POEMAS
POESÍAS DE JOSÉ LUIS APPLEYARD
BIBLIOTECA DE OBRAS SELECTAS DE
AUTORES PARAGUAYOS Nº 17
EDITORIAL SERVILIBRO
25 de Mayo Esq. México
Telefax: (595-21) 444 770
E-mail: servilibro@gmail.com
www.servilibro.com.py
Plaza Uruguaya -Asunción -Paraguay
Dirección editorial: Vidalia Sánchez
Presentación: Carlos Villagra Marsal
Selección y prólogo: Osvaldo González Real
Tapa: Carolina Falcone
© SERVILIBRO
Esta edición consta de 14.000 Ejemplares
Asunción, Enero 2012
Hecho el depósito que marca la ley N° 1328/98
PRESENTACIÓN
Mi amiga Vidalia Sánchez me ha pedido que escriba una presentación de carácter general de los dieciséis títulos, ya definidos, de la BIBLIOTECA DE OBRAS SELECTAS DE AUTORES PARAGUAYOS que, en volúmenes sucesivos, aparecerá en algunas semanas bajo el sello editorial de SERVILIBRO, difundiéndose al público lector junto con un periódico nacional de vasta circulación. Con grande voluntad acepto la solicitud porque, entre otras virtudes, esta colección literaria ha sido integrada con criterio selectivo -su propio nombre así lo señala- y no meramente antológico; en efecto, las antologías suelen programarse subjetivamente, vale decir en atención al gusto e incluso al capricho de quienes las preparan, mientras que la selección objetiva de textos en ese ámbito maneja criterios diferentes y diferenciados, tomando en cuenta en primer lugar la excelencia lingüística uniforme, por así decirlo, de todos los autores, dentro naturalmente de la estilística de cada quien (e1 estilo es el hombre); en segundo término, una selección ha de considerar la representatividad palmaria de tales obras en relación con la época y la generación cultural a las cuales pertenecen y, en fin, toda colección seleccionada de libros de naturaleza similar a la que hoy tengo a honra presentar, tiene que incluir la pluralidad de los géneros y subgéneros literarios; en igual condición, la BIBLIOTECA ... ofrece el arcoiris cumplido: lírica, cuento, novela corta, teatro, recopilación de narrativa oral anónima, ensayos con intención estética y hasta poesía bilingüe en versión original o traducida, ello como justiciero tributo a nuestra lengua materna, el guaraní paraguayo.
Las mencionadas demostraciones están marcando un propósito central: el de ampliar y diversificar el placer (que en rigor es uno solo) de la lectura: afición, hábito, adicción que, a semejanza del buen comer y de los actos del amor, producen en sus practicantes la extraña sincronía de la felicidad espiritual con el gozo físico.
Carlos Villagra Marsal
última Altura, a principios de agosto de 2011
PRÓLOGO
Los críticos han discernido distintos motivos dentro de su poética: Pérez-Maricevich menciona tres temas principales: el de la tierra, el moral y el intimista. Otros, desde el punto de vista formal, lo tildaron de esteticista, aunque como muy bien lo aclara Roque Vallejos, esta categoría en el caso presente no es peyorativa y más bien se refiere a un refinamiento formal que no ignoraba -como es sabido- los valores humanos. Él se había clasificado a sí mismo modestamente como "Juglar de lo pequeño". Un ser que se limitaba a cantar a los grillos, las hormigas, la siesta, o la muerte de una lagartija, pero agregando que también se preocupaba por el tiempo como dimensión dolorosa del hombre.
Por un lado, Teócrito, Horacio y Virgilio, por el otro San Juan de la Cruz y Fray Luis de León. De esta doble cosmovisión: la cristiana y la pagana surgirá la angustia existencial en la poesía de José-Luis. Enfrentarse a esas dos opciones: la belleza -por un lado-, el exilio de alma encarcelada en el cuerpo, por el otro, reminiscencias platónicas ya casi cristianas que se irán manifestando a lo largo de su itinerario de escritor.
