazará a ambos países, pasando sobre la represa y sobre el río Paraná, vinculando una vasta y rica zona agropecuaria del Paraguay con otra similar de la Argentina y conectándose con los más importantes centros portuarios del Atlántico.

         La carretera internacional unirá, a través de las principales obras del Proyecto, la Ruta 1 paraguaya con la ruta 12 argentina, a la altura de San Patricio, en las Misiones paraguayas.

         La futura interconexión vial permanente, prevista en el área de las obras de Yacyretá, para enlazar al Paraguay y la Argentina, significará también el beneficiamiento del Brasil y posibilitará aún más una zona de integración regional efectiva, con atractivos turísticos aún no debidamente aprovechados y por lo general desvinculados entre sí. A las posibilidades ya existentes, como las ruinas de las misiones jesuíticas, se agregarán importantes circuitos de distracción y recreo para ser utilizados y recorridos por vía terrestre y fluvial, tales las perspectivas que brinda el futuro lago artificial para la pesca y los deportes náuticos.

         Hasta la fecha, la realización de obras por empresas paraguayas permitió un ingreso del orden de los 800 millones de dólares.


         c) EL PROYECTO HIDROELÉCTRICO DE CORPUS

         Por último, en el campo de los grandes emprendimientos binacionales para el aprovechamiento de los recursos hídricos compartidos, debemos señalar el Proyecto Corpus que se halla actualmente bajo el estudio de la Comisión Mixta Técnica Paraguayo-Argentina que fue creada, para el efecto, en junio de 1971.

         Actualmente se desarrollan los trabajos de campo en los sectores de aerofotogrametría, topografía, batimetría, todos ellos tendientes a obtener la información básica indispensable para respaldar adecuadamente una recomendación a los gobiernos del Paraguay y la Argentina sobre el futuro emplazamiento de la represa hidroeléctrica de Corpus, sobre el río Paraná.

         Se han identificado tres posibles sitios para el emplazamiento de dicha obra, todos ellos aguas arriba de la ciudad de Encarnación a 13, 57 y 74 kilómetros respectivamente. El caudal de aguas en la zona es de, aproximadamente, 11.800 m3s.

         Los estudios se hallan a cargo de diversos consorcios de contratistas paraguayos y argentinos y de los Institutos Geográficos Militares de ambos países. Son supervisados por consultores internacionales y fiscalizados por técnicos de ambos países, funcionarios pertenecientes a la citada Comisión Mixta.

         El estudio se encuentra en etapa de pre-factibilidad, razón por la cual no se han definido aún las características principales de la obra, tales como: ubicación de esclusas y vertederos, número y tipo de centrales, número de turbinas, costos de obra, costos financieros, etcétera, pero sí se puede estimar ya que tendrá una producción de energía media anual de aproximadamente 20.000 GW-h.

         De proseguir con normalidad el cronograma actual, la construcción de la obra podrá comenzar hacia 1985 y la producción de energía se iniciaría hacia 1991 con la puesta en marcha de su primer turbo-generador.


         d) LA CENTRAL HIDROELÉCTRICA DEL ACARAY.

         En este capítulo no podríamos dejar de recordar a una de las obras que, si bien se halla ya definitivamente concluida, ha constituido -sin embargo- uno de los emprendimientos pioneros del gobierno nacional en materia de proyectos prioritarios para el desarrollo económico y social y, sobre todo, porque lo ha sido en el campo de las grandes usinas hidroeléctricas cuyas profundas significaciones acabamos de reseñar hasta aquí.

         En efecto, completado en 1964 el Proyecto de aprovechamiento hidroenergético del río Acaray, llamóse a licitación internacional para la construcción de las obras civiles fijándose plazo para la recepción de las ofertas el mes de febrero de 1965.

         Un total de 12 firmas, pertenecientes a Alemania, Canadá, España, Estados Unidos, Francia e Italia, se presentaron a la convocatoria para la construcción de la primera central hidroeléctrica que iba a ser construida enteramente en territorio paraguayo, aprovechando uno de sus recursos naturales más ricos y abundantes. Para el efecto, y a fin de acceder al sitio de obras, fue pavimentado el camino correspondiente de 6,5 kilómetros entre la ruta 7 y el río Acaray y fue trazado un puente de 132 metros de longitud sobre el mismo.

         El 30 de agosto de 1966 iniciáronse las obras que quedaron libradas al uso público el 16 de diciembre de 1968. El acta fundacional de la presa, colocada en el sitio de obras por el Excelentísimo Señor Presidente de la República, rezaba esta histórica sentencia: esta acta, depositada en la base de la fundación de la presa del Acaray, será "el testimonio perenne de la construcción de esta obra que constituye el primer aprovechamiento hidroeléctrico de la Nación, destinado al servicio público y la mayor obra pública en realización en el país, fruto de la voluntad de un gobierno nacionalista, puesta al servicio del pueblo paraguayo".

         La central hidroeléctrica del Acaray consta de una presa de 768 mts. de longitud, un embalse de 210 millones de mts3 y un lago artificial de 25 kms2 con 10 kms. de longitud. Cuenta con dos turbogeneradores de 45.000 KW cada uno en pleno funcionamiento, una estación elevadora de tensión con salida para línea de 220 WV, líneas de transmisión de 220.000 voltios con 711 torres transportando la energía a través de más de 300 kilómetros de distancia a la estación distribuidora de San Lorenzo.

         En esta última ciudad se emplaza la central reductora de tensión de 220 a 66 Kv., agregándose a ello el sistema principal de distribución para la ciudad de Asunción y alrededores, con sistema aéreo y subterráneo, que comprende 5 sub-estaciones.

         Esta obra de notable magnitud demandó 40 meses de trabajo y empleó a más de 2.000 trabajadores paraguayos con más de 8 millones de horas trabajadas, creando las bases fundamentales, en recursos humanos, para lo que luego sería el emprendimiento de Itaipú. Su costo total fue de 4.033,4 millones de Guaraníes.

         Posteriormente se realizó la llamada Acaray II, segunda etapa de esta trascendental obra de infraestructura, lo que ha permitido tener actualmente una potencia generadora instalada y en funcionamiento de 194.000 KW. Esta etapa culminó en diciembre de 1977.

         La represa del Acaray ha realizado el milagro de la electrificación del Paraguay contemporáneo. Ha modernizado los servicios de energía eléctrica de uso tanto doméstico como industrial, ha fortalecido el sistema de suministro en Asunción y ha permitido que, entre 1971 y 1981, 107 localidades del interior del país -anteriormente carentes de servicios eléctricos- se beneficiaran con el sistema.

         Un total de 205.940 usuarios registra en 1981 la Administración Nacional de Electricidad (ANDE), con lo que totalizan prácticamente 1.300.000 personas las beneficiarias de este servicio de fundamental importancia. De ellos, el 65 por ciento corresponden a la capital y el 35 por ciento restante al interior del país.

         La electrificación del interior del Paraguay ha permitido, para 1981, que 71.877 usuarios se beneficiaran del servicio eléctrico, correspondiendo casi 70.800 a usuarios de categoría residencial y cerca de 730 a los de categoría industrial. Sin embargo, los primeros solamente consumían el 33 por ciento de la energía mientras los segundos lo hacían el 61 por ciento. Este hecho ha venido a ratificar el importante apoyo prestado por los servicios públicos de electricidad al sector industrial del país, elemento fundamental en el proceso de desarrollo económico y social.

         Gran parte del confort actual de las familias paraguayas y de la dinamizaci6n del desarrollo económico y social del país se sustenta, pues, en los resultados de aquel emprendimiento pionero que el gobierno nacional realizó en la década de los sesenta, y que es hoy un antecedente histórico de las grandes obras hidroeléctricas binacionales ya en avanzado estado de ejecución o en estudio para su próxima implementación.


         e) LA PLANTA SIDERÚRGICA (ACEPAR)

         De no menor significación que las grandes represas hidroeléctricas será, en el campo de los grandes proyectos estratégicos del Paraguay del presente y del futuro, la puesta en marcha de la primera industria siderúrgica de este siglo en nuestro país.

         Es notable y significativo que, en este campo, nuestro país habrá de resucitar una actividad económica de la que ya fue pionera en las primeras décadas del siglo pasado. En efecto, en 1848, ya Carlos Antonio López había dado impulso y concreción a las primeras fundiciones de hierro -con altos hornos- que procedían a su vez de las entrañas de esta misma tierra.

