ANTOLOGÍA POÉTICA 1867 – 1926
VICTORINO ABENTE Y LAGO
Recopilación de CÁNDIDO SAMANIEGO ABENTE
Editora LITOCOLOR
Asunción – Paraguay
1984 (452 páginas)
VICTORINO ABENTE Y LAGO
Nació el 2 de Junio de 1846, en el pueblo de Mugia, cerca del puerto de La Coruña, provincia de Galicia, España. Hijo del Doctor, Médico, Don Leandro Abente y Doña Manuela de Lago. Sus abuelos paternos fueron Don Isidro Abente y Doña María Chans, siendo sus abuelos maternos Don Vicente de Lago y Doña Isidora Díaz.
A fines de 1866, a los 20 años de edad, salió de España, por no querer seguir la carrera eclesiástica; se embarcó en barco que se dirigía a América, sin saber dónde mismo, llegó a Cuba, donde permaneció poco más de dos meses.
Su idea, llegar a América del Sur y de allí al Paraguay. En Cuba embarcóse rumbo hacia aquel sitio y como carecía de dinero para abonar su pasaje, se empleó como lavaplatos. Así llegó a Buenos Aires en los primeros meses de 1867. Como no podía viajar al Paraguay, por encontrarse en guerra, buscó y halló un empleo en un almacén de un compatriota.
Estando allí trabajando, publicó en un diario porteño, su primera poesía en América, titulada "A BUENOS AIRES" y poco después el soneto "A MI MADRE". La publicación de estas poesías, atrajo la atención del Señor Lezama, rico comerciante español radicado en la capital argentina y que en ese entonces era el proveedor general del ejército argentino en campaña contra el Paraguay. Este señor lo buscó y lo contrató como secretario.
En Marzo de 1869, cuando los aliados ocupaban Asunción, el señor Abente vino a nuestra ciudad con la proveeduría argentina, llegando en los momentos más difíciles de la Asunción, donde todo era desolación y miseria, saqueada y vejada por los soldados argentinos y brasileros. Poco después el Comandante argentino pretendió obligarlo a escribir en un periódico que aparecería en esos días, defendiendo los intereses argentinos contra el Paraguay y contra el Mariscal López. Abente se negó rotundamente y por cuyo motivo fue despedido de su empleo.
Por recomendación de un médico español, amigo suyo, fue a establecerse en la casa de la viuda del coronel polaco Luis Mywskozki, que había muerto en Curupayty, en defensa del Paraguay; allí vivió una larga temporada casándose con la hija mayor, Isabel.
Abente ya quedó radicado para siempre en Asunción. Colaboró en varios periódicos de la capital, publicando en varios de ellos un gran número de poesías de distinta índole. Se radicó en Areguá en 1918 ó 1919, donde falleció su esposa en 1931, volviendo a Asunción, en casa de su hija mayor Doña Manuela Abente de Samaniego, situada entonces en calle Tacuarí casi 25 de Mayo.
Realizó dos viajes a España, en 1884 y en 1907, con intenciones de radicarse allá, pero la nostalgia del Paraguay y su cariño a esta su nueva patria, lo obligaron a volver, ya para no salir más de nuestro país. Tuvo la felicidad de ver triunfante al Paraguay en su guerra contra Bolivia, falleció el 22 de Diciembre de 1935.
CANDIDO SAMANIEGO ABENTE
Nació el 30 de Setiembre de 1905, en Asunción. Hijo del Señor José Dolores Samaniego y de Doña Manuela Abente. Fueron sus abuelos paternos Don Cándido Samaniego y Doña Desideria Leguizamón y los maternos fueron Don Victorino Abente y Doña Isabel Mywskozki. De 1915 a 1918 estudió en el Colegio Alemán; en 1918 y 1919 cursó el quinto y sexto grados en el Colegio San José, en carácter de pupilo. En 1920 pasó al colegio Nacional, terminando el bachillerato en 1925.
Desde 1926 hasta 1945 fue a trabajar en los obrajes del Alto Paraguay; en 1946 volvió a radicarse en Asunción, instalando una de las mejores carpinterías del país, la que transfirió en 1958, para dedicarse a otras actividades.
En 1947 y 1948 escribió en el diario El País, publicando varios artículos sobre las maderas nacionales, los bosques de la región Oriental, la industrialización de la madera, la explotación de las mismas y la reforestación en general. En 1949, fundó la Asociación Paraguaya de Maderas y Afines, origen de la actual Cámara Paraguaya de la Madera. En 1950 fundó la "Revista Forestal", primera y única en su género en el país, donde escribió, durante casi dos años, la mayoría de los artículos aparecidos en ella.
El 1952, designado por el Ministerio de Economía (ahora Ministerio de Agricultura y Ganadería), concurrió a un congreso forestal, organizado por la FAO, realizado en Buenos Aires, en compañía de otros delegados.
Actuó en la guerra del Chaco, desde Agosto de 1932 hasta Agosto de 1935. Fue designado por el Coronel Irrazábal, para descubrir el camino de Nanawa a punta riel de Pinasco y luego designado como encargado de una tropa de algo de 200 carros lechos, proveídos por las empresas de Pinasco y Casado, con sus boyadas, montados y el personal completo. Organizó 12 etapas intermedias, con piquetes y ranchos, para cambios de bueyes y personal, viajando los carros en forma constante, sin ninguna pérdida de tiempo, llegando semanalmente a Nanawa, con dos tropas de 20 carros y con 80.000 kilos de provisiones y proyectiles.
Actualmente tiene escritos varios artículos sobre la explotación del carbón para Acepar, todos ellos inéditos hasta ahora.
PROLOGO
DON VICTORINO ABENTE Y EL ROMANTICISMO PARAGUAYO
La vida J, la obra de Don Victorino Abente están relacionadas con el segundo tramo del romanticismo nacional, que se inicia con la posguerra del 70, asistiendo luego al prolongado quehacer del novecentismo y al auge de la corriente modernista en toda su extensión. Ese largo existir de casi noventa años, le permitirá ser a la vez actor y testigo de las sucesivas etapas de un proceso literario, que recién asumiría distintas formas después de otra posguerra: la del Chaco, al cabo de la cual surgen distintas manifestaciones poéticas, principalmente, que serán reconocidas con la denominación, no muy ajustada, de vanguardia.
Puede afirmarse que él fue uno de los mentores intelectuales de aquellos jóvenes que iniciaban sus estudios en la última década del siglo anterior y uno de los que, sin haber actuado en la enseñanza, supo ser guía de gustos y estilos literarios que predominarán hasta el 900, y un poco más allá. Y no es de descartar que estos coincidieran a la vez con los propios de los maestros españoles de la cultura paraguaya moderna, sus connacionales y, en algunos casos, sus correligionarios en el ideal republicano.
La compilación que ahora se ofrece, ceñidaa su expresión poética, permite comprobar que si bien el tiempo ha hecho su erosión en todo lo que, confinando en el epigrama o la sátira, exponía sus preferencias hacia el color local, una especie de incipiente costumbrismo - pero en verso - ha dejado intactos, sin embargo, ciertosvalores que se asientan en la propensión lírica y en los temas descriptivos. Conviene aclarar esto para que sus composiciones espontáneas, por cierto de tipo “festival", no sean tomadas como la parte determinante de su vocación de escritor.
Porque este poeta hispano-paraguayo -quizá a él le hubiera agradado más la calificación de “galaico” - asumió tempranamente su tarea de publicista, desde el único medio de que era posible valerse: la prensa diaria, reducida en sus inicios más a ventilar situaciones de sector que a acoger inquietudes de interés general. A pesar de ello, los penosos e incipientes pasos de aquella primera posguerra, encontrarán su rumbo en ese periodismo, de que Don Victorino participara con asiduo entusiasmo.
Fue así que su contacto con el ambiente resultó in-mediato. No tuvo el joven español mucho espacio, en aquellos comienzos, para meditar sobre el destino que habría de asumir y al hacerlo quiso sumar, no sólo su entendimiento y su capacidad creadora al renacer de su nueva patria, sino su efusión poética, nacionalizándola, como expresara con verdad y en ocasión memorable de Don Manuel Gondra.
Sus cantos paraguayos sirvieron de compensación a dolores populares aún recientes, y de norte para quienes, no sin desvelado asedio, buscarían las huellas perdidas y la trama quebrada para recomenzar, o en algún aspecto inaugurar, la vigencia de una literatura que tanto en lo propio como en lo extraño, había dejado de manifestarse y de cuya ausencia se lamentara, por aquel entonces, Don José Segundo Decoud. Y esa quiso ser la militancia de Don Victorino, anudada a una difusión intelectual, que no conociera pausas y en la cual supieron verse reflejadas las promociones que llegaron más tarde.
Compañero de los promotores del segundo grupo romántico- o sea el de los nacidos entre 1840 y 1850, de los que fuera coetáneo- y aún de los integrantes del posromanticismo, lo fue igualmente y de algún modo de los novecentistas, muchos de los cuales compartieron en los inicios su orientación literaria, en tanto que otros se limitaron a respetarlo y admirarlo. Esa admiración y ese respeto hacia el “poeta de la resurrección nacional”- como se lo llamara con justicia - ganaron a la vez a los epígonos del modernismo y a los que vislumbraban ya su distinto camino.
Sin él no hubiera sido tan fácil incorporar la temática de la tierra y de la historia a un ambiente sobre el que se habían enseñoreado, y no por culpa propia, la desolación y la tristeza. A este respecto no estará de más recordar que serié el magisterio de Abente el que posibilitara la reivindicación patriótica de O'Leary, en alguna medida discípulo suyo, hasta en aquella denominación de “cantor de las glorias nacionales”; de la que Don Victorino es precursor.
