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MANUEL E.B. ARGÜELLO (+)

  EL TESTAMENTO - Cuento de MANUEL E.B. ARGÜELLO


EL TESTAMENTO - Cuento de MANUEL E.B. ARGÜELLO
EL TESTAMENTO
 
 
 
EL TESTAMENTO
 

1

Clodomiro Urbieta, cansado de mirar por la ventanilla del tren el repetido paisaje que le ofrecían las tristes, desoladas, secas, estaciones y los rancheríos que, unos tras otros, se sucedían a su paso, empezó a calcular las ganancias que esta vez le iban a reportar sus funciones de juez. Entre cabeceo y cabeceo y a la par del vaivén de los destartalados vagones, pensó que ésta sería su gran oportunidad, la que estuvo esperando desde que fuera nombrado, gracias a la intervención de su compadre, el delegado de Villarrica. "Es una lástima - se dijo- que yo no haya conocido personalmente a don Lacú. Así -agregó- hubiera resultado más fácil ocultar parte de sus bienes y ponerlos luego a mi nombre. Mi compadre así se hizo rico y, a pesar de que todo el mundo sabe eso, nadie dice nada y todos se pelean por gozar de su amistad".

Luego de cruzar uno de los puentes, el tren pitó larga y repetidas veces: un hato de esqueléticas vacas estaba pastando a la vera de las vías y, de seguir su ruidoso traqueteo, podría embestir a dos o tres de ellas y, descarrilados, irían, locomotora y vagones, a los fangosos zanjones de ambos costados.

Tanto alboroto terminó por despertar a Urbieta que, molesto, rezongando, se levantó y caminó hacia el comedor. Ya dentro, vio en la mesa más próxima a Heriberto Escobar, uno que fuera su compañero del colegio nocturno en el que ambos se recibieron de bachiller. Sin dudar un instante, llegó hasta él y se sentó sin esperar invitación alguna.

-¿Para dónde el viaje, Heriberto? -preguntó Urbieta, con cordialidad.
-Y... voy para Maciel; allí tengo un asunto que resolver. Resulta, Urbieta -dijo con tono confidente- ... que tengo relaciones con una viudita rica...

-No me digas Heriberto que por fin te agarraron. ¡Hoo, Heriberto, siempre fuiste un jodido con las mujeres! ¿Te acordás de Ana? ¡Cómo la tuviste como un perrito trotando tras tuyo! Así que ahora es una viuda. ¡Hoo, Heriberto, sos un jodido!
-No vayas a exagerar, Urbieta; yo siempre hice lo que se podía. Ahora, por ejemplo, una viuda, todavía joven, apareció en mi camino inesperadamente. Resulta que yo, por influencia de mi cuñado, ¿te acordás del marido de mi hermana Margarita? Bueno, él me enseñó a manejar una estancia; la cría de animales, bueno... todas esas cosas. Y como mi viudita se quedó con la herencia del finado, yo voy con ella para hacerme cargo de la hacienda. ¿Qué te parece, Urbieta? Voy a dar un buen golpe. Es posible que hasta me case. ¿Qué te parece, Urbieta? ¿Estás de acuerdo conmigo? ¡Hoo, Urbieta, siempre fuiste un buen tipo!

En esto, el mozo, con una sonrisita, depositó sobre la mesa la primera tanda de la segunda docena de botellas de cerveza. A Urbieta y a Heriberto, a medida que vaciaban los vasos, sus palabras se les volvían pastosas e incoherentes.
-Decime... una cosa... Heriberto... ¿cómo se llama tu viudita...? Quiero brindar por ella... Voy a tomar toda esta botella a su salud...

-Urbieta, vos sos mi amigo, ¿verdad?... Vamos... yo también tomaré una botella... y vamos a chocarlas... Ella se llama Angela... Es la viuda de Juan de la Cruz Gauto, a quien los lugareños... le decían don Lacú... Ahora, el infeliz, tiene un metro de tierra encima en el cementerio de Maciel... ¡Salud... por Angela!

Luego de entrechocar las botellas y beber, entre hipos y gorgoritos, sus respectivos contenidos, las arrojaron por las ventanillas, al grito de: "¡Gallo que no canta... fuera del corral!".

A Clodomiro Urbieta, a pesar del alcohol, le horadó, retorciéndole por dentro, la confidencia de Heriberto, y ya estuvo a punto de hablar cuando una mujer de luto, joven, atractiva, se acercó a la mesa. Apenas pudieron ambos ponerse de pie.
-Urbieta -dijo Heriberto, agarrándose de la mesa-, ella es Angela. Angela, él es Urbieta, juez de paz de Maciel.