Su preocupación por ese tiempo inasible se manifiesta ya desde el momento que como reloj de carne se remonta a una búsqueda proustiana de la infancia de ese niño que fue cuando: entonces era siempre. Esa edad sin calendarios ni equinoccios donde la felicidad reinaba como un esplendoroso sol en la siesta, bajo los pesebres de un eterno verano.
Para nombrar este dilema, para proferir el grito lacerado del poeta en el exilio, éste debe aguardar caviloso, entre monstruos de bronce, el arribo del Verbo. He aquí la tarea del que ha de desempolvar las palabras, las ha de recuperar de entre los escombros del habla profanada, para resucitarla y devolverle su poder significativo, su resplandor primigenio. Como los antiguos cabalistas españoles de la Edad Media, José-Luis se enfrenta al desafío esencial del hombre que debe ser fiel a la palabra sagrada para comunicarse con sus semejantes y con sus dioses. Del que debe restaurar la palabra perdida en la confusión babélica de la banalidad cotidiana.
Es preciso darle a las palabras, nos enseña el vate, una vivencia, el sello del sufrimiento propio, la impronta del que vive muriendo como expresa El labio y la palabra. Consciente de la importancia del lenguaje de la palabra-alma, como dicen los mitos, José-Luis destiló en las profundidades de su alma -como alquimista del verbo- un estilo apropiado a sus necesidades expresivas, transmutando en sus versos ese vocabulario infectado de alimañas (son sus propias palabras) esas voces que conforman nuestro decir mundano. Su canto es un canto de sonar antiguo, un canto ronco y tosco, que según él es sólo un eco de la verdadera poesía. Creo que el conjunto de su obra prueba lo contrario. De su voz fluye una poesía afín a la del Siglo de Oro, tan caro a sus afanes.
Si el gran lirico que fue José-Luis nos dejó poemas inolvidables sobre aquel diciembre mítico del trompo de guayabo, de la flor de coco y de los pesebres, en los últimos poemas se enfrenta a la vejez, al deterioro físico y a la muerte. Si él dejó morir sin rosas una infancia ahora nos advierte que los perros muerden el osario cárdeno/ de la desesperación de los crepúsculos.
En su poema Muerte, después de describir con fría lucidez los sinsabores de la condición humana, afirma en una sentida estrofa que se irá de esta vida cantando. Por ello dice: "Vida dura,/ espasmo de dolor y de quebranto/ terrible ligadura/ que lleva hasta el espanto/ ciñe el cordón y mátame en tu canto". El "beatus ille" que menciona en otras composiciones, como en Hay un sitio, donde habla de la vida retirada, sencilla y rutinaria, se transforma en una premonición y una preparación para el viaje final.
JOSÉ LUIS APPLEYARD : Nació en Asunción el 5 de mayo de 1927. Periodista, poeta y abogado. Premio Nacional de Literatura 1997.
Fue uno de los discípulos predilectos del culto sacerdote español César Alonso de las Heras, en el Colegio de San José. El Padre Alonso es una figura fundamental en la difusión de la gran poesía española de las llamadas generaciones del `98 y del `27, y forjador de numerosos talentos para las letras paraguayas, desde la Academia Literaria del Colegio de San José, primero, y luego desde la Academia Universitaria. De esta última institución, Appleyard fue presidente y activo referente.
Pertenece a la llamada Generación del `50 en la poesía paraguaya, junto con José María Gómez Sanjurjo, Ricardo Mazó y Ramiro Domínguez, entre los representantes más notables de ese período. Durante casi dos décadas formó parte del cuerpo de periodistas del diario La Tribuna, de Asunción, medio de comunicación en el cual cumplió además las funciones de Jefe del Área Cultural y director del suplemento cultural de los días domingos. Fue editorialista en el influyente matutino asunceno y con el nombre de MONÓLOGOS publicó una columna que logró gran popularidad al encarar temas de actualidad candente escribiendo como habla la gente en el Paraguay. Trabajó asimismo en el vespertino Ultima Hora, donde su columna DESDE EL TIEMPO QUE VIVO era uno de los más esperados por los miles de lectores del rotativo.