Y no sólo se le debe el haber arrojado luz sobre ese capítulo de nuestra evolución poética, pues la naturaleza paraguaya - aves, flores, frutos - hallará en él a un rescatador memorioso que diera en celebrarla, como lo hizo con gentes y ciudades (Asunción, Areguá) en un intento de rehacer, desde la penumbra de las edades que fueron la imagen de un Paraguay que sus versos ayudarían a renacer. Las divisiones a que ha sido sometida esta antología, quieren de tal manera, y con buen criterio, simbolizar los diferentes niveles de esa pasión creadora.
Mucho de lo que falta por saber de los trajines personales y literarios de Don Victorino, y en especial de sus trabajos en prosa, que gozan - en cuanto a lo frecuentado - tanto de la amable y episódica condición de las escenas de Mesonero Romano, como, y en mucho, de la cáustica actitud de Larra, plena de una ironía que el escritor gallego quiso derivar hacia una risueña crítica de costumbres, que volcara asimismo en su poesía, a ratos silvestre y a ratos bucólica, sentida en la proximidad del neoclasicismo de Meléndez Valdez, aunque una insensible onda romántica lo acercara, sin quizá intuirlo, al influjo de Quintana o Espronceda, siendo escaso lo que de Bécquer surge en él. Y ya se sabe que entre el autor del "Canto a Teresa" y de las rimas, pueden divisarse los extremos del romanticismo paraguayo, posterior al 70 y hasta el primer lustro del 900, Víctor Hugo, aparte, desde luego.
Don Victorino volvió por dos veces a su tierra natal, con familia ya formada en la nuestra. En vano intentaría sacudir su techaga'ú (perdón, su morriña) en versos escritos en la lengua que honraran Rosalía y Castelao y en vano pasearía su mirada sobre los verdes campos y el limpio cielo que contemplaran la inusitada andanza de Don Ramón del Valle Inclán, pues algo sin duda le decía que el final de sus días estaba aquí. Su corazón parecía sentir más que el peso de los recuerdos hispánicos, la evidencia de una vida paraguaya de la que no le era dado, desentenderse. Y siendo así, no le fue difícil volver.
Escritor paraguayo, de indudable identificación - digámoslo en honra nuestra - este hijo de Galicia, arribado en plena juventud a estas calcinadas orillas de nuestra América, y muerto en alta ancianidad cuando en el Chaco se manifestaba de nuevo, en trance de heroísmo, una época que habría, requerido los esplendores de su inspiración para justificarse.
La vida y la obra de Don Victorino Abente, expuestas ahora al conocimiento y a la avidez de lectores y estudiosos, bien valen -más allá de sus añejas páginas - por un ejemplo y una lección.
(En Isla Valle, de Areguá,
RAÚL AMARAL
a 16 de Agosto de 1984)
ANTOLOGÍA POÉTICA 1867-1926
VICTORINO ABENTE
ANTECEDENTES
Estando en Buenos Aires, en febrero del año pasado, en casa de un hermano, radicado allá hace mucho tiempo, hallé algunas poesías escritas por nuestro abuelo materno, Don Victorino Abente y Lago. Como encontrara en ellos indudable calidad, a mi regreso a Asunción, resolví buscar más poemas de su autoría, y así me puse en campaña para hallarlos. Consulté a algunos parientes y amigos al respecto y, respetando sus consejos, primero fui a la Biblioteca Nacional, donde solicité se me permitiera consultar periódicos desde 1869 en adelante. El trabajo fue arduo y prolongado, pues en una gran mayoría, los diarios de aquella época se encontraban muy deteriorados y era, muchos de ellos, difícil su lectura y algunos ilegibles.
Por consejo de un amigo, fui a visitar a Don Raúl Amaral, por entonces asesor bibliográfico de la biblioteca "Alberdi" de esta capital, situada en los altos del Banco de la Nación Argentina. Una vez que le expuse debidamente el objetivo que perseguía, me proporcionó una extensa lista de diarios, revistas y libros nacionales y extranjeros donde podría encontrar muchas de las poesías escritas por el poeta español.
Este había llegado al Paraguay en los primeros meses de 1869, cuando, la Asunción se encontraba ocupada por las fuerzas milita-res brasileras y argentinas (la uruguaya era muy poca y práctica mente no actuaba). Cabe recordar que Abente llegó a nuestra ciudad siendo empleado de la proveeduría argentina, que estaba a cargo de un señor de apellido Lezama. A raíz de un incidente que tuvo con el comandante de las fuerzas argentinas, se retiró de su empleo, quedándose definitivamente en Asunción, donde pasó a vivir en una casa de pensión situada en la calle Libertad (hoy Eligio Ayala) entre las de Iturbe y Yegros, donde hoy se encuentra el Colegio Nacional de Niñas.
Con los datos proporcionados por el Señor Amaral, comencé realmente la búsqueda de las poesías de Don Victorino Abente: En la biblioteca Nacional, se comenzó a revisar, primero los diarios que habían aparecido en 1869, como "La Regeneración" y "La Opinión Popular"; otro diario de ese año, "El Derecho" no apareció por ningún lado. En estos diarios sólo se encontraron dos o tres versos. "El Pueblo", que comenzó a aparecer en Octubre de 1870 y publicó su último número el 31 de Diciembre de 1871: Allí sí, aparecieron varias poesías y, principalmente, una sección denominada "Mesa Revuelta", escrita y dirigida por Don Victorino. En ella se escribían sátiras, y temas diversos, en prosa con chistes, adivinanzas, cuentos cortos y críticas sobre la situación política y de la vida social. Tuve la ocurrencia de copiar muchas de ellas, a tal punto que llevo pasadas a máquina más de 300 hojas, que podría ser motivo de la publicación de otro libro, por medio del cual podría darse una idea clara de cómo se escribía en aquella época y lo que se decía en ella.
Simultáneamente con dicha investigación, concurrí a la biblioteca "Pablo VI" de la Universidad Católica, donde, con la colaboración muy eficaz del Doctor Adriano Irala Burgos, y de la señorita Margarita Kallsen Gini, también tuve la suerte de encontrar otro conjunto de diversas poesías. También visité 17 bibliotecas particulares, cuyos actuales propietarios me proporcionaron todas las facilidades posibles, para cumplir con mi propósito. Así mismo indagué en dos bibliotecas privadas de Barrero Grande (hoy Eusebio Ayala), muy bien surtidas, con numerosos libros antiguos, cuyos propietarios, que conocían muchas de las obras que yo buscaba, me entregaron copias que aumentaron la colección que iba formando.
Esta labor de búsqueda de las poesías de Don Victorino - como cariñosamente le llamaban siempre sus amigos - me llevó un tiempo de casi dos años, luego de lo cual he llegado a reunir más de doscientos poemas, de distintas clases, que ahora se incorporan a este libro. Es probable que todavía existan poesías aún no halladas, pues parece que el poeta tuvo una producción muy numerosa.
En cuanto a la parte económica, que era la más difícil de solucionar, puedo decir, y lo hago con un profundo agradecimiento, que fue solucionado al contar con la colaboración pecuniaria de mi cuñado, el Doctor Oscar Pérez Uribe; el de mi hermano, el doctor Victorino Samaniego Abente; y el de mis primos hermanos Carlos, Marcelo y Pelayo Abente. Así mismo han aportado, aunque en menor escala, un sobrino Don Alberto Sosa Gautier; otros sobrinos, los doctores Julián y Efraín Chaparro Abente. Mediante la colaboración de todos ellos fue posible llevar adelante la impresión de la obra.
La publicación de este volumen sólo tiene por finalidad dar a conocer a la actual generación del país, la envergadura de la producción poética de Don Victorino Abente, quien, según ilustres hombres de su época, fuera el verdadero patriarca de la poesía paraguaya y el más grande cantor de la epopeya nacional después de la desgraciada guerra de la triple alianza. Quedaría sumamente satisfecha mi tarea de recopilador, si el libro llegara a gustar al público paraguayo y llegar a mostrar la fortaleza espiritual del poeta, que tanto amó al Paraguay, su patria adoptiva como a España, su patria de nacimiento.
Con relación a las copias de los versos que se insertan en este volumen, debe aclararse que ellas se efectuaban a medida que se los iba encontrando. Debido a eso no guardan una relación correlativa de fechas o de temas. Pero ello no ha de ser motivo para que el presente libro deje de cumplir su intención principal, que es la de dar a conocer poesías escritas en los últimos años del siglo pasado y en los primeros del actual.
Los poemas que aquí se incluyen, se han dividido en cinco clases, pues se creyó en un principio que eran suficientes para la clasificación de los mismos. Si en ellos se advirtiera algún error, así como en otros aspectos de la obra, es de suponer que el lector sabrá perdonar cualquier equivocación, cometida involuntariamente.
AGRADECIMIENTOS
Muchas personas he encontrado durante ese tiempo de búsqueda de las poesías de mi abuelo materno, las cuales han colabora-do en la tarea emprendida, con toda su buena voluntad y desinteresadamente. Pero es justo citar, en especial, a algunas de ellas, que merecen mi más sincero reconocimiento. Si a algunas las he olvidado, involuntariamente, sabrán disculparme.
Debo comenzar, porque con ello hago justicia, por Don Raúl Amaral, quien ha sido mi verdadero consejero y guía en todo este trabajo. De él he tenido los mejores y más amplios datos para llegar a mi objetivo, que al principio veía muy difícil, pero Amaral me daba ánimos y cada vez que lo visitaba, casi semanalmente, me hacía conocer nuevos datos, obligándome a continuar con mi labor.