         Si el gran estadista paraguayo unió su nombre a la histórica construcción y montaje de esta primera industria semi-pesada del Paraguay, el Teniente Elizardo Aquino se vinculó indisolublemente con la primera "Fábrica de Fierro" del país. En ella se fabricaron artefactos y herramientas para la paz, mientras el país vivió a salvo de la agresión externa; pero de allí salieron también las armas de guerra con las que el Paraguay ejerció gran parte de su defensa durante la contienda de la Triple Alianza.

         La reactivación ampliamente modernizada de este emprendimiento, a más de 100 años de su destrucción por la guerra del setenta, se debe a una iniciativa del Presidente Gral. de Ejército Don Alfredo Stroessner a través de la Dirección de Industrias Militares que, en 1972, preparó un documento titulado "Bases para la instalación de una planta siderúrgica en el Paraguay". El estudio se justifica plenamente si tomamos en cuenta que el sector agropecuario, de evidente significación en la economía paraguaya, absorbe normalmente el 84 por ciento de los perfiles laminados de hierro y sus manufacturas derivadas, según un estudio del Instituto Latinoamericano del Hierro y el Acero.

         En consecuencia, el gobierno nacional creó la SIDERURGICA PARAGUAYA (SIDEPAR) por Ley No. 501 del año 1974, constituyéndola como una entidad autárquica que operará a través de la Empresa Aceros del Paraguay S.A. (Acepar) encargada de la explotación de la industria siderúrgica nacional por sí misma o en asociación con otras empresas nacionales o extranjeras.

         Dicha institución, por medio de la citada empresa asociada con firmas brasileñas similares y con el financiamiento de la Cartera de Comercio Exterior del Banco del Brasil, se halla instalando una planta siderúrgica en Villa Hayes, Chaco Paraguayo (confluencia del Río Verde con el Río Paraguay) que tendrá capacidad para producir 100.000 toneladas anuales de varillas de hierro, barras, varillones y perfiles del mismo metal, con lo cual dará a corto plazo satisfacción a la demanda nacional.

         Fue en julio de 1975 que SIDEPAR constituyó la sociedad anónima Acepar con el 60 por ciento del paquete accionario a su nombre y el 40 por ciento restante dividido en partes iguales entre las empresas brasileñas Tennenge-Cofferraz.

         La planta operará inicialmente con un alto horno a carbón vegetal, un convertidor L.D., lingotado continuo y laminador de perfiles. El carbón vegetal suplirá la carencia de carbón mineral en esta primera etapa, dada su extraordinaria abundancia en la zona (palma negra y otras especies). El Instituto Nacional de Tecnología y Normalización (INTN) realiza estudios especiales sobre la posibilidad de fabricar briquetas de alto potencial calorífero para este efecto.

         El Proyecto Acepar S.A. consta de dos etapas: en la primera de ellas la producción será de cien mil toneladas/año, como ya dijimos, pero en una segunda etapa la producción será duplicada; sin embargo, con la primera etapa se podrá ya cubrir las demandas del mercado nacional. Se producirá laminados de hasta 80 mm., de varillas de hierro para construcción, perfiles de hierro, alambrón, barras planas, planchuelas, hierro redondo, rectangulares, etcétera.

         La planta productora se halla instalada hacia el este de Villa Hayes, al sur de la desembocadura del río Verde sobre el Paraguay, a aproximadamente 24 kilómetros aguas arriba de Asunción. El monto total del Proyecto es de 11.125,8 millones de guaraníes. De su equivalente en dólares, 77.500.812 U$S será el préstamo global del Banco del Brasil a través del CACEX.

         Es interesante señalar que, paralelamente con el Proyecto Acepar, se estudia un Proyecto de producción de carbón vegetal para provisión del insumo básico de aquella industria. En efecto, se estima que el complejo siderúrgico demandará unos 433.000 m3/año de carbón, para lo cual es necesaria una explotación maderera de 5.000 hectáreas/año.

         Para procesar esa madera se requerirían 1.000 hornos con capacidad para 500 m3/año y el Proyecto citado contempla la instalación de dichos hornos para la conversión a carbón vegetal de la madera que se extraiga de la zona boscosa situada en el área de influencia de Acepar S.A. El Proyecto prevé, así mismo, un programa de crédito para la producción carbonera y una segunda etapa para implementar un programa de reforestación del área.

         El Proyecto de carbón vegetal tiene como organismos ejecutores a la misma Acepar S.A., al Banco Nacional de Fomento, Ministerio de Agricultura y Ganadería e Instituto de Bienestar Rural. Está concebido como un conjunto de hornos a ser instalados tanto en el Chaco como en la Región Oriental del país y se estima su costo en 3.700.000 dólares a ser financiado en poco más del 41 por ciento con recursos internos y la diferencia con financiamiento exterior.


         f) LA INDUSTRIA DEL CEMENTO (VALLEMÍ)

         En íntima relación con el auge de las construcciones y, más tarde, con los emprendimientos hidroenergéticos que se han dinamizado en el país, se ha venido desenvolviendo también la industria del cemento en el Paraguay. Situado el complejo industrial, actualmente en pleno desarrollo, en un lejano poblado del Alto Paraguay, al norte, reconoce en realidad un origen bastante modesto para sus proyecciones del presente.

         Hacia 1949 se instaló la Empresa Vallemí S.A. en aquel poblado de igual nombre, con una pequeña planta productora con capacidad nominal para producir 100 toneladas diarias, vale decir 30.000 toneladas anuales equivalentes a 600.000 bolsas. La empresa, de capital privado, con equipamiento obsoleto, cesó en 1968.

         El gobierno nacional creó, ante esa situación, la Industria Nacional del Cemento, entidad estatal nacida de la Ley 126 del 7 de octubre de 1969. Su capacidad en ese momento era de 200.000 tn/año equivalente a 4 millones de bolsas anuales de cemento portland gris.

         Hoy la ciudad de Vallemí es un dinámico Centro Polarizador del Desarrollo Industrial del Norte del Paraguay, con puerto sobre el Río Paraguay a 546 kilómetros de Asunción, pista de aviación, servicios de cabotaje de Líneas Aéreas de Transporte Nacional (LATN) y Transporte Aéreo Militar (TAM), con un promedio mensual de 120 y 110 pasajeros, respectivamente.

         Durante 1975 se produjo en Vallemí 137.746,85 tn. de cemento, sobrepasándose ya la demanda del mercado nacional lo que puso en evidencia que la Industria Nacional del Cemento debía enfrentar los nuevos requerimientos del acelerado proceso de desarrollo del país. Comenzó a producirse nuevas variedades de cemento las que fueron rápidamente requeridas por las obras hidroeléctricas en marcha (Acaray, primero; Itaipú, después).

         Ante esta situación, el gobierno nacional ha resuelto llevar adelante un Proyecto de ampliación de la planta de cemento de Vallemí, instalando una nueva unidad fabril con capacidad de producción de unas 600 mil toneladas anuales.

         El Proyecto citado comprende dos partes: en la primera se prevé la construcción de la planta productora de clinker en Vallemí; en la segunda se construirá la planta para molienda y despacho a granel y en bolsas de producto en Villeta, puerto situado a 25 kilómetros al sur de Asunción. Además se construirá en Villeta un puerto adecuado para el despacho de cemento, cal hidratada y cal agrícola.

         El monto de la inversión será de aproximadamente 130 millones de dólares y se estima que la planta entrará a funcionar en el año 1984.

         Igualmente el gobierno nacional ha decidido la transformación del sistema de producción de la actual fábrica del húmedo al seco; con lo que la producción total de la planta será de 1.080.000 toneladas anuales de cemento.

         El Gobierno nacional asigna extraordinaria importancia a la producción de la Industria Nacional del Cemento por considerarlo un producto estratégico en el desarrollo de la economía nacional, muy requerido por el auge de las construcciones aparte de las demandas coyunturales creadas por las obras hidroeléctricas. Además, como mencionamos un párrafo más arriba, Vallemí produce ya actualmente un producto de alto valor para el sector agrícola de nuestra economía (la cal agrícola), por medio de una planta con capacidad para 500.000 ton/año que fue montada a un costo de 3 millones de dólares.


         g) LA INDUSTRIA DEL ALCOHOL

         Otro Proyecto de gran significación estratégica para el gobierno paraguayo es el de producción de alcohol absoluto. Con la finalidad de hacer frente a la crisis del petróleo y generar ahorro de divisas, el gobierno inició un programa de producción de alcohol carburante: por un lado alcohol absoluto para mezclar con la nafta hasta una proporción no mayor del 20 por ciento; y por otra parte, alcohol hidratado para su utilización en vehículos y motores diseñados para ese efecto.