Invitado por varios gobiernos extranjeros, entre ellos los de Estados Unidos de Norteamérica y Alemania, visitó numerosos países, brindando charlas, conferencias y recitales con sus poemas. Desempeñó funciones de Presidente del PEN Club del Paraguay y, siendo Miembro de Número de la Academia Paraguaya de la Lengua Española, fue secretario de la importante institución cultural.
OBRAS: POESÍA, junto con otros miembros de la Academia Universitaria (1953), el poemario ENTONCES ERA SIEMPRE, (1963), EL SAUCE PERMANECE (1965), ASÍ ES MI NOCHEBUENA (1978), EL LABIO Y LA PALABRA (1982) y SOLAMENTE LOS AÑOS (1983). LAS PALABRAS SECRETAS, 1988
En 1961 ganó el Premio Municipal de Teatro con el drama poético sobre la independencia del Paraguay AQUEL 1811. NOVELAS: IMÁGENES SIN TIERRA (1965), LOS MONÓLOGOS (1971) y LA VOZ QUE NOS HABLAMOS (1983).
DESDE EL TIEMPO QUE VIVO (1993), serie de sesenta breves relatos poéticos (Premio Municipal de Literatura en 1994)
CENIZAS DE LA VIDA, 1997, obtuvo el Premio Nacional de Literatura. Falleció en Asunción en 1998.
ENTONCES ERA SIEMPRE
1963
EL TIEMPO
Ya es ayer pero entonces era siempre
un trasegar de horarios inmutables
desde la noche al sol.
Cada semana
era distinta e igual a la siguiente.
El niño desdeñaba el calendario
y su patrón reloj era el cansancio.
Edad sin equinoccios, solo el tiempo
de ser feliz y entonces ignorarlo.
INFANCIA
Está la casa en sombra adormidera
abierta y singular, sin un latido,
como si todo el mundo roto de su sangre
en savia blanca el ocio convirtiera.
No hay voces, si las hubo, han definido
un vegetal asomo de tristeza
con su mudez pretérita y presente
muerta de luz al ansia del sonido.
En el zaguán oscuro que bosteza
el mármol de sus gradas hay un cuento
con consuelo de infancias transparentes
arrinconando un mudo de belleza.
Su patio siempre patio y firmamento
de unos ojos ausentes tiene huellas:
hay un árbol dormido y las baldosas
azulmente disfrazan su cemento.
El corredor -pilares sin querellas
sosteniendo una sombra de tejuelas-
ha perdido los pasos de algún niño
y los busca, nocturno, en las estrellas.
LA CASA
Una casa es un hombro derrotado
es una mano abierta sin simiente,
una argamasa inútil, un doliente
conjunto de ladrillos apagado,
un pensamiento absorto en el pasado
que agrieta con sus voces el presente,
es un oscuro trozo de poniente,
es un juguete antiguo y olvidado.
Una casa es un llanto, un dolorido
balcón sin mariposas anhelantes,
una casa es mudez y es alarido,
es un amor que ha muerto sin amantes,
Una casa, Señor, es una infancia
huyente y malherida de distancia.
EL GRILLO
Entonces era el grillo
-invisible, marrón y compañero-
oculto impenitente, perforando
la limpidez primera del secreto.
Luciérnaga sin brillo,
telégrafo de Dios y estafetero
nocturnamente hilando
las letras de mi sueño analfabeto.
entonces era el grillo
mi ubicuo cancionero
anónimo y tenaz, puro y discreto.
SETIEMBRE
Pasaban las veredas en setiembre
su bullicio de sol y de naranjos
y la casa estudiaba en las cornisas
el álgebra inconsciente de los pájaros.
¿Era un papel setiembre? ¿Una pandorga
con destino de cables acechantes?
¿Una emoción, un signo o la promesa
de un crucigrama blanco de azahares?
Setiembre era una calle, una vereda
escrita de triciclos trashumantes
y era un sillón de mimbre que amparaba
el descanso de un juego sin edades.
Era un helado turbio de anilinas
y un poco más de sol cuando era tarde.