Quiero hacer una mención, también especial, del Señor Francisco Corral Sánchez, Director del Centro Cultural Juan de Salazar, quien me proporcionó documentos originales oficiales de España, como la fe de nacimiento de Don Victorino, con el sello y la firma del Secretario Técnico de la Municipalidad de La Coruña; también me proporcionó algunos poemas mandados traer desde la madre patria.
La muy especial colaboración del Señor Carlos Pusineri Scala, Director de la Casa de la Independencia, que me ha proporcionado una serie de periódicos y revistas de finales del siglo pasado y comienzos del presente, en las cuales he encontrado una serie numerosa de poesías que tenían especial interés para mi colección. Tuvo la gentileza de entregarme sus documentos de la colección muy interesante y numerosa que posee, con todo desinterés.
A la Señora Ana Iris de Ferreiro, que colaboró en mi trabajo, con dedicación y sin ningún interés, y obtuvo para mi colección algunas poesías que tal vez no hubiera hallado en otros lugares.
A Don Carlos Laguardia, vice-director de la Biblioteca Nacional, quien con dos de sus funcionarias (las señoritas Caty y Zully) prestó la más decidida colaboración, que, trabajando, fuera de las horas de oficina, me proporcionaron centenares de copias, aparte de revisar infinidad de diarios, revistas y libros, que se les indicaban.
Posiblemente estoy olvidando a otros colaboradores, con cuyos trabajos ha sido posible llegar a concretar mi propósito, para ellos muchas gracias y espero me disculpen por mi olvido. No puedo dejar de consignar la atención muy amable y valiosa que me han dedicado los actuales propietarios de las antiguas bibliotecas de eminentes paraguayos de aquella época y que en las visitas realizadas a sus domicilios han puesto a mi disposición todo lo necesario para la concreción del plan propuesto. Muchas gracias para todos ellos.
CÁNDIDO SAMANIEGO ABENTE
PATRIÓTICAS
Diario La Opinión, del 15 de Agosto de 1895
EL ORATORIO DE LA VIRGEN DE LA ASUNCIÓN
¡Cuán triste en las ruinas y humillado
Reposa tu pasado!
Los recuerdos de histórica grandeza
Que a la memoria trae el pensamiento
Mueve el sentimiento,
Con vagas emociones de tristeza.
El alma a otras edades se transporta,
Reflexiva y absorta,
Y escucha entre las sombras del olvido,
Que atrás el implacable tiempo deja
Una silente queja
Que a lo futuro envía lo que ha sido.
En mi espíritu infunde igual efecto
el tristísimo aspecto
De ese hermoso edificio abandonado,
En donde va la acción demoledora
Del tiempo, hora tras hora,
Dejando el sello destructor grabado.
Majestuosa en el espacio y bella
La cúpula descuella,
Y en el ápice ver se me figura
Que el genio de las artes, con encono,
Maldice el abandono
En que yace tan noble arquitectura.
¿A quién que aprecie el arte no quebranta
El ver incuria tanta?
Corintios capiteles sin adornos,
Rotas cornisas, desnudez en todo
Que en lastimoso modo
Presenta los artísticos contornos.
Sombría, descansando en los seguros
Desmantelados muros,
Muestra en el centro su amplitud interna
La bóveda del triste santuario,
Desnudo y solitario
Como el vasto interior de una caverna.
Por las altas ventanas descubiertas,
A la intemperie abiertas,
Que circunda la base del cimborio,
Las ráfagas del viento entran y zumban,
En la altura retumban
Y parece que gime el oratorio.
¡Cuántas veces su artística estructura
Miré con amargura,
Cuando de noche en perfil sombrío
Se dibuja simétrico y redondo
Siempre el oscuro fondo
Del anchuroso y tétrico vacío!
Melancólicos son los pensamientos
Que en aquellos momentos
De soledad, despierta la conciencia,
Mirando el abandono de aquel templo
Como un funesto ejemplo
Del triunfo de la impía indiferencia.
El almo sentimiento de lo bello
Inefable destello
Del infinito ser, que el alma eleva,
Allí se encuentra frío, inanimado,
Pidiendo el inspirado
Vivificante aliento que le mueva.
Sentimiento purísimo que inspira
Los ritos de la lira,
Que da luz al pincel, alma a la austera
Forma brutal de la materia inerte,
Que refleja la suerte
De los pueblos, y educa y regenera.
¿Y cuándo ese divino sentimiento
¡Oh triste monumento!
Vendrá de la ruina a preservarte,
E imprimiendo su sello a su belleza
Demuestre en su grandeza
Culto a la religión y amor al arte?
Presiento con placer cercano el día,
En que abata a esa impía
Indiferencia la virtud cristiana,
Y lo que es hoy baldón que nos deprime,
Si el arte lo redime,
Artístico primor será mañana.
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La Opinión, 7 de Setiembre de 1895
LAS AVES DEL PARAGUAY
¡Cuán grande naturaleza
Se muestra en ti, sin rival,
Luces toda la riqueza
Y la espléndida belleza
De la zona tropical!
Cordilleras elevadas,
Extensos bosques umbríos
Y llanuras dilatadas,
Altas y hermosas cascadas,
Grandes lagunas y ríos.
Y en bosques, llanos, riberas,
Vagan tus diversas aves
Con sus distintas maneras:
Bellas, raras, agoreras,
Canoras, ledas y graves.
Silvando el Había está,
Dulcemente entre el ramaje,
Y el selvático chajá,
Sus gritos de alerta da,
Posado en alto paraje.
En el bosque, adormecido,
El urutaú, pasa el día,
Y por la noche un gemido,
Lanza, como un alarido,
Lleno de melancolía.
Se escuchan los Yacútoros
En la espesura roncando,
Y, en atronadores coros,
Bandadas de verdes loros
Cruzan los aires gritando.
Y la voraz turba hambrienta
Que entre la carniza está,
Se retira y amedrenta,
Cuando altivo se presenta
El Yryvú ruvichá.
Con lento paso y manera
Grave el alto tuyuyú
Pasea por la ribera,
Y en el llano el ynambú
Reclama su compañera.
Luce el pabellón hispano
En su gran pico el tucá,
Y, cantando en el pantano,
Mal tiempo anuncia cercano
El muy ligero Ypacaá.
Con un tristísimo canto,
Su muerte anuncia el Chochí,
Expresión de su quebranto,
Y entre flores, mientras tanto
Vuela alegre el Mainumby.
Duerme el nocturno Suindá
Posado en el tacurú,
Mientras el Araracá
Su hermoso plumaje está
Luciendo sobre el ombú.
Con arrollante dulzura
El pycuipé suave canta
Cariñoso en la espesura;
Y el Ñacurutú levanta
Su grito en la noche oscura.
El Mytú apetecido
Silva en la selva lejana,
y, entre el ramaje escondido,
Con melancólico sonido
Canta el pájaro campana.
Su presa en el aire estrecha
El valiente Taguató,
Rápido como una flecha,
o ya su víctima acecha
Desde el esbelto pindó.
Dicha a su dueño y encanto
El Cabureí le da,
Y con fatídico canto
De noche miedo y quebranto
Causa el Tayasú guyrá.
Levanta su grito hiriente
La elegante Saría,
Cuando la lluvia presiente,
Y el Pitogüé diligente
Advierte que nos vigía.
En las costas ribereñas
Los Mbiguás zambullidores,
Las blancas garzas zahareñas
Esbeltas zaídas cenceñas
Y los patos silvadores.
Allí el Hocó posado,
Solo, con ojo avizor
Y largo pico afilado,
Mientras del uno al otro lado
Vuela el Martín Pescador.
En la llanura quemada
Siempre el Curucau se ve,
Y entre la espesa enramada,
Siempre inquietos y en bandada
Se mueven los Acaé.
El zancudo Ñahana,
Corriendo entre él aguapé,
Siempre en la laguna está,
Y en el aire viene y va
Zumbando el Yacaveré.
En el inculto pantano
Grita el Chiricó anunciando
El viento norte cercano;
Y el Teru-teru en el llano
Vuela importuno chillando.
El Ypecú con extraña
Flojedad volando va,
Y con rapidez y maña
Víboras caza con saña
El osado Macaguá.
Dentro de la selva umbría,
Los Yacú, por las mañanas,
Con su ronca gritería,
Imitan la algarabía
De carcajadas lejanas.
Con lento vuelo, en bandadas,
Los negros Caráu crasvitan;
Y las verdes y estimadas
Cotorras, alborozadas,
Entre los árboles gritan.
Caza insectos con certera
Rapidez, el Yetapá
De larga cola, y manera,
Que parece una tijera
Cuando por el aire va.
Los carás-carás ligeros
Buscan carne en el contorno,
Y sus negros compañeros,
Los Yrybú carniceros,
Saltan de la presa en torno.
Entre el bosque y en pareja
Vive el Mocoi cogoé
Y por la noche asemeja
Una tristísima queja
El canto del Guaimingüé.
Solitaria en la Llanura,
La pequeña Blanca Flora
Luce su hermosa blancura,
Y la Calandria en la altura
Del árbol trina canora.
Mientras tristemente pía
El pardo Chesy hasy
En la arbolera sombría
El masacaraguaí
Gorgea con alegría.
Flamengos en los playales,
En las lagunas garcetas,
En las ramas cardenales,
Y en campos y pajonales
Chululús y martinetas.
Y la golondrina errante
Y el arisco Picazú,
Y, por fin, se alza el gigante
De las aves, habitante
de los llanos, el Ñandú.
Y otras más que, entre las flores
Entre las ramas, y al vuelo,
Muestran extraños primores,
Cantos, formas y colores,
Embelleciendo tu suelo.