         En cumplimiento de dicho programa, la Administración Paraguaya de Alcoholes (APAL) -entidad estatal autárquica- ha instalado una planta productora de alcohol absoluto en la localidad de Mauricio José Troche, Departamento del Guairá. Dicha planta, inaugurada en octubre de 1980, tiene una capacidad instalada para 120.000 litros diarios y su costo ha sido de 18 millones de dólares.

         Trabajando a plena capacidad la fábrica de Mauricio José Troche utilizará 1.800 toneladas diarias de caña de azúcar lo que equivale a unas 330.000 ton/año; para ello requerirá una extensión de cultivos de 6.500 hectáreas y dará ocupación a unas 3.000 personas entre obreros, agricultores, transportistas y otros.

         A los precios actuales de la caña de azúcar, la provisión de las 330.000 ton/año, representa una suma cercana a los 900 millones de guaraníes que serán ingresos para los productores agrícolas de la zona.

         Además, los estudios técnicos realizados en relación con este Proyecto han destacado la factibilidad de utilizar mandioca, sorgo azucarero, remolacha, maíz, soja y trigo como materias primas alternativas en el proceso productivo del alcohol carburante. En una segunda etapa, también, se contempla el desarrollo de industrias derivadas, tales como pasta de celulosa para fabricación de papel, elaboración de fertilizantes para agricultura, etcétera, en las cuales se estarán aprovechando el bagazo y los efluentes y residuos del procesamiento de la caña de azúcar.


         h) EL SISTEMA FERROVIARIO

         De suma importancia son también los proyectos relacionados con el mejoramiento, modernización y ampliación de las distintas obras de infraestructura sobre todo las que tienen relación con la red de comunicaciones y el sistema de transportes internos y externos del país.

         Así por ejemplo, el gobierno nacional está encarando la restauración de su sistema ferroviario -uno de los más antiguos de Latinoamérica y primero en el Río de la Plata-, que ha quedado estancado por la incuria del pasado y por la mayor dinamización que cobraron últimamente los transportes carreteros y aéreos.

         Se halla en tratativas con las autoridades de la República Federativa del Brasil, la posible integración ferroviaria paraguayo-brasileña que significará construir una nueva línea férrea de 490 kilómetros entre Asunción y la localidad fronteriza de Saltos del Guairá, entre ambos países. Este proyecto costará alrededor de 500 millones de dólares. A través de esta integración ferroviaria los productos paraguayos, especialmente granos (como la soja), podrán transportarse por vía férrea hasta el Atlántico.

         Con la República Argentina, el Paraguay revitalizará su actual vía férrea de 375 kilómetros, construyendo un nuevo trazado con equipo completamente renovado. Este proyecto también se estima que costará alrededor de 400 millones de dólares. Los productores paraguayos utilizan esta vía que cruza el río Paraná y llega hasta la capital Argentina.


         i) FLOTA MERCANTE DEL ESTADO

         Igual criterio modernizador y de expansión se ha aplicado en lo que concierne a la Flota Mercante del Estado, otro sistema de comunicación y transporte de mucha tradición en el Paraguay puesto que su creación data de tiempos de Carlos Antonio López.

         Al iniciarse la guerra de la Triple Alianza, nuestro país contaba con una poderosa flota mercante compuesta por buques de porte respetable: así poseíamos 6 buques construidos en los Astilleros nacionales (el Ypoá, Salto del Guairá, Correo, Río Apa, Jejuí e Ygurei) mercantes los tres primeros y de pasajeros los demás; totalizaban casi 600 toneladas todos ellos.

         Además se contaba con el Paraguarí (mercante de 150 pasajeros y 38 camarotes) de 200 toneladas, el poderoso Tacuarí de 488 toneladas, armado a guerra, y los mercantes Río Negro, Río Blanco, Paraná y Olimpo, todos ellos adquiridos en compra del exterior.

         Nuestra primera y poderosa flota mercante fue arrasada en la contienda del setenta y actualmente el gobierno nacional se halla empeñado en reconstruir, significativamente ampliado, el poderío de la misma por medio de un importante Proyecto destinado a reforzar el equipamiento de esta entidad creada por Decreto Ley 9351 del año 1945.

         Nuestra Flota Mercante del Estado (FLOMERES) cuenta, en la actualidad, con 29 embarcaciones, aparte del Buque Escuela de Ultramar "Guaraní", propiedad -este último- de la Armada Nacional pero a cargo de FLOMERES para su explotación comercial. Incluida esta última embarcación, nuestro tonelaje de registro bruto disponible es de 25.270 toneladas que, si bien sobrepasa notablemente a las 2.778 con que contábamos en 1954- ha venido a resultar ya completamente insuficiente para las crecientes necesidades impuestas por nuestro comercio exterior cada vez más desarrollado.

         Ante esta situación, el gobierno nacional ha resuelto ya la adquisición de 42 embarcaciones en astilleros japoneses, así como de un lote de repuestos para buques construidos en ese país entre 1961 y 1962 y un pontón transbordador de cereales.

         La flota adquirida del Japón se compone de 3 buques de ultramar, 34 barcazas y 5 remolcadores. Con ella se busca aumentar considerablemente la capacidad de bodega para obtener mayor autonomía en el transporte de cargas de exportación e importación en la forma más directa posible entre origen y destino de los productos y facilitar el transporte de granos desde la zona de producción hasta los mercados internacionales.

         El Proyecto significará, además, la provisión de empleo directo y permanente a cerca de 150 personas (tripulantes y personal de mantenimiento) así como la mano de obra nacional que, en cantidad apreciable, será utilizada en el proceso de ensamblaje de las embarcaciones en astilleros paraguayos. Representará además un ahorro de divisas estimado en unos 7 millones de dólares al año y robustecerá la posición de FLOMERES como organismo regulador de los fletes fluviales en beneficio de la economía nacional.

         El monto total del Proyecto es de 37,5 millones de dólares con apoyo financiero del Fondo de Cooperación Económica de Ultramar del Japón. Su implementación significará la utilización de los buques de ultramar para la navegación en el tramo Paranaguá y/o Estuario del Río de la Plata hasta el norte de Europa y también de la vía Asunción-Europa. La flota incrementará también los viajes Asunción-Buenos Aires, Itapúa-Río de la Plata. El equipamiento incluido como parte del Proyecto fortalecerá las operaciones de los talleres de FLOMERES y el pontón para cereales se instalará en el puerto de Itapirú.


         j) CONSTRUCCIÓN DE CARRETERAS

         Finalmente debe mencionarse que el gobierno nacional tiene previsto construír más de 2.000 kilómetros de rutas asfaltadas, incorporando vastas regiones aptas para el desarrollo agroindustrial al desarrollo nacional, a un costo aproximado de 400 millones de dólares.

         Merecen especial atención del gobierno las siguientes rutas: Encarnación-Hohenau-Pirapó-Ciudad Presidente Stroessner, importante enlace entre los extremos sur y este del territorio y áreas de influencia directa de las represas Yacyretá e Itaipú, respectivamente, amén de significar un doble enlace hacia el Atlántico por la vía del Este (Stroessner-Paranaguá) y por la del Sur (Encarnación-Buenos Aires); el empalme Mariscal Estigarribia-Pozo Hondo-Misión La Paz, en el Chaco paraguayo, que se enlazará con la Provincia de Salta (noroeste argentino) y desde allí hasta el Pacífico para utilizar el depósito franco que el Paraguay tiene en Antofagasta (Chile); la ruta que unirá San Juan o San Ignacio de las Misiones con Pilar e Itapirú, sobre el río Paraná, en la frontera con la Argentina, eje en el que Itapirú cumplirá un importante papel como puerto de embarque para el comercio ultramarino; y, por último, la ruta Coronel Oviedo-Yby yaú que a su vez entroncará con la ruta Concepción-Pedro Juan Caballero (frontera nor-este con el Brasil), unida esta última -       su vez- con la ruta Puerto Militar-Mariscal Estigarribia (Chaco paraguayo).