Setiembre no era un mes, era una novia
apoyada en la mano de su madre.
LA ESCUELA
Cuando importó la escuela sus cuadernos
y la casa se abrió a los guardapolvos
la tinta se hizo azul y los canteros
clavaron en los libros sus abrojos.
Zapatos carcomidos de recreos
y virutas con gris de borradores.
Colón, Juan de Solís y los charrúas,
Salazar y el fortín hecho de adobes.
Por cima de los árboles, el cielo;
¡tan lejana la calle!
La libreta
midiendo mercurial el incipiente
calor de nuestra vida y nuestra ciencia.
Y la casa se abría cada tarde
y llenaba de luz sus corredores
para abrazar al niño amenazado
por infiernos de tiza y pizarrones.
LAS PALABRAS
A veces hay palabras que se mueren
y no las resucita el diccionario;
palabras simples, claras, que acrecieron
el verbo de la infancia en nuestros labios.
En balde las buscamos para darles
una vida que ha muerto con los años.
Dulces palabras nuestras exiliadas
solo sonido ya desamparado,
que por un tiempo fueron los mojones
de nuestro personal vocabulario.
Es inútil buscarlas, ya se han muerto
bajo el peso brutal del diccionario.
VACACIONES
Hubo un soplo de luz en los portones
cuando noviembre repitió de grado,
el aire de la casa trastornado
frente al viento febril de vacaciones.
Vacaciones, un tren, un pueblo, un lago,
una leche distinta y tras los cerros
un arroyo con márgenes de berro
y un florecer de trompos el guayabo.
Si se pudiese -siempre recordando-
volverlas a vivir, toda su esencia
tendría cercano y ya en ausencia
del resinoso beso de los mangos.
ATRIO
Atrio, lugar de juegos y olvidado
jardín desnudo con pasión de árboles,
una gramilla blanda como el sueño
y gradas en insomnio de ser mármoles
Atrio de iglesia pura de campaña,
patio del pueblo simple y centenario,
flor de coco en diciembre, en viernes santo
patíbulo de cañas de calvario.
Atrio verde, ferviente de campanas,
sin sombra, pero amable y compañero,
atrio e iglesia pobre que alentara
mi trunca vocación de campanero.
LAS HORMIGAS
Una vieja pasión por las hormigas:
las rojizas, las negras, la del patio,
abrumadas de cargas vegetales,
concisas, laboriosas, mis amigas.
Yo escruté sus saludos, sus secretos,
descifré su críptico lenguaje,
admiré su codicia y fui remero
en procesiones míticas de insectos.
Cuánto pensé mirándolas absorto
abrir sus carreteras ondulantes.
Meditaciones viejas que se fueron
con una edad de pantalones cortos.
Se fueron las hormigas, tristes, viejas,
cuando encerraron su labor en fábulas.
pobres hormigas de la infancia, ahora
solo el pretexto de una moraleja.
FLOR DE COCO
Vaina de felpa que ocultando espiga
llora el verano al presentir enero
y abre en oro su vientre perfumero,
símbolo y paz de la velada amiga.
Y reclinada en monte al que castiga
con aroma en pesebres agorero,
vara de luz y flor del cocotero,
estival perfección de la cantiga.
Su perfume limita la presencia
de la estrella, en el alto, luminosa,
espiga de cristal sin transparencia,
diciembre en flor y trasmutada rosa
fragante su oración de sol y arena
me dice que ha llegado Nochebuena.
EL SAUCE PERMANECE Y TRES MOTIVOS
1965
VIENTO NORTE
Es viento norte.
Siembra de fiebre y sol las manos.
Traficante del trópico,
llega voraz y árido
trayendo la presencia
caliente de un verano.
Es viento norte.
Fiebre.
Delirio de las siestas
en redomas de polvo
y remolino y tierra.
Es la bestia dormida
que despierta en su seno
y mefítica abre
su fauce en el invierno.
Es julio y viento norte.
Verano retenido
entre su polvo árido
y su sol traicionero.
Orgasmo ecuatorial.
sátiro hambriento.