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El Orden, 2 de Febrero de 1924
LA YERBA MATE
LEYENDA
Al pie de la cordillera
Del fragoroso Amambay,
Qué forma entre el Paraguay
Y el Brasil, alta barrera,
Hubo una tribu guerrera
De famosa valentía,
Que a las otras se imponía
Por su arrojo y su valor,
Siendo también superior
En belleza y gallardía.
Era cacique el osado,
Temido Canindeyú
Que en todo el Mbaracayú
Fue querido y respetado,
Cuando el poder afamado
Del constante jesuita
Con abnegación bendita
Se alzaba en estas regiones,
Para enseñar las lecciones
de la bondad infinita.
Tres misioneros, un día,
Llenos de fe se reunieron,
Y convertir decidieron
La remota toldería,
Teniendo sólo por guía
Su evangélico destino,
Emprendieron el camino
Con el anhelo constante,
De ver un día triunfante
Su propósito divino.
Después de un penoso viaje,
Miserias y sacrificios,
Sin hallar siquiera indicios
De la población salvaje,
Al sorprendente paraje
Llegaron, donde con suma
Violencia, en olas de espuma,
Salta el Paraná, bramando
Turbulento, levantando
Nubes de irisante espuma.
Ante aquel cuadro imponente
Absortos se detuvieron,
Y largo tiempo estuvieron
En actitud reverente,
Viendo aquel caudal ingente
Que con pavoroso estruendo
Se precipita cayendo
Rápido, de salto en salto
Entre rocas de basalto,
Perpetuamente rugiendo.
Y cuando más sorprendidos
Miraban tanta grandeza
Oyeron con extrañeza
Fuertes y agudos silbidos;
Después, como aparecidos
Entre las rocas, se alzaron
Varios indios y avanzaron
Con ademanes guerreros
Hacia los tres misioneros
Que humildes los esperaron.
Con varonil gallardía,
Delante de todos ellos,
Una, de largos cabellos,
India, arrogante venía,
Oráculo y alegría
De aquella tribu guerrera;
Era Guairá, la primera
Entre todas las del valle,
Guairá, la de esbelto talle,
La de hermosa cabellera.
Al ver la humilde postura
De los pobres religiosos,
Los salvajes belicosos
Depusieron su bravura,
Y al mostrarle su figura
En la cruz, del redentor,
Con religioso dolor
Compasivos la miraron
Y en sus almas penetraron
Chispas del divino amor.
Guairá, de aquellos al ver
El estado lastimoso,
Con empeño cariñoso
Les dio un líquido a beber;
Poco después, con placer
su efecto restaurador
Notaron, gozo y vigor
En sus ánimos sintieron,
Y a milagro atribuyeron
La virtud de aquel licor.
Cuando con aquel brebaje
Quedaron azas repuestos
De su fatiga, y dispuestos
Para seguir el viaje,
La hermosa y gentil salvaje,
Delante de ellos marchaba
Con dirección a la taba,
Donde la tribu tenía
su principal toldería,
Y el cacique se encontraba.
Llegaron; la cruz triunfó,
Y cuando dieron la vuelta,
Guairá, cristiana y resuelta
Con ellos también marchó,
Y después les enseñó
A preparar la bebida
Que vigoraba la vida,
Bebida que adquirió fama
Y hoy yerba mate se llama,
Cada vez más requerida.
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Publicado en el libro titulado "Rugidos del León",
editado por Zamphiropolos en 1966.
CANCIÓN PATRIÓTICA
I
¡Pueblo! Invoca tu historia
La robusta inspiración,
Y resuene por el mundo
Tu potente y sacra voz.
Tu epopeya, ¡canta pueblo!
Bajo ese ancho pabellón,
Que en la alta sierra ondea
De la gloria bajo el sol.
Coro
Alza, pueblo paraguayo,
De entre el polvo la cerviz,
Que cual otro pueblo, sabes
Conquistar un porvenir.
Alza, pueblo paraguayo,
De entre el polvo la cerviz,
Que tu raza es la indomable,
Raza invicta guaraní.
II
Fue tu cuna agreste y grande,
Genio altivo la arrulló...
Ruge al pie de tu estandarte
La atalaya del fiero león,
Nunca, nunca sufras, pueblo,
Que otro pueblo venga a hollar
El santuario de tus leyes,
Ni tu altiva majestad!
III
Donde quiera que en tu suelo
El viajero ponga el pie,
Verá alzarse un monumento
Gigantesco de tu ayer.
Cada tumba es un altar,
En la tumba yace el héroe
Su corona es inmortal
Y nadie ha de olvidar.
IV
Tu bandera es el emblema
De tu raza; es la Nación.
Que no encubra esa bandera
Ni al villano ni al traidor.
Tu santuario es la conciencia
Del patriota libre y fiel.
Velen siempre tu prestigio
La justicia y el deber.
V
El martirio por la Patria
Nunca arredre, no, tu fe;
Sobre esa ara ciñe el héroe
La corona de laurel.
Por tu Patria y por tu Historia,
Por tu santa libertad,
Fiero arrostra los peligros,
Con audacia y sin temblar.
VI
Si en tu pecho arde la llama,
Que a tus padres inflamó,
Tus virtudes imitando
Darás brillo a tu blasón.
Que tu frente nunca el tizne
De cobarde manche,
¡no! Al perjuro y al cobarde
Que jamás alumbre el sol.
VII
No te arredre, ¡no! la sangre,
Ni la negra tempestad...
A humillar los enemigos...
¿Cuántos son? ¡no! ¿dónde están?
¡Qué le importa al buen patriota
Ruja heroísmo el cañón!
El que muere por sus leyes
Se corona junto a Dios.
VIII
¡Frente altiva paraguayo!
No la dobles al dolor...
Ni al revés de la pelea,
Que esa no es tu tradición.
¡Frente altiva! Si eres blando,
El cordero eres en paz,
¡León! Sacude tu melena
¡Con fiereza al batallar!
XI
No es raquítica tu raza,
Prueba al mundo que es verdad
Que tu sangre nutre al héroe,
Que la gloria es tu heredad.
Prueba al mundo que tus brazos
Al hermano, humilde das,
Mas, también, que al que te ofende
¡Cruenta guerra sabrás dar!
X
Compañeros: ¡arma al brazo!
Ya es hora... ¡a combatir!
La bandera ya flamea...
¡Guerra! Grita ya el clarín.
Compañeros: ¡Patria o muerte!
Fuego, hermanos, y a cargar,
¡Adelante paraguayos!
La victoria a conquistar.
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Del archivo privado de la Señorita Marizita Durquet
MIS DOS PATRIAS
Soy de la valiente España,
Hermosa Patria querida
Que mis recuerdos entraña
Y en donde se lee una hazaña
En cada piedra esculpida.
A la paraguaya tierra
El destino me condujo,
Donde cada sitio encierra
Un recuerdo que en la guerra
El heroísmo produjo.
Para uno y otro suelo,
En mí tanto afecto hay
Que al pedir dichas al cielo
Confundo en el mismo anhelo
A España y el Paraguay.
¡Cómo no ha de ser así
Si estrechamente se unieron
Ambas Patrias para mí?
Pues si yo he nacido allí
Aquí mis hijos nacieron.
Y a Dios le pido por eso
Que amorosamente unidas,
Como labios en un beso,
Marchen al mayor progreso
Estas dos patrias queridas.
Asunción, Julio de 1907
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Publicado en El Pueblo, del 27 de Noviembre de 1870.
Versos recitados, cuando la inauguración de la
Sociedad Extranjera de Protección Mutua en Asunción.
LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD
Todos de un mismo padre hemos nacido,
Es mengua el privilegio de la cuna,
Ante la Augusta ley que al libre aclama,
No haya en los nombres distinción alguna.
Igualmente la pródiga natura,
Brinda a todos solícita sus dones,
Sus dádivas no marcan jerarquías,
En su distribución no hay distinciones.
La luz del sol radiante, el fresco ambiente,
El agua cristalina, el mar profundo,
El aire, la creación, todo nos dice:
Que la Patria del hombre, es todo el mundo.
Tremenda maldición, sobre los déspotas,
Que ambicionando para sí la tierra,
La libertad mancillan, envolviendo
La humanidad en destructora guerra.
Feliz el día aquel, en que a la fuerza,
La razón se interponga omnipotente,
Y el estampido del cañón se apague,
De la justicia, ante la voz potente.
¡Época venturosa! en que hermanados,
Libres los pueblos se proclaman;
Y rompiendo los cetros de los reyes,
La libertad universal aclamen.
Pueblos del universo: levantarse,
Escupid en la frente a los tiranos,
Alzad el estandarte de los libres,
¡Viva la libertad! ¡Somos hermanos!
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Publicado en El Eco de Areguá
AÑORANZAS DE UN PARAGUAYO
Solitario y pensativo
Triste vivo
Lejos del país natal,
Hermoso y fecundo suelo
Cuyo cielo
Es de un azul sin igual.
No halaga aquí mi deseo
Lo que veo,
Aunque bellas cosas hay,
Porque no son estas cosas
Tan hermosas
Como las del Paraguay.
Como allí no he visto auroras
Precursoras
De un esplendoroso sol,
Ni horizontes como aquellos
Con tan bellos
Resplandores de arrebol.
Nunca he visto en parte alguna
Dar la luna
Tan hermoso resplandor,
Ni los luceros distantes,
Más brillantes,
Despedir tanto fulgor.
Recuerdo aquellas llanuras
Donde puras
Las ráfagas al pasar,
Lleno dejan el ambiente
Del placiente
Perfume del Azahar.
Y aquellos cerros y ríos
Y sombríos
Bosques de eterno verdor,
Donde la naturaleza
Su riqueza
Muestra con todo primor.
Y entre la espesura aquella
De tan bella
Y extraña frondosidad,
Trinan alados cantores
Y la flores
Muestran su rara beldad.