         Esta última ruta cerrará el circuito de la interconexión vial-regional del Paraguay enlazando indisolublemente ya al Chaco con la Región Oriental del país y ligándola a los mercados internacionales.

         Con estas obras de reforzamiento de la infraestructura de transporte y comunicaciones, el Paraguay completa un paquete de proyectos de alto valor estratégico en el desarrollo de su economía para los próximos años. Naturalmente no son los únicos emprendimientos pues muchos otros que se hallan ya en ejecución o etapa de gestión financiera o estudio de factibilidad, podrían ser aún mencionados (como aeropuertos, puentes internacionales, puentes de vinculación interna, etcétera).

         Valgan, sin embargo, todos estos proyectos que se han citado hasta aquí para apoyar el esfuerzo de sintetizar en apretado resumen los aspectos más salientes de la evolución vivida por el Paraguay en lo que va de este siglo.

         Estos emprendimientos forman parte de las profundas transformaciones estructurales que ha venido produciéndose en la economía paraguaya y que condicionarán, en gran medida, los procesos que de aquí en adelante se desarrollarán en nuestro país en el marco de una gran revolución pacífica que se está operando en el Paraguay del siglo XX.

         Esta es una revolución pacífica que ha transformado a un país subdesarrollado y aplastado por la anarquía política, en un nuevo modelo de desarrollo latinoamericano: con paz, orden y seguridad se ha venido forjando una nueva sociedad paraguaya altiva y orgullosa de su pasado, pero sobre todo, firme y segura de sus enormes perspectivas futuras.


10

PRINCIPALES INDICADORES DEL DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL DEL PARAGUAY

         Todo el proceso de desarrollo de la economía paraguaya del último cuarto de siglo, cuyos elementos básicos de apoyo y aspectos contextuales más amplios hemos analizado hasta aquí en este capítulo, ha tenido fundamentos políticos e ideológicos muy bien definidos de los que nos ocuparemos en la parte final de esta obra.

         Pero, además, la evolución del desarrollo económico y social paraguayo tiene algunos aspectos muy concretos que se traducen en grandes indicadores de base estadística que no podemos dejar de analizar aquí para que el aporte de los fundamentos sobre las grandes transformaciones que se han estado operando en la estructura económica y social del Paraguay, sea todavía más consistente e incontrovertible de lo que pudo quedar establecido hasta este momento.

         Hubo una etapa del proceso de desarrollo que vive el Paraguay, en que, la acción tendenciosa de algunos sectores comprometidos con los intereses que actuaban precisamente de freno en la dinámica del cambio, presentaban una imagen distorsionada de la evolución que se operaba en nuestra sociedad y en nuestra economía.

         Lamentablemente, la carencia de un sistema estadístico confiable -que como parte del estancamiento general había heredado el gobierno nacional-, permitía cualquier tipo de especulaciones sobre la materia.

         Hoy en día se ha operado un notable mejoramiento en el sistema de registros y, como ya señaláramos en otro capítulo de esta obra, las estadísticas se han ido tornando de más en más confiables en gran parte gracias al propio sistema de planificación de la economía que el gobierno nacional ha adoptado, lo que hace verdaderamente imprescindible contar con un adecuado marco informativo para trazar las estrategias y políticas más adecuadas al logro de los grandes objetivos de la planificación económica y social del país.

         La confiabilidad en las estadísticas sobre la situación económica del Paraguay ha dejado de ser el objeto de especulaciones tendenciosas y, hoy día, organismos técnicos de tan alto nivel como la CEPAL o entidades bancarias de la envergadura del Banco Mundial o del Banco Interamericano de Desarrollo, toman con la seriedad que corresponde estas informaciones para seguir de cerca del proceso de desarrollo que se opera en el Paraguay e, incluso, para mantener un constante y bien orientado apoyo financiero a los grandes emprendimientos que están cambiando estructuralmente la situación de la economía paraguaya.

         ¿Cómo ha evolucionado ésta en los últimos 27 años? Eso es lo que nos proponemos exponer en base a la información estadística disponible, tomando los grandes indicadores pertinentes al caso.

         Tanto éstos como aquélla, son de conocimiento rutinario para cualquier organismo técnico o financiero internacional, para los expertos de cualquier país y para los propios estudiosos e investigadores de la economía paraguaya, de modo que -lo que sigue- no será sino un resumen de la situación global de la economía del país entre 1955 y 1981.

         En el primer cuadro de este sub-capítulo, puede apreciarse cómo ha evolucionado la economía paraguaya medida por el comportamiento del Producto Interno Bruto (PIB) por sectores económicos.

         Como se ve, gran parte del PIB ha estado representado por los sectores básicos de nuestra economía: agricultura, ganadería y producción forestal. Y si bien en términos de estructura porcentual, su representatividad total ha ido decreciendo entre 1955 y 1981, es realmente importante la forma cómo ha evolucionado la tasa de crecimiento del sector de producción de bienes agropecuarios, pasando de 1,8 por ciento anual acumulativo entre 1955 y 1960, a 3,0 en el período 1960-1970 y a 7,3 entre los años 1970 y 1981.

         El crecimiento más significativo, desde luego, ha sido el del sub-sector agrícola con una tasa de 8,3 por ciento anual acumulativo en el último período.

         Este hecho constituye ya una resultante del importante proceso de expansión de la frontera agrícola que hemos analizado antes, del notable mejoramiento de las tecnologías agrícolas, de la incorporación de nuevos renglones de producción y de la transformación cada vez más acelerada de la economía campesina de una etapa puramente subsistencial hacia una de producción de renta.

         En los cuadros 2 y 3 puede seguirse la evolución de los principales renglones agrícolas cultivados en el país, observándose el notable incremento cobrado por algunos de ellos como el algodon, la caña de azúcar y el maíz. Habría que agregar aún la soja, que entre los años 1970 y 1981 ha tomado un notable auge, al punto de que, en 1981, la semilla de soja representaba ya el 16,1 por ciento de nuestras exportaciones totales (ocupando la segunda posición luego de la fibra de algodón) considerado su valor en millones de dólares.

        

COMPOSICIÓN Y TASAS DE CRECIMIENTO DEL PRODUCTO INTERNO BRUTO

EN MILL DE GUARANÍES. CONST. 1977



         El decrecimiento de la participación porcentual del sector primario en la generación del PIB a lo largo del período 1955-1981, se tradujo en una importante intervención de los sectores secundario y terciario. La industria llegó a crecer a una tasa de 8,0 por ciento entre 1970-1981 y, en el mismo lapso, la construcción lo hizo al 20,0 por ciento. En su conjunto, el sector secundario pasó de una participación del 16,4 por ciento, en 1955, a una de 23,8 por ciento en 1981, creciendo esta participación en el PIB a tasas del 2,3 por ciento, 6,5 por ciento y 10,4 por ciento en los períodos 1955-1960, 1960-1970 y 1970-1981, respectivamente.

         La creciente importancia de la industria y la construcción en la generación del Producto Interno Bruto, constituye -sin lugar a dudas- la repercusión de la política de desarrollo industrial que nos ha ocupado ya en este mismo capítulo, con la Ley 550 de estímulo a las inversiones y con la serie de medidas que el ministerio del ramo ha venido implementando para alentar la instalación descentralizada, a lo largo del territorio nacional, de aquellas unidades fabriles que permitan mayor procesamiento de la materia prima nativa y aseguren cada vez más puestos de trabajo a la mano de obra paraguaya.

         En el rubro de construcciones ha tenido su evidente impacto el acelerado crecimiento de las obras de la central hidroeléctrica de Itaipú que, en el período 1970-1981, ha cobrado su máximo impulso. A ella han de sumarse las innumerables obras de infraestructura que el gobierno nacional ha venido ejecutando, sobre todo en el campo de la educación y la salud (escuelas y unidades sanitarias), a lo largo del territorio nacional. Todo ello se ha traducido en ese notable incremento del subsector de las construcciones.

         Es interesante destacar que el sector productor de bienes (el Total 1 del Cuadro 1), ha venido absorbiendo siempre más del 50 por ciento del PIB y que, si bien su participación en la generación del mismo ha oscilado entre el 57,3 y el 54,1 por ciento en los años extremos de la serie (1955 y 1981), su tasa de crecimiento ha pasado de 1,9 en el período 1955-1960 a 8,5 por ciento en el lapso 1970-1981.