Asperjador de arena.
Turbio aliento.
Curtidor de paciencia.
Ceniciento.
Amargo corazón de amargo viento.
¡OH, CONOCER!
¡Oh, conocer!
Conocimiento, olvido
de todo aquello que pensamos cierto.
Realidad perniciosa que ha borrado
deformes y grotescos nuestros sueños.
Oh, conocer,
oh, conocer al hombre
así cual es, sin la careta al viento
y saber con nostalgias de ignorancia
que la verdad hiede -perro muerto-
¡Oh, conocer!
Conocimiento, olvido
de lo mejor que ha sido y ya no es nuestro.
Nunca saber, porque sabiendo muere
herido el corazón de tan abierto.
BUSCAR EL PAN
Buscar el pan.
Correr tras él.
Correr. dormir. Amanecer.
Volver a ser.
Correr. Buscar.
Comer. Dormir.
Y nada más.
Buscar el pan.
Correr tras él.
Llevarlo tembloroso hasta la boca.
Comer el pan.
Correr.
Dormir.
Andar y desandar por calles viejas.
Correr.
Dormir.
Andar y desandar por calles viejas.
Correr
-para comer-
con los dos pies.
Mirar los ojos con la boca amarga
de una saliva torpe que adelgaza
duras migas de pan.
Correr tras él.
Luchar por él.
Comer.
dormir.
No renacer.
Eso es vivir.
Pero vivir ya no es pensar
ni amar ni ser.
Comer.
Dormir.
Mejor morir.
TRÍTPTICO
VIDA
Y puede ser que el hombre
fulgiendo su inquietud de pasajero
haga un alto y se asombre,
pendiente del lucero,
ante la augusta voz del mensajero.
Y puede ser que mida
la distancia que va del sol al llanto
y que tase su vida
en lágrima y quebranto
y con ellos rescate voz y canto.
Pero resta el camino,
resta el dolido sueño desandado
y molienda y molino,
amor desengañado
no pueden ser la gracia que he soñado.
Porque las horas viejas,
las que perdimos al azar del juego,
fingen ser las consejas
que nos refieren luego
cómo se hiela el alma junto al fuego;
cómo el dolor acucia
cuando no está en nosotros retenerlo
y cómo nos ensucia
el solo no tenerlo
y el no poder amar pudiendo serlo.
El pasado es un foso
cuya oquedad no llenan los acuerdos,
y el hombre, temeroso,
marchando a pasos lerdos
huyente está hacia él en los recuerdos.
Del tiempo nada resta
salvo el total conjunto de una vida
y en esa eterna apuesta
perdemos la partida
porque es la suerte amante consentida.
No valen para ella
promesas ni lucientes juramentos;
sabiéndose tan bella
elude los momentos
que del amor se tornan instrumentos
y escapa de las manos
con gracioso correr de fugitiva
y en vano la buscamos,
elemental y esquiva
huye y su risa vuelve y nos cautiva.
Y el hombre pasajero,
transita su camino hacia la suerte,
desoye al mensajero,
la música no advierte,
y alucinado abrázase a su muerte.
MUERTE
Si es esta vida dura,
espasmo de dolor y de quebranto,
la senda más segura
y el más seguro canto
para lograr la calidad de santo,
prefiero yo la huidiza
y tierna llamarada del deseo
que al alma inmortaliza
-hastiada de lo feo-
y la vuelve a la tierra como a Anteo.
Así, abrazado a ella,
sediento manantial y pasajero
temblor de toda estrella,
podré morir primero
y al alba renacer con el lucero.
Porque huyendo se arriba
al origen de todo nuestro miedo
y es ésta nuestra estiba
y un grotesco remedo
de lastre singular y gusto acedo.
Porque huyendo se llega
al centro de la vida que tememos
y en esa dura brega
hallamos que perdemos
hasta el impulso inútil de los remos.
Y la sombra nos tienta
con el raso en su voz que es el misterio
y la mirada atenta
busca en su cautiverio
hender la inmensidad de un mundo serio
para buscar la risa,
la oscura risa torpe de los labios
que cada viento triza
y llena de resabios
sediento al corazón de desagravios.
