CUENTO de
MARÍA LUISA
ARTECONA DE THOMPSON
(Enlace a datos biográficos y obras
En la GALERÍA DE LETRAS del
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AMANDÁU (GRANIZO)
Era el tiempo en que Tupã (2) repartía sus dones a la naturaleza. Dio al reino vegetal el sol y el agua para que las plantas brotasen abundantes y lozanas. Con el verdor de las hojas, el colorido de las flores y de los frutos, los paisajes se pondrían más bellos.
El agua de los ríos y de las fuentes era el espejo de la hermosa naturaleza.
Entre los vegetales creó plantas de todas las especies. Arboles corpulentos, hierbecillas frágiles, dándole también la canción de las aves y el murmullo de las hojas. Así pintó este mundo que observamos con tanta alegría.
Un día llamó a Y (3), genio de la lluvia, personificado en un joven de largos cabellos negroazulados y profundos ojos grises.
-Hermoso príncipe que reinas soberano sobre uno de los elementos -le dijo Tupã-, hace tiempo que no visitas la región de los cerros de Ybytyruzú. Allí, los pobladores no consumen el producto de la tierra porque les hace falta tus beneficios.
-¡Oh gran Tupã! -respondió Y-. Tengo motivos para esta venganza, púes tu sabes que son mis enemigos la pereza y la desidia de esos pobladores.
-Comprendo tus razones, pero no olvides que estás destinado al bien de la tierra. Yvy (4) da frutos; tú habrás de ser generoso con ella.
-Convocaré a todos mis vasallos. El esplendor sea siempre tu morada, gran Tupã.
Dichas estas últimas palabras, el genio de las aguas desapareció para dar cumplimiento a su promesa.
A poco, montados en el frío viento invernal y oleadas de ventiscas, llegaron los grises habitantes del espacio, dominados por la voz del genio de las aguas.
Fueron tomando sitio en derredor del trono, Ama (5), Amangy (6), Amandayvi (7) y sus hijos.
Desde su trono, Y les manifestó el objeto de esa asamblea. A lo lejos se dejó oír un trueno profundo. Aravera (8) hacía su protesta.
Todos estuvieron conformes con manifestar que cuantas veces habían prodigado el bien de la lluvia en aquellos lugares, los habían encontrado sin sementeras, con los bosques empobrecidos, pues los indios se servían de la buena madera para hacer fogatas con que desentumecerse en los días de invierno o cocinar la carne de los animales que se procuraban con poco esfuerzo, ya que en la caza eran diestros y ligeros.
También Ama se negó a obedecer, creyendo que Y aceptaría su protesta, pues hacía tiempo que la amaba con la misma pasión con que la tierra seca bebe la lluvia después de la sequía.
Pero aquel príncipe hubo de hacer justicia y castigó la soberbia de Ama, diciéndole:
-Tú sabes que eres para Yvy el supremo bien. Cuando a ella llegas, te reciben alborozados los corazones humanos. Pero yo haré que el labriego, la bestia, las aves, desprecien tu endurecido corazón. Haré que él sea de roca cristalina y cuantas veces llores de tristeza, tus lágrimas caigan como castigo sobre las débiles criaturas de la naturaleza.
Y desde aquel día cayó sobre Yvy el corazón de Ama, convertido en pequeños cristales que destruyen los sembrados. Pero como el amor busca siempre el milagro, hizo Y que Amandáu se convirtiera también en la delicia de los niños.
El castigo de Ama fue perdonado, porque al tocar su corazón de cristal los labios de un niño, su tristeza se volvió alegría después de aquel beso purísimo que no era otra cosa que el amor de aquel hermoso príncipe.
De: La Flor del Maíz: Calendario Escolar Paraguayo
(Asunción: Centro Editorial Paraguayo S. R. L., 1991)
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(1) Amandáu: Granizo
(2) Tupã: Dios
(3) Y: Agua
(4) Yvy: Tierra
(5) Ama (pron. «Amá»): Lluvia
(6) Amangy: Chubasco, racha de lluvia
(7) Amandayvi: Llovizna
(8) Aravera (pron. «Araverá»): Relámpago.
Fuente:
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