         En cuanto al sector terciario, importante contribución en la generación del PIB han tenido los servicios básicos. Desde mediados de la década del setenta se ha venido implementando la política de electrificación del área rural del Paraguay, extendiéndose

el fluido eléctrico a más de 100 localidades del interior del país; igual cosa ha ocurrido con el agua corriente y los transportes y telecomunicaciones.

         La Administración Nacional de Telecomunicaciones (ANTELCO) ha estado ampliando constante y progresivamente los servicios de comunicaciones internas del país y los que vinculan a éste con el resto del mundo a través de las radiocomunicaciones, servicio telefónico y de télex, red telegráfica, servicio telegráfico internacional, comunicaciones vía satélite, radiodifusión y comunicaciones postales.

         De fundamental importancia han sido también el comercio y las finanzas, los servicios vinculados al gobierno y los de vivienda. "La evolución del comercio ha seguido la expansión y diversificación del consumo -expresa un informe del Gabinete Técnico del Ministerio de Industria y Comercio-, resultado del incremento sostenido registrado en el ingreso per cápita durante el período 1970-81. La nota más destacada de este proceso es la incorporación de bienes de consumo duradero en amplios sectores de la población, que comenzaron a aportar su incrementado poder de compra a la demanda del mercado. A más del aumento del ingreso per cápita, otros factores condicionaron y favorecieron la expansión del consumo tales como la habilitación de instrumentos crediticios y la elevada elasticidad-ingreso de los bienes comercializados (electrodomésticos, automóviles, etc.)". (MIC, 1981).

        

VOLUMEN DE PRODUCCIÓN DE LOS PRICIPALES CULTIVOS AGRÍCOLAS

(Miles de Toneladas)



         Acompañando a la dinámica de la economía en su conjunto, el sub-sector finanzas fue también de especial significación, multiplicándose las entidades financieras en el país y aumentando considerablemente el volumen de ahorros captados. En 1954 existían 4 bancos, uno oficial y 3 privados, en todo el país. Actualmente funcionan 21 bancos, 26 financieras, 13 casas de cambio y 46 cooperativas de ahorro y préstamo. "En el desarrollo de las operaciones bancarias ha tenido gran influencia el extraordinario crecimiento del comercio exterior que amplió considerablemente los requerimientos de gestiones intermediarias y administrativas vinculadas a las importaciones y exportaciones". (Ibíd.).

         Es así como el subsector comercio y finanzas ha venido participando en la producción de servicios generales con un porcentaje promedio de cerca del 25 por ciento a lo largo del período 1955-1981, habiendo sido su tasa de crecimiento de 2,0 por ciento entre 1955-1960 y de 4,8 y 9 por ciento entre 1960-1970 y 1970-1981, respectivamente.

         Por otra parte, al comentar los componentes sociales del desarrollo paraguayo, hemos señalado la importante acción que se cumple en el campo de los programas de viviendas destinadas a familias de recursos bajos y medios.

         Estos programas, que se desarrollan por medio del Instituto Paraguayo de Vivienda y Urbanismo (IPVU) y del Sistema Nacional de Ahorro y Préstamo para la Vivienda, se han traducido en significativo incremento del componente de viviendas en el PIB, que ha crecido a una tasa del 7,2 por ciento entre 1970 y 1981.

         Por otro lado, el Paraguay ha venido experimentando un notorio crecimiento de su Producto Interno Bruto en los últimos años, crecimiento que se ha tornado realmente excepcional, para América Latina, en el último período (1970-1980) en que alcanzó tasas del 12,8 por ciento (1977), 10,9 y 10,7 por ciento (1978-1979) y 11,4 por ciento (1980). En general, el crecimiento medio anual de su PIB ha sido, en el período 1970-1981, de 8,6 por ciento anual acumulativo.


PRODUCCIÓN AGRÍCOLA - PRINCIPALES CULTIVOS

TASAS DE CRECIMIENTO



         Estas tasas, comparadas con las del crecimiento demográfico, han dejado un amplio margen de incremento al PIB per cápita. La evolución de todos estos indicadores puede seguirse en el Cuadro No. 4 de este capítulo.

         Para que el crecimiento del Producto Interno Bruto llegara a tan sostenido proceso de desarrollo, fue preponderante la gravitación del sector agrícola e industrial. "Esta situación, señala el ya mencionado documento del Ministerio de Industria y Comercio, obedece a la acción de condiciones favorables en el mercado mundial de alimentos, materias primas e insumos agroindustriales. Por otra parte agrega, el esfuerzo nacional desplegado en períodos anteriores con la creación y fortalecimiento de infraestructuras básicas y la dotación de servicios de apoyo a la producción, comenzó a dar sus frutos al permitir una rápida respuesta de la capacidad productiva nacional ante los estímulos de la demanda externa".

         No hay que olvidar, a este respecto, la significativa acción del gobierno en lo tocante a la modificación de la estructura agraria, las crecientes acciones en el campo de la colonización agrícola, la incorporación y el mejoramiento de la tecnología agrícola y la diversificación de los rubros productivos, así como la estrategia de desarrollo basada en la intensificación de la producción agroindustrial, pues todos estos factores, a su hora, hicieron posible una mejor posición de la economía paraguaya en términos de oferta ante los mercados mundiales.

         "Esta flexibilidad de la oferta nacional se dio tanto en términos de cantidad, aumentando el volumen producido, como en calidad, diversificando la gama ofertada. Gracias a este incremento en la capacidad del sistema productivo nacional, la crisis mundial del petróleo y sus repercusiones en los mercados para las exportaciones tradicionales del Paraguay, tales como la Comunidad Económica Europea y la Argentina, solo consiguieron desacelerar ligeramente el crecimiento de la economía paraguaya, disminuyendo su ritmo de un 8 a un 5 por ciento en 1975". (Ibíd.).

        

PRODUCTO PER CAPITA PARAGUAY 1955 - 1981



         La rápida recuperación del ritmo de crecimiento, operada después de 1975, llegándose a obtener tasas realmente sin precedentes a partir de 1977, demostró que la estructura productiva del país había alcanzado un grado de solidez satisfactorio. Tanto como para responder adecuadamente a las cambiantes coyunturas del mercado mundial, adaptándose con suficiente flexibilidad a las variables condiciones externas, sin sufrir repercusiones graves en sus patrones básicos de estabilidad y logrando la necesaria capacidad como para atenuar o frenar los efectos recesivos y la presión inflacionaria que la crisis del petróleo había comenzado a provocar sobre el mercado interno.

         La economía del Paraguay se ha venido desarrollando conforme con los planes nacionales de desarrollo, "sobre la base de actividades agrícolas, ganaderas, forestales, agroindustriales y de servicios. La exportación de alimentos y materias primas de origen agropecuario y la de rubros agroindustriales, representan importantes fuentes de divisas para el país". (Ibíd.).

         Véase en el cuadro 5 la evolución, entre 1955 y 1981, de los principales renglones de exportación de acuerdo con sus valores globales en dólares y, en el cuadro 6, la composición porcentual y tasas de crecimiento de dicho proceso. Algunos renglones, como el extracto de quebracho o los cueros vacunos, han declinado sensiblemente; otros, como las maderas en rollo, han desaparecido en beneficio de un marcado incremento de las maderas aserradas y manufacturadas; las fibras de algodón, los aceites vegetales y un renglón antes desconocido, como la soja, han tenido participación de singular importancia en el cuadro de las exportaciones paraguayas de los últimos tiempos.

         "Junto a la agroindustria de exportación se desenvuelve un activo proceso de sustitución de importaciones, sobre todo en las ramas abastecedoras de productos de consumo no durable. Las importaciones se están orientando, cada vez más, hacia el aprovisionamiento de equipos y maquinaria para apoyar la dinámica agrícola e industrial del país e implementar obras de infraestructura básica". (ibíd.). Para comprobar estas afirmaciones, consúltense los cuadros 7 y 8 de este capítulo y los diversos gráficos del Anexo de esta obra, donde se observará la evolución de las diversas líneas que componen las importaciones paraguayas entre 1955 y 1981.