Querida, sagrada tierra,
La que encierra
Lo más grato para mí,
La de mis dulces encantos
La de tantos
Placeres que yo sentí.
Tendido en la verde alfombra,
A la sombra
De aquel árbol secular,
¡Cuánto ha disfrutado el alma
En la calma
De aquel secreto lugar!
De mi patria desterrado,
Separado
De mi hogar, de mi amor,
Sufro en extranjeros lares
Los pesares
Del nostálgico dolor.
Areguá, 1924
LÍRICAS
Publicado en El Orden, del 5 de julio de 1924
MIS TRES ESTRELLAS
En este mísero suelo,
Para endulzar mi amargura,
Tres seres el almo cielo
Me ha dado, cuyo consuelo
Es bálsamo de ventura.
Una que, tierna y amante
Me arrulló, cuando era niño,
Vive de mí muy distante;
Pero me anima el constante
Recuerdo de su cariño.
Enjugó ella el primer llanto,
En su regazo caliente;
Me arrulló con dulce canto,
Lleno de mimo y encanto
Mi edad primera inocente.
Es la venturosa estrella
Que el alba de mi existencia
Alumbró radiante y bella;
Cabe su ocaso hoy destella
Con pálida refulgencia.
II
Permitió mi buen destino,
Para hacer feliz mi vida,
Que encontrase en el camino
Otro ser que amante vino
A ser mi prenda querida.
El ángel de mis pesares
Con su cariño consuela,
El custodio de mis lares,
El que inspira mis cantares
Y por mi bien se desvela.
Hermosa estrella que luce
En el cenit coruscante,
Y es el fulgor que produce
Un faro que me conduce
En esta vida inconstante.
III
Con angelical inocencia
Ríe en sus primeros años,
Otro ser cuya existencia
Ignora de la experiencia
Los amargos desengaños.
Ver su rostro halagador
A cada momento anhelo,
Porque encuentro en el candor
De su tiernísimo amor
Algo que viene del cielo.
Fúlgida estrella que alumbra
En la etérea lontananza,
Sobre el oriente se encuentra
Y con su luz se vislumbra
Una risueña esperanza.
IV
¡Oh Madre! Tu fuiste el guía
Tutelar de mi niñez;
Esposa, eres mi alegría,
Y tú serás, hija mía.
El consuelo de mi vejez.
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Publicado en el semanario El Eco de Areguá,
del 5 de Diciembre de 1911. En 1877, se publicó la misma poesía,
en un diario de Asunción, siendo la actual corregida y mejorada.
EL BESO
Llámase beso aquel acto
En que un objeto se toca,
Arrimándole la boca
Con cariñoso contacto;
Hay varias clases de besos:
Besos de amor, de contento,
De amistad, de cumplimiento,
Naturales y traviesos.
Tienen denominación
De traviesos, los robados,
O furtivamente dados;
Algo así, como a traición,
En ellos el delincuente
Nota, por la consecuencia,
El grado de complacencia
Que tiene la recipiente.
Es el beso natural
El de espontáneo cariño,
Como el que damos a un niño
De expresión angelical.
Y son también naturales
Otros besos cariñosos,
Sinceros y afectuosos
Como son los maternales.
Los besos de cumplimiento
Por lo general, son vanos,
Puramente cortesanos,
Sin pizca de sentimiento.
Como esos que en las visitas
Y paseos suelen darse,
Al verse y al despedirse
Señoras y señoritas.
Es beso de simpatía
El que llaman de amistad,
Hay en él sinceridad
Y algo de coquetería.
Suelen, en las reuniones,
Las chicas de buen aspecto,
Mostrar especial afecto
Con esas demostraciones.
El de contento, se dice,
Cuando alegremente es dado
Festejando el resultado
De algún suceso felice.
Como el buz, llamado así,
El beso de acatamiento
O de reconocimiento,
Que no se usa por aquí.
Beso de amor: ¡Oh sublime
Y amantísimo contacto
De dos bocas, cuyo tacto
Profundo placer exprime!
Es prolongado, absorbente,
Húmedo, amante, expresivo...
No hallo el calificativo
De un beso tan excelente.
Este es el beso mejor
Que se puede imaginar;
Pero hay que saberle dar
Con exquisito primor.
Beso tal, que el corazón,
Al darle, siéntese opreso
Y le impide extraño gozo
Palpitar con expansión.
Y tanto anhelo provoca
Ese divino momento,
Que, llena de sentimiento,
Sale el alma por la boca.
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Publicado en El Pueblo, del 19 de Noviembre de 1870
SILOGISMOS
En amores hay dolores
Pues en amar hay pesar,
Y si hay pesar en amar
Son dolores mis amores.
Si sufriendo, estoy queriendo,
Pues quiero, por ser sincero,
Es bien probado, que quiero
Querer estando sufriendo.
Muchos, al amor, gozar
Llaman, porque bien no aman,
Los que bien aman, no llaman,
Dulce gozar, al amor.
La pasión a la razón
Mata, cuando se está amando,
No se puede gozar, cuando
Luchan razón y pasión.
Si hay dolores en amores,
Queriendo se está sufriendo,
Es así que estoy queriendo,
Luego, yo quiero dolores.
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FUENTES DE LA VIDA
De la amorosa unión son incitantes
Los pareados cónicos primores
Que la mujer ostenta, fascinantes
Embelesos que atizan los amores.
Venustidad gemínea que conmueve
El corazón del hombre empedernido,
Nectario suculento donde bebe
El niño su licor apétecido.
Forma cuya magnífica turgencia
Fascina con halago peregrino,
Y demuestra a los hombres la potencia
Del poder amoroso femenino.
Mágicas redondeces cuyo encanto
Enardece las llamas del deseo,
Y al hombre más pacífico y más santo
Trastorna con amante devaneo.
Por último diré, que los más bellos
Adornos son de la mujer querida,
Y todos hemos recibido en ellos
El primer alimento de la vida.
Areguá, 1926
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Publicado en El Liberal, del 2 de Febrero de 1914
LA MUJER
Cuando en el TODO ingente, de lobreguez cubierto,
Sin forma la materia vagaba en confusión,
Y sobre las tinieblas del hondo desconcierto
Movíase el omnímodo espíritu de Dios;
Con un designio excelso de su saber profundo.
Al contemplar aquella confusa inmensidad,
Vio que era necesaria la formación de un mundo
Que fuese de su gloria maravilloso altar,
De aquel abismo, entonces, surgió fecunda y bella,
Con el sublime FIAT, la enorme creación,
Y como en antro oscuro, fulgor de una centella
La luz en el espacio de súbito brilló.
Y para que con gozo y admiración le nombre,
Y sus preceptos santos procure obedecer,
A semejanza suya, formó de barro al hombre
Y dióle por morada los campos del Edén.
Su obra después contempló
Con divina complacencia,
Y su excelsa inteligencia
Que algo faltaba notó.
Todo era hermoso y fecundo,
Lleno de santa armonía,
Y, no obstante, parecía
Que estaba muy triste el mundo.
Entonces en la idea del ser omnipotente,
Apareció una imagen, corona del Edén;
"Que sea" dijo, y luego bellísima, sonriente,
Para animar al mundo, formó a la mujer.
Asunción, Octubre de 1879
SATÍRICAS
La versión anterior fue copiada de un archivo privado en Buenos Aires.
La siguiente se publicó en El Tiempo, del 3 de Octubre de 1891.
EL FRAILE DE ANTAÑO
Miradle en la poltrona donde mima
Su abdomen bien repleto, el cual, cubiertas
Las digestivas ganas, suelta ciertas
Señales del contento que le anima.
El índice y el pulgar juntos arrima
De cuando en cuando a las nasales puertas
Que, al empuje dado, más abiertas,
Absorben el rapé que tanto estima.
Rebosando fruicción, repantigado,
En el cómodo asiento, vive ajeno
Del continuo desvelo y del cuidado
Con que al hombre el trabajo puso freno,
Y, viéndole a sus pies arrodillado,
Dice: "Bueno es el mundo, bueno, bueno".
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Publicado en El Tiempo, del 1º de octubre de 1891
EL ADULADOR
Cual voluntario esclavo, a la cadena
Se entrega del magnate a quien adula
Y su afán codicioso disimula
Fingiendo una adhesión de afecto llena.
Cuando está su señor de enhorabuena
Alabanzas le canta y congratula,
Y aflicción profundísima simula
Si nota que le aqueja alguna pena.
En apariencia es cándido y sencillo,
Y en verdad, solapado e inteligente,
Y cuando astuto, el redomado pillo,
La caída del ídolo presiente,
A otra parte se va con su organillo
Buscando siempre, el sol que más calienta.
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Publicado en El Tiempo, del 29 de Setiembre de 1891
EL FANFARRÓN
Vedle, su distintivo es el sombrero,
Caído de atrás, erguido por delante,
Terciado un poco, dando a su semblante
El aire de atrevido y pendenciero.
Muestra ser entre damas el primero
Con jactancioso alarde de tunante;
Su garbo es desenvuelto y arrogante,
Sin mirar, desdeñoso y altanero.
Por un quítame allá busca pendencia,
Y al que le teme, insulta y avasalla;
Mas si alguno, perdiendo la paciencia,
Se le cuadra dispuesto a la batalla,
Muda de gesto, dice una ocurrencia,
Y se queda muy fresco el gran canalla.
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Publicado en El Tiempo, del 2 de Octubre de 1891
EL INTRIGANTE
Con sin igual destreza endemoniada
Las mentiras más pérfidas maneja,
Y chismes formando una madeja
La extiende diestramente preparada.