Hurgante hacia el mañana
me llego ante el amparo del pasado
y en él se me desgrana
-antiguo y deseado-
el fruto que, inverniz, ha madurado.
En esta paradoja
-constante de la vida y del destino-
el círculo no afloja
su cíngulo divino
y estrangula el futuro que no vino.
Por ello, vida dura,
espasmo de dolor y de quebranto,
terrible ligadura
que lleva hasta el espanto,
ciñe el cordón y mátame en tu canto.
SAUCE
El sauce apenas mío
que pace junto al agua la tristeza
del sereno y rocío
y tiene la belleza
de un llanto vegetal que amando reza
es la nota rendida,
es el perdido canto y la armonía
de un pedazo de vida
que muerta en alegría
su ramaje trocará en elegía.
Y su acento perdura
hecho cairel de derramada bruma
sobre el agua que oscura
se niega en tenue espuma
a reflejar el rostro que la abruma.
Sauce, viejo Narciso,
curvado corazón frente al espejo
de un lago siempre liso
sin luz y sin reflejo,
de mirarse sin ver se ha vuelto viejo.
No resta en su madera
ni un murmullo de savia ni un momento
de antigua primavera.
El sauce es un lamento
que silencioso muere al par del viento.
Como un dios derrotado
tornando su tristeza hacia el poniente
es Tántalo agotado
vestido de relente
y bebiendo su sed junto a la fuente.
Eternamente ansioso
de jugar con el agua a la otra vida,
mansamente lloroso,
sin cauce hacia la huida,
se aferra a su dolor y se suicida.
Pero renace al día
y en la quietud del lago es siempre noria
que encadenada ansía
en repitiente historia
ser de nuevo semilla en la memoria.
No importa que la arena
lave sus pies en dimensión de playa
ni que el agua serena
oreando se vaya
a un cielo que a ser mar paciente ensaya,
el sauce permanece y muere con su angustia cada día
y al morir amanece
y es noche al mediodía
y es sauce eternamente en su porfía.
CÓMO REGRESA EL CIRCULO
QUÉ POCO ENTIENDO LAS COSAS
Qué poco entiendo las cosas.
Los años no han logrado fijar en mi memoria
la experiencia
y siempre me sorprendo que existen unos ojos
que me miran de pronto tan cerca de mí mismo.
Me sorprende el oscuro poder de su mirada
que guarda ingenuidades de infancias manifiestas
y tiene, sin embargo, una profunda noche
nacida de secretas experiencias.
Como un viejo alquimista
yo quiero interpretarla trasmutando sus sueños,
quiero hacer con sus ojos
que me miran de cerca
una forma de olvido que me lleve a su centro.
Y así, cuando sus manos son lenguaje sin cifras,
cuando son la suave expresión de algo mío,
comprendo que no entiendo de las cosas,
y quedan en el aire sus reflejos,
mirándome, sin tiempo,
y hablándome de mí, de sí, de todo.
COMO UN SUEÑO EN LOS OJOS
Volver y ser
pero no siendo la antigua llamarada
ni el orbitante fruto recargado,
ni anémona de mar,
ni tan siquiera la flor
que agosto siembra por los campos.
Volver a regresar y en el regreso
renovarse
y arena de las playas
ser pasiva materia que retrate
la levedad del paso que se ama.
Luego, saber,
con la conciencia exacta
de que una dimensión nueva nos guía,
y aprehender la palabra,
y de sus letras
robar el corazón y su poesía.
Cuando la luz,
no la interior morada que se oculta
a los ojos del extraño,
sino aquélla que al serlo nos desvía
hacia el lugar exacto de las ansias,
ha vuelto a titilar,
cuando de nuevo la lejana carga
que en un codo de ruta trasegamos
en odres de nostalgia
nos ha vuelto a pesar
y solo entonces nos sentimos completos
del bien que era en nosotros;
cuando otra vez se encuentra la mirada
en la mirada misma que nos mira
podemos, sin temores ni tardanza
acariciar un sueño simplemente.
