DIBEN: CÓMO DESTROZAR UNA BUENA IDEA

Por ILDE SILVERO

ilde@abc.com.py

Un drama en muchas naciones tercermundistas es que se crean instituciones públicas con objetivos muy nobles pero luego, en la práctica, se convierten en cotos de caza de políticos inescrupulosos que destrozan el sueño inicial. ¿Le suena, verdad?

Algo así está pasando con la Dirección de Beneficencia y Ayuda Social (Diben), creada tras la caída de la dictadura stronista con el altruista fin de ayudar a la gente más necesitada, en especial, a los enfermos que no tienen acceso a seguros médicos, además de realizar obras que estén al servicio de la gente humilde.

La carta orgánica y el manual de funciones de la Diben establecen que la institución debería elaborar planes de asistencia para situaciones de emergencia, atender a la niñez, a personas de la tercera edad o con discapacidad, siempre en el segmento de la gente en situación de pobreza.

Un reciente informe de la Contraloría General de la República reveló una utilización arbitraria, caótica y totalmente dependiente de los caprichos del director de la entidad, un político colorado nombrado por la administración Cartes en 2013.

En los primeros años, la cuestión funcionó mas o menos bien. Por ejemplo, la Diben construyó complejos polideportivos en varias ciudades del interior y colaboró con entidades de beneficencia, además de ayudar a enfermos muy necesitados, tras las verificaciones y certificados médicos correspondientes.

Por lo descubierto ahora, parece que la Diben se convirtió en una fuente inesperada de recursos económicos para personas vinculadas de alguna manera con el director del ente. En los documentos de la Contraloría se constata que durante el 2016 la institución otorgó 13.520 ayudas, pero solamente en dos oportunidades se hicieron visitas a los beneficiarios para constatar la situación de los mismos.

En solo un año, más de 13.000 personas, supuestamente enfermas, recibieron importantes ayudas monetarias, sin que en las solicitudes correspondientes consten el expediente médico, la verificación y evaluación de cada paciente. Según los registros, la entidad proveyó medicamentos oncológicos, insumos quirúrgicos, materiales traumatológicos, sillas de ruedas, estudios especializados e insumos cardíacos.

Según el estudio de auditoría, muchas personas recibieron la ayuda para comprar medicamentos en múltiples ocasiones. Una mujer recibió casi G. 200 millones distribuidos en una docena de entregas.

No había relación entre la situación económica del beneficiario y la asistencia otorgada, pues algunos declaraban ser insolventes y recibían montos pequeños en tanto ciertas personas con ingresos estables percibían sumas mucho más elevadas. A modo de ejemplo, a un beneficiario que había pedido G. 26 millones y tiene un sueldo de G. 2.600.000, le dieron G. 5 millones, el 21% de lo requerido; mientras que a otra persona, que solicitó G. 5.980.000 y gana mensualmente G. 4.100.000, le dieron G. 5 millones, el 84% de lo solicitado.

En estas actividades, la Diben gasta unos US$ 7 millones al año, aun cuando funciona con un “deficiente sistema de control”, según el informe de la Contraloría, que, en pocas palabras, afirma que existe un “desorden administrativo”.

Somos un país con mucha gente pobre y muy necesitada; por dicha razón, los organismos de asistencia del Estado deben extremar sus esfuerzos por ayudar a las personas que sobreviven en la franja de pobreza o de pobreza extrema, pero siguiendo un estricto protocolo de procedimientos, de verificación, de transparencia y de justa distribución de los recursos entre los más carenciados. De ninguna manera puede justificarse que, en medio de tantas necesidades, cualquier persona, aunque no sea insolvente, puede recibir varios millones de guaraníes de la Diben solo porque es amiga de algunos de los miembros del primer anillo del director del ente.

Fuente: ABC Color

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Sección OPINIÓN

Martes, 30 de Enero de 2018

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