Viendo, entonces, su intriga bien formada,
Complácese en oír cómo se queja
La desdichada víctima en quien deja
La sospecha cruel inoculada.
En él no cabe un noble sentimiento,
Es mal su aspiración constante
Gozando en el ajeno detrimento,
Y en intrigas tan hábil trajinante
Que, si volase por el pensamiento
Intrigaría al mundo intrigante.
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Publicado en El Tiempo, del 2 de octubre de 1891
LA SOLTERONA
Nubladas ya sus esperanzas vanas,
Al espejo contempla con tristeza,
Cómo invaden su rostro y su cabeza
Las traidoras arrugas y las canas.
Entonces: ¡Oh Dolor! Pierde las ganas
De dar jalbergue a su infeliz figura,
Y a criticar a las jóvenes empieza
Que la fresca beldad, muestran lozanas.
Ante ella las demás son cualquier cosa,
Dice que tuvo novio y no quiso
Casarse, por ser harto quisquillosa;
Y, en fin, cuando comprende que es preciso
Disipar la ilusión de ser esposa,
Se dedica a ganar el paraíso.
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Publicado en El Tiempo, del 7 de Octubre de 1891
LA SANTURRONA
Con actitud sumisa el negro manto
Lleva cubriendo su abatida frente,
Y en sus cruzadas manos permanente
Cuelga el rosario junto al libro santo.
Como anegada en místico quebranto
Muestra su faz con expresión doliente,
Y al templo del Señor va penitente,
Fingiendo horror al mundanal encanto.
Hechicera de tímidas conciencias,
Satélite de padres confesores,
Museos de reliquias e indulgencias,
Pincel de los avérnicos horrores,
Siempre oculta entre santas apariencias...
Ahí la tenéis... La conocéis... Lectores.
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Publicado en El Tiempo, del 9 de Octubre de 1891
EL HIPÓCRITA
Es el más diestro y hábil comediante,
Del teatro social, su inteligencia
Poco común, y muestra con frecuencia
Dotes de adulador y de intrigante.
Nunca se le verá de mal talante,
Y es tan falaz su artística apariencia,
Que siendo muy perversa su conciencia,
La sonrisa está siempre en su semblante.
Consumado maestro de picardía,
El arte de decir lo que no siente
Maneja con traidora maestría;
Y según deja ver con aparente
Dulcedumbre, ocultando su falsía,
En él todo es bondad y en todo miente.
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Copiado de una nota privada en Buenos Aires
¡QUÉ CHASCO!
Una noche soñé que en blanco lecho
Bellísima mujer me acariciaba;
Y su corazón, violento, se agitaba
Cual si quisiera abandonar el pecho.
Yo, como ella, también sentía estrecho
El espacio en que el mío palpitaba,
Y ávido de placeres se excitaba
Con el deseo convertido en hecho.
Mimos llenos de amor, besos, abrazos...
¡Qué momentos de gozo embriagadores!
Más ¡ay! triste de mí. Lo que en mis brazos
Al despertar hallé: ¡Saben lectores,
Lo que entre ellos tenía aprisionada?
¡Que era de mi cama la almohada!
Asunción, 1876
POLÍTICAS
Los seudónimos de MORABEN y TÍO CAMÁNDULAS, fueron utilizados por Don Victorino Abente, en la publicación de sus poesías satíricas y jocosas, principalmente en los temas políticos y la mayoría de ellos fueron publicados en el DIARIO LA PRENSA, cuyo propietario y Director era el Dr. BLAS GARAY, pariente e íntimo amigo suyo.
Publicado en la Prensa, del 6 de Enero de 1899.
DIOS LO QUIERA
Por trece diputados
Y cuatro senadores,
Tendrán que dar sus votos
Bastantes electores.
Entre ellos no habrá,
Pues entre esos Señores
Suele arreglarse todo
Como entre bastidores.
Yo digo que esto es bueno,
Aunque hay murmuradores,
Que dicen que son malos,
Y que suelen ser peores.
Para lo sucesivo,
Estos componedores
Arreglos que combinan
Algunos muñidores.
Dios quiere que resulten
Honrados defensores,
los que vendrán ahora
Nuevos legisladores!
NOTICIAS
La Municipalidad
Hoy tiene un buen Intendente,
Pero, desgraciadamente,
No da un paso la ciudad,
Y sigue el sistema viejo
Con la misma procesión.
Diciendo siempre al Consejo:
No hay sesión.
Es en vano que se trate
De hacer algo provechoso,
Este cuerpo es desidioso
Y la Intendencia se abate,
Pues en verdad manifiesta
Que en la mejor ocasión,
El Consejo le contesta:
No hay sesión.
Triste es ver la decadencia
Del cuerpo Municipal,
Hoy que está la Capital
Con una buena Intendencia,
¡Cuánta mejora se hubiera
Actualmente en la Asunción,
Si el Consejo no dijera:
No hay sesión.
La pobre Plaza Uruguaya
Cada vez peor se ve.
Siento que volviendo vaya
A lo que primero fue.
Suele verse algunas veces
Un grupito de carneros
Apacentando delante
De la casa del Congreso,
Está muy mal, pues no falta
Alguien que diga, al ver esto:
"Están limpiando el camino
Para el periodo nuevo".
Moraben.
**/**
Publicado en La Prensa, del 24 de Febrero de 1899.
INFORMACIÓN POLÍTICA
(Chanzas)
¡Esto ya pasa de castaño-obscuro!
El gran público pregunta:
¿Cuándo elige esa junta
El Jefe del Partido, futuro?
Todo se vuelve puras componendas
Y dimes y diretes,
Y creo que al final de estas contiendas,
Triunfarán los Arévalos o los Cañetes.
Que haya paz, sobre todo, es lo que importa,
Porque la vida es corta
Y a todos les conviene
Gozar en dulce paz lo que tienen.
Eso de patriotismo
Me revienta, de veras,
Todos dicen lo mismo
Prometiendo reformas lisonjeras.
Resuelvan de una vez, yo siempre, acato
Al que tiene el poder presidencial:
¿Quieren que sea Emilio el candidato?
Pues que venga Aceval.
Moraben
**/**
Publicado en la Prensa, del 15 de Marzo de 1899.
RUNRUNES POLÍTICOS
Cinco son las dimisiones
Que se anuncian, nada menos,
Y siendo así, sin ministros
Quedarán los ministerios,
Hasta tanto esas vacantes
No las llenen otros nuevos,
Que aparecerán muy pronto
En más números que aquellos,
Pretendiendo los sillones
De tan elevados puestos,
Hay de sobra en estos casos
Pretendientes para empleos,
Y, sobre todo, tratándose
De empleitos como éstos,
Cuando en el campo se tienden
Animales semi-muertos,
En el espacio se ciernen
Una infinidad de cuervos.
La llegada de Don César
En estos días se anuncia,
Y hay quien diga que ha sentido
El olor de las renuncias;
También corren por ahí
Noticias acentuadas
De que todo ha de arreglarse
Sin consecuencias amargas,
Y, añaden, al decir esto,
Las tan vulgares palabras
Que vienen como de molde,
Entre bueyes no hay cornadas.
Y se susurra que algunos
Dan pávulo a los rencores,
Para entorpecer arreglos
Y armar bochinche mayores
Por lo de a río revuelto
Ganancia de pescadores.
Moraben.
**/**
Publicado en La Prensa, del 25 de Marzo de 1899.
VIDA POLÍTICA
Se dice que nuestras cámaras
Tomarán con mucho empeño
Sus trabajos en el próximo
Período venidero.
Se trata de importantísimos
Trascendentales proyectos,
Como ser: la línea férrea
Que irá desde la Asunción
Hasta el país brasileño,
Atravesando los bosques
de nuestro fecundo suelo;
Aguas corrientes, cloacas,
Que, por ocultos senderos,
Conduzcan las inmundicias.
Cuyo factor es el pueblo,
El empedrado y las obras
Tan necesarias del Puerto,
Cuyo abandono nos pone
En peligro de un encierro,
y, por último, se trata,
De un buen alumbrado eléctrico,
Que nos haga ver de noche
Los estorbos más pequeños
Para que, cuando bebamos,
Al andar no tropecemos.
Si tanto bien se realiza,
Tendremos un gran pretexto,
Para despedir con hurras
Al jefe de este gobierno.
Estamos hoy como ayer,
Lo mismo será mañana,
Aunque no falta quien diga
Que la cuestión adelanta.
Mientras tanto, pasan días,
Y van pasando semanas,
Y pasando van los meses
Y total... no vemos nada.
Y para mí la cuestión
Es muy difícil de arreglarla:
No hay que andar con muchas vueltas,
Ni gastar muchas palabras.
¿Quieren saber ustedes
Cómo se arregla esta danza?
¡Que nombren dos presidentes
Y está la cosa arreglada!
Moraben.
**/**
Publicado en La Prensa, del 4 de Abril de 1899.
VIDA POLÍTICA
Furibundos aparecen
"La Democracia" y "El Pueblo"
Dando tremendos mandobles,
Golpes y palos de ciego
A todo lo que es hechura
De nuestro actual gobierno.
Dios me libre de juzgar
Públicamente, si es cierto
Lo que dicen esos libres
Órganos del pensamiento!
Acato las opiniones
con religioso respeto,
Aunque yo las considere
Con grandes desaciertos,
Porque, al fin y al cabo, todos
Piden para su coleto,
Y cuando ven que las cosas
No marchan según su intento,
Echan manos de artimañas
Y de astutos brujuleos
Para lograr producir
El dudoso descontento...
Nada, nada, es la verdad:
Pescar a río revuelto.
En esta marimorena
Cayó también Don Guillermo,
(Persona que se merece
El más distinguido aprecio).