Y no morir en él,
sólo tenerlo
como un sueño, en los ojos, para siempre.
LAS CUATRO PALABRAS
El dolor, la esperanza, la fuerza, la tristeza,
conceptos que se envuelven en ritos de palabras
y pierden, como cantos que ruedan desde el tiempo
el valor de su rica, henchida artesanía.
Los años no responden al fin de la esperanza
y el dolor es un niño que sabe que ha vivido,
la tristeza se escurre de la tarde hacia el alma
y la fuerza es impuesta como daga homicida.
Quien tuvo la palabra la ha devuelto a su sueño
como un objeto oscuro, gastado e insalvable
abismo que separa los vivos de los vivos.
Miramos las estrellas desde pozos de sombra
y su brillo es la fábula de un astro corrompido.
Ay de quien tuvo un cielo personal en sus ojos
porque en él volarán los cuervos de la mañana.
Así, pues, la esperanza es un recuerdo oscuro,
la tristeza, matrona que rige los destinos
y el dolor, una muerte que a diario vivimos.
Nada más. En los años ha quedado una historia
y en la boca, un silencio tenaz y dolorido.
SI LA FURIA DE DIOS
Si la furia de Dios es la medida
de la plegaria fáustica, yo ansío
impetrarle piedad cuando me río
de todo lo que sufro en esta vida.
Y no sufrir de amante conocida
sino del ser que soy y en el que ansío
ser pez pescado en el cambiante río
del agua eterna que a beber convida.
Si la furia de Dios, digo y reclamo,
es el fondo total de toda risa
soy su boca plegante en la plegaria
de ser su voz, terna imaginaria,
que mis sueños deshace sin la prisa,
de quien sabe tan sólo que la amo.
EL HOMBRE
No es gris ni ocre. Es sólo una manera
de vivir a un compás planificado.
Nadie puede decirle con palabras
que el mundo de su ser se ha desquiciado.
Transita, pero brújulas mezquinas
marcan nortes en todos sus caminos.
No puede hablar, tampoco prolongarse
en la risa mestiza de sus hijos.
La mano, el pan, la madre, la cosecha
son palabras de ayer y han variado.
Ha perdido la noche. No se puede
confiar en un sol domesticado.
Pero es hombre, y confiesa simplemente
que él es tal vez el único que ha errado.
Una estrella se mueve.
Es el satélite 522, extraviado.
PRIMAVERA, SETIEMBRE
Deja el aire, la tierra
elévate setiembre sobre el polvo y el sol y el viento norte
y abre la puerta absurda
de la convencional tristeza de juventud perdida
que alberga el viejo nombre.
Setiembre, primavera...
Puesta en escena simple de lapachos gastados
en inverniz asombro de sus flores de cera.
Habría que cantarte con la voz afilada
de los viejos poetas
decir todas las cosas que de tanto decirlas
han dejado de serlo...
Símbolo, luz, renuevo...
Y por las calles tristes, una sonrisa vieja que recuerda
y una sonrisa nueva que presiente.
Por tus calles gastadas de ya no pasar nada
transita este Setiembre
hurgante de verdades sin poder encontrarlas.
Hay una ausencia, siempre...
Una ausencia presente en la mirada dura
que horada los umbrales sin poder traspasarlos.
Pero de todos modos,
la juventud que ría,
que encuentre el simbolismo de sus azahares rotos
y que sepa que el tiempo
puede mascar con lentitud buscada
el más tremendo acíbar
porque el futuro es cierto.
Polvo, sol, viento norte.
Primavera y Setiembre.
NO ESTAR EN ÉL
No estar en él,
abierto alucinado que no tiene
otra cosa que el apoyo de la vida.
Bebiente agua que bebida sacia
la tristeza de ser, la lejanía
cada vez más remota de la infancia.
No estar en él,
que es YO vuelto en espejos
y ser -no estar desenroscando sombras-
la imagen, que no fue, de la ignorancia.
No estar.
No estar en nada, y ver en los minutos,
ser la parte del tiempo que no pasa
agorero y mugiente, como un astro
que se ha vuelto al revés de la distancia.