         Los combustibles, lubricantes, elementos de transporte y maquinarias y motores, conforman todos juntos más del 50 por ciento del valor total de las importaciones en 1981. Importante ha sido la tasa de crecimiento de los implementos agrícolas y accesorios (12 por ciento y 21,6 por ciento entre 1960-1970 y entre 1970-1981, respectivamente).

         Por último, un aspecto significativo del crecimiento económico paraguayo debería ser comentado. El turismo, una actividad aparentemente accesoria en la economía, representa sin embargo no solamente un interesante factor generador de divisas, sino -además- el claro indicio del funcionamiento regular de una economía y del normal desenvolvimiento de las instituciones políticas y sociales de un país.


EXPORTACIÓN DE PRICIPALES PRODUCTOS EN MILES DE U$S FOB.

PUERTO PARAGUAYO



EXPORTACIONES DE PRINCIPALES PRODUCTOS 1955 - 1981

(Composición y tasas de crecimiento)



         El Paraguay, al crear condiciones básicas de convivencia política, al restaurar la normalidad del funcionamiento del régimen institucional, al desarrollar importantes obras de infraestructura (abriendo caminos, levantando puentes, habilitando aeropuertos, fortaleciendo su Flota Mercante del Estado, ampliando su red de comunicaciones, incrementando la construcción y, en ese campo, permitiendo la instalación de modernos hoteles), al tornar accesibles bellezas naturales y lugares de esparcimiento antes encerradas por el aislamiento y al constituirse en escenario de monumentales obras como la de Itaipú, ha dejado expedita la vía del desarrollo del turismo interno e internacional que cobraron extraordinaria magnitud en el último decenio.

         Es así como el flujo del turismo internacional llegado al Paraguay se ha incrementado notablemente entre 1974 y 1981, pasando de poco más de 80.000 personas en el primer año citado, a más de 300.000 en el último. El turismo, como es natural, ha tenido amplias repercusiones en el comercio, en el desarrollo de las artesanías locales, en la utilización de los servicios nacionales de transportes (aéreos, fluviales y terrestres) y en el auge de la hotelería paraguaya.

         El incremento de las divisas aportadas por el turismo internacional entre 1974 y 1981, ha sido del 563 por ciento: 12.078.000 dólares en 1974 y 80.127.000 dólares en 1981.

         La situación de pujanza de la economía nacional ha tenido hondas repercusiones en términos de un evidente mejoramiento de las condiciones generales de vida de la población paraguaya.

         En el ya citado cuadro 4 puede apreciarse cómo ha evolucionado -entre 1955 y 1981- el Producto Interno Bruto per cápita en nuestro país. Puede advertirse que su promedio de crecimiento, entre 1961 y 1970, alcanzaba la cifra de 1,8 por ciento anual mientras que en el período 1970-1981 se eleva a 5,1 por ciento. En el Anexo de esta obra se agrega un gráfico demostrativo de los diferentes niveles alcanzados por este indicador, medido en dólares, en los años más representativos de su evolución.

         Otro importante índice del notorio mejoramiento de la economía nacional, traducida en un mejoramiento de los niveles de vida de la población, nos lo ofrece el cuadro de la evolución del índice de precios del consumo y la columna desglosada, en dicho cuadro, del índice específico de los precios de alimentación.

         Como se observa, su evolución y sus niveles de crecimiento son moderados y no denotan la existencia de una tendencia inflacionaria crónica, como la que padecen otros países del hemisferio, ni aún en los años más críticos de las coyunturas internacionales como la "crisis del petróleo" de 1975.



IMPORTACIÓN DE PRINCIPALES PRODUCTOS 1955 - 1981

(Miles de dólares FOB.)


        


IMPORTACIÓN DE PRINCIPALES PRODUCTOS 1955 - 1981

(Composición y tasas de crecimiento)


         Ello explica que, según estadísticas de la CEPAL, el Paraguay ocupe actualmente el cuarto lugar entre los países cuya población mantiene más altos niveles de consumo de calorías en el mundo, con 2.950 gramos (el primer sitio le corresponde a los Estados Unidos con 3.350 gramos).

         Este indicador se vincula directamente con el notable mejoramiento de la dieta alimenticia del pueblo paraguayo que ha podido asegurarse el consumo habitual de proteínas animales y vegetales y un régimen alimenticio bien equilibrado, en parte por la mejora y diversificación de su propia producción, pero, además y fundamentalmente, por las condiciones económicas más positivas que se han generado en el país -en materia de empleo y de ingresos- gracias a la política de desarrollo implementada por el gobierno.

         Un reflejo más -y no de menor importancia en este proceso de mejoramiento de los niveles de vida-, ha sido el notorio incremento de la esperanza de vida al nacer de la población paraguaya. En este hecho han sido, desde luego, decisivos los mejorados índices nutricionales, las condiciones habitacionales, la salud y la educación en los que el gobierno puso desde sus inicios su preferente atención.

         Entre 1950 y 1955, un individuo nacido en el país podía aspirar a vivir hasta los 51,5 años; para el período 1970-1975, esa expectativa se había ampliado hasta los 61,9 años. La esperanza de vida al nacer se había incrementado, así, entre 1950 y 1975, en un 20,2 por ciento y en 10,4 años para cada individuo.

         Datos todavía más recientes, que provienen de la Encuesta Demográfica Nacional (EDENPAR) de 1977, revelan que para este año la esperanza de vida al nacerse había extendido ya hasta los 66,1 años, experimentando un incremento porcentual del 28,3 por ciento respecto al quinquenio 1950-1955. (STP, 1980).

         Por otra parte, la probabilidad de morir antes de los dos años en nuestro país, era de un 75 por mil en 1972; para 1977 se había reducido a 64 por mil. La tasa de mortalidad infantil, entre los mismos años, se redujo del 64 al 50 por mil y, por último, la tasa bruta de mortalidad para la población paraguaya descendió de 9.9 a 7.4 por mil entre los años 1972 y 1977 (STP, cit.).

         Todas estas constataciones, realizadas en el marco de investigaciones demográficas, económicas y sociales, con apoyo estadístico objetivo y bien fundamentado, demuestran claramente que el proceso de desarrollo económico y social que el Paraguay viene experimentando -en el último cuarto de siglo- y que se consolida visiblemente en el período 1970-1981, es un proceso irreversible, proferido y estructural que ha sido capaz de superar difíciles coyunturas internas e internacionales y cuyos frutos han beneficiado a la mayoría de la población paraguaya, a los más amplios estratos de la sociedad nacional, sin crear irritantes desigualdades que pudieran revertir en situaciones de tensión e inestabilidad social o política.

         En estas circunstancias, es lícito estimar que los próximos diez años, con las centrales hidroeléctricas produciendo a pleno y con la suma de otras importantes obras de infraestructura -algunas ya materializadas y otras más en vía de emprendimiento-, ofrecerán al Paraguay las mejores perspectivas para superar definitivamente la oscura época del atraso y el subdesarrollo y lo pondrán en la esfera de los países de economía fuerte y próspera.

         Con un sector primario en auge, con el establecimiento de agroindustrias de carácter prácticamente estratégicas -que podrían cumplir un papel de primer orden en la provisión de alimentos a su propia población y a otros pueblos del mundo- y con una industria pesada en plena expansión -sobre el apoyo de su amplio caudal hidroenergético-, el Paraguay de fines del siglo XX será de nuevo una tierra de promisión para sus habitantes, recuperando el sentido de su proyecto histórico que quedó trunco con la guerra de la Triple Alianza.



EVOLUCIÓN DEL ÍNDICE DE PRECIOS DEL CONSUMO



11

FUNDAMENTOS IDEOLÓGICOS Y POLÍTICOS DEL DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL PARAGUAYO

         Todo el proceso de desarrollo de la economía paraguaya que hemos analizado en esta obra, no ha sido fruto ciego del azar. Como tampoco ha constituido una simple consecuencia de factores aciagos del destino o de condicionantes geográficos adversos, el que el Paraguay, durante ochenta y cinco años de su historia posterior a la Triple Alianza, quedara sometido a la más absoluta postración y dependencia económica, anarquía política y desigualdad social.