Por ser político nuevo,
Para ministro de Hacienda,
Sobre todo en estos tiempos,
Sino tiene una fuerte rienda.
Pero yo pregunto: ¿digan
Los milagros de esos viejos
Que han manejado la hacienda
Con tanta honradez y acierto?
Yo no critico a ninguno,
Todos me parecen buenos,
Y todos inteligentes,
Y todos honrados, pero...
En fin, que no ha visto nada
Notable entre todos ellos.
Lo mejor es observar
Y no partir de ligero
Y como al Ministro de Hacienda
Lo conocemos en lo que al ramo concierne
De tan elevado puesto,
Creo que lo más prudente
Es que formemos criterio
A medida que demuestre
Su competencia y su celo
En el numérico lío
De tan arduo ministerio,
Podrá ser mal hacendista
O podrá serlo muy bueno
O encuentre inconvenientes,
Cuando pretenda ser recto
Y en este caso sabrá
Cómo ha de marchar derecho;
Pero para que podamos
Formar opinión en esto,
Es necesario esperar,
Ver, y después fallaremos.
Están conformes conmigo
"La Democracia" y "El Pueblo".
Moraben.
**/**
Publicado en El Pueblo, del 18 de Julio de 1871
A UN POLÍTICO DE PACOTILLA
Si esto no es original
Que venga Dios y lo vea.
(Anónimo)
Político, dime: ¿No es
Criminal que tú
Quieras ser hombre de pro?
¿Cuando no haces sino el bú?
Que todo el mundo lo crea
¿Qué pretendes? ¡Voto a tal!
Si esto no es original
Que venga Dios y lo vea.
Que diciendo necedades
Y siendo tan sólo un tonto,
Figurar quieras tan pronto,
Con tantas barbaridades,
¡Cuando eres un animal!
Más bruto que el que acarrea...
Si esto no es original
Que venga Dios y lo vea.
Que haya quien pueda aguardar
Harto hablar de justicia,
Sin tener que murmurar,
O sonreír con malicia,
Y como a un ser divinal.
¡Haya quien te escuche y crea!
Si esto no es original
Que venga Dios y lo vea.
(Primera línea, ilegible)
Y con acento altanero,
Diz que a cierto periodista
Lo has tachado de extranjero:
¿No ves que conducta tal,
Tu reputación afea...?
Si esto no es original
Que venga Dios y lo vea.
¿Y eres tú el hombre que hablaba
De libertad y progreso,
Cuando el turrón te faltaba?
¿Eres tú el que ha dicho eso?...
Y dirás: "soy liberal",
Como aquel que más lo sea...
Si esto no es original
Que venga Dios y lo vea.
Dicen que con osadía
Has pretendió insultar,
A quien en decir y obrar,
Darte lecciones podrá
Que haya pretendido tal
Quien por razonar cozea...
Si esto no es original
Que venga Dios y lo vea.
Dicen que a cierto partido
Pretendes acaudillar...
¿Si acaso te habrás creído
Que es fácil saber mandar?
¿O es que te crees igual
En saber al gran Andrea?...
Si esto no es original
Que venga Dios y lo vea.
Y por fin, si no temiera,
Que me mires de entrecejo:
Francamente te dijera,
Que marchas como el cangrejo:
Que eres un tonto cabal
(totalmente ilegible)
Si esto no es original
Que venga Dios y lo vea.
**/**
Publicado en La Prensa, del 19 de Enero de 1899.
NOTICIAS INMEJORABLES
El Tribunal de Justicia
Tiene mejor casa ahora,
Todos esperan el lógico
Efecto de la mejora
Mejora sobremanera
La escuela de agricultura
Donde se cultiva el tronco
De nuestra dicha futura.
Mejora nuestro tabaco
Con los grandes secaderos,
Que secarán el tabaco
De todos los cosecheros.
Mejora nuestra Aduana
Con los nuevos empleados,
Porque los creen mejores
Que los de días pasados.
Van a mejorar la campaña
Jefes y jueces mejores,
Los pasados fueron buenos,
Y estos serán superiores.
Mejora nuestro Intendente
Todo lo municipal,
Y hasta en mejorar se ocupa
Las fiestas del carnaval.
Mejora nuestro papel,
Mejora nuestro Congreso,
Y marchan nuestras mejoras
A la cumbre del progreso.
Como una prueba eminente
De que en todo hay mejoría,
Se dice que hasta mejora
El servicio del tranvía.
En medio de estas mejoras
Que nos darán mucho brillo,
Cuentan que no imperarán
Las mejoras del bolsillo.
No mejorará la farsa,
Menos la adulonería,
Ni el juego mejorará;
Que no es poca mejoría!
Tío Camándulas
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Publicado en La Prensa, del 4 de Marzo de 1899.
PLAN ECONÓMICO
Después haber estudiado
Con muchísima atención
El económico estado
En que vive la Nación
Encuentro que la escasez
De billete fiduciario,
Es causa de estrechez
del círculo monetario.
Razón por la cual infiere,
Si en ello no me equivoco,
Que en donde hay poco dinero,
Adelanto que hay muy poco.
Es el factor prepotente
De la fuerza de un gobierno,
como dice un eminente
Economista moderno.
Resumo en este preludio
Mi modesto parecer,
Producto de un largo estudio,
Cuyo plan paso a exponer.
Por de pronto, mi opinión
Es que, sin más dilaciones
Circulen los dos millones
De La Caja de Conversión
Y, prestando abiertamente,
Recibir los pagarés
De cualquier que les presente.
Con este procedimiento
Y justa distribución
Veremos la situación
Mejorada en un momento.
Encarezco lo importante
De un buen reparto, de modo
Que no se lo lleve todo
El primer solicitante.
De esta sencilla manera,
Ese dinero encerrado,
Andará desparramado
Que es su misión verdadera.
Es necesidad urgente,
Por lo exigua de la renta,
Emitir unos cuarenta
Millones próximamente,
Para que el gobierno pueda
Emprender obras de aliento,
Y tenga en cualquier momento
De sobra papel moneda,
Y no se encuentre en apuros
Para tener arreglados
Los compromisos pasados,
Y presentes y futuros.
A fin le llegue a obtener
Esta emisión buena andanza,
Basta tener confianza
En los hombres del poder,
Los cuales con la prudente
Parsimonia requerida,
La irán largando a medida
Que lo juzguen conveniente,
Debe encargarse un papel
Como el último, y veremos,
Antes que lo amorticemos,
La amortización por él.
Y si con habilidad,
Como muestra de honradez,
Se renueva rara vez
En mínima cantidad,
Tendremos que, con los daños
Que el manoseo produce,
Esta emisión se reduce
A cero en muy pocos años.
La riqueza universal,
Dicen muchos que se funda
En la constancia fecunda
Del trabajo en general,
Y que no es atentatorio
Por ende, a la libertad
Que ordene la autoridad
El trabajo obligatorio.
Califico de tirana
La ley que así lo impusiera....
Que trabaje aquel que quiera,
O no, si le da la gana.
Si tengo quien me dé pan,
Y quiero andar a la briba,
Viviendo siempre de arriba,
¿Por qué no ser haragán?
¿Quién vería sin dolor
Imponer al pueblo bajo
La sujección al trabajo,
Cuando el alto en el poder?
A lo dicho: es necesario
Emitir mucho papel,
Y se aumentará con él
El trabajo obligatorio.
Y a pesar que nada sé
De la económica ciencia,
De ella cojo esta sentencia:
Lesse fer, lesse passé..
Tío Camándulas
EPÍSTOLAS
Las siguientes epístolas, todas ellas de carácter político, fueron escritas durante el año 1924, dirigidas al poeta, Don ALEJANDRO GUANES, entonces redactor del diario "EL ORDEN", publicadas en ese diario.
EPÍSTOLA 1
Mi buen amigo: voy a complacerte.
Nada de nuevo en este pueblo ocurre
Que pueda, por lo bueno, grato serte.
Mi humilde vida de haragán me aburre,
Y en dónde hallar ocupación no veo,
Por más que mi magín busca y discurre.
A veces pienso y conveniente creo
Acudir a la red de la influencia
Y probar si pesco algún empleo;
Pero siento invencible resistencia
Para tratar con el lisonjero modo
A los hombres que están en la eminencia;
Aunque me consta y sé que el acomodo
Del que sabe pedir, en eso estriba
Y con la lisonja obtiene todo;
por eso no me gustan los de arriba
Y jamás me valdré de medios tales
Para ocupar un puesto mientras viva.
Que otros gocen prebendas oficiales,
En tanto que por falta de civismo
Se vayan agravando nuestros males,
Y a causa del despótico egoísmo
Nuestro crédito esté muy rebajado
Y el adelato general, lo mismo.
En fin, no sé qué hacer; desocupado
Me encuentro, como bola sin manija,
Dando vueltas del uno al otro lado,
Y buscando un negocio que me exija
Muy poco capital, trabajo poco,
Y me produzca renta buena y fija.
Pero creo que en esto me equivoco,
Por estas sinecuras se desvela
Con razón todo el mundo y vuelve loco.
Todos maestros son de alta escuela
Y, con vista de lince y previsora
Penetración, el que no corre, vuela.
O te diré más bien, que es como ahora
Reformar esa frase se pretende:
Aquel que aquí no vuela, se evapora.
El gobierno va como lo entiende
Mi humilde parecer, más adelante
Veremos si una buena marcha emprende.
Con tino y honradez, siempre constante
En el ancho camino del progreso,
Dios quiera que un espíritu anhelante
Del bien de la Nación, pueda hacer eso
Y anular la ambición vil e insolente
Que nuestro desarrollo tiene opreso.