VERANO Y LLANTO
Y es la suma total de tantas gotas
la que impulsa ese trueno y su alarido
y es la suma total que ha transferido
tanto furor sobre las venas rotas.
Tanto furor de márgenes ignotas
abiertas al dolor que ha preferido,
en esta vez, herir lo que ya ha herido
con el alma cristal de tantas gotas.
Tanto furor de este verano ciego
convertido en veraz fuerza creciente
que ha robado la sombra, el pan y el fuego
a quien los gana con sudor consciente.
Tanta lluvia sin fin y un sueño vano
disuelto en tanto llanto del verano.
MI VOZ, PARA LOS MÍOS
EN EL NO CONOCER
Para Oscar Trinidad
Podrías estar hablando como siempre
de tu pasión, tu celo, tu manera de ver
las cosas que rodean la concreción del arte
y dando tu leída memoria de vigilias
para que otros aprendan
que estética y recuerdo son una misma cosa
y una forma de ser.
Supongo que ya habrás traspasado
la memoria del hombre y la angustia concreta
y tendrás en tus ojos otra mirada abierta
a la esencia del todo y a la esencia del ser.
Marcha lenta la tuya, por precoz y esperada,
un regresar al tiempo y al sonido primero
o a los libros que hicieron en tu memoria un canto
y a tu múltiple forma la unidad de tu nombre.
Cercenado y en pie te has muerto como todos
pero algo más te llevas, que muchos no pudieron;
un transitar constante por las sendas más duras,
un mantener tu parte hasta el último día,
un recibir la muerte como siesta dormida
y la certeza ardiente, testimonial y dura
de saber que la muerte es empezar a ser.
Volcado hacia ese otro extremo de la nada
en la parte más pura de la materia hendida
estás, ya para siempre, en el no conocer.
BREVÍSIMA ELEGÍA
Para René Dávalos
La muerte, rostro ajeno y amarillo
que madura en nosotros.
Yo la he visto, Señor, y era yo mismo.
Yo lo vi con mis ojos.
Era su mismo rostro,
veladamente ajeno, en el domingo.
A HÉRIB CAMPOS CERVERA
Qué pronto pasa el tiempo.
Qué pronto se deshace
en la teoría de todos el recuerdo.
solo quedan los versos, la voz que te mantuvo
sobre el puñado ávido de tierra
con tus brazos abiertos
de la cruz que forjaste, hachero del silencio.
A veces me detengo junto a la redimida ceniza
de tu sueño
y al sentir tu palabra, oh tristemente eterno,
te comprendo.
ÍNDICE
Presentación
Datos biográficos
Prólogo
ENTONCES ERA SIEMPRE
El tiempo
Infancia
La casa
El grillo
Setiembre
La escuela
Las palabras
Vacaciones
Atrio
Las hormigas
Flor de coco
YO
Colofón
EL SAUCE PERMANECE Y TRES MOTIVOS
Mujeres que hacen cántaros
Viento norte
¡Oh, conocer!
Buscar el pan
Tiempo de Navidad
Hombre y lluvia
TRÍPTICO
Vida
Muerte
Sauce
TRES MOTIVOS
I - Tu realidad
II - Los silencios
III - De pronto
COMO REGRESA EL CÍRCULO
Cómo regresa el círculo
Qué poco entiendo las cosas
Como un sueño en los ojos
Las cuatro palabras
Si la furia de Dios
El hombre
Dos hombres y su cáncer
Uno y otro
Miedo al gris
El ciclo está cerrado
Hoy conviene callar
La estática inquietud
Una fiebre me busca
Primavera, Setiembre
Me estaba acostumbrando a ser feliz
Los ángeles no vuelan en otoño
Se está haciendo muy tarde
Todo es ajeno, hoy
Otrosdías
No estar en él
Verano y llanto
Deseo
Porque es música el tiempo
MI VOZ PARA LOS MÍOS
En el no conocer
Para Ruy Díaz de Guzmán
Brevísima herejía
A Hérib Campos Cervera.

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