         Hemos tratado de demostrar, a lo largo de esta obra, de qué manera el juego de los intereses económicos y político-sociales, a lo largo de la época colonial primero, durante la temprana época independiente después, tras la funesta guerra del setenta posteriormente y en la post-guerra del Chaco, por último, combinando factores de tipo interno y externo, entretejieron la trama del acontecer histórico paraguayo, jalonándolo de sucesos trágicos y heroicos, según el caso, hasta que pudo emerger, a mediados de este siglo, hacia un proceso de desarrollo económico y social que se ha constituido en un auténtico modelo en el concierto de los países latinoamericanos.

         Pusimos especial cuidado en hacer al menos una descripción somera de las condiciones socio-políticas y económicas que enmarcaron a escala mundial y americana -y más concretamente, rioplatense-, el surgimiento y desarrollo progresivo de cada etapa histórica de la evolución económica del Paraguay. Tratamos de vincular cada uno de esos contextos exteriores con su respectivo correlato interno.

         Y en la última época histórica de la evolución de la economía paraguaya, en la que hemos analizado los grandes logros de la que denominamos "época de la economía del desarrollo y de la planificación del desarrollo económico y social", hemos tratado en todo momento de exponer los importantes aspectos de esa realidad basándonos más que nada en las estadísticas y en las incuestionables realizaciones que están hoy expuestas a la apreciación de cualquier ciudadano paraguayo o extranjero que habita nuestro país, como testimonio irrefutable del proceso que vive este país.

         Sin embargo, no podríamos soslayar de ninguna manera que todo ese proceso de desarrollo económico y social, esa verdadera evolución histórica de la economía paraguaya, ha tenido claros fundamentos ideológicos y políticos. Y que esos fundamentos abrevan y se enraízan en las capas más profundas del sentimiento nacional, es lo que ahora nos proponemos considerar.

         No podría haber acciones de política económica y social, si no la sustentara determinado cuerpo de principios filosóficos, ideológicos y políticos. A este respecto, la filosofía económica de nuestro tiempo dista radicalmente de las concepciones del pasado.

         No solamente ella es hoy más compleja, por la diversidad de factores que se acumulan en la formulación de sus problemas, sino que sus soluciones deben ser urgentes y, sobre todo, precisas. Porque los errores que se cometen perjudican a una masa de población cada vez más numerosa y porque la reparación de esos errores conlleva por lo común un alto grado de sacrificio y de riesgos de todo tipo.

         Llegamos pues a la conclusión de que la política económica, en su expresión científica, debe coordinar una sincronizada maquinaria con múltiples piezas insubstituibles y necesarias que mueve y regula toda la energía nacional, canalizándola hacia la satisfacción de todas las necesidades.

         En nuestro país la filosofía económica, siempre profunda y compleja, adquiere todavía matices peculiares por la azarosa vida que nos ha tocado vivir a lo largo de nuestra historia y, sobre todo, luego de finalizada la guerra de la Triple Alianza con un período de marcada inestabilidad.

         Esta última etapa ha conformado una realidad que se hizo carne en el espíritu nacional, porque si algún premio otorga el infortunio, ése es el de la experiencia. Y la lección de la historia nos ha enseñado a ser prácticos, a conocer nuestras limitaciones y nuestros recursos, a dimensionar con claridad y sensatez -pero también con audacia- nuestras potencialidades, a no temer los riesgos y a confiar en el éxito. Un pueblo que ha sorteado con firmeza una guerra de aniquilación, como la del setenta, sobreviviendo y fortaleciendo su espíritu en el trabajo, ya no puede temer a las contingencias de un proyecto de reconstrucción nacional que revitalice sus profundas energías creadoras.

         Ese ha sido el factor clave en la configuración de nuestra filosofía política: medir con precisión las dimensiones del sentimiento nacional, conocer a profundidad y consubstanciarnos en plenitud con la idiosincrasia del pueblo paraguayo. La historia ha sido la médula espinal de este proceso.

         Apenas finalizada la guerra de la Triple Alianza, en el arduo trajín de reorganizar la República asolada por las fuerzas aliadas, comienzan a perfilarse en el Paraguay dos grandes corrientes de pensamiento que se materializarán en facciones políticas bien diferenciadas: la una fundamentalmente liberal y la otra esencialmente nacionalista.

         En los primeros momentos del proceso de plasmación política y partidaria, es fácil observar que todavía las tendencias ideológicas se mezclan y se infiltran recíprocamente. Hay una fuerte permeabilidad y como los restos de la sociedad nacional sobreviviente son prácticamente rudimentarios, surgida como un reducido contingente residual de la hecatombe del setenta, la personalidad de los hombres de la época es más fuerte que la propia vigencia de las ideologías, convirtiéndose aquéllos en los vasos comunicantes de una y otra corriente.

         Además, el peso de la derrota es tan abrumador que las diferenciaciones ideológicas se tornan imprecisas recortándose más nítidamente las discrepancias personales y faccionales que las auténticamente políticas y partidarias.

         De esta primera etapa es el resultado más concreto la adopción de la Constitución Nacional de 1870, de claro y completo contenido liberal. Aún más, su contenido es todavía el eco repetido de la ideología de los ejércitos de invasión de nuestro país, aposentados sobre los restos de la hecatombe.

         De ella dice J. Natalicio González, "la Constitución de 1870, impuesta por el vencedor, es un código de doctrinas aparentemente redentoras; en realidad, fue un instrumento creado para perpetuar la penuria de la nación y la servidumbre del pueblo vencido. Surgió, a manera de antítesis del régimen precedente, con el confesado designio de representar la condenación moral de una causa en cuya defensa había aceptado la muerte la totalidad de la nación... Por otro lado, no tuvo en cuenta para nada las circunstancias históricas. Sobre un país en ruinas, cuyos habitantes habían visto desaparecer su fortuna, y donde no quedaban ni vestigios de capital acumulado, apareció el Estado liberal, que se apartaba por principio de las actividades económicas, dejando librado a su suerte a los sobrevivientes del gran drama". (González, ob. cit.).

         Sin embargo, el correr de los primeros años y la formación de los primeros gobiernos de la post guerra, irá configurando cada vez mejor a las dos grandes corrientes del pensamiento ideológico y político de la época, diferenciándose ya nítidamente la línea liberal de la nacionalista.

         En 1887 la demarcación entre una y otra se vuelve irreversible: el 10 de julio de ese año se funda el Partido Liberal y el 11 de setiembre se estatuye formalmente la Asociación Nacional Republicana (ANR) conocida desde entonces como Partido Colorado.

         La ANR adviene a la vida política del Paraguay, según su Manifiesto del 25 de agosto de 1887, fundamentalmente para "defender los intereses superiores de la Nación, asegurar el mantenimiento del orden y la consolidación de la paz y fomentar la prosperidad y engrandecimiento del país".

         En casi un siglo de vida este Partido, que ejerce actualmente el gobierno de la Nación, sufrirá un proceso lento y trabajoso de evolución política en el marco de los innumerables acontecimientos con que la historia nacional va jalonando la vida de nuestro país. No sería posible hacer aquí la historia política del Partido Colorado pero sí tendremos, en todo caso, que hacer un alto en dos hitos históricos desde los cuales, mirado ese casi siglo de vida partidaria, las arduas luchas de sus altos militantes adquieren la dimensión de las grandes acciones que han cristalizado en una totalidad perfectamente coherente.

         El primer acontecimiento es la convocatoria realizada por el Partido Colorado, desde las altas funciones del gobierno, a la Magna Convención Nacional Constituyente del año 1967 de la cual surgiría, en agosto de ese año, la nueva Constitución Nacional que corona la larga y laboriosa tarea de la ANR por reorganizar la vida política y social del Paraguay luego de más de medio siglo de anarquía.

         Los principios consagrados en esa Constitución son prácticamente los de la ANR, por cuanto fue su Proyecto el aprobado definitivamente y porque en ellos se define claramente la vocación nacionalista, desarrollista y democrática de la corriente nacional y republicana surgida tras la guerra de la Triple Alianza.

         A lo largo de este último capítulo hemos podido ver cómo cada acción, cada política y cada concreción del gobierno nacional, se nutren y se apoyan sólidamente en los principios constitucionales que fueron consagrados en esa Constitución. Por ello puede afirmarse que, además de su orientación nacionalista, democrática y desarrollista, el Partido Colorado es profundamente constitucionalista, respetuoso del funcionamiento orgánico y jurídicamente estructurado del Estado, sin dejar libradas las acciones del gobierno al ciego designio de voluntades personalistas ni expuesta la seguridad de la República al caos de la anarquía política.