Algunos me dijeron que se siente
Bastante malestar y anda la crítica
Por aquí y por allá, metiendo el diente;
Pero yo, en esta prédica raquítica,
No veo nada claro y valedero;
En fin, estas cosas de política,
En el orden social, por lo que infiero
De lo que pasa y veo, me parece
Que mucho hay de falso y poco valedero;
La vanidad aumenta, el lujo crece,
El fervor religioso disminuye,
Y el amor al trabajo desaparece.
Y cuando en los espíritus concluye
O muere el sentimiento religioso,
Pronto el cuerpo social se prostituye.
Acabaré, no quiero ser cargoso,
Tratando de un asunto que se aparta
De tu interés, si Dios me da reposo
Trataré de otra cosa en otra carta.
Areguá, 1924.
EPÍSTOLA II
Mi buen amigo: con placer acuso
Recibo de la tuya. En ella veo
Que todo por ahí anda confuso
Y no marcha la cosa cual deseo,
Ya sé que el embolismo, y los negocios
Están, infelizmente en apogeo,
Y que en la baraja muchos socios
Viciados con el pérfido egoísmo
De vil azar, en sus ruines ocios.
Te quejas del abuso y el cinismo
Con que ahí mucha gente se propasa
Siempre invocando mucho patriotismo;
Pero es bueno callar o dar escaza
Publicidad a nuestras tristes cosas...
La ropa sucia hay que lavarla en casa.
Las personas innobles y viciosas
Que te enfadan, se juzgan de gran tono,
Y por eso son muy presuntuosas,
¡Ay de ti! Si las tratas con encono,
Pues tienen por su rumbo y su boato
A casi todo el público en su abono.
Goza el poder pagador, priva el ingrato,
Logra el adulador todo su pujo,
Se burla del prudente el insensato.
Y es hoy muy grande el pernicioso influjo
En nuestra sociedad desordenada
Del juego, de la crápula y del lujo.
Veo que anda la gente entusiasmada
Con la gran siembra del algodón ogaño.
Dios nos proteja así contrarrestada
La influencia será del grande daño
Que la producida la pasada lucha,
Y habrá prosperidad, si no me engaño.
Nuestro gobierno debe proceder con más empeño,
Si quiere que todo el público le responda
Que es la única forma de vivir tranquilo.
Y así este pobre país será más feliz,
Y se podrá olvidar los sinsabores pasados
Provocados por los gobernantes ambiciosos.
Dices que tienes confianza mucha
En que el trabajo nos hará felices,
Si la voz santa de la paz se escucha.
Espero así también lo que predices,
Y mucho sentiré que esta esperanza
Nos deje a todos con un palmo de narices.
Es necesario combatir la holganza
Difundiendo en los pueblos las verdades
De la laboriosa y útil enseñanza,
Y en ellos colocar autoridades
Que secunden la acción benefactora
Del gobierno, sin odios ni maldades.
Con esto y con la ayuda protectora
Al trabajo, vendrá la recompensa,
Crecerá nuestra fuerza productora
Que dará vida, a la región extensa
De tantos bosques y el fecundo suelo
Nos dará su riqueza. Así lo piensa
Tu amigo Victorino, cuyo anhelo
Es ver pronto a esta patria, engrandecida
Y libre del amargo desconsuelo
Que produce la lucha fratricida
Y que tantos dolores ya ha causado.
Areguá, 1924.
EPÍSTOLA III
Mi estimado poeta: por ahora
Ahí no veo nada que prometa
Una eficaz y pública mejora
Y acabe con el mal que nos inquieta.
La probidad política es muy rara,
Por eso la concordia no es completa
Y parece que un cisma se prepara,
Según dicen con todo desparpajo.
La vida cada vez está más cara,
Y cada vez el crédito más bajo,
Hasta que una política muy franca
Y firme, haga callar el espantajo.
Que los buenos propósitos estanca
Inventando futuras sediciones;
Política que sea una palanca
Para las bienhechoras pretensiones;
Observo que hay banquetes con alguna
Frecuencia, preparadas ocasiones.
A veces, para hacer una importuna
Alabanzas de ciertos ciudadanos
Que elevan a los cuernos de la luna,
Que no tienen ninguna importancia
Que viven con mucha indiferencia
Y que sólo piensan en su provecho propio.
Porque anda la política entre manos,
Y al orador entonces le es preciso
Hacer unos esfuerzos soberanos
Para salir muy bien del compromiso:
Y hasta llegué a pensar, que, entusiasmado
Alaba mucho más de lo preciso o quiso.
Respecto a los elogios, he notado,
Que se utilizan allí con harto exceso
Y un motivo bastante exagerado;
Nada tiene de extraño que por eso
Se infatúen algunos infelices
Personajes que tienen poco seso
Y no ven más allá de las narices,
En fin, nada hay perfecto en esta vida,
En la cual todos somos aprendices.
Y tiene cada quisque una cita,
Yo, deseara ver mucha cordura
Y una hombría de bien reconocida
En aquellos que llegan a la altura,
Y con mucha energía y con mucho tino,
Acaben de una vez la compostura,
Que debe reparar el mal camino
Que hoy tiene el porvenir en la campaña,
En donde se hace tanto desatino,
Y anima el juego junto a la caña;
A la vez que el infame caciquismo
Introduce un espíritu de saña,
Que se burla del noble patriotismo,
Y entre los dos partidos más nombrados
Atiza un furibundo antagonismo.
Todos perversos son los colorados,
Para los liberales, para aquellos,
Estos son unos hombres muy malvados;
Y dando razón todos ellos
los unos y los otros son iguales,
(Sin traer la razón por los cabellos)
Los colorados son mejores en el gobierno,
Sus ambiciones de riqueza son menores,
Y tiene más cariño a los pobres campesinos.
La consecuencia de esto son fatales,
Y contemplando el porvenir me asusto,
Pues temo que vengan otros males;
Y digo para mí: con cuánto gusto,
A un hombre como Primo de Rivera
Viniera aquí a gobernar, honrado, justo,
Y amante de su Patria. ¡Dios lo quiera!
Areguá, 1924.
INDICE
NOTICIAS BIOGRÁFICAS
VICTORINO ABENTE Y LAGO - CÁNDIDO SAMANIEGO ABENTE
PRÓLOGO
ANTOLOGÍA POÉTICA 1867 – 1926
PATRIÓTICAS : La Sibila Paraguaya// Salto del Guairá// El Oratorio de la Virgen de la Asunción// Las aves del Paraguay// La yerba mate-Leyenda // Las frutas silvestres del Paraguay// Balada (canción)// A la Bandera de la Guardia Nacional// Compañía minera del Mbaracayú// En la cumbre del Corpiño// Areguá// Areguá (canción)// La quyguá - verá (canción)// Curupayty// Canción patriótica// Mis dos patrias// El viejo canto legendario - Soy colorado// Un sueño// La muerte de un polaco// El Oratorio de la Asunción// Jaculatoria// Areguaenses// En Cerro León// Libertad, igualdad, fraternidad// Añoranzas - De un paraguayo// Brindis// Brindis// A la ciudad de Asunción (canción)// 14 de Mayo// Pueblos hermanos - Paraguay y Bolivia
LÍRICAS: Mis tres estrellas// La hija de un pescador// Soneto// Fantasía (recitativo)// Mi ahijada Rosaura// Mi novia// A una dama portuguesa// El beso// Silogismos// ¿Quién es ella?// Tres noches// Silueta// Capricho// Cantares// Capricho// Capricho// Un guitarrero a las rejas de su amada// Diálogo// Ficción amorosa// Su nombre // A mi madre// Sólo para mi amigo: Che rohaijú// Ilusión// Toma y paga// Fuentes de la vida// La mujer// Silueta// Apólogo// A la Virgen de Lourdes (soneto)// Los ojos de Silvia// La vida
SATÍRICAS : El pisaverde// El fraile de antaño// El fraile de antaño// El adulador// El fanfarrón// El intrigante// La solterona// La santurrona // El hipócrita// ¡Qué chasco!// Letrilla// El atorrante// Así va el mundo // Lo del pan// El día en solfa// Huelga de oficiales zapateros// La aviación de Bolivia// Sin luz// El eléctrico// Nuestros magos// ¡¡Carniceros...!!// Don Perfecto y las cédulasm// Barbaridades en pelotas// Bonito consejo// Dialogando// Cantares// De la República de Batuecas// El carnaval y la cuaresma// Chez M. Lirio// Chanzas// Aleluyas políticas// Consejo a un amigo// Letrilla// Todo lo obtienen - Los adulones// El usurero// Los adulones políticos// Ir siempre a misa// Pensamientos// Invitación// Películas cómicas// Las cosas de mi amiga// Aleluyas// Coplas// La moda y el lujo// Sin nombre// Humoradas// Dos buenos consejos// Aleluyas// Lo del día// Poesía guaraní - A tío Camándulas// Lo del día// Lo del día// Chanzas// Chanzas - Diálogo// Vida social// Chanzas (coplas)// Chanzas (vida social)// Chanzas// Humoradas// Letrilla// Unos// Sin alusión// El sepulturero// El atorrante
POLÍTICAS : Dios lo quiera// Noticias// Información política (chanzas)// Información política// Noticias// Vida política// Vida política// Vida política// Runrunes políticos// Vida política// Vida política// Conflicto escolar (chanzas)// Lo del día// Et lux perpetua luceat eis// Lo del día// A un político de pacotilla// El porqué de la baja // La inscripción del presidente// Lo del día// Noticias inmejorables// Plan económico// Entrevista (chanzas)// Chanzas// La nueva situación
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EPISTOLAS: Epístola I a la Epístola XIV
PALABRAS NO USUALES EMPLEADAS EN VARIOS VERSOS
ESCRITOS SOBRE VICTORINO ABENTE