Angela Samudio viuda de Gauto no pudo reprimir un sorpresivo gesto: tenía una carta de recomendación para él, para que le brindara toda clase de ayuda en la estancia. Se estrecharon las manos. Clodomiro la miró con fijeza y se dijo: "Esta viudita no estará en el testamento, pero yo la pondré a mi nombre. A este borracho de Heriberto, que es un cretino, lo haré apresar por el comisario a cambio de unas vacas y, luego, acusado de cuatrero, engrillado, será enviado a Villarrica. Allí mi compadre, después de seis meses de tejuruguái (') en la delegación, le hará «olvidar» todo este asunto”.
 
 
2

Clodomiro Urbieta, juez de paz de Maciel, viajaría por centésima vez al asiento de su juzgado. Esta vez llevaba entre manos el jugoso testamento del recientemente finado Juan de la Cruz Gauto, apodado don Lacú, por el vecindario. Llevaba, además, precisas instrucciones para verificar el inventario de sus bienes, especialmente el número de animales existentes en su inmenso establecimiento "Los Cocoteros", ubicado en los alrededores de Maciel, solitaria estación, prendida como garrapata a las vías del ferrocarril.

Urbieta llegó, con sus ajados bártulos, muy temprano a la estación de Asunción. Quería tomar el tren de las seis para poder llegar a eso de las dos o las tres de la tarde a su destino. Sabía, además, que el horario no era preciso, a veces partía a las seis y, en muchísimas ocasiones, a las siete. A Mr. Jones, el gerente inglés del ferrocarril, jamás le importó la puntualidad. "Estos indios -decía, mientras le daba chupetones a su pinta de whisky-son muy indolentes y nunca llegan a hora".

Luego de pagar el pasaje, subió al vagón respectivo y, para matar la espera, se puso a leer "La Tribuna". Por haber madrugado y, ahora, por la insulsa lectura, cayó en una soñolencia creciente que le hizo cabecear repetidas veces, hasta quedarse dormido, recostado en el marco de la ventanilla.
 

 
3
Clodomiro Urbieta de vuelta al comedor, flotando en los efluvios del alcohol, enredándose, llegó a su asiento, trayendo en su enturbiada mente un plan: al pasar por el gran puente sobre el Tebikuary, arrojaría a Heriberto, a las turbulentas aguas y, desde luego, irremisiblemente se ahogaría. "Esto -pensó- será más seguro. Además, ese Santos Ibarra no es de fiar. A lo mejor llega a entenderse con Heriberto o con la viuda, que no ha de ser muy santa y, juntos, me joderán limpiamente".

Luego de haber arrojado a Heriberto Escobar, volvió al coche y se bebió otras tres botellas de cerveza. "Nadie me vio -se dijo-; todo fue perfecto y eso hay que festejar. Con Clodomiro Urbieta, juez de paz de Maciel, por la gracia de Dios, nadie macanea así nomás".
 
 
4
Ya muy avanzada la calurosa siesta, el tren, entre chispas y jadeos, entró retumbando a la estación de Maciel. Clodomiro Urbieta fue de los primeros en descender y, parsimonioso, autoritario, entró en el despacho del jefe de estación. Allí le esperaban taciturnos: el comisario Santos

Ibarra, Heriberto Escobar y Angela, la viuda de Juan de la Cruz Gauto. Los miró y los remiró y, desconcertado, se dijo: "Esto ha de ser una maldita pesadilla".

 
5
Con suficiente retraso y luego de las señales dadas por el jefe de estación, resoplando, partió a las siete, el tren de las seis, de Asunción. Clodomiro Urbieta, juez de paz, profundamente dormido, soñaba, en ese momento, que se había quedado dormido durante el viaje y que en vez de bajar en Maciel, lo había hecho en Encarnación, a más de doscientos kilómetros de su destino.
Las agudas pitadas de la locomotora y el entrechocarse de los vagones, lo despertaron bruscamente y, sorprendido, miró por la ventanilla. Le costó creer lo que veía: ¡Estaba saliendo de Asunción! "¡Esto no puede ser! -decía incrédulo- ¡Pero si yo ya hice el viaje! ¡Paren el tren! ¡Paren... !".
Como los otros pasajeros estaban atareados cuidando de lo suyo, nadie le prestó atención.
El tren, bufando, tomó creciente velocidad.
 
 
(Asunción: Editorial MEBA, 1988)

 

(1)   Tejuruguái: látigo de cuero trenzado.
 
 

 Fuente:
NARRATIVA PARAGUAYA DE AYER Y DE HOY - TOMO I (A-L)
Autora:
TERESA MÉNDEZ-FAITH

Ilustraciones: CATITA ZELAYA EL-MASRI
Intercontinental Editora,
Asunción-Paraguay 1999. 433 páginas.

 
 
 
 
 
 
 

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