         El segundo acontecimiento que hemos de mencionar, como una definitiva plasmación del nuevo ideario doctrinal del Partido Colorado, es la Convención Extraordinaria del Partido y de su Honorable Junta de Gobierno reunidos el 6 de octubre y el 6 de noviembre de 1967, respectivamente, para aprobar el Nuevo Programa Partidario que no hace sino ratificar plenamente los principios rectores de la política nacional republicana en el gobierno.

         Se trata de un notable proceso de consolidación teórica, programática y doctrinaria, de principios políticos que ya el Partido había estado traduciendo en obras concretas a lo largo de este cuarto de siglo que lleva ejerciendo las altas funciones gubernativas del país.

         Sin embargo, los principios políticos e ideológicos no siempre se asimilan a través de un simple procedimiento teórico, racionalizador de sus contenidos; amplios sectores populares de la militancia política-partidaria las más de las veces adhieren a los grandes movimientos políticos más por una corriente de simpatía y fervor que como resultado de un frío cálculo de intereses.

         Esa corriente de simpatía, no obstante, no se creará si aquellos principios no se ajustan a las grandes expectativas de los más amplios sectores populares. Con todo, para que el fervor y la militancia se activen y dinamicen, esos principios tendrán que tener portavoces que comulguen con las aspiraciones de la mayoría, que surjan de sus mismas filas y que se vuelvan intérpretes de sus profundas aspiraciones y ejecutores auténticos de los programas y políticas que sólo haciéndose carne en hechos concretos, reflejan la genuicidad de las filosofías doctrinarias.

         Por eso, toda vez que ya el Paraguay había hallado en el Partido Colorado a la fuerza política capaz de desarrollar un programa de gobierno que lo sacara de la estagnación económica y de la agónica crisis política, debía surgir un líder capaz de canalizar toda aquella fervorosa corriente de lucha hacia una acción constructiva. Históricamente el Partido contaba ya con el antecedente imperecedero de haber sido liderado, en sus mismos orígenes, por un esclarecido jefe político que tenía la gloria de haber sido soldado de primera fila en el ejército con que el Mariscal Francisco Solano López resistió a la guerra de devastación. Era el General Bernardino Caballero, máximo conductor de las horas iníciales de la Asociación Nacional Republicana y mandatario destacado de los primeros momentos de la Reconstrucción Nacional tras la guerra del setenta.

         En su nueva fase reconstructora, el Partido Colorado supo encontrar a ese nuevo líder en el actual Presidente de la República, el General de Ejército Don Alfredo Stroessner que, estructurando y organizando los cuadros nacionales, hizo reverdecer los laureles de la gran nación que fuimos e, imprimiéndole una renovada mística a la reconstrucción nacional, encabezó la gran marcha de esta nueva época del Paraguay moderno.

         En las obras del gobierno del Presidente Stroessner no existen improvisaciones; tampoco la filosofía económica de su gobierno es un injerto providencial ni un trasplante milagroso sino una resultante cabal de los fundamentos doctrinarios del coloradismo, que aplica en provecho de los altos intereses del Paraguay todos los recursos, posibilidades y factores aprovechables, en visible contraste con las oligarquías del pasado que no hicieron sino acrecentar su poderío y hacer mayores las diferencias sociales.

         La indiscutida situación de privilegio en que hoy se encuentra el Paraguay, con una economía fuerte y próspera, que apunta segura y confiada hacia el mañana, es el resultado palpable de un ideal político y de una filosofía económica que han permitido brindar medios concretos para cristalizar en realidad los antiguos y fervientes ideales auténticamente paraguayos.

         Se han reseñado las grandes líneas que enmarcaron el desarrollo económico y social de nuestro país en el curso de su historia. Se han puesto de manifiesto, apoyado en estadísticas serias, las grandes realizaciones logradas por el constructivo Gobierno Constitucional presidido por el Excelentísimo General de Ejército Don Alfredo Stroessner. Sus principales obras, como las de infraestructura física, ya forman parte, en forma irreversible, del patrimonio nacional; la instauración de la paz, la armonía y el espíritu de trabajo y de confianza en los auténticos valores, representa una conquista básica y vital para mirar el futuro con esperanzas y fundadas expectativas. Hemos ofrecido nuestro análisis histórico del período 1954-1981; a partir de este período podrán producirse modificaciones en los parámetros y en el ritmo de la evolución económica del país; cualquiera fuesen las circunstancias, el partido de Gobierno y el Presidente Stroessner están justificados ante la historia.


ADVERTENCIA FINAL

         La presente obra fue escrita durante el transcurso del año 1981, buscando - en todo lo posible - hacerla lo más actualizada que se pudiera. La intención original era cubrir todas las realizaciones del Gobierno Nacional hasta fines de aquel año y editar el libro en los primeros meses de 1982. Circunstancias ajenas a nuestra buena voluntad e intención, fueron demorando el trabajo propio de edición, lo que hace que este libro aparezca ahora, cuando ya promediamos el año de 1983 y quizás muchos de los indicadores o algunos aspectos concretos del proceso evolutivo de la economía paraguaya hayan sufrido modificaciones.

         Por otra parte, en algunos aspectos generales de la obra, aquellos que se han tocado como elementos complementarios del gran proceso de desarrollo económico del Paraguay, no siempre nos hemos ajustado a las cotas establecidas para el análisis de los indicadores más específicos de nuestra economía, buscando solamente brindar en grandes pinceladas - como no puede ser de otro modo en una labor de síntesis - las áreas más resaltantes y los períodos más significativos de los grandes cambios registrados en los últimos 27 años transcurridos entre 1954 y 1981.

         Esperamos que el lector sabrá apreciar esta circunstancia y disimular algunos desfasajes que se pudieran encontrar en el sentido mencionado los que, a nuestro entender, no invalidan para nada la intención de la obra y su resultado concreto: demostrar con cifras reales y vigentes, los extraordinarios cambios operados en la economía y en la sociedad paraguaya desde mediados de 1954 hasta nuestros días, en ese gran movimiento que hemos denominado la Revolución Pacífica con el Presidente Stroessner.

         Si ya Heráclito nos advertía que "nadie se baña dos veces en las mismas aguas de un río", con mucha más razón en un libro no hemos de lograr contener el impetuoso avance de las aguas de nuestra historia que fluyen caudalosas hacia un horizonte ancho, profundo, inconmensurable como el mar.


         EL AUTOR

         Asunción, julio de 1983



ANEXOS

EXPORTACIONES 1938 - 1954 (Volumen en toneladas)


DEMANDA GLOBAL DEL PARAGUAY 1938 - 1954


DEMANDA GLOBAL COMPOSICIÓN PORCENTUAL 1938 - 1954


COEFICIENTE DE INVERSIÓN BRUTA 1938 - 1954


OFERTA GLOBAL DEL PARAGUAY 1938 - 1954



COLONIAS OFICIALES DEL DOMINIO DEL I.B.R. HABILITADAS POR ETAPA



COLONIAS PRIVADAS (DEL DOMINIO PRIVADO) AUTORIZADAS POR EL I.B.R.



COLONIAS NACIONALES (COLONIAS OFICIALES Y PRIVADAS JUNTAS)



TÍTULOS DEFINITIVOS INSCRIPTOS EN EL LIBRO DEL I.B.R.

E INSTITUTOS ANTECESORES




PRINCIPALES INDICADORES DE LAS PROPUESTAS DE ACCIÓN

DEL PROYECTO DE DESARROLLO REGIONAL DEL

NOROESTE DEL CHACO



PARAGUAY: EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN Y DEL PRODUCTO INTERNO BRUTO



TASAS DE CRECIMIENTO INTERANUAL DEL PIB

PROMEDIO AMÉRICA LATINA Y PARAGUAY



PARAGUAY: ÍNDICE DE CAPITALIZACIÓN

INVERSIÓN BRUTA/ PRODUCTO INTERNO BRUTO


PARAGUAY: EXPORTACIONES - VALOR FOB



EVOLUCIÓN Y ESTRUTURA DE LAS EXPORTACIONES


PARAGUAY: IMPORTACIONES - VALORES FOB




RESERVA INTERNACIONAL NETA EN MILLONES DE U$




PROYECTOS DE INVERSIÓN BENEFICIADOS POR LAS LEYES DE FOMENTO



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